«Y he aquí estaba en la sinagoga de ellos un hombre con un espíritu inmundo, el cual comenzó a gritar, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres: el Santo de Dios. Yeshúa lo reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él!…«
Evangelio de S. Marcos 1:23-25
De acuerdo a los Sabios del hebreo bíblico, se acepta que todos los mandamientos de la Torah, en un aspecto u otro, revelan la santidad del Mesías. La Parashá (Sección) número 30 Kedoshim comienza con el mandamiento: Sed santos, porque santo soy yo Yahvéh vuestro Elohim” (Levítico 19:2) no tiene límite superior, pero la santidad del Mesías excede la de cualquier persona.
Es bien sabido pues, y así aceptado por toda escuela rabínica, que la santidad del Mesías supera incluso a la de Moisés. De esta manera, las palabras “seréis santos” se aplican únicamente al Mesías como Cabeza de un Cuerpo místico que irradia su esencia: Israel. Desde esto, siempre en Israel se entendía que el Mesías participa directamente de la santidad de Elohim. Este concepto explica por qué los Escritos Mesiánico se refieren al Mesías como “el Santo de Dios”. Tanto los apóstoles, como todos los discípulos aplicaron ese título a Yeshúa, y como podemos leer en el texto del Evangelio de Marcos que encabeza esta bitácora incluso los demonios lo reconocieron bajo este título: el Santo de Dios.
Yeshúa es llamado el Santo de Dios porque Su santidad se origina en el Eterno.
Si pensamos esto con respecto a Su persona física, la santidad de Yeshúa resulta de Su concepción y nacimiento. Ningún otro ser humano ha nacido de una mujer en virginidad.
Si lo reflexionamos en cuanto a Su poder espiritual, Su santidad fluye de la bendita Unción del Espíritu Santo que descansa sobre Él sin medida.
En lo que respecta a su conducta ética, sabemos que el Maestro derivaba su santidad de su enfoque diario de imitar al Eterno en una relación filial, y de la obediencia a los mandamientos que el Eterno había revelado en Su Torah. En la medida en que los mandamientos son las definiciones de la santidad, el Mesías también se define por los mandamientos porque Él los guardó. Por lo tanto, Él es el único capaz de cumplir el mandamiento “Sed santos, porque santo soy yo, Yahvéh vuestro Dios” (Levítico 19:2).
Yeshúa reveló con su vida que son los mandamientos de Dios los únicos que definen la conducta santa.
Regresando con nuestra mente a lo expresado al comienzo, sabemos y aceptamos que todos los mandamientos de la Torah, en un aspecto u otro, revelan al Mesías. Cada uno de los preceptos que conforman el Jumash revela algún elemento esencial de la persona y el carácter del Mesías. Los mandamientos son la voluntad y la sabiduría del Eterno. Yeshúa dice:
“No se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lucas 22:42)
En otra oportunidad Él dice:
“No hago nada por mi propia iniciativa, sino que hablo estas cosas como el Padre me enseñó.” (Juan 8:28).
Nuevamente aseveró:
“He guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor” (Juan 15:10).
Estos pasajes enfatizan la única Verdad: ¡existe una relación directa entre los mandamientos de la Torah y la persona del Mesías, porque los mandamientos son una revelación directa de Yahvéh. Todos ellos, tal como si fueran un cuerpo, revelan la piedad compasiva del Eterno, por eso es que Yeshúa dijo:
“El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Juan 14:9).
Es justamente con todo este conjunto de ideas celestiales en su mente que el Maestro se comparó con un hijo aprendiz del oficio de su padre:
“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, a menos que vea hacer al Padre; porque todo lo que hace el Padre, esto también lo hace el Hijo de la misma manera.” (Juan 5:19).
En el contexto de Israel, un hijo primogénito, al llegar a los trece años, se ofrecía como discípulo aprendiz a su propio padre con el objetivo de adquirir las habilidades del oficio que este tuviera. Esto lo lograba observando cotidianamente a su padre en su trabajo, e imitándolo cuidadosamente en cada detalle artístico que dicho oficio requería. En forma sujeta, dicho hijo se disponía diariamente y desde muy temprano a un aprendizaje riguroso en el que los trucos de la artesanía de su padre se iban transfiriendo a su mente. De ese modo, dicho hijo sabía que llegaría un día en el que estaría ya capacitado para hacer el mismo trabajo que aprendió de su padre, y causarle la complacencia que toda alma paternal anhela de su legado. Del mismo modo, Yeshúa aprendió Su oficio de Santo por la observación del Padre. Así alcanzó la santidad por imitación del Padre, como está escrito: «Santos seréis, porque santo soy yo Yahvéh vuestro Dios.»
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol.
«Y que me hagan un Santuario, para que yo habite entre ellos.
– Éxodo 25:8
En los estudios de la semana pasada, Mishpatim, vemos muchas listas de «mandamientos civiles» que también definen las relaciones entre el Hombre y Dios, el Hombre y el Hombre, el Hombre y la Tierra, y el Hombre y la Propiedad.
Esta semana, hemos aprendido los mandamientos relacionados con el Tabernáculo ( Mishkan) , y los conceptos profundamente ocultos involucrados en los que se pueden explorar los misterios de Dios y Su creación.
La palabra Terumah significa «Ofrenda alzada» y describe la elevación de la Shekinah hacia los cielos , especialmente la unión con el novio.
Aquí necesitamos enfocarnos con todo nueestro corazón en el concepto de Shekinah (Gloria):
“…para que pueda habitar [sh’kan como en Sh’kinah] entre [en] ellos”.
Es que el principal concepto importante es sobre la construcción del Mishkan y el Templo Sagrado se fundamenta en una sola razón: que la Sagrada Presencia del Altísimo esté entre nosotros. Sin duda, sería un lugar donde se hicieran ofrendas, se realizaría la purificación y donde se enseñaría la Torah a las naciones. Y el resultado final es que el Altísimo moraría entre nosotros, sus hijos primogénitos, los Benei Israel. Es por eso que los primeros seguidores de Yeshúa, nuestro Mesías, se refirieron a sí mismos como Ha-Derekh [el Camino]. Es por eso que las imágenes del Camino al Árbol de la Vida [Derekh etz ha-Jaim, Gen 3:24] eran evidentes tanto en el Mishkán como en el Templo Sagrado de Jerusalén.
