Por P.A. David Nesher
Ki yedaber alechem Par’oh lemor tnu lachem mofet ve’amarta el-Aharon kach et-matcha vehashlech lifney Far’oh yehi letanin.
Vayavo Moshe ve’Aharon el-Par’oh vaya’asu chen ka’asher tsiva Adonay vayashlech Aharon et-matehu lifney Far’oh velifney avadav vayehi letanin.
Vayashlichu ish matehu vayihyu letaninim vayivla mateh-Aharon et-matotam
(Shemot 7: 9-12)
“Cuando Paró les diga: ‘Hagan alguna señal milagrosa, entonces le dirás a Aharón: ‘Toma tu bastón y arrójalo ante Paró’, y se convertirá en serpiente.
Moshé y Aharón se presentaron ante Paróh e hicieron como YHVH había ordenado. Aharón arrojó su bastón ante Paró y ante sus sirvientes, y se convirtió en una serpiente…
Cada uno de ellos arrojó su bastón, que se convirtieron en víboras; pero el bastón de Aharón se tragó los bastones de ellos.
(Éxodo 7:9-10; 12)
Moshé tenía ochenta años y Aharón ochenta y tres cuando partieron a cumplir su misión. Sabiendo que Paróh se impresionaría con un acto mágico, Aharón arrojó un bastón al suelo, que se convirtió en una serpiente.
Tras ser convertida la “et” (vara) de Aharón en serpiente, ¿cuál es la respuesta del rey egipcio? El Midrash cuenta el detalle de que el Faraón no se sorprendió del milagro, pero sí se mofó diciendo: ¡”…Bien hecho! Egipto está lleno de hechiceros. En este momento llama a sus jóvenes quienes también convierten bastones en serpientes…!”.
Se vio a la vara de Aharón convertirse en una culebra, pero una palabra hebrea diferente es usada aquí, ella es: תנין («Tanin«). El problema es que esta palabra se ha traducido como serpiente sólo en este capítulo, ya que en el resto del TaNaK se traduce como «cocodrilo» o «dragón» (así es la opinión de especialistas como Ibn Hezra, Abarbanel y los comentarios de Iahel Or y Karne Or). Después de todo el cocodrilo, era el símbolo de Egipto en sí mismo (Salmos 74:13).
Así mismo, Yehezkel (Ezequiel), el profeta, denomina a Paróh «el monstruo grande el que yace en medio de sus arroyos» (Ezequiel 29:3); en hebreo התנים הגול «Hatanim hagadol«. Por ende, la vara de Aharón se transformó, pues, en un cocodrilo.
Nos detendremos a meditar en el hecho de que en la Torah, la serpiente es el símbolo del caos (recordemos a la primera pareja en el Edén). Al respecto el Targum Yom señala: «…Para que así todos los habitantes de la tierra escuchen el grito de rabia de Egipto cuando se desplome; así como todas las criaturas oyeron el silbido de la serpiente (en el paraíso) cuando ésta fue expulsada…».
La palabra תנין («Tanin«) incluye un significado satánico, y por este motivo los traductores cristianos utilizaron en sus paradigmas dogmáticos la palabra «serpiente». Pero en verdad en esta ecena se esconde un interesante mensaje del Mundo de Arriba: ¡No hay Dios como YHVH!
Justamente el motivo de esta señal se fundaba en el hecho de que los egipcios adoraron al cocodrilo, que ocupó un lugar importante en la adoración y religión de Mitzrayim (Egipto).
La deidad del mal era Sebak y tenía una cabeza de cocodrilo. Es dios, tenía un representante en los cielos inferiores cuyo nombre era Apepi (tambien llamado Apep o Apofis), el gran enemigo de los dioses solares, que personificaba el caos, aparecía siempre bajo la forma de un cocodrilo gigante o «dragón«. Por esto, Apepi era visto como una serpiente gigante con títulos como «Serpiente del Nilo» y «Lagarto Malvado de las Tinieblas«.
Los sacerdotes y magos egipcios se dedicaban a los rituales mágicos que se celebraban en el templo de Amón-Ra, en la ciudad de Tebas. Estos ritos perseguían realizar conjuros estratégicos que trazaran una raya a Apepi y Sebak, impidiéndoles así que acabarán con la influencia beneficiosa de Ra y todo su séquito de divinidades solares que los egipcios invocaban para ser bendecidos con prosperidad plena.
