iglesia

¿Para qué nos sirve trabajar por la UNIDAD?

Autor: Ptr. Adolfo Cataldo
[Monte Santo, Gral. Madariaga (Bs. As.)]

Desde hace cuatro parashot atrás el Eterno me hizo notar que constantemente llama a la Unidad de su pueblo para que Su presencia se manifieste en medio de él.

Cuando no existe unidad se corre el riesgo de la manifestación de HaSatán, el oponente, ya que surgen discordias entre los hermanos, fluye la lashón hará (lengua mala), y todo tipo de actitudes que provocan que la presencia de nuestro Elohim NO se manifieste.

Comencemos considerando en la parashá TERUMÁ lo siguiente:

“También harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos espigas.” 
(Éxodo/Shemot 26:19)

 Las tablas representan cada miembro del pueblo de Israel. Acá podemos ver el mensaje de la unidad que debe existir para poder formar un templo santo para el Eterno. Debajo de cada tabla hay dos basas de plata, ellas unían las tablas simbolizando los fundamentos doctrinales de la Instrucción divina uniendo a los miembros de Israel.

En la parashá TETZAVÉ leemos lo siguiente:

«Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.» (Shemot 27:20)

La expresión hebrea TETZAVÉ (mandarás) comparte la misma raíz que TZEVET (unir). La exhortación divina es que si te esfuerzas en unir a la gente puedes hacer que la Menorah (la Luz) haga brillar la gloria de Yah para el mundo entero.

Unidos podemos hacer que la gloria del Padre se manifieste.

Aceite puro de olivas machacadas”, en esta expresión el Espíritu del SEÑOR me hacía ver que una aceituna individualmente no aporta el aceite suficiente para encender las luces. Individualmente, aporta unas cuantas gotas que se pierden en el recipiente, pero cuando en la unidad, son machacadas dan el aceite necesario para manifestar la luz.

Puedo ver que el Eterno en ese “machacar” nos está llevando a entender que en la humildad que nos demanda para poder presentarnos delante de Él, debemos limar toda aspereza con nuestro hermano y entender que lo necesitamos para poder manifestar la luz divina.

Al estudiar la parashá KI TISÁ leíamos:

“Tomarás de los hijos de Israel la plata de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los hijos de Israel delante de Yahvéh, como expiación por vuestras vidas.”
(Éxodo/Shemot 30:16 _ LBLA revisada)

Cada medio shekel (ciclos de plata) sumado a otro igual, estaban destinados para las basas del Mishkán, las cuales eran usadas para simbolizar la Unidad del Pueblo del Eterno. Esto me hace ver que cada ciclo de plata, individualmente era inútil para poder ser las basas, era necesario que fueran fundidas, pasadas por fuego para poder cumplir la función de unir las tablas (Shemot 26:19).

Al llegar esta semana a la parashá VAYAKHEL nos encontramos con lo siguiente:

«Hizo además cincuenta broches de oro, y unió las cortinas una a la otra con los broches, de manera que el tabernáculo llegó a ser una unidad... Hizo además cincuenta broches de bronce para unir la tienda, a fin de que fuera un todo
(Semot/Éxodo 36:13, 18) 

Betzaleel y sus hombres unieron las cortinas unas con otras para formar una sola pieza, un ejad.

Como podemos ver el Eterno no se manifiesta con poder si no existe unidad. El Maestro y Dueño de nuestras vidas (Yeshúa) lo dejó bien claro:

«Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
(Mateo 18:20)

Es más Yeshúa Rabeinu oraba al Padre para que existiera unidad entre sus discípulos:

“Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, «para que sean uno, así como nosotros»… Más no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que «todos sean uno». Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, «para que sean uno, así como nosotros somos uno: «yo en ellos, y tú en mí, para que «sean perfeccionados en unidad», para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.”
(Juan 17: 11, 20-23)

Esa unidad se consigue cuando la gloria que el Eterno dio al Mesías es transmitida a nuestras vidas personales. Por eso, cuanto más seamos llenos del Espíritu y carácter del Mesías, más unidad vamos a experimentar.

Debemos comprender y aceptar que el que busca lo suyo propio no podrá experimentar la unidad con sus hermanos. El apóstol Pablo bien lo expresó, en su epístola a los Efesios (4:1- 6) en la que escribió:

Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, «esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.”

Viendo lo que nuestro Elohim nos muestra a lo largo de la bendita Torah, puedo llegar a la conclusión de que el causal de que no pueda existir unidad en una asamblea es porque las personas son de doble ánimo, o sea que están divididos en ellos mismos. Justamente desde esta idea el apóstol Jacobo nos dice: «… el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.» (Sntg. 1: 8 ) En el que también puede leerse el hombre «de alma doble» significando que esta división interior se debe a dos impulsos o tendencias, una mala y la otra buena, que se enfrentan sin cesar, y se oponen a la «sencillez» de corazón, y a la firmeza de actitud que de ellas resulta. Más adelante exhorta a aquellos de doble ánimo, aquellos que están divididos interiormente:

 «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones, hombres vacilantes
(Santiago 4:8) 

Para finalizar, el Señor me llevó al Salmo capítulo 24:

» ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño.» (24:3-4)

 Cuando no existe unidad entre hermanos, cuando las contiendas son más que las manifestaciones de amor, es imposible subir al Monte Santo de Yahveh; podrás orar, manifestar conocimiento de las escrituras, podrás ofrendar , diezmar, pero si no existe unidad tienes “manos sucias y corazón impuro«.

En amor y servicio, ptr. Adolfo Cataldo

¿Qué significa «discernir el Cuerpo (de las almas) del Señor?

Autor: Jeremy Chance Springfield


Las cartas del sheliaj (apóstol) Pablo abordan muchos temas, pero uno en particular se repite. En cuatro de las siete congregaciones diferentes a las que escribió, Pablo habló del concepto de que los creyentes son el «cuerpo» del Mesías. En esas referencias dispersas pero frecuentes, menciona este concepto en diversos contextos y detalles, pero la noción central es la misma en todo momento: ¡los creyentes constituyen de alguna manera espiritual el cuerpo del Mesías en esta Tierra!

La interpretación más común de esto es que los creyentes son un «grupo» o «congregación» que trabajan juntos, unidos en espíritu y enfoque para cumplir los objetivos mesiánicos en este mundo.

Aunque esto no es falso, no da cuenta de las nociones hebraicas que hay detrás de lo que Pablo estaba transmitiendo. Hay que recordar que fue educado no sólo en el judaísmo, sino también en la secta rabínica de los fariseos, educado por un fariseo para ser fariseo (véase: Hechos 23:6). Su aprendizaje también fue supervisado por Gamaliel (ver: Hechos 22:3), un erudito maestro de la Torá venerado no sólo por su mención en el libro de Hechos 5:34, sino también en los textos históricos talmúdicos del judaísmo.

Cuando leemos a Pablo a la luz de su aprendizaje, y con la percepción de que estaba relatando profundas verdades espirituales por medio del formato limitado de una carta, podemos apreciar que lo escrito es la punta del iceberg de lo que sabía y lo que informaba su proceso de pensamiento. Con el valioso material que tenía a mano de pergamino y tinta, no podía incluir mucho en cada carta, por lo que el trasfondo hebraico de ciertas ideas que transmitía no siempre podía acompañar a una afirmación. Además, sus lectores sabían que estaban tratando con la religión judía y la Deidad hebrea, por lo que no habrían esperado que sus afirmaciones se hicieran en un vacío contextual. Más bien, sus afirmaciones existían con el contexto del pensamiento judío detrás de ellas, aunque no se compartieran debido a las limitaciones de material y espacio para explicarlas.

Al estar tan alejados del contexto antiguo adecuado, nos corresponde ahora volver a familiarizarnos con la perspectiva original en la que se hizo su referencia a formar parte del «cuerpo» del Mesías. Veamos las palabras de Pablo que se conservan en la epístola a los Efesios sobre este tema:

«le dio [para ser] la cabeza de la asamblea, es decir, su cuerpo, y la plenitud de aquel que lo completa todo en todo.»

(Efesios 1:22-23)

«Porque nadie aborreció jamás su cuerpo, sino que lo alimentó y lo cuidó, como el Mesías a la asamblea, porque somos miembros de su Cuerpo, de su carne y de sus huesos.»
(Efesios 5:29-30)

Estas afirmaciones nos revelan dos conceptos principales: la asamblea de los creyentes constituye el «cuerpo» del Mesías, y cada creyente individual tiene un lugar en ese cuerpo espiritual, como miembro, carne o hueso, hablando del papel único que desempeña cada creyente trabajando juntos en la unidad.

El concepto presentado por Pablo proviene de una interpretación judía profundamente arraigada de las Escrituras. Para apreciar lo que Pablo está diciendo a los creyentes en las diversas asambleas, veamos primero un texto judío llamado Shemot Rabbah, y luego se abordará la explicación del pensamiento.

El texto Shemot Rabá hace una breve cita inicial de Eclesiastés 6:10, que he puesto en negrita en la traducción al español. La elaboración resultante de lo que significa puede no ser inmediatamente clara para el lector en cuanto a por qué ese pasaje fue presentado como la base de las nociones presentadas, pero cuando el texto hebreo se considera cuidadosamente, el pensamiento tendrá sentido.

La palabra utilizada para «hombre» en el pasaje bíblico no es el término genérico ISH, sino el término de significado más pesado ADAM; por lo que el midrash es: ¡no leer «hombre«, sino leer adám! La idea es que se sabe lo que le sucede a adám ¡pues se le deben haber mostrado todos los que formaban parte de él! Esas almas humanas unidas a él se describen como vinculadas a las distintas partes de su cuerpo.

Esta visión judía única sobre el estado original de adám es, por tanto, en lo que pablo se basaba para afirmar que los creyentes son el cuerpo del mesías, ya que vemos un lenguaje muy similar utilizado por el apóstol Pablo al escribirle a los discípulos de Yeshúa residentes en la ciudad de Corinto las siguientes palabras mistagógicas:

porque así como el cuerpo es uno, y tiene en él muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo -aunque son muchos- son un solo cuerpo, así también es el mesías. Porque también nosotros -todos- por un solo espíritu fuimos sumergidos en un solo cuerpo, ya sea judíos, ya sea gentiles, ya sea esclavo, ya sea hijo de la libertad; y todos bebimos de un solo espíritu. Porque incluso el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos. Porque si el pie dijera: «porque no soy la mano, no soy del cuerpo mismo», ¿acaso no es del cuerpo?, y si la oreja dijera: «como no soy el ojo, no soy del cuerpo mismo», ¿acaso no es del cuerpo? porque si todo el cuerpo fuera ojos, ¿dónde estaría el oído? y si todo el cuerpo fuera el oído, ¿dónde estaría el olfato? Sin embargo, ahora alaha ha colocado cada uno de los miembros en el cuerpo como él ha querido. sin embargo, si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Sin embargo, ahora los miembros son muchos, pero el cuerpo es uno.

«De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo —ya seamos judíos o no, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.

Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: «Como no soy mano, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: «Como no soy ojo, no soy del cuerpo», no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo.«

(1ª Corintios 12:12-20)

Esta noción se ve también interpretada de manera similar a la palabra adam que se encuentra en el oráculo del profeta Ezequiel:

Y sabrán que Yo, Yahvéh su Elokim, estoy con ellos, y ellos son Mi pueblo, la Casa de Yisra’el, dice el Maestro Yahvéh.
Y tú, rebaño mío, el rebaño de mi prado, eres Adam, y yo soy tu Elokim,
dice el Maestro Yahvéh.«
(Ezequiel 34:30-31)

Al igual que con Eclesiastés 6:10, este pasaje vincula a la asamblea de Israel con Adam, expresándolo de la manera más clara posible: ¡Israel es Adam!,  es decir, ¡las almas de las personas se originaron en el cuerpo de Adam en el comienzo de los tiempos!

El concepto de almas conectadas a un cuerpo espiritual también se conserva en el texto judío del Zohar Jadash, donde se comparte un poco más de información:

El texto se refiere a esta naturaleza espiritual como GUF HANESHAMOT, traducido como «El Cuerpo de las Almas«. Desde este lugar en la naturaleza espiritual original de Adám, todas las almas vienen a este mundo. Por tanto, vemos un vínculo único entre Adam, en cuyo cuerpo se originaron todas las almas, y el Mesías, en quien todas las almas redimidas se denominan Su «cuerpo».

Este lugar conocido como «El Cuerpo de las Almas» también se menciona en el Talmud y lo conecta con la venida del Mesías.

Citando Isaías 57:16, vemos que el Talmud promueve la noción de que todas las almas son inherentemente parte de Adam y deben manifestarse según lo determinado antes de que el Mesías pueda venir. Por eso Pablo habla del cuerpo del Mesías: lo que se perdió en el cuerpo de Adam está siendo recuperado en el cuerpo del Mesías, reformado y restaurado a la gloria originalmente prevista.

Pablo también se refirió a este enlace en el pasaje de la primera carta a los Corintios:

«Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados
(1 Corintios 15: 22)

Otra versión dice:

«Porque así como en Adam muere todo hijo del hombre, así también en el Mesías viven todos«

¡Así como todas las almas fueron encontradas en el cuerpo de Adam, así también en el cuerpo del Mesías se encuentran las almas de Su pueblo!

El rabino Menajem Najum escribió sobre esta verdad transmitida por Pablo en su obra, Me’or Enayim:

Podemos apreciar lo que significa ser parte del cuerpo del Mesías, porque es el proceso de restauración el que sana a Adam por las grandes misericordias del Santo Bendito Sea. Apegados a Yeshúa, podemos ser incluidos en la Asamblea de una manera pura y santa. Por lo tanto, Pablo habla finalmente de esta inclusión en el cuerpo en su epístola a los Efesios:

«Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una asamblea en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.»
(Efesios 5:25-27)

La justicia de Yeshúa permite que los creyentes se unan a Él y sean restaurados ante HaKadosh Baruj Hu («el Santo Bendito Sea») de una manera que no sería posible simplemente confiando en su propia bondad inadecuada.  Las almas estropeadas por la insurrección de Adam contra la santidad y el propósito eterno divino pueden volver a acercarse a esa antigua intención para el hombre uniéndose al Mesías en Su acto de curar lo que ha sido herido en la humanidad.

La bendición de la gracia de estar incluidos en el «cuerpo» del Mesías significa que todos los creyentes están incluidos en la justicia de Su propio mérito incomparable ante el Creador, purificados de nuestras propias carencias y defectos y ubicados exactamente donde se supone que debemos estar en la asamblea.  de los fieles.

Por lo tanto, se considera que la explicación de Israel en relación con Adám informa las propias afirmaciones de Pablo a lo largo de sus cartas.  Los creyentes consisten en el Cuerpo del Mesías, el GUF HANESHAMOT: ¡un cuerpo de almas restauradas a la armonía y unidad con el Santo a través del Segundo Adám!


Todo el contenido del estudio tiene Copyright Jeremy Chance Springfield, excepto los gráficos e imágenes, que son Copyright de sus respectivos creadores.

¿Cuál es la Verdadera Iglesia?

P.A. David Nesher

La porción de la Instrucción divina llamada Vayakhel permite que los que estamos investigando la Verdad de acuerdo a los códigos espirituales que enseñó Yeshúa.

