Paternidad

Un anciano de 96 años acusado de exceso de velocidad conmueve al Juez.

Su nombre es Víctor Coella, y tiene 96 años. El pasado 31 de julio tuvo que sentarse, con movimientos lentos, un bastón en la mano y mirada preocupada, frente al juez Frank Caprio, en un tribunal de la ciudad estadounidense de Providence. Pesaba sobre el anciano la acusación de haber manejado con exceso de velocidad en una zona próxima a una escuela.

El particular juicio se grabó para el programa televisivo Caught in Providence,y el diálogo entre el acusado y quien debía sentenciarlo se convirtió en un video que rebotó y se multiplicó por las redes sociales. Las razones esgrimidas por el anciano y la humanidad del juez conmovieron a los usuarios de las redes, en algunos casos, hasta llegar a las lágrimas.

La escena comienza con el anciano que llega y se sienta en el banquillo de los acusados. El juez, que ronda los 60 años, lo saluda cortésmente y le lee los cargos: «Señor Coella, se lo acusa de exceder el límite de velocidad en una zona escolar».

El resto del relato te invito a mirarlo en el siguiente video:



«Acérquense y Escuchen a vuestro Padre» (dijo Jacob)

Por P.A. David Nesher

«Llamó Jacob a sus hijos y dijo:
—Acercaos y os declararé lo que ha de aconteceros en los días venideros. Acercaos y oíd hijos de Jacob;escuchad a vuestro padre Israel.»

(Bereshit/Génesis 49: 1-2)

Todas las palabras comprendidas entre los versículos 1 a 27 de este capítulo 40 de Bereshit (Génesis) son conocidas como «la bendición de Yaakov a los hijos de Israel«. Más tarde, Moshé (el escritor del Sefer Bereshit) dará el mismo estilo profético-mesiánico de bendición antes de su muerte (Deut. 33). Por ello, es que él escribe este pasaje a fin de que los benei Israel (Hijos de Israel) comprendan por qué y para qué él está bendiciéndolos.

Así pues, vemos como Yaakov, en lo que es su último y más significativo acto como patriarca y como heredero de Avraham y de Itzjak, bendijo uno por uno a sus doce hijos.

No obstante, en las palabras de Yaakov encontramos no solamente bendiciones sino también amonestaciones, reprimendas y vaticinios de futuro.
En la bitácora anterior, les comenté que leyendo el Midrash encontré que los sabios sostienen que “la intención del patriarca Yaakov en los últimos momentos de su vida había sido revelar a sus hijos el fin de todo el sistema babilónico. Empero se apartó de él la Divinidad (el espíritu de la Profecía) y continuó diciendo otras cosas” (Bereshit Rabbáh).

Lo primero que notamos al leer este capítulo es  que el orden de los hijos como él les profetiza no es el mismo que se encuentra en el capítulo 29 vers. 31 al cap. 30 vers. 25, o el cap. 35 vss. 16 al18 excepto, para los cuatro primeros.

Yaakov se dirige a sus hijos en este orden: Comienza con los seis hijos de Leah: Rubén, Shimeón, Leví, Yehudáh, Zebulón e Isajar (si bien Zebulón aparece antes que Isajar cuando correspondería lo contrario). 

Luego trata con el hijo de Bilháh, Dan, y luego con los dos hijos de Zilpáh, Gad y Aser, Luego con el otro hijo de Bilháh, Neftalí.

Después culminará tratando con los hijos de Raquel (Rajel), Yosef y Benjamín. Efraín y Manasés estaban también en ese momento junto al lecho de muerte de Yaakov. Así como la bendición de los hijos se convirtió en la bendición del padre, la profecía del padre se convirtió en la profecía de los hijos. Por lo tanto, Efraín y Manasés fueron profetizados, como podría decirse, a través de José.

El estilo idiomático de esta bendición es poético, arcaico y, con cierta frecuencia, poco claro. No fue una conversación común.

Cualquier cosa que un hombre diga en su lecho de muerte es importante porque generalmente, si alguna vez dice la verdad, lo dice en su lecho de muerte. Yaakov habló poéticamente y con gran imaginación. Sus expresiones sugieren que él estaba hablando en el Espíritu. Estaba en pleno uso de sus facultades, aunque estaba cerca de morir.

