Mitos y Creencias

El Estanque de Betesda: Un Centro de Curación del dios griego Asclepio

Por Dr. Eli Lizorkin-Eyzenberg

Después subió Jesús a Jerusalén. Y había ahí en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque llamado Betesda, el cual tenía cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento de las aguas.

(Juan 5:1-3)

Cuando se llega  a determinar el nivel de la credibilidad histórica del Evangelio, la historia que finalizará con la sanación del paralítico, es una de las unidades textuales más fascinantes del Evangelio de Juan.

Hasta el descubrimiento del estanque con cinco columnas techadas cerca de la Puerta de las Ovejas (aunque cada cual buscaba un estanque en forma de pentágono, en un principio) muchos no consideraron el Evangelio de Juan históricamente creíble. El Evangelio era mostrado bien alegóricamente (verdadero solo en el sentido similar al de la literatura apocalíptica) o bien inexacto (escrito por alguien que no fuese de Judea y que desconocía completamente la geografía y topografía de Jerusalén). Sin embargo, ambos estanques mencionados en el Evangelio de Juan fueron identificados – el estanque de Betesda en Juan 5:2 y el de Siloé en Juan 9:7. El estanque que se menciona en este capítulo resultó ser de cinco columnas (como se describe en el Evangelio) pero no estructurado en forma de pentágono. Habían cuatro columnas separadas en el centro por otra, así formaban las cinco columnas tal cual eran descritas en el Evangelio.

Es posible que el estanque de Betesda fuese para facilitar las purificaciones con agua en el ceremonial religioso judío, “mikvah”, asociado al Templo de Jerusalén. Pero hay otras opciones interpretativas, que en mi opinión tienen mucho más sentido.

Hay muy buenos motivos para creer que esta estructura situada a una distancia peatonal por detrás de los muros de la ciudad de Jerusalén fue una parte del dios greco-romano de la salud y el bienestar Esculapios, el cual fue bien extendido por los dominios del Imperio Romano. Habían más de 400 “esclepiones”. Esculapios relata los beneficios a través de todo el Imperio, funcionando como centros de salud y dispensadores de la gracia y misericordia del dios hacia los que estaban necesitados.

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Esculapios era el dios de la medicina y la salud en la región de la Antigua Grecia. Las hijas místicas del dios, por ejemplo, incluídas la diosa Higeia y Panacea. Podemos escuchar sus nombres griegos en el hablar moderno como “higiene” y “panacea”- conceptos clave asociados hoy en día con la medicina y la salud. Las serpientes fueron atributo del culto a Esculapios en la salud y la sanidad. Incluso, actualmente, uno de los principales símbolos de la medicina moderna es una vara con una serpiente enroscada en ella.

Deténte ahora y piensa por un momento. Si esto es correcto, puede que cambie nuestra percepción de la historia descrita aquí. Como puedes ver, es posible que los ciegos, cojos y paralíticos no estuviesen esperando a que el Dios de Israel les sanase, sino más bien por la gracia sanadora de Esculapios. Antes de empezar a pensar que la reconstrucción de arriba es descabellada, por favor, tenga en cuenta lo siguiente:

En el siglo II de la era cristiana, el apologista Justiniano Mártir menciona de obsesiones populares con Esculapios entre sus contemporáneos, diciendo: “Cuando el Diablo trajo a Esculapios como resucitador de los muertos y sanador de todas las enfermedades, ¿no debería decir que en este tema igualmente él ha imitado las profecías sobre Cristo? (Justiniano Mártir, Dialogo con Triphomenes, el Judío, 69). En una declaración atribuida al siglo II del Sabio Judío Rabbi Akivah, leemos: “Una vez a Akivah se le pidió que explicara por qué las personas afligidas por enfermedades, algunas veces regresan sanas después de una peregrinación al santuario de un ídolo, aunque sea seguro que no tiene poder alguno” (Talmud de Babilonia, Avodah Zara, 55a)”.

El estanque de Betesda/Esculapios (rama de Jerusalén) era probablemente, una parte Helenística de Jerusalén junto con varios otros proyectos como el Teatro Romano, el complejo deportivo romano, los baños romanos y la Fortaleza Romana Antonia (cerca del estanque). Es probable referirse a tal helenización de Jerusalén que los devotos Qumranitas fueran autores del comentario del Profeta Nahúm que escribió: “¿Dónde está el león sin dientes, la cueva de sus cachorros?” (Nahúm 2:12b). La interpretación de esto se refiere a Jerusalén, que se había transformado en habitáculo de los gentiles malvados… (4Qp Nah)”.

En este caso, el estanque de Bethesda (Casa de Misericordia, en hebreo) no tiene nada que ver con el lugar judío, por el contrario, con las instalaciones asociadas al griego Esculapios. Es muy importante señalar que en esta particular sanación, Jesús no manda a lavarse en el estanque (estanque de Betesda), mientras que directamente, envía al ciego a lavarse en el estanque de Siloé (Juan 9:6-7). Parece por lo tanto, que mientras que el estanque de Betesda fue un lugar pagano (Esculapios) el estanque de Siloé estaba conectado con el Templo de Jerusalén. Desde luego, Jerusalén fue el centro religioso judío en los tiempos de Jesús, pero también fue el cuartel general de las ideas helenísticas en Judea que estaba bajo el estricto control de Roma con la Fortaleza Antonia dominando la zona noroeste de la Montaña del Templo.

[… esperaban el movimiento del agua; porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.][1]

Mientras que entre este paréntesis, algunas Biblias modernas todavía incluyen el texto anterior (3b-4) no está incluido en los originales y más fiables manuscritos de que disponemos hoy en día y por lo tanto no debería ser tratado como auténtico. Parece ser que el copista cristiano, no familiarizado con el culto a Esculapios y la relación con el estanque de Betesda, añadió la explicación de que el ángel del Señor removía las aguas, buscando clarificar las cosas al lector. Al final, realmente, acabó enviando a toda una generación de lectores en una dirección errónea de interpretación, perdiendo el verdadero punto de vista.

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Contrario a la opinión popular, los antiguos escribas no siempre eran exactos en la preservación de cada jota y tilde del texto que copiaban. No embellececían las cosas, pero desde luego no tenían miedo «para aclarar cuestiones», cuando pensaban «que algo estaba faltando». Por lo tanto el nuevo personaje de esta historia, el ángel del Dios de Israel, se añadió con buena intención por un error del copista. El copista, distinto al autor del Evangelio de Juan, no fue consciente de la identidad de la religión griega de Betesda, lo que le pareció mejor para él solo a partir del texto que tenía delante, sin tener ninguna evidencia del material cultural contemporáneo, tal como la casa de misericordia del Dios de Israel. Simplemente fue un error suyo.

«Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y supo que llevaba mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres se sano?  Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, el otro desciende antes que yo.  Jesús le dijo:  Toma tu lecho y anda.  Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho y anduvo.»
(Juan 5: 5-9)

Los enfermos que a menudo eran vistos en los porches del estanque de Betesda formaban dos tipos. Aquellos que iban a probar suerte allí como parte de su búsqueda en su recorrido de sanación, hacia otra solución como prometida curación y aquellos que ya habían perdido toda esperanza en cualquier otro medio de sanación. En respuesta a la pregunta de Jesús acerca de si quería o no ponerse bien, leemos una respuesta que no fue nada, pero sí alentadora. En las palabras del enfermo “No tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy otro desciende antes que yo”(v 7). El remolino del agua parece que fuera producido cuando el sacerdote de Esculapios, abría las compuertas que conectaban la parte superior con la parte inferior del estanque de Betesda. El agua del departamento superior entonces fluía a la parte baja.

El hombre allí recluido parece haber estado durante mucho tiempo, ya que el Evangelio nos dice en el contexto ser profundamente religioso a pesar del ambiente religioso griego. Era un hombre con una necesidad personal significativa y toda su esperanza se había ido. Esculapios, en la metodología griega, era conocido también no solo por sus poderes sanadores y vivificadores, pero también por su benevolente actitud hacia la gente, los cuales lo hicieron una de las más populares deidades en el mundo greco-romano. Más adelante en la historia, Jesús conocería al hombre que sanó en el Templo de Israel y le avisaría de no continuar en su vida de pecado (algo que encaja perfectamente con la idea de que la piscina de Betesda fue Asclepion).

Traveling to Israel, Jerusalem, The Ruins of the Byzantine Church, adjacent to the site of the Pool of Bethesda

Esta es una historia poderosa. La enfermedad, símbolo del caos humano, fue llamada al orden por la palabra de Jesús. Justo igual que con el caos previo a la creación, cuando a una voz del Rey Celestial de Israel puso en orden la creación de la misma forma. Ahora, el Hijo real del Rey de Israel vino a la morada pagana (Esculapios) y sanó al judío sin ninguna fórmula mágica ni sortilegios. Jesús, simplemente lo hizo “diciéndole” al hombre que se levantara y caminase. En otras palabras, Jesús curó al hombre de la misma manera que el Dios de Israel una vez creó el mundo – simplemente por el poder de Su palabra hablada.

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[1] NASB.


Fuente: Israel Biblical Estudies

La Vara (Et) de Aarón y Su Poder contra el Caos.

Por P.A. David Nesher

Ki yedaber alechem Par’oh lemor tnu lachem mofet ve’amarta el-Aharon kach et-matcha vehashlech lifney Far’oh yehi letanin.

Vayavo Moshe ve’Aharon el-Par’oh vaya’asu chen ka’asher tsiva Adonay vayashlech Aharon et-matehu lifney Far’oh velifney avadav vayehi letanin.

Vayashlichu ish matehu vayihyu letaninim vayivla mateh-Aharon et-matotam


(Shemot 7: 9-12)
“Cuando Paró les diga: ‘Hagan alguna señal milagrosa, entonces le dirás a Aharón: ‘Toma tu bastón y arrójalo ante Paró’, y se convertirá en serpiente.
Moshé y Aharón se presentaron ante Paróh e hicieron como YHVH había ordenado. Aharón arrojó su bastón ante Paró y ante sus sirvientes, y se convirtió en una serpiente…
Cada uno de ellos arrojó su bastón, que se convirtieron en víboras; pero el bastón de Aharón se tragó los bastones de ellos.

(Éxodo 7:9-10; 12)

Moshé tenía ochenta años y Aharón ochenta y tres cuando partieron a cumplir su misión. Sabiendo que Paróh se impresionaría con un acto mágico, Aharón arrojó un bastón al suelo, que se convirtió en una serpiente.

Tras ser convertida la “et” (vara) de Aharón en serpiente, ¿cuál es la respuesta del rey egipcio? El Midrash cuenta el detalle de que el Faraón no se sorprendió del milagro, pero sí se mofó diciendo: ¡”…Bien hecho! Egipto está lleno de hechiceros. En este momento llama a sus jóvenes quienes también convierten bastones en serpientes…!”.

Se vio a la vara de Aharón convertirse en una culebra, pero una palabra hebrea diferente es usada aquí, ella es: תנין («Tanin«). El problema es que esta palabra se ha traducido como serpiente sólo en este capítulo, ya que en el resto del TaNaK se traduce como «cocodrilo» o «dragón» (así es la opinión de especialistas como Ibn Hezra, Abarbanel y los comentarios de Iahel Or y Karne Or). Después de todo el cocodrilo, era el símbolo de Egipto en sí mismo (Salmos 74:13).

Así mismo, Yehezkel (Ezequiel), el profeta, denomina a Paróh «el monstruo grande el que yace en medio de sus arroyos» (Ezequiel 29:3); en hebreo התנים הגול «Hatanim hagadol«. Por ende, la vara de Aharón se transformó, pues, en un cocodrilo.

Nos detendremos a meditar en el hecho de que en la Torah, la serpiente es el símbolo del caos (recordemos a la primera pareja en el Edén). Al respecto el Targum Yom señala: «…Para que así todos los habitantes de la tierra escuchen el grito de rabia de Egipto cuando se desplome; así como todas las criaturas oyeron el silbido de la serpiente (en el paraíso) cuando ésta fue expulsada…».

La palabra תנין («Tanin«) incluye un significado satánico, y por este motivo los traductores cristianos utilizaron en sus paradigmas dogmáticos la palabra «serpiente». Pero en verdad en esta ecena se esconde un interesante mensaje del Mundo de Arriba: ¡No hay Dios como YHVH!

Justamente el motivo de esta señal se fundaba en el hecho de que los egipcios adoraron al cocodrilo, que ocupó un lugar importante en la adoración y religión de Mitzrayim (Egipto).

La deidad del mal era Sebak y tenía una cabeza de cocodrilo. Es dios, tenía un representante en los cielos inferiores cuyo nombre era Apepi (tambien llamado Apep o Apofis), el gran enemigo de los dioses solares, que personificaba el caos, aparecía siempre bajo la forma de un cocodrilo gigante o «dragón«. Por esto, Apepi era visto como una serpiente gigante con títulos como «Serpiente del Nilo» y «Lagarto Malvado de las Tinieblas«.

Los sacerdotes y magos egipcios se dedicaban a los rituales mágicos que se celebraban en el templo de Amón-Ra, en la ciudad de Tebas. Estos ritos perseguían realizar conjuros estratégicos que trazaran una raya a Apepi y Sebak, impidiéndoles así que acabarán con la influencia beneficiosa de Ra y todo su séquito de divinidades solares que los egipcios invocaban para ser bendecidos con prosperidad plena.

Apepi vivía en la región más baja de los cielos. Desde esa posición, procuraba cada día evitar la salida de Ra, el dios del sol. Para logar este cometido, provocaba los relámpagos, truenos, tempestades, tormentas, huracanes, lluvias y trataba de obscurecer la luz del sol llenando el cielo de nubes, bruma, niebla y obscuridad.

Se creía que la victoria de Ra cada noche era asegurada por conjuros de los sacerdotes y los rezos de los creyentes egipcios en los templos. Los egipcios practicaban varios rituales y supersticiones que creían que alejarían a Apep y ayudarían a Ra a continuar su viaje por el cielo. Generalmente, los sacerdotes al pronunciar sus palabras mágicas, movían sus bastones en el aire con el fin de trazar los límites a esta divinidad del inframundo.

El ritual egipcio, que constituía un intento de destruir a Apepi, era prominente en en todo aquel imperio, y por eso fue el primer objetivo contra el cual Yahvéh asestó un golpe.

La pregunta que el Eterno hacía a Mitzrayim era: ¿Cómo haría el Faraón y su supuesta naturaleza divina para detener el obrar de Aquel que es el Padre de todos los espíritus?

