parashá noaj

El Mensaje de un Arco Iris

AUTOR: Sam Arnold

Después de generaciones de observar la decadencia de una sociedad moral, Hashem se hartó. Provocó el Gran Diluvio, del que sólo se salvaron el justo Noé y su familia al entrar en el arca. Una vez que las aguas se retiran, Noé sale del arca e inmediatamente ofrece alabanzas a YHVH. El Eterno, después de recibir estas alabanzas, hace el pacto con Noaj y las generaciones siguientes prometiendo no volver a traer un diluvio sobre la Tierra y destruir a la humanidad.

Al hacer este pacto, YHVH declaró:

«Esta es la señal que he puesto para el pacto entre Yo y vosotros, y toda criatura viviente para vosotros, para todas las edades venideras. He puesto mi arco en las nubes, y servirá de pacto entre Yo y la Tierra. Cuando traiga las nubes sobre la Tierra, y el arco aparezca en las nubes, recordaré mi pacto entre Yo y vosotros, y toda criatura viviente entre toda carne, para que las aguas no vuelvan a convertirse en un diluvio que destruya toda carne. Cuando el arco esté en las nubes, lo veré y recordaré el pacto eterno entre Hashem y todas las criaturas vivientes, toda la carne que está en la Tierra. Esa será la señal del pacto que he establecido entre Yo y toda la carne que hay en la Tierra«
(Génesis 9:12-17).

De estos versos anteriores, aprendemos que el Arco Iris es una señal de que, a pesar de que hay maldad en el mundo, Hashem recuerda su promesa. Por lo tanto, existe la idea de que cuando el arco iris no aparece durante un tiempo, es algo bueno, ya que no hay pecado.

Sin embargo, el Malojet – la pregunta desafiante que se encuentra en el texto, es ¿por qué Hashem eligió un arco iris para significar su juramento de no destruir a la humanidad?

Najmánides señala que el arco iris apunta hacia arriba, como un arco. Enseña que cuando los guerreros tienen intenciones pacíficas, invierten sus armas hacia ellos mismos, no hacia el enemigo. Por lo tanto, Hashem aparta el Arco Iris de la humanidad y lo dirige hacia los cielos, demostrando que el arma del agua no se utilizaría para destruir la Tierra.

Sin embargo, el Rebe explica que lo físico es un reflejo de lo espiritual. Afirma que el Arco Iris pudo haber aparecido antes de que se produjera el diluvio. Explica que las nubes -que se forman por la niebla ascendente- eran más espesas porque el mundo en general era más tosco. Después del diluvio, las nubes se volvieron más refinadas y se pudo ver un arco iris, señal de que el hombre podía ahora refinar la tosca materialidad del Mundo.

Por lo tanto, no es sorprendente que el Zohar afirme:

«no se debe esperar la llegada de Moshiaj hasta que se vea el arco iris… en colores brillantes»
(Zohar 1:72B).

En general, la lección es: El Arco Iris no brillará con todos sus colores hasta que nosotros, el pueblo de Israel, demos un paso adelante y digamos: no podemos aceptar más este mal que se ha apoderado del mundo. Nos esforzamos por conseguir la luz y ahora es nuestra responsabilidad esparcirla a lo largo de nuestro viaje.

En esta semana de Parshat Noaj, recordemos que cuando vemos un Arco Iris, es nuestra señal de que todavía hay que trabajar en el mundo, para que llegue Moshiaj y podamos alzar nuestras voces en un nuevo canto y elevarnos con nuestro regocijo.

Kein Yehi Ratzon!, ¡que esta sea la voluntad de YHVH!

El Dios de los Nuevos Comienzos

Por Moisés Franco

Al leer esta ascensión me llamó la atención que el Eterno al ordenarle a Nóaj y a los suyos salir del arca declara una orden que implícitamente oculta una bendición: “fructifiquen y multiplíquense sobre la tierra”. Y no lo hace una vez, sino tres en el mismo pasaje (8:17; 9:1;7).

Pero lo más llamativo es que los bendice con las mismas palabras que a la primera humanidad en el jardín del Edén (Bereshit 1:28). 

Así mismo, en el capítulo 8 también destaca el Señor la autoridad que el ser humano tiene por sobre toda la creación, algo que también le dijo a Adán. Es como si estuviera enfatizando que ha perdonado a la humanidad y quiere volver a empezar. 

El P.A. David Nesher ha enseñado que la creación y sus ciclos naturales están representados por el número 7 (días de la semana, años sabáticos, notas musicales básicas, orificios faciales; etc.) y por eso el número 8 representa dos cosas: por un lado, nuevos comienzos, ya que termina el ciclo y empieza otro; pero también, lo sobre natural (es decir, lo que está más allá de lo natural).

Ambos significados son complementarios dado que pienso que si hay algo sobrenatural es la capacidad de volver a empezar, de levantarse de la muerte ya sea física o espiritual, es la capacidad mesiánica por excelencia, como demostró Yeshúa el Mesías.

Tal vez por eso fueron ocho los integrantes del arca que refundaron la humanidad, para dar este mensaje.

Es que YHVH es el Dios de los nuevos comienzos, por eso siempre nos insta a levantarnos, a volver a empezar.

Por eso, desde antes de la creación del mundo, tal como ha explicado Nesher, uno de los diseños pre-existenciales es la teshuvah (capacidad de retornar). 

Con esto en mente uno de los más potentes discípulos de Yeshúa el Mesías nos dice lo siguiente: 

“De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.” (2 Corintios 5:17-19 |RV60)

Cualquiera que dice estar en el Mesías verdadero debe amar la reconciliación. Eso implica que, sin importar cuántas veces peque, se levanta. No como si nada hubiera pasado, sino con la humildad suficiente para depender cada vez más del Eterno y pecar cada vez menos. 

También representa la obligación de trabajar por estar en paz con todo vínculo (incluso uno mismo), según se nos indica en Romanos 8:18. 

Y en tercer lugar, pero no por ello menos importante, significa estar dispuestos a trabajar incansablemente con todos nuestros recursos internos y externos para que la humanidad se reconcilie con el propósito eterno de YHVH.  

Cabe aclarar que volver a empezar y reconciliar vínculos no significa ser testarudo y obstinado en una idea inviable o una relación que es insana. Tiene que ver con no quedarnos atascados en la muerte ontológica que dejan los fracasos y levantarse abiertos a dejarse guiar algo mejor que antes. 

Es un sano punto de equilibrio a mitad de camino entre la obstinación y la falta de perseverancia.  

Pero, si en alguno/s de los puntos antes mencionados estás fallando (si te cuesta muchísimo levantarte de tus fracasos y adversidades; si guardas rencores hacia ti mismo u otros; si no te interesa mucho proclamar la reconciliación de Cristo)…entonces amado hermano y consiervo, es momento de que retornes al corazón de Abba, que te des cuenta que te has alejado de su intención para tu vida y decidas volver a empezar.

Si estás leyendo esto es porque no es tarde, Él te está esperando, porque es el Dios de los nuevos comienzos. 

En amor y servicio Moisés

¿Eres Cuervo o Paloma?

Por Moisés Franco

“… y envió un cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra. Envió también de sí una paloma, para ver si las aguas se habían retirado de sobre la faz de la tierra” .

(Bereshit 8:7-8 |RV60)

Si hay algo que me ha quedado claro en estos años de estudio de la Torah es que nada es casual en ella. 

Por eso, me dispuse a que el Espíritu Santo me hablara sobre por qué se menciona específicamente a estas dos aves y no sólo dice “envió a un ave y después a otra”. Por eso, quisiera compartirles algunas reflexiones fruto de indagar brevemente sobre estos seres alados. 

El cuervo es considerado uno de los animales más inteligentes del mundo, con capacidad de autopercibirse, construir herramientas e incluso imitar la voz humana. Por lo que su capacidad cognitiva es comparada con la de un niño de ocho años. 

 Tal vez ese sea uno de los motivos por el cual Nóaj lo envía inicialmente para saber si ya había algún punto con tierra seca. 

Sin embargo, según Rashí, esto no sucedió sino: “el cuervo, en lugar de cumplir su misión, se quedó sobrevolando el arca hasta que se secaron las aguas porque sospechaba que Nóaj le quitaría su pareja”. 

Esa interpretación no es descabellada, ya que el cuervo vive toda su vida en pareja y es monógamo. 

Luego tenemos a la paloma, un ser que si bien tiene capacidades apreciadas por el hombre, como por ejemplo servir de mensajera, no tiene una inteligencia racional tan desarrollada como la del cuervo. 

Pese a eso, la paloma fue a cumplir su misión y al no encontrar donde apoyar sus patas retornó al arca (Bereshit 8:9). Nóaj la envió nuevamente una semana después y el ave retornó con una hoja de olivo en su pico. 

¡Imaginemos la alegría de esas ocho personas que, después de estar más de medio año a la deriva reciben la noticia de que ya hay tierra firme!. 

Como no es casual la participación de estas aves y no otras en el relato, tampoco lo es la hoja de olivo y no otra, ya que este tipo de árbol es un símbolo de Israel.

Por ende, ese acto era más que una buena noticia para ese momento, era una declaración para todas las generaciones: *sin importar que tan difíciles se pongan las cosas, el Eterno jamás abandonará a Israel*. 

Es que paloma en hebreo se dice “yoná” y tiene una gematría de 81, lo mismo que la expresión: “confiaré en YAH” (Bill Heidrick).

En conclusión: la inteligencia racional, como la del cuervo, es buena. Pero, si ponemos toda nuestra confianza en ella, nos será una trampa que alimentará nuestros miedos y evitará que cumplamos el propósito para el que nacimos. 

En cambio, si la sujetamos a la confianza en YAH con perseverancia, como simbolizaría la paloma, nos convertiremos en portadores de buenas noticias y nuestros pies (vida, andar) serán bendito: 

¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina!
(Is. 52:7 |RV60).

¡Entra en el Arca!

Por Juan José Nesher

El Señor le dijo a Noé: «Entra en el arca con toda tu familia, porque tú eres el único hombre justo que he encontrado en esta generación”.

(Génesis 7:1)

La ascensión de esta semana comienza con el Eterno pidiendo que Noaj ingrese con toda su familia al Arca. La expresión hebrea que aquí se utiliza al inicio de esta oración es LET TEBAH (“Entra en el Arca”). La palabra hebrea utilizada para la palabra Arca, es TEBAH.

Fueron 120 años  los que Noaj demoró en edificar una estructura conforme a las medidas que Dios le proporcionó. A lo largo de todo este tiempo, este varón no desistió ni por un momento de un proyecto tan “extraño” y que para muchos no era creíble. Fueron muchos días, años e incluso más de un siglo para ver concretada la estructura que iba a traer salvación para él y su casa.

Hoy el espíritu santo me llevó a preguntarme: “¿Cómo estoy construyendo mi Arca, mi TEBAH?

El Arca representa un lugar fuerte, seguro y protector de los días malos. Es un refugió para el alma. Es un lugar de tiempo donde solo se puede construir con el estudio y meditación de la Torah. Esto me recuerda a la enseñanza de nuestro maestro Yeshua:

Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca.
(Mateo 7:24-25)

La TEBAH representa nuestra estructura de pensamientos que debe ser firme en los momentos de adversidad y aflicción. Solo la práctica constante de la instrucción de Dios (Torah) es la única que puede proveer de esos recursos y firmeza.

Me parece oportuno aclarar que este mensaje no apunta a edificar un lugar individualista dentro de mi ser, porque hay muchas prácticas religiosas y psicológicas que enseñan a tener una “fortaleza mental”. En la escrituras nos encontramos que Noaj entró con su esposa, hijos y nueras. Esto habla que toda Arca es un lugar para también otros puedan entrar y sentirse protegidos en los momentos de dificultad.  Nuestra capacitación constante en los códigos lumínicos de la Torah no pueden ser enmarcados desde la invidualidad. Al contrario, como individuos debemos acercarnos al colectivo (las naciones) y que ellos conozcan la Salvación (en hebreo Yeshúa).

Te animo a que puedas en este tiempo ser el Arca que muchos necesitan para ser salvados de la muerte.

Con amor, Juan José Nesher.

¡Labra,… pero sin emborracharte!

Por Moisés Franco

En esta ascensión vemos a Nóaj reiniciando su vida siendo uno de los ocho habitantes de todo el planeta. 

Esta porción de Bereshit menciona que plantó una viña “bebió del vino, se embriagó, y se desnudó en su tienda”. Esto da lugar a un confuso episodio donde Cam o Jam, su hijo, “ve su desnudez”. 

Sobre ese punto hay una discusión de eruditos sobre a qué se refiere esto, todos coincidiendo en que es algo mucho más allá de lo literal. Según el comentario de la versión Torat Emet hay opiniones que afirman que Cam “violó a su padre”, mientras que otras afirman que lo castró. 

En tanto, el P.A. Nesher ha compartido en su blog la explicación del teólogo Ariel Álvarez Valdés, quien sostiene el pecado del hijo de Nóaj habría sido acostarse con su propia madre, lo cual explicaría por qué el patriarca maldice a su nieto Canaán, quien sería fruto de esa relación incestuosa. 

Al margen de cuál haya sido el hecho en concreto, evidentemente era desagradable a YHVH en gran manera y esto demuestra que al poco de salir del diluvio universal la humanidad ya se había empezado a pervertir nuevamente. 

Volviendo a Nóaj, dice el versículo que el plantó una viña y tomó de su vino. ¿A caso esto estaba mal? ¿no debió haber plantado un viñedo? 

En mi humilde opinión, sí era justificable que él o sus hijos lo hiciesen, dado que el vino es distinto a cualquier otra bebida alcohólica. Es un fermento netamente ligado a lo espiritual, por eso es afectado por las lunas y por la luz, entre otras particularidades. 

Una buena parte de las grandes civilizaciones antiguas utilizaron el vino como elemento que conecta con el mundo espiritual, e Israel no es la excepción. Por eso se lo utiliza para hacer el kidush (la santificación), tanto en la apertura del shabat como en las bodas, por ejemplo.

Por eso, Yeshúa el Mesías lo instauró como un elemento que representa su sangre (y más precisamente los méritos de la misma, que son los que trajeron salvación al Pueblo) en el ritual más fuerte que tenemos sus discípulos: la mesa de comunión. 

Discierno que esta conexión tan fuerte la hallamos en los secretos de la palabra hebrea para esta bebida (“yayín”), cuya gematría es 70. Ese número es utilizado con frecuencia en las Sagradas Escrituras para simbolizar a las 70 naciones madre de toda la Tierra. 

Ahora bien, Israel es puesto como cabeza de las naciones no para oprimirlas sino para elevarlas, para acercarlas al Eterno. Por eso Israel entra a Egipto con un total de 70 varones, por eso los korbanot de los siete días de Sukot suman 70 (porque eran entregados por la paz de las naciones) y en los tiempos venideros las naciones subirán a Jerusalén a adorar a YHVH (Is. 66:23). 

Una muestra encriptada de esto lo vemos en Shemot 15:27 “ Llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas”. 

Doce fuentes (doce tribus) que dan agua (Torah) que sustenta a setenta palmeras (setenta naciones). 

