Diluvio

Noé y el Viñedo de la Auto-Profanación

Por P.A. David Nesher

«Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. Estos tres son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra.
Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda.
 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre.
Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos.
Dijo más: Bendito por Yahvéh mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo.
Y vivió Noé después del diluvio trescientos cincuenta años. Y fueron todos los días de Noé novecientos cincuenta años; y murió.»

(Génesis 9.18-29)

De todo este pasaje hay un versículo que merece nuestra atención a fin de entender la acción de embriaguez de Noaj, y las consecuencias que la misma trajo a la humanidad.

Y comenzó (Vaiajel) Noaj, el hombre de la tierra, y plantó un viñedo”.

(Génesis 9:20)

Después del diluvio, Noaj y sus hijos salieron del arca para comenzar a repoblar el planeta Tierra estableciendo una Nueva Humanidad llena de esperanza mesiánica.

Extrañamente, vemos que Noaj decidió que una forma apropiada de comenzar el nuevo asentamiento humano sería plantando un viñedo. A primera vista esto parece ser un hecho intrascendente, sin embargo, la Torah utiliza una palabra extraña para decir que Noaj comenzó ‘vaiajel’. Ciertamente, la palabra más apropiada habría sido vaiatjil. Ante esto surge una pregunta: ¿Qué nos quiere decir la Torah con esto?

Como todos sabemos, el hebreo es el idioma con el que se creó el mundo y, por lo tanto, en él se esconden un sinnúmero de significados ocultos. Por eso, nos conviene saber que este relato de la desgracia de Noaj comienza con el versículo que en español se pronuncia:

«Vaiajel Noaj, Ish HaAdamá, Vaitá Carem»

Este dicho puede traducirse de dos maneras:

  1. «Y Noaj comenzó a ser un hombre de la tierra, y plantó un viñedo.«
  2. «Y Noaj se profanó a sí mismo, un hombre de la tierra y plantó un viñedo.«

Según la primera explicación no hay mucho lugar a interpretar, pero según la segunda explicación, ¿qué significa auto-profanarse?

La raíz de la palabra vaiajel en hebreo es jol, que significa «profano» o «mundano«. De acuerdo a los comentaristas, la Torah nos quería decir que, con la acción de plantar un viñedo, Noaj se profanó a sí mismo y degradó su estado espiritual, afectando así a su familia y generaciones.

Ante esta explicación, surge otra pregunta. Si bien Noaj se emborrachó con el vino de su viñedo y actuó de manera irresponsable, el hecho de plantar un viñedo en sí mismo no es algo malo. ¿Por qué entonces la Torah dice que Noaj se profanó a sí mismo al plantar un viñedo? ¿Por qué no dice mejor que Noaj se profanó a sí mismo al emborracharse y actuar inapropiadamente? Y no sólo eso. Si analizamos el texto con detenimiento, veremos que en realidad dice que Noaj se profanó a sí mismo y luego plantó un viñedo.

¿Por qué la Torah hace esta afirmación?

La respuesta es que existe una regla general que vibra en las dimensiones de la espiritualidad: “Todo va de acuerdo con la intención (hebreo: kavaná) del que realiza la acción”. Es decir, la acción en sí no es determinante, sino que lo importante es la intención con la que se realiza la acción.

Entonces, en este caso de la vida de Noaj, lo importante es determinar cuál fue la intención que él tuvo al plantar el viñedo.

Si bien el vino tiene un aspecto espiritual, ya que puede servir para santificar el Nombre del Eterno, a través del ritual Kidush, por ejemplo, también tiene un aspecto puramente material, ya que puede servir para emborracharse y actuar de manera irresponsable.  El vino recién triturado representaba el nuevo comienzo de la fertilidad de la tierra. La Tanak (el Antiguo Testamento según el cristianismo) presenta el fruto de la vid como un símbolo de la alegría, la vida abundante y la prosperidad plena (Sal. 80: 8-16; Isaías 5: 1-7; Zac. 8: 12) pero también reconoce los efectos negativos que puede causar el abuso del fruto de la viña (Prov. 20: 1; 23: 29 -35). Lamentablemente, Noaj olvidó esos dos aspectos del vino y en su alegría, no se limitó a tomar una pequeña cantidad. Por ello, aparece aquí la expresión «vaiajel» («y profanó»), indicando que Noaj sacó el vino del ámbito de lo sagrado y lo puso dentro de lo profano, de donde salió toda la corrupción que afecto su vida, familia y generaciones.