El verbo hebreo kahal significa «congregar«, «reunir«, y como todo verbo permite el origen al sustantivo kehilá que significa «asamblea» o «congregación«…

Te invito a desarrollar estos conceptos desde tu disposición a escuchar esta enseñanza:


Bitácora Relacionada:

Te invito también a estudiar esto:

La Plandemia ha logrado que el 38% de los pastores estadounidenses estén considerando dejar el ministerio.

La gran resignación que azota a Estados Unidos está llegando a las iglesias a un nivel alarmante. Los nuevos números publicados el martes por The Barna Group , el principal investigador sobre religión del país, muestran que dos de cada cinco pastores en todo el país están pensando seriamente en dejar el ministerio.

Ahora hay presión para que la iglesia ayude a estos líderes a que no se unan a los millones que abandonan sus trabajos durante la pandemia. 

«Encontramos un análisis de subgrupo de que los pastores en el ministerio durante 20 años o más eran más propensos a decirnos que estaban considerando renunciar«, dijo David Kinnaman, presidente y director ejecutivo de The Barna Group. «Además, los pastores más jóvenes menores de 45 años eran los más propensos a decir que estaban considerando renunciar«.

Mientras estudiaba el bienestar de los pastores, Barna Research descubrió que el 38 por ciento de los pastores quieren dejar de ministrar en comparación con el 29 por ciento en enero de 2021. 

Además, la asistencia a la iglesia se ha suavizado bastante desde que comenzó la pandemia.

«Durante y después de la pandemia, un tercio de los cristianos practicantes se desvincularon de su congregación, simplemente dejaron de asistir«. Dijo Kinnaman. 

Más de 4.000 iglesias cerraron en Estados Unidos en el año 2020. Durante ese mismo tiempo, más de 20.000 pastores dejaron el ministerio y el 50 por ciento de los pastores actuales dicen que dejarían el ministerio si tuvieran otra forma de ganarse la vida. 

«Creo que el efecto a largo plazo de esto será una iglesia más fuerte, pero probablemente una iglesia más pequeña«, dijo Kinnaman.

El Dr. Dwayne Bond, pastor y consejero de Wellspring Church en Charlotte, Carolina del Norte, dice que las renuncias en el púlpito se despertaron por varias razones. 

La pandemia cerró iglesias, lo que provocó limitaciones financieras para algunos. Y los continuos conflictos políticos por las máscaras y las vacunas están provocando la fragmentación de muchas congregaciones. 

«Creo que los pastores están experimentando un abrumador sentido de responsabilidad y una abrumadora sensación de soledad porque están pastoreando a personas que ni siquiera conocen en línea», explicó el Dr. Bond. «Y hay tantas opiniones diferentes. Todo el mundo tiene una opinión y eso crea agotamiento y desunión«.

El Dr. Bond ve esta temporada de sufrimiento como una oportunidad para que la iglesia brinde apoyo y esperanza a quienes se dedican a alimentar nuestras vidas espirituales. 

«Creo que la iglesia está haciendo lo que Jesús anticipó que haría durante la aflicción, que es prosperar«, señaló Bond. «Sí, hay algunos que de hecho se están cerrando. El Reino de Dios todavía está avanzando. Todavía se están plantando iglesias. Todavía se están haciendo discípulos y todavía se les anima en su fe«. 

A pesar de las lamentables estadísticas, Bond dice que está viendo cómo se desarrollan estas cosas en tiempo real en Acts 29 Network , una comunidad global de iglesias fundadoras. 

Continuó diciendo que la sanidad en la iglesia comienza con líderes como ancianos o diáconos. También recomienda asociarse con otras iglesias para darles un descanso a los pastores, y agrega que los líderes de la iglesia nunca deben avergonzarse de buscar consejo. 

«Alentar a nuestra gente a amarse unos a otros, a servirse unos a otros, a pensar lo mejor que pueden, a extenderse la gracia unos a otros. Creo que estas cosas crean un ambiente en el que un pastor quiere pastorear«, dijo el Dr. Bond.  


Tomado de: CBN

Falleció el Pastor David Yonggi Cho fundador de la congregación evangélica más grande del planeta

Hoy martes 14 de setiembre, a las siete y trece minutos, en el hospital de Seúl, a los 85 años de edad, partió con el Señor el reconocido conferencista coreano David Yonggi Cho, según confirmó en Seúl la propia Iglesia Yoido del Evangelio Completo, reconocida como la congregación más grande del mundo, donde había sido declarado pastor emérito.

David Yonggi Cho, estaba bajo un constante tratamiento médico por una hemorragia cerebral sufrida el año pasado.

Yonggi Cho, se casó con Kim Sun Hae en 1965, con quien procreó a tres hijos.

Su funeral será el sábado en el gran salón de la Iglesia del Evangelio Completo de Yoido, en el centro de Seúl después de varios días de luto.

Vida y Ministerio

Yonggi Cho nació en 1936, en el condado rural sureste de Ulju y venía de una familia de creencias budistas. Ellos se trasladaron a la ciudad portuaria de Busan, en el sur, después del estallido de la Guerra de Corea de 1950-53.

Lllegó a creer en Dios después de que le diagnosticaron una tuberculosis fatal cuando tenía 17 años. Él dijo que Dios lo había sanado y desde entonces abrazó el evangelio con mucha fuerza y dedicación.

En 1956, ingresó a una universidad del Evangelio Completo en Seúl para estudiar teología. Después de graduarse en 1958, abrió una carpa en el noroeste de Seúl, la cual luego mudó a un distrito financiero de la capital donde luego se convirtió en la Iglesia del Evangelio Completo de Yoido, con más de 200.000 miembros, los cuales se fueron multiplicando hasta llegar a 700.000.

Estableció el periódico Kookmin Daily en 1988 y creó Good People, una organización internacional no gubernamental de desarrollo para los derechos humanos, el medio ambiente y el bienestar infantil.

Cho renunció como pastor principal de Yoido en 2008, dejando la iglesia con más de 800.000 personas.

Yonggi Cho, quien aseguró que Dios le había cambiado el nombre, por lo que siguió firmando como David, fue uno de los pastores contemporáneos más reconocidos y famosos del mundo. Su visión ha sido de inspiración para miles de pastores.

Escribió una gran cantidad de libros, pero quizá el que primero lo dio a conocer fue “La Cuarta Dimensión”, aunque también escribió:

  • “45 años de esperanza”,
  • “El Apocalipsis”,
  • “Cómo puedo ser sano”,
  • “Cómo tener éxito en la vida”,
  • “Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”,
  • “El Tercer ojo”,
  • “La Fe en Dios mueve montañas”,
  • “Fe que traerá felicidad”,
  • “Grupos familiares y crecimiento”,
  • “Historias del Crecimiento de mi iglesia” y muchos más.
Alabanza del Coro la Iglesia del Evangelio Completo (la iglesia evangélica más grande del mundo) fundada por Yongi Cho

¿Cómo se relaciona el Ayuno de Guedaliah con los Nacidos de Nuevo en el Mesías?

Por Moisés Franco y Natalia Nuñez

En vísperas a comenzar con el ayuno que tradicionalmente se lleva a cabo el tercer día del séptimo mes, nos encontrábamos con mi esposa leyendo el artículo de David Nesher que explica esta práctica y al terminar la lectura nos hicimos la misma pregunta del título.

Luego de meditar y debatir, arribamos a algunas conclusiones que quisiéramos compartirles esperando que el Espíritu Santo los ilumine en las implicancias de este día de restricción.

ACLARACIÓN:
difícilmente el lector pueda comprender el trasfondo de las siguientes reflexiones sin haber leído previamente el artículo “El Ayuno de Guedaliah: La Relación de la Muerte de un Justo y la Destrucción del Santo Templo” de David Nesher.

CONCLUSIONES

1- Fundamentalmente este ayuno sirve para no bajar la guardia. Nuestra lucha es contra satán, pero primero hay que matar al adversario que llevamos dentro y se opone a la obediencia al Eterno (Rm.7:7-25/ Gál.2:20). La muerte del gobernador Guedaliah ocurrió sólo dos días después de que el pueblo se sintiese satisfecho por las plegarias para un nuevo año de bendición en Yom Teruah. No creas que ya has vencido a tu ego, no te confíes porque pasaste una fiesta y sigues vivo. Haz teshuvah, pide perdón y cambia.

Matar el ego es la base de los siguientes puntos.

2- ¿Estoy intentando manipular al Eterno? Luego del asesinato del gobernador puesto por Nabucodonosor, los habitantes de Judá fueron a consultarle al profeta Jeremías si debían huir a Egipto o permanecer en la tierra santa. Por el relato escritural vemos que en su interior ya tenían tomada la decisión y sólo buscaban que YHVH les confirmaran dicha determinación (Jer. 42; 43:1-7).

¿Estás haciendo ciertos ritos u oraciones para “convencer” al Soberano del Universo de que apoye tus planes?

3- ¿Estoy confiando en la salvación del Eterno o me desespero ante la calamidad e intento resolver las cosas en mis fuerzas? Los residentes en Judá prefirieron morir en Egipto, la tierra de donde sus ancestros fueron liberados por YHVH, en lugar de confiar en que el Guardián de Israel los salvaría.

4- ¿Estoy confiando en mi propio criterio? Evidentemente Guedaliah era un hombre justo, pero desoyó el consejo que le advertía sobre un atentado contra su vida (Jer. 40:13-16). Esto finalmente ocurrió y costó no sólo su existencia sino un alto precio para todo el pueblo de Judá.

5- Ishmael Ben Netaniah se dejó enceguecer por las voces perversas que alentaron su hambre de poder sin darse cuenta que su derramamiento de sangre le costaría al reino de Judá 52 años más de exilio babilónico y provocaría que la tierra quedara prácticamente desolada de israelitas, alejando así las esperanzas de reconstrucción del templo.

La primera carta de Pedro capítulo 2, versículos 4 al 9 dejan claro que Yeshúa es la “piedra viva” y al acercarnos a Él somos “como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual” (v.5 |NVI).

La falta de valoración de nuestro hermano como piedra viva del mismo templo nos lleva a ser asesinos, generalmente desde el lashón hará (lengua perversa) o desde la indiferencia, sin advertir que eso demora el cumplimiento del propósito del Bendito Sea en la Tierra. Entonces, la pregunta es ¿cómo está mi comunión con mi prójimo? … ¿y especialmente con mi comunidad de fe?


Rick Joyner exhorta a prepararse para la Venida de Cristo y permanecer Firmes en la Fe.

Un pastor exhorta a los cristianos a prepararse para la pronta Venida de Cristo y permanecer firmes en las enseñanzas de la Palabra de Dios. Además pidió defender la verdad del Evangelio en cualquier circunstancias.

Rick Joyner, pastor de la iglesia MorningStar Fellowship en Fort Mill, Carolina del Sur, escribió un artículo en el sitio de la denominación, pidiendo a los cristianos estudiar el libro de Apocalipsis, debido a las señales claras que se están viendo actualmente y que coincide con las profecías.

«Saber lo que sucederá no es tan importante como estar preparado para lo que sucederá«, dice el pastor. “No hay lugar más seguro que podamos estar que en su voluntad. Podemos conocer todas las profecías con precisión, pero si no permanecemos en Él y hacemos su voluntad, podemos estar con tantos problemas como aquellos que no conocen nada«, escribió.

Joyner dice que los cristianos deben defender la verdad, sin importar lo difícil que pueda ser, aunque provoque la ira de la sociedad, pero si los seguidores de Cristo hacen lo que es aceptable para la sociedad, harán lo que es detestable para Dios».

«Pero hacer lo contrario a la sociedad, haciendo lo que es aceptable para Dios, estaremos haciendo lo que molesta los hombres. Ellos van odiar lo que hagamos.¿A quién queremos agradar?«, preguntó.

«Si estamos tratando de llevar a las personas para Cristo haciendo lo que ellos aprueban, nunca nos respetarán lo suficiente como para oírnos de ninguna manera y perder a Dios en el proceso«.

El pastor todavía nos alienta a poner nuestra mirada en Dios, no en los problemas del mundo, sin dejar que nada ni nadie robe gozo en el Señor. «Si permanecemos en su justicia, tendremos una paz que el mundo no puede comprender. Esto lleva a una alegría que no depende de las condiciones de la Tierra. Nunca pierdas tu gozo«, expresó el pastor.

Tomado de: Acontecer Cristiano

¿Qué Significa «TODOS USTEDES» en la Cosmovisión Divina?

Por P.A. David Nesher

La palabra hebrea «Nitzavim» tiene varios significados, aquí se trata de estar firmes, de pie, esperando algo trascendental; es estar parados para hacer algo en específico y también significa estar parados para que una fuerza superior venga a chequearnos y validarnos. Por eso, esta sección se lee siempre en el Shabat que antecede a Yom Teruah.

El mensaje primordial de esta parashá se enfoca en que cada persona tiene una finalidad en su propia existencia, y es una parte de la comunidad. Fue este principio de conciencia corporativa en constante solidaridad la que convirtió al pueblo de Israel en un pueblo inmortal; «¡Vosotros todos estáis hoy presentes!». El Eterno está profetizando sobre ellos, diciéndoles: «Cuántos pueblos del pasado histórico hoy ya no lo están. En cuanto a vosotros, lo estaréis siempre, a partir del momento en que seáis solidarios unos con los otros y reconociereis el pacto del Eterno vuestro Dios con vosotros.» Ese es el espíritu del calificativo de «pueblo apartado«.

En la expresión “TODOS USTEDES” se incluye a todo el pueblo, sin importar su calibre espiritual, desde “las cabezas” (líderes) de tribus, los infantes, las mujeres, los extranjeros prosélitos, hasta el escalón más bajo, a saber; “el leñador y el aguatero”. Todos están congregados para “hacerlos pasar por el Pacto de su Dios”, esto es la “avodáh” (el servicio sacerdotal al Santo y Bendito), a pesar de haber pecado tantas veces en Su Presencia. Lo novedoso de este pacto era que introducía el concepto de responsabilidad mutua, en virtud del cual cada israelita está obligado a ayudar a sus hermanos para que observen la Torah e impedir que la infrinjan.

Este es el motivo por el cual Moshé comenzó este discurso pedagógico relacionando entre sí, y a un mismo nivel de propósito, a todos los distintos estratos sociales de Israel que se encontraban de pie ante él. Es este el motivo por el cual dijo: que Dios no les considera responsables por pecados cometidos a hurtadillas, pero que sí cargarían con la culpa por transgresiones perpetradas en forma abierta. Esta noción resulta fundamental para la cosmovisión hebrea, pues ofrece el motivo por el cual no podemos permanecer impávidos ante los errores de los demás, y explica por qué cada varón y/o mujer de Israel de buena conciencia debe conmoverse ante cualquier acto que constituya una profanación pública de los mandamientos de la Torah.

Por todo ello, cuando leemos la expresión “los niños” (v. 10) se entiende que la Torah revela que, en tanto que son menores de edad, no podían legalmente aceptar un pacto, pero aun así, el Eterno quería que compartieran el privilegio de participar en este magno evento [según la explicación de Ramban], o bien, Dios quiso enseñar que sus mayores eran responsables de procurar que los niños se criaran como buenos israelitas [según interpretación de Seforno].