Entonces, ¿cuál fue el problema con la familia que salió del arca si la viña era voluntad divina? 

El problema no era labrar un viñedo, el problema es cuando le dedicamos (especialmente nosotros los varones) demasiado tiempo, energía y atención a ese “viñedo”. 

Nóaj evidentemente habría descuidado el pastoreo que implica supervisar el estado espiritual de sus hijos, quienes serían nada menos que los refundadores del mundo.

El P.A. Nesher explicó una vez que según sabios judíos el vino representa -entre otras cosas- el placer del mundo físico, que es bueno, pero que debemos tomar con mensura para no emborracharnos y hacer estupideces. 

Confieso muchas veces haberme “emborrachado” con mi trabajo, que es un medio para transformar el mundo físico, y haberme olvidado de cultivar a los hijos que el Señor me ha dado. 

Aquí vale la pena aclarar dos cosas: el viñedo también puede ser el trabajo eclesiástico, lo que ha llevado tristemente a muchos padres dedicados excesivamente al servicio de los santos y a los hijos de su familia alejados de la santidad; y la segunda, por hijos no nos referimos sólo a los naturales (aunque son los primeros), sino también a los espirituales, al entorno que el Señor nos da para elevar. 

 En contraposición, vivir “sólo para la familia” sin trabajar es inviable, ningún exceso es bueno y por eso la gente que dice “te amo demasiado” queriendo decir “mucho” está diciendo que ama desequilibradamente.

  En Marcos 2:23-28 Yeshúa combate los excesos de rigor provenientes de los fariseos al procurar guardar el shabat. 

Pienso que el Maestro nos invita a saber reposar en Él. A confiar de tal manera en Su voluntad que no andemos acelerados haciendo un montón de cosas buenas, sino la justas y en su justo equilibrio. 

De esa manera podremos ser personas que dominan todo y nada de lo creado nos dominará, sino que lo llevaremos todo a plenitud. 

“…el que es espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie
(1 Corintios 2:12| NBLA)

En amor y servicio, Moisés.


Bitácora Relacionada y recomendada:

Las Diez Enseñanzas del Arca de Noé

En la Voz de David Nesher

Uno: Ante todo, no pierdas el barco. 
Dos: Recuerda que sólo hay un barco y todos estamos en ese mismo barco y debemos convivir en él. 
Tres: Sé previsor. Planea las cosas con anticipación. No estaba lloviendo cuando Noé construyó su barco. 
Cuatro: Mantente en buen estado físico y mental toda tu vida. Cuando tengas 60 años tal vez alguien te pida que hagas algo grande. 
Cinco: No escuches a los críticos que creen que estás loco, simplemente sigue haciendo el trabajo que tengas que hacer. 
Seis: Por el bien de tu seguridad, viaja en familia, o por lo menos en pareja. 
Siete: La velocidad no siempre es una ventaja. Los caracoles estaban a bordo junto con los leopardos. 
Ocho: Cuando estés estresado, relájate. El barco marcará tu rumbo y Dios te dirá cuando tienes que desembarcar. 
Nueve: Recuerda que el Arca fue construida por un aficionado que se puso en manos de Dios y el Titanic… por profesionales.
Diez: No importa la tormenta, cuando estás en las manos de Dios siempre hay un arco iris esperándote.

Noé, el inadaptado social

Por Laura Arco

Noaj, un hombre que hizo la diferencia en su sociedad, salvó al mundo.

Desde Bereshit, capítulo 3, vemos  una humanidad multiplicándose y expandiéndose sobre la faz de la Tierra. Los hijos de Adam no fueron sólo Abel, Caín y Set. Como dice Bereshit  5:7, a Adam y Eva le nacieron hijos e hijas, y a todos sus descendientes también. De la línea de Set  proviene Noaj.

Cada familia fue formando grupos, clanes, sociedades. Algunos construyeron ciudades; otros, se extendieron en comunidades agrícolas, pero todos, formaron sociedades en las cuales se construyeron relaciones socioculturales, económicas, religiosas, que definieron un estilo de vida conforme a una ideología. Dicho de otro modo, se definió un comportamiento social a partir de la conducta personal y grupal y las relaciones entre los grupos humanos, crearon una mentalidad alejada de la mente del Eterno.

Noaj, fue el único ser humano de su tiempo que no se acomodó al sistema de pensamiento imperante y no se dejó influenciar por las múltiples relaciones que se suscitan entre los integrantes de una comunidad.  Esto implica ser el “des-ubicado”, el rebelde o marginal, puesto que su comportamiento no condice con el imperativo del colectivo. (Bereshit 6: 8-9)

Desde la perspectiva del siglo XXI de la Era Común, con las pocas líneas que describren a Noaj, tal vez resulta difícil comprender la complejidad de la presión social y aún familiar a la que este hombre estuvo expuesto por 600 años, hasta que entraron al arca y sobrevino el diluvio.

Podemos preguntarnos: ¿cómo lo logró? ¿Cómo pudo resistir el escarnio y la burla? Toda la Humanidad contemporánea caminaba en una dirección opuesta a la suya. Y desde el otro ángulo, él, sólo él, se estableció en un punto contrario. Si aplicamos los paradigmas imperantes hoy, como “Vox populi, vox Dei” diríamos que Noaj estaba en contra de Dios, puesto que la inmensa mayoría de   los hablantes tenían un discurso y comportamiento en común. Si en la mayoría está la razón, Noaj era un rebelde, loco, inadaptado social.

La democracia supone que la voluntad de la mayoría es el camino correcto. Bien, la mayoría votó por el precipicio, o mejor dicho por un cataclismo de dimensiones superlativas, algo no conocido hasta ese momento, por consiguiente, impensable, con probabilidad 0 de ocurrir, según la experiencia y el conocimiento científico.

NOAJ, el profeta.

¿Qué es un profeta? ¿Cómo es?

El profeta es aquel que tiene una constitución especial, por la cual no sólo escucha la voz de Dios y la transmite al resto de los mortales, no sólo es intérprete de las señales y visionario de lo porvenir. Es una persona don que manifiesta la benevolencia divina al ser portavoz de un mensaje de Dios para su pueblo, adecuado a su situación y necesidad particular.

El profeta tiene el deber de ser distinto a la mayoría, fiel a su constitución y misión. Por tal razón, será resistido, incomprendido, e incluso, combatido. Será incorrecto, según el criterio generalizado.  Su único poder está en su palabra, la cual dará evidencias a su debido tiempo de que es mensaje del Cielo. En tanto que no se cumple  la hora, esa palabra, Davar,  quedará vibrando en lo invisible, uniendo los dos puntos, el de la proclamación y el de la manifestación. El espíritu de la profecía obra en lo invisible.

Cuando los contemporáneos de Noaj vieron el diluvio sobre ellos, comprendieron que Noaj no era el demente, el delirante aficionado a la mega carpintería; sino el profeta de El Eterno. Pero ya era tarde. No hubo tiempo de teshuvá ni tukum. Su fe los condenó. Su rechazo al mensaje de Noaj los dejó fuera del arca de salvación.

El arca, Tevah, fue la prueba material, de la fe de Noaj. La fue debe dar pruebas, obras, visibles, si no, es muerta. La fe que produce fruto trae salvación.

Noaj era tan humano como cualquier otro. Tenía necesidades físicas, emocionales y sociales como todas las demás personas. También necesitaba sentirse parte de un grupo, ser escuchado y valorado. Pero toda su generación lo excluyó; no encajaba. Su familia también debió cargar con la marca de “rara”. Prueba de ello, es que los 3 hijos de Noaj sí entraron en la Tevah y no perecieron en las aguas.

Sí, Noaj era tan humano como cualquier otro. Pera distinto.

Los profetas del Altísimo no se pertenecen a sí mismos ni al pueblo. Son hombres-dones, como dice Pablo en la Carta a los efesios, capítulo 4.

 Por lo tanto, yo, prisionero por servir al Señor, les suplico que lleven una vida digna del llamado que han recibido de Dios, porque en verdad han sido llamados. Sean siempre humildes y amables. Sean pacientes unos con otros y tolérense las faltas por amor. Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz. Pues hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, tal como ustedes fueron llamados a una misma esperanza gloriosa para el futuro.
Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo,
un solo Dios y Padre de todos,
quien está sobre todos, en todos y vive por medio de todos.

No obstante, él nos ha dado a cada uno de nosotros un don[a] especial mediante la generosidad de Cristo. Por eso las Escrituras dicen:
«Cuando ascendió a las alturas,
    se llevó a una multitud de cautivos
    y dio dones a su pueblo»[b].

Fíjense que dice «ascendió». Sin duda, eso significa que Cristo también descendió a este mundo inferior.[c] 10 Y el que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, a fin de llenar la totalidad del universo con su presencia.
11 Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. 12 Ellos tienen la responsabilidad de preparar al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. 13 Ese proceso continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos maduros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena y completa medida de Cristo.

Cuando  Josafat, rey de Judá (2Cr. 20) se vio rodeado por el enemigo, pidió ayuda a YHVH y recibió un mensaje profético. Lo creyó y su conducta dio  evidencia de esa certeza:

Josafat  y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén
Se postraron rostro en tierra y adoraron al Señor
(v.18)

Josafat al día siguiente declaró:

¡Creed al Señor y veréis la salvación!
¡Creed a los profetas y seréis prosperados!

(v.20)

  Ahora, una pregunta para reflexionar:

Si hubieras sido parte de aquella generación pre-diluviana, ¿hubieras escuchado a Noaj, o te hubieras sumado a la inmensa mayoría?

No te apresures en contestar. Considera que éstos son tiempos como los de Noaj. (Mt. 24:37). ¿Eres distinto a la inmensa mayoría? ¿Haces la diferencia? ¿Escuchas la voz profética, o juzgas al profeta que te anuncia y advierte de lo porvenir?

Noé y el Arco Iris

El arco iris, como Pacto, es otro símbolo del cuidado del brit (el sexo del varón). Como hemos visto, la Torah refleja la historia de la humanidad.

Al analizar la historia de Noé y del Diluvio podemos ver cómo ésta refleja la batalla universal en contra de la inmoralidad (ver Génesis 6-9).

Las almas de la Generación del Diluvio estaban sumergidas en la inmoralidad. Practicaban el adulterio, la homosexualidad, la masturbación y el bestialismo (ver Bereshit Rabah 6:5). Su constante de noche de simiente invocó terribles juicios, al punto en que la humanidad debió ser eliminada.

El castigo de esta generación estuvo «de acuerdo con su crimen«. El pecado principal de la Generación del Diluvio fue la emisión en vano de simiente. Afirma el Talmud que aquél que emite simiente en vano es considerado como si hubiera traído el diluvio al mundo (Nidá 13a). Podemos comprenderlo mejor cuando vemos que una sola descarga de semen contiene varios cientos de millones de células espermáticas, cada una de las cuales tiene el potencial de fertilizar el óvulo femenino. Esta simiente está ‘viva» con el poder de dar vida, de modo que toda emisión en vano es una pérdida de vida – tal como una inundación apareja pérdida de vidas.

Noé fue el único hombre de esa generación considerado digno de ser salvado del Diluvio que Dios trajo al mundo. Él era la única figura bíblica con el título de Tzadik. Porque el Tzadik es alguien que guarda su Pacto, y Noé era el único guardián del brit en esa generación inmoral.

Para escapar del Diluvio, Noé debió construir un Arca para protegerse y proteger a su familia junto con al menos dos animales de cada especie. El Rebe Najmán enseña que la palabra hebrea para «Arca» es teivá, que también puede traducirse como ‘palabra». La «palabra» de Noé fue la plegaria. Esencialmente, fue esta «palabra» de plegaria, la manera más sagrada y efectiva de utilizar el habla, lo que protegió a aquéllos que estaban en el Arca de las aguas destructivas del Diluvio (Likutey Moharán I, 14:10).

Vemos entonces que la única opción de salvación que tuvo Noé, como Tzadik de esa generación, fue elevar sus plegarias a Dios. El Tzadik, como hemos visto, es llamado así debido a que guarda su Pacto. Esto le permite unirse con Maljut, que representa el habla (ver más arriba) y así fortalecer la plegaria y dirigirla de manera apropiada. Fue gracias a sus plegarias que Noé pudo salvarse de la destrucción del Diluvio. Como Tzadik, capaz de fortalecer sus plegarias, pudo también salvar a su familia.

Luego del Diluvio y al salir del Arca, Noé fue abrumado por la visión de la destrucción del mundo. Oró entonces a Dios, Quien le prometió que nunca más traería un diluvio así sobre la tierra. Como prueba de esta promesa, Dios le ofreció a Noé la señal del arco iris como recordatorio de Su Pacto.

Cuando Dios ofreció Su Pacto, esperaba que a cambio de su protección el hombre hiciera lo mismo y tuviese respeto por la moralidad humana. Pero poco después, Jam, el hijo menor de Noé, produjo un tremendo daño a través de su transgresión sexual. Noé lo maldijo duramente, diciéndole, (ver Génesis 9:18-29), «Esclavo serás».

Jam, el hijo de Noé, transgredió en contra de la misma fuerza que le había permitido a Noé sobrevivir – el brit. Jam se traduce como «caliente», indicando la «sangre caliente de la lujuria» que arrastra a la persona (Tikuney Zohar #18, 37a). Debido al «calor» descontrolado de esta transgresión y por haberse hecho esclavo de sus deseos, Jam fue maldecido con la esclavitud. Este es el destino que le aguarda a aquél que no controla su lujuria.

Llevando estos conceptos hacia una aplicación más práctica, el Rebe Najmán enseña que el brit de Noé y el brit de Abraham tienen mucho en común: el arco iris, que señala el brit de Dios con Noé, es llamado keshet, que también se traduce como arco. El Pacto de Abraham es también llamado el keshet habrit, el arco del Pacto; y alude al brit cuando éste funciona en pureza. El órgano del brit es visto como un arco; la simiente, como la flecha (Zohar 111, 272a; Likutey Moharán 1, 29:6). Al cuidar el brit, se obtiene el poder de una plegaria efectiva; al rectificar el Pacto (arco), uno puede transformarse en un «lanzador de flechas», alcanzando el «blanco» con sus plegarias de la manera más efectiva (Likutey Moharán 11, 83:1).

La plegaria se ve por el brit debido a que Zeir Anpin corresponde a la voz y Maljut, a la palabra (ver Zohar II, 230b). lesod, que es una manifestación de Zeir Anpin, representa el brit, y Maljut recibe de lesod. Por lo tanto, aquél que guarda el brit rectifica la voz y le da poder al habla, a la plegaria. Por otro lado, aquél que degrada su brit daña su voz, perdiendo el sentimiento por la plegaria; al dañar el brit se disminuye el poder de la plegaria (ver Likutey Moharán l, 27:6; ibid. ll, 1:10).

Esto también se alude en el hecho de que la tráquea está sostenida por seis anillos de cartílago (ver arriba, Capítulo 26). lesod es la sexta Sefirá de Zeir Anpin. Así, al degradar lesod, el «sexto» aspecto de Zeir Anpin, se daña la voz.