Como estaba hablando en lenguaje poético, los hijos no podían dejar de reconocer la importancia de las palabras de su padre.

Casi instintivamente, ellos al entrar en la habitación, se reunieron agrupados por subfamilia, en una posición circular alrededor de la cama. El resultado neto fue que catorce hijos se reunieron alrededor del lecho de muerte de su padre Israel. A medida que los oscuros ojos de Yaakov los reconocieron gradualmente, procedió a hablar a uno por vez, alrededor del círculo concéntrico del ahava (amor) de Yaakov.

Por eso conviene considerar aquí lo que el sabio intérprete Abarbanel dice refiriéndose a este pasaje:

“En cuanto a la intención de las palabras de Yaakov y las bendiciones, me inclino a pensar que Yaakov, en su lecho de muerte quiso aclarar de cuál de sus hijos surgirá la tribu que reinará y gobernará en su descendencia. Ya que él había visto y había vislumbrado, por el espíritu de profecía, que su descendencia iba a ser prolífica y, por lo tanto, quiso orientar acerca de la conducción de las tribus, para que no hubieren luchas ni disensiones entre sus hijos.
Por ello él calará profundamente en cada uno de sus hijos, de acuerdo a su naturaleza y carácter, buscando a quién corresponderá el reino o la conducción; ya que la naturaleza de los descendientes de sus hijos tenderá a parecerse a la de sus progenitores. Es por ello que Yaakov, en sus palabras, a veces hablará de las cualidades y caracteres de sus hijos y a veces vaticinará el futuro de su descendencia.
Ello no implicará, a veces, ni bendición ni reprimenda ni vaticinio de futuro ni lo que ocurrirá en la tierra de su asentamiento, sino que hablará de la cualidad de sus hijos para el reino y la conducción”.

Por último, veremos que el autor del libro de Crónicas sintetiza las palabras de Yaakov en lo referente a la conducción de las tribus de Israel con estas palabras:

“Y los hijos de Reuvén primogénito de Israel; ya que él era el primogénito. Empero al profanar el lecho de su padre le fue dada la primogenitura a los hijos de Yosef, hijos de Israel…»
(1 Crónicas 5:1)

El rabí Itzjak Aramáh entiende que en el versículo 1 de capítulo 49 se revela que la intención de Yaakov había sido develar el fin de los tiempos pero como “la profecía se apartó de Yaakov” él les hablará de otras cosas y por ello retorna y dice:

¡Congregaos y escuchad…!

“…y escuchad a Israel, vuestro padre.” Este fue un lugar de madurez espiritual, dándose cuenta de lo que tanto el Eterno lo hizo (Israel) y tenía que luchar contra (Jacob). Más tarde la Torah les pedirá la fe en el Eterno casi con las mismas palabras: “Shemah Israel” (— «Escucha Israel«).

Si bien esto es un paralelo estilístico frecuente en la poesía bíblica, Abarbanel descubre alguna insinuación cuando dice: “Escuchad a Yaakov porque es vuestro padre y porque es Israel, el que ha contendido ante Elohim y con los hombres.”

Es muy interesante notar como Yaakov habla en tercera persona (él cambiará a primera persona en el versículo siguiente cuando se dirige individualmente a un hijo). El patriarca se refiere a sí mismo como Yaakov y como tu padre Israel, y aparece como el sabio padre de Proverbios que aconseja a sus hijos a escuchar su instrucción:

«Escuchad, hijos, la instrucción de un padre, Y estad atentos para adquirir entendimiento, y no os apartéis de los dichos de mi boca: porque los que guardan mis caminos son bienaventurados.»
(Proverbios 4:1; 5:7b y 8:32b).

Abarbanel, considerando esta frase (… «congregaos y escuchad«) explica lo siguiente:

“También al decir congregaos, él está insinuando que ningún hijo quedará excluido de las bendiciones que él les otorgará, cosa que no ocurrió ni con los hijos de Abraham ni con los hijos de Itzjak, donde hubo exclusiones.”

