parashá bereshit

¿Entiendes cuál es la imagen del Dios invisible?

En esta semana volvemos a reiniciar nuestra investigación de los códigos yahvistas escondidos en la Torah (Instrucción) divina. Comenzamos una vez más con el primer libro conocido en hebreo como Sefer Bereshit y en lo profano como el libro de Génesis.

En el primer capítulo leemos que Elohim (Dios) hizo al hombre «a su imagen«; inmediatamente nuestra mente no puede evitar cuestionar: ¿cuál es la imagen del Dios invisible?, o mejor formulada la pregunta: ¿Qué o quién es la imagen de Dios?

Serán los Sabios místicos los que lograrán dar la respuesta al comentar que Dios hizo a Adán a imagen del Adán Celestial, conocido como el Primogénito de toda la creación, la imagen espiritual de Elohim. De este modo la doctrina del Adán celestial intenta reconciliar el conflicto entre la idea de que Dios es incorpóreo, es decir, sin imagen ni forma, y la idea de que el hombre es creado a imagen de Dios.

Con esto en sus mentes (desde las enseñanza que recibían desde su niñez) los apóstoles proclamaron y enseñaron a las comunidades del primer siglo la identidad de este Adán celestial:

«Yeshúa es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación»
(Colosenses 1:15).

Él es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza”
(Hebreos 1:3).

Será el apóstol Pablo quien aludirá a las mismas ideas místicas cuando declara:

“Así como nosotros trajimos la imagen del terrenal [es decir, Adán], también llevaremos la imagen del celestial [es decir, Yeshua]
(1 Corintios 15:49). ).

Pablo llama a Adán “el primer Adán” y al Mesías “el segundo Adán”, y según esta enseñanza paulina:

El primer Adán es de la tierra, terrenal; el segundo Adán es del cielo
(1 Corintios 15:47),

“… una impresión del que había de venir
(Romanos 5:14).

Es decir que Adán (la humanidad) fue hecho a la imagen del Mesías.

La obra judía Tz’nah Ur’enah (guía de estudios de la Torah para las mujeres) dice:

Así como Adán fue creado a la imagen de Dios, así el Mesías es ungido por Dios, y el Espíritu de Dios estará sobre él”.

¡Esta revelación es maravillosa!… ¡Dios creó a Adán a Su imagen, y el Mesías es la imagen de Dios!… “Él es la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15); “Él es el resplandor de Su gloria y la representación exacta de Su naturaleza” (Hebreos 1:3).

Lucas escribió su evangelio desde esta revelación por ello se refiere a Adán como “el hijo de Dios” (Lucas 3:38).

Con todo esto en nuestra mente, nuestro corazón se eleva en la conciencia de que el Mesías, como el segundo Adán, proporciona a la humanidad un nuevo comienzo. En otras palabras, en el Mesías, la raza humana puede volver al Gan Edén, por así decirlo, y comenzar de nuevo en perfecta inocencia y rectitud.

El nombre de Adán (hebreo Adam) significa «hombre«, «ser humano«, «humanidad«. El pecado y la muerte llegaron a la humanidad como resultado del pecado de un hombre. A través de un solo acto de desobediencia, Adán perdió su derecho al Árbol de la Vida (y de ese modo su poder de ser co-creador con Elohim de los otros mundos). Por ello es que la muerte vino a través de Adán y afectó a toda la humanidad. Pablo afirma que la muerte vino “aun sobre los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán” (Romanos 5:14), lo que quiere decir que todos mueren.

Parece terriblemente injusto que la transgresión de un solo hombre condene a toda la humanidad a la muerte, pero es igualmente injusto que la justicia de un hombre también ofrezca a toda la humanidad la recompensa de la justicia:

«El derecho al árbol de la vida»
(Apocalipsis 22:14)

Por eso toda alma humana que se une al “último Adán”, el Espíritu vivificante, recibe esa recompensa celestial por lo cual todo le es posible.

El Mesías es un segundo Adán, pero a diferencia del primer Adán, no transgredió. Si el pecado del primer Adán fue suficiente para merecer la muerte de toda la humanidad, la justicia del Mesías —el postrer Adán— es suficiente para merecer la vida para todos nosotros:

Porque así como en Adán todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados”.
(1 Corintios 15:22).

Esta es la esperanza de la vida eterna por la resurrección de los muertos. Esta es la fuerza de nuestra fe en el destino de propósito que nos espera. ¡Recordémoslo la resurrección revierte la perdición de Adán!

¿Qué o Quién es la Imagen de Dios?

Dios hizo a Adán «a su imagen«, pero ¿cuál es la imagen del Dios invisible? ¿Qué o quién es la imagen de Dios?

Los místicos del judaísmo aseguran que Dios hizo a Adán a imagen del Adán celestial, conocido como el Adam Kadmon, el primogénito de toda la creación, la imagen espiritual de Dios. La teología del Adán Kadmon o celestial intenta reconciliar el conflicto entre la idea de que Dios es incorpóreo, es decir, sin imagen ni forma, y ​​la idea de que el hombre fue creado a imagen de Dios.

Ahora bien, los apóstoles dicen:

«Yeshúa es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda la creación» (Colosenses 1:15). «Él es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza»
(Hebreos 1: 3).

Pablo también alude a las mismas ideas místicas cuando dice:

Así como hemos traído la imagen del terrenal [es decir, Adán], también traeremos la imagen del celestial [es decir, Yeshúa]
(1 Corintios 15:49 ).

El apóstol Pablo llama en sus escritos a Adán de Bereshit «el primer Adán» y al Mesías «el segundo Adán«. Según Pablo:

El primer Adán es de la tierra, terrenal; el segundo Adán es del cielo.«
(1 Corintios 15:47),

“…una impresión del que había de venir.”
(Romanos 5:14).

Es decir, que el Adán del relato del Génesis fue creado a imagen del Mesías.

La obra Tz’nah Ur’enah dice:

«Así como Adán fue creado a la imagen de Dios, así el Mesías es ungido por Dios, y el Espíritu de Dios estará sobre él«.

Dios creó a Adán a Su imagen, y el Mesías es la imagen de Dios:

Él es la imagen del Dios invisible
(Colosenses 1:15);

Él es el resplandor de su gloria y la representación exacta de su naturaleza
(Hebreos 1: 3).

Lucas incluso se refiere a Adán como «el hijo de Dios» (Lucas 3:38).

El Mesías, como el segundo Adán, proporciona a la humanidad un nuevo comienzo. En el Mesías, la raza humana puede volver al Edén, por así decirlo, y empezar de nuevo en perfecta inocencia y rectitud.

El nombre de Adam significa «hombre«. El pecado y la muerte llegaron a la humanidad como resultado del pecado de un hombre. A través de un solo acto de desobediencia, Adán perdió su derecho al árbol de la vida, por lo que la muerte humana llegó a través de Adán.

La muerte vino “aun sobre aquellos que no habían pecado a semejanza de la transgresión de Adán” (Romanos 5:14), lo que quiere decir que todos mueren.

Parece terriblemente injusto que la transgresión de un solo hombre lleve a la muerte a toda la humanidad, pero es igualmente injusto que la justicia de un hombre también ofrezca a toda la humanidad la recompensa de la justicia:

«El derecho al árbol de la vida»
(Apocalipsis 22:14)

Aquellos que se unen al “postrer Adán”, el Espíritu vivificante, reciben esa recompensa.

El Mesías es un segundo Adán, pero a diferencia del primer Adán, no transgredió. Si el pecado del primer Adán fue suficiente para merecer la muerte de toda la humanidad, la justicia del Mesías, el último Adán, es suficiente para merecer la vida para todos nosotros:

Porque así como en Adán todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados.
(1 Corintios 15:22).

Esta es la esperanza de la vida eterna mediante la resurrección de los muertos. La resurrección revierte la perdición de Adam.

ADAPTADO DE: Conjunto de comentarios del Torá Club: Sombras del Mesías .

¡Si entro por la Izquierda el Padre me recibe por la Derecha! (Significado de la letra Bet)

Por Prof. Tony González

La letra bet (ב) inicial de Bereshit, que a la vez también es con la que comienza la palabra hebrea beit (casa). Se traza de derecha a izquierda. Es decir entonces, que la entrada es desde la izquierda. Esto me significa, que para entrar a la casa que Elohim creó desde su benevolencia, con el PRINCIPIO,  se debe hacer desde la izquierda, lo cual representa el rigor y la autorrestricción (Guevurah). 

Es solo a través del ejercicio espiritual de mi voluntad en el arte de la negación del yo, en pos del nosotros, restrigiendo el deseo egoísta, en pos del beneficio altruista, como puedo ingresar a dicha Beit del Padre Celestial o más bien es como Él habita en mi casa.

Esto mismo, me remonta a las palabras del Mesías registradas en el Evangelio de Juan:

«Respondió Yeshúa y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.» 
(Juan 14:23)

Entonces el sacrificio voluntario del Mesías, estaba ya anunciado en la primera letra del PRINCIPIO de la creación de la BEIT del Padre. 

Esto me deja en claro y de una manera más asombrosa, lo que significan las declaraciones de Mashiaj registradas en el Evangelio de Marcos:

«Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.»
(Marcos 14:36)

Por eso también entiendo el porqué la mezuzáh se coloca en el lado derecho de la jamba de la puerta. Porque si bien el rigor (izquierda) es necesario, para entrar en la casa del Padre, sin embargo si no fuese recibido por su benevolencia (derecha), me sería imposible entrar.

Entonces entiendo que mi rigor es para aceptar la Gracia del Padre, manifestada por el Hijo del Hombre, desde el mismísimo BERESHIT.

En pocas palabras: ¡Si entro por la izquierda el Padre me recibe por la derecha!

Orar, meditar y vivir conforme a la Torah del Padre, sería entrar por la izquierda, porque esto implica disciplina, esto es lo que hace que el Padre me reciba con su benevolencia, que sería su Diestra (derecha).

La Creación de Adam y el Descenso del Mesías

Por Isaac Benaor

«El que descendió es El Mismo que también subió por encima de todos los Cielos para llenarlo todo.«

(Efesios 4:10)

Esta última es sin duda la enseñanza más críptica de todo en el Brit HaDashá (Pacto Renovado o Nuevo Pacto), la forma en como el alma del Mesías que es «antes de los tiempos antiguos» (Miqueas 5: 1, véase Pirké rabí Eliezer 3:2 entre otros) pudo «habitar corporalmente«, lo que el apóstol Pablo vino a llamar «el misterio de la Piedad» o (en hebreo: סוד אלהות _ Sod Elohut), como versa:

«Él (Mesías) fue manifestado en carne»
(1 Timoteo 3:16).

Aunque ya se ha hablado del tema (véase del mismo autor el Fundamento del mundo 9:4), en el presente capítulo intentaremos reflexionar, desde otros puntos de vista, sobre el maravilloso misterio de la venida al mundo del Mesías.

La Torah nos relata como Adam, el primer hombre, fue creado a partir del polvo de la tierra y como después Dios sopló sobre él aliento de vida (véase Génesis 2:7).

Nos parece significativo que dicha creación sea enunciada a través de tres verbos distintos, como versa:

«El Eterno Dios formó (וייצר vayitser) al hombre.» (Ídem 2:7).

Aunque hemos colocado los versículos según el orden en que aparecen en el relato bíblico, si quisiéramos ordenar los conceptos acorde a su nivel de espiritualidad, deberíamos comenzar por el término «crear«, que es además la segunda palabra de la Torah, como se declara: «En el principió creó (ברא bará) Dios.» Siempre que este verbo aparece en el תנך Tanak (Biblia) tiene necesariamente a Dios como sujeto, pues únicamente a El Santo, Bendito Sea, es atribuible una Creación יש מאין [yesh meain] o «ex nihilo» (Traducido: «de la nada«).

En segundo término, «formar» (יצר yatsar), implicaría dar identidad a algo que es informe, pero siempre a partir de una materia prima ya existente, יש מיש (yesh meyesh) o «algo de algo«, como versa:

«Antes que te formase en el vientre te conocí.»
(Jeremías 1:5).

Y por último, el vocablo que más nos acercaría a conceptos de materialidad:

«Hacer» (עשה – asah), el cual sería susceptible de aplicar a cualquier labor de nuestras manos.

¿Por qué la Torah necesitó tres verbos diferentes para explicar la creación del primer hombre?

Veamos ahora el contexto en el que fue utilizado cada uno de ellos:

«Y creó (ויברא – vayibrá) Dios al hombre a Su imagen, en imagen de Dios lo creó, varón y hembra (lo) creó

El hombre al nivel de «creación» es, según el relato bíblico, «imagen de Elokim«. A través de la expresión צלם (tzélem), que aquí traducimos como «imagen» (y tiene también las acepciones de «sombra» o «modelo«), llegaríamos a relacionar la creación del primer hombre con los sacrificios prescritos por Dios para la expiación de los pecados pues, según el autor de la carta a los Hebreos, ellos eran «la sombra (צלם tzélem) de los bienes venideros (אבות העתידות tobot ha’atidot)» (Ídem 10:1), término que haría referencia al sacrificio del Mesías, Quien sería inmolado en propiciación por nuestras transgresiones, como versa:

«Hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Yeshúa el Mesías, hecha una vez y para siempre.«
(Ídem 10:10).

En esta misma línea y, tomando la palabra tzélem en su acepción de «modelo«, podríamos hablar de cómo los rituales sacrificiales prescritos en la Torah, tomaron su referencia espiritual de:

«La sangre preciosa del Mesías, como de un cordero sin mancha ni impureza, ya provisto desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado al final de los tiempos por amor a vosotros.«
(1 Pedro 1:19 y 20).

La palabra צלם tzélem puede ser también leída como el acróstico (נוטריקון notrekón) de:

צדיק _ Tzadik
ל _ Le
משיח _ Mashíaj

* Tzadik: צ Una letra tzade cuya iconografía representa a un hombre arrodillado (véase Shabat 104a) elevando sus brazos en señal de súplica, viene a hablarnos del siervo quebrantado de El Eterno, de aquel que «fue despreciado y desechado de los hombres» y aún así «puso Su vida como sacrificio de expiación por el pecado» (Isaías 53: 3 y 10), como también se declara: «Y si alguno peca, abogado tenemos para con el Padre: A Yeshúa el Mesías, el צדיק Tzadik.» (1 Juan 2:1). Dicho nombre sería en sí mismo la expresión de un atributo mesiánico, pues fue dicho:

«Justificará (יצדיק – yatsdik) (el) צדיק Tzadik, mi siervo a muchos y sus pecados llevará«
(Isaías 53:11).

* Lámed: ל esto se lee «ל le» (hacia), para indicarnos la meta o destino, como versa:

«Para esto (לזאת – lazot) he venido al mundo
(Juan 18:37).

Y también treinta (ל) en su valor numérico, pues fue dicho: «

«Y Yeshúa mismo, al comenzar tenía unos treinta años
(Lucas 3:23).

* Mashíaj: מ Pero recordemos que no se trata de una mem abierta (מ), como correspondería con un principio de palabra, sino una cerrada (ם), pues la tomábamos de una letra final. Aquí podríamos ver insinuado el misterio de la ocultación del Mesías tras, lo que vino a ser llamado, «el endurecimiento en parte«, como versa:

«Porque no quiero hermanos que ignoréis este misterio […] que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte.»
(Romanos 11:25).

Los sabios vieron en la inicial de משה Mosheh (una מ mem abierta) el indicio de que ciertos atributos de corte mesiánico llegarían a ser revelados a través de él, pues Moisés desempeñó el rol de primer redentor y fue líder y guía espiritual de Israel, como versa:

«Y el pueblo temió a El Eterno y creyeron en el Eterno y en Moisés, Su siervo.»
(Éxodo 14:31).

Sin embargo del Mesías fue dicho (Isaías 9:6):

«Para el incremento (לםרבה – lemarbeh)»,

Expresión que aparece irregularmente escrita con ם mem cerrada pese a no tratarse de una letra final (véase del mismo autor el Fundamento del mundo 9:5).

Todo ello vendría a sugerirnos que el Mesías dejaría a Su paso por el mundo importantes aspectos espirituales aún por revelar, y esto resulta especialmente significativo en lo concerniente a Israel, cuya capacidad para asumir dichos misterios quedo restringida por el ya mencionado «endurecimiento en parte». De hecho, la ם mem sofit, por su iconografía cerrada, llega a convertirse en expresión paradigmática de aquello que permanece oculto, como versa:

«En el interior del interior del Lugar llamado Kódesh (Lugar Santo del Tabernáculo de Arriba) destelló una letra en el interior de la ocultación del Kódesh. Y esta es la mem cerrada ם«

(Zohar Vaikrá3b).

Resulta significativo como, salvando el inevitable simbolismo de la visión profética, esta afirmación nos recuerda a esta otra:

«Pero estando ya presente el Mesías, Sumo Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto Tabernáculo (de Arriba) no hecho de manos, es decir, no de esta creación […] por Su propia sangre entró una (sola) vez y para siempre en el Lugar Santísimo (Kódesh Kodashim) habiendo obtenido eterna redención.«
(Hebreos 9:11 y 12).