Apepi vivía en la región más baja de los cielos. Desde esa posición, procuraba cada día evitar la salida de Ra, el dios del sol. Para logar este cometido, provocaba los relámpagos, truenos, tempestades, tormentas, huracanes, lluvias y trataba de obscurecer la luz del sol llenando el cielo de nubes, bruma, niebla y obscuridad.
Se creía que la victoria de Ra cada noche era asegurada por conjuros de los sacerdotes y los rezos de los creyentes egipcios en los templos. Los egipcios practicaban varios rituales y supersticiones que creían que alejarían a Apep y ayudarían a Ra a continuar su viaje por el cielo. Generalmente, los sacerdotes al pronunciar sus palabras mágicas, movían sus bastones en el aire con el fin de trazar los límites a esta divinidad del inframundo.
El ritual egipcio, que constituía un intento de destruir a Apepi, era prominente en en todo aquel imperio, y por eso fue el primer objetivo contra el cual Yahvéh asestó un golpe.
La pregunta que el Eterno hacía a Mitzrayim era: ¿Cómo haría el Faraón y su supuesta naturaleza divina para detener el obrar de Aquel que es el Padre de todos los espíritus?
El “et” (vara de madera seca), es la respuesta frente al caos. En general, en los ambientes dogmáticos, se tiene la idea que la serpiente de Aharón engulló las serpientes de los brujos egipcios, esto va más allá de dicha percepción porque el pasuk no dice que la serpiente de Aharón devoró las otras serpientes sino que; “el bastón (madero) de Aharón se tragó a los otros maderos”. El caos no puede dominar al caos, (o sea, serpiente versus serpiente), pero el “et” sí puede destruirlo, según apreciamos en los pasukim:
“…Cada uno de ellos arrojó su bastón, que se convirtieron en víboras; pero el bastón de Aharón se tragó los bastones de ellos…”,
[Exo 7:12 _ Torat Emet].
Es común que una serpiente se coma a otra. Luego pues, esto no es una señal auténtica de lo Alto. Aquí está el poder infinito de Dios: después de regresarse las varas a su estado normal, y creyendo los encantadores egipcios haber igualado el poder del Omnipotente, para su sorpresa vieron cómo la madera (bastón) de Aharón deglutió los palos de ellos. Esto es lo que aterrorizó a los egipcios y la Torah da fe de este hecho. Esto revela la superioridad del poder del Eterno sobre el poder mágico que viene de los demonios que aquellos magos invocaban.
Enseñan los intérpretes de códigos hebreos que el “et” (madero), es un elemento muy modesto cuya naturaleza es la de “compartir” (la madera nos es útil para nuestra vida cotidiana), y solo algo con un propósito de “compartir” puede tragarse la negatividad de lo egoico.
El Zohar ve también en el bastón de Aharón un antecedente de la resurrección de los muertos en la Era Mesiánica, pues si una simple y seca madera puede transformarse en una criatura viviente como una serpiente, ¡cuánto más una criatura humana, que consiste de un cuerpo y un alma, será nuevamente llamada a vivir!
La Torah no menciona los nombres de los hechiceros de la Corte faraónica, sin embargo, los Midrashim señalan que Janes (Yujani) y Jambres (Jmamré), eran los nombres de los brujos que pretendían ridiculizar a Moshé, pero que vez tras vez fueron vencidos.
Siguen explicando los sabios que estos brujos eran hijos de Bilam, los cuales al final de las plagas llegarían a unirse a los israelitas. Ellos formarían parte de los “Erev rav” (multitudes mixtas) que irían marchando tras los israelitas.
Una de las cartas evangélicas, basándose en la tradición judía cita a los brujos de Egipto:
“…Y de la manera que Yanés y Yambrés resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe…”
(2 Timoteo 3:8, Código Real del NT)
Según todo esto el Faraón debería haber compredndio, cuando la vara de Aharón devoró las demás, que se estaba indicando la subyugación de Mitzrayim (Egipto) y la ejecución de juicios «contra todos los dioses de ese sistema de cosas». Pero, deseando cerrar sus ojos ante dicha evidenciay considerando a Moshé y Aharón como simples magos amateurs cuyo poder era igualado por los suyos, el Faraón prefirió endurecer su corazón convirtiéndose así en un imán de todas las fuerzas del rigor celestial que anhelan ejecutar los juicios divinos sobre los hombres.
El Eterno revelaría que Su Nombre era el único soberano sobre todo otro nombre que se invocare en la Tierra.