Enseñanza de Códigos

Shemini Atzeret, la Circuncisión del Mesías y nuestro Corazón

Por David Nesher

«𝙀𝙣 𝙡𝙖 𝙀𝙧𝙖 𝙈𝙚𝙨𝙞𝙖́𝙣𝙞𝙘𝙖, 𝙡𝙖 𝙞𝙣𝙘𝙡𝙞𝙣𝙖𝙘𝙞𝙤́𝙣 𝙣𝙖𝙩𝙪𝙧𝙖𝙡 𝙙𝙚𝙡 𝙝𝙤𝙢𝙗𝙧𝙚 𝙨𝙚𝙧𝙖́ 𝙚𝙡𝙚𝙜𝙞𝙧 𝙚𝙡 𝙗𝙞𝙚𝙣».

– 𝙉𝙖𝙟𝙢𝙖́𝙣𝙞𝙙𝙚𝙨

Momentos antes de partir de este mundo, Moisés describió qué señal característica marcaría la redención final; le dijo a los Benei Israel que el Eterno circuncidaría sus corazones. Así fue como lo expresó:

 «El Eterno, tu Elokim, circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para amar al Eterno tu Elokim con todo tu corazón y con toda tu alma, para que puedas vivir»

(Deuteronomio 30: 6)

El análisis de esta metáfora profética conocida como la circuncisión del corazón nos permitirá cumplir por completo el mandamiento de amar a Dios (Deuteronomio 6:5). Pues nos dará vida plena, incluso palparemos lo que significa tener vida eterna.

En las Sagradas Escrituras, la expresión «corazón circuncidado» hace referencia a tener un corazón arrepentido, suplicante y sujeto incondicionalmente a la voluntad de Dios, que es buena, agradable y perfecta. Por ejemplo, en el libro de Devarim (Deuteronomio), Moisés ordenó a la gente:

«Circunciden su corazón y no endurezcan más su cuello«.
(Deuteronomio 10:16)

El profeta Jeremías le dice a Israel que se arrepienta de las malas acciones, diciendo:

«Circuncidémonos con el Señor y quiten los prepucios de su corazón«
(Jeremías 4: 4)

El apóstol Pablo contrasta a un prosélito circuncidado que no guarda los mandamientos contra un gentil incircunciso que sí guarda los mandamientos. Él dice que este último demuestra una circuncisión «que es del corazón, por el Espíritu» (Romanos 2:29).

La escatología judía enseña que cuando venga el Mesías, el Eterno circuncidará nuestros corazones al eliminar el yetser haRá (la inclinación al mal). El Mesías es el «circuncisor de corazones».

Najmánides explica lo siguiente:

Desde la creación, el hombre ha tenido la libre elección de hacer justicia o maldad según su voluntad … En la Era Mesiánica, la inclinación natural del hombre será elegir el bien, y el corazón no codiciará lo que no es apropiado. No tendrá ningún deseo por lo prohibido en absoluto. Y esto es lo que se entiende por «circuncisión» de la que se habla aquí, porque la lujuria (y los deseos materiales) son como el prepucio del corazón. La circuncisión del corazón es que el corazón no codiciará [después de lo prohibido] y no deseará [lo prohibido]. En ese momento, los seres humanos volverán al estado espiritual que poseían antes del pecado de Adán, cuando él haría por naturaleza lo que es apropiado hacerEsto es lo que significa la escritura en Jeremías 31:33 «… pondré Mi Torah dentro de ellos y en su corazón lo escribiré. Esto se refiere a la abolición de la inclinación al mal y los corazones haciendo por naturaleza lo que es apropiado hacer … de manera similar, Ezequiel dice: «Te daré un nuevo corazón y pondré un nuevo Espíritu dentro de ti» (Ezequiel 36: 26-27). El «nuevo corazón» se refiere a su nueva naturaleza.«

(Najmánides en Deuteronomio 30:6)

La profecía de Ezequiel se hace eco de las profecías en Deuteronomio 30: 1-6. Ezequiel describe cómo Dios reunirá a Israel de las naciones, los purificará, circuncidará sus corazones y les permitirá guardar la Torah:

«Porque te sacaré de las naciones, te reuniré de todas las tierras y te traeré a tu propia tierra … Te daré un nuevo corazón y pondré un nuevo espíritu dentro de ti; y quitaré el corazón de piedra de tu carne y te daré un corazón de carne. Pondré Mi Espíritu dentro de ti y te haré andar en Mis estatutos, y tendrás cuidado de observar Mis ordenanzas. Vivirás en la tierra que le di a tus antepasados.«
(Ezequiel 36: 24-28)

El resultado de esta circuncisión de corazón es la obediencia al Eterno. Moisés dice que cuando Dios finalmente circuncida el corazón de su pueblo, ellos “obedecerán nuevamente al SEÑOR y observarán todos sus mandamientos” (Deuteronomio 30:6). En otras palabras, el Eeterno nos permitirá mantener Su Torah. Él nos va a liberar del pecado y nos hará caminar en justicia. Guardar la Torá es una de las promesas de la Era Mesiánica.

Pablo explica que quienes nos hemos convertido en participantes del Mesías ya hemos comenzado a entrar en el nuevo pacto y la circuncisión del corazón. Él lo llama la «circuncisión del Mesías» cuando dice:

«En Él también fuiste circuncidado con una circuncisión hecha sin manos, en la extracción del cuerpo de la carne por la circuncisión del Mesías»
(Colosenses 2:11).

Varón, ¿estás ahí?

Pastor Moisés Franco

Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer y una tentación para los ojos, y que el árbol era propicio para lograr conciencia, tomó su fruto y comió; y le dio también a su esposo que estaba con ella. Y él también comió.
(Bereshit/Génesis 3:6 | Torat Emet)

¡Alabo al bendito Espíritu de Verdad por haberme hablado esta mañana desde este pasaje!

Desde hace años que me preguntaba dónde estaba Adán cuando la serpiente habló con ella y hoy el Señor me lo mostró con este versículo que tantas veces había leído. Por algo la oración Shajarit dice que Él es el que “da vista a los ciegos”.

Claramente esta traducción judía al español dice: “y le dio también a su esposo que estaba con ella”.

Lo corroboré con otras traducciones cristianas y para mi sorpresa La Biblia de las Américas (LBLA), la Biblia Textual 4ta Edición y la Nueva Traducción Viviente también dicen su esposo estaba con ella”.

¡Adán estaba ahí! Pero, ¿realmente estaba ahí?

Esto me recuerda a la película estadounidense “Click” (2006). En ella el personaje principal protagonizado por Adam Sandler obtiene por medio de un ángel un control remoto que le permite “jugar” con el tiempo de su propia vida.

Esto le da la posibilidad de adelantar los momentos incómodos o aburridos. Cuando el ángel le explica esto, él le pregunta qué ocurre mientras tanto cuando se adelanta y el emisario le responde que el protagonista está “en piloto automático”.

Así, entonces, puede estar en la mesa de familia comiendo, pasando condimentos, hasta respondiendo preguntas rápidas, pero sin estar en plena consciencia.

Pienso en cuántas veces como varón hice lo mismo, con mi mente enfocada en preocupaciones internas o en planes económicos estuve al lado de mis seres queridos, pero en piloto automático. Sin estar verdaderamente consciente.

El primer Adán estaba con su esposa cuando ésta fue engañada, pero evidentemente algo le pasó para no estar totalmente consciente.

¿Vamos a juzgarlo? ¿cuántas veces también hemos dejado que el enemigo engañe a nuestras esposas e hijos por estar enfocados en otra cosa y no en nuestro rol sacerdotal?

No es la mujer quien debe tener la principal responsabilidad espiritual de una casa, no tiene el deber de enseñar la doctrina. Esa tarea el Señor se la dio al varón y en ese sentido es cabeza según Efesios 5:23 (y no en términos de imposición machista).

Según ese mismo capítulo de la carta apostólica el marido es comparado al Mesías y tiene la orden de amar a su esposa y “lavarla” por medio de la palabra (Ef. 5:24-26).

El varón tiene la orden divina de estudiar los mandamientos, internalizarlos y exponerlos -no imponerlos- a su esposa para que ella desde la capacidad administrativa que le ha dado el Eterno pueda bajar eso a cada ámbito de su casa.

Obviamente, esto demanda algo que al feminismo actual le causa crispación: “Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo” (v.24).

Ese “todo” se refiere siempre y cuando la directiva no vaya en contra de la Torah desde el yugo de Yeshúa (aquí se aplica el principio de Hechos 4:19-20). Por eso, claramente ella también debe ser discípula y estudiar la Instrucción.

Sin embargo, el punto es que la doctrina debe ser dada por el varón. En eso evidentemente Ishá (la primera mujer) también falló, dado que debería en tal caso haber seguido lo que su esposo le enseñó en cuanto a lo dicho por el Eterno y no modificarlo agregando que al Árbol del Conocimiento del bien y del mal no se lo podía tocar (Gn.3:3). Esto último no había sido dicho por el Creador.

Volviendo al punto principal de esta reflexión, la responsabilidad principal sigue siendo de Adán, dado que él manejaba bien la enseñanza divina, pero estuvo ahí sin estar.

 En verdad él no fue engañado, como lo deja en claro 1 Timoteo 2:14, sino que voluntariamente se desligó de su responsabilidad espiritual como cabeza y responsable doctrinal.

A modo de conclusión, aliento a cada varón a que reflexiones sobre su rol en el hogar (incluso si es soltero) y que, en caso de hallarse en “piloto automático”, retorne a su posición según el propósito de YHVH.

A las mujeres casadas, exhorto a que trabajen para estimular a sus esposos a tomar con responsabilidad ese rol (y a respetarlo cuando lo haga).

En tanto, a la soltera que piensa algún día casarse, que mire principalmente cuánto el varón que desea está hoy desde su soltería siendo alguien que pueda representar al Mesías en su hogar.

Que sea Aquel que lo llena todo en todo(Ef. 1:23) el que nos guíe a cada cual a ocupar el rol establecido por el Señor.

Probar el «sin límite» de la Era de la Redención

El Rebe de Lubavitch en la parshá Vaetjanan

Las Haftarot (lectura de los profetas posterior a la de la Torah) de los siete Shabatot de consuelo que comienzan luego de Tisha BeAv fueron elegidas e instituidas de acuerdo al contenido del calendario y los sucesos ocurridos. Por lo tanto, contrastan con las Haftarot leídas a lo largo del año que están directamente relacionadas con el contenido de las lecturas de la Torah que se leen cada semana. Sin embargo, incluso en estos Shabatot, hay una conexión con la lectura semanal de la Torah, porque, como explica el «Shela», Rabí Ieshaiahu Horowitz (1555-1630), «las fechas y festividades del año tienen una conexión con las partes de la Torah que caen en esos momentos«. La Haftará de esta semana comienza: «Najamu, Najamu» («Consuelen, consuelen a mi pueblo«) y refleja un doble consuelo para una doble pérdida (la destrucción del Primer y Segundo Beit HaMikdash). Esto vendrá a través de la construcción del Tercer Beit HaMikdash en la Era de la Redención. Aquí radica la conexión con la lectura de la Torah de esta semana que comienza con la oración de Moshé para entrar a la tierra de Israel. Si Moshé hubiera recibido permiso para conducir a los hebreos a la tierra de Israel y construir el Beit HaMikdash, éste hubiera sido eterno y la Era de la Redención definitiva habría comenzado en ese momento.

Hay, sin embargo, una dificultad aparentemente, el énfasis en la Parshá Vaetjanan es que la oración de Moshé no se cumplió y por lo tanto, existe la posibilidad de exilio y destrucción. Si es así, surge la pregunta: ¿Cuál es la conexión entre esta lectura de la Torah y la promesa de consuelo de la Haftará para el pueblo de Israel?

Esta pregunta se puede resolver sobre la base del concepto de que el consuelo ofrecido por Shabat Najamu es doble y el concepto de duplicidad está conectado con la Redención. Así, el Midrash comenta: «Hay cinco letras que se repiten (es decir, tienen dos formas, una que se usa cuando aparecen al comienzo o en el medio de una palabra y otra que se usa al final de una palabra), cada una de ellas es asociada con la Redención. De hecho, el concepto de duplicidad se asocia con las palabras del versículo (Yob 11:6) «Kiflaim LeTushiá», «dobles para salvación«, que también puede explicarse como una alusión a la salvación final, la Redención futura.

La conexión entre la duplicidad y la Redención es, que esta duplicidad no implica simplemente una sola repetición de un concepto sino es una repetición múltiple e incluso ilimitada del mismo. Por lo tanto, sobre la duplicidad de palabras en una mitzvá en la Torah, por ejemplo sobre la tzedaká (caridad) está escrito: «נתון תתן», («naton, titen» que son dos expresiones del verbo dar), nuestros sabios afirman que la repetición no significa que la mitzvá debe cumplirse solo dos veces, sino más bien, «cien veces«. Además, cien tampoco es un límite, sino más bien una alusión a una cantidad ilimitada. Aquí radica la conexión con la Redención, ya que en la Era de la Redención se revelarán las dimensiones infinitas de la Divinidad.

En particular, la repetición de la promesa de Najamu, Najamu (consuelen, consuelen a mi pueblo), tiene una connotación especialmente positiva.

Para explicar: Con respecto a la orden del Eterno a Abraham, «Lej Leja» («Ve para ti«), Rashi explica que la duplicidad de las palabras «Lej» y «Leja» indica que el viaje será «para su beneficio y para su bien«. Además, con respecto a su futuro personal , representan estas palabras una Redención de Ur Kasdim. De manera similar, encontramos dos palabras repetidas en el versículo (Shemot 3:16) «pakod pakadti» (dos conjugaciones de «recordar«), donde Moshé comunica a los israelitas una señal de que serán redimidos del exilio egipcio. Y en las obras de los profetas, las palabras repetidas del versículo (Zacarías 6:12): «Tzemaj» «itzmaj» (dos conjugaciones de florecer) se usan para predecir la Redención futura.

En estos casos, sin embargo, las palabras repetidas, aunque comparten la misma raíz, no son exactamente las mismas. Por el contrario, las palabras de nuestra Haftará Najamu, Najamu son una repetición exacta. Esta es una verdadera expresión de la conexión entre repetición e infinito. Cuando hay una diferencia entre las palabras repetidas, la intención es obviamente transmitir otro mensaje además del concepto de repetición y para expresar ese concepto, las palabras son ligeramente diferentes. Por el contrario, cuando en el caso que nos ocupa, la repetición es exacta, está claro que el único propósito es expresar la dimensión infinita asociada con la Redención.

Lo especial del mensaje del consuelo transmitido por la profecía Najamu, Najamu es destacado por los sabios, que enseñan que la primera palabra «Najamu» es un consuelo por el Primer Beit HaMikdash y la segunda, un consuelo para el Segundo Beit HaMikdash. Cada una de estas dos estructuras poseía una virtud que carecía la otra. Por lo tanto, el tercer Beit HaMikdash representará un consuelo total por la pérdida de ambos. Por lo tanto, será una estructura triple, que posee sus propias cualidades especiales y las cualidades positivas de cada uno de los dos anteriores Batei HaMikdash (Grandes templos de Jerusalem).

El Primer Beit HaMikdash se caracterizó por una dimensión especial de revelación de Divinidad desde las alturas celestiales, en un grado muy superior a la revelación de Divinidad que se manifestó en el Segundo Beit HaMikdash. Esto se refleja en el hecho, de que cinco elementos de santidad, incluido el Arca del Pacto (que contenía las tablas de la ley), estuvieron presentes en el Primer Beit HaMikdash y no estuvieron presentes en el Segundo.

Por otro lado, el Segundo Beit HaMikdash poseía una ventaja sobre el Primero. Era más grande en tamaño y duró un tiempo más largo; es decir, en tiempo y en espacio, las cualidades que caracterizan nuestro mundo material, superó al Primer Beit HaMikdash. El Tercer Beit HaMikdash poseerá ambas ventajas comparativas, además de una dimensión única reflejada en la fusión de estos dos.

En base a lo anterior, podemos explicar la conexión entre la Haftará, «Najamu, Najamu» y la Parshá Vaetjanan. Uno de los aspectos fundamentales de la Parshá Vaetjanan es la repetición de los Diez Mandamientos, a pesar de que los Diez Mandamientos son mencionados en la Parashá Yitró, de todas formas, se repiten junto con todos sus detalles en la Parshá Vaetjanan.

La naturaleza del contexto en el que se mencionan los Diez Mandamientos en la Parashá Vaetjanan difiere, sin embargo, a los Diez mandamientos de la de Parshá Yitró. En la parshá Yitro, los israelitas estaban en un nivel de «tzadikim» (justos) y así, el relato de los versículos refleja la dimensión de revelación de Divinidad desde las alturas celestiales. Por el contrario, la narración de la Parshá Vaetjanan, es parte de la reprimenda de Moisés al pueblo judío y por lo tanto, está asociada con los «baalei teshuvá» (retornantes a Di-s) y el servicio espiritual de elevar el plano mundano y terrenal.

Más allá de este contraste entre las parshiot Yitró y Vaetjanan, sin embargo, el solo hecho de que los Diez Mandamientos se repitan apunta, al igual que todas las duplicaciones que se mencionaron anteriormente, al concepto de infinito. Y esto representa una alusión al aspecto infinito de la Torah que se revelará en la Era de la Redención, «las nuevas [dimensiones de] la Torah que saldrán de Mí«. (Yeshaiahu 51:4 y Vayikra Rabá Cap.13:3)

Más particularmente, estos dos movimientos de impulso: la revelación desde Arriba, representada por el servicio espiritual de los tzadikim y la elevación del plano mundano, que es el servicio espiritual de los «baalei teshuvá» – serán incluidos en esta revelación de la Era Mesiánica. Porque «las nuevas [dimensiones] de la Torá saldrán«, es decir, saldrán del reino de la Divinidad y entrarán en el ámbito de la comprensión humana y se relacionarán con la elevación del plano mundano. Simultáneamente, vendrá «de Mí», es decir, será una revelación desde las alturas celestiales. Además, estos dos movimientos de impulso se fusionarán juntos como un solo movimiento.

Con base en lo anterior, también podemos apreciar otra conexión con la lectura de la Torah de esta semana, la respuesta de Dios a Moshé de que será Yehoshúa quien liderará la reconquista de la tierra de Israel. Si Moisés hubiera llevado al pueblo a la tierra de Israel, su ingreso a ella habría estado en un nivel espiritual más alto, sin embargo, también hay una ventaja para el pueblo siendo guiados por Yehoshúa, ya que esto representaba una elevación del plano terrenal. Esto se refleja en el hecho de que la instalación del pueblo en Eretz Israel se prolongó, tardando siete años en conquistar la tierra y siete años en dividirla. Dado que elevar el plano material dentro del contexto de su propia perspectiva requiere un esfuerzo sostenido, esta cantidad de tiempo fue necesaria.

Como se mencionó, si Moshe hubiera liderado la entrada a Eretz Israel, nunca más habría sucedido un exilio. El potencial para el exilio, sin embargo, e incluso el exilio mismo, también deben verse bajo una luz positiva. Es el exilio, lo que permite la elevación del mundo en general dentro de su propio contexto. A cada tierra a la que se ha dispersado el pueblo judío, se ha elevado la sustancia material de la tierra y refinado las chispas de Divinidad encerradas en ella. Así, a través de este servicio espiritual, el mundo mismo se ha elevado y preparado para la Redención final.

Por lo tanto, la entrada a Eretz Israel descripta en Parashá Vaetjanan debe verse dentro de un contexto de mayor alcance. Dado que se prepara al mundo para la Redención futura, debe considerarse al estudiarla que contiene el potencial para llegar a la plenitud total que se alcanzará en esa época.

Nuestros Sabios declararon: «Quien trabaje en la preparación de Shabat en la víspera de Shabat (el viernes), comerá en Shabat«.

La singularidad del 15 de Menajem Av se refleja en que es un día de luna llena. La luna llena simboliza plenitud y a su vez la plenitud del pueblo judío que «fija su calendario de acuerdo con la luna, se asemeja a la luna y finalmente se renovará a la misma media que la luna».

Cada mes, la plenitud de la luna refleja un estado de perfección en el servicio espiritual específico conectado con ese mes. En lo que respecta al presente mes, su mismo nombre Menajem Av, apunta a una conexión con el Mashiaj, que es llamado Menajem, “consuelo”. Asimismo, nuestros Sabios enseñan que Tishá BeAv es el día que nació el Mashíaj, es decir, el día en que su fuente espiritual está dotada de poder adicional, pues el día de nacimiento «el mazal de la persona prevalece«. Así, el día 15 de Av es el tiempo que el potencial de Redención alcanza un estado de perfección.

De manera similar, fue en el día de su creación que Adam (el primer hombre) convocó a todos los seres creados: «Vengan, prosternémonos e inclinémonos, arrodillémonos antes Dios nuestro hacedor», es decir, llevó al mundo entero a la aceptación del Reino de Dios. Y es en la Era de la Redención, cuando el reinado de Dios será revelado de una forma completa y manifiesta.

Nuestros Sabios asociaron a Tu Be Av (el día 15 de Av) con un aumento en el estudio de la Torah:

«Desde el decimoquinto día de Av en adelante, quien agregue las noches a los días con estudio de la Torah tendrá años agregados a su vida«.

Dado que la Torah indica que «se puede suponer que todos los judíos se comportan de manera apropiada«, podemos suponer que han fijado tiempos para el estudio de la Torah y por lo tanto, el aumento deseado no es meramente limitado en naturaleza, sino más bien un aumento que va más allá de los límites ordinarios de la persona.Y es mediante el aprovechamiento del potencial infinito del alma de un judío, cada uno de acuerdo con su naturaleza, puede revelar el infinito de Dios. Esto se reflejará en la revelación de «las nuevas [dimensiones de] la Torá que saldrán de Mí» en la Era de la Redención, ya que esta será una dimensión infinita de la Torá. De manera similar, está conectado con un verdadero «aumento en la vida», la vida eterna del segundo período de la Era de la Redención.