En realidad, incluso Moisés, personaje clave en la historia del pueblo de Israel, fue descalificado en un primer momento, como versa:

«¿Quién te ha puesto a ti por príncipe (שר – sar) y juez (שפט – shofet) sobre nosotros?«
(Éxodo 2:14)

Al tratarse de dos atributos de corte mesiánico (véanse respectivamente Isaías 9:6 y Salmos 9:8 entre otros) podemos ver en este rechazo una insinuación a ese otro del que el Mesías sería objeto.

La segunda tentativa tampoco contó con el beneplácito del pueblo, como se declara:

«Ellos les dijeron (a Moisés y a Aarón): Mire El Eterno entre vosotros y juzgue, pues nos habéis hecho abominables delante de Paró (faraón).»
(Éxodo 5:21).

A veces la historia nos muestra situaciones del todo paradójicas: Israel clama por un redentor pero cuando Dios se lo envía, éste es rechazado. Tras un primer arbitrio ni siquiera se le reconoce su autoridad y en la segunda ocasión el pueblo no quiere asumir el precio que indefectiblemente debe pagar todo aquel que aspira a alcanzar la verdadera libertad, pues Moisés, en su condición de primer redentor (גורל הראשון – goel harishón), actuaría como un tipo profético del postrer redentor ( גואל האחרון – goel ha’ajarón), de Aquel que fue dicho:

«Vendrá a Sión redentor ( גואל – goel)
(Isaías 59:20)

En este sentido, Moisés, al ser rechazado por su pueblo y al calificarse a sí mismo de «extranjero«, también exterioriza características del Mashíaj ben Yosef, como versa:

«Al pobre y al converso (גר – guer) lo dejarás»
(Levítico 19:10).

He aquí que tú (Moisés, como tipo del Mesías) ya has sido llamado converso la primera vez por el pueblo (en alusión a la primera venida del Mesías) y pobre (עני – ani) (Zacarías 9:9), como fue dicho de ti (Éxodo 18:3): «He sido extranjero (גר – guer) en una tierra extraña» (Zohar Mishpatim 115a).

Ya que «guer» posee ambas acepciones: Converso y extranjero. Al abordar el personaje de Moisés como figura profética del Mesías, los sabios no escatimaron en alegorías de orden celestial a la hora de describir la, inusitadamente elevada, procedencia de su alma, así como la excepcionalidad de su nacimiento, refiriéndose a éste como «su descenso al mundo», Como versa:

«Rabí Yehudah abrió:
[…] Cuando llegó la hora de Mosheh, el profeta fiel, de descender al mundo, El Santo, Bendito Sea, saco un alma sagrada cincelada de una piedra de zafiro, que es una piedra preciosa […] la hizo pasar por todas las luminarias en el Jardín del Edén y la hizo entrar a Su palacio […] y salió una voz que decía: ¿Quién es éste al que todas las llaves le fueron entregadas en su mano.» (Zohar Beshalaj 53b).

Lo que también se correspondería con lo dicho acerca del Mesías:

«El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David (מפתח דוד – maftéaj David), el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.
(Revelación 3:7, véase Isaías 22:22).

¿De dónde viene el Alma del Mesías?

Los sabios nos enseñan que el alma del Mesías procede del término עתיק (Atik), extraído de Daniel cap. 7, vers. 9, en relación a עתיק יומין Atik Yomín o «Anciano de días».

Este nivel, asimilable a la parte más elevada de כתר (Kéter) del nivel celestial אצילת Atzílut, haría de nexo entre los mundos superiores del אין סוף Ein Sof y el resto de los mundos inferiores consecutivos.

Al respecto de la expresión «atik» dijeron los sabios:

«¿Qué significa: Y visten espléndidamente ( לנכסה עתיק limecaseh atik)? Se refiere a que esconde (מכסה mecaseh) las palabras ocultas del Anciano (עתיק Atik) de días ¿Cuáles son? Los secretos de la Torah»

(Pesajim 119a).

Este lugar se hallaría muy por encima del poder directivo (השגחה hashgajah) de la justicia divina, sin verse afectado o restringido por un deficiente servicio a Dios o cualquier otra iniciativa que pudiese partir del hombre, actuando siempre bajo las directrices de bondad y amor infinitos y movido por el incansable propósito de revelar la unidad de Dios.

Los sabios nos enseñan que existen cinco niveles del alma (véase Bereshit Rabah14:9). Los tres primeros נפש (néfesh), רוח (rúaj) y נשמה (neshamah) son llamados אור פנימי (or penimí ) o luz interior, pues se invisten en el ser humano, constituyendo de esta manera su dimensión espiritual.

Los otros dos serían חיה jaya, y יחידה yejidah (también enumerados en orden inverso dependiendo de las fuentes). Éstos, debido a su altísimo nivel, tan solo podrían circundar al hombre ante la imposibilidad de ser contenidos en un כלי kelí (recipiente) apropiado, por esta razón son descritos como אור מקיף or makif (luz envolvente) o אטרות atarot (coronas) [Ets Jayim 6:5].

En opinión de los comentaristas, el Mesías habrá de alcanzar el nivel de Yejidah como condición previa para realizar Su misión. Siguiendo esta línea, debemos pensar que esta situación implicaría también la asunción del grado inmediatamente inferior Jayah. ( véanse al respecto Séfer Halikutim, Mishpatim 21; Sha’ar Hakavanot, Drushé Kriat Shemá; Likuté Torah, Parashat Bereshit, entre otros).

Al analizar la vida de Yeshúa, cabría preguntarse en que momento o bajo que circunstancias podríamos ver insinuada la consecución de dichos niveles, es más, este hecho lo habría convertido en el único ser humano sobre la tierra capaz de contener «en forma corporal» una luz apenas distinguible del אור אין סוף Or En Sof (Luz Infinita).

La expresión חיה jayah proviene de חי jay (vida), y estaría posicionada a nivel de Atzílut (Emanación) אצילות en correspondencia con la letra ( י ) yud del Shem Hameforash (YHVH). Por su parte, יחידה yejidah deriva de יחיד yijud (unicidad) y estaría vinculado a אדם קדמון Adam Kadmón en relación al ápice ( kots shel Yod) o punta superior de la citada letra (Ets Jayim 28:1, véase Iguéret Hateshubah 4).

Así pues, la asunción de Jayah convertiría al Mesías en el כלי kelí o recipiente de un nivel espiritual no susceptible de ser albergado de forma «interior» para el común de los mortales. Hay un versículo en el Tanaj que podría insinuarnos la adquisición de esta cota desde el momento mismo de la concepción, como versa:

«Mi hijo eres tú, Yo te he engendrado hoy.» (Salmos 2:7)

«Mi hijo» (בני bení), leído como el acróstico (notrekón) de:

Be (con) ב Neshamah (alma) נשמה

Yeterah (adicional) יתירה

¿Y que ocurriría con respecto al quinto nivel: Yejidah?

Podríamos llegar a pensar que éste no habría sido alcanzado hasta después de Su resurrección y posterior ascenso a los Cielos, como nos insinúa la declaración:

«Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo y Le otorgó el Nombre que es sobre todo nombre.«
(Filipenses 2:9).

Pues «quinto» (חמשי jamishí) es משיח Mashíaj, y también fue dicho:

«Sepa pues […] toda la casa de Israel que a este Yeshúa […] Dios le ha hecho Señor y Mesías» (משיח Mashíaj)
(Hechos 2:39).

Tomada en este contexto, la ya mencionada palabra en la primera parte de esta enseñanza צלם tzélem vendría a insinuarnos también la consecución de ese nivel pues, en opinión de los sabios (véase Néfesh Hajaim) esta O mem simbolizaría יחידה Yejidah.

Para un acercamiento a estas cotas espirituales circunscritas a la figura del Mesías, se nos hace imprescindible acudir al último libro de los escritos apostólicos, llamado precisamente el «Libro de la Revelación de Yeshúa el Mesías» (en hebreo: SéferhaJizayón leYeshúa haMashíaj). La posición que la providencia divina le dio, al final de los textos que componen el llamado «Pacto Renovado», lo sitúa como término y colofón de la revelación del Mesías, actuando ésta a manera de puente entre el tiempo presente, representado aquí por el mensaje a las siete congregaciones (véase ídem 2 y 3) y los acontecimientos futuros, con la descripción del «fin de los días» o קצה הימים Kets Hayamim, la restauración del Reino Mesiánico milenial, la guerra de Gog u Magog y el devenir de la Eternidad, ilustrada aquí por la Nueva Jerusalén.

En este contexto, el Mesías es descrito dentro de un ámbito celestial, ya despojado de los «ropajes» (לבושים lebushim) de este mundo, mostrándose más bien en la línea de «aquella gloria que tuve contigo antes de la fundación del mundo» (Juan 17:5). El propio nombre del libro «Revelación / Visión» en hebreo Jizsayón, nos insinuaría también las manifestaciones espirituales que habrán de preceder Su venida, como versa:

«Y vuestros jóvenes tendrán visiones (חזינות jezyonot)»
(Yoel 2:28 / 3:1).

Resulta significativo que tanto חיה jayah como יחידה yejidah sean la forma femenina de los términos masculinos de los que derivan: חי Jay y יחיד yijud. En hebreo, para indicar género femenino se emplea una letra ה he como sufijo, teniendo esto también un reflejo en el ámbito espiritual, pues la última he (izquierda) del Nombre divino YHVH está asociada a מלכות Maljut-reino que es, precisamente, el aspecto femenino inferior.

Aquí podríamos ver insinuado como jay (en relación a Yesod-fundamento que está vinculado a El Jay) se une a Malkut (expresado por la he ה) formando una unidad o yijud:

Yesod (jay): חי

Malkut (he): ה

Yejidah (unidad) resultado de la unión Yesod-Maljut:

חיה :Jayah

Volvamos de nuevo a los tres diferentes verbos que usa la Biblia en referencia a Adam, el primer hombre, como una insinuación de la venida del Mesías, Quien es también es llamado «el Postrer Adam» o אדם האחרשן Adam ha’Ajarón (1 Corintios 15:45).

«Cada uno de ellos vendría a expresar un nivel gradual de «materialidad» que revestiría la Gloria del Mesías en Su descenso al mundo sensible.

• «Bará» ברא (crear): En correspondencia con el עולם בריאה Olam Briah o Mundo de la Creación, lo cual se relacionaría con בינה BinahEntendimiento.

• «Yatsar» יצר (formar): En alusión al עולם יצירה Olam Yetsirah o Mundo de la Formación, concerniente a las seis sefirot intermedias: חסד Jésed – gracia, Guevurah – rigor גבורה, Tiféret -belleza תפארת, Nétsaj -victoria נצח ,הוד Hod -esplendor y יסוד Yesod -fundamento.

• «Asah» עסה (hacer): En concordancia con el עולם עשיאה Olam Asiyah o Mundo de la Acción al nivel de מלכות Malkut – Reino.

Comprender el misterio de la venida al mundo del Mesías está mucho más allá de nuestra capacidad de aprehensión pues, como se dijo, tanto los sabios como los escritos de los apóstoles coincidirían al señalar que el Mesías habría precedido a la creación del mundo (véanse entre otros Zohar Tsav 34b, Juan 17:5), no obstante, a la hora de establecer «Su morada entre nosotros» vino a nacer de una mujer. Al respecto creemos significativa la siguiente enseñanza:

«Ven y mira: El alma […] no desciende a lo bajo hasta que se viste con la vestimenta de este mundo. Algo parecido a esto ocurre con los ángeles sagrados de lo Alto […] cuando ellos cumplen su misión en este mundo. No descienden a lo bajo hasta que se visten con las vestimentas de este mundo, y todo es según el lugar al que se va allí» (Zohar pekudé229b). Y esto no lo decimos porque el Mesías fuese un ángel, sino para entender los «parámetros» que rigen el mundo espiritual pues, de forma similar, (pero en la línea inversa) Moisés subió al monte por «cuarenta días y cuarenta noches, no comió pan ni bebió agua» (Éxodo 34:28).

También nos parece significativo un versículo donde aparecen de nuevo distintos verbos implicados en la obra creadora de Dios, en este caso en relación a la Luz, como se declara:

«Que forma (יוצר yotser) la luz (אור or) y crea (בורא boré) la oscuridad»
(Isaías 45:7).

Cabría preguntarse: ¿Acaso no está escrito en referencia a la luz (véase Génesis 1:1 y 3) que fue creada por Dios? ¿Por qué es usado aquí el verbo יצר yatsar?

Del Mesías fue dicho:

«Él era la Luz verdadera que alumbraba a todo hombre que viene a este mundo«.
(Juan 1:9).

Y esta Luz del Mesías precedió a la creación del mundo, por eso, de la oscuridad fue dicho: «Que crea (בורא boré)» pues se trataría de un acto me’ain (a partir de la nada- מאין, mientras que de la luz, como metáfora aquí del Mesías, solo puede decirse «que forma (יוצר yotser)», esto es, una acto יש מיש yesh meyesh (algo de algo ya pre-existente), como también nos insinúa el siguiente texto:

«Está escrito:
[…] Formador (יצרך yotserja) tuyo, oh Israel
(Isaías 43:1).
Y está escrito:
Así dice El Eterno hacedor (עשך oseja) tuyo (Ídem 44:2). Todos estos grados se elevan a uno, y he aquí que ha sido dicho: […] Formador, hacedor y todos son grados, uno sobre otro y todos son uno (Zohar vayishlaj 177b), como también se declara:
«El Santo, Bendito Sea […] forma (tsar) una forma (tsurí) y le coloca espíritu y alma, vísceras y entrañas, como dijo Janá: No hay Santo como El Eterno, porque no hay nadie fuera de Ti, ni Roca como nuestro Dios (1 Samuel 2:3) ¿Qué significa no hay roca (Tsur) como nuestro Dios? (que) No hay formador (Tsa-yar) como nuestro Dios.» (Berajot 10a).

El alma del Mesías, a través de sus cinco niveles, vendría a constituir una «escalera» que recorre los mundos espirituales, partiendo de sus grados más elevados, casi indistinguibles de la Luz divina, hasta los más concretos y sensibles adscritos a la dimensión vital de la humanidad del Mesías, como fue dicho:

«Me vestiste de piel y carne, me tejiste huesos y nervios.»
(Job 10:11).

Como la escalera de Yaakov, que «estaba apoyada en la tierra y cuya cabeza tocaba el Cielo» (Génesis 28:12), podemos vincular cada letra del nombre «Yeshúa» con uno de los mundos (עולמים olamim) y con un grado de Su alma y cada uno de ellos es capaz de «brillar» acorde al grado de transparencia de los recipientes que las contienen, como dijeron los sabios:

«Néfesh en Maljut, Rúaj en Guevurah, Neshamah en Binah, Jayah en Jojmah y Yejidah en Kéter; pudiendo, de esta manera, ser acercada a cada ser humano la voluntad divina a través del alma del Mesías, conectando el mundo con su fuente, concatenando dicha «voluntad» de forma progresiva en sentido ascendente y descendente, como también se dijo: «Ángeles de Dios que subían y descendían por ella» (Ídem).

AUTOR: Isaac Benaor

Tomado de su LIBRO: «Las Puertas de Bondad»

El Sefer Bereshit y el D.P.O (Diseño del Paradigma Original)

Por Laura Arco

“En el principio”, Bereshit, el Eterno y Creador de toda la existencia, estableció la “casa” (letra Bet del alfabeto hebreo, la cual tiene forma de cabaña de tres muros), a fin de afincar en ella aquello que le da propósito y sentido a todo lo creado, el ser humano, como lo vemos en Gn. 1:26-28.

“Dijo Elohim:
Hagamos un ser humano (Adam) a Nuestra imagen,
 según Nuestra semejanza, para que tenga dominio sobre los seres acuáticos,
 sobre los seres voladores del cielo, sobre los animales,
 sobre la tierra y sobre todo ser que se arrastra sobre la tierra.
Creó Elohim al ser humano a Su imagen,
a imagen de Elohim lo creó,
varón y mujer lo creó.
Los bendijo Elohim y les dijo:
“Sean fecundos y multiplíquense, colmen la tierra,
sométanla y tengan dominio sobre los seres acuáticos,
 sobre los seres voladores del cielo y sobre todo animal que se mueve sobre la tierra.”

El vocablo hebreo Adam, que se traduce como ser humano u hombre, textualmente es “terráqueo”, porque fue creado de la tierra, en hebreo adamá. Sin embargo, si lo descomponemos en la letra alef (primera del alefato)  +  la palabra dam (sangre) su significación se eleva porque esconde la esencia y el valor intencional del Creador.

