parashá behaalotjá

¿Qué significa ser Luz del Mundo?

Por P.A. David Nesher

Aunque la fiesta de Sukot (Enramadas) había terminado, Yeshúa se había quedado en Jerusalén y seguía enseñando en el Beit HaMikdash (Templo). No se desanimó por el hecho de que los judíos cuestionaran una y otra vez su persona y autoridad. Y como era de esperar, aquí volveremos a presenciar otra de las muchas controversias del Maestro con los fariseos.

La fiesta de Sukot se celebraba recordando también la nube y el fuego de la Shekinah que guiaban a los israelitas en el desierto (Éxodo 13: 21). En el atrio de las mujeres se encendían unos grandes candelabros de varios metros que iluminaban toda Jerusalén. Los sacerdotes y mucha gente del pueblo hacían procesiones de antorchas alrededor en un espectáculo de gran atracción. Todo esto para recordarle a Israel su vocación y compromiso mesiánico-sacerdotal: ser luz del mundo.

Vale la pena señalar, que en los días que Yeshúa caminó por Israel, tanto al Templo de Jerusalén, como a la Menorah que se encendía dentro del Lugar Santo del mismo, se los conocía como la “Luz del Mundo”. Por esto es que en el cuarto Evangelio (Juan) nos encontramos con la siguiente expresión de nuestro Maestro:

«Yeshúa les habló de nuevo, diciendo:  
Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.” 
(Juan 8:12)

En Israel los Sabios siempre dijeron que la Shekinah (Presencia) divina, representada por la Menorah, existe dentro de las personas que configuran Israel y que por ello se reunen a estudiar la Torah. Pues bien, en los Escritos Mesiánicos (Nuevo Testamento) el único pasaje que se refiere a que la Shekinah (presencia de Elohim) está presente cuando dos o tres se reúnen mediante el Estudio de la Torah, es justamente aquel en el que Yeshúa afirma que es Él quien está presente cuando dos o tres están reunidos en Su Nombre, equiparándose así con la Shekinah (Mateo 18:20).

Con el fin de comprender ampliamente esta aseveración les comparto a continuación, un comentario hallado en un documento del Qumrán y que nos suman entendimiento a la hora de la interpretación de esta Escritura: «… él debe instruirlos acerca de todos los períodos de la historia para la eternidad y en los estatutos de la verdad. (…. dominio) que pasa de Belial y vuelve a los Hijos de la Luz … por el juicio de Dios, tal como está escrito acerca de él; “que dice a Sión: “Tu ser divino reina” (Isaías 52:7) “Sión” es la congregación de todos los hijos de justicia, que guardan el pacto y se apartan de andar en el camino del pueblo. “Tu ser divino” es Melquisedec, quien los librará del poder de Belial. Con respecto a lo que dice la Escritura, “Entonces harás sonar la trompeta con fuerza; en el séptimo mes …”  En pocas palabras, en Israel vibraba la esperanza de que cuando se manifestara el Mashiaj, el dominio retornaría a los hijos de la Luz.

Desde esta explicación podemos encontrar lineamientos de exégesis para entender las escrituras más que interesantes en los Evangelios:

Mientras tengáis la Luz, creed en la Luz, para que seáis Hijos de la Luz”. 
(Juan 12:36)

Así pues, de la misma forma en la que el Eterno había iluminado a los antepasados de Israel en el desierto, ahora era el mismo Hijo de Elohim encarnado quien les podía iluminar y dispersar las tinieblas de sus corazones. Y no sólo a ellos, porque lo que Yeshúa afirmó es que Él es la Luz «del mundo», indicando con esto la misión universal de su ministerio. El Mesías es la luz para todos los hombres, en todo momento y lugar. Él es la luz en el sentido absoluto. Cualquier otro hombre o movimiento religioso no tiene punto de comparación con él.

Juan ya había anunciado esto al comenzar su evangelio: «Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo» (ver Juan 1: 9). Y con su venida comenzó a cumplirse lo que había anunciado el profeta Malaquías:

 «Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en sus alas traerá salvación…»
(Malaquías 4:2)

«El que me sigue, no andará en tinieblas»

Los fariseos entendieron perfectamente las implicaciones de lo que Yeshúa dijo y no les gustó nada. Para ellos el término Or («Luz») estaba íntimamente ligado a YHVH:

«Yahvéh es mi luz y mi salvación»
(Salmos 27:1) 

 «El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Yahvéh te será por luz perpetua«
(Isaías 60:19)

 «Aunque more en tinieblas, Yahvéh será mi luz«
(Miqueas 7:8)

Ellos entendieron que una vez más Yeshúa se estaba apropiando de atributos que son exclusivos del Eterno, y como era de esperar, reaccionaron de forma vigorosa. ¿Quién podía ser la «luz del mundo» sino solo Dios? Desde su punto de vista, Yeshúa era un blasfemo pretencioso que hacía afirmaciones que no podía demostrar. Y hay que decir que su lógica era totalmente correcta. Sólo si Yeshúa es el Hijo de Dios podría ser también la «luz del mundo». De otro modo, si únicamente fuera un hombre, entonces, hacer una afirmación como ésta carecería de todo sentido. Y como ellos no creían que Yeshúa fuera nada más que un hombre, entonces sus afirmaciones les parecían blasfemas.

Fue por causa de esta declaración que surge una gran polémica: y «le dijeron entonces los fariseos: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es válido«. Así decía la ley en los juicios. Pero aquello no era un juicio, sino una manifestación de la Verdad divina misma. 

«Yeshúa les respondió:
Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es válido porque sé de dónde vengo y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo y adónde voy. Vosotros juzgáis según criterios humanos, yo no juzgo a nadie; y si yo juzgo, mi juicio es verdadero porque no estoy solo, sino yo y el Padre que me ha enviado. En la Torah está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre, que me ha enviado, también da testimonio de mí«.
(Juan 8: 14-18)

En la Versión Hebraica del Código Real, leemos:

Bien, Yo doy solemne confesión de mí mismo PERO TAMBIÉN EL PADRE QUE ME ENVIÓ, da solemne declaración acerca de mí.

Es un momento clave de la Verdad: «Yo soy» y el Padre dan testimonio de Él, pero ¿dónde se da este testimonio?… En la conciencia y en las Sagradas Escrituras. Y…

 «…Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre?
Yeshúa respondió:
Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí conoceríais también a mi Padre«.
(v. 19)

Luz plena (hbr. Or) sólo es Elohim. Fuera del Eterno, y en el pecado, existen las tinieblas. Proclamarse Luz del mundo es una afirmación velada de su divinidad. Sus palabras no pueden ser tomadas como un testimonio más, sino como emanaciones de la luz que llega a todos los hombres. Los hechos anteriores muestran esta distancia –insalvable- entre la luz y las tinieblas.

Pero ahora bien, antes de continuar debemos preguntarnos a qué se refería el Maestro con la expresión «andar en tinieblas«. Y vemos que la palabra «tinieblas» denota distinta cosas en la mentalidad judía.

Se puede usar en un sentido físico para referirse a una persona que está ciega (Hch. 13:11), o al momento en que llega la noche y la oscuridad (Mt. 27:45), pero muchas más veces se emplea en un sentido espiritual acerca de aquellos que no conocen al Eterno y están a merced de las leyes de la fisicalidad. El apóstol Pablo habló de ellos como quienes «andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón» (Ef 4:17-18).

Pero estas tinieblas no sólo se encuentran en la mente, también conllevan una forma de vida materialista totalmente alejada de los principios divinos. Quienes así viven participan de «las obras de las tinieblas» (Romanos 13:12; Efesios 5:11).

