Las Dos Varas

Yeshúa el Ungido como el Adam Postrero que Unirá a las 12 Tribus de Israel.

Mashíaj escondido en la parashá Nitzavim-Vayelej

…no pasarás este Yardén… Yehoshúa es el que pasará

(Devarim/Deuteronomio 31:2-3)

Ya hemos considerado en otras bitácoras que tanto Moshé como Yehoshúa (Josué) son sombras proféticas del Mesías, es decir que son tipos del arquetipo.

Por ende, al leer acerca de la muerte de Moshé y la sucesión de Yehoshúa, debemos abrir nuestro entendimiento aceptando que son una figura de la muerte y resurrección del Mesías. Muy especialmente, discernir que dicha obra salvadora estaba enfocada en la unión de las dos casas de Israel.

Por eso, Moshé es también un cuadro del primer hombre y Yehoshúa del segundo hombre. El primer hombre murió y el segundo hombre recibió una vida indestructible. Esto apuntaba a que la Torah escrita dada por Moshé en el Monte Sinaí no lograría por sí sola su objetivo final de reparar el mundo hasta que ella se hiciera carne en el corazón humano para mostrar su esplendor a través de esa mente en gobierno (mente mesiánica).

El apóstol Pablo, al escribir a los creyentes corintios les recordaba lo que ellos habían descubierto en sus disciplina de estudiar esta porción de la Torah:

Porque así como en Adam todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados…
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como es el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el celestial, así son también los que son celestiales. Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible.”
(1 Corintios 15:22, 47-50)

Los mismo hará cuando le enviara su epístola a los discípulos que residían en la Roma imperial:

Porque si hemos sido unidos a él en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección, sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue colgado en el madero con él, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. Y si hemos muerto con el Mesías, creemos que también viviremos con él, sabiendo que el Mesías, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre él. Porque en cuanto él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios. Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en el Mesías Yeshúa.”
(Romanos 6:5-11)

En este mismo capítulo leemos también:

Entonces llamó Moshé a Yehoshúa y le dijo en presencia de todo Israel:
Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que Yahvéh ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad.”
(31:7) 

Primeramente, entendamos que Yehoshúa, tiene el mismo nombre que Yeshúa de forma extendida. Moshé está diciéndole a su legado que él es el que introducirá las 12 tribus en la Tierra Prometida. Al revelara esto, la Torah está dejando establecida una tipología del trabajo que el Mesías Yeshúa realizaría después de vivir una vida de plena obediencia a la Torah: introducir todas las tribus de Israel en la tierra y en las promesas dadas a los padres.

En el libro del profeta Isaías está escrito el oráculo divino que revela las palabras del Eterno a Su Siervo Ungido:

dice Él:
Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Yaakov y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.
(Isaías 49:6)

Aquellos que hemos estudiado los Escritos Mesiánicos fielmente, hemos notado que desde que el Mesías Yeshúa nació en Beit Lejem (Belén), conforme al testimonio de las Escrituras, hasta el día de hoy, él ha estado trabajando en su misión de buscar y restaurar a las doce tribus.  

Muchísimos, y mi arriesgo a decir que quizás todos, de los que han nacido de nuevo espiritualmente entre los gentiles son descendientes físicos de las diez tribus perdidas de Israel. Es decir que, por medio del nuevo nacimiento, han abandonado la condición de muerte ontológica del primer Adam y han sido investido de la naturaleza celestial del segundo Adam. Así mismo, al nacer de nuevo en el Espíritu Santo, han obtenido el contacto espiritual con Israel, y en ese nivel esta profecía se ha cumplido en todo el mundo. Eso es estar con el Ungido en las regiones celestes (cf. Efesios 2:6)

Pero a su vez, necesitamos creer y aceptar que desde esa posición espiritual de los redimidos, en el nivel del mundo físico también habrá una restauración de las doce tribus. Cuando Yeshúa regrese, él revelará a cada uno a qué nación y tribu pertenece, y luego restaurará las doce tribus en la tierra fue que prometida a la descendencia física de Avraham para siempre. Esta será el cumplimiento físico de esta profecía.

Si nos fijamos bien, notaremos que las Sagradas Escrituras revelan que para entrar en la nueva Yerushalayim (Jerusalén), hay que pasar por una de las doce puertas. Cada puerta tiene uno de los nombres de las doce tribus de Israel. Esta es la evidencia profética que las doce tribus de Israel son puertas para poder entrar en la ciudad celestial:

Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Yerushalayim, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino. Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles; y en ellas había nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.”
(Revelación 21:10-13:)

Amado lector y lectora, es tiempo ya de doblegar tu alma ante esta gran Verdad: la única manera de entrar en la ciudad es pasar por una de las tribus de Israel rescatada en la Sangre del Cordero de Gloria: Yeshúa HaMashiaj.

«¡¡Nibiru se acerca!, ¡Todos los Judíos deben regresar a Israel ahora!!» (Grita un Rabino)

«Y haré maravillas en los cielos y en la sangre de la tierra y el fuego y las columnas de humo».

Joel 3: 3 (La Biblia de Israel ™)

Él se llama Yuval Ovadia, es un rabino con afición de cineasta que habla mucho acerca de Nibiru en cada una de sus posibles apariciones. Recientemente en un nuevo vídeo sobre el tema ha dicho que todos los judíos necesitan volver a casa ahora en Israel, según lo consignó el Breaking Israel News.

«Los volcanes están actuando en todo el Pacífico y dentro de los Estados Unidos«, señaló Ovadia. “Los tsunamis están sucediendo todo el tiempo. La NASA dice que nunca hubo una estrella como Nibiru, así que está claro que nunca podrá suceder en el futuro. La NASA dice que ven todo en el cielo y luego ‘¡Pop!’ un meteoro golpea en alguna parte«.

Otros rabinos como Ovadia aseguran que el Clima Extremo es una señal de la repentina aparición de Nibiru. Los rabinos cabalísticos afirman que Nibiru es real.

«Tan pronto como sea posible, si no antes«, dijo Ovadia. “Toda la naturaleza está diciendo que Nibiru está en camino. Todos, aquellos que aman a Israel, los que odian a Israel, todos están rogando a los judíos que regresen a casa. Durante cientos de años, Israel estuvo vacío y desolado. De repente, tenemos el Jardín del Edén aquí. Esto es todo porque el tiempo se acerca«.

Según Ovadia, “Dios no creó el mundo para que podamos divertirnos, viajar, entretenernos. Este no es su objetivo. El mundo fue creado para adorar a Hashem (Dios), para cumplir con todas las mitzvot (mandamientos) que nos fueron dados en el Monte Sinaí «.

Sin embargo, vivimos en un mundo cada vez más abrumado por el exceso material y la inmoralidad.

En un video recién publicado, doblado de su hebreo original al inglés, Ovadia afirma que la prueba final para la humanidad es si elegiremos materialismo o espiritualidad. Los que no pueden liberar el control que el materialismo tiene sobre ellos serán destruidos, según la profecía en Zacarías.

«Y acontecerá que en toda la tierra, dice YHVH, dos partes de allí serán cortadas y morirán; mas el tercero quedará en él
Zacarías 13: 8

Al comparar la posición moral del mundo actual con la forma en que se encontraban las cosas en el tiempo de Noé antes del diluvio, Ovadia afirma que el mundo actual está saturado de «inmodestia, inmoralidad, libertinaje, desagradables deseos». Nuestro mundo debe ser limpiado, pase lo que pase”.

Según Ovadia, el Talmud (el texto central del judaísmo de la ley y la tradición rabínicas) afirma que Dios causó el gran diluvio en el tiempo de Noé al mover una estrella. Siguiendo con la idea de que Dios controla la naturaleza, un segmento importante del video está dedicado a presentar lo que podría llamarse «El caso de Nibiru«.

Nibiru también es conocido como Planeta X, Planeta Nueve y/o Némesis. Se le ha llamado planeta, cometa, estrella, enana roja y segundo sol que acompaña a nuestro sol. Breaking Israel News ha informado ampliamente sobre advertencias rabínicas sobre la amenaza potencial representada por Nibiru.

Ovadia traduce extensos pasajes bíblicos, de los libros de Isaías, Joel y Zacarías y del Zohar (el texto central del judaísmo místico) que apoya la idea de que la tierra será arrojada al caos al final de los días.

Él lleva la evidencia de Nibiru un paso más allá, y lo llama la herramienta por la cual Dios limpiará el mundo de su actual nivel de degradación: “Entonces, este Planeta X fue enviado para preparar al mundo [para] el mundo de Mashiaj. Para limpiar el mundo de toda la impureza«.

En los minutos finales del video de 49 minutos, Ovadia informa a su audiencia que la fe en Dios es lo que separará a las personas que sobreviven de las que no lo hacen.

Ovadia explicó que cuando llegue Nibiru, Israel será el lugar más seguro del mundo. Señaló que el Talmud se refiere a Israel como el tabor (ombligo) de la creación.

Es más, los tres videntes autistas, tres niños a quienes consultan los rabinos de Israel afirmaron que Jerusalén será el sitio más seguro del Mundo cuando Nibiru se acerque.

Ovadía también notó que hubo un malentendido general acerca de Nibiru como una estrella asesina que destruirá el mundo.

«Eso no es cierto«, dijo Ovadia. “Será catastrófico pero no destruirá el mundo. Pasará entre la tierra y el sol. Su proximidad a la tierra provocará eventos masivos; Las mareas cambiarán, los impulsos electromagnéticos apagarán los sistemas eléctricos, los volcanes y los terremotos. Bloqueará el sol«.

Ovadia explicó que además de traer a los judíos a casa, Nibiru tiene un propósito global singular: guiar a las personas de todo el mundo a la oración. Pero, además enfatizó que es imposible y contraproducente predecir una fecha para la llegada de la estrella. Sin embargo, muchos rabinos de renombre han vaticinado varias fechas en las que no hemos tenido la supuesta manifestación del Planeta-Cometa.

¡Objeto de Violencia Son Sus Armas! (Simón y Leví)

Por P.A. David Nesher

Shim’on veLevi ajim kley 8amás mejeroteyhem. Besodam al-tavo nafshi bikehalam al-tejad kevodi ki ve’apam hargu ish uvirtsonam ikru-shor. Arur apam ki az ve’evratam ki kashatah ajalkem beYa’akov va’afitsem beYisra’el.

«Shimón y Leví son camaradas, instrumentos de violencia son sus armas.
¡En su maquinación no entre mi alma, ni te ligues, oh mi honor, con su congregación Pues en su saña mataron hombres y en su capricho pretendieron mutilar un toro.
¡Maldita sea su ira, porque es fuerte; y su furia, porque es cruel! Los dividiré en Yaakov y los esparciré en Israel.»

(Bereshit/Génesis 49_5-7)

Los dos hijos mayores siguientes fueron Shimón y Leví. Como siempre ellos, estaban de pie uno al lado del otro delante de Yaakov su padre. El nombre Shimón proviene de la palabra hebrea shemáh (o shamáh), que significa «escuchar«, «oír hasta obedecer«. Su nombre sugiere que Yaakov lo nombró como un hijo que escucharía a Yahvéh, y quizás lo más importante, para obedecer Su Palabra. Así que cuando recitamos cantando: «Shemáh Israel, YHVH Eloheinu, YHVH ejad» («Escucha Israel, YHVH nuestro Dios, YHVH es Uno«), significa que queremos escuchar y obedecer lo que YHVH nos ha dicho y mandado. En la mente hebrea, usted realmente no ha escuchado nada hasta que usted no actúa en consecuencia; las acciones hablan más que las palabras. Así que aquí tiene un hijo con el nombre Shemáh (o Shamáh) construyéndose a sí mismo de una manera egoica («A mi manera»). Él era quien debía escuchar a Yahvéh, pero francamente, con demasiada frecuencia Shimón actuaba como si estuviera sordo a Su Voz.

El nombre Leví significa «unido» o «conectado«. Como espíritus afines ellos se unieron «como carne y uña» desde que ellos eran jóvenes, «son camaradas» los describirá su padre. Ellos eran los hermanos más cercanos, y en este caso eso no era tan bueno. Así como Reuvén había mostrado inestabilidad y lujuria, estos dos hermanos habían mostrado traición y crueldad. Estas cabezas calientes habían deshonrado y puesto en peligro a toda la familia cuando ellos mataron a los hombres de Siquem para defender el honor de su hermana Dina (34:1-31). No hay nada más terrible en la vida que la traición, especialmente cuando, como en el caso de Shimón y Leví, está envuelto en honor, haciendo el mal en el nombre del bien.

Eran dos hermanos e hijos de Lea, pero también eran hermanos en la violencia y en el furor (49:5). Por eso, insisto en esto: Shimón y Leví contrariamente a Reuvén no han sido impulsivos, ellos conspiraron en tranquilidad y con tiempo contra los habitantes de Shejem (Siquem). Justamente la expresión “son camaradas” (v. 5) alude a la unidad de criterio que ambos tenían cuando mataron a la gente de Shejem y cuando acordaron vender a Yosef. Shimón fue probablemente el cabecilla cuando José fue vendido como esclavo. Por esto, cuando Yosef puso a prueba a sus hermanos, pensó que Shimón necesitaba la instrucción de un tiempo en la cárcel más que cualquiera de los otros hermanos y tomando de entre ellos a Shimón, lo ató ante sus ojos (42:24).

Shimón y Leví representan a las personas cuyo carácter es opuesto al de Reuvén, empero Yaakov condena su acción destructiva.

El verdadero problema de Shimón y Leví era su ira incontrolada (en su furor mataron a un hombre). Su ira incontrolada era pecado porque se basaba en la voluntad propia (en su propia voluntad incapacitaron un buey), que se convertía en enojo que generaba la cascada de la muerte: furor, odio, venganza y homicidio.

En cuanto a la palabra mejerotehem que se ha traducido como «armas» es un término no demasiado claro.
El sabio Onkelos traduce: «tierra de sus moradas«. El exégeta Ibn Hezra recoge también esta versión. Rashbam traduce como: “por su hermana”.
Abarbanel sugiere: “pensamientos”. Nuestra versión trata de entender a esta palabra de acuerdo a su contexto.

“…Y CON PLENA VOLUNTAD HAN DESGARRADO TOROS…”

Esto hace alusión al saqueo de la ciudad de Shejem por parte de los hijos de Yaakov si bien estos detalles no aparecen en el texto citado (Gén. 34).
Onkelos traduce la palabra Shor como si figurara Shur que quiere decir: muralla, haciendo alusión a la muralla de la ciudad de Shejem. Para el significado de la palabra Shur como muralla, veáse 2 Samuel 22:30.
Abarbanel recoge esa versión.

Rabí Itshak Arama sugiere, que Shor, que traducimos como toro, puede hacer referencia a Yosef, quien en la bendición que le dirige Moshé es comparado al Shor (Toro) por su fuerza y su poder.
De acuerdo a esta interpretación de Rabbí Itshak Arama, Yaakov está incriminando veladamente a Shimón y Leví por haber arrojado a Yosef a “la cisterna en el desierto”.

“…HABRÉ DE DIVIDIRLOS ENTRE YAAKOV Y DISPERSARLOS ENTRE ISRAEL”.

Shimón y Leví se habían unido para cometer sus crímenes en Siquem, y como castigo, ellos se dispersarían entre las tribus de Israel.

Yaakov profetizó: «Los dividiré entre Jacob, Y haré que se dispersen en Israel» (49:7), para nunca recibir sus propios territorios. Se les niega una de las principales bendiciones del pacto prometidas por Dios (15:18-20). Creciendo inseparablemente, ellos sacaron lo peor uno del otro. Así que, por su propio bien, ellos estarían separados.

En efecto la tribu de Leví estará diseminada por entre todas las tribus de Israel. Sus cuarenta y ocho ciudades estarán situadas en todo el territorio de Israel de Norte a Sur, y de Este a Oeste. (Véase números 35:2, 7)

Nótese que la función de los levitas como servidores en el Tabernáculo aparecerá, únicamente, después del episodio del becerro de oro.
En esa oportunidad la tribu de Leví se consagrará al aliarse con Moshé para destruir la idolatría del pueblo de Israel. (Véase Éxodo 33:26 y ss). Efectivamente los levitas se alinearon con Moshé por el pecado del becerro de oro en el monte Sinaí. Pero notemos que incluso entonces usaron sus armas como instrumentos de injusticia en el sacrificio de unos tres mil ese día.

Sin embargo, Yahvéh dirá que debido a su fidelidad en el incidente del becerro de oro, toda la tribu de Leví serán los sacerdotes de la nación y representante del Eterno ante Su pueblo y de Su pueblo ante el Eterno:

«Pero he tomado a los levitas en sustitución de todos los primogénitos entre los hijos de Israel. Y de entre los hijos de Israel he entregado a los levitas como dones para Aarón y sus hijos, para que sirvan en la obra de los hijos de Israel en la Tienda de Reunión, y hagan expiación a favor de los hijos de Israel, así no les sobrevendrá plaga a los hijos de Israel cuando se acerquen al Santuario.»
(Números 8:18-19)

Por lo tanto, vemos un ejemplo de la gracia maravillosa de Yahvéh en Leví. Si bien es cierto que sus descendientes fueron esparcidos por todo Israel, también es cierto que se convirtió en una bendición disfrazada porque ellos se convirtieron en una tribu de sacerdotes encabezados por Aharón, hermano de Moshé.

En el capítulo uno de Números (vv. 22-23) aprendemos que después de que los israelitas habían recibido la Torá en la base del monte Sinaí había 59.300 hombres de la tribu de Shimón mayores de veinte años. Pero varias décadas después nos enteramos de que los descendientes de Shimón se habían reducido a 22.200 hombres mayores de veinte años (Números 26:12-14). Hagamos bien las cuentas, y nos daremos cuenta que esta tribu estuvo siempre bajo juicios de la Guevuráh divina. Justo antes de este segundo censo, el pueblo comenzó a fornicar y a apegarse a las hijas de Moab y lo convencieron de ofrecer sacrificios a Baal Peor que conducían a la idolatría (Números 25:1-3). Como resultado, la Torah nos dice que 24.000 israelitas murieron en una plaga (Números 25:9). Los rabinos enseñan que estos eran todos de la tribu de Shimón.

Así Shimón y sus descendientes resultaron ser la más pequeña de todas las tribus y se omite de las bendiciones tribales de Moshé en Deuteronomio capítulo 33.

Después de la conquista de Canaán por Josué, los simeonitas se dispersaron, estableciéndose en la parte sur del territorio de Judá (Josué 19:1-9, Jueces 1:3).

Consecuentemente, ellos perdieron mucho de su propia identidad y poco se oyó sobre ellos después de los días del rey Asa. Así que Jacob dijo que debido al enojo de Simeón y Leví y la actitud de obstinación, eligiendo hacer lo que querían, estarían dispersos.

En última instancia, los levitas tuvieron un cambio de corazón y desarrollaron un celo por el Eterno, mientras que los simeonitas continuaron su pasión por la violencia y la crueldad. Así, los simeonitas comenzaron a declinar en la oscuridad mientras los levitas ascendían a la prominencia de la tribu sacerdotal, y ellos serían los custodios del Tabernáculo y el sacerdocio.

Ahora bien, y más allá de toda la historia de estos dos tzadikim y sus tribus, sabemos que en el futuro escatológico lejano tanto Shimón como Leví recibirán territorio en el reino mesiánico.

» Simeón, tendrá otra porción junto al límite de Benjamín, desde el lado oriental hasta el lado del mar.»
(Ezequiel 48:24)

No sólo eso, sino que el apóstol Juan fue llevado en espíritu a la cima de un monte grande y alto y le mostró la ciudad santa, Jerusalén descendiendo del cielo, de Dios, que tenía la gloria de Dios: su fulgor es semejante a una piedra preciosísima, como piedra jaspe, transparente como el cristal. Tiene un muro grande y alto, el cual tiene doce puertas, y sobre las puertas, doce ángeles, y unos nombres inscritos, que son de las doce tribus de los hijos de Israel (Apocalipsis 21:10-12). Estas son las mismas puertas que se ven en Ezequiel 48:31-34. De la parte del oriente tiene tres puertas, del norte, tres puertas, el sur, tres puertas, y del poniente, tres puertas (Apocalipsis 21:13).Y en el lado del sur, será la puerta de Simeón.

Interesante resulta notar y aceptar que ninguna puerta se llamará Mateo, o Marcos, Lucas o Juan. Pero habrá una puerta llamada Shimón (Ezequiel 48:33), y habrá una puerta llamada Leví (Ezequiel 48:31). Por toda la eternidad las doce tribus de Israel serán recordadas. Cuando las naciones gentiles entren en la Jerusalén milenial, pasarán a través de las puertas con los nombres de los hijos de Israel.

Ahora bien, una sola y triste conclusión surge de esta bendición: los pecados de nuestro pasado pueden volver y nos acechan. Incluso cuando se perdonan, nos pueden llevar a consecuencias que debemos enfrentar para toda la vida.

Pero también la gracia de Dios muestra que puede transformar a todo pecador, como usted y yo, en un reino de sacerdotes. Por ello, a todos los creyentes en el Mesías se los llama sacerdotes hoy.

«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro; sino con la sangre preciosa del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin defecto.»
(1 Pedro 1:18-19)

Entonces Pedro también nos dice:

«Vosotros también, como piedras vivas, estáis siendo edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús el Mesías.»
(1 Pedro 2:5).

¿De quiénes está hablando? ¡De los que hemos sido redimidos por la preciosa sangre de Yeshúa HaMashiaj! ¡Aleluya!

¿Bendiciones o Reproches?… ¿En qué quedamos Jacob?

Por P.A. David Nesher

«Llamó Jacob a sus hijos y dijo:
—Acercaos y os declararé lo que ha de aconteceros en los días venideros. Acercaos y oíd, hijos de Jacob;escuchad a vuestro padre Israel.»
(Bereshit/Génesis 49:1-2)

Al ir cerrándose el Sefer (Libro) de Bereshit con la parasháh (sección) Vayejí, nos encontramos con el patriarca Yaakov bendiciendo a sus hijos mientras yace en su lecho de muerte. Uno a uno los llama, y proféticamente les augura su camino futuro, a veces promisoriamente, otras, como consecuencia de sus errores.

Yaakov está convocando a cada uno de sus hijos para bendecirlos. Para autorizarlos como herederos de este mensaje. Para darles autonomía y a su vez, legado.

Aunque estos pasajes normalmente se conocen como las “Bendiciones de Yaakov”, notamos que sus primeras palabras no suenan para nada a bendiciones desde el concepto occidental que nuestras mentes manejan. De hecho, las primeras tres tribus sufren una dura reprimenda.

Desde un punto de vista más profundo, los intérpretes de la sabiduría mística de la Torah enseñan que hay dos niveles de bendición:

  • El nivel de las bendiciones normales. Son visibles: de ellas se habla abiertamente en público,
  • El nivel de las bendiciones especiales que deben permanecer ocultas. Se manifiestan encriptadas dentro de duras palabras de crítica constructiva y/o exhortación. Este tipo bendición emana de una fuente superior a la bendición revelada y abierta. La bendición está presente en las palabras de reprensión y sólo pueden disfrutarse si se sabe leer los versos correctamente.

Por eso, cuando el Todopoderoso afecta a un individuo con situación de aflicción, este lo debe aceptar con alegría y lleno del entendimiento de que, de hecho, dicha circunstancia negativa fue causada por la abundancia que emana de una fuente espiritual muy elevada, desde el mundo oculto que no puede ser revelado en nuestro mundo en forma de una bendición. Como tal, la aflicción es la expresión más profunda de la cercanía de Dios con nosotros; sujeto a esta cosmovisión de bendición, Job expresará: «Feliz es el hombre que Dios aflige.» (Job 5:17), y el profeta Jeremías asegurará: «Porque El no castiga por gusto, ni aflige a los hijos de los hombres.» (Lm. 3:33). Tanto es así esto que el salmista llegó a cantar:

«Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.»
(Salmo 119:71)

El salterio afirma:

«Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Yahvéh.»
(Salmos 34:19)

Note que, a pesar de que las aflicciones del justo sean muchas, él no sale perjudicado de ninguna de ellas, porque dentro de las mismas se esconde una bendición (una chispa de la Luz Infinita), que hay que saber sacar para que se convierta en un beneficio físico.

El Eterno quiere librarte de todas tus aflicciones, no importa que nombre tengan, que lindo es saber que Dios no te olvidará, sino que de TODAS ELLAS TE LIBRARÁ, revelándote las bendiciones ocultas en ellas.

Gad. Zabulón. Dan. Isacar.

Ahora bien, retomando el tema de nuestro padre (avinu) Yaakov, aceptaremos que la bendición y la maldición de los doce hijos reiteran el tema principal del libro de Bereshit. La humanidad perdió la bendición de Yahvéh por medio del pecado y la rebelión en el huerto del Edén, pero el Eterno restaurará Sus bendiciones a través de la Semilla de Abraham. Por eso, es que nuestro padre Yaakov dará en su oráculo una profecía histórica cercana y una profecía escatológica lejana para cada tribu.

Las futuras historias de las tribus son presentadas aquí como una consecuencia del carácter actual de cada hijo como Jacob profetiza. Y el carácter del hijo, en cierta medida, se convierte en el carácter de la tribu.

Podemos ver así como nuestro padre Yaakov elabora, inspirado por la Shekinah, un cántico profético organizado deliberadamente en dos partes:

  • primero, los oráculos negativos acerca de Rubén, Simeón y Leví en los versículos 3-7,
  • y segundo, los oráculos positivos sobre Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín en los versículos 8-27.

Por todo esto, y para que nuestra mente pueda expandirse en los parámetros virtuosos de la Compasión (Tiferet) divina que permite adquirir una disciplina (Guevuráh) por medio de las benevolencias ilimitadas (Jesed) de Yahvéh, los invito a visitar las distintas bitácoras escritas por cada tribu.

«…¡Hasta que venga Siloh!»… ¿Quién?

Por P.A. David Nesher

«El cetro no se apartará de Judá, hasta la venida de gobernante entre sus pies, hasta que venga Siloh, ya él mar da la obediencia de los pueblos «


(Bereshit/Génesis 49:10)

Debo confesarlo. Me requirió de mucho esfuerzo encontrar la respuesta. Claro, primeramente diré cuál fue la pregunta. La misma procedió de Lucas, un hijo apostólico de esos que siempre tienen algo bueno para consultar acerca de los códigos de la Torah. El planteo por Whatsapp, fue aparentemente fácil, y se expresó en dos preguntas:

«¿Qué significa Siloh?» y «¿A quién se refiere con dicho nombre?»

Prometí investigar, para luego contestar. No sabía que esa promesa me demandaría un trabajo que entiendo aún no ha quedado terminado. Sucede que dichas investigaciones aún no me han permitdo encontrar una interpretación completa del enorme significado escatológico que esconde la frase: “… hasta que venga Siloh”.

Lo primero que les aportaré es que la palabra Siloh aparece en la Tanak (Antiguo Testamento) 33 (treinta y tres) veces en dos formas diferentes. En Génesis 49:10 evidentemente se refiere a una persona humana; las otras 32 veces señalan a un lugar geográfico específico. Me refiero a una ciudad de Israel a unos 12 kilómetros al norte de Jerusalén en donde el Tabernáculo estuvo durante 400 años después que los israelitas entraron a la Tierra Prometida (Josué 18:1)

Los eruditos del hebreo torático de la Casa de Judá encuentran una serie de significados para la palabra hebrea Shilohque son desconocidas para la teología cristiana.

Algunos de dichos sabios ven en esta palabra la raíz shâlêv que significa «pacífico«’, y dicen que de esa raíz se puede derivar shâlva, que significaría algo así como «paz relajante». Entonces ellos concluyen que la expresión Siloh estaría describiendo el carácter y la misión del Mesías como el Príncipe de Paz.

Otro eruditos judíos sostienen que Siloh en su forma original era moshlô, que se traduce como «su gobernante» refiriéndose al Mesías como el Gobernante que Yahvéh colocará sobre las naciones de la Tierra.

El sabio Rashí [el principal exegeta del Tanak (AT) y del Talmud en la Edad Media, quien también tuvo un afecto particular por los Targumes], dice de Shiloh, que:

“Él es el Mesías-Rey y su (shelo) es poder soberano. Así entendió el asunto Onquelos. El Midrash lo explica con las palabras shai loh, ‘regalos para Él,’ porque el Salmo 76:11 dice: ‘Traigan ofrendas al Temible’.”
(Mikraoth Gedoloth)

De modo que el concepto de «el que ha de ser temido«, también vino a ser un apelativo para el Mesías.

Otros exégetas especialiestas dicen que Siloh significa “Aquel quien es” o «Aquel a quien Pertenece«. Pero sin tomar en cuenta de como se interprete esa palabra, la mayoría de los eruditos consideran que la frase “…hasta que venga Siloh” se refiere al Mesías llegando a Israel.

Esta interpretación mesiánica se refleja por ejemplo en el Targúm arameo de Onkelos donde la frase se vierte: “hasta que venga el Mesías a quien pertenece el reino…”

Similarmente, el Pseudo-Jonatán parafrasea el pasaje: “hasta el tiempo cuando venga el Rey Mesías…”

El Talmud también da apoyo a la interpretación de que Shiloh, en la boca de Yaakov, era una referencia al Mesías:

Rabí Yojanán enseñó que todo el mundo fue creado para el Mesías. ¿Cuál es su nombre? La Escuela de Siloh enseñó: Su nombre es Shiloh como está escrito (Gen. 49:10) “Hasta que venga Shiloh y a él se juntarán los pueblos.”
(Sanh. 98b)

La misma exégesis se sigue en los pasajes midráshicos. El Midrásh Rabá de Génesis declara lo siguiente:

“Se agazapa, asecha como un león‟ (Génesis 49:9. Algunos interpretan que significa: “Asecha‟, esto es, Él esperó desde Sedequías hasta el Rey Mesías.”

Midrásh Rabá Génesis 98:7 similarmente, el Midrásh Tanjumáh relaciona el pasaje con el Rey Mesías cuando declara:

“El cetro no se apartará.‟ Esto significa el trono real. …”El legislador de entre sus pies,‟…se refiere al tiempo cuando venga el Rey a quien le pertenece el Reino.”

El Yalkut relaciona la palabra Shiloh como una contracción de shai-ladonái, palabras que aparecen en el libro del profeta Isaías significando “regalo del Señor”. Éste logra el mismo resultado e interpreta el término Shiloh como relacionado con el Mesías:

“Hasta que venga Shilóh; Él es llamado por el nombre de Shilóh porque todas las naciones están destinadas a traerle obsequios a Israel y al rey Mesías, como está escrito: “En ese día se le traerá el regalo al Señor de los ejércitos.”
Yalkut 160

Regresando al concepto de que Siloh debe ser traducido «el que ha de ser temido«, a la luz de los salmos mesiánicos, debemos notar que en los evangelios se nos una y otra vez que los que escucharon a Yeshúa/Jesús tuvieron gran temor (Lucas 5:26, 7:16: 8:25 y 37).

Uno de los métodos de interpretación utilizados por sacerdotes y profetas, es la gematría. En ella el valor numérico de las letras de las palabras se cuentan y luego se comparan con otras palabras que tuvieran el mismo valor.
¿Qué descubrieron los sabios respecto a la idea de ‘Shiloh’ con la ayuda de su gematría?

El valor numérico de «que venga Shiloh» (yavô shilôh), es 358, que corresponde exactamente al de “Mashiaj (Mesías).

Venga Shiloh
” י ב א שׁ י ל ה ”
5 + 30 + 10 + 300 + 1 + 2 + 10 = 358

Mesías
מ שׁ ח ו
8 + 10 + 300 + 40 = 358

A su vez, el valor gemátrico de nahash («serpiente»), también es 358.