La letra alef, por ser la primera, tiene el valor numérico 1 y representa al Uno por excelencia, es decir, al Amo del universo, quien es Espíritu y  la Plenitud del poder. La palabra dam simboliza la estructura física, material, del ser humano, ya que en la sangre está la vida. De esta fusión y concurso, surge el único ser que ostenta la imagen divina, absolutamente espiritual, con el potencial de transformarse y de transformar lo creado, así como de gobernarse y gobernar, como lo indica la expresión “según Nuestra semejanza”.

Aquí es preciso acudir a dos conceptos y clarificar su sentido: acto y potencia. El primero, alude a lo real y el segundo, al poder o la capacidad. Dicho de otra manera, el componente activo, es el presente o actual, mientras que el componente potencial es el que señala lo que puede ser o suceder.

La imagen de Elohim en esta creación es el componente activo,  y la semejanza, el componente potencial. Es decir, que el Adam, de hecho,  es un ser espiritual con esencia divina y con capacidad de alcanzar un nivel ilimitado, “según Su Semejanza”.

La imagen del Creador es  trascendente, pues trasciende lo físico, material y temporal, porque es eterna, inmutable y absolutamente espiritual, mientras que la semejanza a la que el Adam es llamado, no es otra cosa que la cuota de poder que en el ámbito terrenal, físico y temporal habrá de permitirle realizar el proceso para convertirse en el representante perfecto de Elohim.

Estas pocas palabras del versículo 26 constituyen el centro del paradigma original. Las siguientes, terminan de conformar y cerrar el diseño al dejar en claro las dos modalidades complementarias y no excluyentes (varón y mujer), la función y el propósito.

Entonces, ¿cuál es el paradigma original?

Un ser humano, espiritual y de materia viva,
 Con la imagen divina,
Que tenga el poder de realizar un proceso (en el tiempo) para desarrollarse
 (extender lo que está en rollo)
Para representar dignamente al Creador,
Y gobernar con autoridad sabia y responsable
Sobre todo lo creado.

 El término paradigma indica un modelo o arquetipo a seguir. Por consiguiente, el paradigma del diseño original revela el modelo perfecto establecido antes de Bereshit, es decir, antes de que la casa fuera creada, pues la casa no podía contener al Creador sino a su criatura.

En la Carta a los Efesios, el apóstol Pablo habla de la edificación, la cual supone un proceso en el tiempo, y dice:

«Hasta que todos lleguemos a la unidad de fe  y del conocimiento del Hijo de Dios,
a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Mashíaj

(Ef. 4:13)

Cambiar un paradigma implica cambiar las bases, los fundamentos sobre el cual se construye un proyecto, en el más estricto sentido. Si consideramos que el Adam es la proyección del mismo Mashía, alterar el paradigma tiene como consecuencia modificar el modelo y, consecuentemente, la humanidad resultante.

¿Cómo se cambia un paradigma?

Haciendo una contrapropuesta o modificando la relación de los principios, los componentes o la relación entre ellos.

En Gn. 3 aparece la revolución con la propuesta de la serpiente y el cambio en la relación Elohim – Adam. La relación se modifica con el reemplazo de la certeza y la confianza por la duda y la desconfianza. El paradigma original entonces es rechazado y reemplazado por aquel que debía realizar el proceso y dejar fluir su potencial escondido en la declaración creativa del verso 26.

El Segundo Adam vino a deshacer este paradigma y reinstalar el original, a cumplirlo y dar evidencia de su perfección para que aquellos que en él crean, puedan hacer las obras a las que estaban predestinados según la imagen divina y su diseño. (Rom. 8: 28-29)

«Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen
para el bien de quienes lo aman y son llamados
 según el propósito que él tiene para ellos.
 Pues Dios conoció a los suyos de antemano
y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo,
 a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor entre muchos hermanos.«

Yeshúa, en la Enseñanza del Monte, da lo que se conoce como las Bienaventuranzas. Y luego de dejar en claro que la felicidad está grabada en el diseño del hombre, el cual es sal y luz, alusión a la esencia de detener la corrupción y traer a visible lo que no se ve, declara su misión: cumplir lo que el primer Adam abortó: el diseño original. Es muy importante leer a continuación Mateo 5 del 17 al 20.

17 No piensen que he venido a anular la ley o los profetas;
 no he venido a anularlos, sino a darles cumplimiento.
 18 Les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra,
ni una letra ni una tilde de la ley desaparecerán hasta que todo se haya cumplido.
 19 Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos,
 por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo,
será considerado el más pequeño en el reino de los cielos;
 Pero el que los practique y enseñe
será considerado grande en el reino de los cielos. 
20 Porque les digo a ustedes que no van a entrar en el reino de los cielos
 a menos que su justicia
 supere a la de los fariseos y de los maestros de la ley.

La Guerra de los Sexos

Por P.A. David Nesher

Desde lo que hemos entendido en estos años de investigación de la Torah (Instrucción) divina, sabemos que, todo ser humano ha sido colocado en esta Tierra como representante de Dios (Elohim) sobre los órdenes de los seres inferiores. Éstos últimos no pueden comprender ni reconocer la soberanía del Eterno; sin embargo, fueron creados con la capacidad instintiva de ver la Gloria divina a través del ser humano posicionado mesiánicamente. Desde aquí cada uno de estos animales está apto para amar y servir al hombre que en propósito cumple la misión de promoverlos como criaturas, garantizándoles las mejores condiciones de vida.

Los invito a disfrutar de esta AULA VIRTUAL que junto a mi esposa Laura Arco dimos para todos aquellos que quieren adquirir el correcto conocimiento del propósito eterno de Dios en nuestras vidas.

PRIMERA PARTE:

SEGUNDA PARTE:


Bitácoras relacionadas con esta CLASE VIRTUAL:

Bereshit: «Por Causa del Principal» (El Mesías)

Por P.A. David Nesher

La palabra hebrea Bereshit equivale al primer soplo de la Divinidad, equivale a la virtud divina más alta Keter (Corona), es el PRINCIPIO Espiritual, cuando fueron creados los cielos y la tierra y aún no se creó al ser humano. Bereshit, el principio, es la Luz ESPIRITUAL del Infinito (Ein Sof), es la Consciencia del Espíritu de YHVH, capaz de expandir, formar, generar, ordenar. Así en el primer versículo del libro de Génesis, Bereshit es el principio espiritual, capaz de expandir el universo, cuando se crearon los Cielos y la Tierra.

Para lograr captar los maravillosos secretos que esta palabra hebrea contiene de manera encriptada, los invito a conocer la historia de un sabio judío: Salomon Meir Ben Moisés

El rabino Shlomo Meir Ben Moshé (Salomon Meir Ben Moisés) fue un eminente rabino del siglo XVII. Nació en Casal en el ducado de Montserrat, en el año 1606. Fue nombrado Shlomo (Salomon) en memoria de su abuelo, y Meir, que significa «iluminar«, por causa de nacer en la semana de la lectura de la Torah que contiente el relato del nacimiento de Moshé (Moisés), cuya entrada en la tradición mundial declara haberse distinguido por una luz sobrenatural, que iluminó toda la casa de su padre en esa ocasión.

Cuando tenía apenas trece años, el joven Shlomo comenzó a componer discursos en hebreo; y prosiguió sus estudios en el Talmud y el Zohar durante muchos años con tal éxito, que al final alcanzó la reputación de uno de los judíos más eruditos de esa época.

Lo cierto es que dondequiera que Shlomo viajaba, sus conferencias en las sinagogas eran escuchadas con admiración; y los judíos de Jerusalén lo honraron con el título de “rabino”, y con frecuencia lo enviaron a recolectar las contribuciones eleemosynary (ofrenda para los pobres), que suelen recibir de sus hermanos en otros países de Asia, África y Europa.

Lo interesante de la biografía de este sabio será que en el año 1665, a la edad de cincuenta y nueve años, estudiando los códigos encriptados en la Torah (especialmente en la palabra Bereshit) llegó a la conclusión de que Yeshúa el netzarita, era de hecho el Mesías anunciado en la TaNaK. Por causa de esto, el rabino anteriormente respetado pronto se vio marginado de sus hermanos judíos. Y al no encontrar una comunidad judía nazarena en el siglo XVII, no vio otra opción para convertirse en cristiano.

Lo cierto de toda esta historia es que uno de los viejos amigos del rabino Shlomo había sido un joyero llamado David Jouaillier. Cuenta la anécdota histórica que este varón se molestó tanto cuando escuchó que Rabí Moshé había abrazado a Yeshúa el netzarita como Mesías, que declaró públicamente que deseaba tener el corazón de Rabí Moshé, para asarlo sobre las brasas y luego arrojarlo para que lo devoraran los perros.

Cierto día, Jouaillier se encontró accidentalmente con su antiguo amigo en la casa de un amigo común que era cristiano. El rabino Shlomo preguntó si era cierto que su viejo amigo había expresado este salvaje deseo. David reconoció que lo había hecho y declaró que estaba convencido de que, si sus circunstancias hubieran sido revertidas, el rabino Shlomo habría dicho lo mismo. Shlomo le preguntó a su viejo amigo si repetiría este deseo si Shlomo podía probar que Yeshua era el Mesías. «De ninguna manera.» dijo David, «pero ¿cómo probarás que la fe es verdadera?»

El rabino Moshe le dijo a su viejo amigo que podía mostrarle que Yeshúa es el Mesías
en la primera palabra de la Torah.

David Jouaillier dijo que si Shlomo podía hacer esto, aceptaría a Yeshua como el Mesías inmediatamente.

El rabino Shlomo advirtió a su amigo que considerara cuidadosamente aquello a lo que se estaba comprometiendo, pero David se mantuvo firme en su compromiso.

El rabino Shlomo comenzó su exposición señalando que la primera palabra de la Torah es בראשית (Bereshit); entonces señaló que esta palabra, traducida literalmente, significa «Al principio de«, dejando una elipsis, que algunos han proporcionado insertando todo, y otros repitiendo el segunda palabra en el texto; como, «Al principio de todas las cosas«, o «Al principio de la creación«, o, finalmente, «Por causa del Principal, Elohim creó«. El rabino Shlomo Meir Ben Moshé señaló a su amigo que esta forma elíptica de expresión fue utilizada por Elohim, no por falta de otras palabras, sino por diseño, para indicar algún misterio oculto.

Shlomo continuó su enseñanza así:

«Divide la palabra en dos y tendrás בר אשית (Bar ashith), que significa «nombraré, estableceré o colocaré al Hijo». La palabra ( בר ) Bar tiene un doble significado: también significa grano o pan, en alusión al pan de la Pascua, ya las palabras de Yeshúa que dijo: “Yo soy el pan vivo, que descendió del cielo» (Juan 6:51). Hay una gran belleza en designar al Hijo con un término aplicable también al pan, con preferencia a otras palabras que significan sólo un Hijo; y también hay una propiedad sorprendente en la denominación que aquí se le da al grano, que se ha distinguido por tres nombres adaptados a los tres estados diferentes en los que se han encontrado hombres:
En primer lugar el grano se llama (דגן) DAGAN, que simboliza que antes de la caída, el hombre debía subsistir del producto del árbol del paraíso, convertido en pan, y llamado דגן , que también puede traducirse como “del huerto”.
En segundo lugar el grano de trigo también se llama (חטא) JITA que también significa «pecado» simbolizando así el período desde la caída del hombre hasta la venida del Mesías.
Finalmente el grano también se denomina (בר) BAR que también significa “hijo” simbolizando que desde la venida del Mesías, el pan simboliza al Hijo de Yah encarnado; según la declaración de Yeshúa, «Si alguno come de este pan, vivirá para siempre«.

David Jouaillier quedó maravillado con el misterio que estaba revelando el rabino Shlomo.

El rabino Shlomo luego comenzó a mostrarle a su viejo amigo una serie de mensajes incrustados en la primera palabra de la Torah, que extrajo a través de Notarikon (un método cabalístico por el cual una palabra hebrea se toma como un acrónimo, o por el cual un acrónimo es a la inversa hecho a partir de una frase). Para conocer estos mensaje, te invito a escucharlos en esta enseñanza:

Con los años, muchos rabinos, influenciados por estos descubrimientos del supuesto rabino «hereje» Salomón Meir, han encontrado mensajes incrustados en la palabra  בראשית (Bereshit); por ejemplo:

ב ראש’ת ר אה א לוהים ש יקבלו י שראל ת ורה
«En el principio, Elohim vio que Israel recibiría la Torah«

Así también, entre los mensajes que el rabino Moshe le mostró a su amigo:

ב ן ר וח א ב ש לושתם י חד ת מים
El Hijo, el Espíritu, el Padre, son tres, una perfecta Unidad

“Adorarás a mi primogénito, mi primero, cuyo nombre es Yeshúa”
ב כורי ר אשוני א שר ש מו י שוע ת עבודו

Cuando venga el Maestro cuyo nombre es Yeshúa, adorarás
ב בוא ר בן א שר ש מו י שוע ת עבודו

De este modo, y a través de este maravilloso método de hermenéutica judía, el rabino Shlomo Mair Ben Moshé le mostró a su viejo amigo muchas más pruebas. David fue vencido por los misterios que estaba revelando su viejo amigo, y profesó que Yeshúa era de hecho el Mesías.


Será muy importante que leas la siguiente BITÁCORA a fin de ampliar lo que AQUÍ se ha explicado:

Caín y Abel Descodificados

Por P.A. David Nesher

¿Cuál es la descodificación de la historia de Abel y Caín?

¿Cómo se debe realizar la correcta lectura de dicho relato bíblico?

Te recomiendo que escuches esta enseñanza y desaprendas todo dogmatismo religioso que impregnó tu mente con mitos y/o cuento infantiles….

¡Enoc Caminó con Dios!… ¿Cómo lo logró?

Por P.A. David Nesher

«Y vivió Enoc 65 años y engendró a Matusalén. Y Enoc caminó con Dios durante trescientos años después de engendrar a Matusalén; y engendró hijos e hijas. Todos los días de la vida de Enoc fueron trescientos sesenta y cinco años. Y Enoc caminó con Dios; entonces ya no existía, porque Dios se lo había llevado.

Bereshit/Génesis 5: 21-22

En la parashá de esta semana, llamada Bereshit, la bendita Torah, en Génesis 5, enumera la genealogía de la humanidad, listando los nombres de las diez generaciones de descendientes desde Adam hasta Noaj (Noé). La lista consta solo de los descendientes del tercer hijo de Adán y Eva, Seth. Abel, por supuesto, fue asesinado por Caín, mientras que todos los descendientes de Caín perecieron en el Diluvio en el tiempo de Noaj.

El gran sabio Najmanides, más conocido como el Ramban , atribuye a Adam la extraordinaria longevidad de las personas que vivieron durante estas generaciones, muchas de las cuales alcanzaron los 800 años o más. Ya que todos descendieron directamente de Adán, quien fue creado físicamente perfecto por Dios, estas generaciones también fueron dotadas divinamente, lo que les permitió alcanzar una gran longevidad. Fue solo después del Mabul (Diluvio) que la duración de la vida de los seres humanos comenzó a declinar debido a la atmósfera moral degenerada. Desde esta interpretación, el sabio Maimónides sostiene que solo las personas verdaderamente justas vivieron vidas largas, y que la esperanza de vida de otros comenzó a declinar después de la generación de Adán.

Entonces, de acuerdo a los sabios, el narrador necesitaba la genealogía y la historia de Caín para mostrar el crecimiento del pecado y sus consecuencias globales, así mismo, necesitaba la genealogía setita porque para él la historia desemboca en Noaj (Noé) y desde allí marcar la ascendencia de Abraham como padre del Pueblo de Israel.

Ahora bien, es interesante que Bereshit/Génesis, en este capítulo 5, dedica cuatro versículos (21-24), a la vida de uno de los descendientes de Set, llamado Enoc, ( en hebreo: חֲנוֹךְ _ Janoj). Cabe aquí aclarar, que aunque previamente hemos encontrado el nombre de Enoc (Génesis 4:17) que era el hijo de Caín, este Enoc es un descendiente de Set. Al escritor le interesa así destacar que sólo los justos logran bendecir sus generaciones transfiriendo un linaje de adoración verdadera. Esta es la clara contraposición con los malos y degenerados descendientes de Caín.

En la Torah se enumeran diez generaciones desde Adán hasta Noé:

  • 1. Adán,
  • 2. Seth,
  • 3. Enós,
  • 4. Kenan,
  • 5. Mahalalel,
  • 6. Jared,
  • 7. Enoc,
  • 8. Matusalén,
  • 9. Lamec y
  • 10 . Noé.

Si prestamos atención, podemos ver que Enoc es el descendiente de Adán de la séptima generación, por lo que es considerado por el Midrash, Pesikta d’Rav Kahana como una persona de especial calidad. De hecho, Moisés también fue el séptimo de su generación.

Las Sagradas Escrituras no hablan mucho del profeta Enoc  (Janoj en hebreo). Sólo estos cuatro versículos cortos en Génesis hablan de su vida. El Eterno ha optado por escribir a las generaciones futuras sólo algunas palabras sobre este personaje tan importante en su día. Por lo tanto, en estos cuatro versículos hay grandes verdades reveladas que nos ayudan a entender los tiempos del fin y ser perfeccionados para las cosas que van a venir. 

