tipología

La Akedah (Atadura) de Isaac y Su Conexión Mesiánica.

Publicado por Ben Burton

«¡La voz de mi amado!
He aquí que viene saltando sobre los montes,
saltando sobre las colinas».

(Cantar de los Cantares 2:8)

En la Parashá Vayerá (Génesis 18: 1–22: 24), leemos sobre el Akedah Yitzhak («la unión«, «la vinculación«, o «la atadura de Isaac«). Muchos Sabios aseguran que este puede ser el corazón mismo del mensaje de la Torah, ya que sus ecos reverberan a lo largo de la liturgia de Israel. 

El rabino portugués Abarbanel (1437-1508 CE) escribe:

En la Atadura de Isaac yace toda la gloria de Israel y su mérito ante su Padre Celestial. Y es por eso que impregna nuestras oraciones todos los días

R ‘Isaac ben Yehudah Abarbanel, citado en Chabad.org [1]

La Akedah (Vinculación) fue el plan de Yah desde el principio, ya que según los Sabios, el Carnero que tomó su lugar fue creado en el crepúsculo del primer sábado (Pesajim 54a).

El comentaristas Rashi dice:

והנה איל: מוכן היה לכך מששת ימי בראשית

«Había un carnero: para esto fue preparado desde los seis días de la Creación«.

Rashi sobre Génesis 22:13, citado en Chabad.org [2]

¿Cuál es el secreto de este misterioso Carnero, preparado desde la fundación del mundo para el sacrificio? ¿Qué nos enseña esto y cómo se relaciona con el plan de redención?

Nacimiento milagroso

Aunque el Carnero fue desde el principio, según la enseñanza del Midrash, Avram miró las estrellas y vio que él y Sarai no tendrían un hijo. Entonces el Eterno tomó la letra Hei de Su Santo Nombre y la añadió (la letra “Hei”) al nombre de Avram avinu, trascendiendo así el orden natural de la Creación. Para Avram no habría hijo, pero para Avraham lo habría. 

El nacimiento de Isaac fue un milagro increíble, una hazaña tan imposible que ni siquiera Sara lo creyó cuando lo escuchó. El libro de Génesis dice:

“Sarai era estéril. Ella no tuvo hijos».
Génesis 11:30

Con este milagro del nacimiento, un patrón emerge como la urdimbre y la trama de un hilo oculto que se eleva y se teje a lo largo de un hermoso tapiz,

  • Sarai – Madre de Isaac – Génesis 11:30
  • Rivka – Madre de Jacob – Génesis 25:21
  • Raquel – Madre de José – Génesis 29:31
  • Esposa de Manoaj – Madre de Sansón – Jueces 13: 2
  • Ana – Madre de Samuel – 1 Samuel 1: 5
  • Mujer sunamita – Madre de Jonás – 2 Reyes 4:14

Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho. Abraham llamó a su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac”.
(Génesis 21: 2-3)

Las circunstancias milagrosas que rodearon el nacimiento de Isaac hicieron que los escépticos y los burladores cuestionaran su paternidad. Esto también sucedió en el caso del rey David , cuya madre Nitzevet, fue acusada de infidelidad. Este es un patrón para la redención futura, ya que los prototipos del Mashiaj nacen a través de lo que parecen ser circunstancias cuestionables en el exterior. Rav Levi dijo:

«El día que Abraham destetó a su hijo Isaac, hizo un gran banquete, y todos los pueblos del mundo se burlaron de él, diciendo:» ¿Has visto a ese anciano y a esa anciana que trajeron a un expósito de la calle y ahora reclaman él como su hijo! Y lo que es más, ¡hacen un gran banquete para afirmar su reclamo! … Todavía se burlaban, diciendo: ‘Concedido que Sara pudiera dar a luz a la edad de noventa, ¿podría Abraham engendrar un hijo a la edad de cien?’ Inmediatamente los rasgos del rostro de Isaac cambiaron y se volvieron como el de Abraham, después de lo cual todos clamaron: Abraham engendró a Isaac.”

[Bava Metzia 87a, Edición de prensa de Soncino]

La Enciclopedia Judía resume los milagros que rodearon el nacimiento de Yitzhak,

A esa hora los enfermos recuperaron la salud, los ciegos recobraron la vista y los sordos el oído; se intensificó el brillo del sol y de la luna (Tan., Gén. 37); un espíritu de justicia comenzó a prevalecer en el mundo. . . No obstante, hubo calumniadores que sostenían que Abraham y Sara habían recogido a un expósito o, según otra hagadá, habían tomado a un hijo de Agar y pretendían que era su hijo. Para silenciar a estos calumniadores, Abraham preparó una gran fiesta con motivo del destete de Isaac, donde, por milagro, Sara pudo amamantar a todos los lactantes que habían traído las mujeres invitadas a la fiesta. Como ya no había ninguna duda sobre la maternidad de Sara, los calumniadores cuestionaron la paternidad de Abraham. Entonces Dios imprimió en el rostro de Isaac los rasgos de Abraham

[JewishEncyclopedia.com, Isaac (3)]

El único hijo

Después de dejar su patria ancestral y salir victorioso de una guerra mundial, Avraham experimentó la prueba más grande de todas. 

La Torah dice:

 קַח־נא אֶת־בִּנְךָ אֶת־יְחִידְךָ אֲשֶׁר־אָהַבְתָּ אֶת־יִצְחָק

Ahora toma a tu hijo, tu único hijo, a quien amas, Isaac, y vete a la tierra de Moriah.
Ofrécelo allí en holocausto en uno de los montes que te contaré

(Génesis 22: 2)

Es interesante el dato curioso de que esta es la primera vez que aparece la palabra amor en la Torah. 

La guematría de la palabra hebrea para amor (ahavá) es 13, que se vincula con los 13 Middot o Atributos de la Misericordias del Eterno. Por otro lado, la guematría de Ejad (que es Uno) también es 13,

אהבה = אחד = 13

Este sacrificio del Ben Yajid (el Hijo Unigénito) de Avraham, se repite en quizás el versículo bíblico más famoso de todos los tiempos,

Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que cree en él, no es condenado. El que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios”.
(Juan 3: 16-17)

Montando el burro

Abraham no perdió tiempo en realizar la tarea que el Eterno le encomendó. Leemos en Bereshit:

“Abraham se levantó muy de mañana, ensilló su asno y se llevó consigo a dos de sus jóvenes y a Isaac su hijo. Partió la leña para el holocausto, se levantó y fue al lugar que Dios le había dicho”.
Génesis 22: 3

Un patrón que sigue resurgiendo en el ciclo de la Redención es el del burro. En hebreo, jamor (burro) se relaciona con la palabra jomer, es decir fisicalidad o materialismo. También el burro se menciona en Génesis 49 como conectado con el Mesías conocido como «Siloh», leemos la profecía de Yaakov:

Atando su potro a la vid, el pollino de su asno a la vid escogida; ha lavado sus vestidos en vino, sus ropas en sangre de uvas”.
(Génesis 49:11)

Sansón peleó las batallas de Yahvéh con la quijada de un burro (Jueces 15:15), y el rey David fue a enfrentar a Goliat de Gat con un burro,

«Isaí tomó un asno cargado de pan, un odre de vino y un cabrito, y los envió a Saúl por medio de David su hijo.«
(1 Samuel 16:20)

El regreso de Moshé a Israel está relacionado con un burro:

“Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los puso sobre el asno y volvió a la tierra de Egipto…”
(Éxodo 4:20)

Curiosamente, el hebreo de Éxodo cap. 4 no dice «un burro» sino más bien «EL burro«. Rashi comenta sobre este detalle, y dice:

על החמר: חמור המיוחד, הוא החמור שחבש אברהם לעקידת יצחק והוא שעתיד מלך המשיח להגלות עליו, שנאמר (זכריה ט כב י ל)

Sobre el burro. El burro particular. Es el burro que Abraham ensilló para atar a Isaac, y es sobre el que el Mesías, el Rey, está destinado a ser revelado, como dice, “un hombre humilde, montado en un burro”.

[Rashi a Éxodo 4:20, Volumen 2, Mesorah Publishing Ltd. pág. 37, cf. Pirkei de-Rebbi Eliezer 31]

Rashi está citando en este comentario al oráculo del profeta Zacarías que dice:

¡Alégrate mucho, hija de Sion! ¡Grita, hija de Jerusalén! ¡He aquí, tu Rey viene a ti! Él es justo y tiene salvación; humilde, y montado en un burro, incluso en un potrillo, el potro de un burro
(Zacarías 9: 9)

El Talmud comenta:

“Rav Alexandri dijo: Rav Joshua b. Levi señaló una contradicción. “Está escrito ‘en su tiempo‘ [vendrá el Mesías], mientras que también está escrito, ‘¡Lo apresuraré!’ Si son dignos, lo apresuraré. Si no, vendrá a su debido tiempo «. R. Alexandri dijo: “R. Josué se opuso a dos versículos: “Está escrito, ‘Y he aquí, con las nubes del cielo vino uno como el hijo del hombre’, mientras que en otra parte está escrito: ‘¡He aquí, tu rey viene a ti, humilde y montado en un asno! ‘ Si son meritorios, vendrá con las nubes del cielo. Si no, humilde y montado en un burro.»

[Sanhedrin 98a, Soncino Press Edition]

Kol HaTor comenta:

«Una persona humilde, montada en un burro» – Mashiach ben Yosef es una persona humilde … «Fui abatido y él me salvó«. Su humildad lo protege de la muerte
[Kol HaTor 2.114, traducido por R ‘Yechiel Bar Lev y K. Skaist]

El Maharal de Praga, R ‘Judah Loew ben Betzalel (1520 CE – 1609 CE), comenta sobre este pasaje en relación con el burro (jamor):

Es razonable preguntarse en qué se diferencia este burro de los demás: ¿por qué la Torá destaca a este? ¡Un burro es un burro! El midrash señala que este burro fue creado en el crepúsculo; es el burro que montó Moshe, y es el que finalmente será montado por el hijo de David. . . los rabinos querían yuxtaponer a Avraham, Moshe y Mashiach, quienes tenían lo que ninguna otra creación tenía: un estatus exaltado especial. . . En cuanto al Mashíaj, el profeta dice: “He aquí, mi siervo triunfará, será exaltado y se hará exaltado y muy sublime” [Isaías 52:13]. El midrash interpreta: «exaltado» – más que Avraham; ‘alto’ – incluso más que Moshe; y ‘sumamente sublime’ – más que los ángeles ministradores [Tanchuma, Toldot 14]. Solo estos tres son más elevados que el tiempo, el espacio y el universo … El burro es el único animal no kosher especificado para la ejecución de un mandamiento: su primogénito debe ser redimido. Jamor [burro] recibe su nombre de Jomri [físico, material]… Los reyes reinan sobre el mundo material, que está representado simbólicamente por la imagen de un hombre montado en un animal. Estos tres reyes espirituales, Avraham, Moshe y Mashiach, que ascienden a los niveles más altos de espiritualidad, montan simbólicamente el burro, que representa el mundo material. Un caballo sería, por regla general, más apropiado para un rey, pero estos son reyes espirituales … «

[Maharal de Praga, Gur Arye, sobre Éxodo y Levítico, traducido por Moshe David Kuhr, Gefen Publishers, págs. 34-35 ]

Los Evangelios describen a Yeshúa como el Cordero de Dios, cabalgando sobre un asno hacia Jerusalén,

Cuando se acercaron a Jerusalén, a Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos y les dijo:
‘Id a la aldea que está frente a vosotros. Inmediatamente al entrar en él, encontrará un burrito atado, en el que nadie se ha sentado. Desátenlo y tráiganlo. 
Si alguien te pregunta, ‘¿Por qué estás haciendo esto?’ Di: ‘El Señor lo necesita’. e inmediatamente lo enviará de regreso aquí ‘. 
Se fueron y encontraron un burrito atado a la puerta afuera en la calle abierta, y lo desataron. 
Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué están haciendo desatando al burrito?» Les dijeron tal como Yeshúa les había dicho, y los dejaron ir. 
Llevaron el burrito a Yeshúa, y arrojaron sus mantos sobre él, y Yeshúa se sentó sobre él. 
Muchos extendieron sus mantos por el camino, y otros fueron cortando ramas de los árboles y extendiéndolas por el camino. Los que iban al frente y los que seguían gritaban:
‘¡Hoshia’na! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene en el nombre del Señor! ¡Hoshia’na en las alturas!«

(San Marcos 11: 1-10)

La Unión o Atadura

En el relato de la Akedah Yitzhak (Atadura de Isaac) el texto hace que se incluya un detalle inusual de que Yitzhak avinu llevó la madera al lugar del sacrificio,

Abraham tomó la leña del holocausto y la puso sobre Isaac su hijo. Tomó en su mano el fuego y el cuchillo. Ambos fueron juntos.«
(Génesis 22: 6)

Resulta que el Midrash Rabbah hace un comentario sorprendente sobre este pasaje:

Y puso Abraham la leña del holocausto sobre Isaac su hijo” (Gen 22: 5). Como un hombre que lleva su cruz (tzaluv) en su hombro

[Génesis Rabá 56: 3, Edición de prensa de Soncino]

Isaac, el único hijo, lleva la madera como una cruz y será sacrificado «como un cordero«. Si bien la mayoría de las ilustraciones y representaciones retratan a Isaac como un niño, los rabinos enseñan que tenía treinta y tantos años. 

Éxodo Rabá dice:

Abraham engendró a Isaac (25:19), para enseñarte que era como su padre en todo: en belleza, sabiduría, riquezas y buenas obras. Debes saber que Isaac tenía treinta y siete años cuando su padre estaba a punto de sacrificarlo, sin embargo, aunque dice: Y Abraham era viejo y avanzado en años, lo ató como a un cordero y no lo refrenó.”

Éxodo Rabá 1 : 1, Edición de prensa de Soncino*

La frase «como un cordero» se vincula a Isaías 53 ,

Estaba oprimido, pero cuando fue afligido no abrió la boca. Como cordero que es llevado al matadero, y como oveja que ante sus trasquiladores está muda, así no abrió la boca
(Isaías 53: 7)

Isaac le hizo a su padre una pregunta desgarradora mientras viajaban hacia el destino, y la respuesta de Abraham es increíblemente profética. Leemos en Bereshit:

«Isaac habló con su padre Abraham, y dijo:» ¿Mi padre? » Él dijo: «Aquí estoy, hijo mío». Él dijo: «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?» Abraham dijo: «Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío». Así que ambos fueron juntos.«
(Génesis 22: 7-8)

El relato de Génesis dice que Isaac fue puesto sobre la madera:

Llegaron al lugar que Dios le había dicho. Abraham edificó allí el altar, puso la leña en orden, ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, sobre la leña.
(Génesis 22: 9)

El nombre de este lugar se llama Monte Moriah. Rashi cita al sabio Onkelos explicando el vínculo entre «mirra» y Moriah, el sitio de la Akedah de Itzjak:

ואונקלוס תרגמו על שם עבודת הקטורת שיש בו מור נרד ושאר בשמים

Onkelos lo tradujo [“la tierra del servicio”] como aludiendo al servicio del incienso ,que contenía mirra [“mor ”es fonéticamente similar a Menoriah] otras especias.» 

[Rashi sobre Génesis 22, citado en Chabad.org (4)]

Rashi comenta:

Y ató: sus manos y sus pies detrás de él. “Las manos y los pies atados juntos se conoce como עִקֵידָהAkedáh (Shab. 54a). Y ese es el significado de עִקֻדִים , que sus tobillos eran blancos; el lugar donde están encadenados era discernible

[Rashi en Génesis 22, citado en Chabad.org (5)]

Curiosa y coincidentemente, Yeshúa estaba atado de manera similar,

Inmediatamente por la mañana, los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas, y todo el concilio, celebraron una consulta y ataron a Yeshúa, se lo llevaron y lo entregaron a Pilato”.

[Marcos 15: 1, cf. Juan 18: 12,24, Mateo 27: 2]

Por otra parte, la obra Kol HaTor escrito por el sabio R ‘Hillel Shklover conecta a Yitzhak con el Mashiaj ben Yosef diciendo:

«Nuestro antepasado Isaac estaba en la línea del Mashiaj ben Yosef desde el momento en que fue atado como sacrificio«.

[Kol HaTor 1.23, traducido por R ‘Yechiel Bar Lev y K. Skaist]

La sangre de la redención

El Rav ‘Ari Kahn dice:

Nos dicen que Isaac es un participante entusiasta y dispuesto a participar en esta excursión. Se acuesta en el altar, estira el cuello hacia atrás y luego le dice a su padre: “Padre, el alma está dispuesta, pero la carne es débil. Átame para sujetarme, para evitar que me estremezca al ver la hoja

[R ‘Ari Kahn, M’oray HaAish, Vayeira (Génesis 18-22), The Binding, Aish.com (6)]

Yeshúa de Nazaret dijo algo increíblemente similar antes de su muerte:

Velad y orad para no caer en la tentación. El espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.«
(Mateo 26:41)

En la Pascua , los israelitas debían poner la sangre de un cordero en el poste de su puerta, para que Yahvéh viera la sangre y “pasara” la casa y perdonara al Primogénito. La Mekhilta comenta la frase, ‘Veré la sangre‘, y la vincula con la Akedah,

Y cuando ve la sangre. Ve la sangre del sacrificio de Isaac, como se dice: “Y llamó Abraham el nombre de ese lugar YHVH-Yireh” (el Señor lo verá), etc. (Gén. 22:14). Y también está escrito: “Y estaba a punto de destruir, el Señor lo vio y se arrepintió” (1 Crónicas 21:15). ¿Qué contempló? Contempló la sangre del sacrificio de Isaac, como se dice: «Verá Dios mismo el cordero para el holocausto«. (Génesis 22: 8)».

[Mekhilta de-Rabbi Ishmael, Tractate Pischa, Capítulo 11, Traducido por Jacob Z. Lauterbach, Jewish Publication Society, pág. 61]

La excelente obra de colección de midrashim Pesikta Rabbati vincula el cordero con Isaac:

¿Por qué no fue destruido el templo en el primer mes del año, ni en el segundo mes ni en el tercero, ni en el cuarto, por qué en el quinto? El hecho es que Dios quiso destruir el Templo en el primer mes, [Nisan, cuyo signo zodiacal es el Cordero]. Pero el mérito de Isaac se adelantó para suplicar: “Maestro de los universos, recuerda el sacrificio por el que me dejé atar delante de Ti: me ofrecí como cordero para el sacrificio en lugar del cordero del sacrificio…”.

[Pesikta Rabbati, Piska 27/28, traducido por William Braude, Yale University Press, pág. 547-548]

El Rav ‘Ari Kahn hace un punto increíble, mostrando el estado de Kedusháh (Santidad) de Yitzhak:

Después de Akedah, Yitzjak alcanzó el estatus de Kodshim, una ofrenda dedicada al Templo”.

[R ‘Ari Kahn, M’oray HaAish, Elkana y Chana, Aish.com (7)]

Rashi comenta sobre la Akedah y el concepto de expiación, y dice:

ומדרש אגדה ה ‘יראה עקידה זו לסלוח לישראל בכל שנה ולהצילם מן הפורענות, כדי שיאמר היום הזה בכל הדוש ל הבו

El Midrash Aggadah (ver Gen. Rabbah 56: 9) explica: El Señor verá esta obligación de perdonar a Israel cada año y salvarlos de la retribución, a fin de que se diga“ en este día ”en todas las generaciones futuras: «En el monte del Señor, las cenizas de Isaac serán vistas amontonadas y en pie para expiación«.

[Rashi sobre Génesis 22:14, citado en Chabad.org (8)]

El Targum habla del zejut, o mérito, de la Akedah,

Y Abraham oró en el nombre de la Palabra del Señor, y dijo: ‘Tú eres el Señor que ve y no eres visto. Rezo por misericordia delante de ti, oh Señor. Es totalmente manifiesto y conocido ante Ti que en mi corazón no hubo división, en el tiempo en que Tú me ordenaste que ofreciera a mi hijo Itzjak y lo convirtiera en polvo y ceniza ante Ti; pero que en seguida me levanté por la mañana y cumplí tu palabra con gozo, y he cumplido tu palabra. Y ahora oro por misericordia ante Ti, Oh Señor Dios, para que cuando los hijos de Itzjak ofrezcan en la hora de necesidad, atar a Itzjak, su padre, Tú recuerdes en su nombre, y perdones y perdones sus pecados, y entregues ellos por toda necesidad. . . . «

[Targum de Jerusalén en Génesis 22 (9)]

El Midrash dice que la vinculación de Yitzhak expía a todos, judíos y no judíos (!), Esclavos y libres,

Los Sabios dijeron:
Cuando Abraham, nuestro padre, ató a Isaac su hijo, el Santo, bendito sea, instituyó el sacrificio de dos corderos, uno por la mañana y otro por la tarde. ¿Por qué hizo esto? Cuando Israel ofrece los sacrificios diarios sobre el altar… el Santo, bendito sea, recuerda la atadura de Isaac. [Elías dice]: “Llamo al cielo ya la tierra para que sean testigos de que ya sea un pagano o un israelita, un hombre o una mujer, un sirviente o una sirvienta, lee este versículo, a saber. ‘Zafonah (hacia el norte) ante el Señor’, el Santo, bendito sea, recuerda la atadura de Isaac… ”

[Levítico Rabá 2:11, Edición de prensa de Soncino]

El teólogo Avrum Ehrlich escribe:

Es sorprendente que el retrato rabínico de Isaac sea paralelo a varios aspectos de la comprensión cristiana de Jesús. Como Jesús, Isaac estaba dispuesto a entregar su vida (Lamentaciones Rabá Proemio 24). Como Jesús, Isaac no se vio obligado a ofrecerse a sí mismo como sacrificio, sino que se entregó voluntariamente a su padre (Targum fragmentario 22:10). . . la Akedah se describe como expiación para todos, judíos y no judíos (Levítico Rabá 2:11). Quizás lo más notable es que se describe a Isaac como muerto y resucitado (Pirke de Rabbi Eliezer 31)”.
Enciclopedia de la diáspora judía: orígenes, experiencias y cultura, vol. Yo, M. Avrum Ehrlich, pág. 128 [10]

El Targum dice:

“Y todos los pueblos de la tierra serán bendecidos por la justicia de tu hijo, porque has obedecido mi palabra”.

[Targum Pseudo-Jonathan en Génesis 22 (11)]

De hecho, el Talmud enseña que Yitzhak intercede por Israel:

«En el futuro por venir, el Santo, bendito sea, dirá a Abraham y a Jacob:» Tus hijos han pecado contra mí «. [Ellos] le responderán: “¡Soberano del Universo! Que sean exterminados para la santificación de tu nombre”… 
Él responderá: «¡No hay razón en los ancianos ni consejo en los niños!» 
Entonces dirá a Isaac: «Tus hijos han pecado contra mí». 
Pero él (Isaac) le responderá: “¡Soberano del Universo! ¿Son mis hijos y no tus hijos? Cuando le dieron prioridad a «haremos» sobre «escucharemos» ante Ti, Tú los llamaste, «Israel mi hijo, mi primogénito» ¡¿Ahora son mis hijos, no Tus hijos ?! Además, ¿cuánto han pecado? ¿Cuántos son los años del hombre? Setenta. Resta veinte, por lo que no castigas, y quedan cincuenta. Resta veinticinco que componen las noches, y quedan veinticinco. Reste doce y medio de oración, comida y llamadas de la naturaleza, [y] quedan doce y medio. Si lo soportas todo, está bien; si no, la mitad será sobre mí y la otra mitad sobre ti. Y si dijeras, todos deben estar sobre mí, ¡he aquí! ¡Me ofrecí ante Ti (como sacrificio)! 
Entonces comenzarán y dirán: “Porque tú [es decir, Isaac] eres nuestro padre. 
Entonces Isaac les dirá: “En lugar de alabarme, alaben al Santo, bendito sea, e Isaac les mostrará al Santo, bendito sea, con sus propios ojos.»

[Shabat 89b, Edición de prensa de Soncino]

El Pesikta Rabbati habla de la asombrosa tarea del Mashiaj, que se hace eco de la atadura de Yitzhak:

En el mes de Nisán, los Patriarcas se levantarán y le dirán al Mesías: ‘Efraín, nuestro verdadero Mesías, eres más grande que nosotros porque sufriste por las iniquidades de nuestros hijos, y te sobrevinieron pruebas terribles, pruebas como las no les ocurre a las generaciones anteriores ni a las posteriores. Por amor de Israel, te convertiste en hazmerreír y en burla entre las naciones de la tierra, y te sentabas en tinieblas, en tinieblas espesas, y tus ojos no veían luz. Y tu piel se pegó a tus huesos, y tu cuerpo estaba tan seco como un trozo de madera. Y tus ojos se oscurecieron por el ayuno, y ‘tu fuerza se secó como un tiesto- Todas estas aflicciones a causa de las iniquidades de nuestros hijos … el Santo, Bendito sea, elevará al Mesías al cielo de los cielos y lo
cubrirá
con algo del esplendor de Su propia gloria … ” 

[Pesikta Rabbati, Piska 37, traducido por William Braude, Yale University Press, págs. 685-686]

Resurrección

Entonces Abraham volvió a sus jóvenes, y ellos se levantaron y fueron juntos a Beerseba. Abraham vivió en Beerseba«.
(Génesis 22:19)

¿Dónde está Isaac? Parece haber desaparecido del texto. La Torah solo dice que Avraham regresó, y se desconoce el destino y el paradero de Yitzhak. El Pirkei d’Rebbi Eliezer hace una declaración impresionante al respecto:

Rabí Yehudah dice: Cuando el cuchillo tocó la garganta de Itzjak, su alma lo abandonó, pero cuando la Voz de Dios emergió de entre los dos keruvim, diciendo: No lastimes al joven, no le hagas nada (Bereshis 22:12), su alma regresó a su cuerpo. Fue desatado y se puso de pie, experimentando el avivamiento de los muertos. Inmediatamente se dio cuenta de que los muertos serán revividos en el tiempo venidero y recitó [la berajá]: «Bendito eres Tú, YHVH, que resucita a los muertos«.

[Pirkei D’Rebbi Eliezer, Capítulo 31, traducido por Avraham Yaakov Finkel, Yeshivath Beth Moshe, pág. 22]

¡¿Yitzhak resucitó ?! La mayoría de los que leen el Midrash sobre este pasaje se apresurarán a notar que Yitzhak no fue sacrificado ni asesinado. Sin embargo, los midrashim son figurativos, no literales. El Libro de Hebreos ilustra este punto.

Por la fe Abraham, siendo probado, ofreció a Isaac. Sí, el que había recibido con alegría las promesas estaba ofreciendo a su único hijo; incluso aquel a quien se le dijo: En Isaac será llamada tu descendencia, concluyendo que Dios puede levantar aun de los muertos. Hablando en sentido figurado, también lo recibió de entre los muertos.«
(Hebreos 11: 17-19)

Todos estos eventos tuvieron lugar «al tercer día«. Como dice el Génesis:

«Al tercer día Abraham alzó los ojos y vio el lugar a lo lejos«.
(Génesis 22: 4)

Esto puede sonar extrañamente familiar. La vida de Yitzhak forma un prototipo profético de Yeshua de Nazaret. Este es el significado de ma’aseh avot siman l’banimlas acciones de los padres sirven como un presagio para los hijos«).

  • Su nacimiento fue profetizado.
  • Nació milagrosamente.
  • Su paternidad fue cuestionada por burladores.
  • Él era el Amado «Único» Hijo de Su Padre.
  • El era la imagen de su padre.
  • Llevó la madera como una cruz a la montaña.
  • El burro iba con él hacia el lugar del sacrificio.
  • Estaba atado.
  • Él estaba en sus 30.
  • Él voluntariamente participó y obedeció a su padre.
  • Su sacrificio expiado por los pecados del mundo.
  • Ofreció su vida en el monte Moriah.
  • Fue puesto sobre la madera.
  • Su sangre está ligada a la Pascua.
  • Su sacrificio da mérito a los sacrificios de la Torah.
  • Así como el carnero fue atrapado en espinas, así fue la cabeza de Yeshúa envuelta en espinas.
  • Resucitó al tercer día.
  • El intercede por Israel

Aparentemente, el único aspecto de Yitzhak que queda para ser paralelo a Yeshua es un regreso de Gan Eden para encontrarse con su novia …

El regreso del hijo.

En la obra literaria «Leyendas de los judíos» de Louis Ginzberg, [una recopilación masiva de la Hagadáh (las tradiciones que han crecido alrededor de lanarrativa bíblica)] se lee lo siguiente:

Después del sacrificio en el monte Moriah, Abraham regresó a Beer-sheba, escenario de muchos de sus gozos. Isaac fue llevado al paraíso por los ángeles, y allí residió durante tres años«.

[Leyendas de los judíos, Volumen 1: V, Louis Ginzberg (12)]

Cuando regresó, la Torah dice:

Isaac vino del camino de Be’er Lahai Roi, porque vivía en la tierra del sur. Isaac salió a meditar en el campo por la noche. Levantó los ojos y vio, y he aquí, venían camellos. Rebeca alzó los ojos y, cuando vio a Isaac, se cayó del camello.«
(Génesis 24: 62-64)

La pregunta clave es: ¿Dónde está Be’er Lachai Roi? El nombre de la palabra significa literalmente, «El pozo del Viviente que me ve«. En un nivel de peshat (literal), este es el lugar donde el ángel de Yahvéh se apareció a Agar. El Targum dice:

Y Yitzhak ascendió viniendo del pozo sobre el cual había aparecido el Ángel de la Vida (malak qayama, “el Ángel Eterno”).

[Targum Onkelos en Génesis 24 (13)]

 En un nivel más profundo (Sod = Secreto), esto se refiere al Gan Edén (Jardín del Edén). Los Midrashim nos dicen que Yitzhak pasó tres años en el nivel dimensional de Gan Eden, aprendiendo la Torah, y que cuando Rivká lo vio, fue glorificado, un ser diferente.

La Hagadá de Nuremberg dice:

«Isaac regresó glorificado del jardín (del Edén) que Dios plantó para nuestra protección … cuando Rebecca montó en este camello, vio desde la distancia a este hombre glorificado

[Hagadá de Nuremberg, folio 31 (14)]

Rashi (Rav ‘Shlomo Yitzhaki), comenta:

ותרא את יצחק: ראתה אותו הדור ותוהא מפניו

«Y vio a Isaac: Ella vio su apariencia majestuosa, y se asombró de él (Gén. Rabá 60:14)».

[Rashi sobre Génesis 24:64, citado en Chabad.org (15)]

Rav ‘Moshe Moshe Alshich comenta:

El rostro de Yitzhak, que irradiaba algo de su santidad, podría haber asustado a Rivkah para que se cayera del camello. . . ella preguntó: «¿Quién es este hombre?» Ella indicó que esta debe ser una persona notable.«

[R ‘Moshe Alshich sobre Génesis 24:64, traducido por R’ Eliyahu Munk, Volumen 1, Lambda Publishers, pág. 160]

Rav ‘Yeshayahu Horowitz, conocido como el Santo Selah, hace un comentario asombroso,

Isaac era el equivalente espiritual de Adán antes de su pecado, ya que él fue la primera persona que fue concebida y nacida por padres que se habían santificado a sí mismos. La remoción del prepucio de Abraham reparó el daño que Adán había hecho al pecar y adquirir una קליפה, cáscara … Esto bien puede explicar el hecho de que no se le permitió dejar la tierra santa de eretz Israel (Génesis 27: 2) … Cuando Abraham fue a punto de matar a Isaac, el alma de este último voló para ser reemplazada más tarde por un espíritu santo de las Regiones Celestiales. De ello se deduce entonces que la vida de Isaac después de la akedah, fue la vida de un ser humano que no se había originado a partir de una gota de semen. Debemos ver a Isaac como alguien renacido como consecuencia de esa experiencia: una criatura totalmente nueva. Dios le había aplicado la vara de medir más estricta al dejarlo morir y, posteriormente, infundirle una nueva alma. También había santificado su cuerpo; a partir de ese momento, el cuerpo de Isaac se parecía al de Adam HaRishon, y tampoco el producto de una gota de semen. Ahora entendemos por qué el carnero que Abraham sacrificó en lugar de Isaac no fue producto de la procreación natural, es decir, a través del semen, sino que fue creado durante el período del anochecer en el sexto día de la Creación, como se informa en Avot 5: 6

[Shney Luchot HaBrit, Vayera, Volumen 1, traducido por Eliyahu Munk, pág. 111]

El escritor e investigador del hebreo D. Thomas Lancaster escribe:

Y Isaac vino del camino de Beer-le-hai-roi… Y Isaac salió…” ¿De dónde salió? Del paraíso. No es de extrañar que Rebeca perdiera el equilibrio cuando dice «y se cayó del camello», porque lo que percibió era que Isaac bajaba del Paraíso … «Hasta aquí la lectura judía de la historia. Al menos en la versión de la Akedah presentada por esta colección de parábolas, la lectura judía suena más cristiana que la lectura cristiana de la historia. ¿Cómo es eso posible? ¿Es posible que la Torá esté tratando de sugerirle algo a su pueblo?

[Akedat Yeshua: Génesis 22 en Midrash, Beth Emmanuel (16)]

Avraham luego vio el Ram (Carnero) especial creado a partir del crepúsculo de ese primer Shabat,

Abraham alzó los ojos y miró, y vio que detrás de él había un carnero atrapado en la espesura por sus cuernos. Abraham fue, tomó el carnero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo.”
(Génesis 22:13)

Según el Midrash, este Carnero especial esperó en el Jardín del Edén hasta momentos antes de la Akedah. El siguiente es un resumen del Midrash narrado por Mordicai Gerstein, en su maravilloso libro «The White Ram» («El Carnero Blanco»):

“Después de pasar siglos en el Huerto, Dios le dijo al Carnero: «Es el momento «. 
El Carnero luego salió disparado del Jardín del Edén, pero la serpiente malvada estaba cerca de la puerta, y dijo: “¡No salgas de este jardín! ¡Significará tu muerte!«
El Carnero respondió: «¡Debo salvar al niño!«
Corrió lo más rápido que pudo, sobre colinas, valles y montañas. El tentador trató de frenarlo, ofreciéndole agua fresca o pasto para pastar, «Detente aquí y descansa un momento«.
El Carnero respondió: «¡Debo salvar al niño!«
El tentador apareció como un gran león amenazador y bloqueó el camino del Carnero. El Carnero saltó sobre el león y comenzó a correr más rápido que nunca, al ver la montaña en la distancia. 
«¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí! ¡Llévame a mí en su lugar!» gritó el Carnero.
El hombre en la cima de la colina, cuchillo en mano, no podía oír los gritos del Carnero, que seguía subiendo la montaña. 
¡De repente, el maligno atrapó al Carnero, envolviendo una espina alrededor de sus cuernos!
En ese momento, la Voz de un Ángel habló desde el cielo: «No toques al niño«.
Avraham miró hacia atrás y vio al Carnero Blanco. Avraham liberó al Carnero, quien saltó sobre el Altar y dio su vida para salvar a Itzjak.
De uno de los cuernos de este Carnero salió el shofar que se tocó en Shavuot. 
Y su otro cuerno se utilizará para el shofar de la redención. 

Así como este Carnero especial tenía espinas envueltas alrededor de su cabeza, también Yeshúa de Nazaret. Por ello, es que Yeshúa es el Carnero de Gan Eden. Así logramos entender el texto profético de Cantares cap. 2, vers. 8 con el que se encabezó este artículo. Es Él (Yeshúa) quien viene de arriba, saltando sobre las colinas, saltando sobre las montañas. Su voz pide a todo Israel que se arrepienta. 

La unión o atadura de Isaac es la sombra terrenal del Mashiaj ben Yosef, el Hijo Único, que murió por los pecados de Israel y por el mundo entero.


Referencias
  1. Rabino Don Isaac Abarbanel citado en The Ultimate Test of Abraham , R ‘Tzvi Freeman, Chabad.org
  2. Rashi sobre Génesis 22 citado en Chabad.org
  3. JewishEncyclopedia.com, Isaac
  4. Rashi sobre Génesis 22 , citado en Chabad.org
  5. Rashi sobre Génesis 22 , citado en Chabad.org
  6. R ‘Ari Kahn, M’oray HaAish, Vayeira, The Binding , Aish.com
  7. R ‘Ari Kahn, M’oray HaAish, Elkana y Chana , Aish.com
  8. Rashi sobre Génesis 22 , citado en Chabad.org
  9. Targum de Jerusalén en Génesis 22
  10. Enciclopedia de la diáspora judía: orígenes, experiencias y cultura , vol. Yo, M. Avrum Ehrlich, pág. 128
  11. Targum Pseudo-Jonathan en Génesis 22
  12. Leyendas de los judíos, Volumen I: V , Louis Ginzberg
  13. Targum Onkelos en Génesis 24
  14. Hagadá de Nuremberg, folio 31
  15. Rashi sobre Génesis 24:64 , citado en Chabad.org
  16. Akeidat Yeshua: Génesis 22 en Midrash, Beth Emmanuel

Te invito a ver esta aula virtual en la que se explica y reflexiona esta bitácora:

https://youtu.be/83qq-0OHAVY

Yeshúa el Ungido como el Adam Postrero que Unirá a las 12 Tribus de Israel.

Mashíaj escondido en la parashá Nitzavim-Vayelej

…no pasarás este Yardén… Yehoshúa es el que pasará

(Devarim/Deuteronomio 31:2-3)

Ya hemos considerado en otras bitácoras que tanto Moshé como Yehoshúa (Josué) son sombras proféticas del Mesías, es decir que son tipos del arquetipo.

Por ende, al leer acerca de la muerte de Moshé y la sucesión de Yehoshúa, debemos abrir nuestro entendimiento aceptando que son una figura de la muerte y resurrección del Mesías. Muy especialmente, discernir que dicha obra salvadora estaba enfocada en la unión de las dos casas de Israel.

Por eso, Moshé es también un cuadro del primer hombre y Yehoshúa del segundo hombre. El primer hombre murió y el segundo hombre recibió una vida indestructible. Esto apuntaba a que la Torah escrita dada por Moshé en el Monte Sinaí no lograría por sí sola su objetivo final de reparar el mundo hasta que ella se hiciera carne en el corazón humano para mostrar su esplendor a través de esa mente en gobierno (mente mesiánica).

El apóstol Pablo, al escribir a los creyentes corintios les recordaba lo que ellos habían descubierto en sus disciplina de estudiar esta porción de la Torah:

Porque así como en Adam todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados…
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como es el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el celestial, así son también los que son celestiales. Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible.”
(1 Corintios 15:22, 47-50)

Los mismo hará cuando le enviara su epístola a los discípulos que residían en la Roma imperial:

Porque si hemos sido unidos a él en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección, sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue colgado en el madero con él, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. Y si hemos muerto con el Mesías, creemos que también viviremos con él, sabiendo que el Mesías, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre él. Porque en cuanto él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios. Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en el Mesías Yeshúa.”
(Romanos 6:5-11)

En este mismo capítulo leemos también:

Entonces llamó Moshé a Yehoshúa y le dijo en presencia de todo Israel:
Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que Yahvéh ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad.”
(31:7) 

Primeramente, entendamos que Yehoshúa, tiene el mismo nombre que Yeshúa de forma extendida. Moshé está diciéndole a su legado que él es el que introducirá las 12 tribus en la Tierra Prometida. Al revelara esto, la Torah está dejando establecida una tipología del trabajo que el Mesías Yeshúa realizaría después de vivir una vida de plena obediencia a la Torah: introducir todas las tribus de Israel en la tierra y en las promesas dadas a los padres.

En el libro del profeta Isaías está escrito el oráculo divino que revela las palabras del Eterno a Su Siervo Ungido:

dice Él:
Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Yaakov y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.
(Isaías 49:6)

Aquellos que hemos estudiado los Escritos Mesiánicos fielmente, hemos notado que desde que el Mesías Yeshúa nació en Beit Lejem (Belén), conforme al testimonio de las Escrituras, hasta el día de hoy, él ha estado trabajando en su misión de buscar y restaurar a las doce tribus.  

Muchísimos, y mi arriesgo a decir que quizás todos, de los que han nacido de nuevo espiritualmente entre los gentiles son descendientes físicos de las diez tribus perdidas de Israel. Es decir que, por medio del nuevo nacimiento, han abandonado la condición de muerte ontológica del primer Adam y han sido investido de la naturaleza celestial del segundo Adam. Así mismo, al nacer de nuevo en el Espíritu Santo, han obtenido el contacto espiritual con Israel, y en ese nivel esta profecía se ha cumplido en todo el mundo. Eso es estar con el Ungido en las regiones celestes (cf. Efesios 2:6)

Pero a su vez, necesitamos creer y aceptar que desde esa posición espiritual de los redimidos, en el nivel del mundo físico también habrá una restauración de las doce tribus. Cuando Yeshúa regrese, él revelará a cada uno a qué nación y tribu pertenece, y luego restaurará las doce tribus en la tierra fue que prometida a la descendencia física de Avraham para siempre. Esta será el cumplimiento físico de esta profecía.

Si nos fijamos bien, notaremos que las Sagradas Escrituras revelan que para entrar en la nueva Yerushalayim (Jerusalén), hay que pasar por una de las doce puertas. Cada puerta tiene uno de los nombres de las doce tribus de Israel. Esta es la evidencia profética que las doce tribus de Israel son puertas para poder entrar en la ciudad celestial:

Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Yerushalayim, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino. Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles; y en ellas había nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.”
(Revelación 21:10-13:)

Amado lector y lectora, es tiempo ya de doblegar tu alma ante esta gran Verdad: la única manera de entrar en la ciudad es pasar por una de las tribus de Israel rescatada en la Sangre del Cordero de Gloria: Yeshúa HaMashiaj.

El Gusano de la Impureza vencido por el Cordero de Gloria.

«Ofrecerás el un cordero á la mañana, y el otro cordero ofrecerás á la caída de la tarde…»

Éxodo/Shemot 29:39

Ofrenda un cordero por la mañana y el otro cordero ofréndalo a la tarde.

Números/Bamidbar 28: 4

El sabio Yosef Jaím, al comentar la parasha Pinjás, dice que la razón por la que se trae el Korbán Olá Tamid (traducido com «el acercamiento de constante elevación«) en la mañana y al atardecer es porque dicha ofrenda de elevación, al entregarse en la mañana, expía los pecados de la noche, y la ofrenda de elevación del atardecer, expía los pecados del día. Y ya que este korbán se compraba con dinero de la congregación, éste tiene el poder de expiar los pecados de todo el pueblo.

Yosef Jaím agrega que con las letras de la palabra en hebreo olá (traducida como «elevación de«) se formar la palabra hebrea tolá ( que se traduce como «gusano«), que viene a indicar la existencia de ángeles malos que son parte de la klipá, y tienen la condición de un gusano que quiere comer y acabar con lo que se le ponga por delante. Por lo tanto, el sabio enseña que cuando Israel ofrenda el Olá HaTamid de la mañana, está activando a las esferas celestiales para que se interpongan ante aquellos ángeles y nosotros, y no puedan hacernos daño y/o acabar con nosotros en nuestra misión de hacer tikún (reparación).

Desde ese concepto yahvista Yosef Jaím sostiene que así como existe un ángel de sufrimientos llamado Tolá, en las esferas celestiales también existe un ángel de pureza llamado igualmente Tolá, cuya función es antagónica al primero, es decir que se encarga de debilitar la fuerza del Tolá malo, con el propósito de que este no pueda llevar a cabo su objetivo en contra de aquellos que somos herederos de la salvación (Hebreos 1: 14).

Ahora bien, el Tolá malo se alimenta de la energía negativa que genera el yetzer hará que vibra en el ego de cada hombre. Pero, ¿de dónde absorbe el Tolá bueno su fuerza para poder actuar contra el Tolá malo? Del hecho de que el Pueblo de Israel ofrenda el Olá HaTamid por la mañana y por la tarde. Es decir, que por el mérito del ofrecimiento de estos korbanot, el Tolá bueno obtiene la fuerza para vencer al Tolá malo.

Leyendo y mediando esta descodificación de las Sagradas Escrituras, logramos leer con una óptica más razonable el oráculo en el que HaKadosh Baruj Hu se dirigió a Yaakov Avinu y le dijo

«No temas, Toláat («gusano de») Yaakov; es decir, no temas del Tolá de la kelipá ni de las fuerzas de la impureza, debido a que tú también tienes un Tolá con el poder de aniquilar a tu enemigo”.
(Isaías 41:14)

Los sabios, expertos en los códigos hebreos (en el Tratado de Nedarim 81a; Tratado de Shabat 119b y Tratado de Bavá Metzía 30b), preguntan:

“¿Por qué fue desolada la Tierra de Israel?”

La pregunta es retórica. Con ella quisieron decir que, si el Korbán Olá Tamid estaba supuesto a proveerle poder al Tolá bueno para batallar con el Tolá de la klipá, entonces, ¿cómo pudieron los goyim (pueblos gentiles) devastar la Tierra de Israel?

Esta pregunta se refuerza por el hecho de que en la ciudad Jerusalén vivieron grandes talmidim jajamim (discípulos de la Sabiduría), que poseían un espíritu profético, de un nivel muy elevado que no se podía medir. Dichos talmidim jajamim tenían el poder de forzar a los ángeles ministeriales a batallar contra las fuerzas de los principados destructores que presiden las naciones idólatras; dichos ángeles ministeriales no les darían a los goyim la posibilidad de destruir la Tierra de Israel
(Midrash Zuta Ejá 1:7). Entonces, ¿cómo los destructores obtuvieron el permiso para arrasar?

Esta pregunta fue formulada a los jajamim (sabios) y a los naavim (profetas), quienes no supieron responderla. Hasta que vino el Eterno mismo y la respondió:

«¿Quién es varón sabio que entienda esto? ¿y a quién habló la boca de Yahvéh, para que pueda declararlo? ¿Por qué causa la tierra ha perecido, ha sido asolada como desierto, hasta no haber quien pase? Dijo Yahvéh: Porque dejaron mi Torah, la cual di delante de ellos, y no obedecieron a mi voz, ni caminaron conforme a ella;»
(Yirmeiá/Jeremías 9:12 – 13):

¿Por qué la Tierra [de Israel] fue destruida? Porque abandonaron Mi Torah

Al leer los comentarios de la Guemará (Tratado de Nedarim 81a) se puede encontrar varias razones que avalan la amonestación de YHVH a los Benei Israel (Hijos de Israel):

  • que fue debido a que no bendecían antes de leer la Torah;
  • porque los infantes dejaban de estudiar Torah y comenzaban a practicar las modas y costumbres de los niños de otros pueblos; y también
  • porque se apegaron a la letra de la ley en demasía y, aunque cumplían las leyes de la Torah, impartían justicia implacable sin aplicar la cualidad de la misericordia.
  • y además, por fuerza mayor, habían dejado de traer la ofrenda de elevación constante, pues se les habían acabado los animales para ofrecer, y como el korbán viene a expiar los pecados del día y los de la noche, no tenían forma de expiar; por ende, perdieron la protección.

Entonces, notamos que el Pueblo de Israel se fortalece sobre sus enemigos solo cuando ofrendan el Korbán Olá Tamid, el cual es un símbolo de la elevación y superación diaria a los que el Eterno llama a cada miembreo de Su Pueblo. Por ende, dicho Korbán Tamid tiene el poder de darle fuerza al Tolá de la santidad; y es necesario que dicho Tolá esté en condición de elevarse y superarse constantemente, como un avión que para poder despegar y mantenerse en vuelo requiere de una fuerza constante, a fin de no perder altura y caer.

Sin embargo, desde que el Pueblo de Israel había dejado de ofrendar el Korbán Tamid, el Tolá de la kedushá (santidad) no tenía más fuerza para vencer a la klipá de la impureza; por ello, los goyim consiguieron potestad para destruir Jerusalén y Su Templo.

De acuerdo a la historia, el Pueblo de Israel dejó de ofrendar el Korbán Tamid el 17 de tamuz debido a que no les quedaron más ovejas (así lo relata el Tratado de Arajín 11b, y Rashí allí). Pero en lugar de preocuparse por el hecho de que no les quedaban más ovejas y de meditar cómo fue que habían llegado a esa situación de carencia, permanecieron serenos y no se dedicaron a sopesar si esa situación era una señal del Cielo para que se dedicaran a corregir sus actos. Por ejemplo, cuando una madre ve que su hijo no crece y no se desarrolla como debe, o que duerme más horas de las normales, de inmediato, se despierta en su corazón la sospecha de que algo no anda bien. Entonces, recurre a los médicos en busca de descubrir el origen del problema. De la misma forma, cuando el hombre sospecha que no se está elevando, sino que permanece siempre en el mismo nivel (o que, al contrario, está descendiendo de nivel, debe ocuparse de dicha situación meditando en sus acciones negativas, y no puede descansar o permanecer tranquilo hasta que encuentre la respuesta al problema y realice el tikún (reparación) correspondiente.

Dicen los sabios de los códigos hebreos de la Torah que debido a esto, el Eterno estableció que, al envejecer, los cabellos de un ser humano cambien de color. Al principio son negros, pero después se emblanquecen conforme la persona vaya envejeciendo. Asimismo, el rostro de la persona no permanece terso y reluciente como en la juventud. Todo esto, ¿por qué? ¡Si el Eterno podría crear una realidad en que la persona dejara este mundo después de sus 120 años luciendo como un joven! ¿A qué se debe que la persona se vea tan diferente y desgastada al fallecer anciana? El fundamento radica en que las señales de la vejez vienen para despertar a la persona, que se dé cuenta de que ella no está protegida para siempre, que sus años sobre la tierra están fijados y tienen un límite, y que llegará el día en el que dejará este mundo y será enterrada. Sabiendo esto, todo varón y toda mujer de Israel, debe despertar y aprovechar sus días, estudiar Torah y cumplir los mitzvot (mandamientos), pues llegará el día en el que la elevación espiritual le será tomada de las manos, y será juzgado de acuerdo con sus acciones, y entonces ya no podrá corregir lo hecho.

De igual modo, el Pueblo de Israel tenía que haberse despertado, y preocupado de buscar la razón de por qué de pronto no tenían más la posibilidad de ofrendar el Korbán Olá HaTamid. El solo hecho de que se había agotado el rebaño para sacrificar indicaba que habían afectado su estudio de Torah y no se habían dedicado a ella con integridad. Pero, como el Pueblo de Israel permaneció indiferente y no buscó el origen para establecer el Tolá de la santidad, las fuerzas del mal se fortalecieron desde las negatividades que ellos mismos generaban y lograron destruir Jerusalén por medio de las naciones goyim.

En nuestros días, en que no tenemos el Bet Hamikdash (Templo) ni la posibilidad de ofrendar el Korbán Olá HaTamid, cada miembro de los Benei Israel (Hijos de Israel) tiene la obligación de elevarse en la sagrada Torah, y hacer una introspección respecto de sus actos, si es que son debidos o si requieren de corrección. Y cuando la persona se conduce de esta forma, refuerza el poder de la pureza y la santidad ante las fuerzas de la impureza.


Bitácoras Relacionadas:

Jesús: La Serpiente Mesiánica del Desierto para la Sanación del Mundo.

Por P.A. David Nesher

“…como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él..…

(Juan 3:14-17)

Las palabras que presiden esta bitácora pertenecen a mi Maestro: Yeshúa. Él estaba conversando con un experto en códigos hebreos de la Torah: Nicodemo. Éste había venido a Yeshúa de noche a fin de preguntarle acerca del Reino de Dios y la redención final. Entre las cosas a las que se refirió Yeshúa en esta charla, el Evangelio de Juan nos revela que el Maestro citó el pasaje en el cual Moisés había levantado la serpiente en el desierto:

«Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés:
¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Yahvéh envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel.
Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo:
Hemos pecado por haber hablado contra Yahvéh, y contra ti; ruega a Yahvéh que quite de nosotros estas serpientes.
Y Moisés oró por el pueblo. Y Yahvéh dijo a Moisés:
Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá.
Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.»

(Números 21:5-9 RV60)

El Maestro enseñó que el poder de la serpiente de bronce anticipaba Su muerte expiatoria, señalando proféticamente que Él sería levantado en una cruz a fin de dar vida a todos los que miran a Él.  Así lo indicó Yeshúa mismo a Nicodemo en ese diálogo que tuvieron según el pasaje del Evangelio de Juan.

¿Por qué y Para qué una Serpiente de Bronce?

La serpiente debía ser de bronce, ya que este material, por efecto del sol, era fulgurante y por lo tanto, dada la altura del mástil, cada individuo del extenso campamento de Israel podría ver su brillo desde el lugar en que estaba.

La serpiente del desierto era una herramienta cósmica que permitía una perfecta conexión entre el Eterno y su pueblo Israel para otorgarles salud redentora.

Los invito a que volvamos al cuarto evangelio, y que leamos lo que dice Yeshúa al respecto:


“…Y como Moshé levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Ben Adam sea levantado, para que todo el que creyendo en él ponga por obra sus dichos, tenga vida eterna.…”

[Juan/Yohanán 3:14-15, – Código Real del NT-].

Para comprender lo que nuestro Dueño y Maestro quería decirle a Nicodemo necesito invitarlos a considerar con mucha atención los siguientes detalles guemátricos.

En hebreo, serpiente se dice נחש (najash), cuya guematría es:

(נ) Nun=50;
(ח) Jet=8, y
(ש) Shin=300,
es decir que su sumatoria da un total de 358.

Es interesante saber que 358 es la misma numeración contiene el vocablo hebreo “Mashiaj” (מָשִׁי חַ ) cuyos signos son:

(מ) Mem=40;
(ש) Shin=300;
(י) Yiud=10; y
(ח) Jet=8.
Total de 358.

¿Qué significa esto?

Que la imagen de una serpiente sobre un mástil que los Benei Israel (Hijos de Israel) vieron, era la imagen misma del Mashiaj alzada en la cruz. Es decir, que el espíritu del Mashiaj fue en realidad el espíritu sanador de los israelitas en el desierto. De ese modo, ayudados por Mashiaj, pudieron entrar a la Tierra Prometida.

En este contexto, el Mashíaj alzado en el monte del Gólgota, otorga salvación a todo aquel que le recibe como emisario (apóstol) de Dios. De las enseñanzas de los sabios Maharal de Praga y el Bnei Yisajar visualizamos otra perspectiva de este mismo punto:

«…Una persona está compuesta de tres elementos: el cuerpo, el Alma y el Intelecto (…) Es importante señalar que Najash y Mashíaj poseen la misma guematría, significando que la victoria del Mashíaj no es evitar el uso del cuerpo, alma e intelecto. Al contrario, cada uno de estos tiene su lugar en el servicio a Dios. Necesitamos servir a HaShem con un cuerpo saludable. Nuestras emociones y nuestros deseos pueden usarse para actos de santidad. Y claro, el intelecto –sobre todo los adelantos de ciencia, tecnología y comunicación–, nos refuerzan como individuos y permiten hacer llegar a las masas el conocimiento espiritual que era hasta ahora inalcanzable. Como estamos frente al advenimiento de Mashíaj, las herramientas del najash: cuerpo, alma e intelecto –cada uno de los cuales podría parecer estar contra la santidad–, deben transformarse en los instrumentos para servir bien a Dios…».

Ahora bien, es muy importante señalar aquí que el Eterno nunca mandó rendir culto a la serpiente ni postrarse ante ella; sólo ordenó mirarla como un acto de obediencia. Está especificado en el TaNaK que, cientos de años después, la figura de la serpiente fue destruida porque el pueblo estaba idolatrándola, corrompiendo su original significado, desencaminándose de su emunáh (fe) en el Eterno. Leamos el siguiente relato histórico.

Y aconteció que en el año tercero de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá.  Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abi, hija de Zacarías.  Él hizo lo recto ante los ojos del Eterno, conforme a todo lo que su padre David había hecho.  Quitó los lugares altos, derribó los pilares sagrados y cortó la Asera. También hizo pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho, porque hasta aquellos días los hijos de Israel le quemaban incienso; y la llamaban Nehustán.  Confió en el Eterno, Dios de Israel; y después de él, no hubo ninguno como él entre todos los reyes de Judá, ni entre los que fueron antes de él,  porque se apegó al Eterno; no se apartó de Él, sino que guardó los mandamientos que el Eterno había ordenado a Moisés.

(2ª Reyes 18:1-6)

Lamentablemente así es, los hijos de Israel habían guardado la serpiente de bronce unos setecientos años hasta el tiempo del rey Jizkiyahu (Ezequías) que finalmente la destruyó por el mal uso que se le había dado. Este texto nos enseña que algo positivo, que fue dado por el Eterno para la bendición del pueblo, puede convertirse en un culto idolátrico y una maldición. De la misma manera en el mundo occidental cristiano, se ha convertido a la imagen de la muerte del Mesías, e incluso la misma cruz, en un objeto de culto, que se adora, se canta y se quema incienso y velas etc. Por ende, comprendemos por qué ese culto idolátrico a los crucifijos y a la cruz es una abominación para el Eterno y serán hechos pedazos cuando venga el Mesías Yeshúa de nuevo a la tierra.

Además, esto nos deja la evidencia de que cuando un redimido pierde su relación con el símbolo, se cae en idolatría, transformando al objeto en un vulgar ídolo, que a la final será destruido. Lamentablemente, el hombre caído puede tomar cualquier buena y gloriosa cosa de Dios y encontrar un uso idolatra para ello.

Por eso, lo que las Sagradas Escrituras quieren hacer ver con todo lo anterior, es que la idolatría, no esta referida solamente templos gigantescos, con grandes imágenes, y sacrificios humanos. Sino a un idolatra común, en el aislamiento de cada varón (o mujer) en la paz de su propio hogar. Con un trabajo, una familia, unos créditos por pagar, y en vez de mostrar fidelidad a Dios, él o ella la manifiestan hacia ídolos, con dos, tres o incluso varias docenas. De ese modo, sólo se acarrea muerte ontológica para sí y su familia, para terminar en una eterna condenación.

Por todo esto, aceptaremos que todo ser humano ha sido dañado por el veneno del pecado y está en el camino a la muerte y la destrucción. La única solución para su supervivencia es que se fije en un milagro y ponga su fe en el Eterno por medio de ese milagro.

Un Asta para Provocar el Milagro Divino.

Continuando con nuestra investigación de este misterio salvífico, resulta interesante saber que la palabra hebrea que ha sido traducida como “asta” o “poste”, es nes (–נס – c.f. Núm. 21: 9) puede también ser traducida como “milagro” y/o “señal”. Así pues, comprendemos mucho mejor el oráculo encerrado en aquella serpiente: la muerte de Yeshúa fue un milagro y una señal divina para la Salvación de todo ser humano.

La vara de Moshé era un símbolo del Mesías. Esta vara era el poder de Dios para lograr la salvación para los israelitas. En muchos lugares de las Sagradas Escritura vemos que la vara es un símbolo del Mesías. Por ejemplo, el profeta Isaías anuncia:

” Y brotará un retoño (vara) del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto.”
(Isaías 11:1)

“…sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra; herirá la tierra con la vara de su boca, y con el soplo de sus labios matará al impío.”
(Is. 11:4)

La vara es un instrumento de poder. Se nos dice en otro lugar que Mesías gobernará las naciones con vara de hierro. Él es la vara de la boca de Yahvéh, porque Él es llamado la Palabra de Dios, y una Palabra que sale de Su boca.

Por ello, durante su estadía en la Tierra, Yeshúa demostró gran poder durante Su ministerio, resucitó a los muertos, sanó a los enfermos, haciendo que los ciegos vieran, calmando la tormenta con tan solo una Palabra; y muchas otras exhibiciones increíbles de poder ocurrían sólo por Su Palabra. Sin embargo, Su mayor acto, y el que aplastó la cabeza de HaSatán, fue cuando dio Su cuerpo para que fuera crucificado y cargó sobre sí todos los pecados del mundo.

“Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.”
( 2 Corintios 5:21)

Yeshúa se hizo pecado. Se convirtió en (semejante a) la Serpiente. Él nació en semejanza de carne de pecado (Romanos 8:3), pero se hizo pecado para deshacer las obras del HaSat´n y poner a los hombres libres de la maldición. El Mesías estuvo en el lugar del hombre. Se convirtió en una maldición para que los hombres pudieran ser liberados de la maldición. Como está escrito:

Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros (porque escrito está: MALDITO TODO EL QUE CUELGA DE UN MADERO).”
( Gálatas 3:13)

Entonces, aceptemos que una serpiente de bronce sí habla del mal; pero el mal habiendo sido ya tratado y juzgado. Es decir que, Yeshúa que no conocía pecado, se volvió pecado por nosotros en la cruz, y nuestro pecado fue tratado y juzgado en Yeshúa.

La serpiente en el poste y la vara que se convirtió en una serpiente, ambas señalaban a que el Mesías tomaría sobre Sí el pecado del mundo. De esta manera el poder del enemigo se haría añicos y los hombres podrían estar libres de la naturaleza de la bestia y convertirse a la imagen y semejanza de Dios.

Los que estaban infectados con el veneno de la serpiente, que es el pecado, podrían ser curados por mirar al Mesías, que se hizo pecado en su nombre. Un gran cambio se produjo en la Cruz, porque Yeshúa tomó sobre sí todos los pecados del hombre, y a cambio dio al hombre Su justicia.

Yeshúa se identifica con la serpiente de bronce. Una serpiente simboliza el carácter delmaligno. El yetzer hará, la “mala inclinación” o “inclinación al mal“, el pecado, de todos los hombres, que hemos recibido desde el huerto de Edén al ser “mordidos” por la serpiente antigua, fue introducido en Yeshúa para que pudiera ser condenado en él por el Juez Supremo y los hombres ser liberados de la ira y el castigo eterno que vino como una consecuencia de esa inclinación al mal, tal como lo enseñaba el apóstol Pablo a los creyentes de Roma:

Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne.
( Romanos 8:3 )

Volviendo a los oráculos del profeta Isaías podemos leer lo siguiente:

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero HaShem hizo que cayera sobre él la iniquidad de todos nosotros… Debido a la angustia de su alma, él lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes y con los fuertes repartirá despojos, porque derramó su alma hasta la muerte y con los transgresores fue contado, llevando él el pecado de muchos, e intercediendo por los transgresores.”
(Isaías 53:6, 11-12)

Debo aquí aclarar que cuando las Sagradas Escrituras hablan de EL pecado, en singular, se refiere a lo que se llama “yetzer hará”, la inclinación al mal, que es sinónimo a la carne, que es el carácter del maligno. En cambio, cuando las Sagradas Escrituras hablan de LOS pecados, en plural, se refiere a los resultados de esa inclinación, los pensamientos, las palabras y las obras que manan de esa naturaleza.

Entendido así este asunto, debemos aceptar que Yeshúa llevó tanto el pecado como los pecados para liberar a todos los que por fe ponen su mirada y su concentración fija en lo que él hizo cuando murió en la cruz. Así lo dejó bien claro el apóstol Pedro cuando escribió:

“… y él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por sus heridas fuisteis sanados.”
(1 Pedro 2:24)

El autor de la epístola a los Hebreos enfatizó también esta enseñanza al escibir:

así también el Mesías, habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de muchos, aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación de los que ansiosamente le esperan.
( Hebreos 9:28 )

¡El hijo del Hombre tenía que ser levantado de la misma manera que la serpiente de bronce!

La Torah nos dio a conocer de qué manera el hijo del Hombre tenía que morir para salvar al pueblo de Israel y al mundo del pecado y de la muerte eterna.

Yeshúa es la única solución final para el ser humano, tanto judío como no judío. Sin él nadie se escapa de la muerte eterna. En cambio, aquella persona que fija sus ojos espirituales en su muerte expiatoria será salvo eternamente. Tal como el Eterno lo expresa a través del oráculo de Isaías:

“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más.”
(Isaías 45:22)

Podríamos estar dispuestos a hacer cientos de cosas para ganar nuestra salvación, pero el Eterno nos manda a solo confiar en Él y verlo a Él en Su obra Redentora plena y perfecta a través de Yeshúa HaMashiaj.


Bitácora Relacionada y Recomendada:

Yeshúa: La Roca Viva que Seguía a Israel.

Por P.A. David Nesher

“Los hijos de Israel, toda la congregación, llegaron al desierto de Tsin en el mes primero; y el pueblo se quedó en Kadesh. Allí murió Miriam y allí la sepultaron. Y no había agua para la congregación; y se juntaron contra Moshé y Aharón.

Números/Bamidbar 20:1-2

Si existe algo curioso en este relato de la Torah (Instrucción) divina es que la muerte de Miryam sigue a las leyes de la pará adumáh (la vaca roja) a pesar de que su fallecimiento ocurrió en el 40º (cuadragésimo) año en el desierto, mientras la para adumáh fue quemada en el segundo año después de salir libres de Mitzrayim (Egipto). El Espíritu de la Torah yuxtapuso estos dos eventos para enseñar a Israel una idea mesiánica fundamental: la muerte de un tzadik (justo) logra expiación para KelaJ Israel (Asamblea de Israel)así como lo hacen las aguas de la para adumá.

Hay aquí algo muy importante para conocer; me refiero al hecho de que, según los sabios exégetas del hebreo, este episodio de la Roca sucede después de la muerte de Miryam, y resulta muy interesante conocer cómo interpretaron los sabios la Torah y qué midrashim (enseñanzas) dejaron en base a esto para discernir como se esconde aquí el Mashiaj (Ungido) y su obra.

Se recuerda a Miryam como aquella buena hermana que cuidaba al pequeño Moshé mientras que este flotaba entre la vida y la muerte dentro de una canastilla sobre las aguas del Nilo, contribuyendo con su ingenio a su salvación (Exodo 2: 4-9). Ochenta años más tarde la vemos tomando parte preponderante en la liberación de los israelitas de Egipto, y cantando a HaKadosh Baruj Hu a orillas del Mar Rojo, la salvación de Israel (Exodo 15: 20-21).

Resulta ser que existe una yuxtaposición (poner algo después de algo) de hechos, y dicen que la muerte de Miryam dio lugar a la escasez de agua. De hecho la roca es vista también como un pozo de agua:

Y de allí continuaron hasta Beer; este es el POZO donde el Señor le dijo a Moisés:
Reúne al pueblo y les daré agua. Entonces cantó Israel este cántico:
¡Sube, oh pozo! A ella cantad.

(Números 21:16-17 )

Como vemos dice “a ella cantad.” Desde este pasaje es que a este pozo en se le conoce como Beer Miryam (Pozo de Miryam). Y por este diseño cósmico, Miryam es considerada como “la salvadora de Israel” porque según ellos por el mérito de ella, «un pozo milagroso, como una roca» de la que fluía agua dulce siguió a Israel por toda su caminata en el desierto, pero cuando ella murió dejo de dar aguas. Así que mientras ella viviera, el pozo era una fuente de agua viva, de donde fluía fuerza y sustento para el Pueblo primogénito. Sin embargo, se secó después de su muerte.

La Torah nos relata que cuando la profetiza Miryam murió la fuente de agua que había estado con los hijos de Israel durante los cuarenta años cesó. Lo interesante de esto es que no está escrito que el pueblo tuviera sed, como en la ocasión anterior cuando no tenían agua (c.f. Éxodo 17:3-6). Así es como lo da ha entender el profeta Isaías cuando le recuerda al pueblo: “No padecieron sed cuando Él los condujo por los desiertos; hizo que brotara agua de la roca para ellos, partió la peña, y las aguas corrieron.” (Isaías 48:21)

Gracias al Eterno, nosotros hoy ya sabemos que Yeshúa es esa Piedra, y las dos veces del agua de la piedra, nos muestra las dos venidas de Mashiaj, la primera como Mashiaj Ben Yosef (donde fue golpeado) y la segunda como Mashiaj Ben David que viene a gobernar, por ello es que Moshé tenía que hablarle y no golpearla. Pero, existen algunos códigos que son necesarios conocer. Por eso, y refiriéndose a este punto, el apóstol Pablo registra lo siguiente en su epístola a los creyentes de Corinto:

“…Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Mashiaj.…”,

[1Corintios 10: 4, Código Real del NT].

En los pasukim (versículos) del contexto paulino, además de la «roca espiritual», se habla también de las «nubes de gloria», así como de un “alimento espiritual” (1Cor. 10:1-6). Esto es una evidencia de que las comunidades del primer siglo conocían el mensaje encriptado de la triada profética de Moshé, Aharón y Miryam.

Pablo está escribiendo desde lo dicho por medio del profeta Miqueas, quien coloca a Miryam a la par de Moshé y Aharón en aquel glorioso acontecimiento:

“…Porque Yo te hice subir de la tierra de Egipto y de la casa de siervos te he rescatado. Y he enviado delante de ti a Moshé, Aharón y Miryam…” 

[Mijá/Miqueas 6: 4, Tanaj Katz]

En el “Midrash Bamidbar”, encontramos igualmente una referencia de especial interés:

«…Tan pronto como Miryam falleció (Núm 20:1-2), el Eterno provocó que el manantial de Miryam desapareciera temporalmente, para que los benei Israel se dieran cuenta que su manantial de agua había sido dado en el mérito de Myriam (…) Aquella generación de israelitas recibió tres dones a causa de sus tres grandiosos líderes:
1) el manantial por el mérito de Miryam.
2) Las nubes de gloria por el mérito de Aharón.
3) El maná, por el mérito de Moshé (…)
¿Cómo recibían los israelitas agua del manantial de Miryam? Esta milagrosa roca dadora de agua estaba siempre presente en el desierto con Benei Israel. Cuando el pueblo acampaba, descansaba en un lugar alto opuesto a la entrada del ohel moed lugar donde explicaba Moshé la Torah De la roca salían doce líneas de abastecimiento de agua que iban directo a las tribus
…»,
[Págs 242- 243].

De los registros del Lubavitcher Rebe M. Schneerson extraemos lo siguiente:

«…Los tres elementos: “Nubes de Gloria”, “Maná” y “Manantial”, pueden entenderse también de un modo conceptual y ser interpretados como aludiendo a tres diferentes niveles y aspectos que se hallan en la Torah misma. Para comprender el paralelismo entre estos tres conceptos y la Torah, antes debemos clarificar el significado simple, físico y concreto, de cada uno de ellos, ubicados en el contexto histórico del éxodo de los Benei Israel de Egipto:
(1) Las Nubes de gloria resguardaban a los israelitas de los factores externos; ofrecían protección de cualquier fenómeno que se originara en alguno de los cuatro puntos cardinales: Eliminaban a las serpientes del desierto, alisaban los terrenos montañosos y dispersaban toda molestia resultante de la naturaleza. Además, mantenían limpias las vestimentas del pueblo, por ello es que está dicho: “Tu vestimenta no se desgastó”. Todos estos son instancias que hacen a la protección externa.
(2) El Maná era un artículo comestible y en él podía degustarse cualquier sabor que se deseara. La ingesta de alimentos consiste en incorporar e internalizar lo ingerido.
(3) El Manantial, agua, no es alimentario en mérito propio; por eso dice Maimónides que no se puede hacer un eruv con agua, pues el agua no sacia, y un eruv solo puede hacerse con algo que sacie. En cambio, la función del agua es transportar los nutrientes del alimento ingerido a todas las partes del cuerpo
…».

Es decir, que la generación del desierto recibió tres dones en mérito de de sus tres grandes líderes libertadores:

  • En el mérito de Miryam, un manantial.
  • En el mérito de Aharón, las Nubes de Gloria.
  • En el mérito de Moshé, el maná.

¿Por qué están estos tres líderes asociados con estos particulares dones?Ellos personificaron los tres pilares que sostienen el mundo:

  • La Torah
  • La avodáho adoración verdadera, y
  • Los actos de bondad.

Moshé fue el transmisor de la Torah a Su Pueblo, y por ende, fue su maestro por excelencia.Por consiguiente, en su mérito los israelitas recibieron el man (maná)cuya entrega diaria aliviaba la necesidad de ganarse provisión y abrigo.

Aharón personificó la avodáhSu devoción al Servicio de los sacrificios trajo la Shekináh (Presencia de la Divinidad) Kelal Israel. Las Nubes de Gloria fueron por lo tanto provistas en su mérito, porque ellas representaban la Shekináh que moraba con el pueblo Israel.

Miryam sobresalió en el tercero de los tres fundamentos, la bondad ilimitada (hebreo Jesed) manifestada en Gracia divina. A causa de su atributo de jesed (bondad), el Eterno proveyó a los israelitas de agua, una necesidad vital.

¿Cómo recibían Benei Yisrael (Hijos de Israel) agua del Manantial de Miriam?

Esta milagrosa roca dadora de agua estaba siempre presente en el desierto con Benei Yisrael. Cuando el pueblo acampaba, descansaba en un lugar alto opuesto a la entrada del Ohel Moed.

Entonces, cada uno de los doce nesiím (líderes) la abordaba con su bastón y trazaba una línea desde el manantial hacia su tribu. Y así, el agua fluía a lo largo de las doce líneas a todas las tribus, formando ríos entre una y otra.

¿La Piedra se Movía?

Ahora bien, hay una pregunta que surge al leer el pasaje paulino de la primera carta a los corintios (1Cor. 10:4): ¿de dónde conoce Pablo que una piedra “seguía” el andar de los israelitas? Pues bien, dicha codificación mesiánica merece una detenida explicación.

El hecho de que la peña se “moviera” a la par con el pueblo no está expresamente dicho en el texto de la Torah. Lo relacionado con esta roca que “camina” nos llega mediante antiguos midrashim (enseñanzas).

Por un lado vemos que Pablo le da un sentido mesiánico profético a la peña y sus aguas. El agua representa la Sabiduría del Cielo, ello significa que en la Era Mesiánica, el Mashiaj será quien enseñe al mundo los secretos de Dios en el nivel más profundo y elevado existente. La Torah Kabalística, por su parte, habla asimismo de un “pozo moviente”, algo parecido a lo expresado por el apóstol. Veamos dicha cita:

«…Cuando los israelitas estuvieron en el desierto, “eran seguidos por un pozo” que les proporcionaba agua. Y este milagro se debía al mérito de Miryam, puesto que cuando ella murió el pozo se secó…»,
[Pág 210, Torah Kabalística]

Por si aún no nos queda clara la conexión de Miryam con las aguas, la Kabalah viene a recordarnos que Miryam era profetisa y que salvó a Moshé de las aguas del Nilo. Desde entonces a Miryam se le asocia con las “aguas”.

Como hemos dicho, las aguas simbolizan la sabiduría divina. Dicen los sabios de la Torah que el pozo de agua se secó al morir Miryam, pero luego las aguas retornan por los méritos de Aharón y Moshé. Cuando murió Aharón, las nubes de gloria se fueron, pero volvieron por los méritos de Moshé. Luego, cuando murió Moshé, cesaron los tres milagros.

Hace unos años escuché al maestro kabalista judío Albert Gozlan diciendo que, tras la escena “Moshé hiriendo la roca”, encontramos una bella alegoría; el uso de la palabra (la Voz), antes que la fuerza. Leamos su explicación:

«…La “roca” está simbolizando el cuerpo del hombre, y el “agua” representa al alma. Así pues, para que brotara la “sabiduría del alma”, Moshé le pegó al “cuerpo”. Sin embargo, en esta ocasión Hashem le dijo que únicamente le hablara a la piedra, no que la azotara, porque al alma (persona), solamente hay que hablarle para que haga salir la sabiduría interior, pero nunca golpearla. La sabiduría divina, cada hombre la tiene grabada en su ADN, en el alma. Lo que hace el Eterno con Sus hijos es hablarnos al corazón para hacernos manar aguas sabias…».

Buscando cerrar la enseñanza desde todo lo hasta aquí considerado, entendemos que esta fuente de agua es el símbolo mismo del obrar de la gracia santificante que el Mesías comunicaría a todas las almas que creerían en Él. Es decir, que era una Teofanía de Aquel que es la Fuente que no se acaba. Pablo asegura que en esto consiste el obra de la Gracia que recibimos en el bautismo que nos otorga la emunáh (fe).

Para sacar y beber de esta agua viva y vivificante es necesario primordialmente creer en la benevolencia ilimitada (Jesed) del Eterno. Una vez sumergidos en ella, esta misma agua nos conduce a conocer la Sabiduría divina que revela el propósito eterno de Dios.

Con esta cosmovisión se logra comprender lo relatado en el Evangelio (Jn. 4 5-42) cuando Yeshúa, junto al pozo, le dice a la Samaritana: “si conocieras el don de Dios y quien te pide de beber, le pedirías tú y él te daría agua viva” (v. 10). Allí mismo, el Señor le aclara aún más: “el que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo daré se convertirá dentro de él en un manantial de agua que salta hasta la vida eterna» (v.14). Fue así como esta mujer de Samaria, desconfiada al principio, al descubrir con quién estaba hablando, vuelve llena de alegría a la ciudad para anunciar al Maestro y Mesías hallado.

¡Que gran oportunidad recibe nuestra alma con esta enseñanza! Podemos comprender con ella que la Gracia del Eterno es el poder que se nos da de participar de Su naturaleza divina por medio de la fe en Su Ungido. Esta obra no puede separarse del amor infinito de Dios, que es la esencia de su vida. Este amor se derrama con la Gracia en el bautismo y no es un amor abstracto, sino un amor que se siente y se vive por medio de un compromiso diario con la vida del Mesías. Un compromiso que nos impulsa a seguirlo y peregrina el diario vivir dialogando con Él.

Es un amor irresistible y que compromete al alma redimida con la Verdad de tal forma, que se hace capaz de dar la vida por ella.

Así nos tenemos que sentir los bautizados en Su Instrucción, llenos del agua viva que nace de Su gracia. Llenos de la fuerza del amor divino de tal manera, que nos comprometa con una vida de avodáh verdadera, por medio de la cual logremos derribar todas las estructuras de pecado del sistema reptiliano, y edificar una Nueva Humanidad en las estructuras de vida reveladas en el diseño original de Su propósito mesiánico.

Es el agua viva que nos fortalece para la lucha diaria por la verdadera vida desde su concepción hasta su muerte natural, amando y protegiendo los valores de la verdad y la justicia; luchando por la inclusión de todos los seres humanos en una sociedad más justa y equitativa.

Esa agua viva es la que como Miryam nos permite dar vida mesiánica a las generación que nos rodea, llenándola de esperanza a través del conocimiento del misterio liberador de Pesaj: Yeshúa HaMashiaj, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y que es el centro de la vida, de la historia y de la dignidad del hombre.


Bitácora Relacionada y Recomendada:

¡Háblale a la Roca, porque el Eterno no hace un Milagro idéntico a Otro!

Por P.A. David Nesher

«Toma el bastón y reúne a la comunidad — tú y tu hermano Aharón — y háblale a la roca a la vista de ellos y ella dará sus aguas. De ese modo sacarás agua de la roca para ellos y le darás de tomar a la comunidad y a sus ganados”.
Moshé tomó el bastón ante Yahvéh, tal como se lo ordenara. Moshé y Aharón congregaron a la comunidad ante la roca. Moshé les dijo:
“¡Escuchen, rebeldes! ¿¡acaso de esta roca [que no fuera designada por YHVH] quieren que saquemos agua para ustedes!?”.
Moshé levantó su mano y golpeó dos veces con su bastón la roca y emergió abundante agua. Así, tomaron la comunidad y sus ganados

(Números/Bamidbar 20:8-11).

Al leer estos pasukim (versículos) nos encontramos con la narración de uno de los incidentes más conocidos de las Sagradas Escrituras, pero el que más códigos mesiánicos encriptados posee.

Primero, necesitamos recordar que la profetiza Miryam murió el día 10 de Aviv, a los 125 años. Inmediatamente después de su fallecimiento se secó el agua de la fuente. Según los datos dador por el Talmud y el Midrash, la fuente de agua que seguía a los hijos de Israel en el desierto fue dada por los méritos de Miryam. Ahora, con ella fallecida, la fuente estaba seca, y el pueblo pensó que se quedó sin agua.

Lo curioso de esto es que la Torah (Instrucción) divina no registra que la congregación haya llorado por la muerte de Miryam, como lo hizo por Aharón y Moshé (Deut 34:8). Por cierto, fue precisamente debido a que no derramaron lágrimas por la desaparición de Miryam que la fuente de su agua se agotó. Fue como si el mérito de Miryam no les hubiera importado. Por ello, el Eterno permitió que a la muerte de Miryam la roca que suministraba agua quedara oculta.

Resulta que, por causa de dicho insidente, el pueblo presionaba al profeta Moshé para que les diera agua. Ellos habían caminado cuarenta años por las arenas del desierto y ahora, que el manantial de la Roca que los seguía se había secado con el fallecimiento de Miryiam, ello temían morir de sed.

En segundo lugar, vemos que el Eterno manda a Moshé que le hable a la roca porque de ella brotará agua (Números 20:8). La instrucción de hablarle a la peña contrasta con el hecho de que, cuarenta años atrás, Moshé siguió la instrucción de Yahvéh de golpear la roca para que el agua fluyera. Esto es lo que llegó a recordar Moshé años antes:

“…Mira, Yo estaré parado ante ti en la roca, en Jorev. Golpearás la roca y de ella saldrá agua y el pueblo podrá tomar”. Y en efecto, así hizo Moshé a la vista de los ancianos de Israel…”,

[Éxodo/Shemot 17:6, Torat Emet (comparar con Núm. 20:8; 20:11)].

Pero esta vez, la orden había sido bien clara y muy específica, el Eterno le dijo a Moshé que tomara la vara, pero no que la usara. El agua seria proveída si Moshé tan solo hubiera hablado a la peña a la vista del Pueblo. En esta oportunidad, Moshé solamente debía hablar a la roca, aunque con la vara en su mano. Esta vara era sencillamente el símbolo de su autoridad de parte del Eterno.

Así pues, tal y como se le ordenó, Moshé tomó el cayado y fue con Aharón a convocar a toda la congregación para darles agua tal que se santificara el Nombre de Dios. Él comenzó haciendo exactamente lo que el SEÑOR le había dicho que hiciera: Tomar la vara, y reunir al pueblo de Israel.

No obstante, aunque sí logró hacer salir el agua de una piedra, no santificó el Nombre del Santo y Bendito, por lo menos no de la manera, ni al nivel que se le había ordenado. Y aunque la naturaleza exacta de su pecado es desconcertante y ha sido interpretada de diversas maneras por los exegetas, independientemente de su verdadera índole, lo que sí se hace evidente es que este pecado les costó a Moshé y Aharón el privilegio de entrar a la Tierra prometida.

¡Cuidado con el Uso de Tu Voz!

Ahora los invito a considerar códigos lumínicos que nos servirán para la praxis de nuestra emunáh.

Si lo observamos bien, notamos que en esta nueva ocasión, al Profeta se le ordena únicamente el uso correcto de la voz (“háblale a la roca”); sin embargo, él golpeó la roca, pero nada ocurre. En ese momento él tuvo la oportunidad de re-evaluar su enfoque y reflexionar más detenidamente acerca de la instrucción específica de Dios de “hablarle” a la peña, pero en lugar de ello, Moshé la golpea por segunda vez (vers 11), y entonces el agua comenzó a brotar.

Resulta obvio que Moshé debió haber hablado una y otra vez a la roca hasta lograr que esta proveyera agua, pero el tono insultante del pueblo lo condujo a que su ira se convirtiera en furia incontrolada. Justamente los sabios explican que una vez que se hubo enojado, se le ofuscó el juicio y golpeó la roca. Es evidente que fue una mala interpretación la de Moshé y Aharón, quizás por estar bajo una fuerte presión por parte del pueblo de Israel que solía murmurar por todo.

Dicen los sabios que en este lugar de endurecimiento, Moshé cometió un error muy importante que consistía en estas *cinco cosas*:

  • Actuó con ira.
  • Habló palabras fuertes contra los hijos de Israel, “rebeldes”. Dios no le mando que hablara a la nación, ni hablar tan severamente a la nación, sin embargo Moisés lo hizo.
  • Dudó de Yahvéh, no escuchando atentamente la nueva consigna.
  • Desobedeció la orden de hablar a la peña.
  • No santificó al Nombre del Eterno con su proceder.

Por cierto, hay muchas explicaciones para la frustración de Moshé aquí (el Salmos 106:32-33 describe como el pueblo provocó a Moisés aquí), pero ninguna de ellas es excusa.

Peor aún, Moshé no solo tomo la rebelión del pueblo contra el Señor muy personal, él también sobre-magnifico su propia asociación con Dios diciendo:

«¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?» 

Moshé habló como sí él y el Eterno harían el trabajo, como sí ellos dividieran el trabajo cincuenta-cincuenta; como si Dios no pudiera traer agua a menos que él estuviera cerca para hablarle a la peña. Su lapso en desprecio por el pueblo lo guió a un lapso de orgullo sutil. Por sus palabras se deduce que actuó con ira y hablo como si él mismo pudiera hacer milagros, cuando tenía que haber atribuido al Eterno esa capacidad.

Por eso fue que no solo la golpeó a la Roca, sino que la golpeó dos veces. Cuando él golpeó la peña al principio del viaje de Éxodo, él sólo debía golpearla una vez, pero ahora, de la ira y frustración, él lo hizo dos veces.

Quizás, a simple vista, Moshé no cometió un pecado aparentemente serio, pero en los ojos del Todopoderoso su desobediencia fue lo suficientemente grave como para negarle la entrada a la herencia de la tierra. En fin, los errores de estos dos gigantes espirituales fueron sumados con las palabras “vosotros no me creísteis para santificarme ante los hijos de Israel”.

La lección para nosotros aquí es bien clara. Hasta que no elevemos nuestra conciencia, nunca estaremos listos para aceptar los milagros en su forma más pura y se nos impedirá verlos siempre.

Cuarenta años antes (Exo 17:6), cuando el Eterno le mandó a Moshé que golpeara la piedra, el pueblo venía saliendo de una esclavitud brutal, por lo tanto «golpear» era un idioma que ellos conocían perfectamente. Sólo que esta vez, Moshé tiene enfrente a una nueva generación de israelitas que había nacido y crecido en libertad; una generación que requería de un enfoque más suave, la palabra hablada.

Sobre estos pasukim, el Midrash explica:

«…El Eterno dijo a Moshé: Reúne a los tzadikim (hombres justos), y a las grandes personas ante la roca de la cual el agua fluía mientras Miryam estaba viva. Mientras estés parado con la santa Congregación frente a la roca, enséñales una halajáh (ley) o un pasaje de Torah. Luego ordena a la roca manar agua…»,
[“Midrash Bemidbar”, pág 244, 245].

De todo esto aprendemos que la Santificación del Nombre del Eterno [– en hebreo Kidush HaShem (קידוש השם) –] tiene mucha prioridad para el Eterno. La forma de tratarlo es sumamente importante, y especialmente al ser un ejemplo para todo el pueblo, como lo era Moshé. No se puede tratar al Eterno de cualquier manera y pensar que no hay consecuencias de ello. Y cuánto más alto sea el cargo espiritual, más importante es tratar correctamente al Eterno para que el pueblo tenga un buen ejemplo a seguir.

¿De qué manera Moshé y Aharón no habían santificado al Eterno?

La Torah dice que no le habían creído – en hebreo lo heemantem(לא האמנתם). La raíz de la palabra creer – aman, (אמן) – tiene que ver con la construcción de un soporte, algo firme y estable. Por lo tanto, creer en el Eterno no solamente implica creer en lo que Él dice, sino ser fiel y ajustar toda su vida – pensamientos, actitudes y conducta – según lo que el Eterno indica en lo que dice. Creer en Yahvéh es confiar en Él. Creer en el Eterno es serle fiel. Moshé y Aharón no fueron fieles al Eterno en este momento, porque él había dicho que ellos hablaran a la peña y no lo hicieron, sino que la golpearon. Ser fiel es hacer exactamente lo que el Eterno ha dicho, ni más ni menos.

Así pues, al no ser fieles, ellos no santificaron Su Nombre. Al no hacer lo que Él había dicho dieron un ejemplo malísimo ante el pueblo de cómo uno debe comportarse ante el Eterno.

Alguno pensará que no importa tanto si hablaran o golpearan la peña, lo importante es que el milagro se haya hecho y que el pueblo haya sido salvado. Pero en el Reino de los Cielos las cosas no funcionan así, a medias. Lo que el Eterno dice es exactamente lo que quiere decir. Por eso hay que obedecerlo no más ni menos ni de otra manera ni de manera parecida ni a medias, sino exactamente como lo ha dicho. Toda otra cosa es no santificarle y no serle fiel.

¿Por qué hacer que esta Roca vierta agua de maneras distintas?

Al leer el “Midrash Bemidbar” (pág 245), encontramos la respuesta a este planteo y es que el Eterno no hace un milagro idéntico a otro.

Lo que más me impresiona de este relato es que a pesar del lapso de Moshé dentro de una actitud pecaminosa y acción, el Eterno aun así proveyó abundantemente para el pueblo. Es que el amor de Dios por su Pueblo es tan grande, que Él usará sus instrumentos imperfectos. De aquí surge otra enseñanza más: el hecho que Yahvéh use a alguien no es evidencia (para ellos mismos o para el pueblo) que ellos mismos están realmente bien con el Eterno, o que vibran con su ministerio de acuerdo al corazón pastoral de Yahvéh.

Desde esto, surge un lema de emunáh que ayudará a discernir ciertos «eventos milagrosos» que acontecen en el mundo de las denominaciones babilónicas con tintes «carismáticos»: ¡lo que funciona no es la mejor medida para lo que está bien delante del Eterno y Su propósito mesiánico!

Aprendamos de esta lección a estudiar bien lo que el Eterno realmente ha dicho para luego poder hacer exactamente lo que ha dicho y no otra cosa.


Bitácora Relacionada y Recomendada:

Mi Sanación depende de mi Visión… (La Serpiente de Bronce)

Por P.A. David Nesher

«Entonces YVH mandó contra el pueblo serpientes venenosas para morder a la gente. Falleció una gran multitud de IsraelYHVH le dijo a Moshé:
“Hazte una serpiente venenosa de bronce y ponla en un mástil. Cuando la miren los que fueron mordidos, se salvarán”.
Moshé hizo la serpiente de bronce y la puso en un mástil. Y en efecto, cuando una serpiente mordía a alguien, ése miraba a la serpiente de bronce y se salvaba.»

(Números/Bamidbar 21:6, 8-9)

Los rigores del viaje surtieron su efecto, e Israel se quejó sin justificación alguna. La la ira del Eterno fue provocada, y está se manifestó inmediatamente en el campamento, hasta que Moshé los salvó nuevamente.

La protección que antes tenían con la presencia de las llamadas «HaNanei Kavod» (Nubes de Gloria), había desaparecido al fallecer el Sumo Sacerdote Aharón. El miedo paralizante que activa la mente egoica se había encendido. Entonces el ánimo del pueblo se impacientó y hablaron contra el Eterno, el Invisible, y contra Moshé, su líder visible. Ya no se quejaron solamente por causa del camino sino empezaron a criticar la comida que Yahvéh les estaba dando todos los días.

Por ello, las nejashim (נְ חשִַּ֣ים – serpientes) serafim (abrasadoras) pudieron entrar en el campamento de Israel. Los Benei Israel (Hijos de Israel) fueron mordidos por serpientes venenosas que el Eterno había enviado al campamento porque habían hablado mal del maná. El resultado de la queja contra la comida fue mortal. La protección que antes tenían con la presencia de las «Hananei Kavod» (Nubes de Gloria), ya no estaba, y las serpientes pudieron entrar en el campamento, por mandato del Eterno y muchos murieron por causa de ellas.

Esto enseña que la lashón hará (lengua de maldad), manifestada en murmuración, y la falta de gratitud, desata toda clase de peligros en nuestras vidas. La Torah revela aquí que los malos espíritus tienen libre acceso a una persona que habla mal de los regalos que el Eterno da en su bondad. Las serpientes eran un castigo para aquellos quejosos, difamadores y malagradecidos israelitas.

Según los códigos hebreos del relato, la ponzoña en los colmillos de estas hanejoshim haserafim (serpientes ardientes) hacía sentir a sus víctimas un ardor fortísimo como si se estuvieran quemando por dentro. Así que, por causa de este veneno sobrenatural, mucha gente empezó a morir.

Esta plaga demostraba que era un reflejo de lo que había en cada israelita. En las bocas de esa gente solo había mortal veneno. En el libro del Zohar (Jukat 10:71), se registra lo siguiente:

«…Habló el pueblo contra Dios y contra Moshé. Ellos murmuraron calumnias contra HaKadosh Baruj Hu y se pelearon con Moshé. “¿Por qué nos han subido?” Ellos trataron a todo aspecto por igual, pues igualaron a Dios y Moshé, al decirles, “¿Por qué nos han hecho subir?” Es por esta razón que les enviaron serpientes abrasadoras como el fuego. El fuego entró en sus entrañas y cayeron muertos, como está escrito, “Envió entonces el Eterno contra el pueblo serpientes serafines (…) Las serpientes llegaban con la boca silbando y mordiendo, y ellos morían (…) Había un fuego abrasador en sus bocas. Mordían y lanzaban sobre ellos el fuego, quemando sus entrañas y ellos morían…».

¿Por qué serpientes?

En el Midrash existe una alegoría con la que los sabios explican esto. En la misma se le pregunta a una culebra ¿por qué muerde si no tiene ningún placer?, ella simplemente responde: …»¿Y qué placer físico recibe un calumniador…?”.

Los sabios con esto, hacen ver que las culebras no tienen papilas gustativas por lo que toda comida les sabe igual. Es decir que la mordida de la serpiente a diferencia de los demás animales, es sin beneficio para la propia serpiente. Por eso, dicen los sabios, cada serpiente de esta plaga divina es un símbolo de la lengua activa en habladurías, que generalmente es realizada sin ningún beneficio por parte de quien habla

El castigo del principio yahvista denominado «midáh kenegued midáh» (traducido como «medida por medida«), por reclamar a causa del maná (que sabía a lo que cada uno de ellos quisiera), fue el ser mordidos por serpientes; animales para quienes toda comida sabe igual.

Con esto, Israel aprendió que la palabra hebrea najash [(נְ חַּ֣ש) – «serpiente], es también aplicable a la tendencia a actuar negativamente, esa que ser humano carga dentro de sí (y que es parte integral de nuestra personalidad humana). La “serpiente” es un símbolo de las “habladurías, un ícono de “lashón hará” y, en este sentido, Israel pecaba constantemente con su filosa lengua calumniando, difamando, quejándose de Dios y su líder Moshé, etc.

La NEJASH NEJOSHET (Serpiente de Bronce)

Lo cierto es que a causa de este mortal azote, los israelitas se arrepiniteron y Moshé rogó por ellos. Entonces el Creador les proveyó una fuente de salud: una serpiente de bronce. Las víctimas, donde ellos se hallaran, solo tenían que mirar de lejos a la serpiente, invocar al Cielo, y luego esperar sobrevivir.

Desde su altura profética (es decir desde la altura de Bináh), Moshé hace una serpiente en el nivel inanimado de la naturaleza como si de verdad lo fuera y no de la forma en que es representada a una persona.

De este modo, el Eterno quiere que Israel comprenda que la serpiente de bronce es también un símbolo que representa a la persona humana influenciada por su ídolo egoísta (a esto se le llama egolatría: adoración del ego). La Torah parece decirnos “mira, está simplemente hecha de bronce, ¿por qué te inclinas ante ella?” Es por esto que si tú “ves la serpiente” ahora, es decir si la sientes dentro de ti en ese nivel, eso te cura.

Los sabios comentan desde una pregunta: «¿acaso una serpiente puede dar la vida o provocar la muerte?» Inmediatamente contestan, que no, más bien, cuando ellos alzaban la vista y subyugaban su corazón al Av Celestial, se curaban, pero si no, morían. Eso fue exactamente así porque Dios pudo haberlos curado sin la serpiente; pero ellos entonces habrían pensado que se curaron por medios naturales.

La serpiente de Moshé era un mensaje divino de exhortación que le dice a cada israelita que el ego es meramente un ídolo, una estructura síquica construida en el interior del alma humana con el veneno materialista del sistema reptiliano. Por eso era que donde quiera que el israelita moribundo la viera, ya sea como naturaleza inanimada que se encuentra en un palo, inmediatamente se curaría porque se da cuenta que no hay razón para rezarle a un ídolo. Es decir, que los israelitas comprendieron y aceptaron en este castigo que no existe razón alguna de confiar en el ego que ha sido forjado por la influencia del sistema reptiliano que HaSatán controla y desde donde inocula al alma humana distintas tentaciones para lograr su condenación.

El secreto del presente texto radica en que, para mirar la serpiente había que observar hacia “Arriba, esto significaba que debían orientar sus pensamientos hacia el Creador, lo que los inducía a abandonar sus malas conductas y entonces se sanaban. La solución para ser libre de ese veneno destructor que corría en su cuerpo, el ratzón atmutzdeseo de recibir sólo para sí» o el ego), era mirar con fe la figura de bronce y hacer teshuváh desde lo que reflexionaban al comprender el simbolismo de esa serpiente de bronce.

Tomando en cuenta lo dicho hasta aquí, vemos que esta historia nos muestra, de la forma más gráfica posible, uno de los principios básicos de la vida espiritual. El pueblo de Israel, después de haber pecado, se encontró con una nueva y distinta realidad (una realidad donde todos son mordidos y todos necesitan ser salvos).

Aquí está la lección aprendida: cuando pecamos, cuando elegimos alejarnos de Dios, nuestra elección siempre tiene consecuencias muy reales e inevitables. Cambia y distorsiona la realidad, tanto en nuestro interior como en nuestro exterior (a menudo en ambas), aunque estos cambios no siempre son visibles como en nuestra historia de la Torah. Después, cuando las consecuencias de nuestro pecado inevitablemente empiezan a ‘mordernos’, comenzamos a clamar al Señor, pidiendo que nos salve (que elimine las serpientes, que aparte las consecuencias). Sin embargo, incluso el Eterno mismo, no restaura simplemente las cosas como si nuestras elecciones pecaminosas nunca hubiesen acontecido; incluso Él mismo simplemente no borra nuestro pecado o el mal que causó.

Al leer el texto en hebreo, logramos asombrarno por la abundancia de silencios y sonidos silbantes de aquí: Nashaj (morder), Najash (serpiente), Nejoshet (bronce)… como si efectivamente el silbido de las serpientes llenasen estos versículos. No es del todo accidental que hayan serpientes en esta historia: en el principio, el pecado entró por la víbora (la serpiente antigua o HaSatán) y qué más, si no pecado (arrastrándose, silbando y mordiendo) ¿está representado por esas serpientes en nuestra porción de la Torah? Sí, no es suficiente eliminar las serpientes, el veneno ya está haciendo su efecto, y por eso, el Eterno tiene que traer un remedio para que todos los que fueron mordidos, vivan.

El Poder de la Visión sobre el Destino Humano.

Resulta que cuando leí el comentario de Rashí, me sorprendí, ya que este exégeta dice que el texto hebreo usa una palabra que significa que tenían que mirar fijamente con concentración.

Los kabalistas enseñan que el sistema de sanación de Dios dependía totalmente del enfoque de la visión de cada israelita.

Uniendo estas dos perspectivas pedagógicas, aprendemos que nuestros ojos son herramientas de gran alcance que pueden extraer energía específica que afectan nuestra materia. Sin duda alguna, la sanación tiene que ver con la visión. La luz que se reflejaba desde la serpiente de bronce generaba ondas cerebrales que activaban una fuerza sanadora.

Todos nosotros hemos experimentado cómo el mirar algo puede generar un cambio pequeño o grande en el cuerpo. La mayoría de nosotros hasta podría vomitar con solo observar algo repugnante. Por otra parte, nuestra boca se hace “agua” cuando vemos algo que nos gusta; el corazón comienza a latir más rápido ante la vista de algo emocionante. Así pues, el sistema de curación que el Eterno le dio a Moshé era totalmente dependiente de la mirada ontológica. Con esto aprendemos que nuestros ojos son una poderosa herramienta que puede extraer del mundo metafísico una energía específica y puede afectar nuestra fisicalidad.

De este modo tenemos que, incluso lo que a nuestros ojos se presenta como malo o negativo, también tiene un sentido, pues en esencia, ningún mal proviene de Arriba, solo es cuestión de orientar la vista en la dirección adecuada.

Cuando el pueblo de Israel reconoció su pecado, el Eterno mostró a Moshé cómo poder sobrevivir en el momento de ser mordido por una serpiente. ¿Cuál es ese remedio? El secreto para la recuperación era mirar fijamente con atención a una serpiente de bronce colgada sobre una estaca.

Hoy, sabemos que para poder curar la mordedura de serpiente, podemos confiar completamente en un práctico remedio: el suero antiofídico, alguna medicina, tratamiento, acción. Sin embargo, en su lugar, a los hijos de Israel el Eterno les dice que miren a la serpiente de bronce (solo mirarla, para poder vivir). No necesitaban acercarse, tocarla o hacer algo con ella, solo tienen que mirarla, “y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá” (v.9). ¡Por mirar atentamente recibieron vida. La visión les salvó de la muerte!

Puedo imaginar que alguno de ellos dudó, incluso se volvió a quejar diciendo: «¿Qué bien puede hacerme, si solo miro a la serpiente?» Pero este es exactamente el eje de esta historia: no importa si Su remedio cumple con nuestras expectativas. ¿Recuerdas a Naamán, el comandante del ejército sirio, que era leproso? (leer 2Reyes cap. 5). Él fue a Eliseo para ser sanado, pero se enfureció y casi se marchó después de que Eliseo no llenó sus expectativas. Él dijo: «He aquí, yo pensé…» Y casi pierde su propia sanación, tan solo porque pensó que debía haberse efectuado de forma diferente. Cuan a menudo la gente se pierde algo de lo que Dios está haciendo, solo porque ellos piensan que debería ser hecho de manera diferente: «He aquí, yo pensé…»

Allí en el desierto, el Eterno ofrece su sanación a todos. Por más extraño e inesperado que pudiera parecerles, era su único medio para sobrevivir (para ser salvados). Aquellos que escogieron mirar a la serpiente de bronce, vivieron, todos los demás, perecieron.

Aprendemos de esto que lo que está delante de nuestros ojos tiene una tremenda influencia sobre nuestro futuro. Es sumamente importante lo que miramos. Lo que entra por los ojos físicos y lo que entra por los ojos espirituales tiene el potencial de matarnos o darnos vida.

Cuando Javáh (Eva) vio que el árbol prohibido era bueno, tomó de su fruto y murió. Cuando los israelitas vieron la serpiente de bronce recibieron vida. ¡Qué importante es fijar su mirada en lo que da vida en lugar de lo que da muerte!


Bitácora Relacionada y Recomendada:

http://Jesús: La Serpiente Mesiánica del Desierto para la Sanación del Mundo.

Una Boda Extraterrestre al Borde del Monte Santo

Por P.A. David Nesher

¡Y llegó el momento esperado! El instante en que el mundo sufriría un cambio histórico, al recibir cada ser humano, las raíces de comportamiento ontológico y moral, para la eternidad.

Por veintiséis generaciones, desde la creación de Adam HaRishón, el Eterno había esperado transmitir a la humanidad la preciosa Torah la cual había precedido la creación del universo. Su Intención eterna había sido que ésta vibre en sus códigos metafísicos en el corazón y la mente de cada ser humano.

Finalmente, Yahvéh había encontrado un pueblo dispuesto a aceptarla. El grandioso momento de su Revelación fue aguardado ansiosamente por el universo íntegro puesto que con ello se llevaría a cabo el objetivo espiritual de toda la Creación en cada uno de sus planos y dimensiones existenciales.

Cuando llega la hora de presentarse al pie de monte Sinaí para recibir la Torah, los israelitas experimentan un milagro mayor que el éxodo de Egipto y las diez plagas y más maravilloso que la división del Mar de Cañas.

Cuenta el Midrash que los hijos de Israel estaban reunidos al pie de Har Sinaí, varones y mujeres separadamente. Sin embargo, el Eterno provocó que en ese momentos fueran unidos por todas las millones de almas no nacidas aún de sus descendientes y por las almas de los guerim (prosélitos), es decir todos aquellos que aceptarían la Torah en generaciones futuras. Cuando Yahvéh descendió sobre el Har Sinaí en un estallido de fuego, rodeado por una multitud de 22.000 ángeles, la tierra se estremeció, y hubo tronar y relampagueo. Entonces los Benei Israel oyeron el sonido de un shofar tocándose continuamente, creciendo en intensidad hasta que alcanzó el más grande volumen que las personas podían soportar. El fuego de Har Sinai se elevó hasta los mismos cielos, y la montaña humeó como una caldera. Entonces el pueblo tembló de miedo.

El milagro que ocurre en el monte Sinaí fue la revelación de la Luz Infinita de Dios al género humano a través del pueblo de Israel. Este “tercer día” en el Monte es la fecha conocida como «Shavuot», (que en griego se denomina Pentecostés o Quincuagésimo). Este es asimismo un “Jubileo” en miniatura (jubileo de 50 días), ya que 50 días transcurrieron desde la salida de Egipto hasta la revelación del Sinaí. Por esta causa, notamos que en las conversaciones de los sabios del libro El Zohar se nombra a este tercer día, como el «Día del Amor«.

Tal y como hemos estudiado, en Rosh Jodesh Siván (primer día del mes de Siván) los Benei Israel (Hijos de Israel) arribaron al desierto de Horeb. Entonces surgen algunas cuestiones: ¿Por qué fue que YHVH no presentó a Su pueblo la Torah tan pronto como ellos abandonaron Egipto? ¿Por qué Él esperó siete semanas entre Yetziat Mitzraim (Salida de Egipto) y Matán Torah (entrega de la Torah)?

Leyendo el Talmud, descubro que los sabios intérpretes de todos los siglos están en concordancia en que la entrega de la Torah ocurrió en el primer Shabat del mes de Siván. Har (Monte) Sinaí estaba estremecido de excitación ante el trascendental evento a punto de tener lugar sobre él. Todas las montañas estaban en un estado de agitación junto con él hasta que Yahvéh les hizo recobrar la calma.

Sin embargo, los benei Israel fueron despertados por truenos y relámpagos sobre Har Sinaí y por Moshé llamándolos:

«¡El jatán (novio) está esperando que la Kaláh (novia) arribe a la Jupáh!«

Tras este llamado Moshé llevó al pueblo al Har Sinaí como el «amigo» que conduce a la kaláh a la boda. ¡Si así es! En el Monte Sinaí ocurrió una boda. Una especial boda. Una boda «extraterrestre«.

Por eso, y desde este sobrenatural evento, en Israel, la tradición de la «boda hebrea» está íntimamente ligada con el evento de la entrada en el Pacto y la entrega de la Torah. Así pues, Israel es “la novia” y YHVH es “el novio”. Moshé es el “amigo del novio”, mientras que los ángeles son los “testigos de la boda”. La densa nube manifestada sobre el Pueblo, es la “jupáh”, o dosel matrimonial.

De hecho, Tashbetz Katán (nº 467) enuncia lo siguiente:

«Sabed que todas las acciones y practicas de la novia y el novio en su boda son derivadas de matan Torá donde YHVH actúa coma un jatán hacia la kalá, K’Ial Israel.«

El proceso matrimonial tenía las características que ahora les describiré.
Ante la propuesta de matrimonio, se interpretaba que la “mujer” o doncella se encontraba ante una manifestación física de la Providencia divina que la redimía de su estado de esclavitud (ser soltera y dependiente de su padre y hermanos varones) para que se pueda casar y conformar una casa profética de bendición para las generaciones que desde esa vasija surgirían para transformar el mundo.

El varón le hacía una propuesta de matrimonio a través de su la presencia física de un “amigo”, que oficiaba como el mediador. Apenas la “mujer” aceptaba la propuesta voluntariamente y el “amigo” pasa la respuesta al “hombre”.

Al igual que el rito actual, Israel, la “mujer” celestial, recién había pasado por la mikvé o “tevilá” (baño ritual) en el cruce del Yam Suf (Mar Rojo), y las siete semanas de marcha, para así ingresar a un nuevo nivel.

El evento es anunciado con toques de Shofar. El «novio”, Yahvéh, sale de su lugar para ir al encuentro de “la novia” (Israel). La “novia” sale de su casa al encuentro del “novio”.

Los dos entran en el primer paso del pacto matrimonial hebreo, llamado «Kidushim» (o «santificaciones«), cuando los dos se consagran, se apartan el uno para el otro. Ya están atados él y ella, por eso este paso también es llamado «erusín», del verbo “aras” (atar). Así y tal cual, los dos están atados, ahora su trabajo será irse apegando en mente y corazón hasta hacerse totalmente Uno.

En ese momento se entrega un contrato matrimonial a la “novia”, llamado “Ketuváh” («Escritura de Alianza» o «Contrato Matrimonial»), donde están estipuladas las condiciones para el Pacto Matrimonial, y en las que queda comprometida la vida íntegra del «novio». Es que en ella el novio considerado a partir de ese momento como esposo, ponía por escrito su compromiso con la novia, sus promesas y aquellos aspectos sobre los cuales él habría de cumplir una vez que vivieran juntos. De no cumplir su nombre (reputación) quedaba seriamente afectado. Por su parte la novia al aceptar la Ketuváh, se comprometía a honrarle, obedecerlo y santificarse en exclusividad para él.

Por eso, la Ketuváh es propiedad pura y exclusiva de la kaláh (novia) y ella debe tener acceso a ella a través del matrimonio. Con este documento en sus manos, ella como esposa podrá meditar en su corazón cada vez que la lea y así fortalecerá sus pensamientos confiando que el pacto hecho con ese varón que la escogió no será por él roto.

En el Rollo de Devarim (Deuteronomio 20:7), vemos que hay un tiempo entre este primer paso de desposorio y el casamiento. Y allí mismo (Devarim/Deuter. 22:23-24), vemos que el primer paso del pacto matrimonial hace que ella sea llamada “la mujer de él”, aunque no hayan consumado el matrimonio todavía.

Después del primer paso (kidushim), la novia va a la casa de su padre para preparar su traje de boda y otras cosas. El “novio” va a la casa de su padre para preparar una vivienda digna para los dos.

Cuando el padre del novio ve que los dos están listos, da permiso a su hijo con un toque de shofar para que vaya a tomar a su esposa. El hijo se va a la casa de la novia y la arrebata para llevarla a la casa de su padre donde se efectuará el segundo paso matrimonial, llamado «Lakaj»que significa “tomar” (Gén 24:3). Inmediatamente comenzará la fiesta matrimonial denominada «Nisuín«, que viene de “nasáh” y signifiva «elevar» (2Crónicas 24:3), debido a que el novio entra al tálamo nupcial con su amada y la hace suya físicamente por medio del acto sexual aprobado por los Cielos para ello. Mientras tanto, los familiares y demás invitados festejan en los patios de la casa de la nueva familia.

Por eso, cuando leí el Pirké de Rabí Eliezer me encontré con este evento registrado del siguiente modo:

«…Y Moshé se puso en camino y llegó al campamento de los israelitas y los despertó de su sueño diciéndoles:
¡Despiértense de su sueño y contemplen. Su Dios desea entregarles la Torah. El Novio desea llevar a la Novia y entrar en la cámara nupcial. El Santísimo, Bendito Sea, fue a encontrarse con ellos para entregarles la Torah!…»

Así pues, en el momento de la entrega de las Tablas al pueblo de Israel interactuaron tres esencias:

  • la esencia del Supremo,
  • la esencia de la Torah y
  • la esencia del pueblo de Israel.

Entonces, debemos aceptar que el objetivo final de la entrega de la Torah es asumir que la Esencia del Supremo se une con la esencia de Israel a través de la observancia de la esencia de la Torah (los 613 mitzvot contenidos en ella), los cuales constituyen la Esencia de Su Voluntad. Por ello es que en el Zohar se lee: «…Dios, la Torah e Israel, forman una Unidad…»

Con todo esto, podemos decir que la Ketuváh (contrato matrimonial) es un documento legal que protege a la mujer, la resguarda en caso de que el esposo falte a sus compromisos y asegura un bienestar para los hijos, además de ser una carga moral para el esposo en caso de que llegara a pensar en incumplir la parte de su pacto.

En otras palabras, un contrato matrimonial es un sinónimo de bendición, de formalidad del amor del varón hacia la mujer.

Cuántos varones no dicen amar a sus parejas, pero a la hora de pensar en un compromiso mayor, respaldado por un contrato matrimonial, simplemente desaparecen. La Torah es un prototipo de dicho contrato matrimonial, de acuerdo a Jer. 2:1-3:

«Vino a mí palabra de Yahvéh, diciendo:
Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo:
Así dice Yahvéh:
Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.

Santo era Israel a Yahvéh, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Yahvéh.»
(Jeremías 2:1-3)

Así es, el Eterno entregó a su pueblo una Ketuváh en el monte Sinaí. Aquel evento sobrenatural, fue nada más y nada menos que un contrato formal en el que Yahvéh se comprometía a ser su Dios, a protegerla, guardarla y preparar una habitación para que Él y ella se hicieran Uno (Ejad).

La historia nos dice que el pueblo a causa de aquel miedo paralizanta falló a la parte de su pacto al adorar el becerro de oro. No supo esperar la segunda parte del proceso matrimonial. Aún así Yahvéh se mantuvo siempre fiel aunque Israel no. Y de tal manera la amó que mandó a su Hijo a renovar dicho contrato para que en un futuro muy cercano, aquellos que somos sus hijos primogénitos, miembros de la Keiláh Santa (Israel) podamos consumar la boda y morar por siempre con Él.

En esto aprendemos que el Eterno todo lo hace a través de pactos, y dada la formalidad de este momento, Él mismo lo firmó (Ex. 31:18) sin intermediarios o mediadores, tal y como una boda lo requiere.

Es por todo lo anterior que no podemos considerar la Torah dada a Israel como abrogada, ya que es justamente el único documento que avala nuestra relación formal con Yahvéh, que consolida la «salida» de Israel del exilio de Mitzrayim (Egipto) y que además nos da un ejemplo muy claro para nuestros días: el verdadero amor espera hasta que se formalice por medio de un Pacto de compromiso matrimonial.

Los Pasos de la Redención Mesiánica.

Por P.A. David Nesher

Lachen emor livney-Yisra’el ani Adonay vehotzetí etchem mitachat sivlot Mitsrayim vehitzaltí etchem me’avodatam vega’altí etchem bizroa netuyah uvishfatim gedolim.

Velakajti etchem li le’am vehayiti lachem le’Elohim vidatem ki ani Adonay Eloheychem hamotsi etchem mitachat sivlot Mitsrayim.

«Por tanto, dirás a los hijos de Israel:
Yo soy YHVH; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy YHVH vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo YHVH. » 

(Shemot/Éxodo 6: 6-7)

Yahvéh finalizará exclamando: “Vehevetí” (» Y os meteré», también traducido como “Y los llevaré” (6:8).

En este texto encontramos siete promesas:

  1. os sacaré – [primera copa llamada kidush, “santificación”]
  2. os libraré – [segunda copa llamada “juicio”]
  3. os redimiré – [tercera copa llamada “redención” o “bendición”]
  4. os tomaré – [cuarta copa llamada “alabanza”]
  5. yo seré vuestro Dios.
  6. os traeré.
  7. os la daré.


El teólogo experto en hebreo bíblico Kaiser explica que “cada uno de estos verbos hebreos, las cuales están en tiempo pasado (ejemplo, pasado perfecto), en lugar del tiempo futuro, tan cierto estaba Dios en su cumplimiento que fueron vistos como si ya se hubieran cumplido.

Ahora bien, para un mejor entendimiento de nuestra emunáh (Fe) necesitamos concentrarnos en los pasos celestiales que el Eterno realiza siempre para redimir a Su Pueblo.

Como notarán en el listado de las promesas, los sabios intérpretes, basándose en las cuatro primeras expresiones de la Torah, fijaron la piadosa costumbre de beber cuatro copas de vino en la noche de Pésaj. Estas cuatro copas que marcan el esquema del Seder (Orden) de la Cena Pascual, estaban vigentes en los días del Señor Yeshúa, y aún persiste la costumbre hasta el día de hoy.

Aquí les comparto un texto de la tradición oral sobre el establecimiento de ellas:

«…El precepto de las cuatro copas de vino, que se beben en el Seder, es una ordenanza que la Torah no exigía originalmente. La acción principal del evento está solo en comer. La bebida no se prescribe. La cena de Pésaj no es un hecho mundano, sino una comida de mitzváh (mandamiento), por lo que la Torah nos exige que comamos ciertas comidas en particular, como son el sacrificio de Pésaj, la matzáh (pan sin levadura), el maror (hierbas amargas), para cumplir con el Alto Precepto (…)
Pero en la mesa también se debe beber, si bien la bebida es secundaria con respecto a la comida. Y así como la Torah estableció que se debía realizar una comida de mitzváh, los sabios en la época del exilio babilónico fueron un poco más allá y decretaron que también debería haber una «bebida de mitzváh», entonces establecieron las cuatro copas de vino. Pero ese acto de beber tampoco debería ser como el de todos los demás días…»

Detengámonos un instante a analizar estas cuatro expresiones, que son de gran profundidad. Ya dijimos muchas veces que los israelitas fueron sometidos de tres maneras:

  • 1) Al ser extranjeros,
  • 2) Al ser esclavos,
  • 3) Al ser torturados, donde cada aflicción es peor que la anterior.

Por eso, una vez que Yahvéh llegó para redimir a Israel, en primer lugar los libró de las torturas de los egipcios, luego los salvó de la servidumbre y el dominio, y finalmente, los redimió, poniendo término a su calidad de extranjeros. Pero si bien todos esos actos pusieron fin a la relación negativa con Egipto, no causaron en si nada positivo, hasta qué… “os tomaré como pueblo Mío”. Así Israel se convierte en la nación de Yahvéh.

El libro Bené Isajar (s. XVIII) explica que las cuatro copas representan los cuatro méritos que Israel tuvo en Egipto:

  • ellos no cambiaron sus nombres hebreos;
  • ellos conservaron su propia lengua;
  • ellos fueron cuidadosos en no tener relaciones ilícitas;
  • y no había delatores entre ellos.

El libro Méshej Jojmá (f. 1926) agrega que esto indica cuán importantes son estas medidas de autoprotección, porque a pesar de que Israel fue derrotado por todas las otras impurezas de Egipto, el hecho de que ellos fueron cuidadosos en estas cuatro áreas les hizo ganar el título de ser «distinguidos» en las esferas celestiales y por este mérito fueron redimidos.

Así mismo, Rabí Itzjak Abarbanel (s. XIV) nota que las cuatro copas representan las cuatro diferentes redenciones que Israel ha experimentado. La primera fue cuando Elokim eligió a Avraham y a sus descendientes, de quienes Él sembró la semilla de la nación de Israel. La segunda fue la liberación de Egipto. La tercera redención es el hecho de que Dios ha mantenido a Su Pueblo a través de prolongados exilios, liberándonos de los enemigos que quisieron destruirnos. La cuarta copa es la redención final que nos espera en el futuro.

Así pues, y explicado con otras palabras, las cuatro expresiones de redención son oráculos escatológicos expresado por la boca del Eterno, y se corresponden también a las cuatro redenciones del pueblo de Israel. La primera de ellas, del exilio egipcio, y las otras, del resto de las diásporas, a saber, del exilio babilonio, del exilio greco sirio, y del exilio causado por los romanos, siendo este último nuestro actual exilio. En este contexto, la cuarta expresión, “los tomaré”, alude a la Redención de la presente situación diaspórica que será efectuada por las manos del Mashiaj.

De lo antedicho se entiende, que la quinta expresión que señala el texto bíblico, “los llevaré”, refiere a un grado más de elevación espiritual una vez forjada la Redención futura, pues de modo general, la Era Mesiánica se divide en dos grandes épocas: “Yemot HaMashíaj” (los días del Mashíaj), y “Jad jaruv” (un milenio de desolación).

Según Sanedrín 97ª, el vocablo “desolación”, no significa destrucción. La Guemaráh explica que el séptimo milenio es análogo al séptimo día de la semana (el Shabat), en el que se prohíbe trabajar, y al Año Sabático (Shemitáh), en el que los trabajos de la tierra están prohibidos. “Jad jaruv” es interpretado como una época “desolada” de la normativa que rige la vida de hoy en día, es decir, se trata de un estado superior en la Era Mesiánica misma.

Aquí les comparto la enseñanza que di en la Mesa de Comunión de esta parashá… Espero que te atrevas a escucharlo y meditarlo:

Moisés Montó al Asno del Mesías y Alistó su Vara Redentora.

Por P.A. David Nesher

Vayikaj Moshe et-ishto ve’et-banav vayarkivem al-hajamor vayashov artsah Mitsrayim vayikaj Moshe et-mateh ha’Elohim beyado.

«Moshé tomó a su mujer y a sus hijos, los montó sobre el asno y se volvió a la tierra de Egipto. Moshé tomó en su mano el bastón de Elokim.»

Shemot/Éxodo 4:20

El Eterno le encomendó a Moshé llevar su vara con todo lo que ésta implica, es decir, la vara que identifica al gobernante y al conductor de una nación. Así también la vara da una prueba tangible del valor y coraje que deberá tener Moshé al presentarse delante de Parhóh y realizar todos los portentos, en nombre de Yahvéh y no como una suerte de sortilegio.

El Eterno le da a Moshé la vara que le acompañaría en su misión para persuadir al rey egipcio. Leyendo comentario de libro El Zohar encontré esta interesante explicación:

«…La vara de Moshé era especialmente sagrada porque el Nombre sagrado fue marcado sobre ella en las dimensionalidades del Gan Edén mismo (…) La vara de Moshé tenía por lado los 72 Nombres de Dios, y por el otro, el Nombre divino de 42 letras…»,
(Zohar Vaerá 15:17)

La vara en el Tanak (mal llamado Antiguo Testamento) representa a tres poderes:

  • el poder regio dado a los reyes (Génesis 49: 10)
  • el poder espiritual concedido a los sacerdotes (2Reyes 4:29)
  • el poder de la justicia Divina otorgado a los jueces (Isaías 10:5).

Por otra parte, la «serpiente» era símbolo mismo del poder real en Egipto (c.f. Ezequiel 29 :3). Por eso, el mensaje de Yahvéh era claro: el tiránico poder egipcio seria sometido por la justicia Divina anunciada por Moshé como profeta del Cielo.

Ahora bien, resulta interesante para fortalecer nuestra emunáh (fe), saber que la vara que Yahvéh entrega a Moshé tiene la Intención divina de representar al Mesías. Así lo dejará bien claro el contexto bíblico que Moshé mismo escribirá en la Torah:

El cetro no se apartará de Yehudá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Shiló, y a él sea dada la obediencia de los pueblos.
(Génesis 49:10 )

Así también en el rollo de Bamidbar/Números quedará escrito:

“Lo veo, pero no ahora; lo contemplo, pero no cerca; una estrella saldrá de Yaakov, y un cetro se levantará de Israel que aplastará la frente de Moav y derrumbará a todos los hijos de Shet.”
(Números 24:17 )

En una forma maravillosa, este pasuk (versículo) conduce al lector a decodificarlo sumergiéndolo en las características de la misión y el carácter del Mashiaj.

El «BURRO del MASHIAJ»

Encontramos a Moshé partiendo hacia Egipto, llevando a su familia montada en un asno. Este animal es el signo más fuerte del Mashiaj obrando a favor de Israel.

¿Qué se entiende por el «burro del Mashíaj»?

La expresión «burro del Mashíaj», aparece por vez primera mientras Abraham se dirige a cumplir con la “Akedá de Itzjak” (atadura de Isaac) que el Eterno le había ordenado. Cuenta la Torah que Abraham se levantó muy temprano de mañana y preparó su asno; lo cargó con los elementos necesarios para el sacrificio y para la caminata de tres días desde Jevrón (Hebrón) al monte Moriáh. Esta escena está plena de códigos mesiánicos.

Siete generaciones después, Moshé también es despachado por Elokim a una importante misión. Leíamos en el pasuk (verrsículo):

“…Saca al pueblo de Israel de Egipto y llévalo al monte Sinaí, donde Yo les comunicaré su misión en la vida como Mi pueblo elegido…”
(Éx. 3:10)

Así pues, las imágenes de Avraham y Moshé junto a un burro, son de un profundo contenido mesiánico y profético que se complementan para dejar bien claro los detalles de la misión de Mashiaj.

