Te cuento que tuve la curiosidad de probar a la Inteligencia Artificial haciéndole la pregunta que he colocado como título de esta bitácora; me sorprendí toda la info que encontró y la rapidez con la que elaboró la biografía que a continuación te comparto:
David Nesher: El profeta mendocino que une los secretos cabalísticos de Torá con el cristianismo moderno.
En las tierras áridas y montañosas de la provinica de Mendoza, Argentina, un 30 de octubre del año 1965, nació David Nesher, un hombre cuyo destino estaría marcado por la búsqueda de lo divino y la conexión entre lo antiguo y lo moderno. Hoy, es reconocido en las naciones como un profeta, devenido luego en apóstol, erudito en Teología, y especializado especialmente en Toralogía y Kabbalah mística. Con todo esta carrera de vida, Nesher se ha convertido en una figura influyente en el mundo religioso, fusionando el judaísmo místico con el cristianismo carismático.
Es el profeta y apóstol (por sus siglas P.A.) fundador del Ministerio Monte Santo, una organización que se está expandiendo en las naciones, y se dedica primordialmente a la formación de discípulos, la capacitación de líderes y la expansión del evangelio del Reino. Su enfoque principal es equipar a creyentes y líderes para que funcionen en los cinco ministerios mencionados en Efesios 4:11 (apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros).
Desde muy joven, a sus 16 años, mostró un interés profundo por los textos sagrados, no sólo desde una perspectiva cristiana, sino también explorando las raíces judías de la fe. Su curiosidad intelectual y autodidacta lo llevó a sumergirse en el estudio de la Torah y la Kabbalah, disciplinas que más tarde definirían su enfoque teológico único, y le daría su base de acción profética.
De esta manera, con una vida dedicada a la exploración y enseñanza de las verdades profundas de las Sagradas Escrituras, Nesher se ha consolidado como un líder visionario que combina su formación académica con una pasión por guiar a otros hacia una conexión renovada con lo divino.
Su ministerio se caracteriza por la enseñanza de principios bíblicos profundos, con un énfasis en la restauración de la iglesia primitiva y la implementación de modelos apostólicos para la edificación de la iglesia contemporánea.
Este llamado lo llevó a profundizar en el estudio de la Torah, alcanzando el grado de Master en Toralogía, una disciplina que examina la Ley divina desde una perspectiva tanto histórica como espiritual. Su enfoque en la Toralogía no solo refleja su erudición, sino también su compromiso con desentrañar los códigos y significados ocultos en los textos sagrados para aplicarlos a la vida contemporánea.
El ministerio: Profeta y apóstol de la restauración
A mediados de los años 90, David Nesher sintió un llamado divino que lo llevó a abandonar la vida académica tradicional para dedicarse por completo al ministerio profético que hasta hoy lo caracteriza.
Desde 1998, ha sido un conferencista activo, llevando su mensaje a iglesias, congresos cristianos y seminarios empresariales en países como Argentina, Chile, Perú, Uruguay, Venezuela, Colombia, México y Estados Unidos. Su capacidad para conectar las enseñanzas bíblicas con aplicaciones prácticas en la vida cotidiana y el ámbito laboral lo ha convertido en un orador muy solicitado.
Esta demanda como expositor se debe a que el apóstol Nesher enfatiza la importancia de entender las Escrituras desde una perspectiva hebraica, resaltando el contexto cultural y lingüístico de la Biblia. Su enseñanza combina elementos del judaísmo mesiánico con principios del movimiento apostólico y profético moderno. Aboga por una iglesia que funcione bajo un gobierno apostólico y que esté fundamentada en la revelación de Cristo como el Mesías.
Entre los temas centrales de su enseñanza se encuentran:
– La restauración de los fundamentos apostólicos y proféticos.
– El gobierno del Reino de Dios en la Tierra.
– La formación de discípulos y líderes según el modelo bíblico.
– La importancia de la identidad y las raíces hebreas en la fe cristiana.
– La restauración de Sión como diseño defenitivo de los últimos tiempos.
El ministerio del apóstol David Nesher ha tenido un impacto significativo en América Latina y otras regiones del mundo. A través de conferencias, seminarios, publicaciones y recursos en línea, ha influido en miles de creyentes y líderes que buscan profundizar en su fe y entender su rol en el Reino de Dios.
Innovaciones en el campo espiritual y social
En el año 2000, fundó la Red Apostólica Internacional Ministerio Monte Santo, una organización dedicada a la formación de líderes espirituales y la promoción de un avivamiento basado en los principios apostólicos y proféticos. Bajo su liderazgo, esta red ha crecido hasta convertirse en una influencia significativa en el mundo cristiano de habla hispana.
Junto a su esposa, la escritora Laura Arco, David Nesher ha desarrollado dos enfoques innovadores: la pneumaterapia y la logopedagogía social. La pneumaterapia es una metodología que combina la sanidad espiritual con principios psicológicos. Para explicarlo mejor la pneumaterapia es una práctica que él define como un enfoque terapéutico basado en la restauración del alma humana a través del poder del Espíritu. Este método, profundamente enraizado en su comprensión de la dimensión espiritual del ser humano, busca integrar mente, cuerpo y espíritu para promover sanidad y plenitud. Su trabajo en este campo lo ha distinguido como un innovador que trasciende las fronteras tradicionales de la teología y la psicología.
Por otro lado la logopedagogía social (metodología ideada por Laura Arco), se enfoca en la educación y el desarrollo personal a través de la palabra y la acción. Estas herramientas han sido utilizadas para transformar vidas y comunidades, especialmente entre los más vulnerables.
Como profeta y apóstol, Nesher fundó el Ministerio Monte Santo, una plataforma desde la cual imparte enseñanzas, profecías y reflexiones sobre los tiempos actuales. Desde Las Heras (Mendoza), su ciudad natal, ha extendido su influencia a nivel global, utilizando medios digitales como su blog y diversas plataformas como Facebook, Youtube y Tiktok para compartir un «panorama profético» que invita a sus seguidores a vivir en armonía con los designios divinos. Su mensaje, caracterizado por una mezcla de autoridad espiritual y empatía, resuena con quienes buscan respuestas en un mundo en constante cambio.
Trabajo social: Las Casas del Alfarero
El compromiso de David Nesher con los más necesitados se materializa a través de la Fundación Monte Santo, que dirige junto a su equipo de colaboradores.
Esta fundación ha establecido las conocidas Casas del Alfarero, centros de asistencia integral que brindan comida, refugio y apoyo a niños, ancianos y personas en situación de calle. Pero su labor no se limita a la asistencia inmediata; en estas casas también se ofrece capacitación laboral para jóvenes, adultos y mujeres a cargo de familia, ayudándoles a reconstruir sus vidas con dignidad y esperanza.
Además, las Casas del Alfarero son un espacio de sanidad y restauración para personas que luchan contra las adicciones, gracias al Proyecto Reconcilia2. Este programa ofrece apoyo emocional, espiritual y práctico para que los participantes puedan reintegrarse a la sociedad como individuos plenos y productivos.
Enseñanzas y legado.
David Nesher es un líder espiritual ordenado como apóstol en dos ocasiones formales:
primero el 12 de diciembre de 2005 por la Red del Ministerio Monte Santo (acta en Mendoza, Argentina), y
luego en septiembre de 2007 en Santiago de Chile por un presbiterio apostólico internacional (acta en una congregación chilena), lo que refuerza su posición dentro de los círculos carismáticos y apostólicos que lo reconocen. Esto refleja un proceso de legitimación progresiva dentro de su ámbito ministerial.
A lo largo de su trayectoria, David Nesher ha sido invitado a impartir conferencias en congresos cristianos y empresariales en países como Argentina, Chile, Perú, Colombia, Venezuela, Uruguay, México y Estados Unidos. Estas presentaciones han destacado por su capacidad para fusionar principios espirituales con aplicaciones prácticas, inspirando tanto a líderes religiosos como a profesionales del ámbito empresarial a alinear sus vidas y proyectos con valores eternos. Además, ha publicado numerosos escritos, videos y estudios que abordan temas como la redención, la unidad del pueblo de Dios y la relevancia de las fiestas bíblicas en el contexto moderno. Su estilo es accesible pero profundo, apelando tanto a eruditos como a quienes apenas comienzan su camino de fe.
David Nesher es conocido por sus conferencias internacionales, donde aborda temas como la restauración del Tabernáculo de David y de Sión, el significado místico de las festividades judías y el papel de la iglesia de Cristo en los últimos tiempos. Ha escrito numerosos artículos que exploran la intersección entre la Torá y el Nuevo Testamento, convirtiéndose en una voz influyente para aquellos que buscan una fe más profunda y enraizada en las Escrituras.
Además, su ministerio ha formado a cientos de líderes espirituales en América Latina y más allá, quienes han llevado sus enseñanzas a sus propias congregaciones. Nesher también ha sido invitado a participar en eventos interreligiosos, donde promueve el diálogo entre el judaísmo y el cristianismo.
Críticas y controversias
Como toda figura pública en el ámbito religioso, David Nesher no ha estado exento de controversias.
Algunos de sus críticos detractores han cuestionado su enfoque en la Kabbalah, argumentando que esta tradición mística judía no tiene lugar en el cristianismo. Otros han expresado preocupación por el énfasis en las revelaciones proféticas, que algunos consideran alejadas de la ortodoxia bíblica. Sin embargo, sus seguidores defienden su ministerio, afirmando que Nesher ha sido un instrumento de Dios para restaurar verdades olvidadas, y elevar la conciencia de multitudes de creyentes que buscan mayor formación espiritual.
Vida personal y familia
Aunque gran parte de su vida gira en torno al ministerio, David Nesher es también un hombre de familia.
David Nesher es conocido por su estilo de vida sencillo y su dedicación a la familia. Si bien mantiene un perfil relativamente bajo en cuanto a su vida privada, su enfoque en la integridad y la santidad personal es un aspecto destacado de su ministerio. Los que lo conocen, y admiran destacan que Nesher, como padre, esposo y mentor, logra el equilibrio de su vida personal con su misión, siendo un ejemplo vivo de los principios que enseña.
Está casado con la Licenciada Laura Arco, una escritora y colaboradora clave en su trabajo espiritual y social. Juntos han formado un equipo inseparable, dedicado no solo a la enseñanza y la predicación, sino también a la transformación social a través de sus iniciativas innovadoras. Su hogar, ubicado en Mendoza, sigue siendo un lugar de refugio y estudio, donde continúa profundizando en las Escrituras y las tradiciones místicas.
El futuro: Un mensaje para las nuevas generaciones
Hoy, a sus casi 60 años, David Nesher sigue activo en su ministerio, viajando por el mundo y compartiendo su mensaje de restauración y avivamiento. Su visión para el futuro incluye la formación de una nueva generación de líderes espirituales que puedan llevar el mensaje del Reino de Dios con sabiduría y poder.
En un mundo cada vez más fragmentado, David Nesher se erige como un puente entre tradiciones, un profeta moderno que invita a sus seguidores a explorar las profundidades de la fe y a conectarse con las raíces eternas de la Palabra de Dios, y los principios de vida que ella revela. Su legado, tanto en el ámbito espiritual como en el social, sigue creciendo, impactando vidas y comunidades en todo el mundo.
Hoy, con casi seis décadas de vida, David Nesher continúa siendo una voz influyente desde Mendoza, Argentina, al mundo. Su legado trasciende las etiquetas, pues no solo es un teólogo o un terapeuta del alma, sino un guía que inspira a otros a descubrir su propósito eterno en medio de los desafíos del presente. Su vida y obra son un testimonio de cómo la fe, el conocimiento y el amor por la humanidad pueden converger para transformar vidas.
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Nota: Las tres AI consultadas coincidieron en la biografía (Bing, DeepSee, Grok)
3 Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, saldrá él y su mujer con él. 4 Si su amo le hubiere dado mujer, y ella le diere hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán de su amo, y él saldrá solo.5 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre;6 entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.
Éxodo 21: 3-6
La exclamación de aquellos israelitas que salieron con Moisés, debe haber sido algo así: «¡Sí, estamos libres de la esclavitud de Egipto! ¡Hemos aceptado nuestra suerte como pueblo elegido de YHVH! Ahora pasamos con entusiasmo a…» ¡Un momento, el Eterno quiere primero otra cosa! ¿Una lista de normas para una sociedad hipotética que todavía no podemos construir? y entonces surgirá en todas las generaciones la pregunta: ¿Por qué está aquí la parashá Mishpatim?
Antes de avanzar en esta bitácora, tengamos en cuenta que no podemos entender este pasaje en particular a menos que sepamos que hay otros dos pasajes en la Torah que complementan estas palabras; uno en Levítico 25, los versículos 39 a 55, y el otro Deuteronomio 16, los versículos 12 a 18. Luego, de leer estos pasajes, deberemos revisar todo este asunto en el libro del profeta Jeremías (34:8-22). Sólo con estos tres pasajes lograremos obtener la cosmovisión completa que necesitamos para la comprensión de este mandato divino.
Desde toda esta consideración quiero decir que lo que tenemos aquí en Levítico 25, versículos 39 a 55, es que se habla muy claramente de cómo realmente no puedes maltratar a tu sirviente hebreo. En realidad, la palabra utilizada en hebreo es “eved”, que es “esclavo”. Así que no puedes maltratar a tu esclavo hebreo. Esencialmente, el esclavo hebreo asume el papel de, al menos, el sirviente contratado. Trabaja durante seis años y en el séptimo año, queda libre. En el versículo 39 de Levítico 25: “Cuando tu hermano se vuelve pobre contigo y te es vendido, no le hagas la obra de un esclavo”. Lo que la Torah dice aquí es: “debería ser como un trabajador contratado o un residente extranjero contigo. Y él te servirá, él trabajará para ti, hasta el año del Jubileo.” Esto es significativo porque, en este pasaje de Éxodo, habla de si decide quedarse contigo, se quedará contigo, dice «para siempre» (versículo 6). Sin embargo este “para siempre” queda perfectamente definido en Levítico 25 como «hasta el año del jubileo», que es un máximo de 49 años, y en el año 50 se va libre.
Ahora bien, buscando la clave esencial de este pasaje de mishpatim la hallamos en el primer tema: las normas para tratar a los esclavos hebreos con dignidad. Justamente en este momento de transición de la impotencia a la autonomía, de la mera supervivencia a la providencia divina en una Tierra Prometida, los israelitas necesitan que se les recuerde que tienen una responsabilidad moral hacia los más vulnerables de su sociedad.
Y esto es lo que me sorprende de esta parashá, la medida de humanidad que Mishpatim le otorga al “esclavo hebreo”, dado el contexto de un mundo en el que la esclavitud y la servidumbre legal eran normativas que permitían el trato inhumano a un esclavo. El Eterno quiere que se entienda que el esclavo hebreo es en realidad un pariente que ha pasado por tiempos difíciles y debe entrar en servidumbre temporal para pagar sus deudas. Al final de su período de seis años, la Torá dice:
Si tenía mujer, su mujer se marchará con él. Si su amo le dio mujer y ella le dio hijos, la mujer y sus hijos serán del amo, y él se marchará solo. Pero si el esclavo declara: «Amo a mi amo, a mi mujer y a mis hijos; no quiero salir libre»,… (Éxodo 21:3-6) entonces seguirá siendo su esclavo de por vida.
Con esto, el Eterno se asegura por medio de Su Torah que Su Pueblo entienda que el diseño de familia es una prioridad para el establecimiento de Su Reino en la Tierra.
Yah, deja bien establecido que las relaciones amorosas deben ser respetadas, incluso en circunstancias difíciles y degradantes, como vemos en la apertura de esta porción. El esclavo hebreo tiene el derecho de determinar el futuro de su familia dentro de sus limitadas circunstancias: puede elegir trabajar para proveer y criar a sus hijos.
Ésta es, entonces, la lección que la parashá Mishpatim nos enseña en este momento. Quienes tienen seguridad deben recordar ejercer su influencia con cuidado hacia quienes no la tienen. Así como una sociedad de esclavos recién liberados necesitaba tratar a los demás con humanidad una vez que conseguían un poco de poder, también nosotros, en tiempos en los que las naciones se llenan de inmigrantes, refugiados, esclavos y pueblos oprimidos, necesitamos priorizar los valores de la familia y la dignidad para todos, sin importar cuán recién llegados sean.
Está bien claro que el recurrir a la misericordia de los demás en tiempos difíciles no despoja a una persona de su humanidad fundamental, ya sea en la época de la Torah o en la actualidad.
Debemos proteger los derechos de las familias migrantes mientras buscan una vida mejor en nuestra nación, otorgándoles un trato humano y el debido proceso. Debemos vivir los “Mishpatim”, encarnando el conjunto de valores que el Eterno ha establecido en Su Instrucción para gobernar nuestra sociedad en forma justa, asegurando una equidad que construya un mundo más humano.
La Paz y Gracia de nuestro SEÑOR esté con cada uno de ustedes.
Un hogar que está sucio y lleno de desorden, no es un lugar feliz para vivir, está plagado de energía negativa, esa que a las fuerzas del Otra Lado de la Luza les gusta consumir; y por ello, las personas que viven en este entorno, se verán afectadas.
El desorden entorpece y estanca, haciendo muy difícil seguir adelante, en nuestros caminos.
El estrés de búsqueda de cosas, provoca ansiedad, deprime y trae confusión, por ello la importancia de tirar, o donar lo que ya no necesitamos, para dar un aire nuevo al hogar.
Tu casa es el reflejo de tu vida, y esto implica todo: parte física, espiritual, sentimental, laboral, social y familiar.
Recuerda siempre que hay un lugar para cada cosa, y cada cosa debe estar en su lugar, esto ayuda a estar en armonía, y repercute en un mejor flujo de energía.
Se debe hacer limpieza de casa y deshacerse o remodelar todo aquello que no nos haga sentir bien, para dejar paso a lo nuevo.
No se deben acumular cosas innecesarias, sacar de la casa todo aquello que no aporta nada, todo lo que no sirve, o ya no te gusta.
Al deshacerse de cosas que no aportan nada positivo, la casa pierde negatividad, gana espacio y es mucho más fácil de limpiar, que es algo importante. Hay que rodearse de cosas que nos gusten, que nos traigan buenos recuerdos, que nos motiven.
¡Tu casa eres tú!… ¡Como está tu casa, así estás tú!
Entonces te invito a ponernos de acuerdo. Nuestro hogar, es un reflejo de nosotros mismos. Nuestra casa nos dice cómo nos encontramos en ese momento, si estamos estancados, rodeados de un montón de cosas que no nos aportan nada, y nos impiden ver o tener tiempo para las más importantes, se pierde tanto tiempo buscando las cosas, ordenándolas o quitándoles el polvo.
¡Por favor, simplifiquemos nuestra vida, y quedémonos con lo que verdaderamente merece la pena! Ten en cuenta que aligerar tu vida hace que te sientas más liberado. Tomar decisiones hace que te sientas más seguro y responsable. Regalar cosas te hace sentir desprendido y más generoso y ordenando tu espacio, te sientes más organizado y eficaz.
Es una forma de liberar espacio no solo físico, sino también mental, dejar espacio para que entren cosas nuevas, eso no significa tirar cosas que nos recuerden quién somos, eso también es importante tenerlo, los recuerdos son las raíces de quién somos, pero aquello que acumulamos que no nos aporta nada, sácalo de tu casa y de tu vida.
Una vez que se depuró todo lo que no necesitamos más, se debe seguir la rutina del orden y la limpieza para así mantener un ambiente agradable en nuestro hogar, con hábitos como:
–Tender tu cama, sin duda la habitación tendrá un aspecto más ordenado.
–Lavar los platos sucios al momento, para evitar que se acumulen.
–Sacar la basura diariamente, para evitar malos olores, o que rebalse.
–Volver a colocar las cosas en su lugar después de utilizarlas.
–Hacer limpieza de rutina diaria, sin caer en obsesión, frustración y que nunca disfrutes de la vida.
Un entorno ordenado, limpio y despejado, transmite alegría, paz y equilibrio, sin duda lo más lujoso de tu casa será el orden, recuerda que no es más limpio el que más limpia, sino, el que menos ensucia.
Un dicho que siempre escuche de Luisa Josefina Peralta, mi madre:
«Una casa puede ser la más pobre del barrio; pero si está limpia y ordenada, es un verdadero placer estar allí, y Dios se complace en protegerla junto con los que en ella habitan«.
“Estas señales seguirán a los que CREEN.” (Marcos 16:17)
Apenas unos momentos antes de que Yeshúa ascendiera al Padre, les dijo a sus discípulos:
“Y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y sanarán” (Marcos 16:17,18).
«Las señales acompañarán a los que crean»
Ésta es una frase que enfatiza que la fe en Yeshúa como Ungido de Dios que está a la diestra del Padre, implica más que un simple acuerdo mental; está acompañada de señales tangibles y sobrenaturales que sirven como evidencia del poder del Eterno obrando a través de los creyentes discípulos de Yeshúa.
Las Sagradas Escrituras nunca dicen que estas señales dejarán de seguir a los creyentes. Si crees, ¡te seguirán!
En este asombroso pasaje, Yeshúa dijo que las “señales” seguirán a los que creen. La palabra “señales” proviene de una palabra griega que se refiere a una firma o sello que se aplicaba a un documento para garantizar su autenticidad . Era la prueba que mostraba que el documento era real . Jesús estaba enviando a sus discípulos al mundo a predicar el Evangelio, y al enviarlos, dijo, en esencia, que la firma sobrenatural de Dios estaría en su ministerio. Estas “señales” debían ser la declaración oficial de Dios de que su pueblo había sido enviado por el Cielo y que el mensaje del Evangelio era verdadero. Las señales que seguían a la predicación del Evangelio del Reino debían autenticar el mensaje y dejar en claro que no era un mensaje hecho por el hombre, sino que provenía directamente de Dios mismo.
El Maestro Resucitado dijo que estas señales “seguirán” a los que creen. Es importante que Jesús dijera en Marcos 16:17: “…Estas señales seguirán a los que creen…”. La palabra “seguir” se traduce de una palabra que significa seguir o ir a algún lugar con una persona , como acompañarla en un viaje. Tal como se usa en este versículo, la palabra “seguir” significa acompañar incansablemente a alguien , estar constantemente al lado de un individuo o estar siempre en estrecha proximidad con una persona, como un compañero fiel que siempre está a su lado .
Esto nos dice que las señales y los prodigios deben seguirnos fielmente a nosotros y al mensaje del Evangelio dondequiera que vayamos. Las señales y los prodigios deben estar tan en sintonía con nosotros y con el mensaje que predicamos que vivir sin estas señales nos parecería muy extraño. Dios quiso que estas señales nos siguieran a dondequiera que vayamos, como nuestros compañeros ininterrumpidos y como la firma de Dios de que el mensaje que predicamos es verdadero.
Al decir estas cosas, Yeshúa dio autoridad a los creyentes para hacer estas cosas en Su Nombre. Para que los creyentes puedan expulsar demonios, obviamente deben tener autoridad sobre ellos.
Este pasaje de las Escrituras habla del dominio restaurado a la humanidad en Yeshúa el Ungido de Yah. Simbólicamente, este pasaje representa el empoderamiento, la comisión y la habilitación sobrenatural de los creyentes para llevar a cabo la misión de difundir el Evangelio del Reino de Dios. Las señales y los milagros mencionados sirven como una demostración visible del poder de YHVH y una confirmación de la verdad del mensaje del Evangelio anunciado por Yeshúa. Además, la ascensión de Yeshúa sirve como recordatorio de su presencia y participación constantes en la obra de sus seguidores.
En conclusión, Marcos 16:15-20 contiene instrucciones y promesas vitales para quienes siguen a Yeshúa. Destaca el mandato universal de compartir el mensaje de salvación, la importancia de la fe y el bautismo de los creyentes, las señales que acompañan a los discípulos y la presencia y colaboración constantes de Yeshúa en la misión de difundir el Evangelio del Reino. Este pasaje sigue siendo una fuente de aliento y motivación para que los discípulos del Maestro cumplan la Gran Comisión y esperen que Dios trabaje a través de ellos mientras proclaman obedientemente las buenas nuevas.
Por lo tanto, si eres creyente, Yeshúa dijo que estas señales te seguirán. Por lo tanto: ¡Cree!
Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos le aborrecieron aún más. Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: He aquí que estábamos atando gavillas en el campo, y he aquí mi gavilla se levantó y estuvo derecha también; y he aquí vuestras gavillas estaban alrededor, inclinándose a mi gavilla.
Génesis 37:5-7
Hemos entrado ya en el mes hebreo de Kislev (כִּסְלֵו en hebreo), que es el noveno mes del calendario del Eterno. Este mes es un punto vital en el año que representa un tiempo para volver a soñar, un tiempo para encontrar descanso en aquel que nunca cambia y un tiempo para obtener nuevas estrategias de guerra.
¿Sabías que la mayoría de los sueños registrados en la Torah se leen durante este mes de Kislev? ¿Por qué razón? ¡Porque los Sabios descubrieron que este es un mes ideal para soñar con el Eterno y Su propósito!
Primero quiero explicarte lo que te afirmé en el párrafo anterior. Si observas con atención notarás que en las porciones de la Torah que se leen durante el mes de Kislev, encontramos la mayoría de los sueños mencionados en la Torah. A lo largo de los cinco libros de la Torá, encontramos diez sueños explícitos (soñados por siete «soñadores»), todos en el Libro de Génesis.
El primer sueño de Avimelej, Rey de Gerar, aparece en la porción de la Torah de Toldot , leída en el mes de Jeshvan . Los otros nueve sueños aparecen en las porciones de la Torah de Vayetzé, Vayeshev y Miketz , todas leídas durante el mes de Kislev. De acuerdo con el conocido principio de la Torah de que uno debe «vivir con los tiempos» (es decir, con la porción semanal de la Torah), el tema de los sueños sería un tema de meditación adecuado durante el mes de Kislev. Durante este «mes de los sueños» uno debe esforzarse por examinar y aclarar en su alma el tema del «sueño», sondear las profundidades de sus raíces en el alma y resolver su enigma de una manera buena y apropiada.
Ahora quiero dejar en claro una cosa. Cuando hablo de sueños, no me refiero solamente a los sueños literales que tenemos mientras dormimos. También me refiero a los sueños en términos de visión y propósito. Hay un sueño divino para tu vida, tal y como lo aprendemos en el evento de la Escalera de Yaakov, es divino porque se origina en el cielo. ¡Es una visión y un propósito que el Señor pone en tu corazón y en tu mente!
En el sueño de Yaakov, era el Eterno el que estaba de pie en la cima de la escalera. Los sueños de YaH nunca se tratan de nosotros. Nos esforzamos por alcanzar los sueños de Dios porque sabemos que se trata del SEÑOR. Sabemos que al subir por esa escalera lo encontraremos más en cada peldaño mientras corremos en pos de Su visión y propósito para nuestras vidas. ¡Los sueños de Dios cambiarán tu vida!
Volvamos a lo que los Sabios enseñan. Debes saber que cada mes del calendario hebreo está asociado con una piedra preciosa en particular de entre las doce piedras preciosas incrustadas en el pectoral del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote). La piedra preciosa de Kislev, el noveno mes (que corresponde con los nueve sueños, como se mencionó anteriormente), es la novena piedra del pectoral: la amatista (ajlama en hebreo). En su Libro de raíces hebreas, el famoso sabio Radak explica que la raíz de Ajlama es jalam («sueño»), y «quien lleve una (una amatista) en el dedo, muy probablemente verá sueños«.
La amatista es la piedra que representa la tribu de Benjamín, cuya grandeza latente y destino real a menudo están ocultos por defectos visibles de carácter que frenan su crecimiento y desarrollo para cumplir el plano de liderazgo que el Eterno le ha dado. Pero a través de las pruebas que Dios les envía para revelar sus defectos, los dones reales emergen y toman su lugar como fuertes líderes en la familia de Dios, poderosos en la Palabra, inquebrantables en su postura por la verdad, buenos discernidores al percibir errores y audaces al defender la causa de YHVH. Su amor por Dios se exterioriza mientras toman la responsabilidad de ser pastores del rebaño custodiándolo con sus arcos y flechas.
Al avanzar con nuestro estudios de parashot (porciones) del Sefer Bereshit (Génesis) observaremos que la principal figura de la Torah relacionada con los sueños (sea tanto como soñador, así como intérprete de los tales), es Yosef (José) el Tzadik (Justo), apodado (por sus hermanos) como “el maestro de los sueños”, y más tarde fuen nombrado Tzafenat Paneaj («Descifrador de Secretos») por el Faraón. Los cuatro sueños que precedieron a los de Yosef –el sueño de Avimelej, el primero y el segundo sueño de Yaakov, y el sueño de Labán– eran transparentes y no necesitaban una interpretación especial. En estos sueños, el Eterno, o un ángel, se le aparece al soñador y le revela información directamente. En cambio, los seis sueños finales –los dos de Yosef, los dos de los ministros del Faraón y los dos del Faraón– requieren interpretación, pues se han “vestido” de la facultad imaginativa del alma del soñador y aparecen en forma de alegoría y acertijo.
Sin embargo, la solución a los sueños de José –la postración de las gavillas de sus hermanos, y el sol, la luna y once estrellas ante él– es relativamente transparente. Sin necesidad de interpretación, tanto sus hermanos como su padre Jacob entendieron que el significado del simbolismo de los sueños de José era que debían venir y postrarse ante José. Jacob se pregunta diciendo (Génesis 37:10-11): “¿Quieres que yo, tu madre y tus hermanos vengamos y nos postremos en tierra ante ti?” Sin embargo: “su padre esperó a ver el resultado”.
De esto se desprende claramente que, así como Yosef, “el Tzadik, fundamento del mundo”, es “un intermediario que conecta «los reinos espiritual y físico, también es “un intermediario que conecta” los sueños transparentes que no necesitan soluciones y los sueños enigmáticos que necesitan interpretación (estos últimos provienen de una fuente superior, ya que los sueños enigmáticos son una expresión de la esencia de Dios manifestada en la capacidad de sostener la paradoja, como lo explicaré más adelante).
Salud mental y física
Cabe aquí decir que otra forma de la raíz hebrea jalam es hajlamá, que significa «salud» en general (tanto mental como física) y «recuperación» de una enfermedad en particular. Al dar gracias a Dios después de haber estado enfermo y haberse recuperado, el rey Jizkiyahu (Ezequías) oró así:
«Restaurame [de la raíz jalam] y hazme vivir». (Isaías 38:16):
Los especialistas en enfermedades mentales han explicado que la aparición de un sueño en el alma de una persona es similar al fenómeno de la «sudadera» o «fiebre» de una persona enferma, ya que la sudoración es la separación y secreción de los desechos de lo que es saludable. Este proceso es una de las primeras señales de que el enfermo está en el camino de la recuperación.
Aunque la “separación de los desechos” es ciertamente una propiedad externa importante del sueño, en un nivel más profundo, el sueño sirve para revelar en el alma la Luz, la Providencia y la Voluntad de YHVH. En general, encontramos que la presencia del mal o de los “desechos” impide la revelación Divina y que la separación del mal provoca la revelación Divina, como se revela en el versículo de Bereshit (Génesis) capítulo 12, vers. 14: “Después que Lot se fue, Dios le dijo a Abram”. Rashi explica este pasuk de esta manera: “Mientras el malvado residió con él, la palabra de Dios estuvo separada de Abram”.
Por eso, y debido a su naturaleza “saludable”, la parte interna de la yema del huevo en hebreo se llama jelmon (de la raíz jalam, que significa salud o recuperación), como lo encontramos en el libro de Yob (Job) capítulo 6, versículo 6: “¿Hay alguna tarea en la yema de un huevo?” Continuando con la estructura del huevo en el hebreo, diré que la parte externa, “blanca” o «clara», se llama jelbon, de la raíz jelev (“grasa”), como en el versículo de Vayikrá (Levítico) cap 3, vers. 3: “La grasa que cubre las entrañas”. La yema, en el pensamiento hebreo, refleja y simboliza el aspecto de los “pensamientos de adentro”, insinuando en el alma la idea del salmista cuando escribio:
“porque el pensamiento íntimo del hombre, y su corazón, son profundos” (Salmos 64:6)
Es en este nivel que el sueño se manifiesta. De manera similar, la yema refleja el nivel de “luz que ilumina para sí misma” en contraste con la parte “blanca”, que representa “la luz que ilumina a otro”. Esta distinción interior-exterior también se nota en la luz del sol mismo (la fuerza vectorial de la luz dentro del núcleo del sol se dirige hacia adentro). Así, el sueño refleja la luz interior, oculta en el alma, la luz que brilla hacia sí misma, que es la fuente de la salud mental y física.
Por lo tanto, ya que este es un mes para vigilar nuestros patrones de sueño, especialmente aquellos en los que el Eterno nos entrega sus dones, pues el salmista expresa:
“Él da a su amado aun mientras duerme” (Salmo 127:2, NVI).
Todos soñamos, y el Eterno puede hablarnos en sueños. Puede ser un sueño de advertencia o de aliento para nuestro futuro.
¡Este es verdaderamente el mes de los sueños! Que seamos conscientes de cómo el Santo y Bendito Es se comunica con nosotros mientras dormimos. Pidámosle que revele cualquier misterio en los sueños como lo hizo con el profeta Daniel (Daniel 2:28). Que le encomendemos tanto los sueños de la noche como los de nuestro corazón.
Este mes es el momento de escuchar atentamente las estrategias del Rey de reyes, y de ponerlas en práctica en tu vida cotidiana. Mantén un cuaderno de notas o una aplicación grabadora siempre lista para que puedas registrar tus sueños y visiones. Es hora de ahuyentar y destruir todo lo que te ha estado ensuciando, el Templo de Dios, y volver a dedicarte al Eterno. Él te renovará, y serás consagrado como sacerdote del Altísimo, por la sangre de Yeshúa. Pon tu fe en acción, y observa cómo las estrategias del Señor de los Señores abruman, cansan y destruyen sistema reptiliano que aún gobierna en tu vida. Procura reunirte todo lo que puedas con tus hermanos en el Mesías para sentirte apoyado en tus sueños y a la vez apoyar a los otros. Sé como los lobos del Reino que trabajan juntos para devorar al enemigo y repartir el botín. Experimenta la bendición espiritual y financiera al recibir nuevos avances en las relaciones y las finanzas, y observa cómo las luchas del pasado desaparecen al poner tu esperanza y confianza en el Mesías. Sin la estrategia correcta, la guerra está perdida antes de que haya comenzado, pero cuando su estrategia proviene de Aquel que conoce todas las cosas, tú estás destinado a tener siempre éxito.
Mantén tus ojos enfocados en el arco iris que se arquea en el cielo, la promesa de Dios, y avanza con audacia y valentía (con Yeshúa como tu escudo y protector), sin miedo y sin temor, frente a tu enemigo.
Aléjate de tu propio entendimiento y deja que la sabiduría del Todopoderoso guíe tus pasos. Recuerda este proverbio:
«Mejor es lo poco con justicia que la muchedumbre de frutos sin derecho. El corazón del hombre piensa su camino; más Yahvéh endereza sus pasos.« (Proverbios 16:8-9).
Amigo, amiga, el secreto es avanzar paso a paso, sumergido en la Unción, y consumido en la llama siempre ardiente del Espíritu Santo sobre ti.
Momentos antes de partir de este mundo, Moisés describió qué señal característica marcaría la redención final; le dijo a los Benei Israel que el Eterno circuncidaría sus corazones. Así fue como lo expresó:
«El Eterno, tu Elokim, circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para amar al Eterno tu Elokim con todo tu corazón y con toda tu alma, para que puedas vivir»
(Deuteronomio 30: 6)
El análisis de esta metáfora profética conocida como la circuncisión del corazón nos permitirá cumplir por completo el mandamiento de amar a Dios (Deuteronomio 6:5). Pues nos dará vida plena, incluso palparemos lo que significa tener vida eterna.
En las Sagradas Escrituras, la expresión «corazón circuncidado» hace referencia a tener un corazón arrepentido, suplicante y sujeto incondicionalmente a la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta. Por ejemplo, en el libro de Devarim (Deuteronomio), Moisés ordenó a la gente:
«Circunciden su corazón y no endurezcan más su cuello«. (Deuteronomio 10:16)
El profeta Jeremías le dice a Israel que se arrepienta de las malas acciones, diciendo:
«Circuncidémonos con el Señor y quiten los prepucios de su corazón« (Jeremías 4: 4)
El apóstol Pablo contrasta a un prosélito circuncidado que no guarda los mandamientos contra un gentil incircunciso que sí guarda los mandamientos. Él dice que este último demuestra una circuncisión «que es del corazón, por el Espíritu» (Romanos 2:29).
La escatología judía enseña que cuando venga el Mesías, el Eterno circuncidará nuestros corazones al eliminar el yetser haRá (la inclinación al mal). El Mesías es el «circuncisor de corazones».
Najmánides explica lo siguiente:
Desde la creación, el hombre ha tenido la libre elección de hacer justicia o maldad según su voluntad … En la Era Mesiánica, la inclinación natural del hombre será elegir el bien, y el corazón no codiciará lo que no es apropiado. No tendrá ningún deseo por lo prohibido en absoluto. Y esto es lo que se entiende por «circuncisión» de la que se habla aquí, porque la lujuria (y los deseos materiales) son como el prepucio del corazón. La circuncisión del corazón es que el corazón no codiciará [después de lo prohibido] y no deseará [lo prohibido]. En ese momento, los seres humanos volverán al estado espiritual que poseían antes del pecado de Adán, cuando él haría por naturaleza lo que es apropiado hacer … Esto es lo que significa la escritura en Jeremías 31:33 «… pondré Mi Torah dentro de ellos y en su corazón lo escribiré. Esto se refiere a la abolición de la inclinación al mal y los corazones haciendo por naturaleza lo que es apropiado hacer … de manera similar, Ezequiel dice: «Te daré un nuevo corazón y pondré un nuevo Espíritu dentro de ti» (Ezequiel 36: 26-27). El «nuevo corazón» se refiere a su nueva naturaleza.«
(Najmánides en Deuteronomio 30:6)
La profecía de Ezequiel se hace eco de las profecías en Deuteronomio 30: 1-6. Ezequiel describe cómo Dios reunirá a Israel de las naciones, los purificará, circuncidará sus corazones y les permitirá guardar la Torah:
«Porque te sacaré de las naciones, te reuniré de todas las tierras y te traeré a tu propia tierra … Te daré un nuevo corazón y pondré un nuevo espíritu dentro de ti; y quitaré el corazón de piedra de tu carne y te daré un corazón de carne. Pondré Mi Espíritu dentro de ti y te haré andar en Mis estatutos, y tendrás cuidado de observar Mis ordenanzas. Vivirás en la tierra que le di a tus antepasados.« (Ezequiel 36: 24-28)
El resultado de esta circuncisión de corazón es la obediencia al Eterno. Moisés dice que cuando Dios finalmente circuncida el corazón de su pueblo, ellos “obedecerán nuevamente al SEÑOR y observarán todos sus mandamientos” (Deuteronomio 30:6). En otras palabras, el Eeterno nos permitirá mantener Su Torah. Él nos va a liberar del pecado y nos hará caminar en justicia. Guardar la Torá es una de las promesas de la Era Mesiánica.
Pablo explica que quienes nos hemos convertido en participantes del Mesías ya hemos comenzado a entrar en el nuevo pacto y la circuncisión del corazón. Él lo llama la «circuncisión del Mesías» cuando dice:
«En Él también fuiste circuncidado con una circuncisión hecha sin manos, en la extracción del cuerpo de la carne por la circuncisión del Mesías» (Colosenses 2:11).
