Enseñanzas

El Sudario Doblado de la Tumba… y un Amo que Regresará a Su Mesa

Por P.A. David Nesher

«El primer día de la semana, maría magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. 
 Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquel al que amaba Jesús, y les dijo: «se han llevado del sepulcro al señor, y no sabemos dónde le han puesto.
Y salieron pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que pedro, y llegó primero al sepulcro.
Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró.
Luego llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí,
 y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado en un lugar aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, que había venido primero al sepulcro; y vio, y creyó.
Porque aún no habían entendido la escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.
Y volvieron los discípulos a los suyos.«

(Juan 20: 1-10)

Al sumergirnos en el estudio y la meditación de los hechos acontecidos en los días de la crucifixión, sepultura y resurrección de nuestro Dueño y Maestro, encontramos que el Evangelio de Juan relata que el sudario, que le fue colocado en el rostro a Yeshúa (Jesús) en su sepelio, no sólo estaba a un lado, aparte de las vendas, sino doblado. Resulta curioso que el autor dedique un versículo entero para decirnos que el sudario fue bien doblado, y que fue colocado en un lugar aparte (posiblemente en donde estuvo tendido).

Antes de considerar bien este asunto, recordemos los hechos inmediatos del relato:

El primer día de la semana, después del Shabat semanal, siendo aún muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y encontró que la piedra había sido removida de la entrada. Ella corrió y le contó a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Yeshúa amaba, y les dijo:

“Se han llevado el cuerpo del Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto”.

Pedro y el otro discípulo salieron hacia el sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el relato detalla que el otro discípulo corrió más rápido que Pedro y llegó antes. Estando en la tumba, como se inclinara, vio los lienzos caídos, pero no entró.

Luego, Simón Pedro llegó detrás y entró en el sepulcro y vio las vendas en el suelo. El detalle que se destaca es que el sudario o servilleta que había cubierto su cabeza no estaba junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte (ver Jn 20:1-7).

Ahora bien, preguntémonos: ¿es importante esto para nosotros?… ¡Por supuesto!… ¿Es realmente relevante este detalle para nuestra fe?… ¡Podemos asegurar que sí!… ¿Por qué?… Pues, bien para responder todo esto veamos lo siguiente:

En primer lugar, vemos que todo estaba exactamente igual, excepto el cadáver de Yeshúa, dando a entender que no se trataba de un robo. Un ladrón jamás habría dejado todo tan ordenado. Si hubiera sido un robo, aquello aparecería todo desordenado. Precisamente Juan Crisóstomo, comentando esto en el siglo IV, dice a sus oyentes:

«“Esto era prueba de resurrección, porque si alguno lo hubiera trasladado no hubiera desnudado su cuerpo. Ni si lo hubieran robado, los ladrones no hubiesen cuidado de quitarle y envolver el sudario poniéndolo en un sitio diferente del de los lienzos, sino que hubieran tomado el cuerpo como se encontraba. Ya había dicho San Juan que al sepultarle lo habían ungido con mirra, la cual pega los lienzos al cuerpo. Y no creas a los que dicen que fue robado, pues no sería tan insensato el ladrón que se ocupara tanto en algo tan inútil.»

In Ioannem«, pag. 84).

Justamente esto es fundamental para el evangelista, que nos cuenta estos detalles tan interesantes de la tumba vacía, para asegurarnos que la resurrección del Maestro verdaderamente ocurrió, y nada tenía que ver con un plan de hombres.

En segundo lugar, y yendo a nuestro tema, para lograr comprender más profundamente el significado del sudario doblado, consideraremos un poco la tradición hebrea en esa época. Para Israel, una servilleta doblada sobre la mesa tenía un significado muy particular, ya que hace referencia a una costumbre hebrea (y también oriental) sobre un amo y su siervo en los protocolos de una cena.

Resulta que cuando el siervo ponía la mesa de la cena para el amo, se aseguraba de ponerla exactamente de la manera en que su señor le gustaba. La mesa debía estar decorada a la perfección, casi como para un ritual sagrado. Luego el criado tenía que esperar fuera de la vista de los comensales, hasta que el amo hubiera terminado de comer. El siervo no se atrevía a acercarse a la mesa, hasta que el su dueño hubiese concluido. Para hacerlo, debía estar a la espera de una señal…

Si el amo había terminado de comer, se levantaba de la mesa, se limpiaba los dedos, la boca y la barba, y haciendo un nudo con la servilleta, la lanzaba sobre la mesa. El siervo, al ver esto, entendía entonces que era el momento para limpiarla. Entonces, la costumbre de aquella época era que la servilleta anudada significaba que el amo decía: “ya he terminado”, y era el momento para que el siervo ingresara a la sala del banquete, y limpiara el lugar.

Pero si el amo se levantaba de la mesa, doblaba la servilleta y la ponía junto a su plato, el siervo entendía que no debía acercarse a la mesa. ¿Por qué? Porque la servilleta doblada significaba “aún no he terminado, volveré”.

Con esto en mente, podemos comprender que al ver el sudario doblado, Juan interpretó lo siguiente: “el Maestro volverá”, por eso no entró al sepulcro, respetando esta costumbre tradicional. Yeshúa estaba diciendo a sus discípulos, “podría estar fuera de tu vista ahora, pero regresaré para terminar el banquete que hemos comenzado!” El Mesía, al resucitar y doblar el sudario, quería decir, que Él regresaba pronto y con un mensaje nuevo, lleno del poder de la Resurrección para realizar el Tikún Olam (reparación del Mundo). Es decir, el volvería con un mensaje de Vida Nueva. .

Es decir que el texto evangélico relata una de las experiencias que los discípulos tuvieron con el Mesías Resucitado. No se trata de un aparición, sino literalmente de una de las etapas que los discípulos han tenido que recorrer en el Camino para comenzar a vislumbrar los nuevos horizontes de esperanza que el hecho de la Resurrección abriría en sus vidas. El acontecimiento se insinuaba ya en la tumba vacía, en las vendas que yacían en el suelo y en el sudario plegado en un lugar aparte. Ante estos hechos el apóstol Juan sentía que una certeza se fue apoderando de su corazón, la certeza de la fe: «¡Yeshúa está vivo, está realizando su tarea celestial como Sumo Sacerdote, y luego regresará!«. Al considerarlo así nos damos cuenta que esta convicción llena el corazón de todo creyente verdadero.

Así como la tradición lo indica, lo que Jesús quiso decirnos cuando dobló el sudario fue la promesa de su venida, de que el ascendería a los cielos, pero que aun su labor no había terminado y que regresaría a terminar lo que empezó.

Tan grande fue esta experiencia en la mente y el corazón del apóstol Juan, que siempre lo sostendría en su fe, a tal punto que muchos años después, estando exiliado como preso político en la isla prisión de Patmos, escribió:

El que da testimonio de todo esto dice: ‘Sí, voy a venir pronto’ ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!

Juan, Simón Pedro, y el resto de los discípulos del primer siglo se estimularon con esta señal entendiendo que somos siervos a las órdenes del Amo. Y así como el siervo no puede sentarse a la mesa hasta que su amo no regrese, nosotros tampoco podemos hacerlo. ¡No podemos dejar de trabajar para el Señor, porque es hasta que el vuelva que podremos sentarnos a la mesa, y no cualquier mesa, sino la de las bodas del cordero! Por lo tanto, procuremos estar preparados para el día de Su Venida. ¡Ya hemos sido advertidos acerca de Su Venida, así que estemos vigilantes, seamos prudentes y mantengamos nuestras lámparas encendidas, porque el novio viene de camino!

Y ahora, antes de terminar esta bitácora, tengo una buena noticia para ti lector que estás leyendo esta bitácora. No sé cual es la tumba en la cual te encuentras pero el mismo Yeshúa que dejó los lienzos puestos allí y el sudario enrollado en la tumba, es el mismo que hoy está dejando tus lienzos puestos allí en tu tumba ontológica y está enrollando el sudario en señal que nunca más volverás a esa tumba en la cual te habían metido por que estabas muerto en delitos y pecados.

En verdad, no sé si tu tumba se llamaba fracaso, soledad, tristeza, angustia, dolor, miedo, desánimo, depresión… pero sin importar el nombre que tenga la tumba ontológica en la cual estas hoy, Yeshúa se encuentra junto a ti en esa tumba y ha llegado no para quedarse y hacerte compañía en esa tumba si no para levantarte de entre los «muertos vivos» (Efesios 2:1).

En este día Yeshúa te dice: «vamos deja esos lienzos con que te cubrieron y abandona ese sudario enrollado para que al verlo todos sepan que estuviste aquí pero que nunca volverás a este lugar. Luego, ven y sígueme y abandonemos esta zona reptiliana de muerte, porque aquel que me levantó de entre los muertos a mí, es el mismo que me ha enviado para levantarte a ti.«

¿Te atreverás a aceptar su invitación para salir de toda tumba ontológica que te había encerrado hasta hoy?

¿Qué Cena Hizo Jesús antes de Morir?

Por P.A. David Nesher

«Y les dijo:
!Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!
Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo:
Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el Reino de Dios venga.
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo:
Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.»

Lucas 22:15-20

Responder a la pregunta que preside esta bitácora es el tema más espinoso de los Escritos Mesiánicos (mal llamados Nuevo Testamento). Por siglos, esto ha constituido un enigma para los estudiosos de las Sagradas Escrituras, llegando la mayoría de las veces a generar acalorados debates respecto a si Yeshúa celebró Pesaj con sus discípulos, o participó de otro tipo de banquete yahvista.

Si acudimos al relato de los Evangelios con el fin de sacarnos las dudas, nos encontramos que, mientras los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas dicen que la denominada «Última Cena» del Mesías coincide con el inicio de la festividad judía de Pesaj, el apóstol Juan, en su Evangelio, señala que en realidad se produjo antes. Entonces, nos llevamos la sorpresa con el hecho de la existencia de una diferencia real entre el relato evangélico del apóstol Juan y el de los sinópticos sobre esta cuestión, y la cronología que Juan presenta en su obra sigue haciendo mucho más sentido: Yeshúa fue juzgado y asesinado antes de que comenzará el día de Fiesta. A la hora del Seder, fue enterrado. Esto ha permitido que muchos detractares del mensaje evangélico aseguren que esta «contradicción» en los textos de los evangelistas permite dudar acerca de los últimos momentos de la vida humana del Maestro aquí en la Tierra.

Para comenzar a aclarar esto, debo decirles que existe un versículo en el evangelio de Juan que ha sido ignorado, y sin embargo es concluyente para la comprensión de este planteo. El hagiógrafo nos dice que después de capturar al Mesías:

«Llevaron a Yeshúa de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ELLOS NO ENTRARON EN EL PRETORIO PARA NO CONTAMINARSE, y así poder COMER LA PASCUA
(Juan 18:28)

Una pregunta obvia surge aquí:

¿Por qué no habían comido la Pascua (Pesaj) aún?

La Escritura Mesiánica mismo lo responde al describirnos el proceso de apresamiento del Mesías:

«Era LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA,…
Entonces (Pilatos) dijo a los judíos:
¡He aquí vuestro Rey!»

(Juan 19:14)

¿Por qué dice que «era la preparación de la Pascua» siendo que la creencia general es que Yeshúa ya había comido el Pesaj (Pascua) supuestamente?

Unas líneas más adelante el evangelista dice:

“Entonces los judíos, por cuanto ERA LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.»
(Juan 19:31)

Sabemos, por lo que hemos aprendido de nuestros estudios de la Torah, que la comida propia de Pesaj (el cordero pascual) se come al declinar del día 14 del mes de Abiv (también llamado Nisán), primer mes litúrgico del calendario lunar hebreo. Es decir que se está consumiendo en el inicio del día quince.

Al leer el Talmud,  encontramos que los rabinos judíos antiguos concluyeron que Yeshúa fue “colgado en la Víspera de la Pascua por la herejía de inducir a la gente al error” (Bruce, 1960, p. 101).

En tiempos más recientes, muchos comentaristas han sostenido este punto de vista. Los editores del Comentario del Púlpito escribieron:

Parece que nuestro Señor fue crucificado en el 14º día de Nisán, el mismo día del sacrificio del Cordero Pascual, unas pocas horas antes del tiempo de la Cena Pascual, y que participó de su Última Cena la noche anterior, es decir, veinticuatro horas antes del tiempo general de la Cena Pascual

(Spence y Exell, s.d., pp. 196-197, énfasis en original).

En su libro, Restauración Radical, F. LaGard Smith mencionó algunas cosas que, en su opinión, parecen estar en conflicto con la idea que Yeshúa comió la Pascua (Pesaj) en el primer día de los panes sin levadura. Él comentó:

«La idea resultante tiende a sugerir que podemos haber malinterpretado las palabras con las cuales Jesús comenzó la Última Cena. Puede ser que Jesús no estaba expresando su deseo de comer la Pascual real, acorde a su costumbre, sino su deseo de comer la única “Pascua” que podía compartir con sus discípulos antes que sufriera. Es decir, antes de tiempo; el día anterior; la única noche que le quedaba antes de su crucifixión

(2001, p. 280, énfasis en original).

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, debemos aceptar que el Mesías Yeshúa murió entre las dos tardes del 14 de Abib. Es decir, que aún no llegaba la hora de comer el Korbán Pesaj en la cena que iniciaba en realidad los siete días de Jag HaMatzot (Fiesta de los Panes sin Levadura).

Sin embargo, a leer los Evangelios, notamos que sus pasajes nos dicen que Yeshúa mandó a sus discípulos a preparar Pesaj. Entonces, ¿cuándo lo hizo? Él mandó a sus discípulos al comenzar el día 14 de Abib y comió junto a ellos a la medianoche. Podemos entonces rápidamente inferir que Yeshúa “adelantó” por esta vez su cena de Pesaj para la noche anterior, cuando recién había comenzado el día 14 de Abib. ¿Pero porque él haría esto así?

La razón más importante es entender y aceptar que Yeshúa era el Cordero de Dios (Juan 1: 29) que debía ser muerto entre las dos tardes, por lo cual, su “Última Cena” junto con sus discípulos, la debió comer en la víspera del día de la ofrenda del Cordero Pesaj. De esa manera explicaría a sus discípulos el gran simbolismo que hay entre el korbán (sacrificio) del Cordero de Pesaj y su muerte, para que cada vez que ellos comieran la Cena Pascual que la Torah ordena, la conmemoraran teniendo en sus mentes su sacrificio.

Pero, ¿la celebración de una cena en la víspera de Pesaj no sería algo que va en contra de lo establecido en la Torah (Instrucción) divina?

Sabemos que el Mesías de Israel no puede contradecir la Torah, sino que, por el contrario, la confirma y completa con sus enseñanzas y su forma de vida, por ende, aún tenemos algo importante que decir. Veamos:

El evangelista Lucas dice:

Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura, que se llama Pascua

(Lucas 22:1)

Es importante remarcar que “Pesaj”, propiamente dicho, según lo revelado por la Torah, es un solo día. Dicha jornada es el 14 de Nisán o Abib para ser más exacto (cf. Lev.23:5). Acabado inmediatamente el día 14, comienza la Fiesta de los Panes sin Levadura (Jag HaMatzot), que dura siete días más abarcando desde el día 15 al día 21 de Nisán.

Sin embargo, en la tradición de Israel a toda esa semana se le conoce como la Fiesta de Pesaj, a pesar de que Pésaj es solo el primer día donde se sacrifica el Cordero. Por lo cual tenemos un total de ocho días, (el día primero, 14 de nisán, donde se sacrifica el cordero y se come la cena al finalizar de este día y siete días más de la fiesta de los panes sin levadura) que se conocen como “Pesaj”. Esto es importante, ya que así logramos entender la razón por la que Yeshúa y sus discípulos llaman “Pesaj” a una cena que no era la primordial del Pesaj. Es decir, en la tradición de los hebreos desde ese entonces y hasta hoy, todo lo que se hacía y hace, desde el inicio del día 14 hasta el día 21 de Nisán (Abib) se conoce como PESAJ.

Una Comida de Paz y Gratitud con Secretos Mesiánicos.

Entonces, para lograr comprender las respuestas a los planteamientos de más arriba, es bueno saber que era costumbre que, antes del sacrificio de Pesaj, el pueblo de Israel se reunía a celebrar el denominado Korbán Jaguigáh. Este sacrificio era dado en virtud el agradecimiento especial que se hacía al Eterno por la aprobación sacerdotal que había recibido el cordero pascual o Zebaj Pesaj (víctima de Pesaj) que presentaba cada jefe de familia y que sería sacrificado entre las nueve y las quince horas del día 14 de Nisán. Así pues el Korbán Jaguigá era un sacrificio de acción de gracias, del tipo de los korbanot Shelamim (de paz) que se realizaba al comienzo de la festividad de acuerdo a lo que la Torah ordenaba:

“Debes inmolar el sacrificio de Pesaj para Yahvéh tu Elohim del rebaño y de la manada, en el lugar donde Yahvéh escoja establecer su Nombre”

(Devarim/Deuteronomio) 16:2)

En la Mishná se explica muy bien el detalle de que en Pesaj se traía tanto el Korbán Pesaj y también un Korbán Jaguigá (Mesejta Pesajim la Mishná 59b).

RaShí comenta que este Korbán Jaguigá tenía el propósito de de ser comido antes del Korban Pesaj. Esto causaba que el mitzvah (mandamiento) de comer el Korban Pesaj fuera magnificado por cada israelita, ya que llegaba a la mesa de Pesaj saciado por haber disfrutado anteriormente de un shelamim llamado Korbán Jaguigá. Así lograba comer el Korban Pesaj simplemente por cumplir correctamente la Mitzvah divina. Es decir, que el Korbán Jaguigá servía para impedir todo apuro hedonista al momento de comer el Korban Pesaj.

Justamente el Sabio Gaón de Vilna explicó que los huevos que se comen en la Hagadá o Seder de Pesaj son un recordatorio de la ofrenda del sacrificio festivo («Korbán Jaguigá») que se comía en la noche anterior del Seder Pesaj antes de ingerir el sacrificio pascual – por lo que se acostumbra comer el huevo que se encuentra en la keará en recordatorio del Korbán Jaguigá (Mishná Berurá 476:11, Kaf HaJaím 25-26). Hay quienes se abstienen de comer el huevo de la keará para que esta se mantenga completa y sólo lo ingieren al día siguiente (Maamar Mordejai 473:1). Empero, la costumbre extendida es comer el huevo de la keará en la noche de Pesaj.

Según los sabios aparte de presentar un sacrificio por la festividad (Korban Jaguigá) todo aquel que se hacía presente en el Templo no debía presentarse con las «manos vacías» (Deut. 16:16) esto significaba, según su lectura, que debían entregar un sacrificio extra para marcar «su presencia» en la fiesta de la peregrinación. Entonces, y bajo este entendimiento de la cultura judía, notamos que en la costumbre que imperaba en los días del Maestro Yeshúa se comía en la víspera de Pesaj (dentro del mismo día 14 de Abib o Nisán, que ya es día de Pesaj), antes del sacrificio del Cordero de Pesaj, una ofrenda de fiesta tomada de la manada conocida como ya hemos dicho como Korbán Jaguigá.

Una Comida de de la dimensión Rav – Talmid (Maestro – Discípulo)

En la época de Yeshúa, era tradición que este korbán Jaguigá que por lo general celebraba cada familia, también se hiciera especialmente entre los maestros con sus discípulos. Cada moreh (maestro) tomaba a esta Shelamim como una seudah siyum (que se traduce como: «comida festiva«, «banquete de realización«, «comida de promoción«, o «cena de graduación«) que permitía promocionar a los discípulos que cerraban un ciclo de lecciones con él, y elevarlos a la conciencia que cuando finalizara el primer ciclo de las moadim (festividades) serían enviados en misión de abrir nuevos centros del yugo del maestro que los había capacitado. De este modo, cada maestro de Torah aprovechaba esta comida especial, que se hacía en Israel por causa de los primogénito, como una cena de graduación que anunciaba a sus discípulos una promoción a un nuevo tiempo del yugo que con él aprendían y meditaban.

En este espíritu, y mediante esta comida de gratitud, cada discípulo confirmaba que se entregaba una vez más voluntaria e incondicionalmente al moréh (maestro) que había elegido, con el objetivo de absorber de él su doctrina, su enseñanza, y por sobre todo su forma de vivir las midot (cualidades) de la Luz. En esta comida cada discípulo se comprometía a continuar un nuevo ciclo que le permitiera parecerse al maestro a fin de absorber algo que sabe que está muy por encima de la realidad física. Toda esta idea estaba representada en el Matzáh (pan sin levadura) que esa noche y solamente los maestros colocaban en la mesa.

Así pues, esta seudah siyum («cena de finalización» o «cena de realización») cada maestro la realizaba para sus talmidim (discípulos) no por los logros pasados, sino por el potencial de logros futuros que cada uno de ellos tenía en esos días tan especiales entre Pesaj y Shavuot. Por lo tanto, esta seudáh siyum demandaba por causa de su espíritu pedagógico, comer matzá (pan sin levadura), aunque todo el resto de Israel, aún tenía permitido comer jametz (pan leudado). Con este acto de comer matzáh los discípulos confirmaban a su maestros que decidían continuar «comiendo de su carne, y bebiendo de su sangre» (cf. Juan 6:53-57), frase que, en el contexto judío, expresaba todo el sentido que se ha explicado acerca de este «banquete de realización«.

Terminada esta fiesta de colación de grados, cada discípulos podía ir a sus casa, con su familia, para celebrar el Pesaj inmolando el korbán pesaj (cordero pascual) el 14 de Nisán, tal y como el Eterno lo había ordenado en su Instrucción (Torah), y comiéndolo en el seder que iniciaba Jag HaMatzot (Fiesta de Panes sin Levadura).

Lamentablemente y a causa de la destrucción del Beit HaMikdash, la tradición rabínica ortodoxa aparecida siglos después se vió obligada a eliminar esta seudah siyum de paz y en su honor colocaron un huevo en la keará (el plato) de Pesaj como una «ofrenda de paz«.

Entonces, entendemos que esta es la Cena que celebró nuestro Maestro Yeshúa HaMashiaj. Nuestro amado Maestro no se anticipó a la celebración de la Pascua, ya que el korban pesaj (sacrificio pascual) en sí se seguía llevando a cabo en el mismo día, misma hora y mismo momento. Siguiendo la regla del “kal v’jomer” («lo que tiene más peso«), Yeshúa hace esta cena por ser Él, en ese 14 de nisán, la víctima de del Pesaj. Y, como la Torah ordena que el cordero debía morir el 14 de Abib por la tarde, Yeshúa no podía morir y luego celebrar la Pascua. Cumpliendo perfectamente con las mitzvot (mandamientos) de la Torah, nuestro Maestro y Dueño celebró esta sudáh un día antes, para poder morir a la misma hora que los sacrificios de la Pascua.

Esto es lo que Yeshúa comió con sus discípulos, para poder ser él el Cordero de Pesaj que moriría como el «Siervo Sufriente» del Señor, por los pecados de su pueblo Israel y por los pecados de la humanidad.

El Anhelo mesiánico por esta Cena.

«Y les dijo:
¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»

(Lucas 22:15-16 – RVR 1960)

Ahora nos corresponde abordar una pregunta más profunda: ¿Qué tiene de especial este Pesaj (Pascua) para que Yeshúa la desee comer ardientemente con sus discípulos?

A la altura de todo lo que venimos considerando, aceptamos que Yeshúa está haciendo un Seder (orden), pero no es el seder central de Pesaj, pues no hay cordero en la mesa según lo que relatan los evangelios sinópticos. Más bien, lo relatado por el evangelista Lucas, es que Yeshúa está comiendo con sus discípulos el Korbán Jaguigá.

Como lo enseñé más arriba, esta Shelamim (ofrenda de gratitud y paz), tiene para el Maestro un propósito muy profundo, que persigue en primer lugar, celebrar el hecho de que los doce sheliajim (apóstoles) han concluido su ciclo de estudio con Yeshúa, y en segundo lugar, que ellos además ya han reconocido y confesado a Yeshúa como el Mesías prometido (ver Mateo 16:16). Sin embargo existe un motivo mayor para esta seudah siyum. Nuestro amado Maestro y Dueño necesitaba revelar a sus seguidores que Él era el Cordero de Dios anunciado y señalado por el profeta Yohanan el Bautizante, a orillas del Jordán (cf. Jn. 1: 29, 36). Por lo tanto, con esta Cena, aquellos varones escogidos comprendería que en verdad era Yahvéh, quien como Av (Padre) estaba celebrando que Su Cordero de Gloria había sido examinado en el Templo desde el día 10 de Nisán y había resultado apto para ser el Korbán Pesaj para las ovejas perdidas de la Casa de Israel.

Recordemos que el cordero pascual se sacrificaba por la salvación de los que se cobijaban bajo su sangre y se comía íntegramente en la Cena de la Pascua. Insisto en un detalle: en esta cena, no hubo cordero sacrificado.

Interesante es notar que ninguno de los cuatro evangelista nos relata la presencia de cordero en dicha cena, algo impensable si hubiera sido el Seder de Pesaj ya que el cordero era uno de los ingredientes principales en la Mesa de Pesaj (Pascua). Diré una vez más que el cordero se sacrificaba solamente en el Templo “entre la caída de las dos tardes”. Así que Yeshúa, aprovechó esta comida especial para poner de manifiesto que Él sería el Cordero Pascual sacrificado y ofrecido por el perdón de los pecados.

Por eso, el apóstol Juan dejó claro desde el principio de su evangelio este misterio al atribuir a Yeshúa el título de: “este es el Cordero de Dios…” (Jn. 1: 29,36). Título nunca dado a ningún personaje bíblico, y que relaciona directamente a Yeshúa con el Korban Pesaj (“Cordero Pascual”). De este modo, los discípulos captaron rápidamente que Yeshúa era pues el Cordero Pascual del Brit HaDashá (traducido correctamente como «Pacto Renovado»).

Entonces queda claro que Yeshúa y sus discípulos no cenaaron el Cordero de Pesaj propiamente tal, primero porque esta seuda no era la de Pesaj, pero lo más importante porque Yeshúa era el Cordero que debía ser sacrificado en Pesaj (ver 1Corintios 5:7) por lo que comió una cena voluntaria que se conoce como Korbán Jaguigá, a la cual también se le llama Pesaj porque está dentro del día de donde es sacrificado el Cordero de Pesaj (Deuteronomio 16:2). El día 14 de Abib comienza un día equis cuando se esconde el sol, y aparece la primera estrella.

Nuestro Maestro Santo comió la cena del Jaguigá a la medianoche del 14 de Abib, para luego ser sacrificado en las afuera de Jerusalén, a las 3 PM (u hora novena) del mismo día, manifestando así ser el Cordero de Pesaj que nos libera de nuestras de la esclavitud del sistema satánico de culpabilidad y muerte.

La Cena de Jaguigá, por ser una shelamim era voluntaria, pero también era un mandato de la Torah, por lo que el Mesías aprovechó la ocasión para comer junto a sus discípulos y explicarles que cada vez que comieran Pesaj propiamente tal, deberían recordar la muerte y el sacrificio que el haría por los pecados de su pueblo Israel, a fin de mantener a la Kehilá (Asamblea) de Israel en su posición de primogénito del Eterno (Éxodo 4:22).

Evidentemente, y considerando todo esta contexto, una cosa emerge claramente de todo esto: esencialmente, esta comida de despedida no fue el antiguo Pesaj (Pascua), sino el nuevo y renovado acorde al primer 14 de Aviv (Nisán) que vivieron los ancestros en Mitzrayim. Nuestro amado Dueño y Maestro Yeshúa realizó este encuentro en el espíritu mismo de aquel contexto histórico de redención, conectando esa Mesa a la maravillosa noche en el que Yah salvó a los primogénitos de Israel del paso del Ángel de la Muerte. Entonces, a pesar de que la comida que Yeshúa compartió con los Doce no fue una cena de Pesaj según las prescripciones rituales de la Torah, sin embargo, en retrospectiva, la conexión interna de todo el evento con la muerte y la resurrección de Yeshúa se destacó claramente conectándose así con la noche favorita de Yahvéh vivida por primera vez en Egipto el 14 de Avib (Nisán).

¡Fue el Pesaj (la Pascua) de Yeshúa! ¡El Pacto Renovado!

Considerando el sentido de las costumbres de aquella época, entendemos y aceptamos que Yeshúa HaMashiaj no celebró la Pascua, ya que en el orden de los rituales cúlticos, cuando llegó el momento del seder pascual propiamente dicho, Yeshúa ya había muerto. Pero, por otra parte y sujeto al Espíritu de la Profecía, como Él se entregó a sí mismo como Cordero, Él sí celebró verdaderamente el Pesaj (la Pascua) con sus discípulos durante aquella seuda shelamim.

Debo aquí decir que la fiesta de Pesaj es un recordatorio:

“Y este día os será en MEMORIA, y lo celebraréis como fiesta solemne para YHVH durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” 
(Ex. 12:14). 

Entonces, y debido a que es un memorial que representa simbólicamente la liberación que más tarde haría YHVH mediante su Cordero de Gloria (el Mesías), también Yeshúa pide a sus discípulos que cada vez que tomen la Copa y coman el Pan sin Levadura, lo hagan en memoria de Él (Lucas 22).

Años más tarde, como el apóstol Pablo está enseñando lo mismo que el Mesías Yeshúa, pues él le transmitió su enseñanza, también pide a la congregación de Corintios que cada vez que participen de la Cena del Señor lo hagan en memoria de Él (1Corintios 11)

Como podemos ver, YHVH le dice a su pueblo que la cena de Pesaj es un memorial por todas sus generaciones, de igual manera, Yeshúa le dice a sus discípulos que debían cenar Pesaj, el 14 de Nisán, en memoria de Él y el apóstol Pablo, como fiel discípulo de Yeshúa, enseñaba a las congregaciones que cada vez que participen de la Cena del Señor lo hagan en memoria de la muerte de Mesías, como el verdadero Cordero pascual, pues Pesaj es la sombra profética más relevante de la Torah que anuncia la muerte del Mesías a favor de todos los hombres.

Siempre que los israelitas celebraban Pesaj estaban anunciando la muerte futura de un Hombre Cordero (Mashiaj) que los rescataría de sus pecados y eso fue lo que sucedió, celebraban Pesaj año tras año anunciando proféticamente la muerte de este Cordero sin defecto por medio del cual YHVH los protegería hasta que se cumplió al pie de la letra en un hombre llamado Yeshúa de Nazaret.

Por ésta razón es que Shaúl le dice a la congregación:

“Todas las veces que coman este pan y beban esta copa, anuncian la muerte del Maestro, hasta que él venga” 

Tal cual los israelitas comían un memorial que anunciaba un evento profético, asimismo los israelitas que hemos creído en el Mashiaj Yeshúa, cada vez que participamos de Pesaj, conmemoramos ese cumplimiento profético anunciamos (conmemorando) la muerte del Cordero de Pesaj que es el Mesías Yeshúa y lo haremos hasta que él venga. En este aspecto hay una estrecha relación entre las palabras de Pablo, las del Mesías y la Torah respecto de la celebración de Pesaj.

Para concluir, diremos que, sabiendo Yeshúa que ésa era su última noche antes de morir, decidió dar un sentido diferente a esta reunión. Esto sería recordado por su significado en generaciones venideras. Por lo tanto, Él instituyó esta Cena Memorial especial, la cual debe ser celebrada anualmente en relación directa con la Pascua por aquellos que creen en Él. Al instruir el celebrar esta especial cena en memoria de él, Yeshúa completó la celebración de la Pascua. Él era (y es) el sacrificio pascual perfecto, y el Ungido de Yahvéh que el pueblo de Israel necesitaba y esperaba.

¡Los ritos de la tradición (halajáh y hadajáh) no fueron abolidos; simplemente que todo fue llevado a su pleno significado!


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¿Cómo Arder Constantemente para Dios?

Por P.A. David Nesher

 

“El fuego del altar ha de mantenerse encendido en él…
El fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no se apagará, sino que el sacerdote quemará leña en él todas las mañanas…
El fuego se mantendrá encendido continuamente en el altar; no se apagará.”

(Vayikrá/Levítico 6:9, 12, 13)

 

Como desde hace años lo hago, hoy remarco una vez más que la característica del holocausto que arde por un largo tiempo es una ilustración apropiada de la obra de darnos diariamente a nosotros mismos completamente al Eterno. Estoy convencido que todos ustedes entenderán que el venir a Yahvéh, nuestro Abba, como un sacrificio vivo no es una obra repentina, ni mucho menos fácil.

En la meditación de hoy, notamos que la Torah repite tres veces la importancia de no dejar que el fuego se apague sobre el altar.

Recordemos que el fuego que estaba en el altar del Mishkán (Tabernáculo) había caído desde el cielo. Era el mismo Yahvéh quien lo había otorgado como don, y lo había depositado en el altar de bronce. Lo único que debían hacer los sacerdotes era encargarse de mantenerlo vivo constantemente. Esto no significa que los sacerdotes trabajaban durante la noche, sino que el sacrificio de la tarde se dejaba allí hasta la mañana, momento en el que el sacerdote limpiaba las cenizas y preparaba el altar para el sacrificio contínuo de la mañana (Éxodo 29:38-46).

El sacerdote, desencinte de Aarón, amante de la paz y la bondad, debe encender “el fuego sagrado”, para erradicar el fuego devastador que consume todo lo bueno. Esto sí o sí se hace “a la mañana”, cuando ilumina su atributo, el atributo de claridad y bondad.

Al hacerlo en forma constante, “todos los días”, compactándose con bondad, la Torah nos garantiza que “no se apagará” nunca la luz de la fe y de la santidad.

Por eso, el fuego perpetuo se conecta a la idea de que estas ofrendas deben ser hechas continuamente. Antes del perfecto sacrificio de Yeshúa en la cruz, era imposible el completarlas de una manera perfecta.

Al buscar sumergirnos en la simbología del fuego, sabemos que tres son los ingredientes que el mismo necesita para poder existir: combustible, oxígeno y calor. Si falta alguno de estos tres, el fuego no arde.

