Por: Moisés Franco
“Y habló el SEÑOR a Moisés, diciendo:
2 Habla a los hijos de Israel que den la vuelta, y asienten su campamento delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él asentaréis el campamento, junto al mar.
3 Porque el Faraón dirá de los hijos de Israel: Enredados están en la tierra, el desierto los ha encerrado.
4 Y yo endureceré el corazón del Faraón para que los siga; y seré glorificado en el Faraón y en todo su ejército; y sabrán los egipcios que yo soy el SEÑOR. Y ellos lo hicieron así”. (Shemot 14:1-4 |JBS)
Este pasaje es una de las lecturas para la semana de Panes sin levadura (jag HaMatzot) y con ella el Espíritu Santo me habló esta mañana.
Los nombres propios en las Sagradas Escrituras nunca están puestos sólo a modo anecdótico, sino que son códigos.
Los israelitas habían salido de forma triunfal de Egipto rumbo a su libertad. Pero mientras su marcha iba en línea recta hacia su destino, el Eterno les ordena que cambien el rumbo y los pone en un aparente punto sin salida.
Específicamente los hace acampar frente al mar a la altura de Baal Tzefón.
Sobre esta deidad quisiera compartir ciertos datos.
Si bien existen diversas definiciones de su nombre, según el diccionario Strong puede entenderse como “señor/amo” (baal) de lo “oculto, tenebroso”.
Esta deidad era considerada como el patrono o guardián del comercio marítimo, por lo que su culto se extendió sobre toda la costa del mar Mediterráneo.
Uno de los puntos centrales de adoración era sobre el monte Halab, por lo que baal- Tzefón fue también conocido como un sitio geográfico en referencia al lugar de adoración y por eso está mencionado así en el texto bíblico antes citado.
Saúl Favela comenta: “el monte Safón era una montaña de 3000 metros de altitud que se encontraba a 50 kilómetros al norte de Ugarit. Los fenicios indicaban que ese era el lugar de habitación de Baal. Era como el monte Olimpo de los griegos. No solo era el lugar de habitación de Baal, sino también el lugar donde se reunían los dioses”.
Sin embargo, como explica Nesher, este punto ya era un epicentro de adoración mucho tiempo antes y compartido por otras culturas, como claro está, la egipcia.
Ante esto comprendemos que el Eterno llevó a Israel a un sitio clave para la adoración pagana de la época a fin de demostrar quién es el verdadero Señor sobre las leyes naturales, pero luego hablaremos de eso.
A este demonio se lo representaba de pie con su brazo derecho en alto y con posición de golpe, algo que algunas fuentes asocian como una representación de su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza.
Teniendo esto en mente era razonable que, cuando no se le daba la adecuada devoción a esta deidad, hubiese consecuencias negativas.
Sobre esto, el apóstol David Nesher ha enseñado que ocurrían tifones o huracanes.
De hecho, el nombre de esta divinidad nos recuerda al dios Tifón griego, un titán maligno relacionado con los vientos destructivos.
Un culto degenerado
En un contexto humano de total dependencia de la naturaleza para su subsistencia y de escasa tecnología, tener este tipo de inclemencias en una travesía marítima era un temor paralizante, por lo que es comprensible que se haya entronado a este ídolo en toda la zona.
No está del todo clara cómo era la adoración a Baal Tzefón. Lo que es seguro es que por los textos fenicios de Ras Shamra (entre los siglos XIV y XIII a. C.) es que se le hacían sacrificios de animales.
Pero, como era usual en las ciudades marítimas, no se descartaría que también se lo adorase mediante ritos sexuales por medio de la prostitución sagrada tanto femenina como masculina.
Los mismos documentos recién mencionados explican que el dios Baal (en todas sus formas y variantes) está relacionado con la fertilidad, por lo que su adoración implica el uso de la genitalidad.
Esto llegaba hasta puntos aberrantes. De hecho, Saúl Favela comenta que la práctica del bestialismo o zoofilia era parte de este culto.
Los textos antiguos mencionan al dios copulando con una novilla para dar terneros, por lo que probablemente los feligreses hacían lo mismo para obtener fertilidad en sus ganados.
Incluso, hay quienes sugieren que ante casos extremos de necesidad no debería descartarse que se le hiciesen sacrificios humanos como a otras formas de representar a Baal denunciadas por el Eterno en 2 Reyes 21:1-6 y Salmo 106:37-38 como el sacrificio de niños.
Las vueltas de YHVH y el paso a la libertad

Como hemos visto, el sitio adonde el Eterno conduce al pueblo no tenía una explicación lógica desde un punto de vista humano.
De hecho, intencionalmente lo hace para confundir a los egipcios (Éxodo/Shemot 14:3), pero esto parece haber desconcertado también a los propios israelitas, como se evidenciará luego en la desesperación del pueblo (y el temor de Moisés).
Pero Él orquestó todo de una manera precisa, fue un espectacular acto de proclamación de la verdad: YHVH es el Dios Verdadero, único dueño de la tierra y de sus habitantes, incluso de las leyes naturales.
No había ninguna salida desde el punto de vista terrenal.
Sobre esto es llamativo el comentario que hace la versión Torat Emet: “Pi Hajirot es la ciudad de Pitom, que sería Tanis, ciudad del Delta del Nilo. Pitom significa “boca cerrada”, en alusión a la dura y cerrada esclavitud de Egipto. Pero después del triunfal éxodo, dicha ciudad pasó a llamarse Pi Hajirot, que significa boca o valle de la libertad”. (Comentario a Shemot 14:2, pág. 162).
Es común que cuando estamos avanzando a la verdadera libertad surjan dificultades: conflictos familiares, laborales, de salud, entre otros.
Mike Murdock señala en su libro “La ley del reconocimiento” que cuando nos movemos en la dirección que el Eterno quiere el enemigo accionará en oposición.
De hecho, Nesher lo explicó en una proclamación en base al evangelio de Lucas que eso mismo es lo que está ocurriendo cuando Yeshúa y sus discípulos se dirigen hacia el otro lado del mar de Galilea, donde liberará al endemoniado gadareno.
Se desata la famosa tormenta en la que el Maestro es despertado por sus discípulos porque un vendaval tremendo está azotando brutalmente la barca y entonces el Señor despertando “reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza” (Lc. 8:24).
Luego de esto el Mesías libera al hombre poseído por una legión de demonios y no sólo trae libertad a él, sino que éste “comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban” (Mr. 5:20).
Hubo tormenta y fuertes vientos antes de que la salvación llegara a diez ciudades (Decápolis).
Así también puede pasar que en medio de una temporada festiva como Pésaj también surjan eventos que tenderán a llenarnos de miedo o desánimo. Pero no desmayes, porque el mismo que iba delante del pueblo en el desierto es el que reprendió la tempestad y trajo bonanza.
La libertad te espera, lucha con fe, oración y alegría por mantenerte en el espíritu de la fiesta, aferrándote al Ungido, a Aquel es que es la Salvación de Israel (Mt. 1:21) y verás la liberación en tu alma, cuerpo, familia, ministerio, economía, etc.
4 “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! 5 Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. 6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:4-7 | RV60)