Así pues, y volviendo a nuestra consideración del vocablo “ todos ustedes”, nos damos cuenta que el mismo abarca también a las futuras generaciones de israelitas. Todos juntos, ciertamente, como si fueran Uno solo. Todos formando una entidad indivisible, llegando como un “borrón y cuenta nueva” a los pies del Santo y Bendito dispuestos a renunciar a los problemas y cargas de las generaciones del ayer e iniciar a un nuevo comienzo para asegurar bendiciones en las generaciones futuras.

Entonces queda claro que cuando un israelita se conecta con Yahvéh por medio del estudio de la Torah y la observancia de Sus Preceptos (Mitzvot), los cuales derivan de un nivel espiritual que trasciende la dimensión de tiempo y espacio, se conecta a la vez con la esencia del pueblo hebreo, fuente única de sustento e identidad del ser de Israel. Y allí, en aquel nivel trascendental, en el que el tiempo y el espacio pierden su sentido físico, todas las generaciones -pasadas, presentes y futuras-, se funden en una única entidad. Justamente del Midrash recogemos las siguientes palabras:

«… El Pacto obliga a los israelitas que nazcan en el futuro. Aunque no estén físicamente presentes, sus almas están presentes en esta asamblea. En Matán Tora, estaban también todas las almas hebreas presentes…»
[Midrash, pág 288].

De igual modo encontré en el Zohar la siguiente explicación:

» … Las almas de las generaciones por venir estuvieron ahí presentes y todos recibieron la Torah en el Sinaí, como está escrito: “sino con los que se paran aquí con nosotros en este día y también con aquellos que no están aquí con nosotros en este día (…) Estaban todos ahí, cada uno de acuerdo a su mérito, y vio y recibió las Palabras…»,
[Zohar, Yitró 20:346].

Para concluir, les diré que la Torah emplea diferentes denominaciones para referirse a los descendientes de Yaakov; de todas ellas, la denominación “ Israel” es la más sublime y elevada. El nombre Israel (en Deut 29:9), denota magnitud y poder, significación e importancia. Metafóricamente, el pueblo israelita constituye un único Cuerpo, y cada integrante del mismo es un miembro vital del de dicho Cuerpo Místico.

Ahora sí lograrán ustedes entender por qué mi labor profética es primordialmente conducirlos a despertar y valorar la correcta idea de Cuerpo del Mesías en la Mesa de Comunión de cada sábado que nos permite meditar en este profundo secreto divino revelado perfectamente en Su Pacto Renovado.

Shavuá tov!

El Esfuerzo Místico Para Construir una Comunidad (Parashah Vayakhel)

Por P.A. David Nesher

“Y Moisés reunió a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: Estas son las cosas que ordenó hacer el Eterno. Seis días trabajarás y en el séptimo descansarás, pues sería día santo, es decir dedicado al Eterno.»

(Shemot/Éxodo 35:1-2)

Al llegar a esta porción denominada Vayakhel notamos que se repite, prácticamente, la misma historia que encontramos en las parashot Terumah y Tetzavé, es decir que se nos habla de nuevo de la construcción del Mishkán o Tabernáculo. Toda las palabras de este pasaje fueron pronunciadas al día siguiente de lo que más tarde conoceríamos como “Yom Kippur”, es decir, estos eventos ocurren desde un 11 de Tishrei.

La expresión «Vayakhel» significa “Y congregó”, y está relacionada con el vocablo “congregación” o “comunidad”. Considerada así nos damos cuenta que la Torah nos está dando aquí una lección estupenda y pretende que nos enfoquemos en sus líneas interesándonos en descubrir todos los poderes mesiánicos que se esconden en un término: congregación.

De aquí aprendemos que para hacer morar la Presencia Divina en el seno del pueblo de Israel, antes debe alcanzarse, en un esfuerzo mancomunado, unidad en el vínculo de la paz y la conciencia de ser una única comunidad o «Kahal». Esta porción nos revela la importancia de crear unidad como parte de nuestro trabajo espiritual por lo que debemos buscar despertar el deseo por la unión que nos permite velar por los demás. La unidad es fundamento de la Shalom (Paz).

Leyendo el libro del Zohar me encontré con la explicación de que la parashá «Vayakhel» revela a los israelitas que cada uno de los seres humanos venimos a este mundo  con una falsa vasija (idea) mental; es decir, que creemos que estamos separados los unos de los otros. Así, la tendencia será que cada quien viva su vida, cada quien resuelva cada circunstancia como pueda, cada quien estudie lo que mejor cree que le viene bien, cada quien busque el trabajo que le plazca, cada quien trate de hacer una familia propia, etc. Es decir, cada quien viva a su manera. De este modo, todo eso  se convierte en un relativismo personal por medio del cual cada quien establece la manera de medir sus éxitos y fracasos. Así es la praxis de la mentalidad reptiliana que los hebreos habían aprendido en Mitzrayim (Egipto).

Siendo así, y sabiendo que de acuerdo al propósito eterno de Dios revelado, en algún momento los hebreos debían unificarse en la consciencia, para convertirse en un reinado de sacerdotes para el Eterno (Éxodo 19:6), ¿cómo podrían conciliar la vida de cada quien (y su unicidad) en una misma cosmovisión? ¿Cómo podrían unirse cuando tenían una real consciencia de separación, demostrada en el pecado del becerro de oro? La respuesta divina es congregándose.

La parashá Vayakhel explica que los israelitas comprendieron a través de la enseñanza mosaica que los seres humanos, en el diseño divino original, venimos a este mundo a esculpir a Malkut. Venimos a construirla, ese es el objetivo mesiánico de cada vida humana.

¿Qué es Malkut? Es el Reino de la nobleza humana; es el sueño de todo ser humano sobre una vida ideal. Permítanme explicar mejor esto que estoy diciendo. Desde que nacemos queremos Luz, pero como nacemos con la consciencia de separación, confundimos el deseo de Luz con el deseo de cosas materiales, así que comenzamos a crecer y, paralelamente, crece nuestro deseo de más cosas. Por ejemplo: de bebé queríamos un juguete específico, y ya adultos queremos un auto de tal marca y/o modelo, o anhelamos una casa de ciertas características. A eso se le llama agrandar nuestra vasija, que es lo mismo que agrandar nuestra capacidad de deseo. Sin embargo, viene el Eterno, a través de Su Sabiduría en la Torah, y nos dice que todos esos anhelos que tenemos están intentando llenar a una falsa vasija. ¿Cómo podemos saber que esto es cierto? Porque nunca estamos satisfechos.

Lo cierto de esto es que una vez que logramos la casa y el auto, nos sentimos contentos por un tiempo, y luego surge de nuevo la insatisfacción. Cuando esto sucede, aparece un nuevo anhelo o reto y nos movemos hacia donde sea para lograr satisfacer lo que sea que surja como deseo. Mientras estemos en esa etapa, estamos llenando a la falsa vasija. Los sabios llaman a esta falsa dinámica de vida: supervivencia.

Lo que no hemos entendido (porque nadie nos los dijo antes), es que cuando en lugar de llenar la falsa vasija llenamos la vasija real,  entonces la etapa de supervivencia se llena sola, sin que tengamos que hacer todos los esfuerzos que hacemos (Mateo 6:33).

La pregunta que surge es ¿cómo llenamos la vasija real? ¿De dónde la sacamos?

La Torah, en sus códigos de sabiduría, revela que la vasija real está muy unida a la vasija falsa (el 1 y el 99% de la existencia), y lo único que nos hace falta es “apuntar” al lado correcto. Hacer Teshuváh, es decir, regresar a la Fuente. Esto se logra afinando nuestros anhelos a fin de elevar nuestro deseo. Tenemos que aprender que no queremos la casa ni el auto, sino la satisfacción (la Luz) que ello nos proporciona para sentir que nuestra familia vive en mejor nivel de parnasah (sustento) y shelemut (plenitud).

Por lo tanto, mientras más claro tengamos en nuestro interior que lo que queremos es adhesión con el Creador, y esta meta sea cada vez más clara para nosotros, más Luz entrará a la vasija real (nuestra alma enfocada a la Intención del Eterno). Así pues, todo lo que haremos será perseguir esta Luz Infinita, y procuraremos que las chispas de la misma escondida en las cosas nos sean otorgadas. Ahora bien, ya hemos aprendido que la Luz sólo la obtenemos cuando anhelamos otorgársela a otros. Siendo así, al querer sólo la adhesión con el Creador, nos convertimos en una “máquina” de dar.

Pero, ¿qué tiene que ver todo lo anterior con congregarnos? Líneas arriba, expresé que el objetivo de nuestra existencia en este mundo es construir a Malkut. Sin embargo, el secreto está en que nosotros no estamos aquí para construir nuestro propio Malkut, sino para construir el Malkut de los otros. A eso se le llama Malkut Elokim (Reino de Dios). Por ello, congregarse es encontrarse, es reunirse con gente que tiene nuestros mismos objetivos, porque juntos es como somos más fuertes. Juntos, conseguimos ser unánimes en el esfuerzo de unir los pedazos de la vasija real y manifestarla con el nombre que el Eterno le ha concedido: Israel, Su Esposa.

Para lograr unificarnos, tenemos que vencer a una fuerza opositora llamada división o fragmentación. Si una sola persona quiere levantar un ladrillo, hace mucho más esfuerzo que si tiene a otra que le ayude, ¿cierto? Ese es el principio de ser un equipo. Pues bien, tenemos que lograr ser un equipo en todos los ámbitos de nuestra vida.  

La importancia de esto es  poder entender que la suma de chispas de luz que se conducen al unísono, es decir que marchan todas juntas, es capaz de ejercer el control de la mente sobre la materia. Es  como cuando vemos a un grupo de pájaros que vuelan todos juntos, al mismo ritmo y en la misma dirección. Uno guía al otro, y juntos parecieran que bailaran al ritmo de una misma melodía porque cuando existe una comunidad se crea una conciencia grupal extremadamente fuerte.


Bandada de estorninos en plena danza de unidad

Una persona sola puede quebrarse fácilmente, pero cuando es apoyada por otros entonces entonces se sostiene y enfrenta los problemas con determinación. Así lo expresaba el sabio rey Salomón al escribir:

«Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto


(Eclesiastés 4:9-12)

¿Cuál es la parte difícil de conformar una Comunidad? Tolerarnos. Es decir, aceptar las diferencias en amor, entendiendo que el otro solo me muestra mi parte oscura o la luminosa,  todo depende de lo que yo vea en él. Es aceptar que cuando veo en el otro la oscuridad en realidad estoy resonando con mi propia oscuridad interna, pero si veo en él  la luz, es mi propia luz la que se está proyectando. Sin embargo cuando pertenecemos a una comunidad con un objetivo egoísta, es decir, de sólo recibir, de ver lo que la comunidad me puede aportar, de cómo puedo  aprovecharme de ella  para mejorar mi vida, entonces el HaSatán se infiltra a través de ese egoísmo para  dividir, separar y destruir. Es así como vemos división entre vecinos, amigos, razas, socios de un club, etc.

¿Por qué la Torah, en su sabiduría, nos explica que la pareja en alianza (matrimonio) es fundamental para el crecimiento personal?

Porque dicho diseño es la manera mas fácil de enseñar a la humanidad la metodología correcta para construir el Malkut de la persona a quien se ama. El hecho de amar a alguien nos facilita la cosa porque nos da el combustible. Cuando un ser humano no sabe lo que es habitar en matrimonio (sea por la razón que sea) es como consecuencia del «midáh keneguev midáh» (medida por medida) que se está pagando, y que debe recibir tikun (rectificación). Tenemos que saber que lo que hay que hacer, en ese caso, es un esfuerzo mayor, que consiste en renunciar al egoísmo para poder construir el Malkut del otro, sin recibir nada a cambio. La misma actitud que existe en una pareja en alianza es la que debe imperar en las almas de los redimidos que se convocan y encuentran en la Mesa de Comunión del atardecer del Shabat.

La historia de la construcción del Mishkán  nos enseña que una de las tareas más importantes y difíciles que enfrenta un ser humano, es encontrar una comunidad que funcione armónicamente, ser el líder y  construir una nueva congregación o participar en forma proactiva dentro de una comunidad que pueda lograr cohesión y  unidad, y desde allí estimularse a transformar el mundo a través de las buenas obras que otorgan los mitzvot (mandamientos) de la Torah.

El asunto, en esta porción, radica justamente en comprender y aceptar secreto de construir el Mishkán (Tabernáculo): un sitio de encuentro en donde todos podamos elevarnos. Nuestras asambleas justamente se convierten en eso cada atardecer de los días sábados, pues muchos de ustedes esperan con ansias la shiur (lección) o catequesis de la semana para estudiarla y meditarla corporativamente. Cada uno de ustedes siente que congregarse es un medio celestial que otorga una visión más clara de la Luz que buscan. Y por eso, contra viento y marea, trabajan todos los días de la semana en la construcción de ese Tabernáculo. Es decir, se enfocan en que debe llegar Shabat, y el mismo debe ser finalizado en asamblea, como la Novia que procura ataviarse para su Novio con las mejores galas.

Así tiene que ser los días de nuestra vida, amigos: desde el primero hasta el sexto día se trabaja en la construcción del Mishkán (en donde quiera que éste se pose). Sólo en Shabbat descansamos, porque ese día el Tabernáculo se eleva a las dimensiones celestiales de Binah, donde todo se renueva y hace posible. Es como si el domingo el obrero comienza a construir un muro del castillo, y el viernes lo termina. Cada semana hay una parte del castillo que construir: a veces no logramos ni poner un ladrillo o nos quedamos a la mitad, pero cada vez vamos afinando nuestra técnica para que podamos concluir la obra con éxito. Sinceramente, aunque la comparación es grotesca, siento este encuentro en Shabbat como si fuera una gallina que se posa en su nido (se asienta para empollar, dándole calor a sus huevos).

Por eso la Torah nos enseña por medio de esta porción (Vayakhel) que el primer paso para formar una comunidad es, antes que nada, tener un objetivo claro y definido que sea común. Luego, basado en eso, se establece el sistema de valores del grupo. Por lo tanto, en función de eso debemos encontrar las personas afines que quieran unirse a esos objetivos y valores, de modo de crear el entorno que nos ayude a lograrlo. Y sobre todo, lo que no puede faltar para poder crear una comunidad es el rigor de Guevurah, porque para que funcione, es necesario crear leyes o un sistema de control, para que ninguno de sus miembros abuse de los recursos o de los otros miembros. Es justamente el rigor de Guevurah lo que permite entender por qué somos talmidim (discípulos) o gente que acepta la disciplina que impone el Maestro que hemos escogido para recibir los códigos de la Instrucción.

El asunto es que bajo estos principios el Creador, nuestro Abba, creó este mundo y nos dio la Torah como el sistema de valores que debemos seguir. Todo lo que tenemos que hacer es imitar este modelo para cualquier cosa que hagamos. De esta manera podremos sentirnos estimulados a perseguir la unificación con el Creador,  como la prioridad de nuestra vida, por encima de todos los obstáculos que se nos pueden presentar cada día.

Queridos amigos, la demanda que nos implanta la porción de esta semana es hacer de cada aspecto de nuestra vida, un lugar de congregación para los otros. El lugar de trabajo, las reuniones sociales, la familia, etc., constituyen oportunidades para construir el Mishkán del Eterno, y el Malkut de otro, y esto sólo se puede hacer cuando damos Luz. La Luz no es otra cosa que satisfacción de propósito en la mente y el corazón.

Los Niños que asisten a una Congregación son Más Felices y tienen Mejor Salud.

