Por P.A. David Nesher
“Éste es el libro de los descendientes de Adam. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo.Hombre y mujer los creó; y los bendijo, y les puso por nombre Adam el día en que fueron creados. Cuando Adam había vivido ciento treinta años, engendró un hijo en su semejanza, conforme a su imagen, y le puso por nombre Shet.”
(Génesis5: 1-3)
«Les puso por nombre Adam» es una expresión que puede también ser traducida: «Y los llamó la Humanidad…» Como podemos asumir desde este dato, La palabra adam significa “ser humano” o»humanidad«, y no necesariamente ser humano varón. El nombre Adam, está estrechamente relacionado con las palabras hebreas adam, que significa “rojizo”, adamá, que significa “tierra” y dam, que significa “sangre”.
Teniendo en cuenta toda esta significación, logramos comprender que cuando el Mesías Yeshúa es llamado Hijo del Hombre, en hebreo “Ben Adam”, significa que está tomado de la tierra y tiene carne y sangre por ser un descendiente físico del primer hombre Adam. El Hijo del Hombre es un ser terrenal, pero que tiene su origen en el cielo, (cf. 1 Corintios 15:47). Ahora bien, este capítulo está presente en el rollo de Bereshit con un propósito mucho mayor que simplemente ofrecernos nombres de varones superlongevos. El texto está plagados de códigos lumínicos que persiguen generar esperanza especialmente en los tiempos de crisis y de violencia que la historia humana debe atravesar. El Eterno persigue que sus hijos primogénitos, Israel, mantengan su memoria activa en el maravilloso hecho de que el Mesías que vendría al mundo desde su seno, sería el cumplimiento a un ADN vibrante de fe, esperanza y amor a la Intención de Yahvéh.
Tenemos el problema, que cuando se lee rápidamente el texto sagrado, para colmo acompañada la mente de los dogmas cristianos, las genealogías y nombres que aparecen en la ella son saltadas por nuestra atención, ya que parecieran a simple vista que se tratasen de detalles sin importancia en la vida del lector.
De este modo el quinto capítulo de Bereshit (Génesis) se convierte en un texto que se hace blanco de esta indiferencia intelectual dogmática.
Sin embargo, el Eterno se aseguró que Su Pueblo encontrara en este listado un mensaje de Salvación que trastocaría el alma humana ante cualquier duda acerca de la promesa mesiánica que Él realizó a Adam HaRishon en el Gan Eden.
Hay una curiosidad en el versículo tres ya que aparecen las mismas dos expresiones que en el capítulo 1 verso 26, donde se habla de la creación del hombre con la imagen divina para que se conforme según la semejanza de Elohim, (be-tsalmenu ki-demutenu), pero con el orden inverso, bi-demutó ke-tsalmó “en (o con) su semejanza, según su imagen”. Es decir, que Adam, ya caído en naturaleza pecadora, inició una humanidad heredera de la misma naturaleza impregnada con la misma tendencia o inclinación al mal (yetser hará). Sin embargo, en medio de sus constituyentes genéticos brillaba una Luz proveniente del tzelem (imagen divina) que permitía que el Código Sagrado o Proto-Evangelio (Génesis 3: 15) vibrara manteniendo a cada generación humana consciente de la Salvación que del Eterno vendría a la Tierra, surgida de la humanidad misma. Para comprender mejor esto, nos sumergiremos en los códigos de la genealogía aquí expresada.
Pero también deberemos entender que Moshé comienza el capítulo 5 con las terminologías de los capítulos 1 y 2 (creó…, en la imagen de Dios…, varón y hembra…, los bendijo…) para indicar al lector que el propósito eterno de Dios y el programa para el hombre empezados en el primer capítulo son trasladados a través de la descendencia de Adán, no a través de la línea de Caín, sino la de Set. Todo el capítulo 5 es una descripción más estrecha de la línea por la que vendrá el Mesías.
Este quinto capítulo de Bereshit, en contraposición con lo relatado en el capítulo precedente, traza la línea elegida del hijo de Adam, Seth, de la cual procedía un hombre justo llamado Noaj (Noé) (Génesis 6: 9). Pero, ¿qué es lo que se enfatiza de la línea genealógica de Set? En ella no encontraremos mención de grandes contribuciones o logros que estos varones hubieran hecho a la humanidad de entonces. Solamente dos cosas marcaron a los hombres de este capítulo.
La primera contribución será el hecho de que ellos fueron hombres de fe (ej. Enoc –5: 18, 21-24–; Lamec –5:28–31–). Estos hombres miraron atrás y entendieron el hecho que el pecado era la raíz de todos los problemas y sufrimientos. Entonces, ellos miraron adelante con la esperanza de marchar hacia una redención que Yahvéh mismo iba a proveer a través de su descendencia.
Eso nos lleva a analizar la segunda contribución de estos varones sethitas (del capítulo 5). Ellos produjeron una descendencia piadosa, por medio de quienes el programa de salvación divina y su propósito eterno continuarían custodiados por un servicio sacerdotal de justicia (malki tzedek) . Sabemos que a través de esta descendencia la piedad sacerdotal continuó hasta Noaj. Mientras que la humanidad de aquel tiempo se degeneraría y sería destruida en el diluvio, a través de Noaj, la raza humana (y más que esto, la descendencia de Javá) sería preservada. La esperanza del hombre descansaba en la preservación de una buena simiente a fin que de ella se manifestara Mashiaj.
El listado genealógico de nombres que va desde Adán hasta Noé, formando un total de diez generaciones. Como lo expresé anteriormente, a primera vista, no parece ser trascendental en las Escrituras, pero sin embargo encontramos un impresionante mensaje codificado en sus nombres, algo que fue un misterio para aquellos que lo leyeron por primera vez. Este misterio es en verdad el mensaje del evangelio en el Antiguo Pacto y a toda la generación pre-diluviana.
Para explicar esto, primero debo entregarles los nombres y sus significados:
- Adán (Adam)_»Hombre» «el terrenal»
- Set (Sheth) _»Puesto por Dios»
- Enós (Enosh) _ «Enfermo», «mortal», «caído», «degenerado»
- Cainán (Kenan) _«Aflicción, dolor, gran lamento»
- Mahalaleel (Mahalalel) _«Alabado» (el) «Dios»
- Jared (Yeréd) _ «El que descendió» «El que bajó»
- Enoc (Shanok) _«Consagrado a Enseñar», «Consagrado a discipular»
- Matusalén (Methushelaj) _«Cuando él muera enviará»
- Lamec (Lemek) _«Poderoso, fuerte»
- Noé (Noáj) _ «Descanso», «Reposo», «Consolación»
Los hebreos acostumbraban a memorizar estos nombres de generación en generación, para no olvidar sus ancestros, pero primordialmente para recordar los pasos que el Eterno haría en la historia humana para mostrar Su Salvación. Juntando todos estos nombres en hebreo en el orden en que aparecen en el libro de Bereshit (Génesis 5) en una frase se tiene lo siguiente:
Adam – Sheth – Enosh – Qeynan – Mahalalel – Yered – Shanok – Methushelach – Lemek – Noaj
Si al significado de cada uno de estos nombres los entretejemos, y agregamos algunas palabras conectoras para formar una frase, obtendremos el siguiente mensaje, que era el que pronunciaban los hebreos cada vez que repetían y memorizaban estos nombres:
«El hombre terrenal – puesto por Dios – cayó – en gran dolor – pero el Dios alabado – descenderá – y nos enseñará – que cuando Él muera enviará – su poderoso – reposo y consolación».
El significado de los nombres de los diez primeros hombres de la genealogía desde Adam hasta Noaj constituye una profecía mesiánica. El Eterno se aseguró de grabar en esta genealogía su mensaje mesiánico de esperanza para toda la humanidad.
Por lo tanto, el proyecto de Salvación de Yahvéh para con la humanidad desde el principio hasta el fin de los tiempos vibra en estos nombres y en el mensaje que ellos conforman. El Eterno está diciéndonos que aunque la humanidad cayó pecado, Él mismo a través del Mesías proveería una muerte sustituta para traer el reposo de nuestras almas.
Esto nos recuerda que el mensaje de las Sagradas Escrituras se centra sólo en una persona: Yeshúa HaMashiaj.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna»
(Juan 3:16)