Pesaj

¡Nunca es Tarde para Volver a Casa! (el Pesaj Shení o Segunda Pascua)

Por P.A. David Nesher

Bamidbar/Números 9: 1-14. Pésaj Shení/ La segunda Ofrenda de Pésaj.

“Y celebraron la Pesaj en el mes primero, en el día catorce del mes, al atardecer, en el desierto de Sinái; tal como HaShem había ordenado a Moshé, así lo hicieron los hijos de Israel. Había, no obstante, algunos hombres que habían entrado en contacto con los muertos, y estaban por consiguiente ritualmente impuros, de modo que no pudieron preparar la ofrenda de Pésaj en ese día. Durante el transcurso de ese día, se acercaron a Moshé y a Aarón. «Estamos ritualmente impuros como resultado del contacto con los muertos –le dijeron los hombres a [Moshé]–. ¿Pero por qué deberíamos dejar de beneficiarnos y no poder presentar la ofrenda de Dios en el tiempo adecuado, junto con los otros israelitas?»

(Bamidbar/Números 9:5-7) 


El relato de la aliyáh (ascensión) de hoy nos cuenta que en el año posterior al Éxodo, Dios le ordenó a Israel que ofrendara el korbán Pesaj (la ofrenda de Pascua) en su tiempo designado, el catorce de Nisán, el primer mes del año (9:2).

Puesto que el Libro de Bamidbar empieza con sucesos del segundo mes o Iyar (1:1), este capítulo está claramente fuera de secuencia, y de hecho los sabios lo emplean para afirmar que el orden de la Torah no es necesariamente cronológico (Pesajim 6b; Sifrí). Más en tales casos debemos intentar comprender por qué la Torah opta por narrar un suceso antes o después de que realmente ocurrió, porque ciertamente los Sabios no pretendieron decir que el orden de la Torah es del todo aleatorio sino sólo en las ocasiones que lo ameritan.

El sabio Rambán comenta que este libro se concentra principalmente en los mandamientos y las vivencias que se relacionaban con los años que la nación pasó en el Desierto. En consecuencia, Bamidbar comienza con una exposición cabal del tema del Tabernáculo y la relación del pueblo con el mismo, debido a que era el punto nodal de la nación en tal período, Por ello, resulta de toda lógica que la narrativa de la ofrenda de Pésaj se haya postergado hasta este punto.

–  ¿Sabías  que esta fue la única vez que aquella generación de israelitas celebró Pesaj en el desierto? 

Es el exégeta Rashi quien hace notar que esta fue la única ofrenda de Pésaj que hizo Israel en todos los cuarenta años de su travesía por el Desierto, lo cual nos muestra cuán infortunado fue que la nación no pudiera entrar a Éretz Israel inmediatamente, donde habrían podido observar este mandamiento una vez por año. Más para no poner hincapié en ese pecado del pueblo al escuchar el informe negativo de los 10 espías, notamos que Elohim optó por inspirar a Moshé a que no empezara el Sefer Bamidbar con el mandamiento del Pesaj Shení.

Rashí, en sus comentario, explica que fue una vergüenza para los hijos de Israel no celebrar Pesaj más que una vez durante los cuarenta años. Esto se debe a que los hijos de Israel no podían circuncidar a sus hijos estando en el desierto y por lo tanto no estaban habilitados para celebrar Pesaj más que una vez. Recuerda que, de acuerdo con lo ordenado por Yahvéh, un padre cuyo hijo no está circuncidado no tiene el derecho de ofrecer el sacrificio de Pesaj (cf. Éxodo 12:48). Si el Eterno no le hubiera ordenado específicamente al pueblo hacer la ofrenda de Pésaj ese año, no habría podido hacerlo, puesto que ese precepto no habría cobrado vigencia sino hasta que hubiera entrado a Éretz Israel (Tosafot, Kidushín 37b, s.v.). Otra forma de entenderlo es que se les prohíbe a padres de niños incircuncisos elevar la ofrenda de Pésaj y, por razones médicas, era peligroso circuncidar niños en el Desierto (Ievamot 71b). de todos modos, resultaba vergonzoso que no hubieran podido realizar la ofrenda esas cuatro décadas, puesto que fue su propio pecado haberles creído a los espías  lo que impidió que entrasen a la Tierra durante el segundo año del Éxodo (Mizraji).

Así, captando el por qué y el para qué de este Pesaj Shení (Segundo Pesaj) logramos entender por qué Yehoshúa (Josué), una vez que se establecieron en Eretz Israel, circuncidó a todos los israelitas que habían nacido en el desierto, tal como está escrito en su rollo:

“En aquel tiempo Yahvéh dijo a Yehoshúa:
Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar, por segunda vez, a los hijos de Israel. Y Yehoshúa se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.
Esta es la razón por la cual Yehoshúa los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados. Pues los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto, porque no escucharon la voz de Yahvéh; a ellos Yahvhéh les juró que no les permitiría ver la tierra que Yahvéh había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel. Y a los hijos de ellos, que Él levantó en su lugar, Yehoshúa los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino. Y sucedió que cuando terminaron de circuncidar a toda la nación, permanecieron en sus lugares en el campamento hasta que sanaron. Entonces Yahvéh dijo a Yehoshúa: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto. Por eso aquel lugar se ha llamado Guilgal hasta hoy. Estando los hijos de Israel acampados en Guilgal, celebraron Pesaj por la tarde el día catorce del mes en los llanos de Yerijó.”
(Josué 5:2-10)

Notamos que un grupo de personas no calificaron para hacer la ofrenda debido a que estaban contaminadas. No obstante, motivadas por un intenso deseo de participar en esta gran experiencia espiritual, apelaron a Moshé. 

En reconocimiento por su nobleza de carácter, Dios los convirtió en agentes por medio de los cuales reveló el nuevo mandamiento de Pésaj Shení, la segunda ofrenda de Pésaj, que sería efectuada un mes después del tiempo designado para la primera. 

La Torah normalmente nos comunica los mandamientos por medio de Moshé, en vez de por iniciativa de terceros, más debido al sincero anhelo de tales personas de elevar su espíritu, Dios les concedió el honor de contribuir en la estipulación de este nuevo mandamiento (Sifrí).

La segunda ofrenda de Pésaj difiere de la primera en cuanto a que no hay festividad asociada con la misma, incluso para quienes realizan la ofrenda. Y además de ello, aunque no pueden comer alimentos leudados [jametz] con la ofrenda (v. 11), sí pueden poseer e ingerir jametz en el día en el que la realizan (Rashi; Pesajim 95a).

El Talmud ofrece tres versiones sobre quiénes eran las personas contaminadas: 

  • ✔️ la primera es que fueron los portadores del féretro de losef, que llevaban sus restos a Éretz Israel para ser enterrados en cumplimiento de la promesa que él pidió que sus hermanos le hicieran; 
  • ✔️ la segunda es que estos varones eran los levitas Mishael y Eltzafán, que se habían encargado de los cuerpos de Nadav y Avihu; 
  • ✔️ la tercera es que eran personas que habían hallado un cuerpo no identificado sin enterrar y cumplieron el mandamiento de inhumarlo (Sucá 25a).

Cualquiera sea la razón, lo cierto es que estas personas quedaron momentáneamente inhabilitados para hacer la ofrenda debido a que se habían ocupado de cumplir la mitzváh. El sabio Sforno comenta que la queja ante Moshé consistía en que se supone que una mitzváh debe abrir el camino a otra en lugar de cerrarlo. 

En respuesta a este pedido Dios estableció el «Segundo Pesaj» (Pesaj Sheni) el 14 de Iyar para todo aquel que haya estado imposibilitado de traer la ofrenda en el mes anterior. Este día representa la «segunda oportunidad» que nos da Dios a través de la teshuváh (el poder del arrepentimiento y/o el «retorno»). Como dice rabi Yosef Itzjak Schneerson «Pesaj Shení indica que nunca esta todo perdido».

Así es, al leer esta aliyáh notamos como esos ciudadanos de Israel también querían participar de este servicio sagrado tan importante. Querían ser parte de algo mayor a ellos mismos, algo que los conectara con la Comunidad y con el Eterno, nuestro Dios, por lo que se acercaron a Aharón y a Moshé y dijeron: “¿Por qué deberíamos ser marginados y no tener la oportunidad de presentar la ofrenda a Dios, así como el resto de los hijos de Israel?”

Moshé le preguntó a YHVH qué hacer y Él contestó: “Háblale a los hijos de Israel y diles: toda persona que esté contaminada por muerte o en un camino distante, tanto ahora como en las generaciones futuras, preparará una ofrenda de Pésaj para YHVH. La prepararán en la tarde del día 14 del segundo mes (iyar) y la comerán con matzot y con hierbas amargas…” (ver Números 9:6-12).

El Eterno dijo: les daré una segunda oportunidad a pesar del estatus de impureza, a pesar de la condición actual. Cuando hagan lo necesario para revertir ese estatus, cambiaré las reglas. Esperaré hasta que estén preparados.

Pero, en nuestros días, la pregunta que surge es: ¿cómo podemos relacionarnos con las ideas de estar ‘contaminados por la muerte’ y ‘viajando por un camino distante’ hoy en día?

La verdad es que estos términos apuntan a conceptos más profundos: un estado de ‘desconexión de Dios’ es un tipo de muerte ontológica. Un ‘camino distante’ es un lugar en el que estamos alejados de quienes se supone que debemos ser en realidad. Esto es algo con lo que la mayoría de nosotros sí podemos identificarnos.

Al estar ‘en contacto con la muerte ontológica’ de lo cotidiano, al estar ‘viajando por un camino distante’, desconectados de nuestra esencia y nuestra fuente, tenemos la capacidad para cambiar la dirección y volver a casa.

¿Cómo? Accediendo a este increíble regalo; el regalo de una ‘segunda oportunidad’.

¿Cómo sabemos si estamos distantes de nuestra heredad, si estamos vagando y desconectados?

Una situación de desconexión es un lugar en el que perdimos el contacto con nuestra esencia. En este camino hay un abismo entre lo que somos de verdad y la persona en la que nos estamos convirtiendo.

Cuando no somos la persona, la pareja o el padre que deberíamos ser, a menudo, en algún lugar profundo de nuestro ser, sabemos que estamos lejos de casa. Puede ser un sentimiento vago, aislado y borroso. Puede ser un sentimiento explícito, pesado y robusto. En todos los casos, a menudo lleva a confusión y a un estilo de vida robotizado.

A menudo, la desconexión es consecuencia de vivir de manera inconsciente. Cuando dejamos que nuestros condicionamientos nos guíen haciendo que nuestro camino no cambie nunca, tampoco lo hará nuestro entorno. Tanto si es en relación a nosotros mismos como con los demás, nos sentiremos desconectados de los senderos que llevan a nuestra esencia.

Pero, el Eterno, a través de la vida, nos da muchas segundas oportunidades. Y cada vez que elegimos vivir con conciencia y pasar del juicio a la compasión, de la apatía al interés, de la inactividad a la actividad, comenzamos a reconectarnos y a viajar de regreso a casa. El Camino se abre a la Verdad, la Vida comienza a fluir sin impurezas y el Padre nos abraza dándonos la bienvenida a Su Mesa festiva.

Pésaj Shení, el ‘Segundo Pésaj’, representa la capacidad de encaminarnos de vuelta hacia nuestro núcleo, hacia nuestra conexión Divina. Esta es la esencia de la teshuváh, la capacidad de volver, de regresar a la Casa del Abba. Teshuváh es definido como ‘arrepentimiento’, pero involucra algo mucho mayor. Es la capacidad de adoptar un cambio exhaustivo, de pasar de un estado a otro. Es la capacidad de cambiar nuestro ‘estilo de baile’.

Cambiar no es fácil, pero puede hacerse. Más allá de la distancia, más allá de la desconexión, el Eterno nos da Su Espíritu Santo para adquirir la capacidad de reparar y reconectarnos. Nuestro contacto con la ‘muerte’ puede darnos vida. Nuestra ‘distancia’ puede llevar a una cercanía mayor, tanto con Dios como con nosotros mismos.

Pésaj Shení, es la festividad de las segundas oportunidades, y nos recuerda que siempre podemos cambiar nuestra dirección y volver a casa.


¿De qué Levaduras Jesús quiere que nos cuidemos? (Jag HaMatzot)

Autor: Juan José Nesher

A partir del 15 de Nisan o Abib, comienza una fiesta llamada “Fiesta de los Panes Sin Levadura” (Levítico 23:6-8) la cual prácticamente consiste no comer ni tener levadura en nuestras moradas durante siete días. Esta misma la encontramos registrada por primera vez en Éxodo 12:1-20, donde claramente dice:

17 Celebren el Festival de los Panes sin Levadura, porque les recordará que este mismo día yo saqué a sus grandes multitudes de la tierra de Egipto. Ese festival será para ustedes una ley perpetua; celebren este día de generación en generación (…) 20 Durante esos días, no coman nada que tenga levadura. Dondequiera que vivan, coman pan únicamente sin levadura.

Una fiesta tan rara; tan extraña que no podemos no preguntarnos ¿Por qué? Y sobre todo… ¿Para qué? Es importante destacar que el Eterno no ordena nada sin tener un claro propósito en los hombres para que alcancen un alto grado de santificación. Entendiendo que santificación es un estado de separación para Dios. Pero para ello, es necesario “separar” todo elemento que pudra. Justamente la levadura es un hongo utilizado con el fin de fermentar, sobre todo utilizado al momento de la elaboración del pan.

Ahora uniendo un poco de ideas. En concreto, esta fiesta es una proceso de separación (santificación) de lo que fermeta/pudre, de lo que es esencial.

Ahora entendemos con mayor claridad al apóstol Pablo cuando escribía a los creyentes de Corintio diciendo:

«Desháganse de la vieja «levadura» quitando a ese perverso de entre ustedes. Entonces serán como una nueva masa preparada sin levadura, que es lo que realmente son. Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido sacrificado por nosotros. Por lo tanto, celebremos el festival, no con el viejo pan de perversidad y maldad, sino con el nuevo pan de sinceridad y verdad.«

(1 Corintios 5:7-8)

Por años, para la mente de Israel, la levadura representó aquello que con malicia hacía engrandecer el orgullo de los hombres. Entendían que en todo ser humano cohabitaba una tendencia al mal (Yetzer Hará) que debía diariamente ser combatida.

Lo que nos interesa más saber… ¿De qué levadura hay que cuidarnos? ¿Sólo la que comemos? Nuestro maestro Yeshúa nos enseña en los evangelios:

Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos.
(Mt 16:6)

Y también en el evangelio de Marcos agregó:

Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes (Mc 8:15)

Si entiendo bien, y me reconozco como discípulo del mesías, debería cuidarme de estás levaduras. Pero… ¿en qué consisten estás levaduras?

Levadura de los Fariseos

«Se acercaron a Jesús algunos fariseos y maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén, y le preguntaron:
— ¿Por qué quebrantan tus discípulos la tradición de los ancianos? ¡Comen sin cumplir primero el rito de lavarse las manos!
Jesús les contestó: — ¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición?

(Mateo 15:1-3)

Los fariseos fueron unos “revolucionarios mesiánicos” considerados teológicamente inadaptados dentro del concepto que tenían de ellos los sacerdotes. Eran un montón de estudiosos legalistas (“religiosos”) sin afecto natural alguno, eran considerados una secta que se había desarrollado durante la diáspora babilónica, en la ausencia del sacerdocio hebreo, mientras no había adoración en el Templo. (ver: David Nesher – “La Fecha del Pesaj… ¿el 14 o el 15 de Nisán” 2015)

El fariseísmo era la representación propia del legalismo estructural que condicionaba la voluntad del Eterno. Tal como los denunció el maestro:

Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me adoran; sus enseñanzas no son más que reglas humanas”
(Mt. 15:8-9)

El maestro los denunciaba constantemente como gente HIPÓCRITA, aquellos que de la boca hacia fuera eran una cosa pero sus actos eran totalmente contrarios.

Esta levadura es la que debemos exiliar de nuestro interior. Quizás estas preguntas te sirvan a modo de guía:

  • ¿En cuántas cosas hemos sido “actores” ante los demás?
  • ¿En qué cosas fuimos “legalistas” sin ni siquiera dejar un poquito de lugar para  el obrar de Dios?
  • ¿En cuántas cosas hemos estado enseñando o juzgando hacia nuestro prójimo sin ni siquiera antes plantear si lo estoy viviendo?

Esta levadura es la más difícil de sacar porque es la que está apegada a las “Tradiciones Humanas”, al obrar rutinario sin tener un poco del espíritu de Dios. A la acumulación del “conocimiento” de la escritura y poca vivencia con el Dios vivo. A la admiración constante de cómo crece la masa en la medida que se adquiere información sin preocuparse de cuán insípido o desabrido puede ser el pan.

Levadura de los Saduceos

En el tiempo del ministerio de nuestro Señor Yeshúa, los saduceos eran aquellos que por ser de la casa de Aarón ocupan las funciones sacerdotales y pudientes a llegar al cargo Sumo Sacerdote (vea Hechos 5:17). Ellos mantuvieron los Santos Días hebreos de acuerdo a lo revelado literalmente en la Torah. (David Nesher – “La Fecha del Pesaj… ¿el 14 o el 15 de Nisán” 2015)

Los saduceos eran personas de la alta sociedad, miembros de familias sacerdotales, cultos, ricos y aristócratas. De entre ellos habían salido desde el inicio de la ocupación romana los sumos sacerdotes que, en ese momento, eran los representantes judíos ante el poder imperial. Hacían una interpretación muy sobria de la Torah, sin caer en las numerosas cuestiones casuísticas de los fariseos, y por tanto subestimando lo que aquellos consideraban Torah oral. Tenían poder religioso y político, por lo que eran muy influyentes. (Teología de la Universidad de Navarra dirigidos por Francisco Varo)

En el tiempo de Yeshúa, una de las prácticas más cotidianas que se encontraba entre los sacerdotes era el cambio de cosas por dinero (Mateo 26:14-16). Ellos eran el símbolo de la racionalidad, la incredulidad y la altanería de creerse “perfectos” a diferencia de los otros judíos.

Esta levadura está presente hoy en nosotros ya que por gracia de nuestro Mesías, somos llamado a ser un reinado de sacerdotes (Ap. 1:6-8). Si analizamos, muchas veces por estar en búsqueda de conocer día a día más los códigos lumínicos de la fe, caemos en la soberbia y el mirar en menos a aquellos que aún siguen atrapado en los estratos babilónicos. Como también, deseamos encontrar explicaciones racionales a cada milagro o señal que el Dios Eterno da en estos tiempos de juicio. Y por último, cuántas veces hemos caído en la venta de nuestro sacerdocio al menospreciar una Santa Convocatoria o una Cena de Comunión con nuestra congregación; y cuánto más al no observar y guardar el Shabat.