El calor se mantenía en las llamas y en los carbones encendidos. El oxígeno venía del aire ambiental. Sólo hacía falta añadir la leña. Esto nos enseña acerca de la importancia de mantener el fuego celestial encendido sobre el altar personal que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior. Cada mañana hay que poner más leña sobre el fuego. Ahora bien, la pregunta es:

¿Qué simboliza la leña?

La leña es el producto de la vida y la muerte de un árbol. Está escrito que la Torah es un Árbol de Vida (cf. Proverbios 3:18). También Mashíaj se compara a sí mismo con un Árbol (cf. Lucas 23:31; Juan 15:1). Esto nos enseña que el combustible que alimenta el fuego en nuestro corazón es el producto de una doble procedencia: la Torah (Palabra Escrita) y el Mesías (Palabra Encarnada). La vida y la muerte del Mesías ha creado suficiente leña para que podamos arder eternamente delante de Yahvéh. Cada mañana hay que poner más leña en su corazón para arder continuamente delante del Eterno.

La leña es añadida en la oración, la alabanza y el estudio de las Escrituras que cada creyente hace todas las mañanas. La única manera de poder mantener el fuego celestial ardiendo en nuestra vida es ponerle más leña. Es una tarea diaria.

Querido lector, si experimentas que el fuego de tu vida espiritual se está apagando, necesitas tomar en serio este mandamiento y orar cada mañana y leer y estudiar las Escrituras santas.

El oxígeno es parte del aire. La palabra hebrea para viento es ruaj. También a Ruaj se la traduce como “Espíritu”. Esto nos enseña que el oxígeno para el fuego celestial es el Espíritu del Señor. Si falta el Espíritu Santo en la oración y la lectura, el fuego se apagará.

Que tampoco falte el calor en nuestra devoción a Yahvéh. El calor podría simbolizar el amor y la intensidad de nuestra entrega (en hebreo kavaná).

¿Por qué repite que “el fuego del Altar debe mantenerse encendido»?

El Altar representa al corazón del ser humano. Sucede que a medida que pasa el tiempo y la persona redimida se va familiarizando con los preceptos, puede llegar a perder el entusiasmo primario que alguna vez tuvo, al comenzar la peregrinación por sus códigos. Es por eso que la Torah nos dice que el fuego debe estar siempre, al principio, y luego otra vez, en el futuro.

¡Asegúrate que el fuego no se apague en tu vida!

“Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.” (2 Timoteo 1:6)

En este caso se trata del fuego del don de ser anunciador de las buenas nuevas (en griego “evangelista”).

Bitácora Relacionada:

Altar: códigos del corazón humano sujeto al Eterno Dios.

¡Bailar Pegados al Eterno!… ¡La Terapia para Vivir Bien!

Al leer los libros del Tanak (Torah, Neviím, Ketuvim), también mal llamado Antiguo Testamento, encontramos la pedagogía espiritual de la danza. Justamente en cada lección, la lección será la misma: la danza es una expresión de alegría, aceptada por el Eterno como una ofrenda espiritual que lo glorifica como Creador y Dueño de todas las cosas.

La adoración a través de la danza ha sido parte de la historia y la tradición de Israel durante todos los años de su existencia. Entre tantos versos del salterio, podemos rescatar una que pone a la danza como un imperativo en la liturgia profética del Santo Templo:

 

Alábenlo a son de trompeta; alábenlo con salterio y arpa. Alábenlo con pandero y DANZA; alábenlo con cuerdas y flauta. Alábenlo con címbalos resonantes; alábenlo con címbalos estruendosos…”

(Sal. 150:3-5 VIN)

Esto se remonta a los tiempos de Moshé (Moisés), siendo una expresión de fe, adoración y alabanza a YHVH en la que cada movimiento del cuerpo tiene un significado y cada gesto de las manos tiene un sentido propio de adoración. Seguramente esta cosmovisión hebrea de la danza como instrumento cúltico, se desarrolló desde el mismo momento en que Israel fue librado del látigo opresor de Mitzraim (Egipto). Así lo vemos en la misma Instrucción (Torah) cuando nos relata:

“Entonces Miryam la profetisa, la hermana de Aharón, tomó un pandero en sus manos, y todas las mujeres fueron tras ella en DANZA con panderos…”

(Ex. 15:20 VIN)

Así pues, se instaló en la mentalidad hebrea que una de las manera de adorar a YHVH era demostrando el gozo de la salvación (simjáh). Por ello, para Israel bailar de alegría por el cumplimiento de una mitzvá es un privilegio celestial maravilloso.

Los códigos de la Torah revelan que cuando la alegría se comienza a irradiar en el interior del ser humano, se extiende a las piernas hasta que, literalmente, la persona comienza a danzar de gozo. Este acto profético disipa las fuerzas de la impureza (tumá), que se apoderan de las piernas para enfermarlas; además, atenuará juicios severos de los Cielos y permite recibir bendiciones. El fervor con el que se baila en un culto divino es “una ofrenda encendida de olor grato al Señor” (Números 28: 8).

En el folclore israelita existen mas de cuatro mil estilos de danzas diferentes: de adoración, de guerra, de paz, de dolor, etc. Como ejemplo de esto vemos que en el libro Shofetim (Jueces) encontramos la costumbre de danzar en alegría y gratitud por las cosechas:

“Tan pronto vean a las muchachas de Shiloh salir para unirse a los bailes, salgan de las viñas; que cada uno de ustedes escoja una esposa de entre las hijas de Shiloh…”

(Jue. 21:21 VIN)

Esta danza comenzaba en rueda y luego cada hombre seleccionaba una pareja.

También era costumbre sana y terapéutica danzar para conmemorar el gozo del regreso de algún ser querido:

“Cuando Yiftaj llegó a su hogar en Mitspah, ¡ahí salió su hija a recibirlo, con pandero y danza!”

(Jue. 11:34 VIN)

Es muy conocida la historia del rey David danzando fervientemente ante la llegada del Aron HaBrit (Arca del pacto) a Jerusalén. Notamos que él expresaba su gozo sin ningún tipo de prejuicio:

«David danzaba con toda su fuerza delante de YHVH; David estaba vestido con un efod de lino…”

(2 Samuel 6:14 – VIN)

Esta anécdota enseña como Mikal, quien se opuso a esta forma de adoración, quedó estéril (2 Samuel 6:14-23). Así pues, quedó claro en la mente de los hebreos que burlarse de la danza litúrgica produce un corte en la productividad de la vida.

Por esto, su hijo el rey Salomón (en hebreo: Sh’lomó HaMélek) enseñó que en la vida del hombre existe un tiempo de bailar, y que esto está marcado en el propósito eterno de Dios (Kohelet/Eclesiastés 3:4).

Así es como los profetas en sus oráculos afirmaban que en la restauración de todas las cosas también estaría incluida la danza como una forma legítima de diversión y gratitud a Nuestro Creador:

«De nuevo te edificaré, y serás reedificada, Virgen de Israel;

de nuevo tomarás tus panderos, y saldrás a las DANZAS con los que se divierten»

(Irmiyahu/Jeremías 31:4)

En los tiempos de Yeshúa ha Mashíaj, era una parte importante de la liturgia del Templo y el pueblo la utilizaba, en las fiestas de Israel, para conmemorar las victorias, los eventos históricos y los eventos de citas divinas o fiestas.

Por eso, cuando venimos al Evangelio (Buena Noticia) de nuestra Salvación, nos encontramos con que nuestro Maestro y Mesías Yeshúa enseñó que la danza era una expresión legítima de alegría a la hora de expresar gratitud al Eterno, nuestro Abba. Esto lo hizo en forma sutil cuando hablando del regreso del hijo pródigo, describió como era el momento de la shelamim que el padre ofreció a Yahvéh por esta alegría:

«…Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas«

(Lucas 15:25)

También entendemos que en la boda de Caná (Qanah), nuestro Señor vio las danzas que se producían en esta celebración, e incluso no es descabellado pensar que él participó como cualquier joven judío, pues esto era parte integral de su cultura. Los discípulos del Mashíaj eran de mentalidad hebrea y ellos tuvieron que haber conocido este folclore.

¡Evidentemente estar alegre es una bendición, y bailar para expresar dicha alegría también lo es! Sin embargo, también las Sagradas Escrituras dejan en claro que cuando una persona baila con el calor de la inclinación al mal (yetzer hará), está encendiendo un “fuego extraño” (Levítico 10: 1), mientras que el vino que bebe es el “vino de la embriaguez”, que permite a las fuerzas de la impureza afianzarse. Por eso, desde sus líneas, Yahvéh nos hace distintos llamado de atención, ya que el desenfreno puede llevar a que una misma acción tenga diferentes intenciones y, por lo tanto, diferentes consecuencias.

Debemos buscar la alegría pero no el desenfreno. Debemos estar exultantes de gozo, pero, siempre, tener presente el motivo de la alegría: nuestra gratitud al Eterno. Por esto, es recomendable que en todas las fiestas, los varones y las mujeres dancen por separado o en todo caso evitando el contacto físico, aunque esta recomendación no aplica a las pareja unidas en santo matrimonio.

 

 

Energía para la Vida y Pesadez para la Muerte

Por P.A. David Nesher

«Sacrificará el toro ante El Eterno; los hijos de Aarón, los sacerdotes, traerán “la sangre” y la arrojarán sobre el altar… y “las grasas” sobre la leña que está sobre el fuego del altar.»

(Levítico/Vayikrá 1:5)

La mayoría de la gente cristiana de hoy en día tiene dificultad para comprender el concepto de los sacrificios animales. A pesar de eso, debe aceptarse que existió una buena razón para que estos sacrificios abarquen una sección tan grande de la Torah. Por eso vamos a tratar de entender su significado simbólico en algunos de los aspectos requeridos en estos ritos dela Altar divino.

Es interesante saber que  aquel que traía la ofrenda podía degollarla, si deseaba. Pero sólo los sacerdotes podrían ofrecer la sangre sobre el altar. Esto era para que el penitente entendiera que se sacrifica delante de Yahvéh. Así, los sacerdotes podían enseñar que estos sacrificios eran un oráculo de la muerte del Mesías, la cual ocurriría (y ocurrió) delante de Yahvéh.

Vemos que Yahvéh, ordenaba que la sangre fuera arrojada sobre el altar. Este procedimiento lo realizaba sí o sí el sacerdote, quien se ponía al pie del altar, y arrojaba la sangre desde un recipiente hacia la pared del altar debajo de la mitad, hacia sus esquinas. 

Tanto la sangre como la grasa del animal debían ser arrojadas sobre el Altar.

Uno de los significados espirituales de “la sangre” en la Torah, es que guarda relación con la vitalidad, la velocidad y la energía motora del alma. Y “la grasa”, por el contrario, se relaciona con la pesadez, la pasividad y la inacción mental y emocional.

Según la cosmovisión divina, estos dos elementos deben ser ofrendados a Yahvéh con el fin de permitir la manifestación justa de Su proceso santificador en nuestras vidas. Por un lado el redimido tiene que ser incondicionalmente enérgico al momento de cumplir una ordenanza divina, y a la vez tiene que ser lento y pesado en el momento de ser tentado a cometer un pecado. Es decir que un hijo primogénito de Yahvéh debe ser entusiasta acerca de hacer lo mandado por Él para manifestar un acto de bondad. Por otro lado, cada hijo primogénito debe ser “flojo” y desistir de hacer lo impropio en su vida y entorno.

Sabemos que la Torah contiene 248 mandamientos positivos, y 365 mandamientos negativos. Pues bien, cada israelita, al ofrendar, activaba en su mente y corazón la certeza de que para la ejecución de un mandamiento positivo, uno debe actuar con rapidez y entusiasmo. Cuando una persona es tentada en aquello que Yahvéh lo prohíbe, transgrede un comando de la Torah, puede evitarla siendo “flojo” e inactivo.

Alguien que comete una transgresión aparentemente ha confundido sus prioridades. En el caso de los mandamientos positivos que descuidó, era perezoso, y en el caso del negativo que violó, actuó con vigor. Colocar la sangre y la grasa en el altar actúa como un recordatorio del propósito de cada rasgo y de lo que cada cosa sea usada según la voluntad de HaShem.

La sangre fue rociada en dos esquinas del altar, la noreste y la suroeste. Así la sangre fue rociada en los cuatro lados del altar por medio de dos rociamientos. Estos últimos era dos porque representaban el obrar redentor del Eterno a favor del pecador (el número 2 representa pecado, y también alianza); y los cuatro lados señalan a los cuatro puntos cardinales y a la creación toda, aduciendo así que cuando el hombre se pone a cuenta con el Eterno, todo su entorno se beneficia, gracias a las bendiciones que este comienza a irradiar.

Este rociamiento sobre el altar representa el momento cuando Mashiaj murió, disponiendo su vitalidad y energía motora a todos los hombres del mundo que anhelaran cumplir la voluntad del Padre que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Herencia para los Hijos

El rabino Meir era un escriba distinguido; de hecho, un escriba fenomenal. Por medio de su duro trabajo, ganaba tres sela a la semana. Un sela lo gastaba en comida y bebida; otro sela lo gastaba en vestimenta, y el tercero lo utilizaba para proveer sustento a los discípulos de los sabios (estudiantes de la Torah).

Enterados de esto, sus discípulos le dijeron:

Nuestro maestro, ¿que acontecerá con tus hijos que no tendrán nada para heredar?»

El les contesto:

_ «Si son justos, les acontecerá lo escrito por David- ‘No he visto justo desamparado, ni su descendencia mendigando pan’ (Salmo 37:25). Pero si no [son justos], ¿por que habría de dejar lo mio a los enemigos de aquel que esta en todas partes?»

La Vida: Valor y Derecho Supremo

Sin duda alguna, el tema del aborto reaparece constantemente en el debate público occidental como una cuestión política que pretende superar y vencer toda reflexión ética. Por ello, es fundamentalmente un tema de constante debate parlamentario y jurídico. Esto se debe al gran avance de movimientos feministas y progresistas que buscan impulsarlo para que el mismo se considerado legal, quedando consagrado de esta manera, el derecho de toda mujer embarazada a decidir libremente sobre la vida del niño por nacer, es decir, sobre su propio hijo.

Lo cierto es que la «interrupción voluntaria del embarazo«, como estas ideologías postmodernas pretenden llamar al aborto, es un tema controvertido en todos los rincones del planeta, pero también el enfoque de esta cuestión varía según el contexto cultural de cada región.

La paradoja es que, si bien la mayoría de las personas están de acuerdo respecto a que la libertad individual no permite el asesinato, cuando se trata del aborto el tema gira en torno a la definición misma de cuándo comienza la vida. La respuesta a esta pregunta está influenciada por aspectos religiosos o ideológicos, y de esta manera, el tema del aborto de inmediato involucra las más sagradas creencias y opiniones que tienen las personas sobre Dios, el alma y la naturaleza de la existencia. Así pues, la forma de afrontar esta problemática por parte de un europeo católico o protestante difiere de la que puede tener un budista, un musulmán o un judío. Al parecer, y justificado en lo que he dicho en este párrafo, los grupos opuestos “a favor de la vida” y “a favor de la elección” estarán eternamente en pugna. Es que el tema del aborto tiende a generar fuertes emociones, tanto en los que están a favor como en los que están en contra. Sin embargo, las cuestiones éticas no pueden decidirse en base a argumentos emocionales, ni tampoco por consenso. Lo que debe debatirse es la naturaleza del embrión en gestación. Ése es el centro de esta cuestión. Por ello, vale la pena que hoy tomemos un tiempo para considerar el enfoque yahvista sobre el asunto, y de esa manera lograr una cosmovisión desde la fe de Abraham, Isaac y Jacob.

El Valor de la Vida.

Antes de sumergirme en el desafío de dicha tarea de fe, conviene hacer un racconto muy sintético acerca de la cosmovisión primigenia de la humanidad ante este tema. Comenzaré diciendo que la mayoría de los sistemas religiosos y legales en las culturas antiguas se oponían a inducir el aborto. De esta manera, encontramos evidencias documentadas de que tanto los asirios, como los hindúes y así como el antiguo Egipto, entre otros, se oponían a inducir el aborto. Así mismo, entre los antiguos griegos había diversas opiniones. En contraste, los romanos prohibieron el aborto y establecieron severos castigos para quienes lo realizaran.

Una actitud negativa hacia la inducción del aborto es también evidente en la mayor parte de los juramentos médicos conocidos. Incluso si la actitud negativa no está explícita, queda implícita como parte de la conducta ética general de los médicos. El famoso Juramento Hipocrático afirma:

“Nunca le daré una pócima a una mujer ni utilizaré ningún instrumento para inducir un aborto”; aunque otras escuelas griegas de medicina no se oponían al aborto…»

Ahora sí, metiéndonos de lleno en nuestra herencia espiritual (la emunah -Fe-), debo confesar que nuestra certeza en los códigos de la Luz concibe a la vida como un don de la divinidad misma, por lo que debe ser apreciado y valorado sin importar su dimensión temporal. Esa gracia divina tiene un valor intrínseco e infinito. Es por ello que siendo un regalo sagrado no está en el dominio de los hombres decidir su suerte. Este paradigma estaba bien arraigado en aquellos discípulos de Yeshúa que proclamaban el Reino de Dios a las naciones:

“…pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas…

Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos”

(Hechos 17:25, 28)

Sus profetas llamaban constantemente a los israelitas a no olvidar esta verdad, tal como el mensaje de Ezequiel lo anunciaba:

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía.”

(Ezequiel 18:4)

El rey David, como salmista experto en lo profético, hacia cantar a Israel así:

 “De Yahvéh es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan”.

(Salmo 24:1)

Así mismo, el mismo salmista aseguraba en otro salmo que a los ojos del Eterno, la vida, y primordialmente la vida humana, es sagrada:

«Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz.»

(Salmo 36:9)

También lo es la vida de la criatura que está en el vientre de su madre, el lugar que Yahvéh, como Creador diseñó para que los bebés estén protegidos durante su formación. El rey David, como profeta entendido en los códigos lumínicos del propósito eterno le cantó a Yahvéh:

Porque Tú formaste mis entrañas;
Me hiciste en el seno de mi madre...

Tus ojos vieron mi embrión,
Y en Tu Libro se escribieron todos
Los días que me fueron dados,
Cuando no existía ni uno solo de ellos.

(Salmo 139:13, 16)

Enfocado en esta cosmovisión, Job, el varón de fe, discípulo del Eterno en la «Escuela del Dolor», llegó a expresar desde su sabias reflexiones:

«¡El mismo Dios nos dio vida en el vientre!
¡A ellos y a mí nos dio forma en la matriz!»

(Job 31: 15)

Con su mente lleno de esta verdad, el profeta Jeremías hace notar a sus oyentes el tierno interés que el Eterno siente por esa delicada vida que crece en la matriz:

«Antes que yo te formara en el seno materno, te conocí, y antes que nacieras, te consagré, te puse por profeta a las naciones.»

(Jeremías 1:5)

La vida, según lo que revela la Instrucción divina resulta un bien indisponible a los seres humanos. Es por ello que nuestro bagaje cultural no permite el suicidio ni avala el asesinato piadoso (eutanasia). Ejemplo de ello lo tenemos cuando el rey David condenó al soldado que terminó con la vida del rey Saúl, que había intentado suicidarse y no lo logró, (dice el relato que cuando Saúl agonizando de dolor le pidió a su asistente que terminara con su vida). Se desprende de la condena de David que era considerado un delito al asesinar a alguien, aunque estaba sufriendo y agonizando y a punto de morir.

Así mismo, considerando esta cosmovisión yahvista la Instrucción (Torah) divina se opone al aborto ya que es contrario al desarrollo natural de las cosas. Se trata de un acto espiritual y físicamente dañino, que siguiendo los designios de la vida no debería realizarse.

Debemos saber, que el proceso de la concepción y embarazo corresponden en la revelación divina a los Tres Mundos InferioresTres Cielos» u Olamot), tal como lo revela el profeta Isaías (43:7). La concepción corresponde al mundo de la Creación (Briah), el período de 40 días desde la concepción corresponde al mundo de Formación (Yetzirah) y el nacimiento que tiene lugar luego del período subsecuente corresponde al mundo de la Acción (Asiah).

Desde sus comienzos las Sagradas Escrituras se refieren a estos tres momentos del embarazo: el momento de la concepción, de la formación y del nacimiento, que es el del completo desarrollo del feto en el útero. En hebreo este momento es llamado Asiah, también significa el “ser completo”. El feto está completo y ahora puede nacer al mundo y continuar creciendo. Así y según la Torah, la vida es un proceso que va adquiriendo con el tiempo mayor relevancia hasta considerarse una vida humana en plenitud mesiánica.

Por encima de estos tres mundos está la unión del padre y de la madre que corresponde al mundo de Atzilut, que es el nivel de la Conciencia Divina, total y absoluta unidad. Este da nacimiento a los tres mundos inferiores. La unión expresa la unión Divina. Si la semilla es concebida apropiadamente entonces tiene lugar el proceso Divino de procreación. Está absolutamente prohibido destruir este proceso divino que realmente comienza desde el momento de la concepción. Este es el secreto de la creación, como si fuera, ex-nihilo.

En suma, desde nuestra perspectiva de fe, vivir es una responsabilidad frente a Yahvéh, pero también con la sociedad, por cuanto todos estamos aquí como parte de un diseño en el que el amor al prójimo se expresa en poner a disposición las fuerzas propias al servicio del otro, a fin de que ese otro logre llegar a la plenitud de su propósito sin obstáculo alguno.

La Instrucción Divina para Proteger la Vida.

La emunah, como don celestial, nos permite aceptar que lo que Yahvéh piensa sobre la vida de un bebé no nacido se refleja, por un lado, en la Torah y por otro, en nuestra propia conciencia. Ahora bien, vamos a repasar las principales fuentes en la Torah que se señalan al aborto como un anti-diseño. Tres pasajes de la Torah se relacionan específicamente con el aborto.

La primera fuente es entendida por el Talmud como una prohibición del aborto para quienes cumplen las leyes de Noaj, lo cual luego es extendido por el Talmud aplicándose también para los hebreos, hijos de Abraham, que están bajo la Alianza divina. Antes de seguir, debemos recordar que las leyes de Noaj son la prohibición respecto a la práctica de la idolatría, el asesinato, el robo, las relaciones sexuales prohibidas, la blasfemia,  y el precepto positivo de establecer cortes de justicia para hacer cumplir las leyes, aún ejecutando la pena capital como castigo.

«El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre.»

(Génesis 9:6)

Tanto el Talmud, como una gran cantidad de exégetas expertos en el hebreo, explican que este versículo se refiere al aborto:

«Fue dicho en nombre de Rabi Ishmael:

Un hijo de Noaj debe ser condenado a muerte incluso por matar a un feto.

¿Cuál es la fuente de Rabi Ishmael?

Porque está escrito:

Al que derrame sangre humana por el hombre se derramará su propia sangre” [si lo leemos literalmente: el que derrama sangre de una persona dentro de otra persona, etc.].” (Bereshit 9:6).

¿Qué persona está dentro de otra persona?

Esto se refiere al feto en el útero de la madre

[Talmud Bavli (Talmud de Babilonia), Sanhedrín 57b]
La segunda fuente de la Torah prohibiendo el aborto es la prohibición general de matar en el Decálogo (mal llamado «Diez Mandamientos» por la teología cristiana):

«No matarás.» 

(Éxodo 20:13)

En verdad la expresión «Lo tirtzaj» debe ser traducida: «No asesinarás». Ahora bien, ¿qué quiere decir el Eterno con esa frase? Entender esto es vital para poder comprender y apreciar el verdadero enfoque de la moralidad de la Torah.

En hebreo, la palabra que hace referencia a “matar” es “harigá”, que es un verbo completamente diferente. Hay un mundo de significados en esta elección de palabras. Cualquier diccionario nos informa las diferencias entre el asesinato y la muerte. Aunque el final para el difunto sea similar, las intenciones, motivos, modos, del perpetrador son diferentes sea si es matador o asesino.

Considerando esto así, entendemos que en la cosmovisión del Señor, asesinato, es tomar la vida de un ser inocente, y es un acto prohibido siempre. Sin embargo, matar, es tomar cualquier vida, que a veces es permitido y hasta podría llegar a ser una obligación. Por ello, en las Sagradas Escrituras existen situaciones en las cuales está permitido, e incluso puede resultar imperativo matar:

  • Aplicación de pena capital tras juicio justo, apelaciones, defensas, etc., en los casos extremos que era acorde a la ley su ejecución.
  • En defensa propia ante agresiones que pueden ser mortales.
  • Similar a la anterior pero en resguardo de la vida inocente ajena.

De lo anterior se deduce que matar en la guerra es un acto necesario, cuando lo fuera, aunque no deseable. Ejemplo escritural de esto lo encontramos en las guerras de Yehoshúa (Josué) que fueron parte de la estrategia divina para que los israelitas pudieran re-establecerse en las tierras que les fueron dispensadas por Yahvéh a Abraham, Itzjak y Yaakov. Estas guerras, dolorosas por cierto, son comprensibles con ese sentido. Y sus muertes, son parte de lo despreciable que tienen las guerras. Por causa de esta cosmovisión el ejército israelí se llama Tzvá Haganá LeIsrael que traducido es: Ejército de DEFENSA de Israel.

En cambio, asesinar, en todas su formas está prohibido por el Eterno. Esto incluye:

  • Crimen (ese al que la TV nos tiene tan lamentablemente habituados)
  • Eutanasia
  • Suicidio
  • Aborto (cuando no cuenta con consentimiento legal/médico)

La tercera fuente de la Torah que se refiere al aborto es en un caso en el cual hay dos personas que se encuentran en un combate mortal. La mujer embarazada de uno de los combatientes entra en la lucha para salvar a su marido. Accidentalmente, un golpe mortal dirigido al hombre, llega a la mujer, matándola a ella o al niño que está en su vientre. La Torah dice que en ambas instancias la ley es la siguiente:

«Y si algunos hombres luchan entre sí y golpean a una mujer encinta, y ella aborta, sin haber otro daño, ciertamente el culpable será multado según lo que el esposo de la mujer demande de él; y pagará según lo que los jueces decidan. Pero si hubiera algún otro daño, entonces pondrás como castigo, vida por vida,…»

(Éxodo 21:22, 23)

Esta es la ley que se aplicaba cuando dos hombres luchaban y accidentalmente se dañaba a una mujer embarazada, provocándole un aborto. Si no hay un daño fatal a la mujer, entonces la parte culpable debía pagar una pena monetaria. El esposo de la mujer debe efectuar la demanda, y la cantidad que se deberá pagar es determinada por las cortes. Los jueces primero tenían que evaluar las intenciones y circunstancias de cada caso. Sin embargo, si ocurría un daño fatal a la mujer, entonces debía pagar una compensación completa por su vida es decir, que era condenado a la pena capital. Así pues, el asesino pagaba la vida de la criatura con la suya propia (Números 35:22-24, 31).

Sin duda alguna, la Instrucción nos revela que la vida humana prenatal es un magnífico don de Yahvéh. El ideal del Eterno para los seres humanos establece la santidad de la vida humana, a imagen de Dios, y exige respeto por la vida prenatal. No obstante, las decisiones acerca de la vida deben ser tomadas en el contexto de un mundo caído. El aborto nunca es un acto de pequeñas consecuencias morales. De esta manera la vida prenatal no debe ser destruida irreflexivamente. El aborto debería ser practicado únicamente por razones muy serias.

Valorando la Vida en Potencia.

Para ir encontrando una conclusión a un tema tan extenso y profundo, diré que el término hebreo que se utiliza para hablar del aborto es hapalá  (הפלה) que proviene del verbo caer. Es decir, que en la mentalidad hebrea, el aborto es la caída de una vida potencial. Por otro lugar es importante destacar la importancia que la mentalidad hebrea de Israel le otorga a la procreación. El traer vida al mundo y poblar la tierra es el primer precepto que le es comandado al ser humano. Bajo estas consideraciones, se entiende que cuando un espermatozoide fecunda un óvulo, la Torah considera su desintegración un delito en la fase que sea, cuando no hay ninguna razón lógica para efectuarlo. Un aborto representa la devaluación de la vida, ya que el varón y la mujer, al tomar una decisión que compete al Juez Supremo, trascienden su rol como humanos e interfieren en el designio divino. En ese sentido, el aborto para la Instrucción (Torah) divina es un delito que atenta contra uno de los más santos mandamientos de la humanidad que es la procreación, y así es parangonable a un homicidio.

Ahora bien, alguien cuestionará: ¿qué se puede decir de una niña que concibe un hijo sin estar casada y carece de toda preparación para ser madre? ¿Debería permitírsele traer un niño al mundo? Los sentimientos de Yahvéh por la criatura no cambian solo porque su madre haya obrado de una manera insensata e inmoral. El nacimiento del niño puede ayudar a la madre a darse cuenta de los resultados naturales de su inmoralidad y grabar en ella la sabiduría de la Instrucción (Torah) divina. Eliminar la consecuencia de su acto sexual ilícito puede dejar en ella un profundo sentimiento de culpa o tal vez alentarla a cometer más actos de inmoralidad.

Si no hay un padre con quien compartir la carga, criar un hijo no será fácil. No obstante, una estrecha relación con nuestro Padre celestial puede proporcionar a la madre la fuerza, el apoyo y la guía morales y emocionales para hacerlo. Además, Dios también ha provisto la congregación cristiana para ayudar a aligerar la carga de las madres solteras.

Entonces otro objetará: ¿y si es un médico quien anuncia que una mujer puede correr poner en peligro su vida si desea llevar a término su embarazo? Pues bien, encontré la opinión del Dr. Alan Guttmacher quien aseguró: “Hoy día, casi toda mujer embarazada puede sobrevivir a su estado de gestación a menos que padezca alguna enfermedad mortal, como el cáncer o la leucemia, y en ese caso, es improbable que el aborto pueda prolongar su vida, y mucho menos salvársela”. También La Enciclopedia Americana dice: “Como la mayoría de las mujeres pueden llevar a término su embarazo aun padeciendo graves problemas médicos, son pocos los abortos que necesitan practicarse para proteger la salud de la madre. La mayoría de los abortos son para evitar tener un hijo”. De modo que esas situaciones extremas se presentan muy pocas veces. Sin embargo, si efectivamente se plantease esa situación en el momento del parto, entonces serían los padres de la criatura quienes deberían decidir entre la vida de la madre o la del niño. Es decisión suya.

Tengamos siempre en cuenta que el médico, según la concepción de la Torah, es un enviado del Eterno para tratar a las personas en sus enfermedades, pero no tiene derecho alguno para usar sus conocimientos con el fin de acortar o quitar la vida. No tiene el médico más autoridad que otro para opinar sobre la vida y la muerte, porque eso es un asunto humano y no biológico. Podría dar un diagnóstico o expresar sus probabilidades, pero nunca puede esa información conllevar al homicidio. Es por ello por lo que el médico no tiene atribuciones para decidir la fatalidad humana.

Fuera de las situaciones límite en las que hay que elegir entre una vida y otra, demás está decir que nuestra fe ve en el nacimiento de cada niño una enorme e induplicable bendición y herencia divina. Por lo tanto, no sólo tenemos la responsabilidad de preocuparnos por la propagación de niños, sino que tenemos la obligación de apoyar una conducta social general que respeta la vida al máximo y que fomenta la natalidad.

Por otra parte, ¿no es natural que el Creador de la vida haya establecido pautas claras con respecto al uso de nuestras facultades reproductivas? A sus ojos, crear una vida que no se tenga la intención de cuidar constituye un pecado semejante al de quitar una vida.

Es indudable que el debate continuará hasta el fin de este sistema. Pero en lo que respecta al Creador de la vida, Yahvéh nuestro Dios, y a los que respetan sus leyes, la cuestión no ofrece la menor duda. La vida es preciosa, es una dádiva celestial que se ha de cuidar y atesorar desde su mismo comienzo.

 

Por último, y antes que abandones esta bitácora te invito a mirar esta imagen, y meditar en la curiosidad que la misma informa… ¡Si te animas deja tu comentario!

 

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Mujer: Una Construcción Divina desde la Esencia del Hombre

“Hizo caer El Eterno un profundo sueño sobre el hombre y este se durmió. Tomó una de sus costillas y cerro la carne por debajo”

(Génesis 2:21)

Una vez que la Torah explica porque la mujer tuvo la necesidad de ser creada. Procede a contar como esto fue llevado a cabo.

 

El TodoPoderoso creó a la mujer dividiendo al primer hombre en dos partes: una parte femenina y la otra parte viril. Al separar a Adam en dos facetas, ambas no totalmente autosufientes, El dio al hombre la oportunidad de colmar el vacío que la mujer pudiera tener y viceversa. Obrando así. El Eterno formó un “ayudante frente a él”. Esto significa que la mujer fue creada con el mismo potencial que el hombre para ayudar (Génesis 2:20).

“Y el Eterno Dios hizo de la costilla que tomó del hombre, una mujer, y la trajo al hombre”

(Génesis 2;22).

La Toráh dice que el Eterno creó a la mujerconstruyéndolade la costilla de Adam (Vayiven). Algunos lo interpretan diciendo que el Eterno dotó a la mujer de un mayor entendimiento y comprensión (Binah) de las emociones y relaciones humanas, de lo que Él dio al hombre (Nida 45b). Ambas palabras ”Binah” y “Vayiven” tienen una misma raíz que significa “dentro”. Por lo tanto, construir es el acto de tomar algo de adentro y expandirlo. La compresión es el logro de entender algo desde lo profundo.

El hecho de que la mujer fue “construida” de una parte interna del hombre la predispone a entender a comprender cualquier situación, íntegramente desde el fondo. Esto significa que la mujer es capaz, generalmente de divisar un bosque sin necesidad de haber visto antes un árbol.

Y dijo el hombre esta vez, esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne; ella se debe llamar Varona (Isha) porque fue tomada del varón (ish) . Por esto, dejara el varón a padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.

(Génesis 2:23-24).

En conclusión la mujer fue creada para ser compañera en igualdad de condiciones que el hombre (Génesis 2:22) . La mujer posee una santidad intrínseca, de la que se supone debe hacer uso para ayudar al varón a reconocer su fortaleza, así como a vencer sus limitaciones en lo espiritual, ejerciendo el poder y el control.

 

 

Tomado y Condensado de libro Mesilot Hatora de Lisa Aiken.

 

¿Qué es Trabajar según el Eterno?

”Seis días se trabajará, pero el séptimo día tendréis un día santo, día de completo reposo para el SEÑOR; cualquiera que haga trabajo alguno en él, morirá.”

(Éxodo 35:2)

 

La parashá de esta semana (Vayakhel) comienza con un breve recordatorio a los hebreos sobre la observancia del Shabat. He sido consultado al respecto por un discípulo, por lo que encuentro conveniente explicar el por qué de esto.

Primeramente, la Torah anticipa el precepto de Shabat a la construcción misma del Mishkán queriendo decir que el reposo del Shabat tenía que ser respetado, deteniendo aun todos los trabajos concernientes a la construcción del Mishkán.

El idioma hebreo tiene dos palabras principales que se traducen como trabajo:
melajá – מלאכה – («trabajo creativo«) y
avodá – עבדה – («servicio sacerdotal«o “ministerio”)

Por eso, se entiende que la prohibición para el Shabat es hacer melajá no avodá.

Entonces para saber lo que está prohibido hacer en Shabat es necesario definir lo que es melajá. Y como la palabra melajá la encontramos como resumen de toda la obra de la creación (Gén. 2:3) se puede entender el término como todo trabajo creativo, toda obra que interviene en la creación.

El Shabat declara el testimonio que Yahvéh es el único Creador de este mundo y todo su contenido. El hombre dedica su vida y tiempo con su esfuerzo mediante la inteligencia, la energía y la destreza. Es decir que coloca todos los dones con los cuales Yahvéh los bendijo, en función conquistar sus fines. En, este proceso, el ser humano lamentablemente tiende a olvidar cuál es la fuente genuina de sus habilidades y proezas. En este mundo tan olvidadizo le fue entregado al pueblo de Israel la tarea de recordar y proclamar esta verdad fundamental: la procedencia del poder humano de dominar la naturaleza viene del Eterno. Por lo tanto, al cesar sus actividades en sábado, el hebreo reconoce y muestra que sus poderes proceden únicamente de Yahvéh.

La definición de Melajá es entonces:
“Una acción que muestra al hombre como dominante sobre el mundo, al emplear constructivamente su inteligencia y habilidad.”

Resulta que, como la palabra melajá también aparece en los textos que hablan de la construcción del Tabernáculo (Miskán), los sabios de Israel relacionaron melajá con todo lo que tiene que ver con la obra del Tabernáculo (Mishkán).

Aprendieron de esta cercanía que durante los seis días laborales de la semana se debía construir el Mishkán, es decir, hacer las 39 actividades requeridas, pero, en Shabat las mismas se debían interrumpir. De allí se sacan los 39 trabajos generales prohibidos para el Shabat.

Amado discípulo del Mesías, nuestro Maestro nunca quebrantó el Shabat. Sigamos su ejemplo, tal como está escrito en la primera epístola de Juan:

“El que dice que permanece en El, debe andar como Él anduvo.”

(1 Juan 2:6)

Dos Sábados (Shabatot) en Un Solo Día

Por P.A. David Nesher

 «Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat, para hacer del Shabat un pacto eterno por todas las generaciones.

(Sehmot/Éxodo 31: 16)

Al estudiar la parashá Ki Tisá, nos encontramos con este versículo en el que leemos que los hijos de Israel tienen que guardar el Shabat. Es interesante saber que el verbo guardar en la cosmovisión hebrea tiene que ver con una actitud de vigilancia y celo para protegerlo de ser profanado mediante melajá.

También este pasuk (versículo) dice que los hijos de Israel tienen que hacerlo un pacto perpetuo en todas sus generaciones. Este mandamiento revela que el Shabat seguirá hasta que pasen los Cielos y la Tierra, según lo que asegura Yeshúa, nuestro Dueño al explicar el propósito de su misión mesiánica:

«No penséis que llegó a abolir la Torah o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido. De modo que cualquiera que quebrase uno de estos mandamientos muy pequeños y así se enseñó a los hombres, muy pequeño se llamó al reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.«

(Mateo 5:17-19)

Ahora bien, debe asombrarnos conocer que la Sabiduría divina explica que existen Dos Sábados (“Shabatot”) dentro de esta sagrada jornada denominada Shabat. En primer lugar, está el “Shabat” que se debe “cuidar”, así es como leemos: “Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat”. Pero también, en segundo lugar, está el “Shabat” que está para “hacer”: “para hacer del Shabat”, y por tal motivo el texto menciona dos veces la palabra “Shabat”.

El “Shabat” esencialmente está santificado por El Eterno, siendo desde la misma creación, el sagrado séptimo día, por eso debe ser cuidado. Pero, además de la santidad intrínseca del Shabat, se pretende que cada persona “haga” lo posible para aumentar la santidad del Shabat.

El Eterno creó el mundo pretendiendo que el ser humano que se sujeta a su Instrucción (Torah) revele la divinidad, por medio de sus acciones. Se pude apreciar que las piernas pueden llevar a la cabeza a lugares que sola no puede ir, de la misma forma, los redimidos pueden atraer con sus acciones la santidad celestial.

Por eso, el alma humana mesiánica, tiene, como primera medida, “cuidarse” de no profanar el “Shabat”, cumpliendo con todas sus estipulaciones, pero además, debe “hacer” que su Shabat sea cada vez más sagrado.

La señal del pacto entre Yahvéh e Israel tiene que ver con la obra de la creación. Como él hizo, así ellos también hacen. La palabra “cesar” es la primordial. Es la traducción del término Shabat. Luego viene la palabra “reposar”, en hebreo nafash, es la segunda prioridad. Así que el Shabat también fue creado para que el hombre descanse y renueve sus fuerzas para la siguiente semana. Esto es lo que significa la expresión «Shabatot» («dos sábados«) que vibra dentro de un mismo día (cada shabat). Esto es la doble porción que el alma alcanza en cada séptimo día: descanso y renuevo. Estas son las aptitudes mesiánicas que permiten la liberación, expiación y transformación del mundo, por medio de la melajá que el alma redimida ejerce durante los seis días laborables de la semana.

Hay dos tipos de santuario en el mundo, un santuario en el factor espacio  y otro en el factor tiempo. En el relato de la construcción del Santuario (Mishkán) en el espacio, viene entrelazado el relato del santuario que cada israelita debía construir en el tiempo: el Shabat.


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El Talento de Re-Escribir el Futuro por Medio de la Fe

Por David Nesher

 

Algunas personas sostienen que hay que mirar menos el pasado y enfocarse en realizar su visión de futuro…

Es verdad que al pasado no lo podemos cambiar, pero sí podemos torcerle el brazo al pesimismo que algunas vivencias pasadas han dejado. Esto lo digo porque sirviendo al alma de muchos seres humanos por medio de la curación de recuerdos, he descubierto que aquellos que han sufrido traumas, tienen una perspectiva desalentadora del futuro que les espera, y esa perspectiva es la causa de sus problemas, no los traumas que sufrieron.  Es más, también me he dado cuenta que quienes se imaginan un futuro con muchos riesgos y pocos escenarios positivos son propensos a la ansiedad, y no al contrario, como normalmente se piensa.

La Instrucción (Torah) divina revela que es necesario interpretar funcionalmente el pasado, y RESCATAR experiencias, aprendizajes y cada una de sus sabidurías implícitas y explícitas para crear una VISIÓN con sólida raíz que reescriba un futuro diferente para el mundo entero, fundamentado en la comprensión vivencial del propósito eterno de Dios en el Mesías.

Lo maravilloso de esta revelación es que significa que uno puede intervenir en el futuro, en lugar de seguir atribuyéndoles al pasado y al presente, sobre los cuales uno no tiene ningún control, un poder desmesurado.

Condiciones Celestiales para Casarse

Por P.A. David Nesher

 

«Luego los oficiales le dirán al ejército:
“Si alguno de ustedes ha construido una casa nueva y no la ha estrenado, que vuelva a su casa, no sea que muera en batalla y otro la estrene.
Y si alguno ha plantado una viña y no ha disfrutado de las uvas, que vuelva a su finca, no sea que muera en batalla y sea otro el que disfrute de ellas.
Y si alguno se ha comprometido con una mujer y no se ha casado, que regrese a su pueblo, no sea que muera en batalla y sea otro el que se case con ella.”

(Deuteronomio 20:5-7)

 

 

Sirviendo por tanto años a jóvenes de mentalidad evangélica protestante, he notado la falta de sabiduría que la mayoría de los varones tienen a la hora de pensarse en pareja, y por ende, en familia. La gran mayoría cae en el mismo «error edomita», amando pues primordialmente el guisado, y desechando la potencialidad de la primogenitura que sus almas tienen. Dicho de otro modo, casi todos los varones con mentalidad greco-romana, comienzan este maravilloso camino del amor perfecto por el final: procuran obsesivamente tener su mujer, y luego, quizás piensen en su destino laboral y económico.

Justamente en estos versículos, la Instrucción (Torah) divina señala que los oficiales tienen aquí la función de tratar y supervisar casos de carácter social, como el hecho de un varón que desea constituir un hogar.

Las tres cosas mencionadas, una casa, una viña y una esposa, representan los momentos más felices de la vida natural del varón en edad de guerra, es decir en edad juvenil apropiada para casarse (mayor de 20 años). Para que un soldado israelita no pierda la oportunidad de disfrutar de estos momentos, no podrá hacer cierto servicio militar mientras esté involucrado en uno de ellos.

Estas tres cosas aparecen aquí en el orden natural. Primero el hombre debe tener casa y trabajo, y luego es apto para casarse. Con este bosquejo la Instrucción (Torah) divina enseña en Su Sabiduría la conducta apropiada que un varón redimido debe ejercer para realmente formar un hogar exitoso: el hombre debe primero construir una casa, luego plantar una viña (obtener un trabajo). Solo entonces puede tomar una esposa.

Cuando el hombre fue creado, Yahvéh le dio primero una casa, el huerto, luego un trabajo, la jardinería (melajá y abodá).Luego, cuando el varón se especializó en eso, le otorgó una mujer como recompensa a dicho esfuerzo ministerial. Si vienen maldiciones sobre una persona, primero es tocada la relación con la mujer, luego la casa y finalmente la vida laboral (cf. Deuteronomio 28:30).  El filósofo judío Maimónides dice en su libro «Mishné Torá»:

Es costumbre de personas sensatas que el hombre asegure primero un trabajo que lo alimente, luego construya una casa y finalmente despose a una mujer, como está dicho: “haber plantado una viña, construido una casa y luego desposado a una mujer”.

Entendamos que en la cosmovisión hebrea, la novia es presentada en las Escrituras con estos tres términos, casa, viña y mujer.

El rey Salomón, experto en los códigos de Luz Infinita escondida en estos pasukim (versículos) dijo también:

Prepara primero tus faenas de cultivo (fuera) y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye después tu casa.

(Proverbios 24:27)

Aquí queda perfectamente señalado el esquema actitudinal que debe seguir un varón que decide amar a una mujer en espíritu y en verdad. Dicho esquema se sujeta a los siguientes tres lineamientos:

  • Prepara tus labores fuera”… es decir construye una casa;
  • “…ten listos tus campos”,… es decir planta una viña; genera una empresa
  • “ y construye después tu casa”; es decir toma una mujer por esposa.

Salomón había aprendido estas pautas proféticas especialmente de la vivencia mesiánica de su padre el rey David:

«Y David prosperaba en todas sus empresas, pues el Señor estaba con él.»

(1 Samuel 18:14)

Por todo esto, cualquier varón soltero que está ahora frente a este estudio, debe aceptar que primordialmente es adecuado elegir una ocupación que le proporcione el justo sustento que le permita adquirir el justo recurso con el que luego podrá acceder a la compra del bien primario que una familia necesita: la casa. Luego, asegurarse que su economía se expandirá por medio de proyectarse en una empresa, para así entender que puede tomar sexualmente a la mujer que ha escogido como esposa.

No es sabio casarse primero y luego buscar trabajo y casa. Sólo los varones insensatos inician el camino al revés. Estos, envueltos en una locura lujuriosa, comienzan casándose, luego, si es que lo logran, se compran una casa, para finalmente intentar en sus fuerzas generar un sustento seguro, si es que no terminan sobreviviendo gracias a la caridad sistémica de los subsidios estatales de turno.

Betzalel: Bajo la Sombra de lo Profético

“Habló Yahvéh a Moisés, diciendo:
Mira, yo he llamado a Betzaleel… y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, inteligencia, ciencia y todo arte, para inventar diseños y trabajar en oro, plata y bronce… y he puesto con él a Aholiab, para que hagan todo lo que te he mandado… 
Entonces Moisés dijo a los hijos de Israel:
«Mirad, el Señor ha nombrado a Betzaleel hijo de Uri hijo de Hur, de la tribu de Judá.
Y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, en la talla de piedras de engaste y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa. Ha puesto en su corazón el don de enseñar, tanto a él como a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, y los ha llenado de habilidades para que hagan toda obra de arte y de invención, de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor e inventen todo diseño.”

(Éxodo  31:1-6; 35:30-35)

 

Un personaje destacado que aparece en la parashá de esta semana (Pekudei) es Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur. Según el Talmud (Sanhedrín13 b), Betzalel sólo tenía 13 años cuando construyó el tabernáculo. ¿De dónde sacó tanta sabiduría?

Yahvéh, nuestro Dios y Abba, dio inteligencia a Betzalel, capacitándolo para investigar materiales en su esencia simbólica, y estudiar sus beneficios proféticos para realizar las obras ordenadas del Mishkán, el templo itinerante de la fe. Betzalel recibió así de lo alto la habilidad para usar piedras, metales, tintas, tejidos y maderas para tan importante trabajo, para “crear invenciones”, como lo dice en el versículo bíblico.

Por ese motivo, Betzalel, puede ser considerado un maestro en varias especialidades: diseñador, científico, arquitecto, ingeniero, artesano, orfebre y decorador. Y otra función muy importante: la del profesor, pues el Señor le encargó, así como a su Aoliabe, enseñar el conocimiento adquirido de ahí en adelante.

Destacando dos de las funciones más importantes citadas, Betzalel es uno de los primeros arquitectos e ingenieros registrados en la historia. Obviamente, ya existían esos profesionales en otras culturas, aunque no se los conociera con esos nombres -pirámides erguidas en Egipto y otras construcciones no habrían sido erguidas sin ellos y sus proyectos.

Estos dos varones fueron grandes profetas para el pueblo de Israel mientras peregrinaba la pedagogía del Eterno en el desierto. Bajo la dirección de Moisés, quien tuvo una clara imagen del Reino Celestial y escuchó las descripciones detalladas del diseño que el Eterno deseaba para el Mishkán (Tabernáculo) representación física del Proyecto Emanuel. Estos artistas recibieron de Moisés la visión y el diseño, pero en verdad, ellos fueron los responsables de traer ese diseño espiritual al plano terrenal. Ellos dependían del Espíritu Santo para hacer evidente y visible la experiencia de Moisés para el resto de Israel y las naciones de la Tierra.

Según el Talmud (Berajoth 55 a), Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur era nada más y nada menos que un experto en guematría, un sistema alfanumérico de código/cifra que asigna valor numérico a una palabra / nombre / frase en la certeza de que las palabras o frases con valores numéricos idénticos llevan alguna relación entre sí o tienen alguna relación con el número mismo. En pocas palabras, la guematría es el cálculo de la equivalencia numérica de las letras, palabras o frases hebreas, y sobre esta base lograr un aumento de la comprensión de la interrelación entre los diferentes conceptos y explorar la relación entre palabras e ideas. En la cosmovisión hebrea se asume que de momento que el mundo fue creado a través del «habla» de Yahvéh Elohim, cada letra representa una fuerza creativa diferente.

Betzalel conocía la sabiduría de unir las letras con la que se creó los Cielos y la Tierra. Debido a esta sabiduría, él construyó el Mishkán (Tabernáculo) y él fue elegido entre todo el pueblo de Israel. Y así como fue elegido en lo alto, el Creador quiso que fuese elegido abajo. En lo alto está escrito que el Creador dijo a Moisés, “Mira que he designado a Betzalel”, y abajo está escrito que Moisés dijo a Israel, “Miren, el Señor ha designado a Betzalel”. Su nombre fue designado por el superior, Betzalel, que deriva de dos palabras: Betzel El; por lo que su nombre significa «a la sombra de Dios«. Es decir, que este varón es un justo, que se sienta a la sombra de Dios. Es decir, que practicaba, con su corta edad, una comunión con ese Dios que ilumina en lo alto con el objetivo de, a través de un justo, iluminar abajo con los diseños de Su Malkut (Reino).

Ese significado del nombre Betzalel, ha orientado a los comentaristas ha descubrir diversas guematrías muy interesantes. En primer lugar la del nombre mismo Betzalel que es 153, porque es el número secreto de Tov (טוב), “bien”. De ello se deduce que Betzalel (בצלאל) representa al bien llevado a su máxima expresión.
ב = 2
צ = 90
ל = 30
א = 1
ל = 30
Total: 153

El siguiente secreto se encuentra en la guematría de la expresión: “Betzalel, hijo de Uri, hijo de Jur”. “Ben Uri”, significa el hijo de la primera luz que el Creador creó en la obra de la creación. “El hijo de Jur”, quiere decir el hijo de Jerut (libertad) de todo. Este es Betzalel, a quien por medio de este nombramiento divino, se le designó el bastón de Judá, para comprender los fundamentos mesiánicos del Reino Celestial, y así exponerlos físicamente a través de la estructura del Mishkán.

Cuando calculamos la guematria de Betzalel ben Uri, ben Jur (בצלאל בן-אורי בן-חור) vemos que es 688:
בצלאל = 153
בן-אורי = 269
בן-חור = 266
————-
Total: 688

בסוד = 72
התורה = 616
————–
Total: 688

Se trata de la misma guematría que la de la expresión BeSod Torah (בסוד התורה), “en el Secreto de la Torah”. ¿De qué secreto nos están hablando? Sin duda de la ciencia de la guematría, ya que según el Talmud, Berajoth (55 a) «Betsalel sabía cómo combinar las letras con las que fueron creados los Cielos y la Tierra», pero de algo más: de sus profecías mesiánicas ocultas.

Por otra parte, el sabio Baal haTurim nos explica que el nombre de Betzalel aparece en tres ocasiones en la Torah, en Éxodo (31:1), Éxodo (35: 30) y Éxodo (38: 22), concretamente al principio de esta parashá. Esto corresponde según este gran sabio a tres atributos de Betzalel: sabiduría, inteligencia y conocimiento.

Betzalel, como artesano ungido tenía la habilidad sobrenatural de traer en su arte una obra de la realidad espiritual de Yahvéh a nuestra realidad visible para así poder experimentar las verdades que la revelación contiene en lo referente al Código Sagrado, es decir el Mesías prometido para fundar el Proyecto Emanuel («Dios con nosotros») perfectamente develado en el diseño del Mishkán.

Betzalel era un gaón (erudito) en las ciencias proféticas. No sólo era un experto artesano y artista, sino un varón que entendía cómo diseñar los nombres que representan los atributos de Dios en su obra. Él heredó un sentido del celo y de la misión de ambos sus abuelos. A los trece años de edad se adelantó y fue ordenado desde arriba como «en la Sombra de Dios». Diseñó y construyó la estructura más sagrada y más bella de la historia, y luego desapareció. A lo largo del resto de Tanak nunca se lo menciona de nuevo. Evidentemente es un tipo perfecto de Yeshúa HaMashiaj, el León de la Tribu de Judá. Al igual que lo haría nuestro amado Mesías, Betzalel, el jefe de la obra del Tabernáculo dio total espacio al Espíritu de Dios para que Él actuase en su vida. Habilidad, conocimiento, inteligencia, eficiencia y respeto fueron solamente algunos de los muchos frutos de la sumisión correcta y saludable.

Betzalel tenía su único propósito en el mundo, y humildemente lo encontró aceptando con mansedumbre la tarea que se le encomendaba. El Pirkei Avot («Tratado de los Padres») dice: «No existe persona que no tenga un momento«. Esto significa que en el mundo del Eterno hay una razón por la que cada uno de nosotros nació. Cada uno tiene sus «quince minutos (al menos) de fama«.

La lección que da la vida de Betzalel,  es que la próxima vez que se te pida que hagas una tarea, por incómoda que sea, para tu familia, tus amigos o tu gente, hazlo como un héroe. ¿Quién sabe? Tal vez fue para ese mismo momento que naciste en el mundo.

Diez Frases para Cultivar la Gratitud

 

Sólo por hoy voy a ver la oportunidad en vez del obstáculo. Sólo por hoy voy a reconocer la bondad en vez de la apatía, la luz en vez de la oscuridad, el amor en vez del odio, la belleza en vez del caos, la bendición en vez de la carencia.

Sólo por hoy, quiero decir gracias. Por la salida del sol y las hojas de otoño. Por el refugio, el agua y la comida. Por mis brazos, mis piernas, mis ojos, mi corazón y por cada respiro que me concedes. Por el regalo de mis hijos. Por la Torá y todas las innumerables bendiciones que trae a mi vida. Por todo esto y por mucho más.

He aquí diez citas que pueden ayudarnos a cultivar la gratitud cada día.

  • Cambia tu expectativa por valoración y tu mundo cambiará de forma instantánea”. Tony Robbins
  • Lo mejor que puedes hacer para cambiar tu vida ahora mismo es empezar a estar agradecido por lo que tienes hoy”. Ofra Winfrey
  • Podemos quejarnos porque los rosales tienen espinas o podemos alegrarnos de que los rosales tienen rosas”. Abraham Lincoln
  • El agradecimiento tiene una conexión interna con la humildad. Nos ayuda a reconocer que lo que somos y lo que tenemos se debe a otros y, sobre todo, a Dios”. Rav Jonathan Sacks
  • En medio de cada dificultad está la oportunidad”. Albert Einstein
  • Reconoce tus regalos y se agradecido con la fuente. Porque si sabes de quién estás recibiendo, siempre puedes volver por más”. Rav Noaj Weinberg, zt”l
  • Reflexiona sobre tus bendiciones presentes, de las cuales cada hombre tiene bastantes, en vez de sobre tus desagracias pasadas, de las cuales cada hombre tiene algunas”. Charles Dickens
  • La gratitud también abre tus ojos al ilimitado potencial del universo, mientras que el descontento cierra tus ojos”. Stephen Richards
  • Para mi cada hora es gracia. Y siento en mi corazón gratitud cada vez que puedo encontrarme con alguien y ver su sonrisa”. Elie Wiesel
  • Aprende cómo ser feliz con lo que tienes mientras persigues todo lo que deseas”. Jim Rohn

¿De qué estás agradecido sólo por hoy? Si tienes comida en tu refrigerador, ropa en tu espalda, un techo sobre tu cabeza y un lugar para dormir, eres más rico que el 75 por ciento del mundo.

Si te despertaste esta mañana más sano que enfermo, tienes más bendición que el millón de personas que no sobrevivirá esta semana.

Si nunca has experimentado el peligro de la guerra, la agonía de la prisión y la tortura o los horribles espasmos de la hambruna, eres más afortunado que 500 millones de personas que están sufriendo.

Y si puedes leer esto, eres más afortunado que millones de personas en el mundo que no pueden leer.

Hoy es el día para reconocer las increíbles bendiciones en nuestras vidas. Sólo por hoy, detente, mira hacia arriba y ve la maravilla de todo lo que hay a nuestro alrededor y en nuestro interior.

 

 

Autora: Sara Debbie Gutfreund

Ester y sus Cinco Lecciones de Transformación

Imagina que eres una huérfana criada por su tío. Estás completamente sola en este mundo, siempre preguntándote de dónde viniste realmente y si alguna vez sentirás que perteneces a algún lugar.

De repente, te obligan a casarte con un hombre que no te gusta ni respetas. Estás atrapada en un palacio extranjero, donde sólo puedes comer frutas y semillas. No hay nadie con quien puedas hablar y nada que puedas hacer más que preguntarte por cuánto tiempo tendrás que seguir viviendo esa vida que otro escogió para ti.

Esa era la vida de la Reina Ester. Ella podría haber sentido pena por sí misma, pensar que era injusto haber nacido en este mundo sin tener padres. Y cómo, después de todo su sufrimiento, fue forzada a un rol que fácilmente podría haberle quitado su dignidad y su fe. Ella podría haberse dado por vencida. Podría haberse hundido en su propia desesperación. Pero, en cambio, la Reina Ester se convirtió en una heroína. Ella mantuvo su fe y su dignidad. Se rehusó a darse por vencida incluso cuando todo parecía perdido. Ella tomó su trágica historia y la utilizó para transformar su vida.

Aquí hay cinco lecciones de transformación personal que podemos aprender de la vida de Ester:

  1. El obstáculo es el camino.Ester tomó el sufrimiento que experimentó como huérfana y lo utilizó para fortalecerse. Ella sabía lo que era estar sola. Sabía que había superado el dolor de niña y que tenía la resiliencia necesaria para enfrentar nuevos desafíos. Cuando entró al palacio, ella utilizó esos obstáculos de su pasado como peldaños en vez de excusas. Ella escogió usar su dolor en vez de dejar que el mismo la sofocara.
  2. Vive por algo más grande que tú mismo.Mientras más uno busca encontrar la felicidad para sí mismo en este mundo, más esa felicidad parece eludirlo. Esto se debe a que la mayor felicidad la encontramos al darles a otros y al vivir por algo más grande que nuestros propios deseos. Ester podría haber decidido adaptarse a los lujos y los placeres del palacio e ignorar al mundo y al pueblo del otro lado de sus muros. Pero Ester no vivía para sí misma. Ella había crecido en la casa de Mordejai y sabía que tenía la responsabilidad de defender a su pueblo.
  3. Acércate a otros para buscar ayuda.A menudo pensamos que tenemos que forjar nuestros propios caminos sin el apoyo de nadie. Ester era la reina; ella podría haber decido usar sólo sus propios recursos para salvar al pueblo judío. Pero en cambio, decidió pedirle a cada persona de Am Israelque rezaran por ella. Ella necesitaba sus rezos. Ella sabía que, en última instancia, nos elevamos y caemos todos juntos. Ella tuvo la humildad de decir: “necesito su ayuda. Por favor, luchen a mi lado”.
  4. Fe es persistencia.Cuando Ester arriesgó su vida y caminó hacia el rey para suplicar por su nación, sintió que la Presencia Divina comenzaba a abandonarla. Se sintió débil y atemorizada, como que no podía seguir adelante. Pero tener fe no significa sentirnos siempre fuertes y valientes. Fe significa persistir incluso cuando estamos agotados y asustados. Ester no se dio por vencida cuando sintió que no podía continuar. En vez de eso, ella rezó. Ella exigió saber: Dios, Dios ¿por qué me abandonaste? Te necesito. Ella encontró la fe para acercarse, para rogar tener fuerzas y para encontrar una forma de hacer posible lo imposible. Ella siguió adelante, hasta que llegó al rey.
  5. Pelea contra el mal invitándolo al banquete.A menudo no podemos superar nuestros hábitos y deseos destructivos luchando directamente contra ellos. Son demasiado fuertes y demasiado engañosos para batallas frente a frente. Pero podemos engañarlos, tal como lo hizo Ester al invitar a Hamán a un banquete tras otro. Podemos hacerles sentir que son bienvenidos en nuestras vidas y luego darnos vuelta y canalizarlos en herramientas para el bien. Aprovecha el enojo para pelear por la justicia. Aprovecha la belleza para construir un hogar. Aprovecha el placer para conectarte con valores perdurables.

Purim es una oportunidad para transformar nuestros placeres mundanos en alegría espiritual. Nuestras comunidades fragmentadas en una nación unificada. Nuestra desesperanza en redención. Nuestro estancamiento en crecimiento. Sigamos el camino de la reina Ester, superemos los obstáculos y avancemos.

 

Autora: Sara Debbie Gutfreund

Vida Humana en Corto Circuito (el Pecado del Becerro de Oro)

Por P.A. David Nesher

«Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se allegaron entonces a Aarón, y le dijeron:
Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 
«Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y traédmelos.
Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y lo trajeron a Aarón. El cual los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición.
Entonces dijeron:
Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo:
Mañana será fiesta a Yahvéh.
Y el día siguiente madrugaron y ofrecieron holocaustos, y presentaron pacíficos: y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a regocijarse.

(Éxodo 32:1-6)

El tema principal de la porción (parashá) de la Instrucción (Torah) de esta semana, llamado Ki Tisá, es el pecado del becerro de oro (en hebreo: Jet HaEguel), el cual es considerado como la máxima transgresión del pueblo de Israel hacia el Eterno. Por eso es importante entender de qué se trata y cómo se relaciona con nosotros.

Primeramente, debemos aceptar que la grandeza de la denominada «Generación del Desierto» no puede ser subestimada en ningún aspecto.

Esto se debe a que los hebreos, después de pronunciar «naasé venishmá» («haremos y escucharemos«), sus vidas se revistieron de inmortalidad, llegando sus cuerpos a glorificarse, recuperando así, el nivel de Adam HaRishón (primer Adán) antes de que pecara, tal como lo explica proféticamente el rey David en el salterio (Salmo 119:1).

Es decir que el Eterno les reveló la Luz de Bilá HaMávet LaNétsaj (la eliminación total del dolor, el sufrimiento y la muerte) o libertad del Ángel de la Muerte. De este modo habían quedado transformados por Yahvéh, en un abrir y cerrar de ojos, y así estar libres del ángel de la muerte. Así pues, por causa del ejercicio de su emunah (fe) ellos se transformaron en tzadikim (justos), contando con un espíritu fuerte que lograba controlar el yetzer harála inclinación al mal«).

Siendo todo así, habiendo alcanzado pues los hebreos este nivel existencial, ¿por qué tropezaron en el Jet HaEguelPecado del Becerro de Oro«)?

Algunos comentaristas explican que el pueblo en realidad no intentó crear un substituto de Dios, sino que más bien sustituyeron a Moshé por un falso líder, el becerro, creyendo erróneamente que aquel los había abandonado. Por lo tanto el pecado arquetípico del pueblo como un todo es ir detrás de un falso liderazgo. Otros sabios aseguran que Israel pretendió representar al Eterno en ese becerro de oro.

Es muy importante saber que desde Abraham avinu, hasta Moisés la humanidad vivió un proceso de acercamiento a Dios en forma progresiva y colectiva, por eso el pecado del becerro de oro se asocia con idolatría.

Entonces en concreto el pecado del becerro de oro significa el deseo de reemplazar al Eterno y a Moshé su Ungido, es decir al ver que Moshé no aparecía, el pueblo dudó a pesar de todo lo que presenciaron desde su salida de Egipto y pensaron en reemplazarlo. Esta duda rompió el eslabón que por siete generaciones los patriarcas habían formado y que terminaría de ser completado con la revelación de la Torah escrita, del monte Sinaí, por eso fue tan grave.

Entonces, el becerro no era un simple ídolo de un becerro. Era más bien un símbolo de un sistema de culto y creencias que tarde o temprano penetraría a Israel y destruir el sistema litúrgico de adoración, dividiéndolos en dos Reinos (Casa de Efraín y Casa de Judá).

El becerro de oro es por lo tanto un código que indica el retroceso que la humanidad hizo en su separación con el Creador, por lo cual se destruyeron estas primeras tablas.

Los Tres Pecados del Eguel

Como ya habrás observado, la expresión becerro en hebreo se escribe Eguel (עגל). Esta palabra está compuesta de tres letras (Ayin, Gimel, Lamed). Dichas letras convierten a la expresión Eguel en el acrónimo de tres pecados muy fuertes que son los que conducen a que una vida justa caiga en las aberraciones de las tinieblas a través de la idolatría.

Considerando pues a Eguel como un acrónimo, entendemos que el becerro de oro significa lo siguiente:

  • Ayin: Ayin Hará (עַיִן הָרַע‎- Mal de ojo), es decir, la envidia.
  • Guimel: Gilui Arayot (גילוי עריות- Uniones prohibidas), es decir, desperdiciar la energía sexual a través de la lujuria.
  • Lamed: Lashón Hará (לשון הרע- Hablar mal de otros)

Estas tres cualidades (midot) negativas son las causantes que una vida humana, y también toda una comunidad, queden por muchos años estancados, dando vueltas alrededor de la misma estructura errónea de pensamiento, sin la posibilidad de trascender (Deuteronomio 1:&). Veamos atentamente cómo es esto.

Eguel, también quiere decir «redondo«, pues viene de la raíz gilgul que significa cíclico o periódico. Entonces el «Pecado del Becerro de Oro» estaría relacionado con mantenerse preso de los impulsos instintivos, recibiendo los golpes de «los ciclos naturales” que nos dominan siendo incapaces de mantener el equilibrio en nuestras vidas. La redondez es un fenómeno neutro que puede ser positivo o negativo. La redondez negativa es cuando una persona sigue los ciclos de la naturaleza, sin reconocer la Providencia Divina en el mundo. La palabra hebrea para “naturaleza” es teváh, también es circular y significa “anillo”. Lo Divino y el camino de la Torah es rectitud. Si una persona está inmersa sólo en los ciclos de la naturaleza, siempre estará dando vueltas y nunca penetrará los confines del círculo. Este también puede ser un círculo político negativo.

Por eso, otra palabra con la raíz ain-guimel-lamed es agalá, que significa “carro”. Al ser un cierto tipo de vehículo, la conexión obvia con la redondez son sus ruedas giratorias. En hebreo, hay siete sinónimos para el concepto “camino”. El séptimo es maagal, “circuito”, cuya raíz también es agalá. La aparición más importante de la palabra maagal la encontramos en el Salmo 23: “maaglei tzedek” (sendas de justicia), en el cual el rey David le implora a Yahvéh que lo guíe por caminos justos circulares. La palabra tzedek (“justicia”), siempre aparece en conjunción con maljut (“reinado”). Siendo que maagal es el séptimo sinónimo de “camino”, entendemos que también corresponde a reino. Por lo tanto, el reinado rectificado es el sendero circular rectificado. El reinado debe penetrar los ciclos y rectificarlos.

La conclusión entonces de este shiur (lección) es sencilla pero muy profunda: quien lleva a cabo estas tres malas midot está adorando al becerro de oro y todas las bendiciones celestiales son obstruidas. Por eso, quien comete el pecado del becerro de oro no tiene acceso a la Torah y se encuentra bloqueado espiritualmente dando su vida vuelta siempre en el mismo «puntito», sin la posibilidad de trascender la «redondez» de la vida física, para ascender a mayores dimensionalidades cíclicas en Yeshúa.


Bitácoras Relacionadas:

¿Cómo se produce un Avivamiento Espiritual? (Parashá Ki Tisá)

Por P.A. David Nesher

 

 

«Moisés le dijo al Señor:
―Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo.
―Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el Señor.
―O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra?»

(Éxodo 33:12-16)

 

Evidentemente, el episodio del becerro de oro había conmovido los fundamentos mismos de la fe de Israel. En aquel episodio hemos visto tanto el castigo implacable como el perdón magnánimo concedido por el Eterno. Era necesario que la Vida volviera a esta gran comunidad de redimidos. ¡Era urgente una avivamiento!

Por eso, en esta porción (parashá) la Torah nos lleva a meditar en la cúspide de  la relación de intimidad espiritual y el grado de percepción profética de Moshé. Esta idea está plasmada en las palabras siguientes:

 “… y hablaba Yahvéh a Moshé cara a cara «

(ודבר ה´ אל משה פנים אל פנים » – “Vedibber YHVH el Mosheh panim el panim”)

 

Esto ha sido la consecuencia del amor manifestado por Yahvéh a Moshé desde los inicios, pues así leemos en Shemot:

«Yo me aparecí a Abraham, a Yitzjak y a Yaakov por El-Shaddai, empero por Mi Nombre YHVH no Me he dado a conocer a ellos.«

(Éxodo 6: 3)

En el libro de Badmibar/Números (12:8) pone en claro lo que esto significa. Allí el Eterno contrastó el cómo habló a Moshé en comparación de cómo habló a otros profetas; Moshé escuchó clara y plenamente, y los otros profetas escuchaban en sueños y visiones.

Esto posiblemente también significa que Yahvéh se apareció a Moshé en forma humana, de la forma que Él lo hizo con Abraham (Génesis 18). Pero también la frase “cara a cara” es una forma figurativa que significa tener un compañerismo abierto y sin censura.

Como consecuencia de este grado de cercanía veremos que Moshé pedirá «conocer los caminos de Dios«. Esto no será una mera «curiosidad» u osadía espiritual, sino más bien, el poder conocer los caminos del Eterno para poder conducir al pueblo de Israel en tiempos difíciles como había sido el «mahaseh haheguel» (episodio del becerro de oro).

En estos versículos (33: 12-23) estamos muy limitados. Todos los comentaristas de la Biblia abordan el texto con mucha aprehensión, ya que el mismo nos conduce hasta los límites del conocimiento de Dios. Límites impuestos por los alcances de la razón humana. El texto hace alusión a lo que está más allá de la razón humana y su lógica, posiblemente para indicarnos que existe un dominio trascendente, inaccesible a nuestro entendimiento, por lo cual no resulta fácil conocer su pensamiento exacto al respecto.

En síntesis: el camino que nos queda es reunir todos los elementos que el Tanak (Antiguo Testamento) ofrece al respecto, limitándonos a ellos, por supuesto, y tomando las palabras siempre en su contexto.

El esquema resultante sería el siguiente:

De acuerdo con Éxodo 23:20, Dios le dice a Moshé:

«He aquí que Yo envío a un Emisario delante de ti para custodiarte en el camino y para traerte al lugar que Yo he predispuesto«.

Esta promesa corrió el peligro de ser alterada por causa del  «mahaseh haheguel»  (episodio del becerro de oro); así leemos:

«Y ahora déjame y que se encienda Mi furor contra ellos y los exterminaré. Mas haré de ti un pueblo grande.»

(Éxodo 32: 10)

Ante la oración de Moshé, Dios desiste de ello. Pero, de acuerdo con Éxodo 33:10, no será Dios quien estará con Su pueblo en lo sucesivo, pareciendo que la Divinidad se «alejaría» del pueblo de Israel.

Pero Moshé, amparado en el perdón prodigado por Yahvéh por el episodio del becerro de oro, encuentra un «het ratson» (tiempo de benevolencia) para tratar de restablecer la cercanía de Yahvéh con Su pueblo Israel. Para Moshé no era suficiente el saber que él e Israel lograrían llegar a la Tierra Prometida. Para su estima, la Tierra Prometida no era nada especial sin la especial presencia del Señor. Esto fue audaz. Moshé tenía la determinación de tener la presencia de Yahvéh lo más cerca posible para con Israel. Este era el siguiente paso hacia el avivamiento y restauración de su relación con el Eterno.

Moisés estaba preocupado en obtener una garantía de esa presencia para su pueblo, y también del gozo de una experiencia más cercana para él mismo. Él conocía que la misericordia del Señor es eterna, mientras que Su ira es efímera y por eso Moshé formulará dos pedidos, a saber: conocer los caminos de Dios y ver la manifestación de Su Gloria.

Como respuesta al primer pedido el Eterno le contesta:

» … Yo haré pasar toda Mi bondad ante ti y proclamaré el Nombre de Yahvéh ante ti, y agraciaré a quien agracie y Me apiadaré de quien Me apiade«

(Éxodo 33: 19)

Esto quiere decir que Yahvéh hará conocer Sus atributos de bondad y misericordia. La Gloria de Dios descansa en Su bien. Cuando Moshé vio la Gloria de Dios, su primer entendimiento era que Yahvéh era bueno. Si no sabemos que Dios es bueno, entonces no sabemos mucho de Él. En la forma de pensar de los antiguos hebreos (y también en otras culturas antiguas), el nombre representaba el carácter y naturaleza de una persona. Dios prometió el revelar Su carácter a Moisés, y no solamente un título.

Lloyd-Jones nos da una idea de lo que el Eterno le dijo a Moisés:

Yo me bajaré a tu debilidad. Te dejaré ver algo. Pero aún más importante que eso, Yo haré que todo mi bien pase delante de ti. Te daré revelación más profunda y un entendimiento de yo mismo, de mi carácter, de lo que Yo soy. Esto es lo que realmente necesitas saber.”

Al segundo pedido, la respuesta fue: » … No podrás ver Mi presencia, ya que no puede verme el hombre y vivir.» (Éxodo 33:20). Yahvéh asegura que Moshé no podrá ver su rostro, es decir, la plenitud de su perfección y la grandeza de su estructura esencial, y vivir, ya que ningún humano podría soportar, en su estado actual, todo este descubrimiento completo. Pero Él agrega, “y verás mis espaldas”, que quiere decir que lo que Moshé podrá conocer serán los caminos de Dios a través de Sus acciones, en la naturaleza y en la historia. En palabras del Salmista:

» … El hace conocer Sus caminos a Moshé y Sus acciones a los hijos de Israel… «

(Salmos 1 03: 7)

Esta hambre de más de Dios es una marca de una verdadera relación de avivamiento y restauración. Fuera lo que Moshé hubiera experimentado con Yahvéh, ahora él quería más. Cuanto más un hombre conoce acerca de Dios, él tendrá un deseo mayor de conocerlo.

Como consecuencia de este «het ratson»  (tiempo de benevolencia) el Eterno le dirá a Moshé que recibirá otra vez:

» … Dos tablas de piedra como las primeras y Yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las tablas primeras, que quebraste«

(Éxodo 34: 1)

Moshé sabía que nada que lo que Yahvéh pudiera darles los haría verdaderamente diferentes de las otras naciones. Sólo la fuerte Presencia de Yahvéh mismo podría hacer eso.

La relación de Israel con Yahvéh los hacía diferentes de todos los pueblos antiguos. El Eterno entre ellos los hizo diferentes. Era importante que Israel supiera esto por ellos mismos; y también era importante que las otras naciones supieran esto.

Yahvéh honró la intercesión audaz de Moisés, y Él prometió el restaurar Su relación con Israel.

“¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante tus ojos, yo y tu pueblo? ¿No es acaso en que tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (33:16)

Vemos que la gracia dada a Moshé es pasada al pueblo. La palabra “gracia” en hebreo jen, significa “gracia”, “belleza”, “favor”, “aprecio”. La raíz de jen es janán, que significa “inclinarse para mostrar benevolencia a un inferior”, “compadecerse”, “conceder un favor”. La palabra “jen” aparece seis veces en este contexto. La primera vez que aparece en las Escrituras es en Génesis donde está escrito:

“Mas Noaj halló gracia (jen) ante los ojos de Yahvéh.”

(Génesis 6:8)

El Midrash dice: “Noaj fue salvado no porque lo merecía, sino porque halló gracia.” Moshé halló gracia en los ojos del Eterno y el pueblo de Israel recibió el perdón por el pecado del becerro por medio de la gracia y el pacto fue renovado a base de esa gracia. Según esta parashá, hallar gracia ante los ojos del Eterno implica cinco cosas:

  • Conocer los caminos del Eterno, (v. 13).
  • Conocer al Eterno, (v. 13).
  • Caminar con el Eterno, (v. 16).
  • Distinguirse de todos los pueblos de la tierra, (v. 16-17, cf. 34:9).
  • Obtener el perdón del Eterno, (34:9).

Este acto, que denota el perdón prodigado por Dios, devolverá las cosas a su estado anterior, y culminará con la concertación de un pacto entre Yahvéh y el pueblo de Israel. Así leemos:

 «Dijo Él: he aquí que Yo voy a concertar un pacto; frente a todo tu pueblo habré de hacer portentos que no han sido obrados en tierra alguna ni en pueblo alguno. Y verá todo el pueblo -el que tú estás en medio de ella obra de Yahvéh, ya que imponente es, lo que Yo voy a hacer contigo.»

(Éxodo 34: 10)

¡Este es el método efectivo para lograr un avivamiento en una comunidad de fe!

 

Doce Sensibilidades en el Corazón de Dios

“Y montarás en él cuatro hileras de piedras. La primera hilera será una hilera de un rubí, un esmeralda y un carbunclo” (LBLA revisada) – Hoy no se sabe con exactitud cuál es la identidad de estas doce piedras… y la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe; todas estarán engastadas en filigrana de oro. Las piedras serán doce, según los nombres de los hijos de Israel, conforme a sus nombres; serán como las grabaduras de un sello, cada uno según su nombre para las doce tribus.” 

(Shemot/Éxodo 28:17, 20-21)

Mientras investigamos y meditamos en los códigos de la parashá (porción) tetzevá, hemos aprendimos que estas piedras preciosas engastadas en oro nos enseñan acerca del inmenso valor que tiene cada uno de los hijos de Israel delante del Eterno. No solamente habla del valor y la importancia de cada individuo, sino de que cada uno está en el corazón del Mesías para ser llevado delante del Eterno perpetuamente. Querido hijo de Israel, tú estás en el corazón del Mesías en este momento. Él está mencionando tu nombre delante del Padre en todo momento. Él lleva casi 2000 años sirviendo como intercesor delante del trono, orando por cada uno de los hijos de Israel. ¡Bendito sea el Eterno por el ministerio de su Mesías!

Hemos estudiado que los sacerdotes tenían que usar vestimentas especiales para el servicio en el santuario. Todas estaban hechas de lino blanco y constaban de una camisa, pantalones, cinturón y turbante. El Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) usaba además las vestimentas de oro; jóshen (pectoral), efod (delantal) y tzítz (banda de la cabeza).El sumo sacerdote llevaba un pectoral sobre el cual había piedras brillantes, que llevaban cada una de ellas los nombres de cada una de las tribus de Israel. Pero además es una figura de lo cerca que está Yahvéh de sus escogidos  y lo mucho que ama a cada uno de los creyentes, de tal modo que su propio Gran Sumo Sacerdote (Yeshúa) los lleva sobre Su pecho y muy cerca de Su corazón.

Los nombres de los doce hijos de Israel estaban en estas doce piedras. La piedra número once fue un ónice (cf. v. 20). Esa piedra corresponde al nombre Yosef. Mashíaj ben Yosef, Mesías hijo de Yosef, es el nombre que se ha dado al Mesías sufriente. La piedra de Yosef, ónice, también estaba sobre los hombros. Esto nos enseña que el Mesías como siervo sufriente, hijo de Yosef, llevó las doce tribus sobre sus hombros.

Según el Midrash, junto con los doce nombres de los hijos de Israel también fueron grabadas las letras de los nombres de los tres patriarcas, Abraham, Yitzjak y Yaakov y luego las palabras Shivtei Yeshurún, que significan “las tribus de Yeshurún”. El nombre Yeshurún es el nombre más sublime del pueblo. Los tres nombres del pueblo son, Yaakov, Israel y Yeshurún, (cf. Deuteronomio 32:15; 33:5, 26; Isaías 44:2).

El pectoral estaba formado por doce cuadros ordenados en cuatro hileras de tres piedras preciosas cada una correspondiendo a cada tribu, tal como vemos en las siguiente imagen:

De esta manera había seis letras en cada piedra, en total 72 letras, incluyendo las 22 letras del alfabeto hebreo. Las seis letras en cada tribu, simbolizaban la creación del mundo en seis días. Esto era necesario para que las sentencias pudieran ser construidas combinando las letras a fin de transmitir mensajes por medio del Urim y el Tumim.

[Nota: Cabe aclarar aquí que las letras que aparecen en esta imagen no fueron las mismas que se grabaron en el pectoral del juicio. Allí fueron grabadas las letras hebreas arcaicas. Las letras que actualmente son llamadas “hebreas” en realidad están derivadas de las letras arameas. Después del cautiverio babilónico fueron sustituidas las letras originales hebreas por las arameas, inclusive en el texto sagrado del rollo de la Torá. Así que hoy en día estamos leyendo hebreo con letras arameas, o judaicas, de la misma manera como estamos leyendo español con letras latinas.]

Volviendo a la distribución de las doce piedras, diremos que, además del nombre de la tribu, las piedras llevaban el nombre de los Patriarcas, Abraham, Itzjak y Yaakov, así como las palabras Shivtei Yeshurún (las tribus de Dios), distribuidos de tal modo que en cada piedra había seis letras, lo que totalizaba todo el alfabeto, necesario para la combinación de los mensajes de los urim ve´tumim.

Las matriarcas estaban representadas en las cuatro filas.

El total de letras, 72, corresponde a las 72 letras que componen el nombre de Dios y que sostuvieron la creación durante la formación del mundo. Los urim ve´tumim eran pergaminos en los cuales Moshé había escrito las 72 letras del nombre oculto de Dios y que hacían que el pectoral se alumbrara para dar respuestas a través de las distintas combinaciones de letras, a las consultas o decisiones que afectaban a todo el pueblo de Israel o a un tribunal para la obtención de una sentencia definitiva.

Recordemos que las piedras estaban colocadas según el orden de nacimiento de los hijos de Yaacov.

La Sabiduría divina enseña que cada una de las tribus de Israel representa una sensibilidad o sentido particular del alma mesiánica:

  • Yehudá se asocia al habla,
  • Isacar al pensamiento,
  • Zebulún al movimiento,
  • Reubén a la vista,
  • Shimón a la audición,
  • Gad al trabajo,
  • Efraim a la sexualidad,
  • Menashé al olfato,
  • Benjamín al dormir y los sueños,
  • Dan a la ira justiciera,
  • Asher al comer y
  • Neftalí a la risa.

Cada tribu tiene su propio sentido o sensibilidad, donde encuentra gracia (jen). Justamente la palabra para pectoral, joshen (חושן) es en realidad una abreviatura de jush jen, que significa «un sentido de gracia«. Por supuesto, cada idea codifica una riqueza de información que debe ser elavorada en profundidad para ser apreciada. Es también importante recordar el principio de interinclusión, según el cual todos los sentidos tienen dentro de si una traza de todos los otros. No son mutuamente excluyentes, sino que más bien están conectados esencialmente y entramados con los otros, formando un sólo conjunto unificado.

Las piedras están colocadas sobre el pectoral de arriba abajo y de derecha a izquierda, según el orden del nacimiento. Había tres piedras en cada hilera habiendo un total de cuatro hileras. La siguiente es una lista de los nombres de las tribus (hijos) de Israel, el significado del nombre, la piedra y el color de la misma. (Nota: es difícil traducir algunas de las palabras antiguas por términos modernos. Por lo que es factible que encuentre usted diferentes listas de piedras, dependiendo de la traducción de la Biblia que use usted. Esta lista procede del «Temple Institute»). En las distintas fuentes y traducciones (Onkelos, Yerushalmi, Yonatán y otras) se le asignan diferentes identidades y colores a aquellas piedras del pectoral que figuran en las Escrituras y que en esta ocasión se hará mención a la utilización con mayor frecuencia.

  • Rubén significa hijo de y la piedra es el rubí (roja)
  • Shimon significa erudición y la piedra es el jade (verde)
  • Levi significa señorío y la piedra es la ágata (roja, blanca y con franjas negras)
  • Judá significa adoración y la piedra es el carbunclo (azul verdoso)
  • Isacar significa asociación y la piedra es lapis-lazuli (azul)
    Zabulón significa compañerismo y la piedra es el cuarzo de cristal (transparente)
  • Dan significa juicio y la piedra es la turquesa (azul)
  • Neftalí significa mano de obra, arte y la piedra es la amatista (púrpura)
  • Gad significa compañerismo y la piedra es la ágata (gris)
  • Aser significa comunión y la piedra es la aguamarina (Azul verdosa)
  • José significa liderazgo y la piedra es el onix (negra)
  • Benjamín significa herencia y la piedra es el ópalo (una piedra que posee todos los colores)

La composición del pectoral del Sumo Sacerdote muestra que sólo cuando cada tribu cumple su rol y realiza su contribución particular y necesaria a la nación en conjunto, el alma colectiva de Israel puede alcanzar la perfección y la consumación. Y sólo entonces la voluntad objetiva de Dios para la creación, representada por las letras brillantes del pectoral, se pondrá de manifiesto como un estado de gracia, paz y armonía dentro del pueblo de Israel y entre las naciones.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo del Eterno en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades de Israel. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad de Yashvéh, se revelaba como profecía en el pectoral.

El Corazón Pastoral de un Líder.

Un tzadik (justo) como Aharón percibe el sentido especial de cada persona. El Sumo Sacerdote (Kohen Gadol), en su corazón era sensible a los cambios sutiles que tienen lugar en cada tribu, así como aquellos que se producen en cada alma. Está lleno de amor y preocupación por todos. Él «ama la paz/integridad y persigue la paz/integridad«.

¿Qué significa el «Pectoral del Juicio«? Rashi dice que significa «expía la corrupción de la justicia«. Pues bien, este elemento de la vestimenta  representaba que el corazón de Aarón, y de todo Sumo Sacerdote, infunde a todos el amor mutuo, hasta que todos se perdonan mutuamente de todo corazón si han adquirido o hecho algo injustamente. De esta manera todo queda expiado.

Aharón es todo corazón. Su nombre en hebreo אהרן es igual a ocho veces lev (לב), que significa corazón. Este número está relacionado a las ocho vestiduras del Sumo Sacerdote. En guematráa, joshen es igual a Mashiaj (משיח), lo que revela que el Mashíaj siente a toda la nación de Israel dentro de su corazón, tal como está escrito en el libro del profeta Ishaiahu:

«Él seguramente carga nuestros padecimiento». 

(Isaías 23:4)

Este es el secreto del liderazgo del Mesías. Esta es la clave de Su diseño de Corazón Pastoral. En el cuarto evangelio, el apóstol Juan nos presenta a Yeshúa como el Pastor que conoce a sus ovejas por su nombre:

«A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama por nombre, y las saca.»

(Juan 10:3)

Los nombres de la tribus en el pectoral representan también los nombres de los auténticos creyentes, que están escritos en el corazón de Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Los nombres están grabados en la piedra y no pueden ser borrados, de la misma manera que nosotros tampoco podemos perder la vida eterna una vez que hemos depositado nuestra fe y confianza en Él.

«Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.»

(Juan 10:28)

Por último, es interesante notar que las piedras con los nombres de los hijos de Israel están más lejos del corazón que el Urim y el Tumim. Esto nos revela que la voluntad del Eterno siempre debe ser más importante para un sacerdote que los hombres. Por lo tanto, tiene la máxima prioridad, y es la cosa más cercana al corazón. Este es el resultado del Pacto Renovado, como está escrito en :

Porque por una ofrenda él ha hecho perfectos (tumim) para siempre a los que son santificados. Y también el Espíritu de santidad nos da testimonio; porque después de haber dicho: 

ESTE ES EL PACTO QUE HARÉ CON ELLOS DESPUÉS DE AQUELLOS DÍAS: PONDRÉ MIS LEYES EN SU CORAZÓN, Y EN SU MENTE LAS ESCRIBIRÉ (urim),

añade: 

Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES (tumim).

(Hebreos 10:14-17)

Cada vez que un líder mesiánico ora por los preciosos hermanos que están en su corazón, tiene el Urim y el Tumim como base, pidiendo que la voluntad del Eterno sea revelada y que las personas puedan cumplirla y llegar a ser perfectas, como está escrito por el apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses:

“Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros (todos los nombres en los hombros), por vuestra participación en las buenas nuevas desde el primer día hasta ahora, estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra (urim), la perfeccionará (tumim) hasta el día del Mesías Yeshúa. Es justo que yo sienta esto acerca de todos vosotros, porque os llevo en el corazón (el pectoral), pues tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación de las buenas nuevas, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.”

(Filipenses 1:3-7)

A los discípulos de Corinto les escribía:

“Y rogamos a Dios que no hagáis nada malo (urim)… 

Pues nos regocijamos cuando nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes; también oramos por esto: que vosotros seáis hechos perfectos (tumim).”

(2 Corintios 13: 7a, 9)

Así mismo a los creyentes de Colosas les escribía:

Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros (todos los nombres en los hombros) y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual (urim)para que andéis como es digno del Señor (tumim), agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios (urim); fortalecidos con todo poder (tumim) según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia (tumim), con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado (tumim) para compartir la herencia de los santos en luz (urim).”

(Colosenses 1:9-12)

“A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría (urim), a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en el Mesías (tumim).”

(Colosenses 1:28 )

Evidentemente estas dos aristas regían la pedagogía paulina:

“…porque en todo fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en todo conocimiento (urim)

… el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesús el Cristo (tumim).”

(1 Corintios 1:5, 8)

Así mismo Pablo da revela que para esto fueron dados como hombres-dones los cuatro ministerios del corazón pastoral:

“Y él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos (tumim) para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo del Mesías; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno (urim) del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías (tumim).

(Efesios 4:11-13 )

¡Que Glorioso es nuestro Abba! Nuestro Gran Sumo Sacerdote, Yeshúa HaMashiaj, nos guarda, nos ama, y nos guía, diariamente mientras se mueve en intercesión delante del Trono del Eterno.

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La Fisiología del Urim y el Tumim

Por P.A. David Nesher

 

 

“Y harás el pectoral de juicio, obra de hábil artífice; lo harás como la obra del efod: de oro, de lana azul, lana púrpura y lana escarlata y de lino trenzado lo harás.”

(Shemot/Éxodo 28:15)

 

Se desconoce la etimología y el significado exacto del término hebreo, traducido comúnmente por «pectoral«, siguiendo la antigua versión latina (pectorale) y teniendo en cuenta que se trata de un objeto colocado sobre el pecho del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote).

Leemos que los vv. 15, 29 y 30, lo califican de «pectoral de juicio«(Joshen Mishpat). Se trata de un juicio o procedimiento de tipo oracular que servía para juzgar.

Hay dos explicaciones por las que el pectoral es llamado “de juicio”. La primera, que se encuentra en el Talmud, dice que es llamado así porque hace expiación por la perversión de la justicia civil. La otra interpretación que es presentada por Rashí, dice que es llamado pectoral de juicio porque prueba las afirmaciones que hace por medio del Urim y Tumim, y sus promesas son verdaderas, (cf. Números 27:21). Cuando había duda con respecto a qué hacer en cuanto a asuntos importantes para la nación, se acudía al Sumo Sacerdote. Él se volteaba hacia la Shekiná (la presencia divina), y el que preguntaba se colocaba detrás y hacía su pregunta.

Este sistema oracular era uno de los dos métodos para resolver cuestiones de importancia para la comunidad, donde no es aceptable el error humano. La mayoría de tales decisiones eran hechas por el Sanedrín, un consejo compuesto de setenta  de los sabios más grandes de la generación. Cada sabio se distinguía por haber alcanzado tal grado superior de conocimiento de la Torah, que incluso sus respuestas instintivas a las preguntas y las experiencias de la vida eran consistentes con las verdades de la Torah. Aun así, los prejuicios personales eran minimizados más todavía con el requerimiento de que se reglamente según el voto de la mayoría. Pero para ciertos interrogantes tales como ir a la guerra o no, se buscaba el consejo divino por medio este «pectoral».

En el pectoral estaban todas las letras del alefato (alfabeto hebreo). Las letras se alumbraban milagrosamente para formar la respuesta deseada. De este modo el pectoral aclaraba sus afirmaciones y fue llamado por eso, “pectoral de juicio”. Rashí enseña que la palabra hebrea para “juicio” (mishpat) usada en este sentido tiene tres significados:

  • Las palabras alegadas por los litigantes.
  • El veredicto, la sentencia.
  • La ejecución del castigo, capital, por azotes o monetario.

Por eso, según Rashí, en este caso mishpat significa “confirmar una afirmación”.

El Urim y el Tumim eran dos inscripciones del Nombre Divino. Cuando Moshé estaba en el cielo estudiando la Torah, Yahvéh le reveló el secreto de cómo hacer el Urim y el Tumim. Sólo Moshé, a quien el secreto le fuera revelado, podía hacerlos y ponerlos en el pliegue del pectoral. Por lo tanto, en ningún lugar está escrito que nadie haya contribuido en hacer el Urim y Tumim, o que se diera alguna instrucción a los trabajadores sobre como hacerlos.

En el idioma hebreo, Urim (אוּרִים),  plural de ur, significa “llamas”, «luces«,  y Tumim (תּוּמִים), plural de tum, significa “cumplimientos”, “perfecciones”, «sin culpa» o «Integridad«.  En consecuencia, Urim y Tumim se ha traducido tradicionalmente como las luces y perfecciones de la Voluntad divina. Sin embargo, aunque el significado aparente de las palabras es plural, el contexto sugiere que se trata de un pluralis intensivus (palabras en singular que son pluralizadas para realzar su majestad). Las formas singulares (ur y tum) han sido conectadas por antiguos eruditos con los términos babilónicos urtu y tamitu, que significan oráculo e instrucción, respectivamente. Muchos eruditos sostienen que אוּרִים (Urim) deriva simplemente del término hebreo אּרּרִים (Arrím), que significa condenado, de modo que Urim y Tumim significaría culpable o sin culpa, en referencia al juicio divino respecto de un acusado. En otras palabras que Urim y Tumim responderían a la pregunta de ¿inocente o culpable?. Todos los estudiosos del tema dan por sentado que se trataba de un instrumento diseñado para tomar decisiones en base a una pregunta concreta, susceptible de ser respondida por sí o por no (similar a una moneda que cae de cara o cruz).

Son la única forma de consulta que esta detalladamente escrita en la Torah y el  Tanak (Antiguo Testamento). Con ellos no se incurría en equivocación de utilizar la percepción para fines de adivinación, ego, lucro, falsedad, idolatría o vanidad. De este modo el Eterno evitó que incurriesen en pecado de superstición yendo a consultar a los oráculos gentílicos de los pueblos vecinos. Conforme a esto, el rey Salomón afirmará:

«La suerte se echa en el regazo, mas de Yahvéh viene toda decisión.»

(Proverbios 16: 33 – BLA)

El Urim y el Tumim eran utilizados por el Sumo Sacerdote, y tenemos dos ejemplos en los que se acudió a este sistema de oráculos: Josué al repartir las tierras, y el rey David para decidir adecuadamente. La confianza en estos medios únicos de revelación (Nm. 27:21; Dt. 33:8) parece haber cesado después del reinado de David, Aunque se dio un intento de reavivar la práctica durante el periodo post-exílico, en el siglo quinto a. EC. (Véase Esdras 2:63; Nehemías 7: 65).

El Talmud dice:

“¿Por qué fueron llamados “Urim y Tumim”? “Urim” porque hicieron que sus palabras se iluminaran y “Tumim” porque cumplieron sus palabras.”

Por esto en el Talmud, a la expresión el Urim y el Tumim se interpreta como “Revelación y Verdad”. Con estas dos gemas semipreciosas que forman parte viva de la Tierra, Yahvéh permitía utilizar una herramienta de la tierra como las piedras para evaluar cómo está la vibración, la energía, o las expectativas de cualquier cosa.

Según Rashí, Urim ve-Tumim es el nombre de un pergamino en el que estaba escrito el Nombre del Eterno. Ese pergamino fue puesto dentro de los pliegues del pectoral y causaba que las letras se iluminaran y se perfeccionaran cuando daba una respuesta divina.

El Urim y el Tumim se deberán colocar sobre el corazón de Aharón, cuando este delante de Dios, y discernirá para los hijos de Israel sobre su corazón ante Dios (Éxodo 28: 29-30). Así pues, cuando se traía un interrogante ante el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), él meditaba en el Santo Nombre del Urim. Esto provocaba que las letras sobre las piedras del pectoral se iluminaran o resaltaran. Estas letras formaban la respuesta a la pregunta. Sin embargo, dado que no estaban especialmente ordenadas, nuevamente el Kohen Gadol  tenía que meditar en el Santo Nombre del Tumim y entonces se le daba Ruaj Hakodesh (inspiración Divina) un nivel de profecía menor que aquel llamado “nevua” para ordenar las letras apropiadamente y transmitir la respuesta correcta.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo de Yahvéh en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades del pueblo hebreo. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad del Eterno, se revelaba como profecía en el pectoral.

Esto significa que el Urim y el Tumim representan la revelación de la voluntad del eterno. Urim – luces – es la revelación de su voluntad. Tumim – perfecciones – es el cumplimiento de su voluntad. En el ministerio de Malki-Tsedek Urim y el Tumim están dentro del corazón del sacerdote. Su único deseo es que se haga la voluntad del Eterno. Tiene una oración constante: “Señor, revélame tu voluntad y ayúdame a cumplirla perfectamente”.

Por último, vale agregar un dato interesante. El Urim y el Tumim deben haber sido pequeños objetos de metal o piedras inscritos con símbolos, posiblemente las 22 letras del alfabeto hebreo, en base al hecho de que la primera letra del Urim (Alef) y la primera letra del Tumim (Tav) son las primera y la última letra del alfabeto, respectivamente. Esto se refiere a la unificación del Mundo de Arriba (los Cielos) y el Mundo de Abajo (la Tierra) tanto en sus manifestaciones espirituales como físicas (alma y cuerpo). Esto nos lleva a merecer Ruaj HaKodesh (Espíritu de Santificación) y profecía.

En el mal llamado Nuevo Testamento, uno de los títulos que se le da al Mesías Yeshúa es «el Alfa y la Omega«, mala traducción de «Aleph y Tav» (את).

 

 

Por lo tanto, este sistema oracular de justicia tipificaba el perfecto obrar sacerdotal de Yeshúa, tal como lo anunciara el profeta Isaías:

«El se deleitará en el temor del Señor,
Y no juzgará por lo que vean Sus ojos,
Ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos;
Sino que juzgará al pobre con justicia,
Y fallará con equidad por los afligidos de la tierra.
Herirá la tierra con la vara de Su boca,
Y con el soplo de Sus labios matará al impío.
La justicia será ceñidor de Sus lomos,
Y la fidelidad ceñidor de Su cintura.»

(Isaías 11: 3-5)

Este nivel mesiánico se logra por medio de las siete capacidades que da el Ruaj HaKodesh (Espíritu de Santificación) del Eterno (cf. Isaías 11: 1-2). Con esta cosmovisión, explican los apóstoles a las primeras comunidades de discípulos que para que un redimido pueda acceder a cumplir su objetivo en la vida, debe tener constantemente sobre su corazón, “pectoral de juicio”, debiendo analizar diariamente su senda. Pero el “juicio” solo no es suficiente, sino que hace falta tanto el “Urim” , como el «Tumim«. Importante es saber que “Urim” proviene de la palabra “Or” que significa “Luz”, haciendo alusión a la Torah escrita en la mente y grabada en el corazón. Es decir que el verdadero o justo “juicio” es a través de la Torah, ya que sin ella no se sabe lo que está bien y lo que está mal (Juan 7:24). Y “Tumim” es una palabra que proviene “Tam” que significa «simple«. Es decir que el verdadero “juicio” es cuando la persona posee “Torah” y  desde ella adquiere“simpleza” en su corazón, que permite la manifestación de la mansedumbre y la humildad. Esto es al fin y al cabo el objetivo final de la Gran Vocación que Yeshúa nos hace:

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»

(Mateo 11: 28-30)

Sólo hay Buen Futuro, si existe Arrepentimiento y Amor

Por P.A. David Nesher

 

“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.”

(Mateo 6:14-15)

 

Nuestro Maestro y Mesías Yeshúa dijo que si no perdonamos las ofensas que los demás nos han infligido, tampoco nuestras ofensas serán perdonadas.

Aunque esto es una consecuencia lógica de «la ley de la siembra y la cosecha», también es parte de la tradición ética del pensamiento hebreo que siempre ha sostenido que:

«Quien quiere «Olam Haba», se asegura primordialmente que a su «Teshuvah» no le falte «Ahavah»».

 

«Olam Habah» es la expresión hebrea para «el Mundo que ha de Venir» (también llamado «la vida eterna«).

«Teshuvah» es el hebreo para «arrepentimiento«.

«Ahavah» es la palabra hebreo para «amor«.

 

Este juego de palabras, significa que:

«Quien quiere entrar en la Vida Eterna (o Mundo Venidero),debe asegurarse de que a su «arrepentimiento», se fundamente y manifieste en el amor perfecto que practica el perdón compasivo.»

Debemos perdonar a otros hombres sus ofensas, de lo contrario el Padre no nos perdonará las nuestras. Siempre tengamos en cuenta que nuestro corazón deber ser un Templo donde sólo reine Yahvéh. Él es el amor perfecto, como dice el apóstol Juan en su primera epístola, y como tal aborrece el odio y el temor. Este trabajo cotidiano garantiza un Reposo maravilloso en ese Reino Milenial del que Yeshúa quiere que formemos parte.