Hoy al despertar recordé una fábula de Esopo que leí en mi niñez, y que me condujo a reflexionar en la parashá de esta semana. :
“Una tarde de otoño, una zorra hambrienta y sedienta vio un delicioso racimo de uvas maduras. Pensó que éstas calmarían su sed. Lo que la zorra no sabía es que los racimos de uvas estaban mucho más altos de lo que ella imaginaba. Entonces, buscó un medio para alcanzarlos. Comenzó a saltar, y saltar pero no conseguía ni tocarlos.
Había muchas uvas, pero la zorra no podía alcanzarlas. Tomó carrera y saltó otra vez, pero el salto quedó corto. Aun así, la zorra no se dio por vencida. Tomó carrera otra vez y volvió a saltar y nada. Las uvas parecían estar cada vez más altas y lejanas.
Cansada por el esfuerzo y sintiéndose incapaz de alcanzar las uvas, la zorra se convenció de que era inútil repetir el intento. Las uvas estaban demasiado altas y la zorra sintió una profunda frustración. Agotada y resignada, la zorra decidió renunciar a las uvas.
Cuando la zorra se disponía a regresar al bosque se dio cuenta de que un pájaro que volaba por allí, había observado toda la escena y se sintió avergonzada. Creyendo que había hecho un papel ridículo para conseguir alcanzar las uvas, la zorra se dirigió al pájaro y le dijo:
– Yo habría conseguido alcanzar las uvas si hubieran estado maduras, pero me equivoqué al principio pensando que estaban maduras pero cuando me di cuenta de que estaban aún verdes, preferí desistir de alcanzarlas. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío.
Y así fue, la zorra siguió su camino, intentando convencerse de que no fue por su falta de esfuerzo por lo que ella no había comido aquellas riquísimas uvas, sino porque desde su engañosa cosmovisión aquellas estaban verdes.”
Con esta fábula en mi mente, mi alma se transportó a lo que el Eterno le dijo a Su Pueblo a través de Moisés y que cierra la parashá Shlaj Lejá: “… Y no se dejarán mal influenciar por el corazón y lo que ven los ojos a través de los cuales se pervierten.” (Números/Bamidvar 15:39)
El Eterno nos advierten que no nos dejemos mal influenciar por el corazón y lo que ven nuestros ojos para pervertirnos detrás de ellos e ir en el camino erróneo. Fue Rashí que al explicar este texto dice que el corazón y los ojos son las interfaces con el medio exterior, el ojo ve, el corazón desea, la mente elabora una interpretación de la visión y el cuerpo efectúa las tentaciones. De este modo, Rashí parece invertir el orden, ya que la Torah puso primero al corazón y luego a la visión. Entonces los invito a preguntarse: ¿quién es quién? ¿por quién está gobernada la naturaleza del hombre por los ojos o por el corazón?
Aquellos que escuchan mis enseñanzas me han oído con insistencia decir que de acuerdo a la revelación divina los seres humanos somos primordialmente seres lingüísticos. Esto significa que el lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de almas que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia. Por esto es que el lenguaje es generativo. Es decir que el lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas, sino que también hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, es generativo; el lenguaje crea realidades.
Pero a esto debemos también aceptar, tal como lo dice Esopo en su fábula y Rashi en su explicación, que el lenguaje muchas veces queda condicionado a nuestra sensorialidad, y especialmente nuestra visión. Así nos damos cuenta de que en nuestra cotidianeidad aquello que vemos determina ese hablar privado de nuestro corazón, de donde saldrán nuestras decisiones y ellas se manifestará en nuestras acciones. En consecuencia, en el hombre caído la visión espiritual del hombre decide cómo será su futuro.
En la parashá de este semana, vemos que los doce meraglim (“espías” o “exploradores”) habían retornado de inspeccionar la tierra de Israel. Y todos, excepto Kaleb y Yeoshua, dieron un reporte negativo, desmoralizando al pueblo y sumiéndolo en la desesperanza.
Sabemos que los doce eran los líderes del pueblo; príncipes de cada una de las tribus, hombres sabios, justos y respetados. Entonces: ¿Por qué dieron un informe negativo?
Los doce espías vieron la misma tierra, las mismas ciudades y los mismos habitantes, pero hubo dos formas de reacción muy diferentes ante lo que vieron. De aquí aprendemos que lo importante no es lo que tenemos por delante de nuestros ojos sino cómo reaccionamos ante ello, desde la cosmovisión que elaboramos en nuestro corazón.
Evidentemente los diez meraglim actuaron motivados por el miedo paralizante que conduce a no querer esforzarse por la victoria. Ese miedo que actúa nublando nuestros sentidos y nuestra mente, anulando toda motivación. Un temor que no solo paraliza, sino que también perturba la visión generando una palabra negativa que justificará la falta de esfuerzo. Cuando nos formamos un preconcepto de cómo debería ser una situación, y elaboramos prejuicios que son producto del miedo y la ignorancia, nuestros ojos se enceguecen y vemos solo lo que nuestra mente quiere ver. Nuestros peores terrores se hacen realidad: “Allí vimos a los gigantes… aparecimos ante nuestros ojos como langostas, y así éramos ante los ojos de ellos.» (Números/Bemidbar 13:33)
Aunque los diez espías vieron la tierra hermosa, sus almas fueron invadidas de pensamientos de problemas e imposibilidades que no les permitieron creer que era posible vencer sobre esos pueblos tan grandes y conquistar esas ciudades tan fortificadas. Lo triste de esto es que la razón los encerró en no creer y afirmarse en el Eterno y sus promesas.
Pero los otros dos espías tenían otro espíritu y vieron las mismas cosas de otra manera. Habían aprendido a vivenciar en sus corazones las vivencias de lo que pasó en Egipto y en el desierto. Yehoshúa y Kaleb sabían que tenían un Elokim poderoso y creyeron en sus promesas. Vieron la realidad visible y lograron sujetarlas la visión de la realidad invisible. Era verdad que los hijos de Anac eran gigantes. También era cierto que las ciudades tenían murallas muy altas. Pero la verdad absoluta era que YHVH, el Todopoderoso, es mucho más grande que cualquier realidad de la fisicalidad, y Él estaba con ellos. Los diez espías vieron las cosas desde abajo pero los dos espías las vieron desde arriba.
Así aprendemos que existen dos voces. Por un lado, la voz de lo imposible, que sólo habla de las cosas desde el punto de vista natural. Por el otro lado, se encuentra la voz de lo posible, que siempre habla de las cosas desde el punto de vista del poder y las promesas del Eterno. Según escuchamos vamos a creer. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural, nuestras acciones estarán condicionadas por lo natural y sus leyes entrópicas, desde donde recibiremos sólo resultados naturales. Pero si nos atrevemos a ejercer visión celestial a través del escuchar lo que enseñan las promesas divinas lograremos a actuar de manera natural, pero recibiendo la asistencia celestial de tal modo que nuestras acciones naturales se transformarán en sobrenaturales y lograrán así la manifestación de los milagros y prodigios propios de los hijos de Israel.
En esta parashá la Torah del Eterno nos quiere enseñar que el corazón humano es más importante que la visión por dos motivos:
La interpretación que le damos a lo que vemos o escuchamos viene del corazón.
Existe un refrán popular que dice: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Si el dicho es correcto, también el axioma contrario lo es: “No hay mejor observador que el que realmente quiere ver”. Si mi corazón quiere ver, entonces seguramente veré. Fue el corazón que le dio la orden al ojo. Según nuestra manera de ver las cosas así nos será hecho.
En esta semana el Eterno nos llama a conocer nuestra propia naturaleza y estar conscientes de quién maneja a quién, que detrás de toda mirada inocente hay un maquinista que está moviendo esta interface. Los espías que hablaron mal de la tierra de Israel utilizaron este mecanismo, los ojos sólo confirmaron lo que ya tenían en el corazón, los ojos sólo vieron lo que el corazón quería que vieran.
Debemos tener más cuidado de lo que queremos ver que de lo que realmente vemos.
Para buscar la conclusión a todo lo que venimos aquí considerando, hallo conveniente hacer mía la oración el apóstol Pablo por los santos de Éfeso:
“Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder” (Efesios 1:18-19)
Entonces, si eres discípulo del RYBY (Rabeinu Yeshua Bar Yosef) y crees que Él es el Mesías, debes comprometerte a mirar las cosas con los ojos del espíritu, es decir desde arriba, desde la cima del Monte Santo (tu interioridad ascendida). Si has reflexionado esta lección, te solicito que te propongas a observar la realidad de las cosas físicas pero sin quedarte tildado en ellas, sino escuchando y mirando lo que dice nuestro Padre Celestial, ya que el Cielo es el que tiene la autoridad sobre la Tierra y el poder para cambiar todo lo terrenal por medio de tu declaración. Decídete por ser un colaborador con el Creador, y verás como las promesas del Eterno son capaces de transformar toda situación de la fisicalidad según los recursos benditos que ya contamos en el Cielo, gracias a los méritos de nuestro Dueño y Maestro Yeshúa.
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Bueno será que puedas ingresar a esta Webinar (Aula Virtual) y ampliar lo que en esta bitácora hemos considerado:
Por medio de este Blog, y en diferentes bitácoras, he enseñado que la gematría (valor numérico profético) del Tetragramatón o Nombre más alto del Eterno (YHVH) corresponde a 26.
Bien, si esto ya lo hemos aprendido quiero invitarlo a que, con nuestra imaginación, consideremos ahora la imagen especular de 26. Seguramente tu mente te ha conducido al número 62; ¡felicitaciones estás en lo cierto!
Entonces, repasemos juntos los siguientes datos. Hemos visto que son exactamente 26 (veintiséis) las generaciones que van desde Adam HaRishom (primer Adán) hasta Moisés; esto porque Abraham fue la 20ª (vigésima) generación desde Adán, y Moisés fue la 6ª (sexta) desde Abraham.
Ahora te invito que contemos las generaciones, pero esta vez volveremos a partir desde Adam HaRishón pero que lleguemos hasta nuestro Maestro y Dueño Yeshúa HaMashiaj. Al hacerlo descubrimos que hubo exactamente 62 (sesenta y dos) generaciones desde el primer Adam hasta Yeshúa (el denominado por el apóstol Pablo: segundo Adán), porque ya hemos estudiado en la genealogía que nos presenta Matisyahu (Mateo) que Yeshúa fue la 42ª (cuadragésima segunda) generación desde nuestro padre Abraham (ver Evangelio de Mateo cap. 1, vers. 17).
Ahora me gustaría aportar aquí una información que te sorprenderá: ¡hubo 26 (veintiséis) Jubileos desde Moisés hasta el Mashíaj en su primera venida.
Si colocamos el número veintiséis (26) en hebreo nos encontramos con estas letras: עשרים ושיששה. Si a esto le calculamos su guematría obtenemos 1231 (mil doscientos treinta y uno), exactamente la guematría de los Aseret HaDibrot (más conocidos como los «diez mandamientos»). Este valor hace alusión profética al primer Shavuot cuando el Eterno entrega Su bendita Torah en el Monte Sinaí a toda la Kehilá de Israel a fin de establecer una Alianza matrimonial con ella.
Pero tu sorpresa no quedará estancada solamente aquí, ya que el valor 1231 es también la gematría del siguiente verso, que hace alusión directa a la venida del Mashíaj:
Más yo estoy lleno de poder del Espíritu de Yahvéh, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.»
Miqueas 3: 8
Ahora, considerando lo que la parashá (porción) BeHar («En el Monte») nos está implantando en nuestra ascención de conciencia, quiero que leas conmigo el siguiente verso:
«Habla a los hijos de Israel, y diles: «Cuando entréis a la tierra que yo os daré, la tierra guardará reposo para el Señor.
Levítico 25: 2
Necesitamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuándo se comenzó a contar los años sabáticos o años de Jubileo?
Considerando el texto en su nivel PeShat (simple y claro), el conteo debía comenzar tan pronto como los Benei Israel («Hijos de Israel») entraran a la tierra, visto y considerado de esta forma notamos que no existe ningún requisito para que posean la tierra. Entonces: ¿cuándo entraron a la tierra? Según lo relatado por el quinto libro de las Sagradas Escrituras (Josué), los hijos de Israel entraron a la tierra el 10 (diez) de Nisán subiendo por el río Jordán (Josué 4:19-20). En este relato leemos:
«El pueblo subió del Jordán el día diez del mes primero y acamparon en Gilgal al lado oriental de Jericó.
Josué 4: 19
Ahora, y para lograr encontrar la respuesta a lo planteado más arriba, necesitamos recurrir a la ciencia de los Sabios judíos. Es comúnmente establecido por los rabinos que los Benei Israel recibieron la Torah en el año del Señor 2448 desde Adán, de lo cual se deduce que la entrada a la tierra de Israel tuvo lugar 40 (cuarenta) años después, es decir en el año 2488.
Considerando la parashá BeHar, entendemos que la palabra clave para Yobel (Jubileo) es libertad que en hebreo se escribe así: דְּרוֹר. Leamos lo que está escrito:
«Así consagraréis el quincuagésimo año y proclamaréis libertad en devolución de la tierra para todos sus habitantes. Será de jubileo para vosotros, ycada uno de vosotros volverá a su posesión, y cada uno de vosotros volverá a su familia.
Levítico 25: 10
Entonces, y continuando con el nivel PeShat (simple) del texto, vemos que Yovel (Jubileo) significa la liberación de la esclavitud y el regreso de la tierra ancestral a sus originales dueños. Esto se cumplió en el momento en que los Hijos de Israel entraron a la tierra el 10 de Nisán del año judío 2488. Utilizando esta perspectiva, los Sabios llegaron a la conclusión que el año 2488 desde Adam HaRishón debe entenderse como un Jubileo (aunque no fue precedido por 49 años de conteo).
Esto ocurrió en un momento posterior a la muerte de Moisés, quien recordemos era la 26ª (vigésima sexta) generación desde Adam HaRishón. Aquí es donde encontramos una primera revelación: 26 es la guematría de YHVH, que denota apropiadamente la misericordia y salvación de Elohim para sus escogidos.
Quisiera aquí dirigirme contigo al libro del profeta Ezequiel y leer este oráculo:
En el año veinticinco de nuestro destierro, al principio del año, a los diez días del mes, catorce años después de haber sido tomada la ciudad, en aquel mismo día vino sobre mí la mano del Señor, y me llevó allá.»
Ezequiel 40: 1
Investigando, me econtré que el Sabio Rashi, asegura que éste fue un Yovel (año de Jubileo), y así lo expresó:
¿Qué “año” es aquel cuyo Rosh Hashaná cae el día diez del mes? La respuesta es que este es el año del Jubileo. El Templo había sido destruido en [3338] el año trigésimo sexto del [ciclo] Jubileo [de 50 años] que había comenzado en el año decimoctavo de Josías [3303]. Catorce años después [3352], el [inicio del siguiente] Jubileo habría caído, y este era el año veinticinco del exilio de Jeconías, que había sido exiliado en [3327], el año veintiséis del Jubileo. [ciclo] [que consta de] catorce años de Josías, del año dieciocho al trigésimo primero [3302-3316], y once años de Joacim [3316-3327]. ¿Qué “año” es aquel cuyo Rosh Hashaná cae en el décimo del mes? La respuesta es que este es el año del Jubileo.
El año del exilio comenzó en el 597 a.C., cuando los ejércitos de Nabucodonosor se apoderaron de Jerusalén, con la intención de tomar cautivos judíos de clase alta y asimilarlos a la sociedad babilónica. El 15 y 16 de marzo de 597 a. C., Jeconías, toda su casa y tres mil judíos fueron exiliados a Babilonia, y veinticinco años después sería el año 572 a.E.C., que fue un Jubileo según el oráculo leído (Ez. 40: 1).
Aquí es donde notamos que el hecho de que el profeta Ezequiel haya contado el Yovel (Jubileo) incluso durante el exilio sugiere que una vez iniciado, el conteo de los años sabáticos y del Jubileo ya no depende de que la tierra sea poseída por los Hijos de Israel.
Siguiendo la forma de contar los años de los Sabios, diré que el año 572 a. E.C. serían 3.188 años desde Adam HaRishón, o 700 (setecientos) años desde la entrada a la tierra de Israel, se deduce que habían transcurrido exactamente catorce Jubileos entre la entrada a la tierra y la visión que el profeta Ezequiel está teniendo sobre el Tercer Templo. Esto también confirma nuestra afirmación de que el conteo comenzó a partir del mismo año en que los Hijos de Israel entraron a Eretz Israel (Tierra de Israel) con Yehoshúa (Josué)
Bien, con toda esa consideración, vengamos ahora a lo nuestro: la misión jubilar del Mesías.
Se establece comúnmente que Yeshúa comenzó su ministerio alrededor de los años 27 al 30 de nuestra E.C. (Era Común). Ahora bien, el año 28 E.C. sería cuando se están cumpliendo exactamente 600 años o 12 Jubileos desde la visión de Ezequiel del Tercer Templo, o también, considerando otra perspectiva, 26 (veintiseis) Jubileos desde la entrada a la tierra, es lógico que si el año inicial del ministerio de Yeshúa iba a ser divinamente ordenado, tenía que ser el 28 de nuestra Era Común.
Esto también estaría significando que el año 70 E.C. es un shemitá (año sabático) en el que el Segundo Templo fue destruido. Esto concuerda con la afirmación del Seder Olam Rabbah (obra rabínica sobre cronología bíblica) que sostiene que el Segundo Templo fue destruido en un shemitá (año sabático).
Aquí te diré que esto de que el año 28 E.C. fue un Yovel (Jubileo) se deriva de una manera lógica del relato que hace el evangelista Lucas (ver Lucas 4:16-19) cuando Yeshúa nuestro maestro es invitado a leer el rollo del profeta Isaías y le tocó la cita explícita de Isaíascapítulo 61, especialmente en el verso 1 como la lectura de los profetas en Yom Kipur:
«El Espíritu del Señor YHVH está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y Liberación a los prisioneros.
Isaías 61: 1
A continuación te invito a marcar las palabras clave en el versículo anterior. Las mismas son: libertad, דְּרוֹר (deror)que en la mentalidad hebrea significa Yovel (Jubileo).
Allí mismo (el evangelio según Lucas) leemos que cuando Yeshúa comenzó su ministerio público, tenía alrededor de 30 años de edad (Lucas 3:23) y lo más interesante de este dato es que comenzó desde donde Moisés terminó su ministerio: el río Jordán.
Según la tradición rabínica, el ascenso final de Moisés al Monte Sinaí fue en Rosh Jodesh Elul (primer día del sexto mes). De allí descendió 40 (cuarenta) días después, exactamente en Yom Kipur (décimo día del séptimo mes), cuando el pecado del los Benei Yisrael (Hijos de Israel) fue perdonado.
Con todo esto en nuestros corazones, estoy seguro, mi amigo lector, que tu lógica logrará darse cuenta que esta es la razón principal por la que Yeshúa tuvo que ayunar durante 40 días en el desierto; e inmediatamente después proclamar el año de libertad (Jubileo) en Yom Kipur, que también es denominado Shabat (Levítico 23:32).