Algunos maestros judíos actuales, fundamentándose en comentarios de Rashí, explican el relato de estos cuatro versículos, aduciendo que Janoj (Enoc) murió repentinamente a una edad relativamente joven. Claramente vivió significativamente menos años que cualquiera de los otros miembros de su familia, desde Adán hasta Noé, ya que,  irónicamente, su hijo Matusalén es conocido por vivir hasta los 969 años, más que cualquier otro ser humano. Ellos afirman que si bien Janoj era un hombre justo, también era propenso a descarriarse. A fin de evitar esto, Dios le acortó la vida, tal como se desprende de la expresión ya no estuvo, en vez de murió, o sea, no estuvo más en el mundo para completar los años que le habían sido asignados

Sin embargo, para la mayoría de los sabios antiguos, no está del todo claro que Janoj (Enoc) realmente murió. ya que la Torah señala enigmáticamente que «él ya no existía«. Así, el argumento más fuerte es que Janoj parece haber desaparecido. Justamente, tanto el sabio Ralbag  como Ibn Ezra, ven a Janoj como un tzadik (justo) que simplemente había completado su misión en el mundo, y ya no había ninguna razón para mantenerlo en esta existencia material.

Justamente el Targum Yonatán parafrasea el versículo del siguiente modo:

«Y Janoj sirvió con verdad ante Dios, y he aquí que no se encontraba con los residentes de la tierra, pues fue tomado y subió al cielo por la palabra de Dios«.

¿Por qué Janoj fue tomado prematuramente por Dios? 

La Torah es bien clara al describir a Enoc como «caminando con Elohim» y «desapareciendo» porque Dios se lo llevó. En base a esto, el Midrash en Derech Eretz Zuta, al final del primer capítulo, enumera a Janoj como una de las nueve personas que merecieron entrar en el Jardín del Edén mientras aún vivían. Así mismo, el Targum Yonatan ben Uziel dice que el texto revela que Enoc no murió, sino que su espíritu simplemente dejó su cuerpo mortal y se transformó en una especie de ángel (de aquí saldrá una leyenda de que Enoc es el famoso ángel Metatrón).

Así mismo el comentario Bereshit Rabá (25:1), dice que en vez de decir que “murió” como así lo escribió con los demás antecesores, la Torah literalmente aquí dice con respecto a él (וְאֵינֶ֕נּוּ -veenenu-) que debe traducirse “y no estuvo más”, implicando con ello que ya no estuvo con el mundo físico, súbitamente desapareció del planeta, elevándose a otra dimensión. Así, y según la tradición, de acuerdo a Najalat Yaacob,  Janoj entró vivo al Gan Eden (el Jardín de Eden), el lugar dimensional que ha sido destinado para los tzadikim (los justos).  

Por consiguiente, lo que el texto da a entender en esta genealogía, es que durante la vida de Janoj (Enoc), el mundo había comenzado a deteriorarse moralmente y el pecado se volvió lentamente cada vez más común. La misión de la vida de Enoc era purificar el mundo a través de sus buenas y nobles acciones. Los sabios aseguran que si no fuera por la justicia de Enoc, el Diluvio habría llegado antes. Es más, algunos incluso atribuyen la salvación de Noaj y su familia a la influencia positiva de Janoj.

Queda aportar que tradiciones similares se registran en el Sefer  Siraj que presenta a Janoj como un varón piadoso, quien predicó teshuváh (el arrepentimiento) y reunió una vasta colección de discípulos, en la medida en que fue proclamado Rey de Justicia (Malki-Tzedek). Bajo su sabiduría, se dice que la paz reinó en la Tierra.

¿Qué es caminar con Dios?

Para lograr entender la idea, debo antes decir que existen tres temas principales que son revelados de la vida de Janoj: su vida familiar, su caminar con el Todopoderoso y su desaparición sobrenatural.

Si leemos el texto que nos ocupa, vemos que a los 65 años sucedió algo tan impactante en la vida de Janoj que cambió totalmente su cosmovisión.

Antes no había caminado con el Todopoderoso, pero ahora empezó una relación tan íntima con el Eterno que su fin en este mundo no terminó como los demás.

¿Qué fue lo que sucedió a sus 65 años?

Tuvo un hijo por primera vez en su vida. El nacimiento de su hijo Matusalén (en hebreo: Metushélaj), marcó su vida para siempre. El nombre de Metushélaj significa «su muerte, envió» o «cuando él muera, enviará«. Si hacemos un estudio de los años de las generaciones de estos capítulos, nos daremos cuenta de que justamente en el año de la muerte de Metushélaj vino el diluvio sobre el mundo y mató a todos menos ocho (Noaj y su familia).

Es decir, que en el momento del nacimiento de su hijo, Janoj, que era profeta, tuvo la revelación de lo que iba a pasar 969 años más tarde, cuando este maravilloso ser que acababa de nacer iba a morir. Esta revelación de la destrucción de casi todos los hombres de la tierra y de la Tierra misma causó un impacto tan fuerte en la vida de este hombre que empezó a poner las prioridades de su vida en su orden correcto. «¿Para qué vivo yo si luego todo va a ser inundado? Mejor dedicarme a lo que tiene un verdadero sentido y lo que podrá permanecer eternamente.» Así fue como después del nacimiento de su primer hijo, Janoj empezó a caminar con el Todopoderoso. El impacto de este nuevo ser creado que ahora se introdujo en la vida de Janoj y su esposa le ayudó a acercarse al Eterno y caminar con Él. 

Ahora sí puedo explicar que caminar con Dios significa cumplir sus mandamientos. La forma sustantiva de la palabra hebrea halaj, “caminar”, es halajáh, que significa “el caminar”. Halajáh es un término técnico dentro del que se refiere a las ordenanzas que las autoridades establecen con el fin de poder poner en práctica los mandamientos de la Torah en cada situación de la vida de cada israelita.

Según el testimonio que dan las mismas Sagradas Escrituras, caminar con Dios significa caminar por la fe (2 Corintios 5:7), caminar en la luz (1 Juan 1:5-7), y caminar de acuerdo con Dios (Amós 3:3).

En pocas palabras, caminar con Dios significa tener una comunión constante y familiar con Él. La mejor comparación sería la relación de los mejores amigos. Así fue como Enoc se relacionó con Dios.

Después de caminar así con Dios, es como si un día Dios le dijo a Janoj:

Tú no necesitas caminar en la Tierra,… ¡Ven a casa! ¿Por qué no simplemente caminas a conmigo en mi casa?«

Entonces, desde esta explicación podemos entender que Caminar con Dios te hace: 

  • 1) entender a Dios en Su Intención. 
  • 2) ingresar cotidianamente a las otras dimensiones del espíritu 
  • 3) te traslada de las tinieblas (la fisicalidad y sus ilusiones) al reino de Dios y Su Verdad.
  • 4) te hace pensar como Dios, el mensaje de Dios solo lo entienden los que caminan con Él.
  • 5) te hace repudiar lo que Dios repudia.
  • 6) te impregna de Dios, hueles a Él (como el sacerdote en el altar del incienso)
  • 7) te somete a la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta (Rom. 12;2).
  • 8) Te hace conocer los diseños de Dios para lograr el propósito de tu vida. 
  • 9) Te permite impregnarte de su poder para emularlo aquí en la Tierra
Caminar con Dios es la praxis misma de la Fe verdadera.

El autor del libro mesiánico a los Hebreos, dice:

«Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver la muerte “, y no fue hallado, porque Dios se lo había llevado”, porque antes de ser trasladado, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.«
(Hebreos 11:5)

Al leer este versículo desde el contexto de la Torah, queda bien claro que no se puede caminar con Dios (o agradar a Dios), apartado de la fe verdadera (hebreo: emunáh).

Por lo tanto, caminar con Dios es un estado de la fe. Es una materialización diaria de la certeza y convicción que nos sostiene. Fe suena a algo etéreo pero caminar con Dios es algo más práctico y cotidiano.

¡Caminar con Dios es sinónimo de andar en amistad con Él!

Enoc y su Mensaje de los Últimos Días.

Las Sagradas Escrituras también nos dicen que en un momento dado en la vida de Enoc, profetizó acerca de las personas que vivieron durante ese tiempo (Judas v. 14) De este modo, al citar Judas la misión profética de Janoj, revelaba que ese tipo de personas han vivido desde entonces hasta el Día de la Venganza de YHVH (fin del sistema de cosas). Estas personas son aquellas que usan y abusan de la gracia de Dios como excusa para vivir equivocadamente. Ellos ”… rechazan la autoridad” (Judas v. 8 RVC) y viven como animales salvajes, haciendo lo que se les da la gana. Son seres humanos que se quejan por todo, critican a los demás, buscan satisfacer sus propios deseos, son arrogantes y alardean de sí mismos adulando a otros para sacar provecho (Judas v. 16) Estas son personas que no agradan a Dios.

Janoj (Enoc) dio una profecía acerca de ellos.

Dijo:
«¡Miren! El SEÑOR viene con sus miríadas de santos. Viene para juzgar a todos.»

(Judas 1:14, 15b. RVC)

Es evidente que desde la caída de la humanidad en pecado, el mensaje del Espíritu de la Profecía ha sido el mismo: el Eterno juzgará a todos los impíos por todas las cosas malas que han hecho.

Por último, recalcaré lo maravilloso que la Torah nos revela:

“Enoc anduvo siempre con Dios, y un día desapareció porque Dios se lo llevó.”
(Génesis 5:24 RVC)

¡Janoj (Enoc) no murió! ¡Enoc caminó tan cerca de Dios que Dios simplemente se lo llevó al cielo un día! (Hebreos 11:5a.) “Pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios.” (Hebreos 11:5b NVI). Este evento constituye una figura profética de lo que pasará en los últimos tiempos cuando los santos y fieles del Eterno seremos arrebatados a los aires para luego ser trasladados a Jerusalén en Eretz Israel (la tierra de Israel) para allí compartir el reino mesiánico para siempre.

Ahora,… pregunto: ¿Y qué de ti? ¿Agradas a Dios? ¿Caminas y platicas con Dios durante el día? Allí mismo, en la epístola a los Hebreos, en el famoso capítulo de la fe, encontramos un versículo justo después del versículo acerca de Enoc que es la clave de lo que he venido hasta aquí diciendo:

“Sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe, y que sabe recompensar (dar galardón) a quienes lo buscan.”
(Hebreos 11:6 – RVC)

¡Caminar con Dios tiene galardón! Hay galardón para ti si caminas con Dios. ¡Es una gran inversión! Justamente este versículo se ubica, luego de citar la actitud de Janoj, y nos deja una muy práctica explicación de lo que es la fe:

Ahora bien, tener fe es estar seguro y certero de lo que se espera; es
estar convencido de lo que no se ve.

(Hebreos 11:1 RVC)

No podemos ver a Dios, pero podemos estar seguros que Él existe mediante la emunáh (fe) que se materializa en el caminar con Dios.

Caminar con Dios es volver a la posición de antes de la caída. Enoc fue amigo de Dios y paseaba diariamente con Él. Vimos en el capítulo dos de Bereshit que Adan charlaba con Dios en el huerto cotidianamente. Hoy, nosotros tenemos esta posibilidad habilitada a través de Yeshúa. Con Él y su YUgo podemos caminar con Dios. Él se hizo pecado para librarnos a nosotros del pecado, para romper el velo de separación que existía entre el hombre y Dios.

Entonces te vuelco a preguntar: ¿Has decidido darle tu vida a Dios por fe, creyendo que Él es quien Él dice que es? ¿Lo harás el día de hoy?

¡Por favor, escríbeme y hazme saber lo que has decidido hoy!

Shalom!


Bitácora Relacionada:
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¿Por qué estudio la Torah?

Por: Moisés Franco

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas.”

(Génesis/Bereshit 1:1-2 |Biblia de Jerusalén 1976)

Toda la instrucción del Eterno habla de orden, un orden que trae plenitud. Por eso es difícil pensar que el Creador hiciera originalmente la Tierra caótica y confundida, evidentemente algo pasó entre el versículo 1 y el 2.

Revelaciones (Apocalipsis) 12:7-10 haba de la expulsión de HaSatán (El Oponente) y sus ángeles del cielo, siendo arrojado a la tierra. Muy probablemente eso ayude a entender el caos reinante en el relato de Bereshit y la confusión en el planeta.

Si aceptamos eso, los siguientes versículos en realidad no serían la creación en sí de todas las cosas, sino más bien el restablecimiento de las mismas.

Esta idea podría ser apoyada por lo que establece la versión Biblia Textual:

Y en el día sexto Elohim completó su obra que había hecho, y fueron ordenados los cielos y la tierra y todo su ejército (…) y bendijo Elohim el día séptimo y lo santificó, porque en él reposó de toda su labor de rehacer lo que había creado.
(Génesis 2:1-3)

Hasta este momento podemos tomar dos ideas:

1- El Eterno lo hace todo bien y con orden. (Ecl. 3:11; 1Cor. 14:40)

2- La intromisión del adversario trae desorden y confusión en la creación. (Stgo. 3:16)

Ahora bien, ¿cómo reordenó Elohim? Por medio de Su Palabra creativa (Jn. 1:1-3), y esta Palabra lo primero que hizo fue marcar separaciones (aguas de arriba y aguas de abajo; luz de tinieblas; agua de tierra) y después dio nombre, es decir, identidad:

Después Dios dijo:
«Que aparezca el firmamento en medio de las aguas, para que las separe. Así que Dios hizo el firmamento, para separar las aguas. De modo que una parte de las aguas quedó arriba del firmamento y otra, debajo de él. Al firmamento Dios lo llamó «cielo». Pasó la tarde y pasó la mañana, y se completó, así, el segundo día.”
(Gén. 1:6-8 |NBV).

Posteriormente asignó funciones a su creación, es decir, le dio sentido de existencia:

Y dijo Dios:
Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco; y fue así. Y llamó Dios a lo seco Tierra, y al ayuntamiento de las aguas llamó Mares; y vio Dios que era bueno. Y dijo Dios: Produzca la tierra pasto verde, hierba que haga simiente; árbol de fruto que haga fruto según su naturaleza, que su simiente esté en él sobre la tierra; y fue así. Y produjo la tierra hierba verde, hierba que hace simiente según su naturaleza, y árbol que hace fruto, cuya simiente está en él según su naturaleza; y vio Dios que era bueno.”
(Gén. 1:9-12| JBS).

Ahora bien, si avanzamos a los versículo 26 al 31 vemos que el Eterno creó al hombre a “su imagen” y luego de darle dominio sobre todo lo creado termina diciendo:

vio Elohim todo lo que había hecho, y resulta que era muy bueno.
(versículo 31, Torat Emet adaptada).

Si al crear al hombre dijo que no sólo era bueno, como en todo lo anterior, sino “muy bueno”, es porque evidentemente lo hizo perfecto, con la función de administrar toda la creación para que estuviera en armonía. No lo hizo caótico y confuso.

Este es el punto al que quería llegar, al leer este relato del libro de Bereshit (Génesis) -al menos yo- encuentro un paralelismo entre el primer capítulo y mi vida (y me atrevo a decir, la de todos).

El Eterno nos hizo perfectos, ¿qué pecado, qué maldad refleja un recién nacido? Sin embargo, la influencia del otro lado, del Mentiroso, nos hizo entrar en caos, en confusión, hasta llegar el punto de sentirnos vacíos, sin una noción clara de identidad y propósito en la vida.

Pero ahí interviene la Palabra creativa, lo que en las biblias suele traducirse como el “Verbo” en el primer capítulo del evangelio de Juan. Esa Palabra, el Mesías, a quien al menos yo reconozco que es Yeshúa, nos llama a reaparecer, a emerger de la muerte.

De allí, empieza a marcar separaciones, a traer orden, y a restablecer funciones:

Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos
(Mateo 5:14-15| NBLA).

Por eso es importante conocer al Mesías que enseña Torah. Porque la Torah trae orden, sanas separaciones en un mundo que cada vez diluye más los límites originales y genera mezclas que confunden y sólo traen más vacío y caos al hombre.

Un amigo de buen corazón pero que aún se apoya en los dogmas cristianos me intentaba explicar recientemente que hay ciertas partes de la Torah que eran para un tiempo específico y no para ahora, no eran para cumplirlas en este tiempo.

Entonces le pregunté cómo diferenciaba esas supuestas partes de las que sí había que cumplir, y no me quedó muy clara su respuesta, me pareció que no se refirió más que un aparente “sentido común”.

Sin ánimo de condenar a mi amigo, la verdad es que esa idea trae caos y confusión, el creer en «un dios a nuestra manera» trae desorden. YHVH nos regala Su bendita instrucción para reordenar nuestra vida, reposicionarla al diseño original, pero para eso debemos buscar vivirla de principio a fin, y en su sentido más pleno.

Para esta obra vino Yeshúa, no sólo para pagar el precio de los pecados de Su Pueblo, sino para ayudarlo con su enseñanza y con la bendita guía del Espíritu Santo a vivir plenamente la instrucción divina y así redimir a toda la creación.

Por eso, porque la Torah me muestra a Yeshúa, y porque Él me muestra la Torah, es que decido estudiarla. Para conocerlo y reconocerme, para entender mi lugar en el mundo.

¿Te sumas?

La Tarde y la Mañana: “Un Día” ¿De qué Duración?

Por P.A. David Nesher

 

  «Vayikrá Elohim la-or yom velajoshej kará laylah vayehí-erev vayehi-voker yom ejad.»

«Llamó Elokim a la luz “día” y a la oscuridad llamó “noche”. Fue el anochecer y fue la mañana, un día.»

(Génesis/Bereshit 1:5)

A partir de una lectura superficial y rápida del primer capítulo de Bereshit (Génesis), surge la impresión de que todo el proceso creador tuvo lugar en seis días de 24 horas. De haber sido esa la intención del autor, pareciera estar en contradicción con la moderna investigación científica, que indica que el planeta tierra fue creado hace miles de millones de años. Ante esto, muchos se preguntan si esto fue un día literal de 24 horas (como la noción que nosotros tenemos de un día) o si fue una era geológica. Por eso, es que algunos dicen que Dios creó al mundo en seis días, y otros dicen que lo creó en seis eras geológicas enormes. Ahora bien, si los días no fueron días, ¿Dios daría su aprobación a la palabra? ¿Tiene Él que ver con inexactitudes, sin importar lo edificante que son? La cuestión depende del uso y entendimiento correcto del idioma hebreo.

Por ello, y para comenzar a hablar de esto, es preciso admitir que un día de la Creación no equivale a un día ordinario de 24 horas, porque el Sol y la Luna son los que definen este lapso y ellos aparecieron hasta el Cuarto Día.

El secreto de este planteo se encuentra en el análisis de la expresión “…tarde y mañana, un día…” (vayehí-erev vayehi-voker yom ejad): Este es el fundamento del Calendario hebreo, en el que el día no comienza por la mañana, sino al atardecer. Por eso, la fraseología no debe entenderse en términos terrenales, más bien hay que apreciarla en una perspectiva divina; como un período de tiempo indefinido.

A ver un momento… alguno se estará cuestionando: «la expresión “…tarde y mañana, un día…” (vayehí-erev vayehi-voker yom ejad) con relación a los periodos de creación, ¿no indica que estos duraron 24 horas?» Pues la respuesta es: NO NECESARIAMENTE.

Según el sabio intérprete de la Torah Najmánides, las palabras vayehí erev, no quiere decir en realidad “y fue la tarde”, sino “y hubo desorden”, porque la raíz de erev, significa “caos”, “mezcla”, “desorden”. Es por eso que la noche es llamada erev, porque cuando el sol baja, la visión se hace confusa. La palabra de la Torah para “mañana” es boker, que es lo opuesto. Cuando el sol sale, el mundo se hace bikoret, es decir “ordenado”, «claro para discernir«. De esta manera se explica que los primero días son contados a base de la obra de poner las cosas en orden que antes estaban desordenadas. Cuando un elemento es transformado de desorden a orden se habla de tarde y mañana, “del caos a la armonía”.

Entonces debemos comprender y aceptar que la Torah no describe las cosas de una manera estrictamente lineal, sino más bien avanza de manera circular o espiral. Por esta razón no se debe entender estas palabras como un seguimiento de lo que ocurrió antes, sino como un resumen de lo que pasó durante todo ese día. Según la Torah, el día comienza con la noche. Primero había oscuridad y luego vino la luz. Ese es un día. El texto hebreo no dice propiamente “día primero”, en cuyo caso tendría que haber dicho yom rishon, ya que esta es la palabra para designar el comienzo de algo como puede ser: germen, brote, primero, etc., sino que lo llama yom ejad, día único. Aquí no dice que fue el primer día, porque los demás días no habían venido todavía, y por eso no se podía hablar de una secuencia de días, sino sólo de un día, por lo tanto dice “un día” o “día uno”, en hebreo yom ejad. La palabra ejad es la misma que se usa para el Eterno que es uno (cf. Deuteronomio 6:4). Ejad es una palabra masculina que se usa comúnmente en el hebreo para decir uno, en referencia a un objeto masculino. El día ejad era un día único, porque sólo durante ese día Dios era único. El término aparece así para expresar con rotundidad la absoluta unidad y soberanía del Eterno por cuanto es el único y no hay nadie más fuera de Él. De allí que tanto el Midrash y Rashí sacan la idea errónea de que los ángeles no fueron creados sino hasta el segundo día.

Con todo este contenido mental de cosmovisión hebrea, comprendemos que para Yahvéh al expresión “un día”no es lo mismo que lo que significa para el hombre:

«…Pues mil años en tus ojos son como día de ayer que se fue, y como una de las vigilias de la noche…».

(Tehilim/Salmos 90:4)

Por eso, es importante tener en cuenta que la palabra traducida como «día« es el hebreo yom, y tiene cuatro significados principales:

  • Día, como el tiempo cuando hay luz (aproximadamente12 horas) [cf. Génesis 1:5a].
  • Día, como jornada de 24 horas (cf. Génesis 1:5b).
  • Un tiempo más largo limitado, una época. El mismo texto de Bereshit usa el término yom traduciéndolo como «el día» refiriéndose así al conjunto de los seis días creativos (cf. Génesis 2:4; 30:14; Prov. 25:13).
  • Mil años (cf. Salmo 90:4; 2Pedro 3:8).

El historiador judío Flavio Josefo (Yosef ben Matityahu), resume lo acontecido en el primer día:

«…Al principio Dios creó el Cielo y la Tierra. Pero como la Tierra no se veía sino que estaba cubierta de espesas tinieblas y un aire recorría la superficie, ordenó el Eterno que se hiciera la Luz. Hecha la luz, consideró la mole en su totalidad y separó la luz de las tinieblas y a las tinieblas las llamó “noche” y a la luz “día”; y al comienzo de la luz y a la hora del descanso la llamó “tarde y mañana”. Y este fue el primer día que existió…».

En el Midrash Levítico (Vayikrá Rabá 29:1), leemos que Yom Teruah conmemora la creación de Adam, y que los seis días anteriores están separados de nuestro sistema de medición del tiempo.

El Talmud, por su parte, registra que los 31 versículos de Bereshit/Génesis que hablan de los 6 días creacionales son una parábola. Es decir, no son literales. La conclusión de los eruditos es que estos seis días de la Creación, no es posible contabilizarlos como días “humanos” de 24 horas, porque sus parámetros son totalmente distintos.

Sucede otra cosa interesante con el tiempo: lo percibimos de una manera muy diferente dependiendo de dónde estemos situados. Comencemos con un ejemplo sencillo: como dice la moderna sabiduría popular; pedirle un deseo a una estrella del firmamento es inútil, porque cabe la posibilidad de que esa estrella ya no exista, simplemente, su luz ha tardado tanto en llegar a nuestro campo visual que, literalmente, estamos viendo algo que existió hace millones de años. Eso significa que estamos viendo el pasado. La ciencia ha demostrado ya que la velocidad y la gravedad son factores que afectan al tiempo. Si nosotros nos moviésemos a la velocidad de la luz, o estuviésemos en un lugar con una densidad gravitacional distinta, el tiempo transcurriría bajo otros parámetros.

Encontré un comentario hecho por el Dr. Gerald Schroeder, judío ortodoxo y científico, miembro de la Comisión de Energía Nuclear de los Estados Unidos de Norteamérica, que considero de suma importancia:

«…Cuando un científico refiere que el Universo tiene casi 14 mil millones de años de antigüedad, lo está expresando desde la perspectiva del tiempo que tenemos aquí en la tierra. Si estuviésemos en otro lugar del Universo, la perspectiva del tiempo sería otra. Por lo tanto, la cifra no sería de 14 mil millones de años, sino otra, probablemente… ¡seis días! …».

Schroeder entonces regresa a la pregunta clásica: los seis días de la Creación que menciona el Génesis ¿son días de 24 horas? Y contesta: ¡Seguro que sí! Todo depende desde dónde estés observando, si desde la ubicación de Dios, o desde nuestra ubicación.

Lo cierto de todo es que, sea cual haya sido su duración, recordemos que la obra de cada día se desarrolló como resultado del mandato soberano del Eterno. Este capítulo, como ya lo expliqué en otra bitácora, no es un tratado de ciencias sino más bien un poema himno cosmogónico lleno de los misterios de Yahvéh y Su propósito eterno en el Mesías. Sin embargo, su armonía con los actuales conocimientos biológicos y zoológicos es sorprendente.

Mujer: Una Construcción Divina desde la Esencia del Hombre

“Hizo caer El Eterno un profundo sueño sobre el hombre y este se durmió. Tomó una de sus costillas y cerro la carne por debajo”

(Génesis 2:21)

Una vez que la Torah explica porque la mujer tuvo la necesidad de ser creada. Procede a contar como esto fue llevado a cabo.

 

El TodoPoderoso creó a la mujer dividiendo al primer hombre en dos partes: una parte femenina y la otra parte viril. Al separar a Adam en dos facetas, ambas no totalmente autosufientes, El dio al hombre la oportunidad de colmar el vacío que la mujer pudiera tener y viceversa. Obrando así. El Eterno formó un “ayudante frente a él”. Esto significa que la mujer fue creada con el mismo potencial que el hombre para ayudar (Génesis 2:20).

“Y el Eterno Dios hizo de la costilla que tomó del hombre, una mujer, y la trajo al hombre”

(Génesis 2;22).

La Toráh dice que el Eterno creó a la mujerconstruyéndolade la costilla de Adam (Vayiven). Algunos lo interpretan diciendo que el Eterno dotó a la mujer de un mayor entendimiento y comprensión (Binah) de las emociones y relaciones humanas, de lo que Él dio al hombre (Nida 45b). Ambas palabras ”Binah” y “Vayiven” tienen una misma raíz que significa “dentro”. Por lo tanto, construir es el acto de tomar algo de adentro y expandirlo. La compresión es el logro de entender algo desde lo profundo.

El hecho de que la mujer fue “construida” de una parte interna del hombre la predispone a entender a comprender cualquier situación, íntegramente desde el fondo. Esto significa que la mujer es capaz, generalmente de divisar un bosque sin necesidad de haber visto antes un árbol.

Y dijo el hombre esta vez, esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne; ella se debe llamar Varona (Isha) porque fue tomada del varón (ish) . Por esto, dejara el varón a padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.

(Génesis 2:23-24).

En conclusión la mujer fue creada para ser compañera en igualdad de condiciones que el hombre (Génesis 2:22) . La mujer posee una santidad intrínseca, de la que se supone debe hacer uso para ayudar al varón a reconocer su fortaleza, así como a vencer sus limitaciones en lo espiritual, ejerciendo el poder y el control.

 

 

Tomado y Condensado de libro Mesilot Hatora de Lisa Aiken.

 

Un Cambio de Deseo Originó la Guerra de los Sexos

Por P.A. David Nesher

«A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.«

(Bereshit(Génesis 3: 16)

Al investigar y sumergirnos en la Instrucción (Torah) del Eterno, poco a poco vamos desintoxicando nuestras mentes del dogmatismo babilónico-reptiliano con el que se nos programó desde el sistema de cosas imperante que la serpiente antigua ha establecido sobre los miles de millones que componemos la humanidad.

Entendemos por lo que Génesis revela en su tercer capítulo que la religión se hizo presente el día en que Adam Harishón (Primera Humanidad) escuchó la propuesta de una enseñanza totalmente anti-Torah. Así aquellos primeros regentes y padres de la humanidad (Adán y Javá) dieron lugar a una serie de paradigmas de tinieblas que comenzarón a tomar potestad destructora sobre el más grande diseño de la Luz: la sexualidad expresada en el binomio sacerdotal varón-mujer.

De este modo la mujer  han sido erróneamente devaluada, ignorada y omitida dentro la historia. Hasta la misma teología tradicional de la mujer en la Iglesia Romana y sus hijas (Ap. 17) ha sido marcada por una aversión a la mujer expresada en la  misoginia de sus prácticas, que ha producido el machismo que ha regido a occidente por siglos.

Ahora bien, ¿cómo comenzó esta degradación sexual?

Según el tercer capítulo de Bereshit, Adán y Javá desconfiaron de la benevolencia, la disciplina y la compasión del Eterno, y voluntariamente se apartaron de Él dependiendo de su propia opinión para encontrar cómo lograr la felicidad extrema. Ellos decidieron unánimemente rechazar Su Instrucción (Torah) y determinaron comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Poreesto, el Eterno los llamó a rendir cuentas y les describió la maldición que recaería sobre ellos y la vida humana que desde ellos descendería, a causa del pecado.

En este capítulo logramos ver como el mundo de la mujer, y por ende el de la familia, fue afectado lamentablemente por el pecado de la misma Javá (Eva). El relato de la caída humana revela que a causa del mismo yetser hará (tendencia al mal) de la mujer, las cosas que ya existían en pequeña escala fueron ahora aumentadas para convertirse en algo muy doloroso (el parir y la sujeción marital).

La palabra hebrea teshuqá, traducida en este texto como «deseo«, viene de la raís shuq que significa:

  • «voltearse para ir obsesivamente en pos de algo«,
  • «tener un intenso anhelo u obsesión de una cosa«,

Desde estas dos significaciones, la expresión «deseo» está implicando el uso de la lujuria de parte de la mujer para poder manipular al hombre y conseguir así sus anhelos egoístas de control y dominio. Por eso es que la Septuaginta o «Versión de los Setenta«, traducirá esta palabra en griego como “voltearse”. Visto así, el verdadero significado de teshuqá es de hecho “voltearse” cambiando el blanco del deseo.

Con este acto de desobediencia Javá se esta volteando o alejándose del señorío de Yahvéh y enfocándose hacia el varón, poniéndolo a él entre ella y el Eterno. Dios le advierte a Eva que esta decisión de voltearse hacia el varón para sentir significado de propósito traerá como resultado que ella venga a caer bajo el dominio del hombre. Esta expresión habla de un desafío inherente de querer adoptar el papel del marido como jefe del hogar y la familia.

Esta es una descripción de la maldición. Es una descripción de miseria, no un modelo para el matrimonio. Esta es la historia que se presentará siempre que el pecado prevalezca. Pero, ¿qué es lo que realmente se dice aquí? ¿Cuál es la naturaleza de esta relación que ha quedado en ruinas después del pecado?

El paralelismo clave en Génesis 4:7

La clave para comprender profundamente esta sentencia, está en aprender la conexión que existe entre las últimas palabras de este versículo (3:16b), y las últimas palabras de Génesis cap. 4 vers. 7. Aquí el Eterno está advirtiendo a Caín acerca de su resentimiento y enojo contra Abel, su hermano. Yahvéh le dice que el pecado está a punto de enseñorearse de su vida. Por favor, les solicito que observen con mucho discernimiento el final del versículo 7:

«… el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

El paralelo entre el cap.  3 vers. 16 y el cap. 4 vers. 7 es extraordinariamente cercano. Las palabras son prácticamente las mismas en hebreo, y también pueden verse en español. En 3:16 vemos que Elohim dice a la mujer: «Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti«. En el cap. 4 vers. 7 Elohim dice a Caín: «a ti será su deseo, y tú te enseñorearas de él«.

Ahora, la razón por la cual es importante ver esto, es porque nos muestra más claramente lo que se entiende por «deseo«. Cuando el versículo 7 de capítulo 4 dice que el pecado está a la puerta del corazón de Caín (como un león, -Génesis 49:9-) y que a él será su deseo, significa que el pecado quiere enseñorearse de Caín, quiere derrotarlo, someterlo y hacerlo esclavo del pecado.

Ahora, si volvemos al versículo 16 del capítulo 3, probablemente deberíamos ver el mismo significado en el pecaminoso deseo de la mujer. Cuando dice, «Tu deseo será para tu marido«, que significa que cuando el pecado se enseñorea de la mujer, su deseo será el de dominar, someter o explotar hombre. Y cuando el pecado de la mujer se enseñorea del varón, este va a responder de la misma manera y con mayor fuerza la someterá, o se enseñoreara sobre ella.

Entonces, lo que se describe realmente en esta maldición acontecida sobre la condición de ser mujer ( 3:16) es el conflicto de siglos entre varones y mujeres que ha marcado la historia de la humanidad. La masculinidad como el Eterno la creó se ha depravado y corrompido por el pecado. De igual modo la feminidad como Yahvéh la creó se ha depravado y corrompido por el pecado. La esencia del pecado es la autosuficiencia y la auto-exaltación. Primero en la rebelión contra el Eterno y luego, como consecuencia, en la explotación de unos a otros.

Por lo tanto, la esencia de la virilidad corrupta es el esfuerzo que auto-exalta el poder dominar, controlar y explotar a las mujeres para sus propios deseos privados. Y la esencia de la feminidad corrupta es el esfuerzo que auto-exalta el poder dominar, controlar y explotar a los hombres para sus propios deseos privados. La diferencia la establecerán la distinción de debilidades que pueden  explotar el uno del otro.

La mujer con su acto de yetser hará (inclinación al mal) quebrantó su relación con el varón, señalado por los lineamientos del diseño divino original. En vez de ser una «ayuda idónea» (ezer kenegdó) para él, se iría convirtiendo en su seductora enemiga. Por eso Yahvéh advirtió que esto la conduciría a perder su condición de igualdad con el varón; él terminaría siempre «enseñoreándose» de ella como amo y señor. En el pasaje que nos tiene meditando durante todo este estudio, se describe a una esposa como que es «poseída» por su señor. Por eso, vemos que a lo largo de la historia, entre la mayoría de los pueblos, la mujer ha estado sometida, a través de los siglos, a la degradación y a una esclavitud. Sin embargo, entre los hebreos la condición de la mujer era de una clara subordinación aunque no de opresión ni esclavitud.

Por esto será que Yahvéh liberará a Israel de Mitzraim (Egipto). Él quería que Su Pueblo se convirtiera en una nación sacerdotal (Éxodo 19: 6) para que el ser humano (tanto varón como mujer) aprendiera a rectificar, reparar y transformar el diseño de la sexualidad de acuerdo a los código de la Luz Infinita. Por eso, desde Israel aparecerá el yugo de Yeshúa quien colocará a la mujer en la misma plataforma que el varón en todo lo que atañe a las bendiciones del Evangelio del Reino de Elohim:

«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

(Gálatas 3: 28)

Aunque el esposo debe ser la cabeza del hogar, los principios mesiánicos llevarán al varón y a su esposa a experimentar un verdadero compañerismo, donde cada uno está tan consagrado a la felicidad y bienestar del otro, que nunca ocurre que cualquiera de ellos trate de «enseñorearse» del otro:

«Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
(Colosenses 3: 18-19)

En conclusión, recordemos que lo que somos como varones y mujeres va al corazón de nuestra identidad personal. Si se confunden aquí, las repercusiones serán muy profundas y afectarán muchos aspectos.

Hoy, el pequeño remanente de los hijos de Sión están llamado a reconstruir a partir de la Instrucción divina, y con la mejor praxis posible, la imagen destruida del varón y la mujer a la imagen que Yahvéh les había asignado antes de la caída.

Hoy, el SEÑOR nos pide recuperemos al diseño matrimonial, invitando a cada pareja a aceptar la invitación mesiánica de recibir el yugo de Yeshúa. Por eso, solicito a los que leen oraciones intercesora a favor de mi vida y los miembros de mi ministerio, para que podamos llevar fiel y rápidamente todos estos misterios a las naciones del mundo. A la vez invito a cada lector a que que considere seriamente estas cosas, y decida sumarse a todos los hijos primogénitos que habitamos el  Monte Santo del Eterno.

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Una Genealogía con Códigos de Esperanza Salvífica.

Por P.A. David Nesher

 “Éste es el libro de los descendientes de Adam. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.Hombre y mujer los creó; y los bendijo, y les puso por nombre Adam el día en que fueron creados. Cuando Adam había vivido ciento treinta años, engendró un hijo en su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Shet.”

(Génesis5: 1-3)

«Les puso por nombre Adam» es una expresión que puede también ser traducida: «Y los llamó la Humanidad…» Como podemos asumir desde este dato, La palabra adam significa “ser humano” o»humanidad«, y no necesariamente ser humano varón. El nombre Adam, está estrechamente relacionado con las palabras hebreas adam, que significa “rojizo”, adamá, que significa “tierra” y dam, que significa “sangre”.

Teniendo en cuenta toda esta significación, logramos comprender que cuando el Mesías Yeshúa es llamado Hijo del Hombre, en hebreo “Ben Adam”, significa que está tomado de la tierra y tiene carne y sangre por ser un descendiente físico del primer hombre Adam. El Hijo del Hombre es un ser terrenal, pero que tiene su origen en el cielo, (cf. 1 Corintios 15:47). Ahora bien, este capítulo está presente en el rollo de Bereshit con un propósito mucho mayor que simplemente ofrecernos nombres de varones superlongevos. El texto está plagados de códigos lumínicos que persiguen generar esperanza especialmente en los tiempos de crisis y de violencia que la historia humana debe atravesar. El Eterno persigue que sus hijos primogénitos, Israel, mantengan su memoria activa en el maravilloso hecho de que el Mesías que vendría al mundo desde su seno, sería el cumplimiento a un ADN vibrante de fe, esperanza y amor a la Intención de Yahvéh.

Tenemos el problema, que cuando se lee rápidamente el texto sagrado, para colmo acompañada la mente de los dogmas cristianos, las genealogías y nombres que aparecen en la ella son saltadas por nuestra atención, ya que parecieran a simple vista que se tratasen de detalles sin importancia en la vida del lector.

De este modo el quinto capítulo de Bereshit (Génesis) se convierte en un texto que se hace blanco de esta indiferencia intelectual dogmática.

Sin embargo, el Eterno se aseguró que Su Pueblo encontrara en este listado un mensaje de Salvación que trastocaría el alma humana ante cualquier duda acerca de la promesa mesiánica que Él realizó a Adam HaRishon en el Gan Eden.

 

Hay una curiosidad en el versículo tres ya que aparecen las mismas dos expresiones que en el capítulo 1 verso 26, donde se habla de la creación del hombre con la imagen divina para que se conforme según la semejanza de Elohim, (be-tsalmenu ki-demutenu), pero con el orden inverso, bi-demutó ke-tsalmó “en (o con) su semejanza, según su imagen”. Es decir, que Adam, ya caído en naturaleza pecadora, inició una humanidad heredera de la misma naturaleza impregnada con la misma tendencia o inclinación al mal (yetser hará). Sin embargo, en medio de sus constituyentes genéticos brillaba una Luz proveniente del tzelem (imagen divina) que permitía que el Código Sagrado o Proto-Evangelio (Génesis 3: 15) vibrara manteniendo a cada generación humana consciente de la Salvación que del Eterno vendría a la Tierra, surgida de la humanidad misma. Para comprender mejor esto, nos sumergiremos en los códigos de la genealogía aquí expresada.

Pero también deberemos entender que Moshé comienza el capítulo 5 con las terminologías de los capítulos 1 y 2 (creó…, en la imagen de Dios…, varón y hembra…, los bendijo…) para indicar al lector que el propósito eterno de Dios y el programa para el hombre empezados en el primer capítulo son trasladados a través de la descendencia de Adán, no a través de la línea de Caín, sino la de Set. Todo el capítulo 5 es una descripción más estrecha de la línea por la que vendrá el Mesías.

Este quinto capítulo de Bereshit, en contraposición con lo relatado en el capítulo precedente, traza la línea elegida del hijo de Adam, Seth, de la cual procedía un hombre justo llamado Noaj (Noé) (Génesis 6: 9). Pero, ¿qué es lo que se enfatiza de la línea genealógica de Set? En ella no encontraremos mención de grandes contribuciones o logros que estos varones hubieran hecho a la humanidad de entonces. Solamente dos cosas marcaron a los hombres de este capítulo.

La primera contribución será el hecho de que ellos fueron hombres de fe (ej. Enoc –5: 18, 21-24–; Lamec –5:28–31–). Estos hombres miraron atrás y entendieron el hecho que el pecado era la raíz de todos los problemas y sufrimientos. Entonces, ellos miraron adelante con la esperanza de marchar hacia una redención que Yahvéh mismo iba a proveer a través de su descendencia.

Eso nos lleva a analizar la segunda contribución de estos varones sethitas (del capítulo 5). Ellos produjeron una descendencia piadosa, por medio de quienes el programa de salvación divina y su propósito eterno continuarían custodiados por un servicio sacerdotal de justicia (malki tzedek) . Sabemos que a través de esta descendencia la piedad sacerdotal continuó hasta Noaj. Mientras que la humanidad de aquel tiempo se degeneraría y sería destruida en el diluvio, a través de Noaj, la raza humana (y más que esto, la descendencia de Javá) sería preservada. La esperanza del hombre descansaba en la preservación de una buena simiente a fin que de ella se manifestara Mashiaj.

El listado genealógico de nombres que va desde Adán hasta Noé, formando un total de diez generaciones. Como lo expresé anteriormente, a primera vista, no parece ser trascendental en las Escrituras, pero sin embargo encontramos un impresionante mensaje codificado en sus nombres, algo que fue un misterio para aquellos que lo leyeron por primera vez. Este misterio es en verdad el mensaje del evangelio en el Antiguo Pacto y a toda la generación pre-diluviana.

Para explicar esto, primero debo entregarles los nombres y sus significados:

  1. Adán (Adam)_»Hombre» «el terrenal»
  2. Set (Sheth)  _»Puesto por Dios»
  3. Enós (Enosh)  _ «Enfermo», «mortal», «caído», «degenerado»
  4. Cainán (Kenan)  _«Aflicción, dolor, gran lamento»
  5. Mahalaleel (Mahalalel)  _«Alabado» (el) «Dios»
  6. Jared (Yeréd)  _ «El que descendió» «El que bajó»
  7. Enoc (Shanok)  _«Consagrado a Enseñar», «Consagrado a discipular»
  8. Matusalén (Methushelaj)  _«Cuando él muera enviará»
  9. Lamec (Lemek)  _«Poderoso, fuerte»
  10. Noé (Noáj) _ «Descanso», «Reposo», «Consolación»

Los hebreos acostumbraban a memorizar estos nombres de generación en generación, para no olvidar sus ancestros, pero primordialmente para recordar los pasos que el Eterno haría en la historia humana para mostrar Su Salvación. Juntando todos estos nombres en hebreo en el orden en que aparecen en el libro de Bereshit (Génesis 5) en una frase se tiene lo siguiente:

Adam – Sheth – Enosh – Qeynan – Mahalalel – Yered – Shanok – Methushelach – Lemek – Noaj

Si al significado de cada uno de estos nombres los entretejemos, y agregamos algunas palabras conectoras para formar una frase, obtendremos el siguiente mensaje, que era el que pronunciaban los hebreos cada vez que repetían y memorizaban estos nombres:

«El hombre terrenal – puesto por Dios – cayó – en gran dolor – pero el Dios alabado – descenderá – y nos enseñará – que cuando Él muera enviará – su poderoso – reposo y consolación».

El significado de los nombres de los diez primeros hombres de la genealogía desde Adam hasta Noaj constituye una profecía mesiánica. El Eterno se aseguró de grabar en esta genealogía su mensaje mesiánico de esperanza para toda la humanidad.

Por lo tanto, el proyecto de Salvación de Yahvéh para con la humanidad desde el principio hasta el fin de los tiempos vibra en estos nombres y en el mensaje que ellos conforman. El Eterno está diciéndonos que aunque la humanidad cayó pecado, Él mismo a través del Mesías proveería una muerte sustituta para traer el reposo de nuestras almas.

Esto nos recuerda que el mensaje de las Sagradas Escrituras se centra sólo en una persona: Yeshúa HaMashiaj.

«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna»
(Juan 3:16)


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¡Desnudos!… ¿De Qué?

Por P.A. David Nesher

“Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.

(Génesis 2: 25)

Todos los que hemos nacidos dentro del encuadre mental llamado cristianismo, hemos crecido con el firme paradigma de que la primera pareja humana, Adán y Eva, en el principio de la creación, andaban corriendo en “pelotas” por los distintos ámbitos del Edén como si este fuera el campo de algún club naturista cinco estrellas de la prehistoria. Al menos, así es como el dogma lo enseña desde los distintos catecismos de las denominaciones (abominaciones diría yo) de la cristiandad, y así es como la mayoría de sus adeptos aceptan interpretarlo.

Sin embargo, si nos sumergimos en la investigación del contexto bíblico que el relato del Bereshit tiene, lograremos descubrir una realidad muy diferente a la que nuestra mente occidental ha desarrollado de acuerdo a la mitología romana que ha manipulado religiosamente la forma de pensar de millones de occidentales.

Cuentan las Sagradas Escrituras que Adam e Ishá (el primer nombre que recibió Javá – Eva-) comenzaron sus vidas “desnudos y sin avergonzarse (Génesis 2:25), pero después de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal “se hicieron conscientes de su desnudez y se fabricaron ropas(Génesis 3:7).

¿A qué se debió el cambio?

Colocando nuestra mirada investigadora en la primera pareja antes de pecar, discernimos que ellos estaban en un estado de inocencia, de perfección y de santidad; y en ese sentido estaban “desnudos” (Génesis 2:25)

Pero: ¿Estaban desnudos de qué? El texto hebreo da a comprender que estaban desprovistos de vestiduras humanas o vestidos confeccionados por la mente de seres humanos. Entonces comprendemos que esta carencia vestiduras humanas hace referencia a que el racionalismo no los cubría, sino que su cobertura venía de la revelación que el Eterno les daba diariamente por medio de Su Instrucción (Torah).

Ahora bien, el planteo lógico continúa: si ellos estaban desprovistos de vestiduras humanas, y en ese sentido se encontraban desnudos, ¿es posible que el Eterno los haya vestido de otra cosa al crearlos?

Si analizamos bien el momento cuando Adam y Java pecaron, lo primero que descubrimos con asombro fue de su reacción:

“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”
(Génesis 3:7)

Aquí la mente del investigador sincero se toma el derecho de elevar su primera duda, y entonces pregunta:

¿Cómo es posible que después de pecar, Adam Harishon (la Primera Humanidad) se dio cuenta que estaban desnudos, cuando antes de pecar la Torah dice que “ellos estaban desnudos y no se avergonzaban?” (Génesis 2: 25)?

La respuesta es muy sencilla:

En verdad ellos no estaban desnudos antes de caer en pecado. Ellos quedaron desnudos después de pecar.

Entonces la segunda pregunta que el derecho psíquico de la duda hace surgir es:

¿Si ellos no estaban desnudos, entonces de que estaban vestidos?

La respuesta la encontramos en el Salmo 104 cuando nos revela en qué consiste la vestimenta de Yahvéh:

 “Bendice, alma mía, a Yahvéh. Yahvéh Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia.

(Salmo 104:1-2)

Presten toda su atención ahora al versículo 2:

“El que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina”.

Según el texto, ¿Cuál es la vestidura de Yahvéh? Sé que todos admitirán que está expresado claramente: “el que se cubre de luz como vestidura”.

En ese sentido, cuando las Sagradas Escrituras dicen que Yahvéh está vestido de vestiduras blancas, en realidad está refiriéndose a vestidura de Luz. La misma luz que cubría a Adán y Eva. Entonces cuando en Génesis 2:25 se nos dice que estaban desnudos, lo que nos está diciendo el texto es que ellos estaban desprovistos “desnudos” de vestiduras humanas (racionalismo), y no se avergonzaban porque estaban cubiertos de la misma vestidura del Eterno. En pocas palabras, la Gloria de Yahvéh los cubría.

Fundamentados en todo esto, los sacerdotes de Israel siempre enseñaron que antes de que Adam pecara, Yahvéh lo había vestido con vestimentas de “jashmal”, un puro fuego espiritual, que le permitían estar conectado al Eterno. Como todavía no estaban revelados los 613 mitzvot, Adam necesitaba esa vestimenta para poder relacionarse con el Creador. Eran vestimentas de luz (“or”). Ésta era una ropa especial que Yahvéh les hizo, para que gracias a ella pudieran apegarse a Él y crear mundos de acuerdo con la Voluntad Divina. Incluso si cuidaban una sola mitzvá, eso se les consideraría como crear mundos, porque gracias a esa mitzvá sostendrían a toda la creación.

El rey David, en su actividad profética, expresó esta revelación en el Salterio:

“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra…

(Salmo 8:3-5)

El contexto del pasaje nos habla de la creación de Adam y Java, pues el texto dice más adelante que su misión era señorear, y dominar la tierra, la misma orden que vemos expresada en el primer capítulo de Bereshit (Génesis 1:28). Pero lo interesante del texto es el hecho de que ellos estaban coronados de gloria, ¿Cuál gloria? La Gloria de Dios, y en ese sentido, no estaban desnudos sino vestidos de gloria (“jashmal”).

Dios cubrió a Adán y Eva de esplendor con un manto glorioso de luz: el jashmal o manto de Luz. El Manto de Luz representa la justicia, la perfección y la santidad de Yahvéh.

Cuando nuestro Mesías fue transfigurado (Mateo 17:2) el hagiógrafo nos revela en su evangelio que el vestido que tenía Yeshúa era blanco como la luz. En pocas palabras, eran vestiduras de luz la que tenía puesta Yeshúa. De igual manera, Adam y Java estaban cubiertos con la gloria de Yahvéh, en su estado de perfección y santidad antes de pecar.