Cuando Noaj quiso plantar el viñedo, su intención fue básicamente material, esto se aprende del pasuk (versículo) ya que está escrito “Y comenzó Noaj, el hombre de la tierra”, es decir, que antes de plantar el viñedo él estaba pensando principalmente en términos materiales, y por eso la Torah lo asocia aquí con la “tierra”. Él es llamado el hombre de la tierra, lo cual indica el descenso de un estado espiritual. Nóaj se involucró comprometidamente más con lo físico y menos con lo espiritual.

Ahora podemos entender por qué está escrito que él se profanó a sí mismo incluso antes de plantar el viñedo, ya que como dijimos anteriormente, “Todo va de acuerdo a la intención del que realiza la acción”. En este caso, el posterior comportamiento inapropiado de Noaj al utilizar el vino para emborracharse fue sólo la manifestación física de su intención inicial, ya que, desde un comienzo, él había plantado el viñedo con intenciones básicamente materiales, y es por eso que la Torah dice que en el preciso instante en el que decidió plantar el viñedo, él ya se había profanado a sí mismo.

Podemos aprender de acá que no sólo nuestras acciones importan, sino que debemos incluso preocuparnos de que cuando actuamos, nuestras intenciones deben ser siempre las apropiadas.

De esta manera la Torah está enseñando a todo integrante del Israel de Yahvéh, que el comienzo del descenso espiritual de un ser humano es el volverse mundano a través de las actividades diarias. Cuando los asuntos que en realidad son triviales se vuelven (a los ojos de la persona) las cuestiones más importantes en la vida, la persona se auto-profana, volviéndose un «Ish HaAdamá«, es decir «un ser humano de la tierra«. Aparece así una persona tan ocupada y preocupada por los asuntos terrenales y mundanos de la vida (familia, estudio, negocios, jefes, trabajo, academia, etc.), que se profana y se vuelve mundano él mismo… Entonces, según lo que relata la Torah, las desgracias más extrañas comienzan a ocurrir… y el entorno se vuelve un perverso enemigo.

La forma de salvarse de esta auto-profanación es la fijación de tiempos de estudio y meditación de la Torah, que en verdad es nuestra vida y la longitud de nuestros días. Los códigos lumínicos de ella elevan a toda persona humana por sobre sus propias limitaciones para conectarlo con Yahvéh, a través de Su Hijo Yeshúa HaMashiaj, que es la Fuente de todas las bendiciones espirituales.

¿Dónde se fue el Agua del Diluvio?

Por P.A. David Nesher

 

«El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo á diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas;
… y las aguas aumentaron más y más sobre la tierra, y fueron cubiertos todos los altos montes que hay debajo de todos los cielos» 

(Génesis 7 :11, 19)

Una de las principales objeciones lógicas que presentan los detractores reptilianos de la fe verdadera, especialmente aquellos que, desde postulados científicos, pretenden refutar o ridiculizar la idea de un Diluvio de dimensiones asombrosas, es la que sostiene que con toda el agua que actualmente hay en los polos, de fundirse ésta, no se podría alcanzar a cubrir la cima de las actuales montañas más altas.

Sin embargo, y para el dolor del ego de aquellos, la creencia en un diluvio de alcance mundial, no solamente está claramente relatada en las Sagradas Escrituras, sin que también cuenta con el respaldo del Mesías mismo en sus enseñanzas y  distintas teoría nuevas de la ciencia, basadas en descubrimientos arqueológicos de los últimos años. Además, hay que recordar que este hecho fue tan impactante para la pupila humana de aquella humanidad que ha quedado sostenido a lo largo de los siglos, y se encuentra presente en las leyendas y mitos de todas las culturas del mundo por todos los continentes.

Por eso, necesitamos recordar primeramente que la intención de Moshé al recopilar documentos de su época y armar una síntesis histórica del mundo antiguo, no era la de ofrecer un conocimiento científico. Por el contrario, su objetivo descansaba en la intención de revelar a Israel como el Eterno había determinado desde antes de la fundación del mundo la elección que esta tendría como Pueblo especial que fundaría una nación de sacerdotes para bendecir con la Simiente mesiánica al resto de las naciones (Shemot/Éxodo 19: 6).

Luego de esto, es también importante que tomemos conciencia que el planeta Tierra previo al llamado «Diluvio Universal» no era como el mundo que actualmente conocemos con montañas de grandes alturas y grandes continentes separados por mares.