Esta levadura está muy arraigada al manejo de nuestro sacerdocio en pos de la Justicia y Rectitud (Sadoq). Cuanto más voy adquiriendo la sabiduría de Dios más debo afligir el EGO (mi tendencia a recibir más placer) para que no sea yo quién “tenga el gran poder” sino que el que tiene todo el poder me siga usando a mi como vasija de su luz.

Levadura de Herodes

Hedores, también conocido como Herodes “El grande”, fue el rey de: Judea, Galilea, Samaria e Idumea. Tenía la fama de matar inocentes durante el período de su reinado.

En el evangelio de Lucas encontramos a este rey queriendo matar a Yeshúa:

«En ese momento se acercaron a Jesús unos fariseos y le dijeron: —Sal de aquí y vete a otro lugar, porque Herodes quiere matarte. Él les contestó: —Vayan y díganle a esa zorra: “Mira, hoy y mañana seguiré expulsando demonios y sanando a la gente, y al tercer día terminaré lo que debo hacer”.
(Lucas 13: 31-32)

El término “zorra” estaba asociado a la personas que eran tiranas e impías, es decir que su obrar estaba lleno de malicia.

Yeshúa toma a Herodes para representar un tipo de levadura ¿Qué habrá querido decir? Evidentemente nada bueno. Lamentablemente, por culpa de la cultura hipócrita en la que vivimos es muy difícil llegar a reconocer que “somos malos”, y sin embargo en muchas ocasiones actuamos de ese modo. La malicia muchas veces se manifiesta de formas escondidas, por ejemplo hacer las cosas de mala voluntad, hacer las cosas teniendo rencores o resentimientos, procurando que le suceda lo peor.

La levadura, recordemos, es un hongo que cuando está unida a la masa ya no se ve pero cuando la dejas reposar se nota que esta. Es decir, cuando dejamos que las heridas del pasado generen rencores y resentimientos, tarde o temprano, eso se va a ver reflejado en los actos que realicemos hacia los demás, los inocentes. El hambre de poder es un ejemplo claro, porque ciega y crece el deseo de tener un cargo que este previo al nombre; sin pensar si al menos soy capaz de ocupar ese lugar que anhelo.

A modo de conclusión, Yeshua les habló a sus discípulos que se cuidaran de cada una de estas levaduras porque sabía que en ellos se escondía la dura y valerosa tarea de que el evangelio se esparciera. El evangelio no puede llegar a las naciones cargadas de hongos y putrefacción, sino que debe llegar al mundo para genera una nueva masa.

En este período de 7 días, nuestra santificación nos debe promover a un ascenso de nivel. No podemos ser los mismos luego de este Pesaj. Hay un mensaje escondido para quien se atreva a buscarlo, pero para ello debe primero sacar la levadura de su casa, que es su propio interior.

También puedes escuchar estas dos Lecciones:

El Afikomán: Mucho Más que un Juego


La búsqueda del Afikomán es una excelente motivación para que los pequeños se mantengan despiertos hasta tarde deseosos de encontrar el pedazo de matzá escondido y hacerse del motivador premio.

¿En qué consiste?

La persona que dirige el Seder parte a la mitad tres matzot (que representan a las castas de Israel Cohen, Levi e Israel) y las mezcla. Luego envuelve un trozo de la matzá del medio y lo esconde para ser buscado por los niños al promediar el Seder. Una vez descubierto se entrega un premio o a quien lo encontró (algunas familias se reparten regalos para todos los menores que salieron en su búsqueda valorando su esfuerzo). Otra variante es que los chicos “roben o se apoderen” del Afikomán cambiándolo por una recompensa a cambio de su devolución al final el Seder.

Sin embargo, no se trata sólo de un recurso utilizado por los padres para que los chicos no se duerman. El Afikomán es mucho más que un juego.

¿Qué es el Afikomán?

Se lo denomina “sobremesa o postre” y reemplaza al Sacrificio de Pesaj. El origen data de la Epoca del Beit Hamikdash en la que se daba por concluido el Seder una vez que todos los presentes comían un pedazo del Afikomán. En la actualidad continuamos con este ritual llamado “tzafún”( que significa “escondido”) .

¿Qué Representa el Afikomán?

Son muchas las interpretaciones acerca de su significado. La mayoría coincide su ligazón con recordar la esclavitud, el sometimiento, la libertad, la continuidad (representada en los niños), el ser seres incompletos y con defectos (por la partición), el esfuerzo por lograr objetivos y la recompensa por alcanzarlos. También representando a la Buena Suerte, a la esperanza, al Tikun Olam (reparación del mundo), a la redención, y a la fe mesiánica.

¿Qué representa el Afikomán en tu vida?

¡Jag HaPesaj Sameaj!

Tomado de: De La Cole

Jametz Vs Matzá

En tan solo 3 minutos podremos entender lo que significa vivenciar la Salida de Mitzrayim cuando se hace una excelente kasherización de nuestras casas.

Bitácoras que conviene estudiar y meditar para cumplir con este mandamiento divino:


¿Cuántas Copas bebió Yeshúa en Su Última Cena de Pesaj?

Por P.A. David Nesher

«Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo:

«Consumado es.»

Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu.»

(S. Juan 19:30)

Desde que en mi peregrinación he ido pasando de un nivel a otro, me he maravillado al descubrir cómo Yeshúa (Jesús) fue dejando huellas en su vida que sólo pueden ser descubiertas analizando las raíces hebreas de su propia identidad y fe.

Es evidente que el Eterno, por ser el soberano del universo, tiene todo bajo control, y su propósito es perfecto hasta en las cosas que nos parecen más pequeñas, extrañas y hasta insignificantes. Lo cierto de todo esto es que cuando he logrado mirar ese nuevo punto del plano existencial y he comprendido apenas un poco la manera providencial en cómo él obra y se manifiesta, no puedo hacer otra cosa que elevar alabanzas y gratitud por como logra maravillarme e inundarme de gozo.

Llegó a mis manos un texto de una conferencia del Dr. Scott Hahn titulado “La Cuarta Copa”, y lo que este experto comparte allí me movilizó a escribir esta bitácora con el objetivo de ampliar el panorama contextual del texto bíblico al momento en que ustedes lean el relato del Evangelio.

«Consumado es«:

¿A qué se refiere Yeshúa con estas palabras? ¿Qué impronta de misión se esconde en estas sus últimas palabras dichas antes de “entregar su espíritu”?

En la hermenéutica (interpretación) clásica de la dogmática cristiana aprendí que esta expresión señala a la redención de la humanidad. Mis profesores de teología me aseguraron que nuestro amado Señor está proclamando desde el madero que todo ya se ha cumplido. El proceso de salvación prometida en el Edén por el Eterno ha sido consumado. Sin embargo, para que esto fuera realmente completo era necesario que Yeshúa resucitara, tal como el apóstol Pablo se lo recordara a los discípulos mesiánicos de la ciudad de Roma:

«….el cual fue entregado por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación
(Rom. 4:25).

Es claro entonces que, la justificación que el Eterno realiza en sus redimidos no se consuma con la muerte de Yeshúa, sino con su resurrección. Desde esto podemos afirmar que nuestro Maestro, con la frase consumado es, estaba señalando a un concepto perteneciente a una cosmovisión muy diferente de la que los defensores de la dogmática babilónica han sostenido. Por lo tanto, para lograr captar lo que Él quizo decir, nos vemos comprometidos a profundizar en el ámbito del contexto mental y cultural que lo circundaba. En otras palabras, debemos comprender el contexto en del que esto fue dicho, y en particular, una singularidad de la celebración del Pesaj, la festividad que marcaba ese momento histórico.

En este contexto no sólo se cuenta la historia de la Pasión del Señor, sino que la misma transcurre al mismo tiempo dentro del Sidur del Pesaj. Este precepto divino debía ser llevado a cabo por el pueblo hebreo esa misma noche y conmemorarlo todos los años, para siempre. La palabra Seder o Sidur, significa Orden, y los pasos de éste se constituyen en torno a cuatro ejes: las 4 copas de vino que esconden el mensaje encriptado de los cuatro pasos salvíficos que Yahvéh hizo con Su Pueblo (Éxodo 6:6-7). (Por favor, leer: Los Pasos de la Redención Mesiánica).

Las cuatro copas de la celebración de Pesaj recordaban a cada familia de Israel la liberación de la muerte de sus primogénitos por medio de la sangre del Cordero del padre de familia. Los nombres de estas cuatro copas son:

  • kidush (santificación),
  • juicio,
  • redención (o «la bendición«) y
  • alabanza.

Cada una de las leshonot de gueuláh (expresiones de redención) de estas copas representan otro estado en nuestra libertad. Por cada una de estas cuatro etapas debemos dar alabanza a YHVH sobre otra copa de vino.

  • La primera copa de vino agradece al Eterno por haber quitado el peso de nuestra esclavitud. Ya no más trabajo duro y tortuoso. Esta fue la primera promesa de YHVH para con nosotros.
  • La segunda copa de vino es para agradecer a Elokim por habernos liberado del estado de servidumbre. No se bebe, sino que se vuelca en el piso por medio de diez goteos o libaciones. Con esto se declara que se cree en la promesa divina que las plagas de Egipto no tocarán nuestro hogar (ver Éxodo 15: 26).
  • La tercera copa la bebemos en gratitud a nuestra libertad.
  • La cuarta copa es para agradecer a Di-s por habernos tomado como Su propia nación.

La Mishnáh explica el compromiso implícito de cada judío en el participar de estas copas dentro del Seder:

“En la víspera de Pascua, cuando se avecina el tiempo de Minjáh (sacrificio vespertino), nadie debe comer hasta que no anochezca. Incluso el más pobre de Israel no comerá mientras no esté reclinado en la mesa, y no tendrá menos de cuatro copas de vino, aunque sea de los de la olla popular” 

(Mishná Capítulo 10, Masejet Pesajim)

Como podemos notar, tomar las cuatro copas de vino era obligatorio para todos, incluso hasta para el más pobre, a quien le resultaba muy difícil poder acceder al vino.

Comprendiendo pues la importancia de estos cuatro pasos litúrgicos de la Cena de Pesaj, estudiemos juntos los detalles de la última que vivió Yeshúa. Leemos que Lucas escribió lo siguiente:

“Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los apóstoles y les dijo:
«He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios».
Y tomando una copa, dio gracias y dijo:
«Tomen y compártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
«Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía».
Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes. «
(Lc. 22.14)

Cuando el texto dice «una copa» está señalando a la primera copa, la del Kidush.

Sabemos que la tercera copa que, en la mesa de Pesaj, se toma después de la cena del cordero asado (que se comía cuanto había Templo), es la que fue puesta en memoria de Yeshúa. Por eso es que notamos que el evangelista Lucas, nos relata que la copa que el Maestro tomó luego de la comida, fue la tercera copa:

“Después de la cena hizo lo mismo con la copa”
(Lc. 22.20)

Esto también implica que  tanto en los evangelios de Marcos, como en el de Mateo el relato se refiere a la misma copa (la tercera).

El apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios hace referencia  a la tercera copa del Seder, denominada también «la copa de la bendición«, que las comunidades del primer siglo elevaban en la tercera mesa de Shabat (Partimiento del Pan) cuando escribe lo siguiente:

La copa de bendición que bendecimos,
¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo?
Y el pan que partimos,
¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?”
(1Corintios 10: 12)

El apóstol Pablo nos menciona que existe una copa que nos imparte una enorme y sublime bendición por medio de la muerte de Mashiaj, y a su vez se nos dice que es una copa que nosotros bendecimos en el sentido que jamás nos cansaremos de agradecerle al Eterno por ella. Pero ¿cómo llego esta copa a nuestras manos?¿Cuál es el trasfondo o contexto de esta historia? Eso es precisamente lo que abordaremos a partir de este momento.

¿Qué Copas bebió Yeshúa?

El relato evangélico nos cuentan que:

“Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos”
(Mateo 26: 27-30)

En esta última descripción notamos algo que resulta curioso: no se tomó la copa final (la 4ta).

Teniendo en cuenta todo lo explicado hasta ahora, podemos ver que Yeshúa no sólo no tomó la cuarta copa, sabiendo el significado que eso tenía, sino que aseguró que no volvería a beber del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios, manifestándose en la era Milenial. Entonces, considerándolo desde cosmovisión hebrea, Yeshúa no finalizó la celebración del Pesaj, y por lo que pudimos evaluar, lo hizo intencionalmente.

A. La Copa del Juicio (o de la Ira Divina).

Para comprender esto, necesito solicitarles que se esfuercen en desaprender todo lo que la dogmática religiosa programó en vuestros corazones, y se atrevan a aprender lo que el trayecto del relato nos revele. Entonces leemos:

«Cuando salieron de la cena, del cuarto donde estaban celebrando la pascua, se dirigieron al jardín de Getsemaní donde Jesús cayó con el rostro en tierra, orando así:
«Padre mío, si es posible, que pase lejos de mí esta copa, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
(Mt. 26.39) 

«Y nuevamente… Se alejó por segunda vez y suplicó:
«Padre mío, si no puede pasar esta copa sin que yo lo beba, que se haga tu voluntad». 
(Mt. 26.42) 

“…Nuevamente se alejó de ellos y oró por tercera vez, repitiendo las mismas palabras.”
(Mt.26.44)

Para aumentar la angustia de esta súplica de Yeshúa, Lucas nos cuenta que, mientras Él oraba, su agonía era tal que «su sudor se volvió como gruesas gotas de sangre, que caían sobre la tierra«(Lc 22:44).

¿Qué era esta copa? ¿Por qué Yeshúa quería evitarla? ¿Qué fue lo que le provocó tal agonía? ¿Por qué oró que, si era posible, no tuviese que beber la copa (Jn 18:11)? ¿Qué había en la copa que le producía esta angustia extrema mientras contemplaba la posibilidad de beberla? 

La copa de juicio suele ser usada como una metáfora de la ira de Dios (Sal. 75:8; Is. 51:17, 22; Jer. 25:15; Hab. 2:16; Ap 14:9-10). Así es. De eso estaba llena. Por esto, Yeshúa detestaba la idea de llegar a beberla. En el huerto de Getsemaní, él fijó intencionalmente su mirada en esa copa (la copa que bebería exactamente al colgar de la cruz en una insoportable agonía).

Entendamos que no era la agonía física lo que tanto pavor le causaba (por muy horrible que fuese), sino la agonía espiritual que supo que sentiría al beber hasta el último amargo sedimento de la copa de la ira de Dios; ira que en realidad merecíamos nosotros.

Su angustia en aquel jardín de olivos no tenía nada que ver con el temor carnal de los azotes y burlas, o con los tormentos sicológicos de la cruz, de hecho en varias ocasiones anuncio su muerte en la cruz sin ningún temor, pero ahora estaba bebiendo el cáliz de ira de Dios, bebiendo el juicio de Dios, esta bebiendo el sufrimiento, dolor, agonía del furor implacable del Juez Justo sobre la maldad.

Esa copa nuca fue preparada pensando en Él sino pensando en nosotros, pensando en nuestra aniquilación por causa de la maldad, todas aquellas maldiciones proclamadas en el monte Ebal (Dt 27:11-26) [Maldito el que practica la idolatría en oculto, maldito el que deshonra a su padre y a su madre, maldito el que acciona contra su prójimo, maldito el que hace errar a los ciegos, maldito el que hace injusticia con la viuda y el huérfano, maldito el que comete adulterio y fornicación, maldito el que se ayunta con animales, maldito el que comete incesto, maldito el que daña a su prójimo, maldito el que recibe soborno, maldito el que trasgrede la ley] todas estas maldiciones que identifican el pecado de los hombres estaban concentradas en esa copa y fueron derramadas sobre el Hijo del Hombre, el Cristo de Dios, destinado para recibir tal ira.

Yeshúa tenía que beber la segunda copa, la del juicio (Mateo 26:39; 20:22; Juan 18:11). El Mesías bebió la copa de maldición que el Padre le dio, para liberarnos de la maldición del pecado.

La segunda copa nos recuerda que estábamos en gran necesidad de liberación, a causa de  nuestra idolatría estábamos atados al obrar del Sitrá AjRá (Otro Lado de la Santidad) e incapaces de salvarnos a nosotros mismos. ¡Yeshúa vino y nos libero!,… ¡Él es nuestro Gran Libertador!

Nunca lograremos apreciar la agonizante oración de Yeshúa en el Getsemaní, ni su sudor semejante a grandes gotas de sangre, mientras no comprendamos en lo profundo de nuestro ser que lo que Él estaba observando era la ira de Dios que merecíamos, azotándolo desde las dimensiones de la Guevuráh, afectándolo en el alma y en el cuerpo.

Yeshúa bebió la copa de la ira de Dios hasta su última amarga gota. Así que, para nosotros los que creemos en Él, y hemos tomado Su yugo, la copa de la ira divina está vacía.

B. La Cuarta Copa: la Alabanza

Ahora bien, comenté más arriba el detalle no menor que al finalizar la Cena, cantaron los salmos correspondientes y salieron al monte de Getsemaní no bebiendo la cuarta copa. Pues bien, para comprender esto, analicemos los códigos escondidos en el camino de la pasión:

Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. Él lo probó, pero no quiso tomarlo.
(Mateo 27: 31)

Y luego de ser crucificado nos encontramos al final de todo con esta otra escena tan conmovedora descripta por el evangelista Juan:

Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: 
Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús:
 «Todo se ha cumplido».
E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.” 
(Jn. 19.23.30)

Retomando la pregunta con la que inicie esta bitácora acerca de a qué se refirió Yeshúa con: «Consumado es», podemos ver que aquí Yeshúa toma la cuarta copa, y culmina así la celebración pascual, haciendo que la festividad divina se vuelva plena con este su Korván Pesaj (sacrificio pascual).  

Entonces, el Maestro no finalizó la celebración pascual en el aposento alto de la Última Cena. Él extendió la duración del Seder para consumarlo en la cruz, con su propia muerte, el sacrificio pascual por excelencia. Así pues, captamos que el sacrificio de Yeshúa no comenzó con la pasión en el huerto, sino en la Cena de Pesaj. Y esta celebración a la vez, no terminó en el aposento de arriba, sino en el Calvario o Gólgota. Así Yeshúa une la cena de Pesaj con su muerte en la cruz y  conduce todos los sacrificios pascuales de la Torah a su plenitud. Esto ya lo había expresado en el resumen pedagógico de su ministerio, conocido como el Sermón del Monte:

No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
(Mateo 5.17)

Ahora bien, recordemos que nuestro Señor dejó la cuarta copa de lado y en lugar de ello, dijo lo siguiente:

Yo les digo que, desde ahora, no volveré a beber de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre.
(Mateo 26:29)

 ¿Qué significa eso?

Primeramente que la copa que tomó en la cruz (de vinagre o vino viejo) está aún en un proceso celestial de transformación. Recuerden que en la cosmovisión hebrea la expresión alabanza está relacionada con la idea de saber endulzar lo amargo hasta transformarlo en agradable y acepto. Esto significa que ese vino avinagrado que Él bebió, será llevado a un proceso escatológico que lo transformará en un vino nuevo y del mejor.