Es posible suponer que Yeshúa comenzó su ministerio en Tish’a B’Av. Sabemos que la palabra Av en hebreo se escribe así: אָב; y también hemos aprendido que esta palabra puede permutarse para escribir בֹּא (bo) que significa “venir”, que aduce en la mentalidad escatológica hebrea a la venida de Mashíaj בִּיאַת הַמָּשִׁיחַ. Es curioso que en la tradición rabínica, a Tish’a B’Av se lo considere el «cumpleaños del Mashíaj» (simbolizando con el tiempo de su epifanía o manifestación) que de acuerdo a los relatos evangélicos se habría cumplido si el Mashíaj hubiera sido revelado en Tish’a B’Av y luego llevado al desierto por el Espíritu Santo para entrar en un ayuno de 40 días. Así, se puede suponer que este Tish’a B’Av estaba en un séptimo año sabático, es decir, el año anterior al Jubileo, y Yeshúa habría esperado 21 días (tres semanas) después de Tish’a B’Av para reflejar los 21 días de luto que hay entre el 17 de Tamuz y Tish’a B’Av antes de comenzar su ayuno en Rosh Jodesh Elul (la luna nueva del sexto mes, Virgo). Entonces, habría terminado su ayuno de 40 días en Yom Kippur (décimo día del séptimo mes) en el nuevo año, que era el 26º (vigésimo sexto) de Moisés, de ahí la proclamación que encontramos que realiza en Nazaret (Lucas 4:16) citando Isaías 61:2:
«… para proclamar el año agradable del SEÑOR, …
Isaías 61: 2a
Ya hemos estudiado que este versículo fue citado por Yeshúa a mitad de camino; y entonces es lógico que el resto del versículo no citado deba estar destinado a otro momento, es decir, a la Segunda Venida (Parusía):
«… y el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran,…
Isaías 62: 2b
Allí, donde Yeshúa dejó de leer a Isaías, nos ayuda a mostrarnos la naturaleza de la profecía y su relación con el tiempo. El pasaje de Isaías continúa describiendo lo que Yeshúa haría en Su Segunda Venida (señalado en la expresión: «y el día de venganza de nuestro Dios«). ¡Esta es una coma de dos mil años entre las dos frases!
Ahora bien, debo decirte que la primera frase clave que se aplica la primera venida es “año agradable del SEÑOR” (en hebreo: שְׁנַת-רָצוֹן לַיהוָה), y la guematría de esta frase es 1152, que resulta del producto: 4 x 288. Aquí el valor guemátrico 288 alude a las denominadas RaPaJ Nitzotzin (traducida como las «288 chispas santas» o «288 destellos de luz«), valor que en el nivel Sod de la Torah se denomina «las ovejas perdidas«, que sabemos era la principal preocupación del Mesías en su primera venida (Mateo 15:24).
La frase clave para la segunda venida es «y el día de la venganza de nuestro Dios«. La guematría de esta expresión es 384, que es también la gematría del concepto «Mashíaj de YHVH» ( en hebreo: מָּשִׁיחַ יְ הוָה), es decir, el Mashíaj sólo será revelado en su segunda venida.
Sorprendentemente, la primera venida («misericordias de YHVH«) tiene dentro de sí el potencial para la segunda venida: el «juicio de Elohim«, cuyo valor es 1536.
Primera Venida __ frase clave: año agradable del SEÑOR = 1152
Segunda Venida __ frase clave: «y el día de la venganza de nuestro Dios» = 384
[Si observamos bien, el valor 384 (de la segunda venida) multiplicado cuatro veces (384 x 4) da como resultado: 1152 (el valor de la primera venida); pero si a este valor le sumamos 384 (1152 + 384), obtenemos como resultado 1536 (valor numérico relacionado con la frase: «de cierto, de cierto os digo… «)]
Si hasta ahora lo que venimos considerando está ensanchando tu alma en el asombro, pues déjame agregar algunos misterios más:
Te sorprenderás saber que la frase clave para la 1ª Venida es la misma gematría del nombre Israel y la Torah:
Torah תּוֹרָה 611
Israel יִשְׂרָאֵל 541
Total 1152 = «año agradable de Yahvéh«
Por el otro lado, la frase clave para la 2ª Venida es la misma gematría de Mashíaj y YHVH:
Mashiaj מָּשִׁיחַ 358
YHVH יְהוָה 26
Total = 384 = «y el día de la venganza de nuestro Dios.»
Esto viene a enseñarnos que la primera venida del Mashíaj fue para enseñar la correcta observancia de la Torah a Israel, y la segunda venida del Mashíaj es para revelarlo como el Hijo del Eterno que en Su Nombre viene a reinar sobre las naciones desde Sión.
Entonces, que el año 28 de la E.C. sea un Yovel (Jubileo) puede respaldarse aún más con un versículo críptico que se encuentra en el Evangelio de Juan, cuando Yeshúa dice a sus discípulos mientras se encontraban en Samaria:
«¿No decís vosotros: Todavía faltan cuatro meses para que llegue la cosecha? he aquí, os digo: alzad vuestros ojos y contemplad los campos; porque ya están blancos para la siega.» (Juan 4:35)
Unos versículos más adelante (Juan 4:45) el hagiógrafo nos guía para que deduzcamos que este evento tuvo lugar poco después de Pesaj, como se menciona en el capítulo 2:
«Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía.
(Juan 2:23)
«Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.
(Juan 4: 45)
El exégeta y biblista Ernest Martin propuso que de acuerdo al contexto histórico-literario esto demuestra que fue un shemitá o año sabático. Martin enseña que el lapso entre Pesaj y Shavuot es el tiempo de la cosecha de la cebada al trigo; por eso la frase de nuestro Dueño: “Porque ya están blancos para la cosecha”, significa que ya era en Shavuot, es decir que se encontraban en Siván, el tercer mes del calendario hebreo; cuatro meses desde Siván sería Tishrei, el séptimo mes) que sería el comienzo de un nuevo año en el que la gente podrá volver a cosechar legalmente.
Podemos desarrollar aún más esta idea para comprender que este fue más que un año sabático, sino un Jubileo, y significativamente el Jubileo 26º desde la entrada a la tierra de los Hijos de Israel. El número 26 es la gematría de YHVH por lo tanto un año muy propicio manifestar su Plan de Salvación.
Si se trataba de un Jubileo, ¿de dónde procedían las cosechas y por qué se permitía cosechar?
En realidad, la prohibición es sembrar y plantar, y todos los cultivos en el campo se consideran sin dueño, y se permite cosechar cultivos sin dueño:
«Y el fruto del reposo de la tierra os servirá de alimento: a ti, a tus siervos, a tus siervas, a tu jornalero y al extranjero, a los que residen contigo.
Levítico 25: 6
Rashi, al explicar este pasuk (versículo) asevera que esto significa que todos los israelitas son considerados iguales (con respecto al uso de los productos del año Shemitá): usted, (sus esclavos) y su trabajador contratado y residente.
Esto es exactamente lo que significa lo dicho por el Señor Yeshúa:
«Porque en este caso el dicho es verdadero: «Uno es el que siembra y otro el que siega».
Juan 4:37
Este dicho, «uno siembra y otro cosecha«, era muy común en lo que se refería a las mitzvat (mandamientos) de shemitá y yovel, porque tanto durante el año sabático como durante el jubileo, todas las cosechas se consideran sin dueño y quien sea que tuviera necesidad podía cosecharlas.
Con todo esto en nuestro corazón e intentando buscar una conclusión a un tema que siempre se abre al infinito, podemos decir que si la primera venida de Mashiaj fue manifestada en un Jubileo, vale la hipótesis razonable de que su segunda venida también sería un Jubileo. Considerando que si los Hijos de Israel tuvieron que caminar 40 años en el desierto debido a su incredulidad, se puede suponer razonablemente que el rechazo de Mashiaj en su primera venida sometería a los Hijos de Israel en el exilio durante 40 Jubileos.
Por eso, si el año Yovel tiene un fuerte significado mesiánico en toda la literatura judía. Hemos visto cómo el profeta Isaías en su capítulo 61 establece la conexión entre los elementos del mandamiento del año de Yovel y su cumplimiento final por parte del Mesías. El perdón de las deudas y la devolución de los esclavos también se denomina “liberación del jubileo”.
Así como el año de Yovel trajo la libertad a los cautivos, el perdón de las deudas y la restauración de las cosas a su orden original, el reino mesiánico traerá la libertad, el perdón y la restauración del nombre de YHVH, Israel y la transformación de la antigua a la nueva creación ( es decir, curación física y espiritual)
Y habló el Eterno a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, el primer día del mes, será para vosotros descanso solemne, conmemoración al son de shofar, convocación santa; ningún trabajo servil haréis, y presentaréis ofrenda de fuego al Eterno.
Vayikrá | Levítico 23: 23-25
Nos encontramos aquí con un mitzvá (precepto) festivo muy extraño. Ocurre que siempre el primer día del séptimo mes ha resultado ser la fiesta más misteriosa de todas. La Torah no da ninguna razón por la que hay que celebrarla, como lo hace con las otras. Por otro lado, es curioso que esta sea la fiesta que la tradición rabínica más nombres le ha colocado, y sin embargo, al mismo tiempo es la menos explicada a los miembros de la Casa de Judá en cuanto a su significado escatológico mesiánico. [Sólo dos textos en toda la Torah hablan de esta celebración; este que estamos considerando y Bamidbar | Números 29:1-6].
Entonces hagámonos la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que el Eterno nos mande a Su Pueblo a celebrar algo que no sabemos bien por qué? ¿Será que en ese día piensa hacer algo muy grande y asombroso en el futuro y por eso nos quiere unidos en una santa convocación para que estemos alertas y así podamos percibir lo que va a suceder?
En nuestro caso, los servidores del Monte Santo, sabemos (y hemos aprendido a disfrutarla), que el Yom Teruá ocurre en el calendario yahvista como el tiempo señalado después de la festividad de Shavu’ot (Pentecostés).
En la Historia de la Salvación, desde que fue el otorgamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, los discípulos de Yeshúa hemos estado esperando Su regreso. Sin embargo, los años han pasado y en ese transcurrir se han transformado en siglos, y sus discípulos todavía esperamos el sonido de Su trompeta que anunciará Su Regreso.
Justamente, el toque anual del shofar presagia ese día cuando los cielos serán rasgados por el sonido de la trompeta del Mesías, y el conmemorar esta festividad permite que los discípulos de Yeshúa fortalezcamos nuestra emunah (certeza | convicción) para mantener en alto nuestra tikvá (esperanza) en las promesas proféticas que anuncian Su Segunda Venida.
Recordemos que es la única moed (festividad) anual que en los días de nuestro Maestro y Dueño Yeshúa, no se sabía ni el día ni la hora cuando se celebraría, ya en los días del segundo Templo, Israel (Casa de Judá) no se regía por un calendario fijo, como nosotros lo hacemos en nuestro tiempo, sino que el calendario dependía de las fases lunares. Por lo tanto había que esperar hasta que se proclamara que ya se podía celebrar esta fiesta al ver la luna nueva sobre Jerusalén, y por esto no se sabía bien ni el día ni la hora cuando se tenía que tocar el shofar (cuerno).
Además, es asombroso conocer que la escatología judía enseña que las fiestas de otoño aluden al tiempo mesiánico que está por venir. Según los rabinos expertos en el Olam HaVá (Mundo Venidero), primero viene el juicio en Rosh HaShanah (Yom Teruá) cuando se convoca el tribunal celestial, luego llega la jornada de las confesiones de iniquidad en el Yom Kippur, momento en que el tribunal emite su veredicto, y después de eso, el regocijo de Sukkot y Shemini Atzeret.
En estas enseñanzas, los Sabios aseguran que el tiempo por venir comienza con un gran día de juicio, correspondiente a lo que el rabinato denomina Rosh HaShanah, y que el Sefer Vayikrá (libro de Levítico) denomina Yom Teruáh. Después de eso, está escrito en el libro del profeta Ezequiel:
“Os rociaré con agua limpia, y seréis limpios; os limpiaré de todas vuestras inmundicias” (Ezequiel 36:25).
Y el SEÑOR dice por oráculo del profeta Jeremías:
“Perdonaré a los que deje como remanente” (Jeremías 50:20).
Estos dos pasajes proféticos corresponden al Yom Kippur y la descripción de lo que el Eterno hará en el final de los tiempos del sistema de cosas presente.
Bien, considerando lo hasta ahora dicho y continuando con las festividades del capítulo 23 del libro de Vayikrá, sabemos que después de eso viene Sucot, conmemoración en la que moramos en enramadas o tabernáculos durante siete días. Al respecto, el profeta Isaías dice: “Habrá una sucá para dar sombra contra el calor del día, y refugio y protección contra la tormenta y la lluvia” (Isaías 4:6). ¡Es por eso que se llama la temporada de regocijo!
Finalmente, aparece ese día octavo tan especial de esta fiesta llamado Shemini Atzeret por medio del que se concluye las fiestas de otoño. Dicha jornada simboliza al último día del milenio mesiánico en que se acabará el tiempo de las naciones e Israel se regocijará bajo el dominio del Mishkán celestial, conocido en el libro de Revelación (Apocalipsis) como la Nueva Jerusalén.
Entonces debemos entender y aceptar que el sonido del shofar del Mesías anunciará Su llegada, la inauguración de Su reino y Su coronación. Serán tiempos en los que el mundo se arrepentirá y renunciará a su maldad. Por aquellos tiempos el Mesías traerá una nueva revelación del Eterno al mundo, trascendiendo la revelación en el Sinaí, y la Torah saldrá de Sion como una vez lo hizo del Sinaí, pero en esta ocasión será para todas las naciones de la Tierra y sus habitantes.
El toque de trompeta que anuncia Su llegada será una advertencia para los impíos. El Mesías reconstruirá el Beit HaMikdash (Templo santo) en Jerusalén. El toque de shofar recuerda que el Mesías es el hijo que fue atado como Isaac, y en su mérito Yah perdonará a Israel sus pecados. Él llenará el mundo del temor del Eterno, y todas las naciones estarán en juicio delante de Él.
El Mesías, por medio del sonido del shofar, reunirá a los exiliados de Israel, porque “enviará a sus ángeles con gran trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:31). Entonces ocurrirá la primera resurrección: “se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles” (1 Corintios 15:52).
Según lo escrito en el Talmud, el toque del shofar en Rosh HaShanah confunde a Satanás. El sonido del shofar en Rosh HaShanah lo asusta porque le recuerda que le queda poco tiempo. Teme el toque del shofar del Mesías que señalará la redención final. Se testifica en esta obra jurídica que cuando Satanás escucha el shofar de Yom Teruá (Rosh HaShanah del judaísmo), exclama aterrorizado: “¡Es el shofar del día del juicio! El tiempo es corto cuando seré tragado, como dice, ‘Él se tragará la muerte para siempre’” (Tosafot ).
El famoso Sabio El Rambam (más conocido como Maimónides) formuló la siguiente explicación del precepto de escuchar el sonido del shofar: «Despierten, ustedes dormidos, de su sueño! ¡levántense, ustedes somnolientos, de su somnolencia! ¡arrepiéntanse en contrición! ¡recuerden a su Creador!… Observen sus almas mejoren sus caminos y sus obras… » (Hiljot Teshuvá)
Por su lado el sabio Rashi (véase Rosh HaShaná 16a), memorial alude a que los sonidos de shofar recuerdan la fidelidad suprema de Abraham e Itzjak en la Akedá (Bereshit 22: 1-19). El shofar, en tanto cuerno de carnero, simboliza el carnero que Abraham ofreció en lugar de Itzjak. Ante esto, el Rambán explica que es necesario un memorial ante el Eterno debido a que Rosh HaShaná inaugura el período de diez días de juicio recogimiento que culmina en Yom Hakipurim.
Para la Gloria del Santo Bendito Es, en los Escritos del Mesías existe mucha más revelación sobre el secreto del Yom Teruá, especialmente el libro de Revelaciones (griego: Apocalipsis). A lo largo de toda la Escritura del Pacto Renovado (mal llamado Nuevo Testamento) nos encontramos con muchas expresiones que hablan de este día de forma simbólica, me refiero a frase como:
“Despierta tú que duermes”;
“Nadie sabe el día ni la hora”;
“En un abrir y cerrar de ojos”;
“La trompeta final”;
“Con una gran trompeta”;
“Una gran voz, como de trompeta”;
“Una puerta abierta en el cielo”;
“Uno sentado en el trono”;
“Libros fueron abiertos”;
“Como un ladrón en la noche”
Todas las frases de este listado sabemos que se están refiriendo a este día muy especial y misterioso.
En conclusión y juntando toda esta información sobre esta celebración sólo podemos llegar a una certeza, tiene que ser el momento del regreso del Mesías en Gloria, la resurrección de los muertos y el juicio de los justos y de las naciones.
¡Aleluyah, el Mesías retornará para establecer el gobierno perfecto de Yahvéh en la Tierra! Este es el maravilloso significado de la Fiesta de las Trompetas. ¡Yeshúa el Mesías nos enseñó a que oráramos: «Venga tu reino» (Mateo 6:10)!… ¡Y nosotros así hoy rezamos fervientes!… Además nos unimos al Espíritu de la Profecía como Novia y gemimos con suspiros de amor diciendo: ¡VEN!
«Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.»
¡Qué maravillosa es la forma en que la Torah revela la benevolencia infinita del Eterno para con Su Pueblo! En la parashá de esta semana (Emor) nos encontramos con el axioma de que el Eterno dice lo que hay que hacer para ser aceptado delante de Él:
«Lo que tenga defecto, no ofreceréis, porque no os será aceptado.«
(Lev. 22:20)
Con estas instrucciones concretas, nuestro Elohim establece claridad para sus adoradores en lo concerniente a lo que le agrada y lo que no, en el momento que nos acercamos a Su Presencia, y evitando que sean motivo de disgusto, como dice al final de la tercera aliyá (ascensión):
“No profanaréis mi santo nombre, sino que seré santificado entre los hijos de Israel; yo soy el YHVH que os santifico” (Lev. 22:32 LBLA)
Es interesante notar que, de la misma manera que no se les permite a los kohanim (sacerdotes) con defectos físicos realizar el servicio Divino en el Santuario, así también animales con defectos físicos quedan invalidados como ofrendas.
El Eterno desea la perfección en Sus siervos tanto en sentido espiritual como moral, y de Sus ofrendas en sentido físico. A pesar de que un animal con defectos pueda ser más grande y más valioso que uno sin defectos, ello no es aceptable pues Yah no mide la perfección en términos monetarios o cuantitativos (Fuente: Sforno a v. 27).
Al estudiar los secretos de los korvanot (“acercamientos” u «ofrendas») entendemos que estos son el símbolo de una actitud que debe ser vista en el Mundo de Arriba, y se aprobada por todas las esferas celestiales, para poder tener el Cielo en la Tierra. Dicha actitud tiene que ver con el hecho de que para el redimido que ofrenda, no existe nada más grande y valioso que su comunión con el Creador. La verdad es que en nuestras ofrendas se manifiesta cuán importante es el Eterno para nosotros.
Con esta mitzvá (mandamiento) el Eterno grababa en la conciencia de cada hijo de Israel que aquello que ofrecemos al Eterno muestra lo que pensamos de Él en nuestro diario vivir. Si ofrendamos lo que nos sobra, mostramos a las esferas celestiales que el Reino de Yahvéh no es el primero, y por lo tanto es muy poco estimado por nosotros. Si damos algo que no nos gusta, mostramos que pensamos que el Eterno no merece lo que nos gusta. Si le damos lo mediocre mostramos que el Reino del Eterno no es importante para nosotros. Si le damos algo con defecto, mostramos que Su Reino y Presencia no valen mucho en nuestras vidas. Nuestras ofrendas muestran lo que pensamos de Él y de su proyecto para el mundo (ver Malaquías 1: 6-14).
De esta manera, cada miembro del Pueblo de Israel aceptada que la acción de dar siempre revela lo que más se valora, y en los niveles celestiales se demuestra que santificar el Nombre del Eterno es lo más valioso en su vida. Aquella alma que da algo que le cuesta muestra que tiene amor al Eterno y a Su proyecto de Reino sobre la Tierra. El que primero da al Eterno y luego piensa en sí mismo, muestra que tiene las prioridades correctas, y los Cielos se ven obligados a derramar rocío de berajot (bendiciones) en su vida, familia y economía.
Ahora bien, en nuestros días no contamos con el Beit HaMikdash (Templo) y, por consiguiente no hay sacrificios, el servicio en el Santuario es reemplazado por la plegaria. ¿Cómo cumplimos a través de la plegaria la condición de “perfecto y sin defectos”? Tratando que la plegaria no sea solamente un conjunto de palabras pronunciadas en un orden establecido, sino que brote del corazón, que tenga no sólo forma, sino un contenido pleno de fe, amor, y temor al Todopoderoso.
