Palabras y significados

La Ciencia lo sostiene: ¡Elige tus palabras porque cambian tu energía!

Por Raquel Rús*

Y a en épocas muy remotas el ser humano ha usado manteas rezos hechizos o cantos con una intención clara: lograr lo que deseaban. La palabra era usada como un método para traer al plano material lo que estaba solo en la dimensión de las ideas.

Antes eran los místicos o religiosos los que le daban importancia hoy se suman los neurocientíficos y otros profesionales de corte más racional. Entre ellos el neurocientífico alemán Manfred Spitzer que realizó un experimento para comprobar los efectos de las palabras. Utilizó un texto en el que aparecía repetidamente la palabra «Viejo». Después de leerlo incluso los más jóvenes andaban más despacio durante un tiempo. En cambio al hacer la misma prueba con la palabra «Deporte» aceleraban el paso y era «Biblioteca» su tono de voz bajaba.

Lo diga quien lo diga el resultado es idéntico: las palabras nos afectan profundamente. Las que escuchamos y las que decimos.

Otras investigaciones han comprobado que el cerebro reacciona mucho más a las palabras negativas que a las positivas. ¿Por qué? Porque las primeras suponen un peligro.

La prioridad de nuestro cerebro desde el principio de los tiempos es que nosotros sobrevivamos. Ni que tengamos amigos ni que seamos amables ni que no dañemos a nuestra pareja con lo que decimos. Sobrevivir es su misión principal. El tema es que nosotros ya no queremos solo sobrevivir deseamos vivir. ¡Ahora hay que contarle eso a nuestro cerebro!

Llevar al consciente mecanismos arcáicos inconscientes no es algo que ocurra de un día para otro. Primero hemos de desearlo luego tener la firme intención de hacerlo, pasar a la práctica ocasional y a fuerza de repetición, convertirlo en una rutina. Mientras no lo hagamos cada vez que tengamos estrés en nuestra cabecita saltará la alarma que inhibirá nuestra capacidad para ser empáticos nos pondrá a la defensiva y hará que digamos lo que no deseamos decir.

Esto tiene efectos muy concretos a nivel físico ya que las palabras son vibraciones y nuestras células reaccionan a ellas. Si escuchamos algo que nos provoca ira notamos que nuestra respiración se agita incrementa la frecuencia cardiaca y sentimos el impulso de avanzar hacia el objeto que la causa. Estos son solo algunos de los efectos que además harán que lo que digamos tampoco sea muy amoroso. Es interesante que ya haya cardiólogos defendiendo que ser más comprensivos compasivos y expresivos mejora la salud del corazón.

La mayoría de la gente no siente ira a diario lo que si es habitual es el estrés. Tanto que hay quienes ni saben que lo tienen. Consiste en una respuesta múltiple del organismo ante algo que considera amenazador. Esto puede ser el jefe la suegra o el presidente de la comunidad. Ninguno de ellos es probable que sea un peligro para la vida de nadie sin embargo el cuerpo lo interpreta de esta manera. Por eso dirige la sangre a piernas o brazos para que si es necesario podamos huir y la retira de las zonas que nos ayudan a pensar con claridad o conectar con nuestros sentimientos. También se generan radicales libres y baja el sistema inmune. Naturalmente aquí tampoco podemos tener una comunicación equilibrada.

Por el contrario al sentirnos felices baja el nivel de estrés y entramos en un ciclo positivo en el que cada vez estamos mejor. Las palabras que digamos en estos momentos sin duda nada tendrán que ver con las que diríamos sintiendo ira o ansiedad como veíamos antes. De hecho al hablar con otras personas si esa interacción es satisfactoria liberaremos hormonas como la oxitocina y la beta endorfina en nuestro cuerpo. Ambas muy beneficiosas.

Es interesante saber que el cuerpo no solo relaciona a lo que sentimos también lo hace a lo que fingimos sentir. Esto quiere decir que si estoy muy muy enfadada y sonrío mi cerebro verá que hay dos energías cada una tirando para un sitio y disminuirá las señales de la ira hasta hacerlas desaparecer.

Antes de a nuestro físico las palabras nos afectan a nivel emocional y energético. Por tanto una sola palabra genera un impacto energética según la carga emocional que tenga para nosotros y eso implica una respuesta física. ¿A qué velocidad nos afectan las palabras? Al instante. Es algo que podemos comprobar escuchando a nuestro cuerpo. Hay términos que nos hacen saltar que nos provocan un impacto en la boca del estómago o un encogimiento en el corazón. Todo depende de nuestra experiencia personal. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en la película «Regreso al futuro». Al protagonista Marty McFly solo había que llamarle «gallina» para conseguir provocarle y que saltara.

Cada uno tenemos nuestras palabras «sensibles» particulares y otras que son compartidas por la mayoría. Para comprobar exactamente cómo nos afectan energéticamente este año he estado experimentando con ciertos términos y con el bioelectrógrafo. El bioelectrógrafo es un tipo de cámara Kirlian que imprime la bioenergía de la persona. Lo que he hecho ha sido hacer una foto antes de decir nada y otra inmediatamente después de decir una palabra. La persona no sabía qué palabra iba a decir así que no estaba preparada para reaccionar de ninguna manera concreta. Algunas de las que he utilizado son generales y otras a sabiendas de que justo esas palabras iban a generar una reacción.

En la primera imagen que adjunto la palabra testada es «Diabetes». La persona a la que se lo digo es diabética desde hace años y está enfadada porque lleva mucho buscando una solución y no la encuentra. El conflicto se puede ver al comparar ambas fotografías en la zona externa la areola vital de la primera tiene ligeras fugas mientras en la segunda toda la energía cambia para ponerse casi como erizada llena de pinchos. Eso indica el conflicto activo.

La segunda palabra es «Médico» y la reacción es muy parecida a la anterior vemos como la energía de la areola (zona azul y roja) igualmente cambia. Esta persona tiene revisiones anuales y relaciona «Médico» con esas pruebas que ya le tienen muy cansada.

Por último uso «Pareja» sabiendo que hay sentimientos encontrados al respecto. En este caso vemos que la areola no cambia indicando conflicto lo que ocurre es que de la parte inferior de la bioelectrografía se ve como sale un círculo de energía que antes no estaba. Eso es cuando es un conflicto severo ya que toma entidad propia.
Entre las primeras y las segundas no hay más de 2 minutos de diferencia. Con lo que comprobamos cómo la energía cambia de forma instantánea.
Creo que no somos conscientes de la importancia de lo que decimos y cómo lo decimos. Las parejas no hablan presuponen lo que el otro siente o piensa y actúan en consecuencia. Los padres etiquetan a sus hijos con términos como «gamberro», «estudioso», «responsable» o «guapo». Y al hacerlo no se dan cuenta de cómo les están limitando por una parte la plena expresión de su ser y por otra el cómo se ven a sí mismos. Mucho tiene que trabajar una persona para quitarse las etiquetas llenas de expectativas que le pusieron en la infancia. Así mismo los jefes «motivan» a sus empleados con amenazas y presiones mientras los médicos ofrecen diagnósticos a la manera de sentencias.

Todo ello genera un ambiente de separación entre nosotros ¿cómo vamos a ser Uno si no nos entendemos? ¿de qué manera vamos a construir un mundo mejor si no nos ponemos de acuerdo en lo básico?

Pararnos a pensar y llevar al consciente la importancia de cada palabra es del todo necesario. Mientras hacemos lo que nos han enseñado con la mejor intención y muy pobres resultados.

Para ello es bueno que aprendamos a equilibrarnos antes de hablar y saber la importancia de lo que hacemos. No porque sea algo que hacemos a diario deja de tener trascendencia. Algunas recomendaciones básicas para mejorar nuestra comunicación serían las siguientes:

  1. En lugar de suponer, preguntar.
  2. Escuchar de verdad.
  3. Trabajar el exceso de emoción.
  4. Aplazar conversaciones cuando no estamos equilibrados.
  5. Hablar en positivo y con intención de realmente comunicar no solo hablar.
  6. Aceptar que nadie es perfecto tampoco tú (al menos desde el punto de vista de la personalidad).
  7. Ser responsable.
  8. Hablar menos de lo que piensas y más de lo que sientes.
  9. Hablarte de forma positiva a ti mismo.
  10. Hablar con el corazón.
  11. Que nuestra comunicación sea positiva, efectiva y amorosa nos afecta antes que nadie más a nosotros. Como dice Quino «No es necesario decir todo lo que se piensa; lo que si es necesario es pensar todo lo que se dice».

* Raquel Rús es operadora de Bioelectrografía. Maestra de Reiki. Terapeuta de EFT. Obsidianas y Terapias energéticas.
Su sitio: http://www.raquelrus.es/

¿Quién es Israel?

Por P.A. David Nesher

Según el libro de Bereshit cuando Yaakov (Jacob) recibió la bendición, después de pelear con el Ángel de Yahvéh en Peniel, se le cambió el nombre por el de “Israel” (Génesis 32:22 -32). A partir de ese momento se les llamó a los hijos de Jacob, que formaron las doce tribus, “israelitas”. El nombre Israel se usa con más frecuencia a partir del peregrinaje por el desierto, cuando salieron de Egipto (Mitzraim), como alusión sustitutiva al término peyorativo de “hebreos”, que le fue dado por los Egipcios durante el cautiverio (Éxodo 32:4, Deuteronomio 4:1, 27:9).

Pero, más allá del dato histórico del relato, es interesante remarcar que, cada vez que el Eterno se dirige a su pueblo siempre le llama “Israel” (Deuteronomio 4:1, 27:9), y esto permaneció hasta que apareció la crisis que dividió el reino, después de la muerte de Salomón.

Ahora bien, es necesario hacernos una pregunta: ¿Quién es Israel?

Volviendo a la primera vez que aparece este nombre, aplicándose a Yaakov avinu, notamos que hasta que el patriarca no logró vencer al Ángel de YHVH no se llamó Israel. Recordemos que «Yaakov» significa «que lo sostendrá por el talón», lo que quiere decir, el que tiene un bajo nivel espiritual.. El nombre Yaakov proviene del sustantivo «akav» que significa «talón». Lo que describe al patriarca en su vieja naturaleza, antes del encuentro en Peniel. Él estaba en su fondo, conectado completamente a su situación terrenal llena de aflicciones.

Pero cuando llega la mañana, Yaakov puede derrotar al mal, eliminando y sobreponiéndose a esa duda. Es en ese preciso instante Yaakov le pide al ángel que le bendiga, y éste le bendice diciéndole: “…ya no te llamarás más Yaakov sino que tu nombre será Israel, porque luchaste con Dios y con los hombres y has vencido…”.

El significado de la expresión “luchaste con Dios” significa que Yaakov luchó con el pensamiento de “… tal vez Dios me haya abandonado, tal vez no valió la pena todo este camino espiritual que yo elegido, tal vez no fue la elección correcta…”, pero al final por la mañana, luchó y venció, es decir, aprender a ver los acontecimientos como pruebas que vienen a despertarnos, como oportunidades de superación que se nos presentan.

El Ángel del Señor le dijo:

“Ya no te llamarás Yaakov, sino Israel”

Fue recién cuando se determinó a pasar de lo más bajo (lo terrenal) a lo más alto (la corona de lo Celestial) que desde lo alto se lo llamó Israel.

La metáfora es bien clara: «para pasar del talón a la cabeza hay que ascender con esfuerzo la distancia que los separa«. Es decir, que solamente cuando algún ser humano acepta salir de las dimensiones físicas y se propone entrar en las dimensiones espirituales, puede ser considerado Israel.

Ahora bien, es muy interesante saber que a la palabra Israel (ישראל) cuando se cambian sus letras se la puede leer de dos formas que expanden la consciencia de su significado. Esas expresiones son:

  • Yashar-El (ישר-אל-Directo a Dios)  esto es, la persona que es recta con Dios, encerrando la idea del ser humano que tiene el anhelo de agradar a Yahvéh en justicia. Señala la actitud que se opone a un dios extraño. Significa que su única intención es que todo sea directo al Creador. En otras palabras, su único pensamiento y deseo es llegar directamente a la adhesión con el Creador. Está hablando de búsqueda apasionada por el Eterno y las ganas de fundirse con Él, haciendo caso omiso al «deseo de recibir sólo para sí» (yetzer hará = inclinación al mal). La expresión Yashar-El también da origen a «shir- El«. Y por eso Yaakov se transforma en Israel “Shir- El”, el que sabe cantar y agradecer a Dios en todas las circunstancias.
  • Rosh Li (ראש לי- «Mi cabeza» o «Una cabeza para mí«) Interpretándose como «Ya soy cabeza» o «Tengo una Cabeza» haciendo alusión a un alto nivel espiritual. Esto significa que él cree que tiene una mente de Kedushá (Santidad) que le permite ascender más allá de toda potestad celestial.

Con esto, nos damos cuenta, al investigar el libro de Shemot, que la Sabiduría de lo alto revela que Israel es el Pueblo único y deseado por YHVH, que se deja conducir por Su Ungido (Mashiaj) a la redención del exilio que provoca Mitzrayim (Egipto), a la zona de verdadera libertad que representa la Tierra Prometida.

A fin de explicar mejor todo esto, necesito recordarles que la palabra Egipto en hebreo es Mitzraim, y viene de la raíz metzar que significa “angostura”, «lugar de límites por angustia«. Esta angostura se refiere a la conciencia limitada en la que vivimos, pensando que la materia controla nuestra vida, la victimización y el egocentrismo.

A su vez «israelitas» no representa una nación sino que la palabra «Israel» viene de la raíz Li Rosh que significa «yo soy la cabeza». Ser la cabeza es todo lo contrario de la angostura, ya que representa la expansión de la conciencia, el poder de la mente sobre la materia y la total responsabilidad en la vida.

Para simplificar lo dicho, la misión de sacar a «Israel de Egipto» significaba liberar a la humanidad de la ceguera espiritual que produce el materialismo, y ser un canal de consciencia espiritual.

Entonces, ¿quién es llamado Israel? Aquel ser humano que ha pasado de talón a cabeza, es decir, que ha subido por los planos espirituales directo en búsqueda de su Creador para estar totalmente unido a Él. Aquel que es capaz de meditar los secretos de la Torah (Instrucción) divina para penetrar las dimensiones celestiales,  venciendo la «zona de confort» que le impusieron sus cinco sentidos.

¿Cuál es la misión del Mashiaj?

Hacer retornar a todos los hijos hebreos, descendientes de las diez tribus perdidas, a la tierra de Israel, es decir, elevar y sublimarlos a lo más alto, hasta ser uno con el Eterno.

Este retorno lo hará ofreciendo y revelando Su Yugo (Mateo 11: 28-29) como Camino correcto para llegar al Eterno, y conocerlos como Padre (Juan 14:6).


Bitácoras Relacionadas:

El Nombre Yehoshua evolucionado a Yeshúa

«Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos».

(Hechos 4:12)

Importantísimo resulta para los primogénitos del Monte Santo adentrarnos en los misterios revelados del Nombre de nuestro Redentor. Y es que Yeshúa es un nombre hebreo que aplicado en la persona del Hijo unigénito del Eterno se transforma en un Nombre que es sobre todo nombre. Por ello, dedico esta bitácora para que, por medio de unos instantes de sus vidas, puedan sus almas reflexionar profundamente en los distintos secretos que Abba les revelará acerca del nombre Yeshúa.

Tenemos bien entendido que nombre en español Jesús, es una transliteración idiomática del original hebreo Yeshúa. La raíz hebrea de este nombre  proviene de HO-SH-U-A que significa Salvación. Sin embargo, “la salvación” es sólo la mitad de la esencia de éste nombre. Para conocer la esencia completa del nombre de Jesús en hebreo, debemos remitirnos a la historia de los doce espías que Moisés envió para que reconocieran la tierra de Canaán. En el relato bíblico se nos dice que Moisés le dio a Hoshua (Oseas) el nuevo nombre de Ye-hoshua (Josué), que significa:Yahvé-es-Salvación.

«Y Yahvé habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos. Y Moisés envió desde el desierto de Parán, conforme a la palabra de Yahvé; y todos aquellos varones eran príncipes de los hijos de Israel. Estos son sus nombres… Samúa… Safat… Caleb… Igal… Oseas [Hoshua]… Palti… Gadiel… Gadi… Amiel… Setur… Nahbi… Geuel… Estos son los nombres de los varones que Moisés envió a reconocer la tierra; y a Oseas [Hoshua] hijo de Nun, le puso Moisés el nombre de Josué [Yehoshua]«.

(Números 13:1-16)

Vemos aquí entonces que Yeshúa (en hebreo יֵשׁוּעַ) es una forma tardía del nombre de Josué.

Al transcurrir el tiempo, el nombre de Yehoshua (Josué) llegó a ser de uso muy común dentro del pueblo de Israel. Por ejemplo, así se llamó un descendiente del sacerdote Eleazar (1 Crónicas 24:11, 2 Crónicas 31:15), un gobernador del tiempo del rey Josías (2 Reyes 23:8), y durante el tiempo de la reconstrucción de Jerusalén un sumo sacerdote (Hageo 1:1, Zacarías 3:1) y un gobernador (Nehemías 3:19).

Fue allá por el siglo quinto antes de Cristo, cuando el nombre Yehoshúa fue acortado a Yeshúa (esto podemos verlo como ejemplo en 1 Crónicas 24:11, Esdras 3:2, Nehemías 7:39 y Zacarías 6:11-12). Incluso durante el siglo primero de nuestra era, otros hombres judíos también tuvieron el mismo nombre hebreo Yeshúa, por ejemplo un falso profeta (Hechos 13:6) y un compañero de trabajo del apóstol Pablo (Colosenses 4:11). Este nombre aparece también citado en escritos seculares. En las obras de Flavio Josefo, por ejemplo, son mencionados unos veinte personajes con igual denominación.

Repasando lo que hasta aquí les he enseñado, podemos sintetizarlo en el siguiente cuadro:

Yeshua (1)

Resultará muy interesante mencionar que David Flusser, un profesor de la universidad Hebrea,  afirma que Yeshu era la manera como se pronunciaba aquel nombre por parte de los judíos galileos del primer siglo. Ellos no pronunciaban la letra hebrea ayin ubicada al final de las palabras y tal vez por esa razón con el tiempo empezaron a deletrear de acuerdo con esa pronunciación. “El nombre hebreo de Jesús, Yeshu, es evidencia de la pronunciación de la Galilea de la época, y no es de ninguna manera abusiva. Jesús era galileo, y por lo tanto no se pronunciaba la a al final de su nombre Yeshua”. [David Flusser. Fuentes Judías en la Cristiandad Temprana. Pág. 15. Adama Books, New York, 1987].

En el siglo primero después de Cristo, los judíos (probablemente debido a la influencia griega) redujeron  la pronunciación hebrea del nombre Yeshúa dos veces más. Primero en Y’shua y luego en Y’shu. La forma Y’shu fue un intento deliberado de los judíos ortodoxos de ese tiempo para expresar su descontento con Yeshúa de Nazaret, presentándolo como si fuera una maldición compuesta por las letras iniciales de las tres palabras Immach SCHeino Vezicro, que traduce: “¡Que su nombre y memoria sean borrados!”. [aconsejo leer más de esto en Daniel Gleason. La Evolución del Nombre Jesús. Yehoshua -> Ihsous -> Iesus -> Jesús].

Para nosotros, los primogénitos en Su sangre, es muy importante entender que Yeshúa es el nombre que el Eterno prometió revelar en la Historia de la Salvación para cuando Él mismo viniera a salvarnos manifestado en carne (Isaías 52:6). Por eso, al ser el nombre del Eterno Dios, es que Yeshúa es el nombre que está por encima de cualquier otro nombre (Filipenses 2:9-10). Por lo tanto, es el único nombre en el que tenemos vida (Juan 20:31) y perdón de pecados (Hechos 4:12, 1. Juan 2:12), y es por eso que su iglesia está llamada a hacer todo en el nombre de Jesús o Yeshúa (Colosenses 3:17).

Llamados a ejercer Humilde Compasión

Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor».

(Mateo 9:36)

«Entonces Jesús, movido a compasión, tocó los ojos de ellos, y al instante recobraron la vista, y le siguieron».

(Mateo 20:34)

Cuando recurrimos al diccionario de nuestra lengua para encontrar el significado de la palabra compasión, notamos que la define de la siguiente manera: «Sentimiento de ternura y lástima por las desgracias de los demás«.  Este concepto es lo que moviliza a los seres humanos a sentir pena por alguien (sentir lástima), diciendo: «¡Ay, pobrecito!«, y… seguir caminando. Esta la compasión que alimenta el ego. Es un sentimiento en contra del diseño mesiánico ya que evita la movilización espiritual que permite socorrer al afligido y sacarlo de esa zona o nivel de cautividad. ¡Compasión no es lástima pasajera!

Sin embargo, cuando vemos a nuestro Mesías, según el relato del evangelio, sintiendo compasión por las multitudes entendemos que se trata de la verdadera. Es decir, la compasión que hace humilde. La que nace de un profundo entendimiento del orden de las cosas: cuando comprendes que tu prójimo está sufriendo para que tú seas el privilegiado de ayudarlo, entonces realmente te vuelves humilde, empatizas con él, y desde su lugar lo ayudas a elevarse y continuar derecho, adelante y hacia arriba.

La verdadera compasión nos lleva a identificarnos con el dolor del prójimo, de tal manera que hacemos nuestra su condición o situación; nos colocamos en su lugar. Eso nos motiva y nos provoca a actuar y a hacer lo que nos corresponde.

Los apóstoles supervisaban constantemente a que las comunidades de discípulos practicaran la compasión humilde. Así leemos el consejo del hermano del Señor, Jacobo, diciéndoles a sus destinatarios:

«Si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les  dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero ne les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?»

(Stg..2:15-17).

Del mismo modo el discípulo amado Juan, enseñaba que la movilización de este tipo de compasión garantizaba una equidad material en las comunidades que él presidía con su servicio pedagógico:

«El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? … No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad»

(Jn 3:17-18)

Charlando con mi esposa, licenciada en Letras, aprendía que la palabra compasión deriva de los términos, en latín, pati y cum, que unidos significan «sufrir con».  Esto sumó a lo que conozco del texto bíblico. En griego, el verbo tener/sentir compasión, que leemos en el evangelio refiriéndose a Yeshúa, literalmente significa «conmoverse las entrañas». Este verbo, en griego, viene del sustantivo entrañas, vísceras, lo íntimo, oculto; la raíz hebrea, también significa, en plural, entrañas (paternas o maternas). Significa compadecerse, tener compasión íntima, profunda, entrañable, tal y como lo hace una madre y/o un padre.

En las Escrituras (Bibli), se revela que para la mentalidad hebrea las entrañas son la sede de la misericordia. Entrañas, en plural, traduce el plural hebreo rajamim; pero el singular hebreo rajem designa el útero, la matriz, seno materno. (Jer 1.5; 20.17; Job 3.11; 1 Re 3.26; Gen 43.30). Así, el significado del plural rajamim fue evolucionando, bajo la influencia del significado materno, hasta llegar a significar  la matiz característico de las madres. Este verbo, aplicado al Abba-YHVH, adquiere una riqueza de significado teológico, presentando al Eterno con sentimientos maternos (Lc. 15:20). Es un verbo con gran densidad emotiva. Un Dios con entrañas de amor, misericordia y ternura, que brotan de lo hondo del vientre fecundo de una mujer. Es amor gratuito, incondicional, apasionado, constante, irremediable e invencible. Todo eso, en praxis divina, es la compasión que hace humilde.

Entonces, entendieno el origen etimológico de la palabra compasión, y profundizando la idea hebraica de esta actitud, comprendo que la compasión que nos hace humilde nos pide que vayamos a los lugares donde existe dolor, que entremos a los espacios donde se sufre, para participar de la sensación de quebranto, temor, confusión y agonía de otro. Nos llama a llorar con los que han quedado olvidados, a padecer con aquellos que sufren soledad, a agonizar por los que han perdido la esperanza. En última instancia, la compasión significa la disposición de sumergirse en pleno en la condición humana, lo que representa mucho más que simplemente ser amable o bueno.

La compasión que alimenta el ego nos coloca como meta nuestro confort. Por ello, mantiene nuestra mente en la inercia tempestuosa por un buen pasar; en avanzar, en alcanzar la distinción en lo nuestro. Nuestras almas se orientan así hacia la competencia con nuestros pares, y el mejor consejo que podemos darle a los que nos acompañan en este proceso es que tratemos, por el camino, de herirnos lo menos posible los unos a los otros. Nuestro ideal es alcanzar la máxima satisfacción personal sin causarle demasiados problemas a los que nos rodean.

Sin embargo, al estudiar el yugo que nos ofrece nuestro Mesías, entendemos que la meta que Él propone es otra: «sean compasivos como su Padre es compasivo» (Lc 6.36 – NVI). Yeshúa tenía la perspectiva divina, la de Su Padre celestial. Él sabía que YHWH respetaba y valoraba la dignidad humana de cada quien en toda su integralidad. Miraba lo que era su corazón, lo que cada cual era realmente. Veía más allá del dinero, posición social, o lo que la gente creyera. Para Yeshúa, las personas tenían un valor intrínseco, por haber sido creadas a la imagen y semejanza del Eterno.

La compasión, correctamente entendida, es la puerta por la que accedemos a la expresión más plena de nuestra humanidad, embebida en Su divinidad.

¿Decimos Elokim o Dios?

Por P.A. David Nesher

 

Las Sagradas Escrituras comienzan con esta expresión: “En el principio creó Dios (Elokim)…” Dentro de las Escrituras Hebreas existen varias palabras que se usan para referirse a Dios; sin embargo “Elohim” es la palabra más común. Esta expresión, es la forma plural de Eloah, que significa “Poderoso”. La expresión Eloah viene de El que significa “poderoso”, “poder”, “fuerza”. Estas tres palabras, El, Eloah y Elokim, son utilizadas en las Escrituras como sinónimas para referirse al Creador y Eterno Dios.

Los hebreos tenían tres expresiones comunes para el título Dios, El, Elokim y Eloah; además aplicaban a estos títulos el Nombre propio Yahweh.

LA PALABRA HEBREA “EL”.

El término EL corresponde a la más antigua designación de una deidad en el cercano Oriente. Este nombre se usaba para designar una variedad de dioses, no solamente para designar al Dios verdadero. Por eso es muy común encontrar este nombre acompañado de algo más, para así indicar que no se refiere a cualquier dios del mundo pagano, sino al único Dios verdadero.

Si leemos Génesis 33:20 notaremos que dice: Y erigió allí un altar y lo llamó EI-Elohe-Israel”. Este nombre significa “Dios, el Dios de Israel” No se está hablando de cualquier dios, sino del único Dios verdadero, y para ello se dice: El Dios de Israel.

La etimología del nombre El no es muy clara, sin embargo parece indicar que tiene asociación con la palabra “fuerza” o “poder”. Por esta razón muchos estudiosos de la Biblia afirman que el nombre El significa «el Fuerte», «el Poderoso», o «el más importante»;  o finalmente «Aquel hacia quien aspira uno», «El que es la meta de toda aspiración y esfuerzo humanos», «a quien uno recurre en la aflicción o cuando necesita guía», o «al que uno se acoge estrechamente»

El nombre El se utiliza para formar algunos nombres de personas. Cada vez que Ud. encuentre un nombre bíblico que contenga la raíz El, se está haciendo alusión a algo que tiene que ver con Dios. Por ejemplo:

  • Israel, significa «príncipe con Dios» o «El que lucha con (junto a) Dios«;
  • Misael significa «¿Quién es como Dios?»;  
  • Eliseo significa «Dios salva«; Elcana significa «Dios proveyó«; 
  • Daniel significa «Dios es mi Juez«.;
  • Samuel significa «pedido de Dios».

La Palabra hebrea “El” se usa para hablar tanto de “poder” como de “Dios”. Por ejemplo en Proverbios 3:27 esta palabra se usa para hablar con exclusividad de “poder”.

“No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder [“el”] para hacerlo.”
(Proverbios 3:27)

Mientras que en otros textos se usa para hablar con exclusividad de Dios.

“Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios [“El”] Altísimo, sacó pan y vino.”
(Génesis 14:18)

LA PALABRA HEBREA “ELOAH” Y SU EQUIVALENTE ARAMEO “ELAH”

Señalaré en primer lugar que la palabra “Eloah” proviene de la palabra hebrea “El”.

Eloah” es un término hebreo que también significa Dios. Veamos el siguiente texto de la Escritura en dónde encontramos la palabra “Eloah” traducida al idioma español como Dios.

“… Pero tú eres Dios [“Eloah”] que perdonas, clemente y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, porque no los abandonaste.”
(Nehemías 9:17)

Recordemos que la mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en idioma Hebreo, y sólo unas pocas porciones fueron escritas en idioma Arameo. La forma aramea de la palabra Hebrea “Eloah” es “Elah”. Así en Daniel 2:18 la palabra “Elah” se ha traducido al idioma español como Dios.

“Para que pidiesen misericordias del Dios [“Elah”] del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia”
(Daniel 2:18)

Un dato interesante, este nombre aparece 40 veces en el libro de Job, desde el capítulo 3; versículo 4, hasta el capítulo 40; versículo 2, mientras que en el resto del Antiguo Testamento aparece 15 veces en total.

ELAH es en realidad una palabra aramea y por tanto aparece en los pasajes del Antiguo Testamento que están en arameo. Es una palabra afín a la palabra Alá, que es el nombre que los árabes utilizan para referirse a la deidad.

Esta palabra se usa ampliamente en el libro de Esdras, donde aparece no menos de 43 veces entre Esdras 4:24 y 7:26. En cada uno de los casos se refiere al Dios del pueblo judío.

“Sea notorio al rey, que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes; y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace de prisa, y prospera en sus manos.” (Esdras 5:8)

Esto es parte de la carta que los gobernadores no judíos, enviaron a Darío el rey persa. Para referirse a la casa del gran Dios, utilizaron la palabra Elah.

Según Esdras 6:10, aunque los persas no adoraban al Dios de Israel, le atribuían dignidad e inclusive llegaron a llamarle el Dios del Cielo. La mentalidad persa consideraba que se debía respetar a los dioses de cada uno de los pueblos conquistados para así buscar la paz y la armonía en el imperio.

Cuando Esdras utiliza la palabra Elah para referirse al único Dios Verdadero, siempre añade algún calificativo para hacer claro que no se refiere a cualquier dios. Es así como nos habla del Dios de Israel o el Dios del Cielo, o el Dios de Jerusalén. El significado del nombre Elah, es el mismo que El, es decir significa el Fuerte o el Poderoso.

“EL” Y “ELOAH” SON FORMAS SINGULARES MIENTRAS QUE “ELOKIM” ES UNA FORMA PLURAL
elohim (1)hebreo

En resumidas cuentas, “El”, “Eloah” y “Elokim” significan Dios. Sin embargo, hay algunas diferencias: “El” y “Eloah” están en forma singular y “Elokim” está en forma plural.

La palabra hebrea Elokim (dioses) es la forma plural de eloah (dios). Aunque a veces con la forma plural se alude a una pluralidad de dioses (Génesis 31:30, 32; 35:2), se emplea con más frecuencia como plural mayestático, de dignidad y excelencia. Si recurrimos al uso de la palabra Elokim en el estudio de su significado, encontramos que en su sentido propio denota el verdadero Dios o falsos dioses, y que metafóricamente se aplica a jueces, ángeles y reyes; y aún acompaña otros nombres dándoles un significado superlativo. La presencia del artículo, la construcción en singular de la palabra y su contexto muestran con suficiente claridad si debe ser tomada en su sentido propio o en su sentido metafórico, y cual es su significado preciso en cada caso.

La palabra Elokim, no sólo se usa como título funcional de Yahwéh, y como título general de las deidades sino que también se usa como adjetivo intensivo. Su función como adjetivo intensivo es reforzar la idea de grandeza y fuerza.

Cuando Elokim se utiliza con referencia a YHVH, tiene el sentido de plural mayestático, de dignidad y excelencia. (Gén. 1:1.) A este respecto, una obra comenta lo siguiente: “Elokim es uno de estos plurales de abstracción del que el hebreo y otras lenguas semíticas proporcionan muchos ejemplos, y su empleo corriente con verbos y cualificaciones en singular debería bastar para que no se reconociese en ello un vestigio de politeísmo’. ‘Es un plural de plenitud y fuerza y de poder’ o un plural de intensidad semítico, para recalcar enfáticamente la idea trascendental de divinidad con todo lo que ella incluye. […] Elokim es el Creador de todas las cosas, el Dios único, Señor del universo”. (Biblia Comentada, Profesores de Salamanca, vol. 1, págs. 47, 48).

El término Elokimse usa también en los libros del Antiguo Pacto para referirse a los ídolos. A veces este plural significa sencillamente “dioses”. (Éx 12:12; 20:23.) En otras ocasiones es un plural mayestático que hace referencia a un solo dios o diosa. Sin embargo, es evidente que las deidades así aludidas no eran tríadas. (1Sm. 5:7b [Dagón]; 1Rey. 11:5 [la “diosa” Astoret]; Dn. 1:2b [Marduk]).

En el Salmo 82:1, 6 —Salmo que Jesús citó en Juan 10:34, 35— se usa Elokim para referirse a criaturas humanas, los jueces de Israel, a quienes se podía llamar dioses por el puesto que ocupaban como representantes y voceros de Jehová. De modo parecido, a Moisés se le dijo que sirviese de “Dios” a su hermano Aarón y ante Faraón. (Éx. 4:16; Éx. 7:1).

En la versión griega llamada Septuaginta, así como en otras Escrituras Griegas Cristianas, el término griego equivalente acostumbrado para traducir El y Elo·hím es the·ós, que en latín se transformará en deus, de dónde proviene nuestro termino español dios, aplicado a cualquier tipo de divinidad, que se convertirá en la forma Dios, cuando se refiere al Creador y Eterno Abba.

Significado de Elohim

Origen y Significado de la Expresión Torah (Instrucción)

Por P.A. David Nesher

 

 

Muchos de aquellos escogidos que leen mis bitácoras o escuchan mis catequesis se asustan cuando me escuchan mencionar la expresión hebrea Torah. Uno de ellos, muy deseoso de conocer más de la voluntad de Abba para nosotros, me solicitó si podría explicarle mejor el significado y la etimología de esa palabra a fin de lograr romper todos los paradigmas antisemitas que el sistema ha programado en su mente y por los que entendía que se le hace difícil acceder al conocimiento de la Verdad. Pues bien, entendiendo su pedido, y discerniendo que este debe ser el sentir de muchos vuelvo aquí a aportar lo que esta bendita palabra significa desde su orden etimológico.

 

Torah [תּוֹרָה] es una palabra hebrea que deriva de la raíz י.ר.ה Y.R.H (iará) que significa «lanzar una flecha» «acometer«, «dar un tiro certero» y que en Hif’il הורה Horáh significa «dirigir el tiro para no errar«, de ahí que el significado de Torah es: «la guía para dar en el blanco» y de ahí, se ha entendido como «enseñanza«, también más correctamente «instrucción«, o mal traducida como «ley» en el mundo occidental.

 

A decir verdad, se dice Torah por un mandamiento del Decálogo, o en su sentido más amplio, se llama así a los 5 primeros libros bíblicos (Pentateuco) escritos para explicar la totalidad de la revelación y enseñanza divina al pueblo de Israel encerrada en esos 10 mandamientos de la Torah.

 

Estos cinco libros son:

  • Génesis (Bereshit [בְּרֵאשִׁית]: lit. «En el comienzo»).
  • Éxodo (Shemot [שְׁמוֹת]: lit. «Nombres»).
  • Levítico (Vayikrá [וַיִּקְרָא]: lit. «Y llamó»).
  • Números (Bemidbar [בְּמִדְבַּר]: lit. «En el desierto»).
  • Deuteronomio (Devarim [דְּבָרִים]: lit. «Palabras»).

 

 

Sugiero para un mayor entendimiento y profundización de este tema estudiar la bitácora: ¿Qué es la Toráh?… ¿Ley o Doctrina?

¿Qué es un pecado?

Todo el tiempo, especialmente desde los ámbitos mentales religiosos, se nos habla de pecar o no pecar. Pero, ¿qué es un pecado?
 
Yo diría que un pecado es unir un cable de energía negativa con uno de energía positiva y recibir una descarga. Sin embargo, debemos reconocer que la unión de los cables no es hecha por una Fuerza Divina, es hecha por ti y por mí. Voluntariamente decidimos hacer esa nefasta unión.
 
Así mismo, cuando despertamos y pensamos algo negativo, cuando decidimos en la mañana que el día está gris y las cosas no marcharán como queremos, cuando buscamos la satisfacción inmediata pasando por encima de alguien más o de nuestro bienestar, cuando nos quejamos o decimos cosas negativas en voz alta para que las entidades que nos rodean puedan escucharlas y manifestarlas: todo esto provoca un cortocircuito. Pero un cortocircuito no significa que una mano Divina vendrá a nuestra realidad y lanzará granizo y azufre sobre nosotros. Un corto circuito es causado por ti y por mí porque todos somos responsables de todo lo que hacemos, y como somos responsables, también podemos reformar todo.
 
La verdad es que el pecado, tal como se define en las traducciones originales de las Sagradas Escrituras, significa “perder el camino” o «errar el blanco«. El camino, en este caso, es el estándar de perfección y plenitud de vida establecido por el Eterno Dios y evidenciado por Yeshúa, Su Hijo y Mesías. Bajo esa luz, queda claro que todos nosotros somos pecadores.
 
Por ello, cuando asumimos la responsabilidad total de todo lo que vivimos, tenemos el poder de cambiar nuestra realidad.
 
 

«Santificado sea Tu Nombre»… ¿Cuál?

Por P.A. David Nesher

 

«Y dijo Moshé a Elohim; He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo, El Elohim de sus padres me ha enviado a ustedes; si ellos me preguntaren; ¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé?«

(Shemot/Éxodo 3:13)

 

Verónica, una mujer nueva en la fe verdadera, y por consiguiente muy hambrienta por el conocimiento de la Gloria de Abba, me preguntó, vía Whatsapp, lo siguiente: ¿Cuál es el nombre real de Dios? ¿YHWH, Jehová, Yahvéh, Yahwéh?

La noche antes de su muerte, Yeshúa estuvo orando a Dios al alcance del oído de sus discípulos, y una vez más éstos le oyeron dar énfasis a la importancia del nombre de Dios. Dijo él: “He manifestado tu Nombre a los que me has dado sacándolos del mundo”. Más tarde, repitió: “Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer”. (Juan 17:6, 26, Biblia de Jerusalén.) Ellos mismos había sido entrenados por el Maestro a orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre”. (Mateo 6:9, Versión Popular).

Ante esto, debemos preguntarnos: ¿Por qué tenía tanta importancia para el Mesías el nombre de Dios? ¿Cuál era este Nombre que Jesús dio a conocer a sus seguidores?

¿Cuál Nombre?

Si se le pregunta a la mayoría de los creyentes en la Biblia, especialmente evangélicos, cuál es el nombre del Padre Celestial, ellos probablemente responderán, con rapidez y apresurada «certeza»: Jehová. Si se les pide algunas pruebas de esto, ellos señalarán el uso tradicional o le referirán a usted al Antiguo Testamento de alguna versión de la Biblia en español.

Pues bien, ante esto debo decirles que el nombre del Padre Celestial no es Jehová, y nunca lo fue. La historia de la palabra “Jehová”, que algunas enciclopedias llaman errónea y que muchos eruditos de la Biblia concuerdan en que no es exacta, es completamente evidente en nuestros días gracias a los manuscritos antiguos encontrados en Qunram.

En el versículo citado en el encabezamiento de esta bitácora, vemos que el Eterno dijo: «Eheie asher Eheie«, que es traducido como «Soy el que Soy«, y quizás mejor: «Seré el que seré«, pero indudablemente se lo puede reducir a «Yo Soy«, como expresa la misma Torah.

Es decir, el Eterno asegura que Su nombre es sinónimo de Existente, de Ser. También se traduce como «El Eterno» porque describe Su eternidad y autoexistencia.De aquí es sencillo derivar que la Única Realidad es Él. ¡Él es el único que ES!

Entonces, vemos que cuando el Eterno Dios dijo “YO SOY”, estaba mencionando Su nombre. En el idioma hebreo en el cual este versículo fue escrito, las letras son: yod, hei, vav, hei, de donde obtenemos YHVH, conocido como Tetragrámaton . Pero, ¿cuál es su correcta pronunciación?

Para responder a esta pregunta, deberé antes decir que YHVH es el nombre con el que Dios quiso que se lo conociera cuando ejercía Su Voluntad Misericordiosa y Justiciera con Su Pueblo. YHVH es Su Nombre para ser conocido a perpetuidad.

Sin embargo, la dicción apropiada y correcta del TetragrámatonYHVH, se perdió hace siglos. El problema en la pronunciación del nombre de Dios radica en que el hebreo antiguo no usó designaciones vocales cuando se escribieron las Escrituras; solo se usaron consonantes. Es decir, al descifrar lo escrito, en este idioma sólo se cuenta con la ayuda de consonantes y del fondo de conocimiento lexical que cada individuo hebreo maneja. Para que esto se entienda bien, y a modo de ejemplo, supongamos que escribiéramos en el idioma español, sin usar vocales, la frase: “El nombre de Dios es YHVH”, seguro lo haríamos así: “l nmbr d Ds s yhwh”. Esto no presentaría ningún problema a los hebreos porque sabían cuáles eran las palabras y cómo pronunciarlas. No fue sino después de cientos de años, que los judíos empezaron a incluir lo que se llamó “puntos vocales” en los textos copiados del hebreo del Antiguo Testamento.

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Al regresar los judíos del exilio babilónico, durante el liderazgo de Nehemías y Esdras, algunos expertos en la Torah decidieron ocultar la pronunciación de este Nombre, influenciados por la superstición pagana, para que no pudiera ser tomado en vano o blasfemado. Desde entonces, la premisa básica del judaísmo tradicional rabínico contra la pronunciación del nombre de Yahvéh, está basado en el retuerzo y en la perversión de los versículos de Vayicra (Levítico) 24:10-16. La prohibición religiosa y rabínica de usar el nombre correcto surge del malentendido de los eventos cuando Yahvéh le hablo a Moshe diciendo que apedreé al hijo de una mujer israelita que blasfemó Su Nombre. Desde ese pasaje, los rabinos han concluido, que el blasfemar el Nombre es igual que pronunciarlo, o mencionarlo, o llevarlo en los labios de uno.

Pero analizando con cuidado los textos de Vayicra/Levítico 24:11 y 15 notamos que ellos revelan el significado plano y literal (pashat) de los textos. La explicación correcta es la siguiente: blasfemia es sinónima con MALDECIR el Nombre o usar el Nombre para maldecir a otros. En ningún lugar estos versículos siquiera sugieren que el pronunciar el Nombre Yahvéh es un acto de blasfemia. Eso es pura tradición religiosa, surgida, lo expresé antes de una superstición temerosa, que en su credo mas básico, es tanto peligrosa como anti Torah, tanto que sofoca el poder transformador del verdadero evangelio.

Con la aparición de esta hermenéutica errada, los judíos en general al llegar a la lectura del tetragrámaton o tetragrama («las cuatro letras»), decían Adonay, que significa «mi Señor».  Por esta causa, cuando las cuatro letras del Tetragrámaton aparecían en el texto, los escribas “lo marcaron” con las vocales cambiadas para la palabra hebrea Adonay para que se leyera como “Señor” en lugar de el Sagrado Nombre “Yahvéh”. Los únicos que tenían el derecho de conocer la correcta pronunciación eran aquellos que pertenecían a la casa del Sumo Sacerdote, quien pronunciaba estas cuatro letras en su forma correcta una vez al año, en el Día de la Expiación (Yom Kipur). Y así, con el transcurso de los siglos el olvidó de la débil memoria humana incluso devoró el Nombre Excelso.

¿Qué hicieron los escribas judíos medievales cuando inventaron un sistema de puntuación para marcar las vocales?

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Los masoretas, judíos eruditos bíblicos durante la edad media, reemplazaron los signos vocales que tenían que aparecer encima o debajo de las consonantes YHVH con los signos vocales de Adonay. Ellos insertaron las marcas vocales de aDoNaI entre las consonantes de YHVH. (La «I» de Adonai en realidad corresponde a la media vocal Yud, «Y»).

La palabra quedaba así: «YaHoVaH«.

Por una regla gramatical que ahora no explicaremos, la primera «A» de Adonay, se transforma en una «E» breve. Así pues, escrito aparecía: «YeHovaH».

De esta manera, en los libros escritos con la novedosa notación, al llegar a YHVH uno la encontraba punteada con las vocales de aDoNaI. ¿Para qué? Pues, para que el lector recordara que esa palabra se pronunciaba Adonai, y no de otra forma.

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Hebreo no comprendido. Espíritu olvidado.

Sabemos muy bien que los primeros convertidos al Salvador y Mesías Yeshúa fueron judíos, incluyendo a los supervisores y líderes de las primigenias asambleas. Pero, a medida que más gentiles convertidos eran aceptados, la asamblea tomó un matiz de gentilidad aún en sus costumbres y prácticas. Estos gentiles generalmente no entendían el hebreo.

De tal modo ocurrió este alejamiento de las raíces hebreas de la fe, que en el siglo V, tiempo de Constantino, hubo una influencia decididamente mayor contra los judíos y la mayor parte de estos gentiles convertidos buscaban no tener nada que ver con lo hebreo, a fin de no ser confundido con los judíos.

Cuando el Antiguo Testamento fue traducido al griego (conocido como la Septuaginta) éste llegó a ser el texto estándar para las primeras asambleas.

Al principio, en todo el texto griego de la Septuaginta, estaba el Nombre Sagrado del Tetragrámaton. Siendo ignorantes del hebreo, los lectores del texto griego pronunciaban equivocadamente el Tetragrámaton hebreo como “Pipi” ya que la pi griega “π”, se parece a la hebrea hei (ה). Las traducciones llegaron a ser el estándar para la iglesia romana y así aparecieron las letras latinas YHVH en lugar del Tetragrámaton hebreo. En aquellos tiempos la vocal i era equivalente de la ye. La V tenia el sonido de W, “u.”

A la i mayúscula pronto se le añadió una cola, una modificación popularizada por los impresores holandeses, así que el Tetragrámaton empezó a aparecer como JHVH. Aunque se veía semejante a nuestra J, la letra latina J se pronunciaba como la letra i. Fue así como alrededor del siglo XV de la era común, entre los cristianos se comenzó a leer erróneamente «Jehová». Digo erróneamente pues se mezclaba en la dicción lo que era para leer y lo que era para decir…

Para que quede un poco más claro, supongamos que la palabra «libertad» por ley estatal no se debe pronunciar. Y supongamos que es un su lugar la gente dice «zapallo». Y sigamos suponiendo que a alguien se le antojo mezclar las consonantes de la palabra prohibida con las vocales de la palabra usada. En los escritos aparecería: «LaBaRToD».

¿En realidad dice labartod?

¿Es eso lo que se quiere pronunciar?

¿Es que alguien sabe en efecto que es un labartod?

Simplemente, lo que debería leerse zapallo, al estar escrito libertad, al final se pronuncia: labartod.

En conclusión labartod, no existe, es un error.

Así mismo, Jehová NO EXISTE, es un error, basado en profunda ignorancia, o en alguna otra cosa que sustente el error.

¡Maranatha!… El suspiro que anhela el Regreso del Amado

“El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. Maranatha.”

(1 Corintios 16:22 _RV 1909_)

Estamos viviendo días muy especiales. Son tiempos con especificidad profética en los que cada jornada se convierte en una sumatoria de señales del fin de este sistema. Día a día, el corazón de los escogidos se eleva en expectativa de fe, esperando ese Gran Día en el que el Señor, con voz de mando, con trompeta de Dios, establecerá el inicio de nuevos tiempos para esta Tierra. Por ello, he descubierto que en las naciones, el testimonio de las primeras comunidades de discípulos del Mesías acerca de la pasión con la que esperaban Su regreso, resuena hoy más sugestivo que nunca.

Es más, en el versículo final de la primera epístola a los corintios nos encontramos con la curiosidad de que el apóstol Pablo utilizó la palabra Maranatha en arameo, a pesar de que la epístola fue escrita en griego. El hecho se debe a que esta palabra ya había adquirido cierto crédito y peso de poder entre los creyentes de las primeras comunidades. La misma era utilizada como expresión de la esperanza de la Parusía de Cristo.

Muchos documentos antiguos testifican como las congregaciones de los primeros cinco siglos, en efecto, acompañaban las celebraciones y las oraciones con la aclamación Maranathà, una expresión formada por dos palabras arameas que, según como se silabeen, se pueden entender como una súplica: «¡Ven, Señor!», o bien como una certeza alimentada por la fe: «Sí, el Señor viene, el Señor está cerca».

Referente a la composición de ésta palabra, el diccionario VINE (en su versión electrónica para E-Sword) comenta:

“La primera parte, que finaliza en «n», significa «Señor»; en cuanto a la segunda parte, los «Padres» la consideraban como un tiempo pretérito, «ha venido». Los modernos expositores la toman como equivalente a un presente, «viene», o futuro, «vendrá».  Ciertos eruditos en arameo consideran que la última parte consiste en «tha», e interpretan la frase como una exclamación, «Ven, nuestro Señor», o «Oh, ven Señor». Sin embargo, el carácter del contexto indica que el apóstol está haciendo una declaración en lugar de expresar un deseo o de pronunciar una oración.”

Referente al motivo de su uso en los primeros cristianos, el citado diccionario dice:

“En cuanto a la razón de por qué se usaba esta expresión, lo más probable es que fuera una expresión corriente entre los cristianos primitivos, que incluía la consumación de sus deseos. «Al principio el título Marana o Maran, utilizado al dirigirse a Cristo y al referirse a Él, no era otra cosa que la respetuosa designación del Maestro por parte de los discípulos».

Esta expresión solamente aparece en 1ª Corintios 16:22 y parece ser que era usada como un saludo recordatorio con relación a la Segunda Venida del Señor:

  • Filipenses 4:5: “Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca”.
  • Santiago 5:8: “Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca”. (Ver también Apocalipsis 1:7).

De acuerdo a Apocalipsis 3:11, el mismo Señor Jesús afirma Su venida, confirmando de esta manera muchos de los pasajes Bíblicos que hablan de Su regreso inminente, regreso que todo Cristiano no solamente deberá anhelar y amar sino también esperar: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona”.

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De allí que no haya que temer, porque será el momento de nuestra salvación definitiva. Será, además, el momento más espectacular y más importante de la historia de la humanidad: ¡Cristo viniendo en la plenitud de su gloria, de su poder, de su divinidad! Si hace dos mil años Él vino como un ser humano cualquiera, en su segunda venida lo veremos tal cual es, “cara a cara” (1 Cor. 13: 12).

Será el momento de nuestra definitiva liberación: nuestros cuerpos reunidos en la resurrección prometida para ese momento final. Es cierto que algunos “de los que duermen en el polvo despertarán para el eterno castigo” (Dn. 12: 1-3). Pero ésos serán los que no hayan cumplido la voluntad de YHVH en esta vida terrena, los que se hayan opuesto al Eterno Dios y a Su Instrucción (Torah). Aquellos que hayan buscado caminos distintos a los del Eterno. Es decir, ese castigo será para los enemigos de nuestro ios.

Pero los justos, los que hayan buscado cumplir la voluntad de Dios en esta vida, los que por esa razón “están escritos en el libro … despertarán para la vida eterna … brillarán como el esplendor del firmamento … y resplandecerán como estrellas por toda la eternidad” (Dn. 12: 1-3).

Es cierto, también, que ese momento será precedido por “un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo”. Sin embargo, las pruebas y sufrimientos de esa tribulación serán la última llamada a conversión para los que se encuentren en estado de pecado y será la última purificación para los elegidos. En ese sentido, esa etapa de sufrimientos es fruto de la infinita misericordia de Dios que quiere que todos sus hijos sean salvados.

Será un momento en que “el universo entero se conmoverá”, pues veremos “al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad. Y El enviará a sus ángeles a congregar a sus elegidos desde los cuatro puntos cardinales y desde lo más profundo de la tierra a lo más alto del cielo” (Mc. 13: 24-32).

Con esta esperanza se comprende cómo desde el comienzo de la Iglesia los primeros discípulos del Mesías, deseosos de volver a ver el rostro glorioso de su Señor, se mantenían firmes y vigilantes siempre, esperando la Parusía.

Por toda esta manifestación gloriosa, el apóstol Juan, que da testimonio de todas las cosas escritas en Apocalipsis 22:20, recoge del Señor Jesús su frase de cierre: “Ciertamente vengo en breve.” Y apóstol de  acuerdo le responde: “Amén; sí, ven, Señor Jesús«.  Es la exclamación en la que culmina toda la Revelación de la Nueva Alianza, al término de la maravillosa contemplación que nos ofrece el Apocalipsis (Revelación) de Juan (Ap 22: 20). En ese caso, es la Iglesia-Esposa que, en nombre de toda la humanidad y como primicia, se dirige a Cristo, su esposo, no viendo la hora de ser envuelta por su abrazo: el abrazo de Jesús, que es plenitud de vida y plenitud de amor.

¿Qué es Shabat?

Por P.A. David Nesher

 

Muchos de mis lectores piensan que el día de reposo se les dio a los israelitas en el monte Sinaí, y que por lo tanto es un mandamiento que solamente ese pueblo debe guardar en obediencia y  adoración al Eterno. Pero la verdad es que este día fue establecido como jornada festiva desde la creación misma, como se testifica en Génesis cap 2; vv. 1-2

«Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus huestes. Y en el séptimo día completó Dios la obra que había hecho, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que El había creado y hecho».

Como pueden darse cuenta El Eterno es quien bendijo y apartó el Día del Shabat ya que tiene un significado muy especial en su diseño de Reino. Las Escrituras nos revelan que cuando Él terminó Su obra creativa, decidió gozar de lo que había creado, sabiendo que ahora la Creación estaba libre del obrar de las tinieblas, por la presencia de Su diseño creativo de plenitud y reposo: el hombre en posición mesiánica. En otras palabras es el día de descanso del Eterno Dios y así también para nosotros el día de Shabat tiene que ser un día de descanso, gozo, alegría, celebración, bendición, y dedicación al propósito eterno de Dios.

Las Sagradas Escrituras explican que la Instrucción (Torah) de Dios revela que Shabat es el día más poderosos de la semana ya que el periodo del sexto día (viernes) al atardecer y Sábado al caer la noche es el único momento en que el mundo espiritual y el mundo físico están unidos bajo el poder del Mesías. Por lo que cada semana en este día podemos transformar nuestra realidad, personal y global, utilizando el poder especial de Shabat.

Para comprender bien, el espíritu (la mentalidad) que se encuentra dentro de este día, será conveniente ir al significado original de esta palabra. Etimológicamente, la palabra hebrea «Shabat« significa: «Día de descanso«, «Sábado«, y está relacionada en su origen con la palabra shvitáh, que significa «descansar« y «huelga« (o sea, un paro forzado de trabajo).

Existe, además, un significado intrínseco de cada una de las letras del alfabeto hebreo que componen esta palabra. Para comprenderlo, comenzaré diciendo que la palabra Shabat se escribe con las letras   Shin (ש), Bet (ב), y  Tet (ט). Miraremos el significado de cada una de ellas y luego realizaremos la síntesis de ellos:

  • La letra Shin (ש) significa «Poder de Dios» y también «Destrucción de lo que causa el caos».
  • La letra Bet (ב) significa: «casa, cuerpo, familia,».
  • Finalmente, la letra Tet (ט) significa: «cortar un pacto».

Si unimos estos tres significados en una unidad que se relacione con los creyentes, podemos entender que «Shabat» significa, de acuerdo a la sumatoria del significado individual de cada letra: «El Poder de Dios para destruir lo que causa el caos (las obras del diablo) en el Cuerpo del Mesías Yeshúa, y en nuestra familia, y que se concreta en sus Siete Pactos, especialmente en el último, el Pacto Renovado o Nueva Alianza«.

Por todo esto, entendemos que el verdadero significado del Pacto Renovado es: «más no vivo yo, sino que Cristo vive en mí» (Gál. 2:20), es decir, que en nosotros, nuestra falsa identidad de pecado, el yo (ego), está muerto y Yeshúah el Mesías cumple la Torah (Instrucción) de Yahvéh internamente, a través de nosotros y por nosotros. De este modo, nosotros estamos en Su reposo, descansando en Su obra redentora llena de Gracia en nosotros.

Ahora bien, sabemos, por lo escrito en la carta de 1 Tesalonicenses (capítulo 5, verso 23) que nuestro ser tiene tres partes «espíritu, alma y cuerpo«. Pablo describe esto diciendo:

«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo: y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo».

De esta escritura podemos discernir que existe un descanso, un Shabat para nuestro espíritu, un Shabat para nuestra alma y un Shabat para nuestro cuerpo. Por ello, los invito a poner toda su atención en esto, y considerar con profunda meditación la riqueza de este misterio celestial revelado a nosotros en Cristo Jesús.

Individualmente hablando, existe un Shabat para nuestro cuerpo, que es no trabajar en nuestra tarea secular en el día sábado. Así también, existe un Shabat para nuestro espíritu, que, como dijimos, es morir nuestro yo (el ego), y que Yeshúa Mesías sea el que hable y haga en nosotros a través del Espíritu Santo. En la epístola a los romanos, el apóstol Pablo llama a esto «ser guiados por el Espíritu«.

«Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios«. ( Ro. 8:11)

Hasta ahora estas dos dimensionalidades del Shabat en nuestras vidas redimidas están bien claras. Pero lo más importante para entender y meditar es la dimensionalidad del Shabat para nuestra alma. Solamente así, estaremos integralmente irreprensibles y listos para la parusía de nuestro Mesías.

El diseño dimensional psicológico del Shabat está instruido en Isaías 58:13:

«Si cambiares (la costumbre) de poner tu pie en el Shabat para hacer tu voluntad en mi día santo y llamaras al Shabat una delicia a lo que es santo para Yahvéh y glorificado y lo glorificarás y no anduvieres por tus propios caminos y de encontrar tu propio placer o no hablares (tus propias) palabras, entonces te deleitarás en Yahvéh y Yo te haré cabalgar en las alturas de la tierra, y te haré comer de la herencia de Jacob tu padre, ya que la boca de Yahvéh ha hablado«.

Por medio de estos versículos, podemos aprender varias lecciones.

La primera de ellas es cómo festejar el Shabat. No haciendo nuestra propia voluntad, sino la voluntad del Eterno Dios, que es exactamente la definición del Pacto Renovado o Nueva Alianza, dejar que Yeshúa haga la voluntad del Padre en nosotros y por nosotros. Debemos preguntar al Señor qué hacer en Su día santo y dedicarle ese día a Él.

La segunda lección que podemos aprender es que el Shabat es un preludio a la redención final, ya que habla de «delicia» (óneg) y «honor» (kavód), dos virtudes que se disfrutarán en su plenitud recién cuando estemos viviendo en el Shabat del Milenio, y finalmente, en el Shabat Eterno, unidos al Creador para siempre en el Cielo.

¡Y eso es lo maravilloso de guardar este día santo! Saber que la Biblia nos habla no solamente del descanso semanal, sino de un descanso eterno que resta para el pueblo del Eterno, del cual el Shabat es símbolo maravilloso. Leemos en Hebreos 4:9: “Por tanto queda un reposo para el pueblo de Dios”. Ese Shabat o reposo que queda para el pueblo de Dios, es la vida eterna en cuerpos glorificados donde estaremos para siempre con el Eterno, gobernando en armonía los cielos.

De modo que el Shabat tiene dos referencias: una temporal, el descanso semanal, el que realizamos durante el séptimo día o sábado, y otra permanente y profética, el descanso eterno que nos espera como Esposa del Cordero.

Y de la misma forma que cuando probamos algo delicioso, uno no puede entender realmente qué es Shabat hasta que lo experimenta por sí mismo. En resumen, la única respuesta surge a «¿Qué es Shabat?» es: ¡Inténtelo!

 

 

NOTA:

Sugiero también leer y meditar: El Sagrado y Bendito Reposo (Shabat)

¿Sabes cuál es el Origen de los Sicarios?

La primera manifestación histórica de conspiración terrorista se produjo en tierra de Palestina en el año 66 de nuestra era con los ‘sicarii‘, un grupo radical que luchó contra los romanos y los palestinos que los apoyaban. Estos terroristas primitivos atacaban a sus enemigos en días festivos, cuando la multitud que se congregaba en Jerusalén les permitía actuar con mayor impunidad.

La secta judía de los “sicarios” también conocidos como “Zelotes” fueron los primeros en utilizar este término durante la ocupación romana a Palestina. Los Zelotes eran un ala de los fariseos y no reconocían otro jefe y maestro que Dios. Nacidos contra la opresión romana, rechazaban la pasividad de los fariseos y proponían la acción decidida y audaz como única solución.

El sicarii era la persona que escondía un puñal llamado “sica” entre sus ropas y apuñalaba a romanos o simpatizantes de los mismos durante las asambleas públicas. Aunque, bien es sabido, ese vocablo ha perdurado a lo largo del tiempo y hoy tiene un significado distinto, que es el de denominar a asesinos a sueldo, simples mercenarios, que pueden actuar en solitario o en grupo logrando sembrar el miedo entre sus enemigos.

sicarius

Como curiosidad sobre la palabra sicario, se dice que el segundo nombre de Judas Iscariote es una deformación de la palabra sicario. Esta curiosidad es muy discutida, se cree que Judas tomó su nombre de Kariot, el pequeño pueblo donde había nacido.

Del nombre de ‘sicarii’, que provenía de la espada corta (sica) que escondían bajo las túnicas, ha derivado la palabra ‘sicario’. Los que eran atrapados y condenados a muerte consideraban su ejecución como un martirio glorioso que les abría las puertas del paraíso.

Según el historiador judío Josefo, los “varones de puñal”, o sicarios, se introducían entre las muchedumbres de Jerusalén, especialmente durante las fiestas, con puñales ocultos bajo la ropa, y apuñalaban a sus enemigos a plena luz del día. Luego, para no levantar sospechas, se entremezclaban con los que expresaban indignación por los asesinatos. Josefo también menciona que los sicarios encabezaron la revuelta contra Roma. En el año 66 E.C., un grupo de sicarios a las órdenes de Eleazar, hijo de Jairo, tomó la guarnición romana de Masada y efectuó grandes matanzas. Este grupo de fanáticos nacionalistas continuó desafiando a Roma hasta 73 E.C., año en que se abrió una brecha en las defensas de Masada. No obstante, los romanos no tuvieron que asaltar la fortaleza, pues los sicarios incitaron el suicidio en masa de 960 hombres, mujeres y niños para que no los capturasen. Dos mujeres y cinco niños que se habían escondido en una cueva fueron los únicos sobrevivientes.

Hip, Hip Hurra: Expresión antisemita nacida el 9 de Av

¿Se han preguntado alguna vez qué significa esta expresión que supongo que todos hemos utilizado alguna vez en forma de cantinela?

Mientras observaba la escena de una película en la que un grupo de muchachos cantaba esta expresión, surgió en mí uno de esos momentos de inspiración que todos tenemos. Reencontrándome con esta archiconocida expresión, mi alma con síndrome de filólogo fracasado comenzó a preguntarse por el origen de esa «cancioncita de victoria escolar deportiva«. Como siempre, he aquí el fruto de mi curiosidad:

Su origen es muy antiguo. Se remonta al año 70 en tiempos del general romano Tito quien tras cuatro años de asedio finalmente hizo caer a la ciudad de Jerusalén destruyéndola, el 9 del mes Av, con Templo y todo. Con el objeto de comunicar este victorioso triunfo, los romanos enviaron a Roma un mensaje codificado «HEP» que son las siglas de «Hierosolyma Est Perdita» y que traducida a nuestro español significa «Jerusalén está perdida» o también, «Jerusalén ha caído«. Entonces, el senado romano, para celebrar dicho acontecimiento, gritó unánime y a viva voz ‘hep, hep, hurra‘. la exclamación victoriosa hurra, agregada a ese mensaje cifrado, proviene del latín arru, que a su vez encuentre su origen en el dios griego de la guerra, Ares. Es decir, que los romanos atribuyeron la caída de Jerusalén y la destrucción del Segundo Templo a la intervención del dios Marte (latinización de Ares).

Posteriormente, este burlón grito antisemita fue utilizado por los cruzados y los cosacos.

A partir de 1819, teniendo en cuenta este origen histórico, los ciudadanos de Alemania, y otros países vecinos, empezaron a usar este grito cuando iban a cazar hebreos en los ghetos judíos, y según parece a nuestros tiempos ha llegado como mofa de los nazis paradigma del antisemitismo.

Para finalizar esta nota curiosa, agregaré el dato de que cuando se menciona a los romanos (Edom) en Tehilim / Salmos 137:7 gritando enfervorizados por la destrucción de Yerushalayim, el salmista emplea la voz “arru, arru”… ¿no es como una visión del grito “hurra” que realmente fuera dado veinte siglos más tarde?

¿Quién es Rabino en el diseño mesiánico del Eterno?

“Pero vosotros no dejéis que os llamen RABÍ; porque uno es vuestro RABÍ y todos vosotros sois hermanos.”
Mateo 23:8

¡Estamos siendo testigos de días proféticos maravillosos! Uno de los detalles más gloriosos que estos tiempos tienen es el asombroso movimiento del Espíritu del Eterno aleteando sobre las aguas (millones de vidas humanas) y conduciéndolos hacia una reforma que les está revelando los diseños mesiánicos de la Luz Infinita (Or EinSof).
En medio de todo ese movimiento espiritual de la Verdad divina está manifestándose también la obra misma de la iniquidad reptiliana llamada falsificación. Así pues, mientras el Espíritu del Señor va conduciendo todo para que la Iglesia del Mesías se manifieste en su nombre verdadero, Israel, muchos hombres (y mujeres también) están apareciendo con apariencia de piedad y están enredando a los santos escogidos del Señor en el bosque de la confusión causado por tantos vientos de doctrinas judaizantes. Hoy, y tal como le aconteciera al apóstol Pablo, debemos estar vigilantes ante aquellos que se presentan con tantos títulos sacados de la letra muerta y no activados por el espíritu vivificador que se encuentra en las Sagradas Escrituras.
De ese modo, no solamente nos encontramos con falsos apóstoles y falsos profetas en esa pandemia babilónica llamada «apostolitis», sino que también desde el movimiento judaizante-kabbalístico abundan cada día más los falsos maestros que se hacen llamar «rabinos».
Pues bien, la bitácora de hoy apuntara a aclarar qué significa el término rabino desde su origen etimológico como funcional.
Primeramente dejaremos en claro que los rabinos son los líderes de la colectividad judía presente en cada nación del mundo. Se trata de maestros que, gracias a sus estudios, se encargan de la interpretación de los textos considerados sagrados por esta comunidad. El conocimiento profundo de los textos sagrados judíos es imprescindible no sólo para la enseñanza y difusión desde lo literal: el rabino debe estar en condiciones de aplicar aquellos textos milenarios en el día de hoy, encontrando en las palabras de la Torá la solución de problemas.
Reconoceré que una característica especial del judaísmo es el trabajo de exposición y de interpretación de la Torah escrita, es decir de la revelación divina hecha a Moisés en el Monte Sinaí y transcrita en el Pentateuco (y en sentido más amplio, presente en toda la Biblia hebrea). Este trabajo de de investigación (en hebreo midras, del verbo daras «buscar») comenzó de forma sistemática durante el destierro en Babilonia (586-536 a.C.), cuando el pueblo judío había perdido la Tierra y el Templo. Fue justamente en esos 70 años de exilio que comprendieron que sólo una amorosa fidelidad a la Torah podía garantizar su identidad y su continuidad. El sacerdote Esdras será quien dará cuerpo a esta comprensión leyéndole la Torah de Moisés al pueblo que habría regresado del destierro, y esforzándose especialmente en explicarle su sentido (Neh. 8:8). Los que prosiguieron históricamente esta obra, a los largo de 500 años, fueron primero los escribas, y luego los fariseos hasta concluir en los rabinos.
Es importante señalar aquí que el continuo cambio de situaciones en que llegaban a encontrarse los judíos planteaba de forma muy problemática la tensión entre la inmutabilidad sagrada de la Torah escrita y la necesidad de continuas adaptaciones en la praxis a los diversos ambientes y circunstancias. A diferencia de los sacerdotes y de los saduceos, que quedaron más ligados al culto del templo y al carácter literal de lo expresado en la Torah escrita, los fariseos se emplearon en una laboriosa obra dirigida a acercar la Torá al pueblo, haciendo posible en concreto vivir de la misma.
Los comentarios interpretativos (midrasim) de los fariseos fueron adquiriendo a lo largo del tiempo fuerza y autoridad. Los mismos se movían en dos direcciones:
  • una narrativa (haggadá),
  • la otra moral-jurídica (halaká).

A finales del siglo II d.C., estos comentarios se recogieron y transcribieron en la obra que se conoció como Mishná («repetición«, «enseñanza por repeticiones«), que fue considerada como el corpus de las tradiciones orales de la Torah. Por causa de esta última razón también ellas fueron atribuidas a Moisés -lo mismo que la Torah escrita- dado que consideraban que eran su desarrollo y su explicitación, capaces de ofrecer las indicaciones útiles para los siglos venideros. Será interesante que sepan que también la Mishná fue estudiada y comentada sistemáticamente en Palestina y en Babilonia, hasta finales del siglo V d.C.; así es como se originó la obra conocida con el nombre de Talmudestudio«), cuyo equivalente arameo, en Babilonia, era la Gemará.

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Cuando las tensiones sociales, económicas, políticas y religiosas condujeron a las crisis del 70 y del 135 d.C., la represión de las sublevaciones por parte de los romanos llevó al ocaso y a la desaparición de los saduceos, que eran considerados -cual autoridad- como los responsables de las rebeliones, y de la clase sacerdotal, ligada funcional y económicamente al templo, destruido el año 70 d.C. Fueron entonces los fariseos, y ante todo los maestros fariseos llamados rabinos, quienes asumieron la función de reorganizar la vida del judaísmo, que no podía contar ya con el Templo ni con la autonomía territorial. Como solución esta secta determinó que el eje de la religión judía sería entonces la oración, el estudio y la práctica de la Torah (escrita y oral), junto con las obras de misericordia.
Como vemos, el título  de rabino comenzó a ser utilizado por la cátedra apóstata que usurpó la jefatura del Templo de Jerusalén. Fue esta la que forjó nuevos lineamientos dogmáticos que comenzaron a regir la fe de los judíos en el primer siglo.
La línea farisaico-rabínica, fortalecida por estos hechos históricos, impregnó y organizó el judaísmo en Israel, conduciendo con sus dogmas a la Casa de Judá en la Diáspora de estos dos milenios. La única desviación a esto se produjo en el siglo VIII en Mesopotamia, con los karaítas (del verbo kará, «leer«), que rechazaban la Torah oral y todas las tradiciones exegéticas; consideraban normativa sólo la Torah escrita, sosteniendo su estudio filológico y la libre interpretación personal.
Durante el siglo I d.C. y comienzos del II, los rabinos eran «ordenados» mediante la imposición de manos, después de un largo período de formación junto a un maestro reconocido (la edad canónica para la ordenación eran los 40 años). Después de que, en el 135 d.C., los romanos prohibieron las ordenaciones bajo pena de muerte, los candidatos eran simplemente «proclamados» rabinos: de esta manera se les confería la autoridad de juzgar en el terreno civil y en el religioso.
 En el judaísmo de la diáspora, el rabino es el responsable de la vida religiosa de una comunidad judía, que tiene su punto de referencia en la sinagoga: cuida del culto y de la instrucción religiosa, organiza la enseñanza escolar y juzga, según los lugares, en materia matrimonial. A partir del siglo XIX se instituyeron seminarios rabínicos, en los que los candidatos se forman en la Escritura, en la Misná, en el Talmud, en la codificación y en las respuestas; una vez completado el ciclo de estudios (que actualmente dura de ocho a diez años), reciben el título de rabino.
La palabra רַבִּי (rabino) que usualmente solemos entender como «mi maestro» significa literalmente persona de gran autoridad, gran importancia, abundancia, e incluso con grandeza indescriptible. En otras palabras, רַבִּי (rabino) es una persona que tiene mucho que dar y puede aportar a otros desde su grandeza.
רַבִּי (rabino) proviene de la palabra hebrea de רַב (rav) que significa «mucho, gran cantidad, numerosos, o grande» y la letra yod (י) al final indica un sufijo de posesión «mi«. Así que literalmente los judíos de hoy dicen que se puede traducir רַבִּי (rabino) como «mi gran maestro«.
Pero quiero invitarlos a que realicemos juntos una mirada más profunda en la historia bíblica misma y comprenderán que la significación de esta palabra es más amplia y peligrosa. En las Escrituras, frecuentemente רַב (rav) es una medida de cantidad numérica o longitud. En la Torah, la nube del Señor descansó sobre el tabernáculo durante יָמִים רַבִּים (yamim rabim) «muchos días» (Nm. 9:19). En otras oportunidades la palabra רַב (rav) significo autoridad. En el hebreo antiguo, רַב בַּיִת (rav bayit) indicaba mayordomo y רַב הַחֹבֵל (rav haJovel) el capitán de barco. El rey Nabucodonosor otorgo a Daniel el título de רַבִּי (rabino) que en arameo significa el «gran gobernador, gran oficial o gran jefe, el gran señor» (Dn. 2:48).
En los tiempos de Yeshúa, la palabra «rav» era utilizado, desde ese matiz babilónico, y por lo tanto se refería al amo de un esclavo, o al amo de un discípulo. Por lo que el término rabí literalmente significa «mi amo» y era un término de respeto usado ya sea por un esclavo para dirigirse a su amo, o por un discípulo para referirse a su maestro. Teniendo en cuenta lo antes dicho, la palabra rabino en realidad significa «mi gran amo» y era un término de respeto usado ya sea por un esclavo para dirigirse a su amo, o por un discípulo para referirse a su maestro. Cuando Yeshúa empieza su ministerio, vemos que era reconocido por todos, o mejor dicho toda clase de personas se dirigían a él como rabí. Veamos algunos ejemplos:
  • Mateo 19:16, un hombre rico lo llamaba rabí,
  • Mateo 22:35-36, un abogado (experto en la Torá) lo llamaba rabí,
  • Lucas 12:13, una persona común lo llamaba rabí,
  • Lucas 19:39, un Fariseo lo llamaba rabí,
  • Lucas 20:27-28, un Saduceo lo llamaba rabí.

Algo típico de los rabinos del primer siglo era que viajaban de un lugar a otro enseñando, y dependían de la hospitalidad de las personas. Ellos enseñaban en las afueras o campos, en los pueblos, en las casas, en las Sinagogas y hasta en el Templo. Cientos y hasta miles de rabinos circulaban en la tierra de Israel en el primer siglo. La mayoría de las veces enseñaban en las plazas de los pueblos, o bajo un árbol, y otras veces en las casas. Aunque Yeshúa la mayoría de las veces enseñó en las casas (Lucas 10:38-42), en las sinagogas (Mateo 4:23) y hasta en el Templo (Mateo 21:23), también lo vemos enseñar en las afueras o campos (Mateo 14:13; 15:29).


Otra práctica de los rabinos era el hacer discípulos, ellos estaban interesados en cambiar la vida de sus discípulos, de enseñarles como ellos decían «a tomar el yugo de la Torá» que en términos rabínicos quería decir «aceptar el reinado del Eterno en la vida de uno«. Vemos que Yeshúa también utilizó éste término (Mateo 11:29-30). «Hacer muchos discípulos» es uno de los tres dichos más antiguos que encontramos en el Talmud (Avot 1:1). Ellos escogían y seleccionaban a un número de discípulos para entrenarlos en el estudio de la Torá. Se dice que el maestro de Pablo, Gamaliel, tenía hasta 1.000 discípulos que estudiaban con él. Un rabino podía tener diferente tipos de discípulos, los que estudiaban con el rabino por un corto tiempo y los que estudiaban por largo tiempo con el rabino, para estos últimos significaba viajar constantemente por caminos polvorientos. Por eso encontramos en el Talmud un comentario que dice:

«Que tu casa sea un lugar de reunión para los sabios,
cúbrete con el polvo de sus pies y bebe de sus palabras sedientemente«. (Avot 1:4)

«Cúbrete con el polvo de sus pies«, se decía no sólo porque el discípulo al caminar junto con su rabino prácticamente se llenaba del polvo que el rabino levantaba al caminar, pero también porque era costumbre sentarse a estudiar a los pies del rabino. Una persona sentada a los pies de un rabino significaba que era un discípulo del rabino, por ello vemos que Yeshúa le dice a Marta que María había elegido lo mejor, es decir de ser una discípula de Yeshúa (Lucas 9:38-42). De allí surgió la práctica de invitar a alguien a tu casa y lavarle los pies.

¿Cuál es el orden pedagógico en la Nueva Alianza según el mismo Mesías?

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Según la enseñanza apostólica paulina, nuestro Señor Jesús entregó «domas» (hombres-dones) a la Iglesia que ejercitan el servicio desde el diseño del «corazón pastoral» de Yahvéh (Jer. 3:15). Estos hombres regalos se manifiestas en cuatro oficios de dicho corazón: apóstol, profeta, evangelista, pastor-maestro (Efesios 4:11). Éstas órdenes sagradas de nuestro amado Mesías tienen una clara respuesta ante esta oleada de «rabinos» que pululan por todos lados con la pretensión de enseñar los códigos de la Torah a los escogidos.  Por mucho que traten de tergiversar y torcer las Escrituras, estas son las palabras divinas que deberán ser pronunciadas tal como allí están escritas. Por lo tanto, el término neotestamentario para maestro es el griego «didáskalos» que tiene su equivalente hebreo en «moreh«, así es como (Concordancia Strongs: 04176) Por lo tanto moreh significa maestro, y éste es el término que se debe utilizar para aquellos que pretenden enseñar la Torah.

 Podemos ver claramente la razón por la cual Yeshúa prohibió este título. El mismo, por su misma definición de poder y grandeza, crea una gran arrogancia en los seres humanos. Hoy, día vemos una oleada de ex-pastores cristianos evangélicos viniendo al mesianismo que enseguida se cambian su título de pastor, que es el correcto y escritural, al de «rabino» que es el título prohibido por nuestro Señor. Pero ellos son gente que necesitan este bastón para sentirse importantes, para poder actuar como dictadores de la fe que obnubilan las consciencias de los hombres.
Hoy vivimos en tiempos muy peligrosos. Son los días de rampante apostasía. En ellos HaSatán está utilizando muy efectivamente a miles de falsos maestros,  a quienes tiene estratégica- y sigilosamente colocados a lo largo de todo el Camino que el Mesías le ha trazado a Su Pueblo para que peregrine al cumplimiento pleno del propósito eterno. El adversario, como buen cazador, ha colocado lazos para engañar aún a los escogidos.  Lo hace con la intención expresa de destruirlos, desviarlos, detenerlos o cuando menos retardarles la llegada a la meta,  seduciéndolos con doctrinas basadas en la Torah de Yhwh pero no obstante «hechas a la medida» del gusto individual de cada uno de los oyentes con comezón de oír. Por esto, estoy convencido que el judaísmo mesiánico pertenece a parte de esta artimaña de la Gran Ramera.

El judaísmo mesiánico no cumple lo que promete.   Por su nombre, el «Judaísmo Mesiánico«, a simple vista,  pareciera indicar que se basa fundamentalmente en la Verdad original del Mesías Yeshúa, quien lógicamente era judío de estirpe, por nacimiento y por crianza.  Pero esta religión «de última moda» para tantos, no se adhiere ni enseña el Camino de Yeshúa que tanto proclama.  Por el contrario, enseña el judaísmo rabínico que usurpó los diseños sacerdotales establecidos por Yahvéh en la Antigua Alianza.

 El judaísmo mesiánico es una religión que basa su doctrina en las mismas enseñanzas rabínicas que nuestro amado Mesías, y sus fieles discípulos, tanto lucharan y sufrieran por erradicarla de la vida Su Pueblo. El judaísmo mesiánico no va tras las «raíces hebreas» de la Verdad de forma fiel y consistente, tal y como asegura, sino que va en pos de las raíces judío-rabínicas y lo suele hacer de forma bastante descarada— a través de hombres desobedientes que se apropian para sí el título de rabino que el Eterno solamente autoriza aplicar a Su Hijo.

¿Qué es la Toráh?… ¿Ley o Doctrina?

Por P.A. David Nesher
 
 
 
 
 

Un visitante a nuestras celebraciones de Shabbat me abordó con una inquietud diciéndome: «Usted, mientras enseña, siempre usa la palabra Toráh, me puede decir ¿qué significa?».      

Entonces me di cuenta que necesitaba hacer un alto en mi peregrinación de reforma y colocarme en el pellejo de muchos de Uds. que con tanto amor y respeto siguen día a día este blog con el fin de saciar esa sed del Dios vivo que el Espíritu mismo de Yahvéh ha causado en sus almas.    

Comenzaré diciendo que la palabra Toráh, que traducida correctamente al español significa:

  • «Enseñanza» 
  • «Instrucción
  • «Norma de Vida»
  • «Guía para dar en el Blanco»
  • «Doctrina«

  Esta palabra deriva de la raíz hebrea ירה (iará) que significa literalmente “disparar una flecha” y por lo tanto etimológicamente se refiere a aquello que “da en el blanco” o «da el propósito«. Cuando alguien le dispara al blanco, trata de dirigir la flecha, y así el significado de la raíz de la palabra Torah es «la correcta dirección» y por eso la palabra significa «enseñanza», «doctrina» o «instrucción». Un dato interesante es que la raíz hebrea para «pecado» es «errar» al blanco. De aquí que la Torah es el instrumento divino que permite vencer al pecado (1 Juan 3:4).    

Retomando el sentido de la raíz hebrea de la Torah surge la profunda reflexión que que la Instrucción del Eterno (Torah) es una ayuda para que el hombre acierte, de en el blanco, a fin de que su vida esté bien dirigida peregrinando día a día en la dirección correcta, es decir en el propósito eterno de Dios (Salmo 119:1).  

En Israel ya desde el período final de la confección las Sagradas Escrituras (conocida como Biblia), la palabra “Torah” era usada para referirse a la primera sección de la Biblia: los libros de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.   Estos mismos libros son llamados “Los Libros de Moisés” o “Pentateuco”, una palabra derivada (a través del Latín) del griego penta (cinco) teuchoi (libros) y que por lo tanto significa «los cinco libros».  

Ya desde el siglo I de la Era Común (es decir, después de Cristo), estos cinco libros eran escritos en un solo rollo de papel señalizando así que son una unidad. Por lo tanto esto último da la idea clara que a cada uno de estos libros debe estudiárselo en total dependencia de cada uno de los otros cuatro.  

A diferencia de lo que ocurre con otras divisiones canónicas en las cuales hay diferencias e incluso controversias, tanto judíos como cristianos aceptan en forma unánime los libros del Génesis hasta Deuteronomio en este orden y como una unidad. La unanimidad de la tradición y el lugar inicial que ocupan estos cinco libros reflejan su importancia en la vida de la verdadera fe. En Israel, la Torah posee el nivel más elevado de santidad, por encima de todos los demás libros.  

También se puede utilizar la palabra Torah para referirse a la Biblia entera (los cinco libros, los profetas y los hagiógrafos, también conocidos como «Tanák«, más la Brit Jadashá (“Pacto Renovado,» mayormente conocido como «Nuevo Testamento”).  

Es importante conocer bien el significado de Toráh puesto que se ha traducido generalmente en todas las versiones bíblicas españolas como Ley, lo cual lleva a malas interpretaciones que vienen apoyadas por doctrinas erróneas.   Ahora bien, corresponde decir que aa traducción de la palabra Torah como Ley en nuestras Biblias viene desde la versión griega conocida como La Septuaginta donde se usaron las siguientes palabras griegas para traducir la palabra hebrea Torah:

  • nomos («ley; regla»);
  • nominos («de acuerdo con la ley»);
  • entole («mandar, mandamiento, orden»)
  • y prostagma («orden; mandamiento; mandato; requerimiento»).
rollo Escritura juicio

Desde estas palabras griegas después se tradujo a los diferentes idiomas, español, inglés, francés, portugués etc., así que cuando nosotros leemos las Sagradas Escrituras nos encontramos con la expresión «Ley», y no “instrucción” o «Enseñanza», lo cual nos da una idea diferente al significado original que hemos visto con anterioridad. De esta forma, Babilonia la Grande ha contribuido a la interpretación errónea que el cristianismo ha hecho de la Torah aduciendo que dicha «Ley» ya no es necesaria para estos días de «gracia divina».

Sin embargo la cosmovisión del Eterno en la mente del Mesías era otra, y ella definía perfectamente su misión (Mateo 5:17-19). Por todo ello, debemos recordar que las mayoría de las traducciones no están hechas desde el hebreo sino desde el griego y que se usaron palabras que no eran del todo adecuadas en cuanto al significado que tenían las palabras hebreas que se tradujeron al griego, por tanto si queremos entender bien el significado de palabras tan claves como la que nos ocupa debemos ir al hebreo directamente para ver que es lo que realmente nos dice allí.    

Pero más allá de todos estos datos teológicos, debo decirles que la Torah es el Creador compartiendo Su más íntimo deseo con los seres que creó. Un ejemplo muy práctico te permitirá entender esta idea. El capataz consulta el plano de construcción y ve un edificio; el arquitecto escucha al constructor y entiende lo que verdaderamente quiere. La Torah es como el arquitecto, y es por eso que al estudiarla ella nos dice no solamente lo que es, sino lo que debería ser. La simiente de la Torah fue implantada con la experiencia del Sinaí, el Monte Santo del Eterno, y registrada en los Cinco Libros de Moisés. Pero la voz del Sinaí continúa oyéndose en cada generación cuando los que estudian la Torá revelan el ADN de esa simiente, descubriendo nuevos significados que siempre existieron, nuevas aplicaciones que siempre habían estado latentes. A fin de cuentas, la forma máxima de instrucción es aquella que eleva al discípulo a un punto de vista desde el cual es capaz de discernir su propia evaluación, usando las mismas herramientas que su maestro.    

Cuando uno se sumerge en el estudio de la Torah, su objetivo no es simplemente acumular información sino alcanzar la cosmovisión de cómo el Creador del Universo se relaciona con Sus criaturas dentro de un proyecto mesiánico. En pocas palabras, el estudio de la Torá permite pensar de una manera divina. Pensar divinamente es compartir el espíritu, hasta que las mismas preferencias y los mismos deseos respiran dentro de los dos. Los pensamientos de Él son tus pensamientos y tus pensamientos son los de Él. No existe ninguna forma de unión comparable en ninguna otra sabiduría.

La palabra Sábado tiene etimología hebrea y no mitología latina

El hábito de agrupar los días en períodos de siete unidades, que hoy llamamos semana, ya lo practicaban los mesopotámicos en sus tiempos más remotos y fue adoptado por los griegos y los romanos, que dieron nombre a estos períodos sobre la base del número siete.Será aquí importante aportar lo dicho por el Dr. Totten, de New Haven, Connecticut, profesor de astronomía de la Universidad de Yale, que destacó los siguiente:
“A pesar de toda nuestra discusión con el calendario, es evidente que la raza humana nunca perdió la secuencia septenaria [siete días] de los días de la semana y que el día sábado de estos últimos días viene a nosotros desde Adán, a través de las edades, sin faltar un solo intervalo.”
Continuando con la línea histórica, los griegos llamaron, a este conjunto de siete días, hebdomás, de heptasiete’, palabra que perdura hasta nosotros en hebdomadario, que significa ‘semanal, semanario’.
En Roma se adoptó el nombre septimana, que llegó al español como semana.
Entre los romanos, el gran prestigio de la astrología llevó a introducir la semana de siete días, basada en la idea babilónica de las siete mañanas, pero los nombres de los días fueron tomados de astros y dioses equiparados a los babilonios.
La etimología de la mayoría de los días la semana tiene una gran relación con la mitología romana. Los romanos vieron una conexión entre sus dioses y el cielo de la noche que iba cambiando, según los días, así que empezaron a utilizar de manera natural los nombres de sus dioses para los planetas. Aquellos que se podían seguir con la vista en el cielo eran el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La Luna (Selena – Diosa de la luna, famosa por sus amores), Marte (Ares – dios de la guerra, por lo rojo como la sangre), Mercurio (Hermes – dios de los comerciantes, mensajero de los dioses, y planeta que está más cerca del sol), Júpiter (Zeus – dios padre, por ser el segundo más brillante), Venus (Afrodita – diosa de la belleza y el amor, por ser el planeta más brillante), y Saturno (Cronos – dios del tiempo, por ser el más lento). De esta forma, el lunes se llamó así en homenaje a la Luna; el martes recordaba al dios de la guerra, Marte para los romanos; el miércoles, al dios del comercio, Mercurio; el jueves a Júpiter (dies Jove o día de Júpiter); y el viernes, a Venus.
La raíz latina original de los nombres perduró en cinco de los siete días, a excepción del sábado y el domingo, que sufrieron un giro etimológico por influencia de la religión.
Será aquí interesante señalar que por aquel entonces para los romanos, el séptimo día era el día de Saturno (dies Saturnī). Pero con el advenimiento del cristianismo, por obra y artimaña del emperador Constantino, el nombre dies Saturni fue cambiado por Sabbatum, derivado del hebreo sabbat, proveniente del verbo Shabbat (יום השבת) ‘descansar’, que entre los judíos designa al día semanal de descanso.
En latín, el domingo se llamaba Solis diesdía del Sol’, pero los cristianos cambiaron ese nombre a dies dominĭcus que significaba ‘día del Señor’ (dominus). De aquí evolucionó a dominica, de dónde pasó al español como domingo.
Fue esta estrategia de cambio de nombres de estos dos días lo que le permitió al emperador y sus cómplices religiosos (los obispos romanos) hacer que los cristianos comenzaran a santificar el domingo y no el sábado que era el día sagrado hebreo revelado por el Eterno Dios para descansar en adoración. Todo este juego estratégico fue una forma práctica, muy en la mentalidad romana, de incluir en la nueva religión de estado a los adoradores del Sol Invicto , con los de Cristo y en menor medida a los del también culto solar Mitraico (que adoraba a Mitra) ya que las tres religiones en conjunto formaban la gran mayoría de fieles en un imperio en búsqueda de una identidad religiosa unificada.
Cerraremos esta primera parte de la bitácora observando que en algunas lenguas germánicas, como el inglés, todavía se conserva la esencia de la raíz mitológica-latina para estos dos días: Saturday (Saturn Day; día de Saturno) y Sunday (Sun Day; día del Sol). Esto fue así ya que los britano-romanos no cambiaron el nombre a los dos últimos días de la semana por dejar de estar bajo el gobierno imperial a partir del imperio de Constantino

Etimología de ‘sábado’

Para terminar el planteo de esta bitácora, es importante remarcar que sábado es día de descanso. Lo es en la práctica y lo es en la etimología.
Ya entendemos que su origen remoto está en el hebreo šabbat, que era el día de descanso de los judíos. El significado de esa palabra era simplemente eso: ‘descanso’.
Antes de aterrizar en el castellano, pasó por un par de etapas intermedias. Desde el hebreo se introdujo en el griego con la forma sábbaton y a través de esta lengua llegó al latín del cristianismo como sabbatum.
Así fue como consiguió desplazar al antiguo día de Saturno (dies Saturni), del que todavía queda memoria en el inglés Saturday.
La evolución desde el hebreo al castellano, resumida, queda así:
(1) šabbat > sábbaton > sabbatum > sábado
 
Aunque pueda parecer muy diferente, el castellano sábado tiene el mismo origen que el francés samedi y el alemán Samstag. Estas dos formas, a su vez, tienen más en común de lo que parece. Ambas dan testimonio de otra rama de la evolución desde el hebreo. Para empezar, las dos incorporan la palabra día:
(2) same-di
 
(3) Sams-tag
Lo segundo que las une es que proceden de una versión popular del griego sábbaton:
(4) sámbaton
De ahí debió de salir una forma latina sambatum.

Sábado constituye un hermoso ejemplo de cómo, en cuanto empezamos a arañar en la superficie, comprobamos que es mucho lo que une al vocabulario de las lenguas europeas, incluso cuando no lo parece a simple vista.Por lo tanto, debemos estar tranquilos en nuestro entendimiento de que la palabra sábado en el idioma español tiene una etimología originada del hebreo que la libera de todo espíritu mitológico latino.Lo que sí será importante señalar es que la palabra hebrea “Shabat”, que da origen etimológico a la palabra sábado, significa suspender el trabajo. El Shabat es la señal acordada entre el Creador y los redimidos de Su Pueblo de que Él creó los cielos y la Tierra en seis días y descansó en el séptimo. Pero el Shabat no es solamente un día de descanso, es también un día especial de santidad donde el hombre debe dejar de lado toda búsqueda material y dedicarse por completo a rejuvenecerse espiritualmente por medio de escuchar al Eterno Dios hablar desde Su Instrucción (Torah).

 

Bitácora relacionada para leer:

El “Día del Señor”: ¿Es el Domingo o el Sábado?

La adoración solar y los días de la semana

La Misericordia divina y su significado en Hebreo

 Será muy beneficioso para nuestra fe comprender el alcance espiritual que tiene la misericordia de Yahvéh cuando se renueva cada mañana (Lm. 3: 22- 23).
Para ello, me remitiré a una nota que leí, escrita desde Israel por el Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg, en el que de una manera sintética explica el alcance significativo de esta palabra en hebreo y las connotaciones espirituales que la misericordia tiene de acuerdo a su etimología hebrea.
Cuando Moisés vio al Eterno Dios por la espalda, oyó también una voz que definió al Dios de Israel como misericordioso:

«Oh Eterno, oh Eterno, Dios piadoso y clemente, lento de ira y grande en misericordia y en fidelidad«

(Ex.34:6)
Necesitamos observar las raíces de esta palabra en hebreo, y de ese modo valorar los vínculos asombrosos que tenemos con Yahvéh.
Por ejemplo, el verbo LeRajem (לרחם), que significa tener piedad o compasión, está relacionado con otras palabras tales como “querido/a, adorable” o “amado/a” (רחים), lo que significa que en el medio semítico, alguien a quien amas es al final caracterizado con misericordia. ¡No se puede amar sin ser misericordioso!
Pero lo más fascinante es que la raíz de la palabra misericordia está relacionada con el embarazo. La palabra hebrea para «útero«, el cual alberga y protege el embrión, desde la concepción hasta el nacimiento, es – Rejem (רחם). Aquí, igualmente, el milagro de la concepción y protección del embrión puede ser definido como misericordia.
Estoy convencido que después de leer esto te atreverás cada mañana al despertar elevar tus plegarias al cielo agradeciendo por aquel poder virtuoso que el Eterno activa cada mañana: Su misericordia.

EL ESPÍRITU DE LA PAZ: Significado profético de SHALOM

Aquí les dejo una explicación muy interesante del poder que se esconde en la palabra hebrea SHALOM que traducimos a nuestro español como PAZ. Lamentablemente para nosotros, en nuestro idioma, esta palabra está tan manoseada en nuestra cultura occidental (Greco-Romana) que no alcanzamos a captar el espíritu de transformación que en ella se esconde.

SHALOM no es una simple ausencia de conflicto, entre naciones o entre personas, ni una simple tranquilidad en nuestros días calmos.

SHALOM

En su raíz semita שלום (sh-l-m) significa «estar lleno, sentirse completo, abarcado, en plenitud«, por lo que se entendía en una primera significación «el lugar dónde todo florece«. Desde aquí se usaba esta palabra como saludo. La palabra shalom transmite un deseo de salud, armonía, paz interior, calma y tranquilidad para aquel o aquellos a quien está dirigido el saludo. Al realizarlo pronunciando esta palabra, se comprendía que se decía las siguientes cosas:

SHALOM – es una vivencia plena de todos los dones de Dios; la alegría  la abundancia, la comunión, la fecundidad, la belleza, la compasión, la creatividad, la esperanza, la libertad…
SHALOM no es sólo un sentimiento o situación existencial, ¡es la experiencia de una vida recreada, llena de sentido!
SHALOM es vivir entero en la Vida, o sea, estar entero en sí mismo, poner todo en todo lo que se es y lo que se hace!
SHALOM significa habitar cada rincón del propio ser y de su propia historia.
SHALOM es la paz de los que dan lo mejor de sí mismo y no tienen vergüenza de no ser infalibles.
SHALOM es una experiencia de la totalidad humana, la sensación de que todas las dimensiones de nuestra personalidad caminan como una sola en el amor.
SHALOM es no sentirse disperso o caído como agua, con varios «yo» huyendo para cada lado.
SHALOM es «estar de bien» con la Vida, consigo propio, con Dios, con los Hombres y con el Universo.
SHALOM es la paz de los corazones sabios que ven todo con su real tamaño, ¡ven pequeño lo que es pequeño, y ven grande lo que es grande!, Por eso, no se asustan con facilidad y tienen una manera especial para maravillarse.
SHALOM es la paz de los corazones llenos de abundancia de la Vida.

El pueblo de Dios aprendió a través de los siglos a soltarla en el momento de saludarse dos individuos. Al hacerlo, ellos son conscientes que sueltan sobre su prójimo todas las virtudes que en esta palabra se esconden y a la vez se aseguran que el espíritu profético en ella contenida se active sobre el tiempo y alcance a todas sus generaciones futuras.

Sería muy bueno que lean el documento que comparto a continuación y lo mediten guardándolos en sus espíritus a fin de saberla usar en el momento oportuno.
¡Los bendigo!
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