Esto significa que Él regresará en poder y justicia para establecer el Reino del Eterno sobre todas las naciones. Así pues, cuando Yeshúa regrese, nos dará a beber la cuarta copa pero llena de la dulzura del Jesed (benevolencia) celestial. Entonces sucederá lo que está escrito en Éxodo 6 y que está relacionado con la cuarta copa:

“Os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy YHVH vuestro Dios…” 

Los Tehillim Hallel (salmos de alabanza) eran cantados durante el Pesaj. El Señor Yeshúa nos dice que recién nos dará a beber de la cuarta copa cuando Él regrese (“…hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de Padre). El Hallel recién sonará otra vez cuando Yeshúa HaMashiaj regrese para tomar la “cuarta copacon nosotros Su Amada.

¡Aleluyah! ¡Ven Yeshúa Adoanay!


Bitácoras que Recomiendo Estudiar para ampliar este ESTUDIO:

Tres Formas Para Vencer al Faraón Hoy.

por Rav Shraga Simmons

Imagina trabajar durante muchas horas, día tras día, durante décadas. Eres bueno en tu trabajo y encima te pagan bien. Cada noche, cuando terminas de luchar contra el tráfico y llegas a casa, estás demasiado exhausto para hacer algo fuera de relajarte e ir a dormir.

En cierto sentido eso te carcome. Sin duda la vida es algo más que hacer compras y trámites. En algunos momentos tranquilos, una pequeña voz se retuerce en tu cabeza. Es la voz de la grandeza, que te impulsa a buscar un logro todavía no concretado.

Motivado por el dolor de la mediocridad, valientemente fijas una cita para hablar con tu jefe. Le pides una breve licencia, un par de días de vacaciones, para aclarar tu mente, analizar tu interior y reenfocarte en las prioridades de tu vida.

Tu jefe asiente con la cabeza y puede sentir que tu seguridad comienza a debilitarse. Él razona que tienes demasiado tiempo libre. Su respuesta retumba dura y clara: “El pedido de vacaciones es rechazado. Además, voy a incrementar tu trabajo diario. Muchas gracias, eso es todo”.

Sin Tiempo para Pensar.

Así fue la experiencia de la esclavitud judía hace 3.300 años en Egipto. En un primer momento, los hebreos se ofrecieron voluntariamente para trabajar en las campañas públicas de construcción de las ciudades de Pitom y Raamsés. Luego el Faraón decretó que el trabajo era obligatorio y esclavizó a los israelitas.

A los hebreos, a veces les parecía que toda la empresa sólo tenía el objetivo de mantenerlos ocupados. En un juego de palabras, el Talmud define a “Raamsés” como el lugar en el que los edificios colapsaban una y otra vez (mitmotet), y “Pitom” como el abismo (pi-tehom) que se tragaba cada nuevo edificio como si fuera arena movediza. Pese al trabajo difícil e insoportablemente prolongado, la tarea nunca se completaba. La vida era mundana, sin significado, vacía de propósito.

Sin embargo, las señales de revuelta del destino nacional no podían contenerse. Eventualmente los Benei Israel llegaron a un punto en que el dolor de “seguir igual” era mayor que el dolor del cambio. Cuando finalmente lloraron desesperados, Dios le dijo a Moshé que pidiera que los dejaran salir tres días al desierto.

Pero el faraón se opuso. El faraón era el ser humano más poderoso que vivía en el mundo. Lo adoraban como si fuera una deidad, y él tomaba decisiones egoístas que dañaban a los demás y beneficiaban su propia riqueza y estatus. Sólo Dios se interponía entre el faraón y su gobierno narcisista. Para proteger su ego de tamaño divino, el faraón no podía permitir ese movimiento de desarrollo judío.

La respuesta del faraón fue rápida y furiosa: que los hebreos mantengan la cuota diaria de producción de ladrillos a pesar de que se les deje de suplir la materia prima. La táctica del faraón era “trabajar sin interrupción”, mantener a los israelitas ocupados y distraídos, evitar que les quedara tiempo libre para contemplar otra cosa fuera de la supervivencia. “¡Manténganse ocupados!”

Aunque Moshé les aseguró a los benei Israel que la esclavitud pronto terminaría, ellos no pudieron escucharlo debido a la falta de respiro y el duro trabajo (Éxodo 6:9). Estaban tan sobrecargados y oprimidos que no podían encontrar un instante de equilibrio para conectarse con su sentido de un propósito más elevado.

La esclavitud en la actualidad

Lo mismo nos ocurre hoy en día. “La esclavitud egipcia” es una metáfora de la condición humana. Como decimos en el Séder de Pésaj: “Cada persona está obligada a verse a sí misma como si ella personalmente saliera de Egipto”. Esto es especialmente cierto en nuestro tiempo y lugar, con distracciones por todos lados. La implacable maquinaria de los medios de comunicación nos bombardea cada día con decenas de miles de mensajes, provocando un cambio de foco de atención decenas de veces a cada hora. Instagram, Snapchat, Facebook, Gmail, WhatsApp. Cada vez que el teléfono sueña o vibra con una notificación, la atención cambia de dirección, una y otra vez. Desde el año 2000 la capacidad de atención cayó de 12 a 8 segundos.

En la educación, las distracciones son epidémicas. El 97% de los estudiantes universitarios están distraídos con sus teléfonos durante las clases. En promedio, sacan el teléfono de sus bolsillos y lo revisan rápidamente debajo del escritorio por lo menos 11,43 veces por propósitos no educativos.

La mera presencia de teléfonos inteligentes reduce la capacidad de concentración. Un estudio pidió a los participantes apagar sus celulares y los dividieron en tres grupos. La única variable fue la proximidad con el teléfono. A un grupo se le permitió dejar el teléfono sobre la mesa, a su lado. El segundo grupo debió dejarlo guardado en sus mochilas y al tercer grupo le pidieron dejar los teléfonos en otra habitación.

Les dieron a los participantes una prueba de comprensión de lectura. Los resultados demostraron que la proximidad de un celular (¡completamente apagado!) se correlaciona directamente con una tasa baja de concentración en la tarea propuesta.

Sí, la vida está repleta de ocupaciones. Tenemos fechas límites en el trabajo y debemos mantener actualizados los medios sociales. Pasamos cientos de horas cada día en tráfico y esperando en línea. Además de la batalla constante de estar actualizados con las compras, el ejercicio y las noticias.

Hoy, el mayor impedimento contra la claridad es el ciclo constante de distracción de las noticias, entretenimientos, consumismo y culto a las celebridades. Con pantallas de video por todas partes, y una siempre en nuestras manos, sufrimos del “síndrome de no tener tiempo para pensar”; un siniestro estado de distracción que nos deja poco tiempo para analizar la mayor pregunta de la vida: ¿Por qué estoy aquí?

Esta es precisamente la táctica del faraón: mantenerte ocupado en batallas de baja prioridad sobre las minucias de la vida. Él apuesta a que al mantenerte distraído, ya no confrontarás la batalla real de agregar más significado y propósito a la vida. Para que la máquina de dinero del faraón produzca mejor, tus “ansias de grandeza” deben caer en el olvido.

¿Cómo logramos salir de este pantano mundano y ganar perspectiva respecto a nuestras prioridades? ¿Cuál es la clave para liberarnos?

Herramienta #1: Aislarse en el desierto

En Egipto, la solución incluía tres días en el desierto para experimentar la compasión de Dios, la libertad y la autorrealización. El desierto es un sitio solitario, desconectado de las redes, vacío de distracciones. También en la actualidad necesitamos “salir al desierto”, a un lugar calmo en el que nos podamos concentrar por completo, sin distracciones; por ejemplo un bosque, la sinagoga, un dormitorio.

Cierra los ojos., relájate y aleja los pensamientos extraños. ¿Cuál es el primer pensamiento que aparece en tu mente? Si aparece la marcha de la locura, Coca Cola o la investigación Mueller, gentilmente deja esos pensamientos a un costado.

En cambio presta atención a la voz pequeña.

Piensa en los momentos de tu vida en que te sentiste más conectado. Recuerda experiencias trascendentes como admirarte de la naturaleza y enamorarte. Recuerda también aquellos momentos de conexión con tu misión única en la vida, cuando todo fluía y te sentiste completamente vivo y comprometido.

Recuérdate a ti mismo a los siete años. ¿Qué te hacía resplandecer? Conéctate con ese eje, el punto del cual emana la pasión por la vida. ¿Cuál es el propósito único de tu vida? Considera si tuvieras sólo un año de vida: ¿Qué es lo que afectaría positivamente todo lo demás?

Para alentar tus pensamientos, formúlate estas preguntas esenciales:

  • ¿Para qué vivo?
  • ¿Qué hace que la vida sea significativa?
  • ¿En qué situaciones me siento más presente y vivo?
  • Si las circunstancias lo permitieran, ¿qué haría cada día con pasión y gratuitamente?
  • ¿Cuál es mi combinación singular de habilidades y experiencia?
  • En mis momentos de calma, ¿qué es lo que anhelo?
  • ¿Cuál espero que sea la suma total de mis actividades en la vida?
  • ¿Acaso mis actos me conducen por el camino correcto para lograr mi propósito singular en la vida?

Esta es una perspectiva amplia y expansiva de tu mundo. Precisamente esta es la clase de pensamientos que el faraón quería mantener alejados.

En hebreo, Egipto se llama Mitzraim, de la raíz mi-tzar que significa estrecho y confinado. El secreto para salir de esa estrechez es irse a un lugar sin distracciones, un lugar vacío donde el espacio está ocupado por algo más auténtico. Focalízate en tu “misión de vida”. ¿Te sientes conectado? De lo contrario, debes efectuar un reajuste.

Herramienta #2: Desconexión semanal

El Midrash (Éxodo Rabá 5:18) nos dice que el faraón rechazó el pedido de los hebreos de salir tres días al desierto. Como represalia, no sólo dejó de suministrarles paja sino que también eliminó su único tiempo de descanso: el Shabat.

Shabat, el momento semanal para detenerse y reflexionar, era un gran peligro para el faraón. Como dice Arianna Huffington (experta en estilo de vida): “La sabiduría del Shabat es muy importante. Es algo muy profundo pedirle a la gente que se desconecte de todo el trabajo y se reconecte con algo más profundo… Nuestro proceso de toma de decisión se ve afectado cuando no nos damos suficiente tiempo para desconectarnos y recargarnos”.

Herramienta #3: Servicio de despertador

Además del respiro semanal, ¿cómo contrarrestamos nuestra constante agitación en el frenesí de la vida?

Es crucial examinar cuidadosamente nuestros caminos, tal como cualquier empresario, político o atleta exitoso examina con frecuencia y a intervalos fijos su desarrollo. Sin una evaluación constante, lo más probable es que permanezcamos en un estado defectuoso, a la deriva, con nuestro valioso tiempo y atención desviado hacia cualquier parte.

Dicen que el Barón Rothschild le pagaba a un sirviente para que le recordara a cada hora que se encontraba una hora más cerca de la muerte. Trata de fijar la alarma de tu teléfono para que suene a cada hora, de la mañana a la noche. Sin importar lo que estés haciendo en ese momento (manejando, socializando, trabajando, etc.), detente y pregúntate: ¿Estoy en el camino correcto?

Presta atención a dónde colocas tu atención, y deja de subir al tren equivocado antes de que parta. Antes de revisar Facebook, pregúntate: ¿Cuánto vale esta experiencia? Atrápate antes de hacer clic demasiado lejos en la zona de pérdida de tiempo del “espacio exterior de internet”.

Toma conciencia de tus propios pensamientos al activar tu “función observador”. Focalízate en lo que tu mente está haciendo.

No se espera que seamos perfectos. La clave es moverse en la dirección correcta, focalizarnos hacia arriba y subir la escalera.

Esta es la oportunidad de Pésaj. Es el momento de los brotes primaverales, cuando la renovación se siente en el aire. Es el momento para vencer esas fuerzas que nos distraen de nuestros valores más profundos.

En Pésaj, respira profundo y saborea la verdadera libertad.

Tomado de: AishLatino


Datos del Autor:

Rav Shraga Simmons pasó su infancia haciendo ‘trekking’ en la nieve de Buffalo, Nueva York. Ha trabajado en las áreas de periodismo y relaciones públicas, y actualmente es el Co-Editor de Aish.com en Jerusalem.

Los Pasos de la Redención Mesiánica.

Por P.A. David Nesher

Lachen emor livney-Yisra’el ani Adonay vehotzetí etchem mitachat sivlot Mitsrayim vehitzaltí etchem me’avodatam vega’altí etchem bizroa netuyah uvishfatim gedolim.

Velakajti etchem li le’am vehayiti lachem le’Elohim vidatem ki ani Adonay Eloheychem hamotsi etchem mitachat sivlot Mitsrayim.

«Por tanto, dirás a los hijos de Israel:
Yo soy YHVH; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy YHVH vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo YHVH. » 

(Shemot/Éxodo 6: 6-7)

Yahvéh finalizará exclamando: “Vehevetí” (» Y os meteré», también traducido como “Y los llevaré” (6:8).

En este texto encontramos siete promesas:

  1. os sacaré – [primera copa llamada kidush, “santificación”]
  2. os libraré – [segunda copa llamada “juicio”]
  3. os redimiré – [tercera copa llamada “redención” o “bendición”]
  4. os tomaré – [cuarta copa llamada “alabanza”]
  5. yo seré vuestro Dios.
  6. os traeré.
  7. os la daré.


El teólogo experto en hebreo bíblico Kaiser explica que “cada uno de estos verbos hebreos, las cuales están en tiempo pasado (ejemplo, pasado perfecto), en lugar del tiempo futuro, tan cierto estaba Dios en su cumplimiento que fueron vistos como si ya se hubieran cumplido.

Ahora bien, para un mejor entendimiento de nuestra emunáh (Fe) necesitamos concentrarnos en los pasos celestiales que el Eterno realiza siempre para redimir a Su Pueblo.

Como notarán en el listado de las promesas, los sabios intérpretes, basándose en las cuatro primeras expresiones de la Torah, fijaron la piadosa costumbre de beber cuatro copas de vino en la noche de Pésaj. Estas cuatro copas que marcan el esquema del Seder (Orden) de la Cena Pascual, estaban vigentes en los días del Señor Yeshúa, y aún persiste la costumbre hasta el día de hoy.

Aquí les comparto un texto de la tradición oral sobre el establecimiento de ellas:

«…El precepto de las cuatro copas de vino, que se beben en el Seder, es una ordenanza que la Torah no exigía originalmente. La acción principal del evento está solo en comer. La bebida no se prescribe. La cena de Pésaj no es un hecho mundano, sino una comida de mitzváh (mandamiento), por lo que la Torah nos exige que comamos ciertas comidas en particular, como son el sacrificio de Pésaj, la matzáh (pan sin levadura), el maror (hierbas amargas), para cumplir con el Alto Precepto (…)
Pero en la mesa también se debe beber, si bien la bebida es secundaria con respecto a la comida. Y así como la Torah estableció que se debía realizar una comida de mitzváh, los sabios en la época del exilio babilónico fueron un poco más allá y decretaron que también debería haber una «bebida de mitzváh», entonces establecieron las cuatro copas de vino. Pero ese acto de beber tampoco debería ser como el de todos los demás días…»

Detengámonos un instante a analizar estas cuatro expresiones, que son de gran profundidad. Ya dijimos muchas veces que los israelitas fueron sometidos de tres maneras:

  • 1) Al ser extranjeros,
  • 2) Al ser esclavos,
  • 3) Al ser torturados, donde cada aflicción es peor que la anterior.

Por eso, una vez que Yahvéh llegó para redimir a Israel, en primer lugar los libró de las torturas de los egipcios, luego los salvó de la servidumbre y el dominio, y finalmente, los redimió, poniendo término a su calidad de extranjeros. Pero si bien todos esos actos pusieron fin a la relación negativa con Egipto, no causaron en si nada positivo, hasta qué… “os tomaré como pueblo Mío”. Así Israel se convierte en la nación de Yahvéh.

El libro Bené Isajar (s. XVIII) explica que las cuatro copas representan los cuatro méritos que Israel tuvo en Egipto:

  • ellos no cambiaron sus nombres hebreos;
  • ellos conservaron su propia lengua;
  • ellos fueron cuidadosos en no tener relaciones ilícitas;
  • y no había delatores entre ellos.

El libro Méshej Jojmá (f. 1926) agrega que esto indica cuán importantes son estas medidas de autoprotección, porque a pesar de que Israel fue derrotado por todas las otras impurezas de Egipto, el hecho de que ellos fueron cuidadosos en estas cuatro áreas les hizo ganar el título de ser «distinguidos» en las esferas celestiales y por este mérito fueron redimidos.

Así mismo, Rabí Itzjak Abarbanel (s. XIV) nota que las cuatro copas representan las cuatro diferentes redenciones que Israel ha experimentado. La primera fue cuando Elokim eligió a Avraham y a sus descendientes, de quienes Él sembró la semilla de la nación de Israel. La segunda fue la liberación de Egipto. La tercera redención es el hecho de que Dios ha mantenido a Su Pueblo a través de prolongados exilios, liberándonos de los enemigos que quisieron destruirnos. La cuarta copa es la redención final que nos espera en el futuro.

Así pues, y explicado con otras palabras, las cuatro expresiones de redención son oráculos escatológicos expresado por la boca del Eterno, y se corresponden también a las cuatro redenciones del pueblo de Israel. La primera de ellas, del exilio egipcio, y las otras, del resto de las diásporas, a saber, del exilio babilonio, del exilio greco sirio, y del exilio causado por los romanos, siendo este último nuestro actual exilio. En este contexto, la cuarta expresión, “los tomaré”, alude a la Redención de la presente situación diaspórica que será efectuada por las manos del Mashiaj.

De lo antedicho se entiende, que la quinta expresión que señala el texto bíblico, “los llevaré”, refiere a un grado más de elevación espiritual una vez forjada la Redención futura, pues de modo general, la Era Mesiánica se divide en dos grandes épocas: “Yemot HaMashíaj” (los días del Mashíaj), y “Jad jaruv” (un milenio de desolación).

Según Sanedrín 97ª, el vocablo “desolación”, no significa destrucción. La Guemaráh explica que el séptimo milenio es análogo al séptimo día de la semana (el Shabat), en el que se prohíbe trabajar, y al Año Sabático (Shemitáh), en el que los trabajos de la tierra están prohibidos. “Jad jaruv” es interpretado como una época “desolada” de la normativa que rige la vida de hoy en día, es decir, se trata de un estado superior en la Era Mesiánica misma.

Aquí les comparto la enseñanza que di en la Mesa de Comunión de esta parashá… Espero que te atrevas a escucharlo y meditarlo:

El Seder de Pesaj que realizó Yeshúa

Por el Dr. Yosef Koelner *

(Traducido por Madelina C. Friedman)


Uno de los eventos más emocionantes en la vida de Yeshúa fue la última comida que compartió con sus talmidim (discípulos) antes de convertirse en el sacrificio de Pesaj. Es irónico que a pesar de que esta comida es llamada Seder – que literalmente significa “orden” – el orden exacto de los acontecimientos de esa noche no está definitivamente expuesto en la Escritura.

Cada uno de los cuatro Evangelios, sólo presentan una vista parcial del Seder. Basado en los datos que aparecen en Matitiyahu (Mateo), Marcos, Lucas, y Yochanan (Juan), así como estudios judíos actuales (1), he reconstruido el orden del Seder de Yeshúa durante Pesaj.

Por favor, recuerde que a pesar de que El Seder de Yeshúa comparte similitudes con el Seder de Pesaj que observamos hoy en día. Existen algunas diferencias con el orden, el ámbito y la secuencia de un Seder del Primer siglo. Especialmente, un Seder que se realizó antes de la destrucción del Templo en el año 70.

La mesa en la que Yeshúa y sus talmidim (discípulos) “se reclinaron para comer” se conocía como Triclinio, la misma era una mesa baja de tres lados, el cuarto lado de la mesa quedaba abierto, presumiblemente para permitir el servicio a la mesa.

Los hebreos nos reclinamos en gran parte del Seder, de acuerdo a una tradición que se menciona en la Mishná. La explicación común es que reclinarse es una señal de libertad en los días antiguos.

Los asientos tenían un orden específico. Opuesto o enfrente al Triclinio desde el lado abierto  (y luego mirando al lado izquierdo de la tabla) – Yochanan (Juan) habría estado “reclinado” en el primer asiento seguido de Yeshúa quien estaba “reclinado” en el segundo asiento. En el tercer asiento y a la izquierda de Yeshúa se sentó Y’hudáh de K’riot (Judas Iscariote). El asiento del Y’hudáh  (es decir, el tercer asiento) se conoce como la Silla de HONOR (Juan 13:23).

Detalles del Seder.

Yeshúa comenzó el Seder con Kiddush: La santificación de la comida, con la bendición sobre la primera copa de vino (Lucas 22: 17-18).

Después de que todos se lavaron las manos (algo implícito), Yeshúa añade al Seder el lavamiento de los pies de sus talmidim mientras comían la cena (Juan 13: 1-17).

Yeshúa continuó con Korej: Es decir, sumergió la matzáh en el maror y se la dio a Yehudah (Judas). Es posible que el acto de inmersión incluya la realización de un sándwich de matzáh con maror y jaroset (2.) (Juan 13:26).

Yeshúa entonces precedió a explicar el significado de Pesaj, refiriéndose a su muerte y resurrección. Su explicación es el equivalente al Maguid que es la narración de la historia de Pesaj. Algunos de los temas que se incluyó son:

  • «Amarnos los unos a los otros«;
  • «Yo Soy el Camino«,
  • el «envío del Consolador«; y
  • el más revolucionario: «Yo soy la Vid Verdadera» (Juan 13:34; 14:6; 14:15-21; 15:1).

Sepultado en el texto, está el concepto de las “Cuatro Preguntas”. Los estudiosos afirman que sólo había tres preguntas en ese momento. Yeshúa está explicando a sus talmidim (discípulos) “Mah nishtanah halaylah hazeh mikol halaylot?” que traducido es: “¿Por qué esta noche es diferente de todas las otras noches?”

Juan registra un amplio intercambio de preguntas y respuestas entre Yeshúa y sus talmidim. En Juan cap. 13, vers. 33, Yeshúa llama a sus talmidim «hijitos» o “mis hijos”, que creo que es una referencia implícita a las tres preguntas (13: 31- 17:33).

Ahora se comen la comida de Pesaj que se conoce como Shulján Orej.

Al final de la comida, Yeshúa rompió el Matzá y dio un pedazo a cada uno de sus talmidim. Esta sección del Seder se conoce como Tzafún (Lucas 22:19).

Yeshúa bendijo la tercera copa de vino y vinculo el significado de la tercera copa al Brit Jadashá (Lucas 22:20). Hoy en día, la tercera copa de vino se incluye en la sección de la Seder conocido como Barej que también incluye una oración de “Acción de Gracias” para la comida.

Yeshúa y sus talmidim concluyeron su Seder cantando el Hallel – Tehilim o Salmos 113-118 –. (Mattityahu 26:30)

Espero que este breve artículo haya aclarado el Orden, así como el ámbito y la secuencia del Seder de Yeshúa durante la cena de Pesaj.

לשנה הבאה בירושלים

LShanah Habah-ah Bee-Yerushalayim! 
(¡El próximo año en Jerusalén!)



Notas:

  1. El mejor libro sobre el tema: “The Historical and Biblical Background of the Jewish Holy Days” por Abraham P. Bloch
  2. Charoset, haroset, o charoses (hebreo: חֲרֽוֹסֶת [haroset]) es una pasta dulce, de color oscuro hecho de frutas y nueces que es comido durtante el Seder de Pascua. Su color y textura son para recordar el mortero (o barro usado para hacer ladrillos de adobe), que los israelitas usaron cuando eran esclavos en el antiguo Egipto como se ha mencionado en el tratado Pesahim (página 116a) del Talmud. La palabra “Charoset/jaroset” viene de la palabra hebrea Cheres/jéres – חרס – “arcilla”.

Acerca del Autor:

* Yosef Koelner nació en Chicago y se crió en un hogar judío que sus padres caracterizaron como «ortodoxo». Al nacer recibió dos nombres, uno en inglés, Harvey, y otro en hebreo, Yosef, que le fue dado en recuerdo del difunto hermano de su madre, Jaim Yosef. La educación del rabino Yosef incluye, entre otros, un BA en Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Universidad Estatal de Illinois y una Maestría en Estudios Judíos de Gratz College, así como un Doctorado en Ministerio Práctico del Wagner Leadership Institute. 
También se graduó de Ulpan Alef (estudios de lengua hebrea) Katsrin, Israel. Los estudios adicionales incluyen la Universidad de Illinois, Champaign-Urbana y una Yeshivah Ortodoxa en Tzfat Yisrael. Su ministerio abarca cuatro décadas y actualmente es el rabino de Kehilat Bet Avinu. Él puede ser contactado en ravko@ix.netcom. com Yosef Koelner nació en Chicago y se crió en un hogar judío que sus padres caracterizaron como «ortodoxo». Al nacer recibió dos nombres, uno en inglés, Harvey, y otro en hebreo, Yosef, que le fue dado en recuerdo del difunto hermano de su madre, Jaim Yosef. 
La educación del rabino Yosef incluye, entre otros, un BA en Estudios Españoles y Latinoamericanos de la Universidad Estatal de Illinois y una Maestría en Estudios Judíos de Gratz College, así como un Doctorado en Ministerio Práctico del Wagner Leadership Institute. También se graduó de Ulpan Alef (estudios de lengua hebrea) Katsrin, Israel. Los estudios adicionales incluyen la Universidad de Illinois, Champaign-Urbana y una Yeshivah Ortodoxa en Tzfat Yisrael. Su ministerio abarca cuatro décadas y actualmente es el rabino de Kehilat Bet Avinu.


Recomiendo leer el siguiente estudio:

¿Qué Cena Hizo Jesús antes de Morir?

Por P.A. David Nesher

«Y les dijo:
!Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!
Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el Reino de Dios.
Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo:
Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el Reino de Dios venga.
Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo:
Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí.
De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.»

Lucas 22:15-20

Responder a la pregunta que preside esta bitácora es el tema más espinoso de los Escritos Mesiánicos (mal llamados Nuevo Testamento). Por siglos, esto ha constituido un enigma para los estudiosos de las Sagradas Escrituras, llegando la mayoría de las veces a generar acalorados debates respecto a si Yeshúa celebró Pesaj con sus discípulos, o participó de otro tipo de banquete yahvista.

Al venir a los Evangelios con el fin de sacarnos las dudas, nos encontramos que, mientras que los evangelistas Mateo, Marcos y Lucas dicen que la denominada «Última Cena» del Mesías coincide con el inicio de la festividad judía de Pesaj, el apóstol Juan señala que en realidad se produjo antes. Hay una diferencia real entre el relato evangélico del apóstol Juan y el de los sinópticos sobre esta cuestión, y la cronología que Juan presenta en su obra sigue haciendo mucho más sentido: Yeshúa fue juzgado y asesinado antes de que comenzará el día de Fiesta. A la hora del Seder, fue enterrado.

Existe un versículo en el evangelio de Juan que ha sido ignorado, y sin embargo es concluyente para la comprensión de este planteo. El escritor nos dice que después de capturar al Mesías:

«Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ELLOS NO ENTRARON EN EL PRETORIO PARA NO CONTAMINARSE, y así poder COMER LA PASCUA.»
(Juan 18:28)

Una pregunta surge aquí:

¿Por qué no habían comido la Pascua (Pesaj) aún?

La Escritura Mesiánica mismo lo responde al describirnos el proceso de apresamiento del Mesías:

«Era LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA,…
Entonces (Pilatos) dijo a los judíos:
¡He aquí vuestro Rey!»

(Juan 19:14)

¿Por qué dice que «era la preparación de la Pascua» siendo que Yeshúa ya había comido el Pesaj (Pascua) supuestamente?

Unas líneas más adelante el evangelista dice:

“Entonces los judíos, por cuanto ERA LA PREPARACIÓN DE LA PASCUA, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí.»
(Juan 19:31)

Sabemos, por lo que hemos aprendido de nuestros estudios de la Torah, que la comida propia de Pesaj (el cordero pascual) se come al declinar del día 14 del mes de Abib (también llamado Nisán). Es decir que se está consumiendo en el inicio del día quince.

Al leer el Talmud,  encontramos que los rabinos judíos antiguos concluyeron que Yeshúa fue “colgado en la Víspera de la Pascua por la herejía de inducir a la gente al error” (Bruce, 1960, p. 101).

En tiempos más recientes, muchos comentaristas han sostenido este punto de vista. Los editores del Comentario del Púlpito escribieron:

Parece que nuestro Señor fue crucificado en el 14º día de Nisán, el mismo día del sacrificio del Cordero Pascual, unas pocas horas antes del tiempo de la Cena Pascual, y que participó de su Última Cena la noche anterior, es decir, veinticuatro horas antes del tiempo general de la Cena Pascual

(Spence y Exell, s.d., pp. 196-197, énfasis en original).

En su libro, Restauración Radical, F. LaGard Smith mencionó algunas cosas que, en su opinión, parecen estar en conflicto con la idea que Yeshúa comió la Pascua (Pesaj) en el primer día de los panes sin levadura. Él comentó:

«La idea resultante tiende a sugerir que podemos haber malinterpretado las palabras con las cuales Jesús comenzó la Última Cena. Puede ser que Jesús no estaba expresando su deseo de comer la Pascual real, acorde a su costumbre, sino su deseo de comer la única “Pascua” que podía compartir con sus discípulos antes que sufriera. Es decir, antes de tiempo; el día anterior; la única noche que le quedaba antes de su crucifixión

(2001, p. 280, énfasis en original).

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones, debemos aceptar que el Mesías Yeshúa murió entre las dos tardes del 14 de Abib. Es decir, que aún no llegaba la hora de comer el Korbán Pesaj en la cena que iniciaba en realidad los siete días de Jag HaMatzot (Fiesta de los Panes sin Levadura).

Sin embargo, a leer los Evangelios, notamos que sus pasajes nos dicen que Yeshúa mando a sus discípulos a preparar Pesaj. Entonces, ¿cuándo lo hizo? Él mando a sus discípulos al comenzar el día 14 de Abib y comió junto a ellos a la medianoche. Podemos entonces inferir que Yeshúa “adelantó” por esta vez su cena de Pesaj para la noche anterior, cuando recién había comenzado el día 14 de Abib. ¿Pero porque él hizo esto así?

La razón más importante es entender y aceptar que Yeshúa era el Cordero de Dios (Juan 1: 29) que debía ser muerto entre las dos tardes, por lo cual, su “Última Cena” junto con sus discípulos, la debió comer en la víspera del día de la ofrenda del Cordero Pesaj. De esa manera explicaría a sus discípulos el gran simbolismo que hay entre la comida del Cordero de Pesaj y su muerte, para que cada vez que ellos la comieran, conmemoraran su sacrificio.

Pero, ¿la celebración de una cena en la víspera de Pesaj no sería algo que va en contra de lo establecido en la Instrucción?

Sabemos que el Mesías de Israel no puede contradecir la Torah, sino que, por el contrario, la confirma y completa con sus enseñanzas y su forma de vida, por lo ende, aún tenemos algo importante que decir. Veamos:

El evangelista Lucas dice:

Se acercaba la fiesta de los panes sin levadura, que se llama Pascua

(Lucas 22:1)

Es importante remarcar que “Pesaj”, propiamente dicho, según lo revelado por la Torah, es un solo día. Dicha jornada es el 14 de Nisán o Abib para ser más exacto (cf. Lev.23:5). Inmediatamente comienza la Fiesta de los Panes sin Levadura (Jag HaMatzot), que dura siete días más.

Sin embargo, en la tradición de Israel a toda esa semana se le conoce como la Fiesta de Pesaj, a pesar de que Pésaj es solo el primer día donde se sacrifica el Cordero. Por lo cual tenemos ocho días, (día 1 donde se sacrifica el cordero y se come la cena al finalizar de este día y 7 días más de la fiesta de los panes sin levadura) que se conocen como “Pesaj”. Esto es importante, ya que así logramos entender la razón por la que Yeshúa y sus discípulos llaman “Pesaj” a una cena que no era la primordial del Pesaj. Es decir, en la tradición de los hebreos desde ese entonces y hasta hoy, todo lo que se hacía y hace, desde el día 14 hasta el día 21 de Nisán (Abib) se conoce como PESAJ.

Una Comida de Paz y Gratitud con Secretos Mesiánicos.

Entonces, para lograr comprender las respuestas a estos planteamientos, es bueno saber que era costumbre que, antes del sacrificio de Pesaj, el pueblo de Israel se reunía a celebrar el denominado Korbán Jaguigáh. Este sacrificio era dado en virtud el agradecimiento especial que se hacía por la aprobación sacerdotal que había recibido el cordero pascual o Zebaj Pesaj (víctima de Pesaj) que sería sacrificado entre las nueve y quince horas del día 14 de Nisán. Así pues el Korbán Jaguigá era un sacrificio de acción de gracias, del tipo de los Shelamim (de paz) que se realizaba al comienzo de la festividad de acuerdo a lo que la Torah ordenaba:

“Debes inmolar el sacrificio de Pesaj para Yahvéh tu Elohim del rebaño y de la manada, en el lugar donde Yahvéh escoja establecer su Nombre”

(Devarim/Deuteronomio) 16:2)

En la Mishná se explica muy bien el detalle de que en Pesaj se traía tanto el Korbán Pesaj y también un Korbán Jaguigá (Mesejta Pesajim la Mishná 59b).

RaShí comenta que este Korbán Jaguigá tenía el propósito de de ser comido antes del Korban Pesaj. Esto causaba que el mitzvah (mandamiento) de comer el Korban Pesaj fuera magnificado por cada hebreo, ya que llegaba a la mesa de Pesaj saciado por haber disfrutado anteriormente de un shelamim llamado Korbán Jaguigá. Así lograba comer el Korban Pesaj simplemente por cumplir correctamente la Mitzvah divina. Es decir, que el Korbán Jaguigá servía para impedir todo apuro hedonista al momento de comer el Korban Pesaj.

Entonces, y bajo este entendimiento, notamos que en la costumbre israelita de los días del Maestro se comía en la víspera de Pesaj (dentro del mismo día 14 de Abib o Nisán, que ya es día de Pesaj), antes del sacrificio del Cordero de Pesaj, una ofrenda de fiesta tomada de la manada conocida como ya hemos dicho como Korbán Jaguigá.

Una Comida de de la dimensión Rav – Talmid (Maestro – Discípulo)

En la época de Yeshúa, era tradición que este korbán Jaguigá se hiciera, por lo general y especialmente, entre los maestros con sus discípulos. Cada moreh (maestro) tomaba a esta Shelamim como una seudah siyum (que se traduce como: «comida festiva«, «banquete de realización«, o «comida de promoción«) que permitía promocionar a los discípulos que cerraban un ciclo de lecciones con él. De este modo, el maestro aprovechaba esta comida especial, que se hacía en Israel por causa de los primogénito, como una cena de graduación que anunciaba a sus discípulos una promoción a un nuevo tiempo del Yugo que con él aprendían y meditaban.

En este espíritu, y mediante esta comida de gratitud, cada discípulo confirmaba que se entregaba una vez más voluntaria e incondicionalmente al moréh (maestro) que había elegido, con el objetivo de absorber de él su doctrina, su enseñanza, y por sobre todo su forma de vivir las midot (cualidades) mesiánicas de la Luz. En esta comida cada discípulo se comprometía a continuar un nuevo ciclo que le permitiera parecerse al maestro a fin de absorber algo que sabe que está muy por encima de la realidad física. Toda esta idea estaba representada en el Matzáh (pan sin levadura).

Así pues, esta seudah siyum demandaba por causa de su espíritu pedagógico, comer pan sin levadura, aunque todo el resto de Israel, aún tenía permitido comer jametz (pan leudado). Con este acto de comer Matzáh los discípulos confirmaban a los maestros que decidían continuar «comiendo de su carne, y bebiendo de su sangre» (cf. Juan 6:53-57), frase que expresaba todo el sentido que se ha explicado acerca de este «banquete de realización«.

Terminada esta fiesta de colación de grados, cada discípulos podía ir a sus casa, con su familia, para celebrar el Pesaj inmolando el korbán pesaj (cordero pascual) el 14 de Nisán, tal y como el Eterno lo había ordenado en su Instrucción (Torah), y comiéndolo en el seder que iniciaba Jag HaMatzot (Fiesta de Panes sin Levadura).

Lamentablemente, la tradición rabínica ortodoxa aparecida siglos después eliminó esta seudah siyum de paz y en su honor colocan un huevo en el plato de Pesaj como una «ofrenda de paz«.

Este es el Pesaj que conmemoró nuestro Maestro Yeshúa HaMashiaj. Esto es lo que Yeshúa comió con sus discípulos, para poder ser él el Cordero de Pesaj que moría por los pecados de su pueblo Israel y por los pecados de la humanidad.

El Anhelo mesiánico por esta Cena.

«Y les dijo:
¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»

(Lucas 22:15-16 – RVR 1960)

Ahora nos corresponde abordar una pregunta más profunda: ¿Qué tiene de especial este Pesaj (Pascua) para que Yeshúa la desee comer ardientemente con sus discípulos?

A la altura de todo lo que venimos considerando, aceptamos que Yeshúa está haciendo un Seder (orden), pero no es el seder central de Pesaj, pues no hay cordero en la mesa según lo que relatan los evangelios sinópticos. Más bien, lo relatado por el evangelista Lucas, es que Yeshúa está comiendo con sus discípulos el Korbán Jaguigá.