En conclusión, y considerando todo lo que hasta aquí hemos hablado, en ese momento, previo a su muerte física, Yaakov llegó a entender proféticamente que el proceso de selección mesiánica ya había terminado. Yahvéh, nuestro Dios, no iba a elegir a uno de sus hijos y rechazar a otros. Por el contrario, a partir de ese momento, y por medio de esta bendición, todos iban a formar parte de la nación que el Eterno estaba formando para traer bendición a todas las familias de la Tierra, tal como lo había prometido a Avraham e Itzjak (Gen. 12:1-3; Gen. 26:3-4).

Yahvéh había reiterado las bendiciones de Avraham a Yaakov (Génesis 28:10-15) diciendo que los descendientes de Yaakov serían tan numerosos como “el polvo de la tierra” y ellos se esparcirían finalmente hasta las cuatro esquinas del mundo desde la región de la Tierra Prometida. Por esta razón, el nombre de Yakoov fue cambiado más tarde a “Israel” (Génesis 32:28), y él tuvo 12 hijos que llegaron a ser las “12 tribus de Israel”.

En las bendiciones registradas en Génesis 49, vemos que Israel dio profecías para cada una de las tribus designadas con los nombres de sus 12 hijos. Los 12 hijos de Israel son (en español): Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín.

La tribu más reconocida por los lectores modernos es Judá. Los descendientes de Judá han sido llamados por mucho tiempo “judíos”. No obstante, Judá es tan sólo uno de los hijos de Israel. La gran mayoría de los descendientes de Israel vinieron de los otros hijos que no fueron llamados judíos. A estos se los debe llamar con el genérico de israelitas.

En el relato de la Historia Universal podemos notar, mediante muchas evidencias científicas, que las 12 tribus de Israel finalmente se convirtieron en grandes naciones e imperios tal como Yahvéh lo había predicho. Identificar estas naciones en la actualidad nos ayuda a entender lo que ocurrirá antes del regreso del Mesías.

Muchas son las personas que piensan erróneamente que, desde el establecimiento de la «Iglesia del Nuevo Testamento», las identidades de estos pueblos ya no tienen ningún propósito. Ellos creen lo que sus líderes religiosos les enseñan mediante los dogmas de la dibólica «Teología del Reemplazo».
Sin embargo, la verdad de todo es que Yahvéh tiene muchos planes más para las personas que han descendido de las 12 tribus de Israel después de que el Mesías regrese. Para mayo información les invito a continuar su investigación a través de lo diferentes artículos que en este Blog proclaman la pura Verdad de la Historia de la Salvación.

Jacob y el “Fin de los Tiempos”

Por P.A. David Nesher

Vayikra Ya’akov el-banav vayomer he’asefu ve’agidah lajem et asher-yikra etjem be’ajarit hayamim.

«Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Reuníos, y os anunciaré lo que os acontecerá en los días postreros.»
(Bereshit/Génesis 49:1) 

En la aliyáh (ascensión) de hoy estudiaremos un capítulo muy interesante, porque la acción transcurre junto al lecho de muerte del anciano Yaakov, nuestro padre (avinu). Como recordarán, en el capítulo anterior lo vimos ya postrado por la enfermedad y consideramos el momento en que cobró fuerzas, se sentó en la cama y bendijo a los dos hijos mayores de José (Yoséf).

El exégeta Abarbanel, refiriéndote al contexto de todo este relato, comenta lo siguiente:
Después de concluir con la bendición a los hijos de Yosef, en un ambiente de cercanía e intimidad, llama al resto de sus hijos y les bendice también, para no fomentar en ellos, celos o envidias..

Así y en este tramo de nuestra peregrinación de fe por las aliyot (ascensiones) de la parasháh Vayejí,  llegamos a una expresión importante. Encontramos que hay ciertas expresiones que las Sagradas Escrituras usan una y otra vez. Una de esas expresiones es «los últimos días«. 

La expresión hebrea ajarit-hayamim, en verdad debe traducirse literalmente como «al final de los días«. Esta frase merece ser explicada en su debido contexto, ya que cuando aparece en los libros proféticos hace referencia a Lemot HaMashíaj (traducido como “los días del Mesías”). Por ejemplo, en el rollo de Yeshayah (Isaías) cap. 2 vers. 2 y en el profeta Yejezkel (Ezequiel) cap. 38 vers. 16. Por eso, el Rambán interpreta que este pasuk (versículo 1)  relata a Yaakov haciendo referencia a la llegada de Mashiaj. El sabio Onkelos en el Targurn traduce ajarit-hayamim como “en el final de los días”.

Por causa de este matiz profético debemos entender que Yaakov dará mucho más que una bendición patriarcal estándar. Más bien, será una profecía que prefigurará el desarrollo de las doce tribus de Israel y los ambientes en los que vivirán cuando se instalen en la tierra de Canaán. Desde esta bendición Moshé continuará trazando la historia profética de Israel al enumerar el futuro de las doce tribus en el capítulo 33 del Sefer Devarim (Libro de Deuteronomio).

Nos encontramos aquí con la primera profecía conscientemente hablada por el hombre en las Sagradas Escrituras. Había muchas profecías anunciadas por el Eterno como es el caso del Proto-Evangelio (donde está anunciada la promesa del triunfo de la simiente de la mujer en Génesis 3:15), y otras profecías veladas por los hombres, pero esta es la primera profecía proveniente de boca humana conocida en la Tanak.

Yaakov avinu entonces está hablando de los últimos días de la nación de Israel y de lo que sucederá a sus doce hijos y a las doce tribus que vendrán de ellos, hasta que se manifieste el Mesías (o el Cristo), el propósito eterno de Dios para los hombres.

El sabio intérprete Rabí Itshak Arama entiende que, el propósito de Yaakov avinu al pronunciar las palabras de esta bendición fue el de hablarles del «fin de los tiempos», interpretado en la cosmovisión hebrea como «el fin de todos los exilios«. Por eso, las tradiciones interpretativas judías dicen que Yaakov estaba a punto de bendecir a sus hijos dispuesto a decirles en detalles el “gran secreto sobre el fin del tiempo”. Pero en ese momento, la gloria de Dios (la Shekináh), la Profecía de lo Alto (Apoc. 19:10), lo visitó y se fue rápido de él porque no era adecuado hacerlo en ese instante. 

La Shekinah se apartó de Yaakov porque él quería revelar a sus hijos cómo y cuándo llegaría el Mashiaj, otorgándole minuciosamente los detalles de su venida. Él poseía todo el conocimiento del gran misterio de los siglos, pero no estaba en la Intención de Yahvéh darlas a conocer aún, por lo tanto Yaakov no podía decirle a sus hijos nada detallado. Con ansias, los hijos esperaban tal revelación, pero en un inesperado giro, Yaakov calla estos asuntos y les empieza a recitar bendiciones con una escatología encriptada. Sin embargo, en las pautas del libro «Birkat Yaakov» («Bendiciones de Yaakov«), se encontrarán mensajes proféticos que habrán de revelar el futuro de cada tribu, algunas serán cumplidas hasta el momento de la aparición del Mashiaj.

El sabio Rashí interpreta, basado en el Talmud, que Yaakov quiso revelarles el final de los tiempos, pero en ese momento el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) se retiró de él, y comenzó a decir otras cosas.

Leyendo la Midrash [Etz Yosef] encontré la siguiente enseñanza:

Yaakov quiso revelar a sus hijos el momento de la llegada del Mesías. Supo que se mantendrían fieles a HaShem aun cuando supieran que el tiempo de la redención fuera lejano. Sin embargo, el Todopoderoso decidió que la fecha de la redención debía mantenerse en secreto de los hijos de Yaakov a causa de las generaciones futuras que no serían tan grandiosas como los hijos de Yaakov. Las generaciones futuras desesperarían en el exilio si supieran que el momento destinado estuviera tan lejano.”

Muchos hablan del hecho de que ciertas profecías concernientes a la nación de Israel se han cumplido, eso es verdad. Pero podemos reducir aún más, dividiendo a Israel en doce partes y reconociendo que el Eterno ha tenido algo que decir acerca de cada hijo y tribu. No sólo se han cumplido Sus profecías acerca de la nación, sino que también se han cumplido las profecías concernientes a cada tribu. Eso es lo que lo hace más sorprendente.

Lo cierto de todo esto es que la bendición de Yaakov no consistía en desear buenas cosas para los hijos. De aquí aprendemos que la bendición, según la cosmovisión hebrea, no está basada en pronunciar “buenos deseos”, sino en hacer una apreciación profética. Para ello, el padre que bendice se fundamenta en la apreciación del carácter de cada hijo, según lo discierne con sus ojos espirituales.

En otras palabras, en la cosmovisión celestial la “bendición paterna” son palabras proféticas que reflejan lo que el padre ha aprendido a convivir supervisando con ojos espirituales a sus hijos, y visualizando así qué clase de generaciones crearán ellos desde sus lomos.

Por eso, lo curioso de la bendición final de Yaakov es que sus palabras no sólo iban dirigidas a sus hijos, sino que estaban proyectadas también a su descendencia después de ellos hasta el final de la Historia de la Salvación.

En el capítulo que tenemos ante nosotros veremos las profecías de lo que sucederá en cada tribu en los últimos días. Mientras que algunas de ellas ya se han cumplido, la mayoría de ellas esperan un cumplimiento escatológico final. Pero como el desarrollo de estas bendiciones demanda un buen espacio, los invito a ir a la siguiente bitácora.

Herencia para los Hijos

El rabino Meir era un escriba distinguido; de hecho, un escriba fenomenal. Por medio de su duro trabajo, ganaba tres sela a la semana. Un sela lo gastaba en comida y bebida; otro sela lo gastaba en vestimenta, y el tercero lo utilizaba para proveer sustento a los discípulos de los sabios (estudiantes de la Torah).

Enterados de esto, sus discípulos le dijeron:

Nuestro maestro, ¿que acontecerá con tus hijos que no tendrán nada para heredar?»

El les contesto:

_ «Si son justos, les acontecerá lo escrito por David- ‘No he visto justo desamparado, ni su descendencia mendigando pan’ (Salmo 37:25). Pero si no [son justos], ¿por que habría de dejar lo mio a los enemigos de aquel que esta en todas partes?»

Plegaria hebrea por los hijos.

Tú eres el Eterno nuestro Dios, antes de haber creado el universo,

y Tú eres nuestro Dios desde que creaste el universo,

y eternamente Tú eres el Poder único.

Tú creaste tu mundo a fin de dar a conocer Tu divinidad por medio de Tu santa Torah, como afirmaron nuestros sabios, de bendita memoria:

Bereshit, por el principio, por la Torah y por Israel (fue creado el universo)”.

Pues ellos son Tu pueblo y Tu heredad que Tú escogiste entre las demás naciones,

y les entregaste Tu santa Torá y los acercaste a Tu gran Nombre.
Y para preservar el mundo y preservar la Torá Tú nos trasmitiste dos mandamientos que escribiste en Tu Torá.

Uno es “fructifíquense y multiplíquense” (Bereshit 1:22),

y el otro “enseñarán (las palabras de Torah) sus hijos” (Debarim – Deuteronomio 11:19).

Y realmente el propósito de ambos es el mismo, ya que el mundo no fue creado para quedar desolado, sino para ser habitado,
y para Tu gloria lo creaste y perfeccionaste para que nosotros y nuestra descendencia, así como la descendencia de todo Tu pueblo Israel, conozcan Tu nombre y estudien Tu Torá.

Y por eso yo vengo ante Ti, Eterno, Rey de reyes, y presento mi súplica.

En Ti pongo mi deseo de que me concedas gracia y escuches mi oración,
enviándome hijos e hijas, y que ellos y la descendencia de ellos, también fructifiquen y se multipliquen hasta el fin de todas las generaciones,

a fin de que todos nos dediquemos a Tu santa Torá, para aprender, enseñar, guardar,
cumplir y mantener todas las palabras de estudio de Tu Torá con amor.
Ilumina nuestros ojos con Tu Torá y haz que nuestro corazón se apegue a Tus
preceptos, con el propósito de amar y temer Tu nombre.

Padre nuestro, Padre misericordioso, concédenos a todos nosotros una larga vida llena de bendición.

¿Quién es como Tú, Padre misericordioso, que con
piedad recuerdas a Tus criaturas para la vida?

Recuérdanos para una vida espiritual eterna, tal como oró nuestro padre Abraham:

Ojalá viva delante de Ti”, lo que explicaron nuestros sabios, de bendita memoria, en el sentido
en que viviera “con temor a Ti”.

Por ello es que he venido a pedir y suplicar ante Ti que para siempre mi
descendencia entera sea toda ella idónea. Que nunca se halle en mí o en mi
descendencia entera ningún defecto, invalidación o impureza, sino que tenga
paz, verdad, bondad y rectitud ante los ojos de Dios y de los hombres. Que
todos mis descendientes sean estudiosos de la Torá, sabios en las Escrituras,
sabios y cumplidores de los preceptos, generosos y hacedores de bien, y altruistas.

Que te sirvan con amor y temor sincero y profundo, y no con temor superficial.

Otorga a cada uno de ellos lo suficiente para su manutención con honor,

concédeles salud y energía, buena presencia y hermosura, gracia y encanto,

y que entre ellos haya amor, hermandad y paz.

Y a cada uno de ellos preséntale su pareja idónea, progenie de eruditos en la Torá y hombres justos,
y que sus parejas sean iguales a ellos en todo lo que he rezado por ellos,

ya que una misma remembranza vale para todos.

Tú eres el Eterno, que conoce todos los misterios y delante de Ti están revelados los secretos de mi corazón.

Tú sabes que en todo esto mi intención es en aras de Tu Nombre grandioso y santo, así como en aras de Tu santa Torah.

Por tanto, oh Eterno, respóndeme gracias al mérito de nuestros ancestros, Abraham, Yizjak y Yaakob, y salva a sus descendientes por ellos,
para que las ramas sean iguales a las raíces, y también por Tu siervo David,
que es el cuarto pilar del carruaje celestial, y el poeta imbuido de inspiración
profética.

Canto de ascensiones

Venturoso es todo aquel que teme al Eterno, aquel que
anda en Sus caminos.

Cuando comas del esfuerzo de tus manos, venturoso eres y te irá bien.

Tu mujer será como una vid fructífera en los aposentos de tu casa.

Tus hijos serán como vástagos de olivos alrededor de tu mesa.

He aquí que así será bendecido el varón que teme al Eterno.

El Eterno te bendecirá desde Siónn, y verás lo bueno de Yerushalaim todos los días de tu vida.

Y verás a los hijos de tus hijos; paz para Israel.

Por favor, oh Eterno, que escuchas la oración, que en nosotros se cumpla el pasuk (versículo) que dice:

Y en cuanto a Mí, he aquí Mi pacto con ellos, dijo el Eterno:
Mi espíritu que está sobre ti y Mi palabra que he puesto en tu boca, no se
apartarán de tu boca ni de la boca de tu descendencia, ni de la boca de la
progenie de tu descendencia, afirmó el Eterno, desde ahora y para siempre
(Yeshayahu – Isaía 59:21).

Que la expresión de mi boca y la meditación de mi  corazón sean aceptables delante de Ti, Dios, mi fuerza y mi salvación”.

 

Los 10 Pasos para convertir un Niño en un Delincuente (Decálogo para Padres de Emilio Calatayud)

Todo el sistema de cosas reptiliano a confabulado a través de sus ciencias sociales contra el verdadero rol educativo de los padres. Hoy, la autoridad no es apreciada como un valor inherente en la misión de la paternidad. Por el contrario, la función de establecer normas y poner límites a sido desechada por tantos padres que el denominador común en la mayoría de los hogares occidentales es la presencia de hijos rebeldes y contumaces.

Encontré en mis archivos un «Decálogo para Padres» escrito por Emilio Calatayud, juez de menores en Granada (España). En este documento el especialista ha pautado los diez puntos que en su experiencia ha captado son los que conducen a un niño a convertirse en un joven que genera problemas a la sociedad.

Se ha hecho bastante popular probablemente porque todos conocemos a niños que parecen estar educados con estos criterios y seguro que muchos padres, aunque no lo reconozcan, se han sentido identificados con alguno de los comportamientos que se describen en el.
Me ha parecido muy oportuno compartírselos a fin de que reflexionando en este material logren practicar una paternidad con responsabilidad y estilo celestial.

1. Denle todo cuanto desee, así crecerá convencido de que el mundo entero le debe todo.

2. Celebren a carcajadas todas sus groserías, tonterías y salidas de tono: así crecerá convencido de que es muy gracioso y no entenderá cuando en el colegio le llamen la atención por los mismos hechos.

3. Recojan todo lo que vaya dejando tirado: así crecerá pensando que todo el mundo está a su servicio; su madre la primera.

4. Nunca le digan que lo que hace está mal: podría adquirir complejos de culpabilidad y vivir frustrado. Primero creerá que le tienen manía y más tarde se convencerá de que la culpa es de la sociedad.

5. Que todos sus deseos estén satisfechos al instante: comer, beber, divertirse,…¡De otro modo podría acabar siendo un frustrado!

6. Dejenlo ver y leer todo: limpiad con detergente, que desinfecta, la vajilla en la que come, pero dejad que su espíritu se recree con cualquier porquería. Pronto dejará de tener criterio recto.

7. Padre y madre, discutan delante de él, así se irá acostumbrando. Y cuando la familia esté ya destrozada lo encontrará de lo más normal, no se dará ni cuenta.

8. Denle todo el dinero que quiera: así crecerá pensando que para disponer de dinero no hace falta trabajar, basta con pedir.

9. No le deis ninguna formación espiritual: ¡ya la escogerá él cuando sea mayor!

10. Denle siempre la razón: son los profesores, la gente, las leyes… Quienes la tienen tomada con él.

Las 8 características que indican que tu hijo está malcriado

Criar y educar a un niño es probablemente uno de los mayores desafíos a los que nos podemos enfrentar. Nos equivocaremos muchas veces, pero el primer paso para aprender y rectificar es darnos cuenta de que no lo estamos haciendo bien. El segundo paso será detectar qué es lo que hacemos mal.

Aquí tienes 8 señales que indican que tu hijo está malcriado por causa de haberte adormecido en tu misión paterna:

  1. No ayuda en casa. A ningún niño le gusta limpiar, pero una vez que han pasado los primeros años de vida, debería estar dispuesto a ayudar con tareas pequeñas, como recogiendo sus juguetes y guardando sus zapatos.
  2. Los berrinches son frecuentes. Las rabietas, tanto en público como en casa, son la señal más segura de que un niño está mimado.
  3. Te avergüenza de forma frecuente en público. Que tu hijo se equivoque de vez en cuando es normal, pero la situación va más allá de un hecho aislado cuando te avergüenza a propósito en público para llamar la atención.
  4. Tienes que rogarle. Los padres o tutores son figuras de autoridad y los niños deberían obedecer cuando realizan una solicitud. Como padres no tendríamos que rogar a nuestros hijos para que terminen de realizar una tarea.
  5. Tienes que sobornarlo. No deberíamos tener que sobornar a nuestros hijos con dinero, golosinas o juguetes para que hagan las tareas diarias.
  6. Nunca está satisfecho con nada. Los niños consentidos a menudo no pueden expresar su satisfacción con lo que tienen. Si ven a alguien más con algo, ellos van a querer eso en lugar de lo que ya tienen.
  7. Intenta controlar a los adultos. Los niños mimados no diferencian entre sus iguales y los adultos, y esperan de ambos que les escuchen en todo momento.
  8. Te ignora. A ningún niño le gusta escuchar la palabra “no”, pero no debería ignorarte cuando hablas con él.No juega solo. Sobre los 4 años, un niño debe poder y estar dispuesto a jugar por su cuenta durante un tiempo. Que necesite a un padre o un compañero de juegos para jugar demuestra su necesidad de atención.

¿Qué aconseja el Eterno Dios para evitar que tu hijo llegue a este antidiseño de vida?

«Corrige a tu hijo en tanto que hay esperanza«; ( Proverbios 19:18)     

«La vara y la reprensión dan sabiduría, pero el niño consentido avergüenza a su madre». (Proverbios 29:15)

«La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él«. (Pr. 22:15)

«No rehúses corregir al muchacho; Porque si lo castigas con vara, no morirá. Lo castigarás con vara, Y librarás su alma del Seol«. (Pr. 23:13-14)

«La vara y la corrección dan sabiduría; más el muchacho consentido avergonzará a su madre«. (Pr. 29:15)

Como padre usted tiene toda la responsabilidad de educar a sus hijos , Dios le ha llamado a ser autoridad en la vida de ellos. Por tanto tiene la autoridad de actuar como representante de Dios sobre sus vidas. Mi consejo para usted es que siempre que corrija a su hijo hágalo con vara, no con las manos, pues su mano no la ven con autoridad, sin embargo a una vara le temen más que a su mano, pueden verlo en la reacción de ellos cuando les dice que van a buscar la correa por ejemplo, además no es bueno que con la mano que lo acaricia también lo discipline. La Biblia nos enseña que se debe corregir con vara.

El Amor es el eje central de la disciplina

Tenga siempre en cuenta que corrige a su hijo porque le ama, por lo tanto debe hacerlo siempre con amor por sobre todas las cosas, si está muy enojado espere unos momentos a que se le pase el enojo antes de corregirlo porque de lo contrario lo hará con ira y el mensaje que le enviara es otro, el niño lo verá como una descarga de su enojo y no como una disciplina porque lo ama. Recuerde siempre explicarle al niño antes de castigarle el motivo de su corrección.

Un buen termómetro para saber si nuestra disciplina esta surtiendo el efecto correcto, es pedirles después de corregirlo que le de un abrazo, si lo hace y no se niega has ganado la batalla, porque el niño entendió que lo sigues amando aunque lo disciplines.

Ellos dan un Ejemplo del Poder Protector de la Paternidad

 Recuerda que tu Padre Celestial ha prometido:
«Nunca te dejaré».
 (Josué 1:5- Heb. 13:5)
La promesa que está aquí es para nosotros, jamás estaremos solos, Dios está con nosotros. Si Dios está prometiendo algo para nuestras vidas, déjame decirte que solamente hace falta tomar esas promesas. Si me siento solo en una situación de mi vida, es porque tal vez estoy poniendo más tención a esa situación antes que a Dios. Si confío que Dios es el que me ha prometido estar conmigo, lo más seguro es que yo pase esa situación pero de la mano del Señor.

ELLOS NOS DAN UN EJEMPLO DE CÓMO SER EXCELENTE PADRE

Posted by Dj Zant on Sábado, 5 de septiembre de 2015

Los Hijos Deletrean Amor como T-I-E-M-P-O

Hay pequeños ojos que te observan, y lo hacen día y noche;
Hay pequeños oídos que pronto reciben cada palabra que expresas;
Hay pequeñas manos que anhelan ansiosamente hacer todo lo que haces.
Y un pequeño niño que sueña con el día cuando llegue a ser como tú.
Tú eres el ídolo del pequeño, eres el más sabio entre los sabios.
Y de ti nunca se levantan sospechas en su pequeña mente.
Devotamente cree en ti, y cree todo lo que dices y haces.
Y cuando crezca como tú, dirá y hará las cosas igual que tú.
Hay un pequeñín de ojos atentos que siempre cree que tienes la razón.
Y sus oídos están siempre atentos, y día y noche te observa.
Y en todo lo que cada día haces, dejas el ejemplo.
Al pequeño niño que espera un día crecer, y ser igual que tú.
Los hijos creen en sus padres y desean ser igual a ellos, son las personas más importantes en sus vidas. Por el resto de sus vidas recordarán el ejemplo que les hayan dado. Disfruten el tiempo que pasan junto a sus hijos y nietos. Es uno de los más grandes regalos que puedan obsequiarles.

«Bendígate Yahvéh… todos los días de tu vida… y veas a los hijos de tus hijos».
(Salmo 128: 5-6)