Ahora bien: ¿Qué significa realmente Terumah?
La raíz de terumah es rum [letras: resh-vav-mem]. Esta raíz verbal significa “levantar”.
El primer uso se encuentra en Bereshit (Génesis):
«Y el diluvio estuvo sobre la tierra cuarenta días. Las aguas crecieron y alzaron (teruma) el arca, y se elevó sobre la tierra.« (Génesis 7:17)
Terumah, (griego: aparche), se trata de levantar, para que podamos experimentar la Presencia del Altísimo morando entre nosotros. En aquellos días embriagados de simjah (alegría) al pie del Monte Sinaí, levantamos los materiales usados para construir el Mishkan (Tabernáculo), de YHVH. Después de que nos levantamos, Moisés contó fielmente el patrón. Betzalel, lleno del Espíritu de Sabiduría, construyó el Arca y el mobiliario. Aarón y sus hijos fueron ungidos. El Mishkan y todo su mobiliario fueron ungidos. Y entonces… la Presencia del Altísimo descendió y llenó ese lugar.
El Dios Infinito llenó una dimensión de la fisicalidad: el espacio-tiempo. ¡El Santo, Bendito sea, descansó entre los hombres y finalmente Su Shekinah (Gloria) habitó físicamente entre nosotros!
Por ello, los primeros discípulos de Yeshúa comprendieron que todoa esta manifestación gloriosa del Eterno había sido lograda en la vida del Maestro, tal como lo expresara el apóstol Juan en sus escritos:
«El Verbo se hizo carne y habitó con nosotros, y vimos su Sh’khinah (Gloria)…» — Juan 1: 14
«Y como está escrito: Oí una gran voz desde el trono que decía: “¡Mira! La Shekhinah de Dios está con la humanidad, y vivirá con ellos. Ellos serán su pueblo, y él mismo, Dios-con-ellos, será su Dios» – Apocalipsis 21:3
Así mismo el apóstol Pablo escribía:
«Porque el Templo de Dios es santo, y ustedes mismos son ese Templo.» – 1 Corintios 3: 17
«¿O no sabes que tu cuerpo es un templo para el Ruach HaKodesh que vive dentro de ti, a quien has recibido de Di-s? El hecho es que ustedes no se pertenecen a sí mismos.» – 1 Corintios 6:19
Entonces, lo que en la porción Terumáh se revela de acuerdo a nuestra emunah, es que nuestro Maestro y Dueño Yeshúa es la Terumah del Altísimo. Él fue levantado, para que el Santo de Israel, Bendito sea, pudiera habitar entre nosotros, y manifestarse desde nuestro interior. ¡Yeshúa es nuestro Mishkan actual, y nosotros mismos debemos levantarlo!
Yeshúa es la Terumah de Elohim, tal como lo afirmara el apóstol Pablo al escribir:
«… pero ahora el Mesías ha resucitado de entre los muertos y se ha convertido en las primicias [aparché] de los que durmieron. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre vino la resurrección de los muertos.« (1 Corintios 15:20-21)
Y aquí encontramos la buena pieza de información paulina:
«Así que de ahora en adelante no consideraremos a nadie desde un punto de vista mundano . Aunque una vez consideramos al Mesías de esta manera, ya no lo hacemos.Así que hemos dejado de evaluar a los demás desde un punto de vista humano. Hubo un tiempo en que pensábamos en el Mesías simplemente desde un punto de vista humano. ¡Cuán diferente lo conocemos ahora!« – 2 Corintios 5:16
«De hecho, el Tanaj lo dice: Adán, el primer hombre, se convirtió en un ser humano viviente; pero el último «Adán» se ha convertido en un Espíritu vivificante (es decir, Espíritu vivificante / Torá del alma).» – 1 Corintios 15:45
Para captar todo esto, y lograr una correcta conclusión de todo este mensaje divino, les contaré que existe un paradigma que los Sabios de Israel siempre han dicho al describir la misión del Mesías entre los hijos de Israel:
«Y quien respira el temor de Yahvéh está participando del Espíritu del Mashiaj.»
¿Qué secreto esconde esta frase para todo Talmidim que estudia Torah y espera desde Su guía al Mashiaj?
Para explicarlo, los maestros citan lo que el salmista dice del Mesías:
«Tu Trono, Dios es eterno… amas la justicia y rechazas la maldad, por eso Elohim, tu Elohim, te ha ungido ; aceite de alegría por encima de tus compañeros» (Salmos 45:7)
Como está escrito:
«Sopló en su nariz» (Génesis 2:7)
Aquí es donde encontramos una muy buena conexión entre la «Nariz» y el «Mesías«.
Esta conexión revela que la Kedushá (Santidad) divina viene sí o sí por los méritos del Alma del Mesías, pues está escrito:
«El Aliento de nuestras Narices es el Mesías de YHVH» (Lamentaciones 4:20).
Con este oráculo, se revela a Israel que sólo con y a través del Mesías se logrará la conexión plena con el Creador; pues está escrito en el profeta Isaías:
«Él respirará el temor de Dios» (Isaías 11:3).
Así mismo de Él está escrito en los Salmos:
‘Su Nombre es para siempre, ante el Sol [Yinon] es su Nombre‘ (Salmo 72:17).
El salmista está expresando que el Mashiaj es más elevado que el Orden de la Creación (cf. Ohr haTorah, Mikets p. 2202). Ante esta concepción es que el apóstol Juan expresó:
«… y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…» (Juan 1:14b)
Y también lo describe en el libro de Revelación así:
«Llevaba una túnica empapada en sangre, y el nombre por el que se le llama es: «LA PALABRA DE DIOS (es decir, el Davar YHVH).» (Apocalipsis 19 : 13)
Nosotros también somos Su Terumah. Somos Sus primicias (aparche). Somos Su ofrenda elevada. Podemos, en Él, ser una especie de Primicias de Sus Criaturas.
«Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto, y desciende del Padre de las luces, con quien no hay variación ni sombra de cambio. De su propia voluntad nos hizo nacer por la palabra de la verdad, para que fuéramos una especie de primicias [aparché] de sus criaturas.» (Santiago 1:17-18)
Sabemos ya que los doce panes de la presencia simbolizaban las doce tribus de Israel. De acuerdo a lo ordenado por el Eterno, los sacerdotes horneaban doce panes frescos cada Shabat y los ponían delante de YHVH. Los sacerdotes quitaban el pan viejo y lo comían en Shabat. En este sentido, el pan simbolizaba una comida compartida entre los sacerdotes (que representaban a las doce tribus) y el Eterno, era un memorial de la comida del Pacto en la que participaron los sacerdotes y los jefes de las doce tribus en el Monte Sinaí. El ritual de la jalá fresca el pan en nuestras mesas del Shabat nos recuerda este aspecto del servicio del Templo.
Ahora bien, sabemos también que en los días de Yeshúa y los apóstoles, el sacerdocio había crecido tanto que los doce panes no eran suficientes para alimentar a todos los sacerdotes de turno en un Shabat determinado. Cada sacerdote recibió sólo un pequeño bocado de los panes. Cuando el favor de Dios descansó sobre la nación, sucedió un milagro y el bocado satisfizo por completo al sacerdote, aunque apenas había comido más que una miga. Una vez que todos los sacerdotes hubieron comido de los doce panes y se hubieron saciado, encontraron que aún les quedaban sobras. El Talmud dice:
“Cada sacerdote que recibía un trozo de pan del tamaño de una aceituna lo comía y quedaba satisfecho, y algunos lo comían y sobraban”.
Fue por este milagro que los rabinos asociaron los doce panes de la presencia con la prosperidad de la nación. Ramban explica que el Eterno bendijo a la nación con prosperidad a través del pan de la presencia. Desde que creó el universo, el Eterno no introduce algo ex nihilo, sino que cuando quiere producir algún tipo de aumento, lo hace brotar de algo que ya existe. Por ejemplo, el profeta Eliseo realizó un milagro de multiplicación cuando hizo que una sola jarra de aceite llenara numerosas jarras más grandes.
Ramban dice que el Señor usó la mesa de la presencia para realizar un milagro de multiplicación similar en nombre de la prosperidad de la nación. Mientras los sacerdotes colocaban el pan sobre la mesa, la prosperidad fluía para toda la nación.
Por todo ello, la alimentación milagrosa de nuestro Maestro con los cinco panes a las multitudes alude al Pan de la Presencia. La primera vez, partió cinco panes y alimentó a miles, y los discípulos juntaron las sobras. La segunda vez, partió siete panes y alimentó a miles. Nuevamente los discípulos juntaron las sobras. En total, partió doce panes. El milagro indica que el Mesías marcará el comienzo de una era dorada de prosperidad espiritual y material: el Reino de los Cielos manifestándose en medio de los hombres.
Los maestros de la Biblia suelen interpretar el rasgado del velo del Templo como una señal del descontento de Dios con el pueblo de Israel y el Templo, pero la tradición judía apunta a otro significado.
«Colgarás el velo debajo de las hebillas, y meterás el arca del testimonio allí dentro del velo; y el velo os servirá de separación entre el lugar santo y el Lugar Santísimo.
(Éxodo 26:33)
El Eterno mandó que se hiciera un velo para separar el «Kodesh HaKodashim» (Santo Sanctórum o Lugar Santísimo) del Lugar Santo. Según los Evangelios, el velo se rasgó en dos pedazos cuando Yeshua expiró sobre la cruz:
“Y el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:38).
Los maestros de la Biblia suelen interpretar el rasgado del velo del Templo como una señal del descontento de Dios con el pueblo y el Templo, pero según el libro de Hebreos (leer 10:19-20), el velo simboliza el cuerpo del Mesías. ¡Él es el velo! Como la vida fue arrancada de Su cuerpo, la cortina fue rasgada con el resultado de que pudiéramos tener acceso al trono de gloria en el Templo Supremo a través de Él. Esto no es lo mismo que abrogar o anular el sistema de adoración del Templo; más bien, la rasgadura del velo dramatizó vívidamente lo que la muerte del Mesías logró para nosotros: el acceso a Dios a través del sufrimiento del Mesías.
Sobre el velo estaban bordados dos querubines. Los querubines invocan la imagen del Jardín del Edén y el camino hacia el Árbol de la Vida, como dice el relato de Bereshit (Génesis):
“Y al oriente del jardín del Edén colocó los querubines y la espada encendida que giraba en todas direcciones. para guardar el camino al árbol de la vida.” (Génesis 3:24)
Los querubines sobre el velo estaban de centinela frente al Lugar Santísimo como los dos querubines que guardan el camino al árbol de la vida (la inmortalidad) y el Jardín del Edén (el Paraíso). Cuando la cortina se rasgó en dos pedazos, la rasgadura creó un camino entre los dos querubines, simbolizando el camino de regreso al Edén.
El biblista David Daube interpreta el rasgado del velo como una expresión del dolor de Dios. Rasgar las vestiduras es un rito de luto judío. Cuando Eliseo vio partir a su maestro Elías, “tomó sus propios vestidos y los rasgó en dos partes” (2 Reyes 2:12). Por esto, algunos manuscritos de Marcos 15:38 hacen una alusión explícita a 2 Reyes 2:12 al leer: “el velo del templo se rasgó en dos partes”.
Los sabios comentaron la historia de Eliseo rasgando sus vestiduras y enumeraron varias tragedias por las cuales uno debe rasgar sus vestiduras en dos partes y dejarlas para siempre sin remendar. Incluyen la muerte del padre o la madre, la muerte del maestro, la quema de un rollo de la Torah y la destrucción del Templo o la misma ciudad de Jerusalén.
El Talmud también establece que si uno es testigo de que alguien “exhala por última vez”, debe rasgar sus vestiduras:
Rabí Shimon ben Eleazar dice:
“Aquel que está cerca del moribundo, en el momento en que respira por última vez, tiene el deber de rasgar sus vestiduras”.
(n. Bava Meitzá 25a)
El Evangelio de Marcos presenta la misma secuencia en el mismo tipo de lenguaje:
“Expiró, y el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:37-38).
La cortina del Templo se puede comparar con el manto de Dios:
Si no estuviera escrito en la Escritura [Lamentaciones 2:17], nadie se atrevería a pronunciarlo:
“YHVH ha hecho lo que se propuso, lo que mandó desde tiempos antiguos; Él ha rasgado Su vestido de púrpura.” (Pesikta Rabbati 27:2)
Con el nacimiento de Juan Bautista se cumple de manera visible el mensaje del ángel a Zacarías. Al ir a circuncidar al niño, la gente propone que le impongan el nombre de su padre, pero Isabel, la madre, sin duda por lo que su esposo le habría contado de la aparición del ángel, resuelve que se llamará Juan, y otro tanto sentencia el padre, que estaba sordo y mudo, escribiéndolo en una tablilla cuando se lo preguntan por señas. Inmediatamente Zacarías vuelve a hacer uso del lenguaje y sus primeras palabras son el cántico de alabanza divina. La impresión producida por la visible intervención divina es un temor sagrado, «quedaron sobrecogidos», y la noticia se extiende por los alrededores. Lo sucedido en la circuncisión del niño da que pensar a cuantos se enteran y es interpretado como señal de su predestinación para alguna misión extraordinaria: «¿Qué va a ser de este niño?». El evangelista añade un comentario que confirma la opinión del pueblo: la mano de Dios, símbolo de su protección y su providencia, actúa de manera visible desde un principio en la vida de aquel niño, venido al mundo ya en tan milagrosas circunstancias.
El himno de Zacarías («Benedictus«) muestra grandes semejanzas de ideas y sentimientos con el «Magníficat» de Miriam (María). Al igual que éste, también el Benedictus se mueve totalmente dentro de la mentalidad de la TaNaK (Antiguo Testamento), quedando en el límite entre el Antiguo Testamento y el Nuevo.
El tema central del himno de Zacarías lo forman la misericordia de Dios y su fidelidad a su alianza. Al igual que el Magníficat es también el Benedictus, en su mayor parte, una compilación de pensamientos tomados del AT, de la que tampoco en este caso resulta una simple y hábil sucesión de reminiscencias veterotestamentarias, sino una nueva unidad. También como en el Magníficat, sus pensamientos son, aunque no en la misma medida, afirmaciones de carácter general, distinguiéndose de aquél en su referencia expresa a la persona y la futura misión redentora de su destinatario (Juan el Bautista, vv. 76-77). Una diferencia con el Magníficat suponen también los rasgos judíos nacionalistas de su primera mitad (vv. 67-75).
La primera parte del himno (vv. 68-75) ensalza, al igual que el cántico de María, las grandes obras redentoras de Dios, que alcanzan su punto culminante en la misión del Mesías.
La segunda parte (vv. 76-79) se vuelve al recién nacido hijo de Zacarías, cantando en proféticas palabras la tarea para la que Dios le ha destinado. Mientras que el Magníficat procede en su ideario de lo individual a lo general, de la persona de María «a la plenitud de la actuación divina», en el himno de Zacarías encontramos un orden inverso, lo cual radica, tanto en un caso como en el otro, en la situación respectiva de la persona que lo pronuncia. Zacarías queda lleno de Espíritu Santo, como antes Isabel (v. 41), en el momento de desatarse su lengua, y pronuncia su cántico en aquel estado de inspiración profética (v. 67).
V. 68. El himno comienza con las alabanzas dirigidas a Dios usuales en muchos salmos del AT y oraciones posteriores judías. La actuación de la misericordia, esto es, de la bondad y la indulgencia divinas, constituye el contenido único de la primera mitad del himno; la glorificación de Dios por la oración de los hombres puede consistir solamente en la sonora proclamación agradecida de sus obras. Los pensamientos se mantienen dentro del horizonte de la elección de Israel por parte de Dios como pueblo suyo. En previsión de la época de la salvación mesiánica, dada ya como presente, se refiere como un hecho que Dios ha visitado misericordioso a su pueblo en la opresión (cf. vv. 71 y 74), y lo ha redimido. La visita de Dios consiste en la misión del Mesías.
V. 69. «Un poder (o fuerza) salvador», literalmente «un cuerno de salvación» -el cuerno es aquí, como muchas veces en el AT, símbolo de la fuerza-, levantado por Dios, libertador poderoso, es el Mesías, que según la promesa del AT y las esperanzas judías surgiría de la estirpe del siervo de Dios, David. El contenido de lo que contempla aquí Zacarías como realizado o a punto de realizarse, era pronunciado con palabras semejantes en forma de súplica cotidiana por los piadosos judíos en la oración de las dieciocho bendiciones: «Haz brotar pronto el vástago de David, tu siervo, y levanta su cuerno con tu ayuda. Alabado seas, Yahvé, que haces brotar el cuerno de la salvación».
V. 70. Con la misión del salvador mesiánico ha dado Dios cumplimiento a las promesas hechas por boca de sus santos profetas. La expresión «desde antiguo» sería literalmente «desde los primeros tiempos», lo cual es una exageración retórica, ya que las promesas hechas a la casa de David no se remontan más allá de David mismo.
V. 71. Los versículos siguientes, 71-75, describen con más detalle la época de la salvación mesiánica. El v. 71 da una explicación del concepto «cuerno de salvación», «poder salvador» o «fuerza de salvación»; los enemigos y los que los odian son aquí, dentro del punto de vista vétero-testamentario judío en que va concebido todo el pasaje, los enemigos políticos y los opresores de Israel, quienes como enemigos del pueblo de Dios lo son también de Dios mismo. El v. 74 es, con todo, una prueba de que tales palabras no pueden ser entendidas como un grito de venganza.
VV. 72-75. La redención concedida por Dios a la generación de entonces es también, por la relación que con sus antepasados la une, una prueba de la «misericordia» divina con sus padres y de la fidelidad de Dios a su alianza. Al enviar al redentor mesiánico, cumple Dios la alianza, el pacto hecho una vez con los patriarcas. Dios cumple así el juramento bajo el cual prometió una vez al protopatriarca de Israel, Abrahán, para él y su descendencia, una posesión del país, libre del poder de sus enemigos.
El fin de la obra redentora divina era el procurar a su pueblo libertad frente al poder de enemigos externos. Pero el aspecto político de tal libertad no era su fin único ni primero, sino sólo condición previa de la libertad religiosa, que es la que debe dar a Israel la posibilidad de «servir» a Dios sin cesar, libre de todo temor de guerra o de opresión, como su pueblo santo, en piedad y justicia auténticas, esto es, en el fiel cumplimiento de su voluntad. Este servicio divino aquí referido es algo más que simple culto, es un servicio que incluye también una actitud moral, que, según el carácter de la ética bíblica, consiste en la obediencia a Dios y a su ley. A pesar de que Zacarías espera del Mesías la liberación política de su pueblo, falta en su ideal mesiánico todo rasgo guerrero o simplemente imperialista. También en el profeta Zacarías del AT aparece el Mesías como príncipe «manso», pacífico, cuya misión es instaurar el reino eterno de la paz en medio de un mundo impío. Los rasgos característicos de su reino son la justicia y la piedad auténtica, lo cual es uno de los pensamientos centrales de las esperanzas de redención del AT, como lo prueban los profetas más antiguos, Isaías y Sofonías.
V. 76. Con el v. 76 vuelve Zacarías su atención a la figura de su propio hijo, anunciando en palabras proféticas la misión para la que ha nacido. El versículo enlaza con la promesa de Gabriel a Zacarías de Lc 1,15-17. Este niño será llamado (esto es, será) profeta del Altísimo, que, según la profecía de Malaquías, preparará el camino al «Señor», esto es, Dios (no el Mesías), que viene misericordioso al encuentro de su pueblo.
V. 77. El v. 77 declara más en detalle en qué consiste este preparar los caminos. El Bautista debe instruir al pueblo sobre la verdadera naturaleza de la redención, llevarle a la convicción de que la salvación consiste en el perdón de los pecados y no en cosa otra alguna, siendo, pues, de carácter puramente religioso y no político. En este punto, el v. 77 sobrepasa claramente al v. 71 y al v. 74, pero sin ir más allá tampoco de la línea de la futura predicación del Bautista (cf. Lc 3,3).
VV. 78-79. La frase que sigue («Por la entrañable misericordia…»), colocada simplemente a continuación de lo anterior, apenas puede ser puesta en relación lógica con el «perdón de los pecados», sino más bien con el contenido total de los vv. 76b-77, dando como motivo de la obra redentora divina allí referida la «misericordia», cuya más grandiosa revelación es su visita de gracia al pueblo por medio del «Oriente [Sol naciente] de lo alto». Con los testimonios más antiguos, hay que suponer como texto originario el futuro «visitará». Precisamente este cambio entre pasado y futuro, con la tensión que lleva consigo, concuerda con la situación del himno, en el que se expresa la seguridad sobre la presencia de la época mesiánica, pero sin conocer aún su verdadera revelación y despliegue.
De suyo sería posible, en lugar de la traducción «Oriente», la de otros nombres, pero parece preferible la traducción «el Oriente», es decir, el sol en su salida, entendiéndolo como designación figurada del Mesías, quien, como «sol de justicia» (Mal 3,20), se aparecerá a los que yacían en las tinieblas del alejamiento de Dios producido por el pecado, para mostrarles el camino de la salvación. Zacarías se incluye a sí mismo, como lo prueba la expresión «nuestros pasos», en el número de los que yacían en las tinieblas.
De importancia para el enjuiciamiento, tanto del himno de Zacarías como del Magníficat, es la observación de que en ambos va entendida la venida del Mesías exclusivamente como revelación de la gloria divina, sin que se haga referencia alguna a su pasión y a su muerte, hecho que no sería explicable si ambos himnos hubieran sido compuestos en círculos judeocristianos o fueran cánticos judíos rehechos por mano cristiana.
Fuente:
[Extraído de Josef Schmid, «El Evangelio según san Lucas«. Barcelona, Ed. Herder, 1968, pp. 83-91]
Nos encontramos aquí con otro Salmo que lleva el título «lamnatséaj al-‘ayyélet hashájar mizmor leDavid» («Al músico principal; sobre Ajelet-sahar. Salmo de David»). Debo decirte que cuando los Salmos comienzan con la expresión «lamnatséaj«, es porque sus notas y poesía están conectadas con la esfera celestial de Netzaj, y se usa como adverbio que significa «en el triunfo» o «en la orquestación«. Llevado al propósito del Salterio, un salmo que comienza así, apunta a Aquel que «orquestará el triunfo definitivosobre la muerte«.
Estamos aquí frente a una canción, que es una tefiláh (oración de conexión) profética que en el plano de la historia del rey David nos lleva de una gran momento sufrimiento a una gran alegría. David, a pesar de sentirse rechazado por sus amigos y aun por Dios, se mantenía confiado de que el Eterno lo sacaría de dicha separación alineando su vida con Su propósito eterno. El rey y profeta se mantenía lleno de esperanza enfocándose en el día cuando YHVH gobernaría definitivamente sobre la Tierra, habiendo revelado su Gloria (Netzaj) sobre la tolá de klipá que sumerge a los hombres en la muerte ontológica.
Considerando la profundidad de este detalle profético, se puede decir que este es un Salmo cantado al Más Grande Músico, en un tono desconocido, pero por el dulce Salmista de Israel, David Melek. Pero en éste varón regio está cantado alguien más que un artista, sino como uno de los más grandes profetas que ha hablado, señalando más a su Grandioso Hijo, Yeshúa el Mesías, que a sí mismo.
No dudo que David melek (rey), aunque tuvo un ojo en su propia condición en muchos pasajes aquí utilizados, fue llevado hacia adelante por el Espíritu de la profecía más allá de sí mismo, hacia el Mashiaj (Ungido) de Yahvéh, a quien solamente este Salmo es enteramente está acorde.
Justamente por esto el reformador alemán Martín Lutero dijo respecto a esta Salmo:
“Este es un tipo de joya entre los Salmos, y peculiarmente es excelente y notable. Contiene los profundes, sublimes y pesados sufrimientos de Cristo, cuando agonizaba en medio de los terrores y angustia de la ira divina y la muerte que sobrepasa todo pensamiento y comprensión humana.” (Martin Luther, citado en Spurgeon)
Así, los distintos exégetas, a lo largo de la historia, aseguran con bastante seguridad de que Yeshúa estaba meditando en el TaNaK durante las horas de su sufrimiento, y de que vio su crucifixión como un cumplimiento en particular del Salmo 22. Por todo esto fue que Yeshúa deliberadamente escogió estas palabras para describir Su agonía en la cruz (Mateo 27:46).
Entonces, captando el movimiento del Espíritu de la Profecía en este cántico del salterio, los invito a cotejar cómo los evangelistas escribieron el relato de la Pasión del Mesías descodificando las descripciones mesiánicas que David ofreciera en su obra:
Detalles de la crucifixión de los testigos oculares (Evangelios)
El Salmo 22 (1000 a.C.)
(Mateo 27:31-48) .. y le llevaron (Jesús) para crucificarle…39 Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, 40 y diciendo:… sálvate a ti mismo! Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz! 41 De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: 42 “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. 43 Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere,… 46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo:…Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?48 Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a beber. (Marcos 15:16-20) 16 Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio… 17Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas 18 comenzaron luego a saludarle: Salve, Rey de los judíos! 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. 20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle…37 Más Jesús, dando una gran voz, expiró. (Juan 19:34) no le quebraron las piernas… Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua…le crucificaron… (Juan 20:25) [Tomás] Si no viere en sus manos la señal de los clavos,… (Juan19:23-24) Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes, una para cada soldado. Tomaron también su túnica… Dijeron entre si: “No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, a ver de quién será”…
1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor? 2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; Y de noche, y no hay para mí reposo…7 Todos los que me venme escarnecen; Estiran la boca, menean la cabeza, diciendo: 8 “Se encomendó a YHVH; líbrele él;Sálvele, puesto que en él se complacía” 9 Pero tú eres el que me sacó del vientre; El que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre. 10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer; Desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; Porque no hay quien ayude.12 Me han rodeado muchos toros; Fuertes toros de Basán me han cercado. 13 Abrieron sobre mí su boca; Como león rapaz y rugiente. 14 He sido derramado como aguas, Y todos mis huesos se descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas. 15 Como un tiesto se secó mi vigor, Y mi lengua se pegó a mi paladar,Y me has puesto en el polvo de la muerte.16 Porque perros me han rodeado; Me ha cercado cuadrilla de malignos; Horadaron mis manos y mis pies. 17 Contar puedo todos mis huesos; Entre tanto, ellos me miran y me observan 18 Repartieron entre sí mis vestidos, Y sobre mi ropa echaron suertes.
Habiendo hecho este ejercicio de descodificación profética, podemos decir que esta descripción tan exacta de la crucifixión es notable cuando consideramos que dicho método, como forma de ajusticiamiento público, era desconocida cuando este Salmo se escribió. Incluso el Imperio Romano aun no existía, y fue Roma quien instituiría la crucifixión. ¡Sin embargo en este antiguo pasaje tenemos una imagen de un hombre inocente muriendo por crucifixión!
Con este análisis nos damos cuenta que el Salmo 22 revela el corazón de nuestro Salvador cuando Él se convirtió en una ofrenda por el pecado a favor nuestro. Él completó la operación con triunfo. Y nos ofrece una redención, una liberación terminada. Nunca seremos dignos de ella; no podemos ganarla; no podemos comprarla. Debemos recibirla como un regalo. Porque hace más de dos mil años Yeshúa HaMashiaj, nuestro Dueño, hizo todo lo que era necesario hacer para salvarnos y darnos la vida eterna.
Por ende, si tú lo rechazas, Dios tendrá que tratarte como trató a Su Hijo cuando gritó «¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?W (Marcos 15:34) No sabemos como será el Lago de Fuego, pero las Sagradas Escrituras dan a entender que será la experiencia de cualquiera que quede desamparado por Dios. ¡Vamos, acéptalo, Yeshúa pasó por ese abandono de Dios para que tú nunca tengas que pronunciar ese tremendo clamor!
Si necesitas mi explicación, te invito a ver este VIDEO en el que podrás acceder a un mayor entendimiento de este maravilloso tema:
“Y Jesús les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos. Ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis? ¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
(Mateo 16:6-12)
Cuando leemos los Escritos Mesiánicos y estudiamos acerca de los enemigos de Yeshúa, usualmente nos enfocamos en los escribas y fariseos. Conocemos muy bien la manera arrogante de los fariseos, tanto que logramos asociar “fariseo” e “hipócrita” como términos casi sinónimos.
Pero, por otra parte, debemos reconocer que poco y nada sabemos de los saduceos, ya que notamos en los relatos evangélicos que los mismos mantuvieron su distancia del Maestro, sin realmente confrontar a Yeshúa frecuentemente.
Entonces, comenzaré diciéndoles que los saduceos eran más un grupo político que una secta de estudio de la Torah, aunque eran miembros de familias sacerdotales aristocráticas.
Se les menciona directamente algo de 12 veces en los libros del Pacto Renovado (o Nuevo Testamento según la teología cristiana). Frecuentemente estuvieron incluidos entre los “sumo sacerdotes”.
Para hablar del origen de esta secta, diré que Josefo hace referencia por primera vez a los saduceos en su obra Antigüedades (XIII.x.5-7). Allí, él describe la decisión de Hircano I (rey macabeo de los judíos, 135-105 a.C.) de aliarse con ellos. De esto se logra deducir que esta secta existía antes de dicho reinado. Por eso, en los días de Yeshúa, se pensaba que el nombre se había derivado del Sumo Sacerdote Tzadok, contemporáneo del rey David y su hijo el rey Salomón (2 Sam. 15.27; 19.11; 1 Reyes 1.8), cuyos descendientes eran considerados como la línea pura de la Casa de Aharón ( Ez. 44:15) y los conservadores del sacerdocio hasta la rebelión de los Macabeos.
Sin embargo, varias dificultades filológicas e históricas obligan a buscar otra explicación. T.W. Manson propone que la derivación del nombre debería encontrarse en la palabra griega syndikoi, que significaba “autoridades fiscales” en el estado de Atenas desde el siglo IV a.C. En Israel, los reyes griegos otorgaron a los saduceos la facultad de fiscalizar los impuestos. Por eso, se dice que al principio los saduceos no eran un grupo religioso, pero con el tiempo, para defender sus intereses, apoyaron al Sumo Sacerdote descendiente del linaje de Sadok por lo que fusionaron su nombre griego (syndikoi) con el de sadokite (equivalente a dicho Sumo Sacerdote), y produjeron la expresión: sadokitas o saduceos.
Como podemos notar, este grupo sectario en verdad se convirtió en un partido político prominente que, como dije antes, aparecen por primera vez en el reinado de Juan Hircano (135-105 a.C.). Se caracterizaron por abrazar las tendencias helenizantes de los príncipes asmoneos en las que se oponían fuertemente por los asideos (un partido que evolucionó hasta convertirse en los fariseos, o separatistas), y que aborrecía todas las formas de la cultura griega como perjudicial para los intereses de la fe judía.
Bajo Aristóbulo I y Alejandro Janeo, los sucesores inmediatos de Juan Hircano, el poder de los saduceos se fue empoderando cada vez más, y aunque la facción opuesta de los fariseos fue favorecida durante la regencia de la reina Alexandra Salomé (78-69 a.C.), los saduceos recuperaron su ascenso bajo el rey Aristóbulo II (69-63 a.C.), a quien apoyaban en sus conflictos con Hircano II, Antípatro y los romanos.
Precisamente por esa circunstancia se apegaban mucho a los grupos y poderes extranjeros, de los que llegaban incluso a adoptar ciertas tradiciones o costumbres. Lamentablemente, los saduceos se comprometieron con la cultura greco-latina, adoptando todas sus costumbres. Se vistieron como los griegos. Nombraron a sus hijos con nombres griegos. Los ejercicios en los gimnasios los llevaron desnudos como los griegos y romanos, etc. Y se olvidaron de aquel mandamiento del Eterno en el que debía ser un pueblo santo (apartado) y no mezclarse con la gente del mundo reptiliano.
La historia cuenta que cuando el romano Pompeyo conquistó a Jerusalén (63 a.C.), ejecutó a muchos líderes saduceos, como lo hizo también el idumeo Herodes el Grande cuando accedió al poder (37 a.C.).
Sin embargo, los saduceos conservaron sus funciones sacerdotales tradicionales y también una preponderancia variable en el sanedrín, pero incluso en este sentido su influencia disminuyó mucho a través de la política de Herodes y luego de los procuradores romanos de Judea, que designaban y removían a los sumos sacerdotes a su antojo arbitrariamente y sobre todo por razones políticas.
Como lograrán discernir, en esta síntesis de sus orígenes, los saduceos eran naturalmente impopulares entre las masas debido marcada tendencia a estar en estrecha colaboración con el poder dominante, mientras que los exclusivos y patrióticos fariseos se convirtieron cada vez más en los líderes del pueblo. Así mismo, y por esta situación que provocaba el enfado y la repulsa del resto del pueblo, aparecieron los llamados zelotes, que una agrupación celosa de la Torah que su extremismo salía a enfrentar a todo apóstata y extranjero, armados con con sicas o dagas cortas.
Lo cierto es que de esto modo, y hasta la mitad del siglo I de nuestra Era Común, este grupo logró controlar el Sanedrín (Tribunal más alto de la Justicia judía). Después, al serles quitado el poder secular, primero por los Zelotes y después por los romanos, desaparecieron del judaísmo. Aquí creo conveniente comentar que muchos estudiosos sostienen que los karaítas son el remanente de los saduceos más todos los grupos antitalmúdicos (o anti rabinato farisaico) que nacieron en la altísima Edad Media.
Principales Perseguidores de los del Camino.
En su enseñanza y proclamación profética, Juan el Bautista, señalaba que los saduceos eran una generación de víboras, demandándoles de parte de Yahvéh que tenían que producir frutos propios de teshuváh (regreso o arrepentimiento). Eso se debía a que no habían guardado fielmente la Torah de Dios, como tampoco habían hecho los fariseos. (Mt 3:7, 8.) El propio Yeshúa comparó su enseñanza corruptora a la levadura. (Mt 16:6, 11, 12).
Quizás por este mensaje de exhortación profética, los saduceos, después del día de Pentecostés relatado en el libro de los Hechos (cap. 2), estuvieron muy activos en contra de la naciente congregación de hijos primogénitos.
Arrestaron a Pedro y a Juan y los pusieron en prisión (Hch. 4:1-22)
Un poco después, arrestaron a todos los apóstoles y planificaron matarlos: “Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de celos; y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública.” (Hch. 5:17-18)
El apóstol Pablo compareció ante el Sanedrín, constituido por saduceos y fariseos, y usó las diferencias entre ellos acerca de la resurrección para salvar su vida (Hch. 23: 6-10).
No existe registro alguno de saduceos que se haya completado en Yeshúa y haya sido admitido en las comunidades del primer siglo. De acuerdo con Josefo (Antig. 20.9.1), ellos fueron los responsables de la muerte de Santiago, el hermano del Señor.
¿Cuáles eran las Creencias que formaban su Cuerpo Dogmático?
«Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto.
(Hechos 23:8)
En los Escritos Mesiánicos podemos ver como un grupo de saduceos trató de entrampar a Yeshúa en la cuestión de la resurrección y el matrimonio de levirato. Pero él los hizo callar, apoyándose en los escritos de Moisés, que los saduceos afirmaban aceptar, y así refutó su punto de vista de que no había resurrección. (Mt 22:23-34; Mr 12:18-27; Lu 20:27-40.) Más tarde, cuando el apóstol Pablo estuvo ante el Sanedrín, logró dividir al alto tribunal judío enfrentando a fariseos con saduceos, un enfrentamiento propiciado por las diferencias religiosas que existían entre ellos. (Hch 23:6-10.)
Su actitud hacia los que se conocía como «las tradiciones de los ancianos» era completamente hostil. Para que este rechazo también se lograra en el Pueblo, se centraron en el mantenimiento del culto en el Santo Templo. Su interpretación de la Torah giraba alrededor de los preceptos ritual y el mensaje que en ellos se escondía.
A esta altura del estudio entiendo que comprenderán que la mayoría de los sacerdotes pertenecían a esta secta, otros no, como por ejemplo Zacarías el padre de Juan el Bautista (quien posiblemente era esenio). Así mismo debemos aceptar que no todos los saduceos eran sacerdotes, sino que aquí se sumaban comerciantes y funcionarios públicos que veían conveniente este sector de fe con el fin de mantener su «statu quo«.
Por su ideal mesiánico era un estado teocrático encabezado por el Sumo Sacerdote. Por eso veían con sospecha la esperanza mesiánica que amenazaba con derrotar el orden social y político existente. Por eso, el conflicto de Yeshúa con los saduceos se agudizó mayormente en la última semana de su ministerio, cuando su popularidad entre el pueblo (Marcos 12.12) parecía amenazar la paz y el orden gubernamental de la ciudad de Jerusalén y sus alrededores. En cambio el conflicto entre Yeshúa y los fariseos, debido a la influencia de estos entre el pueblo común, se advierte desde el principio de su ministerio.
Por todo lo hasta aquí expresado, debo señalar que los saduceos tenían un número de creencias distintivas, contrastándolos fuertemente con las de los fariseos:
1. Se atenían únicamente a la Torah escrita y rechazaron las tradiciones de los fariseos. En otras palabras, los saduceos creían que la Palabra de Dios revelada en la Torah (Instrucción) escrita era el único centro de la autoridad espiritual. Los fariseos, por el contrario, creían que tan obligatoria como era la Torah escrita misma lo eran la supuesta Torah oral de las enseñanzas de Moisés y las reglas (halajot) de la Torah hechas por los escribas a través de los años.
2. Negaban la resurrección del cuerpo, la retribución en el Mundo Venidero, afirmando que el alma muere juntamente con el cuerpo, y luego no hay nada más. Su negación de la resurrección se basaba, según ellos, en el hecho de que la Torah de Moisés no contiene textos explícitos acerca de estas doctrinas. Los saduceos no tenían en cuenta la creencia de los patriarcas en el Mundo Venidero después de la resurrección de los muertos tal como Yeshúa se lo reprochará (Mat 22:23; Mar 12:18; Luk 20:27; Hech 23:8; comparar Hech 4:1-2).
3. Negaban la existencia de los ángeles y del Espíritu Santo (Hech 23:8). Un número de factores pudo haber sido responsable de esto: su indiferencia general hacia la trascendencia del alma humana, su disposición racionalista y las extravagancias exageradas de la angelología y demonología de los fariseos.
4. Los saduceos no creían en la predestinación y del libre albedrío de la voluntad humana. Enseñaban que sufrimos las consecuencias directas de nuestros actos, buenos o malos, y que aparte de esto Dios no se ocupa providencialmente de nuestra conducta y de nuestra vida. Ellos desechaban todas las ideas de interposición divina en el gobierno del mundo. Es indudable que empezaron negando lo que no estuviera expresamente revelado en la letra de la Escritura. Después, influenciados por las concepciones helenísticas, acabaron por asumir la filosofía de Aristóteles, descartando toda doctrina que no pudiera ser demostrada racionalmente.
En comparación con los otros grupos judíos de la época, los saduceos son señalados como más liberales y materialistas. Al sostener que el Eterno retribuía a las buenas personas en el mundo terrenal, los saduceos defendían su bondad y valor a partir de sus riquezas materiales. Es más ellos ofrecían su yugo de enseñanzas fundamentando que ellos eran tzadikim (justos) evidenciándose en las posesiones materiales que el Eterno les había dado en compensación a sus rectas decisiones.
Como lo saduceos no veían en la Torah la noción de una vida después de la muerte; su horizonte era sólo esta vida, y en ella procuraban mantener su posición de poder y de privilegio. Su pecado era el materialismo, pues sus objetivos en la vida eran el dinero y el poder, anexos a la posición social que ocupaban.
Solo aceptaban la pervivencia de los hombres en sus hijos que engendraban, y que continuaban su sangre; es decir, era más un pervivir de la especie que un vivir detrás de la muerte de cada varón y mujer en el Mundo Venidero.
Ellos eran depositarios de buena parte de los tesoros del templo, de allí que estaban seguros, con esta vida, la tenían acomodada.
Como era inevitable, el resultado de comprometerse con el error al enseñar algo diferente mientras que ignoraba las Escrituras de Dios. Este grupo de personas perdió su identidad como parte del pueblo especial. Le dieron gran importancia a los asuntos seculares de la nación, ocuparon cargos públicos teniendo una gran influencia y así, poco a poco se desviaron del camino dándole mayor importancia a las cosas materiales, pues ellos eran de la filosofía “comamos y bebamos que mañana moriremos” y olvidaron su propósito original.
Creo que esta es una reflexión importante todo hijo primogénito de Dios. ¿Por qué? Porque hay ocasiones en que encontramos hermanos que creen, practican, enseñan y defienden doctrinas que van en contra de las Escrituras. Aprendamos de esto y luchemos para hacer la voluntad de Dios y así no perder nuestra identidad como discípulos de Yeshúa, por quienes Él derramó Su preciosa y bendita sangre.
Te invito a escuchar esta lección que di en mi Canal de Youtube: