Por P.A. David Nesher
“Y estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, y no se avergonzaban.
(Génesis 2: 25)
Todos los que hemos nacidos dentro del encuadre mental llamado cristianismo, hemos crecido con el firme paradigma de que la primera pareja humana, Adán y Eva, en el principio de la creación, andaban corriendo en “pelotas” por los distintos ámbitos del Edén como si este fuera el campo de algún club naturista cinco estrellas de la prehistoria. Al menos, así es como el dogma lo enseña desde los distintos catecismos de las denominaciones (abominaciones diría yo) de la cristiandad, y así es como la mayoría de sus adeptos aceptan interpretarlo.
Sin embargo, si nos sumergimos en la investigación del contexto bíblico que el relato del Bereshit tiene, lograremos descubrir una realidad muy diferente a la que nuestra mente occidental ha desarrollado de acuerdo a la mitología romana que ha manipulado religiosamente la forma de pensar de millones de occidentales.
Cuentan las Sagradas Escrituras que Adam e Ishá (el primer nombre que recibió Javá – Eva-) comenzaron sus vidas “desnudos y sin avergonzarse” (Génesis 2:25), pero después de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal “se hicieron conscientes de su desnudez y se fabricaron ropas” (Génesis 3:7).
¿A qué se debió el cambio?
Colocando nuestra mirada investigadora en la primera pareja antes de pecar, discernimos que ellos estaban en un estado de inocencia, de perfección y de santidad; y en ese sentido estaban “desnudos” (Génesis 2:25)
Pero: ¿Estaban desnudos de qué? El texto hebreo da a comprender que estaban desprovistos de vestiduras humanas o vestidos confeccionados por la mente de seres humanos. Entonces comprendemos que esta carencia vestiduras humanas hace referencia a que el racionalismo no los cubría, sino que su cobertura venía de la revelación que el Eterno les daba diariamente por medio de Su Instrucción (Torah).
Ahora bien, el planteo lógico continúa: si ellos estaban desprovistos de vestiduras humanas, y en ese sentido se encontraban desnudos, ¿es posible que el Eterno los haya vestido de otra cosa al crearlos?
Si analizamos bien el momento cuando Adam y Java pecaron, lo primero que descubrimos con asombro fue de su reacción:
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”
(Génesis 3:7)
Aquí la mente del investigador sincero se toma el derecho de elevar su primera duda, y entonces pregunta:
¿Cómo es posible que después de pecar, Adam Harishon (la Primera Humanidad) se dio cuenta que estaban desnudos, cuando antes de pecar la Torah dice que “ellos estaban desnudos y no se avergonzaban?” (Génesis 2: 25)?
La respuesta es muy sencilla:
En verdad ellos no estaban desnudos antes de caer en pecado. Ellos quedaron desnudos después de pecar.
Entonces la segunda pregunta que el derecho psíquico de la duda hace surgir es:
¿Si ellos no estaban desnudos, entonces de que estaban vestidos?
La respuesta la encontramos en el Salmo 104 cuando nos revela en qué consiste la vestimenta de Yahvéh:
“Bendice, alma mía, a Yahvéh. Yahvéh Dios mío, mucho te has engrandecido; Te has vestido de gloria y de magnificencia.
(Salmo 104:1-2)
Presten toda su atención ahora al versículo 2:
“El que se cubre de luz como de vestidura, que extiende los cielos como una cortina”.
Según el texto, ¿Cuál es la vestidura de Yahvéh? Sé que todos admitirán que está expresado claramente: “el que se cubre de luz como vestidura”.
En ese sentido, cuando las Sagradas Escrituras dicen que Yahvéh está vestido de vestiduras blancas, en realidad está refiriéndose a vestidura de Luz. La misma luz que cubría a Adán y Eva. Entonces cuando en Génesis 2:25 se nos dice que estaban desnudos, lo que nos está diciendo el texto es que ellos estaban desprovistos “desnudos” de vestiduras humanas (racionalismo), y no se avergonzaban porque estaban cubiertos de la misma vestidura del Eterno. En pocas palabras, la Gloria de Yahvéh los cubría.
Fundamentados en todo esto, los sacerdotes de Israel siempre enseñaron que antes de que Adam pecara, Yahvéh lo había vestido con vestimentas de “jashmal”, un puro fuego espiritual, que le permitían estar conectado al Eterno. Como todavía no estaban revelados los 613 mitzvot, Adam necesitaba esa vestimenta para poder relacionarse con el Creador. Eran vestimentas de luz (“or”). Ésta era una ropa especial que Yahvéh les hizo, para que gracias a ella pudieran apegarse a Él y crear mundos de acuerdo con la Voluntad Divina. Incluso si cuidaban una sola mitzvá, eso se les consideraría como crear mundos, porque gracias a esa mitzvá sostendrían a toda la creación.
El rey David, en su actividad profética, expresó esta revelación en el Salterio:
“Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra…
(Salmo 8:3-5)
El contexto del pasaje nos habla de la creación de Adam y Java, pues el texto dice más adelante que su misión era señorear, y dominar la tierra, la misma orden que vemos expresada en el primer capítulo de Bereshit (Génesis 1:28). Pero lo interesante del texto es el hecho de que ellos estaban coronados de gloria, ¿Cuál gloria? La Gloria de Dios, y en ese sentido, no estaban desnudos sino vestidos de gloria (“jashmal”).
Dios cubrió a Adán y Eva de esplendor con un manto glorioso de luz: el jashmal o manto de Luz. El Manto de Luz representa la justicia, la perfección y la santidad de Yahvéh.
Cuando nuestro Mesías fue transfigurado (Mateo 17:2) el hagiógrafo nos revela en su evangelio que el vestido que tenía Yeshúa era blanco como la luz. En pocas palabras, eran vestiduras de luz la que tenía puesta Yeshúa. De igual manera, Adam y Java estaban cubiertos con la gloria de Yahvéh, en su estado de perfección y santidad antes de pecar.
Por eso, debemos comprender que antes de comer del Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal, Adam y Javá se veían principalmente como almas. Ellos sabían que el alma es la vestimenta de la esencia de un ser humano (el espíritu) y que el cuerpo simplemente sirve meramente como una cubierta protectora, que permite al binomio apostólico espíritu-alma accionar en el plano físico para transformarlo (tikun). Como Adam y Javá estaban enfocados en el aspecto espiritual, no tenían consciencia de sus cuerpos.
Sin embargo, después del comer del Árbol del Conocimiento, cambió la percepción humana del mundo físico. El manto de Luz se fue y ahora se dieron cuenta que estaban desnudos. Es decir, descubrieron que el pecado de desobediencia los desvistió del Manto de Luz (jashmal). El apóstol Pablo lo explica a los romanos de este modo:
“…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.
(Romanos 3:23)
Entonces los sentidos físicos comenzaron a seducir como si tuvieran valor propio. Los ojos de Adam y Javá “se abrieron” para enfocarse en el cuerpo. Cuando esto ocurrió, el cuerpo se convirtió en una distracción para el alma. Para un ser espiritual, ¿puede haber una humillación mayor que ser reducido a algo físico y superficial?
Esto explica la razón de por qué los animales, que no tienen alma divina, nunca sienten la necesidad de vestirse. En contraste, para Adam y Javá el cuerpo necesitaba ser cubierto, para disminuir el énfasis en lo exterior y permitir que emanase el brillo del alma.
Pero la respuesta a cómo ellos lograron ser revestidos por Yahvéh, merece otra bitácora …