Sabemos ya que los doce panes de la presencia simbolizaban las doce tribus de Israel. De acuerdo a lo ordenado por el Eterno, los sacerdotes horneaban doce panes frescos cada Shabat y los ponían delante de YHVH. Los sacerdotes quitaban el pan viejo y lo comían en Shabat. En este sentido, el pan simbolizaba una comida compartida entre los sacerdotes (que representaban a las doce tribus) y el Eterno, era un memorial de la comida del Pacto en la que participaron los sacerdotes y los jefes de las doce tribus en el Monte Sinaí. El ritual de la jalá fresca el pan en nuestras mesas del Shabat nos recuerda este aspecto del servicio del Templo.
Ahora bien, sabemos también que en los días de Yeshúa y los apóstoles, el sacerdocio había crecido tanto que los doce panes no eran suficientes para alimentar a todos los sacerdotes de turno en un Shabat determinado. Cada sacerdote recibió sólo un pequeño bocado de los panes. Cuando el favor de Dios descansó sobre la nación, sucedió un milagro y el bocado satisfizo por completo al sacerdote, aunque apenas había comido más que una miga. Una vez que todos los sacerdotes hubieron comido de los doce panes y se hubieron saciado, encontraron que aún les quedaban sobras. El Talmud dice:
“Cada sacerdote que recibía un trozo de pan del tamaño de una aceituna lo comía y quedaba satisfecho, y algunos lo comían y sobraban”.
Fue por este milagro que los rabinos asociaron los doce panes de la presencia con la prosperidad de la nación. Ramban explica que el Eterno bendijo a la nación con prosperidad a través del pan de la presencia. Desde que creó el universo, el Eterno no introduce algo ex nihilo, sino que cuando quiere producir algún tipo de aumento, lo hace brotar de algo que ya existe. Por ejemplo, el profeta Eliseo realizó un milagro de multiplicación cuando hizo que una sola jarra de aceite llenara numerosas jarras más grandes.
Ramban dice que el Señor usó la mesa de la presencia para realizar un milagro de multiplicación similar en nombre de la prosperidad de la nación. Mientras los sacerdotes colocaban el pan sobre la mesa, la prosperidad fluía para toda la nación.
Por todo ello, la alimentación milagrosa de nuestro Maestro con los cinco panes a las multitudes alude al Pan de la Presencia. La primera vez, partió cinco panes y alimentó a miles, y los discípulos juntaron las sobras. La segunda vez, partió siete panes y alimentó a miles. Nuevamente los discípulos juntaron las sobras. En total, partió doce panes. El milagro indica que el Mesías marcará el comienzo de una era dorada de prosperidad espiritual y material: el Reino de los Cielos manifestándose en medio de los hombres.
Los maestros de la Biblia suelen interpretar el rasgado del velo del Templo como una señal del descontento de Dios con el pueblo de Israel y el Templo, pero la tradición judía apunta a otro significado.
«Colgarás el velo debajo de las hebillas, y meterás el arca del testimonio allí dentro del velo; y el velo os servirá de separación entre el lugar santo y el Lugar Santísimo.
(Éxodo 26:33)
El Eterno mandó que se hiciera un velo para separar el «Kodesh HaKodashim» (Santo Sanctórum o Lugar Santísimo) del Lugar Santo. Según los Evangelios, el velo se rasgó en dos pedazos cuando Yeshua expiró sobre la cruz:
“Y el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:38).
Los maestros de la Biblia suelen interpretar el rasgado del velo del Templo como una señal del descontento de Dios con el pueblo y el Templo, pero según el libro de Hebreos (leer 10:19-20), el velo simboliza el cuerpo del Mesías. ¡Él es el velo! Como la vida fue arrancada de Su cuerpo, la cortina fue rasgada con el resultado de que pudiéramos tener acceso al trono de gloria en el Templo Supremo a través de Él. Esto no es lo mismo que abrogar o anular el sistema de adoración del Templo; más bien, la rasgadura del velo dramatizó vívidamente lo que la muerte del Mesías logró para nosotros: el acceso a Dios a través del sufrimiento del Mesías.
Sobre el velo estaban bordados dos querubines. Los querubines invocan la imagen del Jardín del Edén y el camino hacia el Árbol de la Vida, como dice el relato de Bereshit (Génesis):
“Y al oriente del jardín del Edén colocó los querubines y la espada encendida que giraba en todas direcciones. para guardar el camino al árbol de la vida.” (Génesis 3:24)
Los querubines sobre el velo estaban de centinela frente al Lugar Santísimo como los dos querubines que guardan el camino al árbol de la vida (la inmortalidad) y el Jardín del Edén (el Paraíso). Cuando la cortina se rasgó en dos pedazos, la rasgadura creó un camino entre los dos querubines, simbolizando el camino de regreso al Edén.
El biblista David Daube interpreta el rasgado del velo como una expresión del dolor de Dios. Rasgar las vestiduras es un rito de luto judío. Cuando Eliseo vio partir a su maestro Elías, “tomó sus propios vestidos y los rasgó en dos partes” (2 Reyes 2:12). Por esto, algunos manuscritos de Marcos 15:38 hacen una alusión explícita a 2 Reyes 2:12 al leer: “el velo del templo se rasgó en dos partes”.
Los sabios comentaron la historia de Eliseo rasgando sus vestiduras y enumeraron varias tragedias por las cuales uno debe rasgar sus vestiduras en dos partes y dejarlas para siempre sin remendar. Incluyen la muerte del padre o la madre, la muerte del maestro, la quema de un rollo de la Torah y la destrucción del Templo o la misma ciudad de Jerusalén.
El Talmud también establece que si uno es testigo de que alguien “exhala por última vez”, debe rasgar sus vestiduras:
Rabí Shimon ben Eleazar dice:
“Aquel que está cerca del moribundo, en el momento en que respira por última vez, tiene el deber de rasgar sus vestiduras”.
(n. Bava Meitzá 25a)
El Evangelio de Marcos presenta la misma secuencia en el mismo tipo de lenguaje:
“Expiró, y el velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo” (Marcos 15:37-38).
La cortina del Templo se puede comparar con el manto de Dios:
Si no estuviera escrito en la Escritura [Lamentaciones 2:17], nadie se atrevería a pronunciarlo:
“YHVH ha hecho lo que se propuso, lo que mandó desde tiempos antiguos; Él ha rasgado Su vestido de púrpura.” (Pesikta Rabbati 27:2)
Al estudiar la cuarta aliyáh (ascensión) de la parashá Vayetzé notamos como la Torah resalta la bendición del Eterno, que había prometido multiplicar la descendencia de Yaakov avinu; y será precisamente la esposa «desamada» la que es particularmente fecunda por disposición divina que tiene especial providencia de los desamparados. Tengamos en cuenta que la esterilidad era tenida por una afrenta en la sociedad israelita. Así, la esposa despreciada por Yaakov es compensada por la Providencia divina con el nacimiento inmediato de cuatro hijos.
El primer hijo de Lea se llamaba Rubén, palabra que se compone de dos partes: reu (“ver”) y ben (“hijo”). Este nombre significa: “he aquí un hijo”.
El segundo hijo se llamaba Simeón, que contiene la raíz shama (“oír”), Lea eligió este nombre porque “el Señor escuchó” su oración (Gén. 29:33).
El tercer hijo se llamaba Leví, cuyo nombre está basado en la raízlava (“unir”).
Y el cuartohijo se llamaba Judá, que a su vez se basa en la raíz oda (“alabar”).
Al observar de cerca el significado de estos cuatro nombres hebreos, nos damos cuenta de que no se trata de palabras puestas al azar, al contrario, vemos una progresión muy consciente que describe de manera concisa la experiencia de la fe a través del Mesías.
En esta secuencia se comienza por contemplar al hijo de Dios, luego se ruega por el perdón y el Señor te escucha. El espíritu de Dios se une a tu espíritu, y a continuación proclamas las alabanzas.
La palabra hebrea Bereshit equivale al primer soplo de la Divinidad, equivale a la virtud divina más alta Keter (Corona), es el PRINCIPIO Espiritual, cuando fueron creados los cielos y la tierra y aún no se creó al ser humano. Bereshit, el principio, es la Luz ESPIRITUAL del Infinito (Ein Sof), es la Consciencia del Espíritu de YHVH, capaz de expandir, formar, generar, ordenar. Así en el primer versículo del libro de Génesis, Bereshit es el principio espiritual, capaz de expandir el universo, cuando se crearon los Cielos y la Tierra.
Para lograr captar los maravillosos secretos que esta palabra hebrea contiene de manera encriptada, los invito a conocer la historia de un sabio judío: Salomon Meir Ben Moisés
El rabino Shlomo Meir Ben Moshé (Salomon Meir Ben Moisés) fue un eminente rabino del siglo XVII. Nació en Casal en el ducado de Montserrat, en el año 1606. Fue nombrado Shlomo (Salomon) en memoria de su abuelo, y Meir, que significa «iluminar«, por causa de nacer en la semana de la lectura de la Torah que contiente el relato del nacimiento de Moshé (Moisés), cuya entrada en la tradición mundial declara haberse distinguido por una luz sobrenatural, que iluminó toda la casa de su padre en esa ocasión.
Cuando tenía apenas trece años, el joven Shlomo comenzó a componer discursos en hebreo; y prosiguió sus estudios en el Talmud y el Zohar durante muchos años con tal éxito, que al final alcanzó la reputación de uno de los judíos más eruditos de esa época.
Lo cierto es que dondequiera que Shlomo viajaba, sus conferencias en las sinagogas eran escuchadas con admiración; y los judíos de Jerusalén lo honraron con el título de “rabino”, y con frecuencia lo enviaron a recolectar las contribuciones eleemosynary (ofrenda para los pobres), que suelen recibir de sus hermanos en otros países de Asia, África y Europa.
Lo interesante de la biografía de este sabio será que en el año 1665, a la edad de cincuenta y nueve años, estudiando los códigos encriptados en la Torah (especialmente en la palabra Bereshit) llegó a la conclusión de que Yeshúa el netzarita, era de hecho el Mesías anunciado en la TaNaK. Por causa de esto, el rabino anteriormente respetado pronto se vio marginado de sus hermanos judíos. Y al no encontrar una comunidad judía nazarena en el siglo XVII, no vio otra opción para convertirse en cristiano.
Lo cierto de toda esta historia es que uno de los viejos amigos del rabino Shlomo había sido un joyero llamado David Jouaillier. Cuenta la anécdota histórica que este varón se molestó tanto cuando escuchó que Rabí Moshé había abrazado a Yeshúa el netzarita como Mesías, que declaró públicamente que deseaba tener el corazón de Rabí Moshé, para asarlo sobre las brasas y luego arrojarlo para que lo devoraran los perros.
Cierto día, Jouaillier se encontró accidentalmente con su antiguo amigo en la casa de un amigo común que era cristiano. El rabino Shlomo preguntó si era cierto que su viejo amigo había expresado este salvaje deseo. David reconoció que lo había hecho y declaró que estaba convencido de que, si sus circunstancias hubieran sido revertidas, el rabino Shlomo habría dicho lo mismo. Shlomo le preguntó a su viejo amigo si repetiría este deseo si Shlomo podía probar que Yeshua era el Mesías. «De ninguna manera.» dijo David, «pero ¿cómo probarás que la fe es verdadera?»
El rabino Moshe le dijo a su viejo amigo que podía mostrarle que Yeshúa es el Mesías en la primera palabra de la Torah.
David Jouaillier dijo que si Shlomo podía hacer esto, aceptaría a Yeshua como el Mesías inmediatamente.
El rabino Shlomo advirtió a su amigo que considerara cuidadosamente aquello a lo que se estaba comprometiendo, pero David se mantuvo firme en su compromiso.
El rabino Shlomo comenzó su exposición señalando que la primera palabra de la Torah es בראשית (Bereshit); entonces señaló que esta palabra, traducida literalmente, significa «Al principio de«, dejando una elipsis, que algunos han proporcionado insertando todo, y otros repitiendo el segunda palabra en el texto; como, «Al principio de todas las cosas«, o «Al principio de la creación«, o, finalmente, «Por causa del Principal, Elohim creó«. El rabino Shlomo Meir Ben Moshé señaló a su amigo que esta forma elíptica de expresión fue utilizada por Elohim, no por falta de otras palabras, sino por diseño, para indicar algún misterio oculto.
Shlomo continuó su enseñanza así:
«Divide la palabra en dos y tendrás בר אשית (Bar ashith), que significa «nombraré, estableceré o colocaré al Hijo». La palabra ( בר ) Bar tiene un doble significado: también significa grano o pan, en alusión al pan de la Pascua, ya las palabras de Yeshúa que dijo: “Yo soy el pan vivo, que descendió del cielo» (Juan 6:51). Hay una gran belleza en designar al Hijo con un término aplicable también al pan, con preferencia a otras palabras que significan sólo un Hijo; y también hay una propiedad sorprendente en la denominación que aquí se le da al grano, que se ha distinguido por tres nombres adaptados a los tres estados diferentes en los que se han encontrado hombres: En primer lugar el grano se llama (דגן) DAGAN, que simboliza que antes de la caída, el hombre debía subsistir del producto del árbol del paraíso, convertido en pan, y llamado דגן , que también puede traducirse como “del huerto”. En segundo lugar el grano de trigo también se llama (חטא) JITA que también significa «pecado» simbolizando así el período desde la caída del hombre hasta la venida del Mesías. Finalmente el grano también se denomina (בר) BAR que también significa “hijo” simbolizando que desde la venida del Mesías, el pan simboliza al Hijo de Yah encarnado; según la declaración de Yeshúa, «Si alguno come de este pan, vivirá para siempre«.
David Jouaillier quedó maravillado con el misterio que estaba revelando el rabino Shlomo.
El rabino Shlomo luego comenzó a mostrarle a su viejo amigo una serie de mensajes incrustados en la primera palabra de la Torah, que extrajo a través de Notarikon (un método cabalístico por el cual una palabra hebrea se toma como un acrónimo, o por el cual un acrónimo es a la inversa hecho a partir de una frase). Para conocer estos mensaje, te invito a escucharlos en esta enseñanza:
Con los años, muchos rabinos, influenciados por estos descubrimientos del supuesto rabino «hereje» Salomón Meir, han encontrado mensajes incrustados en la palabra בראשית (Bereshit); por ejemplo:
ב ראש’ת ראה א לוהים ש יקבלו י שראל ת ורה «En el principio, Elohim vio que Israel recibiría la Torah«
Así también, entre los mensajes que el rabino Moshe le mostró a su amigo:
ב ן ר וח א ב ש לושתם י חד ת מים “El Hijo, el Espíritu, el Padre, son tres, una perfecta Unidad”
“Adorarás a mi primogénito, mi primero, cuyo nombre es Yeshúa” ב כורי ר אשוני א שר ש מו י שוע ת עבודו
“Cuando venga el Maestro cuyo nombre es Yeshúa, adorarás” ב בוא ר בן א שר ש מו י שוע ת עבודו
De este modo, y a través de este maravilloso método de hermenéutica judía, el rabino Shlomo Mair Ben Moshé le mostró a su viejo amigo muchas más pruebas. David fue vencido por los misterios que estaba revelando su viejo amigo, y profesó que Yeshúa era de hecho el Mesías.
Será muy importante que leas la siguiente BITÁCORA a fin de ampliar lo que AQUÍ se ha explicado:
“Recuerda los días del pasado, entiende a las generaciones pasadas. Pregunta a tu padre y a tu abuelo y ellos te dirán”
(Deuteronomio 32:7)
En la semana que se está cerrando, hemos peregrinado nuestra fe a través de la porción “Haazinu”, que se puede traducir: «prestad oído«. Moshé comienza de forma distinta su predicación, está vez será una canción, un poema inspirado por el espíritu de la Profecía. De este modo YaH, nuestro Dios, se asegurará de revelar enseñanzas muy profundas acerca de Su Redención para Israel y, desde ella, el resto de las naciones.
Así, Moshé y su cántico perseguirá desarrollar la clara explicación del diseño profético para el que el pueblo de Israel fue, es y será el protagonista.