Como lo enseñé más arriba, esta Shelamim (ofrenda de Gratitud y Paz), tiene para el Maestro un propósito muy profundo, que persigue en primer lugar, celebrar el hecho de haber concluido su ciclo de estudio con Yeshúa, que además ya ha sido reconocido y confesado por ellos como el Mesías prometido (Mateo 16:16). Sin embargo existe un motivo mayor para esta seudah siyun. Nuestro amado Maestro y Mesías necesitaba revelar a sus seguidores que Él era el Cordero de Dios anunciado y señalado por el profeta Juan el Bautizante, a orillas del Jordán (cf. Jn. 1: 29, 36). Por lo tanto, con esta Cena, aquellos varones escogidos comprendería que en verdad era Yahvéh, quien como Av (Padre) estaba celebrando que Su Cordero de Gloria había sido examinado en el Templo y había resultado apto para ser el Korbán Pesaj para las ovejas perdidas de la Casa de Efraín.

Recordemos que el cordero pascual se sacrificaba por la salvación de los que se cobijaban bajo su sangre y se comía íntegramente en la Cena de la Pascua. Pero en la Última Cena, no hubo cordero sacrificado.

Interesante es notar que ninguno de los cuatro evangelista nos relata la presencia de cordero en dicha cena, algo impensable en esta celebración ya que el cordero era uno de los ingredientes principales en la Mesa de Pesaj (Pascua). El cordero se sacrificaba solamente en el Templo “entre la caída de las dos tardes”. Así que Yeshúa, aprovechó esta comida especial para poner de manifiesto que Él sería el Cordero Pascual sacrificado y ofrecido por el perdón de los pecados.

Por eso, el apóstol Juan dejó claro desde el principio de su evangelio este misterio al atribuir a Yeshúa el título de: “este es el Cordero de Dios…” (Jn. 1: 29,36). Título nunca dado a ningún personaje bíblico, y que relaciona directamente a Yeshúa con el Korban Pesaj (“Cordero Pascual”). De este modo, los discípulos captaron rápidamente que Yeshúa es pues el Cordero Pascual del Brit HaDashá (traducido correctamente como «Pacto Renovado»).

No obstante, Yeshúa no ceno el Cordero de Pesaj propiamente tal, pues Él era el Cordero que debía ser sacrificado en Pesaj (ver 1Corintios 5:7) por lo que adelantó su cena y comió una cena voluntaria que se conoce como Korbán Jaguigá, a la cual también se le llama Pesaj porque está dentro del día de donde es sacrificado el Cordero de Pesaj (Deuteronomio 16:2). El día 14 de Abib comienza un día equis cuando se esconde el sol, y aparece la primera estrella.

Nuestro Maestro Santo comió la cena del Jaguigá a la medianoche del 14 de Abib, para luego ser sacrificado en las afuera de Jerusalén, a las 3 PM (u hora novena) del mismo día, manifestando así ser el Cordero de Pesaj que nos libera de nuestras culpas, de la esclavitud y de la muerte.

La Cena de Jaguigá, por ser una shelamim era voluntaria, pero también era un mandato de la Torah, por lo que el Mesías aprovechó la ocasión para comer junto a sus discípulos y explicarles que cada vez que comieran Pesaj propiamente tal, deberían recordar la muerte y el sacrificio que el haría por los pecados de su pueblo Israel, a fin de mantenerla en su posición de primogénito del Eterno (Éxodo 4:22).

Evidentemente, y considerando todo esta contexto, una cosa emerge claramente de todo esto: esencialmente, esta comida de despedida no fue el antiguo Pesaj (Pascua), sino el nuevo y renovado acorde al primer 14 de Aviv (Nisán) que vivieron los ancestros en Mitzrayim. Nuestro amado Dueño y Maestro Yeshúa realizó este encuentro en el espíritu mismo de aquel contexto histórico de redención, conectando esa Mesa a la maravillosa noche en el que Yah salvó a los primogénitos de Israel del paso del Ángel de la Muerte. Entoces, a pesar de que la comida que Yeshúa compartió con los Doce no fue una cena de Pesaj según las prescripciones rituales (halajáh) de la Torah de aquella época, sin embargo, en retrospectiva, la conexión interna de todo el evento con la muerte y la resurrección de Yeshúa se destacó claramente conectándose así con la noche favorita de Yahvéh vivida por primera vez en Egipto el 14 de Avib (Nisán).

¡Fue el Pesaj (la Pascua) de Yeshúa! ¡El Pacto Renovado!

Y en este sentido, Él no celebró la Pascua, ya que los viejos rituales no se podían llevar a cabo; cuando llegó el momento del seder pascual propiamente dicho, Yeshúa ya había muerto.

Pero, por otra parte y sujeto al Espíritu de la Profecía, como Él se entregó a sí mismo como Cordero, Él sí celebró verdaderamente el Pesaj (la Pascua) con ellos.

La fiesta de Pesaj es un recordatorio:

“Y este día os será en MEMORIA, y lo celebraréis como fiesta solemne para YHWH durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis” 
(Ex. 12:14). 

Entonces, y debido a que es un memorial que representa simbólicamente la liberación que más tarde haría YHVH mediante su Cordero de Gloria (el Mesías), también Yeshúa pide a sus discípulos que cada vez que tomen la Copa y coman el Pan sin Levadura, lo hagan en memoria de Él (Lucas 22).

Años más tarde, como el apóstol Pablo está enseñando lo mismo que el Mesías Yeshúa, pues él le transmitió su enseñanza, también pide a la congregación de Corintios que cada vez que participen de la Cena del Mesías (Pesaj) lo hagan en memoria de Él (1Corintios 11)

Como podemos ver, YHVH le dice a su pueblo que la cena de Pesaj es un memorial por todas sus generaciones, de igual manera, Yeshúa le dice a sus discípulos que debían cenar Pesaj en memoria de Él y el apóstol Pablos, como fiel discípulo de Yeshúa, enseñaba a las congregaciones que cada vez que participen de Pesaj lo hagan en memoria de la muerte de Mesías, pues Pesaj es la sombra profética más relevante de la Torah que anuncia la muerte del Mesías.

Siempre que los israelitas celebraban Pesaj estaban anunciando la muerte futura de un Hombre Cordero (Mashiaj) que los rescataría de sus pecados y eso fue lo que sucedió, celebraron Pesaj año tras año anunciando proféticamente la muerte de este Cordero sin defecto por medio del cual YHVH los protegería hasta que se cumplió al pie de la letra en un hombre llamado Yeshúa de Nazaret.

Por ésta razón es que Shaúl le dice a la congregación:

“Todas las veces que coman este pan y beban esta copa, anuncian la muerte del Maestro, hasta que él venga” 

Tal cual los israelitas comían un memorial que anunciaba un evento profético, asimismo los israelitas que hemos creído en el Mashiaj Yeshúa, cada vez que participamos de Pesaj, conmemoramos ese cumplimiento profético anunciamos (conmemorando) la muerte del Cordero de Pesaj que es el Mesías Yeshúa y lo haremos hasta que él venga. En este aspecto hay una estrecha relación entre las palabras de Pablo, las del Mesías y la Torah respecto de la celebración de Pesaj.

Para concluir, diremos que, sabiendo Yeshúa que ésa era su última noche antes de morir, decidió dar un sentido diferente a esta reunión. Esto sería recordado por su significado en generaciones venideras. Por lo tanto, Él instituyó esta Cena Memorial especial, la cual debe ser celebrada anualmente en relación directa con la Pascua por aquellos que creen en Él. Al instruir el celebrar esta especial cena en memoria de él, Yeshúa completó la celebración de la Pascua. Él era (y es) el sacrificio pascual perfecto, y el Ungido de Yahvéh que el pueblo de Israel necesitaba y esperaba.

¡Los ritos de la tradición (halajáh y hadajáh) no fueron abolidos; simplemente que todo fue llevado a su pleno significado!


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Pesaj: El Nivel Mental para Producir Milagros en tu Vida.

Sabemos, como ya hemos estudiado, que uno de los temas principales en la historia de Pésaj son los milagros. Éstos fueron una parte integral de la redención de los israelitas en Egipto. Las Diez Plagas, la partición del mar, las aguas amargas, las referencias al maná, etc. Por todo ello, en Pésaj relatamos milagro tras milagro a nuestros hijos.

En estos días no vemos tantos de estos eventos sobrenaturales, aunque podríamos argumentar que la existencia del pueblo hebreo y su retorno a la Tierra de Israel es un gran milagro por sí mismo. De todas maneras, el tema es que Pésaj trata de milagros y que el nombre del mes en el que cae Pésaj, Nisán, tiene la raíz hebrea que significa milagro (nes).

¿Cómo podemos aprovechar esa energía para lograr algún acto milagroso en nuestras propias vidas? ¿Acaso es posible que consigamos hacer algo en este sentido? ¿Los milagros no pertenecen tan sólo al dominio del Eterno?

De hecho, podemos hacer algo para traer milagros a nuestras vidas. sin duda alguna hechos extraordinarios que cambien nuestro destino. ¿De qué manera? Muy simple. Lo resumiré citando una frase del Talmud que dice: “ El camino por el que uno decide seguir es el camino por el cual el Eterno lo guiará.” De acuerdo con el pensamiento hebreo, Yahvéh sigue nuestras señales, y sólo a posteriori nos ayuda a ir en la dirección que nosotros ya hemos escogido. Nada es más poderoso que el libre albedrío que fluye de nuestros pensamientos, y sin importar la dirección que escojamos, el Eterno nos ayudará a seguir por ese camino, para bien o para mal. Por lo tanto, si deseas una vida extraordinaria, eso es lo que Yahvéh te dará. Y si no quieres tener una vida poderosa que manifieste lo sobrenatural, también eso es lo que Él te dará. Todo depende de ti. Por eso, el mayor destructor de los milagros es. la mezquindad del alma humana.

Por definición, los milagros están por encima y más allá de las leyes naturales. Ellos superan lo ordinario, se elevan por encima de lo normal y nos llevan a nuevas alturas que nunca hubiéramos pensado humanamente que son posibles (1Cor. 2:9). Pero si una persona está encerrada en lo mundano, en lo pequeño, lo trivial y lo poco importante, es decir enfocada en el uno por ciento de la existencia, entonces no hay lugar para que haya milagros. La manifestación poderosa de lo divino puede tener lugar justo en frente de su nariz, pero si tiene los ojos cerrados para verlo, pasará de largo.

Reconozcamos que somos culpables de esto todo el tiempo que ignoramos los milagros en nuestras vidas cotidianas. Damos por obvio el maravilloso estado de salud de nuestros cuerpos o la perfecta marcha de la naturaleza, porque estamos demasiado ocupados concentrados en la pequeña pantalla de nuestro celular. No vemos los increíbles talentos latentes en cada persona porque nos distraemos por los pequeños defectos del carácter de los demás, o por la forma en que se ven o cómo se visten.

Acepta hoy que en tu vida pueden ocurrir cosas extraordinarias si tú vives una vida extraordinaria. Si colocas en tu mente una perspectiva extraordinaria. Debes aceptar también que esto no se logra visitando lugares exóticos del mundo, sino al ver lo extraordinario escondido en los hechos de cada día. Esto ocurre cuando fijas la vista más arriba y miras más allá de lo pequeño, tonto, poco importante y trivial. Esto ocurre cuando focalizas la atención en asuntos de verdad, en el bien y en hacer el mundo un lugar mejor, e ignoras aquello que no significa demasiado a largo plazo.

Recuerda lo que te dije esta mañana, en la primera parte, el camino que escojas seguir, es aquél por el cual Dios te guiará. Si eliges lo extraordinariamente celestial, entonces Yahvéh hará toda clase de milagros en tu vida. En el idioma de los entrenadores deportivos lo llaman crear tu propio destino. En la fe de Abraham, Isaac y Jacob lo llamamos crear tus propios milagros.

¡Decide en este Pesaj ser un productor de pruebas! ¡Decide que desde este Pesaj tu entorno te conozca como un hacedor de milagros!

¿Semana Santa o Vida Santa?… ¡Esta es la Cuestión! (Pesaj)

Yahvéh, el Dios verdadero, no quiere una Semana Santa. ¡Él lo que quiere es una Vida Santa!

La cosmovisión de la Instrucción (Torah) considera santo a aquel que cada día se esfuerza en mantenerse conectado correctamente a la Fuente de la Vida, la Intención de Yahvéh: el Mesías.

 

La santidad es la energía divina que permite unirse al Uno, y así peregrinar la vida cotidianamente con el sentido de Su Victoria.

 

 

 

Pesaj: Una Fiesta contra el Ego Reptiliano

Pesaj es una festividad intrínsecamente ligada a la Libertad que surge de la Verdad del Eterno que deshace todas las estructuras mentales que Mitzraim implantó mediante la programación mental en las masas humanas.

El Equipo «CazaPecados»: La Lámpara, la Pluma, la Cuchara y el Paño de Lino

El mandato divino de comer pan ázimo o pan sin levadura debía ser guardado por cada familia de Israel durante siete días con sus noches.La Fiesta de los Panes sin Levadura (en hebreo, Jag HaMatzot) se inicia el día quince del primer mes. Esta celebración da inicio a un período de una semana en la cual no se debe consumir alimentos que contengan levadura (Éxodo 12:15) Por tal razón, se come el pan sin levadura (hb. Matzáh) durante esa semana.

El primer día y el séptimo día de esta semana festiva son considerados días de reposo y deben ser celebrados como un gran Shabat o también llamado Shabatón (Éxodo 12:16).

Antes de recepcionar el primer día de Panes Sin Levadura, se nos ha mandado retirar toda la levadura de nuestras casas, como está escrito:

«Siete días comeréis panes sin levadura; y así el primer día haréis que no haya levadura en vuestras casas; porque cualquiera que comiere leudado desde el primer día hasta el séptimo, será cortado de Israel.»

(Éxodo 12:15)

En esta limpieza para Pesaj, estamos ante todo y en primer lugar cumpliendo la mitzvah denominda biur jametz que se traduce como «deshacerse del jametz«.

YHVH, nuestro Dios, dio una ceremonia muy simbólica para que cada familia hebrea disfrutará de la enseñanza mesiánica de esta semana transformadora: Bedikat Jámetz.

Dicha dinámica profética consiste en buscar y eliminar la levadura de la casa antes de la fiesta de los Panes sin Levadura como preparación para la festividad. Los pasos de esta ceremonia son:

En primer lugar, la esposa limpia a fondo la casa para eliminar toda levadura (Jamets) que pudiera existir en ella. En las Sagradas Escrituras, la levadura (Jametz) simboliza el pecado.  Cuando la levadura se pone en un montón de masa sin leudar, ésta hace que la masa se infle o agrande. Igualmente, cuando nosotros dejamos que el pecado entre en nuestras vidas, nos inflará con orgullo y arrogancia. Por eso es que toda la levadura debía de ser separada, (Éxodo 12:15,19-20).

En segundo lugar, luego de limpiar la casa, la mujer debe dejar expresamente diez pedazos pequeños de levadura (pan) escondido en distintos rincones de la casa. Se acostumbra esconder  estos 10 pedacitos de pan bien envueltos en papel (¡cuidado, que no hagan migas!),para ser “encontrados” en la búsqueda. La esposa se asegura de anotar dónde esconde los trocitos, para que no queden perdidos.

Antes de iniciar la revisión del jametz, se reza la siguiente bendición:

«Baruj atá, YHVH, E-lo-keinu Mélek HaOlam, asher Kideshanu bemitzvotav, vetsivanu al biur jametz”.
 
«Bendito tú, Yahvéh nuestro Dios, Rey del universo, que nos consagró con sus preceptos y nos ordenó la eliminación del Jámetz».

Entonces, en tercer lugar, el padre acompaña a los hijos, con una candela (vela), una cuchara de madera, una pluma y un pedazo de lino, y les ayuda a buscar en toda la casa las diez piezas de levadura. Al anochecer, el día antes de la noche de JajHaMatzot, se realiza esta última búsqueda. Para entonces, la casa debe estar completamente a oscuras, excepto por la luz de las velas.

Una vez el padre encuentra la levadura (pan), coloca la candela al lado de la levadura. Pone la cuchara a la par del pedazo de levadura y con la ayuda de la pluma pone la levadura sobre la cuchara, sin tocarla.

Luego envuelve la levadura, la pluma y la cuchara en la tela de lino y los echa fuera de la casa, en una hoguera, para que sean consumidos por el fuego.

Después de haber buscado y retirado toda la levadura de nuestras casas, oramos esta oración para estar seguros que nuestras casas están completamente limpias de toda levadura:

«Todo pan con levadura y toda levadura que esté en mi posesión, ya sea que yo la haya observado o no, ya sea que la haya buscado o no, deberá ser declarada nula y considerada sin valor como el polvo de la tierra. Bendito eres tú, oh Señor, nuestro Dios, rey del universo, quien nos santificó con tus mandamientos y nos mandaste retirar el pan con levadura».

Entonces, los padres deberán reflexionar con sus hijos acerca de las acciones de esta ceremonia, resaltando la necesidad de sacar la levadura (el pecado) de nuestros hogares (vidas), permitiéndole al Espíritu Santo que nos revele el pecado que hay en nuestras vidas, a través del conocimiento de la Instrucción (Torah). Es muy importante remarcar que solamente con la ayuda de la Palabra de Dios podremos descubrir e identificar el pecado en nuestras vidas:

“Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”

(Salmo 119:105)

La lámpara representa espiritualmente a la Palabra de Dios (Sagradas Escrituras).

La pluma representa al Espíritu Santo.

Y la primera reflexión es bien clara: aunque contemos con las Sagradas Escrituras,sí o sí necesitamos al Espíritu de Dios para iluminar nuestro entendimiento de lo que en ellas se revela (1 Corintios 2:11-14).

Espiritualmente, los creyentes en el Mesías son la casa de YHVH  (Hebreos 3:6; 1 Pedro 2:5; 1 Timoteo 3:15; Efesios 2:19).

La levadura, que simboliza el poder del pecado, tenía que ser puesta fuera de cada casa. Para nosotros esa casa representa lo que es nuestro cuerpo para el Espíritu Santo de Dios: su casa (1ª Corintios 3:16-17; 6:19-20; 2ª Corintios 6:15-18).

Espiritualmente, debemos de limpiar la levadura (el pecado) de nuestras casas (nuestras vidas), al permitir al Espíritu Santo (rúaj ha-kódesh) que nos revele a través del conocimiento de Yeshúa y las Escrituras, el pecado que hay en nuestras vidas.

Por lo que vemos en las Escrituras la levadura es un símbolo de la mala inclinación, el pecado, la contienda, el orgullo y la falsa enseñanza. Así que cuando los hijos de Israel y todos los injertados de entre las naciones limpiamos nuestras casas antes de Pesaj buscando y eliminando todo rastro de levadura, estamos proclamando que no queremos tener nada que ver con estas cosas en nuestras vidas.

La cuchara de madera representa a la cruz en el que murió el Mesías (Deuteronomio 21:22-23).

La segunda reflexión también surgirá desde la Luz que brindan los símbolos usados. La levadura (pecado) fue puesto sobre la cuchara (la cruz) como parte de la ceremonia. Asimismo, nuestro pecado cayó sobre el Mesías (2 Corintios 5:21) cuando Él murió en el madero. La levadura (Yeshúa sobre el madero) fue envuelto en lino y luego fue echado fuera de la casa (Su cuerpo) y enviado a la tumba.

De esta forma Yeshúa cumplió la parte de la ceremonia en la que el padre toma el lino y sus contenidos y es lanzado fuera.

Esto nos recuerda que la liberación de la levadura espiritual es una parte muy importante de la última redención que tendrá lugar cuando el Mesías regrese en gloria. Entonces seremos libres del yetser hará (tendencia al mal o pecado), para siempre. Pero antes de que suceda tenemos la obligación, no solamente de limpiar nuestras casas antes de Pesaj, sino también hacer lo mismo en nuestras vidas personales. Lo que aprendemos de la obligación de no tener nada que ver con la levadura durante una semana al año, es que debemos ser meticulosos para dejar que el Eterno nos limpie de todo pecado, orgullo, contienda y falsa enseñanza todos los días de nuestras vidas.

¿Por qué comer cualquier cosa que contuviera levadura sería tan severamente castigado, hasta el punto que uno podría ser cortado del pueblo del pacto de Dios?

La respuesta reside en el hecho que Jah HaMatzot es una fiesta rica en simbolismo, y la levadura es usada en toda la escritura como un símbolo de pecado. En tiempos antiguos, antes de que una porción de masa con levadura fuera horneada, parte de la masa leudada se quitaba y se ponía a un lado. Más tarde, esa porción de masa leudada se agregaba a una nueva cantidad de harina para leudarla. Esto simboliza el ciclo generacional del pecado, el cual comenzó con nuestros primeros padres, Adán y Eva, quienes se apartaron a sí mismos de la voluntad del Eterno Dios. Su pecado fue transmitido a todas sus generaciones subsiguientes. YHVH designó Pesaj y la fiesta de los Panes sin Levadura para simbolizar el rompimiento de este ciclo de pecado que ha sido transmitido de generación en generación.

El apóstol Pablo se refirió a esta ceremonia de retirar la levadura de las casas cuando escribió a la santa comunidad en Corinto:

«¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque Mesías, nuestro cordero pascual, también ha sido sacrificado. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.«

(1 Corintios 5:6-8)

El mensaje celestial que implanta esta ceremonia prepara el camino espiritual de la festividad que preside (JajHaMatzot): no debemos permitir que el pecado gobierne nuestras vidas, realizando sus deseos. Así como limpiamos sistemáticamente nuestras casas para celebrar Panes Sin Levadura, así debemos escudriñar nuestros corazones, pidiendo a Abba revelar y quitar cualquier pecado de nuestras vidas, a fin de que podamos romper el ciclo del pecado, y gozar de todas las bendiciones que vienen del Mesías, nuestro cordero pascual y el verdadero Matzah, quien hizo posible vencer el pecado

Bitácoras que conviene estudiar y meditar para cumplir con este mandamiento divino:

El Pan Sin Levadura y el Proceso Sobrenatural de Separación

Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros responderéis: Es la víctima de la pascua de Yahvéh, el cual pasó por encima de las casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras casas.
Entonces el pueblo se inclinó y adoró. Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Yahvéh había mandado a Moisés y a Aarón…
Tomó, pues, el pueblo la masa, antes que fuera leudada, en sus artesas de amasar envueltas en paños, y se las llevaron sobre sus hombros

(Éxodo 12: 26-28; 34)

Y los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así…” (vv. 27-28) En muchas maneras estas son las más importantes palabras de todo el pasaje. Tan grandiosa como fuera la liberación realizada por Yahvéh nuestro Dios, el pueblo nunca la hubiera recibido si hubieran fallado en llevar a cabo lo que Él les dijo que hicieran. Su obediencia inmediata permitió gozar de esta poderosa obra divina.

Encuentro muy importante destacar el hecho de que cuando los hijos de Israel obedecieron, el imperio de la muerte no tuvo más potestad sobre ellos.

En este pasaje se revela que ellos dejaron de andar sirviendo a una cosmovisión terrenal y decidieron estar bajo la cubierta celestial que los promocionaría en un nuevo nivel de vida: el Mesías en medio de ellos capacitándolos en el ministerio sacerdotal (Éxodo 19: 6). En efecto, ellos habían tomado al Mesías en sus vidas y habían participado EN ÉL, al compartir en obediencia de aquella Cena llena de Gloria divina. Por ello, en esta noche bendita del relato del Shemot, debemos notar que Yeshúa, el Cordero de Dios, la Luz del mundo y el Pan de Vida redimió a los Israelitas de la esclavitud amarga de Mitzrayim y de la crueldad de Paróh (Faraón).

En su prisa por dejar Egipto los Israelitas cargaron sobre sus hombros el pan sin leudar amasado en artesas envueltas en paños (Éxodo 12:34). Esto significa que se llevaron consigo el símbolo del Yugo del Mesías (Su Gobierno) sobre sus hombros (Éxodo 28:12; Isaías 9:6).

Este pan se convirtió en su fuente de vida durante siete días, con este elemento ellos participaron de una figura profética de la muerte, sepultura y resurrección de Yeshúa.

El regalo de Su Reinado es para todos aquellos que eligen estar de acuerdo con el Yugo de Su Instrucción y participan del Cordero de Yahvéh. (Lucas 1:26, 2:20, Mateo 28:18).

Yeshúa dijo:

Porque el Pan de Dios es el que baja del cielo, y da vida al mundo. Entonces le dijeron: Señor, danos siempre este Pan. Yeshúa les dijo: Yo Soy el Pan Vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed

(Juan 6:33-35).

El pan que ellos cargaron sobre sus hombros representaba a nuestro Mesías, el Cordero de Dios quién llevó los pecados del mundo (1 de Corintios 5:7)

Con el Pan sin levadura, el segundo día de las primeras tres fiestas, el Eterno aparta el pecado (no solo los pecados) de Su Pueblo, lo sepulta en la tierra y lo deja allí para siempre. Por ello, esta fiesta, en la Intención divina, tiene el objetivo de revelar acerca de la perfecta y permanente separación provocada por la muerte del Cordero eterno. Una total separación de la de la masa de Dios (Israel, su primogénito) de la naturaleza humana caída en corrupción y muerte, según el primer Adán. En esta fiesta vemos una masa que representa un estado nuevo de existencia para todo ser humano que quiera celebrarla.

La levadura representa el pecado y su inclinación al mal (yetzer hará), también conocido como concupiscencia en las Escrituras Sagradas. Por eso, en Pesaj (Pascua) todo el pueblo tenía que remover TODA la levadura de sus casas y no deben consumirla durante siete días.

Siete días comeréis panes sin levadura; además, desde el primer día quitaréis toda levadura de vuestras casas; porque cualquiera que coma algo leudado desde el primer día hasta el séptimo, esa persona será cortada de Israel

(Éxodo 12:15).

Sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo

(1 de Pedro 1:18-19).

Los Israelitas tuvieron la orden de comer pan sin leudar durante siete días. Lo notable es que Yahvéh repite esto una y otra vez en las Escrituras, con el fin de que sus hijos no dejen de practicar este rito profético en sus festividades.

La Pascua verdadera (Pesaj) es una noche para recordar, es un memorial. Comer pan sin levadura no era solamente para esa noche sino un mandamiento a cumplir durante siete días más. Estos siete días son una fiesta separada llamada la Fiesta de los Panes sin Levadura.

El primer, tanto como el último día de esta fiesta, son Shabatot (sábados) Santísimos para Yahvéh (Éxodo 12:15-20).

“En el mes primero, el día catorce del mes, al anochecer, es la Pascua del SEÑOR. El día quince del mismo mes es la Fiesta de los Panes sin Levadura para el SEÑOR, por siete días comeréis pan sin levadura”

(Levíticos 23:5-6).

“Y en el primer día (de la Fiesta de los Panes sin Levadura) tendréis una santa convocación, y otra santa convocación en el séptimo día (Shabat); ningún trabajo se hará en ellos, excepto lo que cada uno deba comer. Sólo esto podréis hacer”.

(Éxodo 12:16)

Recordemos que en la cosmovisión divina es que cada Shabat lleva la unción de bendecir y santificar todo lo creado (Génesis 2:3).

Notamos que el Señor anhela impartir esta consagración a Israel Su Esposa, en especial en esta noche. Tan importante era esto para Él que le advirtió a Su pueblo:

Siete días comeréis panes sin levadura; además, desde el primer día quitaréis toda levadura de vuestras casas; porque cualquiera que coma algo leudado desde el primer día hasta el séptimo, esa persona será cortada de Israel

(Éxodo 12:15).

La Fiesta de los Siete días de los Panes sin Levadura representa un período de consagración personal para el pueblo de Yahvéh. Al leer el relato, vemos que los israelitas venían de vivir en un lugar inmundo, llamado el imperio de la muerte (el sistema del mundo actualolam hazeh). Ellos necesitaban ser redimidos del imperio de la muerte al Reino de la vida o Mundo Venidero (Olam havá). La obediencia al mandamiento de no comer pan sin levadura durante siete días, trajo limpieza a sus vidas. Por eso, la Fiesta de los Panes sin Levadura es una celebración eterna para todo Israel y sus futuras generaciones es decir, nosotros.

Esta fiesta perpetua es una preparación profética de la redención de la Novia de Yeshúa en los últimos tiempos.

Ante todo lo dicho, necesito dejar claro que estas celebraciones son diseñadas y reveladas por Yahvéh solamente para los creyentes nacidos de nuevo. Lo que sucede es que ellas no sirven para propósitos de salvación, sino para santidad y santificación. Durante esta festividad el Mesías trabaja su dinámica amorosa sobre su Amada, la Iglesia:

“Yeshúa se dio a Su Novia “para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la Palabra, a fin de presentársela a Sí Mismo, una ekklesia (asamblea) en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada”

(Efesios 5:26-27)

Lo interesante entonces es que este mandamiento de celebrar la Pascua y los Panes sin Levadura sigue siendo válido el día de hoy, tal como la Escritura dice:

“Y guardaréis este día por todas vuestras generaciones como ordenanza perpetua”

(Éxodo 12:17)

La sangre de Yeshúa redime a la Esposa; pero depende de ella prepararse a sí misma como Novia, de acuerdo a las instrucciones que le fueron dadas, por el Padre de Su Esposo para el día de la Boda.

Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las Bodas del Cordero han llegado y Su esposa se ha preparado.”

(Apocalipsis 19:7).

La Pascua y la Fiesta de los siete días de Panes sin Levadura son los primeros pasos en la preparación de la Novia para su boda.

Diré entonces que de las Fiestas (Moadim) de Yahvéh, las fiestas de primavera son los pasos proféticos, que conducen a la Novia a una relación de compromiso con su Novio, Yeshúa. Por esta razón, Su pueblo continúa celebrando Sus Fiestas cada año, ya que ellas son ensayos generales, y la vestimenta de la Novia con lo incorruptible.

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”.

(1 de Corintios 15:53)

Siete días representa la ceremonia de limpieza o de consagración. Como el Real Sacerdocio de Yeshúa, que es Su Pueblo, cada creyente debe anhelar participar con pasión de las Fiestas de la Pascua y de los Panes sin Levadura (Levíticos 8:33; 1 de Pedro 1:9-16; 1 de Pedro 2:9; Éxodo 19:5-6).

El aspecto clave de esta Fiesta es la separación (santificación).

 

Entendamos que en la Pascua que Israel vivió en Egipto hubo una obra doble.

  • Primero, el enemigo fue derrotado (“cuando hirió a los egipcios” – v. 27a–).
  • Segundo, el pueblo de Dios fue librado y se le dio una nueva identidad, con promesas nuevas, un nuevo caminar, y una nueva vida (“libró nuestras casas” – v. 27a–).

Teniendo en cuenta estos dos aspectos, al estudiar profundamente los  capítulos 12 y 13 del libro de Éxodo o Shemot notamos que las dos fiestas aquí reveladas están tan intrincadamente relacionadas, con el concepto del principio divino de la Separación como herramienta para evitar el caos.

Cuando Yahvéh describe la razón por la que ellos deben guardar estas fiestas, conecta el Pan sin levadura con la total separación (o éxodo) de Israel de la casa de muerte y corrupción de Egipto (Mitzraim). Nótese esta conexión en los siguientes versículos:

Guardaréis la fiesta de los panes sin levadura, porque en este mismo día saqué vuestras huestes de la tierra de Egipto”.

(Éxodo 12:17)

Por los siete días se comerán los panes sin levadura, y no se verá contigo nada leudado, ni levadura, en todo tu territorio. Y lo contarás en aquel día a tu hijo, diciendo: Se hace esto con motivo de lo que Jehová hizo conmigo cuando me sacó de Egipto. Y te será como una señal sobre tu mano, y como un memorial delante de tus ojos, para que la ley de Jehová esté en tu boca; por cuanto con mano fuerte te sacó Yahvéh de Egipto”.

(Éxodo 13:7-9)

Cada una de estas fiestas de primavera son, primero, realidades que Cristo experimentó solo, y que luego se convierten en la experiencia de cada creyente que viene a vivir en Él.

El Mesías atravesó la muerte, sepultura y resurrección como la única Semilla de Su género, pero cuando recibimos en el Nuevo Nacimiento al Mesías por fe, Su muerte se convierte en nuestro juicio, Su sepultura en nuestra transformación y Su resurrección en la vida que conocemos como propia.

Por ello, es que estas primeras tres fiestas corresponden a la muerte, sepultura y resurrección de Yeshúa HaMashiaj.

Particularmente, la segunda fiesta (Panes sin Levadura), se relaciona con la realidad de la sepultura. Nuestro Mesías, permaneció sepultado durante todo el primer día del Pan sin levadura, el quinceavo día de Nisán, y después resucitó en la Fiesta de los primeros frutos o Bikurim, el tercer día.

Sepultar, eso es lo que hacemos cuando alguien ha muerto y ha llegado el momento de colocarlo fuera de nuestra vista para siempre. Al enterrar a alguien terminamos nuestra relación con esa persona. La devolvemos a la tierra de donde fue tomada: “Pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19). Cuando dejamos a alguien en la tumba, entendemos que es tiempo de seguir adelante sin él, que ya no nos relacionamos más con su persona. Cuando nuestra matriarca Sarah murió, Avraham dijo: “…dadme en propiedad una sepultura entre vosotros, para que pueda sepultar a mi difunta y apartarla de delante de mí” (Génesis 23:4) .

Esto es precisamente lo que la muerte de Yeshúa llevó a cabo en relación al pecado. El Mesías atrajo a Sí mismo todo lo de Adán, no sólo sus pecados, sino la naturaleza misma de pecado (yetser hará). Cargó con el juicio de ese hombre y lo colocó en una condición de eterna separación de Dios. Después, habiendo terminado Su obra, resucitó el tercer día y dejó al primer Adán atrás, en la tierra, separado de Dios para siempre.

Esto es muy parecido a lo que sucede cuando una semilla muere y cae en la tierra. Aunque la vida dentro de la semilla se levanta de nuevo y lleva fruto, la cáscara muere y permanece como parte de la tierra para siempre. Esto es exactamente lo que el Eterno nos muestra en la Fiesta del Pan sin levadura. A través de la muerte del cordero Pascual, Yahvéh juzga a todo aquel que está en Egipto, y luego saca a “Israel mi Hijo, mi primogénito” (Éxodo 4:22).

Cuando Israel sale en la mañana, Dios separa Su nueva masa de la levadura que una vez los llenó y los definió. Para nosotros, los que hemos encontrado en el Mesías el cumplimiento de esta fiesta, esto significa la separación de nuestra alma del pecado, del hombre adámico; estamos “muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús” (Romanos 6:24) . Una vez más, esta separación (o santificación) fue primero experimentada por el Mesías al dejar a Adán en la tumba, resucitar de entre los muertos y regresar a Su Padre. Pero, al igual que con todas las fiestas, la experiencia de la cruz del Maestro es una comprensión progresiva para todos aquellos que han nacido de Su Espíritu. Por esta razón, Yeshúa dijo:

“No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo…Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad”.

(Juan 17:16,19)

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis. En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.

(Juan 14:19-20)

Transformados en un Pan Nuevo.

Tal y como vimos en la sección previa, participar del cordero fue la causa de la expulsión de Israel de la tierra del pecado, muerte, y esclavitud. Ellos comieron del cordero con la inmediata expectativa de marcharse. Pero este marcharse desde la perspectiva de Yahvéh involucraba mucho más, que sólo dejar un lugar. Involucraba también dejar una condición o un estado de ser: dejar de ser serviles del sistema para transformarse en siervos sacerdotales del propósito eterno de Dios. Por lo tanto, la historia del éxodo físico de Israel de Egipto, es dado a nosotros juntamente con otro importante cuadro: un pan cambiado o transformado.

Israel era ahora una nueva creación, un nuevo pan. Una masa ha sido liberado de la levadura del servilismo que llenó y gobernó cada aspecto de su ser. En las Sagradas Escrituras, avece a las primeras tres fiestas también se las llama colectivamente por el nombre de Pan sin Levadura. Quizás la razón de esto es que esta transformación dramática (experimentada primero por Cristo) del Último Adán al Segundo Hombre, es el centro y foco de las fiestas primaverales. Por extraño que pudiera haberse oído, en la mañana del día 15 de Nisán (el primer día del Pan Sin Levadura), Israel inició su marcha fuera de Egipto, cargando panes sin levadura en sus manos, y recipientes de amasadura (recipientes para el pan) envueltas en sus sábanas sobre sus hombros.

“Y los egipcios apremiaban al pueblo, dándose prisa a echarlos de la tierra; porque decían: Todos somos muertos. Y llevó el pueblo su masa antes que se leudase, sus masas envueltas en sus sábanas sobre sus hombros”

(Éxodo 12:33-34)

Casi pareciera tonto imaginar dos o tres millones de personas marchando fuera de Egipto, cargando pan y tazones, pero el Señor estaba pintando cuidadosamente un cuadro natural de una realidad espiritual por venir.

Lo reitero por última vez, dejar Egipto no era solamente el éxodo de una situación difícil, era una transformación de naturaleza (panes sin levadura) que nos hizo utensilios aptos (tazones) para la gloria del Señor.

Hoy, un cuadro similar es dado a nosotros a través del profeta Isaías, cuando describe el futuro éxodo de Israel del cautiverio en Babilonia. Él dice:

“Apartaos, apartaos, salid de ahí, no toquéis cosa inmunda; salid de en medio de ella; purificaos los que lleváis los utensilios de Yahvéh.”

( Isaías 52:11)

Hoy, en medio del aleteo espiritual de Yahvéh sobre las aguas, notamos que existen muchos puntos de vista erróneos en las múltiples asambleas del Cuerpo del Señor. En ellas se habla frecuentemente de la gracia como si se tratase meramente del perdón de las deficiencias de Adán. Ciertamente el perdón de pecados está incluido en la gracia, pero la gracia es mucho mayor que el perdón de pecados. La gracia es una relación en donde Yahvéh nos da, y trabaja en nosotros, todo lo que Él desea de nosotros. Él nos da una muerte que no podíamos morir por nuestras fuerzas, y una vida que no podíamos vivir, desde nuestras vidas muertas en delitos y pecados.

Por gracia, Yeshúa, el Mesías, se hizo a nosotros todas las cosas (sabiduría, justicia, redención, vida, luz, gloria, etc.). De nuevo, en lo que frecuentemente fallamos en percatarnos es que, habiéndonos dado por gracia todo lo que el Mesías es, Dios entonces requiere y desea de nosotros sólo aquello que sea la obra de Su gracia. Por esta razón, el apóstol Pablo afirma:

 “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha
sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo,
sino la gracia de Dios conmigo.”

(1 Corintios 15:10)

“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos
gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

(Hebreos 12:28-29)

Con todo esto vibrando en vuestras mentes y corazones, los dejo teniendo una conversación privada y exclusiva con el Espíritu Santo del Señor.

¡Shalom!

P.A. David Nesher

Las 10 Plagas: Golpes de YHVH contra la idolatría

Por P.A. David Nesher

“…con esto sabrás que Yo soy YHVH…

(Éxodo 7: 17)

Asombrado, el historiador griego Heródoto llegó a asegurar que los egipcios son los hombres más religiosos del planeta. Y es que en Egipto, la religión era la base de todo, y lo dominaba todo, tal y como lo había instalado en su fundación el mismo Nimrod, cuando huyó de Babel, después del juicio divino que derrumbara su torre manipuladora de masas.

Las diez plagas marcan el clima de la redención (gueulá) del pueblo de Israel. De acuerdo a la Instrucción (Torah) divina, éstas deben de ocupar el tema principal en la noche de la cena de Pesaj. Yahvéh, nuestro Dios, pudo poner tremenda presión sobre los egipcios desde el principio, para que así fueran libertados los israelitas rápidamente. Pero no fue así, el proceso divino fue paso a paso. ¿Que en realidad podemos aprender con esto?

Lamentablemente la anti-esencia de la idolatría es la creencia en que cada fuerza de la naturaleza tiene escondido un dios que la controla. En un mundo idólatra, cada fuerza de la naturaleza tiene su propio dios, y cada dios es una fuerza independiente y diferente. Los dioses discuten y luchan, y el hombre queda abandonado a merced de los caprichos y celos de estos ruines personajes. Por lo tanto, no hay un sentido de justicia o piedad, pues cada dios tiene su propia agenda. La idea de un Dios único que controla todas las fuerzas de la naturaleza al mismo tiempo el cual se relaciona con el hombre en un balance de justicia y misericordia no era muy popular en la sociedad egipcia.

En Mitzraim (Egipto), idolatraban al río Nilo, al dios sol, a la diosa gato, al dios oveja, etc. Yahvéh, nuestro Dios, ideó las diez plagas para romper las leyes de la naturaleza por completo y así demostrar – no sólo al pueblo de Israel, sino también a toda la humanidad, en todas las generaciones – que es sólo Él quien controla toda la naturaleza y todo el mundo físico, y que no hay nada fuera de Su control soberano.

Por la misma Torah entendemos que la naturaleza no actúa independientemente de la voluntad de YHVH; sin embargo, también sabemos que nuestro Dios sí creó leyes en la naturaleza y no le gusta interferir en ellas. Ciertamente el Eterno es capaz de hacer lo que quiera, pero él no anda jugando con el mundo físico y su funcionamiento. Por esto, entendemos que la mayoría de los milagros son fenómenos naturales impresionantemente cronometrados. Esto significa aceptar que toda la existencia, todos los procesos del universo físico, son un milagro. Nos hemos acostumbrado tanto a esto en nuestras vidas cotidianas que simplemente no nos damos cuenta.

Pero las diez plagas son una excepción notable a esta regla. Más bien son un claro ejemplo de YHVH rompiendo las leyes de la naturaleza.

Las Diez Plagas son probablemente la faceta más reconocible del Éxodo. Si examinamos cuidadosamente cada una de ellas podremos ver con facilidad que fueron diseñadas para mostrar el control del Eterno sobre todas las fuerzas de la naturaleza: el agua y la tierra; el fuego y el hielo; los insectos, los reptiles y los mamíferos; la luz y la oscuridad; y finalmente, la vida y la muerte. Las diez plagas hicieron más que traer dolor y sufrimiento al pueblo egipcio. Cada una de ellas atacó al menos a uno de los muchos dioses egipcios, demostrando la impotencia de sus ídolos y la omnipotencia del Eterno, nuestro Dios.

El Faraón mismo y su casa eran considerados dioses en Egipto y cuando, a pesar de las continuas advertencias dadas por YHVH mediante Moisés y Aarón, el terco Faraón se opuso, el Eterno envió un total de diez plagas, una tras otra, intercaladas con continuas advertencias y oportunidades de rectificación. Cada una de las plagas afectó a animales, objetos o lugares que supuestamente eran sagrados y protegidos por sus dioses. La enseñanza para los egipcios fue conocer al Eterno y único Dios. La Torah repite cinco veces que las plagas eran para que los egipcios supieran que YHVH es el amo de todo el universo

Las diez plagas expresaron el juicio del Eterno contra «todos los dioses de Egipto (Mitzraim)» (Éxodo 12:12). Y después de la derrota de Faraón, Moisés canta: «¿Quién como tú entre los dioses, oh Yahvéh? » (Éxodo 15: 11).

Cuando el Eterno, uno a uno fue degollando los títeres del paganismo egipcio, no dejaba escapatoria para constatar la realidad: ¡hay solamente Uno (Ejad) que gobierna y domina, sin asociados, ni oponentes!

LA ADVERTENCIA PRELIMINAR: ¡YHVH ES EL ÚNICO SOBERANO!

Termutis, diosa protectora del faraones, era representada en la tierra por la cobra. En realidad, los egipcios creían que la reina del cielo (título favorito de HaSatán) se encarnaba en este ofidio y se instalaba como corona sobre la mente de los faraones. Por ello, este reptil era considerado uno de los guardianes de los faraones de Egipto, razón por la que la corona real mostraba la imagen de una.

Cuando la vara de Moshé (Moisés) se convirtió en serpiente y luego se tragó a las varas/serpientes de los magos de Paró (Faraón en hebreo), fue una forma de demostrar que el Dios de los israelitas era más poderoso que el dios y protector de Paró (Éxodo 7:11-12). Solamente bajo la sombra del Altísimo se puede habitar seguro (Salmo 91:1).

TRES GRUPOS DE PLAGAS

La literatura especializada nos pone en conocimiento de la existencia de centenares de deidades poblando la afiebrada imaginación mística de los egipcios; por ello, se hace difícil indicar con exactitud todas los ídolos que fueron execrados por las plagas que el Eterno envió sobre Mitzrayim.

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Las diez plagas presentan al Eterno como el Señor de toda la tierra y que interviene en la historia “por esta razón te he permitido permanecer: para mostrarte mi poder y para proclamar mi nombre por toda la tierra”.

No solo es una lucha entre Moisés y el Faraón, es una contienda entre el poder único de YHVH y los «diositos» paganos de Egipto representados todos por la persona del Faraón.

¡Sólo hay una fuerza y poder en el universo y es la del verdadero Dios, cuyo nombre es YHVH!. No es una lucha entre el bien y el mal porque el Eterno esta por encima de todo lo creado. Él está por encima de la existencia misma.

Con fines didácticos, hay autores que dividen a las diez plagas en tres grupos de tres cada uno. Cada grupo fue una enseñanza a Faraón y al mundo en general.

Lo que tienen en común es que en la primera plaga de cada una de las series de tres, YHVH le dice a Moshé que se presente ante al Faraón en la mañana cuando éste sale al Nilo. En la segunda le dice que se presente ante el Faraón en su palacio. Y la tercera es sin advertencia previa, y generalmente se trata de un golpe o molestia más psicológica.

La finalidad del primer grupo, sangre, ranas y piojos, es esencialmente el reconocimiento de la existencia del Dios único, dentro de un marco que claramente diferencia entre la existencia de un Dios verdadero y la existencia de poderes imaginarios y la fuerza impura de los brujos y hechiceros, los cuales llenaban la tierra de Egipto. En la advertencia sobre la orilla del río que precede a la plaga de sangre, se define esta finalidad teológica:

“con esto sabrás que Yo soy el Eterno“
(Éxodo 7: 17)

En el trascurso del tiempo que las plagas de sangre y ranas golpearon a Egipto lograron los brujos imitarlas con diferentes hechizos, sin embargo en la tercera plaga se logra el objetivo esencial de este grupo y los brujos debieron reconocer que la aparición de los piojos no podía ser sino “el dedo de Dios”.

Pero al ver Faraón que había alivio, endureció su corazón y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho.
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés:
Di a Aarón:
“Extiende tu vara y golpea el polvo de la tierra para que se convierta en piojos por toda la tierra de Egipto.”Y así lo hicieron; y Aarón extendió su mano con su vara, y golpeó el polvo de la tierra, y hubo piojos en hombres y animales. Todo el polvo de la tierra se convirtió en piojos por todo el país de Egipto.Y los magos trataron de producir piojos con sus encantamientos, pero no pudieron; hubo, pues, piojos en hombres y animales. Entonces los magos dijeron a Faraón: Este es el dedo de Dios. Pero el corazón de Faraón se endureció y no los escuchó, tal como el SEÑOR había dicho”.

(Éxodo 8:15-19)

El reconocimiento básico en la existencia del Eterno Dios, es designada la segunda triada de plagas, mezcla de animales, epidemia y llagas, para agregar un segundo peldaño, un escalón que afirmará la supervisión cósmica del Creador.

Existen seres humanos que reconocen la existencia de un Creador pero niegan que la divinidad pueda tener alguna relación íntima y especial con el mundo que creó. Para ellos, este concepto encaja muy bien dentro de una visión general que se desentiende del principio del premio y el castigo, y de la distinción entre un justo e injusto. Sin embargo, frente a opiniones de este tipo, fija en forma rotunda la advertencia sobre la orilla del Nilo que se realiza previa a la plaga de mezcla de animales:

“separaré en aquel día la tierra de Goshen que mi pueblo habita, para que no haya allí mezcla de animales, de tal modo sabrás que Yo soy el Señor dentro de la tierra”
(Éxodo 8:22).

De tal modo las plagas que pertenecen a este grupo acentúan la distinción entre Israel y Egipto, e incluso entre el rebaño de Israel y aquel de Egipto, para que aprendamos la supervisión universal del Eterno sobre sus criaturas y la distinción que hace entre los justos e injustos.

El tercer peldaño se define dentro de la advertencia que precede a la plaga del granizo, que abre el tercer grupo:

“Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, sobre tus siervos y sobre tu pueblo, para que sepas que no hay otro como yo en toda la tierra.”
(Éxodo 9, 14)

Según el sistema psico-cultural pagano imperante en Egipto, incluso después que una persona haya reconocido la existencia de Dios y su supervisión cósmica, siempre es proclive a pensar que ciertamente la divinidad es poderosa, pero es un poder entre tanto otros semejantes. Por este motivo se acentúa en estas últimas plagas lo especial de cada una de ellas; en:

  • el granizo: … “muy pesado que no hubo como este en la tierra de Egipto desde que existe hasta ahora…” (9,18);
  • y en la langosta – “que no vieron tus padres ni los padres de tus padres desde el día que estuvieron sobre la tierra hasta ahora…” (10,6).

La plaga de la oscuridad expresa también lo exclusivo del poder divino, que muestra el control de YHVH sobre el presuntamente más fuerte de todos los dioses egipcios, el sol.

¡Cada una de las plagas atacaba un grupo de los dioses egipcios! 

A continuación les comparto un cuadro en el que podrán apreciar y comprender cada plaga como un palo que golpea en el rostro a distintas divinidades egipcias:

PlagaDeidad falsa
Sangre   (Éxodo 7:14-25)Khnum: dios carnero supuesto creador del agua y la vida.  
Hapi: deidad del Nilo, principal entre todos los dioses (por sostener la vida en Egipto).
Sodpet o Sobek, el dios cocodrilo que supervisaba las aguas de las inundaciones del Nilo tan necesarias para la fertilidad de la tierra.
Taweret: la diosa hipopótamo guardiana del embarazo y el parto.
Osiris: se creía que el río Nilo era su corriente sanguínea.
Ranas   (Éxodo 8:1-5)Heket o Heget: deidad de la fertilidad, y uno de los dioses primigenios, simbolizada por una rana.
Jejenes, piojos (polvo de la tierra fue usado para provocar esta plaga)   (Éxodo 8:16-19)Gueb: deidad de la tierra que cumplía la función de la fertilidad de la vegetación. Encarcelaba las almas de los muertos y cuando se reía producía terremotos.
«Mixtura» o enjambres de insectos _Arov_ (moscas, tábanos, escarabajos, cucarachas, etc.)   (Éxodo 8:20-24;  Sal. 78:45)Kheper Khefri: deidad de la renovación vital, simbolizado por el escarabajo.  
Dúa: deidad de los artículos de tocador, el aseo personal y la higiene del hogar.
Shejmet: deidad leonina patrono del fuego, guerra y pestilencia.
Peste en animales domésticos   (Éxodo 9:1-7)Hathor: deidad de la belleza, el amor  y la ganadería. Simbolizada por una vaca. Criaba y amamantaba a los hijos del faraón.
Apis: deidad con figura de toro.
(Hubo numerosas deidades animales, que no mencionamos.)
Úlceras o forúnculos   (Éxodo 9:8-12)Imhotep: El curador mítico (también conocido como Toth, deidad de la inteligencia, la educación y la sabiduría médica y oculta).  
Sekmet  y Konsu: los dioses de la medicina y la curación.
Granizo y fuego   (Éxodo 9:12-35; Salmo 78:47-48)Nut: deidad femenina de los cielos y el clima.  
Seth: deidad del viento, de las tormentas y protector de las cosechas;
Neper Nepri: el dios de las cosechas de granos; Renenutet: diosa de la fertilidad y la comida.
Osiris, el gobernante de la vida
Langosta   (Éxodo 10:12-15)Anubis: deidad de los campos.  
Isis: deidad protectora contra la langosta.
Serapis: deidad que resultaba de la asimilación de Apis, a su muerte, con Osiris. Min: deidad de la fertilidad y la vegetación, protectora de la cosecha.
Nepri: divinidad masculina protectora de los cultivos, las cosechas y el pan.
Oscuridad   (Éxodo 10:21-23)Ra, Atom, Horus: deidades solares.   Shu: dios del aire, Amun o Amón:  dios del viento
Muerte de primogénitos   (Éxodo 12:29-33)Isis: deidad protectora de la maternidad y de la vida y la salud de las familias. Especialmente protectora del Paró (Faraón).   Osiris: Juez de la muerte, protector de los difuntos y señor del Faraón. Horus: deidad hijo de Isis y Osiris Nekhebet: protector de los nacimientos, y de la casa real (era una mujer con cabeza de buitre). Faraón: El primero de su pueblo, el protector de las primogenituras egipcias por lo que era considerado deidad por los egipcios.
ANÁLISIS DE LOS EFECTOS PSICOLÓGICOS QUE PRODUJERON LAS DIEZ PLAGAS.

Si analizamos rápidamente el panorama psicológico de estos eventos notaremos por ejemplo que cuando el Nilo se convirtió en sangre, los egipcios deben haber pensado que los dioses del Nilo habían sido asesinados. Esa idea causó terror en la mentalidad de todo el Imperio, por lo que los magos acudieron urgentemente a traer paz al Faraón y sus súbditos, imitando el evento con su conjuros y hechizos.

En otro análisis diré que Heket, la diosa egipcia de la fertilidad y la resurrección, era adorada como una rana. Las mujeres egipcias usaban amuletos con una imagen de Heket para recibir protección durante el parto. Matar ranas intencionalmente estaba prohibido e incluso matar una accidentalmente era castigado con pena de muerte. Las ranas representaban una vida larga y eternidad. Por eso la plaga de ranas atacó a los egipcios usando su propio símbolo de protección. Hizo que odiaran a su propia deidad y fueron forzados a matar al animal que para ellos era la manifestación de una diosa. Cuando las ranas muertas formaron montañas putrefactas al final de la plaga, se reforzó el mensaje de que su diosa estaba muerta y era desagradable.

Es difícil imaginarlo, pero en el Antiguo Egipto, las moscas representaban tenacidad, coraje, vida eterna y, en ocasiones, también fertilidad. En antiguas tumbas egipcias han sido encontrados labrados en roca y amuletos con forma de mosca. Ser atacado por el insecto que reverenciaban debe haber sido un golpe inmenso para la mente egipcia.

Los animales sagrados eran adorados como la personificación de los dioses y cuando morían se los embalsamaba. Además de dañar la fuente de alimentos y sustento de los egipcios, la quinta plaga mató a sus dioses, matando el ganado vacuno y ovino que los representaba.

Sekmet y Konsu, los dioses egipcios de la medicina y la curación, quedaron denunciados como ineptos para sanar, tanto como la deidad en jefe Imhotep. Los egipcios comenzaban a temblar de miedo a las afecciones de su salud.

Los antiguos egipcios también adoraban al ojo de Horus, que creían que era un símbolo de protección. Es posible que cuando las langostas son descritas como cubriendo el ojo de la tierra (Éxodo 10:5), se refiera a la percepción de los egipcios de que el ojo protector de Horus fue eclipsado por YHVH nuestro Dios.

Para los egipcios, la densa y negra oscuridad durante siete días y noches fue una clara señal de la derrota de Ra, dios del sol. La fuente de poder de sus almas caía como falsa frente al poder del Creador del sol.

Muerte de los Primogénitos.

La sociedad egipcia estaba construida sobre el culto al primogénito. Ellos aseguraban que Osiris (nombre egipcio de Nimrod), el hijo primogénito de Ra, fue el primer Faraón debido exclusivamente al orden de su nacimiento. Los egipcios creían que todo Faraón era también un dios, el hijo primogénito del primogénito llegando hasta Osiris mismo. Esta plaga destruyó la ilusión final de poder e inmortalidad del líder primogénito egipcio.

Cuando YHVH envió a Moshé donde Paró por primera vez, le dijo que Israel es mi hijo primogénito (Éxodo 4:22). Al matar al primogénito de Egipto y salvar a Israel, el Eterno mostró que Su primogénito es el primogénito verdadero y le dio el golpe final a la estructura religiosa egipcia basada en el primogénito falso (Nimrod).

Las plagas no sólo fueron una venganza creativa, sino que también vinieron a darnos una lección. Fue un reconocimiento de YHVH como único Dios verdadero. Fue un desmantelamiento completo y paso a paso del sistema de creencia egipcio, primer bastión sobreviviente del anti-diseño astrológico conocido como Babel.

Por lo tanto, las diez plagas no sólo tuvieron la función de castigar a los egipcios, sino también de dejar en claro al mundo en general (y al pueblo de Israel en particular) la conexión que hay entre Dios (Elohim) y Su mundo. De hecho, este sigue siendo nuestro desafío en la actualidad: usar la manifestación de la mano de Dios a través de la historia y la naturaleza para quitar las capas de ocultamiento y aumentar la consciencia del Eterno.

Ahora, para finalizar me despido invitándolos a ver este video que resume lo que aquí hemos considerado:

Te recomiendo también estudiar lo que está propuesto en esta bitácora:

La Gran Batalla: ¡Jametz contra Matzáh!… ¡Despojémonos de todo peso!

Por P.A. David Nesher
 
En el primer mes (Abib o Nisán) en el día quince, en la peregrinación de Pésaj, el Eterno Dios, nuestro Abba, nos comandó comer Matzah (Pan Ácimo) sin Jámetz (levadura), esto es debido a que el Jámetz es símbolo del Yétzer Hará (tendencia al mal o concupiscencia), el Instinto Humano Destructivo, es decir la arrogancia y vanidad del ego humano.
 
 
Con el fin de entender los misterios revelados en esta festividad procederemos a considerar las raíces hebreas de su propuesta.
 
 
Matzáh se escribe con las letras: Mem, Tzadik y Hei; Jámetz se escribe con las letras: Jet, Mem y Tzadik. Como vemos la única diferencia en su escritura es la línea que une a la letra Hei de Matzáh para convertirse en la letra Jet de Jámetz. Esta línea simboliza a la lengua y nos exhorta que no debemos hablar Lashón Hará (lengua diabólica), es decir,cualquier cosa dicha o escrita que pueda causar daño físico monetario o emocional a alguna persona (calumnia o difamación), sino más bien Lashón HaKódesh (lengua santa) para que el Tzaráat (la lepra) espiritual no nos invada y destruya. Lashón HaKódesh (lengua santa) tiene que ver con la manera de expresarnos vocalmente hacia las personas (y cosas) en buenos términos, aunque lo acentuamos sobre el sentido de hablar palabras que tienen que ver con la santidad y la pureza, y que siempre bendicen al que oye.
 
El Jámetz simboliza la inclinación al mal (o mal instinto – Yétzer Hará); por lo tanto, la búsqueda del Jámetz y su eliminación representa la lucha del hombre por vencer esta inclinación. El Jámetz es más sabroso que la Matzáh, es de apariencia más agradable y de mayor tamaño. Ello también es cierto respecto de la «mala inclinación» que arrastra a la persona hacia los placeres mundanos, los hace más atractivos a sus ojos, y que parezcan más importantes de lo que realmente son. Este es el Jámetz que el hombre debe eliminar por completo.
 
 

La Matzah es el símbolo de la Providencia y las bendiciones del Santo y Bendito Abba en nuestras vidas, pero el Jámetz representa a aquello que nos estorba y nos nos deja apropiarnos de
ellas.

 
¡Saquemos el Jámetz de nuestra vida a tiempo, no vaya a ser que nos destruya!
 
 ¡Desechemos lo que nos estorba!
Bitácoras que conviene también estudiar y meditar para aprender a kosherizar las casas:


La Fecha del Pesaj… ¿el 14 o el 15 de Nisán?

 
Por P.A. David Nesher

 

 
En estos años he notado que, bajo la dirección de los denominados judíos ortodoxos, muchos de los hebreos «culturales», que hoy se hacen llamar «mesiánicos«, insisten en anexar el único día singular de La Pascua  (en hebreo Pesaj) dentro de los siete largos días de la Fiesta de los Panes sin Levadura (Jag HaMatzot), tal y como la Casa de Judá lo practica en nuestros tiempos. Lo que ellos olvidan, es que estos «detalles halájicos» están influenciados por el yugo (teología) de los fariseo que tanto nuestro Mesías atacó cuando estuvo en la carne. Bajo esta falsa creencia, y siempre sujeta a la dirección de los judíos farisaicos, los buscadores de las raíces hebreas de la fe de hoy insisten en que la Pascua (Pesaj) debe ser celebrada el día 15 de Nisán, es decir en el primer día de la fiesta de Los Panes sin Levadura.
 
 
Hoy, muchos judíos declaran obstinadamente:
 
   «La Pascua Hebrea (Pesaj) es una celebración del octavo día comenzando el día 15 de Nisán.» 
 
 
Y, ellos insisten en esto al decir:
 
   «La fiesta de la primera Pascua hebrea (Pesaj) comenzó en el día 14, después de la puesta del sol, lo cual hace la fecha, oficialmente, el 15 de Nisán.»
 
 
Leyendo estas dos afirmaciones podemos preguntarnos: ¿están ellos diciendo que hay más de una celebración de Pesaj? Y, ¿están ellos afirmando que el día 14 puedes ser cambiado «mágicamente» al día 15?
 
 
Esto es bastante complejo, y entendemos que absolutamente no tiene ningún sentido en cuanto nos sometemos a una perspectiva bíblica.
 
Todo ser humano que tiene claro en su mente el concepto de cómo funcionan los calendarios sabe muy bien que los días del calendario duran 24 horas, y que cualquier día llamado «el 15º» no comenzará hasta que el día de tamaño normal llamado «el 14º» oficialmente termine. Este criterio no solamente es lógico, sino que también es mentalmente necesario. Pero, asombrosamente no es así para los rabinos judíos (o los fariseos de hoy día), porque allí donde Yahvéh, nuestro Dios especifica «El 14º» día, los judíos, en su supuesta ortodoxia, insisten que debe entenderse el «15º«.
 
La propia Torah (Instrucción) divina claramente declara el Pesaj comienza en el mismo principio del día 14, a la puesta del sol, es decir al atardecer o crepúsculo (Éxodo 12:6 y subsiguientes). Esta deducción es confirmada por el libro de Números 33:3 que relata:
 
“El mes primero partieron de Ramasés el día quince del mes primero; el día después de Pesaj [sacrificio], los Hijos de Israel marcharon con mano poderosa a la vista de todos los Egipcios”. 
 
 
El pasaje anterior describe el día del éxodo (salida) de Egipto tanto como el 15 del primer mes como el día siguiente después del sacrificio de Pesaj. ¡Este versículo nos muestra de modo concluyente que el “Día siguiente después de Pesaj [sacrificio]” es equivalente a la mañana del 15 de Nisan!
 
En Egipto, todos los eventos de la Pascua Hebrea (Pesaj) originalmente ocurrieron durante las primeras doce (12) horas después que la puesta del sol (crepúsculo) del día 14 comenzó. Desde allí, el pueblo de Israel solamente se preparó para su día de santificación que daría inicio a su peregrinación hacia el Reino del Eterno Dios.
 
 
Los hebreos comenzaron a salir de Goshén, en Egipto, en algún tiempo cerca del comienzo de la parte del día 15 o antes de la salida del sol (el amanecer) del mismo.
 
 
 
 
El mandamiento para la Pascua (Pesaj) hebrea fue dado por el Eterno ANTES que el Éxodo comenzara.
 
 
Toda mención bíblica de la fecha del Pesaj declara que la Pascua Hebrea dura por un (1) día (vea Lev. 23:5-6).
 
Desde estas consideraciones escriturales queda demostrado que en Egipto, antes que el día 15 finalizara, Israel había partido de la Tierra de Gosén, comenzando la marcha que les guiaría completamente fuera de Egipto.
 
En el día 15 (el día DESPUÉS del Pesaj), Israel ya estaba en la marcha diseñada por el Eterno Dios.
 
 
Trasfondo De Los Fariseos

 

A través de la vida y los tiempos del Mesías Yeshúa, notamos que siempre hubo una fuerte y frontal controversia entre dos grupos sectarios del judaísmo: los fariseos y los saduceos. Dicha discordia y confrontación se fundamentaba en su forma de guardar los días importantes de las fiestas (o festivales) ordenadas por el Eterno Dios.

 
En el tiempo del ministerio de nuestro Señor Jesús, los saduceos eran aquellos que podían ocupar el cargo de Sumo Sacerdote en Jerusalén (vea Hechos 5:17).
 
Ellos mantuvieron los Santos Días hebreos de acuerdo a lo revelado literalmente en la Torah.
 
 
 
En cambio, los fariseos fueron unos «revolucionarios mesiánicos» considerados teológicamente inadaptados dentro del concepto que tenían de ellos los sacerdotes.
 
 
 
Los fariseos , un montón de estudiosos legalistas («religiosos») sin afecto natural alguno, eran considerados una secta que se había desarrollado durante la Diáspora Babilónica, en la ausencia del sacerdocio hebreo, mientras no había adoración en el Templo.
 
 

Su teología había evolucionado grandemente en los 500 años desde su formación, fortaleciéndose particularmente en la época de los Macabeos, desde dónde tomarían forma y cuerpo sus creencias en una interpretación nueva para consolidar el judaísmo como religión verdadera.

 
 
 
Es interesante destacar que los fariseos fueron responsables del desarrollo, compilación y redacción del Talmud (comentarios rabínicos) después de que Jerusalén, y el Templo, fueran destruidas en el año 70 de nuestra era común. [Este trabajo talmúdico comenzó en el siglo II de nuestra Era Común y se extendió hasta el siglo XII.]
 
 
 
Debo aquí comentarte que este trabajo de recopilación de tradiciones y mandamientos de hombres fue el resultado de un esfuerzo que los fariseos hicieron para emprender la adopción del Ministerio Pedagógico del Espíritu Santo, esforzándose así en vano en explicar la Ley y los Profetas, desde las opiniones y tradiciones humanas,  en lugar de la revelación mesiánica del Eterno Dios. ¡Todo para negar a Yeshúa como Mashiaj!
 
 
 
Por esto, entenderás que fueron los fariseos los que bogaron, dentro de las costumbres judías, para trasladar el Pesaj hacia el día 15 de Nisán. De esa manera, cuando ya el Templo con el altar no estaban en funciones, lograron colocar la Pascua Hebrea en un Día de Sabático supremo Anual (Un Día Supremo Santo), y uno de los días ordenados por el Eterno Dios como Sabático de «Peregrinaje».
 
Naturalmente, estas opiniones descaminadas de meros hombres invaden el correcto peregrinar de la fe judía colocando al Talmud, en reemplazo de la clara Instrucción divina misma. Para un redimido, o hijo primogénito de Dios, es claro que el Eterno revela y explica exactamente Sus pensamientos e intenciones sin la ayuda exterior de una secta judía y sus tradiciones. Sin embargo para los judíos actuales es más importante la opinión humana acumulada durante siglos, que lo que el Rey de los siglos ha revelado para el cumplimiento de Su propósito.
 
 
Por lo tanto, esos fariseos antiguos son los antepasados «religiosos» y culturales de los judíos ortodoxos hoy en día. Como un resultado, estos fariseos contemporáneos dan precedencia indebida a los comentarios rabínicos (Talmud, por ejemplo) mientras ignoran la Torah y sus Santas Escrituras (TaNaK).
 
 
Hoy, las reglas de los fariseos modernos han suplantado la oportunidad del momento de los Santos Días del Eterno como ellos originalmente fueron tomados del Éxodo hasta el tiempo de Yeshúa, nuestro Señor. Es una lástima notar que los hebreos de hoy tienen información precisa disponible en el Torah (desde Génesis a Deuteronomio), y sin embargo, ellos, escogieron conformar su calendario de «días santos» según las interpretaciones del Talmud (comentarios rabínicos). De ese modo la mayoría de los que se autodenominan mesiánicos no estudian el Torah, sino que más bien escuchan a los estudiantes «talmúdicos» del judaísmo, y tratan de imitarlo en todo lo que ellos «dicen y hacen».
 
 
Porque Pesaj ha sido erróneamente re-ubicada al día 15 de Nisán, esos que se autodenominan hebreos modernos «culturales» están siguiendo los dictámenes de los judíos ortodoxos (los actuales fariseos) y tratan la Pascua (Pesaj) como si fuera un Día Sabático Solemne, pero Pesaj, según el Eterno, NO es un día Sabático.
 
 
Sin duda alguna, notamos con este tipo de errores que los judíos poseen los «oráculos de Dios» y, sin embargo, no puede encontrar ningún sentido fuera de ellas en absoluto, ni realizarse en el propósito eterno en ellas revelado. Aquí remarcaré lo siguiente: los judíos realmente sí leen las Santas Escrituras, pero es obvio que ellos no entienden lo que están leyendo (2 Corintios 3:14-16).
 
 
Pero, más allá de toda invasión humana, sabemos que el Eterno Dios originalmente no hizo del Pesaj un día de Sabático, y aún el Nuevo Testamento o Pacto Renovado declara que la Pascua Hebrea (Pesaj) es un día de «Preparación«, es decir, el día ANTES de un día de Sabático Supremo Anual. (Vea: Juan 19:31, 42; Mateo 27:62; Marcos 15:42; Lucas 23:54).
 
El Eterno claramente había dado a los hebreos, por medio de Moisés, un calendario de Su propia creación, concerniente a los acontecimientos sobre los cuales Él gobernó. Así se aseguró de dejar en claro que Él definitivamente seguiría su calendario en forma igual y precisa.
 
 
Encontramos al Eterno Dios diciendo lo siguiente a través de Su Palabra, demostrando que podemos contar con esto como siendo un hecho absoluto sobre el cual no habría ningún cambio. Muchas son las Escrituras que enseñan que Yahvéh (El Dios de Abraham) no cambia. Dos ejemplos de ellas nos bastarán para nuestro objetivo de bitácora:
 
   «Porque Yo, YHVH, no cambio… » 
(Malaquías 3:6)
 
«No violaré mi pacto, 
ni mudare lo que ha salido de mis labios.»
(Salmo 89:34)
 
 
También las Sagradas Escrituras dicen que no deberíamos tener comunión con aquellos que son propensos a proponer cambios en la doctrina.
 
 
 «Hijo mío, teme YHVH y al rey;
No te juntes con aquellos que son dados al cambio (veleidosos)»
( Proverbios 24:21)
 
 
Ante esto, y escuchando lo que el Espíritu de Yahvéh dice a nuestro espíritu, recomiendo considerar estos pasajes tomados de Éxodo, capitulo 12 y 13 (énfasis añadido):
 
 
  • 12:6 – «…. el día CATORCE… en el crepúsculo de la puesta del sol.»
  • 12:11 – «…. es la Pascua (Pesaj) del SEÑOR.»
  • 12:12 – «Pues Yo pasaré por la tierra de Egipto ESA NOCHE, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y contra todos los dioses de Egipto ejecutaré mis juicios. Yo soy el SEÑOR.»
  • 12:13 – «…. veré la sangre y PASAR POR ALTO vosotros (IRÉ POR vosotros)… cuando hiera la tierra de Egipto.»
  • 12:14 – «Ahora ESTE DÍA os será un memorial, y lo CELEBRAREIS como una banquete para el SEÑOR; EN TODO VUESTRAS GENERACIONES ustedes deben CELEBRARLO como un ESTATUTO PERPETUO.»
  • 12:24 – «Y ustedes deben GUARDAR este evento como UN ESTATUTO para vosotros y para vuestros hijos PARA SIEMPRE (PARA ETERNIDAD).»
  • 12:25 – «Y cuando entréis en la tierra que el SEÑOR les dará, como El ha prometido, deben GUARDAR ESTE RITO.»
  • 12:27 – «…. Este es el sacrificio de LA PASCUA (Pesaj) del SEÑOR… «
  • 12:29 – «Y aconteció que a la MEDIA NOCHE que el SEÑOR hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto… «
  • 12:42 – «Es NOCHE de GUARDAR para el SEÑOR por haberlos sacado de la tierra de Egipto; ESTA NOCHE es para el SEÑOR, para ser GUARDADA por todos los hijos de Israel POR TODAS SUS GENERACIONES.»
  • 12:47 – «TODA LA CONGREGACIÓN DE ISRAEL debe CELEBRAR esto.»
  • 12:51 – «Y, EN AQUEL MISMO DÍA el SEÑOR sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus huestes.»
  • 13:3 – «Recuerden ESTE DÍA en el cual habéis salido de Egipto.»
  • 13:4 – «En ESTE DÍA en el mes de Abib (hoy, Nisán)… «
  • 13:5 – «…. cuando el SEÑOR te haya traído a la tierra… la cual juró a tus padres que te daría… tu debes CELEBRAR ESTE RITO en este mes.»
  • 13:10 – «Por tanto, tu debes GUARDAR ESTE RITO EN SU TIEMPO de año en año.»
 
Es importante destacar que cuando Yeshúa, el Mesías, fue crucificado en un miércoles 14 de abib (Pesaj), los que emprendieron su entierro en ese mismo día tuvieron que apresurarse por terminar el entierro antes de la puesta del sol se acercaba porque un Sabático de «peregrinaje» Altísimo (Día Santo Sabático Altísimo Anual) estaba por comenzar el jueves día siguiente, rápidamente se acercaba (Juan 19:31).
 
 
Ante tantas evidencias bíblicas, no hay ningún camino para que los hebreos «culturales» de hoy vayan alrededor del hecho que los Judíos Ortodoxos niegan el requisito específico de observar La Pascua (Pesaj) en el comienzo del día 14 de Abib o Nisán. Habiendo sido ordenado por el Dios de Abraham, el Pesaj es una fiesta para ser guardada, fielmente, en el día 14, por todos aquellos que reclaman ser creyentes redimidos en la simiente mesiánica de Abraham, Yeshúa nuestro Señor.
 
 
El Pésaj es en 14 de Nisán (Éxodo 12:6) y es un monumento conmemorativo creado por el Eterno (no por mero de rabinos), y Pesaj está al mando como un Fiesta / Festival en honor al Eterno Dios en 14 de Nisán, entre las dos tardes de ese día (Lev. 23:5).
 
 
Entonces, no hay excusa hoy para confundir el día 14 la Fiesta de La Pascua Hebrea (Pesaj) con el día 15 que es el inicio de la Fiesta de los Panes sin Levadura. No hay ninguna justa razón bíblica para sostener una ceremonia de la Pascua Hebrea (Pesaj) o cualquier parte de la celebración de misma, en el día 15 de Nisán.
 
 
Pero, para que las tradiciones humanas no nos confundan, recuerde esto: NO hay «Días Santos Judíos«,  sino que hay solamente Días Santos de Yahvéh (llamadas también Fiestas del Eterno), nuestro Dios verdadero. Estos tiempos señalados perfectamente por la Instrucción del Eterno han sido mandatos perpetuos para los hijos de Israel, en el linaje de Abraham,  que observan, y observarán, fielmente en su forma de adoración correcta al Dios de sus padres.

En resumen podemos ver esta info y comprender la secuencia de estos acontecimientos mesiánicos: