Por P.A. David Nesher
«Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra.
Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda.
Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.
Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos.
Dijo más: Bendito por Yahvéh mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo.
Y vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años. Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió.»
(Génesis 9.18-29)
De todo este pasaje hay un versículo que merece nuestra atención a fin de entender la acción de embriaguez de Noaj, y las consecuencias que la misma trajo a la humanidad.
“Y comenzó (Vaiajel) Noaj, el hombre de la tierra, y plantó un viñedo”.
(Génesis 9:20)
Después del diluvio, Noaj y sus hijos salieron del arca para comenzar a repoblar el planeta Tierra estableciendo una Nueva Humanidad llena de esperanza mesiánica.
Extrañamente, vemos que Noaj decidió que una forma apropiada de comenzar el nuevo asentamiento humano sería plantando un viñedo. A primera vista esto parece ser un hecho intrascendente, sin embargo, la Torah utiliza una palabra extraña para decir que Noaj comenzó ‘vaiajel’. Ciertamente, la palabra más apropiada habría sido vaiatjil. Ante esto surge una pregunta: ¿Qué nos quiere decir la Torah con esto?
Como todos sabemos, el hebreo es el idioma con el que se creó el mundo y, por lo tanto, en él se esconden un sinnúmero de significados ocultos. Por eso, nos conviene saber que este relato de la desgracia de Noaj comienza con el versículo que en español se pronuncia:
«Vaiajel Noaj, Ish HaAdamá, Vaitá Carem»
Este dicho puede traducirse de dos maneras:
- «Y Noaj comenzó a ser un hombre de la tierra, y plantó un viñedo.«
- «Y Noaj se profanó a sí mismo, un hombre de la tierra y plantó un viñedo.«
Según la primera explicación no hay mucho lugar a interpretar, pero según la segunda explicación, ¿qué significa auto-profanarse?
La raíz de la palabra vaiajel en hebreo es jol, que significa «profano» o «mundano«. De acuerdo a los comentaristas, la Torah nos quería decir que, con la acción de plantar un viñedo, Noaj se profanó a sí mismo y degradó su estado espiritual, afectando así a su familia y generaciones.
Ante esta explicación, surge otra pregunta. Si bien Noaj se emborrachó con el vino de su viñedo y actuó de manera irresponsable, el hecho de plantar un viñedo en sí mismo no es algo malo. ¿Por qué entonces la Torah dice que Noaj se profanó a sí mismo al plantar un viñedo? ¿Por qué no dice mejor que Noaj se profanó a sí mismo al emborracharse y actuar inapropiadamente? Y no sólo eso. Si analizamos el texto con detenimiento, veremos que en realidad dice que Noaj se profanó a sí mismo y luego plantó un viñedo.
¿Por qué la Torah hace esta afirmación?
La respuesta es que existe una regla general que vibra en las dimensiones de la espiritualidad: “Todo va de acuerdo con la intención (hebreo: kavaná) del que realiza la acción”. Es decir, la acción en sí no es determinante, sino que lo importante es la intención con la que se realiza la acción.
Entonces, en este caso de la vida de Noaj, lo importante es determinar cuál fue la intención que él tuvo al plantar el viñedo.
Si bien el vino tiene un aspecto espiritual, ya que puede servir para santificar el Nombre del Eterno, a través del ritual Kidush, por ejemplo, también tiene un aspecto puramente material, ya que puede servir para emborracharse y actuar de manera irresponsable. El vino recién triturado representaba el nuevo comienzo de la fertilidad de la tierra. La Tanak (el Antiguo Testamento según el cristianismo) presenta el fruto de la vid como un símbolo de la alegría, la vida abundante y la prosperidad plena (Sal. 80: 8-16; Isaías 5: 1-7; Zac. 8: 12) pero también reconoce los efectos negativos que puede causar el abuso del fruto de la viña (Prov. 20: 1; 23: 29 -35). Lamentablemente, Noaj olvidó esos dos aspectos del vino y en su alegría, no se limitó a tomar una pequeña cantidad. Por ello, aparece aquí la expresión «vaiajel» («y profanó»), indicando que Noaj sacó el vino del ámbito de lo sagrado y lo puso dentro de lo profano, de donde salió toda la corrupción que afecto su vida, familia y generaciones.
Cuando Noaj quiso plantar el viñedo, su intención fue básicamente material, esto se aprende del pasuk (versículo) ya que está escrito “Y comenzó Noaj, el hombre de la tierra”, es decir, que antes de plantar el viñedo él estaba pensando principalmente en términos materiales, y por eso la Torah lo asocia aquí con la “tierra”. Él es llamado el hombre de la tierra, lo cual indica el descenso de un estado espiritual. Nóaj se involucró comprometidamente más con lo físico y menos con lo espiritual.
Ahora podemos entender por qué está escrito que él se profanó a sí mismo incluso antes de plantar el viñedo, ya que como dijimos anteriormente, “Todo va de acuerdo a la intención del que realiza la acción”. En este caso, el posterior comportamiento inapropiado de Noaj al utilizar el vino para emborracharse fue sólo la manifestación física de su intención inicial, ya que, desde un comienzo, él había plantado el viñedo con intenciones básicamente materiales, y es por eso que la Torah dice que en el preciso instante en el que decidió plantar el viñedo, él ya se había profanado a sí mismo.
Podemos aprender de acá que no sólo nuestras acciones importan, sino que debemos incluso preocuparnos de que cuando actuamos, nuestras intenciones deben ser siempre las apropiadas.
De esta manera la Torah está enseñando a todo integrante del Israel de Yahvéh, que el comienzo del descenso espiritual de un ser humano es el volverse mundano a través de las actividades diarias. Cuando los asuntos que en realidad son triviales se vuelven (a los ojos de la persona) las cuestiones más importantes en la vida, la persona se auto-profana, volviéndose un «Ish HaAdamá«, es decir «un ser humano de la tierra«. Aparece así una persona tan ocupada y preocupada por los asuntos terrenales y mundanos de la vida (familia, estudio, negocios, jefes, trabajo, academia, etc.), que se profana y se vuelve mundano él mismo… Entonces, según lo que relata la Torah, las desgracias más extrañas comienzan a ocurrir… y el entorno se vuelve un perverso enemigo.
La forma de salvarse de esta auto-profanación es la fijación de tiempos de estudio y meditación de la Torah, que en verdad es nuestra vida y la longitud de nuestros días. Los códigos lumínicos de ella elevan a toda persona humana por sobre sus propias limitaciones para conectarlo con Yahvéh, a través de Su Hijo Yeshúa HaMashiaj, que es la Fuente de todas las bendiciones espirituales.
Que tremendo lo que hace muchas veces el deseo de lo material y demás.
Medito también el hecho de que Noaj vio todo lo que Abba le mostraba ,como construir el arca,confió ciegamente en el Creador ,vio su obra ,su poder ,todo! Y mas allá de eso se dejo enfriar y ser tentado provocado por sus deseos carnales.No se es como triste y mas sabiendo que eso pasa hasta el día de hoy. Pienso que si pensaran que eso influye a sus hijos ,nietos ,generaciones que pueden ser afectados por cada decisión que toman ,quizás pensarían mejor y no serian tan egoístas.
Muy bueno para reflexionar. Shalom y gracias como siempre.
Shalom! En verdad, agrego al comentario de Naty que esto sigue pasando hasta el día de hoy por causa de Noé, su intención egoista (yetser hará), es lo que nos perjudicó. Pero bendito sea el Nombre de nuestro Eterno Dios, que por medio de ver y meditar en estos varones que nos da la oportunidad de revertir toda situación desde intención (que nace en el corazón), hasta el pensamiento más oscuro que tengamos, lo podemos cambiar gracias a Yeshúa. Sea alabado por siempre y verdaderamente , su Palabra sea lumbrera a nuestro camino (Salmo 119:105)