El “et” (vara de madera seca), es la respuesta frente al caos. En general, en los ambientes dogmáticos, se tiene la idea que la serpiente de Aharón engulló las serpientes de los brujos egipcios, esto va más allá de dicha percepción porque el pasuk no dice que la serpiente de Aharón devoró las otras serpientes sino que; “el bastón (madero) de Aharón se tragó a los otros maderos”. El caos no puede dominar al caos, (o sea, serpiente versus serpiente), pero el “et” sí puede destruirlo, según apreciamos en los pasukim:

“…Cada uno de ellos arrojó su bastón, que se convirtieron en víboras; pero el bastón de Aharón se tragó los bastones de ellos…”,
[Exo 7:12 _ Torat Emet].

Es común que una serpiente se coma a otra. Luego pues, esto no es una señal auténtica de lo Alto. Aquí está el poder infinito de Dios: después de regresarse las varas a su estado normal, y creyendo los encantadores egipcios haber igualado el poder del Omnipotente, para su sorpresa vieron cómo la madera (bastón) de Aharón deglutió los palos de ellos. Esto es lo que aterrorizó a los egipcios y la Torah da fe de este hecho. Esto revela la superioridad del poder del Eterno sobre el poder mágico que viene de los demonios que aquellos magos invocaban.

Enseñan los intérpretes de códigos hebreos que el “et” (madero), es un elemento muy modesto cuya naturaleza es la de “compartir” (la madera nos es útil para nuestra vida cotidiana), y solo algo con un propósito de “compartir” puede tragarse la negatividad de lo egoico.

El Zohar ve también en el bastón de Aharón un antecedente de la resurrección de los muertos en la Era Mesiánica, pues si una simple y seca madera puede transformarse en una criatura viviente como una serpiente, ¡cuánto más una criatura humana, que consiste de un cuerpo y un alma, será nuevamente llamada a vivir!

La Torah no menciona los nombres de los hechiceros de la Corte faraónica, sin embargo, los Midrashim señalan que Janes (Yujani) y Jambres (Jmamré), eran los nombres de los brujos que pretendían ridiculizar a Moshé, pero que vez tras vez fueron vencidos.

Siguen explicando los sabios que estos brujos eran hijos de Bilam, los cuales al final de las plagas llegarían a unirse a los israelitas. Ellos formarían parte de los “Erev rav” (multitudes mixtas) que irían marchando tras los israelitas.

Una de las cartas evangélicas, basándose en la tradición judía cita a los brujos de Egipto:

“…Y de la manera que Yanés y Yambrés resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe…”
(2 Timoteo 3:8, Código Real del NT)

Según todo esto el Faraón debería haber compredndio, cuando la vara de Aharón devoró las demás, que se estaba indicando la subyugación de Mitzrayim (Egipto) y la ejecución de juicios «contra todos los dioses de ese sistema de cosas». Pero, deseando cerrar sus ojos ante dicha evidenciay considerando a Moshé y Aharón como simples magos amateurs cuyo poder era igualado por los suyos, el Faraón prefirió endurecer su corazón convirtiéndose así en un imán de todas las fuerzas del rigor celestial que anhelan ejecutar los juicios divinos sobre los hombres.

El Eterno revelaría que Su Nombre era el único soberano sobre todo otro nombre que se invocare en la Tierra.

Yosef Aprendió a Pasar del «Alma Gorda» al «Alma Flaca»

Por P.A. David Nesher

«Y del Nilo subían siete vacas gordas y de hermoso aspecto, que apacentaban en el juncal.
Tras ellas, subían del Nilo otras siete vacas de mal aspecto y enjutas de carne, y se paraban junto a aquellas vacas a la orilla del Nilo. Y las vacas de mal aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas gordas y de hermoso aspecto. Y despertó Faraón.
Y se volvió a dormir, y soñó por segunda vez, y he aquí siete espigas gordas y buenas crecían de un mismo tallo. Sin embargo, he ahí otras siete espigas menudas y resecas por el viento oriental brotaban después de ellas.»

(Génesis 41:2-6)

 

El Faraón (hebreo Parhó) soñó. Él sabía que hacía dos años su almohada era visitada por oráculos en forma de sueños. Pero esta vez soñó, y recordó sus sueños. Eran dos sueños sucesivos. Pero en su alma, el Faraón tenía la intuición que era dos formas de un mismo mensaje divino.

En el primer sueño, siete vacas gordas pacían en la «hierba del pantano» junto al río Nilo (sostén divino de la ganadería y agricultura egipcia). Pero después subieron del río siete vacas enjutas, que devoraron a las hermosas, sin, no obstante, engordar con ello.

El segundo sueño mostró un tallo de grano con siete espigas «llenas y hermosas», cuando a su lado brotó otro tallo, también con siete espigas, pero «abatidas del viento solano»; «y las espigas menudas devoraban a las siete espigas buenas». El sueño fue tan vivo que a Faraón le pareció realidad así lo asegura el sabio intérprete Rashbam que explica que «el texto revela que hasta este momento Faraón había creído que era una visión real y no un sueño» (vv. 5-7). Así era, sólo un sueño y, no obstante, la impresión de su realidad todavía le oprimía. Como él era considerado un dios encarnado, por lo tanto era inusual que solicitara la interpretación de sus sueños. Se entendía que él sabía lo suficiente como para estar preocupado, pero no lo suficiente para ser su propio intérprete. Se revolvió toda la noche en su cama porque los sueños parecían ser muy reales. Los egipcios creían que cuando los sueños se repetían o llegaban en dos juntos estos eran especiales, por lo que se determinó en conseguir alguna ayuda,  de modo que hizo llamar a «los magos (hebreo: jartumim) de Egipto, y a todos sus sabios» para que interpretaran su sueños.

Los jartumim egipcios que traducimos como magos eran muy conocidos en la corte del Faraón (Parhó).  Ellos eran los encargados, mediante secretos milenarios de la magia cusita (fundada por Cus) de explicar los sueños. Los veremos actuar en repetidas ocasiones en los relatos incluidos en los primeros capítulos del libro de Éxodo (Éx. 7:11). Era una creencia común en Egipto (Mitzraim), que los dioses se comunicaban a través de sueños. Los magos y adivinos conservaban diferentes interpretaciones de los sueños del pasado en libros de sueños, que eran supuestamente fiables.

Parhó relató sus sueños, “más no había quién se los interprete a Parhó”. El sabio exegeta Rashí dice que esta expresión debe traducirse: “Le fueron ofrecidas varias interpretaciones por parte de los magos más ninguna era aceptable para Faraón porque no le satisfacían”. La incapacidad de los magos para desentrañar el sueño del Faraón fue provocada por el mismo Espíritu del Eterno, con el fin de convertir el triunfo de Yoséf en un evento más grande aún, que aseguraría el empoderamiento del tzadik en la corte egipcia.

Los sueños del Faraón están muy en armonía con la naturaleza de Egipto. El ganado vacuno abundaba en el valle del Nilo. Por eso, el Parhó, desde su cosmovisión y juicio, discierne que su padre, el dios Ra, le está enviando esos sueños con el fin de amonestarlo sobre los sucesos venideros y darle ocasión de tomar medidas oportunas.

Las vacas deben haber impresionado a Faraón especialmente en un sentido religioso pues en la mitología de Mitzraim (Egipto) la vaca era el símbolo de las diosas Isis y de Hathor, divinidades de la fertilidad, la cual en este caso sería muy grande o muy escasa, según lo indica el número siete, representante simbólico de la perfección, la intensidad y la plenitud divina. En el libro egipcio «Libro de los Muertos», la principal escritura del antiguo Egipto, Osiris, es el dios de la vegetación y del inframundo y se representa como un gran toro acompañado por siete vacas. Por esto, el Parhó  (Faraón) estaba perplejo con los detalles oníricos que aún perduraban en su mente, haciéndolo víctima de grandes temores. Él estaba convencido que la interpretación de los magos y sabios intentando tocar los puntos mitológicos del Imperio no tenía nada que ver con el camino que se debía seguir; pero… ¿cuál era ese Camino?

Bien, cuando todos los magos y sabios fueron llamados y el Faraón les contó sus sueños, el jefe de los coperos estaba escuchando. Después de todo, su posición era estar al lado de Faraón y atender a todas sus necesidades. Así pues, cuando ninguno de los magos podría dar una interpretación a Parhó (Faraón), el copero se acordó de Yoséf.

A menudo, la gente se olvida de lo que en el pasado alguien ha hecho por ellos; esto se llama ingratitud. Por la alegría de ser liberado de la cárcel, el jefe de los coperos se olvidó de Yoséf por dos años. Ahora no tuvo más remedio que hablar de Yoséf a Parhó (Faraón), aunque sin alabar al cautivo, se refirió así sobre él:

“…En la prisión había con nosotros un jovenzuelo hebreo (extranjero que apenas conoce nuestro idioma)…”.

El copero tuvo cuidado de no elogiar a Yoséf para que éste no hallara gracia ante el Parhó (Faraón) y de ese modo no se le diera un puesto de altura en el gobierno egipcio, lo que finalmente sucedió. El copero se refirió a él como un “jovenzuelo hebreo”, es decir, un individuo que no merece grandeza, pero al menos descifraba visiones.

Faraón (Parhó) no perdió tiempo en enviar por Yoséf. En circunstancias normales, probablemente no habría buscado la ayuda de un hebreo, y mucho menos uno en la cárcel, pero no tenía a quién recurrir. Qué imagen tiene que haber sido, el poderoso rey y el esclavo desconocido.

«Entonces Parhó mandó llamar a Yoséf y prontamente lo hicieron salir de la fosa. Se rasuró su cabello, se cambió de ropa y se presentó ante Parhó» (v. 14). Yoséf no se había cortado el cabello, ahora tendría que mostrar una buena presentación por respeto al rey.

Ahora bien, gracias al obrar amoroso del Eterno, para este momento Yoséf ya no era el joven inmaduro de 17 años que solía presumir y jactarse de sus visiones. Pasó doce años encarcelado y ahora tenía 30 años de edad.  Los lujos, la grandeza, y la adulación no conmueven la ahora fe (emunah) sólida de Yoséf en Yahvéh. Yoséf, al escuchar que se le califica como un intérprete de sueños, rechaza delicadamente este título y opta por presentarse como un simple instrumento de Yahvéh, que habrá de proporcionar la tranquilidad y la paz al reino:

“…No es mérito mío, es Elohim quien dará a Faraón respuesta satisfactoria…” (v. 16)

Puntualizó Yosef con toda humildad. Literalmente se lee: «Dios responderá el shalom del Faraón». La palabra shalom a menudo lleva la idea de completo, perfección, o completamente, y eso es lo que quiere decir aquí. El Eterno le responderá a Faraón (Parhó) completamente. Por esta respuesta, Yosef exhibió un gran crecimiento en la madurez espiritual desde la época de sus propios sueños anteriores en Canaán. Entonces, él había antagonizado con su familia llamando la atención sobre su propia superioridad. Ahora, sin embargo, él se ganó la confianza y el respeto de un rey pagano y su corte por su habilidad propia y dando todo el crédito a Yahvéh. Sus años de esclavitud y encarcelamiento de hecho le habían enseñado humildad y paciencia. En lugar de llamar la atención sobre los fracasos de los magos y haciendo hincapié en sus propias fuerzas, él actuó con la mayor cortesía y moderación, y dirigió toda la alabanza solo a Yahvéh, el Verdadero y Único Dios.

Es evidente que, sin la intervención divina, Yoséf habría sido dejado languidecer en prisión hasta que morir. Fue el Eterno quien turbando el espíritu del Parhó (Faraón) en un sueño, provocó su liberación. El mismo Yoséf reconoció esto, como se desprende de sus palabras a sus hermanos más adelante: Por eso «Elohim me envió delante de vosotros para preservaros un remanente en esta tierra y para daros vida por medio de una gran liberación. Así que, no me enviasteis vosotros acá, sino Elohim.» (45:7-8).

Después de trece largos años de prisión, el Eterno había despojado a Yoséf de su yo carnal, el ego o ratzón atzmutdeseo de recibir sólo para sí«). No estaba pavoneándose en su túnica real de muchos colores que le había dado su padre. No estaba diciendo, «yo puedo hacerlo por todas las aptitudes que poseo«; por el contrario, él decía: «… y ya no vivo yo, sino que el Mesías vive en mí.» (Gálatas 2:20). Estaba diciendo: «No puedo Yo hacer nada de mí mismo. Según oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.» (Juan 5:30). Él estaba diciendo que ser un servidor es la base del liderazgo. Yeshúa dijo de sí mismo: «porque ni el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos.» (Marcos 10:45).

Aquel que anuncia a Yeshúa también se convierte en un servidor.

¿Es usted un servidor? ¿A quién sirve?

El servicio es la llave de oro que abre la puerta al éxito en el Reino de Dios.

«Porque vosotros hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como oportunidad para la carne, sino servíos los unos a los otros por medio del amor.»

(Gálatas 5:13)

Somos como bestias cuando muerden y se devoran unos a otros; somos como seres humanos cuando nos criticamos unos a otros, pero somos como Dios cuando servimos a los otros en amor. Eso es lo que hizo Yosef aquí. ¿Qué decide usted hacer hoy aquí y ahora?

 

Mitos y curiosidades, Creencias y Revelaciones del Sexo Humano

Entre los pueblos germanos, el adulterio estaba penado con la hoguera para la mujer. El amante era ahorcado sobre sus cenizas.

No es verdad que a todo el mundo le interese el sexo. El 10% de la gente es asexual: no se siente atraído por ninguno de los dos sexos. Raro, pero cierto.

Según una investigación de la Universidad de Texas, son 237 las motivaciones que nos llevan a tener sexo. El departamento de Psicología determinó que tener hijos y aliviar la tensión dejaron de ser las principales razones, y que han crecido otras como “para quemar calorías”. Otras: “para pagar un favor”, “para cambiar el tema de conversación” y hasta “para quitarme el dolor de cabeza”. La conclusión de los investigadores no sorprendió a nadie: tenemos motivaciones sexuales muy complejas.

Los senos más grandes conocidos fueron citados por W.F. Benedict en su obra The Sexual Anatomy of Woman. Cada uno pesaba 9.5kg.

En 2006, Francis Fesmire de la U. de Tenesee, ganó el Nobel de Medicina por su reporte “Terminación del hipo mediante un masaje rectal”.

El 16% de las mujeres nacen rubias, y 33% de las mujeres son rubias.

El 15% de las mujeres americanas se mandan flores a si mismas en el día de los enamorados.

Las medidas de la muñeca Barbie si esta fuese humana serían de 99-56-84.

El Punto G de la mujer, al igual que el elixir de la juventud, el anillo único, los buffets de “coma todo lo que pueda” y las baratijas de 3 pesos son las cosas más buscadas por la humanidad desde hace siglos. Y ahora, el úrologo Amichai Kilchevsky añade una pizca de escepticismo al mito del Punto G.

