Por P.A. David Nesher
Según el libro de Bereshit cuando Yaakov (Jacob) recibió la bendición, después de pelear con el Ángel de Yahvéh en Peniel, se le cambió el nombre por el de “Israel” (Génesis 32:22 -32). A partir de ese momento se les llamó a los hijos de Jacob, que formaron las doce tribus, “israelitas”. El nombre Israel se usa con más frecuencia a partir del peregrinaje por el desierto, cuando salieron de Egipto (Mitzraim), como alusión sustitutiva al término peyorativo de “hebreos”, que le fue dado por los Egipcios durante el cautiverio (Éxodo 32:4, Deuteronomio 4:1, 27:9).
Pero, más allá del dato histórico del relato, es interesante remarcar que, cada vez que el Eterno se dirige a su pueblo siempre le llama “Israel” (Deuteronomio 4:1, 27:9), y esto permaneció hasta que apareció la crisis que dividió el reino, después de la muerte de Salomón.
Ahora bien, es necesario hacernos una pregunta: ¿Quién es Israel?
Volviendo a la primera vez que aparece este nombre, aplicándose a Yaakov avinu, notamos que hasta que el patriarca no logró vencer al Ángel de YHVH no se llamó Israel. Recordemos que «Yaakov» significa «que lo sostendrá por el talón», lo que quiere decir, el que tiene un bajo nivel espiritual.. El nombre Yaakov proviene del sustantivo «akav» que significa «talón». Lo que describe al patriarca en su vieja naturaleza, antes del encuentro en Peniel. Él estaba en su fondo, conectado completamente a su situación terrenal llena de aflicciones.
Pero cuando llega la mañana, Yaakov puede derrotar al mal, eliminando y sobreponiéndose a esa duda. Es en ese preciso instante Yaakov le pide al ángel que le bendiga, y éste le bendice diciéndole: “…ya no te llamarás más Yaakov sino que tu nombre será Israel, porque luchaste con Dios y con los hombres y has vencido…”.
El significado de la expresión “luchaste con Dios” significa que Yaakov luchó con el pensamiento de “… tal vez Dios me haya abandonado, tal vez no valió la pena todo este camino espiritual que yo elegido, tal vez no fue la elección correcta…”, pero al final por la mañana, luchó y venció, es decir, aprender a ver los acontecimientos como pruebas que vienen a despertarnos, como oportunidades de superación que se nos presentan.
El Ángel del Señor le dijo:
“Ya no te llamarás Yaakov, sino Israel”
Fue recién cuando se determinó a pasar de lo más bajo (lo terrenal) a lo más alto (la corona de lo Celestial) que desde lo alto se lo llamó Israel.
La metáfora es bien clara: «para pasar del talón a la cabeza hay que ascender con esfuerzo la distancia que los separa«. Es decir, que solamente cuando algún ser humano acepta salir de las dimensiones físicas y se propone entrar en las dimensiones espirituales, puede ser considerado Israel.
Ahora bien, es muy interesante saber que a la palabra Israel (ישראל) cuando se cambian sus letras se la puede leer de dos formas que expanden la consciencia de su significado. Esas expresiones son:
- Yashar-El (ישר-אל-Directo a Dios) esto es, la persona que es recta con Dios, encerrando la idea del ser humano que tiene el anhelo de agradar a Yahvéh en justicia. Señala la actitud que se opone a un dios extraño. Significa que su única intención es que todo sea directo al Creador. En otras palabras, su único pensamiento y deseo es llegar directamente a la adhesión con el Creador. Está hablando de búsqueda apasionada por el Eterno y las ganas de fundirse con Él, haciendo caso omiso al «deseo de recibir sólo para sí» (yetzer hará = inclinación al mal). La expresión Yashar-El también da origen a «shir- El«. Y por eso Yaakov se transforma en Israel “Shir- El”, el que sabe cantar y agradecer a Dios en todas las circunstancias.
- Rosh Li (ראש לי- «Mi cabeza» o «Una cabeza para mí«) Interpretándose como «Ya soy cabeza» o «Tengo una Cabeza» haciendo alusión a un alto nivel espiritual. Esto significa que él cree que tiene una mente de Kedushá (Santidad) que le permite ascender más allá de toda potestad celestial.
Con esto, nos damos cuenta, al investigar el libro de Shemot, que la Sabiduría de lo alto revela que Israel es el Pueblo único y deseado por YHVH, que se deja conducir por Su Ungido (Mashiaj) a la redención del exilio que provoca Mitzrayim (Egipto), a la zona de verdadera libertad que representa la Tierra Prometida.
A fin de explicar mejor todo esto, necesito recordarles que la palabra Egipto en hebreo es Mitzraim, y viene de la raíz metzar que significa “angostura”, «lugar de límites por angustia«. Esta angostura se refiere a la conciencia limitada en la que vivimos, pensando que la materia controla nuestra vida, la victimización y el egocentrismo.
A su vez «israelitas» no representa una nación sino que la palabra «Israel» viene de la raíz Li Rosh que significa «yo soy la cabeza». Ser la cabeza es todo lo contrario de la angostura, ya que representa la expansión de la conciencia, el poder de la mente sobre la materia y la total responsabilidad en la vida.
Para simplificar lo dicho, la misión de sacar a «Israel de Egipto» significaba liberar a la humanidad de la ceguera espiritual que produce el materialismo, y ser un canal de consciencia espiritual.
Entonces, ¿quién es llamado Israel? Aquel ser humano que ha pasado de talón a cabeza, es decir, que ha subido por los planos espirituales directo en búsqueda de su Creador para estar totalmente unido a Él. Aquel que es capaz de meditar los secretos de la Torah (Instrucción) divina para penetrar las dimensiones celestiales, venciendo la «zona de confort» que le impusieron sus cinco sentidos.
¿Cuál es la misión del Mashiaj?
Hacer retornar a todos los hijos hebreos, descendientes de las diez tribus perdidas, a la tierra de Israel, es decir, elevar y sublimarlos a lo más alto, hasta ser uno con el Eterno.
Este retorno lo hará ofreciendo y revelando Su Yugo (Mateo 11: 28-29) como Camino correcto para llegar al Eterno, y conocerlos como Padre (Juan 14:6).