«Estas son las palabras»

Por Azriel Ariel

Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel…” (Deuteronomio 1:1)

Se necesitó un libro entero para contener el gran discurso de Moisés, un sermón que continuó durante una semana entera. Hay una clara diferencia entre el Moisés de este pasaje y el Moisés al que Dios se dirige con el propósito de enviarlo a hablar con el Faraón. En ese momento Moisés dijo:

No soy hombre de palabras… Me resulta difícil hablar y encontrar el lenguaje adecuado
(Éxodo 4:10).

¿Cómo pasó Moisés deno ser hombre de palabrasa ser el autor deEstas son las palabras”?

El Midrash responde a esta pregunta por medio de una analogía.:

Un hombre caminaba por la calle vendiendo tinte. “¡Se vende tinte! ¡Se vende tinte!”, gritó. Cuando el rey escuchó su grito, lo llamó aparte y le preguntó:

_“¿Qué vendes?”
_“Nada”, respondió el hombre.
_“Pero te oí gritar: ‘¡Se vende tinte! ¡Se vende tinte!’ ¿Cómo es que ahora dices: ‘Nada’”, preguntó el sorprendido rey?
El hombre dijo:
_“Es cierto que vendo tinte, pero para ti es como si nada”.

Tal fue el caso de Moisés. Ante Dios, el Creador de la boca y el habla, dijo: “No soy un hombre de palabras” . Sin embargo, ante los israelitas: “Estas son las palabras”.

Cuando Moisés estuvo ante Dios, se vio a sí mismo a la luz de lo que se esperaba de él y comprendió que, por derecho propio, le resultaba difícil hablar y encontrar el lenguaje adecuado, dijo: “No soy un hombre de palabras”. Sin embargo, aquí, en nuestra parashá, Moisés ya ha asumido la misión que le asignó Dios, Aquel que “le dio al hombre una boca”. Ahora sabe que es un “hombre de palabras”, no en virtud de sus propias cualidades, sino en virtud de lo que Dios le ha dado. Por lo tanto, las palabras iniciales de su discurso “Estas son las palabras” son: “Dios nuestro Señor nos habló en Joreb diciendo…” (Deuteronomio 1:6).

Palabras de paz

Después de pasar por alto las tierras de Edom y Moab, Dios le informa a Moisés que ahora está obligado a conquistar la Tierra de Israel:

«¡Mira! He entregado a Sijón, el rey amorreo de Jesbón, y su tierra, en tus manos. Comienza la ocupación. ¡Provocalo a la guerra!«

Sin embargo, sorprendentemente, Moisés no lleva a cabo la orden. En lugar de iniciar la guerra, inicia conversaciones de paz. Los maestros del Midrash, e incluso los comentaristas de la Torah, expresan sorpresa por la conducta de Moisés. ¿Por qué no cumplió con el mandamiento de Dios?

El rabino Moshe ben Nachman, «Ramban», explica que Moisés inicialmente no tenía ningún deseo de conquistar el lado oriental del río Jordán. Simplemente deseaba recibir un paso seguro en su camino hacia el lado occidental del río. La orden divina llegó sólo después de la respuesta negativa de Sijón. Según esta interpretación, los versículos del mandamiento sirven como una introducción a todo lo que sigue, y es el mismo mandamiento el que aparece nuevamente después (Ibid. 2:31).

Además de la dificultad que uno encuentra en la manera de Rambán de explicar el orden de los versículos y los eventos, casi todas las fuentes midráshicas explican las cosas de manera diferente. Según los Sabios -y sus opiniones están incluidas en el comentario de Rashi- el mandamiento divino precedió al envío de emisarios pacíficos. Los emisarios fueron enviados por iniciativa de Moisés, a pesar del mandamiento. Sin embargo, esto no sólo no enoja a Dios, sino que incluso aprueba la conducta de Moisés:

«Envié emisarios desde Midbar Kedemoth [el desierto de Kedemoth] a Sijón, rey de Jeshbón, con un mensaje pacífico…»

¿Por qué Moisés se comportó como lo hizo? Rashi explica, de acuerdo con el Midrash, que las palabras Midbar Kedemoth pueden entenderse como: «De acuerdo con la conducta de Dios» y «De acuerdo con la entrega de la Torah». Por lo tanto, Moisés en realidad está insinuando que su envío de emisarios fue una emulación de la conducta de Dios mismo. De estos dos aspectos aprendemos que uno debe ofrecer la paz antes de embarcarse en una guerra, incluso una obligatoria. «La conducta de Dios» fue revelada a través del Éxodo egipcio. Aunque Dios sabía perfectamente que el Faraón no estaría de acuerdo en liberar a los Hijos de Israel, primero envió a Moisés para negociar con él. El mismo principio se aplicó a la entrega de la Torá: aunque Dios sabía que ninguna de las naciones estaría de acuerdo en aceptar la Torá, se acercó a cada nación en un intento de negociar su recepción.

En este caso, Moisés sigue la dirección de Dios. No sólo era inequívoca la obligación del mandamiento divino, sino que ni siquiera dejaba lugar a dudas de que las cosas se desarrollarían según la voluntad de Dios. Por esta razón, Moisés se dirige a Sijón y le ofrece las condiciones de paz más generosas que puede. Sabía sin lugar a dudas que Dios endurecería el corazón del rey y lo haría obstinado. Por esta razón, no tuvo reparos en proponer un acuerdo de paz que fuera en contra del mandamiento explícito de Dios. Y entonces, sólo después de recibir una respuesta negativa, acompañada de una concentración de fuerzas y una declaración de guerra, Moisés entró en batalla.

Aquí hay una moraleja muy importante que se puede aplicar a muchos ámbitos de la vida. Cada uno de nosotros se enfrenta a muchas luchas en la vida. Hay todo tipo de personas malvadas e injustas. Sin duda, cualquiera que sea capaz de hacer la guerra a estas fuerzas está obligado a hacerlo con todas sus fuerzas. Sin embargo, antes de emprender esta lucha –por justa y necesaria que sea– es mejor empezar con palabras de paz, incluso si no hay ninguna posibilidad de que sirvan para algo.

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Fuente: Yeshiva

Los 42 Viajes y la etapa 430

por Xus Kasal

Sin temor a Dios

Sin duda, estamos en una época difícil. En esta semana tenemos una lectura de “doble porción”, compuesta por los últimos capítulos del libro de Números –las dos porciones son: “Tribus” ( Matot ) y “Viajes” ( Masei )–, siendo técnicamente el final del éxodo, ya que Deuteronomio es básicamente una repetición de toda la historia. Dentro de estas dos lecturas y la primera lectura de Deuteronomio tenemos tres semanas que abarcan del 17 de Tamuz al 9 de Av en el calendario judío. Un tiempo en el que traemos a nuestra memoria el pecado del Becerro de Oro y la destrucción de los dos Templos. Estos días encierran un período llamado: “ bein haMetzarim ” (entre las dificultades, o: entre los días de angustia). Esto es del versículo:

Judá ha ido al destierro a causa del sufrimiento y de los duros trabajos. Ella habitó entre las naciones, pero no halló descanso; todos sus perseguidores la alcanzaron en medio de la angustia  [bein hametzarim]”

Lamentaciones 1:3 )

La expresión: “En medio de la angustia” también puede leerse: “entre [los días de] angustia” ( cf. Rashi ).

En total, este es un período de 21 días y 21 noches, cifras que sumadas dan un total de 42.

La porción llamada ‘Masei‘ registra 42 viajes por el desierto, desde Egipto hasta Jericó.

“Éstas son las jornadas de los hijos de Israel que salieron de la tierra de Egipto”

Bamidbar/Números 33:1 ).

En hebreo se lee así
“ eleh Masei Bnei-Israel asher yatzu meEterz Mitzraim ”.

Si leemos el texto de manera hiperliteral, el texto diría de este modos: “éstas son las jornadas de los hijos de Israel que salen de la tierra de la opresión” ( Nm 33:1 ).

En esta interpretación el texto dice que cada hijo de Israel se encuentra en un confinamiento espiritual (Mitzrayim) y desde allí hasta su liberación debe recorrer 42 viajes. Así enseñaron nuestros sabios:  “ En cada generación el hombre debe considerarse como si hubiera salido de Mitzraim ” (Pesajim 10:5).

Podemos aprender varias lecciones espirituales del nombre y valor numérico de cada uno de los 42 viajes, pero eso llevaría demasiado tiempo y no es el tema que nos ocupa.

Quiero traer a consideración que los hijos de Israel (especialmente aquellos que fueron seducidos por el ‘Erev Rav‘ -la multitud mixta-, por los diez espías y por Madián) cometieron grandes errores muchas veces durante su peregrinar (un peregrinar que por consecuencia se volvió 40 años más largo de lo originalmente esperado).

Sí, Israel salió físicamente de Egipto y experimentó la liberación de Dios en su primer viaje, pero su opresión espiritual continuó durante 41 viajes más.

Estos 42 Viajes cuentan la historia de cada Ben Israel (Hijo de Israel) y cada converso que es oprimido en el sistema de esclavitud de este mundo, y es rescatado de él, tanto física como mentalmente, paso a paso (porque uno puede nacer judío y criarse en una familia religiosa y aún así estar atado y espiritualmente oprimido a las cosas materiales físicas (el fruto prohibido) de este mundo, o pasar por una desolación espiritual, es decir, en el desierto).

Pensemos en la era del primer Templo. Todos contribuyeron a la construcción del Templo de Salomón. El mejor artesano de Tiro ( 2 Cr 2:13 ), con cedros del Líbano ( 2 Cr 2:16 ), trabajó el bronce del Yarden ( 2 Cr 4:17 ). El primer Templo fue más sublime que cualquier otro Templo de la Tierra, ya que la divina Presencia de Dios podía verse literalmente desde la distancia que moraba en él.

Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que los hijos de Israel se dieran cuenta de que todavía eran esclavos; esclavos de la inmoralidad y la idolatría. El derramamiento de sangre no tardó en surgir (cf. Yoma 9b ), y por supuesto, el abandono de la Torah fue el siguiente paso lógico (cf. Nedarim 81a ).

Como consecuencia de todo lo anterior, Dios ya no pudo “habitar” allí y permitió que los babilonios invadieran Jerusalén y destruyeran el Templo: un trágico acontecimiento que costó la vida a un millón de civiles y envió a los judíos de regreso al cautiverio.

A veces tenemos que pensar en retrospectiva para recordar que los pecados tienen consecuencias, y que un pecado lleva a otro. Sin el “temor de Dios” una nación no tiene garantía de perpetuidad; ni siquiera Israel, pues está escrito que sin ninguna arma los madianitas fueron capaces de causar la muerte de 24.000 israelitas (Nm 25:9 ).

Pero después de la guerra contra los madianitas, cuando el temor de YHVH fue restablecido, está escrito: “no falta ninguno de nosotros” ( Nm 31:49 ), aunque sabemos que en las guerras ordinarias hay bajas en ambos bandos (cf. Meam Loez ).

El Zohar enseña una importante lección, basada en el versículo: “Los príncipes se unen para conspirar contra Dios y contra su ungido”  (Salmo 2:1,2 ). Mientras los hijos de Israel estén en sintonía con el Creador, nada los derrotará. Incluso si construyen el Tercer Templo y el resto del mundo se opone a ello, mientras estén en sintonía con Dios, prevalecerán. En palabras del Zohar:

En el futuro, setenta generales de los ejércitos de todas las naciones se reunirán de todas partes en ese momento con las huestes del mundo entero para hacer la guerra contra Jerusalén, la Ciudad Santa, y conspirar contra Dios, diciendo: Tomemos venganza primero contra el Patrón, y luego contra Su pueblo y Su santuario  Entonces Dios se reirá de ellos, como está escrito: El que se sienta en los cielos se ríe: Dios se burla de ellos.”  
Salmo 2: 4 _ Zohar Beshalakh 58a ).

Con el temor de YHVH, Israel es capaz de conquistar incluso la gran ciudad fortificada de Jericó. Pero, ¿qué sucede sin el temor de YHVH? Incluso una ciudad pequeña como Hai es causa de problemas y destrucción para Israel, que no tiene otra opción que huir de ella (Josué 7:1, 3-5 ).

EL SECRETO DEL 42

El capítulo 33 del libro de Números utiliza repetidamente dos letras para determinar el fin de un viaje y el comienzo del siguiente. Por ejemplo, leemos: “Partieron de Sucot y acamparon en Etam” (Nm. 33:6 ). O por ejemplo: “Partieron de los montes de Arabim y acamparon en las llanuras de Moab, junto al Yarden” ( Nm. 33:48 ). En todos los casos, lo que se traduce como “desde” es la letra Mem  מ , y lo que se traduce como “en” es la letra Beit  ב . Las dos juntas forman la Gematría, y se utilizan para representar en hebreo el número 42 ( מב ).

El Zohar nos enseña que:

El mundo fue grabado con cuarenta y dos letras, todas las cuales son la ornamentación del Santo Nombre” ( Zohar Bereshit 30a ). “Dios sacó [a los judíos] de Egipto [en 42 viajes] mediante el misterio del Nombre de 42 letras, con el que creó el Cielo y la Tierra

Zohar hadash Maamar )

El título hebreo para Dios: “Eloka” equivale a 42. El valor 42 surge de sumar 2 veces “Ehyeh” (‘Yo seré’ = 21); el nombre usado por Dios cuando se presentó a Moisés con la famosa frase en la que: “Ehyeh” se repite dos veces ( Éx. 3:14 ).

Esto nos enseña que el 42 está muy conectado con Dios y oculta la fuente y la razón de Su Creación.

Así, cuando un espíritu (neshamá) desciende y se convierte en un ser humano, debe pasar por 42 etapas de ascensión; 42 etapas en las que la “bestia” –es decir: nuestra “inclinación al mal” y “las fuerzas del Otro Lado”– gobiernan el desierto (cf. Zohar Terumah 157a ). En este sentido, cada uno de los 42 Viajes es una oportunidad para pecar, fallar y morir, cayendo en una esclavitud más profunda. Curiosamente, en la cultura japonesa, el 42 se percibe como un “número de mala suerte”.

Por otro lado, los 42 viajes son también una oportunidad para escalar y progresar, dejando atrás el pasado, la esclavitud, y trayendo un poco más de santidad al mundo.

Como está escrito: “ Y sucedió que mientras el Arca avanzaba, Moisés dijo: Levántate, HaShem, y que tus enemigos se dispersen, y que huyan de tu presencia los que te odian ” ( Nm 10:35 ). Nuestros Maestros Jasídicos enseñan que los enemigos de Dios son las fuerzas de la oscuridad espiritual y del mal, que se debilitan cada vez más a medida que recorremos los 42 viajes.

No se trata sólo de un “viaje personal”, sino también de un viaje colectivo que afecta a todos. Así lo enseñan nuestros sabios en el “Sueño del Faraón”, que vio 7 años de abundancia y siete años de hambruna = 14 ( Gn 41:26 ). Nuestros sabios dicen: El Faraón soñó, y luego volvió a contarle los sueños a Yosef, y Yosef los repitió. Estos 3 grupos de 14 hacen un total de 42 ( cf. Bereshit Rabá 89:9 ).

Israel había estado habitando en  Ramsés  (Nm. 33:3 ) [el primer nombre en la lista]. Ramsés está formado por dos palabras: Rah y Masasרע מסס ) – que se traducen: “Mal” y “Derretimiento” (cf.  Likkutei Dibburim, vol. 4, p. 767 ), como está escrito: “y despojaron a los egipcios, y los hijos de Israel partieron de Ramsés a Sucot” (Ex. 12:36-37 ). También está escrito: “como se derrite la cera delante del fuego,  así  perezcan los malvados ante la presencia de Dios” ( Sal. 68:2 ). Así que Ramsés es donde comenzó nuestro éxodo en este viaje espiritual, Ramsés es el rechazo físico y el derretimiento espiritual del poder dominante que ha estado oprimiendo nuestra alma – como la Gematría de Ramsés equivale a: Nefesh (alma). Sólo después de esto llegamos a la siguiente etapa:  Sucot  (Cabañas; cuando nos damos cuenta que todos estos pasos en nuestra vida son viviendas temporarias, y tenemos un objetivo mayor que alcanzar).

רעמסס = נפש = 430

La última etapa, el número 42, es Yerijó  ( Nm 33:48 ). Yerijó deriva de ‘Reiakh‘ que significa «olor«.

¿Qué es tan importante acerca del olor,  ריח ? El olor es una señal del Mesías, porque está escrito:

«[vaha’Rikho]  y su olor será en el temor de YHVH»

(Isaías 11:3)

Nuestros sabios dicen del Mesías que él olerá a alguien y será capaz de juzgarlo [moirakh veDain] (Sanh 93b ).

Las 42 etapas son un medio para alcanzar la conciencia mesiánica y el fin de todos nuestros viajes: la llegada del Mesías. Este último viaje consta de dos pasos:

(a) Yehoshua pelea las batallas de YHVH y prepara el camino, y

(b) el Rey David termina la obra para la morada permanente de Dios entre nosotros.

Estos son los aspectos conocidos como Mesías ben Yosef (quien prepara el camino) y Mesías ben David, el Rey Mesías Supremo, y el proceso se conoce como las pisadas del Mesías.

No hay otro objetivo en la historia de Israel, y no hay otro objetivo en la Torá que traer la era mesiánica. El Mesías es el objetivo de la Torá. Y como cada uno de nosotros tiene una chispa del alma del Mesías en su interior, podemos experimentar la era mesiánica en nuestro interior, a medida que pasamos por los 42 Viajes y nos purificamos hoy para ese hermoso día, en el que el mundo entero será purificado y purificado, que pueda ser pronto en nuestros días.

Amén.

El amor que todo lo abarca como «saboreo» de la Redención.

Matot-Masei

El Rebe de Lubavitch

1. Uno de los factores especiales asociados con este Shabat es la conclusión del Libro Bamidbar, junto al pronunciamiento público que acompaña su finalización: Jazak, Jazak, VenitjazekSé fuerte, sé fuerte y nos fortaleceremos«). Esta triple repetición produce una jazaká (fuerza), que constituye una consolidación y firmeza en nuestra conexión con el Eterno.

Significativamente, la conclusión del Libro Bamidbar siempre tiene lugar en las «Tres Semanas«, un período asociado con el exilio y la destrucción. Uno podría preguntar:

¿Por qué siempre ocurre este fenómeno de «Jazaká» (fuerza y consolidación) en un momento en que los judíos están debilitados por así decirlo?

Es posible explicar que un concepto es el resultado del otro. Debido a que este es un momento en que los judíos están «debilitados», es necesario alentarlos y reforzarlos. Pero, el hecho de que, a este Shabat se lo conoce como «Shabat Jazak» («el Shabat del refuerzo«), demuestra que hay un vínculo más intrínseco, que el tiempo en sí mismo es fuerte y consolida la observancia de la Torah y sus mitzvot por parte de Israel. Este concepto se puede explicar en el contexto de la conexión de la expresión Jazak, Jazak, Venitjazek con los parashot leídas esta semana, Matot y Masei. Existe una conexión obvia entre el concepto de fuerza y Parashat Matot. Matot significa «bastón de mando» y es un símbolo de fuerza, estabilidad y autoridad, como se refleja en el versículo, «y había en ella, varas fuertes para cetros de soberanos» (Ezequiel/Yejezkel 19:11).

Masei, que significa «viajes«, parece, sin embargo, indicar un estado opuesto a la estabilidad y fuerza. Y, sin embargo, es Parsahat Masei, la que siempre se lee como la última parshá del Libro Bamidbar. En contraste, hay años en que la Parshá Matot se lee de forma separada, la semana anterior a que concluya el Libro de Bamidbar, por ello la parshá Masei debe tener también una relación con la fuerza.

Debemos explicar: El concepto de jazaká está asociado con el número tres (pues tres veces algo, constituye una jazaká) que representa una verdadera concepción de fuerza y fortaleza, ya que esta fuerza existe incluso dentro de una situación en la que existen fuerzas opuestas. Como es bien sabido, el número 1 se refiere a un estado en el que solo existe el bien y la Santidad. El número 2, en cambio, se refiere a un estado de oposición, diferencia y contraste. El número 3, sin embargo, refleja la fuerza y ​​el poder de la Santidad incluso frente a un estado de oposición.

Hay dos concepciones de tal estado de fortaleza:

a) Desde arriba hacia abajo. La fuerza es el resultado de la luz ilimitada de la Santidad. Esta luz es tan poderosa que, incluso frente a la oposición, puede expresarse en cualquier lugar.

b) Desde abajo hacia arriba. La tarea depende del esfuerzo humano firmeza y fortaleza para anular al enemigo y más aún, transformarlo en una fuerza positiva de Santidad.

Estos dos enfoques se reflejan en los dos parashot, Matot y Masei. La Parashá Matot comienza relatando cómo Moshe transmitió la orden del Eterno a los líderes de las tribus y así refleja el tipo de fuerza que viene de Arriba.

En contraste, la Parashá Masei describe «los viajes de los hijos de Israel cuando salieron de la tierra de Egipto«, es decir, un proceso de ascenso. Describe cómo los Benei Israel pasaron por diferentes circunstancias en el desierto y la forma de como se elevaron a sí mismos y al medio ambiente que atravesaron, hasta que llegaron a Eretz Israel. Por lo tanto, en un sentido amplio, el concepto de jazaká tiene una mayor conexión con la Parashá Masei, pues es en esta parshá donde se refleja el concepto de confrontar -y superar- fuerzas opuestas. Sin embargo, en un sentido profundo, la definición más perfecta de «fuerza» se establece fusionando ambos enfoques. El poder desde lo Alto tiene la virtud de una luz de Santidad más allá de los límites, pero por cuanto la fuerza tiene una raíz Superior no tiene en consideración a la existencia inferior. Y por otro lado, aunque la tarea espiritual de elevación y ascenso tiene la ventaja de enfrentar y superar a fuerzas opuestas, carece del poder ilimitado de la revelación de lo Alto y por el contrario, debido a estar en un plano de la realidad material, dentro de un contexto de limitación, existe el potencial de cambio e incluso de interrupción. Por lo tanto, el grado máximo de fortaleza proviene de la fusión de estas dos parashot y estos dos enfoques.