Por eso, debemos comprender que antes de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, Adam y Javá se veían principalmente como almas. Ellos sabían que el alma es la vestimenta de la esencia de un ser humano (el espíritu) y que el cuerpo simplemente sirve meramente como una cubierta protectora, que permite al binomio apostólico espíritu-alma accionar en el plano físico para transformarlo (tikun). Como Adam y Javá estaban enfocados en el aspecto espiritual, no tenían consciencia de sus cuerpos.

Sin embargo, después del comer del Árbol del Conocimiento, cambió la percepción humana del mundo físico. El manto de Luz se fue y ahora se dieron cuenta que estaban desnudos. Es decir, descubrieron que el pecado de desobediencia los desvistió del Manto de Luz (jashmal). El apóstol Pablo lo explica a los romanos de este modo:

“…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.

(Romanos 3:23)

Entonces los sentidos físicos comenzaron a seducir como si tuvieran valor propio. Los ojos de Adam y Javá “se abrieron” para enfocarse en el cuerpo. Cuando esto ocurrió, el cuerpo se convirtió en una distracción para el alma. Para un ser espiritual, ¿puede haber una humillación mayor que ser reducido a algo físico y superficial?

Esto explica la razón de por qué los animales, que no tienen alma divina, nunca sienten la necesidad de vestirse. En contraste, para Adam y Javá el cuerpo necesitaba ser cubierto, para disminuir el énfasis en lo exterior y permitir que emanase el brillo del alma.

Pero la respuesta a cómo ellos lograron ser revestidos por Yahvéh, merece otra bitácora

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Una Vasija para la Luz Infinita

Por P.A. David Nesher

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre con nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerzan dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre con la imagen suya, con la imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

(Bereshit/Génesis 1:26-27)

Iniciaré esta bitácora mencionando que el teólogo Leupold ha hecho un excelente trabajo de investigación en los códigos hebreos que conforma la expresión «Y dijo Dios: Hagamos al hombre con nuestra imagen…”, mostrando que la pluralidad de hagamos no puede ser solamente la pluralidad de la realeza divina, ni tampoco puede ser Dios hablando con los ángeles, como otras interpretaciones aseguran. Es un indicio perfecto de la Unidad del Eterno, manifestada en tres persona aunque no declarada detalladamente.

Ahora sí, sumergiéndonos en los versículos considerados en el encabezamiento, el texto aquí nos permite adquirir un entendimiento claro de quién es el ser humano frente a la perspectiva divina. Las líneas del mismo vibran en una codificación que implanta en nuestra mente y nuestro corazón, la certeza de saber que somos hechos a la Imagen de Dios ( lat. Imago Dei, según el término teológico cristiano). Queda de este modo revelado por el mismo Dios, que el ser humano, como creación divina, es diferente a cualquier otra clase de criatura porque ha sido creado, formado y hecho de una manera consistente con la naturaleza del Eterno.

El significado de estas palabras nos exhorta a aceptar que existe una cima intransitable entre la vida humana y la vida animal. En ningún lado de la revelación escritural se insinúa siquiera que los animales son hechos a la imagen de Dios. Por eso, el ser humano que es humilde ante la verdad, debe aceptar que aunque los seres humanos nos asemejamos biológicamente a ciertos animales, somos distintos en nuestras capacidades morales, intelectuales, y espirituales.

Este relato también nos conduce al hecho de que también existe una brecha insalvable entre la vida humana y la vida angelical. Los ángeles no pueden tener el mismo tipo de relación de amor y convivencia con el Eterno como nosotros. Ellos fueron creados y formados en una posición de intimidad inferior, a la que el hombre puede adquirir por la fe. Por ello, debemos aceptar que los seres humanos jamás pueden convertirse en ángeles ya que son de posición superior a ellos en cuanto a poder. Sin embargo, en la posición de filiación y herencia que el Eterno nos ha entregado en el Mesías, si debemos entender que dichos seres celestiales fueron creados en una funcionalidad de servicio para los escogidos (Hebreos 1: 14).

Ahora bien, considerar la doctrina del Imago Dei (o Tzelem Elohim según el hebreo) significa aceptar que la encarnación del Mesías fue verdaderamente posible. El Eterno (en Su segunda persona de Su Unidad) verdaderamente podía venir a ser hombre, porque aunque la deidad y la humanidad no son lo mismo, sí son compatibles en cuanto a la Intención.

La palabra “imagen” que aparece en estos versículos en hebreo es צֶלֶם (tzelem), es un bello ejemplo de cómo funciona el hebreo, el cual es un idioma con raíces. La palabra צֶלֶם se relaciona con la palabra “sombra” en hebreo: צֵל (tzel). Una sombra es una imagen imperfecta que se asemeja a la cosa real que proyecta. La “imagen de Dios”, tzelem Elohim, también puede ser entendida, por lo tanto, como tzel Elohim, “sombra de Dios”, en el sentido en que es una copia imperfecta de la imagen real perfecta.

Esto significa que la vida humana tiene valor intrínseco, muy aparte de la “calidad de vida” experimentado por un individuo, porque la vida humana es hecha a la imagen de Dios.

Existen ciertas cosas específicas en el ser humano que demuestran que es hecho a la imagen de Dios:

? Solo el hombre tiene un rostro que naturalmente mira hacia arriba.
? Solo el hombre tiene una variedad tan grande de expresiones faciales.
? Solo el hombre tiene un sentido de la culpabilidad que se muestra con un sonrojeo.
? Solo el hombre habla.
? Solo el hombre posee personalidad, moralidad, y espiritualidad.

Hay tres aspectos significativos de la idea de que somos hechos a la imagen de Dios:

✍? Significa que los humanos poseen personalidad: El ser humano es el único que posee conocimiento, emociones, y una voluntad. Esto aparta al hombre de todos los animales y de las plantas
✍? Significa que los humanos poseen moralidad: Somos capaces de hacer juicios morales y de tener una conciencia
✍? Significa que los humanos poseen espiritualidad: El hombre está hecho para tener una comunión íntima con Dios. Es a nivel espiritual que podemos comunicarnos con Dios.

Considerando todo esto, debemos entender que la expresión Imagen de Dios no significa que el Eterno tiene un cuerpo físico semejante al humano. Sabemos, por lo que el Maestro Yeshúa enseña, que Dios es Espíritu (Juan 4:24). Pero, aunque Dios no tiene un cuerpo físico, él diseño el cuerpo físico del hombre como vasija de la imagen que lo representa para que pudiera hacer muchas de las cosas que hace el Eterno como Ver, oír, oler, tocar, hablar, pensar, planear, etc., pero conectado corporalmente a todo el cosmos físico, con el fin de elevarlo a la plenitud. Por ello es que el ser humano es un microcosmos que contiene coincidentemente todos las estructuras de diseño del macrocosmos.

El Destino de un Hijo Idolatrado por sus Padres… (Caín y Abel)

Por P.A. David Nesher

 

 

«El hombre se unió íntimamente a su mujer Javá, y ella concibió y dio a luz a Kayin. Y dijo: «¡Con la ayuda de YHVH, he tenido un hijo varón!«

(Bereshit/ Génesis 4:1)

Al estudiar Bereshit comprendemos que la actitud desobediente de Adán y Eva fue la causal de sufrimiento a sus hijos (Romanos 5: 14). La muerte era una amenaza constante para sus intentos de ser fecundos y multiplicarse. El apetito de la tumba no tiene fin. El dolor del parto no se limita al dolor del trabajo de parto. Ahora, en vez de ser el feliz acontecimiento que debería haber sido el nacimiento de un niño, con el tiempo se convirtió en la fuente del dolor inevitable para todos. Un niño arruinado en un mundo arruinado. Los padres también sufren porque son incapaces de proteger a sus hijos de la angustia y la naturaleza caída del mundo.

En esta oración, el objeto es la concepción, seguido de la palabra Caín. La preposición «a» que aparece en esta traducción en realidad no está en el texto original hebreo (este dato de la traducción será importante tenerlo en cuenta para la segunda parte de este versículo).

Continuando ahora con el relato, será interesante considerar el juego de palabras entre la expresión hebrea para Caín  (es decir Kayín –Gen. 4:1a-), y la palabra hebrea para «tenido» que es el hebreo Kaná (4:1b). El nombre Kayín viene de la raíz kayín, que significa comprar adquirir. Pero la palabra para tener proviene de la raíz kin, que significa tenerdar forma (Salmo 139:13; Proverbios 8:22). Por lo tanto, el juego de palabras entre Caín y tener no se basa en las raíces de palabras similares, pero si únicamente en la pronunciación en hebreo. En otras palabras, suenan igual. Una vez más, esto apunta al hecho evidente de que el idioma original de la humanidad era el hebreo.

Entonces, el nombre de Kayín, básicamente, significa, “¡lo tengo!”, “¡lo logré adquirir!” o ”¡Aquí está por fin!”. Desde esto, queda evidenciado que el pensamiento de Javá era que Kayín fue la simiente que Yahvéh prometió. Ella estaba convencida que el Libertador Celestial (Mashiaj) vendría de su vientre (Génesis 3:15). Por eso tiene sentido en que ella dijera: “¡Tengo al varón del Señor!” Justamente aquí debemos tener en cuenta un dato importante. La frase «con la ayuda del …» (NVI), o «de parte…» (RV), no está en el texto hebreo. Fue el sacerdote agustino y reformador Martin Lutero quien tradujo este versículo de esta manera, y desde entonces todos los traductores bíblicos han incorporado este error en sus traducciones. Literalmente, según las raíces hebreas, Génesis 4:1 debe leerse:

“He adquirido un varón- YHVH”.

¡Caín fue el primer hijo varón que nació fuera del huerto del Edén! Por ende, Javá (Eva) supuso que este niño era el Dioshombre.

Entonces el texto continúa diciendo:

«Después dio a luz a Abel, hermano de Caín»
(4:2)

La palabra hebrea para Abel es Hével, que significa soplovanidad o vaciedad (transitorio). Literalmente, significa «un soplo que dura poco» y hace hincapié en la brevedad de la vida humana (Job 7:16; Salmo 144:4). Al nombrar a su hijo Abel, discernimos que la maldición de la caída había comenzado a hacerse sentir en la vida de Adam y Javá. Cuando Abel nació, se dieron cuenta todo lo que él no iba a ser. Desde su punto de vista, él no sería un Dioshombre.

En circunstancias normales, los padres quieren las mejoras cosas para sus hijos. Se preguntan si sus hijos están destinados a la grandeza. Adam y especialmente Javá, tenían estas expectativas por Kayín, pero la esperanza de los padres fue más allá de las expectativas. Adam y Javá esperaban que Kayín fuera el Mesías prometido de Dios.

Javá pensó que tenía en sus brazos al Mesías, el Salvador de todo el mundo, pero lo que en realidad sostenía en sus brazos era un Anti-Mesías homicida. Obviamente, ella estaba equivocaba. Pasaría un largo tiempo hasta que el Salvador vendría.

Pero, ¿quien fue Kayín en realidad?

Pues las Sagradas Escrituras lo describe como un instrumento homicida de HaSatán (1 Juan 3:12), por lo que fue utilizado por el maligno para intentar destruir a la simiente prometida. Sí, Kayín fue el instrumento en las manos de Satanás para destruir a los hijos del Eterno, a los adoradores verdaderos del único y verdadero Dios. La sorpresa que se llevó Javá cuando supo de lo que Kayín había hecho a su hermano fue probablemente increíble. ¿Cómo destruiría Yahvéh ahora a la serpiente, si su simiente se había implantado en su hijo idolatrado? ¿Cómo haría Yahvéh para acabar con el peor enemigo de la humanidad?

Más allá de todo error humano, Yahvéh es un Dios que cumple Sus promesas. Las Sagradas Escrituras lo describe como un Dios que no se arrepiente como los hombres, ¿por qué? Porque todo está bajo su soberanía. Él tiene el perfecto control de la historia. Yahvéh había prometido a Adam Harishom (la primera humanidad) una Simiente (el Mesías) que derrotaría a HaSatán y libertaría a la humanidad de la muerte espiritual. El Código Sagrado estaba por lo tanto establecido en pacto, por lo tanto, el Eterno lo cumpliría en tiempo y forma.

Por ello es que el hagiógrafo nos relata en los versos finales del cuarto capítulo lo siguiente:

“Y conoció de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set: Porque Dios (dijo ella) me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín. Y a Shet también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de YHVH.”
(Génesis 3: 25 -26)

Javá (Eva) reconoció tarde quien de sus hijos, Kayín y Hevel (Caín y Abel), era el verdadero adorador del Eterno. Kayín fue un asesino, un instrumento del enemigo para borrar la promesa divina de Yahvéh acerca del Mesías. Sin embargo, el Eterno, cumpliendo su palabra le dio otro hijo a Javá.

El nombre Shet significa “puesto”, “sustituto”, y por lo tanto habla proféticamente de varias cosas dadas en el ministerio del Mesías. El Mesías iba a ser un sustituto para el hombre que ha muerto. El Mesías también representa al hombre y puede hacer un intercambio de manera que su muerte pueda dar nuevamente vida al hombre muerto. La fe en una muerte y resurrección representativa del Mesías está escondida en la declaración de Javá.

Esta vez Shet, restauraría la línea sacerdotal de justicia (los conocidos com Malki Tzedek) que conduciría a los hombres a invocar el nombre de YHVH, y a través de quien vendría el Mesías victorioso anunciado en Gan Edén.

Caín y su Rostro Caído

Por P.A. David Nesher

 

Por P.A. David Nesher

Y aconteció que, al transcurrir el tiempo, Káyin trajo a YHVH una ofrenda del fruto de la tierra. También Hevel, por su parte, trajo de los primogénitos de sus ovejas y de la grosura de los mismos. Y YHVH miró con agrado a Hevel y a su ofrenda. Pero no miró así a Caín ni a su ofrenda. Por eso Caín se enfureció y andaba cabizbajo. Entonces YHVH le dijo: «¿Por qué estás tan enojado? ¿Por qué andas cabizbajo? Si hicieras lo bueno, podrías andar con la frente en alto. Pero si haces lo malo, el pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte. No obstante, tú puedes dominarlo.”

(Bereshit/Génesis 4: 3-4)

En el tercer capítulo de Bereshit (Génesis) hemos apreciado como apareció en el mundo la raíz del pecado. Pues bien, al llegar al cuarto capítulo de Bereshit podemos percibir cómo se manifiesta el fruto del pecado.

Recordemos que el Eterno le había anunciado a Adam HaRishón (primera humanidad) acerca de un conflicto que vendría entre la Simiente de la Serpiente y la Simiente de la Mujer (3:15). Pues bienAdam y Java (Eva) no tardarían en experimentar la realidad de este conflicto en la trágica historia de sus dos hijos.

Este pasaje persigue enseñar que Adam y Java, con su desobediencia también trajeron sufrimiento a sus hijos. La muerte era una amenaza constante para sus intentos de ser fecundos y multiplicarse. El apetito de la tumba no tiene fin. El dolor del parto no se limita al dolor del trabajo de parto. Ahora, en vez de ser el feliz acontecimiento que debería haber sido el nacimiento de un niño, con el tiempo se convirtió en la fuente del dolor inevitable para todos. Un niño arruinado en un mundo arruinado. Los padres también sufren porque son incapaces de proteger a sus hijos de la angustia y la naturaleza caída del mundo.

La historia de Kayin y Hevel (Caín y Abel), se debe entender, en todo sentido, como la historia real de las relaciones humanas, también es una imagen del viejo conflicto de las dos semillas.

Kayin pensó en ofrecer simbólicamente un sacrificio al Eterno. Sin embargo, razonó que, dado que Dios de todas maneras no comería, él podía ofrecer aquello que consideraba oportuno para el rito, según sus propios razonamientos. Hevel, en cambio, observó a su hermano, pero lo llevó un paso más allá: si simbólicamente estamos proclamando nuestra gratitud y amor a Yahvéh, debemos llevar lo mejor del ganado, para simbolizar nuestra esperanza mesiánica.

Hevel ofreció generosamente lo mejor que poseía, corderos que nunca habían esquilado o trabajado y que no tenían defectos. Yahvéh había revelado a Adam y Javá cuáles eran los animales limpios que valían para los sacrificios, (cf. Génesis 7:2), y por eso Hevel sabía qué clase de animales el Eterno podía recibir. Por medio de los códigos gemátricos, se interpreta que es muy probable que el animal que fue sacrificado en el huerto antes de la expulsión haya sido un cordero (cf. Revelación 13:8; 1 Pedro 1:19-20), por lo que se explica que Hevel se basara en la revelación que el Eterno había dado mediante ese sacrificio. Según el Midrash, los sacrificios de Káyin y Hevel fueron dados el 14 de Nisán, el mismo día que el sacrificio de Pesaj (pascua) iba a ser ofrecido más adelante.