Antes de comenzar, necesito primeramente destacar que la mayoría de los seres humanos se niega a creer que el pasado guarda alguna relevancia para ellas y sufre por esta imprudente miopía. Por eso, es que Moshé, a través de este cántico, les suplicó a los Benei Israel para que siempre buscaran consejo con quienes gozan de experiencia y visión histórica. Generación tras generación fueron abatidas por sus pecados de inmoralidad, codicia o agresividad. ¿Acaso Israel piensa que correrá distinta suerte?
Así pues, y teniendo esto como enfoque primordial, diré que en esta canción encontramos la revelación de que el Nombre del Eterno, compuesto por cuatro letras (Tetragramaton): הוהי(“Yud Hei Vav Hei”), presenta la conjugación de todos los estados de la existencia física (pasado, presente, y futuro). La idea fundamental es que la historia humana, en estas tres facetas, será hará una verdadera Ejad (Unidad) en el momento que Israel sea totalmente redimido, y se una definitivamente al Creador. Así lo dice el profeta Zazarias:
“Y Yahvéh será rey sobre toda la tierra. En aquel día Yahvéh, será Uno, y Uno su Nombre”. (Zacarías 14:9)
Justamente en eso consiste el diseño del Proyecto Emanuel («Dios con nosotros»): que a través de la Redención, Israel y las naciones se constituyan en una “Unidad completa con el Eterno”; entendiendo que esto se logrará en la era Mesiánica, cuando el Mesías gobierne, a través de Israel, desde Sión al mundo entero enseñando los preceptos de la Torah. Ahí será cuando el Eterno será Rey sobre la tierra, Yahvéh será Uno, y Su Nombre de cuatro letras será Uno desde Israel. No habrá más religiones, ni más nombres inadecuados para el Eterno nuestro Dios. ¡Todo será Ejad (Unidad) como lo era en el Gan Eden! (Recordemos que en el Gan Edén, todas las cosas estaban unificadas por medio de la unidad de opuestos varón-mujer, y de ese modo todo vibraba en el propósito de una misma Fuente: Or Ein Sof).
Comprendiendo lo expuesto hasta ahora, nos damos cuenta por qué la letra hebrea alef (א), que es la primera letra del alefato hebreo, y que equivale al número 1, este dibujada (o compuesta) de tres letras hebreas:
dos Yod (י) y
una Vav (ו),
Para captar mejor esto, los invito a observar con detenimiento la morfología de la letra alef:
Según los Sabios, toda la Creación se une por la álef; por ello, es el número uno (unidad) dentro del alefato. Entonces, la energía de alef es el primer impulso de la Creación, el inicio del movimiento que persigue una meta.
Entonces, vuelvo a repetir que la letra alef esta compuesta por dos letras yud (י), una arriba y una abajo, y como pueden ver, por el medio cruza una letra vav (ו).
Ahora los invito a trabajar con la guematría (valor numérico) de dichas letras. Para ello, recordemos que:
el valor numérico (guematría) de la letra Yod es 10.
el valor numérico de la letra Vav es 6.
Por lo que, si sumamos estos valores: Yod (10) + Vav (6) + Yod (10), obtenemos el resultado de 26.
El número 26 es el mismo valor que el del nombre sagrado de Elohim (Yud, Hei, Vav, Hei). De aquí se entiende que la letra alef también representa al nombre de nuestro Elohim.
Recordemos que Nombre del Eterno se escribe así: הוהי (“Yud Hei Vav Hei”). A continuación sus valores numéricos:
Esto nos revela claramente que el propósito de la Redención final es llevarnos a la Unidad completa con el Creador, representada por su Nombre sagrado de 4 letras (Tetragramaton).
De igual forma, cuando se despierta en nosotros la necesidad de lo espiritual, es la actividad de Aleph que nos incita a desear Luz, de acercarnos a Yahvéh. Es decir, que este contacto con alef nos incita a la unidad ; por ello, también nos enseñará que entre ese amor Divino y nosotros hay una barrera, la cual se llama egoísmo. De modo que, al evidenciarnos este egoísmo, también nos enseña la vía de cambio.
Insistiendo nuevamente en lo mismo, diré que el nombre del Eterno, transmite la unidad del pasado, el presente, y el futuro, de la historia humana, revelando así su diseño de redención a través de Israel para la humanidad toda. Ahora bien, como ya sabemos dicho nombre, está compuesto de cuatro letras, lo cual no es una mera casualidad, ya que el número 4, en las Sagradas Escrituras, también representa la Redención. Veamos esto con algunos ejemplos:
El sol, la luna, las estrellas, que trabajan en pos de la redención, fueron creadas en el día cuarto de la creación. Su objetivo es mostrarnos los tiempos señalados, del plan redentor de Hashem para la humanidad (cf. Génesis 1: 14-17; Sal.19).
Israel estuvo en la esclavitud de Mitzrayim (Egipto) durante 400 (cuatrocientos) años y entonces vino la redención.
Israel (luego de su liberación de Egipto) estuvo 40 (cuarenta) años en el desierto, hasta que vino la redención que los llevo a la Tierra Prometida.
El Mesías Yeshúa apareció aproximadamente en el año 4000 (cuatro mil) del Calendario Hebreo y nos llegó así la redención del alma humana.
Por último, daremos como ejemplo a Haazinu, ya que este cántico de Moshé, que nos habla de la historia de la redención final de Israel y del mundo, es el cuarto cántico de una lista de nueve cánticos que se entonaron después de una liberación o redención. Esta afirmación la he sacado de un Midrash que nos cuenta esto:
«Existen 10 canciones proféticas, de las cuales Haazinu es la cuarta: 1.- Adam recito la primera shira en el Gan Eden, compuso: “Mizmor shir leiom HaShabat” (Una canción para el shabat), en la cual se habla la grandeza del shabat. 2.- En las orillas del mar de Cañas Moshe y los Hijos de Israel cantaron una shira por su maravillosa liberación del Ejército del faraón. 3.- Los hijos de Israel cantaron una canción en alabanza a Di.s por el Manantia l de Myriam (Parashat Jukat). 4.- Moshe enseño al pueblo la canción de Haazinu el día de su muerte (a punto de pasar a Heredar la tierra prometida). 5.- Cuando Iehoshua peleo con los emoritas en Guivon y el sol se detuvo milagrosamente por el bien del ejercito conquistador del Pueblo de Israel; Iehoshua canto shirá. 6.- Deborá y Barak compusieron una shirá cuando Dios hizo caer a sus enemigos en sus manos incluyendo al General caninita Siserá (Softim 5) 7.- Cuando Jana dio a luz a Shmuel, después de muchos años de ser estéril, alabo a Hashem con una canción profetica (Shmuel 2). 8.- El rey David al final de sus días compuso una canción por salvarlo de todos sus enemigos. (Shmuel 22). 9.- El rey Shlomo escribió Shir Hashirim (cantar de los cantares). 10.- La décima y más importante de las canciones (según nos dice este Midrash) será cantada por el pueblo de Israel cuando Hashem los redima del exilio presente.»
Considerando esta enseñanza, yo pregunto:
¿Quién sabe si está décima canción quizás no sea la descrita en el libro de Revelación o Apocalipsis donde leemos lo siguiente?:
“Y cantaban un cántico nuevo delante del Trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra” (Apocalipsis 14.3)
Sin embargo, el mismo libro asegura que el cántico de Haazinu será entonado junto al cántico número 10 (diez), que falta por ser cantado (según el Midrah que leímos), como un sello final de la redención que se realizará. Según la Revelación divina, tras la redención final habrá un hermoso cántico que entonar, y respecto de esto mismo está escrito en el libro de las revelaciones:
“Y cantan el Cántico de Moisés siervo de Dios, y el Cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.” (Apocalipsis 15:3)
Como podemos ver en la Redención final, existen dos cánticos:
el Cántico de Moshé, y
el Cántico del Cordero,
Así, al leer este versículo de Apocalipsis, queda evidenciado que ambos cánticos están en total armonía. Ninguno de los dos se contraponen. Es decir, que no se trata de “Gracia” versus “Ley” como lo aprendimos en el cristianismo durante tanto tiempo. Sino que se trata de la manifestación de la Ejad, es decir de la Unidad, de los dos ministerios más importantes de todas las Sagradas Escrituras: el ministerio de Moshé y el ministerio de Yeshúa el Mesías, elevando a Israel a esa vasija primigenia de Luz, acorde al diseño divino original
Con esto en nuestra mente, logramos hacer un análisis del cántico de Haazinu, en el que podemos afirmar que “Gam Zu Letová“ (traducido: “esto también es para bien”) para los que aman al Eterno, aquellos que guardan sus mandamientos; y si bien, en la historia de nuestro pueblo Israel, se cometieron grandes pecados; Idolatrías, asesinatos, el rechazo a Yeshúa como Mashiaj, y muchas otras infracciones de la Torah, es el Eterno mismo quien nos dice en la bendita Torah: ¡“Quien como tu Israel!”; “¡Que otra nación tiene estas leyes!”; “¡Que nación tiene un Di.s como tu Israel!”. Así mismo recordamos las palabras del apóstol Pablo respecto de la futura redención de Israel: “Si su incredulidad ha venido a ser la salvación para los gentiles, cuanto más significara su plena restauración”
Entonces, debemos entender y aceptar que la porción de la Torah llamada Haazinu es uno de los dos grandes cantos de Moshé incluidos en la Torah, y relata toda la historia del pueblo de Israel, el pasado, el presente y el futuro.
El sabio Najmánides escribe que toda alma israelita puede hallar su biografía completa oculta en las letras de este canto. En base a esto, el sabio Maguid de Mezeritch, el discípulo y sucesor del Baal Shem Tov, enseñó que es importante aprender de memoria este canto, ya que toda nuestra vida se despliega dentro suyo.
Es justamente estudiando este cántico que me encontré con detalles trascendentales para nuestro destino próximo y eternal.
En la emunáh de Israel, lo más importante es conservar las creencias reveladas en al Torah y mantenerlas de generación en generación, para lograr que la cultura y los protocolos del Reino de Dios no se pierdan y siempre se mantengan, aunque nos traten de apagar.
El objetivo primordial de este cántico es esencialmente que expresemos nuestro reconocimiento de la armonía absoluta de la Creación (31:19), por ello es que, en consecuencia, a menudo mezcla el pasado con el presente y el futuro, pues todo queda de manifiesto ante el profeta como una realidad total ausente de la más mínima contradicción, en el cual los sucesos futuros y pretéritos no sólo fluyen en perfecta armonía, sino que también se esclarecen mutuamente. Por ello, este caleidoscopio de acontecimientos queda destilado por un único canal expresivo como si estuviera ocurriendo al unísono.
Una de las discusiones más profundas sobre el poder de la mujer es un comentario sobre la parashá Beshalaj, llamado Miriam ‘s Circle Dance («La Danza del Círculo de Miriam«), escrito por el rabino Kalonymous Kalman HaLevi Epstein, conocido como Meor V’Shemesh . Esta obra presenta una visión gloriosa de las cosas que cambiarán cuando la mujer recupere su plena estatura y conciencia femenina, ahora madura, y ejercerá una mayor influencia en el mundo y sus valores.
R. Epstein comenta sobre un breve pasaje de la Torá que ocurre después de la milagrosa división del Mar Rojo. Con todos a salvo en el otro lado, Moshe dirigió a la gente en un himno de acción de gracias. Inmediatamente después, la Torá describe a Miriam reuniendo a las mujeres para una celebración de música, canciones y danzas.
Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón , tomó el pandero en su mano; y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas en círculo. Y Miriam les respondió: “Cantad al SEÑOR, porque ha triunfado gloriosamente; el caballo y su jinete ha arrojado al mar. (1)
R. Epstein basa su comentario en dos pistas de ese pasaje. Primero, observa que la Torá presenta información sobre el tipo particular de danza realizada, que era una danza en círculo. En segundo lugar, señala que Miriam cantó su canción de acción de gracias en tiempo presente, mientras que Moshe formuló su alabanza casi idéntica en el futuro. (2) Basándose en estas pistas, R. Epstein demuestra que Miriam, en su danza, accedió a un estado de conciencia más elevado que Moshe a través de su canción. R. Epstein basa su argumento en enseñanzas kabalísticas sobre el desarrollo de mundos.
Se sabe que la creación pasó por varias épocas antes de asentarse en la forma estable y familiar que es nuestro mundo. La etapa inmediatamente anterior a la nuestra se llama universo circular, (3) mientras que la nuestra es el mundo lineal de líneas rectas y jerarquía. (4) Estos términos son tanto técnicos como metafóricos. Describen su disposición de sefirot (las primeras como círculos concéntricos, las segundas como tres líneas paralelas) (5) y la naturaleza divergente de sus visiones del mundo.
ElZoharexplica que así como la creación emergió de las profundidades de la Divinidad, también volverá allí en un solo ciclo de extensión y retracción. Sus mundos se desplegarán hacia abajo hasta su punto final de emanación y luego comenzarán un curso inverso de regreso hacia sus raíces (y más allá). Sin embargo, a diferencia de un yoyó cuyo movimiento es similar, el universo sufre profundas transformaciones en cada etapa. La creación que regresa se ha metamorfoseado por su experiencia. Ha sido arreglado, actualizado, limpiado y transfigurado a lo largo del camino.
Sin embargo, su ruta de regreso es exactamente la inversa de su emanación original. Seguimos acercándonos al punto máximo de extensión, que estará inequívocamente marcado por la era mesiánica, y luego comenzaremos nuestro viaje de regreso a nuestras raíces. 6 La primera parada será el mundo de los círculos, el escenario que precedió inmediatamente al nuestro en la bajada. 7
Mirando hacia el futuro, el mundo circular es un estado de conciencia más evolucionado y rectificado que nuestra realidad lineal actual. Sus luces se están volviendo visibles en el horizonte, lo que indica nuestra próxima transición de esta era a la otra. R. Epstein explora las visiones del mundo de estas dos realidades y las psicologías divergentes que caracterizan a cada una.
En el mundo lineal, todo ocupa una posición única a lo largo de un continuo que se extiende desde arriba hacia abajo. Cada valor impone una jerarquía que ordena el mundo según sus preferencias. La Torá también clasifica a sus miembros según los estándares que aprecia. Un alma superior es aquella que está despierta, en continua comunión, y siempre elige la opción más productiva espiritualmente; un alma inferior ignora las verdades espirituales y se revuelca en las enredaderas repercusiones de una acción incorrecta. Esta jerarquía de estatus espiritual marca un flujo descendente de iluminación. Cada persona recibe enseñanzas del nivel superior y las pasa al nivel inferior. Todos son estudiantes para los de arriba y maestros para los de abajo.
Este mundo lineal, con su multitud de jerarquías que se cruzan, crea una red abarcadora de incentivos (tanto positivos como negativos) que motivan el trabajo demandante de recursos de superación personal. La jerarquía de estatus define un orden jerárquico que mantiene a todos esforzándose por mantenerse al día con los Jones. Las personas que ocupan rangos más altos se convierten en modelos a seguir que inspiran a otros a invertir el esfuerzo necesario para obtener un éxito similar. El objetivo de la era de la jerarquía es crear un contexto de valores, incentivos, restricciones y coacciones que presionen todo el potencial de cada alma hasta su última gota. Su línea recta presenta una clara dirección de crecimiento y refuerzos convincentes para asegurar el movimiento hacia adelante.
Con el tiempo, y con suerte muy pronto, completaremos esta ardua labor de autodesarrollo. Todo el potencial se actualizará, se limpiarán todas las impurezas, se enriquecerán todas las privaciones y se eliminará toda ignorancia. En ese punto cesará la jerarquía porque se habrá vuelto obsoleta. Todo su objetivo era instigar el agotador trabajo de la autorrealización y establecer líneas claras de autoridad para facilitar el flujo descendente de enseñanzas. Su cosmovisión, aunque construida sobre una base inestable de verdades relativas, fue (y es) notablemente exitosa en el logro de sus objetivos. Pero, explica R. Epstein, sus días están contados, sus verdades pasarán y reinará un nuevo y más rectificado orden de conciencia, llamado mundo circular.
Así como un círculo no tiene principio ni fin y cada punto es equidistante de su centro, esto también es cierto para las almas. En verdad, es imposible clasificarlos, porque cada uno es el más querido en la escala de valores que es su virtud perfeccionada.
Cada criatura eventualmente alcanzará su máximo potencial y brillará con la revelación única de la belleza Divina que solo ella puede manifestar. La dicha espiritual del mundo venidero es el gozo intensamente permanente de finalmente llegar a ser quien eres. Cuando eso suceda, el barniz distorsionador de la jerarquía se desvanecerá y, he aquí, nos encontraremos de pie en un círculo con HaShem en su centro, y bailaremos juntos en una celebración santa.
En el futuro, el Santo hará una danza circular para los tsadikim. Él se sentará entre ellos en el Jardín del Edén y cada uno de los tsadikim señalará con su dedo y dirá: “Este es nuestro Di-s por quien hemos esperado para que Él nos salve. Este es el Señor por quien esperábamos, nos alegraremos y nos regocijaremos en Su salvación» 8 ” 9
En el mundo circular, será gloriosamente claro que cada alma es igualmente preciosa y singularmente hermosa de una manera que no se puede clasificar. De manera similar, ya no será posible buscar a los vecinos en busca de guía para servir a Di-s, ya que cada persona tiene una especialidad del alma única y en esa área son los principales expertos del mundo. No hay ningún lugar donde buscar instrucción excepto directamente de HaShem , quien metafóricamente se sienta en el centro del círculo, equidistante de todos sus puntos sagrados.
En ese día eterno, todos estarán saciados con el conocimiento de Di-s hasta la máxima capacidad de su gozo y todas las jerarquías de estatus se disolverán. Con asombro descubrirán que en la escala de la iluminación todos se han vuelto iguales.
El cambio de paradigma es aún más profundo, ya que R. Epstein explica que las convenciones de género en la Cabalá hacen eco de las diferencias físicas entre hombres y mujeres. El otorgamiento es un rol masculino; recibir es femenino. En consecuencia, en el esquema lineal, el maestro es masculino en relación con el alumno que es influenciado por él. En el mundo circular, estas clasificaciones jerárquicas entre seres humanos terminarán, porque nadie recibirá guía espiritual de vecinos, cónyuges o incluso maestros. Todos acudirán directamente al Santo en busca de inspiración, y ese día, dice R. Epstein, cesarán todas las disparidades de poder, incluida la fuente arquetípica de todas ellas, la jerarquía de género, con su distribución asimétrica de autoridad y dependencia.
Todo esto lo sabía y tenía la intención Miriam cuando dirigió a las mujeres en su baile en círculo. Miriam dibujó el futuro en el presente, iniciando a la nación judía en la verdad secreta, la promesa y el anhelo del mundo circular: llegará el día, bendecido y bienvenido por todos, cuando cesarán las disparidades de poder y reinará la igualdad perfecta, cuando todos el alma brillará con su gloria, y todos se convertirán en los más amados de su Creador.
Miriam expresó su canción en tiempo presente porque en realidad tenía esa conciencia dentro de sí misma mientras cantaba y bailaba. Las luces del mundo circular son tan vastas que no pueden caber en el cerebro como un órgano aislado de la conciencia. Requieren la participación de todo el cuerpo (por ejemplo en la danza), e incluso una colección de ellos en actividad coordinada (en este caso todas las mujeres) para crear un recipiente lo suficientemente espacioso para albergar sus revelaciones. Moshe habló en tiempo futuro, porque sabía sobre la conciencia del círculo, y que eventualmente reinaría, pero no podía, en el presente, acceder a ese estado por sí mismo.
[Tomado con permiso de Kabbalistic Writings on the Nature of Masculine and Feminine].
NOTAS AL PIE
1. Éxodo 15: 20-21.
2. Miriam dice: “Cantad al Señor, porque Él ha triunfado gloriosamente; el caballo y su jinete ha echado en el mar”y Moshe habla palabras casi idénticas, excepto en el tiempo futuro“Me voy a cantar a Di-s para el extremo se ha engrandecido, el caballo y su jinete ha arrojado al mar …” ( Éxodo 15: 1) .
Leshem explica que, aunque técnicamente se llama Mundo de los Puntos, también es correcto referirse a él como el Mundo del Círculo porque, en relación con los mundos que siguen, su organización es circular. «Tratado sobre las confusiones que rodean el círculo y los mundos lineales», 3: 6. Este tratado aparece como un apéndice de HDYH.
8. Isaías 25: 9 .
9. TB Taanit 25: 9.
Acerca de la Autora:
Sarah Schneider es autora de los libros Kabbalistic Writings on the Nature of Masculine and Feminine y Eating as Tikkun , así como de numerosos artículos de revistas. Es la directora fundadora de A Still Small Voice , una escuela por correspondencia que ofrece enseñanzas semanales sobre la sabiduría judía clásica a suscriptores de todo el mundo, y vive en la Ciudad Vieja de Jerusalén.
Te invito a ampliar más todas estas maravillas leyendo:
«Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón , tomó el pandero en su mano; y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas en círculo. Y Miriam les respondió: “Cantad al SEÑOR, porque ha triunfado gloriosamente; el caballo y su jinete ha arrojado al mar.»
Shemot/Éxodo 15: 20-21
Hemos estudiado que después de que el mar se dividió y los israelitas fueron rescatados de los perseguidores egipcios, Moshé y los hijos de Israel cantaron el Shirá HaYam («Cántico del Mar»), alabando al Eterno por haberlos salvado:
«Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Eterno, y dijeron: Cantaré al SEÑOR, porque él ha triunfado, oh triunfado; El caballo y su jinete arrojó al mar. . . « (Éxodo 15: 1–18 )
Tras la conclusión de la canción, la Torah nos relata que Miriam, al frente de las mujeres, también cantó:
«Entonces Miriam, la profetisa , hermana de Aarón , tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas. Y Miriam les cantaba: Cantad al Señor, porque ha triunfado, oh triunfado; El caballo y su jinete arrojó al mar.» ( Éxodo 15: 20-21)
¿Qué motivó a Miriam y las mujeres a regocijarse con canciones, música instrumental y danza?
Para responder dicho planteo y revelarles los secretos encriptados que se encuentran en este relato, quiero animarlos a abrir su entendimiento a fin de que logren entender las costumbres litúrgicas mesiánicos-proféticas que tenemos como Pueblo Escogido y que es lo que nos permite manifestarse diferente en sus asambleas festivas.
Recordemos que la “Shiráh HaYam”, es un poema épico festivo que celebra la Victoria de Yahvéh, y anima al corazón del Pueblo, motivándolo a levantar fuerte la voz en alabanza. Por lo tanto, es un Salmo profético cuyo movimiento hay que sentir, y no explicar. Es una alabanza al Eterno, a quien hay que celebrar. Después de haber sido librados de un gran peligro, ¡cantaron con gran gozo!
Por ello, debemos acceder a esta canción con la única intensión de escucharla discerniendo todos los sentimientos que se generaron en aquel pueblo que fue transportado místicamente a los planos más elevados de la gratitud que logra activar la Gracias divina en la más inimaginable cantidad de favores y dones. Es decir, que a través de este cántico, Israel vio el gran secreto para influir en las esferas celestiales: a través de los Salmos se puede expresar agradecimiento por el alivio que encontramos en Yahvéh cuando pasamos por diversas pruebas. Así se logra la alineación de todas las energías que vibran armónicamente controlando las leyes de todo el cosmos.
Miriam, junto a todas las mujeres de Israel, comprendió este secreto, y salió a completar la atmósfera que generó la Canción del Mar ofreciendo una avodáh (servicio sacerdotal) con panderos y danzas. Los varones cantaron con sus voces, guiado por Moshé, el Shirá HaYam. Pero la canción de las mujeres estaba compuesta por la voz, las panderetas y el baile. Los corazones de las mujeres estaban llenos de gran alegría y su canto era más completo.
Sin embargo, para comprender completamente los distintos comentarios, y la explicación de los mensajes encriptados en este relato, primero debemos abordar dos preguntas que requieren interpretación:
¿Por qué se refiere a Miriam como » la profetisa, la hermana de Aarón «? En otras palabras, ¿por qué la hermana de Aarón y no de Moisés, y por qué se la llama «la profetisa» en este momento?
Habiendo salido apresuradamente de Egipto, ¿dónde encontraron las mujeres instrumentos para acompañar su canto?
Rashí (acrónimo de Rabino Shelomo Yitzhaki, 1040-1105, Francia) aborda ambas preguntas basándose en fuentes rabínicas previas:
¿Cuándo profetizó ella para ser llamada con el epíteto de profetiza? Cuando ella era [conocida sólo como] «la hermana de Aharón«, antes de que Moshé naciera, dijo: «Mi madre está destinada a dar a luz un hijo» [que salvará a Israel], tal como se encuentra escrito en Sotá 12b, 13a.
El Malbim (Rav Meir Leibush ben Yehiel Michel Weiser, 1809-1879, Rusia) sugiere lo siguiente:
«Y ella [Miriam] fue llamada hermana de Aarón , como explicó Hazal (nuestros Sabios de bendita memoria), ya que ella profetizó, cuando solo era hermana de Aarón, antes de que naciera Moisés, que un hijo nacería [de su madre] quien se convertiría en el redentor y el salvador. Y ahora que su profecía se cumplió, tomó el pandero en su mano.«
Según esta tradición rabínica, Miriam previó que su madre daría a luz al que redimiría a los hijos de Israel. Por ello, al usar los epítetos “profetisa” y “hermana de Aharón”, la Torah alude a la tradición rabínica de la declaración profética de Miriam hecha muchos años antes del evento, cuando Aarón era su único hermano.
La segunda pregunta también es comentada por Rashí: Las mujeres justas de esa generación estaban [tan] seguras de que el Santo, Bendito sea, les haría milagros, sacaron panderos de Egipto. (de Mekhilta).
Rashí está siguiendo específicamente los comentarios de Rabí Akiva, que aseguraba qeu «debido al mérito de las mujeres justas, los israelitas fueron redimidos de Egipto» (Yalkut Shimoni, Salmos 68 ). Las mujeres demostraron su firme creencia en la redención inminente de Dios mucho antes del evento, trayendo instrumentos musicales para estar preparadas para alabar a Dios de una manera verdaderamente festiva.
Tanto Miriam como las mujeres creían firmemente en la redención final de los israelitas por brazo fuerte de Yahvéh.
Basándonos en estos entendimientos, podemos abordar nuestra pregunta principal: ¿Por qué Miriam y las mujeres cantaron y se regocijaron con los instrumentos y la danza, mientras que no se hace tal mención de la música y la danza que acompañan a la canción de Moisés en los versículos anteriores?
El Mundo Venidero y la Danza Circular del Eterno.
Resulta que el sabio Kalonymous Kalman HaLevi Epstein, más conocido como el rav Meor V’Shemesh, en su comentario de esta porción, presenta una visión gloriosa de las cosas que cambiarán cuando la mujer recupere su plena estatura y conciencia femenina, ahora madura, y ejercerá una mayor influencia en el mundo y sus valores.
Meor V’Shemesh basa su interpretación en dos pistas de ese pasaje:
La Primera pista, observa que la Torah presenta información sobre el tipo particular de danza realizada, que era una danza en círculo.
La segunda pista, señala que Miriam cantó su canción de acción de gracias en tiempo presente, mientras que Moshe formuló su alabanza casi idéntica en el futuro. Miriam dice:
“Cantad al Eterno, porque Él ha triunfado gloriosamente; el caballo y su jinete ha echado en el mar” y Moshe habla palabras casi idénticas, excepto en el tiempo futuro “Me voy a cantar a Di-s para el extremo se ha engrandecido, el caballo y su jinete ha arrojado al mar … ” ( Éxodo 15: 1)
Basándose en estas pistas, R. Epstein demuestra que Miriam, en su danza, accedió a un estado de conciencia más elevado que Moshé a través de su canción. El sabio argumenta que Miriam y las mujeres discernieron los secretos sobre el desarrollo de mundos.
Miriam, y las mujeres que tomaron panderos y salieron con ella a danzar, entendieron que así como un círculo no tiene principio ni fin y cada punto es equidistante de su centro, esto también es cierto para las almas en el Olam HaVá (Mundo Venidero). En verdad, es imposible clasificarlos, porque cada uno es el más querido en la escala de valores que es su virtud perfeccionada.
Miriam, y su compañía profética femenina, vieron como cada alma humana redimida eventualmente alcanzará su máximo potencial y brillará con la revelación única de la belleza Divina que solo ella puede manifestar. La dicha espiritual del mundo venidero es el gozo intensamente permanente de finalmente llegar a ser quien eres. Cuando eso suceda, el barniz distorsionador de la jerarquía se desvanecerá y, he aquí, nos encontraremos de pie en un círculo con el Eterno en su centro, y bailaremos juntos en una celebración santa.
En el futuro, Ha Kadosh Barujú («El Santo Bendito Es») hará una danza circular para los tzadikim (justos). Él se sentará entre ellos en el Gan Edén (Jardín del Edén) y cada uno de los tzadikim señalará con su dedo y dirá:
“Este es nuestro Di-s por quien hemos esperado para que Él nos salve. Este es el Señor por quien esperábamos, nos alegraremos y nos regocijaremos en Su salvación.” (Isaías 25:9)
Todo esto Miriam lo sabía. Por eso, cuando dirigió a las mujeres en su baile en círculo, tenía la intención de dibujar el futuro en el presente, iniciando a la nación de Israel en la verdad secreta, la promesa y el anhelo del mundo circular. En su acto profético, al danzar en círculos, anunciaban que llegará el día, bendecido y bienvenido por todos, cuando cesarán las disparidades de poder marcado por un mundo jerárquico, y reinará la igualdad perfecta, cuando toda alma brillará con su gloria, y todos los seres humanos se convertirán en los más amados de su Creador.
¿Por qué Miriam y las mujeres cantando y danzado superaron a los varones?
Para responder esta pregunta, me gustaría también invitarlos a considerar al sabio Rashí quien explica cómo fue que las mujeres tenían esas panderetas:
«Las mujeres virtuosas de esa generación estaban seguras que el Santo Bendito sea haría milagros para su pueblo, por eso prepararon panderetas y bailes.» (Éxodo 15:20-21)
Cuando los hebreos dejaron Egipto, salieron apresuradamente. Tan rápida fue su huida, que ni siquiera pudieron terminar la cocción de su pan, no alcanzando este a leudarse, por lo que quedó plano como la matzáh. Sin embaro, las mujeres no se preocuparon por el sustento físico; ellas estaban seguras que YHVH lo proporcionaría.
Ellas vivieron en una dimensión más alta, más allá de la realidad natural. Todavía a pesar de su prisa, las mujeres se tomaron el tiempo para preparar, bien de antemano, algo que sentían sería esencial: las panderetas; instrumentos con los que cantaban y alababan a Yahvéh por los milagros que supieron que vendrían.
Ellas encontraron el espíritu profético de Miryam de rebelión contra el Dragón (Shamael). Ellas se rebelaron contra la depresión que habría sido natural en el sistema reptiliano que imperaba en Mitsrayim. Ellas se rebelaron contra la apatía. Se rebelaron contra la desesperación.
En su agonía, las mujeres prepararon las panderetas. Abanicaron la chispa profética de anhelar dentro de sus almas estropeadas hasta que creciera en un predominar, la llama inextinguible de la emunáh (fe). Su única preocupación era preparase para cantar con las expresiones apropiadas de alegría para los milagros que estaban seguros que ocurrirían a partir de este día, y por todas las generaciones.
Parece que el canto y la respuesta instrumental de Miriam fue una reacción espontánea al cumplimiento de su profecía, una especie de «momento de Aleluya«.
Los panderos y el baile eran una manifestación externa de su estado de alegría interno y emocional, una extensión de su ser interior en ese mismo momento. Así también, dice el sabio Malbim, con respecto a las mujeres que la siguieron: «… al darse cuenta de quetodo esto se hizo a causa [de su justicia]», respondieron «con especialregocijo por el papel que [y su justicia] habían desempeñado «.
En ambos casos, entonces, la alegría desbordaba y se manifestaba en el canto, el baile y el acompañamiento musical. Este es un modelo de la relación entre la oración, el canto, la música y nuestras emociones.
Keli Yakar (Shelomo Ephraim Luntschitz, 1550-1619, Praga), por otro lado, ve la efusión musical no como un estallido espontáneo de alegría, sino más bien como un intento de inducir un estado de alegríaprofético.
A diferencia de Rashi y Malbim, el maestro Keli Yakar sugiere que Miriam se convirtió verdaderamente en profetisa solo en el momento de la división del mar, al igual que las otras mujeres. Así lo expresa su comentario:
«Ahora ella [Miriam] se convirtió en profetisa, porque en esta ocasión las mujeres también merecieron ver la Divina Presencia hasta que dijeron: “Este es mi Dios”, como dijeron nuestros Sabios. . . . Ya que la Divina Presencia no descansa [entre nadie] sino a través del gozo. . . [Miriam] tomó el pandero en su mano, y todas las mujeres la siguieron con panderos, bailando en círculos para que la Divina Presencia descendiera sobre ellas con alegría.»
Según Keli Yakar, la música, el baile y el canto eran un medio para lograr un fin: despertar un estado de simjáh (alegría interior) que manifestará lo profético entre el pueblo. Esto parece muy diferente de Malbim, quien entendió el derramamiento de gozo como la manifestación del gozo ya existente.
Finalmente , el Rabino Zalman Sorotzkin (1881-1966, Polonia / Jerusalén) ofrece una nueva respuesta posible a nuestra pregunta de por qué Miriam y las mujeres en particular se regocijaban con canciones, instrumentos y danzas:
«Miriam no cantó una canción nueva. Ella y las mujeres sólo repitieron el cántico de Moisés y los hijos de Israel con mayor vivacidad y emoción, con tambores y danzas……. Era el mismo canto, pero con una concentración intensa y un fervor sagrado que superaba al de los hombres. De hecho, las mujeres de esa generación eran más justas que los hombres, y fue por su mérito que nuestros antepasados fueron redimidos.»
( Perspectivas de la Torah , p.168)
Entonces, y para terminar lo hasta aquí considerado, debo decir que Miriam expresó su canción en tiempo presente porque en realidad tenía esa conciencia dentro de sí misma mientras cantaba y bailaba. Las luces del mundo circular son tan vastas que no pueden caber en el cerebro como un órgano aislado de la conciencia. Requieren la participación de todo el cuerpo (expresado por ejemplo en la danza), e incluso una colección de ellos en actividad coordinada (en este caso todas las mujeres) para crear un recipiente lo suficientemente espacioso para albergar sus revelaciones. Moshe habló en tiempo futuro, porque sabía sobre la conciencia del círculo, y que eventualmente reinaría, pero no podía, en el presente, acceder a ese estado por sí mismo
Fue justamente esta habilidad musical la que le confirió a Miryam el título de profetiza, en hebreo nebîyâh (Miqueas 6:4). Ésta era la fuerza de Miriam. Una fuerza femenina nacida fuera de la amargura; una fe cosida entre la desesperación. Ésta era la fuerza profética de las mujeres que dejaron Egipto, armadas con las panderetas y dispuestas desde sus almas a ofrecer bailes de alegría y fe.
Y ésta es la fuerza que marcó una tendencia eterna en el alma de Israel: ¡Alabar la benevolencia de Yah con todo elemento musical!… Es la fuerza profética que hará de Israel la «Mujer» desposada con Yahvéh para manifestar la Simiente prometida en el Código Sagrado (Génesis 3:15)
Por eso, la «Shirá HaYam» es el cántico que reveló la importancia de expresarse con cantos, danzas e instrumentos en nuestra devoción a el Eterno. A partir de este momento, en Israel quedará perfectamente grabado el paradigma de que la música y la profecía están íntimamente relacionadas (1Samuel 10:5; 1Crónicas 25:1).
Así fue que con este cántico quedó bien grabado en el alma de las generaciones hebreas algo que las distinguirá de las religiones paganas: ¡la Vida es una Fiesta, y el Autor de la Vida merece ser celebrado con simjáh (alegría interior) exteriorizada con cantos, instrumentos y danzas!
Te invito a escuchar este AUDIO:
Te invito a LEER también las siguientes BITÁCORAS RELACIONADAS:
En hebreo la palabra Panse dice Lejem que proviene del vocablo Lejima que significa Guerra.
La persona en el momento de la comida se encuentra en una guerra de instintos (deseos y espiritualidad) y recae sobre esta persona dirigir sus acciones y disfrutes en Nombre de YHVH altruistamente.
«Luego el ángel de YHVH se ubicó en un sendero estrecho, entre las viñas, con sendos cercos de piedras a ambos lados del sendero. Cuando la asna vio al ángel de YHVH, se apretujó contra el cerco presionando el pie de Bilam contra la pared. Entonces él le pegó de nuevo. Entonces el ángel de Dios se paró en una senda estrecha a través de los viñedos, donde había una cerca a cada lado. Pero el ángel de YHVH se adelantó a ellos y se ubicó en un lugar tan estrecho, que no había espacio para desviarse ni hacia un lado ni hacia el otro. Cuando la asna vio al ángel de YHVH se echó al suelo, debajo de Bilam; por lo que Bilam se enojó y le pegó a la asna con una vara.YHVH le otorgó a la asna el don del habla. Y dijo [la asna] a Bilam: “¿Qué te he hecho para que me hayas castigado estas tres veces?”.
Bamidbar/Números 22:24-27.
La agresión física de Bilam contra su asna, a la que no puede entender, lo degrada, y los pasukim (versículos) lo presentan como una persona cruel y de naturaleza perversa. [Aquí es importante recordar que la Instrucción divina prohíbe incurrir en lo que se denomina “tsáhar bahalé haím”, es decir, causar sufrimiento a un animal. Esto nos enseña acerca de la importancia de tratar bien a los animales. El mal trato de los animales es notado en las esferas celestiales (Proverbios 12:10)].
El asna, al desviarse nuevamente (v. 25), causó que Bilam se golpeara el pie con una barrera o valla hecha con piedras. Es entonces cuando el mago azotó otra vez a la asna.
El Asna Habla… ¿Cómo, Por qué y Para qué?
Es entonces cuando el Eterno, milagrosamente, le concedió al asna la habilidad de hablar, y la bestia así lo hizo; ella reprendió al profeta por su impío castigo.
Bilam, por causa de su furia, sea vuelto tan irracional, que él respondió de vuelta sin darse cuenta que su animal le hablaba. Él parecía no estar impresionado por la asna que llevaba una conversación inteligente con él.
Estas eran crueles palabras de un profeta impío. Esto es un escalofriante recordatorio de lo que los impíos han hecho a menudo a los verdaderos profetas quienes podrían dificultar sus caminos perversos.
Al leer el texto vemos que dice:
«Bilam le respondió a la asna: “¡Te burlaste de mí. Si tuviera en mi mano una espada, ya mismo te mataría!… Y el asna dijo a Bilam: ¿No soy yo tu asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿He acostumbrado a hacerlo así contigo? Y él respondió: No,… tienes razón« (vv. 29 -30)
¡Asombroso!… Notamos a este varón admitiendo lo que su asna le plantea. Así Bilam tiene que reconocer que el asna saco lo mejor de él en esta conversación. Bilam debía humillarse a sí mismo delante de la asna, admitiendo que ella no había sido de esta manera antes, así que quizás había una buena razón para ella de ser de esta manera ahora.
Ahora los invito a dirigir nuestra atención al mensaje ético que se deriva de este evento; si preguntáramos por el hecho mismo y su finalidad, es decir el por qué habló la asna. Los sabios explican: “…Para informarnos que la boca y la lengua están en poder de YHVH; que si alguien quiere maldecir, nuestra boca está bajo la supervisión divina…”, (Yalkut Shimoni). Es decir que toda la finalidad de este milagro era afianzar la fe en un solo Dios que supervisa y controla todo el Universo. Entonces es YHVH quien hace hablar al asna para demostrarle a Bilam que es Él y solo Él quien provee la capacidad del habla, y que por consiguiente no debe maldecir a nadie.
En toda la Torah, esta es la segunda ocasión en que un animal habla con las personas; la primera vez fue en el jardín del Edén cuando la serpiente sedujo a Java (Eva). Ahora una burra habla con un mago.
Los Ojos se abren, el Mensajero se Ve y la Palabra se Revela.
Entonces Yahvéh abrió los ojos de Bilam, y vio al ángel de Yahvéh que estaba en el camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Bilam hizo reverencia, y se inclinó sobre su rostro. Y él ángel de Yahvéh le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. El asna me ha visto, y se ha apartado luego de delante de mi estas tres veces; y sí de mí no se hubiera apartado, yo también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva.« (vv. 31-33)
Este evento hizo la voluntad de Dios muy clara en cuestión. El Eterno le dijo a Bilam, bien fuerte y muy claro: “¡No vayas, regrésate ahora!” Pero Bilam no escucharía. Su codicia y avaricia eran tan grande como su orgullo mismo.
1. Significado del Triple Evento.
En estos pasukim (versículos) se cuenta un total de tres eventos en que participan Bilam y su burra. ¿Qué vio el ángel que lo obligó a pararse en tres sitios diferentes? ¿Qué significado tiene este número tres?
Notemos que en las primeras dos veces había un espacio libre en el cual el asna podía caminar, no así la última vez que el animal se rehusó a seguir su marcha.
Sobre el número 3, la enseñanza yahvista nos dice que, una vez que algo haya sido realizado tres veces es considerado como permanente; a eso se le llama «jazakáh«. Por lo tanto, el número tres representa permanencia y estabilidad.
Tres son las conjugaciones del “tiempo”: presente, pasado y futuro.
Del punto de vista de la Kabaláh, el número 3 es la cifra de la paz y de la integración.
También, entre otras cosas más, recordemos que también tres son los patriarcas de Israel; Abraham, Itzjak y Yaakov.
Sentado esto, pasemos ahora a la explicación sobre la secuencia del 3 en el evento de Bilam y su asna.
1) El ángel se paró en frente de Bilam pero dejando un espacio en cada lado. Esto quería decir que si el profeta quería emplear una fórmula de maldición para los descendientes de Avraham podía hacerlo, puesto que de Abraham nació Ismael y los hijos de otra esposa de Abraham.
2) El ángel se interpone por segunda vez obstaculizando, pero dejando espacio de un solo lado; esto significa que si el brujo quería maldecir a los descendientes de Itzjak, podía hacerlo ya que de él había nacido Esaú.
3) En el tercer evento, el asna se echa en el piso y se niega a andar, no había en absoluto paso libre, ello constituía una alusión a que por ningún motivo Bilam podía maldecir a los Benei Israel en tanto que eran descendientes de Yaakov.
De esta manera, el ángel de YHVH le mostraba a Bilam signos referentes a los tres patriarcas hebreos, lo cual significaba que no se podía maldecir a los Benei Israel.
Las tres apariciones del ángel representan al pueblo de Israel, que justamente es un pueblo tripartito compuesto de sacerdotes, levitas e israelitas; y es un pueblo que celebra anualmente tres festividades de peregrinación: Pésaj, Shavuot y Sucot.
El ángel le insinúa a Bilam que no podrá contra Israel, pues los israelitas trascienden las fuerzas naturales y están sujetos a la protección Divina.
2. El Camino del Perverso conduce a la Condenación.
El Ángel del Señor reprendió a Bilam por su mal trato a su asna, pero especialmente porque el camino que él estaba siguiendo era perverso para el Eterno. La palabra hebrea que se traduce como perverso sostiene la idea de “ir en el camino equivocado en una manera imprudente”. Este era exactamente el problema de Bilam.
Al leer la respuesta de Bilam notamos su indecisión en cuanto a si él realmente estaba desagradando a Dios. Él planteó al Ángel: “Si te parece mal.” El Eterno hizo clara Su voluntad a Bilam muchas veces, sin embargo él aún tomaba la respuesta divina que él quería, haciendo evidente que él en verdad no quería lo que el Eterno ya había claramente revelado.
“El ángel de YHVH respondió a Bilam: Ve con los hombres, pero hablarás sólo la palabra que yo te diga. Y Bilam se fue con los jefes de Balak.” (v. 35)
Así fue como finalmente, YHVH le dijo, a través de Su Ángel, que debía ir con esos hombres, pero le advirtió de que hablara sólo la cosa que Él le dijera. Recordemos que las palabras que salen de una persona tienen mucha influencia en los aires. Por eso Laván no podía hablar contra Yaakov ni bueno ni malo (cf. Génesis 31:24). Bilam no tenía permiso para hablar palabras propias. Nuestras palabras pueden hacer mucho daño. Hay momentos cuando no tenemos permiso para decir nada, (cf. Josué 6:10; Mateo 26:63).
En respuesta al corazón duro de Bilam, el Eterno le dio permiso sobre su deseo pecaminoso. Nuevamente, el Eterno no cambió Su mente. Por causa del corazón duro de Bilam, el Eterno lo envió al camino que Bilam quería seguir, aunque su final fuera un camino de juicio y muerte.
La raíz del pecado de Bilam era el amor por el dinero. En la carta de Judas (v. 11) se lo llama el error de Bilam.
Terminaré solo con lo que Rashí dijo explicando esta historia:
“…Por el camino que un hombre desea ir, por ese mismo camino es conducido…”.
Estamos ante dos pasajes bíblicos que, desde la cosmovisión cristiana, son muy complicados de comprender, por lo que la mayoría de los teólogos y hermenéutas (intérpretes) del cristianismo aseguran que es un texto oscuro. Otros, más rápidos para despegarse de la responsabilidad de investigar, salen al paso, asegurando que estamos simplemente ante unas normas higiénicas que el Eterno dio a Israel para procesar una dolencia física en la piel que en aquellos días no sabían tratar médicamente. Ya lo he enseñado en otras bitácoras: la “lepra bíblica” (hebreo tzaráat) no es la misma enfermedad de la lepra de hoy, pero sí comparten algunas afinidades. Es más, según la Torah de Dios, contraer aquella lepra hacía a una persona inmunda. Dicha inmundicia le impedía participar en los rituales del Mishkán (Tabernáculo), y después, el Templo. Así mismo, la persona afectada por tzaraat no podía comer de los sacrificios , y estaba obligado a vivir fuera de la comunidad hasta que dichas manchas desaparecieran y un sacerdote declarara su restauración e reintegración al campamento. Ahora, y continuando con lo planteado más arriba, de todos los títulos y nombres aplicados al Mesías, uno de los más extraños es el título del Talmud: “El Mesías Leproso”. Dicho título se deriva del oráculo del profeta Isaías que dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido” ( Isaías 53:4)
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“Habla a los hijos de Israel, diciendo: Si alguien peca inadvertidamente en cualquiera de las cosas que YHVH ha mandado que no se hagan, y hace alguna de ellas; si el que peca es el sacerdote ungido, trayendo culpa sobre el pueblo, que entonces ofrezca a YHVH un novillo sin defecto como ofrenda por el pecado, por el pecado que ha cometido.
(Vayikrá/Levítico 4:2-3)
Sin duda alguna debo comenzar diciendo que, al mencionar las ofrendas del Mishkán o Tabernáculo (más tarde el Templo), las imágenes que se aparecen en la mente moderna son barbáricas, paganas y primitivas. Matanza de animales, sangre y tripas que son llevadas a altares, quema de incienso y sacerdotes con vestimentas elaboradas realizando rituales complejos pero aparentemente sin sentido.
Sin embargo, dado que una parte importante de la Torah (la mayoría del libro de Vayikrá Levítico) se dedica a las detalladas leyes de las ofrendas, parecería que este tema tiene una importancia más profunda que nos demanda una detenida y profunda investigación.
En el día de hoy nos toca considerar un korván (ofrenda) lleno de códigos que revelan la gracia infinita de nuestro Dios. El mismo es llamado en las Sagradas Escrituras con el nombre dejatat, que es el nombre que se le da a la ofrenda por el pecado.
Comenzaré comentándoles que palabra jatat, se puede traducir como “error” y “pecado”. Esta palabra proviene de la raíz jatá, que significa “fallar”, “errar”, “pecar”.
También les diré una interesante curiosidad escritural. Cuando leemos el versículo 23, de este capítulo 4, nos damos cuenta que esta ofrenda también es llamada korbán, término que nos revela que también es un medio para poder ascender a YHVH para sentirse más cerca de Él. Pero, lo interesante es saber que en el resto de los versículos de este capítulo normalmente no se usa la palabra korbán (“ofrenda” o “ascensión”), como en el caso de la olá y la minjá, sino sólo le-jatat, que en la versión Septuaginta fue traducida simplemente como “pecado”. Así que el término griego técnico para una ofrenda de pecado es simplemente “pecado”. Tendiendo en cuenta este hecho, podremos entender correctamente el texto griego de la segunda epístola a los discípulos de Corintios donde está escrito:
“Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en él.” (2 Corintios 5:21)
Esto significa que el Mesías fue hecho un sacrificio de pecado, en hebreo un le jatat, por nosotros. Es decir que no es que él haya sido hecho pecado, en el sentido literal de la palabra (como lo explican los líderes cristianos), sino que en esa expresión hay una alusión clara al sacrificio de pecado que encontramos en el capítulo cuatro de Levítico.
Pecados por omisión y por premeditación: ¿cómo los trata Dios?
Ahora quiero enseñarles una cosa más en cuanto a este interesante asunto. Existen dos tipos de sacrificios por el pecado: jatat y asham. El primero expía por ciertos pecados cometidos por error u omisión, el segundo expía por ciertos pecados cometidos con premeditación.
El jatat expía
por los pecados cometidos contra los mandamientos negativos que si hubieran
sido cometidos deliberadamente, el pecador hubiera sido reo del castigo
de caret (extirpación) del Pueblo. Hay 43 pecados de este
tipo, la mayoría de ellos son de relaciones sexuales prohibidas. El jatat sólo
expía por estos pecados cuando son cometidos por ignorancia. Esto nos enseña
que la falta de conocimiento no exime al pecador de su responsabilidad. El que
peca sin saber también es culpable delante del Eterno.
Al leer el versículo que encabeza esta bitácora, vemos que en el primer caso se habla del sacerdote ungido que peca, trayendo culpa sobre el pueblo.
La Torah revela que como el Sumo Sacerdote (Kohen Gadol) representa al pueblo, su pecado repercute sobre toda la nación. El pecado también puede consistir en que el Kohen Gadol haga una mala interpretación de la Torah y luego él mismo siga esa decisión halájica equivocada resultando en que también el pueblo la siga.
La expresión “el sacerdote ungido” es la traducción del hebreo ha-kohén ha-mashíaj. Ésta es la primera vez que aparece la expresión ha-mashíaj, “el ungido”, en la Torah. Dicha expresión aparece tres veces en esta aliyá (v. 3, 5 y 16). Ahora bien, no sé si logran darse cuenta de la maravilla que esto revela: ¡Es muy significativo que la primera vez que el Mesías es presentado en la Torah, es en relación con el sacrificio de pecado! Tenemos tres versículos como testigos firmes que muestran que la tarea primordial del Mesías es redimir el mundo por medio de su propio sacrificio de pecado “para que todo aquel que cree en él, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Al leer el versículo notamos que dice así: “si el que peca es el sacerdote ungido (HaMashíaj), trayendo culpa sobre el pueblo” En este texto está escrito que HaMashíaj es el que tiene pecado y ese pecado llega sobre el pueblo. La imagen de la sombra mesiánica está invertida, ya que en el arquetipo divino es el pecado del pueblo el que vino sobre el Mesías Yeshúa, y la justicia suya vino sobre el pueblo.
Al leer el versículo 5 vemos que está escrito:
“Luego el sacerdote ungido (HaMashíaj)tomará de la sangre del novillo y la traerá a la tienda de reunión”
Aquí está escrito que HaMashíajes el que trae la sangre al Mishkán (Tabernáculo). Así mismo, en el arquetipo divino, fue Yeshúa el Mesías quien llevó su propia sangre al Santuario Celestial.
En el versículo 16 vuelve a aparece una expresión semejante:
“Entonces el sacerdote ungido (HaMashíaj) traerá sangre del novillo a la tienda de reunión”
La Torah revela aquí que parte de la sangre debía ser llevada sí o sí al Mishkán. Esto anunciaba el momento cuando el Mesías Yeshúa llevaría Su bendita sangre al Santuario Celestial, tal como queda explicado en el libro de Hebreos:
“… y no por medio de la sangre de machos cabríos y de becerros, sino por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.” (Hebreos 9:12)
Según el intérprete Rashí, el novillo tiene que tener tres años de edad, figurando así a Yeshúa, quien cumplir su obra redentora, ya tenía tres años de ministerio terrenal.
Enfocándonos más detalladamente en la halajá de este korbán nos encontramos con la revelación de que una vez que la sangre del novillo era llevada dentro del Tabernáculo, el resto del animal no se podía comer, sino que debía quemado fuera del campamento (cf. Levítico 4:21; 6:30; 16:27, Hebreos 13:11-12). Por favor, tengamos en cuenta que esto nos habla de la muerte del Mesías, cuya sangre fue llevada al interior del santuario celestial, pero su muerte ocurrió fuera de las murallas del Templo, cerca del altar que estaba en el Monte de los Olivos.
Es muy importante que al ver los korvanot, tengamos en nuestra mente que todos los sacrificios son sombras del sacrificio del Mesías ya que base del sacrificio del Señor estos sacrificios obtienen validez delante de YHVH.
Ahora quiero invitarlos a que miren un detalle asombroso de la gracia divina escondido en estos korvanot:
“Pondrá su mano sobre la cabeza del macho cabrío y lo degollará en el lugar donde se degüella la ofrenda de ascensión delante de HaShem; es una ofrenda por el pecado.” (v. 24)
Resulta que en el lugar donde era degollada la olá, es decir al lado norte del altar, se degollaba también el jatat, con un solo objetivo: no avergonzar al pecador (cf. v. 29, 33). Así los demás ofertantes no veían si el sacrificio era de ascensión o de pecado, y no se daba lugar para pensamientos prejuiciosos y lashón hará (lengua maligna) contra el pecador que regresaba a YHVH.
Es decir, que cuando una persona venía con un sacrificio al Tabernáculo todo el mundo podía ver esa acción. Pero lo interesante de esto es que no se sabía a qué venía el sacrificio, si era para una ofrenda de ascensión (olá) o una ofrenda de pecado (jatat), ya que ambas ofrendas se ofrecían en el mismo lugar. Nadie más que el pecador arrepentido y el sacerdote de turno sabían para qué era dicho sacrificio. De esa forma el pecador arrepentido quedaba protegido de las habladurías de la gente, porque no sabían que su ofrenda era de pecado.
Este detalle nos enseña que el Eterno es muy cuidadoso para no avergonzar al hombre, especialmente cuando tiene un corazón arrepentido. En lugar de exponerlo en público lo protege y no solamente cubre su pecado mediante el poder de la expiación del sacrificio sino también cubre su honra por medio de esta ley que estamos estudiando. ¡Es evidente que el Eterno protege de esa manera la fama de cualquier pecador arrepentido!… ¡Su amor es grande y asombroso!
Así mismo hoy la Torah divina persigue que aprendamos de nuestro Padre celestial y lo emulemos en lo mismo. En sus líneas está claro que no debemos actuar avergonzando a uno que está arrepentido de su pecado y, por lo tanto, jamás debemos revelar los pecados de los demás, si estos ya han sido perdonados por el Eterno en la Sangre preciosa de nuestro Señor Yeshúa.
¡Alabemos al Eterno por su amor, su perdón y su respeto al hombre!
¡Que gran contraste! Una vivencia celestial en la cumbre; un resultado inframundano a los pies del Monte Sianí. Esa es la síntesis del mensaje de este shiur (lección). Para el pueblo de Israel, Moisés se demoraba en el Monte y eso le hacía perder su confianza (emunáh). Sus percepciones sensoriales prevalecieron sobre toda certeza extrasensorial. El líder no regresaba, quizás había fallecido. En ausencia de Moisés, el pueblo se intranquilizó. Sin su líder, quedaron abandonados a sus propios recursos.
Es cierto que Moisés tardaba, pero Dios tenía un propósito maravilloso por la tardanza de Moisés, y muy pronto terminaría. El Eterno quería que ellos comprendieran que su relación con Él ya era directa, pues ya contaban Su Instrucción en sus mentes y corazones. Todo lo que ellos necesitaban era ser pacientes un día más y la preciada Torah sería de ellos para reparar o rectificar (tikún) el mundo entero. Pero debido a que el pueblo no pudo ver la razón de la tardanza, ellos permitieron que esto les fuera de tropiezo.
Az yashir-Moshe uveney Yisra’el et-hashirah hazot l’Adonay vayomeru lemor ashirah l’Adonay ki-ga’oh ga’ah sus verojevo ramah vayam.
«Entonces, al ver el milagro divino, Moshé, junto a los israelitas, entonó este cántico a YHVH, que declara: “Cantaré a YHVH porque es sumamente exaltado, y al caballo con su jinete arrojó al mar.»
(Éxodo/Shemot 15: 1)
Si lo pensamos bien notaremos que la salida de Mitsrayim (Egipto) no garantizó la libertad, ya que a los pocos días el Faraón y su ejército persiguieron al pueblo de Israel y lo alcanzaron a las orillas del Yam Suf (Mar Rojo). Recién en este hecho, aquello que parecía una nueva desgracia se convirtió en la salvación definitiva. Y es que el paso del mar colocó a Israel fuera de las fronteras de Egipto, y la destrucción de ejército egipcio ponía el sello a la liberación total… (Aclaración: Israel quedó fuera de las fronteras de Mitsarayim pero, lamentablemente no se liberó de la influencia egipcia pues los paradigmas reptilianos de este imperio aún impregnaban su forma de pensar; como siempre lo expreso: «¡Ellos salieron de Egipto, pero Egipto nunca salió de ellos!»
Lo cierto es que el Eterno hizo cruzar al pueblo de Israel elmar Rojo ordenándoles que partieran las aguas y en el momento que los egipcios tomaron el mismo camino en la persecución, el Eterno hizo que las aguas a su curso normal ahogándolos.
En ese momento de inspiración, el pueblo de Israel entonó junto a Moshé uno de los cantos más bellos, el conocido «Shirá HaYam«, que se traduce como “El Canto del Mar”, expresando su agradecimiento a YHVH por la milagrosa salvación en la que les permitió participar.
Ningún suceso de la historia de Israel mereció una manifestación de alegría tan grande, que se conservará en la historia israelita como un modelo de inspiración divina para renovar a través de los siglos las victorias que el Eterno concederá a los suyos. Un ejemplo de ello lo vemos en el libro de los Jueces, en donde Débora celebra la victoria de Israel sobre los cananeos, surgiendo desde las pautas profética que marca el Shirá HaYam. Así será tan fuerte la Presencia del Espíritu de la Profecía que este cántico, traspasará las dimensiones geográficas de la historia universal, y se convertirá en un canto que, según la revelación divina, servirá incluso para alabar en el Olam Havá (Mundo Venidero).
Una Canción con Connotaciones Cósmicas.
En verdad, y desde una sencilla consideración, notamos que esta canción es una verdadera alabanza dirigida al Creador, que tiene como único propósito agradarlo a Él, exaltando Su Santo Nombre. Muestra al Eterno manifestándose en el plano de la historia factual en una lucha frontal contra el Faraón y su ejército, pero revelando una confrontación cósmica contra las fuerzas del mal que quieren conducir la existencia al caos, tal como quedará escrito en los Salmo y los profetas:
«Dividiste el mar con tu poder; Quebrantaste cabezas de monstruos en las aguas. Magullaste las cabezas del Leviatán, Y lo diste por comida a los moradores del desierto.» (Salmo 74: 13 – 14)
«En aquel día YHVH castigará con su espada dura, grande y fuerte al Leviatán serpiente veloz, y al Leviatán serpiente tortuosa; y matará al dragón que está en el mar«. (Isaías 27: 1)
Entonces, debemos aceptar que estamos ante una poesía profética que canta la Gloria y Poder de Yahvéh, que se ha mostrado venciendo a los poderosos egipcios, y anegando al «caballo y al jinete» (v.1), símbolos de los engranajes astrales llamados Tanin (Dragón).
Considerado así, es claro que el texto del cántico describe que el pueblo participó corporativamente de una experiencia mística en la que vieron como el «sar» («príncipe» o «principado«) de Mitsrayim, que controlaba los mecanismos principales del sistema reptiliano, se vio bloqueado en su obra por la Gloria del Eterno que lo anuló dándole vuelta sus «carros«, imagen viva de las asignaciones astrológicas siendo tambaleadas por la Voluntad del que pelea por Israel.
¿Quién era ese «Sar» (Princípe) de Egipto?
Según los sabios, Samael, (en hebreo: סַמָּאֵל, que se traduce como «Veneno de Dios» o «Ceguera de Dios»; también conocido como «Samemel«, «Smil«, «Samil» , «Samiel«), el «rosh» (o «cabeza«) de todos los «Sarim» (principados) que supervisan al Sitrá Ajrá (que se traduce como «El Otro Lado» y es el defensor mismo de Esav).
Así pues, al volcar las ruedas de los carros egipcios, les fue revelado a los israelitas que este príncipe primordial del mal quedó derrumbado en todos sus planes celestiales astrológicos contra el Pueblo Escogido de YHVH, tal como más tarde lo reconocería el malvado hechicero Bilam en un oráculo:
«Porque no hay agüero contra Jacob, ni hay adivinación contra Israel. A su tiempo se le dirá a Jacob y a Israel: ¡Ved lo que ha hecho Dios!« (Números 23: 23)
Entonces el Shirá HaYam será un cántico en el que el Eterno es reconocido como el único responsable del acto de la Redención (hbr. «Guehuláh«), a tal punto, que no sólo Israel es mencionado en forma marginal (v. 19) sino que Moshé queda ausente en todo este cántico.
De este modo, al cantar todo Israel el Shirá HaYam, logrará conformar un himno profético que dará sentido cósmico al seder del Pesaj que hicieron la noche del 14 de Aviv, y fortalecerá el sentido mesiánico de esta festividad dando la impronta celestial que necesitarían las futuras generaciones al celebrarla. La historia conmemorada en el Pesaj se haría así vivencial cada vez que los descendientes de Yaakov se reunieran para celebrarla.
Así mismo, Israel comprendió por qué y para qué el Eterno los condujo por este camino. Él quería mostrar su gran y único amor a Israel llevándolos al Sinaí para revelarle los secretos del Esplendor (hbr. «Zohar«) de la Sabiduría (Jokmáh) de su propósito eterno. Por ello, necesitaba asegurar ese amor por medio de una Alianza Matrimonial que garantizaría Su Protección, tal como un esposo promete proteger a su esposa. Este pacto de amor quedaría sellado con un contrato (ketuváh) escrito que es la Torah (Instrucción) divina.
Por eso, toda aquella alma redimida que estudia los secretos del Cielo (codificados en la Torah) cada mañana al despertar, vincula su vida en una relación de alianza marital con el Boré Olam (Creador del Universo), quien como esposo vuelva a asegurarle provisión y protección sobreabundantes.
Teniendo en cuenta lo explicado hasta aquí, podemos entender por qué los midrashim («estudios» o «comentarios«) registran que cuando los israelitas cruzaron el mar y entonaron la “Shirá HaYam”, los ángeles, que participaron desde los ámbitos celestes en este evento, también quisieron cantarlo, pero entonces Elohim les dijo: “…Los israelitas cantarán primero, y solo después lo harán ustedes…”.
Así, el “Cántico del Mar” (o también conocido como «Cántico de Moshé»), es el documento poético-profético más antiguo de la literatura hebrea. Está animado por una auténtica emoción que expresa lo que se conoce como el gozo de la salvación (Salmo 51:12). Desde esta sensación celestial, el alma redimida de cada israelita logra hacer que la emunáh (la fe) y la bitajón (confianza) en Yahvéh se manifestaran como fuerzas mesiánicas que produjeron la apertura de Yam Suf.
Vibrando en esta dimensionalidad de poder, Moshé supo expresar con palabras llenas de entusiasmo, todo lo que cada israelita sintió en su alma por este maravilloso acontecimiento. El Pueblo escogido de Yahvéh aprendió el gran secreto de la guerra espiritual: los hombres pueden vencer a sus enemigos en el campo de batalla. Pero no existe poder humano que sea capaz de aniquilar al adversario, hundiéndolo hasta el fondo del abismo, como se hunden las piedras o el plomo.
Discusiones literarias… ¿Pérdidas de tiempo?
Me veo obligado aquí ha comentarles que se ha discutido mucho acerca del género literario de este cántico. Algunos dicen que es un himno, otros aseguran que se trata de una letanía antigua, otros postulan que más bien se trata de un cántico de coronación al estilo de los Salmos 96 y 99.
En medio de todas estas discusiones de expertos, lo cierto es que la mayoría de ellos admite que estamos ante un texto bastante homogéneo, pero profundamente rico en matices estilísticos, que no admite ser clasificado en su totalidad. Ellos dicen que esto es lo que lo convierte en un poema misterioso con un mensaje poblado de encriptaciones (mensajes codificados que sólo pueden leerse aplicándose una clave).
Por eso, hay que decir algo importante en cuanto al recurso literario. En materia de poesía, los hebreos no usaban la versificación. El historiador Flavio Josefo escribe a este propósito que el canto, así como su bendición a las doce tribus, escrita al final del Pentateuco (c.f. Deut. capítulo 33), fueron escritos en forma hexamétrica. En cuanto al rey David, compuso algunos de sus salmos en trímetros y otros en pentámetros.
Desde esto, diré que el cántico de Moshé encierra una belleza insuperable, debido al mensaje cósmico que encierra. Por eso, su traducción a cualquier idioma hace que pierda gran parte de su majestuosidad y disminuya el magno sentido de sus palabras celestiales.
Para nosotros, y desde nuestra sencillez para acercarnos al texto divino, es importante saber que este Cántico tiene tres temas principales:
1) La Grandeza del Eterno.
2) La Liberación de los egipcios.
3) La entrada futura en Eretz Israel con una sutil alusión al reino del Mashíaj.
Interesante será considerar aquí lo que El Zohar dice:
«… Se nos ha enseñado [desde la antigüedad misma de nuestra existencia como Pueblo] que cada uno que canta este himno diariamente con devoción verdadera será digno de cantarlo en la Redención que se acerca en el futuro, porque se refiere a la vez al mundo pasado y al mundo venidero; contiene confirmaciones de fe y misterios que se relacionan a los días del Mesías. …».
Al igual que el Zohar, el libro de las Revelaciones (Apocalipsis), nos explica que este cántico resonará en el tiempo de la redención final y la resurrección de los justos.
“… Vi en cielo otra señal, extraordinariamente grande y espeluznante: siete ángeles armados con siete plagas, las últimas, porque a través de ellas, la ira justa de Dios fue finalmente satisfecha. Y vi algo parecido a un mar transparente, como el cristal pero mezclado con fuego, y a los vencedores de la bestia, y de su estatua, y del código secreto de su nombre, en pie, sobre el mar transparente como el cristal, teniendo en sus manos arpas dadas por Dios. Y cantan el cántico de Moshé, siervo de Dios, que es también el cántico del tierno Cordero, introduciéndolo así: «¡Grandes y maravillosas son tus obras, YHVH Dios, El Shaddai, justos y verdaderos tus caminos, Rey de todas las naciones! ¿Quién no te temerá YHVH y glorificará Tu Nombre? Porque solo Tú eres el Santo, por lo cual, todas los gentiles vendrán, y te rendirán culto postrados ante Ti, porque tu justicia ha sido manifiesta a todos.« (Apoc 15:1-4) [Código Real del NT].
En pocas palabras, el «Cántico de Moshé y del Cordero” (Mashiaj), son los cánticos del final de la redención. Al igual que Moshé y los hijos de Israel salieron del mar, así será también la resurrección de los muertos en el Mesías. Es decir, que todos los que pongan su confianza en Mashiaj y en la Torah de Moshé, serán redimidos de la muerte para poder cantar en el “otro lado” este cántico al Eterno.
Escucha con tu corazón esto:
Te invito a LEER también las siguientes BITÁCORAS RELACIONADAS:
*“ _Este mes será para vosotros el principio de los meses; será el primer mes del año para vosotros_.”*
(Shemot/Éxodo 12:2)
El primer mandamiento (mitzváh) que el Eterno le entregó a los hebreos para que se destacaran como pueblo escogido fue el de Rosh Jodesh, traducido como «Cabeza de Mes«, “Nuevo Mes” o «Luna Nueva«.
De ese modo, el mes del Aviv, (cf. 13:4), quedó establecido por el Eterno como el primero de los meses del año hebreo. Desde entonces, los israelitas tendrían una responsabilidad nacional de contar los meses y de crear un calendario que estuviese basado en el año lunar según la cosmovisión mesiánica que YHVH ahora les otorgaba.
Ese mes coincide más o menos con la última mitad de marzo y la primera mitad de abril, según el calendario romano. La palabra aviv [Dicc. Strong H24] significa “espigas verdes”. En la Edad Media tomó el significado de “primavera” y así es usada en el hebreo moderno. En el mes de las espigas verdes, el de la primavera, el pueblo de Israel salió de Egipto. Es el mes de la redención.
Este mes también tiene el nombre babilónico de Nisán (cf. Nehemías 2:1; Ester 3:7), nombre con el que se lo ha llamado después del regreso del cautiverio en Babilonia y Persia hasta hoy.
Ahora bien, más allá de estos detalles técnicos, ocurre que al estudiar este mitzváh, surgen en la mente de todo investigador el siguiente planteo: ¿acaso no es éste un extraño primer mandamiento?
Uno pensaría que el desarrollo de un calendario vendría sólo después de que fuesen establecidos los fundamentos básicos, como los Aseret HaDibrot (Decálogo). Entonces, se suman otras preguntas más:
¿Por qué la Torah considera el proceso de establecer el nuevo mes como un gran avance en la creación de una nación?
¿Qué tenía de malo el calendario solar que todos los demás habían estado usando?
¿Y cuál es la importancia de basar el Calendario Hebreo en la luna?
El Derecho Humano de Ser Dueño del Tiempo.
Nuestro calendario determina en qué día se celebrará cada festividad del Eterno. Hemos aprendido que cada fiesta en particular trae consigo una realidad espiritual concreta que está disponible en ese día específico que se convierte en una zona de tiempo en el que el Mundo de Arriba se une al Mundo de Abajo por medio de portales cósmicos que se abren en dichas jornadas. Pesaj, por ejemplo, contiene la oportunidad de alcanzar la libertad espiritual; Yom Teruáh es el momento del juicio.
De este modo, y con esta perspectiva divina, la determinación de este calendario es puesta directamente por el Eterno en manos humanas. Entonces, si la luna apareciese un lunes pero nadie la ve realmente sino hasta el martes, «ver es creer» y la corte decidiría que el primero del mes fue el martes. Como resultado, Yahvéh, por así decirlo, seguiría la decisión de la corte y actuaría de acuerdo a ella, por lo que en el caso de Yom Teruáh, ¡Él pospondría Su juicio a nivel mundial por un día!
Con este mandamiento, el Eterno pretendía darle un fortalecedor mensaje a Su Pueblo. Hasta ahora, ellos habían sido esclavos de los egipcios. Su tiempo no era propio. Pero ahora, el Eterno les está diciendo: «Ustedes se convertirán en amos de su propio tiempo. Pero no solamente de su propio tiempo, ¡sino que también de Mi tiempo!«
Así el Eterno entregó por medio de este mandamiento su propio sistema de medición del tiempo. Dicho sistema, si seguía incondicionalmente este mandamiento, permitiría a cada israelita hacerse cargo de su responsabilidad de dar forma a la realidad física con la energía de la innovavión (hbr. jidush), que permitiría renovar ciclos y así llegar a las distintas festividades evitando el ritualismo tradicional que encapsula a los hombres en el sistema dogmático de la religión.
Es decir que el Eterno entregó en este mandamiento una herramienta cósmica que permitiera el control sobre la naturaleza en sus distintos niveles.
¡Aleluya!…. Mientras que el tiempo avanza constantemente, sin nunca detenerse, marchando en un espiral cíclico y repetitivo, a nosotros, los primogénitos del Padre, nos ha sido entregado el poder de detener o iniciar el tiempo a voluntad, con lo cual se nos permitió «compartir» con Yahvéh esa creatividad especial de determinar la renovación de la realidad, y la ascensión de todas las cosas.
Pero, ¿Por qué la Luna?
En el Salterio leemos lo siguiente:
“Él hizo la luna para medir los meses.”
(Salmo 104:19a)
Como parte de este fortalecedor mensaje, era esencial que la Luna fuese nuestro factor determinante para fundar nuestro calendario en vez del Sol. La característica única del satélite terrestre (la Luna) es que siempre aparece ante nuestros ojos aumentando y disminuyendo, despareciendo y reapareciendo, para crecer, decrecer y crecer nuevamente. Es también la más pequeña de las dos luminarias.
Así entonces, mientras nuestra estrella regia (el Sol) es el símbolo de la invariable naturaleza, saliendo por el este y poniéndose por el oeste día tras día, cada día del año; la Luna cambia constantemente a través de un ciclo de fases. Esto es lo que esconde un mensaje ontológico muy importante para la conciencia de Israel. La Luna, en ciclo de fases, parece estar diciéndonos: «puedes ser pequeño y puedes disminuir hasta casi desaparecer, pero entonces, cuando las cosas se ven sumamente oscuras, brota la eterna esperanza. Puedes comenzar a mirar hacia arriba nuevamente. Puedes cambiar una situación y a ti mismo para mejor, sin importar cuán malo parezca. Nada es estático o inamovible«.
Con esto, cualquiera de los hijos primogénitos del Eterno, acepta el hecho de que los seres humanos tenemos libre albedrío y en ello radica nuestro poder de renovación; una siempre presente lucha contra la constante, cíclica, repetitiva y predecible marcha del tiempo y la naturaleza.
¿Cuándo comienza entonces el Año del Eterno y cómo se organizan sus meses?
La Torah dice que en primer lugar hay que basarse en la Luna para medir los meses. Sin embargo, el Sol también fue creado para mostrar los años, a través de las estaciones como está escrito en el libro de Génesis:
“Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para señales y para estaciones y para días y para años.” (Génesis 1:14)
Como vemos el Creador ha establecido que el sistema de medición solar determine el año (en hebreo «shaná«), que viene de la misma raíz que «repetir«, «repasar» e indica el inicio de las estaciones a través de los solsticios (primavera – otoño) y equinoccios (verano – invierno).
En cambio, la lumbrera menor, la luna, por otro lado, es la que indica los meses que en hebreo se dice «jodesh«, palabra que que viene de la raíz hebrea «jadash«, que significa «nuevo», «cambio», «algo diferente». Es interesante aportar aquí que jadash es también la raíz que da origen a la palabra «jidush» que significa «renovación» o «innovación», señalando así la energía que se esconde en cada rosh jodesh. En pocas palabras: cada jodesh(mes) contiene la energía de jidush (innovación o renovación), trayendo una nueva y nunca antes vista revelación de la luz divina al mundo.
La luna comienza a iluminar el primer día del mes (luna nueva), y su luz se va haciendo cada vez más intensa hasta el día quince, cuando se completa su disco (luna llena). Desde el día quince en adelante, la luz comienza a menguar, y el treinta ya no es visible.
Así mismo como la luna respeta un ciclo: nace, crece, declina y desaparece para luego volver a renovarse, el alma de un hebreo está en permanente cambio y transformación. De esta manera, el hecho de guardar el mandamiento de la luna nueva (rosh jodesh) fomenta en el alma redimida la importancia de renovarse y establecer un orden en la vida usando la energía de la innovación que permite un uso efectivo de la creatividad.
Por ello es que el pueblo de Israel es comparado a la luna. A pesar de que son pequeños y de que el sufrimiento ha sido parte integral de su historia entre las naciones, el israelita sabe que nunca debe darse por vencido. Como individuo y como nación, él se levantará nuevamente e iluminará la noche.
Cada miembro de Israel vive con esta creencia en el poder de los milagros, en que el Eterno supervisa el mundo y que éste no depende de predecibles leyes de la naturaleza. La nación Israel tiene una relación especial con Dios e incluso cuando ha estado en los escalones espirituales más bajos, a punto de asimilarse y desaparecer, el Eterno ha mantenido Su amor constante, al igual que un padre ama a su hijo.
Relación aproximada entre el Calendario Romano y el Calendario Hebreo.
Es interesante saber que, hasta este momento histórico, el ciclo de los meses comenzaba en Tishrei. Pero observamos que cuando Israel estaba a punto de salir de Egipto, el Eterno ordenó que el primero de los meses, a los efectos del cálculo de las festividades, fuese Aviv (Nisán), el mes del éxodo, para que así tuviésemos siempre presente la gran epopeya, pues entonces los meses quedarían vinculados a tal episodio. Por ejemplo decir: El primer mes desde el éxodo, el segundo mes desde el éxodo, etc. El calendario hebreo es básicamente lunar, pero ajustado con el Calendario solar para que la Festividad de Pésaj siempre tenga lugar en la primavera boreal [Torat Emet].
Veamos cómo quedan distribuidos estos meses lunares en relación al calendario solar actual:
(NOTA: Los nombres de los meses que aparecen entre paréntesis son los que aparecen en la Biblia)
Los nombres de los meses romanos septiembre hasta diciembre nos muestran que había una relación antigua entre el cómputo bíblico y el romano. Septiembre corresponde al séptimo mes Tishrei, octubre corresponde al octavo mes Jeshván, noviembre corresponde al noveno mes Kislev, y diciembre corresponde al décimo mes Tevet. Luego hubo cambios en el calendario romano y estos meses ya no corresponden al nombre que llevan. Septiembre ahora es el noveno mes del año romano.
He dicho más arriba que el calendario hebreo es una combinación entre la Luna y el Sol. El año lunar tiene aproximadamente 354,36 días y el año solar aproximadamente 365,25 días. Por esta razón, si se sigue solamente la Luna, van a faltar 11 días al año para llegar al año solar, que es la que rige en la naturaleza. El calendario árabe sigue solamente la Luna y el calendario romano sigue solamente el Sol. Ninguno de los dos cumplen los requisitos de la Torah. Tanto el Sol como la Luna tienen que ser la base para medir los años.
Un mes bíblico siempre empieza con la luna nueva. Según la Torah, el primer mes, aviv, tiene que caer en la primavera, cuando la cebada está lista para ser cosechada en la tierra de Israel. Si nos regimos sólo por el año lunar, (con 354 días), que no sigue el ciclo de la naturaleza, la primavera no caería en el mismo mes cada año. Y si seguimos solamente el año solar, no podríamos celebrar las fiestas según la luna nueva, como manda la Torá. Tenemos que tener una combinación entre la luna y el sol.
Para ajustar la diferencia entre el año lunar y el año solar, en tiempos bíblicos se añadía un mes extra al final del año en el caso de que la cebada no estuviera lista para ser cosechada. Para la fiesta del primer mes hacía falta un sacrificio de harina de cebada y si no había cebada no se podía celebrar la fiesta. Así que hasta el siglo IV de la Era Común. La misma naturaleza de Israel decidía cuando iba a ser el primer mes de cada año. Si la primavera venía tarde un año, se añadía un mes extra a los doce meses del año. Si la cebada estaba madura, no se añadía. Más adelante se estableció un calendario fijo, que es el que se usa en la actualidad, elaborado por el sabio Hillel HaShení (Hilel II) en el año 358 (E.C.). En el mismo se añade por reglas matemáticas un mes extra (Adar II) cada dos o tres años. En total son añadidos 7 meses durante un periodo de 19 años.
Antes de que el Calendario hebreo fuera elaborado por Hillel II, las autoridades del Culto en Jerusalem, fijaban las neomenias con el nacimiento de la luna.
Hombres de confianza observaban la luna en determinados lugares, y de acuerdo con su informe, el Gran Senado Judaico (Sanhedrín) fijaba los principios de los meses y las fiestas. Es por lo que en Jerusalem, donde la noticia de la luna nueva se publicaba inmediatamente, se celebraba la fiesta en el día fijado. Pero en las provincias, donde la proclamación de la neomenia por las autoridades religiosas de Jerusalem no llegaba a tiempo, se celebraba por preocupación un día más. Por ejemplo, si la fiesta de Pésaj era de siete días en Jerusalem, en las comunidades distantes de la capital duraba ocho días. Esta costumbre se sigue hasta hoy, y por eso, en la diáspora, tenemos un día festivo más que los judíos de Israel.
Cambios Cósmicos en el Movimiento del Eje Terrestre.
Ahora bien, si leemos las Sagradas Escrituras, notaremos que el año bíblico es de 360 días (cf. Daniel 7:25; Revelación 13:5; 11:2-3; 12:6, 14). No hay ningún testimonio bíblico de que hay que añadir un mes extra cada dos o tres años. La Torah no lo contempla (cf. Génesis 7:11, 24; 8:3-4; Ester 1:4). Esto nos da pie a pensar que al principio no hubo diferencia entre el año solar y el año lunar. El mes lunar tendría exactamente 30 días y así los 12 meses darían un año de 360 días. Esto significa que la tierra sólo necesitaría 360 días para dar una vuelta alrededor del sol. ¿Cómo puede ser esto?… ¿Qué pasó en la historia para que el año solar llegara a tener 365 días?
Existe una gran cantidad de documentos arqueológicos e históricos de varias culturas antiguas que muestran que hubo un cambio en el sistema solar en el siglo VIII a.E.C., cuando fueron añadidos 5 (cinco) días al año solar.
Parece que algo pasó en nuestro sistema solar que causó un desajuste entre el año lunar y el año solar. La tierra se alejó del Sol y la Luna se acercó a la Tierra.
Existe un acontecimiento relatado en las Escrituras que coincide con la fecha dada en las culturas antiguas, y que nos da pie a pensar que fue en ese momento cuando sucedió este desajuste en nuestro sistema solar, según está escrito en 2 Reyes 20:8-11; Isaías 38:7-8.
Este cambio causó que la Luna Nueva a partir de entonces ya no se podía saber con exactitud, puesto que el mes lunar llegó a tener 29 ½ días, en lugar de 30 que probablemente había tenido antes. En tiempos del rey Shaúl se sabía con exactitud cuándo iba a ser la luna nueva (cf. 1 Samuel 20:5).
Por este acontecimiento fue que más adelante se necesitaban dos testigos cada mes para saber cuándo celebrar la fiesta de la luna nueva. Entonces ya no se podía saber con antelación cuándo iba a ser la fiesta anual de Yom Teruáh, que cae el primer día del séptimo mes. Nadie sabe el día ni la hora cuando se verá la luna nueva de Yom Teruáh. Esto nos enseña que el regreso del Mesías será en el primer día del séptimo mes (cf. Mateo 25:13).
El Calendario del Proyecto Cósmico llamado Emanuel.
Ahora hay algo aún más hermoso y maravilloso que destacar. Aún con todas las consideraciones que hemos visto más arriba respecto a los secretos cósmicos que esconde el mitzváh del Rosh Jodesh, debo decir que en verdad que esta forma de contar los tiempos apunta al mover divino de Su Proyecto de Redención.
La redención es el inicio del proyecto de salvación del Eterno que se convertirá con el transcurrir de los tiempos en el Proyecto Emanuel.
Sabemos que todo empieza con el sacrificio del cordero, cuya sangre libera de la muerte. Después viene la libertad de la esclavitud. Todo el programa redentivo está revelado en las Fiestas del Eterno, y por esto el rosh jodesh primero (Aviv o Nisán) tiene que ser el primero del año, para que el programa esté en el orden correcto. Al alterar el orden de los meses se altera el plan de redención del Eterno y no se entenderá.
La redención, en la mentalidad hebrea, representa el emerger de la oscuridad a la luzadmirable; por eso, quien nunca padeció la opresión de la esclavitud, no valorará la redención.
La esencia misma de la redención es la libertad que resulta de la sumisión misma. Si el pueblo de Israel no hubiera sido esclavizado, nunca habría experimentado la verdadera libertad; pero una vez que lo fue, esa misma esclavitud dio origen a su redención. De en medio de esa oscuridad (y de ningún otro lugar) surgió la luz.
«Será…la cabeza de los meses«, dijo el Eterno, pues todo conteo que realicen deberán hacerlo desde Aviv/Nisán. ¿Por qué? Pues el día de la redención es más significativo que el día del nacimiento, y la redención es en sí misma más trascendente que cualquier otro acontecimiento o evento.
Hasta antes de salir de Mitsrayim (Egipto) el pueblo de Israel calculaba los meses y años en base a la Creación, o desde la época en que el mundo se renovó luego del Diluvio, como declara el versículo «dos años después del Diluvio» (Génesis 11:10), o desde el nacimiento de Avraham, o desde “el pacto de las mitades” entre Dios y Avraham (Génesis 15:13), al cual alude el versículo: «Y fue al cabo de cuatrocientos treinta años«… (Exodo 12:41). Sin embargo, tan pronto como la nación redimida salió de Egipto, dejó de lado todos estos cálculos y comenzó a contar únicamente a partir de la redención: Este mes será para vosotros la cabeza de los meses.
En el Talmud [Rosh HaShaná 10a-11b] existe una discusión entre dos rabinos si el mundo fue creado en el mes de Nisán o Tishrei. La última tuvo más fuerza y por esto la Casa de Judá ha establecido que el cómputo de los años desde la creación del mundo es a partir del 1 de Tishrei, que es el séptimo mes en el anuario bíblico. Hay una fiesta anual establecida en la Torah para ese día, llamada Yom Teruah, («Día del Clamor» o «Día de Alarma»), pero el rabinato judío decidió cambiarle el nombre que el Eterno puso por el de Rosh HaShaná («Cabeza de Año» o «Año Nuevo«)
«Este mes será…» En el Talmud existe una analogía que comienza con la pregunta: «¿Con qué puede compararse ello?» Inmediatamente la respuesta es: «con un rey que al nacer su hijo fijó esa fecha como día de fiesta y alegría. Años más tarde, el hijo fue tomado prisionero y mantenido en cautiverio durante largo tiempo. Cuando finalmente fue rescatado, el rey estableció el día de su liberación como la fecha de celebración más importante del año [por encima de la primera].
Asimismo, antes de que los hebreos descendieran a Egipto, calculaban los años en base al “decreto de esclavitud”, es decir, cuántos años habían transcurrido desde “el pacto de las mitades” entre Yahvéh y Avraham cuando se selló el decreto de cuatrocientos años de esclavitud que debían soportar en tierra extranjera (Génesis: 15:13). Pero luego de que descendieran a Egipto y fueran esclavizados allí, y el Eterno realizara grandes milagros en su favor y los liberara, comenzaron a contar los meses desde el momento de ese magno acontecimiento, como declara el versículo: Este mes será para vosotros cabeza de meses (Shemot Rabá 15).
Estudiando la historia de Israel, observamos que todas las dificultades y sufrimientos padecidos por la descendencia de Yaakov a lo largo de los tiempos se transformaron en luz y salvación; cuanto mayor fue la oscuridad, tanto mayor fue la luz resultante. De igual forma sucederá con la redención final: su luz surgirá de entre la oscuridad; en el mismo momento en que los corazones se estremecen con desesperanza, brillará la gloria de Yahvéh. ¿Y cuándo acontecerá esto? En el mes de Nisán, que el Eterno estableció como período de redención para todas las generaciones. Toda tribulación o desgracia que se abate sobre Israel durante este mes no es más que una afirmación del florecimiento de la redención que está a punto de comenzar.
Así explicaron nuestros Sabios en el Midrash: «El versículo Este mes será para vosotros… (Exodo 12:2) guarda una estrecha relación con los siguientes dos: El consejo de Dios se yergue para siempre (Salmo 33:11) y Afortunada es la nación cuyo Dios es YHVH (Salmo 33:12). Cuando el Santo, bendito sea, escogió Su mundo, estableció los comienzos de meses y los años —éste es el consejo que se yergue para siempre—; y cuando eligió a Yaakov y a sus hijos, fijó un mes de redención — un mes en el cual serían redimidos de Egipto y lo serán en el futuro. En ese mismo mes nació Itzjak, en ese mes fue atado como ofrenda sobre el altar, en ese mes Yaakov recibió las bendiciones de su padre, y en ese mes Dios insinuó a los Hijos de Israel que el mismo sería el comienzo de su redención, como expresa el versículo (Éxodo 2:2): …el primero de los meses del año para vosotros. Respecto de ello fue dicho: Afortunada es la nación cuyo Dios es YHVH«(Shemot Rabá 15).
Con estas consideraciones, los sabios expertos en toralogía señalan al mes de Aviv (Nisán) com el mes de la redención, y aseguran que debe ser considerado aún más grandioso que Tishrei, el mes en el que el mundo material fue creado. Ellos dicen que el mundo fue creado con un propósito, que es que nosotros, los humanos, lo insuflemos de significado, rectificándonos de esa forma tanto en un nivel individual como en un nivel global (Tikun Olam). Así pues, ellos aseguran que para lograr esa misión, el Eterno otorgó al mes de Aviv (Nisán) como el tiempo en que nuestro Israel emergió redimido como un pueblo sacerdotal con este objetivo como su definición de propósito nacional.
¿Qué podrían representar para un pueblo esclavo los días, las estaciones y las Festividades? Para un sirviente el tiempo no tiene un curso, y su existencia es como una noche eterna. Abarbanel explica que la Torah no viene precisamente para establecer las bases de un calendario hebraico sino para pedir en nombre de Dios, que con el fin de recordar la liberación de Egipto se conceda la primacía a este mes, que habrá de ser el primero de todos los meses del año, y a partir del mismo habrán de contar los meses, a saber: segundo, tercero, etc. Esa es la esencia de esta mitzvá, la primera que recibe el pueblo de Israel como nación a ser constituida.
Por eso, y de acuerdo a la revelación de la Torah, el mes de Aviv (Nisán) es el mes de la liberación del pueblo israelita por cuya razón celebramos Pésaj, es decir el inicio del Programa de Redención del Eterno a través del korbán Pesaj: un cordero sacrificado por el padre de familia que evitó el exterminio del Ángel de la Muerte.
¡El mes de Aviv es el comienzo del Año de YHVH!
Un Método Cósmico Para Controlar al Tiempo Exclusivo para Hijos Primogénitos.
Yahvéh le dijo a Moshé un mensaje para que él le diera al faraón y al pueblo de Israel antes de que las diez plagas comenzaran: «Mi hijo primogénito es Israel» (Éxodo 4:22). Los Israelitas estaban en su punto más bajo en este momento; no eran merecedores de ningún milagro por su propio derecho. Y sin embargo, ese momento fue justamente cuando el Eterno nos elevó, sacándonos de la oscuridad de Egipto, iniciando el proceso de movimiento ascendente hasta 50 días después, cuando fuimos merecedores de recibir la Torah y de convertirnos en una nación.
Qué momento y lugar tan perfectos para entregarle al pueblo judío aquel alentador mensaje en el mandamiento de santificar la luna nueva cada mes y de determinar nuestro calendario de esta forma:
«Y Dios le dijo a Moshé… en la tierra de Egipto, dile al pueblo judío: Este mes es para vosotros el comiendo de los meses…« (Éxodo 12:1-2).
La Torah dice que “para vosotros”, es decir, para los hijos de Israel, el mes del Aviv es el primero del año.
El Eterno nos había dado el poder de la renovación y del cambio, es decir, el regalo de expandirnos, iluminarnos y crecer nuevamente después de haber sido disminuidos.
Es necesario aceptar que esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de renovación.
En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo redimido por Yahvéh en Mitsrayim (Egipto).
La expresión “para vosotros” nos da a entender que no es así para otros. Desde el principio los pueblos de las naciones contaron los meses desde el día de la creación de Adam, el primer día del primer mes. Cuando Adam fue creado el sexto día de la semana, él empezó a contar el tiempo. Para él fue el primer día del primer mes. Esto nos enseña que Adam probablemente fue creado el día de la luna nueva. Desde entonces sus descendientes contaron los meses y los años según marcaba el sol y la luna (cf. Génesis 1:14).
Ahora el Eterno dice “para vosotros”, dando a entender que para otros no lo es. Ellos seguirán contando de otra manera. Antes de la salida de Egipto, los hijos de Israel no celebraban el mes del Aviv como el primero del año. Pero cuando el Eterno empieza su programa de redención, cambia todo. El mes que antes fue el primero, de repente es considerado como el séptimo. Tishrei, que antes era el primer mes, llegó a ser el séptimo. “Para vosotros” es así, pero los demás no lo van a ver así, porque no son parte de la gran redención, y por lo tanto no tiene parte en el Olam HaVá (Mundo Venidero).
El Midrash, explicando esta expresión, señala lo siguiente:
Corresponde que los grandes [pueblos gentiles] lleven la cuenta según lo grande [el sol], y los pequeños [Israel] lo hagan según lo pequeño [la luna]. Esav [Roma] se guía por el sol que es prominente; así como el sol gobierna durante el día y no durante la noche, del mismo modo Esav tiene una porción en este mundo pero no en el Mundo Venidero. Yaakov (Israel) se basa en la luna que es pequeña; así como la luna gobierna en el día y en la noche, del mismo modo Israel tiene una porción en este mundo y en el Mundo Venidero. Siempre que la luz del más grande brilla en el mundo, la del más pequeño no se destaca. Pero cuando la luz del más grande se oculta, la del más pequeño gana prominencia. De igual modo, mientras la luz de Esav brilla, la luz de Iaacov no se apaga. Pero cuando la luz de Esav se oculta, la luz de Iaacov se difunde. A ello alude el versículo (Isaías 60:1-2) «Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Dios brilla sobre ti. Pues he aquí que tinieblas cubren la tierra…».
(Bereshit Rabá 6)
Las naciones del mundo se comparan al Sol, en tanto que el pueblo de Israel se asemeja a la Luna. Pese a que Israel es la nación más débil y numéricamente mas pequeña, está destinada a inmensa gloria luego de que el dominio del mal sea erradicado por el Eterno de la faz de la tierra.
Esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de la renovación (jidush).
En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo de Israel.
Puesto que Rosh Jodesh constituye la base de la que dependen todas las Festividades que distinguen la santidad de Israel de la vida de cualquier otro pueblo, la mitzvá de consagrar el nuevo mes (hbr. Kidush HaJódesh) le fue entregada antes que las demás.
Mientras que el pueblo de Israel todavía se encontraba en Egipto, antes de que se le encomendaran otras mitzvot, se le entregó precepto de fijar los meses. El versículo expresa:
«Y habló Dios a Moshé y a Aharón en la tierra de Egipto, diciendo: este mes será para vosotros el primero de los meses(Nisán-Aries), primero es él para los meses del año.» (Exodo 12:12)
«Este mes será para vosotros»: esta renovación es vuestra fuerza y vuestra gloria por siempre.
La Torah, más allá de relatar eventos históricos referidos a la relación redentora del Eterno hacia Israel, es una metáfora acerca de la lucha contra el dualismo del sistema reptiliano. En la Instrucción divina hayamos los códigos lumínicos que otorgan las claves para obtener la victoria en esa lucha diaria en la que el mundo de la materia no quiere dejar libre al alma para que manifieste su propósito esencial.
Justamente la palabra Mitsrayim (traducida como Egipto) en su raíz señala a aquellos pensamientos limitantes que por medio de la angustia paralizan al alma al hacerla producir miedos.
Las primeras plagas de Egipto, son ni más ni menos que mensajes divinos que nos permiten ver nuestro propósito más allá de lo que sensorialmente captamos. A través de una profundización en el simbolismo ontológico que cada una de estas plagas tiene, lograremos ingresar en un proceso curativo de nuestra alma intoxicada por las creencias y los paradigmas propios del sistema reptiliano de cosas, que impera en este mundo.
Sabemos, por la revelación divina que otorga la Torah, que el alma humana está compuesta en su esencia por la Tzelem Elohim (traducida como «Imagen de Dios«) que llena de las Sefirot (Virtudes) divinas, permite que el espíritu humano se conecte a su psiquismo a fin de lograr acciones de Luz Infinita que permitan el tikkun Olam (reparación del mundo).
Dichos actos de reparación y transformación del mundo físico se logra ejerciendo el don divino llamado libre albedrío que permite escoger entre el camino de la vida y el camino la muerte.
¿Qué significa elegir entre estos dos caminos (vida o muerte)?
Escoger por la vida, significa decidir ser refinado. Es decir elegir por el refinamiento psíquico que permite reparar el mundo físico. Escoger por la muerte, es elegir la perversión para ocasionar corrupción.
La parashá Vaerá, invita al alma redimida a trabajar a través de las primeras siete plagas para ver si se está pervirtiendo o refinando.
Para saber cómo es esta técnica cósmica de sanación, te invito a escuchar esta shiur (lección) o catequesismistagógica que impartí para los santos que buscan el Reino de Dios y Su Justicia
También, puedes profundizar esta enseñanza conociendo todos los detalles de las Diez Plagas en el siguiente estudio:
En hebreo existe una expresión de tan solo tres palabras que logra expresar sin duda alguna el secreto de la vida: HaKol Ejad (הכל אחד), que se traduce: “Todo es Uno”.
Para lograr profundizar un poco en todo lo que esta frase significa, debemos primeramente considerar su valor numérico, entendiendo que en la Intención divina no existe la casualidad, sino que todo tiene una causa. Entonces, si nos consideramos la guematría de esta expresión, su valor es 68 y surge de esta manera:
הכל = 55 (Kol)
אחד = 13 (Ejad)
————-
68
Ahora bien, el número 68 es tambián la guematria de Jaim (חיים), que se traduce como “Vida”. Observemos con atención esto al considerar la sumatoria de los valores numéricos de la palabra Jaim (alef – yod – yod- mem final):
ח = 8
י = 10
י = 10
ם = 40
———–
68
Aquí debo decir (y recordarles a algunos de ustedes) que la raíz de Jaim es Jai (חי) . Como logran ver esta palabra surge de la asociación de las letras Jet (ח) y Yod(י), y el significado que se le da es: “vivo”, “viviente”.
Existe con esta palabra (Jai) una curiosidad, y es que a sus letras las podemos asociar al revés, es decir que a Yod (י) la colocamos al principio, y a Jet (ח), así obtenemos las dos primeras letras de Ijudah (יחודא), que en arameo significa “unidad”.
Sé que a esta altura de mi estudio alguno de ustedes se estará preguntando: ¿pero cómo es que esta expresión me hace escapar de la muerte ontológica?
Pues bien, para comenzar a desarrollar la respuesta a esto, primer dire que la obra de El Zohar (I-12 b) revela lo siguiente:
“Cuando el hombre conozca que todo es uno y no coloque separación alguna, incluso el Sitra Ajrá se retirará del mundo y no influirá abajo.«
Esta frase codificada es la explicación al secreto celestial del Sefer Bereshit (Génesis) en el primer capítulo cuando dice:
והיו למאורת ברקיע השמים
“Y sean por luminarias en el extendimiento de los cielos…”. (Génesis 1:15)
Entonces, para lograre explicar este versículo, los sabios se fijan en la palabra Meorot (מאורת), traducida aquí como «luminarias«. La misma está compuesta por las palabras Or (אור), traducida como “luz” y Mavet (מות) que se traduce“muerte”. El Zohar, en esta misma página, señalará que “las letras de Or (אור) están unidas mientras que las letras de Mavet están separadas”.
Expresándolo mejor, todo esto nos dice que si a la palabra la palabra Meorot (מאורת – «luminarias«) le quitamos las letras de Mavet (מות -«muerte«-), nos queda Or (אר), es decir “luz”. Pero si lo que le quitamos es Or (אור), nos queda Met (מת), es decir una “persona muerta”, o un “cadáver”.
A partir de estas reflexiones podemos entender que la muerte, o lo muerto (tanto física como espiritual) no sólo se nos presenta como algo oscuro donde no hay luz, sino sobre todo como algo donde hay separación, donde no hay unidad.
Ahora, apoyándonos en dos guematrías clásicas, sabemos que la de Ahavah (“amor”) y la de Ejad (“uno”), son la misma: 13. Así es que la Sabiduría divina nos enseña que la esencia de la unidad es el amor y la esencia del amor es la unidad.
Por último, si a la guematria de Jaim (חיים), “vida”, que es 68, le añadimos el valor 4, por las cuatro letras que componen esta palabra, obtenemos com resultado 72, que es la guematría de Jesed, “bondad”, “benevolencia”, «amor perfecto”. Por esta razón, si queremos escapar del Sitrá Ajrá, que como también dice el Zohar, es el Ángel de la Muerte, hemos de “conocer que todo es uno” gracias a la benevolencia infinita del Eterno; de este modo, ocupados en el estudio de este conocimiento, a través de la meditación de la Torah, lograremos huir de cualquier separación. Y esto no es una intención o una actitud, es una experiencia, un estado de consciencia que nos conecta con la mente de Mashiaj y así nos permite vibrar con nuestro entendimiento en la armonía que logra manifestar al Eterno en medio de la existencia… ¡Esto es verdaderamente en lo que consiste el Reino de Dios!
Al estudiar la parashá VaYéshev, observamos que Yaakov avinu anhelaba asentarse en la tierra de Kenáan para tener una vida tranquila. Así pues, cuando él creyó encontrar el lugar indicado para hacerlo, en ese mismo momento los problemas cayeron sobre él, poniendo en el blanco a su hijo favorito: Yosef, el soñador.
¿Por qué no se puede anhelar la Tranquilidad?
Si analizamos profundamente la vida que hasta aquí le toque peregrinar a nuestro patriarca, encontraremos muy lógico y razonable que surja en él ese anhelo.
Esav quiso matarlo desde que se encontraban en el vientre de su madre; así vivió un tiempo debidamente acosado hasta que se vio obligado a huir. En el camino, Elifaz, su sobrino, lo despojó de todas sus pertenencias; en un principio, él iba a matarlo, pero luego se conformó con robarlo.
Entonces, tuvo que irse a morar junto a la casa de Labán, su tío idólatra, famoso hechicero de Jarán, con quien se comprometió obligadamente a trabajara fin de obtener la mano de Rajel, la hija de Labán a la que Yaakov amaba. Después de que cumplió el plazo, Labán le entregó a Leáh sin que se diera cuenta y tuvo que trabajar otros siete años para poder casarse con Rajel.
Continuó trabajando sin descanso ni tregua junto a su suegro, hasta que, temiendo por su vida, resolvió escapar una vez más y trasladarse con su familia a su tierra. Finalmente, estando en Eretz Israel, su esposa Rajel murió al dar una luz a su segundo hijo, Benyamim.
¡Entonces es lógico y justo! ¡Cualquier ser humano bajo estas circunstancias rogaría establecerse con un poco de tranquilidad acompañado de su familia!
¿Acaso podríamos pensar que Yaakov quería serenidad para descansar o para pasar el tiempo tranquilamente con su familia?
¡Por supuesto que no pretendía eso! Seguramente él deseaba dedicarse de lleno a sus quehaceres espirituales. Sin embargo, desde el propósito eterno de Dios para Yaakov, no fue correcto pedir serenidad.
El Eterno quiso demostrarnos, por medio de esta experiencia de Yaakov, que el propósito de nuestro tránsito por este mundo es hacer avodáh, es decir servicio sacerdotal (verdadera adoración). Para lograr esto, como escogidos debemos trabajar y esforzarnos en superar todos los desafíos de la vida, hasta conformar una personalidad semejante a la medida de la plenitud del Mashiaj (Efesios 4:13). Según el propio Eterno esta avodáh dura solamente 120 años (Génesis/Bereshit 6:3).
El sabio Rabán Gamliel ben Yehudá HaNasí dijo:
«Es bueno el estudio de Torah junto con el trabajo, porque el esfuerzo requerido para ambos hace olvidar el pecado«.
El Rab de Kotzk dijo:
«La razón por la que una persona no debería pecar no es solo porque está prohibido, sino que la permanencia del hombre en el mundo es tan breve que no debería tener tiempo libre para pecar«.
Sabemos por lo que la revelación divina otorga que cada ser humano llegó al mundo con una asignación. Por lo tanto, si cada uno de nosotros tomamos con seriedad y responsabilidad las obligaciones que dicha asignación demanda, no tenemos tiempo para el ocio y el relajamiento egoico.
Entiéndase bien que al compartir esto no estoy refiriéndome a que no se puede tomar un respiro de vez en cuando, pues también el Eterno enseña que eso es esencial para el bienestar físico y mental de toda criatura humana.
Lo que estoy aquí enfatizando es que generalmente aquellos redimidos que trabajan en la búsqueda del sustento también deben buscar su tiempo especial y específico para esforzarse en el estudio de los Secretos del Cielo y en la realización práctica de cada mitzvot que ordena YHVH. Esto debe darse incluso descansando para reponer sus fuerzas.
Entonces se entiende que una ser humano con estas características no tiene tiempo para el ocio egoico, es decir no puede darse un plazo para recibir sólo para sí. En consecuencia, tampoco tiene tiempo para pecar.
Con este pensamiento celestial en su mente, se cuentan que para Jafetz Jaim (sabido rabino del siglo XIX) cada instante de su vida era tan preciado como la más valiosa joya. A tal punto era esta praxis de fe que él calzaba zapatos sin agujetas (cordones) porque había calculado que el tiempo que pierde la persona calzando y atacando los cordones de sus zapatos es de un minuto. ¡Sesenta segundos por día! Esto son 365 minutos al año, que equivalen a seis horas. Calculado en 70 años, son 420 horas ganadas, que él invertía en estudiar más Torah… ¡Realmente asombroso!… ¡Esto es saber apreciar nuestro tesoro más valioso!
Lo más caro que poseemos es el tiempo, porque lo pagamos con la vida misma (Eclesiastés 3: 1-11) . Nuestro estudio de Torah tiene que ser lo más valioso en todo el día. Una vez que nos sentamos a estudiar, no podemos permitir que nada ni nadie nos interrumpa. No es lo mismo estudiar una hora que dos medias horas.
Leí la siguiente historia que permite ilustrar esto que estamos hablando:
Un campesino que andaba por un valle recorriendo las vías del ferrocarril, se quedó observándola y pensó para sí: _ “¡Este metal es justo lo que necesito para cercar el corral!”. Sin vacilar, puso manos a la obra y arrancó un par de metros de vía. Afortunadamente unos policías pasaban por allí y detuvieron de inmediato al individuo. Una vez que se notifica el aviso para que se interrumpa el avance del ferrocarril, se condujo a aquel campesino frente al juez para que le dicta la sentencia. Cuando estuvo delante del magistrado, este le preguntó: _ «¿Tienes idea de la gravedad y las consecuencias de su acto?». _ «Su señoría, ¿qué le hacen un par de metros de vía a los kilómetros de kilómetros que tienen tirados allí?«. _ “¡Tirados! Si esos ‘pocos metros’ no están colocados en su lugar en el momento que el ferrocarril pasa por allí, Esto se descarrilará y volcará provocará una tragedia que no quiero ni pensar. Por tanto, ¡lo sentencio a 30 años de trabajos forzados! ”, dictaminó el juez.
Amados discípulos de Mashiaj, al estudiar la parashá de esta semana necesitamos entender y aceptar que tenemos un tiempo limitado para cumplir con nuestro propósito en la vida.
La conciencia hebrea en la fe de Avraham, Itzjak y Yaakov, dice que el peor crimen es el asesinato. El peor asesinato es el predeterminado, y dentro de este pecado, podemos encontrar algo que es más grave: el asesinato de uno mismo (suicidio). Este crimen se subdivide en dos: el asesinato físico y el espiritual. Matar el tiempo es una de los crímenes más condenables que pueden cometerse en la vida. El ser humano que ha sido redimido por la Gracia del Eterno no puede matar al tiempo, pero el tiempo sí lo puede matar a él.
Me encontré con una historia talmúdica semejante a la parábola de los talentos (Mateo 25: 14 – 30). Se trata de un rey que debía declarar por heredero a alguno de sus tres hijos.
Este monarca sabía que llegaría un día en el cual necesitaría que ceder la corona a uno de los tres, pero necesitamos saber quién de ellos era el más capaz para sentarse en el trono desde dónde beneficiaría a todos los súbditos.
Entonces se le ocurrió probarlos con el asunto de la administración de las finanzas. Entregó a cada uno una importante suma de dinero para que, durante un año, la administrara y entonces rindiera cuenta de su mayordomía.
Así, terminó el plazo y el monarca exigió que le rindieran cuentas.
El primero presentó un balance positivo de sus acciones, por lo que recibió la aprobación y el consentimiento de su padre para continuar con el negocio.
El segundo hijo se disculpó con su padre, ya que, por desgracia, había invertido el dinero en un proyecto que consideró en un principio de mucho éxito, pero la realidad le demostró su equivocación. El padre aceptó la disculpa y le entregó otra cantidad de dinero; además, lo alentó para que siguiera intentando en el nuevo año de desafíos regios.
Cuando el tercer hijo le devolvió el dinero en el mismo sobre, tal como lo había recibido, el padre se molestó mucho con él. Ante el insospechado comportamiento de su padre, el hijo le increpa exigiéndole la explicación sobre el motivo de su enojo. No entendía por qué él, que había cuidado con esmero el dinero, era criticado por su padre, y su hermano, que había perdido todo, había recibido incluso otra dotación.
El padre le respondió:
“Tu hermano, aunque perdió todo lo invertido, cumplió con lo encomendado. Hizo todo el esfuerzo posible por invertir bien el dinero que ganó. En cambio tú, no entiendo cómo te atreves a preguntar el porqué de mi enojo. ¿Acaso te di el dinero para que lo guardaras? ¿Acaso crees que no tengo cómo cuidar el dinero, que necesito de ti para guardarlo?«
De la misma forma, cuando un ser humano llega a este mundo, el Eterno le asigna cierto número de días. Así es cada ser humano viene marcado con el día exacto de su muerte.
Ahora bien, en adición, el Creador otorga a cada una de sus criaturas humanas el intelecto necesario para adquirir conocimientos de Torah y observar los preceptos que en ella se revelan para vestir el alma de Luz.
Así mismo, le otorga también el suficiente sentido común para manejarse en este mundo.
Sin embargo, en nuestra naturaleza caída, y para nuestra vergüenza, no logramos vivir a la altura plena de nuestra misión. Despilfarramos una gran parte de nuestras vidas, recursos y habilidades haciendo negocios que solo nos producen pérdidas, es decir, transgresiones por las que algún día seremos juzgados. Gastamos mucho más tiempo del que necesitamos para sobrevivir e ir en pos de las vanidades de este mundo. Nos complacen enormemente las cosas que hemos adquirido durante nuestra vida.
Lamentablemente, cuando nuestro Padre Celestial nos exija, después de 120 años, rendir cuentas con el tiempo que nos dio, ¿qué responderemos? En ese momento se nos indagará (y nosotros mismo nos preguntaremos) qué hicimos con cada minuto de nuestras vidas.
Por eso, y para ahorrarnos ese momento amargo delante del Trono de Mashiaj, invito a cada uno de ustedes a preguntarse a sí mismo: ¿Regresaré una vida llena de vaciedad o presentaré un alma llena de Torah y actos buenos?
Medita y acepta hoy en tu corazón que debe ser bastante doloroso llegar ante el Eterno y contemplar la figura que Él esperaba de ti, ver lo que estableció como ser de propósito antes de colocarte en el vientre de tu madre, y contrastarlo con lo que te has convertido …
¡Calma!… ¡Estás aún a tiempo!
Encausa toda tu energía vital y todos tus talentos para vivir con el propósito que YHVH espera de ti.
Encuentro muy oportuno cerrar con esta frase de un gran sabio de la Torah que dijo:
«El día es corto y el trabajo mucho. Los trabajadores son holgazanes y la recompensa es enorme. El patrón los apura”.
(Rabí Tarfón)
¡Anhelo que estas palabras te estimulen a fin de sólo quieras no estar jamás tranquilo!
Shalom!
INVITACIÓN ESPECIAL:
Si estás interesados en profundizar más en lo que este estudio ha dejado vibrando en tu interior, te invito a escuchar esta enseñanza:
«Cuando tu dejas «TODO» lo de afuera (Mundo de Abajo) lograrás alcanzar el TODO del TODO.«
Ella es la que permite que tengas verdaderos avances de FE… Esa CERTEZA que te permite salir de tu nivel Kadnut (mente pequeña) del nefesh y adentrarte en los niveles ilimitados de gadlut (mente superior) que tu neshamáh desarrolla cuando el Eterno te revela Su justicia.
Si te atreves ingresa en este link y luego comentar lo que esto te inspiró: