Por David Nesher
Al Shabat, según las Sagradas Escrituras, se le debe llamar tanto sagrado como bendito. Esto está íntimamente ligado al Shabat de la creación y al concepto de descanso. De este modo, el cuarto mandamiento dice:
«Porque en seis días hizo Dios los cielos, la Tierra y el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; Por tanto El Señor, bendijo el día del Shabat y lo santificó«
(Ex. 20:11)
Para entender un significado más profundo del Shabat, debemos entender primero al Shabat de la creación. ¿Por qué descansó Dios después de seis días? ¿Por qué apartó Dios un día en el cual específicamente cesó de trabajar?
Esto se vuelve como un rompecabezas cuando vemos el relato de la restauración divina de la Creación. Mientras avanzamos por los seis días, encontramos que cada uno nos ofrece un nivel creativo más alto. Primero hay la materia inerte, después las plantas, después los animales y finalmente el hombre. Nosotros supondríamos que en el séptimo día esta secuencia continuaría y se crearía algo aún más elevado. En cambio, encontramos nada…
Refiriéndose a la creación, la Torá dice (Gen. 2:2): «Y terminó Dios en el séptimo día«.
Si el Eterno Dios descansó en el séptimo día, ¿cómo pudo terminar exactamente el mismo día?, y si Él no hizo nada durante el Shabat, entonces ¿obviamente terminó en el sexto día?
En el Shabat, Yahvéh creó el descanso.
Para entender esto, tenemos que introducir un concepto aún más fundamental:
Entre más se parece algo a Dios, más cerca está y más comparte de Él. De hecho, el principal propósito del discipulado de Yeshúa es la imitación de Dios.
Dios mora en la eternidad, en una dimensión por encima del cambio y del tiempo. Él le dijo a Sus profetas: «Porque Yo soy El Señor, Yo no cambio» (Malaquías 3:6). La serenidad y la tranquilidad son entonces una réplica de los atributos Divinos.
En el Séptimo Día, Dios añadió esta dimensión de tranquilidad y armonía al mundo ya que éste ya no se encontraba en un proceso de cambio. Por lo tanto estaba capacitado para compartir la serenidad de Dios y convertirse en sagrado y divino.
Así el Shabat se convirtió en el día de la eternidad, permitiendo al mundo compartir la infinidad de Dios.
De cierta forma, Dios descendió al mundo en el Shabat de la Creación. Es interesante señalar que la palabra Shabat está relacionada con la palabra Sheves que significa “habitar en medio de”. En Shabat Dios hizo del mundo, Su residencia. Y es que Su templo ya estaba hecho: el hombre en plena actividad mesiánica.
Por consiguiente, el Shabat trajo consigo una armonía integral entre el Eterno Dios y Su mundo. En vez de seguir cambiando al universo, Yahvéh lo armonizó consigo mismo a través de Adam, su representante legal en la Tierra.
El misterio del Shabat es la Unidad. En Shabat, Yahvéh creó la armonía entre Él y el universo.
Cuando un hombre cuida el Shabat, también comparte la eternidad de Dios. Entra en un estado de armonía tanto con Yahvéh como con el mundo y se encuentra en un estado de paz con toda la creación.
Esto explica inmediatamente porqué el concepto de paz es tan importante en el Shabat. De allí que uno de los saludos más comunes en Shabat es Shabat Shalom, ya que la idea principal del Shabat es la paz, no solamente la paz entre el hombre y sus semejantes, sino la paz entre el hombre y toda la creación. El saludo Shabat Shalom, traducido al español declara lo siguiente: ¡”Que Su Paz otorgue Su Reposo a tu espíritu”!
Por todo esto, discernimos que Shabat es un poderoso recordatorio que nos devuelve al diseño del principio. Es una reunión con nuestra propia esencia. Es un retorno a la perfección que existió después de los seis días de Creación, antes del pecado.
En Shabat nos resistimos a hacer uso de las energías y fuerzas del mundo. Suspendemos nuestros esfuerzos por dominar y transformar. Reflejando el modelo original de Dios, cesando después de seis días de invención e innovación, corremos el velo y estamos cara a cara con nuestra esencia (espíritu) y nuestro Abba Dios. Por lo tanto, el Shabat es un día de total deleite que permite ascender en la santidad y ser así transformados a su semejanza. En Shabat nos convertimos en luminares para el mundo según el propio Yeshúa lo aseguró al decir:
“Ustedes son la luz del mundo.
Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija (un almud), sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa.
Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos”.
(Mateo 5:14-16)
Con amistad y servicio en Yeshúa: David Nesher (P.A.)
NOTA:
Puede ayudar leer y estudiar esta bitácora: ¿Qué es Shabat?