Por P.A. David Nesher
Es bien aceptado en la fe del pueblo hebreo el hecho de que la Torah, entre ella el libro de Bereshit (en griego Génesis) fue escrito por Moshé (Moisés), quien recibió dicha revelación directamente del Eterno, en una manifestación pública, teniendo a todo el pueblo por testigo.
“Entonces ordenó a Josué ben Nun, y dijo:
¡Esfuérzate y sé valiente, porque tú introducirás a los hijos de Israel en la tierra que les juré, y Yo estaré contigo!
Y sucedió que al terminar Moisés de escribir las palabras de esta Torah sobre el Rollo, hasta finalizarlas, Moisés mandó a los levitas que llevaban el Arca del Pacto de YHVH, diciendo:
“Tomad este Rollo de la Torah y ponedlo al lado del Arca del Pacto de YHVH vuestro Dios, para que quede allí como testigo contra ti .
Porque yo conozco tus rebeliones y tu dura cerviz. He aquí, estando yo aún vivo con vosotros, habéis sido rebeldes a YHVH, ¿cuánto más después de mi muerte?”
(Deuteronomio 31:23-27)
Además del testimonio vivo y verdadero que las mismas Escrituras nos acaban de dar, sabemos que es seguro que Moshé pudo haber escrito el denominado Jumash (en gr. Pentateuco) porque fue educado en el palacio del Faraón de Egipto, y «… enseñado en toda la sabiduría de los egipcios…» (Hechos 7:22) la cual incluía la profesión literaria.
Por este privilegio de crianza Moshé era probablemente uno de los hombres que más sabía de la historia del mundo hasta entonces, que ningún hombre de nuestra época maneja, ya que tuvo acceso a las bibliotecas más grandes y los anales más completos de aquel entonces.
Entendemos también que aquella expresión bíblica nos revela que él fue entrenado en las artes del liderazgo organizador que caracterizaba a los egipcios. Debido a esto él era consciente que su llamado celestial lo estaba convirtiendo en el dirigente de un movimiento espiritual que él sabía encerraba una importancia trascendental para todas las generaciones. Por lo tanto, surge una cuestión: ¿es posible que haya sido tan necio como para confiar los anales y los principios de su movimiento a la tradición oral y los mitos religiosos?
De que Moisés hacía uso del arte de escribir nos lo constatan los siguientes pasajes bíblicos: Éxodo 17:14; 24:4; 34:27; Números 17:2; 33:2; Deuteronomio 6:9; 24:1-3; 27:3-4; 31:19-24.
Es bien aceptado, y está bien testimoniado por las líneas de la Torah que Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, son obras de su pura pluma, con algunas porciones escritas bajo su dirección personal. Él fue el autor humano y el origen de estos libros. Él fue testigo de casi todo en el Éxodo, y todo en Levítico, Números y Deuteronomio. Sin embargo, en lo que se refiere a Bereshit o Génesis, él fue un compilador y editor, porque no fue un testigo presencial de los acontecimientos de Génesis, ya que no había nacido todavía.
En cuanto a Bereshit o Génesis (en griego), se sabe que usó relatos provenientes de la tradición oral de aquel tiempo, algo de la información escrita en “El Libro de Yashar” o “Libro del Justo” (Jos. 10: 12-13; 2 Sm. 1: 19-27 y 1 Re. 8: 12-13); y especialmente la influencia de once documentos antiguos existentes en sus días.
El asunto es sencillo de explicar. El libro de Bereshit (Génesis) termina su relato aproximadamente unos 200 años antes de la época de Moisés, y solamente pudo haber obtenido los informes que contiene por revelación directa del Eterno o de anales históricos recibidos de sus antepasados. Por supuesto, en la fe de Israel no se descarta la perfecta conjunción de los dos orígenes. Es que no hay duda alguna que para elaborar este material fue necesario una instrucción directa por parte del Eterno para con Moshé de que se escribiera y que formara parte de la Torah que se entregó en el Monte Sinaí.
Ampliando lo que vengo explicando, le diré que después del denominado «Himno de la Creación«, con el que configura el capítulo primero del Bereshit, Moshé colocará diez libros más, conocidos como «Libros de Generaciones» (hebreo Toledot) con los que logrará trazar los lineamientos del Libro de Génesis o Bereshit. Los eruditos aseguran que estos documentos fueron incorporados íntegros por la pluma de Moisés con la adiciones y explicaciones que el mismo Dios le haya movido a hacer; o también, tal como otros entendidos aseguran, puede que él haya compuesto el relato bajo la misma dirección de las materias históricas que haya tenido a su disposición.
Estos once documentos son los siguientes:
- «Himno de la Creación» o «Hexamerón» (cap.1: 1 al cap. 2: 3)
- «Generación del Cielo y de la Tierra» (cap. 2: 4 al cap. 4: 26)
- «El Libro de las Generaciones de Adán» (cap. 5: 1 al cap. 6:8)
- «Las Generaciones de Noé» (cap. 6: 9 al cap. 9: 28)
- «Las Generaciones de los Hijos de Noé» (cap. 10: 1 al cap. 11:9)
- «Las Generaciones de Sem» (cap. 11: 10-26)
- «Las Generaciones de Taré» (cap. 11:27 al cap. 25:11)
- «Las Generaciones de Ismael» (cap. 25: 12-18)
- «Las Generaciones de Isaac» (cap. 25: 19 al cap. 35:29)
- «Las Generaciones de Esaú» (36: 1-43)
- «Las Generaciones de Jacob» (cap. 37: 2 al cap. 50: 26)
Estos once documentos primitivos, originalmente eran anales genealógicos de la familia escogida por el Eterno y de otras relacionadas con ella, que forma el libro de Génesis, abarcan los primeros 2000 años de la historia humana, desde la caída del hombre hasta la estadía de la familia de Jacob en Egipto, como germen del Pueblo escogido: Israel.
Este trabajo de recopilación y edición que Moshé, inspirado por el Eterno, realiza tiene la primera intención de demostrar que el pueblo de Israel desciende en línea directa de Adán, el primer hombre creado por Dios. Moshé persigue concientizar a los israelitas liberados de la opresión egipcia que son vástagos y rama principal de esta línea genealógica escogida para manifestar la Luz mesiánica a las naciones.
Por ello, elaborará el relato uniendo la toledot (generaciones) en los puntos centrales representados por Adán, Noé, Sem, Heber, Abraham e Isaac, demostrando así la legitimidad divina del propósito y la misión de Israel para las naciones.
Entonces debemos decir que si bien Moisés hizo uso de la vía oral, así como, las tradiciones escritas, fue en verdad la inspiración del Eterno quien lo guió a editar y compilar estos once documentos genealógicos que fueron sometidos a los lineamientos del Espíritu del Mesías que se ha movido sobre las aguas desde los comienzos a fin de conducir a los hombres a el objetivo final de Su Intención: llegar a la estatura y plenitud de su semejanza (Génesis 1: 26-27; Efesios 4:12-13).
Con amistad y servicio David Nesher (P.A.)