El  escritor de la epístola a los Hebreos escribió explicando esto:

“Por la fe Hevel ofreció a Dios un mejor sacrificio que Káyin, por lo cual alcanzó el testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y por la fe, estando muerto, todavía habla.”
(Hebreos 11: 4)

Hevel sacrificó por la fe. No dice “por fe”, sino “por la fe”. No era por cualquier fe, sino la fe, la de siempre, la única que fue dada desde el principio, la fe de los hebreos. Es evidente que Hevel tenía fe en el sacrificio futuro del Mesías, según lo que el Eterno había revelado anteriormente en la promesa mesiánica del Proto-Evangelio (cf. 3:15, 21). Y fue por esa fe fue que fue justificado, es decir declarado inocente y libre de la culpa de su pecado.

El Eterno miró con agrado a Hevel, en primer lugar, y luego su ofrenda. Vio la actitud de su corazón de amor, entrega y fe, y esa actitud fue recompensada con la manifestación de su agrado. El Midrash cuenta que cayó fuego del cielo y consumió su sacrificio. ¡Sí!,… ¡así es!… bajó un fuego y consumió el sacrificio de Hevel, pero no el de Kayin. Esto dejó a Kayin preso de sentimientos negativos. Entonces vemos que Yahvéh lo consoló y le explicó como la nueva serpiente (también conocida como “la inclinación al mal” – yetser hará-) está en cuclillas para atacar al hombre. Pero el hombre tiene el poder de vencerla si así lo desea y decide.

Kayin, el primogénito de Adam y Javá, pasó por una crisis muy profunda. Su ofrenda para el Eterno no había sido bien recibida. El problema no era que al Eterno no le gustase lo que él ofreció, sino los motivos de su corazón cuando lo ofreció. El Eterno ve lo que hay en el corazón y la intención ( en hebr. kavaná) que hay detrás de las acciones humanas. Para Él no es lo más importante lo que hagas, sino por qué estás haciendo lo que estás haciendo. Caín dio una ofrenda, pero no fue bien recibida.

El texto que nos ocupa dice que el Eterno no miró a Kayin y su ofrenda. Notemos que para Yahvéh, primero se trata de Kayin, y luego de su ofrenda. Es decir, que el Eterno no miró con agrado a Kayin y por eso no pudo recibir su ofrenda.

Entonces: ¿Cuál fue el problema de Kayin? Sus motivos no eran correctos. Su corazón no estaba entregado al Eterno. Buscaba sus propios intereses y no los de Yahvéh. Presentó una ofrenda por causa de sí mismo o por causa de lucir ante los demás, pero no por tener un corazón recto ante el Eterno. El Eterno no se impresiona por las acciones exteriores sin kavaná (intención adecuada). (Aquí, haré un parate y elevaré una exhortación: ¡Acuérdate de esto, querido discípulo: no es lo que hagas lo más importante delante del Eterno sino el POR QUÉ lo estás haciendo!)

Ahora bien, sabemos que el Eterno, que no puede ser engañado (Gálatas 6: 7), por eso aprovechó esta ocasión para enseñar amorosamente a Kayin una lección importantísima que pudo haber salvado su vida y la de su hermano. El Eterno le expresó, de alguna manera a este varón, por qué no se agradó de él ni de su ofrenda. Pero, Kayin, en lugar de revisar su corazón y de cambiar su actitud (hacer teshuvá), optó por seguir su inclinación al mal (el yetser hará) y así dejar lugar para la emoción ira que tenía, se convirtiera en enojo, y este produjera un odio que lo quemaba de tal manera que su rostro cayó.

¡Un momento!… ¡No vayamos tan rápido!… ¿Qué quiere significar el texto hebreo con la expresión “cayó su rostro”? Bueno, primero, da a entender que la cara cae por causa de un cambio de postura de los músculos faciales; segundo, se produce una mirada hacia abajo o desviada; tercero, se ofrece una cabeza inclinada hacia abajo.

En pocas palabras, cuando la ira llenó el alma de Kayin, ya no pudo tener una cara alegre. Toda su expresión corporal comenzó a hablar acerca de lo que había en su interior. El Eterno le pregunta por qué está ardiendo de enojo y por qué su rostro está caído. De esta manera le concedía una oportunidad para reflexionar y cambiar de actitud (hacer teshuvá). Pero en lugar de hacer caso a las correcciones del Eterno, Caín decidió continuar el camino de maldad que estaba formándose en su alma.

El Eterno le dio una palabra muy precisa para no tener que seguir en su camino a la muerte y escoger la vida. Con esa palabra Kayin hubiera podido elegir por la alternativa correcta: el Camino de la Vida. ¿Cómo? Por medio de hacer una elección interior de cambio de actitud. El Eterno dijo que Kayin tenía la posibilidad para dominar el mal que estaba deseando tomar control de todo su ser. Caín podía haber dominado la ira. Kayin podía haber impedido que su rostro cayera. Kayin había sido creado para ejercer dominio en este mundo y también en su mundo interior donde había una guerra entre el bien y el mal. Yahvéh le entregó la llave para salir de su cárcel de pecado. ¿Cómo podría haberlo hecho? Por medio de escoger lo correcto y decir no al enojo, la envidia y el deseo de dañar al hermano. Se trataba simplemente de una decisión. En eso consistía el poder que tenía Kayin en su interior. De este modo, Yahvéh le dio autoridad a Kayin para dominar el pecado en ese mismo momento cuando el mal estaba invadiendo su alma. Siempre esa será la clave para trazar destino: tomar una decisión determinante. Pero, lamentablemente, vemos que Kayin no quiso cambiar, y las consecuencias fueron desastrosas.

Por eso esta historia, nos permite ver claramente el simbolismo expresado por Yahvéh. Por un lado, Kayin tipifica la simiente de la Serpiente, mientras que Hevel  es un tipo de Mesías, la Simiente de la Mujer. Similarmente hoy en día, Caín y Abel representan a las dos familias del mundo. Caín representa a aquellos fuera de la fe que siguen a su padre el diablo, y son, en un sentido espiritual, la simiente de la serpiente, y Abel representa a aquellos de la fe que están en el Mesías (Efesios 1:4) y por lo tanto, en un sentido espiritual, representan a la Simiente de la mujer.  Kayin cedió ante el mal agazapado en su interior y, finalmente, el pecado lo desbordó.

Una vez que la inundación del pecado fue liberada en el mundo no había forma de detenerlo. Todo el mundo en la tierra fue ahogado por él y tiñendo todo lo que entrara en contacto. Siguiendo el ejemplo de Adán y Eva, sus hijos se rebelaron abiertamente contra el Señor. Puesto que no valía la pena tomar en cuenta el conocimiento de Dios. Por ello, el Eternos los entregó a una mente reprobada, para hacer lo que no se debe hacer. Se han llenado de toda clase de maldad, perversidad, avaricia y depravación. Están llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades. Son chismosos, calumniadores, enemigos de Dios, insolentes, soberbios y arrogantes; inventan maneras de hacer el mal, desobedientes a los padres, que son sin sentido, desleales, sin afecto y despiadado (Romanos 1:28-31).

El denominado “camino de Caín” (Judas 11) es la falta de fe que se manifiesta en estos actos terribles, en la negación de la responsabilidad y la negativa a aceptar los justos castigos de un Dios justo. Y el primer ejemplo que vemos de esto es cuando Caín mata a su hermano Abel.

Dos lecciones podemos sacar de esta trágica historia familiar. Primero, si el pecado quiere dominar nuestra alma, tenemos la capacidad dada por el Eterno para decir NO y optar por lo correcto y conveniente. Si pecamos no podemos echar la culpa a nada ni nadie, porque somos nosotros los responsables por haber dejado lugar al mal en nuestra alma. En cambio, si optamos por lo justo, aunque nuestras emociones estén ardiendo en nuestro interior, el Eterno nos ayudará a dominar nuestra mente y superar el pecado y sus consecuencias desastrosas. Recordemos que el reya Salomón, refiriéndose a esto, enseñaba que hace falta un poder muy grande para dominar la mente humana, más que para la conquista de una ciudad:

“Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad.”
(Proverbios 16:32)

Ese poder está en el interior de cada ser humano. Es el poder de la decisión. El Eterno dijo a Kayin que podía dominar el pecado. Por eso sólo él era responsable por haber decidido negar la justicia, y haber optado por el mal y sus consecuencias. Recordemos que el mal siempre comienza en nuestro interior, y es en el interior dónde diariamente tenemos que vencer la batalla entre el bien y el mal.

La segunda lección que podemos aprender de esto es que al Eterno no le agrada un rostro caído. Él nos creó para estar alegres y no deprimidos, ni amargados. Nosotros podemos optar por no dejar caer nuestros rostros en los momentos de lucha y de adversidad en la vida. NOSOTROS podemos optar por otra cara y levantarla utilizando la gratitud constante o alabanza.

Kayin Hevel tuvieron que tomar una decisión, al igual que usted y yo tenemos que tomar una decisión. Podemos elegir ser como Kayin o como Hevel. Por un lado, de la misma manera que luego lo haría nuestro padre Abraham, Hevel creyó a Yahvéh, y le fue contado por justicia (Gén. 15:6). Pero Kayin decidió por su propio derrotero, y así generó «el camino de Caín» que condujo desde entonces a la civilización humana a estar tan enemistada contra el Espíritu de Yahvéh, que el mismo Dios verdadero tuvo que traer un diluvio sobre todo el planeta, y empezar de cero con los de la fe. ¿Cuál es tu elección?

¡Que hoy tu decisión sea la correcta para que tu rostro siempre esté levantado!


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EZER KENEGDÓ: «Una Ayuda que Confronta»

 

Por P.A. David Nesher

«Y dijo Yahvéh Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él»

(Génesis 2: 18)

 

Vayomer YHVH Elohim lo-tov jeyot ha’adam levado e’eseh-lo ezer kenegdo.

  

 

Hasta ahora, las Sagradas Escrituras nos venía narrando la creación de todo cuanto conocemos de una manera maravillosa. Yahvéh, nuestro Dios, por medio de su Palabra creó todas las cosas. Él habló y todo fue hecho conforme a su voluntad perfecta.

 

Leemos como Yahvéh se tomó el trabajo de formarlo con sus manos y soplar aliento de vida sobre él. Dios preparó un lugar hermoso y propicio para el hombre, lo llenó de animales, vegetación, sol, luna y estrellas y vio Dios que todo aquello que había creado era bueno en gran manera, entonces, en su perfección trina decide crear al hombre, no de cualquier manera sino a su imagen y semejanza, creado no solo para que fuese un mayordomo en la tierra sino para que tuviera una relación filial e íntima con Él. Pero ahora con el hombre ocurrió algo diferente. Al llegar a esta porción del texto sagrado nos encontramos con el hecho de que Dios, por primera vez, vio algo que no es bueno: la soledad del hombre.

 

Por eso, a fin de lograr comprender la esencia de esta preocupación divina, comenzaremos realizando un análisis de la declaración del Eterno sobre su decisión nos ayudará a despejar toda duda.  El libro de Bereshit (Génesis) primeramente dice: «heesé lo ezer kenegdó» (Génesis 2:18), y luego: «lo matzá ezer kenegdó» (Génesis 2:20), refiriéndose a los términos utilizados para definir la declaración de Yahvéh.

 

El primer término –Ezer–  significa, ayuda.

 

La palabra hebrea que ha sido traducida como “ayuda” es ezer, cuya raíz es «azar”, que significa “rodear”, “proteger”, “defender”, “ayudar”, “socorrer”. Esta palabra no tiene nada despectivo en sí, sino que refleja lo mejor que pueda recibir una persona cuando hay necesidad.

Distintos estudios sociales demuestran que el varón está menos capacitado para poder vivir solo que la mujer. La Torah enseña que el varón es el que necesita una ayuda, no la mujer.

 

Para entender la dimensionalidad poderosa de la palabra ezer, es importante comentar que esta aparece en la mayoría de los textos en las Sagradas Escrituras como una referencia al Eterno, (cf. Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7).     El uso de la palabra  ezer  en los libros de la Tanak (Antiguo Testamento) muestra que en la mayoría de los casos el Eterno es un ezer a los seres humanos, lo que nos obliga a preguntarnos si la palabra ayuda idónea es una interpretación válida al ezer hebreo en el contexto que se utiliza para referirse a la mujer. La palabra ezer aparece veintitrés veces en el Antiguo Testamento, 2 veces se utiliza para referirse a la mujer, y 14 veces para referirse a Dios. En muchos de los pasajes, se utiliza en paralelismo con palabras que denotan fuerza, poder o energía. Algunos ejemplos son:

 

Lo primero que surge del correcto significado de ezer, es que la ayuda que la mujer, sujeta al diseño divino, brinda al varón desarrolla en él la certeza de que ella es una ayuda que viene del cielo. El varón humilde, sujeto a la Torah, acepta los consejos sabios y la ayuda que el Eterno le esté dando a través de su esposa.

 

 

La palabra ezer hace referencia a un poder o fuerza para salvar (socorro). Por lo tanto, podríamos concluir que Génesis 2:18 bien puede ser traducido como:

“Le haré un poder (fuerza o socorro)  que  sea digna de estar al lado del hombre.”

 

Esta línea de pensamiento es confirmada por la declaración de Génesis 2:23, en donde Adam declara de Ishá:

«Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona (Ishá), porque del varón (Ish) fue tomada.

El sentido idiomático de esta frase «hueso de mis huesos« es similar a la de un pariente muy cercano,  a uno de nosotros,  o mi otro igual.  La mujer nunca significó para Yahvéh un ayudante del varón, tal y como los dogmas religiosos han enseñado por los siglos. La enseñanza tradicional, especialmente de la religión cristiana, ha hecho ver a la mujer como la ayudante idónea, es decir, como una asistente o ayuda subordinada al que está socorriendo. Sin embargo, considerando las raíces hebreas del texto que estamos estudiando, comprendemos que la mujer fue creada para estar en frente del varón como su perfecto otro. Es decir, que en la cosmovisión yahveísta, la mujer sería el Otro igual del varón con quien manejaría adecuadamente los beneficios que Yahvéh estaba próximo a otorgarles.

 El Segundo Término – ke-negdó- significa «en su contra» .

 

Ahora, nos resta nada más entender cómo debemos concebir el otro término hebreo, nos referimos a ke-negdó. Ella aparece en la Tanak (Antiguo Testamento) exclusivamente para definir la ayuda que el Eterno estaba pensando para el hombre, no es posible contrastarlo con otros usos dentro del mismo texto bíblico, por lo que generalmente se traduce como «idónea», pero literalmente es: «frente a él«, «enfrentada a él«, o «en su contra«, o «opuesta a él”. Sucede que ke-negdó, tiene su raíz en negued, que significa “en el frente contrario”.

 

 

Visto desde esta perspectiva, comprendemos que la palabra ke-negdó califica a ezer, y entonces la expresión refleja más que un significado etimológico, un sentido de propósito;  en ese contexto kenegdó refiere qué clase de ayuda es la que tendrá el hombre.  Dado que la palabra tiene dos significados, ambos contrapuestos el uno al otro, no es posible hacer una traducción literal del término porque en español no tenemos una palabra que refiera ambos significados juntos, y no podemos usar un sentido y descartar el otro porque ello dejaría coja la interpretación.

 

La palabra ke-negdó puede ser traducida “que le lleve la contraria”. Esto significa que ke-negdó adopta el sentido que las actitudes y las acciones del esposo le otorgan, así por ejemplo si sus acciones son acordes al propósito declarado en la visión que Yahvéh les ha otorgado como familia, la mujer se convierte en la ayuda que anima, añade confianza y esfuerza a su marido; en cambio, si el hombre pierde esa visión, la mujer se volverá contra él y le recriminará su actitud y acción, y le conminará a adoptar aquellas decisiones que le hagan volver a encontrarse en la ruta correcta. En ambos casos, frente a él o en su contra, ella es un ezer que busca que el hombre cumpla sus propósitos.

Entonces, si el varón se porta de manera correcta, su mujer, que es temerosa del Eterno, le va a tratar bien, pero si él no hace lo que el Eterno le ha llamado a hacer, entonces la mujer se convertirá en su enemiga. La mujer ha sido hecha por el Eterno para ser así. Esa es la mejor ayuda que el varón puede tener, aparte del Eterno mismo. La mujer fue diseñada para ver las cosas de otra manera, para estar en un ángulo diferente y tener otro modo de comprender el entorno. El varón tiene más capacidad para ver las cosas de manera general, pero no tiene la capacidad de ver todos los detalles de dicha cosa o situación. La mujer ha sido capacitada para ver ciertas minucias que el varón no puede ver, y él tiene la obligación de escucharla para poder tener una imagen más completa de las cosas antes de tomar las decisiones finales y dirigir correctamente su familia.

 

Así visto, y siguiendo estas líneas de pensamiento, la traducción de Génesis 2:18, sería:

“Le haré un poder (fuerza o socorro)  que  sea digna de estar al lado del hombre, para que lo esfuerce a continuar con sus propósitos, y que le corrija cuando se salga de estos.”

Por favor, escuchemos atentamente lo que el Eterno dice:

“HAGAMOS QUE ADAM DESCUBRA EL PRINCIPIO DE SU FUERZA EN SU ENCUENTRO TOTAL CONSIGO MISMO”

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