Este mismo concepto se refleja en el hecho de que es el cuarto libro de la Torah, el que se está concluyendo esta semana. El número 3, aunque está conectado con la fuerza como se explicó anteriormente, todavía está conectado a la inestabilidad que caracteriza a los números 1 y 2. Por el contrario, el número 4 refleja un escalón más alto, donde la conexión con lo que simbolizan el número 1 y el número 2 ya no se siente. Por esta razón, se usa una silla con cuatro patas como símbolo de estabilidad.

Y desde la finalización del cuarto libro de la Torah, procedemos al comienzo del quinto libro dentro de las plegarias de la tarde de Shabat. El número 5 se refiere a un nivel totalmente por encima de toda limitación y superior al orden de la naturaleza en su totalidad.

En este contexto, podemos apreciar la conexión entre la conclusión del Libro de Bamidbar y el período de las «Tres Semanas». La destrucción del Beit HaMikdash y el exilio no fueron pensados como una sanción y castigo, sino más bien con el fin de llevar a los judíos y el mundo en general al estado superior que se revela a través del Tercer Beit HaMikdash en la era de la Redención, «el Santuario del Eterno, establecido por Tus manos«. Hay dos aspectos o niveles en el Beit HaMikdash, tal cual sucedió en la historia:

a) la revelación desde lo Alto: Aunque esto es de una calidad ilimitada e infinita, por sí solo, no puede dar lugar a una estructura eterna. Esta revelación no penetra en la perspectiva de los propios seres creados y por lo tanto, existe la posibilidad de destrucción. Esta concepción caracterizó el Primer Beit HaMikdash que fue construido por el rey Salomón, que era de tal magnitud que «se sentó en el trono de Dios«. Este nivel se relaciona con el trabajo espiritual de los tzadikim (justos no pierden su conexión con Dios).

b) La elevación desde nuestro humilde mundo: Aunque este servicio involucra al mundo mismo desde su inferioridad existencial y lo hace (incluso desde su propia perspectiva) una vivienda para Dios, tiene una limitación básica. Como este mundo es de naturaleza finita, el potencial para la eternidad no existe. Esta concepción, con sus ventajas y limitaciones, caracteriza el Segundo Beit HaMikdash que fue construido por Ezra y los exiliados que regresaron a Jerusalem con él y que está asociado con el servicio espiritual de los «Baalei teshuvá» (retornantes a Dios).

Nuestros sabios explicaron el versículo, «La gloria de esta última casa supera a la de la primera«, (Hageo/Jagai 2:9) porque el Segundo Beit HaMikdash en duración de tiempo y en dimensión de espacio, que definen la naturaleza de nuestra existencia, superó al Primer Beit HaMikdash. Sin embargo, en última instancia, también el Segundo fue destruido por que al estar asociado con los límites del mundo, no poseía la cualidad de la eternidad.

El Beit HaMikdash eterno será el Tercero, que se construirá en la Era de la Redención. Esta estructura combinará las cualidades positivas de ambas estructuras previas. Por lo tanto, la revelación infinita que trasciende los límites del mundo penetrará y se asentará dentro de esos límites. Esto será posible debido al éxito del servicio de refinamiento que elevará al mundo y lo hará apto para recibir tal revelación.

El clamor público al finalizar el cuarto libro de la Torah, de Jazak, Jazak, Venitjazek está relacionado con el Tercer Beit HaMikdash. Se hace en este momento para indicar que las Tres Semanas están, en esencia, también relacionadas con el Tercer Beit HaMikdash y están destinadas a conducir a la Redención final, en cuyo momento se construirá esta tercer y definitiva estructura. Este pronunciamiento también fortalece nuestro servicio de la Torá y las mitzvot, que refinan al mundo en general y lo prepara para recibir la fuerza y ​​la estabilidad que caracterizarán la Era de la Redención.

2. Hay otro aspecto adicional en este Shabat y lo encontramos a partir de la influencia del día anterior. Nuestros sabios enseñaron: «Quien se esforzó en la víspera de Shabat, comerá en Shabat«. Del mismo modo, el trabajo espiritual del sexto día nos prepara para el Shabat.

Esta cerca Rosh Jodesh (principio de mes), un día muy especial, el aniversario de fallecimiento Aarón HaCohen (el hermano de Moisés). En el libro Tania (Igueret HaKodesh 28), el Alter Rebe afirma que en un aniversario, «todas las obras, la Torah y el servicio que una persona ejerció durante su vida, se revela y «produce salvaciones en las entrañas de la tierra«.

El trabajo de Aarón consistía en «amar la paz y perseguir la paz, amar a las criaturas y acercarlas a la Torah». Hizo esfuerzos especiales para difundir el amor, la paz y la armonía entre marido y mujer y entre diferentes miembros del pueblo de Israel.

Y por esta razón, encontramos que el fallecimiento de Aarón fue llorado por «toda la Casa de Israel«, que según nuestros sabios «Casa de Israel» significa tanto hombres como mujeres. Hay una conexión entre este fenómeno y el servicio de Aarón. El amor que Aarón mostró y que alentó entre el pueblo judío se relaciona con el punto esencial del alma judía que trasciende toda división. Otra manifestación de este factor es, que fue en el mérito de Aarón lo que lo generó que las nubes de gloria acompañaran a los Benei Israel en todo el desierto. Estas nubes abarcaban a todos y cada uno de los miembros del pueblo por igual y protegían todo su ser. ¿Por qué fue esto posible? Porque la influencia de Aarón trascendió todas las divisiones posibles entre las personas.

Este concepto de amor que todo lo abarca, se refleja en las letras del nombre de Aarón אהרן, las dos primeras הר significan «montaña«, que se usa con frecuencia como metáfora del amor. La letra Alef (אלף) se relaciona con la palabra «pele» (פלא), que significa «maravilla«, es decir, el amor de Aarón era maravilloso y sin fronteras naturales. (En este contexto, las dos primeras letras del nombre de Aarón, la alef א y la hei ה se relacionan con la palabra «Ahavá«, amor. La letra reish ר de su nombre es la inicial de la palabra rabá que significa «grande«, es decir, su amor fue grande e ilimitado).

La última letra del nombre de Aaron, la letra nun final ן, sobresale debajo de la línea, esto indica cómo Aarón se extendió a todos los israelitas, incluso a los que se encuentran «debajo de la línea«. Debido a que su amor era ilimitado en naturaleza, tenía el potencial de extenderse incluso a cada uno de los miembros del pueblo judío, independientemente de su naturaleza individual.

El servicio de Aarón también se relaciona con la fusión de los dos enfoques antes mencionados sobre la revelación desde el cielo y la elevación de nuestro entorno material que está asociado con el número tres. Esto se refleja en la conexión entre Aarón y la Bendición Sacerdotal. En el pensamiento jasídico, se explica que la Bendición Sacerdotal combina las virtudes de la plegaria, la elevación desde el mundo material y las virtudes de la bendición, la revelación de la influencia Divina ilimitada en el mundo. Esta fusión es posible porque la Bendición de los Kohanim tiene su fuente en un nivel por encima de ambos.

Con base en este concepto, podemos entender por qué el aniversario de Aarón es el primer día del quinto mes. Como se mencionó anteriormente, el número 1 refleja una unidad que está totalmente por encima de la división. Del mismo modo, el número 5 representa un nivel esencial que trasciende la diferencia. Como el trabajo de la vida de Aarón estuvo dedicado a expresar la unidad fundamental que existe en el pueblo de Israel, su partida de este mundo está asociada con esta fecha.

La asociación del mes de Menajem Av con la unidad y el amor también enseña cómo nos prepara para el próximo mes, el mes de Elul , que se caracteriza por el servicio espiritual de «Yo soy de mi Amado y mi Amado es mío«. Este versículo implica una expresión de amor al Eterno del pueblo de Israel, que evoca una respuesta de amor en el nuevo año que sigue.

La zorra y las uvas… ¿Qué tiene que ver con los doce espías’

Por P.A. David Nesher

Hoy al despertar recordé una fábula de Esopo que leí en mi niñez, y que me condujo a reflexionar en la parashá de esta semana. :

“Una tarde de otoño, una zorra hambrienta y sedienta vio un delicioso racimo de uvas maduras. Pensó que éstas calmarían su sed. Lo que la zorra no sabía es que los racimos de uvas estaban mucho más altos de lo que ella imaginaba. Entonces, buscó un medio para alcanzarlos. Comenzó a saltar, y saltar pero no conseguía ni tocarlos.

Había muchas uvas, pero la zorra no podía alcanzarlas. Tomó carrera y saltó otra vez, pero el salto quedó corto. Aun así, la zorra no se dio por vencida. Tomó carrera otra vez y volvió a saltar y nada. Las uvas parecían estar cada vez más altas y lejanas.

Cansada por el esfuerzo y sintiéndose incapaz de alcanzar las uvas, la zorra se convenció de que era inútil repetir el intento. Las uvas estaban demasiado altas y la zorra sintió una profunda frustración. Agotada y resignada, la zorra decidió renunciar a las uvas.

Cuando la zorra se disponía a regresar al bosque se dio cuenta de que un pájaro que volaba por allí, había observado toda la escena y se sintió avergonzada. Creyendo que había hecho un papel ridículo para conseguir alcanzar las uvas, la zorra se dirigió al pájaro y le dijo:

– Yo habría conseguido alcanzar las uvas si hubieran estado maduras, pero me equivoqué al principio pensando que estaban maduras pero cuando me di cuenta de que estaban aún verdes, preferí desistir de alcanzarlas. Las uvas verdes no son un buen alimento para un paladar tan refinado como el mío.

Y así fue, la zorra siguió su camino, intentando convencerse de que no fue por su falta de esfuerzo por lo que ella no había comido aquellas riquísimas uvas, sino porque desde su engañosa cosmovisión aquellas estaban verdes.”

Con esta fábula en mi mente, mi alma se transportó a lo que el Eterno le dijo a Su Pueblo a través de Moisés y que cierra la parashá Shlaj Lejá: “… Y no se dejarán mal influenciar por el corazón y lo que ven los ojos a través de los cuales se pervierten.” (Números/Bamidvar 15:39)

El Eterno nos advierten que no nos dejemos mal influenciar por el corazón y lo que ven nuestros ojos para pervertirnos detrás de ellos e ir en el camino erróneo. Fue Rashí que al explicar este texto dice que el corazón y los ojos son las interfaces con el medio exterior, el ojo ve, el corazón desea, la mente elabora una interpretación de la visión y el cuerpo efectúa las tentaciones. De este modo, Rashí parece invertir el orden, ya que la Torah puso primero al corazón y luego a la visión. Entonces los invito a preguntarse: ¿quién es quién? ¿por quién está gobernada la naturaleza del hombre por los ojos o por el corazón?

Aquellos que escuchan mis enseñanzas me han oído con insistencia decir que de acuerdo a la revelación divina los seres humanos somos primordialmente seres lingüísticos. Esto significa que el lenguaje es sobre otras cosas lo que hace de los seres humanos el tipo particular de almas que somos. Somos seres que vivimos en el lenguaje. No hay lugar fuera del lenguaje desde el cual podamos observar nuestra existencia. Por esto es que el lenguaje es generativo. Es decir que el lenguaje no sólo nos permite hablar «sobre» las cosas, sino que también hace que ellas sucedan. Por lo tanto, el lenguaje es acción, es generativo; el lenguaje crea realidades.

Pero a esto debemos también aceptar, tal como lo dice Esopo en su fábula y Rashi en su explicación, que el lenguaje muchas veces queda condicionado a nuestra sensorialidad, y especialmente nuestra visión. Así nos damos cuenta de que en nuestra cotidianeidad aquello que vemos determina ese hablar privado de nuestro corazón, de donde saldrán nuestras decisiones y ellas se manifestará en nuestras acciones. En consecuencia, en el hombre caído la visión espiritual del hombre decide cómo será su futuro.

En la parashá de este semana, vemos que los doce meraglim (“espías” o “exploradores”) habían retornado de inspeccionar la tierra de Israel. Y todos, excepto Kaleb y Yeoshua, dieron un reporte negativo, desmoralizando al pueblo y  sumiéndolo en la desesperanza.

Sabemos que los doce eran los líderes del pueblo; príncipes de cada una de las tribus, hombres sabios, justos y respetados. Entonces: ¿Por qué dieron un informe negativo?

Los doce espías vieron la misma tierra, las mismas ciudades y los mismos habitantes, pero hubo dos formas de reacción muy diferentes ante lo que vieron. De aquí aprendemos que lo importante no es lo que tenemos por delante de nuestros ojos sino cómo reaccionamos ante ello, desde la cosmovisión que elaboramos en nuestro corazón.

Evidentemente los diez meraglim actuaron motivados por el miedo paralizante que conduce a no querer esforzarse por la victoria. Ese miedo que actúa nublando nuestros sentidos y nuestra mente, anulando toda motivación. Un temor que no solo paraliza, sino que también perturba la visión generando una palabra negativa que justificará la falta de esfuerzo. Cuando nos formamos un preconcepto de cómo debería ser una situación, y elaboramos prejuicios que son producto del miedo y la ignorancia, nuestros ojos se enceguecen y vemos solo lo que nuestra mente quiere ver. Nuestros peores terrores se hacen realidad: “Allí vimos a los gigantes… aparecimos ante nuestros ojos como langostas, y así éramos ante los ojos de ellos.» (Números/Bemidbar 13:33)

Aunque los diez espías vieron la tierra hermosa, sus almas fueron invadidas de pensamientos de problemas e imposibilidades que no les permitieron creer que era posible vencer sobre esos pueblos tan grandes y conquistar esas ciudades tan fortificadas. Lo triste de esto es que la razón los encerró en no creer y afirmarse en el Eterno y sus promesas.

Pero los otros dos espías tenían otro espíritu y vieron las mismas cosas de otra manera. Habían aprendido a vivenciar en sus corazones las vivencias de lo que pasó en Egipto y en el desierto. Yehoshúa y Kaleb sabían que tenían un Elokim poderoso y creyeron en sus promesas. Vieron la realidad visible y lograron sujetarlas la visión de la realidad invisible. Era verdad que los hijos de Anac eran gigantes. También era cierto que las ciudades tenían murallas muy altas. Pero la verdad absoluta era que YHVH, el Todopoderoso, es mucho más grande que cualquier realidad de la fisicalidad, y Él estaba con ellos. Los diez espías vieron las cosas desde abajo pero los dos espías las vieron desde arriba.

Así aprendemos que existen dos voces. Por un lado, la voz de lo imposible, que sólo habla de las cosas desde el punto de vista natural. Por el otro lado, se encuentra la voz de lo posible, que siempre habla de las cosas desde el punto de vista del poder y las promesas del Eterno. Según escuchamos vamos a creer. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural, nuestras acciones estarán condicionadas por lo natural y sus leyes entrópicas, desde donde recibiremos sólo resultados naturales. Pero si nos atrevemos a ejercer visión celestial a través del escuchar lo que enseñan las promesas divinas lograremos a actuar de manera natural, pero recibiendo la asistencia celestial de tal modo que nuestras acciones naturales se transformarán en sobrenaturales y lograrán así la manifestación de los milagros y prodigios propios de los hijos de Israel.

En esta parashá la Torah del Eterno nos quiere enseñar que el corazón humano es más importante que la visión por dos motivos:

  1. La interpretación que le damos a lo que vemos o escuchamos viene del corazón.
  2. Existe un refrán popular que dice: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”. Si el dicho es correcto, también el axioma contrario lo es: “No hay mejor observador que el que realmente quiere ver”. Si mi corazón quiere ver, entonces seguramente veré. Fue el corazón que le dio la orden al ojo. Según nuestra manera de ver las cosas así nos será hecho.

En esta semana el Eterno nos llama a conocer nuestra propia naturaleza y estar conscientes de quién maneja a quién, que detrás de toda mirada inocente hay un maquinista que está moviendo esta interface. Los espías que hablaron mal de la tierra de Israel utilizaron este mecanismo, los ojos sólo confirmaron lo que ya tenían en el corazón, los ojos sólo vieron lo que el corazón quería que vieran.

Debemos tener más cuidado de lo que queremos ver que de lo que realmente vemos.

Para buscar la conclusión a todo lo que venimos aquí considerando, hallo conveniente hacer mía la oración el apóstol Pablo por los santos de Éfeso:

Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder” (Efesios 1:18-19)

Entonces, si eres discípulo del RYBY (Rabeinu Yeshua Bar Yosef) y crees que Él es el Mesías, debes comprometerte a mirar las cosas con los ojos del espíritu, es decir desde arriba, desde la cima del Monte Santo (tu interioridad ascendida). Si has reflexionado esta lección, te solicito que te propongas a observar la realidad de las cosas físicas pero sin quedarte tildado en ellas, sino escuchando y mirando lo que dice nuestro Padre Celestial, ya que el Cielo es el que tiene la autoridad sobre la Tierra y el poder para cambiar todo lo terrenal por medio de tu declaración. Decídete por ser un colaborador con el Creador, y verás como las promesas del Eterno son capaces de transformar toda situación de la fisicalidad según los recursos benditos que ya contamos en el Cielo, gracias a los méritos de nuestro Dueño y Maestro Yeshúa.

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Bueno será que puedas ingresar a esta Webinar (Aula Virtual) y ampliar lo que en esta bitácora hemos considerado:

Las Facetas del Mesías reveladas en el Yovel

Shalom a todos los talmidim de Yeshúa!


Por medio de este Blog, y en diferentes bitácoras, he enseñado que la gematría (valor numérico profético) del Tetragramatón o Nombre más alto del Eterno (YHVH) corresponde a 26.

Bien, si esto ya lo hemos aprendido quiero invitarlo a que, con nuestra imaginación, consideremos ahora la imagen especular de 26. Seguramente tu mente te ha conducido al número 62; ¡felicitaciones estás en lo cierto!

Entonces, repasemos juntos los siguientes datos. Hemos visto que son exactamente 26 (veintiséis) las generaciones que van desde Adam HaRishom (primer Adán) hasta Moisés; esto porque Abraham fue la 20ª (vigésima) generación desde Adán, y Moisés fue la 6ª (sexta) desde Abraham.

Ahora te invito que contemos las generaciones, pero esta vez volveremos a partir desde Adam HaRishón pero que lleguemos hasta nuestro Maestro y Dueño Yeshúa HaMashiaj. Al hacerlo descubrimos que hubo exactamente 62 (sesenta y dos) generaciones desde el primer Adam hasta Yeshúa (el denominado por el apóstol Pablo: segundo Adán), porque ya hemos estudiado en la genealogía que nos presenta Matisyahu (Mateo) que Yeshúa fue la 42ª (cuadragésima segunda) generación desde  nuestro padre Abraham (ver Evangelio de Mateo cap. 1, vers. 17).

Ahora me gustaría aportar aquí una información que te sorprenderá: ¡hubo 26 (veintiséis) Jubileos desde Moisés hasta el Mashíaj en su primera venida.

Si colocamos el número veintiséis (26) en hebreo nos encontramos con estas letras: עשרים ושיששה. Si a esto le calculamos su guematría obtenemos 1231 (mil doscientos treinta y uno), exactamente la guematría de los Aseret HaDibrot (más conocidos como los «diez mandamientos»). Este valor hace alusión profética al primer Shavuot cuando el Eterno entrega Su bendita Torah en el Monte Sinaí a toda la Kehilá de Israel a fin de establecer una Alianza matrimonial con ella.

Pero tu sorpresa no quedará estancada solamente aquí, ya que el valor 1231 es también la gematría del siguiente verso, que hace alusión directa a la venida del Mashíaj:

Más yo estoy lleno de poder del Espíritu de Yahvéh, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.»

Miqueas 3: 8

Ahora, considerando lo que la parashá (porción) BeHar («En el Monte») nos está implantando en nuestra ascención de conciencia, quiero que leas conmigo el siguiente verso:

«Habla a los hijos de Israel, y diles:
«Cuando entréis a la tierra que yo os daré, la tierra guardará reposo para el Señor.

Levítico 25: 2

Necesitamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuándo se comenzó a contar los años sabáticos o años de Jubileo?

Considerando el texto en su nivel PeShat (simple y claro), el conteo debía comenzar tan pronto como los Benei Israel («Hijos de Israel») entraran a la tierra, visto y considerado de esta forma notamos que no existe ningún requisito para que posean la tierra. Entonces: ¿cuándo entraron a la tierra? Según lo relatado por el quinto libro de las Sagradas Escrituras (Josué), los hijos de Israel entraron a la tierra el 10 (diez) de Nisán subiendo por el río Jordán (Josué 4:19-20). En este relato leemos:

«El pueblo subió del Jordán el día diez del mes primero y acamparon en Gilgal al lado oriental de Jericó.

Josué 4: 19

Ahora, y para lograr encontrar la respuesta a lo planteado más arriba, necesitamos recurrir a la ciencia de los Sabios judíos. Es comúnmente establecido por los rabinos que los Benei Israel recibieron la Torah en el año del Señor 2448 desde Adán, de lo cual se deduce que la entrada a la tierra de Israel tuvo lugar 40 (cuarenta) años después, es decir en el año 2488.

Considerando la parashá BeHar, entendemos que la palabra clave para Yobel (Jubileo) es libertad que en hebreo se escribe así: דְּרוֹר. Leamos lo que está escrito:

«Así consagraréis el quincuagésimo año y proclamaréis libertad en devolución de la tierra para todos sus habitantes. Será de jubileo para vosotros, y cada uno de vosotros volverá a su posesión, y cada uno de vosotros volverá a su familia.

Levítico 25: 10

Entonces, y continuando con el nivel PeShat (simple) del texto, vemos que Yovel (Jubileo) significa la liberación de la esclavitud y el regreso de la tierra ancestral a sus originales dueños. Esto se cumplió en el momento en que los Hijos de Israel entraron a la tierra el 10 de Nisán del año judío 2488. Utilizando esta perspectiva, los Sabios llegaron a la conclusión que el año 2488 desde Adam HaRishón debe entenderse como un Jubileo (aunque no fue precedido por 49 años de conteo).

Esto ocurrió en un momento posterior a la muerte de Moisés, quien recordemos era la 26ª (vigésima sexta) generación desde Adam HaRishón. Aquí es donde encontramos una primera revelación: 26 es la guematría de YHVH, que denota apropiadamente la misericordia y salvación de Elohim para sus escogidos.

Quisiera aquí dirigirme contigo al libro del profeta Ezequiel y leer este oráculo:

En el año veinticinco de nuestro destierro, al principio del año, a los diez días del mes, catorce años después de haber sido tomada la ciudad, en aquel mismo día vino sobre mí la mano del Señor, y me llevó allá.»

Ezequiel 40: 1

Investigando, me econtré que el Sabio Rashi, asegura que éste fue un Yovel (año de Jubileo), y así lo expresó:

¿Qué “año” es aquel cuyo Rosh Hashaná cae el día diez del mes? La respuesta es que este es el año del Jubileo. El Templo había sido destruido en [3338] el año trigésimo sexto del [ciclo] Jubileo [de 50 años] que había comenzado en el año decimoctavo de Josías [3303]. Catorce años después [3352], el [inicio del siguiente] Jubileo habría caído, y este era el año veinticinco del exilio de Jeconías, que había sido exiliado en [3327], el año veintiséis del Jubileo. [ciclo] [que consta de] catorce años de Josías, del año dieciocho al trigésimo primero [3302-3316], y once años de Joacim [3316-3327]. ¿Qué “año” es aquel cuyo Rosh Hashaná cae en el décimo del mes? La respuesta es que este es el año del Jubileo.

El año del exilio comenzó en el 597 a.C., cuando los ejércitos de Nabucodonosor se apoderaron de Jerusalén, con la intención de tomar cautivos judíos de clase alta y asimilarlos a la sociedad babilónica. El 15 y 16 de marzo de 597 a. C., Jeconías, toda su casa y tres mil judíos fueron exiliados a Babilonia, y veinticinco años después sería el año 572 a.E.C., que fue un Jubileo según el oráculo leído (Ez. 40: 1).

Aquí es donde notamos que el hecho de que el profeta Ezequiel haya contado el Yovel (Jubileo) incluso durante el exilio sugiere que una vez iniciado, el conteo de los años sabáticos y del Jubileo ya no depende de que la tierra sea poseída por los Hijos de Israel.

Siguiendo la forma de contar los años de los Sabios, diré que el año 572 a. E.C. serían 3.188 años desde Adam HaRishón, o 700 (setecientos) años desde la entrada a la tierra de Israel, se deduce que habían transcurrido exactamente catorce Jubileos entre la entrada a la tierra y la visión que el profeta Ezequiel está teniendo sobre el Tercer Templo. Esto también confirma nuestra afirmación de que el conteo comenzó a partir del mismo año en que los Hijos de Israel entraron a Eretz Israel (Tierra de Israel) con Yehoshúa (Josué)

Bien, con toda esa consideración, vengamos ahora a lo nuestro: la misión jubilar del Mesías.

Se establece comúnmente que Yeshúa comenzó su ministerio alrededor de los años 27 al 30 de nuestra E.C. (Era Común). Ahora bien, el año 28 E.C. sería cuando se están cumpliendo exactamente 600 años o 12 Jubileos desde la visión de Ezequiel del Tercer Templo, o también, considerando otra perspectiva, 26 (veintiseis) Jubileos desde la entrada a la tierra, es lógico que si el año inicial del ministerio de Yeshúa iba a ser divinamente ordenado, tenía que ser el 28 de nuestra Era Común.

Esto también estaría significando que el año 70 E.C. es un shemitá (año sabático) en el que el Segundo Templo fue destruido. Esto concuerda con la afirmación del Seder Olam Rabbah (obra rabínica sobre cronología bíblica) que sostiene que el Segundo Templo fue destruido en un shemitá (año sabático).

Aquí te diré que esto de que el año 28 E.C. fue un Yovel (Jubileo) se deriva de una manera lógica del relato que hace el evangelista Lucas (ver Lucas 4:16-19) cuando Yeshúa nuestro maestro es invitado a leer el rollo del profeta Isaías y le tocó la cita explícita de Isaías capítulo 61, especialmente en el verso 1 como la lectura de los profetas en Yom Kipur:

«El Espíritu del Señor YHVH está sobre mí, porque me ha ungido el Señor para traer buenas nuevas a los afligidos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar libertad a los cautivos y Liberación a los prisioneros.

Isaías 61: 1

A continuación te invito a marcar las palabras clave en el versículo anterior. Las mismas son: libertad, דְּרוֹר (deror)que en la mentalidad hebrea significa Yovel (Jubileo).

Allí mismo (el evangelio según Lucas) leemos que cuando Yeshúa comenzó su ministerio público, tenía alrededor de 30 años de edad (Lucas 3:23) y lo más interesante de este dato es que comenzó desde donde Moisés terminó su ministerio: el río Jordán.

Según la tradición rabínica, el ascenso final de Moisés al Monte Sinaí fue en Rosh Jodesh Elul (primer  día del sexto mes). De allí descendió 40 (cuarenta) días después, exactamente en Yom Kipur (décimo  día del séptimo mes), cuando el pecado del los Benei Yisrael (Hijos de Israel) fue perdonado.

Con todo esto en nuestros corazones, estoy seguro, mi amigo lector, que tu lógica logrará darse cuenta que esta es la razón principal por la que Yeshúa tuvo que ayunar durante 40 días en el desierto; e inmediatamente después proclamar el año de libertad (Jubileo) en Yom Kipur, que también es denominado Shabat (Levítico 23:32).

Es posible suponer que Yeshúa comenzó su ministerio en Tish’a B’Av. Sabemos que la palabra Av en hebreo se escribe así: אָב; y también hemos aprendido que esta palabra puede permutarse para escribir בֹּא (bo) que significa “venir”, que aduce en la mentalidad escatológica hebrea a la venida de Mashíaj בִּיאַת הַמָּשִׁיחַ. Es curioso que en la tradición rabínica, a Tish’a B’Av se lo considere el «cumpleaños del Mashíaj» (simbolizando con el tiempo de su epifanía o manifestación) que de acuerdo a los relatos evangélicos se habría cumplido si el Mashíaj hubiera sido revelado en Tish’a B’Av y luego llevado al desierto por el Espíritu Santo para entrar en un ayuno de 40 días. Así, se puede suponer que este Tish’a B’Av estaba en un séptimo año sabático, es decir, el año anterior al Jubileo, y Yeshúa habría esperado 21 días (tres semanas) después de Tish’a B’Av para reflejar los 21 días de luto que hay entre el 17 de Tamuz y Tish’a B’Av antes de comenzar su ayuno en Rosh Jodesh Elul (la luna nueva del sexto mes, Virgo). Entonces, habría terminado su ayuno de 40 días en Yom Kippur (décimo día del séptimo mes) en el nuevo año, que era el 26º (vigésimo sexto) de Moisés, de ahí la proclamación que encontramos que realiza en Nazaret (Lucas 4:16) citando Isaías 61:2:

«… para proclamar el año agradable del SEÑOR, …

Isaías 61: 2a

Ya hemos estudiado que este versículo fue citado por Yeshúa a mitad de camino; y entonces es lógico que el resto del versículo no citado deba estar destinado a otro momento, es decir, a la Segunda Venida (Parusía):

«… y el día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran,…

Isaías 62: 2b

Allí, donde Yeshúa dejó de leer a Isaías, nos ayuda a mostrarnos la naturaleza de la profecía y su relación con el tiempo. El pasaje de Isaías continúa describiendo lo que Yeshúa haría en Su Segunda Venida (señalado en la expresión: «y el día de venganza de nuestro Dios«). ¡Esta es una coma de dos mil años entre las dos frases!

Ahora bien, debo decirte que la primera frase clave que se aplica la primera venida es “año agradable del SEÑOR” (en hebreo: שְׁנַת-רָצוֹן לַיהוָה), y la guematría de esta frase es 1152, que resulta del producto: 4 x 288. Aquí el valor guemátrico 288 alude a las denominadas RaPaJ Nitzotzin (traducida como las «288 chispas santas» o «288 destellos de luz«), valor que en el nivel Sod de la Torah se denomina «las ovejas perdidas«, que sabemos era la principal preocupación del Mesías en su primera venida (Mateo 15:24).

La frase clave para la segunda venida es «y el día de la venganza de nuestro Dios«. La guematría de esta expresión es 384, que es también la gematría del concepto «Mashíaj de YHVH» ( en hebreo: מָּשִׁיחַ יְ הוָה), es decir, el Mashíaj sólo será revelado en su segunda venida.

Sorprendentemente, la primera venida («misericordias de YHVH«) tiene dentro de sí el potencial para la segunda venida: el «juicio de Elohim«, cuyo valor es 1536.

  • Primera Venida __ frase clave: año agradable del SEÑOR = 1152
  • Segunda Venida __ frase clave: «y el día de la venganza de nuestro Dios» = 384
[Si observamos bien, el valor 384 (de la segunda venida) multiplicado cuatro veces (384 x 4) da como resultado: 1152 (el valor de la primera venida); pero si a este valor le sumamos 384 (1152 + 384), obtenemos como resultado 1536 (valor numérico relacionado con la frase: «de cierto, de cierto os digo… «)]

Si hasta ahora lo que venimos considerando está ensanchando tu alma en el asombro, pues déjame agregar algunos misterios más:

Te sorprenderás saber que la frase clave para la 1ª Venida es la misma gematría del nombre Israel y la Torah:

  • Torah תּוֹרָה 611
  • Israel יִשְׂרָאֵל 541
  • Total 1152 = «año agradable de Yahvéh«

Por el otro lado, la frase clave para la 2ª Venida es la misma gematría de Mashíaj y YHVH:

  • Mashiaj מָּשִׁיחַ 358
  • YHVH יְהוָה 26
  • Total = 384 = «y el día de la venganza de nuestro Dios

Esto viene a enseñarnos que la primera venida del Mashíaj fue para enseñar la correcta observancia de la Torah a Israel, y la segunda venida del Mashíaj es para revelarlo como el Hijo del Eterno que en Su Nombre viene a reinar sobre las naciones desde Sión.

Entonces, que el año 28 de la E.C. sea un Yovel (Jubileo) puede respaldarse aún más con un versículo críptico que se encuentra en el Evangelio de Juan, cuando Yeshúa dice a sus discípulos mientras se encontraban en Samaria:

«¿No decís vosotros: Todavía faltan cuatro meses para que llegue la cosecha? he aquí, os digo: alzad vuestros ojos y contemplad los campos; porque ya están blancos para la siega.»
(Juan 4:35)

Unos versículos más adelante (Juan 4:45) el hagiógrafo nos guía para que deduzcamos que este evento tuvo lugar poco después de Pesaj, como se menciona en el capítulo 2:

«Cuando estaba en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su nombre al ver las señales que hacía.

(Juan 2:23)

«Así que cuando llegó a Galilea, los galileos le recibieron, pues habían visto todo lo que hizo en Jerusalén durante la fiesta; porque ellos también habían ido a la fiesta.

(Juan 4: 45)

El exégeta y biblista Ernest Martin propuso que de acuerdo al contexto histórico-literario esto demuestra que fue un shemitá o año sabático. Martin enseña que el lapso entre Pesaj y Shavuot es el tiempo de la cosecha de la cebada al trigo; por eso la frase de nuestro Dueño: “Porque ya están blancos para la cosecha”, significa que ya era en Shavuot, es decir que se encontraban en Siván, el tercer mes del calendario hebreo; cuatro meses desde Siván sería Tishrei, el séptimo mes) que sería el comienzo de un nuevo año en el que la gente podrá volver a cosechar legalmente.

Podemos desarrollar aún más esta idea para comprender que este fue más que un año sabático, sino un Jubileo, y significativamente el Jubileo 26º desde la entrada a la tierra de los Hijos de Israel. El número 26 es la gematría de YHVH por lo tanto un año muy propicio manifestar su Plan de Salvación.

Si se trataba de un Jubileo, ¿de dónde procedían las cosechas y por qué se permitía cosechar?

En realidad, la prohibición es sembrar y plantar, y todos los cultivos en el campo se consideran sin dueño, y se permite cosechar cultivos sin dueño:

«Y el fruto del reposo de la tierra os servirá de alimento: a ti, a tus siervos, a tus siervas, a tu jornalero y al extranjero, a los que residen contigo.

Levítico 25: 6

Rashi, al explicar este pasuk (versículo) asevera que esto significa que todos los israelitas son considerados iguales (con respecto al uso de los productos del año Shemitá): usted, (sus esclavos) y su trabajador contratado y residente.

Esto es exactamente lo que significa lo dicho por el Señor Yeshúa:

«Porque en este caso el dicho es verdadero: «Uno es el que siembra y otro el que siega».

Juan 4:37

Este dicho, «uno siembra y otro cosecha«, era muy común en lo que se refería a las mitzvat (mandamientos) de shemitá y yovel, porque tanto durante el año sabático como durante el jubileo, todas las cosechas se consideran sin dueño y quien sea que tuviera necesidad podía cosecharlas.

Con todo esto en nuestro corazón e intentando buscar una conclusión a un tema que siempre se abre al infinito, podemos decir que si la primera venida de Mashiaj fue manifestada en un Jubileo, vale la hipótesis razonable de que su segunda venida también sería un Jubileo. Considerando que si los Hijos de Israel tuvieron que caminar 40 años en el desierto debido a su incredulidad, se puede suponer razonablemente que el rechazo de Mashiaj en su primera venida sometería a los Hijos de Israel en el exilio durante 40 Jubileos.

Por eso, si el año Yovel tiene un fuerte significado mesiánico en toda la literatura judía. Hemos visto cómo el profeta Isaías en su capítulo 61 establece la conexión entre los elementos del mandamiento del año de Yovel y su cumplimiento final por parte del Mesías. El perdón de las deudas y la devolución de los esclavos también se denomina “liberación del jubileo”.

Así como el año de Yovel trajo la libertad a los cautivos, el perdón de las deudas y la restauración de las cosas a su orden original, el reino mesiánico traerá la libertad, el perdón y la restauración del nombre de YHVH, Israel y la transformación de la antigua a la nueva creación ( es decir, curación física y espiritual)

El poder del Shofar en los Festivales de Otoño

por David Nesher

PARASHA EMOR

Y habló el Eterno a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, el primer día del mes, será para vosotros descanso solemne, conmemoración al son de shofar, convocación santa; ningún trabajo servil haréis, y presentaréis ofrenda de fuego al Eterno.

Vayikrá | Levítico 23: 23-25

Nos encontramos aquí con un mitzvá (precepto) festivo muy extraño. Ocurre que siempre el primer día del séptimo mes ha resultado ser la fiesta más misteriosa de todas. La Torah no da ninguna razón por la que hay que celebrarla, como lo hace con las otras. Por otro lado, es curioso que esta sea la fiesta que la tradición rabínica más nombres le ha colocado, y sin embargo, al mismo tiempo es la menos explicada a los miembros de la Casa de Judá en cuanto a su significado escatológico mesiánico. [Sólo dos textos en toda la Torah hablan de esta celebración; este que estamos considerando y Bamidbar | Números 29:1-6].

Entonces hagámonos la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que el Eterno nos mande a Su Pueblo a celebrar algo que no sabemos bien por qué? ¿Será que en ese día piensa hacer algo muy grande y asombroso en el futuro y por eso nos quiere unidos en una santa convocación para que estemos alertas y así podamos percibir lo que va a suceder?

En nuestro caso, los servidores del Monte Santo, sabemos (y hemos aprendido a disfrutarla), que el Yom Teruá ocurre en el calendario yahvista como el tiempo señalado después de la festividad de Shavu’ot (Pentecostés).

En la Historia de la Salvación, desde que fue el otorgamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, los discípulos de Yeshúa hemos estado esperando Su regreso. Sin embargo, los años han pasado y en ese transcurrir se han transformado en siglos, y sus discípulos todavía esperamos el sonido de Su trompeta que anunciará Su Regreso.

Justamente, el toque anual del shofar presagia ese día cuando los cielos serán rasgados por el sonido de la trompeta del Mesías, y el conmemorar esta festividad permite que los discípulos de Yeshúa fortalezcamos nuestra emunah (certeza | convicción) para mantener en alto nuestra tikvá (esperanza) en las promesas proféticas que anuncian Su Segunda Venida.

Recordemos que es la única moed (festividad) anual que en los días de nuestro Maestro y Dueño Yeshúa, no se sabía ni el día ni la hora cuando se celebraría, ya en los días del segundo Templo, Israel (Casa de Judá) no se regía por un calendario fijo, como nosotros lo hacemos en nuestro tiempo, sino que el calendario dependía de las fases lunares. Por lo tanto había que esperar hasta que se proclamara que ya se podía celebrar esta fiesta al ver la luna nueva sobre Jerusalén, y por esto no se sabía bien ni el día ni la hora cuando se tenía que tocar el shofar (cuerno).

Además, es asombroso conocer que la escatología judía enseña que las fiestas de otoño aluden al tiempo mesiánico que está por venir. Según los rabinos expertos en el Olam HaVá (Mundo Venidero), primero viene el juicio en Rosh HaShanah (Yom Teruá) cuando se convoca el tribunal celestial, luego llega la jornada de las confesiones de iniquidad en el Yom Kippur, momento en que el tribunal emite su veredicto, y después de eso, el regocijo de Sukkot y Shemini Atzeret.

En estas enseñanzas, los Sabios aseguran que el tiempo por venir comienza con un gran día de juicio, correspondiente a lo que el rabinato denomina Rosh HaShanah, y que el Sefer Vayikrá (libro de Levítico) denomina Yom Teruáh. Después de eso, está escrito en el libro del profeta Ezequiel:

“Os rociaré con agua limpia, y seréis limpios; os limpiaré de todas vuestras inmundicias”
(Ezequiel 36:25).

Y el SEÑOR dice por oráculo del profeta Jeremías:

“Perdonaré a los que deje como remanente”
(Jeremías 50:20).

Estos dos pasajes proféticos corresponden al Yom Kippur y la descripción de lo que el Eterno hará en el final de los tiempos del sistema de cosas presente.

Bien, considerando lo hasta ahora dicho y continuando con las festividades del capítulo 23 del libro de Vayikrá, sabemos que después de eso viene Sucot, conmemoración en la que moramos en enramadas o tabernáculos durante siete días. Al respecto, el profeta Isaías dice: “Habrá una sucá para dar sombra contra el calor del día, y refugio y protección contra la tormenta y la lluvia” (Isaías 4:6). ¡Es por eso que se llama la temporada de regocijo!

Finalmente, aparece ese día octavo tan especial de esta fiesta llamado Shemini Atzeret por medio del que se concluye las fiestas de otoño. Dicha jornada simboliza al último día del milenio mesiánico en que se acabará el tiempo de las naciones e Israel se regocijará bajo el dominio del Mishkán celestial, conocido en el libro de Revelación (Apocalipsis) como la Nueva Jerusalén.

Entonces debemos entender y aceptar que el sonido del shofar del Mesías anunciará Su llegada, la inauguración de Su reino y Su coronación. Serán tiempos en los que el mundo se arrepentirá y renunciará a su maldad. Por aquellos tiempos el Mesías traerá una nueva revelación del Eterno al mundo, trascendiendo la revelación en el Sinaí, y la Torah saldrá de Sion como una vez lo hizo del Sinaí, pero en esta ocasión será para todas las naciones de la Tierra y sus habitantes.

El toque de trompeta que anuncia Su llegada será una advertencia para los impíos. El Mesías reconstruirá el Beit HaMikdash (Templo santo) en Jerusalén. El toque de shofar recuerda que el Mesías es el hijo que fue atado como Isaac, y en su mérito Yah perdonará a Israel sus pecados. Él llenará el mundo del temor del Eterno, y todas las naciones estarán en juicio delante de Él.

El Mesías, por medio del sonido del shofar, reunirá a los exiliados de Israel, porque “enviará a sus ángeles con gran trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mateo 24:31). Entonces ocurrirá la primera resurrección: “se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles” (1 Corintios 15:52).

Según lo escrito en el Talmud, el toque del shofar en Rosh HaShanah confunde a Satanás. El sonido del shofar en Rosh HaShanah lo asusta porque le recuerda que le queda poco tiempo. Teme el toque del shofar del Mesías que señalará la redención final. Se testifica en esta obra jurídica que cuando Satanás escucha el shofar de Yom Teruá (Rosh HaShanah del judaísmo), exclama aterrorizado: “¡Es el shofar del día del juicio! El tiempo es corto cuando seré tragado, como dice, ‘Él se tragará la muerte para siempre’” (Tosafot ).

El famoso Sabio El Rambam (más conocido como Maimónides) formuló la siguiente explicación del precepto de escuchar el sonido del shofar: «Despierten, ustedes dormidos, de su sueño! ¡levántense, ustedes somnolientos, de su somnolencia! ¡arrepiéntanse en contrición! ¡recuerden a su Creador!… Observen sus almas mejoren sus caminos y sus obras… » (Hiljot Teshuvá)

Por su lado el sabio Rashi (véase Rosh HaShaná 16a), memorial alude a que los sonidos de shofar recuerdan la fidelidad suprema de Abraham e Itzjak en la Akedá (Bereshit 22: 1-19). El shofar, en tanto cuerno de carnero, simboliza el carnero que Abraham ofreció en lugar de Itzjak. Ante esto, el Rambán explica que es necesario un memorial ante el Eterno debido a que Rosh HaShaná inaugura el período de diez días de juicio recogimiento que culmina en Yom Hakipurim.

Para la Gloria del Santo Bendito Es, en los Escritos del Mesías existe mucha más revelación sobre el secreto del Yom Teruá, especialmente el libro de Revelaciones (griego: Apocalipsis). A lo largo de toda la Escritura del Pacto Renovado (mal llamado Nuevo Testamento) nos encontramos con muchas expresiones que hablan de este día de forma simbólica, me refiero a frase como:

  • Despierta tú que duermes”;
  • Nadie sabe el día ni la hora”;
  • En un abrir y cerrar de ojos”;
  • La trompeta final”;
  • Con una gran trompeta”;
  • Una gran voz, como de trompeta”;
  • Una puerta abierta en el cielo”;
  • Uno sentado en el trono”;
  • Libros fueron abiertos”;
  • Como un ladrón en la noche

Todas las frases de este listado sabemos que se están refiriendo a este día muy especial y misterioso.

En conclusión y juntando toda esta información sobre esta celebración sólo podemos llegar a una certeza, tiene que ser el momento del regreso del Mesías en Gloria, la resurrección de los muertos y el juicio de los justos y de las naciones.

¡Aleluyah, el Mesías retornará para establecer el gobierno perfecto de Yahvéh en la Tierra! Este es el maravilloso significado de la Fiesta de las Trompetas. ¡Yeshúa el Mesías nos enseñó a que oráramos: «Venga tu reino» (Mateo 6:10)!… ¡Y nosotros así hoy rezamos fervientes!… Además nos unimos al Espíritu de la Profecía como Novia y gemimos con suspiros de amor diciendo: ¡VEN!

«Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven.
Y el que oye, diga: Ven.
Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.» 

Apocalipsis/Revelación 22: 17

Para profundizar mejor este TEMA te invito leer:

¿Se ofende Dios con lo que le das?

¡Qué maravillosa es la forma en que la Torah revela la benevolencia infinita del Eterno para con Su Pueblo! En la parashá de esta semana (Emor) nos encontramos con el axioma de que el Eterno dice lo que hay que hacer para ser aceptado delante de Él:

«Lo que tenga defecto, no ofreceréis, porque no os será aceptado.«

(Lev. 22:20)

Con estas instrucciones concretas, nuestro Elohim establece claridad para sus adoradores en lo concerniente a lo que le agrada y lo que no, en el momento que nos acercamos a Su Presencia, y evitando que sean motivo de disgusto, como dice al final de la tercera aliyá (ascensión):

No profanaréis mi santo nombre, sino que seré santificado entre los hijos de Israel; yo soy el YHVH que os santifico
(Lev. 22:32 LBLA)

Es interesante notar que, de la misma manera que no se les permite a los kohanim (sacerdotes) con defectos físicos realizar el servicio Divino en el Santuario, así también animales con defectos físicos quedan invalidados como ofrendas.

El Eterno desea la perfección en Sus siervos tanto en sentido espiritual como moral, y de Sus ofrendas en sentido físico. A pesar de que un animal con defectos pueda ser más grande y más valioso que uno sin defectos, ello no es aceptable pues Yah no mide la perfección en términos monetarios o cuantitativos (Fuente: Sforno a v. 27).

Al estudiar los secretos de los korvanot (“acercamientos” u «ofrendas») entendemos que estos son el símbolo de una actitud que debe ser vista en el Mundo de Arriba, y se aprobada por todas las esferas celestiales, para poder tener el Cielo en la Tierra. Dicha actitud tiene que ver con el hecho de que para el redimido que ofrenda, no existe nada más grande y valioso que su comunión con el Creador. La verdad es que en nuestras ofrendas se manifiesta cuán importante es el Eterno para nosotros.

Con esta mitzvá (mandamiento) el Eterno grababa en la conciencia de cada hijo de Israel que aquello que ofrecemos al Eterno muestra lo que pensamos de Él en nuestro diario vivir. Si ofrendamos lo que nos sobra, mostramos a las esferas celestiales que el Reino de Yahvéh no es el primero, y por lo tanto es muy poco estimado por nosotros. Si damos algo que no nos gusta, mostramos que pensamos que el Eterno no merece lo que nos gusta. Si le damos lo mediocre mostramos que el Reino del Eterno no es importante para nosotros. Si le damos algo con defecto, mostramos que Su Reino y Presencia no valen mucho en nuestras vidas. Nuestras ofrendas muestran lo que pensamos de Él y de su proyecto para el mundo (ver Malaquías 1: 6-14).

De esta manera, cada miembro del Pueblo de Israel aceptada que la acción de dar siempre revela lo que más se valora, y en los niveles celestiales se demuestra que santificar el Nombre del Eterno es lo más valioso en su vida. Aquella alma que da algo que le cuesta muestra que tiene amor al Eterno y a Su proyecto de Reino sobre la Tierra. El que primero da al Eterno y luego piensa en sí mismo, muestra que tiene las prioridades correctas, y los Cielos se ven obligados a derramar rocío de berajot (bendiciones) en su vida, familia y economía.

Ahora bien, en nuestros días no contamos con el Beit HaMikdash (Templo) y, por consiguiente no hay sacrificios, el servicio en el Santuario es reemplazado por la plegaria. ¿Cómo cumplimos a través de la plegaria la condición de “perfecto y sin defectos”? Tratando que la plegaria no sea solamente un conjunto de palabras pronunciadas en un orden establecido, sino que brote del corazón, que tenga no sólo forma, sino un contenido pleno de fe, amor, y temor al Todopoderoso.

Entonces, si al llegar hasta aquí con tu lectura, tú aceptas que nuestras ofrendas y oraciones muestran qué pensamos de nuestro Padre celestial y su propósito eterno, tengo algunos planteos para hacerte:

  • ¿das el maatzer (diezmo) al principio o al final de haber recibido tus ingresos?
  • ¿Te levantas temprano para orar antes de desayunar todos los días?
  • ¿Te esfuerzas en la congregación para cantar fuerte y desde tu corazón ante el Eterno?
  • ¿Te empeñas en la oración hitbodedut para que tus palabras no sean vanas repeticiones?
  • ¿Obedeces con ganas o murmurando?
  • ¿Tienes ganas de que termine el Shabat para poder correr a tu trabajo o disfrutas del Eterno todo lo que puedas en su día?

Me despido dejándote a solas con tu alma y el Espíritu Santo.

En amor y a tu servicio: David Nesher

El Huso y la Rueca para que la Vida triunfe

Por Natalia N

“Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca”.

Proverbios 31:19

Leyendo la parashá Vayakhel descubrí que está llena de códigos celestiales y en ella que Avinu me detuvo en esto que aquí les compartiré.

El Eterno da la orden que todo varón y mujer que son motivados por sus corazones traigan para contribuir en la construcción del Mishkán (Morada divina). Así es como vemos que los varones llevan: oro, lana, vellón de cabra, pieles de carnero teñida de rojo, pieles de tejón, plata, cobre y madera.

También leemos que los líderes (príncipes) llevan piedras preciosas, especias y aceite.

Ahora bien, leemos que las mujeres traen: hilos de lana hilados por ellas, lino, vellón de cabra hilado por ellas y oro. Esto me resulta interesante, porque detrás de la entrega femenina hay un trabajo único que suele pasar inadvertido, una particularidad exclusiva de ellas: el trabajo de hilado.

Es asombroso cómo Abba me guió una vez más a los proverbios para elevar mi conciencia en la importancia de la mujer en su propósito de diseño, ya que no tiene que estar siempre luchando para igualar al varón; ella tiene su trabajo específico, algo especial para ella que el Eterno le asignó.

Al buscar algún pasaje en la TaNaK que describa la especificidad de la mujer inevitablemente debí acudir a Proverbios capítulo 31 (vv. 10-31).

Mientras lo estudiaba, el Espíritu del Señor me llevó a detenerme en el versículo 19, donde habla del huso y la rueca. Entonces, los invito a analizar junto a mi espíritu acerca de qué son estos elementos que sirven para hilar fibras textiles.

El huso es una herramienta que data del periodo neolítico y que se utiliza hasta la actualidad. Las personas del periodo de la edad de piedra (6.000 A.C al 4.000 A.C) primero utilizaban un huso, para conseguir un hilo muy fino que después lo usaban en un telar para realizar la prenda. El huso es una especie de vara más pequeña con una punta redondeada en un extremo y un “tope” en el otro.

Y la rueca es una especie de palo donde se coloca el vellón, por ejemplo, como si fuera la varita que sostiene un algodón de azúcar.

El procedimiento es el siguiente: con las manos se toma de la lana que está en la rueca formando una hebra y se la engancha con el extremo sin tope del huso. A continuación, se va enrollando la lana o el algodón en este elemento para finalmente desenrollarlo y que quede como un ovillo.

Sabiendo así un poco más la historia del trabajo con estos instrumentos, iré acercándome ahora dónde quiero llevarlos. Estudiaba que el símbolo de la rueca es la vida y la muerte, y representa la idea de que el Eterno tiene el poder de controlar el destino de las personas, para hacer y deshacer. Así leemos en el libro de Yob:

 «Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza.”
(Job 7:6)

Cuando el texto habla de lanzadera se refiere a la rueca.

«Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.”
(Isaías 38:12)

Aquí la expresión “tejedor” habla también de rueca; la idea es que la vida es frágil y efímera, y que la muerte es inevitable.

Noto que la rueca es una imagen poderosa en las Sagradas Escrituras que muchas veces pasamos por alto. Representa la muerte, la vida, la vigilancia y la preocupación.

¿A qué voy con todo esto?, cuando nuestro Eterno muestra lo que las mujeres llevaron para contribuir en construcción del Mishkán no sólo eran mujeres llenas de sabiduría (ya que el oro representa eso), sino que también se refiere a que la mujer virtuosa es ingeniosa, no se queda con los brazos cruzados porque no tiene hilo o tejido para confeccionar.

Ella misma toma la lana, fabrica su propio hilo y produce sus propios tejidos. Parece que no hay nada que las detenga en su plan de proveer para su familia. Sabemos que también es generosa hacia los necesitados, pero hoy solo me quedaré en el huso y la rueca.

Buscando la gematría de la expresión kishour (traducida como «rueca«) encontré que tiene valor numérico de 536, el mismo valor de la palabra hebrea que se traduce como “pelea» o «contienda”. Esto revela que la particularidad que el Eterno ha dado a la mujer es su capacidad de esfuerzo, su rigor, la disciplina, su poder de luchar o presentar “pelea” ante la adversidad.

Una vez, más vemos a la mujer virtuosa que Yah ha diseñado, trabajando con las fuerzas del Cielo de manera persistente, aplicando sus manos a lo que en su día a día debe colocarlas: la lucha por la vida, y vida en abundancia (Juan 10: 10).

¿Cómo logra llevarlo a cabo?

Con la persistencia.

¡Cuán imprescindible es en nosotras, las mujeres, la constancia para desarrollar nuestro trabajo diario!

Nunca dejen de ser diligentes; antes bien sirvan al Señor con fervor de espíritu.”
(Romanos 12:11)

Para ser constantes necesitamos: determinar, continuar y perseverar pase lo que pase. Aunque sea difícil o nos cueste, debemos ser insistentes en desarrollar nuestras labores. Perseverar significa persistir en un estado, empresa o tarea a pesar de las influencias contrarias, oposiciones o desaliento. Las mujeres tienen talentos y ellas los reconocen (a veces).

Siempre que comenzamos alguna tarea nueva nos parece difícil, pero al practicarla se disipan los temores hasta convertirse en deleite. Así damos fruto agradable para el Eterno haciendo Su voluntad, lo que Él quiere de nosotras y no lo que a nosotras nos parece, reconociendo nuestra función y desarrollando los talentos que nos ha confiado. Daremos buen fruto siendo constantes, perseverantes y esforzadas en agradarle a él.

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu Torah está en medio de mi corazón”.

(Salmos 40:8)

La mujer cuando se propone hacer algo, lo hace muy bien; cuando decide ser ama de casa, cuidar de sus hijos, su hogar, poner las cosas en orden, es capaz de hacerlo muy bien. ¿Por qué? Porque es nuestro Abba quien nos dio esa tarea. Él nos ha formado con estas capacidades y quiere que las desarrollemos y con esto no digo que no puedas trabajar de lo que eres talentosa. ¡No es la labor de los varones, la de ellos es igual de importante que la nuestra!

Como mujeres debemos desarrollarnos, ser constantes en cualquier lugar. Está claro que podemos equivocarnos, y muchas veces, pero aprendemos cometiendo errores (sin que sea crónico, obvio) y aplicando nuestras manos a las necesidades de nuestra casa y comunidad.

Somos privilegiadas de tener tanto para dar a los demás. Podemos clamar a Él (Yah) y ser constantes, perseverar a pesar de las caídas y los obstáculos. Esa es la particularidad de la mujer y no necesitamos competir o intentar igual al varón.

El Eterno nos ha confiado una familia, un hogar con el cual podemos trabajar y edificar firmes en la Roca.

Seamos obedientes con una actitud de amor pleno hacia Aquél que nos ha dado esta tarea que demanda disciplina y diligencia.

Y si usted es un varón, sepa que al haber sido redimido en Yeshúa ha sido integrado en Israel, la Esposa del Cordero. Por ende, en cuanto a lo que el trabajo espiritual refiere, usted también puede aplicar la belleza de la disciplina y el esfuerzo para transformar la materia prima en su interior en un bello tejido que dé cobertura a muchos al trabajar en equipo con el Espíritu Santo desde la Palabra y la oración.

Para concluir, a las mujeres que me están leyendo les digo que no busquen ser iguales a un varón. Sino que valoren su particularidad. Y a todos, sin importar su sexo, les digo lo que el Eterno le dijo a Josué al momento previo de entrar en la tierra prometida:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque YHVH tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.
(Josué 1:8-9 | RV60 adaptada)

En amor y servicio Natalia Nuñez (llamada por el Eterno a Su corazón pastoral)

¿Para qué nos sirve trabajar por la UNIDAD?

Autor: Ptr. Adolfo Cataldo
[Monte Santo, Gral. Madariaga (Bs. As.)]

Desde hace cuatro parashot atrás el Eterno me hizo notar que constantemente llama a la Unidad de su pueblo para que Su presencia se manifieste en medio de él.

Cuando no existe unidad se corre el riesgo de la manifestación de HaSatán, el oponente, ya que surgen discordias entre los hermanos, fluye la lashón hará (lengua mala), y todo tipo de actitudes que provocan que la presencia de nuestro Elohim NO se manifieste.

Comencemos considerando en la parashá TERUMÁ lo siguiente:

“También harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos espigas.” 
(Éxodo/Shemot 26:19)

 Las tablas representan cada miembro del pueblo de Israel. Acá podemos ver el mensaje de la unidad que debe existir para poder formar un templo santo para el Eterno. Debajo de cada tabla hay dos basas de plata, ellas unían las tablas simbolizando los fundamentos doctrinales de la Instrucción divina uniendo a los miembros de Israel.

En la parashá TETZAVÉ leemos lo siguiente:

«Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.» (Shemot 27:20)

La expresión hebrea TETZAVÉ (mandarás) comparte la misma raíz que TZEVET (unir). La exhortación divina es que si te esfuerzas en unir a la gente puedes hacer que la Menorah (la Luz) haga brillar la gloria de Yah para el mundo entero.

Unidos podemos hacer que la gloria del Padre se manifieste.

Aceite puro de olivas machacadas”, en esta expresión el Espíritu del SEÑOR me hacía ver que una aceituna individualmente no aporta el aceite suficiente para encender las luces. Individualmente, aporta unas cuantas gotas que se pierden en el recipiente, pero cuando en la unidad, son machacadas dan el aceite necesario para manifestar la luz.

Puedo ver que el Eterno en ese “machacar” nos está llevando a entender que en la humildad que nos demanda para poder presentarnos delante de Él, debemos limar toda aspereza con nuestro hermano y entender que lo necesitamos para poder manifestar la luz divina.

Al estudiar la parashá KI TISÁ leíamos:

“Tomarás de los hijos de Israel la plata de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los hijos de Israel delante de Yahvéh, como expiación por vuestras vidas.”
(Éxodo/Shemot 30:16 _ LBLA revisada)

Cada medio shekel (ciclos de plata) sumado a otro igual, estaban destinados para las basas del Mishkán, las cuales eran usadas para simbolizar la Unidad del Pueblo del Eterno. Esto me hace ver que cada ciclo de plata, individualmente era inútil para poder ser las basas, era necesario que fueran fundidas, pasadas por fuego para poder cumplir la función de unir las tablas (Shemot 26:19).

Al llegar esta semana a la parashá VAYAKHEL nos encontramos con lo siguiente:

«Hizo además cincuenta broches de oro, y unió las cortinas una a la otra con los broches, de manera que el tabernáculo llegó a ser una unidad... Hizo además cincuenta broches de bronce para unir la tienda, a fin de que fuera un todo
(Semot/Éxodo 36:13, 18) 

Betzaleel y sus hombres unieron las cortinas unas con otras para formar una sola pieza, un ejad.

Como podemos ver el Eterno no se manifiesta con poder si no existe unidad. El Maestro y Dueño de nuestras vidas (Yeshúa) lo dejó bien claro:

«Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
(Mateo 18:20)

Es más Yeshúa Rabeinu oraba al Padre para que existiera unidad entre sus discípulos:

“Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, «para que sean uno, así como nosotros»… Más no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que «todos sean uno». Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, «para que sean uno, así como nosotros somos uno: «yo en ellos, y tú en mí, para que «sean perfeccionados en unidad», para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.”
(Juan 17: 11, 20-23)

Esa unidad se consigue cuando la gloria que el Eterno dio al Mesías es transmitida a nuestras vidas personales. Por eso, cuanto más seamos llenos del Espíritu y carácter del Mesías, más unidad vamos a experimentar.

Debemos comprender y aceptar que el que busca lo suyo propio no podrá experimentar la unidad con sus hermanos. El apóstol Pablo bien lo expresó, en su epístola a los Efesios (4:1- 6) en la que escribió:

Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, «esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.”

Viendo lo que nuestro Elohim nos muestra a lo largo de la bendita Torah, puedo llegar a la conclusión de que el causal de que no pueda existir unidad en una asamblea es porque las personas son de doble ánimo, o sea que están divididos en ellos mismos. Justamente desde esta idea el apóstol Jacobo nos dice: «… el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.» (Sntg. 1: 8 ) En el que también puede leerse el hombre «de alma doble» significando que esta división interior se debe a dos impulsos o tendencias, una mala y la otra buena, que se enfrentan sin cesar, y se oponen a la «sencillez» de corazón, y a la firmeza de actitud que de ellas resulta. Más adelante exhorta a aquellos de doble ánimo, aquellos que están divididos interiormente:

 «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones, hombres vacilantes
(Santiago 4:8) 

Para finalizar, el Señor me llevó al Salmo capítulo 24:

» ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño.» (24:3-4)

 Cuando no existe unidad entre hermanos, cuando las contiendas son más que las manifestaciones de amor, es imposible subir al Monte Santo de Yahveh; podrás orar, manifestar conocimiento de las escrituras, podrás ofrendar , diezmar, pero si no existe unidad tienes “manos sucias y corazón impuro«.

En amor y servicio, ptr. Adolfo Cataldo

La Ley del Reconocimiento y la Torah

Autor: Pastor Moisés Franco

Moshé convocó a toda la comunidad israelita…”

(Éxodo/Shemot 35:1)

Lo que el Espíritu Santo me mostró en esta primera ascensión de la porción Vayakhel es muy simple, pero a su vez es poderosísimo si lo creemos y aplicamos en nuestras vidas.

Algunas porciones atrás vimos en Terumá los materiales necesarios para la edificación del Mishkán, en las porciones posteriores se hacen descripciones adicionales en cuanto a ubicación, funciones sacerdotales y demás.

En esta porción el Eterno le habla a Moshé y le menciona nuevamente los materiales a utilizar, pero además le pide que le diga a los israelitas:

Y todo sabio de corazón de entre vosotros, vendrá y hará todas las cosas que el SEÑOR ha mandado
(Shemot 35:10|JBS).

El primer mensaje para considerar aquí es que para el Eterno no existen llaneros solitarios de la fe. Él habita en medio de su pueblo y hace habitar a sus hijos en Pueblo, en Comunidad.

¿Por qué? La razón es el segundo punto: porque es en la comunidad donde se reúnen los talentos y capacidades de cada individuo para lograr cumplir con la voluntad del Eterno.

Dicho de otra manera: todo lo que necesitas para cumplir el propósito del Señor en tu vida ya te fue dado en las personas que Él ha puesto a tu alrededor.

El punto está en saber reconocerlo. Esto está muy bien plasmado en el libro “La ley del reconocimiento” de Mike Murdok.

Cuando lo pensamos así entendemos por qué debemos amar a nuestro prójimo, porque detrás de cada persona (sea creyente o no) hay contactos, recursos, talentos, ideas, conocimientos, etc. que el Eterno pone para el cumplimiento de su intención para nuestras vidas.

Tal vez la puerta laboral por la que tanto has estado orando estaba en la persona que se sentó a tu lado en el bus y que en lugar de predicarle decidiste hundirte en la pantalla de tu teléfono.

¡Todo lo que necesitamos ya nos ha sido dado!

Si lo creemos entonces no hay carencia ni pobreza.

Pero, ¿por qué no lo vemos materializado aún?

Muy simple: por falta de sabiduría y discernimiento. Por distracción en lugar de apertura para escuchar la voz del Espíritu Santo (algo que Murdok destaca al inicio de su libro).

“Hijo mío, si recibes mis palabras
y en tu mente guardas mis mandamientos,
si tu oído está atento a la sabiduría
e inclinas tu corazón a la prudencia,
si pides la ayuda de la inteligencia
y llamas a gritos a la prudencia,
si la buscas como a la plata,
y la rebuscas como a un tesoro,
entonces sabrás lo que es temer al Señor,
y hallarás el conocimiento de Dios”
.
(Prov. 2:1-5| RVC)

Por lo tanto, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas”.
(Mt. 6:33|RVC)

Tal vez todas las cosas que necesitamos (no las que caprichosamente deseamos) ya nos han sido añadidas en las personas a nuestro alrededor, pero no nos demos dado cuenta por distracción.

Te pido que ores conmigo:

Abba, quiero darte gracias porque en Yeshúa tu Ungido ya nos has dado todas las cosas. Gracias por cada vida que has puesto en mis conexiones, porque son regalos de tu amor. Te pido perdón por mi distracción y ceguera.  Te pido también, te clamo, por tu sabiduría y porque abras mis ojos y oídos espirituales para escuchar la voz de tu Espíritu, a fin de poder reconocer lo que has puesto en cada persona y saber cómo conducirlo a tu propósito. En Yeshúa el Mesías, amén”. 

Cuando la palabra «SUEGRO» deja de ser negativa.

Por Moisés Franco (Pastor/Maestro)

Comúnmente se bromea con respecto a lo supuestamente malo y despreciable de los suegros, pero en esta porción el Eterno viene a sanar nuestra alma de este y muchos otros conceptos. 

En los doce versículos que componen la primera ascensión se enuncia ocho veces la palabra “suegro” (heb. Kjatán). La gematría de este término es 458, cuyas cifras al sumarlas dan 17 y al sumarlas nuevamente dan 8.  

Así mismo, la palabra Yeshúa tiene un valor de 386, cuyas cifras al sumarse dan 17, y por ende, 8 una vez más.  

El número 8 (ocho) tiene muchísimos significados en las escrituras, pero principalmente habla de tres grandes ideas:  

  • Plenitud, abundancia: dado que ocho se escribe en hebreo ‘Sh’moneh’ de la raíz ‘Shah’meyn’ engordar, cubrir de gordura, sobreabundar1. (Chen C.) 
  • Sobrenaturalidad: la creación se restauró en siete días, siete son las notas musicales y los días de la semana. Por ende, el ocho es aquello que va más allá de lo natural, lo sobrenatural.  
  • – De la mano de lo anterior, tiene que ver con nuevos comienzos y con la redención final de Israel unida a YHVH (por eso celebramos Sheminí Atzéret al octavo día de Sucot). 2 (Nesher D.) 

¿Cómo se relaciona todo esto con la parashá Yitró?

Kjatán además de suegro o pariente significa “esposo” y es el término que se le aplica al varón en el marco de una boda.  

Por eso es que en esta porción es cuando el Eterno firma su contrato matrimonial con el pueblo. 

El mensaje para Israel es que el Eterno quiere ser su esposo, uno que le dé abundancia, que la haga vivir sobrenaturalmente y que la redima de cualquier zona de muerte llevándola a nuevos comienzos mejores que lo que hasta ese momento ha vivido.  

En síntesis, Él será un esposo que sea para ella salvación, es decir, Yeshúa.  

Este proceso bendito empezó en el Sinaí con la matán (entrega) de la Torah, pero finalizará con las bodas del Cordero en los tiempos finales.  

«Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.  Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. 

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”. (Apocalipsis 19:7-9 | RV60) 

Apeguémonos a Su Torah desde la cercanía que nos da el Espíritu Santo y trabajemos con esfuerzo hasta el día de nuestra boda suprema. ¡MARANATHA Señor Yeshúa!

¿Por qué importa que Ana sea de la tribu de Asher? (2da Parte)

Por David Nesher

«Estaba también allí Ana, profetisa,… de la tribu de Asher,…»

(Lucas 2: 36)

Hemos estudiado que Asher era hijo de Yaakov y Zilpa, sierva de su esposa Lea:

“¡Bendita soy! Porque las mujeres me han llamado bienaventurada”. Por eso llamó al niño Asher.”

 (Génesis 30:13)

¿Qué opinas?¿Las palabras de Lea resonarían en Miriam y su hijo Yeshúa? ¡Sí! En Lucas 1:48-49, Miriam dice “desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas en mí, y Santo es su nombre”. Descubrir estas conexiones llevaría a una asherita piadosa, como Ana, a alabar a Yah.

También sabemos su nombre fue dado a una de las tribus de Israel que se originó de su familia. A no ser por eso y por haber participado de la venta de su hermano más joven, Yosef, como esclavo, Asher no es muy destacado en la Escritura. Su nombre en hebreo significa tanto “bendición” como “felicidad”, dependiendo de la interpretación. Para ser más precisos Asher significa “el pleno de alegría y bendiciones” o el “Bienaventurado”. Por lo tanto, se sabía que la tribu de Asher era la más alegre de las Doce Tribus. Esta alegría interior (hebreo: simjáh) provenía de su conciencia de felicidad, mentalidad que permitía el hecho de que Asher también era contrada entre las tribus de mayor prosperidad financiera en la nación de Yah. Se describió en distintos documentos que los de la tribu de Asher disfrutaban de todo lo que la vida tiene para ofrecer, particularmente en términos de buena comida, incluso si eso los hacía un poco más derrochadores que las otras tribus.

En el momento del Éxodo, los descendientes adultos de Asher eran 41.500, contando solo los varones (Números 1:41). Más tarde, en un nuevo recuento, el linaje de Asher contó con 53.400 hombres adultos (Núm. 26:47). La tribu de Asher estaba formada por cinco clanes (Números 26:44-47)

El territorio de Asher fue asignado por Josué, y formaba la frontera norte de Palestina, y se extendía hacia el sur hasta el final del Carmelo, limitando con el territorio de Manasés (Josué 19:24-31,34). También es válido saber que los levitas gersonitas poseían cuatro ciudades en Asher (1 Crónicas 6:62,74,75).  Esta distribución le permitió a la tribu de Asher contar con una región muy fértil, que generó la abundancia de alimentos. Los documentos registran que la tribu de Asher comía tan bien que llegó a ser famosa en el Oriente Medio por su arte culinario. Esta será la razón por la que la tribu terminó siendo tan próspera, logrando el mejor cultivo de aceitunas, con la cual logró establecer gran fortuna para cada uno de sus habitantes con la producción de aceite de oliva. Es por eso que el símbolo del escudo de la tribu es un frondoso árbol, que muchos consideran que es un olivo. El simple hecho de que la riqueza de Asher proviniera del aceite de oliva podría ser el cumplimiento de la bendición de Moisés sobre dicha tribu. Sin embargo, el aceite de oliva era más que un condimento para los israelitas. Recordemos que era un aceite sagrado que se usaba para ungir a los sacerdotes y mantener las lámparas del Beit HaMikdash encendidas.

Interesante será aportar que en el período del éxodo, muchos varones de Asher formaron el ejército de los israelitas. Más tarde, durante el reinado de David, intenso en actividad militar, la tribu de Asher era la responsable por buena parte del abastecimiento de las tropas, con sus víveres de excelente calidad.

Aunque Asher proporcionó guerreros a David (1 Crónicas 12:36), la tribu no fue mencionada en la lista de los principales líderes (1 Crónicas 27:16). En los días del reinado de Salomón, Asher formaba uno de los distritos administrativos (1 Reyes 4:16).

La ubicación del territorio de Asher puso a sus habitantes en contacto con los fenicios, conocidos por el comercio de la época. Sin embargo, los descendientes de Asher no consiguieron expulsar definitivamente a los cananeos de sus ciudades, y «moró… entre los cananeos que habitaban en la tierra» (Jueces 1:31-32).

También podemos leer que en la época de los jueces de Israel, la tribu de Asher fue una de las tribus que no ayudó a Débora y a Barak, negándose a participar en la guerra, manteniéndose «a la ribera del mar, y se quedó en sus puertos» en vez de unirse a la lucha contra Jabín, un rey cananeo (Jueces 5:17). Esta actitud revela la tendencia de la tribu Asher a sentirse orgullosa por su prosperidad material y de esa forma generar la desunión de las tribus de Israel (Jueces 5:15). Por otro lado, esta falta de ayuda a sus tribus compañeras podría reflejar una falta de confianza en Dios, una falta de esfuerzo, un miedo al enemigo o una negativa a molestar a aquellos con los que hacían negocios. 

A los fines de nuestra consideración de la profetiza Hanah, vale aportar que desde la época de Moisés, la tribu de Asher era famosa por producir las mujeres más hermosas de todo el Mediterráneo. Como resultado de esto, los varones de todas las tribus, cuando llegaba Tu BÀv, buscaban novias asheritas. Esto les dio a las mujeres una amplia selección de solteros elegibles, y muchas priorizaban  elevar sus tefilot (súplicas) para que los sacerdotes, los shoftim (jueces) y/o otros varones socialmente poderosos la escogieran como almas gemelas.  Así pues nacerá, la tradición de que las mujeres asheritas eran las novias ideales para los sacerdotes; todas las hijas de esta tribu terminaban casadas con sacerdotes debido a su belleza, y madurez espiritual. Desde esta información podemos deducir que la profetisa Hanah era la viuda de un kohen (sacerdote)

La orden para que las puertas del Templo se cerraran

Cuando el rey Acaz asumió el reinado de Judá, la realidad del lugar era de perdición, delante de los ojos de Dios. El monarca, intensamente idólatra, llevó a gran parte del pueblo a adorar a falsos dioses y a andar en pecado. Su idolatría era tan grande, que él ordenó cerrar las puertas del Templo de Salomón, abandonando la casa de Dios, prohibiéndole al pueblo llevar sus oraciones y sacrificios, desmoralizando a los sacerdotes y a los demás levitas. Como cuenta la Biblia en 2 Crónicas, su reinado cayó bajo la violencia de los asirios, por no andar en rectitud y en temor al Señor.

Cuando Acaz murió y fue sucedido por su hijo Ezequías, el nuevo rey trató de convocar al pueblo a una guerra en contra de la idolatría. Los ídolos y los altares dedicados a ellos fueron destruidos y el Templo de Salomón fue recuperado y abierto nuevamente, y sus ministerios fueron reactivados. A muchos de la tribu de Asher les tocó un importante papel: recuperar entre todo el pueblo la costumbre de la celebración de la Pascua y de la Fiesta de los Panes sin Levadura (o Ácimos), en las que los judíos de todas partes, de todo Israel y Judá, se dirigían hacia Jerusalén para recordar la liberación del cautiverio del Egipto y para nuevamente adorar a Dios conforme a Sus preceptos. Los descendientes de Asher ayudaron mucho haciendo una convocatoria por las ciudades, y la celebración nuevamente se llevó a cabo, como no se veía desde los tiempos prósperos de Salomón.

Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá.
Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén.
Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de Su santuario, al cielo.

 (2 Crónicas 30:25-27)

Esto fue considerado un acto de humildad, prueba de un corazón contrito ante Dios (2Crónicas 30:11)

Shevat tiene una tribu: Asher

La tribu asociada con el mes de Shevat es Asher. Y no por casualidad, la palabra que denota la buena fortuna y la riqueza, osher, se escribe con las mismas tres letras que Asher

Asher y todos sus descendientes hicieron honor a su nombre y fueron muy bendecidos.

Cuando Yaakov avinu profetizó sobre sus hijos antes de su muerte, dijo de su octavo hijo:

«De Asher sale un pan delicioso, y él proveerá los manjares del rey»

(Génesis 49:20)

En lo que respecta a las profecías, Asher definitivamente recibió una palabra más bonita que muchos de sus hermanos ese día. Cuando Moisés profetizó sobre las doce tribus, dijo de Asher dicieno:

«Que Asher sea bendecido con hijos; que sea agradable a sus hermanos y que moje su pie en aceite»

(Deuteronomio 33:24).

Una vez más vemos que sólo la abundancia y la prosperidad iban a ser la herencia de Asher.

 Hemos estudiado que Asher era una tribu del norte de Israel conquistada por Asiria. Por lo tanto, Asher llegó a ser conocido como una de las diez tribus perdidas. Pero en el relato que Lucas hace de Hanah, la Buena Noticia de Dios es que lo que una vez se perdió ahora está de vuelta. El Eterno trajo y condujo a la tribu perdida de Asher fuera de los países a donde los había expulsado (Jeremías 23:8). El mensaje lucano se hace en el alma de un redimido bien claro: el Israel disperso se reconstruye en la geografía del Proyecto de Reino que proclama Yeshúa.

El hecho de que Hanah descendiera de la tribu de Asher sugiere que su herencia se debía sólo al obrar de la Gracia del Eterno obrando a través de los siglos en aquellos que, como Hanah, permanecieron fieles en expectativa de ayunos y oraciones hasta que Su Ungido se manifestara. Sus antepasados ​​habían emigrado al sur antes de la conquista asiria de Israel o estaban entre el pequeño y disperso grupo de exiliados que regresaron del cautiverio. Hanah era parte del remanente creyente del reino del norte o Casa de Efrayim y, por lo tanto, era un emblema viviente de la fidelidad de Yah hacia su pueblo.

Debo señalar que el salmista se inspiró en la justicia divina obrando sobre la tribu de Asher cuando escribió el Tehilim/Salmo 1 asegurando que toda persona justa es como un árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto en su tiempo, y su hoja no se marchita, y en todo lo que hace, solamente prospera.

Shevat es el intervalo del año para recibir el refresco y la renovación para la preparación para entrar en la plenitud de la promesa del Eterno, y para comer de los frutos que finalmente están maduros para participar y compartir. Es el mes para decidir si dejamos que el enemigo robe nuestra herencia en el Eterno enviando al devorador de nuestros bienes materiales, o nos mantenemos firmes en la autoridad que Yeshúa HaMashiaj nos ha dado para recibir su porción asignada para esta temporada.

Durante este mes de lluvia es tiempo de refrescar y renovar nuestras raíces para que el agua viva del trono del cielo corra a través de nosotros, trayendo el fruto en su estación. Debemos ser como el aceite de oliva puro usado en la menorá del Templo de donde las llamas ardían, y ser como antorchas en la noche que iluminan el camino a Yeshua. Tomad vuestras bendiciones del Señor con felicidad y alegría. Escuchad vuestro primer amor por Jesucristo y recordad que debéis vivir en ese amor. Rellena tus lámparas con aceite de oliva puro, y mantén el fuego ardiendo en la noche:

«Ceñid vuestra cintura y vuestras lámparas encendidas; y vosotros mismos sed como hombres que esperan a su amo, cuando vuelva de las bodas, para que cuando venga y llame le abran inmediatamente. Bienaventurados aquellos siervos a quienes el amo, cuando venga, encontrará vigilando»

(Lucas 12, 35-36)

¿Quién era Ana, la profetisa de la tribu de Asher? (1ra Parte)

Por David Nesher

Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

(Lucas 2:36-38)

Todos sabemos que las Sagradas Escrituras no fueron escritas descuidadamente. Nuestra mente capta que no existen versículos desechables, ni de relleno. Aceptamos y confiamos en que cada palabra fue inspirada por el Espíritu Santo (2 Timoteo 3:16), libre de error (cf. Tito 1:2) y provechosa para el pueblo de Dios. Estándivinamente destinadas a nuestro crecimiento espiritual.

Eso significa que el Eterno incluyó personajes menores como Ana (hbr. Hanah)  para revelar Su propósito eterno en beneficio de nuestro crecimiento. Y aunque esta mujer sólo aparece en tres versículos del Evangelio de Lucas, entendemos que su presencia no es un accidente. Vibra en estos versos algo que debemos aprender de su ejemplo. La intención del escritor es que cada comunidad de discípulos de Yeshúa profundice en los escasos detalles que brinda el relato, hasta lograr descubrir la visión sorprendente de la vida de esta servidora fiel.

¿Quién era esta santa mujer?

Lucas nos presenta a Hanah (griego: Ana) la profetisa en el momento exacta en que Yosef y Miriam han presentado al niño Yeshúa en el Templo a los ocho días de su nacimiento tal y como lo ordena la Torah divina. Tanto Hanah, como los pastores de Belén, y Simeón, han logrado confesar a Yeshúa como el Mesías, incluso antes de que celebrara Su primer año de nacido en la Tierra. 

Lucas nos brinda información valiosa sobre la escena. Podemos leer el relato muy detallado de Simeón confesando con un cántico profético a Yeshúa como el Ungido (Mesías/Cristo) prometido. Entonces, y mientras está sucediendo esta escena, ingresa en el evento Hanah. Sin embargo, llama la atención aquí que Lucas decide no explicar más detalles… ¿Por qué?… Veamos esto con más detalle:

Simeón aparece en once versículos, nueve de los cuales describen Su encuentro con Yeshúa en el Templo en ese día. Por el relato en sí, sabemos que Simeón sostuvo a Yeshúa en sus brazos, es más, hoy podemos hacer la misma oración que él hizo al momento de irnos a dormir. También sabemos cómo reaccionaron Miriam y Yosef, y conocemos lo que Simeón le dice directamente a Miriam. En contraste, Hanah recibe sólo tres versículos, y sólo un verso alude a que ella estuvo en el Templo al mismo tiempo que Yeshúa. ¿Que pasó exactamente? No podemos decirlo. La información específica que tenemos sobre Hanah y el silencio sobre su encuentro con Yeshúa son sorprendentes, y esconde una hermosa intención lucana, pues notamos que apenas hay una descripción de su encuentro con Yeshúa, y en dicho momento, Lucas decide guardar silencio.

Podemos imaginar lo que pasó. Lucas explica en detalle quién es Hanah y nos lleva a saber que ella conoció a Yeshúa. Hay un propósito claro aquí. El querido dr. Lucas prepara la escena para el encuentro de Hanah con Yeshúa, y luego rápidamente salta su reunión y analiza su respuesta al ver a Yeshúa para que nosotros, los lectores, nos detengamos y digamos: «¡espera un momento!,… ¿qué pasó?

Pues bien, primero debo enseñarles que lo que se conocer como «brecha narrativa» es una característica literaria recurrente en el evangelio de Lucas. El evangelista es un escritor brillante y a menudo muy detallado, por lo que cuando está contando una historia y de repente se vuelve vago o incluso silencioso, como lo hace aquí, es un movimiento calculado diseñado para hacernos notar la pausa repentina y meditar sobre lo que está omitiendo de una manera más profunda y totalmente en la interioridad de aquel que está leyendo. Lucas anima así a sus lectores a involucrarse con la Palabra encarnada en su escritura usando la imaginación y la creatividad, y mediantes ellas, detenerse y dedicar mayor tiempo a la meditación en los eventos a los que se refiere pero que no explica literalmente

Con base en la información que nos brinda Lucas, podemos explicar gran parte del significado de la aparición de la profetisa Hanah. El autor proporciona detalles específicos sobre quién es esta mujer y nos enseñan cómo pensar en ella. Siguiendo el ejemplo de Lucas, podemos comprender el significado de su silencio que invita a la reflexión y elevación mesiánica de conciencia

Hanah se menciona como una profetisa [femenino de profeta] y una de las personas conectadas con Yeshúa en su infancia. Se nos dice que ella era hija de un tal Penuel, de la tribu de Asher.

Su nombre, que comparte con Hannah (madre del profeta Shemuel) en la TaNaK, significa «favor» o “gracia”. Todo lo que sabemos de ella se encuentra en estos tres versículos del libro de Lucas. Cuando Hanah se encuentra con el niño Yeshúa en el Templo, vemos que su vida rebosa de favores celestiales y gracia divina (Lucas 2:36-38).

«Había también una profetisa, Ana,» (Lucas 2:36).

Entendamos que Hanah se encuentra entre un puñado de mujeres en las Sagradas Escrituras que llevan el título de “profetisa”. Las otras son Miriam, la hermana de Moisés (Éxodo 15:20); Débora, la jueza (Jueces 4:4); Hulda, la esposa de Salum, quien recibió una palabra del Señor para el sacerdote Hilcías y otros (2Reyes 22: 14; 2 Crónicas 34:22-28); la anónima esposa de Isaías (Isaías 8:3); y las cuatro hijas solteras de Felipe (Hechos 21:9).

Por lo tanto, la identificación que Lucas hace de Hanah como una “profetisa” probablemente estaría significando que tenía reputación de ser una maestra talentosa y por sobre todo una fiel animadora de sus compañeros de adoración en el Templo. Cuando ella hablaba, era sobre la Palabra de los profetas del Eterno que anunciaban al Mesías de Dios. Evidentemente había pasado toda su vida estudiando y meditando la Palabra de Dios en su corazón, y esa era la esencia de lo que ella solía soltar desde sus labios a todo los adoradores que se acercaban al Santo Templo con sus korvanot (acercamientos u ofrendas). Entonces, cuando Lucas la llamó “profetisa”, le dio una idea de su carácter y una pista sobre lo que ocupaba su mente y su conversación.

«Era muy anciana; ella había vivido con su esposo siete años después de su matrimonio, y luego quedó viuda por ochenta y cuatro años» (Lucas 2:36–37).

Hanah había estado casada solo siete años cuando enviudó, y permaneció viuda por el resto de su vida.

La mayoría de las traducciones indican que Hanah tenía ochenta y cuatro años cuando conoció a Yeshúa. Sin embargo, también es posible traducir el texto en el sentido de que Hanah había vivido ochenta y cuatro años después de la muerte de su esposo. Eso significaría que Hanah tenía al menos 104 años, si se hubiera casado a los trece (edad en la que una muchacha judía era entregada en matrimonio). De cualquier manera, y más allá de toda conjetura, lo que sí se nota en el texto es que ella había pasado la mayor parte de su vida sin esposo y estaba ministrando ante el Eterno en el Beit Mikdash, Su santo Templo.