Hemos visto que la simiente proviene de todo el cuerpo (arriba, Capítulo 40). El Rebe Najmán enseña que aquél que guarda el Pacto merece sentir en todo su cuerpo la dulzura de sus plegarias. Todos sus huesos sienten esta dulzura, tal como cantó el Rey David (Salmos 35:10), «Todos mis huesos dirán: ‘Oh Dios, ¿Quién es como Tú?’ .» Sus plegarias son como flechas disparadas hacia el objetivo con precisión, rectitud y verdad (Likutey Moharán I, 50:1).


Fuente:

Fragmento final – Capítulo 42
Parte Nueve
EL SISTEMA REPRODUCTIVO

Libro ANATOMÍA DEL ALMA. Rabí Najmán de Breslov

¿Por qué Noé Maldijo a Canaán, si quien lo vio Desnudo fue su hijo Cam?

Autor: Ariel Álvarez Valdés (*)

Una de las escenas más extrañas de la Torah es la que cuenta que un día Noé se quedó dormido a causa de una borrachera, y su hijo Cam entró a la habitación y vio su desnudez. Por ello Cam recibió una tremenda maldición.

El incidente tuvo lugar después del diluvio universal, cuando Noé y su familia bajaron del arca y se establecieron en tierra firme. El Génesis lo relata así:

Los hijos de Noé que salieron del arca eran Sem, Cam (padre de Canaán), y Jafet. Noé era agricultor y había plantado una viña. Cierto día, en que había bebido vino, se embriagó y quedó tirado y desnudo en medio de su tienda. Cam (padre de Canaán) vio la desnudez de su padre, y avisó a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet entraron a la tienda mirando para otro lado, y con un manto cubrieron a su padre, pero no vieron su desnudez. Cuando Noé despertó de su borrachera y se enteró lo que su hijo menor había hecho, dijo: ‘Maldito sea Canaán. Será el sirviente de sus dos hermanos’. Luego añadió: ‘Bendito sea Yahvé, el Dios de Sem, y que Canaán sea esclavo suyo. Que Dios permita a Jafet extenderse, que habite en los campamentos de Sem, y que Canaán sea esclavo suyo»
(9: 18-27).

¿Qué pecado puede ser?

¿Cuál fue el pecado de Cam? ¿Era tan grave haber visto a su padre desnudo? ¿Por qué la Torah conservó el recuerdo de este hecho? Tales preguntas nos hacen sospechar que detrás del relato se esconde algo que no se capta a simple vista. ¿Qué es?

Ya al comienzo hay un detalle curioso. Noaj (Noé) aparece como agricultor, plantando una viña. Y se nos ocurre preguntar: ¿de dónde sacó la cepa de la vid, si el diluvio había exterminado toda forma de vida?

El relato no lo dice, ni le importa la incoherencia. Sólo busca con esta escena dejarnos un mensaje, y es el siguiente: la tierra había quedado maldita por el pecado de Adán y Eva (Gn 3: 17-19). Era un inmenso desierto y sólo producía abrojos y espinas. Pero ahora las aguas del diluvio habían saneado otra vez el mundo y lo habían purificado. Esto se comprende por las palabras que Dios le dijo a Noé al terminar la catástrofe: “De ahora en adelante, y mientras exista la tierra, siempre habrá siembra y cosecha, hará frío y calor, habrá invierno y verano, existirá el día y la noche” (Gn 8; 21-22). Es decir, el mundo se había normalizado.

El diluvio sanador.

Por eso el autor del Génesis muestra a Noé cultivando una vid (la más preciosa y noble de todas las plantas de la Torah), sin importarle si esto era posible o no después del diluvio. Porque quiere indicarnos que la maldición había sido levantada. Que Dios le había devuelto a la tierra la fecundidad, al punto tal de producir nada menos que viñedos. Que, en el fondo, los enojos de Dios duran poco.

Noé, pues, aparece haciendo lo contrario de Adán. Adán con su pecado había traído el sufrimiento y la esterilidad a la tierra. Noé, por su bondad, había traído el alivio y el consuelo al mundo. Con razón cuando nació, su padre lo llamó así. Porque “Noé” en hebreo significa “consolar”.

La enseñanza del autor es clara: cuando alguien bueno como Noé aparece sobre la tierra, la tierra vuelve a ser buena.

Una maldición para el nieto.

A continuación el autor pasa a relatar el hecho central. Un día Noé se embriagó con el vino que producía su viña, y se durmió desnudo en su tienda. En ese momento entró su hijo Cam, que aparece presentado como el “padre de Canaán”. ¿Por qué el relato insiste en que es el padre de Canaán (dos veces lo dice, en los versículos 18 y 22), cuando Cam todavía ni siquiera tiene hijos?

Entonces, sigue la narración, Cam vio la desnudez de su padre y avisó a sus dos hermanos que estaban afuera, los cuales no vieron la desnudez de su padre. ¿Qué pecado hay aquí? ¿Qué falta de respeto es ver a un padre desnudo?

Y cuando Noé se despierta y advierte lo que ha pasado, reacciona de una manera doblemente inesperada. Primero, lanza una dura maldición tremendamente exagerada para lo que Cam ha hecho. Y segundo, no maldice a Cam, responsable del hecho, sino al hijo de éste, esto es, a Canaán. ¿Por qué Noé maldice a su futuro nieto y no al hijo que cometió el pecado? A esta altura del relato ya no entendemos nada.

Prohibido entre parientes.

Pero si analizamos la historia con cuidado, notaremos algo que nos puede ayudar: el texto original no dice que Cam vio a su padre desnudo, sino que “vio la desnudez de su padre”, que no es lo mismo. Y repite tres veces esta expresión. ¿Qué significa “ver la desnudez”, en la Torah?

El libro del Levítico trae unas 30 veces esta frase, y la emplea para referirse a las relaciones sexuales con una persona. Por ejemplo, dice: “No descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre” (es decir, no tendrás relaciones con la mujer de tu padre) (18,8). “No descubrirás la desnudez de tu hermana” (es decir, no tendrás relaciones con tu hermana) (18,9). “No descubrirás la desnudez de tu nieta” (es decir, no tendrás relaciones con tu nieta) (18,10). “No descubrirás la desnudez de tu tía” (es decir, no tendrás relaciones con tu tía) (18,12). “No descubrirás la desnudez de tu nuera” (es decir, no tendrás relaciones con tu nuera) (18,15).

Por lo tanto, que Cam haya visto “la desnudez de su padre”, alude a una relación sexual de Cam. Pero ¿con quién? ¿Con su padre Noé? A primera vista no es eso lo que sugiere el texto; no hay aquí ninguna referencia a un acto homosexual. Además, que dos veces se diga que “Cam es el padre de Canaán” más bien nos aleja de un posible acto homosexual.

El lenguaje de la Torah y todas las Sagradas Escrituras.

¿Con quién, entonces, tuvo relaciones sexuales Cam? Aquí el Levítico nos ayuda otra vez. Cuando “la desnudez” que se prohíbe ver a un hombre no es la de una mujer, sino la de otro hombre, no se está prohibiendo la relación homosexual con “ese” hombre (las relaciones sexuales entre hombres se sobreentendían prohibidas), sino con la esposa de ese hombre.

Para decirlo con otras palabras: en la Torah, la desnudez de un hombre es “su esposa”. Por ejemplo, la desnudez del padre es “la esposa” del padre. La desnudez del hermano es “la esposa” del hermano.

Eso lo expresa claramente también el Levítico: “No descubrirás la desnudez del hermano de tu padre, es decir, la de su esposa”. (18,14). O: “Si un hombre se acuesta con la mujer de su padre, ha descubierto la desnudez de su padre” (20,11). O también: “Un hombre ha descubierto la desnudez de su hermano, si se casa con la mujer de él” (20,21).

En todos los casos, “la desnudez” de un hombre es su esposa. Por lo tanto, y volviendo a nuestra historia, que Cam haya visto la desnudez de su padre Noé significa, en lenguaje bíblico, que se acostó con la esposa de Noé. En definitiva, con su propia madre.

Nacido con vergüenza.

De este modo se aclaran todos los interrogantes; a) se entiende por qué Noé al enterarse lanzó una maldición: porque su hijo, aprovechando su borrachera, cometió un incesto, uno de los pecados más aberrantes que existe en las Sagradas Escrituras; b) se entiende por qué Noé no maldice a su hijo Cam sino a su nieto Canaán: porque nacerá como producto del incesto; c) se entiende por qué se insiste que Cam es el padre de Canaán: porque el relato no pretende centrar la atención en Cam el pecador, sino en su futuro hijo Canaán, que será maldito desde sus orígenes por haber nacido como fruto de un pecado.

Después de que Cam “vio la desnudez de su padre”, dice el Génesis que “avisó a sus dos hermanos que estaban afuera”. Este “aviso” era, evidentemente, una invitación para que ellos hicieran lo mismo. Pero el libro aclara que ellos “no vieron la desnudez de su padre”, sino que entraron a la tienda de espaldas y lo cubrieron. Con esto se muestra la negativa de Sem y Jafet a caer en el incesto, y explica la posterior bendición que su padre les dio a ellos.

¿Recuerdos de alcoba?

Nos falta resolver una última cuestión. ¿Por qué el recuerdo de un pecado tan doméstico y privado, como fue el incesto de Cam y su madre, fue conservado en las Sagradas Escrituras? ¿Sólo para decirnos que está mal el incesto?

No, porque si atendemos a las palabras finales del relato, o sea, a las maldiciones y bendiciones que lanza Noé al despertar (versículo 25-27), veremos que éste no es un simple acontecimiento familiar, sino que está cargado de intenciones políticas.

En efecto, los personajes principales de la historia son los tres hijos de Noé, es decir, Sem, Cam (con su futuro hijo Canaán) y Jafet. Y para la mentalidad popular hebrea, estos tres hermanos simbolizaban a tres pueblos. Sem representaba a los “semitas”, y por lo tanto a ellos mismos. Canaán, a los cananeos, sus tradicionales enemigos. Y Jafet, a los filisteos, pueblo que compartió con los israelitas la Tierra Prometida durante varios siglos.

Ahora bien, cuando Israel se apoderó de la Tierra Prometida (que entonces se llamaba Canaán), pudo derrotar a sus principales habitantes (los cananeos) y esclavizarlos (Jos 24: 11-13). Pero en Canaán hubo también un pueblo al que jamás logró dominar ni someter: los filisteos. Éstos habían llegado a la Tierra Prometida casi al mismo tiempo que los israelitas, sólo que por otro lado: éstos entraron por el este, mientras que los filisteos lo hicieron por el oeste, y se instalaron en la costa del país, de la cual nunca pudieron ser expulsados.

El pueblo misterioso.

Israel veía cómo, siglo tras siglo, fallaba en su intento de dominar a los filisteos. Éstos se mantenían libres y fuertes, e incluso llegaron también a someter a los cananeos vecinos. Y una duda comenzó a atormentar a los israelitas: ¿acaso Dios no les había dado la Tierra Prometida a ellos? ¿No les había asegurado que someterían a todos los pueblos que la habitaban (Ex 23: 23)? ¿Qué pasó con los filisteos? ¿No tuvo Yahvéh el poder suficiente para cumplir su promesa hasta el final? Esta cuestión los perturbaba enormemente.

Hasta que, reflexionando, e inspirados por Dios, encontraron la respuesta. Los filisteos se quedaron en el país, no porque Dios no pudiera expulsarlos, sino porque ésa fue su voluntad desde el principio. Dios había dispuesto que los filisteos también se apoderaran de una parte de la Tierra Prometida, así como los israelitas se adueñaron del resto. Únicamente a los cananeos había que esclavizar y someter, por los pecados aberrantes que cometían.

Por eso imaginaron este relato, con finalidad didáctica, en el que Noé ya al principio del mundo aparece profetizando lo que en realidad ellos descubrieron más tarde en la historia: “que Canaán (es decir, los cananeos) sea maldito, y sea el sirviente de sus dos hermanos. Que Sem (es decir, los israelitas) sea bendito y que Canaán sea esclavo suyo. Que Jafet (es decir, los filisteos) se extienda y habite en medio de los campamentos de Sem, y que Canaán sea esclavo suyo”. (versículo 25-27).

Por lo tanto, ésta narración no tiene connotaciones sexuales sino políticas, y fue compuesta para explicar una situación que se había dado en la historia de Israel: la esclavitud de los cananeos y la supervivencia de los filisteos.

Dos hijas en malos pasos.

Que esta interpretación es correcta se ve por otro episodio del Génesis: el origen de los moabitas y amonitas (19, 30-38). Éstos eran dos pueblos vecinos de Israel, que habitaban al oriente del río Jordán, y sumamente odiados por los israelitas. Tal odio se debía a que, en varias oportunidades a lo largo de la historia, habían cruzado la frontera para invadir, saquear y cometer toda clase de vejaciones contra las poblaciones hebreas. Incluso cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad sagrada de Jerusalén, ellos colaboraron con la destrucción, cosa que jamás perdonaron los judíos (2 Re 24,2).

Tanto era el odio que sentían por estos dos pueblos, que la Ley judía prohibía terminantemente admitir a alguno de ellos en el pueblo elegido hasta la décima generación. Es decir, no sólo a los amonitas o moabitas, sino a todo aquél que tuviera a uno de ellos entre sus antepasados, aunque fuera remotísimo (Dt 23,4).

¿Y cómo cuenta la tradición judía el origen de ambos pueblos? Dice que cierto día las dos hijas de Lot (el sobrino de Abraham), tuvieron un diálogo muy angustioso. No quedaban hombres con quiénes casarse, ya que recientemente había bajado fuego del cielo sobre Sodoma y Gomorra, y había destruido también las ciudades de los alrededores. ¿Morirían ellas solteras y sin hijos?

Otro padre emborrachado.

No podían remediar su soltería. Pero sí, al menos, la falta de hijos. Esa noche, la mayor emborrachó a su padre y luego se acostó con él. Al día siguiente la menor hizo lo mismo. De esta manera, ambas quedaron embarazadas ¡de su propio padre! El hijo de la mayor se llamó Moab, y de él descendieron todos los moabitas. El hijo de la menor se llamó Ben Ammí, y de él descendieron todos los amonitas.

Así, mediante estos relatos degradantes y vergonzosos, nacidos de la chispa politiquera y no de la historia, los israelitas se vengaron de sus aborrecidos enemigos, por todos los males que les habían infligido.

Como vemos, esta narración tiene una coincidencia asombrosa con la de Noé: el padre borracho, la relación incestuosa, el hijo concebido por ella, un pueblo enemigo que desciende de él. Las dos narraciones, pues, fueron compuestas con el mismo fin: explicar y justificar la situación política que había entre Israel y estos pueblos.

La esclavitud tan temida.

Había tres hermanos: Sem, Cam y Jafet. Nacidos en la misma familia, del mismo padre y la misma madre. Felices. Llenos de proyectos magníficos. Llamados por Dios para algo grande y glorioso. Pero uno terminó esclavo, y los otros dos libres. Uno quedó sometido, y los otros se volvieron sus amos. A uno la vida se le volvió un infierno, y a los otros una plenitud. Y todo por culpa del pecado.

Esta es la primera vez que la Torah habla de la esclavitud, la institución más espantosa que haya inventado el ser humano. Donde uno prueba la muerte en vida. Donde uno no puede decidir por sí mismo, ni hacer lo que le gusta, ni ir a donde quiere, ni tener amigos, ni ser feliz. Sólo tiene un amo que lo manda; alguien que desde arriba le ordena lo que él no quiere hacer, que lo priva de sus sueños, le amputa sus ilusiones y lo degrada.

Y aunque hoy entre nosotros no existe ya esa institución, sin embargo en la vida diaria, con cada pecado nuestro, nos volvemos esclavos, menos libres, menos dueños de nosotros mismos, más dependientes. De lo que hicimos, lo que dijimos, del mal que generamos, del vicio en el que nos empecinamos. Hasta que ya no podemos levantar la cabeza, ni mirar al mundo de frente, ni ir a donde queremos. Debemos hacer lo que nos pida el nuevo amo que hemos adquirido: el pecado.

Jesús lo dice con toda crudeza, sin historias de por medio: “El que peca, se vuelve esclavo” (Jn 8: 34). Y hay que creerle.

Por eso, librarse del pecado es sacarse de encima un pesado yugo que no nos deja gozar de la libertad de los hijos de Dios. Jesús vino para devolvernos esa libertad. Para que todos los hombres vuelvan a ser como aquellos tres hermanos, antes de que Cam pecara.


(*) Ariel Álvarez Valdés es licenciado en Teología Bíblica por la Facultad Bíblica Franciscana de Jerusalén (Israel), y doctor en Teología Bíblica por la Universidad Pontificia de Salamanca (España).


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¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

Noé y el Altar de la Ascensión Planetaria

Por P.A. David Nesher

«Y edificó Noé un altar a YHVH, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocaustos en el altar. Y Yavéh percibió el aroma agradable, y dijo YHVH para sí:
Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud; nunca más volveré a destruir todo ser viviente como lo he hecho. Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán.
«

(Bereshit/Génesis 8: 20 – 22)

Al meditar en el relato del Diluvio (en hebreo mabul) notamos que la era noájica que se abre en la historia de la Salvación, es diseñada con gran precisión y sutileza divina. Por eso, y para lograr entender el espíritu pedagógico de este texto es esencial saber que Moshé al escribirlo no habla de cosas remotas concerniente a la historia (prehistoria de la humanidad primitiva), sino que responde a cuestiones elementales y con importancia actual para la fe del Israel que en el desierto se capacitaba para conquistar la Tierra Prometida.

Entonces, Moshé, por medio de este relato, se propone conducir a los hebreos a considerar el Diluvio Universal como un castigo purificador de la humanidad, y ahora, se abre una etapa de una Nueva Humanidad de la que Noaj había de ser el nuevo padre.

Los hombres, por el pecado antes del Mabul (Diluvio), habían alterado sus relaciones con el Eterno, y ahora es preciso normalizarlas, una vez que la justicia divina se ha realizado. Justamente, el discurso que Yahvéh tiene en este primer culto post-diluviano presupone como dato una grave perturbación, una degeneración profunda de la creación que había salido “perfecta” de Sus manos. Violencia y muerte caracterizan la vida colectiva de las criaturas, el estado de paz entre ellas había desaparecido.

Esta porción escritural contiene las respuestas que Israel necesita, y que le permitirán una reflexión sobre el tesoro de su fe desde todos los ángulos, y de las conclusiones que de esta historia lograra extraer a lo largo de los siglos y de sus generaciones. La doctrina surgida de la meditación de este texto será digna para la vida de un Pueblo llamado a construir un reinado de sacerdote (Éx. 19: 6).

Por eso, el primer acto de Noaj después de salir del arca fue un ritual de invocación para adorar a Yahvéh través del sacrificio. La gratitud y la admiración de la grandeza de Dios lo llevo a adorarlo a fin de santificar Su Nombre. El Midrash cuenta que Noaj se vistió con las prendas Celestiales que el Eterno había hecho para Adam y que Noaj llevó al arca. Ataviado con estas preciosas prendas, ofreció cuatro sacrificios Oláh (ígneos) sobre un altar construido por sus propias manos:

«Y construyó Noé un altar a YHVH, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocaustos sobre el altar.«

(Génesis 8: 20)

Este fue un principio correcto. Durante un lapso mayor de un año Yahvéh había permanecido en silencio, pero ahora, esta actitud de búsqueda de Noaj produjo agrado a su corazón.

¿Por qué la construcción de un altar y la ofrenda en él ofrecida produjeron respuesta por parte de Yahvéh?

Interesante resultará saber para nuestra búsqueda que esta es la primera mención en la Torah de la palabra altar. En este punto, el huerto del Edén ha sido destruido por el Diluvio. Por lo tanto, los seres humanos ya no contaban con la presencia visible Shekináh a quien podían traer su ofrenda. Así que Noé establece el modelo que finalmente se registra en el libro de Vayikrá (Levítico) y construye un altar.

La palabra hebrea usada aquí para altar es mizbeaj. La misma viene de la raíz zavaj que significa sacrificar. En la mentalidad de los antiguos el altar es una mesa donde se ofrece una “comida” al Eterno. El altar es un lugar de encuentro entre el hombre y Dios. (Ver: Altar: códigos del corazón humano sujeto al Eterno Dios)

Numerosos pasajes de las Sagradas Escrituras muestran que el altar es una elevación de tierra construida por el hombre, lo que explica que el profeta Ezequiel lo califique de “monte de Dios”.

El altar debía ser construido con piedras, pero su característica fundamental era la de ser un promontorio levantado por el hombre y dedicado por éste a Yahvéh. Tomar una simple piedra y ofrecer los sacrificios en ella hubiera significado, para el hombre permanecer al nivel de la naturaleza. En cambio, un altar fabricado por sus manos expresa su deseo de elevarse por encima del estado de naturaleza para alcanzar el nivel del ser humano libre que se consagra al Eterno a partir de aquella base natural.

Noaj tenía que construir ese altar. Tenía que hacer un esfuerzo para poder mostrar al Eterno su amor y sometimiento. Con esto, la Torah deja en claro que cada persona humana tiene la responsabilidad de edificar un altar al Eterno. Cada alma redimida debe constituirse alrededor de un lugar de encuentro íntimo, un sitio donde pueda relacionarse con Yahvéh, como Padre Celestial, por medio de un sacrificio costoso.

Noaj sabía que al levantar un altar a Yahvéh en la Tierra restaurada, como el antepasado de la humanidad futura, estaba haciendo del planeta un lugar dedicado al SEÑOR donde los hombres habrían de colocar sus piedras, las unas sobre las otras, hasta convertir la Tierra entera en una montaña sagrada, el Monte Santo de Dios, símbolo de que la Tierra, por medio del ser humano en propósito, se constituía en el Reino de Elohim.

Recordemos que Noaj era plenamente consciente de la tradición oral que Adam había dado acerca del sistema de culto que con el tiempo sería escrito por Moshé en el libro de Vayikrá (Levítico). Por lo tanto, su ofrenda no fue sólo aceptable porque se utilizaron animales y aves puros, sino también porque Noé ofreció holocaustos sobre ese altar (8:20b). Las ofrendas quemadas eran un acto de adoración voluntaria y expiatoria por el pecado no intencional en general. Ellas eran una expresión de la devoción, el compromiso y la entrega total al Señor.

El holocausto consiste en quemar todo el animal. El animal que es sacrificado sobre el altar representa al ser humano que lo ofrece. De esta manera el sacrificio de holocausto constituye una simbología de entrega total al Eterno. Toda mi vida es tuya, es lo que dice el ofertante por medio de su ofrena. «Todo lo que soy y todo lo que tengo te pertenece, proclama el adorador a los cuatro vientos. Mi vida no significa nada para mí mismo, confiesa el que ama a Yahvéh. «Lo único que me importa es agradarte, Yahvéh. Todo esto, se esconde en el mensaje de la ofrenda de ascensión (holocausto) cuando es ofrecido correctamente.

La palabra traducida aquí como holocausto es la palabra hebrea oláh, que viene de la raíz alá,  que significa “subir”. Así que una traducción literal sería “ofrenda de ascensión”.

Una vida entregada totalmente para cumplir los propósitos del Eterno es como un sacrificio cuando sube como un “olor fragante” al Cielo. La expresión hebreo «olor agradable” designa un goce de tipo espiritual. En efecto, el olfato es, de todos los sentidos, el que proporciona las sensaciones más puras e inmateriales.  La satisfacción espiritual que la ofrenda de Noaj proporcionó al Eterno se debía al concepto sustancial mismo de “sacrificio” u «holocausto«.

El aroma no vino de la carne quemada de un animal muerto. Nuestro Padre celestial no se deleita en el derramamiento de la sangre y la quema de la carne de un ser inocente. Lo que produce el aroma agradable es el corazón que está detrás de ese sacrificio. En este caso fue el corazón de Noaj. Él estaba dispuesto a sacrificar estos animales preciosos como representación de su propia devoción al Creador. Pero, al mismo tiempo estaba profetizando acerca del sacrificio del Cordero de Dios que iba a venir más adelante para quitar su pecado y los de todo el mundo.

Los animales sacrificados no expían el pecado, tal como el escritor de la epístola a los Hebreos lo expresa tan bellamente:

es imposible que la sangre de toros y machos cabríos quite los pecados
(Hebreos 10:4).

Sólo el Mesías, la Simiente de la Mujer, puede hacer eso. Así que antes de la venida del Mesías, los pecados de los creyentes del Tanak (Antiguo Pacto) se colocaron temporalmente a un lado cuando trajeron una ofrenda aceptable como lo hizo Abel.

¿Sobre qué base se puso su pecado a un lado? Fue su emunáh (fe). Cuando trajeron sus ofrendas demostraron su fe, sabiendo que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). La razón por la que el aroma del animal quemado era grato al Señor, era porque representaba la fe. Y entonces «Yahvéh dijo en Su corazón» (Binah o Inteligencia Emocional):

 Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud; nunca más volveré a destruir todo ser viviente como lo he hecho. Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán.”

(Génesis 8:21-22)

Al repetir el Eterno las palabras “nunca más volveré” estas palabras se convierten en un juramento. Un juramento es parte de un pacto.

Esto era agradable para el Eterno y por eso pronunció un juramento, como también está escrito en:

Porque esto es para mí como en los días de Noaj, cuando juré que las aguas de Noaj nunca más inundarían la tierra; así he jurado que no me enojaré contra ti, ni te reprenderé.”
(Isaías 54:9)

Así que aquí se instituye un Pacto con el Cielo y la Tierra, tal como lo dejara explicado el profeta Jeremías en su oráculo:

“Así dice el Eterno:
«Si pudierais romper mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de modo que el día y la noche no vinieran a su tiempo…
Así dice el Eterno:
«Si no permanece mi pacto con el día y con la noche, y si no he establecido las leyes del cielo y de la tierra”

(Jeremías 33:20 y 25)

La expresión “Y Yahvéh dijo en Su corazón”, indica que se trataba de algo muy importante en que Él iba a comprometerse. Pero, tenía aspectos tanto negativos como positivos.

Negativamente, Yahvéh prometió esto:

aunque las intenciones del ser humano son perversas desde su juventud, nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa suya. Tampoco volveré a destruir a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo (8:21b).

Esta es la manera del Señor para revelar que la humanidad tiene la naturaleza de pecado. Esto se convierte en la fuente de la doctrina de la inclinación al mal (Yetser Hará) que da origen al ego (falsa identidad del hombre). Esta doctrina enseña que todo ser humano nace con una inclinación al mal y una inclinación a lo bueno. Pero la inclinación al mal a menudo gana dominio sobre la inclinación al bien. Pero a pesar del hecho de que toda inclinación del corazón del hombre es mala desde su juventud, Yahvéh prometió que Él nunca más volvería a destruiría todo ser viviente, como lo había hecho con el Diluvio. Ya con este evento, el Eterno había enseñado a la humanidad que el pecado inevitablemente trae juicio. La destrucción de la humanidad cada tanta generación no serviría a ningún propósito útil.

Ahora positivamente, mientras la tierra exista, habrá siembra y cosecha, frío y calor, verano e invierno, y días y noches (8:22). En primer lugar, la siembra y la cosecha; en segundo lugar, el frío y el calor; en tercer lugar, el verano y el invierno; y en cuarto lugar, el día y la noche. Mientras exista la tierra, el ciclo de la vida continúa (8:22).

Esto es lo que Jeremías llama el pacto con el día y la noche (Jeremías 31:35-37, 33:17-26). Esto enseña que este juramento sólo se aplica siempre y cuando la Tierra exista, y el ser humano se asuma responsable de todo lo que en ella acontezca.


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Noé y el Viñedo de la Auto-Profanación

Por P.A. David Nesher

«Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra.
Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda.
 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.
Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos.
Dijo más: Bendito por Yahvéh mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo.
Y vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años. Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió.»

(Génesis 9.18-29)

De todo este pasaje hay un versículo que merece nuestra atención a fin de entender la acción de embriaguez de Noaj, y las consecuencias que la misma trajo a la humanidad.

Y comenzó (Vaiajel) Noaj, el hombre de la tierra, y plantó un viñedo”.

(Génesis 9:20)

Después del diluvio, Noaj y sus hijos salieron del arca para comenzar a repoblar el planeta Tierra estableciendo una Nueva Humanidad llena de esperanza mesiánica.

Extrañamente, vemos que Noaj decidió que una forma apropiada de comenzar el nuevo asentamiento humano sería plantando un viñedo. A primera vista esto parece ser un hecho intrascendente, sin embargo, la Torah utiliza una palabra extraña para decir que Noaj comenzó ‘vaiajel’. Ciertamente, la palabra más apropiada habría sido vaiatjil. Ante esto surge una pregunta: ¿Qué nos quiere decir la Torah con esto?

Como todos sabemos, el hebreo es el idioma con el que se creó el mundo y, por lo tanto, en él se esconden un sinnúmero de significados ocultos. Por eso, nos conviene saber que este relato de la desgracia de Noaj comienza con el versículo que en español se pronuncia:

«Vaiajel Noaj, Ish HaAdamá, Vaitá Carem»

Este dicho puede traducirse de dos maneras:

  1. «Y Noaj comenzó a ser un hombre de la tierra, y plantó un viñedo.«
  2. «Y Noaj se profanó a sí mismo, un hombre de la tierra y plantó un viñedo.«

Según la primera explicación no hay mucho lugar a interpretar, pero según la segunda explicación, ¿qué significa auto-profanarse?

La raíz de la palabra vaiajel en hebreo es jol, que significa «profano» o «mundano«. De acuerdo a los comentaristas, la Torah nos quería decir que, con la acción de plantar un viñedo, Noaj se profanó a sí mismo y degradó su estado espiritual, afectando así a su familia y generaciones.

Ante esta explicación, surge otra pregunta. Si bien Noaj se emborrachó con el vino de su viñedo y actuó de manera irresponsable, el hecho de plantar un viñedo en sí mismo no es algo malo. ¿Por qué entonces la Torah dice que Noaj se profanó a sí mismo al plantar un viñedo? ¿Por qué no dice mejor que Noaj se profanó a sí mismo al emborracharse y actuar inapropiadamente? Y no sólo eso. Si analizamos el texto con detenimiento, veremos que en realidad dice que Noaj se profanó a sí mismo y luego plantó un viñedo.

¿Por qué la Torah hace esta afirmación?

La respuesta es que existe una regla general que vibra en las dimensiones de la espiritualidad: “Todo va de acuerdo con la intención (hebreo: kavaná) del que realiza la acción”. Es decir, la acción en sí no es determinante, sino que lo importante es la intención con la que se realiza la acción.

Entonces, en este caso de la vida de Noaj, lo importante es determinar cuál fue la intención que él tuvo al plantar el viñedo.

Si bien el vino tiene un aspecto espiritual, ya que puede servir para santificar el Nombre del Eterno, a través del ritual Kidush, por ejemplo, también tiene un aspecto puramente material, ya que puede servir para emborracharse y actuar de manera irresponsable.  El vino recién triturado representaba el nuevo comienzo de la fertilidad de la tierra. La Tanak (el Antiguo Testamento según el cristianismo) presenta el fruto de la vid como un símbolo de la alegría, la vida abundante y la prosperidad plena (Sal. 80: 8-16; Isaías 5: 1-7; Zac. 8: 12) pero también reconoce los efectos negativos que puede causar el abuso del fruto de la viña (Prov. 20: 1; 23: 29 -35). Lamentablemente, Noaj olvidó esos dos aspectos del vino y en su alegría, no se limitó a tomar una pequeña cantidad. Por ello, aparece aquí la expresión «vaiajel» («y profanó»), indicando que Noaj sacó el vino del ámbito de lo sagrado y lo puso dentro de lo profano, de donde salió toda la corrupción que afecto su vida, familia y generaciones.

Cuando Noaj quiso plantar el viñedo, su intención fue básicamente material, esto se aprende del pasuk (versículo) ya que está escrito “Y comenzó Noaj, el hombre de la tierra”, es decir, que antes de plantar el viñedo él estaba pensando principalmente en términos materiales, y por eso la Torah lo asocia aquí con la “tierra”. Él es llamado el hombre de la tierra, lo cual indica el descenso de un estado espiritual. Nóaj se involucró comprometidamente más con lo físico y menos con lo espiritual.

Ahora podemos entender por qué está escrito que él se profanó a sí mismo incluso antes de plantar el viñedo, ya que como dijimos anteriormente, “Todo va de acuerdo a la intención del que realiza la acción”. En este caso, el posterior comportamiento inapropiado de Noaj al utilizar el vino para emborracharse fue sólo la manifestación física de su intención inicial, ya que, desde un comienzo, él había plantado el viñedo con intenciones básicamente materiales, y es por eso que la Torah dice que en el preciso instante en el que decidió plantar el viñedo, él ya se había profanado a sí mismo.

Podemos aprender de acá que no sólo nuestras acciones importan, sino que debemos incluso preocuparnos de que cuando actuamos, nuestras intenciones deben ser siempre las apropiadas.

De esta manera la Torah está enseñando a todo integrante del Israel de Yahvéh, que el comienzo del descenso espiritual de un ser humano es el volverse mundano a través de las actividades diarias. Cuando los asuntos que en realidad son triviales se vuelven (a los ojos de la persona) las cuestiones más importantes en la vida, la persona se auto-profana, volviéndose un «Ish HaAdamá«, es decir «un ser humano de la tierra«. Aparece así una persona tan ocupada y preocupada por los asuntos terrenales y mundanos de la vida (familia, estudio, negocios, jefes, trabajo, academia, etc.), que se profana y se vuelve mundano él mismo… Entonces, según lo que relata la Torah, las desgracias más extrañas comienzan a ocurrir… y el entorno se vuelve un perverso enemigo.

La forma de salvarse de esta auto-profanación es la fijación de tiempos de estudio y meditación de la Torah, que en verdad es nuestra vida y la longitud de nuestros días. Los códigos lumínicos de ella elevan a toda persona humana por sobre sus propias limitaciones para conectarlo con Yahvéh, a través de Su Hijo Yeshúa HaMashiaj, que es la Fuente de todas las bendiciones espirituales.

Dios… ¿es Olvidadizo?

Por P.A. David Nesher

«Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas.»

(Génesis 8:1)

Que sensación extraña provoca al lector sincero cunado llega a este versículo. Mientras Noaj y su familia se encontraban encerrados dentro del arca durante el diluvio; mientras las aguas prevalecían sobre la tierra y el arca era sacudida espantosamente de un lado para otro en medio de la tormenta,… Dios: ¿estaba distraído?… ¿se había olvidado de que en este planeta Él había enviado juicios?

Pues bien, para responder este planteo típico de todo lector, necesito considerar, una vez más, el famoso adagio italiano que dice “traduttore, traditore”. Esta expresión se traduce a nuestro idioma: “Toda traducción contiene una traición·. Esto siempre lo hago porque necesito que entendamos este proverbio italiano en el juego de palabras que es. El mismo está basado en el hecho de que traición y traducción tienen una raíz latina similar; forman parte de un conglomerado de ideas que incluye también la palabra tradición. Y es justamente esta última (la tradición) la que estamos obligados a juzgar, y hasta desechar si es necesario, de nuestra tarea interpretativa del texto sagrado.

Acerca del versículo mencionado (Genesis 8:1 «y se acordó Dios de Noe…»), debo decir que no está correctamente traducido, ya que en el original hebreo tenemos al adverbio ”et» que significa «a» y que aquí fue erróneamente traducido como «de». O sea, debemos decir que el Eterno recordó «a Noaj«, por lo que debemos entender que No es posible decir «Dios se acordó «de Noaj», por ser esa interpretación incorrecta.

Por lo tanto, la traducción correcta del versículo sería «y recordó Di-s a Noaj, a todos los animales silvestres, y a todos los animales domésticos que estaban con él en el arca».

Pues bien, el planteo no está aun completamente respondido ya que el problema lo sigue presentando la expresión se acordó. Entonces, para continuar la explicación, diré que, en hebreo, la palabra para recordar aquí utilizada es Zakar (Strong AT 2142). Este verbo expresa el recordar algo, evocarlo o traerlo constantemente a la mente para su propósito.

¿Qué es lo que Yahvéh recordó?

Insisto en que la expresión no quiere expresar que Dios se había olvidado de Noaj y todos los seres vivientes que estaban con él en el arca. Por lo que expliqué anteriormente, “Se acordó…” en el hebreo no es recordar en la mente o refrescar la memoria un hecho olvidado. Por el contrario, significa otorgar un cuidado amoroso sobre alguien para intervenir en su favor en el tiempo de propósito (hebreo: et).

Por lo tanto, la expresión en realidad describe que el Eterno recordó el pacto previo que había hecho con Noé. Esto lo mantuvo providencialmente sobre el arca y todos sus tripulantes, hasta encontrar las circunstancias propicias para otorgarles su promoción a nuevos comienzos.

El tiempo transcurrió, y el tiempo de propósito (et) del Eterno llegó. Ahora era su turno para activar las promesas que había hecho a Noaj, su familia y las criaturas del arca. El Eterno les anuncia que el cumplimiento de su promesa finalmente está al alcance de la mano. Él está a punto de actuar sobre su Palabra.

El sabio intérprete judío Rash’i explica, que el Eterno les recordó la buena conducta llena de fe y esperanza que mantuvieron antes del diluvio, y también en el arca.

Por eso, a continuación, ese mismo versículo revela el premio de Yahvéh para ellos por la conducta paciente y llena de esperanza que mantuvieron:

«…e hizo pasar Elohim viento sobre la tierra, y cesaron las aguas».

Al leer esto, viene a nuestra memoria lo que en Génesis cap. 1: verso 2 leemos: «El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas». De igual manera, este capitulo rescata el mismo obrar restaurador del Eterno haciendo que soplara un fuerte viento sobre la tierra, y las aguas comenzaron a bajar (8:1).

Ahora, para poder continuar profundizando esta idea, les solicito que abran bien sus mentes y disciernan perfectamente lo que aquí se revela en todos los detalles del texto.

Primeramente, notamos el uso que hace el escritor (Moshé) de los temas de la creación que ha tocado en los capítulos 1 y 2, cuando retrocede el agua, aparece tierra seca y la vegetación crece. El texto aquí hace notar la benevolencia (jesed) y la disciplina rigurosa (guevurá) del el Eterno usan el viento para evaporar el agua, aunque podría haber logrado el mismo resultado con sólo hablar, tal como Él lo revela en el rollo de Isaías:

“Yo mando que se seque lo profundo del mar, y ordeno que se sequen sus corrientes.”
(Isaías 44:27)

De igual modo, vemos como durante una fuerte tormenta en el mar de Galilea, Jesús reprendió a los vientos y las olas, y se volvieron a completa calma. No pudieron reconocer quién era él; y los discípulos dijeron: «¿Qué clase de hombre es éste, que hasta los vientos y las olas le obedecen?» (Mateo 8:23-27).

Es maravilloso notar el verdadero significado de la expresión Zakar, “se acordó”.  Yahvéh actúa para hacer desaparecer la masa de agua de sobre la Tierra, no de manera estruendosa o rimbombante, sino más bien con su providencia. Utilizando los elementos de la naturaleza para restaurar el medio ambiente, gradual y lentamente. El viento evapora el agua, entonces el suelo lentamente absorbe y dispersa el agua, cerrando las fuentes principales de este elemento (especialmente el abismo) asegurándose el cese de todo juicio:

Se cerraron las fuentes del mar profundo y las compuertas del cielo, y dejó de llover.” (8:2)

Una vez que se interrumpieron estas dos fuentes, poco a poco las aguas se fueron retirando de la tierra (8:3a). La palabra hebrea para retirar es shub (o shuv), lo que significa volverse a su lugar. Así se volvieron las aguas, tanto hacia abajo, como hacia arriba por medio de la evaporación (Salmo 104:6-9). El resultado fue que “… al cabo de ciento cincuenta días las aguas habían disminuido» (8:3b). Obviamente el agua no dejó de existir, sino que simplemente volvió a su antigua posición en los arroyos, ríos, lagos y océanos.

Esta es la primera vez que Yahvéh liberó a sus escogigos a través del agua: la próxima ocasión sería en el Mar Rojo (Éxodo Capitulo 14). Evidentemente, el rollo de Bereshit y sus historia fue escrito por Moshé con el objetivo de capacitar al Israel del desierto en su vocación sacerdotal. Este admirable líder pretendía que los hebreos apreciaran el mover del Eterno a través de la creación y sus circunstancia favoreciendo el cumplimiento de sus promesas hechas por medio de pactos.

Ante esto, y meditando el texto, entendemos que el mismo apunta a que el lector entienda que el “zakar” de Yahvéh tiene que ver con la sinergia de las acciones divinas y la humanas, ocurriendo en una complementación de fidelidad y espera paciente para llegar nuevamente a una restauración total de todas las cosas y así inaugurar la Nueva Humanidad.

Ahora, para comprender más profundamente este concepto de “se acordó Dios” (zakar) que encontramos en el texto, notemos la revelación escondida en la referencia escritural misma: capítulo ocho, versículo uno (8:1).

Ocho es el número de los nuevos comienzos. Uno es el número que habla de la naturaleza misma del Eterno (Deuter. 6: 4). Es evidente que el Eterno necesitaba que Noaj y su tripulación comprendieran que estaban ante el umbral de un nuevo comienzo que les permitiría ser los pioneros de una Nueva Humanidad que aprendería a aguardar con fe y esperanza la promesa del cumplimiento del Código Sagrado: la Simiente de la Mujer. Por eso, ellos debían aprender a vencer todo tipo de ansiedad, y contentarse con el proceso pedagógico del Eterno que acontece en cada circunstancia de la vida.

Las lluvias habían cesado y la tormenta había pasado. El arca tocó tierra de la cima del Monte Ararat y las aguas comenzaron a descender, mostrando finalmente que la esquina estaba allí y que podían alcanzar la promesa. Pero aún no pueden descender, hay que esperar un poco más en concordancia con la voluntad del Eterno.

Monte Ararat

Noaj, por su parte, se mantendrá con toda paciencia esperando y buscando una y otra vez las señales divinas (ocultas en cada situación) que comprueben el avance de la restauración que el Eterno le estaba encomendado.

Entonces, después de cuarenta días más, Noaj abrió la ventana y envió un cuervo y una paloma (Génesis 8:6-8). El cuervo iba y venía como quería, pero la paloma volvió al arca porque no había otro lugar donde descansar sus pies. Esto le decía a Noaj que no era el tiempo para dejar la seguridad del arca. Él pudo interpretar dichas señales inteligentemente pero nunca actuando de por sí, sino más bien sumiso a la indicación del Eterno.

De ese modo, sabia y pacientemente, Noaj esperó siete días más antes de enviar a la paloma por segunda vez (verso 10). Esta vez el ave regresó con una rama de olivo fresco en su pico, señalando que el portal de una nueva vida estaba mucho más cerca. Sin embargo, Noaj esperó otros siete días antes de enviar a la paloma por tercera vez (verso 12), pero esta vez la paloma no volvió; aun así, Noaj esperó hasta oír al Eterno hablándole para recibir la orden de abandonar el arca (verso 15). La paloma y el cuervo tienen un significado importante. Si seguimos el ejemplo del cuervo, volaremos en círculos, sin encontrar descanso para nuestra alma cansada. Sin embargo, la paloma, un símbolo del mover suave y pautado del Espíritu de Yahvéh, nos guiará hacia toda verdad mientras esperamos en Él (cf. Juan 16:13.)

Amado discípulo de Yeshúa, es muy frecuente encontrarnos en situaciones en las cuales sentimos como si estuviéramos “estancados dentro de nuestra arca”. Pues bien, debes aceptar que realmente es Yahvéh, nuestro Abba kadosh, quien nos está guardando para protegernos de algo.

Entiendo que el problema que se levanta durante el proceso de espera es que nuestras mentes comienzan a vagar y se ve tentada a cruzar la puerta de la duda para meterse en la zona de la incredulidad. Podemos decepcionarnos mientras esperamos una y otra vez, como si Dios nunca fuera a actuar. Incluso comenzamos a preguntarnos si lo oímos correctamente. Aún si somos hijos primogénitos entendidos en los tiempos, no quiere decir que seamos inmunes a las estrategias del adversario (HaSatán). Quizá no nos demos cuenta, pero es en esos tiempos donde somos más vulnerables que la serpiente susurra a nuestro corazón: “¿Con que Dios dijo…?” (Génesis 3:1b).

Yo te aconsejo que te aferres a estos dos pasajes:

Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!

(Salmo 46:10)

“¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti. He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”

(Isaías 49:15)

Ten siempre presente que, en verdad, el Eterno siempre recuerda, y está siempre trabajando para completar su destino de propósito en nuestra vida.

¡Anhelo que verdaderamente seas fortalecido!


Bitácora relacionada:

La Rebelión: su Origen y Consecuencias

Por Moisés Franco

Cuando leemos el capítulo 6 de Bereshit, vemos cómo los “hijos de Dios” se unieron a las mujeres y de allí surgieron “gigantes” que fueron los grandes héroes (dioses) del pasado.

Inmediatamente luego de explicar esto, el Espíritu Santo nos dice que: “…la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal…”

O sea, que podemos relacionar la rebelión de los ángeles que se corporizaron para tener relaciones sexuales contra naturales con el aumento de la perversión y maldad humana.

El Eterno busca combatir constantemente la rebelión y la desobediencia, porque ambas llaman al caos y a la maldad.

En un principio, cuando quien era conocido como Lucifer se rebeló contra el diseño divino (el del ser humano en propósito) vemos cómo la rebelión de este ser no quedó en sí mismo, sino que por la “multitud de sus contrataciones” (Ez. 28:16) “con la cola arrastró la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra” (Rev.12:4).

La rebelión es combatida vehementemente por YAHVEH porque es como una enfermedad viral que rápidamente se contagia pervirtiendo todo a su paso.

“El rebelde no busca sino mal; y mensajero cruel será enviado contra él”

(Prov. 17:11)

Si buscamos distintos ejemplos de rebelión en la torah (hijo, profetas, etc.) vemos que usualmente el castigo era la muerte, ya que de esa manera se extirpaba el mal de en medio de la asamblea.

Por eso es maravilloso que el Eterno haya perdonado la rebelión de Israel, y que hoy gracias a Yeshúa nos diga:

Yo, yo soy el que borro tus transgresiones por amor a mí mismo, y no recordaré tus pecados”

(Is.43:25)

Pero, aún así debemos cuidar nuestra posición de gobierno, “porque la rebelión es pecado de hechicería, e iniquidad e idolatría el quebrantar la palabra de Dios. Y por cuanto tú desechaste la palabra del SEÑOR, él también te ha desechado para que no seas rey(1Sm. 15:23).

Es decir, que si no somos obedientes a Su gobierno, tampoco nosotros podremos gobernar en Su nombre en la Tierra.

Es curioso que la palabra allí usada para rebelión es merí, que también significa “amargura”. Y ahora entendemos por qué el Espíritu Santo nos revela en la epístola a los Hebreos:

“Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Asegúrense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos;

y de que nadie sea inmoral ni profano como Esaú, quien por un solo plato de comida vendió sus derechos de hijo mayor”.

(Hebreos 12:14-16)

Vemos que la amargura trae rebelión que corrompe comunidades, ahora, el Señor nos da pistas sobre cómo surge esa amargura. Primero nos habla de buscar “la paz con todos, y la santidad”, o sea que lo contrario a la amargura es la santidad y paz.

 

Al de carácter firme
lo guardarás en perfecta paz,
porque en ti confía”.

Is. 26:3 (NVI)

Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, Porque en ti ha confiado”. (Is. 26:3 – Biblia Textual)

O sea, que la paz se consigue poniendo nuestros pensamientos y acciones (confianza) en YHVH y no en nuestras fuerzas y en el sistema. Por eso la segunda pista en Hebreos, nos advierte de ser profanos como Esaú, ejemplo claro de un calamitoso materialismo.

En conclusión, la rebelión es contagiosa y trae perversión y muerte, se origina en la amargura y para evitarla debemos poner nuestros pensamientos en Abba y nuestra confianza en Él. Así “destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo” (2Cor. 10:5).

“Y que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarde sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús”

(Fil. 4:7)

 

Moisés Franco

¿Dónde se fue el Agua del Diluvio?

Por P.A. David Nesher

 

«El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo á diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas;
… y las aguas aumentaron más y más sobre la tierra, y fueron cubiertos todos los altos montes que hay debajo de todos los cielos» 

(Génesis 7 :11, 19)

Una de las principales objeciones lógicas que presentan los detractores reptilianos de la fe verdadera, especialmente aquellos que, desde postulados científicos, pretenden refutar o ridiculizar la idea de un Diluvio de dimensiones asombrosas, es la que sostiene que con toda el agua que actualmente hay en los polos, de fundirse ésta, no se podría alcanzar a cubrir la cima de las actuales montañas más altas.

Sin embargo, y para el dolor del ego de aquellos, la creencia en un diluvio de alcance mundial, no solamente está claramente relatada en las Sagradas Escrituras, sin que también cuenta con el respaldo del Mesías mismo en sus enseñanzas y  distintas teoría nuevas de la ciencia, basadas en descubrimientos arqueológicos de los últimos años. Además, hay que recordar que este hecho fue tan impactante para la pupila humana de aquella humanidad que ha quedado sostenido a lo largo de los siglos, y se encuentra presente en las leyendas y mitos de todas las culturas del mundo por todos los continentes.

Por eso, necesitamos recordar primeramente que la intención de Moshé al recopilar documentos de su época y armar una síntesis histórica del mundo antiguo, no era la de ofrecer un conocimiento científico. Por el contrario, su objetivo descansaba en la intención de revelar a Israel como el Eterno había determinado desde antes de la fundación del mundo la elección que esta tendría como Pueblo especial que fundaría una nación de sacerdotes para bendecir con la Simiente mesiánica al resto de las naciones (Shemot/Éxodo 19: 6).

Luego de esto, es también importante que tomemos conciencia que el planeta Tierra previo al llamado «Diluvio Universal» no era como el mundo que actualmente conocemos con montañas de grandes alturas y grandes continentes separados por mares.

Las líneas de estos seis primero capítulos dejan entrever dice cosas tan sorprendentes sobre las condiciones de la Tierra anteriores al cataclismo del Diluvio como que, por ejemplo, no había sistema de lluvias (Génesis 2: 5-6). La palabra hebrea utilizada aquí para «vapor» no sólo sugiere un vapor con su humedad asociada, como lo entenderíamos hoy en día, sino también fuentes como geysers o manantiales. Después de todo había cuatro ríos que fluían del Gan Edén (Huerto del Edén), y si no existía lluvia entonces estos manantiales antes nombrados serian la fuente de agua que después iba en cuatro direcciones como ríos a través del Huerto. La importancia de estas fuentes en la Creación original o inicial se enfatiza de nuevo en el libro de Revelación, donde se nos dice que un ángel predicará el evangelio eterno con las palabras:

«… adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.»

(Apocalipsis 14:7)

Otro dato importante es no existían las estaciones tal como las conocemos hoy (Génesis 8:22). Científicos especializados en unir los descubrimientos y teorías actuales, analizando todos los datos obtenidos y cotejándolos con los que el relato bíblico ofrece lograron postular un modelo científico que encajaría perfectamente con lo que Bereshit cuenta en lo referente un diluvio que cubrió la superficie de la Tierra.

Tras los terremoto de Indonesia (diciembre de 2004), Chile (febrero 2010) y el de Japón (marzo de 2011) hemos escuchado a los científicos informar que la inclinación del eje de la tierra ha variado algunos centímetros.

Sabemos desde la escuela que las estaciones terrestres son el resultado precisamente de que el eje de la tierra esté inclinado poco más de 23 grados respecto a su plano de giro entorno al sol. Fue el gran astrónomo Edmund Halley que en 1690 sugirió que una causa inmediata e evidente del Diluvio pudo haber sido que su eje de rotación se desplazase de la perpendicular a la inclinación de 23º y medio que ahora presenta.

De este modo se ha postulado un modelo pre-diluviano donde las misteriosas «aguas de arriba» (Génesis 1:7) cayeron en el Diluvio produciendo junto a una Tierra sin eje de inclinación respecto a su giro entorno al sol, un clima cálido y constante y un efecto invernadero tal y como nos relata el Bereshit (Gén. 2: 5-6) que sucedía antes de la catástrofe del Diluvio.

Cuando se realiza este postulado científico con un modelo que encaja con los indicios, no se hace otra cosa que lo que hacen los científicos evolucionistas. Ellos realizan sus postulados y modelos a base de mucha imaginación, descreimiento, ideas preconcebidas, etc… Estos científicos teístas realizan sus teorías basados en la Palabra de Dios y en los hechos científicamente posibles y comprobables hoy.

EL MUNDO PRE-DILUVIANO ERA DIFERENTE AL ACTUAL.

Todos ya sabemos, mediante el entrenamiento académico recibido y la observación criteriosa y objetiva de un modelo a escala del globo terráqueo, que la tierra no siempre ha sido como es ahora.

En una antigüedad indeterminada (desde el punto de vista científico más literal no hay forma de demostrar una antigüedad de millones de años) se sabe que los continentes actuales formaban un único super-continente que en un momento determinado, por algún motivo catastrófico comenzó a separarse. Los científicos evolucionistas, que creen en una antigüedad extrema -cifrada en millones de años- de la Tierra, se refieren a este super-continente con el nombre de «Pangea«. Nosotros lo llamaremos el mundo prediluviano.

El libro de Bereshit nos otorga datos muy interesantes relacionados con esta Tierra anti-diluviana que los escépticos y muchos cristianos no conocen, y que sirven para explicar después la idea que quiero exponer en esta bitácora.

Al leer el libro de Bereshit (Génesis) en su relato del Diluvio Universal y los cambios que nuestro planeta, encontramos  mucha información sobre la procedencias del agua que provocó semejante catástrofe natural, y también deja en claro dónde fue a parar dicha cantidad.

Lo primero que debemos aceptar es que la Torah da a entender, por sus descripciones, que el Diluvio fue algo más que simple «lluvia» que provocó inundaciones en la región del Medio y Cercano Oriente. Para entenderlo, los invito a que sigamos con mucha atención a esas «aguas de arriba» que cayeron.

Hemos leído que la Escritura nos dice que se abrieron «las fuentes del Gran abismo«:

«...en ese mismo día se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo fueron abiertas…«

(Génesis 7:11)

Vemos que la Torah (Instrucción) nos habla de dos fuentes de agua en esta devastación:

  • La primera proviene del cielo, de esas extrañas «Aguas de arriba» de las que nos habla el primer capítulo del Génesis: Posiblemente una capa de agua (diferente a las actuales nubes -que NO son vapor, sino gotas minúsculas-) que rodeaba la tierra de alguna forma. Aquí se mencionan como «Las compuertas del Cielo». ¿Cuánta agua había allí arriba? No lo sabemos pero podemos deducirlo sabiendo que en nuestros cielos una pequeña nube de tan solo 1 Km3 pesa más de ¡un millón de toneladas!
  • La segunda fuente de agua proviene de «las Fuentes del Gran Abismo«. Se nos habla que del manto de la Tierra o del propio mar. Posiblemente Tsunamis gigantescos a causa de una conmoción terrible en la corteza terrestre Según la idea del original hebreo brotaron tremendas cantidades de agua que se unieron a la inundación proveniente del cielo (Ver Aseguran que existe un Océano a 644 km por debajo de la superficie de nuestro planeta).

 

Todas estas estuvieron fusionadas y activas en su misión destructiva durante 150 días durante el Diluvio, aún cuando las lluvias sólo duraron 40 días y 40 noches, mostrando así que había un límite de agua sobre la atmósfera (las cataratas de los cielos).

Si las fuentes del gran abismo fueron la mayor fuente de agua, funcionando durante los 150 primeros días del año del Diluvio, evidentemente existía un gran y voluminoso deposito de agua. Algunos sugieren que cuando Yahvéh hizo que la tierra apareciese de debajo del agua en el tercer día de la creación, parte del agua que cubría la tierra quedo atrapada debajo y en el interior de la tierra seca.

En cualquier caso, en cuanto a la erupción de estas fuentes el día en el que el Diluvio comenzó, la Torah nos dice que las fuentes del abismo «fueron rotas«, esto implica la aparición de grandes fisuras en la tierra. Así, las aguas que se habían mantenido bajo presión debajo de las profundidades terrestres reventaron trayendo consecuencias catastróficas. Es interesante resaltar el hecho de que el 90 % de lo que sale de los volcanes actualmente es agua, a menudo en forma de vapor. Y dado que en el registro morfológico (de las rocas) encontramos muchas rocas volcánicas mezcladas con los estratos fósiles – estratos depositados, obviamente, durante el Diluvio – se puede teorizar que esas fuentes del gran abismo podrían, perfectamente, haber involucrado una serie de erupciones volcánicas con prodigiosas cantidades de agua saliendo a través de la tierra.

De acuerdo a lo que Edmund Halley propuso, dos veces al día los océanos enviarían poderosas olas de aguaje alrededor del mundo, llegando a un máximo cada 150 días con una altura de agua de 10 km. en el ecuador. Etas olas hubieran viajado a 1.600 km/h… ¡era imposible encontrar tierra seca en ninguna parte! Las montañas más elevadas quedaron cubiertas. Esta inmensa ola comprimió el aire al frente de ella y provocó una depresión detrás de ellas. El aire que se precipitó allí, precedente de las regiones polares, provocó una pérdida de calor y una repentina helada en las zonas polares… formando las capas de hielo que traerían las glaciaciones, que terminarían determinando los polos actuales.

La inexistencia de estas grandes diferencias de temperaturas entre los polos y el ecuador significa que los grandes movimientos de viento del mundo actual no existían. Más tarde veremos que las montañas no eran tan altas como ahora antes del Diluvio. En nuestra Tierra actual, esos grandes vientos y las grandes cordilleras de montañas son una parte muy importante del ciclo que lleva la lluvia a los continentes. Antes del Diluvio, sin embargo, no hacían falta ni unas ni otras, dada la forma en que la tierra recibía el agua.

(Para comprender más acerca de esto los invito a leer la teoría de la hidroplaca que explico en esta bitácora).

«Las Cataratas de los Cielos.»

La Torah también nos cuenta que la otra fuente de agua del Diluvio Universal fue la apertura de las cataratas de los cielos. Se nos dice que llovió durante 40 días y 40 noches sin parar, implicando que la apertura de esas cataratas fue el comienzo de la primera caída de agua. Ya hemos dicho, que las afirmaciones del libro de Bereshit implican que no hubo lluvia hasta el Diluvio, cuando se abrieron las cataratas de los cielos y sus aguas cayeron. Esto también explicaría porqué Noaj predicó durante tanto tiempo que iba a llover y porque la gente no le creyó. Nunca habían tenido lluvias ni diluvios locales cuando él predicaba y por eso se burlaron de sus advertencias:

«Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.»

(Hebreos 11: 7)

¿Que son esas cataratas de los cielos y por que no llovió durante tanto tiempo antes del Diluvio?

Al leer el primer capítulo del Bereshit se nos dice que en el segundo día de la creación, Elohim (Dios) separó las aguas que había en la Tierra, de las que Él había puesto sobre la Tierra, y entre estas dos aguas puso una expansión a la que denominó Cielos (o atmósfera). Es en esa atmósfera donde más tarde puso los pájaros, así que sabemos que se refiere a la atmósfera que hoy respiramos. Esto significa que había agua sobre esta atmósfera. Una cantidad de agua que obviamente no se encuentra ahí hoy en día. No se puede referir a las nubes dado que estas producirían lluvias. Tampoco había arco iris. La Torah dice, que Dios estableció un pacto con Noé que consistía en que nunca más ocurriría un diluvio como el que acababa de ocurrir, y el arco iris en el cielo es la señal de este pacto o promesa (Génesis 9 :8-17). El Eterno afirma claramente: «Mi arco he puesto en las nubes…» (versículo 13), lo cual denota el hecho de que hacen falta nubes para producir el arco iris. Las nubes están hechas de gotas de agua, cuando los rayos de sol las atraviesan, estas actúan como prismas de cristal, de forma que la luz se divide en sus colores básicos y vemos un arco iris. Esta promesa o pacto era una cosa nueva que Dios hacia, era por lo tanto la primera vez que se veía un arco iris.

¿Que eran esas aguas sobre la atmósfera antes del Diluvio?

El término normalmente utilizado es una ‘bóveda de vapor de agua’, implicando una ‘sabana’ de vapor de agua alrededor de toda la Tierra. Muchos estudiosos consideran que era agua en forma de vapor, que atrapaba los rayos del sol con más efectividad que lo que lo consigue ahora nuestra atmósfera, y proveyendo un clima semitropical a todas las partes del mundo. Es difícil imaginar como podría el agua líquida mantenerse suspendida sobre la atmósfera, pero el vapor de agua, en cambio, es mucho más ligero que el agua.

El Dr. Joseph Dillow ha calculado cuanto vapor de agua seria físicamente posible que estuviera suspendido sobre la atmósfera como una sábana alrededor de la Tierra. Logró llegar a la conclusión de que seria el vapor de agua equivalente a alrededor de 12 metros (40 pies) de grosor de agua líquida. Eso no fue todo, con este dato, el Dr. Dillow logró también calcular que esta cantidad seria suficiente para generar 40 días y 40 noches de lluvia torrencial. De esta investigación, los científicos descubrieron que si en cambio estas aguas sobre la atmósfera se hubieran encontrado en forma de nubes, entonces si la humedad en la atmósfera se precipitase a la tierra en forma de lluvia, seria el equivalente de menos de cinco centímetros (dos pulgadas) de grosor de agua líquida, difícilmente suficiente para sustentar 40 días y 40 noches de lluvia en la época del Diluvio.

Por lo tanto parece claro que la frase en Génesis 7:11 que dice «...las cataratas de los cielos fueron abiertas...» es una referencia al colapso de esta bóveda de vapor de agua, que de alguna forma se hizo inestable y cayó en forma de agua líquida.

Entendamos bien, que aquellos que fueron testigos de esto, describieron dichos acontecimientos como la apertura de «las cataratas de los cielos«. Algunos sugieren que cuando las fuentes del gran abismo se rompieron y abrieron, presumiblemente en la forma de erupciones volcánicas, el polvo generado por estas erupciones se expandió entrando en contacto con la bóveda de vapor de agua, causando el aglutinamiento de partículas de agua con partículas de polvo, formando gotas de agua que entonces cayeron como agua de lluvia.

Cuando leemos los primeros capítulos de Génesis, descubrimos que los primeros patriarcas vivían durante mucho tiempo. Vivían una media aproximada de 900 años. Mucha gente no puede creer eso porque hoy en día sólo vivimos aproximadamente 70 años. Sin embargo  otra utilidad de la bóveda de vapor de agua hubiera sido el proteger a los habitantes de la Tierra de las dañinas radiaciones cósmicas, que son, en parte, responsables del proceso de envejecimiento. Otros han sugerido que una mayor presión parcial de oxígeno debajo de una bóveda de estas características también podría haber aumentado el tiempo de vida del hombre y de los animales. En las burbujas de aire atrapadas en ámbar (resina de árbol fosilizada) existe una concentración de oxígeno un 50 por ciento mayor que la actual. Por lo tanto el hecho de que los patriarcas anteriores al Diluvio vivieran durante tanto tiempo es una evidencia que corrobora la existencia de la bóveda de vapor de agua.

Teniendo en cuenta el colapso de la bóveda de vapor de agua en los tiempos del Diluvio (la apertura de «las cataratas de los cielos») no es sorprendente pensar que el tiempo de vida de los seres humanos se redujera drásticamente durante los años siguientes a ese acontecimiento. Los descendientes inmediatos de Noé vivieron menos de 900 años, y en unas pocas generaciones los tiempos de vida se redujeron a los 70 años de vida que aún hoy en día se mantienen.

Hay otras importantes implicaciones que derivan de la existencia de una bóveda de vapor de agua antes del Diluvio, y la evidencia de estas corrobora a su vez la existencia de tal bóveda. Aquellos que estén interesados en estudiar este tema más profundamente pueden consultar el libro del Dr. Joseph Dillow.

 

La Gran Pregunta: ¿A dónde se fue el agua ?

Toda la Tierra estaba cubierta con las aguas del Diluvio, y el mundo que entonces existía fue destruido por las mismas aguas de las cuales la Tierra emergió en un principio, a las órdenes de Dios (Génesis 1 :9 ; 2 Pedro 3 :5-6). Pero, muchos se pregunta ¿que pasó luego con todo ese agua ?

Bueno, las mismas Sagradas Escrituras tienen muchos pasajes que responden esta pregunta, identificando las aguas del Diluvio con los mares y océanos actuales (Amós 9 :6 y Job 38 : 8-11).

Ahora bien, el planteo que inmediatamente surge ante esta respuesta es el siguiente: si el agua todavía está aquí, ¿como es que las grandes montañas no están todavía cubiertas de agua como en el tiempo de Noaj?

El Salterio nos brinda la respuesta en el capítulo 104:

«¡Con las aguas del abismo la cubriste!
Las aguas se detuvieron sobre los montes,
pero las reprendiste, y huyeron;
al escuchar tu voz, bajaron presurosas.
Subieron a los montes, bajaron por los valles,
al sitio que les habías destinado. Les pusiste un límite, que no debían cruzar,
para que no volvieran a cubrir la tierra.«

(Salmo 104: 6-8)

El salmista dice que sobre los montes estaban las aguas (versículo 6), pero el Eterno las reprendió y estas huyeron (versículo 7); entonces las montañas subieron, los valles descendieron (versículo 8) y Yahvéh les puso límite, el cual no traspasarán ni volverán a cubrir la Tierra (versículo 9). Entonces nos asombramos al descubrir que las aguas planetarias actuales… ¡son las mismas aguas del Diluvio!

Por ende, las Sagradas Escrituras deja bien claro que Yahvéh alteró la topografía de la Tierra. Nuevas masas continentales de tierra con nuevas cordilleras montañosas de pliegues de estratos rocosos fueron levantadas de debajo de las aguas que cubrían la Tierra que había erosionado y nivelado la topografía pre-diluviana, mientras cuencas oceánicas muy profundas fueron formadas para recibir y acomodar las aguas del Diluvio que entonces abandonaron la tierra de los continentes emergentes.

Por eso los océanos son tan profundos y por eso hay cordilleras montañosas con pliegues. Es más, si hoy niveláramos toda la tierra suavizando la topografía no solo de la superficie continental sino también la superficie del fondo oceánico, el agua del océano cubriría toda la superficie terrestre con una profundidad de más de tres kilómetros (dos millas). Claramente, entonces, las aguas del Diluvio Universal están en las cuencas oceánicas actuales. Tenemos que recordar que cerca del 70 por ciento de la superficie de la Tierra está, aún hoy, cubierta por agua.

¿Un mecanismo ?

Si al final del Diluvio las montañas se levantaron, mientras los valles se hundieron, entonces esos movimientos de tierra tuvieron que ser sobretodo verticales, en marcado contraste con el movimiento horizontal propuesto por la teoría de la deriva continental y las placas tectónicas propuestas por la mayoría de científicos hoy en día. Pero de hecho hay un mecanismo para movimientos verticales de tierra, para el cual tenemos una evidencia indirecta muy buena y alguna evidencia directa.

¿El agua podría haber cubierto el Mt. Everest?

Ya hemos dicho que la altura máxima de las aguas del Diluvio sobre una Tierra teóricamente nivelada hubieran sido de alrededor de tres kilómetros (dos millas). Pero resulta que el Mt. Everest, por ejemplo, tiene más de ocho kilómetros de altura. ¿Entonces como pudieron las aguas del Diluvio cubrir todos los montes altos de debajo de los cielos?

Pues bien, ya hemos dicho que las montañas altas no eran necesarias para la lluvia en el mundo pre-diluviano, y que las montañas de hoy en día fueron formadas después del Diluvio a través de el mecanismo vertical antes citado. En apoyo de esto podemos observar que las capas que forman las partes más altas del Mt. Everest están compuestas de capas depositadas por agua que contienen fósiles. (ver: Hallan Fósiles Marinos en el Monte Everest).

Este proceso de levantamiento de nuevas masas continentales de debajo de las aguas del Diluvio conllevaría que, mientras las montañas se elevaban, los valles se hundían, y las aguas abandonasen rápidamente las nuevas masas continentales emergentes. Este rápido movimiento de grandes volúmenes de agua causaría una gran erosión. No es difícil contemplar la rápida ‘excavación’ de muchas de las formas rocosas que observamos hoy en día en la Tierra, incluyendo, por ejemplo, el Gran Cañón del Colorado en USA, y las rocas Ayers en Australia central. (La forma actual de este monolito es el resultado de un ladeo y levantamiento de los previamente horizontales lechos de arena dejada por el agua seguido de la erosión.

Es por esto que también vemos, en muchos casos, ríos en valles que son mucho mayores de lo que deberían ser si hubieran sido hechos por el mismo río, que es diminuto en comparación con el valle, que ahora fluye por el valle. En otras palabras, el volumen de agua responsable de crear esos valles tan grandes tiene que haber sido mayor que el volumen de agua de los ríos de hoy en día. Esto es consistente con la idea de grandes volúmenes de aguas diluvianas abandonando las masas de tierra emergentes al final del Diluvio, y yendo a parar a las nuevas y profundas cuencas oceánicas.

 

Biografía: 

«Mitos y Milagros» _ David C. C. Watson (Ed. Clie)

«El Enigma del Arca de Noé y el Diluvio» _ Claudio Soler & Mónica Quirón

El Monumento al Orgullo: La Torre de Babel

Entonces se dijeron unos a otros:

«Venid, hagamos ladrillos, y cozámoslos al fuego».

Y se sirvieron de ladrillos en lugar de piedras, y de betún en vez de argamasa; y dijeron:

«Vamos a edificar una ciudad y una torre, cuya cumbre llegue hasta el cielo; y hagamos célebre nuestro nombre antes de esparcirnos por toda la faz de la tierra”.

(Génesis 11: 3-4)

 

En este relato divino de la historia primigenia se nos revela un ser humano que, consciente de sus nuevas habilidades, se envanece y se prepara para glorificarse a sí mismo mediante el esfuerzo colectivo. Para dejar testimonio a las generaciones venideras, esta humanidad decide construir un monumento para sí. Por ello, vemos que los elementos de la historia son atemporales y característico del espíritu del sistema de cosas reptiliano que las primeras comunidades de discípulos de Yeshúa sabían que había que evitar (1 Juan 2:15-17).

Alrededor del año 3.000 a.C., Nimrod, coronado como el primer rey emperador, fundó la ciudad de Babel, desde donde comenzó a gobernar la tierra en abierto desafío al Eterno Dios.

Nimrod era hijo de Kus, nieto de Cam y bisnieto de Noé y pasó a la historia como un célebre cazador, gran guerrero y despótico opresor, que se opuso a Yahvéh (Génesis 10: 8-11).

Según la tradición histórica, Nimrod hizo la guerra a la descendencia de Jafet, la esclavizó y le arrebató todas sus tierras. Y desafiando con soberbia a Yahvéh, nuestro Dios, ordenó construir una gran torre con el propósito de alcanzar el Cielo e invadir la propia morada del Creador. Su intención era robarle al Eterno los lineamientos y las pautas del diseño de Su Proyecto Mesiánico y el Plan de Salvación que en él se escondía.

Es evidente que Nimrod pretendía llegar hasta la mismísima residencia de Dios, desplazar su autoridad y lanzarse a la conquista del mundo aduciendo ser la «simiente de la mujer«, o sea el Mesías prometido en Edén (Génesis 3; 15).

La gran torre pensada por Nimrod dominaría la ciudad, tanto arquitectónica como culturalmente. Serviría como centro de la vida política y religiosa de la población, y sería un símbolo de su unidad y poder.

Y así fue que comenzaron los babilonios la colosal edificación, levantando una torre como jamás había visto el hombre. La torre de Babel fue un gran logro humano, una maravilla del mundo post-diluviano.; pero era un monumento dedicado a la gente mismo y no al verdadero Dios. Por ello, hoy es el símbolo más puro del sistema de gobierno antagónico que el mundo escogió desde el principio. Este sistema de gobierno excluye siempre al Creador Eterno, procurando la constante rebelión del ser humano, que conduce a colocar todo lo que el hombre hace por encima de todo. Este es el inicio del humanismo. Todo el conocimiento cainita (simiente de la serpiente) resucitó aquí, pero esta vez organizado en un sistema totalmente anti-Cristo, que ni el mismo Dios podría derrocar si se le permitía continuar (Génesis 11: 6).

El humanismo se inicia con la humanidad poniéndose en el lugar del Señor, y eliminándolo a Él del centro de nuestras vidas. Los humanistas no creen en Dios; por el contrario, ellos se convierten en un dios para sí mismos. Ellos sostienen que todo el mundo tiene el derecho a determinar su propio destino. Ellos creen en la ética situacional y no tienen ningún concepto de autoridad absoluta. Su deseo es forzar al Eterno a plegarse a su voluntad. Las Sagradas Escrituras revelan que las personas que piensan así son sabios a sus propios ojos e inteligentes a su propia vista (Isaías 5:21). Por eso,  sin duda alguna, el proyecto de Nimrod era un desafío a la soberanía del Eterno y a Su propósito mesiánico para con la humanidad.

El texto relata que el Altísimo supo acerca del desafío que se le hacía y decidió bajar a la Tierra para castigar tanta insolencia.

Y descendió el Señor a ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de Adán, y dijo. ‘He aquí, el pueblo es uno solo, y todos tienen un mismo lenguaje; y han empezado esta fábrica, y no desistirán de sus ideas, hasta llevarlas a cabo. Ahora, pues, descendamos y confundamos allí mismo su lengua, de manera que el uno no entienda el habla del otro.

(Génesis 11: 6-7)

Cayó la ira de Dios sobre Babel y se desplomó la gran torre provocando indescriptible espanto. Y ocurrió que la gente, dejó de entenderse y se dispersó por todas las regiones llena de espanto y temor.

Por esto es que conviene saber que el nombre hebreo de Babilonia es Babel, que significa «la puerta de Dios». Pero, es interesante decir, que a su vez, la palabra Babel se deriva de la raíz hebrea balal, que significa «trastornado» o «confundido». Por ello, Babel significaría “puerta en donde Dios trastorna y confunde”. La mayoría de los especialistas vincula a esta ciudad con Babilonia, la cual se convirtió finalmente en sinónimo de la última ciudad malvada que persiguió al pueblo de YHVH.

Esto fue, por supuesto, un acto de rebelión contra Dios en oposición con Su pacto con Noé (9:1 y 7).

Este logro humano orgulloso era nada más que un retorno al esfuerzo de Adán y Eva de ser como Dios a su manera tal y como la serpiente les dijo (Génesis 3:5). Todas este conjunto de naciones, bajo la guía de Nimrod, en el orgullo de sus corazones, querían decir: «Yo soy un dios» (Ezequiel 28:2). Y al hacerlo ellos estarían emulando al  padre de mentira, el diablo. De este modo el hombre rebelde emerge en forma independiente de la voluntad divina, declarándose por sí mismo capacitado para transforma todo (Mesías) sin necesidad de comulgar con el Eterno, su Fuente de propósito. Nimrod, y todos sus súbditos, querían ser autónomos y apropiarse del poder divino para gobernar sin el menor vestigio del reinado de Yahvéh. Querían trascender sus limitaciones humanas sin la Instrucción (Torah) del Eterno. Así es como nuevamente se manifestó la apostasía, trayendo nuevamente al hombre de pecado como un anti-diseño del propósito del Señor. Así será descrito, en el siglo I, por el apóstol Pablo este tipo de espíritu anti-Cristo:

«Éste se opone y se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de adoración, hasta el punto de adueñarse del templo del Señor y pretender ser Dios.»

(2 Tesalonicenses 2:4)

Por eso es que el objetivo de Nimrod fue frustrado por el mismo Yahvéh, y todos aquellos seres humanos fueron obligados por el Eterno a dispersarse por toda la faz de la tierra (11: 4). Este fue el método que el Señor usó para dispersar a los seres humanos de manera que el reino que hombre reptiliano (simiente de la serpiente) estaba creando nunca excluyera la manifestación del Reino de Dios.

Al leer este relato notamos que la Torre de Babel no era un monumento al único y verdadero Dios, sino a la humanidad orgullosa de su fuerza política. Revela la arrogante actitud del hombre, desafiante, rebelde contra YHVH. Y porque querían excluir a Dios, notamos que Su Nombre está apropiadamente ausente de esta sección. La expresión «hagámonos un nombre» (en hebreo Shem), habla de hacer una falsa imagen de Sem, en quien se concentraba las promesas de la bendición mesiánica (simiente de la mujer). Es decir que con esta palabra Nimrod y sus súbditos expresaron el deseo de establecer por ellos mismos un anti-Mesías de poder mundano que dirigiera los designios del destino planetario. La expresión refuerza la pretensión humana, su apetito de gloria, y su rebeldía contra el Eterno.  Anhelaban fama, sin darle la gloria al Nombre del Señor.  Esto se refuerza cuando consideramos detenidamente las palabras del Eterno sobre dicho intento

«… y se dijo: «Todos forman un solo pueblo y hablan un solo idioma; esto es sólo el comienzo de sus obras, y todo lo que se propongan lo podrán lograr.»

(leer nuevamente verso 6)

Con estas palabras el Eterno reveló que la construcción del sistema de Babel era únicamente el inicio de un camino mayor de rebelión jamás visto en la historia humana, incluso hasta nuestros días. La reunión de todas la fuerzas materiales en un centro común hubiera conducido al despotismo universal y al desarrollo pleno de lo que, como anticristo, se reserva para el juicio de los últimos días.

Este proyecto reptiliano, hoy llamado «Babilonia la Grande» (Apocalipsis 17:5), es una civilización apoyada sólo en la autonomía y recursos humanos que rehúsa al Creador y Su Instrucción (Torah) y pierde por lo tanto la capacidad de oír al Eterno. Es una sociedad totalmente secular y, reitero, humanista, de cualquier lugar y cualquier época, que ubica al hombre en el centro del universo y lo erige como un dios. Se constituye por tanto en la civilización desafiante del propósito eterno de Dios y enemiga de la manifestación de Yeshúa, el Mesías (Hechos 4: 25-27). Por eso, en la Venida del Señor, esta civilización anti-Dios será finalmente enjuiciada y destruida (Ap. 18).

Por lo tanto, la Babel de la Tierra se contrapone a la Jerusalén celestial; la ciudad del hombre se opuso a la ciudad de Dios.

Volviendo a releer el relato, diré que frente a esta actitud desafiante, el Eterno responde con justicia, pero usando la misericordia en fidelidad a Su naturaleza amorosa y a Su promesa de no destruir totalmente a la humanidad.

En primer lugar, el Eterno reconoce que el proyecto humano se debe a la unidad y al poder del acuerdo mutuo de desafío.

En segundo lugar, el Eterno, en su divinidad plena, decide truncar el proyecto que alejaría a la humanidad del propósito divino y causaría su autodestrucción. Dos acciones divinas logran este doble cometido: confunde el lenguaje que los hombres dominaban (el lenguaje del Uno) y los dispersa sobre la faz de la Tierra.

Diré aquí, que la confusión del lenguaje no es tan sólo la diversidad de idiomas que crea barreras a las naciones, sino más bien la diversidad de intereses y ambiciones que mantiene a las naciones desunidas y en constante conflictos y guerras.

Si ahora reflexionáramos rápidamente en la Historia Universal de la humanidad, notaremos que a través de las distintas épocas, grupos de naciones por decisión voluntaria o por imposiciones, con fundamentos políticos o religiosos, se han unido, se han engrandecido y han creado civilizaciones imperialistas que rechazan al Eterno y Su Instrucción, tal y como fue en Babel. Las mismas, volviéndose idólatras, rechazan y violan el propósito eterno de Dios para la humanidad. Las violaciones más comunes son las de opresión política y social, explotación comercial desequilibrada que enriquece a unos pocos, en la cima de la pirámide o torre, y empobrece a otros en su base. De ese modo aparecen sus expresiones más violentas, como la esclavitud, la depredación de recursos naturales, destrucciones de territorios, razas y culturas enteras, llegando finalmente al genocidio.

Por eso, hoy al estudiar este proyecto reptiliano llamado Babel o Babilonia, podemos rescatar dos principios importantes:

  • Primero: el hombre no redimido continuamente rechaza al Eterno y Su Torah (Instrucción) creando una civilización anti-amor, totalmente inhumana y explotadora.
  • Segundo: El Eterno no tolera dicho proyecto, llámense Imperios, Uniones de Repúblicas, o de Estados, Confederaciones, Ligas o Comunidades de naciones. Por eso siempre y cuando una civilización busca la unidad en arrogancia, cae bajo los juicios divinos y es totalmente desbaratada (Salmo 2: 1-5; Isaías 7; Romanos 2).

La ciudad primitiva, anti-Mesías, que no se llega a terminar, es hoy el símbolo de la inagotable y obsesionada búsqueda del hombre de la «religión perfecta», ecuménica o universal que permite un único gobierno y una sola economía mundial. Pero esto es una quimera, un imposible. Por más que nos empeñemos, ya nos advierte el Señor que no es ese Su camino y por esto el nombre de ella es Babel, que significa confusión espiritual para conocer a Dios. El mensaje está bien claro para todos los hombres. La verdadera unidad se basa únicamente en el Señor y en la vida espiritual que  en Él hay y que fluye hacia los hombres por medio del Mesías y Su Yugo bendito.

«Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos«.

(Efesios 4:4-6)
Cuando cualquier ser humano se revela contra el Eterno, Él viene, como Señor, para ver lo que está ocurriendo y lo confunde. El Señor castigará la arrogancia y la desobediencia.
Todo queda bien claro: ¡La confusión es, y será, siempre el destino inevitable de todos los planes hechos por el hombre sin Dios!

Sem, Cam y Jafet: Tres Nombres para Tres Culturas

Por P.A. David Nesher

Los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet (y Cam es el padre de Canaán).
Estos tres son los hijos de Noé, y de éstos se pobló toda la tierra”.

(Génesis 9:18-19)

 

Al leer el Bereshit en el capítulo noveno, nos encontramos con un mensaje trascendental para la humanidad de todos los tiempos, y en especial para nosotros hoy.

Sem, Cam y Jafet, los responsables de repoblar la Tierra, parecen haber impreso sus propias características en sus descendientes.

A los fines mismos del escritor (Moshé) inspirado por el Espíritu del Eterno, sus mismos nombres son simbólicos y proféticos. Y es que Sem, Jam y Jafet representan tres culturas.

Jam (Cam): significa “caliente”, o “calor ardiente”.

El calor en la mentalidad hebrea tiene que ver con los placeres. Por ende, Cam representa a la cultura que busca el placer por el placer en sí. Esto se llama hedonismo. El placer que es un medio a través de esta cultura se transforma en un fin.

Yefet (Jafet): signifiva «belleza» o «hermoso«.

Representa a la cultura que busca la belleza de las cosas como fin único. Esta es la base del humanismo. Esta cultura procura constantemente una ilimitada producción de belleza y goce de lo hermoso de las cosas materiales.

Shem: significa “El Nombre de Gloria”.

Esta es la cultura de la esencia. La que conduce al ser humano a investigar por la esencia de las cosas. Buscar la dimensión espiritual de todo, para poder conectarnos al Eterno.

¿ Cuál es el mensaje para nosotros en estos tres nombres ?

sem-cam-jafet

Moshé, persigue demostrar cómo, de este modo, la cultura hedonista sumada a los conceptos de la cultura humanista, reafirmaron el marco declarativo que permitió la resurrección del materialismo anti-Mesías que la serpiente había instalado en la mente de la humanidad del Edén. Fue de los descendientes de Cam y Jafet como la humanidad volvió a constituir un sistema opresor que quedó representado por la Torre de Babel.

Por ello, el Espíritu del Señor deja bien claro cuál es el secreto para vencer esta tendencia del hombre a irse tras la condenación. La sabiduría de la cultura de Shem es saber utilizar el placer y la belleza como medios que permitan glorificar el Nombre del Eterno. Con esta forma de vivir evitamos ser esclavo de la vida moderna que corre sujeta a los lineamientos de un humanismo relativista que ha convertido al hedonismo (buscar el placer por placer mismo) en el leitmotiv de la mayoría de los seres humanos actuales.


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Para aquellas personas que deseen hacer donaciones para la expansión de nuestra pag web y para la ejecución de nuevos proyectos de ayuda social, aquí les dejo el link que les permitirá hacerlo.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

El Diluvio en la Cosmovisión de las Primeras Comunidades Mesiánicas

Por P.A. David Nesher

 

Estos IGNORAN VOLUNTARIAMENTE, que en el tiempo antiguo fueron hechos POR LA PALABRA DE DIOS, los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el MUNDO DE ENTONCES PERECIÓ ANEGADO EN AGUA”.

(2 Pedro 2: 5-6)

 

En los libros del, teológicamente  denominado, Nuevo Testamento encontramos muchas referencias al Diluvio universal. Esto nos obliga a considerar cuál era la cosmovisión que tenían las primeras comunidades de discípulos de Yeshúa respecto a este evento.

Evidentemente, tanto los apóstoles, como los discípulos que ellos hacían, tenían el mismo mensaje de proclamación a la hora de advertir.

Lo primero que encontramos es que en el mensaje escatológico del Mesías, este evento tenía mucha importancia a la hora de considerar los días postreros. Primeramente diré que al mencionar que sería como en los días de Noé, nuestro amado Señor estaba mostrando que el libro de Génesis es un relato histórico y genuino.

Nuestro Señor Yeshúa habló claramente sobre esta catástrofe cuando se refirió a su regreso a la Tierra. Podemos leer en lo que Él dijo:

 

«La venida del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del Hombre«

(Mateo 24:37-39)

En segundo lugar, es evidente que en el mensaje de nuestro Amado estaba la conciencia de que al igual que en los días de Noé, Dios tiene preparado un día exacto para castigar eternamente a todos los impíos (Apocalipsis 20:11-15).

Por estos énfasis proféticos del mensaje mesiánicos, sus emisarios o apóstoles también mantuvieron estos lineamientos en el kerigma (proclamación) y la doctrina apostólica con la que guiaban a las primeras comunidades por el mundo conocido.

Podemos ver que la referencia al Diluvio que hacen los escritores neotestamentarios servía a sus lectores como advertencia de que el Eterno es el Justo (Tzadik) Juez de todo el mundo y que castigará inexorablemente el pecado y librará de la prueba a todos los piadosos de la Tierra (2 Pedro 2: 5-9).

Los apóstoles y sus discípulos aseguraban al proclamar que en el tiempo de Noé, Yahvéh destruyó al mundo prediluviano con agua, pero en el futuro lo hará con fuego (2 Pedro 3: 4-14). Ellos sabían que esto será el preludio para establecer un nuevo orden, en el que morará la Justicia.

Para la Asamblea de primogénitos de los primeros siglos el carácter repentino e inesperado del Diluvio ilustra la manera en que ocurrirá la Segunda Venida de Cristo, y enseña que el creyente debe estar preparado en todo momento para aquel día (Mateo 24: 36-42).

Interesante es también señalar que el apóstol Pedro vio un paralelo entre el bautismo en agua del neo-nacido en Cristo y la salvación de Noaj y su familia en medio de las aguas (1 Pedro 3:20-22). Los primeros discípulos interpretaban que el agua simboliza el juicio de Dios sobre el pecado como su resultado la muerte. El bautismo significa que el creyentes se une espiritualmente a Yeshúa en su muerte y resurrección. Al igula que Noaj en el arca, el creyente en el Mesías pasa ileso por las aguas de juicio y muerte para habitar en una nueva creación. En el Gólgota todas las fuentes del gran abismo fueron rotas, y las aguas del juicio subierno sobre el Mesías, ofrecido voluntariamente como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Por ello, ninguna gota de condenación alcanza al creyente pues el Eterno, en Su Hijo ha cerrado la puerta de la vieja naturaleza.

El arca era la única vía de escape que el Eterno proveyó para la humanidad contemporánea de Noaj,  y había solamente una puerta para entrar en dicha nave de salvación(6:16). Yeshúa utilizó la analogía de la puerta para enfatizar el hecho de que él es la única entrada en el Reino de Dios. Él dijo: «Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos» (Juan 10:9). Teniendo esto en mente el apóstol Pedro proclamo: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). Para las primeras comunidades de discípulos estaba bien claro que todos pueden venir al Eterno, pero sí o sí deben hacerlo a través de la única puerta de salvación: Yeshúa, el Mesías.

Interesante es conocer que en los primeros siglos de las comunidades del Mesías se interpretaba la palabra hebrea de Génesis 6:14 zettet, no como «calafatear» sino como «cubrir». Esto es porque en ninguna parte de los Libros del Antiguo Pacto está traducida «calafatear», sino que más bien en todos lados se traduce «hacer expiación.» Los discípulos de los primeros siglos entendía que el arca fue cubierta tanto adentro como afuera para quedar a prueba de agua. De igual modo los hijos del Eterno hemos sido protegidos de la ira de Dios por la perfecta cobertura que viene de Yeshúa, nuestra arca de Salvación. Nuestro abrigo de la ira de Dios se encuentra solamente debajo de la sangre del Mesías.  Tal y como el apóstol Juan lo dice:

«pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado«

(1 Juan 1:7)

También el apóstol Pablo asegura:

 «Él (Yeshúa) se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras..

(Tito 2:14)

Nosotros, debemos discernir que en nuestras días existe una urgencia celestial para que más seres humanos entren en el arca. Una vez que se cierre la puerta, nadie más puede entrar.

«Los que entraron eran macho y hembra de cada especie, como le había mandado Dios; y YHVH le cerró la puerta«

(Génesis 7:16)

Hoy, al igual que las primera comunidades tenemos que descansar en la certeza de que hemos sido redimidos «sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (I Pedro 1:19). Esa es la única cobertura que nos protege de la ira de Dios. Desde esta convicción debemos convertirnos como Noaj en pregoneros de justicia, tal y como los primeros discípulos procuraban día a día ser.

 

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