Ki Tisá

El Shabat: La Herramienta Divina para que te conectes con tu Luz Interior

Por P.A. David Nesher

«Shabat es nuestra caja de herramientas que cada semana se renueva… Lo queramos o no, lo sepamos o no, Shabat es un estado que no podremos evitar porque aun cuando no lo guardemos, este el estado en el que YHVH se asienta sobre nuestras emociones. Si haces el trabajo de los seis días, la luz te llegara fácil y armoniosamente, pero si no lo haces, la luz desplazará las fuerzas del caos de cualquier manera
(Rafi Ben Eli)

«Shabat es cuando nos recordamos que somos seres espirituales con un propósito espiritual, y lo alcanzamos en Shabat.»
(Rabbi Dovid Green)

El Shabat también fue creado para que el hombre descanse y renueve sus fuerzas para la siguiente semana. Esto es lo que significa la expresión «Shabatot» («dos sábados«) que vibra dentro de un mismo día (cada shabat). Esto es la doble porción que el alma alcanza en cada séptimo día: descanso y renuevo. Estas son las aptitudes mesiánicas que permiten la liberación, expiación y transformación del mundo, por medio de la melajá que el alma redimida ejerce durante los seis días laborables de la semana.

Dar la Medicina antes de la Enfermedad

Estudios del rabino Avraham Greenbaum

La larga primera sección de nuestra Parasha de KI TISÁ (toda la primera aliyá de la lectura de la Torá en la sinagoga, hasta Ex. 31:18) comienza con una serie de mandamientos que concluyen el relato del Santuario, sus recipientes y los servicios diarios de sus sacerdotes ministrantes.

Luego, con una reiteración y ampliación del Cuarto Mandamiento, el Sábado, su gravedad (la violación se castiga con la muerte) y su santidad como signo eterno entre Dios e Israel, los Cuarenta Días de Moisés en el Monte Sinaí tras la entrega de los Diez Mandamientos llegan a su fin. Dios le entrega las Dos Tablas del Testimonio, pero cuando se prepara para bajar de la montaña de vuelta al pueblo, Dios le dice que lo peor acaba de suceder: el pueblo ya había violado el Pacto al hacer un ídolo de fundición.

Incluso antes de que ocurriera el pecado, los mandamientos con los que se abre KI TISÁ proporcionan precisamente el remedio para la enfermedad que se avecinaba, que estaba arraigada en las oscuras profundidades de la lujuria y el deseo material egoísta.

El Santuario en su conjunto es un remedio para el ansia material y el ansia de riqueza. Esto es particularmente cierto en el caso de la mitzvah con la que se abre la parasha que cada israelita debía aportar para el Santuario y para la compra de los sacrificios diarios a fin de poner comida en la «mesa» de la Casa de Dios, el Altar. El medio shekel simboliza la caridad y la voluntad de dar, en contraposición al deseo egoísta de adquirir y consumir. El MEDIO SHEKEL es el remedio para el apetito por la riqueza material en sí misma.

Cuando Dios habló a Moisés, «le mostró una especie de moneda de fuego, del peso de medio shekel» y le dijo: «Esto darán todos los que pasen por la cuenta: medio siclo» (Ex. 30:13 y Rashi allí). Esta moneda de medio siclo, que convertía a cada ciudadano en un socio igualitario en el Santuario y su mantenimiento, era el remedio para la lujuria material y el apetito de riqueza. Todos debían unirse y ser socios en una empresa que elevaba la riqueza material -los más finos recipientes de oro, plata y cobre, las telas más finas, los animales más selectos, la harina, el aceite, el vino y las especias- incorporándolos al culto del Único Dios.

Aquí es donde la exhibición de la riqueza es realmente adecuada, un lugar donde cada uno puede sentirse justamente orgulloso de tener una parte. Tener una parte conjunta con todos los demás en el tesoro nacional, el Templo, mantener los ojos enfocados en sus espléndidas vasijas de oro y sus mensajes implícitos son la medicina para el deseo egoísta de la riqueza por su propio bien.

Las diferencias en la riqueza y los bienes no tenían importancia en este impuesto anual de medio siclo que convertía a cada ciudadano en un socio igualitario en la empresa del Templo.

El rico no podía dar más ni el pobre menos. Las almas no pueden ser cuantificadas y contadas; cada alma tiene su propio significado único que sería violado al tratar de cuantificarla o asignarle un número. Lo que cuenta es que cada persona añade su propio SER y VOLUNTAD, y está dispuesta a desempeñar su papel pagando el «impuesto sobre la cabeza» y «emitiendo un voto«.

Los números y la riqueza no cuentan a los ojos de Dios. Lo que cuenta es la VOLUNTAD de cada persona para hacer una contribución, para tener una parte igual con todos los demás, sin orgullo y sin vergüenza, en ser parte del todo, alimentando el Altar y trayendo el fuego de la presencia de D’os al mundo.

Rabino Avraham Greenbaum

Fuego y Agua en Perfecta Armonía.

Por
Rabino Itzjak Ginsburgh

El kior o pileta de cobre se encuentra entre el Ojel Moed, la Tienda de Reunión y el Mizbeaj Nejoshet, el Altar Exterior de bronce donde se hacen las ofrendas animales y vegetales, y los kohanim deben lavarse con sus aguas cuando vienen a servir en la Tienda de Reunión o en el Altar.

El Altar es el fuego del servicio al Eterno, tanto para elevar las ofrendas, los korvanot, y espiritualmente es el servicio de la plegaria para elevar al animal interior de la persona.

En medio de la Tienda de Reunión está el Mizbeaj HaKetoret, el Altar del Incienso, el secreto del fuego de la Torah, la conexión interior con HaShem, como dijo Rashbi el último día de su vida: bejad ktira etkatarna, que se traduce “con una conexión me conecté”.

Vemos que el Kior es el agua entre el fuego de la plegaria y el fuego de la Torah. De Moshé Rabeinu se dijo «del agua fue sacado«, del agua del Kior que purifica a los siervos de YHVH para ocuparse en la Torah y la plegaria, «la Torah de Moshé» y «la plegaria de Moshé«.


El Becerro de Oro: Cortocircuitos Psíquicos del Hedonismo Sincretista (Ki Tisá)

Por P.A. David Nesher

¡Que gran contraste! Una vivencia celestial en la cumbre; un resultado inframundano a los pies del Monte Sianí. Esa es la síntesis del mensaje de este shiur (lección). Para el pueblo de Israel, Moisés se demoraba en el Monte y eso le hacía perder su confianza (emunáh). Sus percepciones sensoriales prevalecieron sobre toda certeza extrasensorial. El líder no regresaba, quizás había fallecido. En ausencia de Moisés, el pueblo se intranquilizó. Sin su líder, quedaron abandonados a sus propios recursos.

Es cierto que Moisés tardaba, pero Dios tenía un propósito maravilloso por la tardanza de Moisés, y muy pronto terminaría. El Eterno quería que ellos comprendieran que su relación con Él ya era directa, pues ya contaban Su Instrucción en sus mentes y corazones. Todo lo que ellos necesitaban era ser pacientes un día más y la preciada Torah sería de ellos para reparar o rectificar (tikún) el mundo entero. Pero debido a que el pueblo no pudo ver la razón de la tardanza, ellos permitieron que esto les fuera de tropiezo.

Aprende más de esto escuchando esta enseñanza:

También puedes leer esta BITÁCORA:

¿Cómo Prosperar con el Poder de la Imaginación?

Por P.A. David Nesher

El poder de la imaginación debe ser usado sólo desde una mente ascendida en los caminos de la Luz Infinita. Si no es así, la impaciencia se apodera de ese poder y lo conduce a la destrucción total del destino de propósito que Yahvéh ha otorgado al ser humano.

#ParasháKiTisé#BecerroDeOro

¿Abrumado por el SHABAT?


Por Rabbi Dovid Green

Es posible que los no iniciados se sientan abrumados por todas las cosas que uno no puede hacer en Shabat, sin embargo, todo es una cuestión de actitud. No es «No puedo hacer esto, y no puedo hacer eso«. Sino, «No tengo que hacer esto o aquello«.

Shabat es un momento en el que nos damos cuenta de que no nos pusieron este mundo solo para ganarse la vida, aunque sea una prioridad dominante necesaria. No tenemos que conducir en coche, usar celular, etc. Cambiamos el ritmo.

Shabat es cuando nos recordamos que somos seres espirituales con un propósito espiritual, y lo alcanzamos en Shabat.

Ganar el sustento es el vehículo a través del cual nos mantenemos en el nivel físico. Entonces podemos concentrarnos en nuestra verdadera esencia. No importa el tipo de trabajo que hacemos durante la semana, seas un ejecutivo o ama de casa pues en Shabat todos nos reunimos ante el mismo Dios, que nos ve por lo que somos, ricos y pobres por igual.

Podemos desinhibirnos en oración ante Dios, ya que Él nos reconoce por quienes somos bajo la máscara social. En el día, escuchamos la lectura de su Torá, luego venimos a casa a sentarnos en la mesa con la familia, a comer la comida festiva, cantar canciones que corresponden y compartirnos en compañía de seres queridos y amigos.

El sábado es mei ‘ein olam haba’a, que traducido es: «la esencia del mundo venidero«.

Quien experimenta un Shabat donde se guarda correctamente, comienza a sentir que así es como se supone que debe ser el mundo.

Al salir de tal ambiente cuando finaliza Shabat, uno ya está anticipando el siguiente ya que éste deja una impresión en el alma, da forma y moldea la manera en que pasamos nuestra semana.

¡Que todos podamos tener el privilegio de probar la dulzura del Shabat!

Dos Sábados (Shabatot) en Un Solo Día

Por P.A. David Nesher

 «Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat, para hacer del Shabat un pacto eterno por todas las generaciones.

(Sehmot/Éxodo 31: 16)

Al estudiar la parashá Ki Tisá, nos encontramos con este versículo en el que leemos que los hijos de Israel tienen que guardar el Shabat. Es interesante saber que el verbo guardar en la cosmovisión hebrea tiene que ver con una actitud de vigilancia y celo para protegerlo de ser profanado mediante melajá.

También este pasuk (versículo) dice que los hijos de Israel tienen que hacerlo un pacto perpetuo en todas sus generaciones. Este mandamiento revela que el Shabat seguirá hasta que pasen los Cielos y la Tierra, según lo que asegura Yeshúa, nuestro Dueño al explicar el propósito de su misión mesiánica:

«No penséis que llegó a abolir la Torah o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido. De modo que cualquiera que quebrase uno de estos mandamientos muy pequeños y así se enseñó a los hombres, muy pequeño se llamó al reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.«

(Mateo 5:17-19)

Ahora bien, debe asombrarnos conocer que la Sabiduría divina explica que existen Dos Sábados (“Shabatot”) dentro de esta sagrada jornada denominada Shabat. En primer lugar, está el “Shabat” que se debe “cuidar”, así es como leemos: “Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat”. Pero también, en segundo lugar, está el “Shabat” que está para “hacer”: “para hacer del Shabat”, y por tal motivo el texto menciona dos veces la palabra “Shabat”.

El “Shabat” esencialmente está santificado por El Eterno, siendo desde la misma creación, el sagrado séptimo día, por eso debe ser cuidado. Pero, además de la santidad intrínseca del Shabat, se pretende que cada persona “haga” lo posible para aumentar la santidad del Shabat.

El Eterno creó el mundo pretendiendo que el ser humano que se sujeta a su Instrucción (Torah) revele la divinidad, por medio de sus acciones. Se pude apreciar que las piernas pueden llevar a la cabeza a lugares que sola no puede ir, de la misma forma, los redimidos pueden atraer con sus acciones la santidad celestial.

Por eso, el alma humana mesiánica, tiene, como primera medida, “cuidarse” de no profanar el “Shabat”, cumpliendo con todas sus estipulaciones, pero además, debe “hacer” que su Shabat sea cada vez más sagrado.

La señal del pacto entre Yahvéh e Israel tiene que ver con la obra de la creación. Como él hizo, así ellos también hacen. La palabra “cesar” es la primordial. Es la traducción del término Shabat. Luego viene la palabra “reposar”, en hebreo nafash, es la segunda prioridad. Así que el Shabat también fue creado para que el hombre descanse y renueve sus fuerzas para la siguiente semana. Esto es lo que significa la expresión «Shabatot» («dos sábados«) que vibra dentro de un mismo día (cada shabat). Esto es la doble porción que el alma alcanza en cada séptimo día: descanso y renuevo. Estas son las aptitudes mesiánicas que permiten la liberación, expiación y transformación del mundo, por medio de la melajá que el alma redimida ejerce durante los seis días laborables de la semana.

Hay dos tipos de santuario en el mundo, un santuario en el factor espacio  y otro en el factor tiempo. En el relato de la construcción del Santuario (Mishkán) en el espacio, viene entrelazado el relato del santuario que cada israelita debía construir en el tiempo: el Shabat.


BITÁCORAS RELACIONADAS:

Vida Humana en Corto Circuito (el Pecado del Becerro de Oro)

Por P.A. David Nesher

«Mas viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se allegaron entonces a Aarón, y le dijeron:
Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, aquel varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 
«Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, y de vuestros hijos, y de vuestras hijas, y traédmelos.
Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y lo trajeron a Aarón. El cual los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición.
Entonces dijeron:
Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo:
Mañana será fiesta a Yahvéh.
Y el día siguiente madrugaron y ofrecieron holocaustos, y presentaron pacíficos: y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a regocijarse.

(Éxodo 32:1-6)

El tema principal de la porción (parashá) de la Instrucción (Torah) de esta semana, llamado Ki Tisá, es el pecado del becerro de oro (en hebreo: Jet HaEguel), el cual es considerado como la máxima transgresión del pueblo de Israel hacia el Eterno. Por eso es importante entender de qué se trata y cómo se relaciona con nosotros.

Primeramente, debemos aceptar que la grandeza de la denominada «Generación del Desierto» no puede ser subestimada en ningún aspecto.

Esto se debe a que los hebreos, después de pronunciar «naasé venishmá» («haremos y escucharemos«), sus vidas se revistieron de inmortalidad, llegando sus cuerpos a glorificarse, recuperando así, el nivel de Adam HaRishón (primer Adán) antes de que pecara, tal como lo explica proféticamente el rey David en el salterio (Salmo 119:1).

Es decir que el Eterno les reveló la Luz de Bilá HaMávet LaNétsaj (la eliminación total del dolor, el sufrimiento y la muerte) o libertad del Ángel de la Muerte. De este modo habían quedado transformados por Yahvéh, en un abrir y cerrar de ojos, y así estar libres del ángel de la muerte. Así pues, por causa del ejercicio de su emunah (fe) ellos se transformaron en tzadikim (justos), contando con un espíritu fuerte que lograba controlar el yetzer harála inclinación al mal«).

Siendo todo así, habiendo alcanzado pues los hebreos este nivel existencial, ¿por qué tropezaron en el Jet HaEguelPecado del Becerro de Oro«)?

Algunos comentaristas explican que el pueblo en realidad no intentó crear un substituto de Dios, sino que más bien sustituyeron a Moshé por un falso líder, el becerro, creyendo erróneamente que aquel los había abandonado. Por lo tanto el pecado arquetípico del pueblo como un todo es ir detrás de un falso liderazgo. Otros sabios aseguran que Israel pretendió representar al Eterno en ese becerro de oro.

Es muy importante saber que desde Abraham avinu, hasta Moisés la humanidad vivió un proceso de acercamiento a Dios en forma progresiva y colectiva, por eso el pecado del becerro de oro se asocia con idolatría.

Entonces en concreto el pecado del becerro de oro significa el deseo de reemplazar al Eterno y a Moshé su Ungido, es decir al ver que Moshé no aparecía, el pueblo dudó a pesar de todo lo que presenciaron desde su salida de Egipto y pensaron en reemplazarlo. Esta duda rompió el eslabón que por siete generaciones los patriarcas habían formado y que terminaría de ser completado con la revelación de la Torah escrita, del monte Sinaí, por eso fue tan grave.

Entonces, el becerro no era un simple ídolo de un becerro. Era más bien un símbolo de un sistema de culto y creencias que tarde o temprano penetraría a Israel y destruir el sistema litúrgico de adoración, dividiéndolos en dos Reinos (Casa de Efraín y Casa de Judá).

El becerro de oro es por lo tanto un código que indica el retroceso que la humanidad hizo en su separación con el Creador, por lo cual se destruyeron estas primeras tablas.

Los Tres Pecados del Eguel

Como ya habrás observado, la expresión becerro en hebreo se escribe Eguel (עגל). Esta palabra está compuesta de tres letras (Ayin, Gimel, Lamed). Dichas letras convierten a la expresión Eguel en el acrónimo de tres pecados muy fuertes que son los que conducen a que una vida justa caiga en las aberraciones de las tinieblas a través de la idolatría.

Considerando pues a Eguel como un acrónimo, entendemos que el becerro de oro significa lo siguiente:

  • Ayin: Ayin Hará (עַיִן הָרַע‎- Mal de ojo), es decir, la envidia.
  • Guimel: Gilui Arayot (גילוי עריות- Uniones prohibidas), es decir, desperdiciar la energía sexual a través de la lujuria.
  • Lamed: Lashón Hará (לשון הרע- Hablar mal de otros)

Estas tres cualidades (midot) negativas son las causantes que una vida humana, y también toda una comunidad, queden por muchos años estancados, dando vueltas alrededor de la misma estructura errónea de pensamiento, sin la posibilidad de trascender (Deuteronomio 1:&). Veamos atentamente cómo es esto.

Eguel, también quiere decir «redondo«, pues viene de la raíz gilgul que significa cíclico o periódico. Entonces el «Pecado del Becerro de Oro» estaría relacionado con mantenerse preso de los impulsos instintivos, recibiendo los golpes de «los ciclos naturales” que nos dominan siendo incapaces de mantener el equilibrio en nuestras vidas. La redondez es un fenómeno neutro que puede ser positivo o negativo. La redondez negativa es cuando una persona sigue los ciclos de la naturaleza, sin reconocer la Providencia Divina en el mundo. La palabra hebrea para “naturaleza” es teváh, también es circular y significa “anillo”. Lo Divino y el camino de la Torah es rectitud. Si una persona está inmersa sólo en los ciclos de la naturaleza, siempre estará dando vueltas y nunca penetrará los confines del círculo. Este también puede ser un círculo político negativo.

Por eso, otra palabra con la raíz ain-guimel-lamed es agalá, que significa “carro”. Al ser un cierto tipo de vehículo, la conexión obvia con la redondez son sus ruedas giratorias. En hebreo, hay siete sinónimos para el concepto “camino”. El séptimo es maagal, “circuito”, cuya raíz también es agalá. La aparición más importante de la palabra maagal la encontramos en el Salmo 23: “maaglei tzedek” (sendas de justicia), en el cual el rey David le implora a Yahvéh que lo guíe por caminos justos circulares. La palabra tzedek (“justicia”), siempre aparece en conjunción con maljut (“reinado”). Siendo que maagal es el séptimo sinónimo de “camino”, entendemos que también corresponde a reino. Por lo tanto, el reinado rectificado es el sendero circular rectificado. El reinado debe penetrar los ciclos y rectificarlos.

La conclusión entonces de este shiur (lección) es sencilla pero muy profunda: quien lleva a cabo estas tres malas midot está adorando al becerro de oro y todas las bendiciones celestiales son obstruidas. Por eso, quien comete el pecado del becerro de oro no tiene acceso a la Torah y se encuentra bloqueado espiritualmente dando su vida vuelta siempre en el mismo «puntito», sin la posibilidad de trascender la «redondez» de la vida física, para ascender a mayores dimensionalidades cíclicas en Yeshúa.


Bitácoras Relacionadas:

¿Cómo se produce un Avivamiento Espiritual? (Parashá Ki Tisá)

Por P.A. David Nesher

 

 

«Moisés le dijo al Señor:
―Tú insistes en que yo debo guiar a este pueblo, pero no me has dicho a quién enviarás conmigo. También me has dicho que soy tu amigo y que cuento con tu favor. Pues si realmente es así, dime qué quieres que haga. Así sabré que en verdad cuento con tu favor. Ten presente que los israelitas son tu pueblo.
―Yo mismo iré contigo y te daré descanso —respondió el Señor.
―O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor? ¿En qué seríamos diferentes de los demás pueblos de la tierra?»

(Éxodo 33:12-16)

 

Evidentemente, el episodio del becerro de oro había conmovido los fundamentos mismos de la fe de Israel. En aquel episodio hemos visto tanto el castigo implacable como el perdón magnánimo concedido por el Eterno. Era necesario que la Vida volviera a esta gran comunidad de redimidos. ¡Era urgente una avivamiento!

Por eso, en esta porción (parashá) la Torah nos lleva a meditar en la cúspide de  la relación de intimidad espiritual y el grado de percepción profética de Moshé. Esta idea está plasmada en las palabras siguientes:

 “… y hablaba Yahvéh a Moshé cara a cara «

(ודבר ה´ אל משה פנים אל פנים » – “Vedibber YHVH el Mosheh panim el panim”)

 

Esto ha sido la consecuencia del amor manifestado por Yahvéh a Moshé desde los inicios, pues así leemos en Shemot:

«Yo me aparecí a Abraham, a Yitzjak y a Yaakov por El-Shaddai, empero por Mi Nombre YHVH no Me he dado a conocer a ellos.«

(Éxodo 6: 3)

En el libro de Badmibar/Números (12:8) pone en claro lo que esto significa. Allí el Eterno contrastó el cómo habló a Moshé en comparación de cómo habló a otros profetas; Moshé escuchó clara y plenamente, y los otros profetas escuchaban en sueños y visiones.

Esto posiblemente también significa que Yahvéh se apareció a Moshé en forma humana, de la forma que Él lo hizo con Abraham (Génesis 18). Pero también la frase “cara a cara” es una forma figurativa que significa tener un compañerismo abierto y sin censura.

Como consecuencia de este grado de cercanía veremos que Moshé pedirá «conocer los caminos de Dios«. Esto no será una mera «curiosidad» u osadía espiritual, sino más bien, el poder conocer los caminos del Eterno para poder conducir al pueblo de Israel en tiempos difíciles como había sido el «mahaseh haheguel» (episodio del becerro de oro).

En estos versículos (33: 12-23) estamos muy limitados. Todos los comentaristas de la Biblia abordan el texto con mucha aprehensión, ya que el mismo nos conduce hasta los límites del conocimiento de Dios. Límites impuestos por los alcances de la razón humana. El texto hace alusión a lo que está más allá de la razón humana y su lógica, posiblemente para indicarnos que existe un dominio trascendente, inaccesible a nuestro entendimiento, por lo cual no resulta fácil conocer su pensamiento exacto al respecto.

En síntesis: el camino que nos queda es reunir todos los elementos que el Tanak (Antiguo Testamento) ofrece al respecto, limitándonos a ellos, por supuesto, y tomando las palabras siempre en su contexto.

El esquema resultante sería el siguiente:

De acuerdo con Éxodo 23:20, Dios le dice a Moshé:

«He aquí que Yo envío a un Emisario delante de ti para custodiarte en el camino y para traerte al lugar que Yo he predispuesto«.

Esta promesa corrió el peligro de ser alterada por causa del  «mahaseh haheguel»  (episodio del becerro de oro); así leemos:

«Y ahora déjame y que se encienda Mi furor contra ellos y los exterminaré. Mas haré de ti un pueblo grande.»

(Éxodo 32: 10)

Ante la oración de Moshé, Dios desiste de ello. Pero, de acuerdo con Éxodo 33:10, no será Dios quien estará con Su pueblo en lo sucesivo, pareciendo que la Divinidad se «alejaría» del pueblo de Israel.

Pero Moshé, amparado en el perdón prodigado por Yahvéh por el episodio del becerro de oro, encuentra un «het ratson» (tiempo de benevolencia) para tratar de restablecer la cercanía de Yahvéh con Su pueblo Israel. Para Moshé no era suficiente el saber que él e Israel lograrían llegar a la Tierra Prometida. Para su estima, la Tierra Prometida no era nada especial sin la especial presencia del Señor. Esto fue audaz. Moshé tenía la determinación de tener la presencia de Yahvéh lo más cerca posible para con Israel. Este era el siguiente paso hacia el avivamiento y restauración de su relación con el Eterno.

Moisés estaba preocupado en obtener una garantía de esa presencia para su pueblo, y también del gozo de una experiencia más cercana para él mismo. Él conocía que la misericordia del Señor es eterna, mientras que Su ira es efímera y por eso Moshé formulará dos pedidos, a saber: conocer los caminos de Dios y ver la manifestación de Su Gloria.

Como respuesta al primer pedido el Eterno le contesta:

» … Yo haré pasar toda Mi bondad ante ti y proclamaré el Nombre de Yahvéh ante ti, y agraciaré a quien agracie y Me apiadaré de quien Me apiade«

(Éxodo 33: 19)

Esto quiere decir que Yahvéh hará conocer Sus atributos de bondad y misericordia. La Gloria de Dios descansa en Su bien. Cuando Moshé vio la Gloria de Dios, su primer entendimiento era que Yahvéh era bueno. Si no sabemos que Dios es bueno, entonces no sabemos mucho de Él. En la forma de pensar de los antiguos hebreos (y también en otras culturas antiguas), el nombre representaba el carácter y naturaleza de una persona. Dios prometió el revelar Su carácter a Moisés, y no solamente un título.

Lloyd-Jones nos da una idea de lo que el Eterno le dijo a Moisés:

Yo me bajaré a tu debilidad. Te dejaré ver algo. Pero aún más importante que eso, Yo haré que todo mi bien pase delante de ti. Te daré revelación más profunda y un entendimiento de yo mismo, de mi carácter, de lo que Yo soy. Esto es lo que realmente necesitas saber.”

Al segundo pedido, la respuesta fue: » … No podrás ver Mi presencia, ya que no puede verme el hombre y vivir.» (Éxodo 33:20). Yahvéh asegura que Moshé no podrá ver su rostro, es decir, la plenitud de su perfección y la grandeza de su estructura esencial, y vivir, ya que ningún humano podría soportar, en su estado actual, todo este descubrimiento completo. Pero Él agrega, “y verás mis espaldas”, que quiere decir que lo que Moshé podrá conocer serán los caminos de Dios a través de Sus acciones, en la naturaleza y en la historia. En palabras del Salmista:

» … El hace conocer Sus caminos a Moshé y Sus acciones a los hijos de Israel… «

(Salmos 1 03: 7)

Esta hambre de más de Dios es una marca de una verdadera relación de avivamiento y restauración. Fuera lo que Moshé hubiera experimentado con Yahvéh, ahora él quería más. Cuanto más un hombre conoce acerca de Dios, él tendrá un deseo mayor de conocerlo.

Como consecuencia de este «het ratson»  (tiempo de benevolencia) el Eterno le dirá a Moshé que recibirá otra vez:

» … Dos tablas de piedra como las primeras y Yo escribiré sobre las tablas las palabras que estaban sobre las tablas primeras, que quebraste«

(Éxodo 34: 1)

Moshé sabía que nada que lo que Yahvéh pudiera darles los haría verdaderamente diferentes de las otras naciones. Sólo la fuerte Presencia de Yahvéh mismo podría hacer eso.

La relación de Israel con Yahvéh los hacía diferentes de todos los pueblos antiguos. El Eterno entre ellos los hizo diferentes. Era importante que Israel supiera esto por ellos mismos; y también era importante que las otras naciones supieran esto.

Yahvéh honró la intercesión audaz de Moisés, y Él prometió el restaurar Su relación con Israel.

“¿Pues en qué se conocerá que he hallado gracia ante tus ojos, yo y tu pueblo? ¿No es acaso en que tú vayas con nosotros, para que nosotros, yo y tu pueblo, nos distingamos de todos los demás pueblos que están sobre la faz de la tierra?” (33:16)

Vemos que la gracia dada a Moshé es pasada al pueblo. La palabra “gracia” en hebreo jen, significa “gracia”, “belleza”, “favor”, “aprecio”. La raíz de jen es janán, que significa “inclinarse para mostrar benevolencia a un inferior”, “compadecerse”, “conceder un favor”. La palabra “jen” aparece seis veces en este contexto. La primera vez que aparece en las Escrituras es en Génesis donde está escrito:

“Mas Noaj halló gracia (jen) ante los ojos de Yahvéh.”

(Génesis 6:8)

El Midrash dice: “Noaj fue salvado no porque lo merecía, sino porque halló gracia.” Moshé halló gracia en los ojos del Eterno y el pueblo de Israel recibió el perdón por el pecado del becerro por medio de la gracia y el pacto fue renovado a base de esa gracia. Según esta parashá, hallar gracia ante los ojos del Eterno implica cinco cosas:

  • Conocer los caminos del Eterno, (v. 13).
  • Conocer al Eterno, (v. 13).
  • Caminar con el Eterno, (v. 16).
  • Distinguirse de todos los pueblos de la tierra, (v. 16-17, cf. 34:9).
  • Obtener el perdón del Eterno, (34:9).

Este acto, que denota el perdón prodigado por Dios, devolverá las cosas a su estado anterior, y culminará con la concertación de un pacto entre Yahvéh y el pueblo de Israel. Así leemos:

 «Dijo Él: he aquí que Yo voy a concertar un pacto; frente a todo tu pueblo habré de hacer portentos que no han sido obrados en tierra alguna ni en pueblo alguno. Y verá todo el pueblo -el que tú estás en medio de ella obra de Yahvéh, ya que imponente es, lo que Yo voy a hacer contigo.»

(Éxodo 34: 10)

¡Este es el método efectivo para lograr un avivamiento en una comunidad de fe!

 

¡Solo…, Nadie es Nada! (La Enseñanza del Medio Shekel)

“ Cuando hagas un censo de los hijos de Israel para contarlos, cada uno dará a Yahvéh un rescate por su alma cuando sean contados, para que no haya plaga entre ellos cuando los hayas contado. Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Yahvéh. Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Yahvéh. Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Yahvéh para hacer expiación por vuestras personas. Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Yahvéh, para hacer expiación por vuestras personas.”

(Shemot/Éxodo 30:12-16)

Para comenzar, necesito que nuestra memoria se remonte a lo que aprendimos en nuestros estudios del libro de Bereshít (Génesis). Por medio de este ejercicio recordaremos específicamente que según la promesa hecha por el mismo Elohim a Abraham, no se podía contar a los hijos de Israel (cf. Génesis 15:5; 32:12). En base a esta promesa divina, los hebreos comprendieron que si se cuenta a los hijos de Israel se expone al Pueblo escogido al peligro de las zonas del rigor (Guevurah) y por ende a ser blanco de plagas. Así pues, y teniendo en cuenta esta revelación del libro de Bereshit, ahora podemos entender el por qué cuando el rey David intentó censar al pueblo una vez, con el fin de saber con qué recurso específico contaba para la guerra, vino una plaga de parte de Dios sobre el pueblo (cf. 2 Samuel 24:1-10; 1 Crónicas 21:7).

Entonces, al ingresar en el estudio de la parashá Ki Tisá, hayamos que, para evitar la extinción de Israel como Pueblo escogido del Eterno, aquellos que eran sus hijos reciben la instrucción divina de hacer dos estrategias celestiales que no viniera plaga alguna sobre ellos:

  • La primera estrategia consistía que cada uno dé una moneda y así se puede contar las monedas en lugar del pueblo directamente.
  • La segunda estrategia era que esa moneda de plata serviría como un precio de rescate, una expiación para que no venga la plaga al ser contados.
¿Cuál es el significado de este mitzváh (mandamiento)?

Encontré toda una discusión en el Zohar acerca del hecho de dar ½ shékel, que en parte se trata de unir y reconectar cada una de las almas hebreas con la Luz del Creador.

Recordemos que esta era ya la tercera ocasión que los Benei Israel eran contabilizados; la primera vez que fueron computados es cuando viajaron a Egipto, en esa ocasión el número fue de 70 almas. La vez segunda, cuando abandonaron Egipto la cantidad ascendió considerablemente, fueron contabilizados 600.000 hombres en edad militar. No obstante, que ahora son enumerados por tercera vez, tal conteo no se realizó directamente sino que se ordenó que cada israelita hiciera una donación, esta era la mitad de un shékel. Contando la plata se obtiene el censo.

Ahora surge una pregunta de interés para nuestro estudio: ¿Cuál es la razón por el que se pide un cómputo indirecto de la población?

En las fuentes de Sabiduría judía como el Talmud o el Zohar leemos:

«…La bendición no puede hallarse en lo que se cuenta, en lo que se mide ni en lo que se pesa, a causa del «mal de ojo», la bendición está solamente en aquello que está oculto a la vista…».

¿Qué características tuvo este censo?

Para comprender bien este mandamiento, debemos captar la idea central del Eterno:

La Torah enseña que está prohibido contar a los Benei Yisrael (Hijos de Israel) de la manera usual en las demás naciones (censos político-económicos), y que cuando sea necesario hacer un censo la gente debe donar objetos, los que a su vez serán contados. Por medio de dichas donaciones se logrará inferir el número de los israelitas.

Por ello, en el caso del censo en el desierto, se le pidió a las personas, tanto ricas como pobres, que cada una donase medio shékel para la edificación y mantenimiento del Mishkán (Tabernáculo). De aquí que la condición de los hijos de Israel se dignifica cuando contribuyen a proyectos filantrópicos, y tal es la razón fundamental de que hayan sido contados por medio de un donativo de toda la nación unificada en aras de una causa sagrada. Este concepto se deriva del mandamiento impartido en el versículo 12, el que literalmente dice «Cuando eleves en censo [per cápita] a los hijos de Israel según su número» (Baba Batrá 10b. Pesikta Zutreta), implicando que la función de estas contribuciones no sólo era facilitar un censo y proveer bienes materiales para el Tabernáculo, sino también el nivel espiritual y ético de los contribuyentes.

La participación de todo el pueblo por igual en esta estrategia dejaba un claro mensaje de parte del Eterno:  todos los Hijos de Israel deben coparticipar en la realización de los objetivos nacionales; todos deben estar incluidos en el censo (v. 14) dejando de lado sus intereses personales y/o egoístas por el bien de la nación. Quien así actúe, obtendrá un beneficio inconmensurable, puesto que la misión de Israel pende de la unidad de la nación como un todo (de los comentarios de Rabí Hirsch). 

El censo que Yahvéh ordena a Moshé incluía a todo aquel varón que tenía de veinte años para arriba (hasta 60 años). Esta era la edad en que el israelita alcanzaba su máxima madurez para salir a cumplir misiones militares. A partir de esta edad el joven israelita era considerado un hombre adulto, apto ya para el ejército. Esta posición era denominada: יוצא צבא , «íotse tsava» (véase Números 1:3).

Otra característica para tener en cuenta, es que en esta estrategia divina no se contaba a las mujeres. Las mujeres no tenían la obligación de pagar este impuesto para el Tabernáculo ni de ir al ejército.

Leemos que cada alma tenía un precio de rescate de medio siclo. De ese modo, los ricos no pagaban más ni los pobres pagaban menos. Así el varón israelita que participaba aprendía la lección divina de que cada alma tiene el mismo valor delante del Eterno, no importa el estatus económico que la misma haya alcanzado. Es muy interesante notar que, el hecho de que se pida medio siclo y no uno completo, quería indicar que toda contribución no representa más que un fragmento del conjunto. Toda persona necesita a la otra para formar la tan anhelada unión. El mensaje: solo, nadie es nada. Por eso, entendemos que el medio shekel alude al hecho de que cada uno de nosotros es solo la mitad. Desde esto cada varón de Israel se cuestionaba: ¿Cuál es la Otra Mitad?… Y la respuesta surgía rápidamente: el Otro.

En primer lugar, el varón israelita meditaba en la Otra Mitad es el Eterno. Su mente lograba la reflexión: «soy un ser creado y mi existencia es relativa (sólo la mitad). Pero creo en Dios, quien es la realidad absoluta y el Creador de todo.» Por medio de este dinero de rescate, la Torah hablaba con claridad: todos y cada uno de los hebreos le deben a Yahvéh; por lo tanto, todos están obligados a Él. El Eterno mandó que cada varón mayor de veinte años debía de pagar medio siclo como dinero de rescate, confesando que él merecía morir, dando lo que era en deuda hacia Dios, y dando la suma demandada como un tipo de gran redención la cual sería más tarde pagada por las almas de los hijos de los hombres.

En segundo lugar, estos versículos asimismo hablan en términos de la expiación que se obtiene al participar en este cómputo «del medio shékel», porque cuando la nación se unifica esforzándose en alcanzar un objetivo común, la misma se hace más robusta. Es decir que cuando todos y cada uno se suman a una causa constructiva, los méritos espirituales de los individuos se unen a su vez, de tal manera que no sólo sus donativos, sino asimismo sus logros personales son unificados en solidaridad mutua (T. Avot 2:2). Un solo ser humano puede rara vez sobrevivir al escrutinio divino, pues, ¿quién está libre de pecados y carencias? Sin embargo, cuando se manifiesta la unión nacional, ésta se eleva a un plano superior, como resultado del hecho de que todos sus miembros individuales fusionan sus virtudes propias con las de los demás. Y el fruto de ello es que dicho colectivo nacional es juzgado con mucha mayor benevolencia (el rav Kuzarí explica que esta es también la razón por la cual es tan importante rezar con un Minián [quórum] en vez de individualmente). Este sería el motivo por el cual la mujer shunamita (II Melajim 4:13), que fue tan extraordinariamente generosa con el profeta Elishá (Eliseo), se rehusó a su ofrecimiento de rezar por ella o interceder ante las autoridades a favor suyo, pues ella conjeturó que si se le destacaba de entre los demás, sería juzgada de manera más severa en la balanza Celestial. Esto cobra mayor sentido desde el momento que, como enseñan los Sabios, tal incidente tuvo lugar en Yom Teruah, el Día del Juicio (comentario de Rabenu Bejaie).

Dicen algunos comentaristas que este impuesto no se tomó solamente una vez, sino en el futuro también. El medio siclo servía para el servicio del Tabernáculo. La primera vez sirvió para las basas y demás objetos de plata (cf. Éxodo 38:25-28). El Talmud de Jerusalén cuenta que este impuesto anual se usó para la adquisición de las ofrendas comunales (cf. 2 Reyes 12:4; 2 Crónicas 24:6; Nehemías 10:32; Mateo 17:24-27).

En el tiempo del segundo templo se recordaba anualmente en todas las ciudades en el primer día de adar (último mes del año) que cada uno preparara medio shekel para el Beit HaMikdash (templo). La colecta ocurría entre el 15 de adar y rosh jódesh (el primer día) Nisán.

¿Yeshúa obedeció este mandamiento?

Sí, nuestro Maestro y Dueño fue fiel en el cumplimiento de este mitzváh. Así lo apreciamos al leer en el relato evangélico la ocasión en que vinieron a nuestro Maestro a pedir el impuesto anual del Templo, según lo que relata el apóstol Mateo:

“Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Él dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo:
¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños?
Pedro le respondió: De los extraños.
Jesús le dijo:
Luego los hijos están exentos.
Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.”

(Mateo 17:24-27)

Al leer el relato evangélico, e interpretarlo desde las costumbres de Israel, notamos que lo que nuestro Maestro y Dueño quiso revelar al cumplir con este precepto del medio shekel, es que cada miembro del Pueblo escogido está obligado a creer y aceptar que todo lo que posee incluyendo su misma vida es una bendición de Yahvéh. El ser humano hebreo, especialmente el varón, tiene que aceptarlo con modestia, entendiendo lo efímero que es todo lo que posee, incluyendo su vida.

Cuando el hombre cuenta su riqueza o el número de personas que componen su grupo, tribu, ejército, se debe a una suerte de soberbia humana, pareciendo indicar con ello la posesión absoluta de las cosas o personas, cosa que provoca la ira de divina. La misma se manifestará por medio de la naturaleza misma creada por Dios que afectará al hombre soberbio o al hombre que asume actitudes de soberbia.

Por último, escuchando a Yeshúa Rabeinu en esta anécdota evangélica, el texto hace notar otra creencia que surgía de la práctica de pagar el medio shekel: la «Otra Mitad» es mi prójimo, aquel a quien estoy obligado a amar, y compartir los bienes del Olam HaZé (Mundo actual), particularmente el cónyuge. Es decir esa persona en cuyo mérito un hebreo logra su transformación en una persona completa. Por ello, en última instancia, hay algo muy importante en sentirse a la mitad desconectado de la otra mitad. Esta es la sensación de «un corazón contrito y humillado«, es decir, el desarrollo de la humildad necesaria para encontrar el favor a los ojos de Yahvéh.

El Kior (Lavacro) y la Pureza para la Comunión

Por P.A. David Nesher

«Habló más Yahvéh a Moisés, diciendo:

Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la has de poner entre el tabernáculo de la congregación y el altar; y pondrás en ella agua. Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos sus manos y sus pies.
Cuando entraren en el tabernáculo de la congregación, se han de lavar con agua, para que no mueran: y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Yahweh se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su simiente por sus generaciones.

(Éxodo 30:17-21)

Aquí tenemos las instrucciones que Yahvéh dio a Moshé para construir el denominado Kior, una gran vasija de agua para el Santuario. Esta fuente era utilizada por los sacerdotes (kohanim), previo a su servicio en el Santuario, como está escrito: «Y lavarán de él Aarón y sus hijos a sus manos y a sus hijos cuando vengan al Ohel Moed (Carpa de las Citas)».

Los Objetivos del Lavacro.

Este lavado ritual tenía dos objetivos:

  1. Limpieza y purificación: Se requiere del Kohen una limpieza y purificación adicional previo a su inicio del servicio al Eterno en el Santuario.
  2. Santidad- a través del lavado: el kohen alcanzaba un mayor nivel de santidad, y por eso, este lavado también se llamaba- «la santificación de las manos y los pies«. Según el Talmud el sacerdote ponía su mano derecha sobre su pie derecho y su mano izquierda sobre su pie izquierdo y los consagraba.

Estas abluciones corporales de los kohanim eran indispensables para ponerse en contacto con los objetos y los lugares sagrados del Mishkán. El incumplimiento de esta norma ponía en peligro la vida no sólo de Aharón y de sus hijos, sino también la de cualquiera de sus sucesores. Era un decreto permanente (vv. 19-21).

El Origen y Significado del Lavacro.

El origen del Kior o Lavacro se encuentra en la donación que hicieron las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo, tal como se nos relata en Éxodo capítulo 38, versículo. Dichas mujeres donaron sus espejos, que eran de bronce, para que fueran fundidos a fin de que la fuente se hiciera. Era una cosa maravillosa para el pueblo el dar la medida de su propia apariencia para estar limpios ante Yahvéh.

Hay que recordar que los espejos de aquel tiempo no eran como los nuestros, ya que los espejos de vidrio no existían en aquel entonces. Los pueblos antiguos tuvieron que recurrir a metales pulidos (bronce, plata, etc.), para producir reflexión. Esto explica el comentario que el apóstol Pablo hace del símbolo del Kior al decir:

«Ahora vemos por espejo, oscuramente…»
(1 Corintios 13:12)

Él está recordando a los discípulos de Yeshúa que debemos ejercer siempre humildad al comparar nuestro conocimiento espiritual aquí abajo, que es parcial (así como la imagen que reflejaban los espejos de su tiempo), con el que tendremos cuando estemos cara a cara con nuestro Abba, cuando conoceremos con total claridad.

Esta fuente contenía agua, siendo por tanto una provisión para lavarse. Pensemos juntos; tenemos aquí un gran espejo, hecho de una multitud de ellos más pequeños. Estaba lleno de agua, lo que aumenta su capacidad de reflexión. De esta manera, la fuente tenía dos grandes propósitos: reflejar la imagen del kohen y proporcionar limpieza. En ese sentido, esta fuente nos recuerda lo que la Instrucción (Torah) de Dios es y hace con nuestras vidas diariamente. Ella es un espejo fiel que nos muestra nuestra verdadera condición y, al mismo tiempo, es el instrumento para limpiarnos de las suciedades adquiridas. Por lo tanto, comprendemos que la primera función de la Torah es enseñarnos cómo estamos en el día a día referente al propósito eterno de Dios. Por ello, el apóstol Pablo explicaba esta misión de la Instrucción de las siguiente manera:

«¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.»
(Romanos 7:7)

La Torah, pues, es ese gran espejo, sin el cual nos auto-engañaríamos en creer que ya estamos perfectos, cuando en verdad estamos aún en el proceso divino de la santidad y la justicia.

El hecho de que fuera de bronce (símbolo de juicio) nos revela que el gran espejo divino, la Torah, nos ayuda a juzgarnos a nosotros mismos de una manera verídica y criteriosa, conforme a como Yahvéh nos ve. Los primeros discípulos al estudiar esta parashá fortalecían este pensamiento. Esa es la razón por la que Jacobo (mal llamado Santiago) escribió:

“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta Torah, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.”

(Santiago.1:23-25)

Pero hemos dicho que la Instrucción tiene otra función añadida a ésa, y es la de ser el lavacro (kior) donde limpiarnos de la suciedad adquirida en nuestra cotidianidad, adquiriendo desde ella pureza o santidad y mayores niveles de justicia. Eso es lo que en la mentalidad hebrea significa estar limpio. Nuestro Dueño Yeshúa así lo expresó:

«Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.»
(Juan 15:3).

El Eterno trazó en Su diseño que esta fuente de bronce, se situara, entre el Altar de Bronce, que es tipo de la cruz, y el Tabernáculo propiamente dicho, que es tipo de la comunión a la que todo redimido tiene acceso y de la de la adoración y servicio que todo redimido tiene el privilegio de ofrecer. Dicha comunión solamente se puede dar si el kohen (sacerdote) está limpio.

Para que podamos entender mejor este asunto, tenemos que saber que el uso de esta fuente estaba reservado para los sacerdotes, quienes en el ejercicio diario de su ministerio eran proclives a ensuciarse. Tengamos en cuenta su contacto permanente con el altar de bronce, donde la leña, las cenizas, el humo,los animales, la sangre etc. eran causas permanentes de suciedad. Era normal que en dichos trajines diarios, lo kohanim no se dieran cuenta de esa contaminación o suciedad en sus manos y pies. Por ello, el uso del lavacro no era opcional sino obligatorio. Es decir, no se trataba de algo dejado al criterio del sacerdote sino algo por lo que tenía que pasar para ministrar en su comunión íntima al Eterno.

La obligatoriedad del uso era diaria, porque diariamente estaban llamados a ministrar (comulgar) con Yahvéh dentro de Su morada. Y el uso de la fuente era previo a la ministración; por lo tanto, antes de entrar en el lugar santo para hacer los servicios sagrados el sacerdote tenía que lavarse, para concretar así un estado de limpieza personal desde la revelación de este santo espejo. Las partes del cuerpo que debía lavarse eran las manos y los pies, órganos del cuerpo simbolizan nuestro hacer y nuestro caminar. De la obligatoriedad del uso de la fuente da buena cuenta la razón que se aduce: para que no mueran.

Aprender a Supervisarse en las Acciones Cotidianas.

En la simbología de las Sagradas Escrituras, la “cara” siempre hace alusión a la parte interna e intelectual de la persona, mientras que las “manos y los pies” siempre hacen alusión a la parte de la persona vinculada con la acción. En el Santuario se encontraba de manifiesto la Santidad, y es por eso que la “cara”, la cabeza, la parte en donde reside el intelecto, no hacía falta “lavarla”, purificarla, ya que ya estaba plenamente santificada, debiendo solo purificarse la parte más baja de la persona humana: la acción, simbolizad por las “manos y los pies”, que guardan relación con el mundo.

Ahora, les solicitaré a cada uno mucha concentración. La sabiduría del Eterno al poner esta fuente para los sacerdotes es muy oportuna para cada uno de los redimidos en Yeshúa, llamados a ejercer diariamente un culto racional a Dios (Rom. 12: 1) La advertencia era clara: cada sacerdote debe también ocuparse de sí mismo diariamente. Debido a que podía darse el caso de que se concentraran tanto en el ministerio hacia los demás y se olvidaran de sí mismos, Yahvéh estableció esta estructura con su ritual obligatorio para que en un determinado momento del día, cada sacerdote se dedicara a pensar en su propia persona.

Con esta fuente Yahvéh los obligaba a examinarse a sí mismos, antes de examinar a otros. Es lo mismo que le recordará el apóstol Pablo a su hijo apostólico Timoteo: 

Ten cuidado de ti mismo…«
(1 Timoteo 4:16)

Sucede que, en el cotidiano devenir, a cada ser humano le sea fácil estar pendientes de los demás, de sus necesidades y problemas, pero a la vez olvidarse de las propias. Si eso llega a acontecer, aquel que es hijo primogénito de Dios ya no podrá ser de ayuda para otros, pues estará él mismo necesitado de ella. ¡Cuidado con el exceso de ocupación (servicio) hacia otros, no sea que termines descalificado por no estar atento hacia ti mismo y tu propósito! Es verdad, hay muchas almas humanas que debes cuidar, pero una por encima de todas ellas está la tuya.

La lección practica de este mueble del tabernáculo, es que, a menos que vivas efectuando constantemente, el juicio justo de ti mismo, a la Luz de la Torah del Eterno, tu comunión con Él se vera interrumpida, y esto afectará y determinará, que sobre el fundamento de la salvación, en vez de edificar oro, plata, piedras preciosas, edifiques con madera, heno y hojarasca. Teniendo en mente estos principio divino, el apóstol Juan, muy familiarizado con lo sacerdotal, escribió:

“Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
(1 Juan 1:6-9)

Por ello, en el diseño del Monte Santo del Señor hemos aprendido que al llegar el Shabat, tanto en su kabalá (recepción) como en su entrega, el lavarse las manos antes de comer el Pan de Primogenitura y el Pan de Gratitud, no solamente anuncia nuestra disposición a no realizar labor alguna para honrar ese día sagrado, sino que también anunciamos que estamos dispuestos a meternos en el juicio justo que la Torah nos revelará acerca de nuestra peregrinación en la vida. Es una manera de anunciar a todos los ámbitos celestiales que entendemos que el amor a uno mismo es la bisagra que permite amar perfectamente al Eterno y al prójimo.

Anhelo que recuerdes en este día pasar por el lavacro y meditar cómo está la marcha de ese proceso divino que te conduce a una meta maravillosa: el Premio del Supremo llamamiento de Dios en Jesús, el Cristo, nuestro Dueño!

P.A. David Nesher

Los Trece Atributos de la Misericordia Divina

Por P.A. David Nesher

 

 

 

 «Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: 
«YHVH, YHVH, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable…»

(Éxodo. 34:6-7)

 

 

Mientras nuestras almas se someten a la decisión de entrar en 21 días de ayuno parcial, hallo conveniente compartir con todos ustedes uno de los más grandes secretos que el Eterno reveló y transfirió a su Pueblo Israel, para lograr transformar toda tragedia en alegría. Me estoy refiriendo a lo que el Señor proclamó acerca de Él, en cuanto a Su naturaleza benevolente, durante un episodio decisivo en la historia de nuestra salvación.

 

Después de su gran pecado con el ídolo de oro (Éxodo 32), Israel a los pies del Sinaí se había arrepentido, y por intercesión de Moisés, el Eterno los había restaurado otorgándoles una segunda oportunidad. Esta nueva temporada de la gracias del Eterno produjo en las generaciones venideras una conciencia que les permitió siempre mantenerse firmes en los momentos duros de la historia certeros de que el Misericordioso Dios sería propicio de ellos.

 

Desde los sacerdotes y hasta cada sabio de Israel se concuerda que estos dos versos contienen una lista de 13 atributos de la misericordia de Dios, por esta razón se lo denomina «las 13 misericordias del Señor«. Es tan poderoso el conocimiento divino que se recepciona en esta revelación que en Israel, desde los tiempos davídicos, y durante cada fiesta bíblica, los peregrinos recitan los 13 atributos de Dios en su peregrina hacia el Monte Santo.

 

Me gustaría conducirlos a sumergirse en el poder maravilloso que esta revelación divina nos entrega.

 

En los países occidentales, el número 13 a menudo se relaciona con la mala suerte. De hecho, muchos edificios multi-pisos no tienen un piso número 13 debido a las supersticiones.

Antes de hablar sobre el número 13, es necesario que se entiendan dos conceptos:

  • Primero, que cada letra en el abecedario hebreo, que se compone de 22 consonantes, posee un equivalente numérico.
  • Segundo, que tanto los sacerdotes, tanto como los profetas practicaban la «guematría». Ésta es la disciplina dedicada a encontrar significado más profundo o escondido en las Escrituras basado en el valor numérico de sus palabras. Eso produce resultados muy interesantes. Uno de los ejemplos más comunes es la palabra hebrea de jai (חי), o «vida,» que tiene un valor numérico de 18; leyendo de derecha a izquierda, la letra ח = 8 y la letra י = 10. Dado que esta palabra es tan importante, muchos donativos judíos monetarios vienen en múltiplos de 18.

Ahora bien es importante para nosotros notar que, desde la mentalidad hebrea, el número 13 no representa la mala suerte de acuerdo a la guematría profético-sacerdotal. Normalmente escrito como yod-guímel [יג], el 13 tiene el valor numérico de la palabra ahavá («amor,» con las letras alef-hei-bet-hei) [אהבה] y de ejad («uno,» como en la declaración diaria de que Dios es Uno, con las letras alef-jet-dalet) [אחד]. Trece es la edad de la responsabilidad, cuando un niño se convierte en «hijo del pacto» o bar-mitzvá. Clamamos por la misericordia del Eterno Dios al recitar lo que la Tradición Rabínica denomina como «shlosh Hesreh middot» (שלוש עשרה מדות), que traducimos como los Trece Atributos de la Misericordia de Dios según Éxodo lo revelado en el libro de Éxodo (Shemot) cap. 34, vv. 6-7.  Estos Atributos son los caminos de Bondad, Misericordia y Juicio, con los cuales Elohim conduce al mundo y a la humanidad.

 

La Torah nos relata que Moisés había pedido ver la gloriosa Presencia del Eterno (Ex. 33:18), así que aquí, Dios continúa respondiendo a su petición. La pregunta que se contesta aquí, tanto a Moisés, como a nosotros es: ¿Qué es la Gloria de Dios? Y la respuesta que el Señor da, rompe los paradigmas equivocados de toda religión. La Gloria de Dios es más que una visión y/o manifestación de poder y majestad divina. La Gloria de Dios incluye conocer su naturaleza, carácter y manera de relacionarse con todas sus criaturas. Por ello, debemos entender que la Gloria de Dios se revela por medio de Su Misericordia y Justicia, extendidas con gracia (favor inmerecido) sobre todos los hombres, llenándonos de beneficios diariamente.

 

El Eterno al atravesar a Moisés en la nube lo bendijo compartiendo una visión profética en la que Él mismo estaba envuelto en un manto (tal como el talit cubre a un líder de una plegaria pública) mientras recitaba estos trece Atributos de Misericordia. Haciendo esto Dios le dijo que cada vez que Israel errara debían decir estas palabras y Dios perdonaría. Desde entonces todos los hijos del Eterno contamos con una de las armas mas poderosas que tenemos: clamar con las trece cualidades de misericordia de Dios en las cuales mencionamos Su gran bondad y piedad, rogándole que se conduzca con nosotros con tolerancia y benevolencia. Así que si alguna vez están realmente en un caso de extrema urgencia y necesitan una salvación urgente ¡les recomiendo que se aprendan esta lista de memoria!

 

  1. YHVH – yud-hei-vav-hei (Esta mención al Tetragrámaton refiere en primer término a que el Nombre Inefable de Dios trasciende a la razón humana).
  2. YHVH – yud-hei-vav-hei. (Esta segunda mención del  Nombre YHVH da a entender que Él es quien origina todo lo existente y que implica «middat harahamim» (מדת הרחמים), es decir que la Misericordia de Dios es para con toda la creación.
  3. DiosEl. El Atributo  «El» (אל), significa en hebreo bíblico fuerza. Por lo tanto el Atributo Elohim (que incluye «El«) denota la plenitud; la fuerza y la idea de Dios Omnipotente, o la el que tiene la totalidad del poder para conducir todo lo creado por El.
  4. MisericordiosoRajúm (רחום): esto indica que el Eterno sólo hizo bondades con todo ser humano durante su estado embrionario mientras permanecía en el seno materno, en su desarrollo y crecimiento. El mismo término רחמים («Rajamim«) traducido como Misericordia, deriva de la palabra hebrea רחםRejem«, que quiere decir seno materno.
  5. Y Clemente – v’Janún (חנון): Indica la Bondad del Creador al dotar al ser humano con inteligencia y raciocinio.
  6. Tardo de ira – Erej Apayim: este Atributo divino, es el que acompaña al ser humano especialmente desde su nacimiento hasta su pubertad señalando que la persona humana no podría crecer ni desarrollarse si fuera juzgado únicamente con el atributo del rigor.
  7. Y grande en benevolencia – v’Rav Jesed
  8. Y Fidelidad – v’Emet
  9. Quien prodiga misericordia por miles de generaciones – Notzer Jesed l’Alafim
  10. Perdona la iniquidad – Nose Avon
  11. Y el pecado intencional – v’Fesha
  12. Y el error – v’Jataah
  13. Y purifica – v’Nakeh

 

Cuando terminamos de proclamar los 13 Atributos entonces declaramos audiblemente y desde nuestro corazón:

«Misericordioso y lleno de gracia, hemos pecado delante de Ti; ten misericordia de nosotros y sálvanos«.

Desde esta consideración de los Trece Atributos de la Misericordia, los invito a porofundizar el poder que se esconde en esta revelación:

Al meditar profundamente en los 13 atributos de la misericordia divina, descubrimos con asombros que son la forma en la cual el Creador se comunica con nosotros diariamente manifestándose como Abba (Papi). Esto significa que si el creador se comunica así con nosotros, cada uno de nosotros está obligado a comunicarse del mismo modo con su prójimo. Si así lo hacemos estos atributos nos protegerán como si fueran trece flechas (vectores) apostadas a nuestro favor, simplemente porque estamos siendo, en nuestro actuar, semejantes al Eterno.

Entonces analicemos cómo deberá ser nuestro carácter mesiánico una vez que Yeshúa nos penetra revelándonos al Padre en Su misericordia (Nota: al leer estos puntos compárelos paralelamente con lo puntuado en la descripción anterior):

 

  1. Todos nos equivocamos pero la Luz Infinita (Yeshúa) es misericordiosa y tiene la paciencia para que nosotros volvamos al camino, así debemos ser con los demás.
  2. Paciencia y tolerancia con los demás, nos obliga a no elaborar un juicio inmediato con nuestro prójimo.
  3. La Luz Infinita (Yeshúa) se olvida y deja pasar las cosas malas que hacemos. Esta es la esencia propia del perdonar.
  4. La Luz Infinita siente nuestro dolor. Así nosotros debemos sentir el dolor de los demás. Esto nos conduce diariamente a buscar el bien en los demás y para los demás.
  5. No guardar enojo ni rencor, ni a nosotros ni a los demás. La ira se hace positiva y constructiva.
  6. La Luz Infinita siempre busca lo bueno en nosotros, y nosotros debemos siempre encontrar lo positivo en las demás personas. Gracias a esto, realizamos solamente actos de bondad.
  7. Nosotros cambiamos y la Luz Infinita se olvida de nuestro pasado, así debemos ser. Esto significa que amamos y buscamos el bien para alguien que ha dañado y desea rectificar.
  8. La Luz Infinita con nuestra negatividad trata de ocultarla y no exponerla hasta que nos transformamos.  Nosotros debemos darle el tiempo al prójimo olvidando sus malas acciones.
  9. Cuando vemos que la gente hace cosas negativas nosotros queremos que sufran las consecuencias pero debemos inyectar misericordia y no desearle el mal. Debemos practicar la compasión.
  10. Actuar con honestidad. A veces tenemos que hacer juicio de otra persona, pero siempre debemos hacerlo con misericordia y mencionando en que.
  11. Actuar con bondad e indulgencia hacia los demás. La Luz Infinita da sin cálculos. Debemos tener la conciencia de dar y compartir. Estar en ese nivel de conciencia que YHVH anhela que tengamos.
  12. La luz siempre encuentra algo positivo en mi para darme misericordia. Nosotros siempre debemos buscar lo positivo en los demás. Debemos ayudarlos a llegar a hacer teshuvá (retorno) y no guardar rencor.
  13. Buscar maneras de mostrar misericordia y compasión a los demás. Recordar el pasado, nunca olvidarse de lo que hicieron por ti. Aunque ahora te hagan algo que no te guste, siempre recordar lo que alguna vez hicieron por ti o como te ayudaron a crecer. Desde allí obrar con ellos hacia hoy y hacia el mañana.

El pueblo de Israel, al recibir por medio de Moisés, este conocimiento, después de haber sido perdonado por el pecado del becerro de oro, captó la idea clara del propósito: así como el ser humano se comporta aquí abajo para el Eterno y su prójimo, igual será digno de abrir la calidad de esos atributos supremos desde arriba. Es decir que tal como él se comporta, así será la influencia de arriba y hará que esa calidad brille sobre su entorno. Esto conlleva el compromiso sabio de entender que no se trata simplemente de repetir oralmente estos trece atributos sino de representarlos fielmente en cuerpo y alma aquí en la Tierra.

 

Como podemos ver entonces, estos trece atributos no son tan solo ideas abstractas. Las mismas afectan los planos celestiales y los terrenales, fusionando, fusionándose y afectándose tanto desde «aquí abajo hacia arriba» como desde «allá arriba hacia aquí abajo».

 

Al considerar esta revelación no hay duda alguna que todos deberíamos alabar a Dios por esos maravillosos atributos, y pedirle que nos ayude a tratar a los demás con misericordia de la misma manera en que Abba nos trata a nosotros. Entonces, por favor, te pido que pienses en cada una de los atributos de la misericordia divina antes mencionadas y reflexiona en como poder imitarlos en cada uno de tus actos cotidianos.

 

 

¡Tzome Khal!Espero que tengas un ayuno llevadero y fácil!)

 

 

A continuación les comparto una canción que podrán utilizar como fondo cada vez que clamen al Eterno invocando Su Misericordia.

 


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer contribuciones a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Para aquellas personas que deseen hacer donaciones para la expansión de nuestra pag web y para la ejecución de nuevos proyectos de ayuda social, aquí les dejo el link que les permitirá hacerlo.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!