Pentateuco

Un Mes de Prueba para el Amor (Ley de la Iefat Toar)

Por P.A. David Nesher

 

“Cuando salieres a la guerra contra tus enemigos, y Yahvéh tu Dios los entregare en tu mano, y tomares de ellos cautivos, y vieres entre los cautivos a alguna mujer hermosa, y la codiciares, y la tomares para ti por mujer, la meterás en tu casa; y ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas, y se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa; y llorará a su padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer. Y si no te agradare, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava, por cuanto la humillaste.”

(Devarim/Deuteronomio 21:10 – 14)

 

Si hay algo que caracteriza a los niños párvulos es el hecho de no entender el significado de la palabra “después”. Ellos lo quieren todo ahora mismo, en el aquí y ahora de su antojo. Pero, lamentablemente deberé decir que la misma actitud la he encontrado a lo largo de mi carrera  en personas adultas, que no han madurado de su experiencia de vida, y pretenden salir victoriosos con su «aquí y ahora» llenos de caprichos egotistas. Así he aprendido, que hoy en día aumenta el número de los seres humanos inmaduros que no saben esperar ante las circunstancias negativas. Menos ante un sistema imperante que presiona a vivir lo instantáneo y exprés.

 

Entendemos que el Eterno entregó la Torah (Instrucción) para forjar el carácter mesiánico del pueblo Israelita. Su objetivo es que cada hebreo alcanzara madurez en su vida. En los códigos de la Instrucción divina queda claramente expresado que una cosa importante, en cuanto a un carácter aprobado, es el ejercicio del dominio propio. Es nada más y nada menos que el fruto del Espíritu Santo promovido por la Torah.

 

Es claro también que los lineamientos de la Instrucción (Torah) divina revelan que si los niños reciben todo lo que en sus caprichos egoístas desean, sin aprender a esperar, tendrán muchos problemas en el futuro porque en la vida existen muchas cosas que no son accesibles a corto plazo sino que demandan mucho tiempo, y hasta gran esfuerzo. Por esto, la Instrucción insiste en sus pautas que todo niño debe ser enseñado en el hecho de que tener que esperar y no disfrutar de los placeres de manera inmediata es bueno para el desarrollo de la madurez. El mismo aprendizaje requiere el Eterno de sus hijos primogénitos. Aquel que sabe esperar y soporta la presión de los deseos inmediatos, es una persona madura que puede llegar muy alto en la escala de responsabilidad y espiritualidad.

 

En este texto, el Eterno quiere que sus hijos primogénitos se pregunten: ¿quién es el verdadero enemigo? Por ello, con estos lineamientos Yahvéh, guiará al alma hebrea a darse cuenta de que el verdadero y único enemigo es el denominado Yetzer Hará (tendencia al mal o inclinación a lo malo). ¿Cómo acecha esta tendencia en el interior del alma humana? ¿Cómo logra HaSatán activar esto dentro del ser humano? Aquí se revela que el yetzer hará se manifiesta después de una victoria. Cada vez, que un hijo del Eterno siente éxito en su camino espiritual, pensando que la batalla ganada le asegura la victoria final, HaSatán (el adversario) activa desde el yetzer hará y conduce a dicho redimido a la caída, mediante sus propias pasiones. Entonces la arrogancia se eleva desde el corazón hasta la mente de dicho hijo del Eterno, alimentándole la idea de que todo está bajo control, y que a todo error se le puede encontrar rápida solución. Finalmente esta actitud equivocada terminará conduciendo a un futuro con serias consecuencias.

 

Para implantar esta enseñanza, la parashá de esta semana comienza hablando acerca de las leyes de la cautiva hermosa (Iefat Toar).

 

En el mundo antiguo, era común para un varón guerrero tomar a una esposa de entre los cautivos, especialmente si era una mujer hermosa. Sin embargo, obviamente, esta costumbre hedonista habilitaba los abusos contra la dignidad de una mujer. El yetser hará brotaba en los corazones de los hombres produciendo destinos caóticos. Por ello, el Eterno dio señalamientos específicos para gobernar sobre esta práctica de las naciones entre los miembros de Israel, a fin de asegurar que las generaciones recibieran solamente bendición.

 

Cuando un hebreo iba a la guerra y encontraba entre los cautivos una mujer hermosa, antes de poseerla debía permitirle que durante treinta días guardara luto por su familia perdida, dejándose crecer las uñas, con el cabello cubierto de cenizas y vestida con ropas de duelo. Luego de ese período el captor debía desposarla, y si no quería hacerlo debía liberarla, no teniendo permitido venderla, pues ya la había afligido.

 

El soldado que se enamora de una prisionera de guerra no tiene el derecho a entrar en una relación íntima con ella sin haber pasado por un tiempo de prueba de un mes. La Torah no le permite seguir sus impulsos inmediatos (yetser hará) porque podrán crear problemas importantes más adelante.

 

El impulso perverso (yetser hará) del soldado tiene que ser sometido a las normas de la Torah. Él tiene que dejar que la mujer que ha elegido llore durante un mes en su casa para que la vea de cerca y la conozca bien antes de casarse con ella. Tendrá que aprender a no ser dirigido por sus impulsos sensoriales y esperar todo un mes hasta poder allegarse a ella por medio de una alianza matrimonial fundada en la inteligencia emocional. El varón tenía prohibido tocarla antes del casamiento. Para ello, debía asegurarse funcionar como un maestro de la Torah conduciendo a la mujer escogida en los siguientes pasos discipulares:

✔ “Ella rapará su cabeza, y cortará sus uñas.” Primero, la mujer cautiva tenía que ser enseñada en la idea de la santidad por medio de la purificación y el aprendizaje de la humildad. Esto denotaba una separación de su pasado, y la voluntad de comenzar de nuevo, humildemente, con una actitud de niño.
✔ “Se quitará el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa.” Segundo, la mujer cautiva debía de demostrar un cambio de alianza. Esto demostraba que la mujer cautiva ya no consideraba su antigua nación ni su familia; ahora era una ciudadana de Israel que amaba la cultura hebrea.
✔ “Llorará a su padre y a su madre un mes entero.” Tercero, la mujer cautiva tenía, que llorar por sus asociaciones pasadas. Este tiempo seria cuando ella arreglaría los asuntos de su corazón con respecto a su familia, y su futuro esposo viviría con ella por un mes entero sin relaciones íntimas. De este modo, él podía corroborar en su corazón maduramente si realmente quería tomar a esta mujer como esposa. Así, el Eterno permitía que el varón se asegurase de no estar tomando una decisión basada en apariencia física o por su atractivo.
✔ “No la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava.” Después de este mes de luto, el futuro esposo tenía la libertad de casarse con la mujer cautiva. No obstante, no tenía que hacerlo. Sin embargo, si decidía hacerlo, tenía que dejarla en libertad con dignidad. Esta era una protección extraordinaria para los derechos de las mujeres cautivas.

 

El propósito de este trato con esta mujer es que no sea agradable para el varón simplemente porque su apariencia hermosa lo ha seducido. No es una situación ideal que él se case con ella guiado por el simple deseo sexual, porque puede traer consecuencias negativas en el futuro. Es por esto que Yahvéh establece estas reglas para que finalmente el varón se dé cuenta que no le conviene casarse con ella. La Torah no prohíbe este tipo de matrimonio, más bien lo desanima con estas medidas. Si el hombre se quiere casar a pesar de esto, puede hacerlo.

 

También, por medio de estas pautas, el Eterno se aseguraba que el varón tomara consciencia de que es determinante sentir que la mujer que ha escogido es lo más importante para él. Así también, enseñaba al varón a expresarle a esa mujer que ella fue elegida no por su apariencia, sino por ser valorizada en su esencia como la compañía más importante en el destino de dicho varón.