Los niños y adolescentes criados con prácticas espirituales, son más felices y tienden a tener una mejor salud física y mental a medida que envejecen, según nuevo estudio de la escuela de salud pública de la Universidad de Harvard.

La investigación fue publicada en la revista American Journal of Epidemiology, revela que las personas que oran o meditan obtuvieron beneficios similares, incluido un menor riesgo de abuso de sustancias y depresión.

Los investigadores analizaron datos de 7.458 personas. Sus datos fueron parte de estudios previos y fueron acompañados durante 14 años.

Según el estudio, el objetivo era identificar la «participación religiosa en la adolescencia(incluida la asistencia a la iglesia, la oración o la meditación) con datos sobre el bienestar psicológico, la salud mental, el comportamiento, la salud física y la formación del carácter como resultado en la adultez«.

La conclusión es que los niños que asistieron a reuniones de la iglesia, al menos una vez a la semana, tenían un 18% más de probabilidades de considerarse «felices» a los 20 años, en comparación con aquellos que no tenían esa costumbre. Los mismos niños también estaban aproximadamente un 30% más dispuestos a hacer trabajo voluntario y un 33% menos propensos a consumir drogas durante la adultez.

El equipo no sólo analizó la participación en los servicios religiosos, sino que también midió cuánto tiempo pasaron orando o meditando. El resultado final indica que aquellos que oraron o meditaron cada día sintieron más satisfacción con la vida, procesaban mejor las emociones y eran más bueno y amable que aquellos que no pasaron tiempo orando. Los participantes enmarcados en esta categoría también tienen menos probabilidades de tener relaciones sexuales a una edad temprana o de contraer enfermedades de transmisión sexual.

«Estos descubrimientos son importantes para nuestra comprensión de la salud y las prácticas de los padres», dijo el autor del estudio, Ying Chen. «Muchos niños son criados con métodos y hábitos espirituales y nuestro estudio muestra que esto puede afectar muy positivamente en su salud física y mental, más allá de la percepción de la felicidad y el sentido del bienestar«.

Fuente: Acontecer Cristiano

Como prueba de esto los invito a ver y valorar el siguiente Video:

Una Papá que Sabe «Planchar Ropa»

Por P.A. David Nesher

«Tu vestimenta no se desgastó sobre ti y tus pies no se hincharon durante esos cuarenta años.»

(Devarim/Deut. 8: 4)

 

Me resultó maravillosa la explicación que los sabios intérpretes del hebreo han otorgado al revelar que la ropa de cada israelita era sobrenaturalmente planchada por la nube que protegía al pueblo en el desierto. Es decir, por la Shekinah o Presencia del Eterno.

La explicación resalta que la palabra hebrea “nube” hace referencia al ocultamiento de la Luz divina, ya que la nube oculta todo lo que se encuentra en su interior.

Del mismo modo la “ropa de la persona era planchada por la nube” es una metáfora perfecta del proceso divino en el interior de un redimido. Recordemos que “ropa” hace referencia a las vestimentas del alma que son pensamiento, palabra y acciones, que visten la psique humana dándole expresión.

Por lo tanto, dichas “vestimentas” suelen estar “arrugadas”, y es a través de las “nubes”, los desafíos de la vida, que logran ser “planchadas”, rectificando el camino hacia el Eterno.

Dice el profeta Ezequiel:

“Y miré, y he aquí un viento tempestuoso venía del aquilón, una gran nube, con un fuego envolvente, y en derredor suyo un resplandor…”

(Ezequiel 1: 4)

Explican los sabios que luego de la “nube” que oculta, viene el “fuego”, el ferviente anhelo de querer estar cerca del Eterno.

Ahora en mí la pasión por su presencia se acrecienta, y capto con otros sentidos intelectuales la fuerza de fe que estaban en las palabras del apóstol Pablo al escribir:

«Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviera mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa y sin mancha.»

(Efesio 5: 25-27)

La Unidad de Abajo atrae a la Unidad de Arriba (Tablas del Mishkán)

«… Las cuales se unirán desde abajo, y asimismo se juntarán por su alto con un gozne. Así será con las otras dos; serán para las dos esquinas…»

(Éxodo 26:24)

La palabra Tabernáculo se traduce de los términos hebreos ojel que significa “tienda”; y mishkán que significa “morada”. Precisamente eso es lo que era, una tienda como las que habitaban los israelitas pero con un diseño especial y para un propósito específico. El tabernáculo fue el santuario móvil construido por los Israelitas durante su peregrinar por el desierto. Tenía una forma rectangular y toda su construcción fue dirigida por el Eterno, quien le mostró a Moshé, aparentemente por medio de visiones, “el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios” (Éxodo 25:9).

Los materiales, las medidas, las decoraciones, etc., todo se hizo conforme a lo que el Señor pidió.

El recinto del tabernáculo tenía trece metros y medio de norte a sur. El material básico de construcción era madera de acacia, fácil de obtener en la península de Sinaí. Las paredes de cuarenta y ocho tablas (5 m. de altura y un poco más de 0,50 m.), estaban recubiertas por láminas de oro y las sostenían cuarenta basas de plata en los costados y dieciséis en los otros dos lados.

¿Qué simbolizan las tablas?

Aquí necesitamos recordar que en las Sagradas Escrituras los seres humanos, en especial los justos (en hebreo tzadikim), son comparados con árboles (Salmo 92:12). Con esto en nuestra mente podemos hacer la asociación entre las tablas de madera en el tabernáculo y los justos que componen la congregación del Eterno.

Al leer el versículo que nos ocupa encontramos que las tablas tenían que estar juntadas desde abajo y también unidas por arriba. Deben ustedes saber que el texto hebreo utiliza dos palabras diferentes para hablar de la unidad abajo y la de arriba:

  • Cuando habla de la unidad de abajo dice juntadas (hebreo toamim, con alef y sin yud), y
  • cuando habla de la unidad arriba dice completadas (tamim, sin alef y con yud).

Así, y rápidamente, pareciera que las dos palabras hablaran de lo mismo. Pero debemos entender que el hecho de que la Torah usa dos palabras diferentes indica que, de acuerdo con la cosmovisión del Eterno, existen dos tipos de unidad, una abajo y otra arriba.

En el idioma hebreo la palabra utilizada para la unidad de arriba es la que las Escrituras usan para la perfección, ser completo en íntegro. Se trata de una perfecta unidad que manifiesta la plenitud de propósito.

Sabemos que la letra alef (א) tiene el valor numérico 1 (uno) y la letra yud (י) tiene el valor numérico 10 (diez). Esto nos revela que la unidad que hay arriba, con yud, es diez veces más fuerte que la de abajo con alef.

En este versículo, la unidad de abajo es mencionada antes de la unidad de arriba, lo cual nos enseña que si logramos unirnos abajo en la tierra, aunque no sea una unidad perfecta, la influencia y la unidad que esto trae en el cielo es perfecta. Esto es conocido en las dimensiones metafísicas como la Ley espiritual del Acuerdo. A esto se refería Yeshúa cuando dijo:

«Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.«

(Mateo 18: 19)

Otra vez el relato de la construcción del tabernáculo nos enseña la importancia de que los justos se unan para que el Eterno pueda morar entre nosotros, respaldando con su poder todo lo que unánimes declaramos por fe en Su Nombre.

Anhelo que el Eterno nos ayude a unirnos para ser Su Templo santo en el mismo Espíritu (unción) que fue dado al Mesías.

Ser un Imitador del Mesías

Autor: Moisés Franco

En el mes lunar de Adar, el número doce del calendario hebreo, el Eterno Dios nos da consignas clave: alegrarnos por la belleza que surge de nuestro interior en propósito y en esa alegría y por medio de ella ser imitadores del Mesías.

Es decir, ser personas que representen a YAHVÉH, el Verdadero Dios, aquí en la tierra y que trabajen junto a Él para hacer volver al mundo a su diseño original. Como lo declaró en el Sinaí, ser un reino de sacerdotes, una nación santa. Es decir, gente apartada del pecado para un fin especial (eso es ser santo) que se deja capacitar por Su instrucción para reinar, traer orden a la Tierra.

Esto mismo es lo que hizo Jesús (Yeshúa en su forma original), porque fue el Cristo, que en hebreo se dice “Mashiaj” (español Mesías) y significa “ungido”. Esto significa “ser capacitado” para transformar la realidad conforme al propósito y voluntad del Dios de Amor.

Según Efesios 4:11-16 toda persona que conforma la Iglesia de Cristo está llamada a ser parte de un cuerpo que es en todo como su cabeza. Un cuerpo que trabaja en sintonía con las directivas y mentalidad de quien lo domina y que manifiesta su poder en la creación.

La pregunta es ¿cómo llegamos a eso? El Señor a través de Su Espíritu Santo nos da esa respuesta en el mismo pasaje antes citado:

“Él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros, a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo.

De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a una humanidad perfecta que se conforme a la plena estatura de Cristo.

Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas.

Más bien, al vivir la verdad con amor, creceremos hasta ser en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.

Por su acción todo el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro”.     

(Ef. 4:11-16, versión NVI)

 

La respuesta indica dos fundamentos elementales e interdependientes (es decir, que se necesitan mutuamente):

  • La instrucción del Eterno (torah en hebreo y mal traducida como “ley”) administrada por los cuatro ministerios que Él constituyó (apóstoles, profetas, evangelistas y pastores maestros). Cabe destacar que las Sagradas Escrituran hablan de que fueron constituidos cuatro tipos de hombres “dones” con el objetivo de “capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo”. Es decir que se necesitan esos cuatro tipos de seres humanos entregados como regalo a la iglesia para poder edificar el cuerpo mesiánico que el Eterno quiere, cuatro y no menos, como muchos afirman al negar por ejemplo la existencia de apóstoles y profetas en los tiempos actuales (que dicho sea de paso carecen de fundamentos bíblicos para sostener este error).
  • El Amor perfecto, que es Dios mismo según la primera carta de Juan 4:8.

Entonces instrucción eterna administrada por los cuatro ministerios y sumergida en YAHVÉH (el Amor perfecto) conforman una humanidad que es “en todo como aquel que es la cabeza, es decir, Cristo.”

Si estamos de acuerdo en que esos dos elementos son necesarios para el cumplimiento del propósito eterno, cabe advertir sobre aquello que busca que eso se cumpla.

Obviamente que muchos dirán “las tinieblas” o “satanás”, y es válido pero hasta cierto punto. Si el Señor es dueño de todo e omnipotente, nada puede impedir el cumplimiento de su voluntad, el adversario no puede “oponerse a Él”, sino que se opone a los seres humanos haciendo que éstos sean quienes se rebelen contra el diseño original.

¿Cómo lo hace? Activando nuestra falsa imagen, el ego, o en lenguaje escritural la “carne” en nosotros. Para activar esto en nosotros el enemigo usa una estrategia descripta en el mismo capítulo de Efesios: los “pensamientos frívolos”, éstos son todos aquellos que no están relacionados con “las cosas de arriba” (Mt. 16:23) y que se describen en 1 Juan 2:16:

«Esto es lo malo del mundo: desear cosas sólo por complacer nuestras malas pasiones; dejarnos atraer por lo malo que vemos y sentirnos orgullosos de las cosas que tenemos. Pero nada de eso viene del Padre, sino del mundo.»  (versión PDT)

 

Por eso, para concluir, debemos ser imitadores de Cristo Jesús como las mismas Sagradas Escrituras nos exhortan en Efesios 5:1-2, de esa manera seremos en todo semejantes a Él. Para eso debemos dejarnos capacitar (ser ungidos, es decir mesías) a fin de tener la misma mente de Él: amor en servicio, descripta en   Filipenses 2:5-8:

“Piensen y actúen como Cristo Jesús. Esa es la misma manera de pensar que les estoy pidiendo que tengan. Cristo era como Dios en todo sentido, pero no se aprovechó de ser igual a Dios. Al contrario, él se quitó ese honor, aceptó hacerse un siervo y nacer como un ser humano. Al vivir como hombre, se humilló a sí mismo y fue obediente hasta el extremo de morir en la cruz” (versión PDT).

Rebeca y su Ministerio para Camellos… (Características de la Excelencia)

«Entonces el criado corrió hacia ella y dijo:
Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro.
Ella respondió:
Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano y le dio a beber.
Y cuando acabó de darle de beber dijo:
También para tus camellos sacaré agua. hasta que acaben de beber. Y se dio prisa y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos.»

(Bereshit / Génesis 24: 17-20)

Había nacido y vivía en Mesopotamia (Aram-naharaim en hebreo), en la ciudad de Harán o cerca de ella. Su familia no era como la gente de Harán, que adoraban a Sin, el dios-luna. Su Dios era Yahvéh (Génesis 24:50). Por algo, los sabios de Israel siempre le adjudicaron el versículo del “Cantar de los Cantares” que dice: “Como una rosa entre las espinas, así es mi querida entre las hijas” (Cantares 2: 2).

Su nombre Rebeca, (o Rivká en hebreo). Mientras transcurría en su cotidianeidad, ella no imaginaba que un gran cambio en su vida llegaría de forma inesperada, en un día normal como cualquier otro.

Rivká era una muchacha muy atractiva. Pero no se trataba solo de una cara bonita, estaba llena de vida y se había mantenido moralmente pura. Aunque su familia era adinerada y tenían sirvientes, ella no era una niña mimada ni la trataban como a una princesa; había recibió la enseñanza del esfuerzo. Sabía que trabajar duro era el secreto para un destino exitoso. Al igual que muchas mujeres de su época, se encargaba de algunas tareas pesadas en el hogar. Por ejemplo, al caer la tarde, iba al pozo cargada con un cántaro sobre los hombros a buscar agua para la familia (Génesis 24:11, 15, 16).

En una de estas ocasiones, después de llenar su recipiente, se le acercó corriendo un hombre mayor que le dijo: “Dame, por favor, un sorbito de agua de tu jarro”. ¡Era un favor tan pequeño y se lo había pedido con tanta amabilidad! Como se notaba que el hombre venía de lejos, enseguida bajó el cántaro para darle, no un sorbito, sino un buen trago de agua fresca. Rebeca vio que el hombre había llegado con una manada de 10 camellos y que no había agua en el bebedero. Se dio cuenta de que la observaba atentamente y quiso ser generosa con él. Le dijo: “También para tus camellos sacaré agua hasta que acaben de beber” (Génesis 24:17-19).

Fíjese que no solo se ofreció a darles un poco de agua a los camellos, sino a darles de beber hasta que saciaran su sed. Un camello sediento puede beber unos 135 litros de agua en apenas 13 minutos. En este caso tenemos 10 camellos, así que necesitaría más o menos 1.350 litros de agua para saciar su sed. Digamos que el cántaro de Rebeca es de barro y que le caben 10 litros de agua. Vale la pena mencionar que 10 litros de agua pesan aproximadamente 9 kg. Esto quiere decir que Rebeca tiene que hacer más de 100 viajes al pozo para sacar el agua y acarrear más de 10 kilogramos a donde están los camellos. Así que a Rebeca le podían esperar varias horas de duro trabajo.

Sin embargo, estaba dispuesta a hacer lo que fuera para mostrarle hospitalidad a aquel forastero, quien aceptó su ayuda.

Rebeca iba y venía bajo la atenta mirada del anciano, llenando una y otra vez su cántaro para llevar agua al bebedero (Génesis 24:20, 21). Mientras Rebeca realizaba la tarea de dar agua a todos los camellos, el siervo en ningún momento la detuvo. Él quería saber si ella de verdad daría agua a todos los camellos, o si solamente lo había dicho. Evidentemente Eliezer conocía gente a la que le es más fácil hablar como un servidor que servir. Él necesitaba saber si esta joven tenía el corazón de una servidora, o solo el hablar de una.

La mirada de asombro del anciano forastero delataba el agradecimiento que de su corazón se elevaba hacia el mismo Trono de nuestro Abba. Horas antes, al caer la tarde, Eliezer había clamado en en oración pidiendo:

«Oh Señor, Dios de mi amo, Abraham.

Te ruego que hoy me des éxito y muestres amor inagotable a mi amo, Abraham.

Aquí me encuentro junto a este manantial, y las jóvenes de la ciudad vienen a sacar agua.

Mi petición es la siguiente:

yo le diré a una de ellas:

“Por favor, deme de beber de su cántaro”; si ella dice:

“Sí, beba usted, ¡y también daré de beber a sus camellos!”, que sea ella la que has elegido como esposa para Isaac.

De esa forma sabré que has mostrado amor inagotable a mi amo».

(Génesis 24:11-14)

Este varón fue muy sabio en lo que pidió al Eterno. Él quería volver a su amo Abrahán exitoso en su misión, y sabía que sin el respaldo del Eterno, todo esto sería imposible. Él estaba seguro, que toda mujer del lugar sabía que un camello sediento puede beber mucha agua. Así pues, la que se ofreciese a abrevar diez camellos tenía que estar dispuesta a realizar un gran esfuerzo. El hecho de que desempeñara esta tarea ante la pasiva mirada de otras personas constituiría una prueba incuestionable de su energía, paciencia y humildad, así como de su bondad con las personas y los animales.

Eliezer al ver la benevolencia servicial de esta joven le da un pendiente y dos brazaletes y adoró a Yavhéh. Él es bien consciente que no está buscando una criada para Isaac sino que una joven con un corazón bondadoso, fuerte y determinado a terminar los trabajos difíciles que se propone. Una doncella creyente en el Eterno, dispuesta a aceptar la voluntad y el llamado divino para convertirse en la esposa de un joven varón que aún no conoce, pero que sabe la espera anhelante en fe como la ayuda idónea (ezer kenegdó) que Yahvéh le ha diseñado para bendecir a las generaciones venideras.

Hoy, cuatro mil años después, no podemos más que sentir admiración por esta matriarca de nuestra fe por su valentía, sus ganas de servir, hospedar y darse humildemente a sus semejantes. Todos nosotros, seamos jóvenes o mayores, varones o mujeres, estemos casados o solteros, podemos imitar la fe de esta extraordinaria mujer. Por ello, para cerrar la meditación de este estudio, lo que rescataremos de esta historia, será la actitud de Rivká. Este mujer ejemplifica lo que debiera ser la actitud de nuestra alma redimida a la hora de servir al propósito eterno de Dios en nuestro prójimo. El Eterno anhela que la Esposa del Mesías sea sin mancha ni arruga, por ello hallo conveniente destacar las características que debe tener el servicio que tú y yo demos a nuestros semejantes en la tarea que nos demanda la Gran Comisión:

  • Un Servicio Gustoso: Al momento en que Eliezer le pidió agua, ella respondió sin queja alguna, sin murmullo o murmuración en su interior. Respondió con amor y una actitud servicial. «Bebe señor mío; y se dio prisa…» La expresión hebrea da a entender que ella no esperó otra oportunidad, ni otro momento. Hizo al instante lo que le demandaban.
  • Un Servicio Dispuesto: No se conformó con cumplir con lo que debía hacer de acuerdo a lo pautado en la petición de Eliezer, ella se determinó a hacer más. Ofreció más de lo que le pidieron. ¡Tampoco tardó en hacerlo! Muchas veces esperamos a que nos pidan lo que sabemos qué hace falta hacer, no nos comprometemos sino hasta que no nos queda otra. Y cuantas veces ni aun cuando nos piden, hacemos «más de lo que nos corresponde».
  • Un Servicio Responsable: Una vez que ofreció, se dio prisa a cumplir con lo que prometió. Ella lo terminó con calidad total. Dio de beber a los 10 camellos que Eliezer traía consigo. Ella fue responsable y esforzada. Cumplió con su trabajo, por más difícil que haya sido. ¿Cuántas veces no te animas a tomar el trabajo difícil? ¿Cuántas veces eliges lo más fácil para hacer, lo que lleve menos tiempo, menos esfuerzo? ¿Cuántas veces has comenzado una tarea que luego has abandonado a la mitad?
  • Un Servicio Desinteresado: Rebeca no sabía que Eliezer buscaba mujer para Isaac. Ella actuó de ese modo sin buscar un premio, una paga o un beneficio propio. Lo hizo de corazón, demostrando su pureza y bondad. Sin que nadie más que Eliezer la viera, no buscando su aprobación ni la de nadie más.

 

Hoy día, vivimos en una época en la que nadie piensa en el prójimo. Como ya fue anunciado proféticamente, las personas son egoístas y no están dispuestas a sacrificarse por los demás (2 Timoteo 3:1-5). Los discípulos de Yeshúa, que anhelamos combatir esa tendencia en los hombres, debemos imitar el ejemplo de esta joven del pasado, una de nuestras madres de fe, que se desvivió por ayudar a un extraño.

¡Qué maravilloso sería de nuestro alrededor si demostráramos siempre en cada ámbito de nuestras vidas estas características de servicio que todos los hijos de Yahvéh debemos tener!

La mitosis celular y la multiplicación de discípulos

La imagen que preside esta bitácora es maravillosa. Se trata de la mitosis vista bajo un microscopio de fluorescencia. Se aprecia en la foto el tiempo real de este proceso multiplicador celular y lo admirable de su dinámica.

Todos los organismos vivos utilizan la división celular, bien como mecanismo de reproducción o de crecimiento. Los seres unicelulares la utilizan la división celular para la reproducción y perpetuación de la especie, una célula se divide en dos células hijas genéticamente idénticas entre sí e idénticas a la original, manteniendo el número cromosómico y la identidad genética de la especie.

En organismos pluricelulares se convierte en un proceso cíclico destinado a la producción de múltiples células, todas idénticas entre sí, pero que posteriormente pueden derivar en una especialización y diferenciación dentro del individuo.

La célula es la unidad morfológica y fisiológica de los seres vivos, constituida por núcleo, centrosoma, citoplasma y cromosomas, y cada uno de estos elementos interviene en el proceso de multiplicación celular. En este proceso, el centrosoma se divide y los cromosomas aumentan buscando una nueva posición, la cual se da cuando el núcleo se rompe. Los núcleos son luego formados nuevamente con sus respectivos cromosomas. De esta manera, cada célula vive su etapa de multiplicación y el crecimiento es constante.

Ahora bien, este evento celular de todos los organismos vivos tiene mucho para enseñarnos acerca del organismo mesiánico que Yeshúa ha establecido aquí en la Tierra: la Iglesia, Su Cuerpo. Trasladando el concepto biológico al trabajo multiplicador de la Iglesia, desde el punto de vista espiritual, notamos grandes similitudes que orientan la base de crecimiento de la misma. El grupo pequeños de discípulos (la célula espiritual) constituye la más pequeña unidad de vida de la iglesia, es una asamblea de sabios en miniatura, la cual recibe alimento a partir de la Instrucción del Eterno (La Torah), crece y se multiplica.

Por demasiado tiempo, la religión latinoamericana ha sido dominada por la forma del cristianismo romano de la edad media. Éste ha determinado las pautas dominadas por las instituciones y el liderazgo jerárquico de los nicolaítas. Sin embargo, entendemos desde el testimonio escritural que la Iglesia del primer siglo creció muy rápidamente enfrentando dificultades aparentemente insuperables. Como una disciplina espiritual perseguida, no les era permitido reunirse públicamente. Sin embargo, todavía, esto no redujo la vida vital del Espíritu del Eterno obrando a través de las reuniones de los grupos de discipulado que misionaban en las casas. El libro de Hechos de los apóstoles nos instruye que las comunidades primigenias se reunían en pequeños grupos que desde las casas trastornaban y transformaban las ciudades.

Esta estructura estratégica de crecimiento, demuestra que en la mentalidad del liderazgo de aquellas comunidades estaba la conciencia de organismo vivo. Por ello, el formato celular de multiplicación se ve primero en la Iglesia de Jerusalén después de Pentecostés. El autor del libro de Hechos 2:46 declara: “Perseveraban unánimes cada día en el Templo, y partiendo el pan en las casas comían juntos con alegría y sencillez de corazón …” El concepto de las reuniones en los hogares y públicas es sustanciado por Pablo cuando dice en Hechos 20: 20: “Y cómo nada que fuera útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas.”. Al leer los libros del Nuevo Pacto sabemos que todas las menciones que se hace en ellos de una iglesia local o reunión, ya sea para la adoración o la comunión, es en realidad una referencia a un Cuerpo de creyentes conformados por aprendices que se reunían en casas.

«Las iglesias de Asia os saludan. Aquila y Prisca, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho en el Señor. Saludad a los hermanos que están en Laodicea, y a Ninfas y a la iglesia, que está en su casa» (1Corintios 16:19). Como apreciamos en estos saludos que el apóstol Pablo enviaba en las cartas a los corintios y a los colosenses respectivamente, menciona iglesias en sus casas, aunque lo hace solo en esos casos, en otros menciona solo saludos a la iglesia de tal o cual lugar, lo cual también puede ser indicativo de que en otros lugares tenían un espacio o local apropiado para reunirse.

Esa era la manera de predicar que mantuvieron los discípulos mesiánicos en el primer siglo y fue el método que entendieron que debían seguir, cuando su Maestro al despedirse de ellos tras su resurrección, les recordó: «Vayan y hagan discípulos entre todos los pueblos» (Mateo 28:19). Tanto fue así que fueron rápidamente conocidos por esta obra que las autoridades espirituales de Jerusalén llegaron a decir que habían llenado la ciudad con su enseñanza, pues estaban en todas partes. Se registra en el libro de los Hechos lo siguiente: «Y, tanto en el templo como por las casas, continuaron día tras día enseñando y proclamando que Jesús era el Mesías» (Hechos 5:42) Por eso se dice que en sus inicios, el movimiento del Camino, era sumamente proselitista y transformador, iban de casa en casa, de dos en dos, predicando a la gente y buscando discípulos para el Reino del Eterno.

Esta estructura de conciencia celular es la que debe renacer en las mentes de aquellos que pretenden traer gran efectividad a la verdadera reforma apostólico-profética que el Mesías está realizando hoy día.

Casi todo grupo evangélico moderno normalmente empezó en un humilde hogar, donde el grupo en cuestión se reunía, estudiaba y entonces se van extendiendo por el boca a boca. Las diferentes ramas de los husitas, los amositas, o los Hermanos moravos, mantuvieron por años la costumbre de reunirse en pequeños grupos, sin edificar templos. Así John Wesley y Withelfield animaron a sus seguidores a reunirse en casas particulares, a los que llamó “Círculos Santos”, estos pequeños órganos eran posteriormente unidos en grupos más grandes a medida que se hacían templos. Algunas comunidades amish, continúan rechazando el uso de iglesias y templos y mantienen la costumbre de reunirse en hogares, o en graneros.

La iglesia institucional tradicional en América Latina que se estableció hace quinientos años ha aumentado la separación entre el clero y los laicos, el espíritu propio del sectarismo nicolaíta que el mismo Mesías aborrece. Los que estaban más arriba realizaban varias ceremonias mientras los laicos quedaban sentados en silencio. Sin embargo, hoy día, en América Latina, se está despertando en la conciencia de los escogidos un nuevo aprecio por el sacerdocio universal de todos los creyentes (Apoc. 1:6; 1 Pedro 2:9;).

América Latina se está apartando de esos grilletes del pasado y está experimentando una vida plena de ministerio que involucra  a todos los redimidos en Su sangre preciosa. La iglesia en América Latina hoy tiene hambre para experimentar el cuerpo de Cristo por medio del uso de los dones que Dios ha concedido a todos los creyentes. La conciencia de multiplicación celular por mitosis proporciona las oportunidades emocionantes para que todos usen sus dones.

En base a las demandas espirituales de nuestro mundo actual, hay una gran necesidad de que el liderazgo que sirve a los santos del Mesías, tome su lugar en la historia.  Son muchas las almas humanas que hoy en día están comprendiendo que todo lo que el mundo puede ofrecerles no es nada comparado con la Gracia del Eterno y la vida sobreabundante que Yeshúa, el Mesías, ofrece para los seres humanos. Sin embargo, hay una batalla que pelear; una carrera que correr y una tierra prometida que conquistar.  Se requiere de esfuerzo humano y la ayuda divina para que las personas puedan venir a los pies de nuestro Amado y Dueño y reciban la justificación que Abba les ha preparado en Él.

Entendemos con absoluta claridad que el propósito eterno de Dios es llegar a tener una familia de muchos hijos semejantes a Yeshúa. Por lo tanto, no se trata solo de salvar gente del infierno, sino más bien de transformar la vida de cada nuevo creyente en un hijo del Eterno. Es decir, capacitar a cada santo para que sea maduro, pleno, conforme a la imagen de Yeshúa (Ver Ef. 1:4-5; Ro. 8:28-29; Ef. 4:11-16). Por lo tanto, todo lo que hacemos o decimos debe alinearse y contribuir con el propósito central del Reino de Dios. No es solo incorporar una metodología más, sino volver a los principios y al modelo de la Iglesia apostólica de los primeros siglos.

La conciencia celular del Cuerpo del Mesías proporciona una estructura flexible y dinámica para el cumplimiento de la Gran Comisión, ya que resulta imposible formar discípulos y conducirlos a madurez sólo utilizando la predicación expositiva típica del púlpito en el auditorio, una vez por semana, en una celebración general.

 

(Nota: Foto Vía: Scientific Illustration for the Research Scientist | somersault18:24)

Decálogo para Celebrar al Eterno en Asamblea

«… yo los llevaré a mi
santo monte, y los recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus
sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi casa será llamada
casa de oración para todos los pueblos».
(Isaías 56:7)
 
A esta altura de la vida de nuestro Ministerio Internacional, hemos comprendido que la adoración de Yahvéh es santa, pura y excelsa. Dado que nuestras reuniones tienen por objeto el estudio de la Torah y la adoración al Rey Eterno, Yahvéh, nuestro Abba,  entendemos que debemos mostrar el debido respeto a tal alta dignidad; así manifestamos que nos adherimos al criterio divino sobre las cosas sagradas, y revelamos nuestra conciencia regia que entiende y manejas protocolos de nobleza celestial.
Es cierto que, en sentido literal, Yahvéh ya no tiene en la Tierra una ciudad santa ni un templo especial dedicado a su culto; pero no olvidemos que las reuniones donde lo adoramos son sagradas, tanto como que nuestras asambleas son el Templo de Su Presencia (Shekihah).
Tenemos bien claro que el Eterno nos bendice cuando nos congregamos para adorarlo, estudiar su Palabra y disfrutar de la grata compañía de los hermanos. Dondequiera que haya una reunión, podemos estar seguros de que es allí donde “ordenó Yahvéh que estuviera la bendición” (Salmo 133:1, 3). Pero para recibir esta bendición, debemos estar presentes y atender al programa espiritual siguiendo un protocolo de conducta digna de los hijos del Rey de los Cielos. Sin duda, las reuniones forman parte de nuestra adoración, por lo que durante ellas debemos mantener una actitud reverencial y atender respetuosamente.
En el capítulo 14 de su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo da recomendaciones prácticas para llevar a cabo las reuniones, y concluye dando la siguiente norma: “pero hágase todo decentemente y con orden (con arreglo protocolar)” (1 Corintios 14:40). Dado que las reuniones constituyen una parte esencial de la actividad de la asamblea de los primogénitos, es nuestro deber comportarnos en ellas como es propio de los miembros de la casa de Yahvéh.
A continuación te dejaré diez consejos que te ayudarán a integrarte en cualquiera de las comunidades del Monte Santo y a vivir plenamente la celebración que en ellas se otorgan al Eterno.
1.-Llega siempre puntual, incluso antes de iniciar la santa asamblea festiva. 

 

Recordar que el primer precepto del Eterno para Su Iglesia es Shema, es decir «¡Escucha!», lo que obliga a que te dispongas a oír el mensaje completo que Él tiene para ti en cada oración, alabanza, testimonio, etc.  que se ofrecen a Su Nombre en cada celebración. Para esto es importante llegar a tiempo a la asamblea. ¿Para qué? Para prepararnos espiritualmente en oración haciendo nuestra oración personal.
2.- Entrando al santuario tu primera acción debe ser comulgar con el Señor. 
Nunca entres despistad/(a). Si la salud te lo permite arrodíllate completamente o al menos la rodilla derecha al suelo (genuflexión), como señal de adoración y respeto al estar frente al Señor de la asamblea.
Una vez haces tu acto de adoración busca el lugar que quieras, ojalá empezando a ocupar los primeros bancos.
3.- Si tienes que moverte dentro de la asamblea hazlo con respeto. 
4.-  Observa  y disfruta del silencio que todos los miembros de la asamblea crean con su reverencia.
Habrá personas orando en distintos signos corporales (de pie, sentados, de rodillas, etc.) Permanece en silencio u orando como preparación personal y para respetar el momento de los demás con el Eterno Dios.
Observar el silencio antes, durante y después de la celebración; a excepción cuando necesariamente se ha de cantar o responder a las acciones litúrgicas.
Considera que la celebración es algo sagrado; esto implica apagar o silenciar el teléfono móvil, no lo pongas con vibrador porque te distrae y te hace dependiente. Si por distracción olvidas apagar el teléfono móvil y te suena durante la misa, no salgas de la iglesia a responder; apágalo inmediatamente.
5.- Vístete con decencia y decoro como parte de la ofrenda que entregas al Eterno Dios. 
Vístete con lo mejor que tengas. Cuanto más elegantes, mostramos más respeto y amor. Viste bien, pero por la dignidad del lugar y del momento y no para que te luzcas ante la gente. No lleves vestimentas atrevidas aunque haga calor, ni ropa deportiva, ni shorts, chancletas,…
No es sólo cuestión de no usar prendas indecentes: hay cosas superdecentes que son demasiado deportivas: nadie se las pondría para una sesión de gala en un teatro, y mucho menos para una cita con alguien muy importante en el gobierno de una nación. Su traje es una muestra de respeto, la informalidad no debe llevar a asistir con minishorts, microminifaldas o escotes demasiado pronunciados; la iglesia no es una pasarela.
No es cuestión de si se puede o no: es cuestión de amor. Quien ama trata de dar lo mejor a quien ama.
6.- Cuida la limpieza de todo el recinto y evita el chicle antes y durante la celebración.
 
Es responsabilidad de todos los asistentes, cuidar los muebles y demás implementos de la iglesia que, con mucho esfuerzo se han conseguido con el aporte de todos. Por ello, rayar o escribir en las sillas y bancas constituye un acto reprochable.
El lugar que Yahvéh escogió para que lo adoraran los israelitas había de ser sagrado. Por eso, el tabernáculo y sus muebles y utensilios fueron ungidos y santificados para que llegaran “a ser santísimos” (Éxodo 30:26-29). Asimismo, las dos partes en que se dividía este santuario se denominaban “el Lugar Santo” y “el Santísimo” (Hebreos 9:2, 3). Y cuando el tabernáculo fue reemplazado por el templo en Jerusalén, esta ciudad se convirtió en el centro del culto a Yahvéh, razón por la que se llamó “la ciudad santa” (Nehemías 11:1; Mateo 27:53). Durante su ministerio terrenal, nuestro Mesías Yeshúa respetó el templo y se indignó por el descaro de quienes lo utilizaban como atajo y zona de negocios (Marcos 11:15, 16).
Observar esta norma es signo de máximo respeto de quien identifica la presencia real del Mesías en la celebración; es también la preparación y correcta disposición para recibir al Señor.
7.- Controla a tus hijos. 
A los niños más grandes es preciso irles creando conciencia sobre lo que significa el lugar dónde adoramos al Padre en espíritu y en verdad. Si los padres quieren que crezcan en la fe, deberán enseñarles lo que ello implica y a qué van; con su buen ejemplo irán aprendiendo.
Si son pequeños evita que jueguen molestando a los demás y edúcalos en el respeto que merecen el lugar y el momento; así sabrán la importancia que tiene.
Si son muy pequeños o de brazos, y no puedes encomendarlos a alguien, procura situarte en los bancos del final por sí es necesario salir de la asamblea a tranquilizarlos en el caso de que lloren.
Los padres deberán estar más atentos sobre el comportamiento de los niños para que no interrumpan el recogimiento, meditación y concentración de los demás. No es correcto regañarlos en medio de la celebración y tampoco que los dejen jugar entre ellos generando ruido e incomodidad.
8.- Dice Jesús, nuestro Mesías y Dueño: “Mi casa será llamada casa de oración” (Mt 21,13). 
No es que el santuario sea un lugar sombrío y severo pero tampoco es lugar para diversión ni para andar a las anchas. Es mas bien un lugar sagrado, diferente a todos los demás. ¡Es casa de oración! No es necesaria la rigidez pero no se debe andar como en el parque o en un centro comercial.
Por tanto el salón de gobierno, lugar dónde se realizan las celebraciones, no es un espacio para tertulias; no confundas la iglesia con una cafetería, no te sientes con las piernas cruzadas como en los actos o reuniones sociales.
La celebración no es momento de expresar afectos personales. Si estás con tu esposo (a) o novio (a), deja los cariños extravagantes para otro lugar y momento. Ahora son tú y tu pareja, cada uno con el Eterno Dios: vivan la misa como pareja, pero dirigidos al Eterno Dios.
El Salón de Gobierno, donde se convoca cada asamblea, es un sitio de recogimiento y oración. Deja las conversaciones para cuando salga de la celebración.
Toda nuestra actitud debe reflejar nuestra fe en la Presencia de Cristo.
9.- Participa activamente de la celebración en cada detalle de la misma.
Deja tus lecturas y devociones para otro momento, ya sea para antes o para después de la misma.
Participa en las oraciones y el canto congregacional; asistir a la asamblea no es solo cuestión de cumplir con un precepto, es la oportunidad para agradecer, reflexionar y acercarse a su Dios.
En cierta ocasión, los cristianos del siglo primero “levantaron la voz de común acuerdo a Dios” en fervorosa oración; como consecuencia, siguieron “hablando la palabra de Dios con denuedo” pese a la persecución (Hechos 4:24-31). ¿Nos imaginamos a alguno de estos fieles dejando vagar la mente mientras los demás oraban? Claro que no, pues todos oraron “de común acuerdo”. Las oraciones que se hacen en las reuniones expresan los sentimientos del auditorio; de ahí que merezcan nuestra atención respetuosa.
Aprovecha esos pocos minutos para orar y ratificar tus creencias.
Asiste con alegría y salgas con entusiasmo y un mayor compromiso para con tus semejantes y contigo mismo Recuerda que el principal compromiso de cada uno de los asistentes es hacer de este mundo que recibimos un lugar mejor para todos.
10.- No favorezcas la distracción. 
En la celebración, frente a la Mesa de Comunión, abandona todo otro asunto o pensamiento. No desvalorices la misa con un corazón dividido, pensando en tus asuntos fuera de misa.
No te ocupes en banalidades, ni mirando a los demás, mucho menos con malicia u obscenidad. Tampoco la pases mirando el reloj, como si tuvieras ganas de que la misa acabe cuanto antes.

El Ministerio de la Reconciliación ¿Juicio o Restauración fraternal?

Una de las embestiduras maravillosas que el Mesías nos ha entregado como redimidos es el «ministerio de la reconciliación» (2Corintios 5:18); dentro del ejercicio de este servicio se encuentra la corrección fraterna el acto del amor perfecto derramado en nuestros corazones. Esta acción es una de las muchas formas de mostrar preocupación por la salud espiritual de los demás integrantes del Cuerpo redentor del Mesías. A pesar de ser una práctica que se remonta a los tiempos de las primeras comunidades, ha sido “bastante olvidada” en nuestros días.
Cuando pensamos en actos de amor fraternal, pareciera que nuestros pensamientos de los solamente se concentraran en las “obras corporales de servicio caritativo” que se dirigen a las necesidades físicas de nuestros allegados  como dar de comer al hambriento, dar vestidos o emplear voluntariamente nuestro tiempo para atender a los enfermos, pero guardamos silencio total sobre nuestra responsabilidad espiritual hacia nuestros hermanos y hermanas. Pareciera que la actitud errada de Caín prevaleciera en nuestras almas; ninguno quiere ser «atalaya de su hermano».
Sin embargo, esto no era así en las comunidades de los primeros siglos, aquellas comunidades que
eran maduras en la fe. Ellas, en su diario convivir, se ocupaban no sólo por la
salud física de sus hermanos, sino también, y prioritariamente, por su salud
espiritual y su destino en el Propósito Eterno de Dios.
La corrección fraterna de cara a la salvación eterna era, en aquellas comunidades de fe, la práctica de la advertencia al prójimo por parte de otro con el propósito de que enmiende su conducta pecaminosa o, si es posible, prevenirla. 
Toda la Escritura, especialmente las líneas neotestamentarias, claramente exhorta al Pueblo del Eterno a ejercer la corrección fraterna. En Mateo 18:15-18, nuestro mismo Mesías dice:
 «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Más si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano. De
cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el
cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.»
Evidentemente para nuestro Señor, y sus primeros apóstoles, señalar las faltas de nuestros hermanos es un gran servicio, pero sólo si es inspirado por el amor y por el deseo profundo de ayudarlos a caminar más rectamente por los caminos del Propósito del Señor. Desde este protocolo del amor perfecto, será necesario que entendamos que antes de señalar las faltas de los demás, deberemos asegurarnos de que estamos preparado para dejar que los demás nos corrijan.
La reprensión o exhortación mesiánica fraternal nunca encuentra su motivación en un espíritu de acusación o recriminación, pro el contrario siempre deberá moverse por la dinámica del amor y la misericordia, y así brotar de una auténtica preocupación por el bien del otro. De este modo, la corrección fraternal se convierte en una calle de doble dirección, una avenida del verdadero amor, que después de todo es la mejor definición del diálogo. Recordemos que la Escritura nos dice que incluso «el justo cae siete veces» (Proverbios 24, 16), y que «todos somos débiles e imperfectos» (1 Juan 1, 8).
Retomando el espíritu escondido en las letras de Mateo 18:15-18 encontramos que para Yeshúa no sólo existe la corrección activa, sino también la pasiva. Es decir que no sólo existe el deber de corregir, sino también el deber de dejarse corregir. Es justamente aquí donde se ve si uno es suficientemente maduro para corregir a los demás en el poder del amor fraternal. ¡Quien quiere corregir a alguien tiene que estar dispuesto a ser corregido!
En la cultura relativista actual, que domina lamentablemente la mente de la mayoría de creyentes evangélicos, la “corrección mesiánica fraterna” parece siempre un juicio. Si embargo, el tema de fondo y forma, es que estamos llamados a hacer juicios sobre las acciones, aunque sólo el Eterno Dios puede juzgar a las personas con el fin de condenar o justificar. Ante esto, debemos pues admitir y darnos cuenta de que no todas las elecciones son buenas, y la corrección fraterna debería ser una consecuencia de ello.
La Iglesia madura siempre reconoce que hay ciertos juicios que nos están prohibidos. Por ejemplo, no podemos valorar si somos mejores o peores que los demás antes que Dios. Tampoco podemos comprender siempre (y juzgar) la culpabilidad última o las intenciones culpables de otra persona como si fuéramos el Eterno. El verdadero creyente en el Mesías sabe que no todo juicio está prohibido, algunos juicios son obligados. La corrección al pecador es tan caritativa como virtuosa (Santiago 5:20).
Así considerado resulta que la corrección fraterna, con todo, se sostiene sobre ciertos fundamentos, incluyendo, primero, la conciencia de que la verdad existe y de que los actos son a veces objetivamente erróneos; y segundo, la comprensión de que los seres humanos estamos afectados por el pecado, habiendo sido creados para la salvación eterna de Yahvéh en el Mesías.
Sin embargo, y pese a todo esto, en una dictadura del relativismo como la que impera en el sistema de cosas actual, estos principios no son reconocidos. Los habitantes del mundo, sujetos a esa dictadura, prefieren vivir su día a día en coexistencia, sin valorar el ejercicio que exige la convivencia.  Se prefiere la ausencia de opiniones y valores morales ‘rígidos’, y se acepta la falsa imagen de ser alguien «tolerante» y de «mente abierta». Este estilo de persona generalmente profesará alguna variante del relativismo, sosteniendo el oscuro cliché de «esa es tu verdad y esta mi verdad» por lo tanto «tu a lo tuyo y yo a lo mío«, como una filosofía personal certera y conveniente. Muchos en esta línea de pensamiento, entre ellos la mayoría de los evangélicos,  se consideran ejemplares de una iluminada actitud a la que la civilización le ha costado llegar, y si se les intima a ello, admitirán sentirse ligeramente superiores a todas esas pobres almas de las generaciones precedentes forzadas a plegarse bajo obligaciones morales y religiosas. Por esto, la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecuan a la mentalidad relativista común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien revelado por Yahvéh en Su Instrucción (Torah).
Evidentemente para corregir fraternalmente al hermano, debemos reconocer la existencia de la Verdad, y si la rectitud o equivocación de un acto. No obstante, no es una invitación a hacer juicios, o a intentar juzgar al otro como sólo Dios puede hacerlo.
Es necesario entender que la corrección fraterna tal y como la manda nuestro Amado Mesías es “una aplicación espiritual del principio de subsidiariedad» que establecía en Israel que todos los asuntos deberían solucionarse primero al nivel más local posible, y sólo cuando no se pueda solucionar a nivel local es cuando debería llevarse al siguiente nivel de autoridad. La exhortación de Yeshúa proscribe la murmuración o la queja de los demás sobre algo mal hecho. Al contrario, dice el Señor, lleva el problema al hermano que está cometiendo el pecado. Él claramente está mandando que el problema se resuelva primero a un nivel local. Este principio de subsidiariedad va contra nuestro primer instinto cuando nos sentimos heridos, que es quejarnos a alguien. Decirlo a un tercero, y luego a un cuarto, y luego a un quinto a todos los que están alrededor, excepto a la persona a la que estás criticando. Es que lamentablemente para los hombres es más fácil murmurar, desahogarse con alguien, sin buscar estar cara a cara con el ofensor. Pero lamentablemente esto no encauza ni resuelve el problema, y mancha la reputación de esa persona. 
Pero si ese hermano ignora la corrección dada individualmente, entonces deben encontrarse dos o más hermanos, que sirvan de testigos en esta preciada tarea del ministerio de la reconciliación. Sigue estando presente el principio de subsidiariedad: tomar a uno o dos hermanos que ven lo mismo; ir al siguiente nivel de autoridad. Al dar este segundo paso surgen dos consecuencias positivas: el testimonio de uno o dos testigos que da mayor peso a la situación, dado que al menos dos personas están de acuerdo. Esto motiva más al pecador a corregir su camino. Pero además tener que buscar a otros dos o tres constituye un examen de la propia percepción del hermano que corrige. Obliga este último a preguntarse: «ese pecado que veo en mi hermano ¿es sólo un problema mío, de mi propia personalidad  y una forma equivocada de ver las cosas? ¿O los demás están de acuerdo conmigo?«
Si el hermano ignora también a esos dos o tres, el próximo paso que señala el Maestro es llevarlo a la Asamblea (Iglesia). De este modo, el Mesías vuelve a prohibir el murmurar en general. La comunidad de la Iglesia está actuando con amor, y seguramente con el testimonio de tantos, el pecador se verá impelido a corregir sus caminos. De este modo tendrá muy pocos argumentos para persistir en su negativa. Es interesante destacar que aquí Yeshúa no está hablando de una humillación pública sino de un intento de traer con amor a esa persona de vuelta. Es que el amor no hace mal al otro. Por el contrario, lo acoge y lo restaura, restituyéndolo a su peregrinación de fe.

¿Por qué no decimos Feliz Año Nuevo?

Por P.A. David Nesher

Esta noche la celebración de Año Nuevo vibrará desde distintas casas paganas ubicadas muy cerca de los redimidos y primogénitos en el Mesías. Frente a esta festividad, la cuestiones que surgen en la mente de muchos santos que han despertado del sopor babilónico son: ¿Deberías yo estar involucrado en esta alegría mayoritaria? ¿Debería darle importancia al 1 de enero o más bien boicotearlo?   A fin de encontrar respuestas certeras, permítanme realizarles dos preguntas que les permitirán descubrir, desde la reflexión verdadera, las razones de por qué siento que no correspondería participar en estas fiestas.

¿Realmente es un Año Nuevo, y por qué lo es? 

Si para responder correctamente, comienzas a investigar, descubrirás que esta fiesta tiene mucho que ver con una convención relativa político-económica que surge de creencias religiosas antiguas que determinaron la existencia del calendario solar hoy existente. De hecho, el calendario romano se basa en el solsticio de invierno de esta época del año, cuando el sol comienza a alargar los días.Tal y como lees, la alegría que hoy provoca el esperar el año nuevo con ruidos de cornetas, pitos, sirenas, fuegos artificiales, etc., no es otra cosa que la manera ahora más sofisticada de la costumbre que tenían los pueblos paganos de esperar su año nuevo. Ellos prendían fogatas y hacían grandes ruidos porque creían que de ese modo podían espantar los malos espíritus y dar lugar para que los buenos espíritus volvieran a la tierra y trabajaran en forma mágica en sus vidas.

Lamentablemente la cristiandad ha adoptado como suya un número de días festivos que originaron y han “evolucionado” en las observancias religiosas ocultas y paganas. La mayoría de los cristianos profesantes que observan estos días festivos son simplemente seres humanos inconscientes de sus orígenes. Poco entienden ellos de que por debajo del barniz cristiano de estos días festivos se encuentran “misterios” que continúan dentro de las sociedades secretas, grupos esotéricos y asambleas de brujas que incluyen una historia larga y sangrienta de sacrificios humanos al dios de la muerte, Satanás el diablo.

¿Por qué eligieron comenzar el calendario en esta fecha (1 de enero)?

Para que la respuesta a esta pregunta sea la correcta, ten siempre presente que la clave para determinar si una fiesta agrada o no al Eterno Dios es fijarse en qué origen tiene (Isaías 52:11; Revelación [Apocalipsis] 18:4).

babilonia r

Pues bien, esto del Año Nuevo solar tiene que ver más bien con la mitología babilónica impuesta por Nimrod y Semirámis. Fue así como el solsticio de invierno tomó suma importancia en las creencias mitológicas de la antigüedad a tal punto que el calendario babilónico se propagó a lo largo de la historia en las distintas civilizaciones anti-Dios de la edad antigua. 

Después del evento de rebeldía corporativa de Babel, este sistema se implantó en Egipto y luego, con los siglos llegó a Roma.

Fue justamente el emperador romano Julio César quien fijó el 1 de enero como día de Año Nuevo en el año 46 antes de Cristo.

Los romanos dedicaron el día a Jano, dios de las puertas y de los inicios. De este modo el mes de enero [en latín, Januarius] recibió su nombre de Jano, el cual tenía dos caras: una mirando adelante y otra hacia atrás. De este nombre mitológico deriva la expresión January con que en inglés se denomina a este mes.   Los romanos creían que Janus era el dios que cuidaba las puertas del cielo y de la tierra, por eso lo pintaban sosteniendo en su mano derecha una gran llave con la que puede cerrar la puerta del viejo año y abrir las puertas del nuevo. Al dios Janus se lo pintaba con dos caras. Debido a que los portales se abren hacia adentro y hacia afuera, Janus miraba con una cara atrás hacia el año viejo y con la otra hacia el año nuevo.  

Entonces, para el primero de Enero los romanos celebraban a Janus con una gran festival en el que se encendían fogatas, se hacía mucho ruido y se bebía hasta desmayar por las borracheras.    

Frente a las grandes puertas del templo edificado a su nombre, los romanos se divertían, se alegraban y hacían grandes procesiones en su honor. Regalos especiales eran traídos al emperador en esa fecha, con los deseos de buen augurio. Es pues de la Roma pagana que nos llega a nosotros la costumbre de desear buena suerte para el año nuevo, diciendo: Feliz Año Nuevo! Este calendario, denominado juliano en memoria de Julio César, permaneció válido durante más de dieciséis siglos. Durante todo ese tramo de tiempo, los católicos se resistieron a celebrar el principio del año en un mes dedicado a una deidad pagana. Por eso, los documentos históricos relatan que cada vez que se aproximaba este día, en las distintas parroquias cristianas se impartían sermones penitenciales en los que se avisaba a no participar en las fiestas paganas. Pero puesto que la participación de los parroquianos en las fiestas de los paganos no cesó, la Iglesia de Roma prescribió un ayuno de tres días en el año nuevo (segundo concilio de Tours, 567, canon 17), mencionándose en los decretos de sínodos posteriores la festividad del 1 de enero entre las costumbres paganas prohibidas. En el año 1270, en un procedimiento de los inquisidores para investigar a personas sospechosas de tomar parte en la idolatría y malas artes, quedó prescrito que también se examinaría a los que hubieran festejado el 1 de enero en forma pagana (fogatas, ruidos, borracheras, etc.)

Si recordamos lo que hemos hablado en otras bitácoras, en el siglo IV, cuando la festividad de la Navidad quedó instituida el 25 de diciembre, ocurrió que el 1 de enero llegó a ser llamado como la «octava de Navidad» o el «Día solemne de la Circuncisión» ya que se creía que se circuncidó a Jesús (según Lucas 2:21) de este modo se procuraba que ningún cristiano católico hiciera referencia al comienzo de un nuevo año, celebrando con la lascivia acostumbrada. Esto fue natural porque en la Iglesia Católica el año comenzaba en Navidad o el 1 de marzo, o bien el 25 de marzo o en Pascua.

En el siglo VI esta fiesta fue cambiada de nombre y se pasó a denominar «la Solemnidad de Santa María Madre de Dios» hasta hoy. Nació así primera Fiesta Mariana (en honor a María)

Esta celebración se comenzó a dar en Roma junto con la dedicación (el 1º de enero) del templo “Santa María Antigua” en el Foro Romano (una de las primeras iglesias marianas de Roma) y con la misma intención: fortalecer la fe y sus dogmas a fin de que los cristianos no celebraran a esta fecha como inicio de año.    

Pero ya que en la vida civil el año todavía comenzaba el 1 de enero y como todos los calendarios se adherían a este uso, la Iglesia no pudo continuamente pasar por alto tal fecha.    

El asunto lo defendió primero el clero inferior, que, sometiéndose a los incultos, ideó la caricatura de una festividad seria, en la denominada «fiesta de los locos» el 28 de dicembre, hoy devenida en el «Día de los Santos Inocentes». La idea era tener un día lleno de diversión por medio de bromas que permitiera olvidar el placer del 1º de enero.    

Hacia finales de la Edad Media los dominicos introdujeron la costumbre de «dispensar el nuevo año desde el púlpito» o «hacer resoluciones para el nuevo año«, esto es, trasmitir a sus oyentes deseos apropiados en los sermones del primer día del nuevo año.    

Los documentos históricos relatan que el sacerdote y reformador alemán Lutero también se opuso tajantemente a esta celebración. Él mismo predicó el 1 de enero sobre la circuncisión de Jesús y rechazó una celebración de comienzo del año nuevo en ese día por considerarla una fiesta de costumbre pagana. No obstante, la fiesta del 1º de enero se celebró en las iglesias evangélicas como comienzo de un nuevo año desde las comunidades luteranas a partir del siglo XIX. Más aún, es en las iglesias evangélicas donde se revivió la costumbre ocasionalmente de «dispensar al nuevo año» desde el púlpito y más énfasis se dio a la costumbre de hacer resoluciones por el año nuevo.

La práctica de hacer resoluciones de Año Nuevo se remonta a más de 3.000 años con los antiguos babilonios. Hay algo en el inicio del nuevo año que nos hace pensar en un nuevo comienzo, una nueva etapa. En realidad no hay diferencia entre el 31 de diciembre y el 1º de enero. Nada místico ocurre a la media noche del 31 de diciembre.

¿Cuándo y Cómo debe comenzar el Año de acuerdo a la Revelación divina?

Pero, si continuas investigando y profundizas en las Sagradas Escrituras descubrirás que el 1 de enero no es cuando el calendario del Eterno Dios comienza.

En realidad, el calendario divino es lo contrario al calendario gregoriano ya que, en la cosmovisión de Yahvéh, el tiempo debe iniciarse en la primavera como símbolo de la nueva vida que Él ofrece en el Mesías.      

Es el pueblo de Israel, quien desde tiempos mosaicos, ha preservado el calendario correcto del Eterno Dios teniendo en cuenta estos códigos de vida eterna (Éxodo 12:1-2).    

Este calendario está determinado por el cálculo de una combinación de los movimientos del Sol y la Luna, en oposición al calendario romano, el cual se rige solamente por el movimiento solar a fin de regir el trabajo humano sin sentido.  

Es importante señalar que el diseño de salvación del Eterno se encuentra de acuerdo a la inspiración de su calendario, es decir que Yahvéh no se manifiesta a través del calendario gregoriano, sino a través del calendario sagrado, en cada una de sus profecías pasadas, presentes y futuras.  

Por esa razón, la verdadera Congregación del Mesías, se rigió en sus comienzos (y hoy lo sigue haciendo) por el mismo calendario que Yahvéh reveló a Moisés, manteniendo inclusive los nombres de los meses en el idioma hebreo, debido a que encierran mucho significado, y dentro de los cuales se encuentran inmersas las Fiestas Santas de Dios, las cuales forman las siete etapas de su maravilloso diseño de salvación para el ser humano.

Es muy interesante leer la siguiente exhortación hecha por un varón muy influyente en las comunidades de discípulos del siglo III:

«Recuerden y valoren que ustedes los cristianos tienen sus propios registros y su propio calendario. No tienen nada que ver con las festividades del mundo. De hecho, ustedes son llamados a lo opuesto. Porque “el mundo se alegrará, pero ustedes estarán tristes.” 

Tertuliano (212 d.C.)  

La cita que a continuación les comparto es del libro del Dr. Troy Martin, profesor de estudios religiosos en la Universidad San Javier, de Chicago, acerca de la Epístola de Pablo a los Colosenses, y es una refutación bastante contundente del argumento tan popular como falso de que Pablo les enseñó a los cristianos gentiles a que no celebraran las fiestas santas que guardaban los judíos. Lean con atención y disciernan:

«En contraste, ellos distinguen las estaciones con festivales que obviamente no tienen ninguna connotación pagana. Reconocen los meses de acuerdo con las lunas nuevas y los nombran utilizando términos agrícolas. Marcan la semana con el sábado, y a partir de éste señalan los días con números, no con nombres, del uno al seis. Las únicas opciones que tiene Pablo y sus comunidades es o un sistema judío, o un sistema pagano o uno en el que no se marca el tiempo, y las pruebas que tenemos señalan que optan por la primera opción».Las referencias al tiempo que tenemos en la Epístola de Pablo a los Corintios reflejan exclusivamente la adopción del calendario judío. Aun en un lugar como Corinto, Pablo habla del primer día a partir del sábado ( . . . 1 Co. 16:2), no los días del sol. Él desarrolla un argumento detallado basado en los festivales de la Pascua y los días de Panes sin Levadura (1 Co. 5:6-8) para exhortar a los corintios: ‘Celebremos la fiesta’ (1 Co. 5:8)».

[Cita de “Con filosofías y huecas sutilezas: Colosenses como respuesta a una crítica cínica”], 1996; pp. 125-127).    

Ante todas estas consideraciones, preguntémonos: ¿tiene el Eterno algo que decir al respecto? De hecho, sí. Veamos con atención lo que Él mismo nos dice en su Instrucción:

«No caigas en la trampa detrás de ellos [los pueblos paganos] no consultes a sus dioses ni averigües como les daban culto dichos pueblos, para hacer tú lo mismo. Tú no harás lo mismo con el Señor, tu Dios, porque ellos hacían a sus dioses cosas que detesta y abomina el Señor” 

(Deuteronomio 12.30-31, Nueva Biblia Española).

Asimismo, el profeta Jeremías nos advierte con respecto a las costumbres tradicionales de la sociedad que nos rodea:

Dice el Señor:
No imitéis la conducta de los paganos… Los ritos de esos pueblos son falsos” 

(Jeremías 10.2-3, Nueva Biblia Española)

De nuevo, nuestro Mesías Yeshúa dijo:

“Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” 

(Mateo 15.9)

Además nuestro Dueño y Maestro también dijo:

“Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición”

(Mateo 15.6)

Esto es precisamente lo que hacen hoy millones de personas. Desechan el mandamiento del Eterno Dios. Su mandamiento con respecto a la celebración de costumbres paganas para honrar o adorar a Dios es clarísimo: “Tú no harás lo mismo con el Señor, tu Dios”. Sin embargo, la mayoría de la personas toman a la ligera este mandamiento y lo invalidan siguiendo la tradición de los hombres al observar las costumbres de las masas adormecidas bajo las faldas de la Gran Ramera.

¡No nos equivoquemos! El Eterno Dios nos permite desobedecer. Nos permite seguir las costumbres de los hombres. Nos permite pecar. Pero también nos advierte que habrá un día de juicio en el que ¡segaremos lo que hayamos sembrado! Yeshúa, el Mesías, fue la Palabra viviente y personal del Eterno, y la Biblia es la Palabra de Dios escrita.

¡Por esas palabras seremos juzgados para toda la eternidad! ¡Por ende, no debemos hacer caso omiso de ellas ni tomarlas a la ligera!


Te invito a escuchar esta Primera Parte de este tema:

Y aquí la SEGUNDA PARTE:


Recomiendo también leer:

El “Día del Señor”: ¿Es el Domingo o el Sábado?

“Recuerda el Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu obra, pero el séptimo día es un día de reposo para YHVH tu Elohim: no hagas ningún trabajo –tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu bestia, ni el extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo YHVH el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo día; por eso bendijo YHVH el día del Shabat y lo declaró sagrado.»

Éxodo 20:8-11

Estoy absolutamente convencido que  Éxodo 20 es uno de los pasajes más conocidos en la historia teológica de la fe (junto al Salmo 23 y Juan 3:16, entre otros). Especialmente hoy resulta muy leído entre las comunidades de creyentes en el Mesías. La mayoría de los creyentes concuerdan en que los Diez Mandamientos son el fundamento más importante para llevar una vida piadosa e íntegra ante el Eterno Creador. Pero a pesar de esta certeza difundida por el propio Espíritu de Dios en la mente y corazón de cada hijo, la problemática siempre es la misma: de los diez solo se observan unos pocos. Por ejemplo, ¿por qué muchos sólo observan nueve, y obvian la ordenanza de guardar el día de reposo (shabat), cambiándolo por el domingo?
A través de toda la Escritura, vemos que el día señalado por Yahvéh para tener reposo e intimar con Él por medio del estudio de las Escrituras es el Shabat, el cual corresponde al sábado (séptimo día) en nuestro calendario semanal. ¿Por qué? Veamos las respuestas que nos da la misma Escritura (Biblia):
“Para el séptimo día había concluido Elohim la obra que estaba haciendo, y cesó en el séptimo día de toda la obra que había hecho. Entonces Elohim bendijo al séptimo día y lo declaró sagrado, porque en él cesó Elohim de toda obra de creación que había hecho.”
Génesis 2:2-3
El relato nos muestra con claridad que Yahvéh, desde la creación misma, bendijo y apartó el día séptimo, como su tiempo simbólico de la eternidad en comunión con lo creado. Todos estamos seguros que el Creador no necesita reposar; Él es Elohim Omnipotente y no necesita descanso. Él no se cansa, ni desmaya (Isaías 40:28). Entonces, si el mismo Creador, siendo el Todopoderoso,reposó en el séptimo día, ¿cuánto más nosotros?  Más bien el escogió reposar para darnos un mensaje.

“Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es día de reposo; en él no se
hallará.”
Éxodo 16:26 (RV1960)
En este versículo vemos que Yahvéh ordena al pueblo de Israel a guardar el día de reposo cuando les suple el maná (vea el capítulo 16 completo para obtener todos los detalles). Incluso, les dice que recojan doble porción durante el día sexto, pues durante el día de reposo o Shabat no habría provisión. Nuevamente, ¡hasta el mismo Creador escogió reposar el séptimo día! No porque tuviera necesidad de hacerlo, sino porque quería enviar un mensaje al pueblo de Israel por medio de su ejemplo.
“Háblale al pueblo israelita y dile: Estos son mis tiempos señalados, los tiempos señalados de YHVH, que deberán proclamar como ocasiones sagradas. Seis días se puede trabajar, pero el séptimo día será un Shabat de completo reposo, una ocasión sagrada. No deben hacer ningún trabajo; será un reposo de YHVH en
todos sus establecimientos.”
 (Levítico 23:2-3)
El capítulo completo de Vayiqrá/Levítico 23 nos habla acerca de las fiestas o convocaciones que Yahvéh ordenó a su pueblo celebrar. Mucha gente ha creído aquello que la teología gnóstica-masónica alega: que estas convocaciones son solamente de y para los “judíos” y que no nos competen a los occidentales cristianos. Sin embargo, la Escritura no dice que son las “fiestas de los judíos”; ella es bien clara en afirmar que son las fiestas de Yahvéh. Si decimos que somos su pueblo, debemos perseguir sus intereses, los cuales están plasmados claramente en la Escritura. Aquí percibimos que a Yahvéh si le interesa que su pueblo guarde el Shabat, tal y como Él lo estableció en Su Instrucción (Torah). De hecho, ¡es la primera convocación festiva establecida por su perfecta voluntad, según en este capítulo y el resto de las Escrituras!
“Si te abstienes de pisotear el Shabat, de encargarte de tus negocios en mi día santo; si llamas al Shabat ‘delicia’, al día consagrado a YHWH “honorable”; y si lo honras y no sigues tus propios caminos ni te ocupas de tus negocios, ni buscas tu propia conveniencia, entonces podrás buscar el favor de YHVH. Yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te haré disfrutar la heredad de tu padre Yaakov –porque la boca de YHVH ha hablado.”

(Isaías 58:13-14)
¡Qué hermosa promesa para aquellos que guardan el Shabat según su Palabra! El mismo Creador nos exhorta a llamar al Shabat delicia. No hay duda alguna, que dentro de ese período de horas que conforman el séptimo día se esconde un poder espiritual de origen divino que permite al alma humana vibrar en las bendiciones de los lugares celestiales (Efesios 1:3)
 Entiendo que la idea de guardar el día de reposo resulta al principio algo tedioso para muchos de aquellos que lo intentan. De hecho, tengo que confesar que, cuando comencé a guardar este maravilloso día Shabat, me resultaba difícil, pues no estaba acostumbrado. Sin embargo, a medida que me fui sumergiendo en Su Palabra y obedeciendo sus instrucciones, empecé cada semana a anhelar la llegada del Shabat. Ahora, tanto yo como mi familia, esperamos con ansias la llegada de ese hermoso día; esto es verdaderamente una delicia.
“Bienaventurado el hombre que hace esto, y el hijo de hombre que lo abraza; que guarda el día de reposo para no profanarlo, y que guarda su mano de hacer todo mal.”
(Isaías 56:2)
Una vez más, vemos en este verso (y el resto del capítulo 56, el cual habla también sobre los extranjeros) que el Creador promete bendición para aquellos que guardan el Shabat, no importando su procedencia. Podemos ver claramente aquí que ésto no es sólo para los “judíos”, sino para todo aquel ser humano de las naciones, que acepte su pacto, obedeciendo así su Palabra.
“El pueblo israelita guardará el Shabat, observando el Shabat a través de los siglos como una alianza perpetua: será una señal perpetua entre el pueblo de Yisrael y yo. Porque en seis días hizo YHVH el cielo y la tierra, y en el séptimo día cesó de trabajar y reposó.” 
(Éxodo 31:16-17)
En estos versos encontramos dos datos muy importantes:
  • El primero, es que el Shabat es un día
    festivo que debe celebrarse de generación en generación, por pacto perpetuo. Entendemos que algo perpetuo es algo perdurable, que se mantiene a través del tiempo, no importando lo que suceda, lo cual confirma que esta ordenanza aún está vigente en nuestros días, y continuará así por el resto de las generaciones (Isaías 66:23).
  • El segundo dato importante es que el Shabat es una señal que distingue al Pueblo del Eterno Dios, de todos los demás. En otras palabras, aquellos que son pueblo de Yahvéh deben guardar el Shabat como señal al mundo de que, efectivamente, son Su Pueblo.
Ahora bien, después de considerar estos lineamientos bíblicos acerca del sábado, lo invito a ir a las pautas escriturales que nos hablan del domingo… Bueno,… me temo que el viaje escritural durará poco, …mejor dicho nada, pues en ninguna porción de la Escritura nos encontramos con la idea de que el domingo haya pasado, por orden divina, a sustituir al sábado (Shabat) como día del Señor.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿Cómo es que este día está hoy considerado por la masa de la cristiandad como el día de adoración que los apóstoles y las primeras comunidades guardaban?¿Será que la fundamentación de esto que no encontramos en la Escritura pueda esconderse en algún hecho histórico? ¿Cómo se llevó a cabo el cambio, sustituyendo el domingo por el sábado como el día de culto? Considerando que el Shabat es un estatuto perpetuo, ¿por qué muchos no lo guardan hoy día? Todo esto es, posiblemente, una de las más inquietantes preguntas religiosas entre la forma de pensar cristiana de hoy. Multitudes incontables, conformadas por hombres pensantes, se han preguntado cuándo, cómo y por qué el cambio se produjo.
He escuchado varias razones por las cuales algunos sectores han escogido no guardar el Shabat, de las cuales la más común es que “Jesús (como erróneamente le llaman) abolió el Shabat y estableció el domingo como el nuevo día para congregarse. Sin embargo, esto es totalmente incorrecto, como veremos a continuación.
Muchos insisten en asegurar que el Shabat fue abolido por Yeshúa ya que él dijo que era “señor del sábado” (Marcos 2:28) y que, al resucitar domingo, él estableció ese día para recordarlo y celebrarlo. Sin embargo, ésto está muy lejos de la Verdad.
En primer lugar, Yeshúa NO resucitó domingo, sino durante la tarde del Shabat, antes de ponerse el sol. Por otro lado, cuando Yeshúa dijo que era dueño o “señor” del sábado, bajo ningún motivo estaba aboliendo el Shabat como día de reposo. Si leemos el contexto de este pasaje, esta frase fue una respuesta a los fariseos que criticaron a los discípulos por recoger espigas durante el Shabat, pues tenían hambre. Yeshúa se oponía a la manera estricta e inhumana que tenían los fariseos y otros líderes religiosos de interpretar y aplicar la Torah referente al sábado, y éste es un vivo ejemplo de ello. En otras palabras, Yeshúa recriminó a los fariseos por poner sus dogmas de hombres por encima de la necesidad humana, y demostró la forma correcta de seguir las instrucciones dadas por Yahvéh. De hecho, ¡que mejor día para atender la necesidad humana y traer reposo a los oprimidos que el mismo día de reposo! En adición a ésto, más que abolir la observancia del Shabat con esta frase, Yeshúa estaba anunciando al mundo que ni aun la muerte lo iba a retener durante el Shabat. Por otro lado, si Yeshúa hubiese tenido en mente abolir el Shabat, ¿por qué él mismo lo observó?
Claramente lo dice la Escritura:
“Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.»
 (Lucas 4:16)
Era costumbre de Yeshúa, desde su niñez, y como todo judío practicante de Israel, reposar el séptimo día y acudir a la sinagoga, ya sea para escuchar la exposición de las Escrituras, o para él mismo enseñar.
Luego de la muerte de Yeshúa, sus discípulos siguieron observando el Shabat:
“Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia; y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron.”  (Hechos 13:14)
“Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los gentiles les
rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen de estas cosas.” 
(Hechos 13:42)
“Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo
predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.” 
(Hechos 15:22)
Incluso, el mismo Pablo guardó el Shabat durante toda su vida y ministerio:
“Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.” 
(Hechos 16:13)
“Y de acuerdo con su costumbre, Pablo entró a reunirse con ellos, y por tres Shabatot (sábados) discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y demostrando que era necesario
que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos. Él decía: ‘Este Yeshúa, a quien yo les anuncio, es el Mesías’.”
(Hechos 17:2-3)
Entonces, y regresando a la cuestiones del domingo, si los discípulos y Pablo aun guardaban el Shabat durante el primer siglo, luego de la muerte de Yeshúa, ¿en qué momento se dejó de observar?
Un estudio cuidadoso de las fuentes históricas existentes en los siglos primero al quinto revela el hecho sorprendente de que la transferencia de la santidad del verdadero sábado bíblico al domingo fue un proceso largo y gradual.
 
El Dr. Kenneth Strand, profesor de Historia de la Iglesia, en la Universidad de Andrews, en Berrien Springs, Míchigan, categóricamente afirma, “Hasta el segundo siglo no hay evidencia concreta de una celebración cristiana semanal del domingo, en ninguna parte. Las Primeras referencias específicas durante ese siglo, vienen de zonas de Alejandría y Roma que ya habían rechazado la observancia del séptimo día sábado desde muy temprano.” (The Sabbat in Scriptures and History, pág. 330, Review and Herald Publishing Association, 1982).
La contestación la encontramos en las reformas de Constantino I. Aunque una discusión acerca de quién fue Constantino I y su influencia sobre la iglesia moderna está fuera del alcance de este escrito, sí les puedo asegurar que fue uno de los más grandes antisemitas de todos los tiempos, y sus imposiciones y reformas han afectado negativamente la realidad de las Escrituras hasta hoy.
 A continuación citaré un artículo de Wikipedia en español sobre el emperador Constantino I:
«Las leyes de Constantino mejoraron en muchas facetas las de sus predecesores, aunque también son un reflejo de una época más violenta. Algunos ejemplos de estas leyes son… el domingo fue declarado día de descanso [énfasis añadido], en el cual los mercados permanecerían cerrados, así como las oficinas públicas (excepto para el propósito de la liberación de esclavos). No había restricciones para el trabajo en las granjas».
De modo que no fue Yeshúa, ni los discípulos, ni Pablo, quienes abolieron la observancia del Shabat, sino Constantino I, quien fundó las bases de la religión llamada cristianismo.
Sin embargo, como ya hemos visto a través de las Escrituras, este diseño de celebración no fue lo que Yahvéh estableció en su Palabra. La observancia del domingo como “día del señor” está fundamentada en la adoración al sol, en especial el mitraísmo (adoración a la deidad Mitra) romano, lo cual nuestro Creador condena. Ni siquiera me atrevería a llamar al domingo “día de reposo”, pues la verdad es que nadie reposa como tal ese día; la mayoría de la gente asiste a la iglesia y luego siguen su día de trabajo realizando diligencias como cualquier otro día.
Para concluir, cabe mencionar que el Shabat será celebrado en el reino venidero:
“Porque como el cielo nuevo y la tierra nueva que voy a hacer perdurarán por mi voluntad –declara YHVH– así perdurará la simiente y el nombre de ustedes. Y novilunio tras novilunio, y Shabat tras Shabat, vendrá toda carne a adorarme –dijo YHVH.”
Isaías 66:22-23 (VIN)
Si finalmente el Shabat será observado en el reino venidero, ¿qué sentido lógico hace que Yahvéh haya establecido el Shabat como estatuto perpetuo en la antigüedad, para luego abolirlo a través de Yeshúa, para finalmente volverlo a restaurar? No hace sentido; más bien da una imagen errónea de un ser Supremo que no tiene firmeza en su propia palabra, o está indeciso, o no planifica su obra. ¡No, de ninguna manera! ¡Ése no es Yahvéh, el Poderoso y Fiel! Su Palabra permanece para siempre, y nunca cambia. Lo que Él dijo ayer, sigue estando
vigente hoy, y permanecerá así por siempre.
“Él no es un hombre para ser caprichoso, ni un mortal para cambiar de opinión. ¿Hablará él para no actuar, prometerá para no cumplir?” 
(Números 23:19)
De modo que, si somos Su Pueblo, debemos guardar sus mandamientos procurando ser fieles a todo lo que originalmente Él ha revelado. Ellos son una delicia para nuestra vida, y nos traen bendición y vida eterna.
“…si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.”  
(Mateo 19:17)