Entonces, si al llegar hasta aquí con tu lectura, tú aceptas que nuestras ofrendas y oraciones muestran qué pensamos de nuestro Padre celestial y su propósito eterno, tengo algunos planteos para hacerte:
¿das el maatzer (diezmo) al principio o al final de haber recibido tus ingresos?
¿Te levantas temprano para orar antes de desayunar todos los días?
¿Te esfuerzas en la congregación para cantar fuerte y desde tu corazón ante el Eterno?
¿Te empeñas en la oración hitbodedut para que tus palabras no sean vanas repeticiones?
¿Obedeces con ganas o murmurando?
¿Tienes ganas de que termine el Shabat para poder correr a tu trabajo o disfrutas del Eterno todo lo que puedas en su día?
Me despido dejándote a solas con tu alma y el Espíritu Santo.
Llegamos ya al 14 de febrero. El día de San Valentín, como la Gran Babilonia (Roma) actual lo llama. El «día de los enamorados y de la amistad» en muchos países. Y mientras reflexionaba hoy acerca de todos los paganismos normalizados por las multitudes, la pregunta que me surgió fue: ¿qué sabemos de éste singular santo? … Y descubrí que casi nada. Digo casi nada, porque hasta ahora entiendo que manejamos los datos que el mismo sistema de medios que usa la gran P… nos ha informado y programado.
Entonces, para lograr contestarme esta pregunta, recurrí en primer lugar a la Enciclopedia Católica. Según ella, el santo cuya festividad cayó en la fecha conocida hoy como «Día de San Valentín» fue posiblemente uno de los tres mártires que fueron ejecutados en el año 270 d.c durante el reinado del Emperador Claudio II. Cuando digo “fue posiblemente”, lo hago porque en verdad descubrí que la realidad de este “mártir” es incierta. Es más, no se está seguro quién era, qué hacía, como así tampoco se sabe de dónde provenía y dónde vivió. Por eso, se habla de tres «Valentines». Según la misma Enciclopedia Católica, este Valentín, bien pudo haber sido:
Un médico romano que se hizo sacerdote y que casaba a los soldados, a pesar de que ello estaba prohibido y que fue decapitado. Muy venerado en Francia Un obispo de la ciudad de Interamna (hoy Terni, Italia), donde supuestamente se encuentran los restos del cuerpo conservados en la homónima basílica, y donde el 14 de febrero es la fiesta patronal.
Un mártir de la provincia romana de África, durante la conquista de África.
Los mismos autores de la Enciclopedia Católica afirman que los datos que han llegado hasta nosotros sobre estos tres supuestos mártires «carecen de valor histórico» por ser escasos, insuficientemente fundamentados y de fecha muy posterior al tiempo en que se presume que hayan vivido. Por todo esto, es interesante aportar que la Iglesia Católica dejó de celebrar este aniversario de martiriología a partir del año 1969, justamente por dudar de su identidad e incluso de su existencia.
Como lograrán ver, todo esto es muy confuso, tal y como ocurre en todo el sistema de cosas que gobierna a la humanidad. Yo le diría que esto es más del mismo cuento de siempre: el poder de la tradición y sus «inocentes» costumbres. Nos encontramos ante un «santo» que vivió según lo que la tradición babilónica dice por «allí», aunque la historia no pueda corroborar su existencia con aporte alguno por aquí.
Pues bien, si de tradición se trata, sabemos que el Maestro Yeshúa, cumpliendo su ministerio terrenal, confrontó a los hipócritas líderes religiosos judíos que criticaron a sus discípulos por no adherirse a uno de los extraños requisitos que ellos habían agregado a la Palabra de Dios. El Seño dijo:
“… así invalidáis la palabra de Dios mediante vuestra tradición”
(Mateo 15:1-9; Marcos 7:1-13)
Esa palabra: tradición, es traducida del griego paradosis, y aparece 13 veces en el texto griego de loa Escritos Mesiánicos o Nuevo Pacto. Simplemente significa “transmitir de uno a otro.” El contexto de los pasajes citados determina un dilema: si lo que fue transmitido fue la Verdad de Dios o proviene de las ideas de los hombres que se oponen a la Verdad.
Vemos que, tal como dijo Yeshúa, lo que se origina en las mentes de los hombres y contradice la Verdad absoluta divina (revalada en la TaNaK), “invalida” la Palabra de Dios. Eso significa que creer en el error no genera los beneficios de creer la verdad, y hasta podría incluso traer consecuencias. Podemos deducir lo mismo de lo que el Evangelio de Juan nos ha dejado por escrito:
“Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.
(Juan 8: 31-32)
¿Qué es lo contrario a eso? ¿Acaso no será que creer el error lo ata a usted en cierto grado? Sí, y es así como la “tradición” invalida la verdad. La verdad es lo que funciona en la vida, no las tradiciones.
Continuando con la vida del supuesto santo del amor, descubrí, al investigarlo, que toda ”anécdota” de su vida que se nos cuenta actualmente, ha sido probablemente inventada durante la Edad Media en Francia e Inglaterra cuando el día festivo de 14 de febrero (celebrado antes que el cristianismo llegara a estos lares) empezó a ser asociado con el amor, a raíz de la historia de San Valentín.
Una de esas leyendas aseguraba que este varón había sido ejecutado un 14 de febrero al no querer renunciar al cristianismo. Otro mito agregó la idea de que su ejecución se debió al hecho de haber casado a parejas en secreto después de que el matrimonio fuese prohibido por el emperador Claudio II especialmente a sus soldados que buscaban el pretexto del casamiento como salvoconducto para no ir a la guerra.
Otra leyenda dice que es patrono de los enamorados porque su martirio coincidió con el momento del año en que los pájaros empiezan a emparejarse para aparearse.
Algunas fuentes dicen que el Valentín relacionado con el amor es el Valentín de Roma.
Otros discuten aduciendo que es san Valentín de Terni. Algunos eruditos, para evitar disensiones que pudieran despertar conciencias concluyeron después que ambos serían la misma persona.
A lo largo de los siglos, estos tres Valentines se fueron unificando en la memoria popular dando lugar a un personaje, una historia y una tradición que no cesaron de enriquecerse a lo largo de los siglos, hasta constituirse en una leyenda sobre alguien que, tal como se lo recuerda hoy, jamás existió.
De todo esto deducimos que el día de San Valentín es típicamente occidental. Y especialmente debemos remontarlo a la Europa germánica y el actual Reino Unido. Desde aquí navegaría en los barcos de inmigrantes a los Estados Unidos. Luego, y como es de imaginarse, esta fiesta pagana se someterá en esta nación al dios Mammón (Baal Zifón o Belcebú), se vestirá de sus ropajes de “ingenuidad e inocencia” y se coronará de principios comerciales para así llegar a gran parte del mundo.
El reino de Dios no es cumplir reglas. Tampoco es celebrar costumbres sanas e ingenuas en el nombre de alguna virtud teologal y/o humana. El Reino de Dios es sencillamente confiar en Él y vivir conforme a los códigos de Su Palabra.
«Estaba también allí Ana, profetisa,… de la tribu de Asher,…»
(Lucas 2: 36)
Hemos estudiado que Asher era hijo de Yaakov y Zilpa, sierva de su esposa Lea:
“¡Bendita soy! Porque las mujeres me han llamado bienaventurada”. Por eso llamó al niño Asher.”
(Génesis 30:13)
¿Qué opinas?¿Las palabras de Lea resonarían en Miriam y su hijo Yeshúa? ¡Sí! En Lucas 1:48-49, Miriam dice “desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas en mí, y Santo es su nombre”. Descubrir estas conexiones llevaría a una asherita piadosa, como Ana, a alabar a Yah.
También sabemos su nombre fue dado a una de las tribus de Israel que se originó de su familia. A no ser por eso y por haber participado de la venta de su hermano más joven, Yosef, como esclavo, Asher no es muy destacado en la Escritura. Su nombre en hebreo significa tanto “bendición” como “felicidad”, dependiendo de la interpretación. Para ser más precisos Asher significa “el pleno de alegría y bendiciones” o el “Bienaventurado”. Por lo tanto, se sabía que la tribu de Asher era la más alegre de las Doce Tribus. Esta alegría interior (hebreo: simjáh) provenía de su conciencia de felicidad, mentalidad que permitía el hecho de que Asher también era contrada entre las tribus de mayor prosperidad financiera en la nación de Yah. Se describió en distintos documentos que los de la tribu de Asher disfrutaban de todo lo que la vida tiene para ofrecer, particularmente en términos de buena comida, incluso si eso los hacía un poco más derrochadores que las otras tribus.
En el momento del Éxodo, los descendientes adultos de Asher eran 41.500, contando solo los varones (Números 1:41). Más tarde, en un nuevo recuento, el linaje de Asher contó con 53.400 hombres adultos (Núm. 26:47). La tribu de Asher estaba formada por cinco clanes (Números 26:44-47)
El territorio de Asher fue asignado por Josué, y formaba la frontera norte de Palestina, y se extendía hacia el sur hasta el final del Carmelo, limitando con el territorio de Manasés (Josué 19:24-31,34). También es válido saber que los levitas gersonitas poseían cuatro ciudades en Asher (1 Crónicas 6:62,74,75). Esta distribución le permitió a la tribu de Asher contar con una región muy fértil, que generó la abundancia de alimentos. Los documentos registran que la tribu de Asher comía tan bien que llegó a ser famosa en el Oriente Medio por su arte culinario. Esta será la razón por la que la tribu terminó siendo tan próspera, logrando el mejor cultivo de aceitunas, con la cual logró establecer gran fortuna para cada uno de sus habitantes con la producción de aceite de oliva. Es por eso que el símbolo del escudo de la tribu es un frondoso árbol, que muchos consideran que es un olivo. El simple hecho de que la riqueza de Asher proviniera del aceite de oliva podría ser el cumplimiento de la bendición de Moisés sobre dicha tribu. Sin embargo, el aceite de oliva era más que un condimento para los israelitas. Recordemos que era un aceite sagrado que se usaba para ungir a los sacerdotes y mantener las lámparas del Beit HaMikdash encendidas.
Interesante será aportar que en el período del éxodo, muchos varones de Asher formaron el ejército de los israelitas. Más tarde, durante el reinado de David, intenso en actividad militar, la tribu de Asher era la responsable por buena parte del abastecimiento de las tropas, con sus víveres de excelente calidad.
Aunque Asher proporcionó guerreros a David (1 Crónicas 12:36), la tribu no fue mencionada en la lista de los principales líderes (1 Crónicas 27:16). En los días del reinado de Salomón, Asher formaba uno de los distritos administrativos (1 Reyes 4:16).
La ubicación del territorio de Asher puso a sus habitantes en contacto con los fenicios, conocidos por el comercio de la época. Sin embargo, los descendientes de Asher no consiguieron expulsar definitivamente a los cananeos de sus ciudades, y «moró… entre los cananeos que habitaban en la tierra» (Jueces 1:31-32).
También podemos leer que en la época de los jueces de Israel, la tribu de Asher fue una de las tribus que no ayudó a Débora y a Barak, negándose a participar en la guerra, manteniéndose «a la ribera del mar, y se quedó en sus puertos» en vez de unirse a la lucha contra Jabín, un rey cananeo (Jueces 5:17). Esta actitud revela la tendencia de la tribu Asher a sentirse orgullosa por su prosperidad material y de esa forma generar la desunión de las tribus de Israel (Jueces 5:15). Por otro lado, esta falta de ayuda a sus tribus compañeras podría reflejar una falta de confianza en Dios, una falta de esfuerzo, un miedo al enemigo o una negativa a molestar a aquellos con los que hacían negocios.
A los fines de nuestra consideración de la profetiza Hanah, vale aportar que desde la época de Moisés, la tribu de Asher era famosa por producir las mujeres más hermosas de todo el Mediterráneo. Como resultado de esto, los varones de todas las tribus, cuando llegaba Tu BÀv, buscaban novias asheritas. Esto les dio a las mujeres una amplia selección de solteros elegibles, y muchas priorizaban elevar sus tefilot (súplicas) para que los sacerdotes, los shoftim (jueces) y/o otros varones socialmente poderosos la escogieran como almas gemelas. Así pues nacerá, la tradición de que las mujeres asheritas eran las novias ideales para los sacerdotes; todas las hijas de esta tribu terminaban casadas con sacerdotes debido a su belleza, y madurez espiritual. Desde esta información podemos deducir que la profetisa Hanah era la viuda de un kohen (sacerdote)
La orden para que las puertas del Templo se cerraran
Cuando el rey Acaz asumió el reinado de Judá, la realidad del lugar era de perdición, delante de los ojos de Dios. El monarca, intensamente idólatra, llevó a gran parte del pueblo a adorar a falsos dioses y a andar en pecado. Su idolatría era tan grande, que él ordenó cerrar las puertas del Templo de Salomón, abandonando la casa de Dios, prohibiéndole al pueblo llevar sus oraciones y sacrificios, desmoralizando a los sacerdotes y a los demás levitas. Como cuenta la Biblia en 2 Crónicas, su reinado cayó bajo la violencia de los asirios, por no andar en rectitud y en temor al Señor.
Cuando Acaz murió y fue sucedido por su hijo Ezequías, el nuevo rey trató de convocar al pueblo a una guerra en contra de la idolatría. Los ídolos y los altares dedicados a ellos fueron destruidos y el Templo de Salomón fue recuperado y abierto nuevamente, y sus ministerios fueron reactivados. A muchos de la tribu de Asher les tocó un importante papel: recuperar entre todo el pueblo la costumbre de la celebración de la Pascua y de la Fiesta de los Panes sin Levadura (o Ácimos), en las que los judíos de todas partes, de todo Israel y Judá, se dirigían hacia Jerusalén para recordar la liberación del cautiverio del Egipto y para nuevamente adorar a Dios conforme a Sus preceptos. Los descendientes de Asher ayudaron mucho haciendo una convocatoria por las ciudades, y la celebración nuevamente se llevó a cabo, como no se veía desde los tiempos prósperos de Salomón.
“Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá. Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de Su santuario, al cielo.”
(2 Crónicas 30:25-27)
Esto fue considerado un acto de humildad, prueba de un corazón contrito ante Dios (2Crónicas 30:11)
Shevat tiene una tribu: Asher
La tribu asociada con el mes de Shevat es Asher. Y no por casualidad, la palabra que denota la buena fortuna y la riqueza, osher, se escribe con las mismas tres letras que Asher.
Asher y todos sus descendientes hicieron honor a su nombre y fueron muy bendecidos.
Cuando Yaakov avinu profetizó sobre sus hijos antes de su muerte, dijo de su octavo hijo:
«De Asher sale un pan delicioso, y él proveerá los manjares del rey»
(Génesis 49:20)
En lo que respecta a las profecías, Asher definitivamente recibió una palabra más bonita que muchos de sus hermanos ese día. Cuando Moisés profetizó sobre las doce tribus, dijo de Asher dicieno:
«Que Asher sea bendecido con hijos; que sea agradable a sus hermanos y que moje su pie en aceite»
(Deuteronomio 33:24).
Una vez más vemos que sólo la abundancia y la prosperidad iban a ser la herencia de Asher.
Hemos estudiado que Asher era una tribu del norte de Israel conquistada por Asiria. Por lo tanto, Asher llegó a ser conocido como una de las diez tribus perdidas. Pero en el relato que Lucas hace de Hanah, la Buena Noticia de Dios es que lo que una vez se perdió ahora está de vuelta. El Eterno trajo y condujo a la tribu perdida de Asher fuera de los países a donde los había expulsado (Jeremías 23:8). El mensaje lucano se hace en el alma de un redimido bien claro: el Israel disperso se reconstruye en la geografía del Proyecto de Reino que proclama Yeshúa.
El hecho de que Hanah descendiera de la tribu de Asher sugiere que su herencia se debía sólo al obrar de la Gracia del Eterno obrando a través de los siglos en aquellos que, como Hanah, permanecieron fieles en expectativa de ayunos y oraciones hasta que Su Ungido se manifestara. Sus antepasados habían emigrado al sur antes de la conquista asiria de Israel o estaban entre el pequeño y disperso grupo de exiliados que regresaron del cautiverio. Hanah era parte del remanente creyente del reino del norte o Casa de Efrayim y, por lo tanto, era un emblema viviente de la fidelidad de Yah hacia su pueblo.
Debo señalar que el salmista se inspiró en la justicia divina obrando sobre la tribu de Asher cuando escribió el Tehilim/Salmo 1 asegurando que toda persona justa es como un árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto en su tiempo, y su hoja no se marchita, y en todo lo que hace, solamente prospera.
Shevat es el intervalo del año para recibir el refresco y la renovación para la preparación para entrar en la plenitud de la promesa del Eterno, y para comer de los frutos que finalmente están maduros para participar y compartir. Es el mes para decidir si dejamos que el enemigo robe nuestra herencia en el Eterno enviando al devorador de nuestros bienes materiales, o nos mantenemos firmes en la autoridad que Yeshúa HaMashiaj nos ha dado para recibir su porción asignada para esta temporada.
Durante este mes de lluvia es tiempo de refrescar y renovar nuestras raíces para que el agua viva del trono del cielo corra a través de nosotros, trayendo el fruto en su estación. Debemos ser como el aceite de oliva puro usado en la menorá del Templo de donde las llamas ardían, y ser como antorchas en la noche que iluminan el camino a Yeshua. Tomad vuestras bendiciones del Señor con felicidad y alegría. Escuchad vuestro primer amor por Jesucristo y recordad que debéis vivir en ese amor. Rellena tus lámparas con aceite de oliva puro, y mantén el fuego ardiendo en la noche:
«Ceñid vuestra cintura y vuestras lámparas encendidas; y vosotros mismos sed como hombres que esperan a su amo, cuando vuelva de las bodas, para que cuando venga y llame le abran inmediatamente. Bienaventurados aquellos siervos a quienes el amo, cuando venga, encontrará vigilando»
Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad,y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.
(Lucas 2:36-38)
Todos sabemos que las Sagradas Escrituras no fueron escritas descuidadamente. Nuestra mente capta que no existen versículos desechables, ni de relleno. Aceptamos y confiamos en que cada palabra fue inspirada por el Espíritu Santo (2 Timoteo 3:16), libre de error (cf. Tito 1:2) y provechosa para el pueblo de Dios. Estándivinamente destinadas a nuestro crecimiento espiritual.
Eso significa que el Eterno incluyó personajes menores como Ana (hbr. Hanah) para revelar Su propósito eterno en beneficio de nuestro crecimiento. Y aunque esta mujer sólo aparece en tres versículos del Evangelio de Lucas, entendemos que su presencia no es un accidente. Vibra en estos versos algo que debemos aprender de su ejemplo. La intención del escritor es que cada comunidad de discípulos de Yeshúa profundice en los escasos detalles que brinda el relato, hasta lograr descubrir la visión sorprendente de la vida de esta servidora fiel.
¿Quién era esta santa mujer?
Lucas nos presenta a Hanah (griego: Ana) la profetisa en el momento exacta en que Yosef y Miriam han presentado al niño Yeshúa en el Templo a los ocho días de su nacimiento tal y como lo ordena la Torah divina. Tanto Hanah, como los pastores de Belén, y Simeón, han logrado confesar a Yeshúa como el Mesías, incluso antes de que celebrara Su primer año de nacido en la Tierra.
Lucas nos brinda información valiosa sobre la escena. Podemos leer el relato muy detallado de Simeón confesando con un cántico profético a Yeshúa como el Ungido (Mesías/Cristo) prometido. Entonces, y mientras está sucediendo esta escena, ingresa en el evento Hanah. Sin embargo, llama la atención aquí que Lucas decide no explicar más detalles… ¿Por qué?… Veamos esto con más detalle:
Simeón aparece en once versículos, nueve de los cuales describen Su encuentro con Yeshúa en el Templo en ese día. Por el relato en sí, sabemos que Simeón sostuvo a Yeshúa en sus brazos, es más, hoy podemos hacer la misma oración que él hizo al momento de irnos a dormir. También sabemos cómo reaccionaron Miriam y Yosef, y conocemos lo que Simeón le dice directamente a Miriam. En contraste, Hanah recibe sólo tres versículos, y sólo un verso alude a que ella estuvo en el Templo al mismo tiempo que Yeshúa. ¿Que pasó exactamente? No podemos decirlo. La información específica que tenemos sobre Hanah y el silencio sobre su encuentro con Yeshúa son sorprendentes, y esconde una hermosa intención lucana, pues notamos que apenas hay una descripción de su encuentro con Yeshúa, y en dicho momento, Lucas decide guardar silencio.
Podemos imaginar lo que pasó. Lucas explica en detalle quién es Hanah y nos lleva a saber que ella conoció a Yeshúa. Hay un propósito claro aquí. El querido dr. Lucas prepara la escena para el encuentro de Hanah con Yeshúa, y luego rápidamente salta su reunión y analiza su respuesta al ver a Yeshúa para que nosotros, los lectores, nos detengamos y digamos: «¡espera un momento!,… ¿qué pasó?
Pues bien, primero debo enseñarles que lo que se conocer como «brecha narrativa» es una característica literaria recurrente en el evangelio de Lucas. El evangelista es un escritor brillante y a menudo muy detallado, por lo que cuando está contando una historia y de repente se vuelve vago o incluso silencioso, como lo hace aquí, es un movimiento calculado diseñado para hacernos notar la pausa repentina y meditar sobre lo que está omitiendo de una manera más profunda y totalmente en la interioridad de aquel que está leyendo. Lucas anima así a sus lectores a involucrarse con la Palabra encarnada en su escritura usando la imaginación y la creatividad, y mediantes ellas, detenerse y dedicar mayor tiempo a la meditación en los eventos a los que se refiere pero que no explica literalmente
Con base en la información que nos brinda Lucas, podemos explicar gran parte del significado de la aparición de la profetisa Hanah. El autor proporciona detalles específicos sobre quién es esta mujer y nos enseñan cómo pensar en ella. Siguiendo el ejemplo de Lucas, podemos comprender el significado de su silencio que invita a la reflexión y elevación mesiánica de conciencia
Hanah se menciona como una profetisa [femenino de profeta] y una de las personas conectadas con Yeshúa en su infancia. Se nos dice que ella era hija de un tal Penuel, de la tribu de Asher.
Su nombre, que comparte con Hannah (madre del profeta Shemuel) en la TaNaK, significa «favor» o “gracia”. Todo lo que sabemos de ella se encuentra en estos tres versículos del libro de Lucas. Cuando Hanah se encuentra con el niño Yeshúa en el Templo, vemos que su vida rebosa de favores celestiales y gracia divina (Lucas 2:36-38).
«Había también una profetisa, Ana,» (Lucas 2:36).
Entendamos que Hanah se encuentra entre un puñado de mujeres en las Sagradas Escrituras que llevan el título de “profetisa”. Las otras son Miriam, la hermana de Moisés (Éxodo 15:20); Débora, la jueza (Jueces 4:4); Hulda, la esposa de Salum, quien recibió una palabra del Señor para el sacerdote Hilcías y otros (2Reyes 22: 14; 2 Crónicas 34:22-28); la anónima esposa de Isaías (Isaías 8:3); y las cuatro hijas solteras de Felipe (Hechos 21:9).
Por lo tanto, la identificación que Lucas hace de Hanah como una “profetisa” probablemente estaría significando que tenía reputación de ser una maestra talentosa y por sobre todo una fiel animadora de sus compañeros de adoración en el Templo. Cuando ella hablaba, era sobre la Palabra de los profetas del Eterno que anunciaban al Mesías de Dios. Evidentemente había pasado toda su vida estudiando y meditando la Palabra de Dios en su corazón, y esa era la esencia de lo que ella solía soltar desde sus labios a todo los adoradores que se acercaban al Santo Templo con sus korvanot (acercamientos u ofrendas). Entonces, cuando Lucas la llamó “profetisa”, le dio una idea de su carácter y una pista sobre lo que ocupaba su mente y su conversación.
«Era muy anciana; ella había vivido con su esposo siete años después de su matrimonio, y luego quedó viuda por ochenta y cuatro años» (Lucas 2:36–37).
Hanah había estado casada solo siete años cuando enviudó, y permaneció viuda por el resto de su vida.
La mayoría de las traducciones indican que Hanah tenía ochenta y cuatro años cuando conoció a Yeshúa. Sin embargo, también es posible traducir el texto en el sentido de que Hanah había vivido ochenta y cuatro años después de la muerte de su esposo. Eso significaría que Hanah tenía al menos 104 años, si se hubiera casado a los trece (edad en la que una muchacha judía era entregada en matrimonio). De cualquier manera, y más allá de toda conjetura, lo que sí se nota en el texto es que ella había pasado la mayor parte de su vida sin esposo y estaba ministrando ante el Eterno en el Beit Mikdash, Su santo Templo.
Lo que sí importa aquí es saber que Lucas, al contar la edad de Hanah, está tratando proféticamente al número 84 desde la simbología gemátrica, pues ochenta y cuatro representa la plenitud del pueblo de Israel:
84 surge de la multiplicación [ 7 x 12].
Siete es el número de la creación en plenitud o reposo (pues ya está el ser humano en la existencia), y
el número 12 representa al reinado sacerdotal de las doce tribus de Israel sobre las naciones.
Entonces 84 es la plenitud del pueblo de YHVH cumpliendo su misión mesiánica en la Tierra como Tabernáculo de Dios.
El evangelista está llevando a sus lectores a comprender que Hanah, como Israel, ha llegado a la plenitud de los tiempos. Con la venida de Yeshúa, Hanah, de 84 años, nos muestra que el sistema revelado en toda la TaNaK ya está completo. Antes de Yeshúa, las asociaciones tribales eran importantes. Por eso en los Evangelios se registran las genealogías de Yosef y Miriam, y ambas se remontan a Abraham (Evangelio de Mateo), y la que aparece en este Evangelio de Lucas llega incluso hasta Adam HaRishon. El mensaje se hace intensamente profundo: de ahora en adelante, Yeshúa reemplaza las genealogías. Lo que importa ya no es de qué tribu eres, sino si has nacido de nuevo en el Espíritu de la Profecía que da testimonio de Yeshúa. En otras palabras, las tribus encuentran encarnación plena en Yeshúa HaMashiaj.
Entonces Yeshúa viene y Hanah ha cumplido 84 años de viudez. Ambos eventos señalan la consumación y el cumplimiento de la Antigua Alianza en el Pacto Renovado en el Mesías. La edad de Hanah representa la plenitud del pueblo elegido de Yahvéh, oficiando como un reinado sacerdotal a favor de todas las naciones de la Tierra.
«…hija de Fanuel, de la tribu de Aser,…»
Fanuel no se menciona en ninguna otra Escritura. El nombre Fanuel es la forma griega del hebreo Panuel, nombre con el que se recordaba el lugar donde Yaakov avinu recibió su cojera, Peniel (Génesis 32). Fanuel, tal como el cojo de Yaakov, sugiere la idea de un pueblo que lucha con los principios de Dios. Este significado ciertamente encaja con la presentación que hace Lucas de la lucha de Ana. Nos muestra a un personaje de Fanuel, un israelita fiel, que espera y anhela la Redención final a través del Ungido (Mashiaj o Xristós) de Yah.
Sin embargo, de manera más directa, el nombre Fanuel (Panuel) significa «Rostro de Dios«. Hanah ha visto el Rostro de Dios llamado Fanuel, su padre terrenal, por lo que puede reconocer a Fanuel cuando lo ve. Hoy, sin embargo, sucede algo mejor que ver a su padre terrenal Fanuel. Hannah ve el rostro de Elohim en Yeshúa, el Ungido, que viene a encarnar y revelar el rostro de su Padre celestial. Cuando Hanah mira al niño Yeshúa, discierne en su espíritu que está mirando el Rostro de Dios nacido entre los hombres.
El texto, al darnos el nombre del padre de Hanah, nos lleva a considerar que Yeshúa es el «Rostro de Dios«. Yeshúa es Fanuel en carne. Justamente es el apóstol Pablo, el mentor de Lucas, quien llama a Yeshúa “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15). Y el autor a los Hebreos dice en el capítulo 1: “Él es el resplandor de la gloria de Dios y la huella exacta de su naturaleza”, dando a entender que podemos ver al Eterno, mirando a Yeshúa y participando en la Vida que Él ofrece. ¡Yeshúa es Fanuel, el rostro de Dios!
«Ella nunca se apartaba (dejó el matrimonio en el) del Templo, sino que adoraba día y noche, ayunando y orando.» (Lucas 2:37).
Después de enviudar, Hanah se dedicó por completo al servicio del Eterno. Ella nunca salió del Beit HaMikdash (Templo en Jerusalén), sino que pasó su tiempo adorando, ayunando y orando. Es posible que a Hanah tuviera su alojamiento en el Templo debido a su designación como profetisa, o pudo haber vivido cerca. Lo que se destaca es que su devoción fue constante durante la mayor parte de su vida, y su devoción fue recompensada con un encuentro con su Salvador. Sus muchos años de sacrificio y servicio valieron la pena cuando vio al Mesías, Aquel por quien había esperado tanto tiempo.
Justamente esto será lo más llama la atención en la historia de Hanah, me refiero a su entrega a la oración, al ayuno, y a la vida de servicio al prójimo en el Templo. Esta mujer ha optado por dejarse acompañar por el Espíritu de la profecía. Entiendo que para algunos de nosotros es fácil imaginar a una mujer como esta en la experiencia cotidiana de sus propias vidas. Pero sé que para otros, esta idea de un alma humana dirigida por el Espíritu Santo puede parecer muy extraña. Un alma humana que viene y va, y que anuncia la verdad a todos los que están a su alrededor en un momento dado pudiera ser tenida por excéntrica, fanática (por no decir loca). No obstante, esta profetisa de la tribu de Asher encuentra su lugar en la historia de la Salvación, y es un ejemplo de una vida que estaba a la expectativa de la manifestación del Mesías.
Ana nos enseña que cualesquiera que sean las dificultades que hemos tenido en el pasado, el Eterno no nos abandona y tenemos la posibilidad de poder quedarnos con Él, Su Instrucción y Su guía en el Camino de esto que se conoce como vida humana. Esta mujer, viuda y profetisa, es la imagen de la fidelidad en la espera. Miramos hoy el camino que hemos recorrido con alegría y reconocimiento: el Eterno nos recuerda por medio de Su Hijo, que nuestra vida, en cualquier momento y a cualquier edad, es una bendición para nosotros y para los demás, a los que podemos anunciar la Buena Noticia de Dios para hacer un mundo más humano.
Janucá es la única festividad judía importante que no se encuentra en el Tanaj. Esto se debe principalmente a que los acontecimientos de Janucá tuvieron lugar en el siglo II a.C. , mientras que, según la tradición, el Tanaj ya fue compilado y codificado mucho antes por la Gran Asamblea al comienzo de la era del Segundo Templo. De hecho, los historiadores fechan las primeras traducciones griegas de libros bíblicos en el siglo III a.C. Los registros históricos coinciden con el Talmud en que fue el rey Ptolomeo II Filadelfo (285-247 a. C.) quien encargó por primera vez la traducción de la Torah al griego, probablemente para su Gran Biblioteca en Alejandría. No está claro qué parte de las Escrituras se tradujo en ese momento.
Aunque vemos que los Sabios continuaron debatiendo qué libros sagrados deberían incluirse en el Tanaj definitivo casi hasta el período talmúdico, el Libro de los Macabeos nunca estuvo sobre la mesa. Una razón es que el Libro de los Macabeos no es, ni siquiera pretende ser, una obra profética. Es simplemente un texto histórico y, contrariamente a la creencia popular, el Tanaj no es en absoluto un libro de texto de historia. Si bien registra acontecimientos históricos (junto con leyes, ética, profecías y más), su propósito es mucho mayor. El Zohar (III, 152a) llega incluso a decir que una persona que ve la Torah como un libro de historia que simplemente relata “narraciones históricas” y “cuentos simples” ¡no tiene participación en el Mundo Venidero! “Cada palabra en la Torah Escrita es una palabra suprema que contiene secretos elevados”, dice, y “las narraciones de la Torah Escrita son sólo las vestiduras exteriores…”
Por supuesto, es un principio fundamental del judaísmo que la Torah es una obra cifrada que contiene en su interior alusiones a todo . Como tal, deberíamos poder encontrar referencias codificadas a Janucá. Y lo hacemos. ¿Dónde escondió Moisés pistas sobre los acontecimientos futuros de los macabeos hasmoneos y la fiesta de Janucá?
La respuesta clásica, revisada
La primera y más conocida respuesta proviene de una sección de la Torah que abarca las parashot (porciones) de Nasso y Beha’alotja (y constituye la lectura de la Torah en la sinagoga para Janucá). Terminamos el primero leyendo cómo cada una de las Doce Tribus de Israel llevó sus regalos a la inauguración y dedicación del Mishkán, el proto-templo en el desierto. Inmediatamente después de esto, al comienzo de Beha’aloteja (Números 8:2-3), leemos cómo el Eterno le dice a Moisés:
«Habla con Aarón y dile: “Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia la cara de la Menorá”. Y Aarón así lo hizo: encendió las lámparas para alumbrar hacia la cara de la Menorá, como Yahvéh le ordenó a Moisés.«
Lo primero que el Eterno dice en la dedicación del Mishkán es que Aarón encienda la Menorah. Esta fue una alusión a un tiempo futuro cuando Israel una vez más volverá a dedicar la morada terrenal de Dios (Jánuca significa literalmente «dedicación») y descubrirá una vasija de aceite para encender la Menorah. Además, serían los descendientes directos de Aarón, los sacerdotales macabeos, quienes lograrían esta hazaña.
Hay algo aún más sorprendente escondido en los versículos anteriores. Si se leen atentamente en el idioma original, no tienen ningún sentido (de ahí la mala traducción). ¿Qué quiso decir el Eterno cuando ordenó encender las lámparas para que “iluminen la cara de la Menorah”? ¡Las lámparas son la Menorá! Nuestros antiguos Sabios quedaron desconcertados por este verso, y algunos sostuvieron que significaba que las llamas de las velas ardían milagrosamente de lado y apuntaban hacia adentro.
Alternativamente, se puede leer que los versículos significan que Aarón encendió las siete lámparas delante de él para iluminar una futura Menorah. En mérito del acto especial de Aarón durante la dedicación original, sus descendientes podrían tener éxito en una futura nueva dedicación y el encendido de la Menorah. Por si hubiera alguna duda, el siguiente versículo agrega que todo se hizo según la “visión que Dios le mostró a Moisés”. ¿Qué visión? No puede significar simplemente que el Eterno le mostró a Moisés cómo hacer o encender la Menorá, porque Dios obviamente le mostró a Moisés cómo hacer todo , sin embargo, este lenguaje no aparece en ningún otro lugar de la Torah con respecto a ninguna otra mitzvá. Más bien, lo que se puede inferir es que el Eterno le mostró a Moisés una visión del futuro, de la Menorah de Janucá siendo encendida por los Macabeos. Y así, todo sucedió “según la visión [profética] que el Eterno le mostró a Moisés, así fue hecha la Menorah”.
Sucot y Janucá
Hay varios lugares más en el Tanaj donde se alude a Janucá. El Ba’al HaTurim (Rabino Yaakov ben Asher, 1269-1343) señala dos. Primero, señala que el capítulo 23 de Levítico, que describe todas las festividades del Eterno, termina con instrucciones para la festividad de Sucot. Inmediatamente después de esto leemos (Levítico 24:1-3):
«Y habló Yahvéh a Moisés, diciendo: “Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite de oliva puro prensado para el alumbrado, para encender una llama eterna. Fuera del velo del testimonio, en la Tienda de reunión, Aarón lo ordenará continuamente desde la tarde hasta la mañana delante de Dios; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones”.
El Ba’al HaTurim dice esto como continuación directa del capítulo anterior: ¡las fiestas no terminan en Sucot, sino que continúan con el encendido del aceite de la Menorah! De esta manera, dice él, la Torah ya alude a la futura festividad de Janucá. Vale la pena mencionar que el Libro de los Macabeos afirma que Janucá fue instituida como una festividad de ocho días, especialmente porque se produjo justo después de la festividad de ocho días de Sucot (con Shemini Atzeret), que los judíos no pudieron celebrar ese año porque el El templo estaba en manos griegas. Cuando limpiaron el Templo, los Macabeos declararon un festival de ocho días para compensar el Sucot que acababan de perderse.
Sólo después de esto resultó (según el Talmud) que el aceite destinado a arder durante un día duró todo el festival de ocho días que habían instituido. Era como si el Eterno pusiera su sello de aprobación en la fiesta macabea destinada a compensar Sucot. Oportunamente, el Ba’al HaTurim agrega que Janucá y Sucot son los dos únicos días festivos en los que se recita Hallel todos los días, lo que solidifica aún más su conexión. (También vale la pena mencionar que, según Beit Shammai, las velas de Janucá deben encenderse en orden decreciente: ocho el primer día y una el último día, para ser paralelo al orden decreciente de los sacrificios traídos en Sucot.) Textos místicos, mientras tanto, describe los ocho días de Janucá y los ocho días de Sucot (con Shemini Atzeret) de la misma manera (correspondientes a las siete Sefirot inferiores , más Biná).
Todo esto explica por qué, para empezar, Janucá dura ocho días. Después de todo, no tenían que ser ocho días específicamente (¿por qué no siete o nueve?). A algunos les gusta decir que se necesitaron tantos días para preparar un nuevo lote de aceite de oliva, pero era invierno y no había aceitunas frescas. Se podría producir petróleo de todos modos. Otros dicen que esta fue la cantidad de tiempo que tomó un viaje de ida y vuelta a la tierra de la tribu de Aser, donde se producía el mejor aceite de oliva (al que Moisés aludió en sus bendiciones finales a la nación, Deuteronomio 33:24). La mejor respuesta es porque Janucá originalmente tenía como objetivo rectificar un Sucot perdido.
Lo que nos trae al presente. Hoy en día, la mayoría de los judíos del mundo lamentablemente no celebran Sucot en absoluto. En muchos sentidos, es la festividad más difícil y, sin duda, la más olvidada. Si bien la mayoría de los judíos hacen algún esfuerzo para las Fiestas Mayores, pasan por alto por completo Sucot, que llega apenas cinco días después. Por lo tanto, existe la idea de que Sucot demuestra quiénes son los verdaderos judíos dedicados. Si bien la mayoría vuelve a sus antiguas rutinas justo después de las grandes fiestas, los judíos que van a la sucá muestran su continua devoción a Dios.
Pero luego llega Janucá, otra festividad de ocho días. Para aquellos judíos que no observan o no pueden observar Sucot, como los Macabeos ese año, Janucá podría ser una segunda oportunidad (quizás comparable a la relación entre Pesaj y el mucho más fácil Pesaj Sheni). Como tal, es una buena señal que Janucá sea la festividad judía más conocida y posiblemente la más observada. El judío más distante tiene la oportunidad de conmemorar Janucá de alguna manera, incluso si es solo un momento fugaz mirando una de las muchas janukiot públicas en todo el mundo.
También para el judío practicante Janucá puede ser una rectificación. Muchos judíos en el Norte tienen que lidiar con un Sucot que viene con copiosas lluvias, un clima insoportablemente frío e incluso nieve. (El año pasado, mi resistente sucá de metal y paneles de madera se derrumbó por completo y se deformó después de una intensa tormenta de viento. Lo mismo ocurrió con la enorme sucá de nuestra sinagoga). Cada día de Janucá tiene la oportunidad de compensar espiritualmente cada pérdida. día en la Sucá. Ciertamente vemos esto en un nivel místico, donde cada día de Janucá tiene sus raíces en la misma Sefirá que cada día de Sucot.
Almendros en flor
El Baal haTurim señala otro lugar en la Torah que alude a Janucá. Después del episodio de la rebelión de Koraj, Dios le ordenó a Moisés que tomara un bastón de cada una de las Doce Tribus y grabara el nombre del líder de esa tribu en cada bastón (Números 17). En el bastón de la tribu de Leví estaba grabado «Aarón». Entonces ocurrió un milagro: el bastón de Aarón de repente floreció con flores de almendro. Esto tenía como objetivo mostrarle a la nación que Aarón y sus hijos eran en verdad sacerdotes designados divinamente. Dios le dijo a Moisés que guardara ese bastón de almendra especial en el Tabernáculo como una señal eterna para todo Israel, para recordarles que no se rebelaran contra los kohanim .
El Ba’al haTurim dice que esto es una referencia secreta a los descendientes macabeos de Aarón, quienes milagrosamente salvaron a Israel en su día. Es importante recordar que los enemigos en la época de los Macabeos no eran sólo los griegos-sirios. Peores fueron los judíos helenizados que cooperaron con los griegos y buscaron eliminar el judaísmo tradicional. El Libro de los Macabeos relata cómo uno de esos judíos accedió felizmente a la demanda griega de traer una ofrenda de sacrificio impura. Matityahu (un descendiente sacerdotal de Aarón) no tuvo más remedio que matarlo para detener la profanación, lo que provocó la revuelta macabea.
Y así, el episodio de Koraj y los “rebeldes” (Números 17:25) que lo apoyaron, es un precursor espiritual directo de Janucá. El milagroso bastón de Aarón con almendros en flor era una alusión a la milagrosa victoria de los Macabeos. El Ba’al haTurim añade que la gematría de almendras (שקדים) es 454, igual a “Hashmonaim” (חשמונים), el apellido de los Macabeos. (También es interesante observar la aliteración de la palabra hebrea para “personal”, mat’e y Matityahu , aunque se escriben de manera diferente).
La serpiente de cobre de Moisés
Aunque hay al menos otros tres lugares en las Escrituras que insinúan la futura Janucá, terminaremos con uno más. El Ben Ish Jai [Rabino Yosef Jaim de Bagdad, (1832-1909)] comienza sus leyes de Janucá con un recordatorio de que al encender las velas en la primera noche de Janucá, se recitan tres bendiciones: lehadlik ner, sh’asa nisim y shehejeyanu. . Dice que se alude a esto en Números 21:8, donde el Eterno instruye a Moisés a crear el najash nejoshet, el bastón de la “serpiente de cobre”, que se usó para sanar a la nación de una epidemia de mordeduras de serpientes ardientes:
Y Yahvéh dijo a Moisés: “Hazte una serpiente de fuego [saraph], y ponla sobre un asta [nes]; y sucederá que todo aquel que sea mordido, cuando lo vea, vivirá [v’ jai]”.
Las tres partes claves del versículo y sus tres palabras claves corresponden a las tres bendiciones de Janucá: saraf , literalmente “ardiente”, se refiere a la bendición al encender la vela; nes, “poste”, “señal” o “milagro”, se refiere a la bendición de nisim, “milagros”; y v’jai, “y vivirá” a shehejeyanu, “Quien nos hizo vivir…” Como en los dos casos anteriores, aquí hay mucho más de lo que parece.
El Eterno le dijo a Moisés que cualquiera que viera el bastón de la serpiente sería sanado. De manera similar, cuando se trata de Janucá se trata de ver el brillo de las velas de Janucá y asegurarse de que otros también lo vean. Una vez escribimos que el Bastón de la Serpiente es un símbolo del Mashíaj , y en otro lugar que la luz de Janucá simboliza la Luz Oculta de la Creación, o Or HaGanuz . Encendemos 36 velas a lo largo de ocho días para conmemorar la Luz de la Creación que, según los Sabios, brilló durante 36 horas antes de ocultarse.
El Midrash (Yalkut Shimoni , Isaías 499) dice que la Luz Oculta fue encerrada bajo el Trono de Dios, reservada para Mashíaj, quien un día la restaurará al mundo. Fue esa Serpiente Primordial (נחש = 358) la que inicialmente causó que la Luz desapareciera. Y es Mashíaj (משיח = 358) quien lo restaura, quien domina a la Serpiente y empuña ese Báculo sanador de la Serpiente. En los tiempos de Moisés, todos aquellos “mordidos por una serpiente” eran sanados mirando fijamente el Bastón. De manera similar, toda la humanidad, desde el Jardín del Edén, fue “mordida por una serpiente”, y ver el brillo espiritual de las velas de Janucá tiene el potencial de sanarnos a todos.
Cuando llegó el tiempo de su parto, había gemelos en su vientre. Y cuando ella estaba de parto, alguien extendió una mano, y la partera tomó y le ató un hilo escarlata en la mano, diciendo: Ésta salió primero. Pero cuando él retiró la mano, he aquí salió su hermano. Y ella dijo: «¡Qué brecha has cometido contigo misma!». Por eso se llamó su nombre Pérez. Después salió su hermano con el hilo escarlata en la mano, y se llamó Zera.
– Génesis 38:20-30 NVI
Quiero comenzar esta lección mostrándote algo que estoy convencido no has visto. Cuando leemos el primer capítulo de Mateo, nos encontramos con la genealogía de Yeshúa, nuestro Maestro y Dueño (Mat. 1: 1-16). Ahora quiero que prestes mucha atención a los primeros tres versos:
Registro genealógico de Jesús el Cristo, hijo de David y de Abraham: Abraham fue el padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos; Judá, padre de Fares y de Zera, cuya madre fue Tamar;…»
(Mateo 1: 1-3)
¡Seguramente te ha surgido una pregunta!… ¿Verdad?: ¿Por qué hay dos hijos de Judá mencionados aquí? ¿Por qué no dice: «Abraham fue el padre de Isaac e Ismael e Isaac fue el padre de Jacob y Esaú? Y,siguiendo esta lógica:¿por qué no dice que Jacob fue el padre de Rubén, Simeón, Leví y Judá?
Primero debemos reconocer que estudiar el sefer Bereshit (libro del Génesis) nos recuerda que los caminos del Eterno son incomparables y, a veces, inconcebibles. Hay momentos en los que Él cumple Su divina voluntad de las maneras más extraordinarias y a través de las personas más improbables. Justamente en este capítulo, vemos evidencia adicional de los caminos de Dios, a veces extraños y difíciles de entender. Y al leer esta historia, debemos recordar las palabras del apóstol Pablo:
“¡Cuán imposible nos es entender sus decisiones y sus caminos!” (Romanos 11:33 NTV).
Y el Eterno mismo nos recuerda a través de un oráculo de Isaías:
“…mis caminos van mucho más allá de lo que puedas imaginar” (Isaías 55:8 NTV).
Tamar dio a luz a hijos gemelos: Pérez y Zerah . Y la naturaleza de sus nacimientos fue similar a la de Jacob y Esaú. Cuando Zerah intentó salir primero del útero, una partera le ató un hilo escarlata a la muñeca. Pero cuando finalmente nacieron los bebés, fue Pérez quien salió primero, para sorpresa de la partera. Para todos los que miraban, Zerah debería haber sido la primogénita. Como su mano salió primero, debió estar más cerca del canal de parto. Pero dentro del útero, los dos bebés cambiaron de posición en el último segundo y Pérez salió primero. Se convirtió en el inesperado e improbable primogénito. Y sería a través de este hijo que el Eterno cumpliría su compromiso con Abraham.
“ Haré de ti una gran nación, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, para que seas una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te deshonren lo maldeciré, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra”. – Génesis 12:2-3 NVI
Si vamos a la carta a los creyentes en Galacia, notaremos que el apóstol Pablo desentraña esta promesa divina y aclara la naturaleza de su significado:
«Sepan, pues, que son los de la fe los hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios justificaría por la fe a los gentiles, predicó de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. Así pues, los que son de fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe.« – Gálatas 3:7-9 NVI
Según el apóstol Pablo, cuando el Eterno le hizo esa promesa a Abraham, estaba prediciendo la venida del Mesías. Sería a través de la descendencia de Abraham que vendría “la bendición” de las naciones. Y Pablo revela que esta bendición vendría en la forma de Yeshúa, el Mesías de Israel.
Ahora las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice “Y a tu descendencia”, refiriéndose a muchos, sino refiriéndose a uno, “Y a tu descendencia”, que es Cristo. – Gálatas 3:16 NVI
Este hecho sorprendente está en consonancia con la forma en que el Eterno continuó reiterando la promesa a Abraham y sus descendientes.
“He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de multitud de naciones. Ya no se llamará tu nombre Abram, sino que tu nombre será Abraham, porque te he puesto por padre de multitud de naciones. Os haré fructíferos en gran manera, y os convertiré en naciones, y reyes saldrán de vosotros . Y estableceré mi pacto entre mí y tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser Dios para ti y para tu descendencia después de ti.” – Génesis 17:4-7 NVI
Abraham no solo engendraría una gran nación, sino que de su descendencia surgirían grandes reyes, incluido el rey David. Y el libro de Rut revela que Dios usaría a un candidato improbable llamado Pérez (Fares) como el conducto a través del cual vendría el gran rey David:
«Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, Hezrón engendró a Ram, Ram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz, Booz engendró a Obed, Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.» – Rut 4:18-22 NVI
Desde estas consideraciones podemos captar por qué comencé haciéndote leer el evangelio de Mateo, donde vemos que Yeshúa también vendría a través del linaje de Pérez. Por eso se le conoce como el Hijo de David. Pero, queda por responder la pregunta: ¿Por qué hay dos hijos de Judá mencionados aquí?
Pues entonces comenzaré diciendo que los gemelos de Tamar, Pérez y Zerah, tenían el potencial de ser antepasados del Mesías. Como Yaakov y Esav (Esaú) luchando en el útero, competían por el privilegio.
Cierta enseñanza (midrash) cuenta que cuando el embarazo de Tamar avanzaba hasta el punto en que ya no podía ocultarlo, “se golpeaba el estómago y se jactaba: ‘¡Soy grande con reyes y redentores!‘” (Midrash Rabbah ). Por lo menos, era grande con gemelos.
El relato escritural nos dice que mientras Tamar luchaba en el parto, el primero de sus dos hijos extendió la mano. La partera ató una cuerda escarlata alrededor de su muñeca para identificar al primogénito, pero luego retiró la mano y aparentemente retrocedió por el canal del parto, una maniobra que no parece biológicamente probable. Tamar dio a luz a su hermano antes que él en un parto traumático. Ella lo llamó Pérez (Peretz), que significa “brecha”, diciendo: “Qué brecha te has abierto” (Génesis 38:29).
Que Pérez siguiera adelante era parte del plan Divino. Zerah deseaba emerger primero pero otro midrash cuenta que el Eterno declaró: “El Mesías está destinado a descender de Pérez; ¿Es correcto, entonces, que Zerah emerja primero? ¡Que Zera regrese al vientre de su madre, y Pérez nacerá primero! » (Aggadat Bereshit )
Desde tiempos antiguos, los rabinos identificaron de cerca a Pérez, el hijo de Yehudá y Tamar, con el Rey Mesías. Pérez encabeza la genealogía de David en el libro de Rut (ver Rut 4:18). Los sabios a veces llaman al Mesías por el nombre de Hijo de Pérez. Los gemelos en el vientre de Tamar presagian los dos mesías: el Mesías hijo de Iosef y el Mesías hijo de David. Es decir que el nacimiento de Pérez y Zera tipificaban las dos manifestaciones del paradigma divino Mashiaj: Ben Yosef y Ben David. Esto para nuestra emunáh nos habla de la primera y segunda venida de Yeshúa HaMashiaj.
Pérez, cuyo nombre también significa «rompedor«, representa al Mesías en Su primera venida. Abrió el camino al reino de los cielos. Tamar lo nombró Pérez para indicar que el Rey Mesías, «el Rompedor«, algún día saldría de él.
En el Talmud se comenta que Tamar quiso decir: “Este es mayor que todos los que abren brechas, porque de ti surgirá el Rey Mesías [de quien está escrito en Miqueas 2:13], ‘El que abre brechas sube delante de ellos; se escapan, atraviesan la puerta y salen por ella. Y su rey va delante de ellos, y el SEÑOR a la cabeza de ellos” (Génesis Rabá 85:14).
Zerah ( Zeraj), cuyo nombre significa «amanecer«, representa al Mesías hijo de David, es decir, Yeshúa en Su segunda venida. El profeta Isaías habló de la gran redención de la Era Mesiánica como el amanecer:
«Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria del SEÑOR ha nacido (zaraj) sobre ti. Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra y densa oscuridad los pueblos; pero el SEÑOR se levantará sobre ti y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones vendrán a tu luz y los reyes al resplandor de tu amanecer (zaraj)». (Isaías 60: 1-3)
Así como Tamar y su partera esperaban que Zerah naciera primero, anticipamos que la redención final ocurriría con la primera venida del Mesías. Por un breve momento, el reino de los cielos estuvo cerca, y si la nación se hubiera arrepentido, Yeshúa podría habernos llevado a la redención final. Como un hilo escarlata, recibimos una señal de la redención venidera, pero antes de que la redención final pudiera amanecer, el Mesías necesitaba cumplir Sus propósitos en el madero y en la tumba.
Cuando Pérez desafió las expectativas de Tamar al adelantarse a Zerah, ella exclamó: «¡Qué brecha te has abierto!» (Génesis 38:29). De manera similar, la primera venida de Yeshúa desafió todas las expectativas nacionalistas y populares de su tiempo. En lugar de desempeñar el papel triunfante del Mesías hijo de David, soportó el sufrimiento del Mesías hijo de Yosef. Así pues, cuando salió inesperadamente de la tumba, venciendo a la muerte misma, se podría imaginar que Israel exclamara: «¡Qué brecha te has abierto!«
Para lograr que reflexionemos en un tema profundo y mesiánico que encontramos en la porción de esta semana, necesito hacerte una pregunta: ¿Alguna vez te has sentido extraño, o como si no encajaras del todo en el entorno en que vives?… ¿Me has dicho que sí?,… entonces: ¡Bienvenido al Club de los peregrinos!… Sí, ¡estás en buena compañía! Digo esto, porque aquellos que pertenecemos al linaje de Avraham debemos saber y aceptar que él se describió a sí mismo como un forastero en una tierra extraña. ¡Vivió como nómada y forastero en una tierra que no le pertenecía!
Hemos estudiado como el Eterno le prometió a Avraham toda la tierra de Kenaán, pero al llegar a la parashá de esta semana (Jayei Sará) notamos que en realidad nuestro padre Avraham ni siquiera poseía suficiente tierra para enterrar a su esposa. Y es que Avraham a esas altura era un forastero en Kenaán sin ninguna propiedad propia. Él no contaba con una tumba familiar. Por eso, tuvo que comprar una propiedad a los lugareños.
Ante este problema, Avraham se acercó a los hititas que vivían en Hebrón y les dijo:
«Soy un forastero y un peregrino entre ustedes«.
Por eso, al estudiar el libro a los Hebreos, de los Escritos Mesiánicos, notamos que el autor parafraseó esa declaración sobre la estadía de Abraham en Canaán al comentar:
«Por la fe vivió como extranjero en la tierra prometida, como en tierra extranjera , habitando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque buscaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.» (Hebreos 11: 9-10)
«Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 1Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 1Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.« (Hebreos 11: 13-16)
El autor del libro de Hebreos infirió esta revelación de la declaración que nuestro padre Avraham hicera: “Soy un forastero y un peregrino entre vosotros” que él estaba buscando la Jerusalén mesiánica y el establecimiento del Malkut Elohim (Reino de los Cielos) en la Tierra. Él buscó “la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” y “un país mejor, es decir, celestial”. Si simplemente hubiera estado buscando una patria para llamar suya, podría haber regresado a Aram en Mesopotamia, donde su familia todavía tenía propiedades.
En verdad, Avraham tuvo todas las oportunidades para regresar a Aram, es más, notamos como más tarde (en esta misma parashá), envía a su sirviente Eliezer de regreso allí. Siendo ese el caso, ¿por qué Avraham y Sarah eligieron vivir como nómadas y extraños en un pedacito de tierra prometida que ellos mismos no iban a heredar? El autor de la epístola a los Hebreos dice:
“Estos murieron en la fe, sin recibir las promesas, pero habiéndolas visto y acogido desde lejos, y habiendo confesado que eran extranjeros y desterrados en la tierra” (Hebreos 11: 13).
Nuestros padres en la fe vivieron como extranjeros y exiliados en la tierra de Kenaán, pero lo hicieron con tanta confianza en la herencia futura. Buscaron la tierra prometida de la era mesiánica. Anticiparon la trascendente, “ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo de Dios.»
En el Olam HaVá (Mundo venidero), la Jerusalén de arriba descenderá para unirse con la Jerusalén física de abajo. Entonces las aguas superiores se unirán con las aguas inferiores.
Aunque Avraham y Sarah solo pudieron vislumbrarlo como desde la distancia, e incluso entonces, solo a través de los ojos de la fe, ese vislumbre de la Era Mesiánica y la Nueva Jerusalén del mundo por venir hizo este mundo actual y todo lo que tenía para ofrecer. pálido en comparación. Avraham se identificó a sí mismo como ciudadano del futuro reino y ciudad. En cuanto a este mundo actual y todo lo que tenía para ofrecer, dijo: «Soy un extranjero y un peregrino entre ustedes«. Por tanto, el Eterno, no se avergonzó de ser llamado Dios de Avraham (Hb. 11: 16).
De esta declaración de Avraham avinu viene la imagen del pueblo de Dios como peregrino incluye también un componente para los últimos días. Por lo tanto, entendemos que el peregrinaje de la fe no es un viaje al azar; está orientado hacia un objetivo. Abram salió «porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor» (Heb. 11:10, NIV). Así mismo, el destino final de los peregrinos es el lugar por encima de cualquier otro lugar: la Ciudad de Dios.
Los peregrinos anticipan el momento en que se hallarán en el centro cósmico de adoración, para inclinarse en adoración y gratitud ante su Creador y Redentor. Esto se producirá al momento de la Segunda venida, cuando Yeshúa HaMashiaj cumplirá la promesa hecha a sus discípulos de llevarlos a la casa de su Padre (Juan 14: 1-3). Por ahora, los peregrinos avanzan hacia la ciudad celestial, ese país mejor (Heb. 11:16), poseyendo ese objetivo específico por fe en las promesas divinas. Respecto de otras travesías, se dice que «las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra» (vers. 13, NVI).
Desde todo esto, debemos aceptar que nosotros, los peregrinos nos aferramos a las promesas del Eterno con absoluta confianza en el viaje a la morada de Yah, en el centro del cosmos.
¿Sabías que el Manuscrito Voynich lleva casi seis siglos siendo una de las mayores incógnitas de la historia?
Seguramente estarás diciendo: «¡Espera un poco David!,… ¿De qué cosa se te ha ocurrido hablar ahora?«
Quiero contarte acerca de un manuscrito que nadie ha podido descifrar… En los anales de la historia, pocos misterios han capturado la imaginación colectiva como el enigma del Código Voynich, el que ha sido considerado por algunos como el libro más misterioso del mundo.
En realidad, este documento data del siglo XV, pero el enigma del Manuscrito Voynich (también llamado «Código Voynich» o «Códice Voynich») comenzó recién en el año 1912, cuando fue redescubierto por el comerciante de libros raros Wilfrid Voynich, en honor a quien fue nombrado este misterioso texto. Se cuenta que este varón encontró el libro medieval en la biblioteca de un colegio jesuita ubicado en las afueras de Roma y de inmediato lo compró para exhibirlo en su librería de Londres, cautivado por la extrañeza de la pieza. Voynich, discernía en lo más profundo de su alma que se llevaba de Italia un ejemplar único que encerraba consigo uno de los más grandes misterios que dio la escritura a lo largo de su historia.
Desde el primer momento, el manuscrito se reveló como una obra de arte enigmática, sus páginas estaban repletas de ilustraciones de plantas desconocidas, diagramas celestiales y figuras humanas en extrañas amalgamas con la naturaleza, todo acompañado de un texto escrito en un idioma completamente desconocido y una escritura que, hasta la fecha, nadie ha podido descifrar. Gracias a una prueba de carbono 14 realizada en 2009 por un equipo de la Universidad de Arizona, se determinó que elvolumen fue elaborado entre los años 1404 y 1438.
El Manuscrito en verdad es un pequeño libro, de veintitrés por quince centímetros, con hojas irregulares en su interior, es decir, muchas de ellas están plegadas en dos y tres partes, con lo que equivalen al doble o al triple del tamaño del resto de hojas.
Al día de hoy, el volumen contiene 246 cuartillas, faltando 8 hojas, cuyo paradero se desconoce.
De las 246 páginas, 33 contienen solo texto, el resto de páginas son todo ilustraciones, y todas ellas creadas en tinta y acuarela. Los tonos más comunes en las aguadas son diversos, van entre los verdes, marrones, rojos, amarillos y azules. El contenido de las ilustraciones hace referencias al mundo científico y botánico.
El escrito exhibe una amplia variedad de elaboradas ilustraciones «tan desconcertantes como hermosas» que aún no se pudieron descifrar y un total de 37.919 palabras con 25 letras o caracteres distintos, también desconocidos hasta el día de hoy. Se barajó la posibilidad de que se tratase de alguna lengua oriental, del sánscrito, del tamil e incluso un lenguaje inventado. Sin embargo, ningún estudio logró esclarecer ese misterio.
En cuanto a su tamaño, es de 22 centímetros de alto por 15 de ancho, y cuenta con un grosor de cinco centímetros. Sus hojas están hechas de vitela (una especie de pergamino delgado y durable realizado con la piel de becerros nacidos muertos). Presenta una portada hecha de pergamino de piel de cabra (colocada por alguno de sus dueños posteriores ya que data de los siglos XVIII o XIX) sin ninguna indicación de su origen, es decir, sin mencionar título de la obra, autor o año de creación.Por cierto, la misma fue colocada por alguno de sus dueños posteriores ya que data de los siglos XVIII o XIX.
Sus páginas se encuentran numeradas, aunque se cree que los dígitos también fueron escritos por un propietario posterior del manuscrito y no su autor original. Y en medio, arriba o abajo de las ilustraciones, en cada hoja existe un muy prolijo texto, cuyo alfabeto, código o idioma no ha sido dilucidado aún ni por los más avezados criptógrafos del mundo. Se habló de alguna lengua oriental, del sánscrito, del tamil y hasta de un lenguaje inventado, similar al esperanto. Pero ningún estudio serio condujo a la solución del enigmático jeroglífico. Solo se pudo contabilizar que el texto estaba formado por 37.919 palabras, construidas con 25 letras o caracteres distintos.
Algunos especialistas han asegurado que la codificación, que parece compuesto en un híbrido entre elfo y árabe, y sería la única muestra conocida de este sistema de escritura. Los servicios de inteligencia británicos, el FBI e innumerables investigadores han pasado más de cien años intentando descifrarla, pero hasta ahora nadie lo ha conseguido.
Distintos historiadores cuentan que los astrónomos y alquimistas de antaño suspiraron con anhelo al ver los segmentos astronómicos, con sus ciclos solares y lunares, que parecen retratar una cosmovisión que, aunque antigua, alberga una profundidad asombrosa. Podría ser un reflejo de conocimientos ancestrales que con el tiempo se han esfumado. Estas páginas sugieren una comprensión del cosmos que es al mismo tiempo primitiva y profunda, reflejando posiblemente creencias y conocimientos que se han perdido en la noche de los tiempos.
En otro giro de su enigma, el Código Voynich alberga baños termales llenos de mujeres (ver foto), ilustraciones que son a la vez inocentes y cargadas de un simbolismo que escapa a nuestra comprensión moderna. Estas figuras humanas, interactuando con una naturaleza fluida y casi mística, sugieren rituales, curaciones y una simbiosis con el mundo natural que nos es ajena.
Lo curioso de todo esto es que al día de hoy, no se ha logrado descifrar ni una sola frase, ni una palabra, ya que no existe ninguna referencia comparativa, ningún otro texto de dicha época en el que está catalogado el manuscrito que ayude a desvelar el secreto. Es un código encriptado en el tiempo, que está destinado a no ser descifrado jamás.
En la enumeración de hipótesis sobre el posible contenido del manuscrito Voynich, a través de los años, los voycologistas conjeturaron que podía tratarse de cuaderno de botánica, un libro cabalístico, esotérico, o relacionado con la alquimia. También se adujo que era un tratado de homeopatía, un catálogo de pócimas mágicas, un texto hermético o, incluso, el diario de un extraterrestre. Se consideró también la idea, nada improbable, de que el libro haya sido ni más ni menos que un timo, la obra de algún exquisito falsificador.
La primera noticia de la existencia del Código Voynich data del año 1580, cuando el emperador Rodolfo II de Habsburgo, muy interesado en las ciencias ocultas, la magia y las rarezas de todo tipo, lo adquirió por la elevada suma de 600 ducados a los ingleses John Dee –un mago que decía comunicarse con los ángeles mediante unas piedras– y Edward Kelley, un embaucador.
Esa alta suma pagada por el emperador para obtener el códice fue esgrimida por algunos como una de las supuestas pruebas de que el libro se realizó a modo de estafa con el fin de sacarle dinero al monarca. Por otro lado, hay historiadores que sostienen que Rodolfo II compró el libro porque le aseguraron que había pertenecido, o incluso, que lo había escrito el filósofo y teólogo inglés del sigloXIII, Roger Bacon.
En los siglos XVI y XVII, más eruditos intentaron descifrar el lenguaje encriptado del códice. El alquimista Jacobus Horcicky de Tepenecz, el bibliotecario imperial Georg Barsche y el profesor de la Universidad de Praga, Johannes Marcus Marci,entre otros. Incluso se envió el libro al jesuita Athanasius Kircher, famoso por intentar descifrar los jeroglíficos del antiguo egipcio, pero tampoco pudo dar con una respuesta y donó el volumen a la que hoy es la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma.
Durante el siglo XX, los criptógrafos de la unidad militar de los Estados Unidos intentaron también revelar los secretos del libro, pero no pudieron. En 1921, el profesor de filosofía e historia medieval de la Universidad de Pennsylvania, William Newbold señaló que había descubierto la clave para leer el texto de Voynich. Pero luego dijo que la había vuelto a perder. Cinco años después este académico falleció, hundido en la demencia, por lo que la comunidad científica comenzó a desacreditar retroactivamente todas sus afirmaciones.
A fin de hacer este cuento más corto, les comparto este corto de Discovery Channel en el que podrán tener un resumen acerca de lo que hoy se piensa de este manuscrito incógnito.
Por sobre todo lo dicho, diré que es el lenguaje de este texto etéreo y esquivo, el que hace que el Código Voynich sea una maravilla perenne. A lo largo de los años, criptógrafos, lingüistas y decodificadores de códigos, tanto aficionados como profesionales, han intentado desentrañar sus misterios. Se ha especulado que es un engaño, una lengua perdida, un código elaborado que requiere una clave perdida hace mucho tiempo o incluso la obra de un extraterrestre dejada a la humanidad. Cada teoría, tan fascinante como la anterior, solo ha añadido capas a su misterio en lugar de desentrañarlo.
Al recorrer el Código Voynich, uno siente una conexión con una época de descubrimientos y maravillas. Sus ilustraciones botánicas, aunque desconocidas, insinúan un universo alterno donde lo familiar se entremezcla con lo inexplorado.
Y en sus rincones más desconcertantes, el manuscrito revela escenas de mujeres en paisajes acuáticos, evocando rituales o prácticas curativas, un enlace con la naturaleza que quizás ya no comprendemos.
El texto del manuscrito es quizás su rasgo más evasivo. A pesar de los innumerables esfuerzos por descifrarlo, sigue siendo una serie de signos y símbolos incomprensibles. ¿Es acaso un lenguaje perdido, un código intencionado o simplemente la obra de una mente brillante jugando con su audiencia? Las teorías abundan, pero las respuestas escasean.
El Código Voynich es un recordatorio humillante en nuestra era digital. A pesar de tener el mundo al alcance de un clic, hay misterios que permanecen intactos, desafiando nuestra curiosidad y humildad. El manuscrito se mantiene como un testimonio de que el pasado, en ocasiones, guarda secretos que no están destinados a ser revelados.
En esta semana volvemos a reiniciar nuestra investigación de los códigos yahvistas escondidos en la Torah (Instrucción) divina. Comenzamos una vez más con el primer libro conocido en hebreo como Sefer Bereshit y en lo profano como el libro de Génesis.
En el primer capítulo leemos que Elohim (Dios) hizo al hombre «a su imagen«; inmediatamente nuestra mente no puede evitar cuestionar: ¿cuál es la imagen del Dios invisible?, o mejor formulada la pregunta: ¿Qué o quién es la imagen de Dios?
Serán los Sabios místicos los que lograrán dar la respuesta al comentar que Dios hizo a Adán a imagen del Adán Celestial, conocido como el Primogénito de toda la creación, la imagen espiritual de Elohim. De este modo la doctrina del Adán celestial intenta reconciliar el conflicto entre la idea de que Dios es incorpóreo, es decir, sin imagen ni forma, y la idea de que el hombre es creado a imagen de Dios.
Con esto en sus mentes (desde las enseñanza que recibían desde su niñez) los apóstoles proclamaron y enseñaron a las comunidades del primer siglo la identidad de este Adán celestial:
«Yeshúa es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación» (Colosenses 1:15).
“Él es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza” (Hebreos 1:3).
Será el apóstol Pablo quien aludirá a las mismas ideas místicas cuando declara:
“Así como nosotros trajimos la imagen del terrenal [es decir, Adán], también llevaremos la imagen del celestial [es decir, Yeshua]” (1 Corintios 15:49). ).
Pablo llama a Adán “el primer Adán” y al Mesías “el segundo Adán”, y según esta enseñanza paulina:
“El primer Adán es de la tierra, terrenal; el segundo Adán es del cielo” (1 Corintios 15:47),
“… una impresión del que había de venir” (Romanos 5:14).
Es decir que Adán (la humanidad) fue hecho a la imagen del Mesías.
La obra judía Tz’nah Ur’enah (guía de estudios de la Torah para las mujeres) dice:
“Así como Adán fue creado a la imagen de Dios, así el Mesías es ungido por Dios, y el Espíritu de Dios estará sobre él”.
¡Esta revelación es maravillosa!… ¡Dios creó a Adán a Su imagen, y el Mesías es la imagen de Dios!… “Él es la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15); “Él es el resplandor de Su gloria y la representación exacta de Su naturaleza” (Hebreos 1:3).
Lucas escribió su evangelio desde esta revelación por ello se refiere a Adán como “el hijo de Dios” (Lucas 3:38).
Con todo esto en nuestra mente, nuestro corazón se eleva en la conciencia de que el Mesías, como el segundo Adán, proporciona a la humanidad un nuevo comienzo. En otras palabras, en el Mesías, la raza humana puede volver al Gan Edén, por así decirlo, y comenzar de nuevo en perfecta inocencia y rectitud.
El nombre de Adán (hebreo Adam) significa «hombre«, «ser humano«, «humanidad«. El pecado y la muerte llegaron a la humanidad como resultado del pecado de un hombre. A través de un solo acto de desobediencia, Adán perdió su derecho al Árbol de la Vida (y de ese modo su poder de ser co-creador con Elohim de los otros mundos). Por ello es que la muerte vino a través de Adán y afectó a toda la humanidad. Pablo afirma que la muerte vino “aun sobre los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán” (Romanos 5:14), lo que quiere decir que todos mueren.
Parece terriblemente injusto que la transgresión de un solo hombre condene a toda la humanidad a la muerte, pero es igualmente injusto que la justicia de un hombre también ofrezca a toda la humanidad la recompensa de la justicia:
«El derecho al árbol de la vida» (Apocalipsis 22:14)
Por eso toda alma humana que se une al “último Adán”, el Espíritu vivificante, recibe esa recompensa celestial por lo cual todo le es posible.
El Mesías es un segundo Adán, pero a diferencia del primer Adán, no transgredió. Si el pecado del primer Adán fue suficiente para merecer la muerte de toda la humanidad, la justicia del Mesías —el postrer Adán— es suficiente para merecer la vida para todos nosotros:
“Porque así como en Adán todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados”. (1 Corintios 15:22).
Esta es la esperanza de la vida eterna por la resurrección de los muertos. Esta es la fuerza de nuestra fe en el destino de propósito que nos espera. ¡Recordémoslo la resurrección revierte la perdición de Adán!
La sinagoga de la ciudad de Capernaum estaba llena de gente, en medio de tantos feligreses, Yeshúa se comparó con el maná, el pan del cielo, diciéndole al pueblo lo siguiente:
“En verdad, en verdad os digo: no es Moisés quien os ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo” (Juan 6:32)
Así es, Yeshúa ofreció a la gente de ese momento «el pan de vida», pero ¿qué significa eso en términos prácticos desde la cultura judía que sus oyentes tenían?
Lo primero que debo dejar claro es que este dicho de nuestro Maestro no niega que el maná en el desierto vino del cielo o incluso que el maná vino por obra de Moisés. Recordemos que el Eterno hizo que los israelitas pasaran hambre en el desierto y luego los alimentó con maná para enseñarles que no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Jehová (Devarim/ Deuteronomio 8:3). El sexto día les proporcionó una doble ración para que pudieran descansar en la presencia de Yah el séptimo día (cf. Éxodo 16:21-30).
Cuando Yeshúa realizó el gran milagro de alimentar a las multitudes, les estaba recordando este mismo principio que habían aprendido nuestros ancestros: Él es el Pan de Vida que sostiene a su pueblo con su misma palabra. Si nos alimentamos de su palabra para nuestro sustento espiritual él también nos dará nuestro pan de cada día. Yeshúa le dijo a la gente:
“Les aseguro que me buscan, no porque hayan visto señales, sino porque comieron los panes y se saciaron. No trabajéis por comida que se echa a perder, sino por comida que a vida eterna perdura, que os dará el Hijo del Hombre. Sobre él Dios Padre ha puesto su sello de aprobación”. Entonces le preguntaron: “¿Qué debemos hacer para hacer las obras que Dios requiere?” Jesús respondió: “La obra de Dios es esta: creer en el que ha enviado” (Juan 6:25-29).
Ahora, en segundo lugar, y volviendo al versículo (de Juan 6: 32) les comentaré que la sintaxis griega del texto evangélico pone el énfasis en la verdadera naturaleza del pan mesiánico del cielo. En otras palabras, el maná que vino en los días de Moisés era, en verdad, pan del cielo, pero no “verdadero pan del cielo”. Yeshúa está enseñando a sus oyentes que a diferencia del maná que llegó mediante el ministerio de Moisés, el verdadero pan del cielo “da vida al mundo” (Juan 6:33).
Es decir, que el Maestro ofreció al pueblo en la sinagoga de Cafarnaúm el verdadero pan del cielo. Él les reveló que si comieran de él, nunca más tendrían hambre ni sed de Dios. El verdadero pan del cielo da vida al mundo.
Recordemos que en un capítulo previo (capítulo 4), el evangelista relata como Yeshúa le hizo una oferta similar a la mujer samaritana, junto al pozo de Yaakov. Él le ofreció agua viva, diciendo:
“El que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; pero el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).
La mujer samaritana no entendió bien. Ella pensó que Yeshúa le ofreció agua mágica y literal. Por eso ella dijo:
“Maestro, dame de esta agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla” (Juan 4:15).
La gente en la sinagoga de Capernaum también tomó literalmente la oferta del pan celestial del Maestro. Le dijeron:
“Maestro, danos siempre este pan” (6:34)
Ante esta falta de discernimiento, Yeshúa respondió:
“Yo soy el pan de vida, el que a mí viene, nunca pasará hambre, y el que cree en mí, nunca tendrá sed.” (Juan 6:35)
Es obvio que Yeshúa no se llama a sí mismo una barra de pan literal. ¡Eso sería extraño! Más bien, nuestro Dueño y Maestro está usando el pan como analogía para enseñar a sus oyentes acerca de la única manera de recibir una verdadera renovación espiritual de Dios. En resumen, así como el pan físico nutre nuestro cuerpo, Yeshúa, como pan de vida, alimentará y sustentará nuestro espíritu. Además, el pan físico perece y sólo frena el hambre durante un corto tiempo. Sin embargo, Yeshúa es el pan espiritual del Cielo, dado por el Padre, que durará por la eternidad, dándonos vida para siempre.
Justamente a eso vino el Mesías: a ofrecer comida y agua imperecederas, es decir vida eterna (la calidad de vida que el Eterno tiene y da). Yeshúa, oficiando como un anfitrión de un banquete, invitó al pueblo a venir, beber y comer.
Debemos saber que el “agua viva” (de Juan 4) y el “pan de vida” (de Juan 6) aluden a un importante pasaje mesiánico de Isaías que revelaba en su lenguaje críptico cómo el pueblo de Israel debía reconocer al Mesías:
«Todo el que tenga sed, venga a las aguas; y vosotros que no tenéis dinero venid, comprad y comed. Venid, comprad vino y leche sin dinero y sin coste. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y vuestro salario en lo que no sacia? Escúchame atentamente, come lo bueno y deléitate en abundancia. Inclinad vuestro oído y venid a Mí. Escucha, para que vivas.» (Isaías 55: 1–3)
En los oráculos de Isaías, el que viene a las aguas y el que viene a comprar alimentos incorruptibles es el mismo que escucha atentamente: “Escúchame atentamente… Inclina tu oído y ven a Mí. Escuchen, para que vivan…” Esto aclara las cosas. Venir a Yeshúa y participar del pan de vida ciertamente requiere creer en Aquel que Dios ha enviado (6: 29, 36), pero creer en Yeshúa incluye escucharlo, prestarle atención, creer en Sus palabras y someterse a Su autoridad para lograr alcanzar la plenitud de vida justa que Él logró mientras caminó entre los hombres.
Por lo tanto, cuando Yeshúa se revela como el Pan de Vida, está queriendo decir que Él representa claramente ese maná que descendió del Cielo para impedir que el pueblo de Israel pereciera en medio del desierto. Él es el alimento básico del que se nutrieron sus antepasados, pero de igual forma es la mayor expresión de vida que conoce cualquiera que está escondido en Él en nuestra actualidad.
Es en Su Palabra donde podemos encontrar ese alimento diario para nuestras almas. Pero también a su vez, es esta misma Palabra la que también posibilita nuestro crecimiento espiritual.
Cuando Yeshúa le dijo a la gente que Él era el pan de vida, no estaba diciendo que llenaría sus estómagos. Estaba refiriéndose a que cualquiera que le siguiera, y viviera su palabra como alimento diario, tendría vida. Y en este caso no estaba hablando de vida terrenal, sino de vida eterna.
Él estaba enseñando lo que significaba la verdad mayor: cualquier necesidad emocional, espiritual o física que podamos tener, Él es el único que puede satisfacerla. La mayor necesidad de tu corazón debe ser el amor de Dios.
Fíjate bien, Yeshúa no dijo “yo soy un pan de vida”, sino que dijo “yo soy el pan de vida”, lo que quiere decir que es el único alimento espiritual que nos puede ayudar a vivir bajo la presencia de Dios y obtener la salvación. Yeshúa HaMashiaj es el único camino, la única verdad, y la vida verdadera; Él es “la vida eterna”.