 

Con esto cada varón de Israel aprendía que aquel que da rienda suelta a su deseo sexual es una bestia y no un varón verdadero. Los varones fuertes son los que saben dominar su mente y sus emociones y los canalizan dentro de los parámetros del amor establecidos por la Torah.

 

Una persona esclava de sus impulsos es inconstante, infiel y peligrosa. Una persona que sobrepone los principios divinos sobre sus emociones será constante, fiel y amorosa.

 

Una sociedad cuyos ciudadanos no han aprendido el dominio propio de sus padres se vuelve pobre, corrupta y violenta. Una sociedad dirigida por los principios de la Torah se vuelve rica, libre y segura.

 

Amado discípulo de Yeshúa, estudia la Torah todos los días y aprende a dominar tu yetse hará (tendencia al mal) Así no terminará esclavo de tus deseos, y vencerás a tu verdadero enemigo: tu ego. No te dejes vencer por lo que tus ojos ven. No sigas detrás de tus ojos ni detrás de las emociones que ellos despiertan. Sé constante y fiel con tu compromiso de peregrinar con el Yugo de Yeshúa. Cumple con tus deberes ante el Eterno y ante los hombres. Piensa bien antes de tomar la decisión de casarte. El matrimonio es para toda la vida.

Un Reporte Pesimista contra la Cosmovisión Yahvista (Los 12 Espías)

Por P.A. David Nesher.

«Y dieron un mal informe a los hijos de Israel de la tierra que habían reconocido, diciendo:
La tierra por la que hemos ido para reconocerla es una tierra que devora a sus habitantes, y toda la gente que vimos en ella son hombres de gran estatura… y hablaron a toda la congregación de los hijos de Israel, diciendo:
La tierra por la que pasamos para reconocerla es una tierra buena en gran manera

(BaMidbar/Números 13:32; 14:7)

Sabido es que la cosmovisión (manera de ver e interpretar el mundo) de cada ser humano determina el éxito de la marcha de cualquier empresa. Aquello que vemos, y la forma en que lo interpretamos, determinará las creencias que luego confesaremos, de donde surgirán las decisiones que tomaremos, que determinarán la conducta que manifestaremos. En pocas palabras, ¡la cosmovisión del ser humano determina cómo será su futuro!

En esta porción de estudio de Bamidbar, nuestra alma logra ver que los doce espías observaron la misma tierra. Ellos recorrieron las mismas ciudades. Se contactaron con los mismos habitantes. Pero, también notamos que hubo dos reacciones muy diferentes ante lo que vieron. Así fue como se confeccionaron dos relatos de una misma realidad.

Por un lado, notamos que aunque los diez espías vieron la tierra hermosa, sus almas fueron invadidas de pensamientos automáticos negativos, llenos de problemas, que generaron solo imposibilidades. Fue así como la mayoría desarrolló una cosmovisión, que los llevó a creer que no era posible vencer sobre esos pueblos tan grandes y conquistar esas ciudades tan fortificadas. La razón fundamental de esto, era que no querían creer incondicionalmente en el Eterno.

Cuesta mucho imaginarse un reporte más incrédulo e infiel a Yahvéh que este; un reporte que reconozca la fidelidad de la promesa del Eterno, la verdad de Su palabra, y todavía decir: “A pesar de todo eso…

Al considerar este reporte negativo notamos que tiene las características propias del pesimismo, ya que combina verdad, mentiras y exageración propia del miedo extremo que paraliza la conciencia. Evidentemente, ellos sentían que estaban más en una misión para Israel que en una misión para el Eterno. Por eso es que el reporte será dado de acuerdo a la perspectiva humana, no de acuerdo a la perspectiva de Dios.

Era verdad, desde una perspectiva humana que el pueblo de Canaán «es más fuerte que nosotros«, pero el decir, “No podremos subir contra aquel pueblo”, era una mentira impregnada de exageración.

Era verdad que ellos habían ido a través de la tierra, pero el decir, “es tierra que traga a sus moradores”, era una mentira exagerada.

Así mismo, cada una de las declaraciones, “ todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura” o “gigantes” y “éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas” forman parte del mismo pesimismo, son todas terribles exageraciones, llenas de mentiras. Todo, producto del miedo paralizador que surge de la incredulidad.

Por esto, debemos convenir que la incredulidad se presenta a sí misma como siendo “factual” (fiel a los hechos) o “práctica” o “realista.” Sin embargo, la cosa más factual, práctica, y realista que podemos hacer, como hijos primogénitos del Eterno, es confiar la Palabra del Dios Viviente, Su Torah de Fuego; Yeshúa hablándonos a nuestra mente y corazón.

La incredulidad de los diez espías no era de acuerdo a los hechos, sino a pesar de los hechos. Su informe era infiel y diabólico ya que desacreditaba la capacidad del Eterno para librar a Su Pueblo de todo peligro.

Pero hubo dos espías (Caleb y Josué) que tenían otro espíritu y vieron las mismas cosas de otra manera. Habían aprendido de lo que pasó en Egipto y en el desierto. Sabían que tenían un Dios poderoso y creyeron en sus promesas. Vieron la realidad visible y vieron también la realidad invisible. Los hijos de Anac eran gigantes, sí, las ciudades tenían murallas muy altas, sí, pero el Todopoderoso es mucho más grande y él estaba con ellos. Ellos habían reconocido el terreno, lo que nos recuerda que la verdadera fe no es ciega. La fe no niega la realidad ni la dificultad sino que declara el poder de las promesas divinas.

Los diez espías vieron las cosas desde abajo, pero los dos espías las vieron desde arriba.

Así aprendemos que existen dos voces. Por un lado, la voz de lo imposible, que sólo habla de las cosas desde el punto de vista natural. Por el otro lado, se encuentra la voz de lo posible, que siempre habla de las cosas desde el punto de vista del poder y las promesas del Eterno. Según escuchamos vamos a creer. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural, nuestras acciones estarán condicionadas por lo natural y sus leyes entrópicas, desde donde recibiremos sólo resultados naturales. Pero si nos atrevemos a ejercer visión celestial a través del escuchar lo que enseñan las promesas divinas lograremos a actuar de manera natural, pero recibiendo la asistencia celestial de tal modo que nuestras acciones naturales se transformarán en sobrenaturales y lograrán así la manifestación de los milagros y prodigios propios de los hijos de Israel.

¡Esta última es la voz de la fe verdadera o fe de las posibilidades!

Conforme a como escuchemos así creeremos. Si sólo vemos y escuchamos las cosas según un punto de vista natural (sensorial), vamos a actuar sólo de forma natural y recibir sólo resultados naturales, pero si vemos y escuchamos lo que enseñan las promesas divinas (extrasensorial), vamos a actuar de manera natural y recibir la asistencia del cielo de modo que nuestras acciones naturales se vuelvan sobrenaturales.

La Manera de Oír determina nuestra Fe (Rom. 10: 17).

Según nuestra manera de ver las cosas (cosmovisión) así nos será hecho.

Lamentablemente, en Israel, lo sensorial del reporte negativo o pesimista prevaleció sobre lo extrasensorial que vibraba en el reporte optimista.

Según el Midrash, la noche en que los espías regresaron fue el noveno día del quinto mes, llamado av, el mismo día cuando, según la tradición, los hijos de Israel habían empezado el culto al becerro de oro. Esa noche el Eterno juró que los hijos de Israel iban a ser dispersados entre las naciones, tal como ha quedado explicado en los salmos:

“Aborrecieron la tierra deseable, no creyeron en su palabra, sino que murmuraron en sus tiendas, y no escucharon la voz de Yahvéh Por tanto, les juró abatirlos en el desierto, y esparcir su simiente entre las naciones, y dispersarlos por las tierras.”
(Salmo 106:24-27)

Por esta razón este día fue transformado en un día de calamidad para la historia hebrea, particularmente la Casa de Judá. En ese día fueron destruidos los dos templos. En ese día fue derrotada la última revuelta de los judíos contra Roma en el año 135. En ese día fueron expulsados los judíos de España en el año 1492. En ese día ocurrieron varios otros eventos trágicos en la historia judía. Por estas razones, el 9 de av, en hebreo tishá be-av, es un día de ayuno y luto nacional para el pueblo judío. Pero el profeta Zacarías aseguraría en su oráculo que se convertirá en un día de alegría:

“Así dice Yahvéh de los ejércitos: «El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Yehudá en gozo, alegría y fiestas alegres. Amad, pues, la verdad y la paz.”
(Zacarías 8:19)

Notamos que los diez exploradores hablaban palabras negativas que iban en contra de las promesas de Yahvéh. En realidad, desde toda lógica humana, su cosmovisión hablaba cosas razonables, pero también sabemos que el pueblo del Eterno no ha sido llamado a caminar de manera natural, sino sobrenatural. Por lo tanto, la única manera de poder conquistar la tierra, era por medio de la ayuda del Eterno que proviene de la fortaleza que dan Sus promesas. Pero estos hombres no quisieron confiar en Yahvéh. Solamente evaluaban las cosas de manera natural. Ellos no tenían fe y por lo tanto no recibieron lo que Yahvéh había prometido, tal como los primeros discípulos lo interpretaban:

“Por tanto, temamos, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque en verdad, a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva, como también a ellos; pero la palabra que ellos oyeron no les aprovechó por no ir acompañada por la fe en los que la oyeron.”

En el primer versículo del capítulo catorce leemos que dice:

Entonces toda la congregación levantó la voz y clamó, y el pueblo lloró aquella noche.”

 Rashí explica aquí que la palabra congregación, en hebreo edá, no se refiere a todo el pueblo de Israel, sino al Sanedrín, los setenta ancianos, líderes principales, que estaban asignados divinamente para conducir los designios divinos de Israel, velando desde Sus promesas. ¡Sí, ellos hicieron más caso al informe negativo que del informe positivo! A la carne (yestzer hará) le gusta más las noticias malas que las buenas. Las malas noticias venden mejor que las buenas. En lugar de escuchar la Palabra del Eterno que había dado tantas promesas, y además con señales y prodigios, hicieron caso a palabras llenas de incredulidad y no pudieron esperar en un futuro positivo. 

Las promesas de Yahvéh tienen que ir acompañadas por la fe en los que las escuchan para que puedan tener su cumplimiento. La confianza en las promesas de Yahvéh es un requisito para poder beneficiarse de ellas.

Apreciado lector, si eres discípulo de Yeshúa, y crees que él es el Mesías de Yah, esfuérzate a tener siempre en cuenta que lo importante no es lo que tienes por delante sino cómo reaccionas ante ello. Si te encuentras enfrentando problemas, si sientes que estás frente a gigantes, o estás ante una tarea que humanamente es imposible realizar, te aseguro que la única manera de poder pasar por en medio en victoria es confiando en las promesas del Eterno que has escuchado por Su Espíritu Santo en ti.

Por eso, cuando te enfrentes con una decisión difícil, no permitas que los aspectos negativos te hagan descartar los beneficios. Evalúa ambos cuidadosamente. Pero no dejes que las posibles dificultades te impidan experimentar el poder del Eterno ni te hagan olvidar sus promesas de dirección y sentido. Por lo tanto, memoriza las promesas, medita en ellas día y noche, escríbelas en papeles y pégalas en las paredes de tu casa, cántalas, repítelas a tus hijos, ponlas en tu corazón y háblalas con tu boca y verás como tu corazón será fortalecido para poder recibir lo que dicen las palabras poderosas del Todopoderoso y Fiel.

Atento pues a todos estos detalles, te solicito que aprendas a mirar las cosas con los ojos del espíritu, es desde la cima del diseño del Monte Santo: tu interioridad. Observa la realidad de las cosas físicas, pero no te quedes allí. Mira y escucha lo que dice el mensaje celestial de la Torah, porque en las dimensionalidades celestiales, es donde habita Aquel que tiene la autoridad sobre la Tierra y el poder para cambiar cada situación que en este planeta acontece. Aprende a ser un colaborador celestial y verás cómo las promesas del Eterno son capaces de transformar las circunstancias de la fisicalidad según lo que hay en el Cielo.

Mi oración es que los ojos de vuestro corazón sean iluminados, para que sepáis cuál es la esperanza de su llamamiento, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, conforme a la eficacia de la fuerza de su poder.
(Efesios 1:18-19)

Es muy importante que cuidemos nuestro corazón para que no entren dudas de las palabras de Yahvéh. ¿Qué informe escuchas? ¿El del Reino de los Cielos o el de la razón humana?

¡Toda Bendición para cada uno de ustedes!

La Navaja del Eterno y nuestra dedicación cotidiana.

Por P.A. David Nesher

«También Yahvéh hablo a Moisés, diciendo: Toma a los levitas de entre los hijos de Israel, y haz expiación por ellos. Así harás expiación por ellos: Rocía sobre ellos el agua de la expiación, y haz pasar la navaja sobre todo su cuerpo, y lavarán sus vestidos, y serán purificados.»

(Números / BaMidbar 8: 1-5)

En en el rollo de Vayikrá, (llamado profanamente Levítico),  nos encontramos con esta era la dedicación de los Levitas (capítulos 8 y 9). Allí estuvimos estudiando como dicho evento está lleno de códigos para entender la receta divina del entusiasmo. La Torah nos deja en claor que los sacerdotes tenían un servicio más espiritual, orientado específicamente a las esferas celestes y su interacción con lo humano y terrenal. Pero, para que dicha tarea fuera efectiva, sin estorbo alguno, era necesario dedicar a los levitas elevándolos hacía el Señor a fin de servir perfectamente las necesidades terrenales que se presentaran en el Mishkán y su dinámica sacerdotal. Con esta dedicación, nuestras mentes decodifican rápidamente la comprensión de que en la vida, incluso el servicio práctico, necesita un corazón de dedicación y consagración al Señor.

 

Rocía sobre ellos el agua de la expiación», indicó el Eterno a Moisés. Con esta limpieza ceremonial se estaba representando la limpieza profética del pecado que realizaría el Mesías, en su obra redentora. Era parte del nuevo pacto descrito por el profeta Ezequiel:

«Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados.»

(Ezequiel 36:25)

«Haz pasar la navaja sobre todo su cuerpo». Recordemos que este también era un mandato en la ceremonia para la purificación de un leproso (Levítico 14:9). La navaja representa la Torah que pasa por la carne o el yetser hará (tendencia al mal), y nos prepara parar poder servir al Eterno de manera eficaz.

Teniendo en cuenta esta ceremonia, la enseñanza apostólica fluirá asegurando su significado simbólico al escribir:

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos…”

(Hebreos 4:12)

En su segunda epístola a Timoteo el apóstol Pablo, valorando el código escondido en esta ceremonia de dedicación levítica, escribió:

“Toda Escritura inspirada por Dios es útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.”

(2 Timoteo 3:16-17)

La idea siempre fue bien clara en toda mente y corazón redimido: es necesario un nuevo inicio en la vida para que el Camino de propósito se manifieste. El ser humano necesita ser hecho como un bebe todo otra vez. Es decir, todo ser humano debe nacer de nuevo si quier ver y entrar en el Reino de Dios (Juan 3: 3-5).

 

Por ello, convendrá a nuestro corazón apreciar el obrar de la gracia divina en nuestra vida desde los inicios de nuestra propia historia de fe. Les pido a cada uno de ustedes, que valore el nuevo nacimiento que experimentaron en el Mesías y se dispongan una vez más a dejar que Su Santo Espíritu trabaje en ustedes contra el yetser hará (la carne y sus obras).

 

La Instrucción (Torah) del Eterno, puede penetrar hasta lo más íntimo de tu vida y encontrar allí las cosas malas que ni tú aún sabías que existían escondidas en tu inconsciente. Esta es la razón por la cual el apóstol Juan dice en su primera carta: «. . . mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Cristo su Hijo nos limpia de todo pecado.» (capítulo 1, versículo 7). Figurativamente hablando, necesitas pasar aquella navaja afilada sobre las distintas áreas de tu vida. ¿O es que crees no tener ninguna mancha? Tendrías pues, que asegurarte tener a mano esa navaja, es decir, que debes proponerte utilizar la Instrucción divina, considerándola en su porción (parashá) semanal.  La Torah es Luz, pero también es una navaja cortante.

 

¿Has dejado HOY que la navaja pase sobre toda tu carne?

 

¡MEDITA EN LA TORAH DE DÍA Y DE NOCHE Y PALPARÁS LAS BIENAVENTURANZAS!

 

 

 

Seis Características de la Comunicación Mesiánica

Por: P.A. David Nesher

 

“Y Él llamó a Moshé y Dios le habló desde la Tienda de Reunión, diciendo…”

Levítico/Vayikrá 1: 1

 

 

Estudiando el Libro de Bereshit (Génesis) hemos aprendido que el Eterno nos creo a su imagen a fin de que llegáramos a ser semejantes a Él en Su plenitud. Este proceso mesiánico se lograría, de acuerdo con el diseño divino, por medio del ejercicio de la comunión con Yahvéh. La praxis misma de dicha comunión es una relación íntima con Él caracterizada por una excelente comunicación que le garantice al ser humano eficacia en todo lo que hace. Esta comunión con el Eterno, considerada desde esta perspectiva, se torna esencial en la adoración en Espíritu y en Verdad que Yahvéh, como Padre, busca en sus hijos. Se hace entonces fundamental en la vida humana, pues se vuelve el centro de toda área de la misma. De aquí es clara la deducción de que cuando la comunión con el Eterno se rompe, estamos incompletos y necesitamos ser restaurados.

Por tales motivos, el Eterno otorgó a Moshé la revelación de un rollo (libro) completo dedicado a la esencia misma de la adoración que permite la manifestación de Su propósito eterno en la humanidad.

Después de la dramática, y a la vez milagrosa, salida de Israel de Mitzraim (Egipto), la nación acampó al pie del monte Sinaí durante dos años con un solo fin: entrenarse en el don de escuchar a Yahvéh (Éxodo 19 a Números 10). Fue un tiempo especial de descanso de la servidumbre egipcia, que Yahvéh aprovechó como plataforma pedagógica con el objetivo de enseñar y edificar a Su pueblo en la práctica de encontrarse con Él cara a cara. De este modo, la redención que Él logra en Egipto será el fundamento en sí para la limpieza, la adoración y el servicio del oficio sacerdotal que el Eterno otorgaría a Israel como vocación y misión.

¿Cómo podría un pueblo programado por siglos en un sistema de pecado acercarse a un Dios santo?

La respuesta la encontraremos en los distintos códigos de un libro tan lleno de misterios como es Vayikrá. En sus líneas vibrará todo el tiempo la clara propuesta de Yahvéh para acercarse a Él: la santidad. Esta característica de sus virtudes solamente Israel la puede lograr, permitiendo que la Instrucción (Torah) de Yahvéh vaya realizando una sanidad integral en cada uno de sus integrantes, desde adentro hacia afuera.

Por ello, Vayikrá dejará en seis lecciones las seis características claves del obrar comunicacional del Eterno sobre su primogénito: Israel. A continuación les comparto las mismas:

LLAMAMIENTO.

El libro comienza con la expresión hebrea Vayikrá: «Él llamó...». Una frase que revela lo esencial de la intención divina. El Mishkán ya está terminado, el Eterno ya está en él, pero aún la pasión divina por comulgar con el ser humano sigue encendida. Está más ardiente que nunca.

«Y Él llamó a Moshé«: Hemos notado que cada vez que el Eterno se comunicó con Moshé, ya sea mediante la expresión «Y Él habló«, o «Y Él dijo», o «Y Él ordenó«, siempre estuvo precedido por (Dios) dirigiéndose a Moshé por su nombre, pero a la vez marcando una clara distancia entre su divinidad y la humanidad del caudillo. Aquí la expresión «llamar» es utilizada de manera afectuosa. Será la primera vez que aparece describiendo la relación del Eterno con un ser humano. Es la misma expresión utilizada por el profeta para describir como se comunican los ángeles cuando dicen «Y se llamaron unos a otros…» (Isa. 6:3). Vayikrá, significa ser llamado con amor a participar de una unidad para una tarea o misión especial. Este es el origen de una de las ideas claves del pensamiento occidental, el concepto de vocación o llamado, que es la elección de una carrera o una forma de vida, no sólo porque es lo que quieres hacer o porque te da ciertos beneficios, sino porque has sido convocado a hacerlo. Tienes la sensación de que este es tu sentido y tu misión en la vida. Es para esto que has sido puesto en la tierra para hacer.

«Él llamó...» implica que Yahvéh le habló a Moshé con afecto muy particular, extendiéndole una invitación especial a vivir mayores niveles de comunión de las que ya había vivenciado; y Moshé fue.

Con esto, quedó registrado el llamamiento divino para todos los hijos primogénitos. Israel comprendía el mensaje de Su Amado: «¡Estoy disponible…, totalmente a tu servicio! Si vienes a mí, y escuchas mi Voz en intimidad, todo estará bien, todo se pondrá bien, discerniendo así que yo estaré contigo para siempre«.

Esta lección enseña que en la voluntad buena del Abba Kadosh el libre acceso comunicacional es un deseo constante en Él, y una vocación esencial en el ser humano.

 

ACERCAMIENTO

El libro de Vayikrá trata sobre sacrificios (korbanot). Es que la vocación es de sacrificio.  Estamos dispuestos a hacer sacrificios cuando sentimos que son parte de la misión que hemos sido llamados a hacer. Esta actitud permite siempre el verdadero acercamiento a Dios y al prójimo.

Destacaré aquí que en castellano no existe una palabra que pueda expresar el significado de los korbanot (plural de korban) que se ofrecían en el Mishkán. Lamentablemente, la palabra «sacrificio» implica que renuncio a algo que para mí tiene mucho valor, para que pueda beneficiarse otra persona. Es obvio que el Eterno no puede beneficiarse con los «sacrificios», pues a Él nada le falta. La palabra «ofrenda» tampoco es adecuada, pues la «ofrenda» sirve para apaciguar o aplacar a la persona a quien se la trae. Es como «comprar a alguien«. Una especie de soborno espiritual. El motivo por el cual nos es tan difícil traducir la palabra «korbán» al castellano es que nuestras ideas de «sacrificio» y «ofrenda» derivan de culturas paganas. En efecto, en esas culturas, las expresiones «sacrificio» y «ofrenda» resultaban adecuadas y hasta aptas para los tratos rituales con sus múltiples y temibles divinidades.

En hebreo, el término «korbán« posee la misma raíz que la palabra «cercano«. Y es una palabra que se emplea en forma exclusiva para la relación del ser humano con Yahvéh. Por lo tanto korban, puede traducirse como «acercamiento«. Es la idea de alguien que se acerca a otro para escucharlo y así generar confianza en la conexión. Este es el sentido práctico de la fe generada por el escuchar la Instrucción divina (Heb. 11: 4; Rom. 10: 17)

Según Vayikrá existen tres formas para lograr el acercamiento divino:

  • Gritando: Rogándole a gran voz para que dé pasión.
  • Llamando: Para procurar su socorro.
  • Invocando: Para que Su Presencia descienda y presida la marcha de la misión.
PERFECCIONAMIENTO

Por medio de la codificación del libro de Vayikrá, los israelitas recibieron el secreto de la reverencia, actitud que permite valorar el propósito de la vida humana, y estimula a cada individuo a buscar el perfeccionamiento y la plenitud de la misma.

Esta lección se aprendería por medio de los distintos preceptos que enseñan a separar lo puro de lo impuro. Solamente personas en estado de pureza estaban habilitadas para el ingreso y participación en los distintos ritos y cultos festivos del Mishkán. Para ello, todo se resumía en lo dicho por el Eterno: «tendréis en reverencia Mi santuario. Yo soy el Eterno» (Vayikrá / Levítico 19:30) y que las personas no tomaran como algo corriente y banal el hecho de entrar al Mishkán (más tarde al Templo) y ser parte de las tareas que allí se cumplían. Por ello cada redimido tenía que tomar conciencia de su estado, de su motivo para presentarse ante Dios. Cada miembro de Israel debía entender que existía con un sentido de vida: ser perfeccionado día a día a través de sus actos. Es así que está dicho acerca del impuro:

«No tocará ninguna cosa santa, ni vendrá al santuario»

(Vaikrá / Levítico 12:4)

Debido a que no siempre la persona estaba alerta a su estado de pureza, o adrede concurría al Mishkán sabiendo que no debía, es que se instituyó en la Torah sacrificios públicos de animales para corregir por estas infracciones:

«…y purificará (al Santuario) y lo santificará de las impurezas de los Hijos de Israel«

(Vaikrá / Levítico 16:19)

 

Debo decir que “Tahor” (puro) y “Tamhé” (impuro) son conceptos que refieren a un estado espiritual y no a aspectos físicos, emocionales, sociales o mentales. Puede resultar difícil de comprenderlos, pues muy frecuentemente han sido traducidos como “limpio” y “sucio” respectivamente, o ideas similares que llevan a asociar la impureza con algo manchado, echado a perder, mugriento o inmundo.

Para poder entender esto, es necesario saber que en el contexto de la Torah puro e impuro no guardan relación con higiene corporal, ni limpieza, ni cosas aborrecibles, ni nada que podamos calificar como “limpio” o “sucio”. Tampoco tiene relación con pecar o no hacerlo. Según la cosmovisión divina revelada en este libro, una persona llega al estado de impureza (tumhá) a causa de:

  • algún cambio en su cuerpo (ciertos flujos corporales, menstruación, la mujer luego de dar a luz, una enfermedad llamada tzaraat -lepra-) o,
  • al entrar en contacto con algún objeto o cuerpo que trasmite la impureza.

Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance a causa de la influencia de la serpiente y su sistema de cosas.Es decir, algo en el sistema espiritual del impuro está en desbalance a causa de la influencia de la serpiente y su sistema de cosas.

Por ello, la más acertada definición de “puro” que podemos ofrecer sería “lo que está conectado con la Fuente de la Vida”. En tanto que “impuro” es lo que en algún grado está desconectado de la Fuente de Vida, y ha comenzado a errar su blanco. Éste precisamente es su desequilibrio, que repito, no es un pecado, ni una enfermedad ni una suciedad. Es una situación o posición espiritual.

Por medio del simbolismo de cada acción estipulada en Vayikrá un israelita tenía la oportunidad de discernir que cosas hacer para promover la vida y vigorizar el sentido de su propósito en su persona. Esto lo hacía y mantenía puro, con una sola fuerza en su interior continuar la carrera hacia adelante, hacia el premio del supremo llamamiento del Eterno en el Mesías.

 

ACCESIBILIDAD

El punto clave de Vayikrá es que el redimido entienda que el Eterno puede estar para siempre con nosotros por medio del ejercicio de un oficio especial: el sacerdocio.

Por medio del oficio sacerdotal, el alma humana se hace consciente de que Yahvéh es alguien amable, que está siempre disponible y con quien resulta fácil hablar. Normalmente se percibe que es accesible escuchándolo en Su Instrucción (Torah) y discerniendo su lenguaje profético en medio de la Historia de la Salvación.

Con el ejercicio diario de el sacerdocio se adquiría la certeza que aunque es el Creador del inmenso universo, nos asegura que no solo está dispuesto a escuchar y contestar nuestras oraciones, sino que lo está deseando (lea Salmo 145:18 e Isaías 30:18, 19). Podemos hablarle con calma en todo momento y lugar, y acercarnos a él con franqueza sabiendo que nunca nos lo echará en cara (Sal. 65:2; Sant. 1:5). Su Instrucción lo describe con términos humanos para indicar que desea que acudamos a él.

Ante la revelación de un Dios tan accesible, cada hebreo se veía en la obligación de preguntarse: «¿cómo puedo imitarlo en este aspecto?»

 

REPARACIÓN 

El libro de Vayikrá sugiere en todas sus líneas la responsabilidad compartida de cada integrante de Israel para curar, reparar y transformar el mundo (Tikún).  A través de la codificación de su pedagogía este libro indica que una práctica debería ser seguida no porque es exigida por la Torah, sino porque ayuda a evitar la falta de armonía social.

Vayikrá indica que le corresponde al Pueblo de Israel alabar al Eterno y enuncia la esperanza de que algún día el mundo entero abandone la idolatría, reconozca a Yahvéh como único y verdadero Dios y acepte Su soberanía sobre toda la humanidad. Cuando todos los seres humanos abandonen los falsos dioses e ideologías y reconozcan al Eterno, el Dios de Abraham, de Yitzhak y Yaacob, el como único Dios, el mundo estará perfeccionado.

 

PASIÓN

El énfasis final de Vayikrá (Levítico) es la idea de celebrar. Este rollo se especializará en los detalles de las distintas festividades yahvistas, especialmente el Yom Kippur. Dichos eventos serían ocasiones especiales que la comunidad celebraría con regularidad para recordar los actos de Dios, darle gracias y renovar su compromiso de vida con el estilo que Él propone en la Torah (Instrucción).

Los festivales mesiánicos serán la herramienta divina que el Eterno usará para que Israel se mantenga vibrante en la consciencia de vivir con pasión. Justamente el libro de Vayikrá asegura que la Comunicación Eficaz con el Eterno garantiza el combustible diario de la pasión por vivir.

En todo el rollo encontramos que los ritos sacerdotales y sus holocaustos se realizan en el altar. El altar representa a la vida misma.

La vida misma es un altar que nosotros tenemos que aprovechar para elevarnos, contribuir a elevar a nuestros semejantes, santificando a través de ello su Santo Nombre.

Y la manera de hacer esto, no es viviendo una vida «light», fría (o «templada») y vacía, sino poniendo todas nuestras ganas, fuerza y pasión en todas las cosas -buenas- que hacemos.

Y cuando vivimos la vida de esta manera, disfrutamos y nos llena mucho más cada cosa que hacemos, iluminando y trayendo calidez a nuestras vidas, irradiando de dicha luz para beneficio de todos los demás.

Y como el grado de disfrute en la vida es directamente proporcional al grado de ganas que ponemos en las cosas que hacemos, cuando ponemos todo nuestro ser en algo, es proporcionalmente también cuando más disfrutamos …

Y como se popularmente «mientras hay vida, hay esperanza«, no debemos permitir que las circunstancias de la realidad nos hagan debilitarnos y flaquear. Para  esto es imprescindible que alimentemos nuestras almas con el «oxígeno del Reino» que la oración y la meditación profunda de la Torah tienen el poder de proporcionarnos, avivándose así constantemente el fuego y la pasión de nuestra luz interior; haciendo que permanezca encendida con fuerza e intensidad hasta los 120 años; pasando luego a seguir iluminando, pero ya desde otra dimensión …

La Unidad de Abajo atrae a la Unidad de Arriba (Tablas del Mishkán)

«… Las cuales se unirán desde abajo, y asimismo se juntarán por su alto con un gozne. Así será con las otras dos; serán para las dos esquinas…»

(Éxodo 26:24)

La palabra Tabernáculo se traduce de los términos hebreos ojel que significa “tienda”; y mishkán que significa “morada”. Precisamente eso es lo que era, una tienda como las que habitaban los israelitas pero con un diseño especial y para un propósito específico. El tabernáculo fue el santuario móvil construido por los Israelitas durante su peregrinar por el desierto. Tenía una forma rectangular y toda su construcción fue dirigida por el Eterno, quien le mostró a Moshé, aparentemente por medio de visiones, “el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios” (Éxodo 25:9).

Los materiales, las medidas, las decoraciones, etc., todo se hizo conforme a lo que el Señor pidió.

El recinto del tabernáculo tenía trece metros y medio de norte a sur. El material básico de construcción era madera de acacia, fácil de obtener en la península de Sinaí. Las paredes de cuarenta y ocho tablas (5 m. de altura y un poco más de 0,50 m.), estaban recubiertas por láminas de oro y las sostenían cuarenta basas de plata en los costados y dieciséis en los otros dos lados.

¿Qué simbolizan las tablas?

Aquí necesitamos recordar que en las Sagradas Escrituras los seres humanos, en especial los justos (en hebreo tzadikim), son comparados con árboles (Salmo 92:12). Con esto en nuestra mente podemos hacer la asociación entre las tablas de madera en el tabernáculo y los justos que componen la congregación del Eterno.

Al leer el versículo que nos ocupa encontramos que las tablas tenían que estar juntadas desde abajo y también unidas por arriba. Deben ustedes saber que el texto hebreo utiliza dos palabras diferentes para hablar de la unidad abajo y la de arriba:

  • Cuando habla de la unidad de abajo dice juntadas (hebreo toamim, con alef y sin yud), y
  • cuando habla de la unidad arriba dice completadas (tamim, sin alef y con yud).

Así, y rápidamente, pareciera que las dos palabras hablaran de lo mismo. Pero debemos entender que el hecho de que la Torah usa dos palabras diferentes indica que, de acuerdo con la cosmovisión del Eterno, existen dos tipos de unidad, una abajo y otra arriba.

En el idioma hebreo la palabra utilizada para la unidad de arriba es la que las Escrituras usan para la perfección, ser completo en íntegro. Se trata de una perfecta unidad que manifiesta la plenitud de propósito.

Sabemos que la letra alef (א) tiene el valor numérico 1 (uno) y la letra yud (י) tiene el valor numérico 10 (diez). Esto nos revela que la unidad que hay arriba, con yud, es diez veces más fuerte que la de abajo con alef.

En este versículo, la unidad de abajo es mencionada antes de la unidad de arriba, lo cual nos enseña que si logramos unirnos abajo en la tierra, aunque no sea una unidad perfecta, la influencia y la unidad que esto trae en el cielo es perfecta. Esto es conocido en las dimensiones metafísicas como la Ley espiritual del Acuerdo. A esto se refería Yeshúa cuando dijo:

«Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.«

(Mateo 18: 19)

Otra vez el relato de la construcción del tabernáculo nos enseña la importancia de que los justos se unan para que el Eterno pueda morar entre nosotros, respaldando con su poder todo lo que unánimes declaramos por fe en Su Nombre.

Anhelo que el Eterno nos ayude a unirnos para ser Su Templo santo en el mismo Espíritu (unción) que fue dado al Mesías.

Moisés es hecho un dios (elohim) ¿Puede un ser humano llegar a ese nivel?

Por P.A. David Nesher

 

«Mira, yo te he constituido dios para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta».

(Éxodo 7: 1 _ RV 1995)

Estudiando el libro de Shemot (Éxodo), existe este momento del relato que sorprende a nuestro entendimiento, sometiéndolo a muchos cuestionamientos. Leemos que el Eterno, nuestro Dios, dio a Moshé un cargo extraordinariamente grande: ser un elohim (dios). Sí, tal y como lo hemos leído e interpretado, el texto hebreo dice literalmente que el Eterno constituyó a Moshé elohim – נתתיך אלהים  – para el faraón.

 

(Nota: Antes de continuar me gustaría invitarlos a leer el estudio que escribí acerca del significado y origen del término hebreo Elohim aplicado al Eterno, nuestro Dios y Abba).

 

Para comprender bien este pasuk (versículo) debemos recordar que Faraón había rechazado el lidiar directamente con Yahvéh al decir:

”¿Quién es YHVH, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a YHVH, ni tampoco dejaré ir a Israel.”

(Éxodo 5:2)

Ante esta actitud ególatra de este soberano, el Eterno determinó que lidiaría con Faraón a través de Moshé. Por eso, YHVH otorgó a Moshé un cargo extraordinariamente grande. El texto hebreo dice literalmente que el Eterno constituyó a Moshé elohim para el faraón.

Ahora, bien, quiero señalar que esta es la segunda ocasión que está escrito que Moshé es elohim.  Leemos en el capítulo cuatro:

«Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti como boca, y tú serás para él como Dios (Elohim)».

(Éxodo 4:16)

La palabra hebrea traducida aquí “como” es en realidad la partícula ל (letra lamed). A pesar de que esta partícula podría simplemente marcar las palabras “boca” y “Dios” como objetos directos del verbo repetido “será”, en contexto, puede ser tomada como expresando comparaciones. Es decir, aunque Moisés no era Dios como Aarón no era una boca, Moisés es comparado a Dios y Aarón es correspondientemente comparado a una boca. El término técnico usado aquí para esta forma de hablar es símil.

Un símil es una figura retórica que utiliza el recurso de la comparación o semejanza entre términos. En este caso Aarón es comparado a una boca para Moshé, y Moisés es asemejado a Dios para Aharón. Al entender que estamos frente a un símil, se logra interpretar que en esta misión divina, la relación de Moisés a Aarón se asemeja a la relación de Dios con una boca humana. Desde aquí nos queda bien claro que Moisés no es llamado «un dios», ni tampoco es llamado «Dios».

Ahora, yendo a la segunda ocasión en la que se dice que  Moshé es elohim – נתתיך אלהים  – para el faraón (Éx. 7:1), el hebreo dice: «Yo te he hecho Dios para el Faraón.» Por favor, nótelo bien: Yahvéh no le dijo a Moisés que él «es» Dios, sino que Yahvéh ha «constituido» o «hecho» a Moisés Dios «para el faraón.» Estas calificaciones dejan absolutamente claro que este texto ha de entenderse en el mismo sentido que Éxodo 4.16, que como hemos visto, en el hebreo es un símil. Lo que sí debemos saber, es que en este texto, la falta de partícula ל cambia la forma de hablar de un símil a una metáfora.

Una metáfora es una figura retórica del lenguaje que produce el desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética. En la metáfora ocurre un desplazamiento de significado entre dos términos con una finalidad estética, en el que se hace una comparación sin el uso de la palabra “como”. En otras palabras, una metáfora es equivalente a un símil en cuanto al significado, pero con un toque estético. De manera qué, las frases: «Mi hija es como un ángel» y «Mi hija es un ángel» significan exactamente lo mismo. Cualquiera que lea la primera frase y luego poco después lea la segunda frase, no debería de tener problema en la comprensión de que la segunda frase es una metáfora. Ante lo que estamos considerando:

Símil — … y tú serás para él como Dios.” (Éxodo 4:16)

Metáfora — … yo te he hecho Dios para Faraón” (Éxodo 7;1)

Por eso, es a la luz del símil de Éxodo 4:16, es que se debe de entender Éx. 7:1 como una metáfora. Esto significa que debemos traducir el hebreo Elohim de Éx. 7:1 «[como] Dios» en lugar de «un dios«.

Como hemos visto, ni Éx. 4:16 ni Éx 7:1 afirman que Moisés era Dios o que Moisés era un dios. Más bien, estos textos expresan a través de un símil y una metáfora la idea de que Aarón (4:16) y el faraón (7:1) se relacionan a Moisés como si fuera Dios en relación con ellos.

Esto nos enseña que la palabra hebrea elohimאלהים  – no es un nombre personal, sino un cargo. Dicho de otra forma una función gubernamental. El título elohim destaca a una suma de autoridad y poder. El término tiene que ver con autoridad en abundancia y un conjunto de poderes para poder afirmar su voluntad. Desde esta acepción la palabra elohim reúne en sí todas las fuerzas infinitas y eternas. Con otras palabras elohim podría ser traducido como “máximo gobernante” y “juez supremo”. Por lo tanto el atributo elohim está íntimamente conectado con la justicia. Esta será la razón por la que es uno de los títulos que el Tanak (Antiguo Testamento) emplea para referirse a los jueces de una ciudad o asamblea (Éx. 22:9; Sal. 82).

De aquí entendemos que la función de elohim implica una responsabilidad y una autoridad sumamente grandes. Como un representante autorizado Moshé tenía el poder para hablar palabras poderosísimas como el Eterno mismo. Además, tenía el poder para hacer milagros poderosas las veces que quería. Él debía de estar ante Faraón en lugar de YHVH, no solamente llevando Su mensaje, sino también acompañándolo de actos de poder para demostrar la autoridad de dichos mensajes.

Cerrando toda consideración hasta aquí tratada, comprendemos que ni Éxodo 4:16 ni Éxodo 7:1 afirman que Moshé era Dios o que Moshé era un dios. Más bien, estos textos expresan a través de un símil y una metáfora la idea de Moshé como Dios para Aarón y el faraón. La connotación aquí es que Moshé actuaría en representación de Yahvéh, como su embajador.

Esta idea será llevada a la praxis de los discípulos del Nuevo Pacto, especialmente cuando el apóstol Pablo escribe de que los creyentes en Mashiaj son como cartas escritas por el mismo Yeshúa, las cuales todo el mundo lee (2 Corintios 3:2-3). Las personas que no ven al Eterno nos ven a nosotros; aquellos que no leen la Instrucción (Torah) leen nuestras vidas.

Para finalizar, y buscando una aplicación práctica a nuestras vidas, entre los hijos primogénitos del Eterno debemos aceptar que aquel que ha recibido tanta confianza divina es porque ha sido aprobado en sus exámenes y ha mostrado una fidelidad extraordinaria. Cuanto más fidelidad una persona muestre al Eterno, más autoridad y responsabilidad es capaz de administrar. Moshé era fiel y Yahvéh le confió el cargo de ser elohim. De la misma manera, Yeshúa asegura que habría señales de potestad celestial que seguirían a los discípulos que en Él creyeran (Marcos 16: 17-20).

Por favor, lector/a amigo/a, sé fiel en lo poco y serás digno de confianza a los ojos de Aquel que ve en lo secreto, y se complace en recompensar en público. Usa lo que te ha dado con fidelidad y tendrás cada vez más y más, hasta recibir la corona de la Vida cuando Él venga.

Los Trece Atributos de la Misericordia Divina

Por P.A. David Nesher

 

 

 

 «Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: 
«YHVH, YHVH, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable…»

(Éxodo. 34:6-7)

 

 

Mientras nuestras almas se someten a la decisión de entrar en 21 días de ayuno parcial, hallo conveniente compartir con todos ustedes uno de los más grandes secretos que el Eterno reveló y transfirió a su Pueblo Israel, para lograr transformar toda tragedia en alegría. Me estoy refiriendo a lo que el Señor proclamó acerca de Él, en cuanto a Su naturaleza benevolente, durante un episodio decisivo en la historia de nuestra salvación.

 

Después de su gran pecado con el ídolo de oro (Éxodo 32), Israel a los pies del Sinaí se había arrepentido, y por intercesión de Moisés, el Eterno los había restaurado otorgándoles una segunda oportunidad. Esta nueva temporada de la gracias del Eterno produjo en las generaciones venideras una conciencia que les permitió siempre mantenerse firmes en los momentos duros de la historia certeros de que el Misericordioso Dios sería propicio de ellos.

 

Desde los sacerdotes y hasta cada sabio de Israel se concuerda que estos dos versos contienen una lista de 13 atributos de la misericordia de Dios, por esta razón se lo denomina «las 13 misericordias del Señor«. Es tan poderoso el conocimiento divino que se recepciona en esta revelación que en Israel, desde los tiempos davídicos, y durante cada fiesta bíblica, los peregrinos recitan los 13 atributos de Dios en su peregrina hacia el Monte Santo.

 

Me gustaría conducirlos a sumergirse en el poder maravilloso que esta revelación divina nos entrega.

 

En los países occidentales, el número 13 a menudo se relaciona con la mala suerte. De hecho, muchos edificios multi-pisos no tienen un piso número 13 debido a las supersticiones.

Antes de hablar sobre el número 13, es necesario que se entiendan dos conceptos:

  • Primero, que cada letra en el abecedario hebreo, que se compone de 22 consonantes, posee un equivalente numérico.
  • Segundo, que tanto los sacerdotes, tanto como los profetas practicaban la «guematría». Ésta es la disciplina dedicada a encontrar significado más profundo o escondido en las Escrituras basado en el valor numérico de sus palabras. Eso produce resultados muy interesantes. Uno de los ejemplos más comunes es la palabra hebrea de jai (חי), o «vida,» que tiene un valor numérico de 18; leyendo de derecha a izquierda, la letra ח = 8 y la letra י = 10. Dado que esta palabra es tan importante, muchos donativos judíos monetarios vienen en múltiplos de 18.

Ahora bien es importante para nosotros notar que, desde la mentalidad hebrea, el número 13 no representa la mala suerte de acuerdo a la guematría profético-sacerdotal. Normalmente escrito como yod-guímel [יג], el 13 tiene el valor numérico de la palabra ahavá («amor,» con las letras alef-hei-bet-hei) [אהבה] y de ejad («uno,» como en la declaración diaria de que Dios es Uno, con las letras alef-jet-dalet) [אחד]. Trece es la edad de la responsabilidad, cuando un niño se convierte en «hijo del pacto» o bar-mitzvá. Clamamos por la misericordia del Eterno Dios al recitar lo que la Tradición Rabínica denomina como «shlosh Hesreh middot» (שלוש עשרה מדות), que traducimos como los Trece Atributos de la Misericordia de Dios según Éxodo lo revelado en el libro de Éxodo (Shemot) cap. 34, vv. 6-7.  Estos Atributos son los caminos de Bondad, Misericordia y Juicio, con los cuales Elohim conduce al mundo y a la humanidad.

 

La Torah nos relata que Moisés había pedido ver la gloriosa Presencia del Eterno (Ex. 33:18), así que aquí, Dios continúa respondiendo a su petición. La pregunta que se contesta aquí, tanto a Moisés, como a nosotros es: ¿Qué es la Gloria de Dios? Y la respuesta que el Señor da, rompe los paradigmas equivocados de toda religión. La Gloria de Dios es más que una visión y/o manifestación de poder y majestad divina. La Gloria de Dios incluye conocer su naturaleza, carácter y manera de relacionarse con todas sus criaturas. Por ello, debemos entender que la Gloria de Dios se revela por medio de Su Misericordia y Justicia, extendidas con gracia (favor inmerecido) sobre todos los hombres, llenándonos de beneficios diariamente.

 

El Eterno al atravesar a Moisés en la nube lo bendijo compartiendo una visión profética en la que Él mismo estaba envuelto en un manto (tal como el talit cubre a un líder de una plegaria pública) mientras recitaba estos trece Atributos de Misericordia. Haciendo esto Dios le dijo que cada vez que Israel errara debían decir estas palabras y Dios perdonaría. Desde entonces todos los hijos del Eterno contamos con una de las armas mas poderosas que tenemos: clamar con las trece cualidades de misericordia de Dios en las cuales mencionamos Su gran bondad y piedad, rogándole que se conduzca con nosotros con tolerancia y benevolencia. Así que si alguna vez están realmente en un caso de extrema urgencia y necesitan una salvación urgente ¡les recomiendo que se aprendan esta lista de memoria!

 

  1. YHVH – yud-hei-vav-hei (Esta mención al Tetragrámaton refiere en primer término a que el Nombre Inefable de Dios trasciende a la razón humana).
  2. YHVH – yud-hei-vav-hei. (Esta segunda mención del  Nombre YHVH da a entender que Él es quien origina todo lo existente y que implica «middat harahamim» (מדת הרחמים), es decir que la Misericordia de Dios es para con toda la creación.
  3. DiosEl. El Atributo  «El» (אל), significa en hebreo bíblico fuerza. Por lo tanto el Atributo Elohim (que incluye «El«) denota la plenitud; la fuerza y la idea de Dios Omnipotente, o la el que tiene la totalidad del poder para conducir todo lo creado por El.
  4. MisericordiosoRajúm (רחום): esto indica que el Eterno sólo hizo bondades con todo ser humano durante su estado embrionario mientras permanecía en el seno materno, en su desarrollo y crecimiento. El mismo término רחמים («Rajamim«) traducido como Misericordia, deriva de la palabra hebrea רחםRejem«, que quiere decir seno materno.
  5. Y Clemente – v’Janún (חנון): Indica la Bondad del Creador al dotar al ser humano con inteligencia y raciocinio.
  6. Tardo de ira – Erej Apayim: este Atributo divino, es el que acompaña al ser humano especialmente desde su nacimiento hasta su pubertad señalando que la persona humana no podría crecer ni desarrollarse si fuera juzgado únicamente con el atributo del rigor.
  7. Y grande en benevolencia – v’Rav Jesed
  8. Y Fidelidad – v’Emet
  9. Quien prodiga misericordia por miles de generaciones – Notzer Jesed l’Alafim
  10. Perdona la iniquidad – Nose Avon
  11. Y el pecado intencional – v’Fesha
  12. Y el error – v’Jataah
  13. Y purifica – v’Nakeh

 

Cuando terminamos de proclamar los 13 Atributos entonces declaramos audiblemente y desde nuestro corazón:

«Misericordioso y lleno de gracia, hemos pecado delante de Ti; ten misericordia de nosotros y sálvanos«.

Desde esta consideración de los Trece Atributos de la Misericordia, los invito a porofundizar el poder que se esconde en esta revelación:

Al meditar profundamente en los 13 atributos de la misericordia divina, descubrimos con asombros que son la forma en la cual el Creador se comunica con nosotros diariamente manifestándose como Abba (Papi). Esto significa que si el creador se comunica así con nosotros, cada uno de nosotros está obligado a comunicarse del mismo modo con su prójimo. Si así lo hacemos estos atributos nos protegerán como si fueran trece flechas (vectores) apostadas a nuestro favor, simplemente porque estamos siendo, en nuestro actuar, semejantes al Eterno.

Entonces analicemos cómo deberá ser nuestro carácter mesiánico una vez que Yeshúa nos penetra revelándonos al Padre en Su misericordia (Nota: al leer estos puntos compárelos paralelamente con lo puntuado en la descripción anterior):

 

  1. Todos nos equivocamos pero la Luz Infinita (Yeshúa) es misericordiosa y tiene la paciencia para que nosotros volvamos al camino, así debemos ser con los demás.
  2. Paciencia y tolerancia con los demás, nos obliga a no elaborar un juicio inmediato con nuestro prójimo.
  3. La Luz Infinita (Yeshúa) se olvida y deja pasar las cosas malas que hacemos. Esta es la esencia propia del perdonar.
  4. La Luz Infinita siente nuestro dolor. Así nosotros debemos sentir el dolor de los demás. Esto nos conduce diariamente a buscar el bien en los demás y para los demás.
  5. No guardar enojo ni rencor, ni a nosotros ni a los demás. La ira se hace positiva y constructiva.
  6. La Luz Infinita siempre busca lo bueno en nosotros, y nosotros debemos siempre encontrar lo positivo en las demás personas. Gracias a esto, realizamos solamente actos de bondad.
  7. Nosotros cambiamos y la Luz Infinita se olvida de nuestro pasado, así debemos ser. Esto significa que amamos y buscamos el bien para alguien que ha dañado y desea rectificar.
  8. La Luz Infinita con nuestra negatividad trata de ocultarla y no exponerla hasta que nos transformamos.  Nosotros debemos darle el tiempo al prójimo olvidando sus malas acciones.
  9. Cuando vemos que la gente hace cosas negativas nosotros queremos que sufran las consecuencias pero debemos inyectar misericordia y no desearle el mal. Debemos practicar la compasión.
  10. Actuar con honestidad. A veces tenemos que hacer juicio de otra persona, pero siempre debemos hacerlo con misericordia y mencionando en que.
  11. Actuar con bondad e indulgencia hacia los demás. La Luz Infinita da sin cálculos. Debemos tener la conciencia de dar y compartir. Estar en ese nivel de conciencia que YHVH anhela que tengamos.
  12. La luz siempre encuentra algo positivo en mi para darme misericordia. Nosotros siempre debemos buscar lo positivo en los demás. Debemos ayudarlos a llegar a hacer teshuvá (retorno) y no guardar rencor.
  13. Buscar maneras de mostrar misericordia y compasión a los demás. Recordar el pasado, nunca olvidarse de lo que hicieron por ti. Aunque ahora te hagan algo que no te guste, siempre recordar lo que alguna vez hicieron por ti o como te ayudaron a crecer. Desde allí obrar con ellos hacia hoy y hacia el mañana.

El pueblo de Israel, al recibir por medio de Moisés, este conocimiento, después de haber sido perdonado por el pecado del becerro de oro, captó la idea clara del propósito: así como el ser humano se comporta aquí abajo para el Eterno y su prójimo, igual será digno de abrir la calidad de esos atributos supremos desde arriba. Es decir que tal como él se comporta, así será la influencia de arriba y hará que esa calidad brille sobre su entorno. Esto conlleva el compromiso sabio de entender que no se trata simplemente de repetir oralmente estos trece atributos sino de representarlos fielmente en cuerpo y alma aquí en la Tierra.

 

Como podemos ver entonces, estos trece atributos no son tan solo ideas abstractas. Las mismas afectan los planos celestiales y los terrenales, fusionando, fusionándose y afectándose tanto desde «aquí abajo hacia arriba» como desde «allá arriba hacia aquí abajo».

 

Al considerar esta revelación no hay duda alguna que todos deberíamos alabar a Dios por esos maravillosos atributos, y pedirle que nos ayude a tratar a los demás con misericordia de la misma manera en que Abba nos trata a nosotros. Entonces, por favor, te pido que pienses en cada una de los atributos de la misericordia divina antes mencionadas y reflexiona en como poder imitarlos en cada uno de tus actos cotidianos.

 

 

¡Tzome Khal!Espero que tengas un ayuno llevadero y fácil!)

 

 

A continuación les comparto una canción que podrán utilizar como fondo cada vez que clamen al Eterno invocando Su Misericordia.

 


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer contribuciones a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Para aquellas personas que deseen hacer donaciones para la expansión de nuestra pag web y para la ejecución de nuevos proyectos de ayuda social, aquí les dejo el link que les permitirá hacerlo.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

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