El intérprete Rashí explica que el «Rey Mashiaj», se revelará entrando a la Santa Yerushalayim (Jerusalén), montado en un pollino. Agrega Rashí que, la misma bestia que ensillaron Avraham y Moshé en épocas antiguas, será el mismo en que ha de cabalgar Mashiaj para manifestarse a Israel [Zejariá 9:9; Pirké d’Rabí Eliézer 31].

El profeta judío Zejaryah (Zacarías) lo predice de la siguiente manera:

“…Regocíjate mucho, hija de Tzión (Sión), da voces de júbilo, hija de Yerushalayim. He aquí tu rey vendrá hacia ti, justo, y salvador es él, humilde [pobre] y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnas…”,
[Zejaryah 9:9, Tanaj Katz].

Al leer con atención notamos que el profeta Zejaryah describe a Mashíaj como “un pobre, cabalgando sobre un burro”. Explica el Rebe de Lubavitch que el significado simple de esta profecía es que Mashíaj, el más importante ser humano de la historia, es el epítome de la abnegación:

“…Será más grande que Abraham, más alto que Moshé, y más excelso que los ángeles supremos”
[Ialkut Shimoní sobre Isaías 52:13].

De hecho, la humildad es la marca de calidad de los justos: ellos reconocen que sus tremendos logros y talentos, y el poder investido en ellos como líderes, no son de ellos sino de su Creador. No viven para concretar y satisfacerse ellos mismos, sino para servir al propósito Divino de la Creación. En un nivel más profundo, el «burro del Mashíaj» representa la esencia misma del proceso mesiánico: un proceso que comenzó con el principio del tiempo y que constituye al alma misma de la historia.

El «burro del Mashíaj» tiene una larga y prestigiosa historia; una y otra vez hace su aparición en el curso de las generaciones, surgiendo en coyunturas claves del proceso mesiánico. Cada vez lo vemos cumpliendo la misma función, pero de una manera ligeramente diferente, reflejando los cambios que experimenta nuestro mundo a medida que evoluciona a su definitivo estado de perfección.

Jesús Montó un Asno y Entró en Jerusalén

Sabemos que Yeshúa montó un pollino cría de asna para entrar a la ciudad de Yerushalayim (Jerusalén). Ahora bien, al hacer él esto, ¿cumplió él la profecía de Zejaryah (Zacarias)? Para lograr responderlo, les pido que por favor leamos lo que el libro del Evangelio de Marcos dice:

«… Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, y les dijo: 
Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo. Y si alguien os dice: “¿Por qué hacéis eso?” decid: “El Señor lo necesita”; y enseguida lo devolverá acá. Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron. Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso. Entonces trajeron el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él. Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban:
¡Hosanna!
Bendito el que viene en el nombre del Señor;
Bendito el reino de nuestro padre David que viene;
¡Hosanna en las alturas!…”


(Marcos 11:1-10)

Montar un borrico era también una costumbre de los monarcas orientales, especialmente israelitas. Al menos así se aprecia en muy variados ejemplos, como el caso del rey Shelomó, (1Rey 1:32-38). De acuerdo a lo leído en las cartas apostólicas, Yeshúa ben Yosef, ben Miryam, que biológicamente desciende de reyes (David HaMélek y Shelomó), monta un asno y entra a Yerushalayim, en medio de un escenario de algarabía y júbilo -por parte de algunas multitudes-, de una forma muy apegada a como lo predijo Zejaryah (Zacarías), por favor leámoslo nuevamente:


“Da voces de júbilo (…)
Tu rey vendrá hacia ti, justo, y salvador es él, pobre y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de asnas…”

(Zacarías 9:9)

También resulta para nosotros muy interesante saber que los sabios del hebreo siempre aseguraron que, en un futuro, el verdadero Mashiaj sería reconocido pues cumpliría la profecía del profeta Zejaryah entrando a Yerushalayim (Jerusalén) montado en un burro. Es así como prepararon al pueblo de la Casa de Judá a estar listos a reconocerlo cuando esto sucediera delante de sus ojos. Por ello, el pueblo en su bendita injenuidad reconoció en Yeshúa al verdadero Mashiaj tal como los maestros le habían enseñando.

Pero a pesar de esto, cada vez que los discípulos de Yeshúa afirmamos que Yeshúa de Nazaret cumplió la predicción de Zejaryah, los maestros judíos esgrimen algunas refutaciones como ésta:
“Muchas personas, desde los tiempos antiguos llegaron a entrar y salir por las puertas de la Ciudad de Jerusalem montados en un burro, lo cual era bastante cotidiano…”.

En verdad, esto es cierto, pero tal objeción tiene sus partes débiles, por ejemplo; que ninguna de “aquellas personas” era Mashíaj, ya que dicha personalidad debe ser… “más grande que Avraham, más alto que Moshé, y más excelso que los ángeles supremos”, según he referido líneas atrás de acuerdo a lo que los sabios mismos sostuvieron a lo largo de todos los tiempos pre-mesiánicos. Por lo tanto, la profecía sigue en pie. Es incontrovertible que nadie en la historia del pueblo judío puede encuadrar mejor para el cumplimiento de esta profecía que el nuestro Mesías, Yeshúa HaNotzrí (de Nazaret), no hay competidores serios que se le acerquen.

Pero ante tan fuertes evidencias, algunas opiniones en el judaísmo, cerradas en su orgullosa necedad, señalan al gobernador Nehemiyah Nehemías) como “aquel que entró a Yerushalayim montado en un asno” (Nehemías 2:11-13), y que, consecuentemente, la profecía se ha cumplido en él. Sin embargo, esta conclusión, no es compartida del todo por la gran mayoría de los sabios.

Al respecto podríamos preguntarnos: ¿llegó ya el establecimiento de la época mesiánica? No. El mundo judío aguarda con paciencia esta hermosa Era. En el Talmud, una de las tradiciones más conocidas e interesantes que nos habla de la Edad Mesiánica y que merece la pena comentar, señala así:

«…Seis mil años existirá el mundo: dos mil años de caos, dos mil años de Torah y dos mil años de la llegada del Mesías (…)
En el tercer milenio que le sigue a los 2.000 años mesiánicos, la resurrección de los muertos ocurrirá…»,
[Avodá Zará 9; Sanedrín 97 a y b].

De acuerdo con este aporte profético de los talmudistas y haciendo los correspondientes cálculos, podríamos afirmar que nos encontramos, sin ninguna duda, en los «Tiempos de Mashiaj».

Lo maravilloso de todo esto es que la referencia del Talmud, cronológicamente coincide con la aparición de Yeshúa en Eretz Israel [y no precisamente con Nehemiyah (Nehemías) el gobernador). Así pues, según el tratado talmúdico, estaríamos justamente dentro de los dos milenios de “Época mesiánica”. Dos milenios han transcurrido del inicio de la predicación del Maljut Hashem (Reino de Dios) por parte de Yeshúa; dos mil años atrás, él entró a Yerushalayim montado en un pollino cría de asna y muchos le aclamaron como el “Ben David” esperado [Mattityahu/Mateo 21:4-11; Yohanan/Juan 12:12-15]. Por estas razones, hoy no son pocos los eruditos del ámbito judío que creen que Yeshúa HaNotzrí ha cumplido, en parte, la profecía de Zejaryah (Zac. 9:9).

Ahora bien, en su contexto etimológico, “burro” en hebreo se dice “jamor”. Este el vocablo está vinculado con la palabra hebrea “jomer” que significa “materia” (o “materialismo”). Por eso notamos que “jamor” y “jomer”, poseen la misma raíz hebraica. Teniendo en cuenta esto, logramos discernir que el «burro del Mashíaj», es la “bestia material alistada”; es lo físico encaminado a fines superiores y más excelsos, por la autoridad de aquel que logró colocarse sobre él (montarlo y dominarlo).

De aquí que en el nivel interpretativo llamado «Sod» (Secreto), la expresión “montar un asno” significa tener dominio sobre las fuerzas del mal; estar en dominio sobre la fisicalidad o materialismo. Considerando esto, nos damos cuenta que el rey del que nos habla el profeta Zejaryah, ha de dominar no solo a las propuestas materialistas del sistema, sino que logrará esta posición de autoridad porque primeramente ha domado toda tendencia egoica en su naturaleza humana, es decir sus instintos y pasiones (su yétzer hará). De este modo, Mashiaj pues, recibirá poder del Cielo para someter a las fuerzas de la oscuridad que dirigen al mundo en la Redención final, ya que primeramente aprendió la obediencia (Heb. 5:8) como clave para dominar todo plano de la existencia.

En la obra jasídica Likutei Sijot se explica que Mashíaj es quien representa la máxima plenitud de la Torah, él mismo cabalga el burro de lo material, pues él anuncia un mundo en el que la materia ya no es más el elemento “inferior” o secundario, sino un recurso totalmente refinado, una fuerza en nada menos central e importante para el bien que la creación más espiritual, [Likutéi Sijot, Vol. I, págs. 70-72].

Concluimos que, juntos, Abraham avinu, Moshé y por último, Mashiaj Yeshúa, dan ejemplo de cómo depurar y santificar los aspectos mundanos de nuestras vidas, y cómo integrar nuestro ser y ambiente materiales a nuestras metas espirituales.

Un último comentario lo he extraído de la obra “El Rebe enseña”. La misma señala lo siguiente al hablar del burro del Mesías:

«…Abraham, Moshé y Mashíaj: tres personajes que emplean este antiguo burro en su cumplimiento de la voluntad de Dios. Pero el alcance con que el burro está involucrado en su misión difiere. Con Avraham, lleva sus pertrechos; con Moshé, su esposa y niños; mientras que Mashíaj es descripto como cabalgando él mismo sobre el burro…»,
[Rebe Lubavitch].

“Dios me ha puesto por padre del Faraón” (Parasháh Vayigash)

Ve’atah lo-atem shlajtem oti henah ki ha’Elohim vayesimeni le’av le-Far’oh ule’adon lekol-beyto umoshel bekol-erets Mitsrayim.

«O sea, no fueron ustedes quienes me enviaron acá, sino Elokim, que me puso como Gran Visir de Paró, como amo de toda su casa y como gobernador de todo Egipto.«

(Bereshit/Génesis 45:8) 

¿Cuál es el significado de “padre” en este pasuk?

La expresión “Le Av le Paró”, no está haciendo referencia a un “progenitor” (Av: padre), eso está claro. La Torat Emet traduce la palabra “Av” como “maestro”. Así mismo, por su parte, el maestro en hebreo Rashí explica que el vocablo debe entenderse según su contexto y no en su sentido literal. Por ende “Av” (padre), significa aquí “amigo y patrón”, o “consejero,” «asesor«, o «mentor«. Parhó (Faraón) le había dado a Yoséf el puesto más elevado de Mitzraim (Egipto), pero a la vez, por debajo de la autoridad del mismo monarca, pues aquel que instala a otro en un puesto de autoridad, siempre es superior. Yoséf era el “consejero íntimo” del rey, lo más cercano a un padre.

Todo esto es la tipología de un contenido mesiánico. 

Así Yeshúa ha recibido de Yahvéh, su Padre, el título de Av según está escrito en el libro del profeta Isaías 9:6:

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Fuerte, Poderoso, Padre (av), Eterno, Príncipe, Paz.
(Isaías 9:6)

Desde esta interpretación del profeta Isaías, los discípulos de Yeshúa, interpretando los códigos de los tres cargos que Yosef recibió del Faraón, realizaron una pedagogía profética con la correspondencia de estos tres cargos del Mesías.

o       Le puso como av, amigo y patrón, (Isaías 9:6).

o       Le puso como Señor de toda su casa, (Hebreos 3:6).

o       Le puso como gobernador sobre todo el mundo, (Mateo 28:18).


Entonces queda claro que Mashíaj, en el Mundo Venidero, en su calidad de “Av”, será gobernador del mundo, en el sentido de “amigo íntimo” de Yahvéh durante la Era mesiánica. Esto significa que Mashiaj dirigirá los asuntos en el mundo en el Nombre de Yahvéh, nuestro Dios. Solo el Eterno estará por encima de la jerarquía de Mashíaj.

El Sentido Profético-Mesiánico de la Colisión Judá-José.

Por P.A. David Nesher

Hemos ya estudiado que fue Yehudáh quien en el pasado sugirió la “venta” de Yosef, por lo que a él le toca reclamar a Binyamín para de este modo cumplir su “tikun” (reparación total) y cubrir aquel yerro. Pero también debo decir que no todo es falta en las acciones de Yehudáh. Al leer comentarios de los sabios exégetas del hebreo, me he encontrado que ellos destacan que fue un mérito de Yehudáh el causar que Yosef mostrara sus signos hebraicos y se manifestara como el hijo “perdido” de Yaakov.

Meditando en la encriptación mesiánica del texto, logré enfocarme en algunos paralelismos y simbolismos de la vida de Yoséf con la vida de Yeshúa HaNotzrí (Jesús de Nazaret), encontramos que “Yehudáh”, representa a la autoridad judía del primer siglo. No habló del pueblo común, sino del Sanedrín, el máximo tribunal de Justicia de la Torah, entidad quien dio (o entregó) a su hermano Yeshúa a los gentiles (Mat 20:18-19. Así, y del mismo modo en que a Yosef se le vistió con ropas egipcias y luego lo “bautizaron” con un sobrenombre pagano, el Rabino Yeshúa recibió también un “alias” grecolatino, además de ser ataviado con una sotana religiosa con estampas de cruz.

Y también así como Yosef tuvo que vivir apartado de los suyos y rechazado por ellos viviendo entre los gentiles. Del mismo modo, Mashiaj Yeshúa fue rechazado e injustamente aborrecido por la mayoría de la Casa de Judá; no obstante, fue adoptado por la gente de las naciones y, como hemos señalado, le impusieron una identidad ajena a su cultura e idioma.

Por ello, Yeshúa quien hasta hoy lleva colocado un disfraz “egipcio” (greco romano), se ha convertido en sí mismo en el obstáculo que impide el reconocimiento y aceptación por parte de sus hermanos del pueblo de la Casa de Judá.

El texto, en su médula profética, anuncia que en un futuro escatológico el encuentro de estos dos reyes hebreos (Yehudáh y Yosef), traería finalmente la paz a todas las tribus hebreas y daría fortalecimiento al cansado espíritu de Yaakov avinu.

Por ello, encuentro importante para nuestra trascendencia considera lo que el Zohar registra sobre Yosef (Mashiaj) y la reconciliación con Yehudáh y el resto de las tribus:

«…Rav Yehudá dijo:

¡Felices son los justos, cuya llegada juntos trae paz al mundo, porque ellos saben cómo traer simultaneidad y se acercan uno al otro para aumentar la paz en el mundo! Porque hasta que Yosef y Yehudáh se acercaron uno al otro, no hubo paz. Una vez que se acercaron uno al otro, la paz aumentó en el mundo. La alegría abundó “arriba” y “abajo”, cuando Yosef y Yehudáh se aproximaron y todas las tribus se juntaron con Yosef…»,

[Zohar Vayigash 6:61].

Entonces, es necesario que el «Yehudáh moderno» complete su “tikún” (corrección), esto es:

  1. que la Casa de Yehudáh admita su falta por haber arrojado (vendido) a Yeshúa a los paganos y;
  2. que lo reconozcan como parte de ellos y no verlo como ajeno.

Sólo así, y a través de esta “cercanía”, los yehudim (judíos) podrán advertir más claramente la identidad mesiánica de Yeshúa como ocurrió cuando los hermanos se “acercaron” a reconocer los signos hebraicos de Yosef (45:4), y entonces creyeron.

Cabe en este momento señalar que dentro del rabinismo en todas sus divisiones (ortodoxos y liberales), y a lo largo de todos estos dos mil años, han aparecido quienes piensan que Yeshúa es el Mashiaj anunciado por todas las Escrituras del Tanak, pero sus compromisos religiosos y el temor al rechazo de la comunidad judía toda, les ha impedido decirlo.

Un Rebe jasídico enseñaba:

«…Lo que falta hoy para que venga Mashiaj es que realmente queramos que venga. La llave está en nuestras manos; usémosla…».

Luego pues, mucho aportará la confesión abierta y el reclamo osado de Yeshúa Hanotzrí como “patrimonio” judío por parte de aquellos yehudim que anhelan que Mashiaj Yeshúa gobierne “prontamente y en nuestros días”.

Así es, y tal cual lo están leyendo, para muchos eruditos (del mundo judío y gentil), Yeshúa es «Mashiaj Ben Iosef» quien, para los tiempos finales volverá a Eretz Israel como «Mashiaj Ben David», [recuerden lo visto en la sección «Mikets», acerca de “Mashiaj Ben Iosef-Mashiaj Ben David…”].

Así mismo, estudiamdp el encuentro entre Yehudáh y Yosef, los sabios del Talmud llegaron a la conclusión que existen dos tipos de Mashiaj:

«…Hay dos reinados, uno es el de Yosef y el otro el de Yehudáh, está escrito que van a venir dos Mashiaj, uno de la “Casa de Yosef”, y otro de la “Casa de David”. El Mashiaj que viene de la Casa de Yosef es el que va a preparar el mundo para la venida del Mashiaj de la Casa de David que es Yehudáh. A estos eventos profético-mesiánico aludían también las visiones de Yosef…».

[Tomado de Keter Le Israel]
Por todo lo dicho hasta aquí, el Eterno nos conduce a que estemos atentos a los tiempos y las señales de los mismos, ya que el reconocimiento del «hermano judío» Yeshúa, por parte de la Casa de Judá (Yehdáh) podría ocurrir de golpe de un momento a otro en esta época.

Por eso, existen testimonios varios en forma de reflexiones escritas de diferente tipos de pensadores judíos (rabinos, intelectuales y académicos de altos títulos) que después de haber analizado en sus mentes los dos mil años transcurrido hasta nuestros días, señalan cómo el tal “Jesús romanizado” de la Iglesia Cristiana, puede ser interpretado como el Mesías, si se lo examina y medita como lo que en realidad fue; un varón judío de obediencia estricta a la Torah cuyo nombre hebreo es Yeshúa Ben Yosef (nombre del varón que se casó con su madre Miriam).

Los Hermanos de José Bajan a Egipto

Por P.A. David Nesher

 

«Jacob, viendo que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando unos a otros?
Y dijo:

Mirad, he oído que hay grano en Egipto. Bajad allá y compradnos grano para que podamos vivir y no muramos.

Entonces diez hermanos de José descendieron para comprar grano en Egipto.»

(Génesis/Bereshit 42: 1-3)

Hasta el presente hemos sido testigos de cómo Yoséf interpreta los sueños de personas extrañas y cómo estos se cumplen.

Cabe recordar que la primera vez que la Torah relaciona a Yoséf con sueños lo hace relatándonos sus propios sueños que empezarán a cobrar realidad a partir del encuentro con sus hermanos.
Años han transcurrido desde que Yoséf fuera odiado por sus “sueños y sus palabras”.

El hambre en Egipto y en las comarcas que circundan a esa tierra no es más que uno de los elementos que conducirán al cumplimiento de los sueños de Yoséf, que no son un fin en sí mismos, sino que a su vez son los caminos a través de los cuales los descendientes de Abraham llegarán a Egipto y se acrisolarán como pueblo de Israel. Así pues, el hambre no perdonó a ningún pueblo, incluida Eretz Kenaán, país de los hijos de Yaakov. De esta forma se cumple el sueño de Yoséf; la gavilla de él es “levantada” más arriba que los de sus hermanos. Una pregunta surge aquí: ¿Qué hizo Yoséf para que sus sueños se cumplieran? Mantenerlos frescos en su memoria, no olvidarlos, solo de esa forma podían volverse realidad. Un buen sueño nunca debe olvidarse. Si el hombre olvida sus sueños nunca se le cumplirán y también él será olvidado.

Canaán y el mundo fueron golpeados con hambruna en la buena, agradable y perfecta Voluntad (Ratzón) del Eterno. Yaakov avinu y sus hijos estaban en peligro de muerte. Como el hambre se propagaba en la tierra prometida a Avraham e Itzjak, la familia de Israel estaba empezando a caer en desgracia. En la tierra prometida ya no fluía leche y miel. La mano invisible de Yahvéh había cerrado todo grifo celestial. Los canales sefiróticos del Eterno estaban sufriendo pérdidas en otras dimensionalidades de la existencia, por lo que en el plano físico la tierra de Canaán estaba experimentando dicha negatividad. Se había convertido en una tierra de hambre y desesperación.

Sabemos que el hambre no es algo bueno, pero el Eterno lo usó. Él puede, y hace uso del material necesario, que necesitamos en nuestra vida para que lleguemos a hacer cosas que normalmente no haríamos. Normalmente, los hermanos de Yoséf nunca hubieran descendido a Egipto.Pero la necesidad los llevó a esa nación.

El negocio de la familia de Yaakov era principalmente criar ganado vacuno y ovino en lugar de la agricultura. Ellos habían soportado un año antes la hambruna y tenían reservas para tal ocurrencia. Pero cuando el segundo año de la hambruna vino sobre ellos sus reservas se habían agotado y era el momento de actuar. Tenían que encontrar grano para mantenerse a sí mismos y sus familias, alrededor de ochenta personas en total. Pero a pesar de tener ellos una gran riqueza, no había grano para comprar en Canaán. Así Yaakov envió a sus diez hijos a Mitzraím (Egipto) para comprar allí. Toda esta circunstancia negativa, permitida por la Providencia del Eterno, los expulsó de sus tierras, y los llevó a Mitzraím (Egipto) un símbolo del mundo o gentilidad. Todo esto sería una tipología perfecta, ya que esta profecía  se cumpliría dos mil años más tarde, cuando Yeshúa el Mesías también sería entregado por sus hermanos (los judíos) en manos de los gentiles,  y tantos años después, los hijos de Israel (Casa de Judá), después de rechazar al Mesías (o Cristo) fueron obligados por los romanos (enviados por Dios) a abandonar sus tierras y se dispersaron en todo el mundo gentil (goyim).

«Así que los hijos de Israel fueron a comprar grano entre los que iban, pues la hambruna estaba en la tierra de Canaán.»

(Génesis/Bereshit 42:5)

Imaginemos la escena. Al igual que el terrible silencio de Avraham e Itzjak (Isaac) viajando al Monte Moriah, ellos viajaban en resignado silencio. No está registrada ni una sola palabra de la conversación. Sólo podemos imaginar los pensamientos y sentimientos de los diez hermanos, que viajaban a Egipto y recordaban la venta de su hermano veintidós años antes. Lo que no sabían es lo que habría en los depósitos de granos para ellos.

Los hijos de Yaakov estaban muy lejos de imaginar que al vender a Yoséf a los mercaderes que se dirigían a Egipto estaban sellando el destino de toda su familia y el de las generaciones venideras. La disposición divina tenía que cumplirse; para ello ellos debían ir a Egipto, posteriormente lo haría la familia entera con la finalidad de sobrevivir al hambre que azotaba a aquellas regiones. La profecía de Yahvéh a Abraham estaba en proceso de cumplirse:

«…Peregrina será tu descendencia en tierra que no le pertenece, y los harán servir…»,

(Gén 15: 13)

Yoséf era el visir (virrey) del país, y no obstante, jamás delegó en nadie la responsabilidad de la distribución física de los productos de primera necesidad a la gente que los requería. Él era el que vendía el cereal a todo el pueblo de la tierra (v. 6). Él personalmente cumplía esa función, para asegurarse de que nadie fuese engañado y para constituirse en un ejemplo vivo de la celeridad y la urgencia con que se debe atender los menesteres de los más necesitados. [Torat Emet].

Vinieron los hermanos de Yoséf y se prosternaron con el rostro a tierra. ¡Así y tal como lo leemos! Los hermanos de Yoséf llegan a Egipto y se presentan ante él inclinando sus rostros por tratarse de un varón de autoridad. Ahora bien, si usted no cree que el Eterno puede llevarlo al fin de usted mismo, mire esta imagen. Aquellos que se rieron del adolescente en el pozo ahora están postrados delante de él rostro en tierra. Necesitamos ser humildes ante el Dueño del universo. Nuestra expresión española humilde viene de la palabra griega humas, que significa tierra. Es decir, que cuando usted ruega a Dios debe acostumbrarse a «poner su cara en tierra«. Si los ángeles lo hacen, ¿por qué no hacerlo nosotros? La Sagrada Escritura dice que hay que humillarse ante Dios (Daniel 10:12), porque si usted no se humilla, Él lo humillará, porque tarde o temprano toda rodilla se inclinará ante Él (Filipenses 2:10-11). No es si usted va a humillarse, es cuando va a humillarse. Usted puede inclinarse hoy, o puede inclinarse en el Día del Juicio, pero se inclinará. Su elección es de que manera.

Volviendo a este encuentro fraternal. En realidad, Yoséf quien mandó a buscar a sus hermanos apenas los reconoció. Ellos no sabían que estaban ante su hermano “perdido”. Era imposible identificar a Yoséf detrás de esa barba, con un collar de oro en el cuello, con vestimentas de seda y carmín, y sin su inconfundible cabellera peinada-trenzada. Además llevaba en su cabeza una corona real de oro puro. Sin embargo, él sí reconoció a cada uno de ellos, a pesar de no verlos durante más de 20 años.

Yoséf no era reconocible porque había cambiado, pero ellos ¿habían cambiado? Él no lo sabía, pero a lo largo de los años había decidido que si sus hermanos llegaban ante él, primero los probaría antes de revelárseles. Finalmente ellos se quedaron allí. En el versículo 7 hay un juego de palabras en hebreo. Fueron reconocidos, pero él se hizo irreconocible y fingió ser un extraño. Por eso, decidió hablarles duramente a través de un intérprete. Dicho intérprete sabía a la perfección el idioma egipcio y el hebreo; el Midrash cuenta que este intérprete era Menashé, hijo mayor de Yoséf. Pasados 22 años, se volvieron a ver. Yoséf no reveló su identidad a sus hermanos, sino que los trató con rudeza.

YOSÉF TRATA DURAMENTE A SUS HERMANOS.

 Vayizkor Yosef et hachalomot asher chalam lahem vayomer alehem meraglim atem lir’ot et-ervat ha’arets batem.


«Yoséf recordó los sueños que había soñado acerca de ellos y les dijo:

“¡Ustedes son espías. Vinieron a investigar el punto débil de la tierra para luego atacarnos!»

(Génesis 42:9)

Explica el Midrash que, los hermanos de Yoséf enfrentan el cargo de “espías”, ya que Yoséf advirtió que ellos ingresaron de forma estratégica a Egipto; cada uno por puertas distintas.

¿Por qué los acusa de espías?

Los hermanos de Yoséf lo habían calificado de esa manera cuando trabajaba para su padre Yaakov.

Durante la hambruna Yoséf había ordenado que se registrara a cada individuo que entraba Egipto. Él estaba seguro que sus hermanos tendrían que llegar al país en búsqueda de alimentos. Los midrashim narran que, llegando a Egipto, los hermanos comienzan a buscar a Yoséf para tratar de recuperarlo. Esta acción es profética: Actualmente, Yoséf (Casa de Efrayím), está disperso entre los gentiles y los judíos (Estado judío moderno), están ayudando a la recuperación de sus descendientes, las “tribus perdidas de los hijos de Yaakov”.

Volviendo al momento de la acusación que Yoséf les hace, no habiendo ofrecido ellos ninguna respuesta ante la misma, Yoséf los confina por tres días como sospechosos, hasta que se aclare su situación.

El primero en admitir su culpa, entre ellos, fue Yehudá quien reconoce haber maltratado a Yoséf y participar en el complot contra él. También reconoce que él sugirió la venta de Yoséf, pero fue una manera de salvarlo de morir en el pozo. Sin embargo, todos eran culpables de darle la tristeza de su vida a su anciano padre Yaakov.

La dureza — aparente o real — con la cual Yosef trata a sus hermanos es objeto de interpretaciones variadas.

Existe un detalle maravilloso que debo destacar antes de continuar con el hilo de esta bitácora. Como quiera que sea, en las Sagradas Escrituras los protagonistas de sus relatos son seres humanos con pasiones y amores, odios y lealtades. Por esto, no veremos a un Yoséf indiferente frente a sus hermanos, ni indolente por el sufrimiento que ellos le causaron. Abarbanel sugiere que, en última instancia, los propósitos de daños maquinados por sus hermanos no afectaron a Yosef, ya que él sobrevive y alcanza la gloria, entendiendo que todo estaba dominado por la soberana Intención de Yahvéh. Pero, en la mentalidad básica de ellos anidó la voluntad de dañar.

Por lo tanto Yoséf responderá en la misma forma. El los interrogará, les hará preguntas difíciles, quizás algunas con poco fundamento, pero velará por su bienestar físico; les venderá alimentos y al mismo tiempo ordenará, en secreto, la devolución de su dinero, tal vez para no empobrecerlos. Les hablará con dureza en público, pero se ocultará muy cerca de ellos y llorará.

El reconocerá a sus hermanos físicamente y más aún reconocerá su grado de parentesco y no los dañará, cosa que los hermanos ignoraron cuando lo arrojaron a “la cisterna, en el desierto”.
Evidentemente hay grandeza de alma en Yoséf, sin olvidar su condición humana.

Personas y no héroes protagonizan estos relatos.

Entonces aceptemos bien lo que aquí se esconde. Cuando Yosef probó a sus hermanos, él buscaba dos cosas antes de revelarse a ellos. En primer lugar, quería ver si ellos habían cambiado. La última vez que los vio, lo habían arrojado a un pozo y luego lo vendieron como esclavo. Entonces, como prueba definitiva de sus corazones cambiados, Yosef necesitaba ver cómo ellos tratarían a su hermano menor Benjamín. ¿Iban a ser ellos tan celoso de Benjamín como lo habían sido de él? ¿Podía confiar en ellos?

Muchas veces el Eterno puede y debe utilizar formas que pensamos que son muy duras para llamarnos a estar donde Él quiere que estemos. No debemos resistirnos nunca, porque es la dureza de nuestro corazón la que lo demanda.

«Antes que fuera humillado, yo erraba, pero ahora guardo tu Palabra.»

(Salmo 119: 67)

Existe en estos códigos una tipología profética maravillosa. Ni Yoséf ni Yeshúa fueron reconocidos por sus propios hermanos.

Yoséf había sido exaltado sobre todo Egipto, pero Israel no lo sabía. Todos esos años él creyó que Yosef estaba muerto, y luego, por causa del hambre mundial, los hijos de Israel descendieron a Egipto, pero no lo reconocieron. Así ha sido con los descendientes de Israel en la Casa de Judá desde el momento en que rechazaron a su Mesías:

«A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.»

(Juan 1:11)

Los judíos no han aceptado que el Eterno había enviado y criado a Yeshúa. Ellos creyeron que, después de su crucifixión Él está muerto, y a lo largo de todo este exilio de Edom (Roma) un velo se ha puesto sobre sus corazones y mentes. Incluso el comienzo de la Gran Tribulación los encontrará aún ignorantes de la exaltación y gloria del Señor Yeshúa HaMashiaj (2 Tesalonicenses 2:14).

Mashiaj Ben Yoséf, Mashiaj Ben David y Yeshúa HaNotzri (Jesús de Nazaret)… ¿Quién es Quién?

La vida de Yoséf hijo de Yaakóv/Yisrael es sumamente interesante y reveladora de códigos mesiánicos. A través de toda su vida, el Eterno nos traza un mapa u hoja de ruta que nos muestra profundamente por medio de sombras o tipos las pautas proféticas de una Esposa (la nación de Israel) y su Amado, el Mesías. En primer lugar, se revelan los sufrimientos del pueblo de Yisrael es decir de lo que sucedería a sus descendientes, como nación, división y posterior exilio de las denominadas “Ovejas Perdidas” y su futura exaltación En segundo lugar, aparecen encriptados las características de los sufrimientos del Mashíaj ben Yosef y del glorioso enaltecimiento como Mashíaj ben David, sobre Mashíaj Ben Yosef es el que profundizaremos. Analicemos un poco este paradigma.

En su primera aparición puede decirse que Yeshúa se manifiesta como «Mashíaj ben Yoséf». Entiéndase bien: dicha expresión no significa que sea un descendiente genealógico de Yoséf sino más bien es su «figura mesiánica».

Para el judaísmo ortodoxo, Yoséf es una sombra mesiánica del Mashiaj. Del mismo modo en que Yoséf fue puesto como jefe de todo Mitzrayim (Egipto) y solo Faraón estaría por encima de él, asimismo el Mashiaj, en la Era Mesiánica será el supremo gobernante de las naciones solo por debajo de Yahvéh, HaKadosh Baruj Hú (El Bendito Sea), es decir, Yeshúa será el Virrey de todos los pueblos y el Eterno Rey será Yahvéh.

Como es bien sabido, las características del «Mashiaj ben Yoséf» y las de «Mashiaj ben David» son distintas; «Mashiaj ben Yoséf» es el “siervo sufriente” descripto por el profeta Yeshayah (Isaías) en sus cap. 53 y también por el profeta Zejaryah (Zacarías) en el cap. 12 vers. 10. En cambio, «Mashiaj ben David», ha de venir después, no como siervo, sino como poderoso rey, guerrero y conquistador que habrá de terminar con la impiedad en el mundo. Así pues, según registra el Talmud, existen dos clase de Mesías.

Otra opinión es que hay un solo Mesías con característica dual. Sin embargo, estos dos Mesías están totalmente implicados con la liberación del pueblo de Israel del exilio (las dos Casas de Israel), lo que daría paso al tan esperado Tiempo Mesiánico. Dos roles mesiánicos que describen a un mismo ungido. Por lo tanto, no son dos Mesías, sino uno solo con dos roles o misiones a cumplir.

Naturalmente, nuestros hermanos judíos rechazan categóricamente a Yeshúa el nazareno como Mashiaj de Israel porque se le ha interpretado bajo una falsa identidad, una identidad totalmente antijudía; la versión de la eclesiástica romana (como Yoséf que siendo hebreo se le dio una identidad egipcia y el nombre de “Tzafenat Paneaj”, cap 41:45), y en su lugar, el mundo judío ha ungido a un sinnúmero de candidatos que, finalmente resultaron no ser el Mashíaj prometido. Un registro de algunos de estos Mesías lo encontramos en la Enciclopedia breve del Judaísmo:

«Ungido. En la Escritura este término se refiere a los reyes, sumos sacerdotes y a cualquier individuo que tenga una misión divina. Después del exilio, la visión profética del Reino de Dios se asoció con la reunión de Israel bajo un descendiente ungido de la Casa de David […] Durante este período aparecieron varios falsos Mesías, incluyendo a Jesús al que los judíos no aceptaron porque no cumplía las profecías de redención mesiánica contenidas en la Biblia hebrea. En el siglo II, Simeón Bar Kojba fue considerado mesías. En el siglo V un pseudo mesías, Moshé, apareció en Creta. Otras figuras mesiánicas fueron Abu Issa Isfahani (siglo VIII), Serene (siglo VIII), Yudghan (siglo VIII), David Alroy (siglo XII); Abraham Abulafia (siglos XI-XII), Moshé Botarel (siglo XIV), Asher Lambein (siglo XVI), Shelomó Molcho (siglo XVI), Shabetay Tsebi (siglo XVII) y Yacoob Frank (siglo XVIII)…» [Enciclopedia breve del Judaísmo. Pág. 155].

Tan solo, en Israel, desde el año 6 a. E.C. hasta el 66 D. E.C., en un lapso de 72 años, casi cada tres años aparecía un personaje con características mesiánicas. Ello arroja un número de 24 pretendientes a Mesías (en las fechas citadas). Así pues, durante un par de milenios, el mundo judío ha dicho de muchas personalidades “este es nuestro Mesías”, pero se han equivocado rotundamente. Por otro lado, igualmente se ha dicho: “Yeshúa no es el Mesías”. ¿No estarán errados también? Un comentario muy interesante nos lo comparte el historiador Mario Sabán:

«…La creencia mesiánica en un Mesías determinado no hace que el judío deje su Judaísmo. Existieron a lo largo de la historia, judíos que no abandonaron el Judaísmo, pese a seguir a un Mesías determinado. David Moljo o Shabetay Zvi son dos claros ejemplos de judíos que se autoproclamaron “Mesías” y sus seguidores no abandonaron el Judaísmo. A la muerte de ellos, en algunos casos se formaron sectas divididas del tronco central judío, sin embargo la mayoría judía mesiánica de estos movimientos no dejaron de cumplir con la Torah…» [“Judaísmo de S. Pablo”. Pág. 161].

Volviendo a nuestro tema, el hecho de que los hijos de Yaakov no reconocieran a Yoséf en su primera estancia en Egipto sino hasta que ellos regresan con Binyamin (Benjamín), es un indicador de que al Mashiaj no le reconocerían en su primera aparición sino en la segunda.

¿Estará listo el mundo judío para aceptar a Yeshúa HaNotzrí? Veamos la opinión de un judío de este tiempo que mira con simpatías al Rabino Yeshúa:

«… ¿Y si la “segunda venida del Señor”, proclamada por el cristianismo, coincide con la llegada del Mesías para el judaísmo…»?

[Raíces judías del cristianismo, pág 313. Mario Sabán]
No hay duda que estamos en los últimos tiempos y que el judaísmo actual, en todas sus facciones, se está preparando para la llegada del Mashiaj, sea quien sea.

Cabe poner en relieve que, solo hasta que los 11 hermanos (las once tribus), estuvieron de pie delante de Yoséf (el hermano nº 12), es decir, una vez que las tribus estuvieron completas (como lo veremos en la siguiente sección «Vayigash»), es que Yoséf finalmente es identificado y reconocido como su hermano perdido; el hermano rechazado, pero que también fue odiado por ellos, negado, olvidado y finalmente vendido a extranjeros. Ahora, teniendo en cuenta esta tipología, meditemos juntos: ¿acaso Yeshúa no ha despertado también este tipo de sentimientos entre sus hermanos judíos?

En la sección Vayeshev vimos que la acción de hermanos contra Yoséf, es semejante a la actitud religiosa que existe casi en la totalidad del judaísmo rabínico; evitar mencionar el nombre de Yeshúa HaNotzri (ישוע הנוצרי ), modificándolo –omitiendo la letra final, “ayin” (ע)-, quedando solo las consonantes Y, Sh, V, (ישו : “Yeshé”), que es un título/acróstico que se emplea despectivamente para significar: “Yimaj shemó u´zincro”, (“que su recuerdo y nombre sean borrados”).

Por eso, en una escena de la siguiente Parashá («Vayigash»), veremos que ahí están todas las tribus, los hijos de Yaakov, incluidos los hijos de Yoséf, Menashé y Efrayim. Lo mismo ocurrirá con Yeshúa cuando se revele a los suyos en su segunda oportunidad; entonces será «Yeshúa Mashiaj ben David», y toda la Casa de Israel (las tribus perdidas), estarán aglutinadas en torno a él, como cuando Israel se sujetó bajo el gobierno del rey David.

Es interesante saber que entre los mismos rabinos judíos ha habido por siglos diferencias en el intento de entender los detalles acerca de las Escrituras que señalan al Mesías, pero el hilo conductor que tienen en común es que consideran al Mesías con dos cumplimientos y/o roles Mesiánicos separados por una distancia de tiempo.

Nosotros creemos que Yehoshúa (Yeshúa) Mashíaj, cumplió el papel de Mesías ben Yosef en el primer siglo y que volverá para ejercer el papel de Mesías ben David en nuestros días de acuerdo a las señales que estamos viendo.

¡Esconderse en el Primogénito!… ¡Un Privilegio Mesiánico!

Por P.A. David Nesher

 

TIPOLOGÍA MESIÁNICA

Muchas personas, intoxicadas de dogmas cristianos, cuando leen estos versos, concluyen que Yaakov (Jacob) robó los derechos de Esav (Esaú). Pero en este punto, las Sagradas Escrituras (Biblia) revelan claramente que el Eterno había escogido a Yaakov para ser el hijo de la Semilla Mesiánica prometida a la humanidad en el Edén (Gén. 3) y pactada con Abraham en su llamado (Gén. 12; cap. 15). A esto se le suma el hecho de que Esaú ya había vendido su primogenitura a su hermano menor. Por lo que debemos sinceramente decir que, si alguien estaba tratando de robar la bendición, este era Esaú.

Ahora bien, aunque en el relato da la sensación que los actores humanos son los únicos que están en control de toda acción, en el análisis final, podemos ver que en verdad es Yahvéh que se encuentra trabajando detrás de la escena todo el tiempo para llevar a cabo Su voluntad perfecta. El Eterno tenía un proyecto maravilloso para la vida de Jacob, y ese proyecto no pudo ser impedido por la acción de Isaac o Esaú, ni podría ser ayudado por la inteligencia de Rebeca. Yahvéh permitió todo esto con la Intención maravillosa de dejar codificado una tipología que hoy nos invita a meditar en ella, a fin de que profundicemos en las maravillas de nuestra Salvación.

En el texto vemos que Yaakov encontró la aceptación de su padre y recibió su bendición porque él se refugió detrás del nombre del primogénito hijo amado de su padre, y estaba vestido de sus vestiduras, que eran un olor fragante a su padre. De la misma manera, nosotros, como pecadores, encontramos la aceptación ante el Eterno y recibimos Su bendición, ya que nos refugiamos en el nombre de Su amado primogénito. Estamos vestidos con ropas de salvación (Isaías 61:10), que recibimos de Él, venimos así ante el Padre por los méritos de Su Hijo que se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios (Efesios 5:2).

De ese modo, somos incorporados en el diseño de Su Monte Santo, disfrutando de la asamblea de primogénitos que tiene a favor una sangre que clama más fuerte que la de Abel (Hebreos 12: 23-24).

¡Anhelo que disfrutes tu posición de hijo primogénito en Él!Tip