Lo que sí importa aquí es saber que Lucas, al contar la edad de Hanah, está tratando proféticamente al número 84 desde la simbología gemátrica, pues ochenta y cuatro representa la plenitud del pueblo de Israel:  

  • 84 surge de la multiplicación [ 7 x 12].
  • Siete es el número de la creación en plenitud o reposo (pues ya está el ser humano en la existencia), y
  • el número 12 representa al reinado sacerdotal de las doce tribus de Israel sobre las naciones. 
  • Entonces 84 es la plenitud del pueblo de YHVH cumpliendo su misión mesiánica en la Tierra como Tabernáculo de Dios.

El evangelista está llevando a sus lectores a comprender que Hanah, como Israel, ha llegado a la plenitud de los tiempos. Con la venida de Yeshúa, Hanah, de 84 años, nos muestra que el sistema revelado en toda la TaNaK ya está completo. Antes de Yeshúa, las asociaciones tribales eran importantes. Por eso en los Evangelios se registran las genealogías de Yosef y Miriam, y ambas se remontan a Abraham (Evangelio de Mateo), y la que aparece en este Evangelio de Lucas llega incluso hasta Adam HaRishon. El mensaje se hace intensamente profundo: de ahora en adelante,  Yeshúa reemplaza las genealogías. Lo que importa ya no es de qué tribu eres, sino si has nacido de nuevo en el Espíritu de la Profecía que da testimonio de Yeshúa. En otras palabras, las tribus encuentran encarnación plena en Yeshúa HaMashiaj. 

Entonces Yeshúa viene y Hanah ha cumplido 84 años de viudez. Ambos eventos señalan la consumación y el cumplimiento de la Antigua Alianza en el Pacto Renovado en el Mesías. La edad de Hanah representa la plenitud del pueblo elegido de Yahvéh, oficiando como un reinado sacerdotal a favor de todas las naciones de la Tierra.

«…hija de Fanuel, de la tribu de Aser,…»

Fanuel no se menciona en ninguna otra Escritura. El nombre Fanuel es la forma griega del hebreo Panuel, nombre con el que se recordaba el lugar donde Yaakov avinu recibió su cojera, Peniel (Génesis 32). Fanuel, tal como el cojo de Yaakov, sugiere la idea de un pueblo que lucha con los principios de Dios. Este significado ciertamente encaja con la presentación que hace Lucas de la lucha de Ana. Nos muestra a un personaje de Fanuel, un israelita fiel, que espera y anhela la Redención final a través del Ungido (Mashiaj o Xristós) de Yah.

Sin embargo, de manera más directa, el nombre Fanuel (Panuel) significa «Rostro de Dios«. Hanah ha visto el Rostro de Dios llamado Fanuel, su padre terrenal, por lo que puede reconocer a Fanuel cuando lo ve. Hoy, sin embargo, sucede algo mejor que ver a su padre terrenal Fanuel. Hannah ve el rostro de Elohim en Yeshúa, el Ungido, que viene a encarnar y revelar el rostro de su Padre celestial. Cuando Hanah  mira al niño Yeshúa, discierne en su espíritu que está mirando el Rostro de Dios nacido entre los hombres.

El texto, al darnos el nombre del padre de Hanah, nos lleva a considerar que Yeshúa es el «Rostro de Dios«. Yeshúa es Fanuel en carne. Justamente es el apóstol Pablo, el mentor de Lucas, quien llama a Yeshúa “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15). Y el autor a los Hebreos dice en el capítulo 1: “Él es el resplandor de la gloria de Dios y la huella exacta de su naturaleza”, dando a entender que  podemos ver al Eterno, mirando a Yeshúa y participando en la Vida que Él ofrece. ¡Yeshúa es Fanuel, el rostro de Dios!

«Ella nunca se apartaba (dejó el matrimonio en el) del Templo, sino que adoraba día y noche, ayunando y orando (Lucas 2:37).

Después de enviudar, Hanah se dedicó por completo al servicio del Eterno. Ella nunca salió del Beit HaMikdash (Templo en Jerusalén), sino que pasó su tiempo adorando, ayunando y orando. Es posible que a Hanah tuviera su alojamiento en el Templo debido a su designación como profetisa, o pudo haber vivido cerca. Lo que se destaca es que su devoción fue constante durante la mayor parte de su vida, y su devoción fue recompensada con un encuentro con su Salvador. Sus muchos años de sacrificio y servicio valieron la pena cuando vio al Mesías, Aquel por quien había esperado tanto tiempo.

Justamente esto será lo más llama la atención en la historia de Hanah, me refiero a su entrega a la oración, al ayuno, y a la vida de servicio al prójimo en el Templo. Esta mujer ha optado por dejarse acompañar por el Espíritu de la profecía. Entiendo que para algunos de nosotros es fácil imaginar a una mujer como esta en la experiencia cotidiana de sus propias vidas. Pero sé que para otros, esta idea de un alma humana dirigida por el Espíritu Santo puede parecer muy extraña. Un alma humana que viene y va, y que anuncia la verdad a todos los que están a su alrededor en un momento dado pudiera ser tenida por excéntrica, fanática (por no decir loca). No obstante, esta profetisa de la tribu de Asher encuentra su lugar en la historia de la Salvación, y es un ejemplo de una vida que estaba a la expectativa de la manifestación del Mesías.  

Ana nos enseña que cualesquiera que sean las dificultades que hemos tenido en el pasado, el Eterno no nos abandona y tenemos la posibilidad de poder quedarnos con Él, Su Instrucción y Su guía en el Camino de esto que se conoce como vida humana. Esta mujer, viuda y profetisa, es la imagen de la fidelidad en la espera. Miramos hoy el camino que hemos recorrido con alegría y reconocimiento: el Eterno nos recuerda por medio de Su Hijo, que nuestra vida, en cualquier momento y a cualquier edad, es una bendición para nosotros y para los demás, a los que podemos anunciar la Buena Noticia de Dios para hacer un mundo más humano.

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[Pregunta: ¿Por qué importa que Ana sea de la tribu de Asher?… Bueno, considero que la respuesta merece una segunda parte]

En servicio y amor: David Nesher

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¿En qué parte de la Torah encontramos Janucá?

Janucá es la única festividad judía importante que no se encuentra en el Tanaj. Esto se debe principalmente a que los acontecimientos de Janucá tuvieron lugar en el siglo II a.C. , mientras que, según la tradición, el Tanaj ya fue compilado y codificado mucho antes por la Gran Asamblea al comienzo de la era del Segundo Templo. De hecho, los historiadores fechan las primeras traducciones griegas de libros bíblicos en el siglo III a.C. Los registros históricos coinciden con el Talmud en que fue el rey Ptolomeo II Filadelfo (285-247 a. C.) quien encargó por primera vez la traducción de la Torah al griego, probablemente para su Gran Biblioteca en Alejandría. No está claro qué parte de las Escrituras se tradujo en ese momento.

Aunque vemos que los Sabios continuaron debatiendo qué libros sagrados deberían incluirse en el Tanaj definitivo casi hasta el período talmúdico, el Libro de los Macabeos nunca estuvo sobre la mesa. Una razón es que el Libro de los Macabeos no es, ni siquiera pretende ser, una obra profética. Es simplemente un texto histórico y, contrariamente a la creencia popular, el Tanaj no es en absoluto un libro de texto de historia. Si bien registra acontecimientos históricos (junto con leyes, ética, profecías y más), su propósito es mucho mayor. El Zohar (III, 152a) llega incluso a decir que una persona que ve la Torah como un libro de historia que simplemente relata “narraciones históricas” y “cuentos simples” ¡no tiene participación en el Mundo Venidero! “Cada palabra en la Torah Escrita es una palabra suprema que contiene secretos elevados”, dice, y “las narraciones de la Torah Escrita son sólo las vestiduras exteriores…”

Por supuesto, es un principio fundamental del judaísmo que la Torah es una obra cifrada que contiene en su interior alusiones a todo . Como tal, deberíamos poder encontrar referencias codificadas a Janucá. Y lo hacemos. ¿Dónde escondió Moisés pistas sobre los acontecimientos futuros de los macabeos hasmoneos y la fiesta de Janucá?

La respuesta clásica, revisada

La primera y más conocida respuesta proviene de una sección de la Torah que abarca las parashot (porciones) de Nasso y Beha’alotja (y constituye la lectura de la Torah en la sinagoga para Janucá). Terminamos el primero leyendo cómo cada una de las Doce Tribus de Israel llevó sus regalos a la inauguración y dedicación del Mishkán, el proto-templo en el desierto. Inmediatamente después de esto, al comienzo de Beha’aloteja (Números 8:2-3), leemos cómo el Eterno le dice a Moisés:

«Habla con Aarón y dile: “Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia la cara de la Menorá”. Y Aarón así lo hizo: encendió las lámparas para alumbrar hacia la cara de la Menorá, como Yahvéh le ordenó a Moisés.«

Lo primero que el Eterno dice en la dedicación del Mishkán es que Aarón encienda la Menorah. Esta fue una alusión a un tiempo futuro cuando Israel una vez más volverá a dedicar la morada terrenal de Dios (Jánuca significa literalmente «dedicación») y descubrirá una vasija de aceite para encender la Menorah. Además, serían los descendientes directos de Aarón, los sacerdotales macabeos, quienes lograrían esta hazaña.

Hay algo aún más sorprendente escondido en los versículos anteriores. Si se leen atentamente en el idioma original, no tienen ningún sentido (de ahí la mala traducción). ¿Qué quiso decir el Eterno cuando ordenó encender las lámparas para que “iluminen la cara de la Menorah”? ¡Las lámparas son la Menorá! Nuestros antiguos Sabios quedaron desconcertados por este verso, y algunos sostuvieron que significaba que las llamas de las velas ardían milagrosamente de lado y apuntaban hacia adentro.

Alternativamente, se puede leer que los versículos significan que Aarón encendió las siete lámparas delante de él para iluminar una futura Menorah. En mérito del acto especial de Aarón durante la dedicación original, sus descendientes podrían tener éxito en una futura nueva dedicación y el encendido de la Menorah. Por si hubiera alguna duda, el siguiente versículo agrega que todo se hizo según la “visión que Dios le mostró a Moisés”. ¿Qué visión? No puede significar simplemente que el Eterno le mostró a Moisés cómo hacer o encender la Menorá, porque Dios obviamente le mostró a Moisés cómo hacer todo , sin embargo, este lenguaje no aparece en ningún otro lugar de la Torah con respecto a ninguna otra mitzvá. Más bien, lo que se puede inferir es que el Eterno le mostró a Moisés una visión del futuro, de la Menorah de Janucá siendo encendida por los Macabeos. Y así, todo sucedió “según la visión [profética] que el Eterno le mostró a Moisés, así fue hecha la Menorah”.

Sucot y Janucá

Hay varios lugares más en el Tanaj donde se alude a Janucá. El Ba’al HaTurim (Rabino Yaakov ben Asher, 1269-1343) señala dos. Primero, señala que el capítulo 23 de Levítico, que describe todas las festividades del Eterno, termina con instrucciones para la festividad de Sucot. Inmediatamente después de esto leemos (Levítico 24:1-3):

«Y habló Yahvéh a Moisés, diciendo: “Manda a los hijos de Israel que te traigan aceite de oliva puro prensado para el alumbrado, para encender una llama eterna. Fuera del velo del testimonio, en la Tienda de reunión, Aarón lo ordenará continuamente desde la tarde hasta la mañana delante de Dios; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones”.

El Ba’al HaTurim dice esto como continuación directa del capítulo anterior: ¡las fiestas no terminan en Sucot, sino que continúan con el encendido del aceite de la Menorah! De esta manera, dice él, la Torah ya alude a la futura festividad de Janucá. Vale la pena mencionar que el Libro de los Macabeos afirma que Janucá fue instituida como una festividad de ocho días, especialmente porque se produjo justo después de la festividad de ocho días de Sucot (con Shemini Atzeret), que los judíos no pudieron celebrar ese año porque el El templo estaba en manos griegas. Cuando limpiaron el Templo, los Macabeos declararon un festival de ocho días para compensar el Sucot que acababan de perderse.

Sólo después de esto resultó (según el Talmud) que el aceite destinado a arder durante un día duró todo el festival de ocho días que habían instituido. Era como si el Eterno pusiera su sello de aprobación en la fiesta macabea destinada a compensar Sucot. Oportunamente, el Ba’al HaTurim agrega que Janucá y Sucot son los dos únicos días festivos en los que se recita Hallel todos los días, lo que solidifica aún más su conexión. (También vale la pena mencionar que, según Beit Shammai, las velas de Janucá deben encenderse en orden decreciente: ocho el primer día y una el último día, para ser paralelo al orden decreciente de los sacrificios traídos en Sucot.) Textos místicos, mientras tanto, describe los ocho días de Janucá y los ocho días de Sucot (con Shemini Atzeret) de la misma manera (correspondientes a las siete Sefirot inferiores , más Biná).

Todo esto explica por qué, para empezar, Janucá dura ocho días. Después de todo, no tenían que ser ocho días específicamente (¿por qué no siete o nueve?). A algunos les gusta decir que se necesitaron tantos días para preparar un nuevo lote de aceite de oliva, pero era invierno y no había aceitunas frescas. Se podría producir petróleo de todos modos. Otros dicen que esta fue la cantidad de tiempo que tomó un viaje de ida y vuelta a la tierra de la tribu de Aser, donde se producía el mejor aceite de oliva (al que Moisés aludió en sus bendiciones finales a la nación, Deuteronomio 33:24). La mejor respuesta es porque Janucá originalmente tenía como objetivo rectificar un Sucot perdido.

Lo que nos trae al presente. Hoy en día, la mayoría de los judíos del mundo lamentablemente no celebran Sucot en absoluto. En muchos sentidos, es la festividad más difícil y, sin duda, la más olvidada. Si bien la mayoría de los judíos hacen algún esfuerzo para las Fiestas Mayores, pasan por alto por completo Sucot, que llega apenas cinco días después. Por lo tanto, existe la idea de que Sucot demuestra quiénes son los verdaderos judíos dedicados. Si bien la mayoría vuelve a sus antiguas rutinas justo después de las grandes fiestas, los judíos que van a la sucá muestran su continua devoción a Dios.

Pero luego llega Janucá, otra festividad de ocho días. Para aquellos judíos que no observan o no pueden observar Sucot, como los Macabeos ese año, Janucá podría ser una segunda oportunidad (quizás comparable a la relación entre Pesaj y el mucho más fácil Pesaj Sheni). Como tal, es una buena señal que Janucá sea la festividad judía más conocida y posiblemente la más observada. El judío más distante tiene la oportunidad de conmemorar Janucá de alguna manera, incluso si es solo un momento fugaz mirando una de las muchas janukiot públicas en todo el mundo.

También para el judío practicante Janucá puede ser una rectificación. Muchos judíos en el Norte tienen que lidiar con un Sucot que viene con copiosas lluvias, un clima insoportablemente frío e incluso nieve. (El año pasado, mi resistente sucá de metal y paneles de madera se derrumbó por completo y se deformó después de una intensa tormenta de viento. Lo mismo ocurrió con la enorme sucá de nuestra sinagoga). Cada día de Janucá tiene la oportunidad de compensar espiritualmente cada pérdida. día en la Sucá. Ciertamente vemos esto en un nivel místico, donde cada día de Janucá tiene sus raíces en la misma Sefirá que cada día de Sucot.

Almendros en flor

El Baal haTurim señala otro lugar en la Torah que alude a Janucá. Después del episodio de la rebelión de Koraj, Dios le ordenó a Moisés que tomara un bastón de cada una de las Doce Tribus y grabara el nombre del líder de esa tribu en cada bastón (Números 17). En el bastón de la tribu de Leví estaba grabado «Aarón». Entonces ocurrió un milagro: el bastón de Aarón de repente floreció con flores de almendro. Esto tenía como objetivo mostrarle a la nación que Aarón y sus hijos eran en verdad sacerdotes designados divinamente. Dios le dijo a Moisés que guardara ese bastón de almendra especial en el Tabernáculo como una señal eterna para todo Israel, para recordarles que no se rebelaran contra los kohanim .

El Ba’al haTurim dice que esto es una referencia secreta a los descendientes macabeos de Aarón, quienes milagrosamente salvaron a Israel en su día. Es importante recordar que los enemigos en la época de los Macabeos no eran sólo los griegos-sirios. Peores fueron los judíos helenizados que cooperaron con los griegos y buscaron eliminar el judaísmo tradicional. El Libro de los Macabeos relata cómo uno de esos judíos accedió felizmente a la demanda griega de traer una ofrenda de sacrificio impura. Matityahu (un descendiente sacerdotal de Aarón) no tuvo más remedio que matarlo para detener la profanación, lo que provocó la revuelta macabea.

Y así, el episodio de Koraj y los “rebeldes” (Números 17:25) que lo apoyaron, es un precursor espiritual directo de Janucá. El milagroso bastón de Aarón con almendros en flor era una alusión a la milagrosa victoria de los Macabeos. El Ba’al haTurim añade que la gematría de almendras (שקדים) es 454, igual a “Hashmonaim” (חשמונים), el apellido de los Macabeos. (También es interesante observar la aliteración de la palabra hebrea para “personal”, mat’e y Matityahu , aunque se escriben de manera diferente).

La serpiente de cobre de Moisés

Aunque hay al menos otros tres lugares en las Escrituras que insinúan la futura Janucá, terminaremos con uno más. El Ben Ish Jai [Rabino Yosef Jaim de Bagdad, (1832-1909)] comienza sus leyes de Janucá con un recordatorio de que al encender las velas en la primera noche de Janucá, se recitan tres bendiciones: lehadlik ner, sh’asa nisim y shehejeyanu. . Dice que se alude a esto en Números 21:8, donde el Eterno instruye a Moisés a crear el najash nejoshet, el bastón de la “serpiente de cobre”, que se usó para sanar a la nación de una epidemia de mordeduras de serpientes ardientes:

Y Yahvéh dijo a Moisés: “Hazte una serpiente de fuego [saraph], y ponla sobre un asta [nes]; y sucederá que todo aquel que sea mordido, cuando lo vea, vivirá [v’ jai]”.

Las tres partes claves del versículo y sus tres palabras claves corresponden a las tres bendiciones de Janucá: saraf , literalmente “ardiente”, se refiere a la bendición al encender la vela; nes, “poste”, “señal” o “milagro”, se refiere a la bendición de nisim, “milagros”; y v’jai, “y vivirá” a shehejeyanu, “Quien nos hizo vivir…” Como en los dos casos anteriores, aquí hay mucho más de lo que parece.

El Eterno le dijo a Moisés que cualquiera que viera el bastón de la serpiente sería sanado. De manera similar, cuando se trata de Janucá se trata de ver el brillo de las velas de Janucá y asegurarse de que otros también lo vean. Una vez escribimos que el Bastón de la Serpiente es un símbolo del Mashíaj , y en otro lugar que la luz de Janucá simboliza la Luz Oculta de la Creación, o Or HaGanuz . Encendemos 36 velas a lo largo de ocho días para conmemorar la Luz de la Creación que, según los Sabios, brilló durante 36 horas antes de ocultarse.

El Midrash (Yalkut Shimoni , Isaías 499) dice que la Luz Oculta fue encerrada bajo el Trono de Dios, reservada para Mashíaj, quien un día la restaurará al mundo. Fue esa Serpiente Primordial (נחש = 358) la que inicialmente causó que la Luz desapareciera. Y es Mashíaj (משיח = 358) quien lo restaura, quien domina a la Serpiente y empuña ese Báculo sanador de la Serpiente. En los tiempos de Moisés, todos aquellos “mordidos por una serpiente” eran sanados mirando fijamente el Bastón. De manera similar, toda la humanidad, desde el Jardín del Edén, fue “mordida por una serpiente”, y ver el brillo espiritual de las velas de Janucá tiene el potencial de sanarnos a todos.

¡Jag Sameaj!

Traducido y adaptado de «Mayim Acronim«

Pérez y Zerah: Dos Momentos del Mesías

PARASHA VAYESHEV

Por P.A. David Nesher

Cuando llegó el tiempo de su parto, había gemelos en su vientre. Y cuando ella estaba de parto, alguien extendió una mano, y la partera tomó y le ató un hilo escarlata en la mano, diciendo: Ésta salió primero. Pero cuando él retiró la mano, he aquí salió su hermano. Y ella dijo: «¡Qué brecha has cometido contigo misma!». Por eso se llamó su nombre Pérez. Después salió su hermano con el hilo escarlata en la mano, y se llamó Zera.

Génesis 38:20-30 NVI

Quiero comenzar esta lección mostrándote algo que estoy convencido no has visto. Cuando leemos el primer capítulo de Mateo, nos encontramos con la genealogía de Yeshúa, nuestro Maestro y Dueño (Mat. 1: 1-16). Ahora quiero que prestes mucha atención a los primeros tres versos:

Registro genealógico de Jesús el Cristo, hijo de David y de Abraham:
Abraham fue el padre de Isaac;
Isaac, padre de Jacob;
Jacob, padre de Judá y de sus hermanos;
Judá, padre de Fares y de Zera, cuya madre fue Tamar;…»

(Mateo 1: 1-3)

¡Seguramente te ha surgido una pregunta!… ¿Verdad?: ¿Por qué hay dos hijos de Judá mencionados aquí? ¿Por qué no dice: «Abraham fue el padre de Isaac e Ismael e Isaac fue el padre de Jacob y Esaú? Y,siguiendo esta lógica: ¿por qué no dice que Jacob fue el padre de Rubén, Simeón, Leví y Judá?

Primero debemos reconocer que estudiar el sefer Bereshit (libro del Génesis) nos recuerda que los caminos del Eterno son incomparables y, a veces, inconcebibles. Hay momentos en los que Él cumple Su divina voluntad de las maneras más extraordinarias y a través de las personas más improbables. Justamente en este capítulo, vemos evidencia adicional de los caminos de Dios, a veces extraños y difíciles de entender. Y al leer esta historia, debemos recordar las palabras del apóstol Pablo:

¡Cuán imposible nos es entender sus decisiones y sus caminos! 
(Romanos 11:33 NTV). 