Entre las muchas curiosidades y verdaderos mitos sexuales, ahora hay científicos que afirman que el “Punto G” no existe. Basados en una revisión de 96 estudios publicados, un equipo de investigación israelí y estadounidense llegaron a una conclusión: “Sin lugar a dudas, una entidad anatómica discreta, llamada el Punto G, no existe,” dijo el Dr. Amichai Kilchevsky, residente de urología del Yale-New Haven Hospital en Connecticut, y autor principal del estudio, publicado el 12 de enero en la journal of Sexual Medicine.

 

Fuente: El Tribuno

Relatos Antiguos del Diluvio

«Estos tres son los hijos de Noaj, y de ellos fue llena toda la Tierra.»

(Génesis 9: 19)

La historia de Noaj (Noé) y el diluvio (Génesis capítulo 6) es el ejemplo clásico que usan los detractores del Eterno para acusar a la Escritura Sagrada (La Biblia) de copiar de los mitos de otros pueblos de la antigüedad. Muchos escépticos seudocientíficos, junto a sus acólitos, suelen decir que el relato bíblico del diluvio sería un plagio de los mitos sumerios; a veces de Zuisudra y otras de Utnapishtim. Sin embargo, un examen detallado nos muestra que las similitudes no van más allá de un tema común. Ni siquiera se puede sostener que la Biblia haya adaptado un relato mítico, mucho menos hablar de un plagio.

Lo cierto es que haciendo una investigación minuciosa por las distintas civilizaciones, encontraremos que las tradiciones de los antiguos en todo el mundo comparten en común la inclusión de historias de diluvios. Descubriremos que en las leyendas del mundo, es común encontrar relatos sobre una gran destrucción producto de las aguas. Es evidente que todos esos mitos, que provienen de pueblos separados por grandes barreras geográficas, lingüísticas y culturales, no podrían simplemente haberse copiado unos de otros. La explicación de esta coincidencia temática debe encontrarse en otra parte.

Entendamos que si el diluvio fue la primera catástrofe natural que la humanidad conoció. Un cataclismo como el Diluvio, que eliminó de la existencia a todo el mundo de aquel tiempo, sería algo que jamás olvidarían los sobrevivientes. Hablarían de ello a sus hijos y a los hijos de sus hijos.

Desde esto, entonces no es difícil ver cómo llegó a convertirse en un tema recurrente en los distintos pueblos de todas las civilizaciones. Los desastres debido a la fuerza de las aguas, son enormes, imprevisibles, imposibles de resistir y parecen provenir de los cielos. Estas características explican que los hombres de diferentes partes del mundo, sin importar su cultura y sin estar en contacto entre sí, pensaran que un diluvio era un castigo divino.

A su vez, los factores que definen este arquetipo, la destrucción por las aguas de origen divino, bastan para explicar los elementos que se repiten entre todos los mitos (la molestia de los dioses, la advertencia previa, escapar usando algún tipo de navío). Más allá de esos elementos, los relatos del diluvio alrededor del mundo presentan notables diferencias (motivo del diluvio, su duración, tipo de embarcación, número de humanos salvados).

Los relatos mesopotámicos han acaparado la mayor discusión debido a que están culturalmente más cerca del material bíblico que cualquiera de las otras narraciones no bíblicas. El relato del diluvio mesopotámico más famoso es la versión babilónica que se encuentra en la biblioteca del rey asirio Ashurbanipal (siglo VII a.EC) como parte de la extensa epopeya de Gilgamesh.

En esta epopeya, Gilgamesh busca a un hombre llamado Utnapishtim (el equivalente del Noé bíblico), cuya historia es contada de nuevo. Cuando uno de los dioses más altos, Enlil, se enoja por causa del ruido cacofónico que proviene de los seres humanos, decide inundarlos y destruirlos en un diluvio catastrófico. Enkil, el dios de las aguas, revela el intento de Enlil, al mortal Utnapishtim, y lo dirige para que construya una enorme arca para que la llene con parejas de animales. Le ordena no revelar la razón de este proyecto de construcción fabuloso; además, en un punto crítico, Utnapishtim recibe órdenes de subir a bordo a su esposa con él. Durante siete devastadores días, Utnapishtim y su esposa son zarandeados en esta arca mientras la inundación se traga la tierra. Cuando finalmente las aguas decrecen, el arca queda acomodada en una punta de un del alto monte. Utnapishtim envía una paloma, una golondrina y un cuerpo, el cual no regresa, aparentemente al haber encontrado alimento.

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Luego, el hombre desembarca y ofrece sacrificios abundantes a los dioses, quienes a su vez le conceden a él y a su esposa la vida eterna por haber salvaguardado el futuro de los seres humanos y los animales.

Un relato acadio que data aproximadamente del año 1600 a.EC. Vuelve a narrar básicamente la misma historia como incrustada en la épica babilónica de Gilgamesh, excepto en el personaje de Noé se llama atra-Hasis. Una versión sumeria aún más antigua, conocida como Eridu Génesis, contiene la historia de la creación y el desarrollo de las primeras ciudades, junto con un relato del gran diluvio. Aquí el héroe es Ziusudra.

Al asumir una fecha posterior para composición bíblica, algunos eruditos han sugerido que las narraciones mesopotámicas pudieron haber servido como un prototipo para las narraciones de Génesis. Pero la mayoría de los investigadores creen que el relato bíblico no es simplemente una modificación de las historias mesopotámicas, sino una de las varias versiones de una historia común. las diferencias pueden atribuirse a una revelación especial que Dios les dio a los escritores de las Escrituras Sagradas (Biblia), incluyendo a Moshé, el autor del Bereshit (Génesis), a través de quien dio a conocer Su Plan de Redención las otras versiones proporcionan confirmación extra-bíblica de la historia, en vez de demostrar, cómo algunos han sugerido, que la narración bíblica es un mito.

Los griegos también tenían un relato del diluvio, donde se observan las mismas coincidencias temáticas con diferencias fundamentales. Esta vez es Zeus quien decide castigar a los hombres porque el rey Licaón faltó a la hospitalidad, y Prometeo advierte a su hijo, el rey Deucalión, sobre el diluvio. Deucalión y su mujer Pirra construyen una nave, la llenan con provisiones, y luego de flotar por nueve días hacen tierra en el monte Parnaso. En ese lugar, y por consejo del oráculo, reconstituyen la raza humana arrojando piedras a sus espaldas. Es más, el dato curioso es que los griegos hasta hoy se llaman helenos por su legendario antecesor, Heleno, hijo de Deucalión y Pirra.

Realizando todo un tours histórico por las creencias mundiales, veremos que los egipcios, los griegos, los chinos, los druidas de Bretaña, los polinesios, los esquimales y groenlandeses, los africanos, los hindúes y los indios americanos, todos ellos tienen sus propias leyendas sobre el Diluvio.

Aún en la América precolombina aparece el relato de este Diluvio. Ixtlilxoxhitl, el historiador nativo de los aztecas, afirma que el primer mundo duró 1716 años antes de ser destruido por un diluvio. Es muy interesante destacar que esta cifra solamente difiere en 60 años de la que nos da la Torah, por adición de las edades del quinto capítulo de Bereshit.

Los hotentotes de Sudáfrica creen que descienden de un tal «Noh» que se salvó con su familia de la invasión de muchas aguas; y el relato mítico de Hawai habla también de un diluvio del que solamente «Nu-u» y su familia se salvaron.

Los lectores de las Sagradas Escrituras reconocerán inmediatamente las similitudes entre los relatos mesopotámicos, griegos, amerindios y bíblicos. Pero también hay diferencias significativas. De acuerdo a la Biblia, el Eterno no estaba simplemente irritado con estrépito de la humanidad; la Escritura narra que estaba profundamente afligido, hasta el punto de que “le dolió el corazón” por la magnitud de la iniquidad, la rebelión y el pecado que la humanidad había alcanzado (Gén. 6: 5-7). Tampoco la astucia de otra deidad frustró su plan; Dios mismo escogió preservar tanto la humanidad como la vida animal a través de Noaj (vv. 13-22). Génesis también declara acerca de un periodo de diluvio más largo y, aunque Dios hizo un pacto con Noé, no le concedió la inmortalidad.

El análisis profundo de todos estos relatos populares del Diluvio nos permiten notar que están en armonía con algunos rasgos importantes del registro bíblico:

  • 1) un lugar de refugio para unos pocos sobrevivientes,
  • 2) una destrucción universal por agua para el resto de los seres vivos y
  • 3) la conservación de personas humanas.

La obra The International Standard Bible Encyclopedia (edición de G. Bromiley, 1982, vol. 2, pág. 319) dice a este respecto: “Se han hallado relatos de un Diluvio en casi todas las naciones y tribus del mundo. Aunque más comunes en el continente asiático y sus islas meridionales, así como también en América del Norte, estos relatos se han hallado en todos los continentes. La cantidad de relatos conocidos se cifra en unos doscientos setenta […]. En conjunto, se toman como prueba de que la humanidad sufrió una destrucción mundial en un gran diluvio, y que luego la raza humana se multiplicó a partir de una sola familia y desde un mismo lugar. Aunque puede que no todas las tradiciones se refieran a un mismo diluvio, parece que una gran parte de ellas coincide. Si bien se ha dicho que muchos de estos relatos se deben a la influencia de los misioneros, la afirmación no se sostiene, pues han sido los antropólogos quienes, sin un particular interés en la vindicación del testimonio bíblico, han recogido la mayoría de estas narraciones, que tienen un alto componente de fantasía y paganismo, resultado obvio de la transmisión oral por largos períodos de tiempo en una sociedad pagana. Además, algunos de esos relatos antiguos los escribieron personas que estaban manifiestamente en contra de la tradición hebreo-cristiana”.

Ante todo esto entendemos que hay un par de explicaciones posibles para la existencia de múltiples relatos de inundaciones.

Una explicación – que Génesis fue una copia de Gilgamesh – ya se ha discutido y no parece encajar con los datos disponibles.

La otra explicación posible es que la inundación fue un acontecimiento verdadero en la historia del género humano que fue heredado a través de las generaciones de diferentes culturas. Si es así, el relato de Gilgamesh parece haber experimentado algunas transformaciones más bien radicales. La historia es un mito más bien absurdo que tiene poco gran parecido a la realidad. En el contraste, el relato del Génesis es un relato lógico, aparentemente objetivo de un acontecimiento histórico. Carece de los aspectos mitológicos obvios de la Epopeya de Gilgamesh.

Terminemos esta bitácora permitiéndole a nuestra lógica realizar conclusiones correctas sumergiéndose en las líneas del relato en Bereshit.

Sabemos que el Diluvio puso fin a la rebelión que estalló tiempo atrás entre los ángeles. Influenciados por el egoísmo de Satanás, muchos de ellos habían dejado su posición en el cielo para vivir en la Tierra con mujeres, con quienes tuvieron hijos híbridos llamados nefilim (Judas 6; Génesis 6:4). Satanás tuvo que haber estado feliz, pues dicha rebelión degradó aún más a la humanidad, la obra maestra de la creación terrestre del Eterno.

Ya en los días del justo Enoc, casi siete siglos antes del Diluvio, Yahvéh había advertido que destruiría a los malos (Génesis 5:24; Judas 14, 15). Pero la gente empeoró, al punto de arruinar la Tierra y llenarla de violencia. Finalmente llegó el momento de la ejecución. ¿Se alegraron Noé y su familia por lo que estaba sucediendo?

De ningún modo. Y tampoco su compasivo Dios (Ezequiel 33:11). Entendamos que Yahvéh hizo todo lo posible por salvar a cuantos pudiera. Envió a Enoc a advertir a la gente y ordenó a Noé construir un arca. Noé y su familia pasaron décadas en esa labor monumental a plena vista de sus contemporáneos. De hecho, Dios nombró a Noé “predicador de justicia”, y este, al igual que Enoc, informó a las personas sobre el juicio que se avecinaba (2 Pedro 2:5). ¿Qué respuesta obtuvo? Yeshúa, nuestro Mesías, dijo siglos más tarde:

“…y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre…

(Mateo 24:39)

Interesante será notar que Sem, el hijo de Noé, que después del Diluvio vivió quinientos años, pudo relatar el acontecimiento a muchas generaciones. Murió tan solo diez años antes del nacimiento de Jacob. Moisés conservó el relato verdadero en Génesis. Algún tiempo después del Diluvio, cuando la gente que desafiaba a Dios construyó la Torre de Babel, Jehová confundió su lenguaje y los dispersó “sobre toda la superficie de la tierra”. (Gé 11:9.) Lo más lógico era que estas personas llevasen consigo historias del Diluvio y las pasasen de padres a hijos. El hecho de que no solo haya algunos, sino tal vez cientos de relatos diferentes sobre aquel gran Diluvio y que tales relatos se hallen entre las tradiciones de muchas razas primitivas por todo el mundo, es una fuerte prueba de que todas estas personas tuvieron un origen común y de que sus antepasados primitivos compartieron la experiencia de aquel Diluvio.

Numerosos escritores bíblicos corroboran que el Diluvio ocurrió en realidad. (Isaías 54:9; 2Pedro 3:5, 6; Hebreos 11:7.). Pero la prueba más contundente la da nuestro propio Señor Yeshúa, quien aseguró que las características proféticas de los últimos días serían semejantes a los de los «días de Noé» (Lucas 17:26, 27).

En conclusión, vemos que las Santas Escrituras, proporcionan numerosas pruebas que apoyan la autenticidad del relato del Diluvio. Éste no depende de meras tradiciones de hombres, del folclor de pueblos primitivos o de hallazgos geológicos y arqueológicos.

Las Escrituras Sagradas son tan claras como su autoridad misma. Aunque fue escrita por muchos diferentes hombres, el Espíritu Santo del Eterno es el verdadero autor de cada una de sus líneas. La Segunda Epístola de Pablo a Timoteo (3:16-17), nos dice que toda la Escritura es inspirada por Dios, lo cual significa que fue literalmente «espirada por Dios«. Él la escribió, Él la ha preservado a través de los siglos, Él vive dentro de sus mismas páginas y su poder es manifiesto en nuestras vidas a través de ella.

Bereshit y los Relatos Míticos de la Creación… ¿coinciden o difieren?

Por David Nesher

 

Desde el siglo pasado, la humanidad es testigo de una guerra sin tregua planteada desde los académicos de distintos flancos científicos hacia el relato bíblico de la Creación que aparece en el primer capítulo de Bereshit (o Génesis). Así, y desde sus discurso pedagógicos, se ha implantado en tres generaciones la idea de que el relato de la Creación que aparece en las Sagradas Escrituras es un mito más de entre los tantos que sostuvieron las religiones antiguas.

 

En verdad, si investigamos con profundidad, nos sorprenderemos al ver que por todo el mundo encontramos leyendas culturales y mitos que se parecen mucho a ciertos relatos en las Escrituras bíblicas como el de la Creación, la Caída de la humanidad, el diluvio y los relatos de la Torre de Babel. Por todas estas coincidencias, los tenidos como eruditos se apresuran a plantear una serie de cuestionamientos, que conducen sutilmente a la rápida conclusión de que la Biblia registra mitología en sus primeros capítulos.

 

Ahora bien, debo decir que cuando nos enfrentamos a la cuestión de si la Biblia registra la historia antigua con precisión en Génesis 1-11, o si estos pasajes se derivan de algún otro documento “antiguo”, primero tenemos que recordar lo que la Biblia dice sobre ella misma. La Palabra de Dios ha hecho la afirmación final y justificable sobre sí misma que ninguno de estos otros textos antiguos ha hecho. La Escritura Santa afirma en repetidas ocasiones ser la perfecta Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16; 2 Pedro 1:21; Salmo 19: 7; 119: 160). Por lo tanto, si las Sagradas Escrituras hubieran efectivamente tomado prestado de las antiguas mitologías, la anterior afirmación podría ser cuestionada.

 

En verdad, leyendo las historias míticas antiguas sobre la creación en Mesopotamia, Egipto y Siria, se destaca ante el lector el hecho de que ellas hacen mucho más que intentar explicar cómo el mundo físico llegó a existir. A menudo, los mitos de la creación perseguían elevar a un dios particular, de un santuario particular, a la supremacía sobre a los demás dioses con el fin de validar el prestigio de esa deidad, de ese santuario o de la ciudad en la cual el este estaba localizado. Un ejemplo de ello, lo encontramos en los mitos de la creación de los egipcios. En ellos se asevera que un montículo primordial o una “isla de la creación” surgió de un océano primitivo y que un dios específico creó todas las cosas desde ese sitio. Sin embargo, lo interesante, paradógico y absurdo de este mito es que varios santuarios egipcios afirmaron ser el sitio de dicho montículo primigenio y aseguraron que el dios de ese templo respectivo fue el gran y único dios creador. En Menfis, era Ptah. En el Hermópolis, era Thoth. En Heliópolis, fue Ra-Atom. En este último templo se decía que una piedra sagrada marcaba el sitio exacto donde Ra-Atom, en la forma de un ave de “Bennu”, descendió e inició el proceso creativo.

 

También debo aquí señalar que algunos temas comunes en los mitos de la creación incluye la generación espontánea de dioses, la reproducción sexual entre dioses y la deificación de la naturaleza (por ejemplo el sol y la luna teniendo coito y dando criaturas).

 

Otra característica a resaltar de un mito de la creación e s que a menudo se enfoca en elementos geográficos y en otros elementos únicos del santuario asociado con el mito. Un mito egipcio, por ejemplo, presta especial atención a la creación del Nilo.

 

En ocasiones, los mitos de la creación narran batallas entre dioses y monstruos primitivos, caos acuático, a través del cual uno o más deidades alcanza la supremacía. Algunas veces, la creación ocurre cuando un dios derrota a un mostró primitivo y divide su cuerpo en dos partes, las cuales se convierte en cielo y tierra, o tierra y agua, etc. En el mito de la creación babilónica, llamado Enuma Elish, se describe la derrota de la diosa madre y monstruo marino Tiamat por parte del dios Marduk. En sus líneas se describe como después de una terrible batalla, Marduk le quita la vida a Tiamat, corta su cuerpo a la mitad como “un pez para ponerlo a secar” y lo usa para formar la bóveda celestial llena de las constelaciones que marcarían el destino de los seres humanos. Esta victoria supuestamente establece la supremacía de Marduk entre todos los dioses.

 

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Marduk le quita la vida a Tiamat

Los mitos de la creación de los griegos son similares. Después del caos inicial, las primeras deidades Gaia (diosa terrenal) y Urano (dios del cielo) surgieron una serie de dioses similares a monstruos (como Cronos, Typhon y los Titanes). Pero Zeus (hijo de Cronos) es quien termina venciendo a estos seres y establece el orden del mundo actual.

 

Además, una enseñanza espantosa que surge de la mayoría de los mitos creativos es que los seres humanos son creados  como mano de obra para realizar el “trabajo sucio” que los dioses necesitan que se haga para ellos tener fuerza y poder. Algunos mitos retratan a los humanos como esclavos de los dioses, cuya función principal es alimentarlos con sus sacrificios.

 

En cambio, podemos destacar que el relato del Génesis desafía explícitamente las afirmaciones de estos mitos antiguos de la creación al revelar la unidad y soberanía de Dios, al describir los cuerpos celestes y las criaturas del gran mar como sus creaciones y al presentar a los seres humanos como sus mayordomos, y verdaderamente portadores de su imagen, en vez de una creación tardía nacida de la necesidad o el ocio divino.

 

En una simple lectura observamos que la narración de la creación en Bereshit o Génesis se refiere al sol y a la luna como la “gran luz” y la “pequeña luz” ¿Por qué? Al describir estos cuerpos celestiales de esta forma, la Biblia los reduce a una condición de meros objetos físicos que “gobiernan” solo en el sentido en que emiten luz y delimitan el calendario. En contraste, en los mitos antiguos, notamos que en sus idiomas mismos las palabras traducidas “Sol” y “Luna” se refieren a divinidades. Ejemplo de esto es como se refieren al dios (diosa) sol y al dios (diosa) luna. Una demostración de esto último lo encontramos en la palabra Shamash, que en sumerio significa sol, pero es también el nombre del dios Sol de la Mesopotamia. La palabra griegas Selene traducida como “luna”, es también el nombre propio de una diosa griega llamada Selene, supuestamente regente de nuestro satélite. Similarmente, los antiguos consideraban a las estrellas (o constelaciones) seres divinos. En contraste, la concisa declaración bíblica: “…también hizo las estrellas” (Gn 1.16) degrada a estos cuerpos a la condición de simples objetos creados por el Eterno.

 

Podemos notar pues que la narración de Bereshit (Génesis) rechaza el tema central de la religión pagana: el panteísmo o deificación de la naturaleza. Interesadamente, no busca elevar a YHWH sobre otros dioses. De hecho, en el relato del séptimo día de la creación (Gn. 1:1-2:3) no se menciona a YHWH; al Creador simplemente se le llama “Elohim (Dios)”, un término más genérico. Incluso Génesis capítulos 2 y 3 no da indicios de que YHWH necesitara establecer su supremacía sobre otras deidades. No hay una conquista de otros dioses o monstruos, y no nos dice que algún santuario o ciudad sea el lugar desde el cual Dios empezó su proceso creativo. No se menciona ningún objeto sagrado. El Dios de Génesis 1 Es verdaderamente El Dios del universo.

 

Como podemos ver, al reflexionar profundamente en todo esto, no es difícil descartar los textos mitológicos del Antiguo y Cercano Oriente como fuentes de influencia para el relato de Bereshit (Génesis). Mientras Bereshit es confiable, estos relatos no lo son. Mientras Bereshit muestra consistencia sobre el carácter justo y soberano de nuestro Dios, los textos mitológicos muestran a los dioses como poco más que gente en constante disputas, que se engañan entre sí y a la humanidad, y que carecen de control soberano y efectivo. Mientras que el relato del Diluvio en Bereshit da suficiente información creíble para permitir la confirmación histórica y geológica, los textos mitológicos proporcionan poco que pueda ser confirmado, y lo que se proporciona no tiene sentido lógico o científico.

 

Las similitudes que existen entre el relato bíblico, las antiguas mitologías de Oriente Próximo y la Epopeya de Gilgamesh solo tienen sentido desde un punto de vista escritural. Los creyentes en el Mesías no debemos sorprendernos de que grupos étnicos por todo el mundo tengan sus propios relatos de la Creación, la Caída, el Diluvio, relatos sobre hombres de grandes edades, e incluso sobre la Torre de Babel. Los relatos solo nos dicen que alguna vez la gente tuvo el mismo registro o testigo de un acontecimiento común que fue transmitido por una generación que alguna vez se congregó en el mismo lugar y al mismo tiempo.

 

A la luz de la Escritura, notamos que la mitología de todo el mundo sirve para confirmar que la Biblia es realmente la Palabra de Dios y la única verdad fiable. El mensaje que en ella encontramos es que el Eterno mismo entra en la historia este mundo y la guía en sus acontecimientos para terminar tomando sobre sí, a través de su Mesías, la ira que merecemos. Sólo a través de la consistente Palabra de Dios podemos saber que la salvación sólo se recibe por la fe en la obra redentora de Yeshúa HaMashiaj .

Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría

Por P.A. David Nesher

“…con esto sabrás que Yo soy YHVH…

(Éxodo 7: 17)

Asombrado, el historiador griego Heródoto llegó a asegurar que los egipcios son los hombres más religiosos del planeta. Y es que en Egipto, la religión era la base de todo, y lo dominaba todo, tal y como lo había instalado en su fundación el mismo Nimrod, cuando huyó de Babel, después del juicio divino que derrumbara su torre manipuladora de masas.

Las diez plagas marcan el clima de la redención (gueulá) del pueblo de Israel. De acuerdo a la Instrucción (Torah) divina, éstas deben de ocupar el tema principal en la noche de la cena de Pesaj. Yahvéh, nuestro Dios, pudo poner tremenda presión sobre los egipcios desde el principio, para que así fueran libertados los israelitas rápidamente. Pero no fue así, el proceso divino fue paso a paso. ¿Que en realidad podemos aprender con esto?

Lamentablemente la anti-esencia de la idolatría es la creencia en que cada fuerza de la naturaleza tiene escondido un dios que la controla. En un mundo idólatra, cada fuerza de la naturaleza tiene su propio dios, y cada dios es una fuerza independiente y diferente. Los dioses discuten y luchan, y el hombre queda abandonado a merced de los caprichos y celos de estos ruines personajes. Por lo tanto, no hay un sentido de justicia o piedad, pues cada dios tiene su propia agenda. La idea de un Dios único que controla todas las fuerzas de la naturaleza al mismo tiempo el cual se relaciona con el hombre en un balance de justicia y misericordia no era muy popular en la sociedad egipcia.

En Mitzraim (Egipto), idolatraban al río Nilo, al dios sol, a la diosa gato, al dios oveja, etc. Yahvéh, nuestro Dios, ideó las diez plagas para romper las leyes de la naturaleza por completo y así demostrar – no sólo al pueblo de Israel, sino también a toda la humanidad, en todas las generaciones – que es sólo Él quien controla toda la naturaleza y todo el mundo físico, y que no hay nada fuera de Su control soberano.

Por la misma Torah entendemos que la naturaleza no actúa independientemente de la voluntad de YHVH; sin embargo, también sabemos que nuestro Dios sí creó leyes en la naturaleza y no le gusta interferir en ellas. Ciertamente el Eterno es capaz de hacer lo que quiera, pero él no anda jugando con el mundo físico y su funcionamiento. Por esto, entendemos que la mayoría de los milagros son fenómenos naturales impresionantemente cronometrados. Esto significa aceptar que toda la existencia, todos los procesos del universo físico, son un milagro. Nos hemos acostumbrado tanto a esto en nuestras vidas cotidianas que simplemente no nos damos cuenta.

Pero las diez plagas son una excepción notable a esta regla. Más bien son un claro ejemplo de YHVH rompiendo las leyes de la naturaleza.

Las Diez Plagas son probablemente la faceta más reconocible del Éxodo. Si examinamos cuidadosamente cada una de ellas podremos ver con facilidad que fueron diseñadas para mostrar el control del Eterno sobre todas las fuerzas de la naturaleza: el agua y la tierra; el fuego y el hielo; los insectos, los reptiles y los mamíferos; la luz y la oscuridad; y finalmente, la vida y la muerte. Las diez plagas hicieron más que traer dolor y sufrimiento al pueblo egipcio. Cada una de ellas atacó al menos a uno de los muchos dioses egipcios, demostrando la impotencia de sus ídolos y la omnipotencia del Eterno, nuestro Dios.

El Faraón mismo y su casa eran considerados dioses en Egipto y cuando, a pesar de las continuas advertencias dadas por YHVH mediante Moisés y Aarón, el terco Faraón se opuso, el Eterno envió un total de diez plagas, una tras otra, intercaladas con continuas advertencias y oportunidades de rectificación. Cada una de las plagas afectó a animales, objetos o lugares que supuestamente eran sagrados y protegidos por sus dioses. La enseñanza para los egipcios fue conocer al Eterno y único Dios. La Torah repite cinco veces que las plagas eran para que los egipcios supieran que YHVH es el amo de todo el universo

Las diez plagas expresaron el juicio del Eterno contra «todos los dioses de Egipto (Mitzraim)» (Éxodo 12:12). Y después de la derrota de Faraón, Moisés canta: «¿Quién como tú entre los dioses, oh Yahvéh? » (Éxodo 15: 11).

Cuando el Eterno, uno a uno fue degollando los títeres del paganismo egipcio, no dejaba escapatoria para constatar la realidad: ¡hay solamente Uno (Ejad) que gobierna y domina, sin asociados, ni oponentes!

LA ADVERTENCIA PRELIMINAR: ¡YHVH ES EL ÚNICO SOBERANO!

Termutis, diosa protectora del faraones, era representada en la tierra por la cobra. En realidad, los egipcios creían que la reina del cielo (título favorito de HaSatán) se encarnaba en este ofidio y se instalaba como corona sobre la mente de los faraones. Por ello, este reptil era considerado uno de los guardianes de los faraones de Egipto, razón por la que la corona real mostraba la imagen de una.

Cuando la vara de Moshé (Moisés) se convirtió en serpiente y luego se tragó a las varas/serpientes de los magos de Paró (Faraón en hebreo), fue una forma de demostrar que el Dios de los israelitas era más poderoso que el dios y protector de Paró (Éxodo 7:11-12). Solamente bajo la sombra del Altísimo se puede habitar seguro (Salmo 91:1).

TRES GRUPOS DE PLAGAS

La literatura especializada nos pone en conocimiento de la existencia de centenares de deidades poblando la afiebrada imaginación mística de los egipcios; por ello, se hace difícil indicar con exactitud todas los ídolos que fueron execrados por las plagas que el Eterno envió sobre Mitzrayim.

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Las diez plagas presentan al Eterno como el Señor de toda la tierra y que interviene en la historia “por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra”.

No solo es una lucha entre Moisés y el Faraón, es una contienda entre el poder único de YHVH y los «diositos» paganos de Egipto representados todos por la persona del Faraón.

¡Sólo hay una fuerza y poder en el universo y es la del verdadero Dios, cuyo nombre es YHVH!. No es una lucha entre el bien y el mal porque el Eterno esta por encima de todo lo creado. Él está por encima de la existencia misma.

Con fines didácticos, hay autores que dividen a las diez plagas en tres grupos de tres cada uno. Cada grupo fue una enseñanza a Faraón y al mundo en general.