Las líneas de estos seis primero capítulos dejan entrever dice cosas tan sorprendentes sobre las condiciones de la Tierra anteriores al cataclismo del Diluvio como que, por ejemplo, no había sistema de lluvias (Génesis 2: 5-6). La palabra hebrea utilizada aquí para «vapor» no sólo sugiere un vapor con su humedad asociada, como lo entenderíamos hoy en día, sino también fuentes como geysers o manantiales. Después de todo había cuatro ríos que fluían del Gan Edén (Huerto del Edén), y si no existía lluvia entonces estos manantiales antes nombrados serian la fuente de agua que después iba en cuatro direcciones como ríos a través del Huerto. La importancia de estas fuentes en la Creación original o inicial se enfatiza de nuevo en el libro de Revelación, donde se nos dice que un ángel predicará el evangelio eterno con las palabras:

«… adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.»

(Apocalipsis 14:7)

Otro dato importante es no existían las estaciones tal como las conocemos hoy (Génesis 8:22). Científicos especializados en unir los descubrimientos y teorías actuales, analizando todos los datos obtenidos y cotejándolos con los que el relato bíblico ofrece lograron postular un modelo científico que encajaría perfectamente con lo que Bereshit cuenta en lo referente un diluvio que cubrió la superficie de la Tierra.

Tras los terremoto de Indonesia (diciembre de 2004), Chile (febrero 2010) y el de Japón (marzo de 2011) hemos escuchado a los científicos informar que la inclinación del eje de la tierra ha variado algunos centímetros.

Sabemos desde la escuela que las estaciones terrestres son el resultado precisamente de que el eje de la tierra esté inclinado poco más de 23 grados respecto a su plano de giro entorno al sol. Fue el gran astrónomo Edmund Halley que en 1690 sugirió que una causa inmediata e evidente del Diluvio pudo haber sido que su eje de rotación se desplazase de la perpendicular a la inclinación de 23º y medio que ahora presenta.

De este modo se ha postulado un modelo pre-diluviano donde las misteriosas «aguas de arriba» (Génesis 1:7) cayeron en el Diluvio produciendo junto a una Tierra sin eje de inclinación respecto a su giro entorno al sol, un clima cálido y constante y un efecto invernadero tal y como nos relata el Bereshit (Gén. 2: 5-6) que sucedía antes de la catástrofe del Diluvio.

Cuando se realiza este postulado científico con un modelo que encaja con los indicios, no se hace otra cosa que lo que hacen los científicos evolucionistas. Ellos realizan sus postulados y modelos a base de mucha imaginación, descreimiento, ideas preconcebidas, etc… Estos científicos teístas realizan sus teorías basados en la Palabra de Dios y en los hechos científicamente posibles y comprobables hoy.

EL MUNDO PRE-DILUVIANO ERA DIFERENTE AL ACTUAL.

Todos ya sabemos, mediante el entrenamiento académico recibido y la observación criteriosa y objetiva de un modelo a escala del globo terráqueo, que la tierra no siempre ha sido como es ahora.

En una antigüedad indeterminada (desde el punto de vista científico más literal no hay forma de demostrar una antigüedad de millones de años) se sabe que los continentes actuales formaban un único super-continente que en un momento determinado, por algún motivo catastrófico comenzó a separarse. Los científicos evolucionistas, que creen en una antigüedad extrema -cifrada en millones de años- de la Tierra, se refieren a este super-continente con el nombre de «Pangea«. Nosotros lo llamaremos el mundo prediluviano.

El libro de Bereshit nos otorga datos muy interesantes relacionados con esta Tierra anti-diluviana que los escépticos y muchos cristianos no conocen, y que sirven para explicar después la idea que quiero exponer en esta bitácora.

Al leer el libro de Bereshit (Génesis) en su relato del Diluvio Universal y los cambios que nuestro planeta, encontramos  mucha información sobre la procedencias del agua que provocó semejante catástrofe natural, y también deja en claro dónde fue a parar dicha cantidad.

Lo primero que debemos aceptar es que la Torah da a entender, por sus descripciones, que el Diluvio fue algo más que simple «lluvia» que provocó inundaciones en la región del Medio y Cercano Oriente. Para entenderlo, los invito a que sigamos con mucha atención a esas «aguas de arriba» que cayeron.

Hemos leído que la Escritura nos dice que se abrieron «las fuentes del Gran abismo«:

«...en ese mismo día se rompieron todas las fuentes del gran abismo, y las compuertas del cielo fueron abiertas…«

(Génesis 7:11)

Vemos que la Torah (Instrucción) nos habla de dos fuentes de agua en esta devastación:

  • La primera proviene del cielo, de esas extrañas «Aguas de arriba» de las que nos habla el primer capítulo del Génesis: Posiblemente una capa de agua (diferente a las actuales nubes -que NO son vapor, sino gotas minúsculas-) que rodeaba la tierra de alguna forma. Aquí se mencionan como «Las compuertas del Cielo». ¿Cuánta agua había allí arriba? No lo sabemos pero podemos deducirlo sabiendo que en nuestros cielos una pequeña nube de tan solo 1 Km3 pesa más de ¡un millón de toneladas!
  • La segunda fuente de agua proviene de «las Fuentes del Gran Abismo«. Se nos habla que del manto de la Tierra o del propio mar. Posiblemente Tsunamis gigantescos a causa de una conmoción terrible en la corteza terrestre Según la idea del original hebreo brotaron tremendas cantidades de agua que se unieron a la inundación proveniente del cielo (Ver Aseguran que existe un Océano a 644 km por debajo de la superficie de nuestro planeta).

 

Todas estas estuvieron fusionadas y activas en su misión destructiva durante 150 días durante el Diluvio, aún cuando las lluvias sólo duraron 40 días y 40 noches, mostrando así que había un límite de agua sobre la atmósfera (las cataratas de los cielos).

Si las fuentes del gran abismo fueron la mayor fuente de agua, funcionando durante los 150 primeros días del año del Diluvio, evidentemente existía un gran y voluminoso deposito de agua. Algunos sugieren que cuando Yahvéh hizo que la tierra apareciese de debajo del agua en el tercer día de la creación, parte del agua que cubría la tierra quedo atrapada debajo y en el interior de la tierra seca.

En cualquier caso, en cuanto a la erupción de estas fuentes el día en el que el Diluvio comenzó, la Torah nos dice que las fuentes del abismo «fueron rotas«, esto implica la aparición de grandes fisuras en la tierra. Así, las aguas que se habían mantenido bajo presión debajo de las profundidades terrestres reventaron trayendo consecuencias catastróficas. Es interesante resaltar el hecho de que el 90 % de lo que sale de los volcanes actualmente es agua, a menudo en forma de vapor. Y dado que en el registro morfológico (de las rocas) encontramos muchas rocas volcánicas mezcladas con los estratos fósiles – estratos depositados, obviamente, durante el Diluvio – se puede teorizar que esas fuentes del gran abismo podrían, perfectamente, haber involucrado una serie de erupciones volcánicas con prodigiosas cantidades de agua saliendo a través de la tierra.

De acuerdo a lo que Edmund Halley propuso, dos veces al día los océanos enviarían poderosas olas de aguaje alrededor del mundo, llegando a un máximo cada 150 días con una altura de agua de 10 km. en el ecuador. Etas olas hubieran viajado a 1.600 km/h… ¡era imposible encontrar tierra seca en ninguna parte! Las montañas más elevadas quedaron cubiertas. Esta inmensa ola comprimió el aire al frente de ella y provocó una depresión detrás de ellas. El aire que se precipitó allí, precedente de las regiones polares, provocó una pérdida de calor y una repentina helada en las zonas polares… formando las capas de hielo que traerían las glaciaciones, que terminarían determinando los polos actuales.

La inexistencia de estas grandes diferencias de temperaturas entre los polos y el ecuador significa que los grandes movimientos de viento del mundo actual no existían. Más tarde veremos que las montañas no eran tan altas como ahora antes del Diluvio. En nuestra Tierra actual, esos grandes vientos y las grandes cordilleras de montañas son una parte muy importante del ciclo que lleva la lluvia a los continentes. Antes del Diluvio, sin embargo, no hacían falta ni unas ni otras, dada la forma en que la tierra recibía el agua.

(Para comprender más acerca de esto los invito a leer la teoría de la hidroplaca que explico en esta bitácora).

«Las Cataratas de los Cielos.»

La Torah también nos cuenta que la otra fuente de agua del Diluvio Universal fue la apertura de las cataratas de los cielos. Se nos dice que llovió durante 40 días y 40 noches sin parar, implicando que la apertura de esas cataratas fue el comienzo de la primera caída de agua. Ya hemos dicho, que las afirmaciones del libro de Bereshit implican que no hubo lluvia hasta el Diluvio, cuando se abrieron las cataratas de los cielos y sus aguas cayeron. Esto también explicaría porqué Noaj predicó durante tanto tiempo que iba a llover y porque la gente no le creyó. Nunca habían tenido lluvias ni diluvios locales cuando él predicaba y por eso se burlaron de sus advertencias:

«Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.»

(Hebreos 11: 7)

¿Que son esas cataratas de los cielos y por que no llovió durante tanto tiempo antes del Diluvio?

Al leer el primer capítulo del Bereshit se nos dice que en el segundo día de la creación, Elohim (Dios) separó las aguas que había en la Tierra, de las que Él había puesto sobre la Tierra, y entre estas dos aguas puso una expansión a la que denominó Cielos (o atmósfera). Es en esa atmósfera donde más tarde puso los pájaros, así que sabemos que se refiere a la atmósfera que hoy respiramos. Esto significa que había agua sobre esta atmósfera. Una cantidad de agua que obviamente no se encuentra ahí hoy en día. No se puede referir a las nubes dado que estas producirían lluvias. Tampoco había arco iris. La Torah dice, que Dios estableció un pacto con Noé que consistía en que nunca más ocurriría un diluvio como el que acababa de ocurrir, y el arco iris en el cielo es la señal de este pacto o promesa (Génesis 9 :8-17). El Eterno afirma claramente: «Mi arco he puesto en las nubes…» (versículo 13), lo cual denota el hecho de que hacen falta nubes para producir el arco iris. Las nubes están hechas de gotas de agua, cuando los rayos de sol las atraviesan, estas actúan como prismas de cristal, de forma que la luz se divide en sus colores básicos y vemos un arco iris. Esta promesa o pacto era una cosa nueva que Dios hacia, era por lo tanto la primera vez que se veía un arco iris.

¿Que eran esas aguas sobre la atmósfera antes del Diluvio?

El término normalmente utilizado es una ‘bóveda de vapor de agua’, implicando una ‘sabana’ de vapor de agua alrededor de toda la Tierra. Muchos estudiosos consideran que era agua en forma de vapor, que atrapaba los rayos del sol con más efectividad que lo que lo consigue ahora nuestra atmósfera, y proveyendo un clima semitropical a todas las partes del mundo. Es difícil imaginar como podría el agua líquida mantenerse suspendida sobre la atmósfera, pero el vapor de agua, en cambio, es mucho más ligero que el agua.

El Dr. Joseph Dillow ha calculado cuanto vapor de agua seria físicamente posible que estuviera suspendido sobre la atmósfera como una sábana alrededor de la Tierra. Logró llegar a la conclusión de que seria el vapor de agua equivalente a alrededor de 12 metros (40 pies) de grosor de agua líquida. Eso no fue todo, con este dato, el Dr. Dillow logró también calcular que esta cantidad seria suficiente para generar 40 días y 40 noches de lluvia torrencial. De esta investigación, los científicos descubrieron que si en cambio estas aguas sobre la atmósfera se hubieran encontrado en forma de nubes, entonces si la humedad en la atmósfera se precipitase a la tierra en forma de lluvia, seria el equivalente de menos de cinco centímetros (dos pulgadas) de grosor de agua líquida, difícilmente suficiente para sustentar 40 días y 40 noches de lluvia en la época del Diluvio.

Por lo tanto parece claro que la frase en Génesis 7:11 que dice «...las cataratas de los cielos fueron abiertas...» es una referencia al colapso de esta bóveda de vapor de agua, que de alguna forma se hizo inestable y cayó en forma de agua líquida.

Entendamos bien, que aquellos que fueron testigos de esto, describieron dichos acontecimientos como la apertura de «las cataratas de los cielos«. Algunos sugieren que cuando las fuentes del gran abismo se rompieron y abrieron, presumiblemente en la forma de erupciones volcánicas, el polvo generado por estas erupciones se expandió entrando en contacto con la bóveda de vapor de agua, causando el aglutinamiento de partículas de agua con partículas de polvo, formando gotas de agua que entonces cayeron como agua de lluvia.

Cuando leemos los primeros capítulos de Génesis, descubrimos que los primeros patriarcas vivían durante mucho tiempo. Vivían una media aproximada de 900 años. Mucha gente no puede creer eso porque hoy en día sólo vivimos aproximadamente 70 años. Sin embargo  otra utilidad de la bóveda de vapor de agua hubiera sido el proteger a los habitantes de la Tierra de las dañinas radiaciones cósmicas, que son, en parte, responsables del proceso de envejecimiento. Otros han sugerido que una mayor presión parcial de oxígeno debajo de una bóveda de estas características también podría haber aumentado el tiempo de vida del hombre y de los animales. En las burbujas de aire atrapadas en ámbar (resina de árbol fosilizada) existe una concentración de oxígeno un 50 por ciento mayor que la actual. Por lo tanto el hecho de que los patriarcas anteriores al Diluvio vivieran durante tanto tiempo es una evidencia que corrobora la existencia de la bóveda de vapor de agua.

Teniendo en cuenta el colapso de la bóveda de vapor de agua en los tiempos del Diluvio (la apertura de «las cataratas de los cielos») no es sorprendente pensar que el tiempo de vida de los seres humanos se redujera drásticamente durante los años siguientes a ese acontecimiento. Los descendientes inmediatos de Noé vivieron menos de 900 años, y en unas pocas generaciones los tiempos de vida se redujeron a los 70 años de vida que aún hoy en día se mantienen.

Hay otras importantes implicaciones que derivan de la existencia de una bóveda de vapor de agua antes del Diluvio, y la evidencia de estas corrobora a su vez la existencia de tal bóveda. Aquellos que estén interesados en estudiar este tema más profundamente pueden consultar el libro del Dr. Joseph Dillow.

 

La Gran Pregunta: ¿A dónde se fue el agua ?

Toda la Tierra estaba cubierta con las aguas del Diluvio, y el mundo que entonces existía fue destruido por las mismas aguas de las cuales la Tierra emergió en un principio, a las órdenes de Dios (Génesis 1 :9 ; 2 Pedro 3 :5-6). Pero, muchos se pregunta ¿que pasó luego con todo ese agua ?

Bueno, las mismas Sagradas Escrituras tienen muchos pasajes que responden esta pregunta, identificando las aguas del Diluvio con los mares y océanos actuales (Amós 9 :6 y Job 38 : 8-11).

Ahora bien, el planteo que inmediatamente surge ante esta respuesta es el siguiente: si el agua todavía está aquí, ¿como es que las grandes montañas no están todavía cubiertas de agua como en el tiempo de Noaj?

El Salterio nos brinda la respuesta en el capítulo 104:

«¡Con las aguas del abismo la cubriste!
Las aguas se detuvieron sobre los montes,
pero las reprendiste, y huyeron;
al escuchar tu voz, bajaron presurosas.
Subieron a los montes, bajaron por los valles,
al sitio que les habías destinado. Les pusiste un límite, que no debían cruzar,
para que no volvieran a cubrir la tierra.«

(Salmo 104: 6-8)

El salmista dice que sobre los montes estaban las aguas (versículo 6), pero el Eterno las reprendió y estas huyeron (versículo 7); entonces las montañas subieron, los valles descendieron (versículo 8) y Yahvéh les puso límite, el cual no traspasarán ni volverán a cubrir la Tierra (versículo 9). Entonces nos asombramos al descubrir que las aguas planetarias actuales… ¡son las mismas aguas del Diluvio!

Por ende, las Sagradas Escrituras deja bien claro que Yahvéh alteró la topografía de la Tierra. Nuevas masas continentales de tierra con nuevas cordilleras montañosas de pliegues de estratos rocosos fueron levantadas de debajo de las aguas que cubrían la Tierra que había erosionado y nivelado la topografía pre-diluviana, mientras cuencas oceánicas muy profundas fueron formadas para recibir y acomodar las aguas del Diluvio que entonces abandonaron la tierra de los continentes emergentes.

Por eso los océanos son tan profundos y por eso hay cordilleras montañosas con pliegues. Es más, si hoy niveláramos toda la tierra suavizando la topografía no solo de la superficie continental sino también la superficie del fondo oceánico, el agua del océano cubriría toda la superficie terrestre con una profundidad de más de tres kilómetros (dos millas). Claramente, entonces, las aguas del Diluvio Universal están en las cuencas oceánicas actuales. Tenemos que recordar que cerca del 70 por ciento de la superficie de la Tierra está, aún hoy, cubierta por agua.

¿Un mecanismo ?

Si al final del Diluvio las montañas se levantaron, mientras los valles se hundieron, entonces esos movimientos de tierra tuvieron que ser sobretodo verticales, en marcado contraste con el movimiento horizontal propuesto por la teoría de la deriva continental y las placas tectónicas propuestas por la mayoría de científicos hoy en día. Pero de hecho hay un mecanismo para movimientos verticales de tierra, para el cual tenemos una evidencia indirecta muy buena y alguna evidencia directa.

¿El agua podría haber cubierto el Mt. Everest?

Ya hemos dicho que la altura máxima de las aguas del Diluvio sobre una Tierra teóricamente nivelada hubieran sido de alrededor de tres kilómetros (dos millas). Pero resulta que el Mt. Everest, por ejemplo, tiene más de ocho kilómetros de altura. ¿Entonces como pudieron las aguas del Diluvio cubrir todos los montes altos de debajo de los cielos?

Pues bien, ya hemos dicho que las montañas altas no eran necesarias para la lluvia en el mundo pre-diluviano, y que las montañas de hoy en día fueron formadas después del Diluvio a través de el mecanismo vertical antes citado. En apoyo de esto podemos observar que las capas que forman las partes más altas del Mt. Everest están compuestas de capas depositadas por agua que contienen fósiles. (ver: Hallan Fósiles Marinos en el Monte Everest).

Este proceso de levantamiento de nuevas masas continentales de debajo de las aguas del Diluvio conllevaría que, mientras las montañas se elevaban, los valles se hundían, y las aguas abandonasen rápidamente las nuevas masas continentales emergentes. Este rápido movimiento de grandes volúmenes de agua causaría una gran erosión. No es difícil contemplar la rápida ‘excavación’ de muchas de las formas rocosas que observamos hoy en día en la Tierra, incluyendo, por ejemplo, el Gran Cañón del Colorado en USA, y las rocas Ayers en Australia central. (La forma actual de este monolito es el resultado de un ladeo y levantamiento de los previamente horizontales lechos de arena dejada por el agua seguido de la erosión.

Es por esto que también vemos, en muchos casos, ríos en valles que son mucho mayores de lo que deberían ser si hubieran sido hechos por el mismo río, que es diminuto en comparación con el valle, que ahora fluye por el valle. En otras palabras, el volumen de agua responsable de crear esos valles tan grandes tiene que haber sido mayor que el volumen de agua de los ríos de hoy en día. Esto es consistente con la idea de grandes volúmenes de aguas diluvianas abandonando las masas de tierra emergentes al final del Diluvio, y yendo a parar a las nuevas y profundas cuencas oceánicas.

 

Biografía: 

«Mitos y Milagros» _ David C. C. Watson (Ed. Clie)

«El Enigma del Arca de Noé y el Diluvio» _ Claudio Soler & Mónica Quirón

El Diluvio en la Cosmovisión de las Primeras Comunidades Mesiánicas

Por P.A. David Nesher

 

Estos IGNORAN VOLUNTARIAMENTE, que en el tiempo antiguo fueron hechos POR LA PALABRA DE DIOS, los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el MUNDO DE ENTONCES PERECIÓ ANEGADO EN AGUA”.

(2 Pedro 2: 5-6)

 

En los libros del, teológicamente  denominado, Nuevo Testamento encontramos muchas referencias al Diluvio universal. Esto nos obliga a considerar cuál era la cosmovisión que tenían las primeras comunidades de discípulos de Yeshúa respecto a este evento.

Evidentemente, tanto los apóstoles, como los discípulos que ellos hacían, tenían el mismo mensaje de proclamación a la hora de advertir.

Lo primero que encontramos es que en el mensaje escatológico del Mesías, este evento tenía mucha importancia a la hora de considerar los días postreros. Primeramente diré que al mencionar que sería como en los días de Noé, nuestro amado Señor estaba mostrando que el libro de Génesis es un relato histórico y genuino.

Nuestro Señor Yeshúa habló claramente sobre esta catástrofe cuando se refirió a su regreso a la Tierra. Podemos leer en lo que Él dijo:

 

«La venida del Hijo del Hombre será como en tiempos de Noé. Porque en los días antes del diluvio comían, bebían y se casaban y daban en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no supieron nada de lo que sucedería hasta que llegó el diluvio y se los llevó a todos. Así será en la venida del Hijo del Hombre«

(Mateo 24:37-39)

En segundo lugar, es evidente que en el mensaje de nuestro Amado estaba la conciencia de que al igual que en los días de Noé, Dios tiene preparado un día exacto para castigar eternamente a todos los impíos (Apocalipsis 20:11-15).

Por estos énfasis proféticos del mensaje mesiánicos, sus emisarios o apóstoles también mantuvieron estos lineamientos en el kerigma (proclamación) y la doctrina apostólica con la que guiaban a las primeras comunidades por el mundo conocido.

Podemos ver que la referencia al Diluvio que hacen los escritores neotestamentarios servía a sus lectores como advertencia de que el Eterno es el Justo (Tzadik) Juez de todo el mundo y que castigará inexorablemente el pecado y librará de la prueba a todos los piadosos de la Tierra (2 Pedro 2: 5-9).

Los apóstoles y sus discípulos aseguraban al proclamar que en el tiempo de Noé, Yahvéh destruyó al mundo prediluviano con agua, pero en el futuro lo hará con fuego (2 Pedro 3: 4-14). Ellos sabían que esto será el preludio para establecer un nuevo orden, en el que morará la Justicia.

Para la Asamblea de primogénitos de los primeros siglos el carácter repentino e inesperado del Diluvio ilustra la manera en que ocurrirá la Segunda Venida de Cristo, y enseña que el creyente debe estar preparado en todo momento para aquel día (Mateo 24: 36-42).

Interesante es también señalar que el apóstol Pedro vio un paralelo entre el bautismo en agua del neo-nacido en Cristo y la salvación de Noaj y su familia en medio de las aguas (1 Pedro 3:20-22). Los primeros discípulos interpretaban que el agua simboliza el juicio de Dios sobre el pecado como su resultado la muerte. El bautismo significa que el creyentes se une espiritualmente a Yeshúa en su muerte y resurrección. Al igula que Noaj en el arca, el creyente en el Mesías pasa ileso por las aguas de juicio y muerte para habitar en una nueva creación. En el Gólgota todas las fuentes del gran abismo fueron rotas, y las aguas del juicio subierno sobre el Mesías, ofrecido voluntariamente como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Por ello, ninguna gota de condenación alcanza al creyente pues el Eterno, en Su Hijo ha cerrado la puerta de la vieja naturaleza.

El arca era la única vía de escape que el Eterno proveyó para la humanidad contemporánea de Noaj,  y había solamente una puerta para entrar en dicha nave de salvación(6:16). Yeshúa utilizó la analogía de la puerta para enfatizar el hecho de que él es la única entrada en el Reino de Dios. Él dijo: «Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos» (Juan 10:9). Teniendo esto en mente el apóstol Pedro proclamo: «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hechos 4:12). Para las primeras comunidades de discípulos estaba bien claro que todos pueden venir al Eterno, pero sí o sí deben hacerlo a través de la única puerta de salvación: Yeshúa, el Mesías.

Interesante es conocer que en los primeros siglos de las comunidades del Mesías se interpretaba la palabra hebrea de Génesis 6:14 zettet, no como «calafatear» sino como «cubrir». Esto es porque en ninguna parte de los Libros del Antiguo Pacto está traducida «calafatear», sino que más bien en todos lados se traduce «hacer expiación.» Los discípulos de los primeros siglos entendía que el arca fue cubierta tanto adentro como afuera para quedar a prueba de agua. De igual modo los hijos del Eterno hemos sido protegidos de la ira de Dios por la perfecta cobertura que viene de Yeshúa, nuestra arca de Salvación. Nuestro abrigo de la ira de Dios se encuentra solamente debajo de la sangre del Mesías.  Tal y como el apóstol Juan lo dice:

«pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado«

(1 Juan 1:7)

También el apóstol Pablo asegura:

 «Él (Yeshúa) se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras..

(Tito 2:14)

Nosotros, debemos discernir que en nuestras días existe una urgencia celestial para que más seres humanos entren en el arca. Una vez que se cierre la puerta, nadie más puede entrar.

«Los que entraron eran macho y hembra de cada especie, como le había mandado Dios; y YHVH le cerró la puerta«

(Génesis 7:16)

Hoy, al igual que las primera comunidades tenemos que descansar en la certeza de que hemos sido redimidos «sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (I Pedro 1:19). Esa es la única cobertura que nos protege de la ira de Dios. Desde esta convicción debemos convertirnos como Noaj en pregoneros de justicia, tal y como los primeros discípulos procuraban día a día ser.

 

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