Y el Eterno mismo nos recuerda a través de un oráculo de Isaías:

“…mis caminos van mucho más allá de lo que puedas imaginar
(Isaías 55:8 NTV).

Tamar dio a luz a hijos gemelos: Pérez y Zerah . Y la naturaleza de sus nacimientos fue similar a la de Jacob y Esaú. Cuando Zerah intentó salir primero del útero, una partera le ató un hilo escarlata a la muñeca. Pero cuando finalmente nacieron los bebés, fue Pérez quien salió primero, para sorpresa de la partera. Para todos los que miraban, Zerah debería haber sido la primogénita. Como su mano salió primero, debió estar más cerca del canal de parto. Pero dentro del útero, los dos bebés cambiaron de posición en el último segundo y Pérez salió primero. Se convirtió en el inesperado e improbable primogénito. Y sería a través de este hijo que el Eterno cumpliría su compromiso con Abraham.

“ Haré de ti una gran nación, y te bendeciré y engrandeceré tu nombre, para que seas una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, y a los que te deshonren lo maldeciré, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra”.
 – Génesis 12:2-3 NVI

Si vamos a la carta a los creyentes en Galacia, notaremos que el apóstol Pablo desentraña esta promesa divina y aclara la naturaleza de su significado:

«Sepan, pues, que son los de la fe los hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios justificaría por la fe a los gentiles, predicó de antemano el evangelio a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. Así pues, los que son de fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe.«
– Gálatas 3:7-9 NVI

Según el apóstol Pablo, cuando el Eterno le hizo esa promesa a Abraham, estaba prediciendo la venida del Mesías. Sería a través de la descendencia de Abraham que vendría “la bendición” de las naciones. Y Pablo revela que esta bendición vendría en la forma de Yeshúa, el Mesías de Israel.

Ahora las promesas fueron hechas a Abraham y a su descendencia. No dice “Y a tu descendencia”, refiriéndose a muchos, sino refiriéndose a uno, “Y a tu descendencia”, que es Cristo. 
– Gálatas 3:16 NVI

Este hecho sorprendente está en consonancia con la forma en que el Eterno continuó reiterando la promesa a Abraham y sus descendientes.

He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de multitud de naciones. Ya no se llamará tu nombre Abram, sino que tu nombre será Abraham, porque te he puesto por padre de multitud de naciones. Os haré fructíferos en gran manera, y os convertiré en naciones, y reyes saldrán de vosotros .  Y estableceré mi pacto entre mí y tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser Dios para ti y para tu descendencia después de ti.” 
– Génesis 17:4-7 NVI

Abraham no solo engendraría una gran nación, sino que de su descendencia surgirían grandes reyes, incluido el rey David. Y el libro de Rut revela que Dios usaría a un candidato improbable llamado Pérez (Fares) como el conducto a través del cual vendría el gran rey David:

«Estas son las generaciones de Fares: Fares engendró a Hezrón, Hezrón engendró a Ram, Ram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz, Booz engendró a Obed, Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David.» 
– Rut 4:18-22 NVI

Desde estas consideraciones podemos captar por qué comencé haciéndote leer el evangelio de Mateo, donde vemos que Yeshúa también vendría a través del linaje de Pérez. Por eso se le conoce como el Hijo de David. Pero, queda por responder la pregunta: ¿Por qué hay dos hijos de Judá mencionados aquí? 

Pues entonces comenzaré diciendo que los gemelos de Tamar, Pérez y Zerah, tenían el potencial de ser antepasados ​​del Mesías. Como Yaakov y Esav (Esaú) luchando en el útero, competían por el privilegio.

Cierta enseñanza (midrash) cuenta que cuando el embarazo de Tamar avanzaba hasta el punto en que ya no podía ocultarlo, “se golpeaba el estómago y se jactaba: ‘¡Soy grande con reyes y redentores!‘” (Midrash Rabbah ). Por lo menos, era grande con gemelos.

El relato escritural nos dice que mientras Tamar luchaba en el parto, el primero de sus dos hijos extendió la mano. La partera ató una cuerda escarlata alrededor de su muñeca para identificar al primogénito, pero luego retiró la mano y aparentemente retrocedió por el canal del parto, una maniobra que no parece biológicamente probable. Tamar dio a luz a su hermano antes que él en un parto traumático. Ella lo llamó Pérez (Peretz), que significa “brecha”, diciendo: “Qué brecha te has abierto” (Génesis 38:29).

Que Pérez siguiera adelante era parte del plan Divino. Zerah deseaba emerger primero pero otro midrash cuenta que el Eterno declaró: “El Mesías está destinado a descender de Pérez; ¿Es correcto, entonces, que Zerah emerja primero? ¡Que Zera regrese al vientre de su madre, y Pérez nacerá primero! » (Aggadat Bereshit )

Desde tiempos antiguos, los rabinos identificaron de cerca a Pérez, el hijo de Yehudá y Tamar, con el Rey Mesías. Pérez encabeza la genealogía de David en el libro de Rut (ver Rut 4:18). Los sabios a veces llaman al Mesías por el nombre de Hijo de Pérez. Los gemelos en el vientre de Tamar presagian los dos mesías: el Mesías hijo de Iosef y el Mesías hijo de David. Es decir que el nacimiento de Pérez y Zera tipificaban las dos manifestaciones del paradigma divino Mashiaj: Ben Yosef y Ben David. Esto para nuestra emunáh nos habla de la primera y segunda venida de Yeshúa HaMashiaj.

Pérez, cuyo nombre también significa «rompedor«, representa al Mesías en Su primera venida. Abrió el camino al reino de los cielos. Tamar lo nombró Pérez para indicar que el Rey Mesías, «el Rompedor«, algún día saldría de él.

En el Talmud se comenta que Tamar quiso decir: “Este es mayor que todos los que abren brechas, porque de ti surgirá el Rey Mesías [de quien está escrito en Miqueas 2:13], ‘El que abre brechas sube delante de ellos; se escapan, atraviesan la puerta y salen por ella. Y su rey va delante de ellos, y el SEÑOR a la cabeza de ellos” (Génesis Rabá 85:14).

Zerah ( Zeraj), cuyo nombre significa «amanecer«, representa al Mesías hijo de David, es decir, Yeshúa en Su segunda venida. El profeta Isaías habló de la gran redención de la Era Mesiánica como el amanecer:

«Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria del SEÑOR ha nacido (zaraj) sobre ti. Porque he aquí, tinieblas cubrirán la tierra y densa oscuridad los pueblos; pero el SEÑOR se levantará sobre ti y su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones vendrán a tu luz y los reyes al resplandor de tu amanecer (zaraj)».
(Isaías 60: 1-3)

Así como Tamar y su partera esperaban que Zerah naciera primero, anticipamos que la redención final ocurriría con la primera venida del Mesías. Por un breve momento, el reino de los cielos estuvo cerca, y si la nación se hubiera arrepentido, Yeshúa podría habernos llevado a la redención final. Como un hilo escarlata, recibimos una señal de la redención venidera, pero antes de que la redención final pudiera amanecer, el Mesías necesitaba cumplir Sus propósitos en el madero y en la tumba.

Cuando Pérez desafió las expectativas de Tamar al adelantarse a Zerah, ella exclamó: «¡Qué brecha te has abierto!» (Génesis 38:29). De manera similar, la primera venida de Yeshúa desafió todas las expectativas nacionalistas y populares de su tiempo. En lugar de desempeñar el papel triunfante del Mesías hijo de David, soportó el sufrimiento del Mesías hijo de Yosef. Así pues, cuando salió inesperadamente de la tumba, venciendo a la muerte misma, se podría imaginar que Israel exclamara: «¡Qué brecha te has abierto!«

En amor y a tu servicio: P.A. David Nesher

Abraham, el extraño de Canaán.

Para lograr que reflexionemos en un tema profundo y mesiánico que encontramos en la porción de esta semana, necesito hacerte una pregunta: ¿Alguna vez te has sentido extraño, o como si no encajaras del todo en el entorno en que vives?… ¿Me has dicho que sí?,… entonces: ¡Bienvenido al Club de los peregrinos!… Sí, ¡estás en buena compañía! Digo esto, porque aquellos que pertenecemos al linaje de Avraham debemos saber y aceptar que él se describió a sí mismo como un forastero en una tierra extraña. ¡Vivió como nómada y forastero en una tierra que no le pertenecía!

Hemos estudiado como el Eterno le prometió a Avraham toda la tierra de Kenaán, pero al llegar a la parashá de esta semana (Jayei Sará) notamos que en realidad nuestro padre Avraham ni siquiera poseía suficiente tierra para enterrar a su esposa. Y es que Avraham a esas altura era un forastero en Kenaán sin ninguna propiedad propia. Él no contaba con una tumba familiar. Por eso, tuvo que comprar una propiedad a los lugareños.

Ante este problema, Avraham se acercó a los hititas que vivían en Hebrón y les dijo:

«Soy un forastero y un peregrino entre ustedes«.

Por eso, al estudiar el libro a los Hebreos, de los Escritos Mesiánicos, notamos que el autor parafraseó esa declaración sobre la estadía de Abraham en Canaán al comentar:

«Por la fe vivió como extranjero en la tierra prometida, como en tierra extranjera , habitando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque buscaba la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios
(Hebreos 11: 9-10)

«Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 1Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 1Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.«
(Hebreos 11: 13-16)

El autor del libro de Hebreos infirió esta revelación de la declaración que nuestro padre Avraham hicera: “Soy un forastero y un peregrino entre vosotros” que él estaba buscando la Jerusalén mesiánica y el establecimiento del Malkut Elohim (Reino de los Cielos) en la Tierra. Él buscó “la ciudad que tiene cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” y “un país mejor, es decir, celestial”. Si simplemente hubiera estado buscando una patria para llamar suya, podría haber regresado a Aram en Mesopotamia, donde su familia todavía tenía propiedades.

En verdad, Avraham tuvo todas las oportunidades para regresar a Aram, es más, notamos como más tarde (en esta misma parashá), envía a su sirviente Eliezer de regreso allí. Siendo ese el caso, ¿por qué Avraham y Sarah eligieron vivir como nómadas y extraños en un pedacito de tierra prometida que ellos mismos no iban a heredar? El autor de la epístola a los Hebreos dice:

Estos murieron en la fe, sin recibir las promesas, pero habiéndolas visto y acogido desde lejos, y habiendo confesado que eran extranjeros y desterrados en la tierra” (Hebreos 11: 13).

Nuestros padres en la fe vivieron como extranjeros y exiliados en la tierra de Kenaán, pero lo hicieron con tanta confianza en la herencia futura. Buscaron la tierra prometida de la era mesiánica. Anticiparon la trascendente, “ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo de Dios

En el Olam HaVá (Mundo venidero), la Jerusalén de arriba descenderá para unirse con la Jerusalén física de abajo. Entonces las aguas superiores se unirán con las aguas inferiores.

Aunque Avraham y Sarah solo pudieron vislumbrarlo como desde la distancia, e incluso entonces, solo a través de los ojos de la fe, ese vislumbre de la Era Mesiánica y la Nueva Jerusalén del mundo por venir hizo este mundo actual y todo lo que tenía para ofrecer. pálido en comparación. Avraham se identificó a sí mismo como ciudadano del futuro reino y ciudad. En cuanto a este mundo actual y todo lo que tenía para ofrecer, dijo: «Soy un extranjero y un peregrino entre ustedes«. Por tanto, el Eterno, no se avergonzó de ser llamado Dios de Avraham (Hb. 11: 16).

De esta declaración de Avraham avinu viene la imagen del pueblo de Dios como peregrino incluye también un componente para los últimos días. Por lo tanto, entendemos que el peregrinaje de la fe no es un viaje al azar; está orientado hacia un objetivo. Abram salió «porque esperaba la ciudad de cimientos sólidos, de la cual Dios es arquitecto y constructor» (Heb. 11:10, NIV). Así mismo, el destino final de los peregrinos es el lugar por encima de cualquier otro lugar: la Ciudad de Dios.

Los peregrinos anticipan el momento en que se hallarán en el centro cósmico de adoración, para inclinarse en adoración y gratitud ante su Creador y Redentor. Esto se producirá al momento de la Segunda venida, cuando Yeshúa HaMashiaj cumplirá la promesa hecha a sus discípulos de llevarlos a la casa de su Padre (Juan 14: 1-3). Por ahora, los peregrinos avanzan hacia la ciudad celestial, ese país mejor (Heb. 11:16), poseyendo ese objetivo específico por fe en las promesas divinas. Respecto de otras travesías, se dice que «las reconocieron a lo lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra» (vers. 13, NVI).

Desde todo esto, debemos aceptar que nosotros, los peregrinos nos aferramos a las promesas del Eterno con absoluta confianza en el viaje a la morada de Yah, en el centro del cosmos.

¿Qué tuvo de grandioso el atar a Isaac?

Por Rav Tzvi Freeman

Y aconteció después de estas cosas, que Di-s probó a Abraham , y le dijo: «… Por favor, toma a tu hijo, tu único, a quien amas, Isaac , y vete a la tierra de Moriah, y llevadlo allí como ofrenda sobre uno de los montes, del cual yo os diré….»

Génesis 22

«En la atadura de Isaac reside toda la gloria de Israel y su mérito ante su Padre Celestial. Y es por eso que impregna nuestras oraciones todos los días.»

Rabino Don Isaac Abarbanel (1437-1508)

¿ Por qué Dios puso a prueba a Abraham? ¿Por qué nos prueba? ¿Por qué un Dios omnisciente necesita poner a prueba a alguien? ¿No debería Él saber lo que hay en nuestros corazones sin probarnos?

Una prueba es cualquier situación que te exige más de lo que crees que tienes. En una prueba, si usaras tu mente racional dirías: «Esto es imposible. Esto no es lo que esperaba. No tengo que hacer esto porque no está dentro de mis habilidades. Está más allá de lo que puedo hacer«.

No se pasa una prueba con comprensión, con razón. Pasas una prueba con una fe sólida como una roca y una perseverancia ciega.

Las pruebas están estrechamente relacionadas con los milagros. De hecho, en hebreo son prácticamente la misma palabra.

Un milagro ocurre cuando Dios rompe con su patrón estándar de ley natural y demuestra poderes ilimitados. Una prueba es cuando Dios te invita a hacer lo mismo. Es por eso que las personas que pasan las pruebas provocan que ocurran milagros: Dios los está reflejando.

Hay diferentes tipos de pruebas. Todos ellos rompen barreras. Algunas pruebas llevan a una persona más allá de viejos hábitos que la frenan. Otros extraen de él nuevas fuerzas, tenacidad, una profunda confianza en su propósito y en la bondad inherente al mundo.

La prueba definitiva es la que lleva a una persona más allá de la barrera definitiva: la barrera entre la creación y el Creador. Esa fue la prueba que pasó Abraham cuando le pidieron que ofreciera a su hijo Isaac.

Abraham había pasado muchas pruebas antes: nueve en total. Cuando era joven, había elegido una muerte segura en un horno de fuego en lugar de adorar al malvado demagogo, el rey Nimrod , y fue salvado milagrosamente. A lo largo de su vida, nunca había cuestionado la justicia de Dios, a pesar de sus muchas tribulaciones. Excepto una vez, cuando exigió justicia para los habitantes de Sodoma y Gemorra, y fue así como pasó otra prueba.

Pero la prueba de ofrecer a Isaac fue una clase en sí misma. Porque esta prueba no tenía ningún sentido.

Lánzate a un horno de fuego en lugar de adorar a un megalómano que se cree un dios: has hecho una declaración y la tienes ahí fuera. Lo mismo con todas las demás pruebas: eran formas de promover una causa, de dar a conocer al mundo la fe de Abraham. Y como tal, siempre estuvo al acecho la duda de que tal vez, sólo tal vez, todo esto estuviera ligado al ego de Abraham. Porque ¿qué podría ser mayor logro que ser el fundador de la fe de Abraham?

Dale la vuelta al mundo entero y serás el hombre más importante de la historia. ¿No vale eso el fuego y el agua, e incluso la muerte misma?

Pero la Akedah («Unión» de Isaac) no encajaba en ese perfil. La Akedah va en contra de todo lo que Abraham alguna vez representó: que Dios es bueno y bondadoso, que cumple Sus promesas y tiene un destino para Su mundo. Todo esto se pierde cuando Dios dice: «¡Abraham! ¿Recuerdas ese hijo que te prometí y que esperaste durante tanto tiempo? Aquel a quien te prometí está destinado a continuar todo lo que comenzaste para que así sea». ¿Continuará hasta la eternidad? ¿Recuerdas que te dije que escucharas a Sara en contra de tu propio juicio y que enviaras lejos a Ismael para que pudiera florecer este otro hijo? ¿El hijo que has criado con tu sabiduría y entrenado para su destino estos muchos años? tu vejez, que amas más de lo que cualquier padre ha amado a un hijo?… «Llévalo a la tierra de Moriah y levántalo en holocausto sobre uno de los montes que allí te mostraré«.

Sin explicación. Ningún consuelo. No hay excusas. Hazlo. Date la vuelta y destruye todo lo que has construido hasta el día de hoy para que nunca haya posibilidad de reconstruirlo.

Un acto sin sentido.

Quizás se pueda salvar algo. Quizás Abraham demostraría al mundo hasta qué extremo un hombre puede tener fe en Dios. Al menos algún propósito, algún atisbo de significado.

Pero no. Porque, en la escena de la resistencia más heroica de Abraham, no había un alma para presenciar. Ni ejércitos, ni multitudes de discípulos, ni espectadores impresionables, ni siquiera los dos jóvenes asistentes que había llevado consigo; les había dicho que se quedaran al pie de la montaña. El momento más dramático de la carrera de Abraham se desarrolló en una escalofriante soledad.

Si es así, ese día Abraham pasó no una, sino diez pruebas. Porque en caso de que hubiera habido alguna duda de antemano, ahora podríamos decir en retrospectiva: «Toda esa fortaleza, tenacidad y fe de hierro que Abraham mostró ante el desafío, no fue simplemente otra criatura humana con su ego atado a una causa»… No era simplemente otro fanático exaltado o un creyente crédulo que debía creer porque, bueno, cada uno tiene su muleta. Fue real».

Abraham ya no era un ser más que buscaba su propia realización. En el lenguaje de nuestros sabios, Abraham se había convertido en un carro, un vehículo para una Voluntad Superior. En la jerga moderna, diríamos que era «transparente». Una ventana a través de la cual veías a Dios.

Curiosamente, el cuerpo de Abraham estaba un paso por delante de su mente en este sentido. Habiendo recibido su misión por la noche, Abraham se despertó temprano y se sumergió en su tarea. Lo preparó todo, la madera, el cuchillo, el encendedor. Todo fue calculado, no en un estupor ebrio de fervor religioso, con cuidado y atención.

Durante tres días caminó Abraham hasta encontrar ese lugar. Se mantuvo en silencio, no reveló su objetivo, ni se dejó convencer de caminar hacia él. Incluso una vez que su hijo descubrió su terrible destino en este viaje, su determinación no flaqueó. Dentro: preguntas, lucha, confusión. Por fuera: pasos firmes, un semblante sabio, paternal, noble.

Cuando Abraham construyó un altar de piedras, sus manos no flaquearon. Mientras ponía la leña, mientras ataba a su hijo y lo levantaba sobre el altar, no resbaló, no lloró. Sólo cuando necesitó el cuchillo, sólo entonces su mano lo rechazó, «Y extendió su mano y tomó el cuchillo». Su mano sabía lo que su mente no sabía: que esta no era la Voluntad Divina, que Isaac sólo debía ser levantado como ofrenda, pero no, Dios no lo quiera, para ser sacrificado. Pero la mente de Abraham aún no lo sabía, y por eso «extendió su mano», contra su voluntad, por la fuerza.

Al final, no hubo sacrificio de Isaac. «Te dije que lo ofrecieras», dijo Di-s, «y lo hiciste. Ahora bájalo». Pero se abrió la puerta. Se hizo posible que otros seres humanos trascendieran las limitaciones del ego y se convirtieran en un canal claro para la Voluntad Divina en nuestro mundo.


Han pasado cerca de 3700 años. Nosotros, los hijos de Abraham, todavía estamos vivos. Muchas páginas de nuestra historia están empapadas de la sangre de los mártires llevados a la matanza en un altar en nombre de Dios. No sólo rabinos y líderes santos, sino principalmente judíos comunes y corrientes.

En verdad, muchos de ellos hubieran preferido vivir. No necesariamente se veían a sí mismos como mártires que promovían una causa. No murieron para salvar sus principios o porque la vida sin esos principios sería una vida que no valdría la pena vivir. Tampoco murieron para obtener la recompensa eterna.

Simplemente se vieron incapaces de romper su vínculo con el Dios de Israel. Como si alguien les hubiera dicho que se arrancaran el corazón del pecho. En ese momento, todo el mundo desapareció ante ellos; sólo existía una verdad de su vínculo con el Único Di-s y todo lo demás carecía de sentido.

Como escribe Don Isaac Abarbanel , líder de los judíos españoles en el momento de su expulsión, «Vi a muchos judíos, hombres, mujeres y hasta niños pequeños, torturados y quemados en la hoguera en Su Santo Nombre y doy testimonio de que en aquel momento Esta vez no gritaron ni expresaron ninguna expresión de dolor, sino que abandonaron este mundo en serenidad y paz«.

Ésta es la fuerza de Abraham e Isaac dentro de nosotros. Porque abrieron el canal por el cual este poder llega hasta nosotros hasta el día de hoy. Este poder no sólo para morir, sino para vivir como judíos. Este poder de seguir siendo judíos a pesar de cada adversidad que Dios pueda arrojarnos. Porque este es el milagro más grande: que en estos tiempos queden judíos, que todavía nos tengamos los unos a los otros, nuestra Torá y nuestra herencia.

Es un poder más allá de la naturaleza, más allá del ego de un ser creado. Y con ello somos eternos.