Lo que tienen en común es que en la primera plaga de cada una de las series de tres, YHVH le dice a Moshé que se presente ante al Faraón en la mañana cuando éste sale al Nilo. En la segunda le dice que se presente ante el Faraón en su palacio. Y la tercera es sin advertencia previa, y generalmente se trata de un golpe o molestia más psicológica.

La finalidad del primer grupo, sangre, ranas y piojos, es esencialmente el reconocimiento de la existencia del Dios único, dentro de un marco que claramente diferencia entre la existencia de un Dios verdadero y la existencia de poderes imaginarios y la fuerza impura de los brujos y hechiceros, los cuales llenaban la tierra de Egipto. En la advertencia sobre la orilla del río que precede a la plaga de sangre, se define esta finalidad teológica:

“con esto sabrás que Yo soy el Eterno“
(Éxodo 7: 17)

En el trascurso del tiempo que las plagas de sangre y ranas golpearon a Egipto lograron los brujos imitarlas con diferentes hechizos, sin embargo en la tercera plaga se logra el objetivo esencial de este grupo y los brujos debieron reconocer que la aparición de los piojos no podía ser sino “el dedo de Dios”.

Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:
Di a Aarón:
“Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto.”Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto.Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho”.

(Éxodo 8:15-19)

El reconocimiento básico en la existencia del Eterno Dios, es designada la segunda triada de plagas, mezcla de animales, epidemia y llagas, para agregar un segundo peldaño, un escalón que afirmará la supervisión cósmica del Creador.

Existen seres humanos que reconocen la existencia de un Creador pero niegan que la divinidad pueda tener alguna relación íntima y especial con el mundo que creó. Para ellos, este concepto encaja muy bien dentro de una visión general que se desentiende del principio del premio y el castigo, y de la distinción entre un justo e injusto. Sin embargo, frente a opiniones de este tipo, fija en forma rotunda la advertencia sobre la orilla del Nilo que se realiza previa a la plaga de mezcla de animales:

“separaré en aquel día la tierra de Goshen que mi pueblo habita, para que no haya allí mezcla de animales, de tal modo sabrás que Yo soy el Señor dentro de la tierra”
(Éxodo 8:22).

De tal modo las plagas que pertenecen a este grupo acentúan la distinción entre Israel y Egipto, e incluso entre el rebaño de Israel y aquel de Egipto, para que aprendamos la supervisión universal del Eterno sobre sus criaturas y la distinción que hace entre los justos e injustos.

El tercer peldaño se define dentro de la advertencia que precede a la plaga del granizo, que abre el tercer grupo:

“Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra.”
(Éxodo 9, 14)

Según el sistema psico-cultural pagano imperante en Egipto, incluso después que una persona haya reconocido la existencia de Dios y su supervisión cósmica, siempre es proclive a pensar que ciertamente la divinidad es poderosa, pero es un poder entre tanto otros semejantes. Por este motivo se acentúa en estas últimas plagas lo especial de cada una de ellas; en:

  • el granizo: … “muy pesado que no hubo como este en la tierra de Egipto desde que existe hasta ahora…” (9,18);
  • y en la langosta – “que no vieron tus padres ni los padres de tus padres desde el día que estuvieron sobre la tierra hasta ahora…” (10,6).

La plaga de la oscuridad expresa también lo exclusivo del poder divino, que muestra el control de YHVH sobre el presuntamente más fuerte de todos los dioses egipcios, el sol.

¡Cada una de las plagas atacaba un grupo de los dioses egipcios! 

A continuación les comparto un cuadro en el que podrán apreciar y comprender cada plaga como un palo que golpea en el rostro a distintas divinidades egipcias:

PlagaDeidad falsa
Sangre   (Éxodo 7:14-25)Khnum: dios carnero supuesto creador del agua y la vida.  
Hapi: deidad del Nilo, principal entre todos los dioses (por sostener la vida en Egipto).
Sodpet o Sobek, el dios cocodrilo que supervisaba las aguas de las inundaciones del Nilo tan necesarias para la fertilidad de la tierra.
Taweret: la diosa hipopótamo guardiana del embarazo y el parto.
Osiris: se creía que el río Nilo era su corriente sanguínea.
Ranas   (Éxodo 8:1-5)Heket o Heget: deidad de la fertilidad, y uno de los dioses primigenios, simbolizada por una rana.
Jejenes, piojos (polvo de la tierra fue usado para provocar esta plaga)   (Éxodo 8:16-19)Gueb: deidad de la tierra que cumplía la función de la fertilidad de la vegetación. Encarcelaba las almas de los muertos y cuando se reía producía terremotos.
«Mixtura» o enjambres de insectos _Arov_ (moscas, tábanos, escarabajos, cucarachas, etc.)   (Éxodo 8:20-24;  Sal. 78:45)Kheper Khefri: deidad de la renovación vital, simbolizado por el escarabajo.  
Dúa: deidad de los artículos de tocador, el aseo personal y la higiene del hogar.
Shejmet: deidad leonina patrono del fuego, guerra y pestilencia.
Peste en animales domésticos   (Éxodo 9:1-7)Hathor: deidad de la belleza, el amor  y la ganadería. Simbolizada por una vaca. Criaba y amamantaba a los hijos del faraón.
Apis: deidad con figura de toro.
(Hubo numerosas deidades animales, que no mencionamos.)
Úlceras o forúnculos   (Éxodo 9:8-12)Imhotep: El curador mítico (también conocido como Toth, deidad de la inteligencia, la educación y la sabiduría médica y oculta).  
Sekmet  y Konsu: los dioses de la medicina y la curación.
Granizo y fuego   (Éxodo 9:12-35; Salmo 78:47-48)Nut: deidad femenina de los cielos y el clima.  
Seth: deidad del viento, de las tormentas y protector de las cosechas;
Neper Nepri: el dios de las cosechas de granos; Renenutet: diosa de la fertilidad y la comida.
Osiris, el gobernante de la vida
Langosta   (Éxodo 10:12-15)Anubis: deidad de los campos.  
Isis: deidad protectora contra la langosta.
Serapis: deidad que resultaba de la asimilación de Apis, a su muerte, con Osiris. Min: deidad de la fertilidad y la vegetación, protectora de la cosecha.
Nepri: divinidad masculina protectora de los cultivos, las cosechas y el pan.
Oscuridad   (Éxodo 10:21-23)Ra, Atom, Horus: deidades solares.   Shu: dios del aire, Amun o Amón:  dios del viento
Muerte de primogénitos   (Éxodo 12:29-33)Isis: deidad protectora de la maternidad y de la vida y la salud de las familias. Especialmente protectora del Paró (Faraón).   Osiris: Juez de la muerte, protector de los difuntos y señor del Faraón. Horus: deidad hijo de Isis y Osiris Nekhebet: protector de los nacimientos, y de la casa real (era una mujer con cabeza de buitre). Faraón: El primero de su pueblo, el protector de las primogenituras egipcias por lo que era considerado deidad por los egipcios.
ANÁLISIS DE LOS EFECTOS PSICOLÓGICOS QUE PRODUJERON LAS DIEZ PLAGAS.

Si analizamos rápidamente el panorama psicológico de estos eventos notaremos por ejemplo que cuando el Nilo se convirtió en sangre, los egipcios deben haber pensado que los dioses del Nilo habían sido asesinados. Esa idea causó terror en la mentalidad de todo el Imperio, por lo que los magos acudieron urgentemente a traer paz al Faraón y sus súbditos, imitando el evento con su conjuros y hechizos.

En otro análisis diré que Heket, la diosa egipcia de la fertilidad y la resurrección, era adorada como una rana. Las mujeres egipcias usaban amuletos con una imagen de Heket para recibir protección durante el parto. Matar ranas intencionalmente estaba prohibido e incluso matar una accidentalmente era castigado con pena de muerte. Las ranas representaban una vida larga y eternidad. Por eso la plaga de ranas atacó a los egipcios usando su propio símbolo de protección. Hizo que odiaran a su propia deidad y fueron forzados a matar al animal que para ellos era la manifestación de una diosa. Cuando las ranas muertas formaron montañas putrefactas al final de la plaga, se reforzó el mensaje de que su diosa estaba muerta y era desagradable.

Es difícil imaginarlo, pero en el Antiguo Egipto, las moscas representaban tenacidad, coraje, vida eterna y, en ocasiones, también fertilidad. En antiguas tumbas egipcias han sido encontrados labrados en roca y amuletos con forma de mosca. Ser atacado por el insecto que reverenciaban debe haber sido un golpe inmenso para la mente egipcia.

Los animales sagrados eran adorados como la personificación de los dioses y cuando morían se los embalsamaba. Además de dañar la fuente de alimentos y sustento de los egipcios, la quinta plaga mató a sus dioses, matando el ganado vacuno y ovino que los representaba.

Sekmet y Konsu, los dioses egipcios de la medicina y la curación, quedaron denunciados como ineptos para sanar, tanto como la deidad en jefe Imhotep. Los egipcios comenzaban a temblar de miedo a las afecciones de su salud.

Los antiguos egipcios también adoraban al ojo de Horus, que creían que era un símbolo de protección. Es posible que cuando las langostas son descritas como cubriendo el ojo de la tierra (Éxodo 10:5), se refiera a la percepción de los egipcios de que el ojo protector de Horus fue eclipsado por YHVH nuestro Dios.

Para los egipcios, la densa y negra oscuridad durante siete días y noches fue una clara señal de la derrota de Ra, dios del sol. La fuente de poder de sus almas caía como falsa frente al poder del Creador del sol.

Muerte de los Primogénitos.

La sociedad egipcia estaba construida sobre el culto al primogénito. Ellos aseguraban que Osiris (nombre egipcio de Nimrod), el hijo primogénito de Ra, fue el primer Faraón debido exclusivamente al orden de su nacimiento. Los egipcios creían que todo Faraón era también un dios, el hijo primogénito del primogénito llegando hasta Osiris mismo. Esta plaga destruyó la ilusión final de poder e inmortalidad del líder primogénito egipcio.

Cuando YHVH envió a Moshé donde Paró por primera vez, le dijo que Israel es mi hijo primogénito (Éxodo 4:22). Al matar al primogénito de Egipto y salvar a Israel, el Eterno mostró que Su primogénito es el primogénito verdadero y le dio el golpe final a la estructura religiosa egipcia basada en el primogénito falso (Nimrod).

Las plagas no sólo fueron una venganza creativa, sino que también vinieron a darnos una lección. Fue un reconocimiento de YHVH como único Dios verdadero. Fue un desmantelamiento completo y paso a paso del sistema de creencia egipcio, primer bastión sobreviviente del anti-diseño astrológico conocido como Babel.

Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de dejar en claro al mundo en general (y al pueblo de Israel en particular) la conexión que hay entre Dios (Elohim) y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia del Eterno.

Ahora, para finalizar me despido invitándolos a ver este video que resume lo que aquí hemos considerado:

Te recomiendo también estudiar lo que está propuesto en esta bitácora:

Las falacias de la Tradición contra la Verdad de la Instrucción Divina

«Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas».
(Juan 3:19)

 

Debo comenzar esta bitácora, confesando delante de Uds. que los lineamientos divinos expresados en este versículo no han cesado de vibrar, en mi mente y corazón, desde hace ya tres días.

Sucede que he discernido en mis razonamientos la triste realidad que las congregaciones evangélicas viven hoy. Una realidad muy acorde al siglo XXI: mucha información pero cada día mayor necedad voluntaria.Los medios, globalizados en redes, y especialmente expandidos por medio de la Internet, ofrecen a cada momento un torrente de información de diversos niveles y tintes, que permiten conocer los fundamentos y las dinámicas de las distintas y variadas áreas humanas. Gracias a Internet, los seres humanos, ahora, tenemos acceso ilimitado a la información, y con ello, a millones de fuentes.

Aprovechando esta avanzada frenética de la ciencia y la tecnología, la gracia de de nuestro Dios Eterno ha permitido a todos aquellos que se dicen creyentes en Su Palabra, acceder sin límites a toda información que quieran y necesiten recibir en temas cruciales de sus prácticas de fe.Entiendo que en medio de la aventura del alma buscando el saber siempre está el riesgo de encontrarse perdido en los caminos del error que fundamenta una mentira y que, en el caso de un creyente en el Eterno, puede conducirlo a la herejía que hace caer en apostasía. Muchos de los llamados por el Padre Celestial, a veces en sus búsquedas sinceras olvidan algo: no todas las fuentes son veraces. Ante esto he sido testigos de cómo muchísimos redimidos han caído rápidamente en los lazos del engañador (diablo) y se han apartado de la fe, uniéndose al listado interminable de los condenados al juicio divino que los espera después de la segunda resurrección.

 

Sin embargo, en otras oportunidades, la comezón de oír, puede conducir a los escogidos a páginas con contenidos fundamentados en al correcta información, pero que, lamentablemente, son inspiradas por el mismo espíritu que susurró a los oídos de Hava (Eva) falacias que conducen a la rebelión que obliga al Eterno a aplicar, primeramente maldición, y luego condenación. Para que se entienda bien lo que quiero expresar, primeramente definiré lo que significa la expresión falacia. Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE) una falacia es una mentira o engaño con el que se pretende dañar a una persona sin que ésta se dé cuenta. En la lógica, el concepto se utiliza para referirse a un argumento que intenta defender algo que es falso, desde la utilización de conceptos verdaderos.

 

Encabecé esta bitácora con las palabras mesiánicas que han estado invadiendo constantemente mi mente y corazón estos tres últimos días, porque he notado que la gran mayoría de los escogidos que aún habitan en medio de la Gran Ramera, lo hacen no por estar hipnotizados por los encantamientos de este sistema, sino porque voluntariamente gozan de los placeres que sus dogmas y costumbres promueven.
Si han discernido bien la enseñanza dada en este video, lo que «Voz de la Luz» (nombre del ministerio de esta mujer) expresa claramente es que existen fiestas paganas heredadas a través de tradiciones humanas. Es decir, que esta mujer reconoce que la navidad, así como otras costumbres, procede de una herencia totalmente ajena a la que el Eterno ha entregado a Su Iglesia, a través de la redención hecha en Su Hijo, nuestro Mesías. Desde esta posición de su ponencia, la «profeta» (no entiendo por qué usa título viril) da la sensación de estar de acuerdo con lo que nuestro amado Señor enseñó con respecto a la tradición de los hombres y sus efectos contrarios a la Palabra de Dios (ver S. Mateo 15:2-9), sin embargo al terminar su exposición descubrimos que esto no es así, sino que, por el contrario, para ella esta tradición debe ser simplemente «redimida» para Dios, osea robada a Satanás (según su óptica) y traída como obsequio al Eterno, nuestro Abba.

Para que esta conclusión sea aceptada y creída por sus oyentes, es interesante observar que la asumida sierva al servicio de los santos utiliza una excelente exposición de conocimientos certeros, sujetos todos a los datos históricos correctos.