En términos de la Kabbalah (misticismo judío), esto significaba que “el Mesías había de aplastar la cabeza de la serpiente.”

Semejantes observaciones no tienen ninguna base científica, pero ilustran el entendimiento que los rabinos tenían de que el Mesías conquistaría la corrupción del pecado. Esta misma expectativa se refleja en la primera epístola del apóstol Juan:

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”
(1Juan 3:8)

Así analizado y pensado, nos damos cuenta que las razones para concluir que Shilóh es otro nombre para el Mesías son muchas. Pero lo más fuerte en esta afirmación es lo manifestado escrituralmente por el profeta Ezequiel que parece referirse a la profecía del “cetro” y al término Shiloh cuando profetiza:

“La voltearé, voltearé, voltearé, y no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho.”
(Ezequiel 21:27)

La expresión hebrea para “cuyo es el derecho” es asher-lo, que es básicamente la misma palabra usada en la profecía del cetro para Siloh. Como el asher-lo de Ezequiel parece ser una referencia al Mesías, es justo asignar una interpretación mesiánica al Shiloh de la profecía de Yaakov.

Desde la gobernación de malek (rey) David de Judá, el poder para gobernar (el bastón de comandante) y la soberanía real (el cetro) fueron posesión de la tribu de Judá. Así tenía que continuar hasta que viniera Siloh, lo que indicaba que el linaje real de Judá terminaría en Siloh como heredero permanente. De manera similar, antes de que se echara abajo el reino de Judá, Yahvéh le dijo al último rey de Judá, Sedequías, que la gobernación le sería dada a uno que tendría el derecho legal. (Eze 21:26, 27.) ¡Este sería Siloh!

Siloh se refiere a Yeshúa (Jesús), el verdadero gobernador y la autoridad. Sólo puede haber un Siloh que cumple el significado. Él vino como el gobernante eterno en la línea de Judá (Yehudáh). Si Él no ha cumplido la profecía, nunca habrá otra persona que pueda hacerlo.

Lo mejor es lo que se refiere a Siloh como un nombre propio de una persona. La capacidad de Judá (Yehudáh) para gobernar vendrá a un punto culminante en un gobernante tan competente, que Él será capaz de lograr el descanso perfecto y Él mismo será llamado, «el descanso» o «dador del descanso«. El Mesías es el portador del descanso. Él es el dador de la paz y el descanso. Por lo tanto, la soberanía del gobierno de Judá alcanza su punto más alto en el Mesías. (cf. Isaías 61:1-2; Lucas 4:16-21).

¿Quién es este dador del descanso?

La palabra Siloh podría derivarse también de la misma raíz que la palabra Salem o Shalom, que significa «descansar«. Las Escrituras son consistentes en su énfasis en el Príncipe de Paz que da Su descanso al pueblo de Israel (las 12 tribus). Él es el «Príncipe de Paz» (Isaías 9:6).

Así pues, hoy logramos captar, desde nuestra experiencia de fe, que el cumplimiento de la promesa a Yehudáh es cuando venga Siloh (Génesis 49:10 -12). Siloh es el hombre de descanso, el dador del descanso o «portador del descanso«.

Yeshúa (español Jesús) es el dador de la paz que hizo la reconciliación entre el Eterno y el hombre pecador por medio de Su muerte en la cruz del Gólgota (Calvario)

Nosotros lo sabemos y así también lo confesamos de acuerdo a nuestra experiencia de emunah (fe): ¡El Mesías es Yeshua!. Él es descendiente de Judá (Yehudáh), del linaje de David (Rev./Apoc. 5:5). Siloh significa: “el Dador de reposo y tranquilidad”.  El Mesías es el único que podrá traer paz verdadera y gobernará sobre toda la Tierra (Rom. 15:12).

La salvación en Yeshúa HaMashiaj (Jesús el Cristo) es el descanso perfecto de Yahvéh.

«Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia»
(Hebreos 4:9-11)

Él puede darnos su paz perfecta. Debido a que hemos sido «justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesús, el Cristo» (Romanos 5:1).

Así es, el Dador del descanso esta frente a cada persona herida hoy y le extiende Su Gran Llamado (o Vocación):

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga»
(Mateo 11:28-30).

Él da su perfecta paz: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27; 16:33; 20:19, 21, 26).

Los gobernantes de Israel descendieron a través de la línea de Yehudáh (Judá), por medio del rey David hasta Yoséf (José), el padre adoptivo de Yeshúa (Mateo 1:13-16). Esto pone a Yeshúa en la línea regia de David, a través de su hijo Salomón.

¡Él vino la primera vez como un humilde servidor-rey! Tal como lo expresó Yaakov en su oráculo mesiánico:

«Atando a la vid su pollino,
Y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido,
Y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, son más rojos que el vino,
Y sus dientes más blancos que la leche»

(Génesis 49:11-12).

Sin embargo, cuando venga por Segunda Vez, Él reinará como rey soberano del universo. Por lo tanto, la otra cara de esta gran bendición profética. Génesis 49:11-12 se refiere al juicio y la salvación en la Segunda Venida de Yeshúa HaMashiaj.

En ese gloriosos día, el Príncipe de paz reinará como Rey de Reyes por los siglos de los siglos (Apocalipsis 11:15; 5:5-14).

El profeta hebreo Ezequiel refiriéndose al Mesías, gritó:

» ¡A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel a quien corresponde el derecho, y yo se lo entregaré!»
(Ezequiel 21:27).


El apóstol Juan al escribir el libro de Revelaciones (Apocalipsis) ve al Señor resucitado y ascendido. Describe entonces a Yeshúa HaMashiaj como el «león de la tribu de Judá» (5:5) Uno de los ancianos en la visión de Juan del cielo, dijo:

«Entonces uno de los ancianos me dijo:
«No llores, porque el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos».»
(Apocalipsis 5:5)

El rey mesiánico soberano gobernará con el rugido de un león fuerte y poderoso.

Yeshúa nos ha liberado del antiguo «león rugiente«, el diablo, HaSatán, que anda alrededor buscando a quien devorar (1Ped. 5:8). Hoy Yeshúa es Rey de Reyes y Señor de Señores, y está conduciendo nuestros días a Su regreso.

Jacob y el “Fin de los Tiempos”

Por P.A. David Nesher

Vayikra Ya’akov el-banav vayomer he’asefu ve’agidah lajem et asher-yikra etjem be’ajarit hayamim.

«Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Reuníos, y os anunciaré lo que os acontecerá en los días postreros.»
(Bereshit/Génesis 49:1) 

En la aliyáh (ascensión) de hoy estudiaremos un capítulo muy interesante, porque la acción transcurre junto al lecho de muerte del anciano Yaakov, nuestro padre (avinu). Como recordarán, en el capítulo anterior lo vimos ya postrado por la enfermedad y consideramos el momento en que cobró fuerzas, se sentó en la cama y bendijo a los dos hijos mayores de José (Yoséf).

El exégeta Abarbanel, refiriéndote al contexto de todo este relato, comenta lo siguiente:
Después de concluir con la bendición a los hijos de Yosef, en un ambiente de cercanía e intimidad, llama al resto de sus hijos y les bendice también, para no fomentar en ellos, celos o envidias..

Así y en este tramo de nuestra peregrinación de fe por las aliyot (ascensiones) de la parasháh Vayejí,  llegamos a una expresión importante. Encontramos que hay ciertas expresiones que las Sagradas Escrituras usan una y otra vez. Una de esas expresiones es «los últimos días«. 

La expresión hebrea ajarit-hayamim, en verdad debe traducirse literalmente como «al final de los días«. Esta frase merece ser explicada en su debido contexto, ya que cuando aparece en los libros proféticos hace referencia a Lemot HaMashíaj (traducido como “los días del Mesías”). Por ejemplo, en el rollo de Yeshayah (Isaías) cap. 2 vers. 2 y en el profeta Yejezkel (Ezequiel) cap. 38 vers. 16. Por eso, el Rambán interpreta que este pasuk (versículo 1)  relata a Yaakov haciendo referencia a la llegada de Mashiaj. El sabio Onkelos en el Targurn traduce ajarit-hayamim como “en el final de los días”.

Por causa de este matiz profético debemos entender que Yaakov dará mucho más que una bendición patriarcal estándar. Más bien, será una profecía que prefigurará el desarrollo de las doce tribus de Israel y los ambientes en los que vivirán cuando se instalen en la tierra de Canaán. Desde esta bendición Moshé continuará trazando la historia profética de Israel al enumerar el futuro de las doce tribus en el capítulo 33 del Sefer Devarim (Libro de Deuteronomio).

Nos encontramos aquí con la primera profecía conscientemente hablada por el hombre en las Sagradas Escrituras. Había muchas profecías anunciadas por el Eterno como es el caso del Proto-Evangelio (donde está anunciada la promesa del triunfo de la simiente de la mujer en Génesis 3:15), y otras profecías veladas por los hombres, pero esta es la primera profecía proveniente de boca humana conocida en la Tanak.

Yaakov avinu entonces está hablando de los últimos días de la nación de Israel y de lo que sucederá a sus doce hijos y a las doce tribus que vendrán de ellos, hasta que se manifieste el Mesías (o el Cristo), el propósito eterno de Dios para los hombres.

El sabio intérprete Rabí Itshak Arama entiende que, el propósito de Yaakov avinu al pronunciar las palabras de esta bendición fue el de hablarles del «fin de los tiempos», interpretado en la cosmovisión hebrea como «el fin de todos los exilios«. Por eso, las tradiciones interpretativas judías dicen que Yaakov estaba a punto de bendecir a sus hijos dispuesto a decirles en detalles el “gran secreto sobre el fin del tiempo”. Pero en ese momento, la gloria de Dios (la Shekináh), la Profecía de lo Alto (Apoc. 19:10), lo visitó y se fue rápido de él porque no era adecuado hacerlo en ese instante. 

La Shekinah se apartó de Yaakov porque él quería revelar a sus hijos cómo y cuándo llegaría el Mashiaj, otorgándole minuciosamente los detalles de su venida. Él poseía todo el conocimiento del gran misterio de los siglos, pero no estaba en la Intención de Yahvéh darlas a conocer aún, por lo tanto Yaakov no podía decirle a sus hijos nada detallado. Con ansias, los hijos esperaban tal revelación, pero en un inesperado giro, Yaakov calla estos asuntos y les empieza a recitar bendiciones con una escatología encriptada. Sin embargo, en las pautas del libro «Birkat Yaakov» («Bendiciones de Yaakov«), se encontrarán mensajes proféticos que habrán de revelar el futuro de cada tribu, algunas serán cumplidas hasta el momento de la aparición del Mashiaj.

El sabio Rashí interpreta, basado en el Talmud, que Yaakov quiso revelarles el final de los tiempos, pero en ese momento el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) se retiró de él, y comenzó a decir otras cosas.

Leyendo la Midrash [Etz Yosef] encontré la siguiente enseñanza:

Yaakov quiso revelar a sus hijos el momento de la llegada del Mesías. Supo que se mantendrían fieles a HaShem aun cuando supieran que el tiempo de la redención fuera lejano. Sin embargo, el Todopoderoso decidió que la fecha de la redención debía mantenerse en secreto de los hijos de Yaakov a causa de las generaciones futuras que no serían tan grandiosas como los hijos de Yaakov. Las generaciones futuras desesperarían en el exilio si supieran que el momento destinado estuviera tan lejano.”

Muchos hablan del hecho de que ciertas profecías concernientes a la nación de Israel se han cumplido, eso es verdad. Pero podemos reducir aún más, dividiendo a Israel en doce partes y reconociendo que el Eterno ha tenido algo que decir acerca de cada hijo y tribu. No sólo se han cumplido Sus profecías acerca de la nación, sino que también se han cumplido las profecías concernientes a cada tribu. Eso es lo que lo hace más sorprendente.

Lo cierto de todo esto es que la bendición de Yaakov no consistía en desear buenas cosas para los hijos. De aquí aprendemos que la bendición, según la cosmovisión hebrea, no está basada en pronunciar “buenos deseos”, sino en hacer una apreciación profética. Para ello, el padre que bendice se fundamenta en la apreciación del carácter de cada hijo, según lo discierne con sus ojos espirituales.

En otras palabras, en la cosmovisión celestial la “bendición paterna” son palabras proféticas que reflejan lo que el padre ha aprendido a convivir supervisando con ojos espirituales a sus hijos, y visualizando así qué clase de generaciones crearán ellos desde sus lomos.

Por eso, lo curioso de la bendición final de Yaakov es que sus palabras no sólo iban dirigidas a sus hijos, sino que estaban proyectadas también a su descendencia después de ellos hasta el final de la Historia de la Salvación.

En el capítulo que tenemos ante nosotros veremos las profecías de lo que sucederá en cada tribu en los últimos días. Mientras que algunas de ellas ya se han cumplido, la mayoría de ellas esperan un cumplimiento escatológico final. Pero como el desarrollo de estas bendiciones demanda un buen espacio, los invito a ir a la siguiente bitácora.

«¿Quiénes Son Éstos?»… Efraín y Manasés

Por P.A. David Nesher

Ve’atah shney-vaneycha hanoladim lecha be’erets Mitsrayim ad-bo’i eleycha Mitsraymah li-hem Efrayim uMenasheh kiR’uven veShim’on yihyu-li.

«Ahora, tus dos hijos Efraim y Menashé, que nacieron en Egipto antes de que yo viniese hacia ti, a Egipto, serán considerados míos, tal como son míos Reuvén y Shimón.»

(Bereshit/Génesis 48:5) 

Después de recibir el juramento de Yosef que lo llevaría fuera de Egipto para enterrarlo con Abraham e Itzjak (Isaac), Yaakov continuó postrado en la cama mucho tiempo más.

Un día, cuando Yosef vino a visitarlo con sus dos hijos mayores, el Eterno inspiró a Yaakov a profetizar sobre ellos. Esto dio lugar a la adopción de Efrayim y Menashéh (Efraín y Manasés) por Yaakov como hijos propios, elevándolos así a la categoría de tribus de Israel junto a los otros hermanos de Yoséf, con derecho a adjudicación territorial en la Tierra Prometida.

Yahvéh le había dado a Yaakov la tierra Sagrada, por lo tanto, al ser considerado Yoséf como primogénito en lugar de Reuvén, le corresponde doble porción o dos regiones geográficas en Eretz Israel; una parte sería para Menashé y la otra para Efrayim.

Al considerar Yaakov a Efrayim y Menashéh, hijos de Yoséf, como Reuvén y Shimón; él les está otorgando el derecho de primogenitura, ya que, de acuerdo a las normas vigentes y que más tarde serán sancionadas por la misma Toráh, el primogénito recibía dos parte de la herencia paterna.
[Este comentario está basado en lo que relata el primer libro de Crónicas capítulo 5 vers. 1, donde leemos que la primogenitura de Reuvén fue dada a los hijos de Yosef, hijo de Israel.]

Yaakov le explicó a Yosef lo que acababa de hacer sobre sus hijos mayores de la siguiente manera: Efrayim y Menashéh pasaron a ser hijos mis hijos, por medio de esta adopción, tomando el lugar de herencia territorial de Rubén y Simeón, «en cambio, la descendencia que habrás engendrado después de ellos, serán tuyos, y en nombre de sus hermanos recibirán su heredad» (48:6). Esto se refiere a la distribución territorial de la tierra de promisión. Es decir, que si Yoséf tuviere todavía descendencia, después de Efrayim y Menashéh, ellos no participarían, directamente, de la distribución de la tierra, como estos dos últimos, pero sí, indirectamente, bajo el nombre de Yoséf; ya que Yoséf, a partir de ahora, estará dividido en Efrayim y Menashéh. Estos dos últimos, si bien eran nietos de Yaakov se ven elevados ahora a la categoría de tribus, por este evento de adopción que el patriarca realiza. Yaakov evidentemente, está motivado en esta situación por el fuerte amor que siempre había profesado por Yoséf y que ahora transfiere a sus dos hijos.

Entonces, y para entenderlo bien, Reuvén y Shimón, los dos hijos mayores de Yaakov y Leah, se encontraban en un sentido descalificados de la posición de estatus y liderazgo en la familia de Israel a causa de su pecado (Génesis 34:25, 35:22). Yaakov le dice a Yosef que el resto de los hijos que tuvo después de Erayim y Menashéh, heredarían de él, no de Yaakov. Estos otros hijos de Yosef no se mencionan en ninguna parte de las Sagradas Escrituras, pero sus descendientes están incluidos dentro de las familias de Efraín y Manasés (Números 26:28-37 y I Crónicas 7:14-29).

Esta adopción que hace Yaakov a Erayim y Menashéh permite explicar el por qué hay a menudo diferentes combinaciones de las 12 tribus en distintos lugares de las Sagradas Escrituras. A causa de esta adopción, en realidad hay 13 hijos de Israel. Nacieron los 12, pero José se dividió en dos tribus. Así que, como las tribus se enumeran a través de toda la Tanak (mal llamado Antiguo Testamento), que pueden hacer trucos y seguir siendo las 12 tribus. Esto genera más de 20 formas diferentes para enlistar las tribus en la Tanak.

“Entonces Yosef los hizo salir de las rodillas de Yaakov, y se inclinó con su rostro en tierra.” (48:12) 

Los dos hijos de Yosef, que tenían más de 25 años en ese momento, fueron introducidos entre las rodillas de Yaakov y luego retirados. Esto constituía un acto oficial de adopción, como si los dos hubieran salido directamente de entre sus lomos. Así llegaron a ser legalmente sus hijos, con plenos derechos dentro de Israel, al igual que Reuvén y Shimón. Este acto impactó tanto a Yosef, que se inclinó y adoró al Padre celestial.

Los versículos 9-12 muestran la adopción de estos hijos dentro de Israel y los versículos 13-22 hablan de la bendición que estos dos hijos recibieron por su padre.

¿Qué significado profético hay en que Manashéh y Efrayim se acerquen a su abuelo Yaakov?

Quiere decir que, gente de todas las naciones vendrán para unirse al pueblo de Israel; fundamentalmente la descendencia de Yoséf, es decir, gentiles que tienen ADN hebreo que están mezclados entre los goyim (gentiles paganos). Efrayim y Menashéh vendrán de entre todos los países, tribus, pueblos y lenguas para sumarse al pueblo de Israel a recibir la bendición de Yahvéh (Zac 8:22-23). Por ello, el profeta habla específicamente de “10 hombres de las naciones”, que es muy probablemente una alusión a la Casa de Israel del Norte, las diez tribus asimiladas.

Les solicito que abramos nuestras consciencias y entendamos que aquí se revela una cosa muy importante: Israel estaba enfermo y cerca de morir. Sus ojos físicos estaban oscuros, pero sus ojos espirituales estaban bien abiertos. Lo profético estaba tan activo en él, que podía ver los acontecimientos de los últimos días, que nosotros aún no hemos visto. El Eterno le estaba revelando toda la Historia de Salvación hasta los últimos días de la Era Mesiánica.

Reflexionemos en este profundo misterio escatológico. Durante más de veinte años Israel pensó que Yosef estaba muerto. Sin embargo, en ese tiempo nacieron los dos hijos Efrayim y Menashéh en el mundo gentil por una madre procedente de los gentiles que había abrazado la fe de Israel.

El nombre Yosef significa “añadirá” o “agregará”, y por medio de él se añadirían más hijos a Israel en el tiempo de su ceguera y de su enfermedad.

Es interesante notar que cuando Israel estaba a punto de adoptar a los hijos de Yosef como sus propios hijos, preguntó quiénes eran, para estar seguro de lo que estaba haciendo. Él quería evitar que pasara lo mismo que ocurrió cuando él engañó a su padre Itzjak y se llevó la bendición. Luego le pidió a Yosef que los acercara para que los pudiera bendecir.

Todas estas cosas tienen una proyección profética para los últimos tiempos. Recordemos que Yosef representa al Mesías, que la Casa de Judá ha considerado muerto durante dos mil años. Sin embargo, durante estos dos milenios han nacido muchos hijos primogénitos en el Mesías entre los gentiles. Mayormente están en el mundo cristiano y por eso aprendieron tanto la vida gentil como parte de la fe de Israel. En los últimos tiempos estos hijos, al igual que Efrayim y Menashéh, serán acercados a la fe de Israel, aprendiendo las raíces de la fe de Avraham, el hebreo. Los ojos de la Casa de Judá se abrirán proféticamente para que pueda ver estos hijos y adoptarlos como sus propios hijos para el mundo venidero.

La pregunta que hace Yaakov “¿Quiénes son estos?” aparece en dos lugares más de las Sagradas Escrituras (Isa. 49:18-22 y Rev. 7:13-14). En estos pasajes proféticos se habla de los hijos nuevos que serán añadidos a Israel en los últimos tiempos, y especialmente en la gran tribulación, cuando Israel estará enfermo y a punto de morir. Pero la venida de Yeshúa HaMashiaj, esta vez como Ben David (Hijo de David) le dará a la nación santa del Eterno nueva vida.

El interés por las raíces hebreas que en nuestros días se está manifestando en el sistema cristiano ha sido despertado por el Mesías Yeshúa. Él está en el cielo intercediendo por todos los hijos de Yahvéh en la tierra para que despierten de su letargo babilónico, e investiguen las raíces de la verdadera emunáh. Es un movimiento profético que terminará abriendo los corazones de los hijos primogénitos del Eterno para que abracen la fe de Abraham y dejen el cristianismo, atreviéndose a ascender al diseño de Su Monte Santo.

Esto último, no significa que tendrán que convertirse y hacerse judíos, sino que más bien que decidan adoptar un estilo de vida y una teología y hermenéutica (interpretación) que estén afín con Israel para que ya no sean piedras de tropiezo para los judíos.

Entendámoslo bien, en el Mesías hay lugar para los dos pueblos sin que el uno tenga que convertirse en el otro. El judío no puede dejar sus tradiciones para poder unirse con los hijos del Mesías de entre los gentiles (la Casa de Efrayím o Israel). Son los no-judíos que tendrán que cambiar sus costumbres babilónicas para poder vivir con los judíos y formar un solo pueblo, multifacético pero unido.

La escena de este pasaje escritural revela el movimiento tierno de nuestro Abba en los últimos días. Justamente simboliza que aquellos que hoy son obedientes a Mashiaj Ben Yosef serán llevados por él hasta las rodillas de Israel para que este los pueda besar y abrazar y adoptar como sus propios hijos. Sólo cuando los hijos de Ben Yosef estén dispuestos a acercarse completamente a Israel y ser besados y abrazados por él podrán recibir su gran bendición.

Los hijos de Ben Yosef  de nuestros días serán introducidos en Israel y restablecidos como hijos con pleno derecho de herencia dentro de Israel. 

Que el Eterno nos otorgue dones proféticos a fin de que nuestros ojos espirituales puedan discernir qué es lo que nos toca hacer como Ministerio en este movimiento profético de acercamiento entre las dos Casas.

¡Bendito sea el Eterno!

Bitácora Relacionada:

Yaakov vio al Mesías…, Cruzó sus Manos Adrede…, y la Historia Se Transformó….

“Judá se Acercó a José” (Parasháh Vayigash)

Por P.A. David Nesher

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yoséf] y le dijo:
“Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Parhó.»

(Bereshit/Génesis 44:18)

Sobre este pasuk (versículo), dicen los sabios del judaísmo que, al aproximarse a Yoséf, Yehudáh estaba dispuesto a todo, incluso a guerrear. Al igual que la sección «Miketz», esta lectura también está empapada del espíritu del Mashiaj y de la redención final del pueblo de Israel. Los invito a abrir vuestras mentes a fin de permitir al Espíritu del Eterno implantar en ella todos las segulot (energías mesiánicas) que nos permitirán cumplir con nuestra misión mesiánica: unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo.

¿Por qué se interpuso Yehudáh con tanta firmeza para interceder por Binyamín?

Las palabras del propio Yehudáh a Yoséf lo responden:

“…Porque tu servidor se constituyó en garante del muchacho…”.

Es decir, Yehudá había garantizado a su padre, Yaakov, que retornaría de Egipto, cueste lo que cueste, trayendo consigo a su hermano Binyamín. Al respecto, Itzjak Abarbanel comenta:

«…De acuerdo a la opinión de nuestros sabios, la intención de Yehudáh, con este discurso es poner en evidencia las falsas acusaciones que Yoséf ha armado contra él y sus hermanos. Sin embargo, yo pienso que, de acuerdo al sentido literal del texto, la intención ha sido despertar la misericordia de Yoséf, ofreciéndose Yehudáh como esclavo para que Binyamín quede libre, vuelva a su padre y no muera éste de pena y tristeza. Es para convencer a Yosef de la veracidad de sus argumentos que Yehudáh relata minuciosamente detalles acerca de la vida de su familia. Yehudáh cuenta con la benevolencia del Gobernador de la tierra, que ya había dicho: “A Elokim yo venero” y, por lo tanto, no podía endurecer su corazón ante la pena de un anciano ausente y en tierra lejana. Iehudáh se acerca e inicia una conversación privada, casi íntima….».

La defensa de Yehudáh se apoya en dos fuertes argumentos que, a la postre harán que Yoséf no resista más:

  1. Siendo consecuente con sus actitudes anteriores para con los hermanos, Yoséf no puede retener a Binyamín.
  2. Yehudáh no puede volver a casa de su padre sin Binyamín, el hijo menor. El estilo y las palabras empleadas por Yehudáh salen del corazón y llegan al corazón.

Como lo dije ya en un estudio anterior, en el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso es que vemos que un nudo dramático se forma aquí y un intenso debate surge entre dos grandes potencias.

Cuando en los Tehilim-Salmos (48:4) leemos: «Pues he aquí que los reyes se reunieron…”, es una alusión a Yehudáh y Yosef, que ambos fueron reyes y se juntaron en una disputa. Sigue diciendo El Zohar que la “proximidad” de los dos hermanos es un choque entre “dos mundos”, porque por un lado Yehudáh es un rey (es la tribu de los futuros reyes judíos), y Yosef HaTzadik en ese momento era el rey –ejecutivo- de Egipto. En medio de esta pelea se encuentra el menor de los doce hermanos, Binyamin. Ambos reyes lo disputan con todo su vigor.

Como lo dije en la bitácora anterior,  Yehudáh representa el “Mundo físico” y así mismo también simboliza al Brit Miláh (Pacto de Circuncisión), que no es simplemente una circuncisión o el corte de piel, sino el Pacto de la procreación biológica. En tanto que Yoséf representa el “Mundo de las visiones proféticas” (revelaciones). La expresión “Yehudáh se acercó a Yosef”, habla de dos mundos que colisionan pero que a la vez se unen; el “Mundo de Arriba” (que es Yoséf), con el “Mundo de Abajo” (Yehudáh).

Pero la motivación fundamental de Yehudáh estaba en su anciano padre, por lo que procuraba evitarle más tristezas de las que había ya sufrido; no quería que su padre muriera por el hecho de que Binyamín no volviera a casa. Cuando Rajel (Raquel) murió, fue Yoséf quien le dio consuelo a su padre. Después que Yoséf fue vendido, Yaakov aún tenía a Binyamín. Ahora sin Binyamín, sería como si los tres se fueran al mismo tiempo.

No obstante, la confrontación entre estos dos gigantes tuvo, en definitiva, resultados positivos. Pues lo que condiciona el establecimiento de relaciones armoniosas en el seno de la familia y de la sociedad es la unión del poder temporal representado por Yehudáh, fundador de la tribu real y, del poder espiritual representado por Yoséf Ha-Tzadik (José el Justo). En efecto, ninguna fuente de bendiciones es más generosa para los hombres que la que brota de la alianza entre la monarquía y los ideales religiosos.

ÓPTICA PROFÉTICA

“Yehudáh se acercó a Yoséf”, una expresión con profundos y múltiples códigos proféticos.

En relación al reencuentro de estos dos personajes, cabe precisar que, algo semejante ocurre en nuestros días: Yehudáh (pueblo judío moderno) se está “acercando” a Yoséf, está buscándolo, ya que se encuentra asimilado en “Egipto” (las naciones idólatras). En la actualidad podemos percatarnos que de poco en poquito, miembros de la Casa de Efrayím (descendiente de Yoséf), están volviendo a la unidad familiar y a sus raíces espirituales, tal como Yoséf volvió a sus costumbres hebreas al convivir nuevamente con su padre y hermanos.

La lucha que está desarrollándose aquí, solo cesará en los días de Mashiaj, como lo anuncia el profeta Ishayahu cuando evoca la venida del Redentor:

“…Entonces cesará el afán de rivalidad de Efrayím el representante de los descendientes de Yoséf y los odios de Yehudah desaparecerán; Efrayím dejará de envidiar a Yehudah y Yehudah dejará de ser enemigo de Efrayím
(Isaías 11: 13)

En efecto, si enfocamos los hechos desde una perspectiva histórica, observamos que la reconciliación entre los dos hermanos no sobrevivió al pasar el tiempo: cuando, tras la muerte del rey Shelomó, el reino de Israel se escondió en dos partes antagónicas, una se llamó Yehudáh y la otra Efrayím. En cuanto a Binyamín, permaneció siempre junto a Yehudáh, su gran protector, y nunca se alió con Efrayím y Menashéh, hijos de Yoséf, cosa que éste presintió dolorosamente desde el principio.

LA VARA DE YEHUDÁH Y LA VARA DE YOSEF SE VUELVEN UNA SOLA.

Cuando se consideran los acontecimientos de la historia de Yoséf que provocaron el “acercamiento” entre éste y sus hermanos, podemos comprender la naturaleza monumental de las expectativas del profeta Yejezkel (Ezequiel) para la restauración definitiva del pueblo judío.

El libro de El Zohar enseña que, el hecho de que Yoséf se manifestara ante sus hermanos, es una descripción del nuevo tiempo cuando HaKadosh Baruj Hu (El Santo Bendito Sea) levante a todo Israel del polvo de la tierra “resucitándolos”, para fusionarse Él directamente con ellos. Y así como en el palacio de Yoséf retiraron a todos los extraños a fin de que solo estuviesen los 12 hijos de Yaakov desahogándose juntos, tampoco habrá naciones idólatras cuando Yahvéh habite en medio de Sus doce tribus (dos Casas) de Israel.

Por este motivo el profeta enseña sobre la resurrección de los muertos mediante la ilustración de unos “huesos secos” (Ezequiel 37), pero específicamente la «Haftaráh Vayigash» (Yejezkel/Ezequiel 37:15-28), nos habla de “dos varas” (o palos); uno representa al reino de Yehudáh y el otro al reino de Yoséf (o Casa de Efrayim).

Esta hermosa Haftará del profeta Ezequiel trata de lo que sucederá en los tiempos del Mashíaj.

El profeta anteriormente había tenido una visión de ensayo de resurrección de muertos. Inmediatamente después empezó a profetizar lo que sucederá después de esa resurrección, cuando llegue el Mashíaj. Uno de los efectos fundamentales del Mashíaj es la Unión Total del Pueblo de Israel que por causa de su dispersión, se dividieron en muchísimos grupos con diferentes costumbres y leyes.

La relación de la Haftaráh con la Parasháh es evidente, ya que en esta parashá se menciona la unión de los hermanos con Yoséf. Probablemente también se explica en esta parasháh porque Binyamím se unió al reinado de Yehudáh; quizá por el hecho que Yehudáh entregó su vida por Binyamím, como lo vemos en esta Parashá Vayigash.

La fusión de los dos palos representa la unidad de los reinos que transpirarán durante la Era Mesiánica, con Mashiaj, un descendiente del rey David al frente de este imperio unificado. Hasta el día de hoy, la re-patriación de las tribus perdidas de Israel sigue siendo un componente del sueño de la redención final. “Que ocurra pronto y en nuestros días”; reza el pueblo judío. Yo a esta declaración digo ¡Amén!