De ese modo, la enseñanza transcurre primeramente por el calendario hebreo (al que ella llama judío), señalando magistralmente la fecha de concepción y nacimiento aproximadamente correcta del Mesías. Recurriendo a la explicación de los 24 turnos sacerdotales y su aplicación a Zacarías, sacerdote del turno de Abías, padre del profeta Juan, el bautista, ella deja bien en claro que la clase sacerdotal de Abías ministraba en el 4º mes (llamado por la casa de Judá, Tamuz). Zacarías, que pertenecía a este linaje sacerdotal, estaba justamente ministrando en este mes cuando recibió la noticia de que su mujer concebiría de él un hijo a partir de este tiempo (junio-julio). La misma Ana Méndez lee el evangelio de Lucas (cap.1: vs.5-13; 36) y hace asumir que, siendo este el tiempo de concepción de Juan, su nacimiento ocurriría en el mes de adar, demostrando así, por lógico conteo de meses, que el Mesías debe haber nacido en las segunda quincena del 7º mes (tishrei) aproximadamente.

Luego, y del mismo modo magistral, esta mujer aporta a sus oyentes la información, también certera del mitraísmo, religión esotérica que influenció al Imperio Romano durante los siglos II al IV, y que los mismos emperadores practicaban y promocionaban. En esta sección de su enseñanza, ella dejará constancia de que las anécdotas referentes al nacimiento del Mesías y asumidas por la cristiandad como ciertas (pesebre en una cueva, animales que rodean a un «niño dios», etc.) pertenecen en realidad al mito del nacimiento de Mitra, un falso cristo invocado en aquel entonces y que está relacionado con Tamuz, el hijo de Nimrod y Semirámis, posteriormente divinizado por distintas culturas y civilizaciones. Ella demuestra en esta marcha pedagógica cómo esta religión cristalizó la fecha del 25 de diciembre como el festival del Natalis Solis Invictus (Nacimiento del Sol Invisible o Navidad). Queda claro como, a través de Constantino, esta fiesta será una sincretización aceptada por los obispos de occidente ante las ofertas políticas que ese emperador les ofreció para dejarlos funcionar como religión oficial del Imperio.

 

También, aprovecha esta sección, para explicar las costumbres asumidas por las tradiciones navideñas provenientes de las saturnales. Las Saturnales (en latín Saturnalia) eran unas importantes festividades romanas. Esta fiesta se celebraba con un sacrificio en el Templo de Saturno, en el Foro Romano, y un banquete público, seguido por el intercambio de regalos, continuo festejo, y un ambiente de carnaval que desplomaba las normas sociales. Todo esta información la profundiza esta mujer mientras enseña.Luego, la enseñanza «mendeziana» discurre por la correcta información que conecta a a esta fiesta con las tradiciones nórdicas de Europa. Es perfecta la síntesis que esta mujer realiza demostrando que el espíritu de la navidad está conectado a la actividad diabólica de la adoración falsa de las naciones bárbaras que la  practicaron. Terminará mostrando como el dios Odín, montado en la cabra (símbolo de la rebelión), cabalgaba en los cielos de esas regiones trayendo un mensaje de paz, junto con regalos a sus adoradores. Es aquí dónde esta mujer pone su punto de denuncia al consumismo, explicando claramente que esta camino reptiliano es el producto propio de esta celebración luciferina.

Por último, y como si tanta información acertada no alcanzara, Ana Mendez recurrirá al relato de sus experiencias viajeras. Entonces conduce la atención de todos a una experiencia que tuvo con otros supuestos «profetas», en una misión (dada según ella por Dios) al polo norte. Habla allí de correos navideños enviados al «palacio de Santa». Se remonta a visiones en el que aparecen troll y otras especies del inframundo. Y terminará infundiendo miedo a sus espectadores aduciendo que esos demonios visitan cada 25 de diciembre sus casas y familias trayendo maldiciones y plagas de todo clase.

Por todo esto, y ante tanta y correcta información, la conclusión de esta enseñanza se desprende libremente en el corazón de los que escuchan esto. Se denota y discierne como el espíritu pedagógico de la Verdad, está listo para manifestar su producto: hombres libres de cautividad. Sin embargo, y lamentablemente, el resultado de esta exposición, de repente se frena, y luego desviándose, termina diferente. La «profeta», con total falta de compromiso ante el llamado del Eterno, y como pretendiendo ganar más «admiradores», dirá adulando a sus oyentes que es necesario celebrar esta fiesta pero limpia de toda contaminación pagana. Para ello, justificará que estas fechas forman un buen tiempo para proclamar el evangelio de Jesús, procurando que Él nazca en los corazones de los hombres, que en esta temporada se inclinan a buscar de las cosas del Dios vivo.  Pues bien, ante este resultado, y entendiendo el significado de las palabras, debo decir que una veza más estamos ante una falacia.

Pero de repente la Escritura comienza nuevamente a vibrar en mi mente y corazón. Tengo claro en mí que cuando hay Instrucción (Torah), no es necesaria tanta visión. Entonces, me hago consciente que no hay nada nuevo bajo el sol. Entiendo que siempre el alma del hombre busca rebeldemente aquello que el Eterno le ha señalado que no es conveniente para su vida. Los hombrees tienden a elegir el camino de la muerte. Israel siempre nos es ejemplo en esto. Su historia escrita lo demuestra. Fue por esta constante actitud negativa de buscar falacias para interpretar la Torah que el Reino del Norte fue dispersado y nunca más volvió a su heredad:

«Mas ellos no obedecieron, antes endurecieron su cerviz, como la cerviz de sus padres, los cuales no creyeron en Yahvéh su Dios.
 Y desecharon sus estatutos, y el pacto que él había hecho con sus padres, y los testimonios que él había prescrito a ellos; y siguieron la vanidad, y se hicieron vanos, y fueron en pos de las naciones que estaban alrededor de ellos, de las cuales Yahvéh les había mandado que no hiciesen a la manera de ellas.
Dejaron todos los mandamientos de Yahvéh su Dios, y se hicieron imágenes fundidas de dos becerros, y también imágenes de Asera, y adoraron a todo el ejército de los cielos, y sirvieron a Baal;  e hicieron pasar a sus hijos y a sus hijas por fuego; y se dieron a adivinaciones y agoreros, y se entregaron a hacer lo malo ante los ojos de Yahvéh, provocándolo a ira. 

 

Yahvéh, por tanto, se airó en gran manera contra Israel, y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino sólo la tribu de Judá».
(2Reyes 17:14-18)

No obedecer la Torah (Instrucción) produce juicios divinos, y todo juicio termina en condenación, palabra que el «mundillo evangelicoide», desde sus líderes mismos, dicen que no corresponde usar. Seguir las costumbres de pueblos ajenos a Israel es propio de la vanidad que el Santo denuncia. ¡Navidad es Vanidad!La señora Méndez, al igual que una inmensa mayoría de líderes religiosos, no quieren someterse al llamado que el corazón pastoral del Eterno tiene para aquellos que se dicen siervos de Su propósito:

 

«Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio».
(Ezequiel 44:23)

Cuando la misión pastoral se lleva en el carril correcto de su diseño no se teme la pérdida de discípulos. Al contrario, el Espíritu Santo del Eterno se está moviendo en Su Gracia sobre las aguas (naciones, muchedumbres, pueblos, etc.) permitiendo que toda esta información histórica esté saliendo a la luz de las conciencias con el fin de que el Pueblo de Yahvéh salga de las zonas de cautividad babilónica.

No estamos llamados a robar nada. No somos ladrones. Ladrón es HaSatán desde el principio. Él viene para robar, matar y destruir (Juan 10:10) y de acuerdo al contexto de esta denuncia mesiánica, esto él lo hace por medio de las estructuras religiosas que opresionan a los hombres con tradiciones y dogmas provenientes de las fauces del adversario mismo.

Los invito a escuchar esta pequeña reflexión que grabé al inicio de este mes ante esa falacia de que hemos robado la navidad, y otras costumbres al diablo, para dedicárselas al Eterno Dios:
(Nota:Aunque el video aduce que no se puede reproducir, los invito a hacer click sobre la imagen del mismo en el cartel ACEPTAR y serán redireccionados al link original. Tengan paciencia el material tarda en comenzar debido a la publicidad)

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El Origen del Calendario Actual y el Poder para Redimirlo

Por P.A. David Nesher

«Los que emplean mal su tiempo son los primeros en quejarse de su brevedad»

(Jean de la Bruyere)    

   

Medir el paso del tiempo lineal, más específicamente el paso de las estaciones y los grandes ciclos cósmicos, ha sido una constante, compleja e ingeniosa tarea a la que la humanidad se abocó, por orden misma del Creador e incluso hasta el día de hoy.  

Un calendario es el instrumento que le permite al ser humano unirse con el tiempo, es decir, sincronizarse con el cosmos y con las leyes que rigen su naturaleza.

¿Qué pasaría si no ocupáramos calendarios?

Simplemente nuestra mente tendría que estar en el aquí y ahora, siempre en tiempo de eterno presente. La propuesta divina, del diseño original, que al final de los siglos la humanidad redimida podrá vivir en la Presencia del Eterno.

¿Cómo apareció el Calendario Actual?

Los calendarios (del griego Kalendas: el primer día de cada mes para los romanos) tal como los conocemos alrededor del mundo, se basan en los ciclos de la Luna y el Sol. La convención común de los pueblos paganos ha sido que un mes lunar es el tiempo entre dos lunas llenas, y un mes solar, es el intervalo que separa dos pasos del Sol por el equinoccio de primavera.

Los historiadores relatan que en el Antiguo Egipto, aparecieron los primeros calendarios solares, que medían el tiempo guiados por el movimiento aparente del Sol. Esta innovación permitía fechar el momento exacto de la crecida del río Nilo, fundamental para una sociedad que vivía de la agricultura. Los astrónomos egipcios sabían que el año duraba 365 días, pero no consideraron esas pocas horas adicionales que no completan un día. El calendario egipcio cargaba por tanto con siglos de desfase, y la oposición religiosa frenaba cualquier atisbo de reforma.

Calendario primitivo de Rómulo.

Durante el reinado de Rómulo (el primer monarca de la recién fundada ciudad de Roma) quedó establecido un calendario lunar que estaba dividido en 10 meses y que contaba con un total de 304 días. Esto ocasionaba problemas, puesto que cada año las estaciones, las tareas agrícolas y las épocas dedicadas a distintas actividades comerciales caían en distinta fecha.

El desfase del calendario oficial respecto al calendario natural (es decir, el de las estaciones, etc.) era de cerca de 51 días.

Calendario de Numa Pompilio.

El sucesor de Rómulo, Numa Pompilio se conoce por ser quien puso orden a las bases de la religión romana, y eso incluye a los calendarios, pues eran esenciales para contar el tiempo y los días de los sacrificios, los cultos y las festividades religiosas. Los romanos eran muy supersticiosos, y creían que los números impares daban más suerte que los pares, así que Numa Pompilio restó un día a cada mes de 30 días, reduciendo el número de días del calendario a 298.

Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que existía un ligero desajuste entre el calendario oficial y el año solar, por lo que decidieron modificar la duración del año. Februarius era un mes peculiar, puesto que constaba de dos partes, una que acababa el vigesimotercer día, denominado Terminalia, que era considerado el día que marcaba el final del año religioso. La segunda parte del mes duraba cinco días. Para ajustar el calendario al año solar, cada cuatro años los romanos añadían entre las dos partes de Februarius, después de la fiesta de Terminalia, un mes llamado Mensis Intercalaris, también conocido como Mercedonius.

Con todas estas impresiciones en su forma de medir el tiempo solar y así manipular las masas que iban conquistando, los romanos esperaban el «toque celestial» que les permitiera hacer los arreglos necesarios para sus fines imperialistas. Fue así como un científico pagano egipcio, Sosigenes de Alejandría, le sugirió,  al emperador Julio Cesar, su sistema reptiliano de medir el tiempo solar como un plan ideal para manipular las masas. Convencido Julio César de este bien materialista, ordenó que fuera puesto en efecto a través del Imperio Romano en el año 45 a. de J.C.

calendario-romano

Este calendario, conocido como juliano, tenía una duración de 365 días y un día adicional añadido cada tres años para compensar el desfase natural por la rotación no sincrónica de la tierra en torno al sol. Fue posteriormente César Augusto (Roma, 23 de septiembre del año 63 a. C. – Nola, 19 de agosto del año 14 d. C.) el que realizó una mejora en el calendario romano corrigiendo los cálculos, sumando este día adicional cada cuatro años y añadiéndolo como año bisiesto.     Mientras fue adoptado indicó su origen pagano por los nombres de los meses del año—nombrados por Janus, Maia, Juno, etc. Los meses tenían una gran importancia pues todas las actividades de la ciudad (la agricultura, las fiestas, la economía y la vida pública en general) giraba en torno a estas fechas concretas.    

El primer día de cada mes se consagraba a Jano. Éste era uno de los dioses de la mitología romana que se caracterizado por tener dos caras, una mirando hacia un lado y la otra girada 180º.    

Jano era el dios de las puertas, de las entradas y salidas, de los comienzos y los finales, por eso en su honor le fue consagrado el primer mes del año que del latín Ianuarius pasó como Janeiro y Janero para finalmente terminar siendo Enero. 

Es importante también subrayar la condición de “vigilante” (el que todo lo ve) que se concedía al dios en la antigüedad. Jano se erige como dios en el punto de parada obligada entre dos lugares. Es la línea divisoria entre el pasado y el futuro, principio y fin. Él está situado en la posición que la humanidad le ha concedido: el portal del tiempo donde el pasado y presente confluyen. Desde aquí Jano puede ver en ambo y tras un juicio acusatorio (es el acusador) negociar mediante ofrendas lascivas un destino con garantías beneficiosas.    

Interesante resultará considerar la opinión que un sacerdote ortodoxo del estado de Georgia (USA) expresa al enseñar sobre esta fiesta:  

“La celebración de Año Nuevo tiene sus orígenes en varias fiestas paganas de la antigua Roma. El 1 de enero era un día dedicado al dios pagano Jano, y el mes de enero [en latín, Januarius] debe su nombre a esa deidad. A Jano se le representaba con dos caras opuestas, lo que significaba que veía tanto el pasado como el presente. Se decía que quien recibiera el 1 de enero con diversión, risa y abundante comida y bebida gozaría todo el año de felicidad y bienestar. La misma superstición acompaña la celebración del Año Nuevo por parte de muchos de nuestros compatriotas […]. Durante ciertas fiestas paganas se ofrecían literalmente sacrificios humanos a un ídolo. Algunas eran famosas por las orgías, el adulterio y la fornicación. En otras ocasiones, por ejemplo durante la fiesta de Jano, se comía y se bebía en exceso, había borracheras y se practicaba toda clase de inmundicia. Si recordamos cómo hemos celebrado nosotros mismos el Año Nuevo en tiempos pasados, entonces tenemos que admitir que todos hemos participado en esta celebración pagana”.   (Periódico de la república de Georgia.)  

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 Fueron los romanos quienes interpretaron a este dios (la serpiente antigua) en su instancia de opuestos del ciclo solar y de esa manera lo representaron como dos rostros antropomorfos, opuestos y alineados meridionalmente de Norte a Sur.    

«Jano, con mayor frecuencia, porta dos llaves; son las de las dos puertas solsticiales, Ia nua Caeli (puerta del cielo) y Ianua Inferni (puerta del infierno), correspondientes respectivamente al solsticio de invierno y al de verano, es decir, a los dos puntos extremos del curso del sol en el ciclo anual; pues Jano, en cuanto «Señor de los tiempos» es el Iánitor [o «portero»] que abre y cierra ese ciclo» (René Guénon).

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 Los días no fueron nombrados sino numerados en un sistema complicado que involucraba Ides (los días 15 de los meses Marzo, Mayo, Julio y Octubre y los días 13 de los otros meses), Nones (la novena hora después de la salida del sol, o 3:00 p.m.) y Calends (primer día de todos los meses).

Basándose en el calendario solar egipcio, el emperador Julio César ordenó dividir el año en 365 días. También ordenó que definitivamente el año comenzara en enero, en lugar de en marzo.

Además, ordenó que cada cuatro años se le sumara un día a febrero para reajustar un desfase de 6 horas que había cada año. Al año en el que febrero tenía un día de más, se le llamó bisiesto.

La causa de que febrero tiene menos días que otros meses, se debe a la tradición de ajustar las incidencias que se produjeran en el calendario con febrero, porque había sido el último mes del año. La última vez que sucedió un ajuste en el mes de febrero, fue para que el mes dedicado al emperador Augusto (agosto) tuviera la misma importancia que el mes dedicado a Julio César (mes de julio). Así, para sumarle un día a agosto y que tuviera 31 días, como julio, se le quitó un día a febrero. Entonces, febrero, que tenía 29 días, quedó definitivamente con 28 días. Esta es la explicación por la que el mes de febrero sólo tiene 28 días; y por la que hay dos meses seguidos con 31 días: julio y agosto.  

No fue hasta el 321 de E.C. que los nombres de la semana de siete días fueron añadidos, cuando el Emperador Constantino (supuestamente) adoptó la fe de Cristo, y fundó el Cristianismo. De manera extraña para sus días el escogió nombres paganos que son usados todavía.  

Ahora bien, aunque el calendario juliano era bastante preciso cada 130 años se perdía un día por eso el 4 de octubre de 1582 el Papa Gregorio XIII llevó a cabo otra reforma dando lugar a lo que hoy conocemos como el Calendario Gregoriano. Este nuevo calendario solucionó el problema que planteaba el hecho de que el año juliano tuviera 11 minutos y 14 segundos más que el año solar.

Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó el 24 de febrero de 1582 la bula Inter Gravissimas en la que establecía que al jueves 4 de octubre de 1582 le seguiría el viernes 15 de octubre de 1582. Con la eliminación de estos diez días desaparecía el desfase con respecto al año solar y así se propuso que aquellos años bisiestos que son múltiplos de 100 sólo sumasen un día si también son múltiplos de 400 para evitar que hubiese demasiados años bisiestos.  

Para inaugurar esta nueva etapa babilónica de manipulación y opresión de masas, el Año Nuevo comenzó a festejarse el 1 de enero a fin de que quedara bien diferenciado del juliano que iniciaba el nuevo año en coincidencia con la primera luna nueva (1 de marzo o 1 de abril).  

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Para entenderlo bien, en esta encíclica se fijaba que habría un año bisiesto cuando el año en cuestión fuera múltiplo de 4, con excepción de los años múltiplos de 100 (exceptuando a su vez los múltiplos de 400, que sí serían bisiestos). En total, el calendario gregoriano fijaba 97 años bisiestos cada 400 años, en lugar de los 100 que marcaba el calendario juliano.

Esta reforma gregoriana no llegó a todas partes por igual ya que por aquel entonces la fe dividía Europa. Si bien los católicos implantaron el nuevo anuario en 1582, los protestantes continuaron con el calendario juliano hasta el siglo XVIII y los ortodoxos no aceptaron la nueva fórmula hasta el siglo XX.

El calendario gregoriano, considerado como oficial a nivel global, no logra tampoco una concordancia perfecta entre año civil y año astronómico, ya que la velocidad de rotación y de traslación de la Tierra se va ralentizando y obliga a revisar las fechas una vez cada 3.000 años.

Redimiendo el tiempo se consigue libertad.

Teniendo en cuenta este proceso histórico que nos legó el calendario actual, debemos tomar una actitud correcta frente a cada año solar que comienza el primer día de enero. Entendiendo que un calendario solar persigue desde sus principios encarcelar las voluntades y los esfuerzos humanos, nosotros, los redimidos deberemos discernir este ante-diseño a fin de someterlo al poder transformador del Eterno Dios, nuestro Abba.

Por lo tanto, será muy importante captar que la exhortación apostólica que hace el apóstol Pablo cuando le dice a los santos de Éfeso, «redimiendo el tiempo, porque los días son malos…» , se obedecía en el sentido más verdadero y práctico de dicha exhortación: ser entendido en los tiempos. La expresión «los días son malos» se refiere, no tanto a la maldad humana manifestada en esas épocas, sino a la forma de conteo de los días que usaba la élite del sistema de cosas imperante.

El mismo sentido tenían las comunidades de fe residentes en Colosas, ya que el apóstol Pablo les recuerda cómo deben andar delante de los incrédulos en el tema de celebrar y guardar el calendario solar. Leemos lo siguiente:

«Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno».(Colosenses 4:5-6)

El punto importante en que las comunidades mesiánicas primigenias pensaban ante la expresión redimir el tiempo, era la idea de aprovechar bien y ganarle a la forma solar de contar bien los días en el Imperio Romano. El verbo redimir en la mentalidad hebrea significa  rescatar pagando un alto precio. Redimir el tiempo implicaba en los primeros discípulos la idea de esforzarse en no sujetarse a las costumbres y tradiciones solares que los incrédulos usaban para el conteo de los días. Aprovechar o redimir el tiempo era su responsabilidad cotidiana en el testimonio que debían presentar ante aquellos que aún estaban adormecidos en la esclavitud temporal que imponía el sistema.

Ellos tenían en sus oraciones el paradigma que dejó Moisés a Israel cuando él estaba en el final de su vida: «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (Sal. 90:12). Este lineamiento los desafía a confrontar el calendario solar con las festividades de rosh jodesh (cabeza de mes) en cada luna nueva. Ellos sabían que por medio de dicho mandamiento Yahvéh había permitido al pueblo de Israel romper toda cautividad mental adquirida por someterse al calendario solar egipcio, que como vimos luego tomará Roma, primeramente con Julio César y luego con el papa católico Gregorio.

Tanto la Iglesia de Éfeso, como en la de Colosas y en todas y cada una de las comunidades de los primeros siglos, comprendían el secreto de controlar los años solares siguiendo los ciclos temporales marcados por el Eterno Dios y no por el sistema de cosas inspirado por el adversario (HaSatán). Los miembros de aquellas comunidades gozaban del privilegio que da el Mesías por medio de la Torah: ser verdaderamente libre de todo tipo de opresión.

Transitar el calendario lunar del Eterno, permite a los escogidos ser entendidos en los tiempos. Esta posición otorga la bendición de transicionar cada año nuevo solar realizando un encuentro familiar de declaración profética en la última noche de diciembre. Esto permite confrontar a los principados y las potestades de tinieblas que se liberan en cada fiesta pagana de Año Nuevo, logrando, por medio de la fe, declarar a esos 365 días solares esclavos del propósito eterno de Dios.

Redimir el tiempo consiste en aprovechar cada oportunidad favorable para ministrar vida. Esto significa ser sabio en nuestro andar, no contando los días como Babilonia la Grande lo impone, sino haciéndolo en el modo del Eterno Dios.

En esta era maligna, cada día es un día malo, lleno de cosas perniciosas que destruyen, corrompen y desperdician nuestro tiempo. Por lo tanto, tenemos que andar sabiamente con el fin de redimir el tiempo, aprovechando cada oportunidad disponible.


Aconsejo leer también: 

La palabra Sábado tiene etimología hebrea y no mitología latina

El hábito de agrupar los días en períodos de siete unidades, que hoy llamamos semana, ya lo practicaban los mesopotámicos en sus tiempos más remotos y fue adoptado por los griegos y los romanos, que dieron nombre a estos períodos sobre la base del número siete.Será aquí importante aportar lo dicho por el Dr. Totten, de New Haven, Connecticut, profesor de astronomía de la Universidad de Yale, que destacó los siguiente:
“A pesar de toda nuestra discusión con el calendario, es evidente que la raza humana nunca perdió la secuencia septenaria [siete días] de los días de la semana y que el día sábado de estos últimos días viene a nosotros desde Adán, a través de las edades, sin faltar un solo intervalo.”
Continuando con la línea histórica, los griegos llamaron, a este conjunto de siete días, hebdomás, de heptasiete’, palabra que perdura hasta nosotros en hebdomadario, que significa ‘semanal, semanario’.
En Roma se adoptó el nombre septimana, que llegó al español como semana.
Entre los romanos, el gran prestigio de la astrología llevó a introducir la semana de siete días, basada en la idea babilónica de las siete mañanas, pero los nombres de los días fueron tomados de astros y dioses equiparados a los babilonios.
La etimología de la mayoría de los días la semana tiene una gran relación con la mitología romana. Los romanos vieron una conexión entre sus dioses y el cielo de la noche que iba cambiando, según los días, así que empezaron a utilizar de manera natural los nombres de sus dioses para los planetas. Aquellos que se podían seguir con la vista en el cielo eran el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. La Luna (Selena – Diosa de la luna, famosa por sus amores), Marte (Ares – dios de la guerra, por lo rojo como la sangre), Mercurio (Hermes – dios de los comerciantes, mensajero de los dioses, y planeta que está más cerca del sol), Júpiter (Zeus – dios padre, por ser el segundo más brillante), Venus (Afrodita – diosa de la belleza y el amor, por ser el planeta más brillante), y Saturno (Cronos – dios del tiempo, por ser el más lento). De esta forma, el lunes se llamó así en homenaje a la Luna; el martes recordaba al dios de la guerra, Marte para los romanos; el miércoles, al dios del comercio, Mercurio; el jueves a Júpiter (dies Jove o día de Júpiter); y el viernes, a Venus.
La raíz latina original de los nombres perduró en cinco de los siete días, a excepción del sábado y el domingo, que sufrieron un giro etimológico por influencia de la religión.
Será aquí interesante señalar que por aquel entonces para los romanos, el séptimo día era el día de Saturno (dies Saturnī). Pero con el advenimiento del cristianismo, por obra y artimaña del emperador Constantino, el nombre dies Saturni fue cambiado por Sabbatum, derivado del hebreo sabbat, proveniente del verbo Shabbat (יום השבת) ‘descansar’, que entre los judíos designa al día semanal de descanso.
En latín, el domingo se llamaba Solis diesdía del Sol’, pero los cristianos cambiaron ese nombre a dies dominĭcus que significaba ‘día del Señor’ (dominus). De aquí evolucionó a dominica, de dónde pasó al español como domingo.
Fue esta estrategia de cambio de nombres de estos dos días lo que le permitió al emperador y sus cómplices religiosos (los obispos romanos) hacer que los cristianos comenzaran a santificar el domingo y no el sábado que era el día sagrado hebreo revelado por el Eterno Dios para descansar en adoración. Todo este juego estratégico fue una forma práctica, muy en la mentalidad romana, de incluir en la nueva religión de estado a los adoradores del Sol Invicto , con los de Cristo y en menor medida a los del también culto solar Mitraico (que adoraba a Mitra) ya que las tres religiones en conjunto formaban la gran mayoría de fieles en un imperio en búsqueda de una identidad religiosa unificada.
Cerraremos esta primera parte de la bitácora observando que en algunas lenguas germánicas, como el inglés, todavía se conserva la esencia de la raíz mitológica-latina para estos dos días: Saturday (Saturn Day; día de Saturno) y Sunday (Sun Day; día del Sol). Esto fue así ya que los britano-romanos no cambiaron el nombre a los dos últimos días de la semana por dejar de estar bajo el gobierno imperial a partir del imperio de Constantino

Etimología de ‘sábado’

Para terminar el planteo de esta bitácora, es importante remarcar que sábado es día de descanso. Lo es en la práctica y lo es en la etimología.
Ya entendemos que su origen remoto está en el hebreo šabbat, que era el día de descanso de los judíos. El significado de esa palabra era simplemente eso: ‘descanso’.
Antes de aterrizar en el castellano, pasó por un par de etapas intermedias. Desde el hebreo se introdujo en el griego con la forma sábbaton y a través de esta lengua llegó al latín del cristianismo como sabbatum.
Así fue como consiguió desplazar al antiguo día de Saturno (dies Saturni), del que todavía queda memoria en el inglés Saturday.
La evolución desde el hebreo al castellano, resumida, queda así:
(1) šabbat > sábbaton > sabbatum > sábado
 
Aunque pueda parecer muy diferente, el castellano sábado tiene el mismo origen que el francés samedi y el alemán Samstag. Estas dos formas, a su vez, tienen más en común de lo que parece. Ambas dan testimonio de otra rama de la evolución desde el hebreo. Para empezar, las dos incorporan la palabra día:
(2) same-di
 
(3) Sams-tag
Lo segundo que las une es que proceden de una versión popular del griego sábbaton:
(4) sámbaton
De ahí debió de salir una forma latina sambatum.

Sábado constituye un hermoso ejemplo de cómo, en cuanto empezamos a arañar en la superficie, comprobamos que es mucho lo que une al vocabulario de las lenguas europeas, incluso cuando no lo parece a simple vista.Por lo tanto, debemos estar tranquilos en nuestro entendimiento de que la palabra sábado en el idioma español tiene una etimología originada del hebreo que la libera de todo espíritu mitológico latino.Lo que sí será importante señalar es que la palabra hebrea “Shabat”, que da origen etimológico a la palabra sábado, significa suspender el trabajo. El Shabat es la señal acordada entre el Creador y los redimidos de Su Pueblo de que Él creó los cielos y la Tierra en seis días y descansó en el séptimo. Pero el Shabat no es solamente un día de descanso, es también un día especial de santidad donde el hombre debe dejar de lado toda búsqueda material y dedicarse por completo a rejuvenecerse espiritualmente por medio de escuchar al Eterno Dios hablar desde Su Instrucción (Torah).

 

Bitácora relacionada para leer:

El “Día del Señor”: ¿Es el Domingo o el Sábado?

La adoración solar y los días de la semana

8 Puntos Importantes que la Nueva Era (New Age) intenta implementar en las mentes de los hombres.

«Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia;…
(1 Timoteo 4:1-2)

(1) Llevar a todos los grupos, organizaciones e iglesias en una sola unidad y fuerza de acuerdo a los principios de la New Age. 
(2) Establecer un «tiranía mediática«, compuesta por la televisión, radio, prensa y otros medios de comunicación que van a trabajar en conjunto para crear un ambiente de propaganda favorable a la Nueva Era. 
(3) «Civilización desestructurada» el desmantelamiento de los gobiernos nacionales y la creación de un orden mundial basado en unidades globales, llamadas «bioregiones«. Los Estados Unidos de América será disuelto como entidad nacional. 
(4) «Purificar la tierra«, un concepto nebuloso y vago que, cuando se analiza correctamente, significa claramente el establecimiento forzoso de una sola religión mundial y la abolición del verdadero cristianismo bíblico. Los opositores cristianos serán asesinados. 
(5) Unir a la humanidad con «guías espirituales» y «maestros ascendidos» en el mundo de los espíritus invisibles. (Los cristianos saben que esto significa simplemente la posesión de los seres humanos a escala masiva por los demonios del abismo.) 
(6) Exaltar la humanidad a la divinidad. Los ciudadanos de la Era del Nuevo Reino serán de repente y por arte de magia capaces de hazañas sobrehumanas. La presente débil e inferior raza aria que puebla el planeta dará paso a la nueva raza superior del Hombre Acuariano. Los no aptos para unirse a esta nueva raza avanzada de super-seres serán destruidos, posiblemente bajo la excusa “reencarnarse” después. 
(7) Aprovechar y redistribuir los recursos y las riquezas del mundo, a través del principio de «compartir«. 
(8) Presentar al mesías de la nueva era, o «Cristo» (antictisto), ahora esperando ansiosamente el momento de una crisis internacional donde pueda asumir las riendas del poder mundial.

Extracto del libroLa Marca Misteriosa De La Nueva Era” de Texe Marrs.

Tamuz y la idolatría de la Cruz

Cuando hablamos de cruz, automáticamente nos viene a la mente la imagen de una línea vertical atravesada en su parte superior por una línea horizontal. Es interesante comenzar diciendo que este signo no es extraño a numerosas deidades mitológicas tales comoTammuz, Krishna, Osiris, Hermes, etc.; en general asociado a la condición de divinidades solares o de hijos del Sol (entiéndase divinidad principal en todas las religiones).
Para entender mejor el origen de este culto remontémonos a los comienzos de la nueva humanidad aparecida después del Diluvio. Noé engendró a Cam, Cam a Cus, y Cus a Nimrod o Ninus (según la expresión acadia).
Nimrod fue quien fundó Babel y la estableció como el centro político-religioso de su Nuevo Orden Mundial. La ciudad de Nínive también fue fundada por Nimrod. Me resulta interesante compartirles que el nombre Nínive significa «habitación de Ninus»).
La trinidad pagana de la adoración al Sol, símbolo de la Serpiente primigenia o Satanás la formaban los dioses: Baal (Señor, título dado a Ninus), Astarté y Tamuz.
La mitología dice que Ninus, quien tenía una esposa llamada Samárides, fue asesinado y su alma inmortal fue a residir al Sol. Allí se convirtió en BaalShaman, dios de los cielos. Después su espíritu regresó a la Tierra a través de un rayo, que encarnó en el seno de su esposa. De esta concepción milagrosa, ella dio a luz un hijo a quien llamó Tamuz, quien nació el 25 de diciembre.
Todos notarán que los dogmas babilónicos siempre aceptaron la idea de la inmortalidad del alma, y que además pensaban que al morir, iban a un planeta o estrella.
Se dice que el alma de Samárides o Semirámis al morir fue a la Luna, y desde esa morada celestial fue adorada como Ishtar o Astarté, que significa «la Benévola» o «la llena de vergüenza», respectivamente.
El mito cuenta que cuando Tamuz murió, su alma fue a la estrella de oriente, Venus. Por eso se ha relacionado siempre el símbolo pagano de la cruz con el planeta Venus.
Los paganos durante sus romerías, acostumbraban a tomar unas maderas y las ponían forma de T, cruz Tau, que simbolizaban a Tamuz, ya que su nombre empezaba por T.
A Tamuz, dios del fuego, le ofrecían todo lo primero, la primera cosecha, el hijo primogénito, etc…Colocando al hijo o la ofrenda, lo quemaban ofreciéndolo al Sol. Este es el origen de la cruz y desde el principio estuvo asociada con Venus.

La crucifixión de Jesús precisamente en una cruz era pues el mayor insulto.Y es que antes de que viviera Jesús, el signo de la cruz ya existía y era un símbolo mágico y pagano conectado con el mundo de las Tinieblas.Recomiendo tomarse un tiempo especial para considerar con el espíritu y la mente bien abiertos esta enseñanza que determinará una nueva temporada espiritual en sus vidas:

 Los invito a que tomen de un buen tiempo, y con lapicera y papel tomen nota de todo lo que en esta conferencia he compartido con discípulos ávidos del conocimiento espiritual de todos los tiempos:

 

La Matanza del Cordero Pascual y el Final del Alma de Ra

P.A. David Nesher 

«Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.»

(Shemot/ Éxodo 12:3)

El requisito que el Eterno entregó para que los hijos de Israel fueran salvados en la historia de Pesaj fue que cada padre de familia degollara un cordero y embadurnara su sangre en los marcos de las puertas, para que de esta forma el Eterno pudiese pasar por alto ese hogar y salvar a sus habitantes.  

Ahora bien, la pregunta que siempre surge en el lector de este relato es: ¿cuál fue el significado de este bizarro ritual? 

Obviamente Yahvéh no necesitaba una señal para determinar si la casa estaba ocupada por un israelita o no. Entonces, ¿qué enseñanza quería implantar el Eterno en sus hijos primogénitos?  

Los Sabios explican que el intervalo de cuatro días formó parte del milagro de la redención. Los egipcios vieron cómo la reencarnación de sus dioses, es decir los corderos y los cabritos, eran amarrados a las camas de los hebreos y preguntaron cuál era el propósito de todo eso. Los Benei Israel (Hijos de Israel) explicaron que los animales estaban siendo preparados para ser sacrificados como ofrendas para Dios.

Los egipcios se enfurecieron pero, milagrosamente, fueron impotentes para intervenir. Dado que esto ocurrió el diez de Abiv (o Nisán), y que en ese año coincidió con Shabat, el Shabat que precede a Pésaj se denomina Shabat HaGadol [el Gran Shabat], en conmemoración de aquel milagro.

Ahora bien, por qué los egipciós consideraban a los carneros y/o corderos como seres divinos reencarnados. Pues bien, los invito a considerarlo a continuación.

Mito: El Carnero como Fuente de Fortaleza Astrológica para un Año de Éxito.

Comenzaré comentando que en el idioma egipcio, cordero y/o carnero se dice ba. Pero también «ba» era el término egipcio relacionado con la manifestación espiritual de la individualidad del ser. En esencia era un elemento psíquico que permitía el pasaje de los espíritus de un mundo al otro, ingresando así en la rueda de la reencarnación.

Por esta razón cosmogónica, y de acuerdo a la mitología, el cordero era el dios nacional de Egipto. Los egipcios pensaban que el alma (en egipcio Ba) de Osiris, su dios principal, se había corporizado en el cordero de Mendés y lo llamaban “alma de Ra” (dios solar serpiente) o dios Binebded o Banebdyedet.

Esta deidad egipcia era representada con cabeza de carnero, y era venerada en la ciudad de Mendes, en el delta. Se le asoció, entre otros aspectos, a la manifestación del dios Osiris que venía al delta a inaugurar un nuevo año.

Me parece bueno decir aquí que el dios Cordero Binebded (o Banebdyedet) estaba casado con la deidad principal de la ciudad: la diosa pez Hatmehyt. Con ella tuvo un único hijo: Harpócrates, quien era Horus Niño, y se lo denominaba el Niño Dios, celebrándole su cumpleaños el 25 de diciembre. Así pues se completaba la tríada de la ciudad esotérica de Mendes, la cual era adorada como la Sagrada Familia… ¿Te suena familiar todo esto?

Continuando con lo que nos interesa comprender, diré que esa ‘reencarnación‘ del dios Cordero Binebded era reconocida por los sacerdotes gracias a las distintas marcas que el cordero que apartaban llevaba en su cuerpo.

Como dios carnero, Banebdyedet recibió crédito por sus potentes dotes sexuales. De acuerdo al escritor griego Píndaro, a los carneros sagrados se les permitía tener relaciones sexuales con las mujeres durante los rituales de veneración

Esta era la causa por lo que se lo adoraba en el inicio de la primavera (mes aviv) como dios creador de todo y de la fertilidad. Su atributo era una espiga de trigo.

Celebrar a esta divinidad marcaba el comienzo del año astrológico solar. Por eso, el primer signo zodiacal es Aries (griego Carnero), pues es el mes de la fuerza del carnero de Osiris (en hebreo Nimrod). Al ser el primero, los egipcios estaban convencidos que era la llave para todos los signos que le siguen; es la fuente de fortaleza de los otros once signos zodiacales. Toda esta dinámica ritual que se realizaba en Egipto, bajo la guía de sus sacerdotes, y encabezados por el Faraón, garantizaba el éxito de todo lo que realizarían a lo largo del año astrológico

Esta es la causa por lo que el carnero era el objeto de su idolatría. Aquí comprendemos la razón por la cual no se juntaban con los hebreos cuando estos decían que eran pastores de oveja. Para los egipcios ese oficio hacía a los que lo ejercían seres abominables (c.f. Génesis 43:32).

El Cordero del Pesaj un Mensaje de YHVH contra el Gran Dragón.

Lo interesante de todo esto, es que a nadie se le ocurriría degollar un carnero o cordero, y mucho menos en esos días festivos del inicio de la primavera.  

Los hebreos, para ser salvados de la décima plaga, debían probar que no compartían los ídolos falsos de los egipcios, y mucho menos su manera de atraer el éxito. 

Por eso, cuando los Benei Israel, sacrificaron el cordero familiar el 14 de nisán, estaban sujetándose a la emunáh (fe) de Avraham y expresaron así su rechazo a un sistema de pensamiento que ponía a las acciones humanas bajo el poder de los cuerpos celestiales, y lograba la manipulación psíquica de las masas sumidas al sistema reptiliano imperante, representado físicamente en el Faraón.    

Hace falta un gran coraje para ir en contra de la definición popular del éxito.

Hace falta una gran fortaleza espiritual para negar el atractivo superficial del estilo de vida hedonista que proponía esta estructura cosmogónica de creencias.

Hace falta un increíble valor para elegir una vida de significado por sobre las vanidades de la tendencia y la moda que imponen los íconos (ídolos o imágenes falsas) de una cultura.  

Y todo eso es exactamente lo que tuvieron que hacer los hebreos de Egipto para merecer el milagro del primer Pesaj, el milagro que permitió que hoy nosotros nos convirtiéramos, mediante el Cordero de Dios, en el pueblo elegido de Yahvéh.

Ellos fueron obedientes al imperativo divino de matar al cordero de la idolatría egipcia. Sólo quienes tuvieron el coraje de hacerlo merecieron ser redimidos:  

«Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.»
(Éxodo 12:13)

El desafío que hoy Abba nuestro nos realiza es imitar el heroísmo de nuestros ancestros según el formato contemporáneo que nos toca vivir.

Anhelo que el Espíritu Santo de Yahvéh los guíe para ejercer Su fe heroica y así manifestarse cómo Su Pueblo.  

Shalom.    

P.A. David Nesher


Bitácoras Relacionadas:

La Llorona: Superstición Espiritista y Atadura de Intimidación.

A lo largo de todo México y gran parte de países de habla hispana se cuenta la historia de una mujer cuya alma se encuentra en pena vagando por todo el mundo en búsqueda de sus tres hijos asesinados emitiendo un lamento tan penetrante que podría erizar la piel de la persona más valiente.

 

Probablemente la leyenda se remonte a la época de la colonia en México donde una hermosa mujer indígena se había enamorado de un noble español, su amor no era bien visto por la sociedad de aquel entonces, pero aun así la pareja tuvo tres hijos, la madre siempre atendía a sus hijos con gran amor sin embargo cuando ella quiso formalizar su relación el hombre la abandonó sin despedirse y regresó a España para contraer nupcias con una dama de alta sociedad. Aun creyendo que la persona que ella amaba regresaría lo espero por un tiempo, hasta que se enteró del matrimonio de su ex pareja , completamente dolida, enojada y desquiciada la mujer tomó a sus tres hijos y los llevó a la orilla de un río para posteriormente ahogarlos.

 

Después de haber cometido tal acto de crueldad “La llorona” decide quitarse la vida porque la culpa era tan grande que no podía cargar con ella, se cree que al morir llego a las puertas del cielo y al
preguntarle por sus hijos no dio respuesta alguna, así se le adjudica el castigo de buscarlos para siempre “hasta que encuentres a tus hijos ganaras el descanso eterno”.

 

Es descrita como una mujer delgada parecida un cadáver viviente, de cabellos largos de los que escurren sangre, ojos rojos y penetrantes, viste de color blanco y carga entre sus brazos lo que parece ser un recién nacido.

 

La mayor parte de los avistamientos son cercanos a ríos y lagos, también se dice que durante las noches en carreteras poco transitadas se escucha a lo lejos una voz que perdura aun transcurridos varios kilómetros, diciendo: «¡Hay mis hijos!, ¿Dónde están mis hijos?«.

 

Se cree que se le aparece a los hombres que tratan mal a sus esposas, o a los hijos que desobedecen a sus madres, los perros se comportan de manera extraña previa a su aparición.

 

Esta historia puede tener gran similitud con el mito griego de Lamia quien fuera una reina de Libia y con quien Zeus tuvo 2 hijos, se dice que la reina al no poder a tener al dios Zeus para ella sola, optó por quitarles la vida a sus hijos que reflejaban el fruto de su amor hacia el dios, Hera la esposa legítima de Zeus se entera de tal atrocidad y la transforma en un monstruo mitad serpiente, se le condena a no poder cerrar sus ojos de modo que la imagen de la muerte de sus hijos se mantuviera siempre en su mente. Lamia sentía mucha envidia hacia otras madres y al ver pasar a un chiquillo lo devoraba.

 

Después de haber transcurrido más de 450 años del origen de la llorona aun hay personas que creen haber tenido algún tipo de contacto con este mítico ser, ¿una fantasía mas de nuestra mente? ¿O un alma en pena condenada a vagar hasta el fin de los tiempos?