Además, estas personas por este estilo de vida materialista, se encuentran bajo el poder de HaSatán (El Oponente) quien debido a la desobediencia del hombre ha conseguido establecer su gobierno en este mundo, que es descrito en la Palabra de Dios como «la potestad de las tinieblas» (Lc. 22:53), o la «potestad de Satanás» (Hch 26:18). Se trata de un sistema de cosas que gobierna sobre la Tierra en constante oposición con el Reino de Dios. Y el hecho de que este mundo está bajo el poder de HaSatán lo prueban sus obras: espiritismo, ocultismo, magia, horóscopos, supersticiones, idolatría, adulterio, fornicación, y todo tipo de perversiones…

Finalmente, todos aquellos que han rehusado andar en la luz con Yeshúa, no sólo viven en las tinieblas, sino que además terminarán en «las tinieblas de afuera» (Mt 8:12). Para ellos «está reservada eternamente la oscuridad de las tinieblas» (Judas 13).

De todo esto nos libra el seguir a Yeshúa como Rabeinu (Dueño y Maestro). Él, con su enseñanza de la Torah, ilumina nuestras mentes para que podamos conocer a Yahvéh y nos conduce en el Camino de la vida. Tal y como profetizó Zacarías, él venía «para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz» (Lc 1:79). Yeshúa nos libra «de la potestad de las tinieblas» y nos lleva al Reino de la Luz admirable del Eterno.

Yeshúa estaba hablando de su divinidad oculta. Aceptarlo era entrar en una nueva dimensión: el Emanuel («Dios con nosotros») era Aquel que estaba delante de ellos. La humanidad acababa de entrar en una nueva era divinizada. Si no se aceptaba, se seguía en las tinieblas, acusando a Yeshúa de blasfemo.

«Sino que tendrá la luz de la vida»

Yeshúa añadió otro detalle muy importante. La Luz a la que se refería no simplemente comunica iluminación externa, sino que se convierte en una posesión interna que ilumina nuestro espíritu y manifiesta a cada discípulo como Luz . Va mucho más allá del conocimiento intelectual, puesto que también nos da vida mesiánica-sacerdotal.

Una vez más, en la idea rectora de Juan, los conceptos de «luz» y «vida» vuelven a aparecer relacionados (Jn. 1:4) con la intención de mostrarnos que de la misma manera que las flores se marchitan y mueren cuando les falta la luz, así ocurre con todo aquel que no tiene al Mesías como Dueño, ya que Él es la luz que trae la vida eterna.

«Yeshúa enseñó a sus discípulos: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.» 
(Mateo 5:16)

Yeshúa explica y se relaciona con la Luz (Or) por la manera en que está haciendo obras de justicia dentro del marco de la Torah, y por esto Él es la luz que nos ordena que brille Su luz desde cada uno de nosotros por medio de la Unción de Su Espíritu Santificador. Así es como los discípulos del Mesías lograban comprender con mayor altura lo ordenado por Moshé para proporcionar el aceite puro molido que la Menorah requería cada día para iluminar el Mishkán:

«Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.«
(Shemot/Éxodo 27: 20)

Por todas estas pautas proféticas reveladas por el Espíritu de la profecía, las primeras comunidades misionaban desde la conciencia que, por ejemplo, el apóstol Kefas (Pedro) recuerda en su segunda epístola:

«Sí, tenemos la Palabra profética hecha muy cierta. Haréis bien en prestarle atención como a una luz que brilla en un lugar oscuro y tenebroso, hasta que amanezca el Día y la Estrella de la Mañana se levante en vuestros corazones.»
(2 Pedro 1:19)

Esto era mencionado como parte de toda una hermenéutica mesiánica de la profecía del libro de Daniel:

«Pero los que saben discernir resplandecerán como el resplandor de la cúpula del cielo, y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas por los siglos de los siglos.» 
(Daniel 12:3)

«Porque la mitzvá (el mandamiento) es una lámpara, y la Torah una luz; las reprensiones de la instrucción son el camino de la vida.» 
(Proverbios 6:23)

¡Qué importante es tener la Luz de la vida en un mundo que está hundido en las tinieblas! Aunque esto también implica una importante responsabilidad para cada creyente, que debe ser «Luz del mundo» (Mt 5:14). Pero para esto es necesario andar en la luz de Yeshúa HaMashiaj, viviendo en pureza moral y reflejando su luz.

Amados discípulos de Yeshúa, recuerden siempre que ustedes son la Luz del mundo. Donde quiera que vamos, reflejamos e imitamos a nuestro Dueño y Maestro Yeshua HaMashiaj. Aquel que logra verse representado en la Menorah, se sentirá diariamente levantado por la fuerza del sacerdocio celestial.

¡Deja que tus obras justas brillen bajo el mandato divino de Mashiaj ben Yosef, a fin de ser recompensado cuando Él se manifieste en Gloria como Mashiaj ben David!

¡Nunca es Tarde para Volver a Casa! (el Pesaj Shení o Segunda Pascua)

Por P.A. David Nesher

Bamidbar/Números 9: 1-14. Pésaj Shení/ La segunda Ofrenda de Pésaj.

“Y celebraron la Pesaj en el mes primero, en el día catorce del mes, al atardecer, en el desierto de Sinái; tal como HaShem había ordenado a Moshé, así lo hicieron los hijos de Israel. Había, no obstante, algunos hombres que habían entrado en contacto con los muertos, y estaban por consiguiente ritualmente impuros, de modo que no pudieron preparar la ofrenda de Pésaj en ese día. Durante el transcurso de ese día, se acercaron a Moshé y a Aarón. «Estamos ritualmente impuros como resultado del contacto con los muertos –le dijeron los hombres a [Moshé]–. ¿Pero por qué deberíamos dejar de beneficiarnos y no poder presentar la ofrenda de Dios en el tiempo adecuado, junto con los otros israelitas?»

(Bamidbar/Números 9:5-7) 


El relato de la aliyáh (ascensión) de hoy nos cuenta que en el año posterior al Éxodo, Dios le ordenó a Israel que ofrendara el korbán Pesaj (la ofrenda de Pascua) en su tiempo designado, el catorce de Nisán, el primer mes del año (9:2).

Puesto que el Libro de Bamidbar empieza con sucesos del segundo mes o Iyar (1:1), este capítulo está claramente fuera de secuencia, y de hecho los sabios lo emplean para afirmar que el orden de la Torah no es necesariamente cronológico (Pesajim 6b; Sifrí). Más en tales casos debemos intentar comprender por qué la Torah opta por narrar un suceso antes o después de que realmente ocurrió, porque ciertamente los Sabios no pretendieron decir que el orden de la Torah es del todo aleatorio sino sólo en las ocasiones que lo ameritan.

El sabio Rambán comenta que este libro se concentra principalmente en los mandamientos y las vivencias que se relacionaban con los años que la nación pasó en el Desierto. En consecuencia, Bamidbar comienza con una exposición cabal del tema del Tabernáculo y la relación del pueblo con el mismo, debido a que era el punto nodal de la nación en tal período, Por ello, resulta de toda lógica que la narrativa de la ofrenda de Pésaj se haya postergado hasta este punto.

–  ¿Sabías  que esta fue la única vez que aquella generación de israelitas celebró Pesaj en el desierto? 

Es el exégeta Rashi quien hace notar que esta fue la única ofrenda de Pésaj que hizo Israel en todos los cuarenta años de su travesía por el Desierto, lo cual nos muestra cuán infortunado fue que la nación no pudiera entrar a Éretz Israel inmediatamente, donde habrían podido observar este mandamiento una vez por año. Más para no poner hincapié en ese pecado del pueblo al escuchar el informe negativo de los 10 espías, notamos que Elohim optó por inspirar a Moshé a que no empezara el Sefer Bamidbar con el mandamiento del Pesaj Shení.

Rashí, en sus comentario, explica que fue una vergüenza para los hijos de Israel no celebrar Pesaj más que una vez durante los cuarenta años. Esto se debe a que los hijos de Israel no podían circuncidar a sus hijos estando en el desierto y por lo tanto no estaban habilitados para celebrar Pesaj más que una vez. Recuerda que, de acuerdo con lo ordenado por Yahvéh, un padre cuyo hijo no está circuncidado no tiene el derecho de ofrecer el sacrificio de Pesaj (cf. Éxodo 12:48). Si el Eterno no le hubiera ordenado específicamente al pueblo hacer la ofrenda de Pésaj ese año, no habría podido hacerlo, puesto que ese precepto no habría cobrado vigencia sino hasta que hubiera entrado a Éretz Israel (Tosafot, Kidushín 37b, s.v.). Otra forma de entenderlo es que se les prohíbe a padres de niños incircuncisos elevar la ofrenda de Pésaj y, por razones médicas, era peligroso circuncidar niños en el Desierto (Ievamot 71b). de todos modos, resultaba vergonzoso que no hubieran podido realizar la ofrenda esas cuatro décadas, puesto que fue su propio pecado haberles creído a los espías  lo que impidió que entrasen a la Tierra durante el segundo año del Éxodo (Mizraji).

Así, captando el por qué y el para qué de este Pesaj Shení (Segundo Pesaj) logramos entender por qué Yehoshúa (Josué), una vez que se establecieron en Eretz Israel, circuncidó a todos los israelitas que habían nacido en el desierto, tal como está escrito en su rollo:

“En aquel tiempo Yahvéh dijo a Yehoshúa:
Hazte cuchillos de pedernal y vuelve a circuncidar, por segunda vez, a los hijos de Israel. Y Yehoshúa se hizo cuchillos de pedernal y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot.
Esta es la razón por la cual Yehoshúa los circuncidó: todos los del pueblo que salieron de Egipto que eran varones, todos los hombres de guerra, murieron en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Porque todos los del pueblo que salieron fueron circuncidados, pero todos los del pueblo que nacieron en el desierto, por el camino, después de salir de Egipto, no habían sido circuncidados. Pues los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que pereció toda la nación, es decir, los hombres de guerra que salieron de Egipto, porque no escucharon la voz de Yahvéh; a ellos Yahvhéh les juró que no les permitiría ver la tierra que Yahvéh había jurado a sus padres que nos daría, una tierra que mana leche y miel. Y a los hijos de ellos, que Él levantó en su lugar, Yehoshúa los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no los habían circuncidado en el camino. Y sucedió que cuando terminaron de circuncidar a toda la nación, permanecieron en sus lugares en el campamento hasta que sanaron. Entonces Yahvéh dijo a Yehoshúa: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto. Por eso aquel lugar se ha llamado Guilgal hasta hoy. Estando los hijos de Israel acampados en Guilgal, celebraron Pesaj por la tarde el día catorce del mes en los llanos de Yerijó.”
(Josué 5:2-10)

Notamos que un grupo de personas no calificaron para hacer la ofrenda debido a que estaban contaminadas. No obstante, motivadas por un intenso deseo de participar en esta gran experiencia espiritual, apelaron a Moshé. 

En reconocimiento por su nobleza de carácter, Dios los convirtió en agentes por medio de los cuales reveló el nuevo mandamiento de Pésaj Shení, la segunda ofrenda de Pésaj, que sería efectuada un mes después del tiempo designado para la primera. 

La Torah normalmente nos comunica los mandamientos por medio de Moshé, en vez de por iniciativa de terceros, más debido al sincero anhelo de tales personas de elevar su espíritu, Dios les concedió el honor de contribuir en la estipulación de este nuevo mandamiento (Sifrí).

La segunda ofrenda de Pésaj difiere de la primera en cuanto a que no hay festividad asociada con la misma, incluso para quienes realizan la ofrenda. Y además de ello, aunque no pueden comer alimentos leudados [jametz] con la ofrenda (v. 11), sí pueden poseer e ingerir jametz en el día en el que la realizan (Rashi; Pesajim 95a).

El Talmud ofrece tres versiones sobre quiénes eran las personas contaminadas: 

  • ✔️ la primera es que fueron los portadores del féretro de losef, que llevaban sus restos a Éretz Israel para ser enterrados en cumplimiento de la promesa que él pidió que sus hermanos le hicieran; 
  • ✔️ la segunda es que estos varones eran los levitas Mishael y Eltzafán, que se habían encargado de los cuerpos de Nadav y Avihu; 
  • ✔️ la tercera es que eran personas que habían hallado un cuerpo no identificado sin enterrar y cumplieron el mandamiento de inhumarlo (Sucá 25a).

Cualquiera sea la razón, lo cierto es que estas personas quedaron momentáneamente inhabilitados para hacer la ofrenda debido a que se habían ocupado de cumplir la mitzváh. El sabio Sforno comenta que la queja ante Moshé consistía en que se supone que una mitzváh debe abrir el camino a otra en lugar de cerrarlo. 

En respuesta a este pedido Dios estableció el «Segundo Pesaj» (Pesaj Sheni) el 14 de Iyar para todo aquel que haya estado imposibilitado de traer la ofrenda en el mes anterior. Este día representa la «segunda oportunidad» que nos da Dios a través de la teshuváh (el poder del arrepentimiento y/o el «retorno»). Como dice rabi Yosef Itzjak Schneerson «Pesaj Shení indica que nunca esta todo perdido».

Así es, al leer esta aliyáh notamos como esos ciudadanos de Israel también querían participar de este servicio sagrado tan importante. Querían ser parte de algo mayor a ellos mismos, algo que los conectara con la Comunidad y con el Eterno, nuestro Dios, por lo que se acercaron a Aharón y a Moshé y dijeron: “¿Por qué deberíamos ser marginados y no tener la oportunidad de presentar la ofrenda a Dios, así como el resto de los hijos de Israel?”

Moshé le preguntó a YHVH qué hacer y Él contestó: “Háblale a los hijos de Israel y diles: toda persona que esté contaminada por muerte o en un camino distante, tanto ahora como en las generaciones futuras, preparará una ofrenda de Pésaj para YHVH. La prepararán en la tarde del día 14 del segundo mes (iyar) y la comerán con matzot y con hierbas amargas…” (ver Números 9:6-12).

El Eterno dijo: les daré una segunda oportunidad a pesar del estatus de impureza, a pesar de la condición actual. Cuando hagan lo necesario para revertir ese estatus, cambiaré las reglas. Esperaré hasta que estén preparados.

Pero, en nuestros días, la pregunta que surge es: ¿cómo podemos relacionarnos con las ideas de estar ‘contaminados por la muerte’ y ‘viajando por un camino distante’ hoy en día?

La verdad es que estos términos apuntan a conceptos más profundos: un estado de ‘desconexión de Dios’ es un tipo de muerte ontológica. Un ‘camino distante’ es un lugar en el que estamos alejados de quienes se supone que debemos ser en realidad. Esto es algo con lo que la mayoría de nosotros sí podemos identificarnos.

Al estar ‘en contacto con la muerte ontológica’ de lo cotidiano, al estar ‘viajando por un camino distante’, desconectados de nuestra esencia y nuestra fuente, tenemos la capacidad para cambiar la dirección y volver a casa.

¿Cómo? Accediendo a este increíble regalo; el regalo de una ‘segunda oportunidad’.

¿Cómo sabemos si estamos distantes de nuestra heredad, si estamos vagando y desconectados?

Una situación de desconexión es un lugar en el que perdimos el contacto con nuestra esencia. En este camino hay un abismo entre lo que somos de verdad y la persona en la que nos estamos convirtiendo.

Cuando no somos la persona, la pareja o el padre que deberíamos ser, a menudo, en algún lugar profundo de nuestro ser, sabemos que estamos lejos de casa. Puede ser un sentimiento vago, aislado y borroso. Puede ser un sentimiento explícito, pesado y robusto. En todos los casos, a menudo lleva a confusión y a un estilo de vida robotizado.

A menudo, la desconexión es consecuencia de vivir de manera inconsciente. Cuando dejamos que nuestros condicionamientos nos guíen haciendo que nuestro camino no cambie nunca, tampoco lo hará nuestro entorno. Tanto si es en relación a nosotros mismos como con los demás, nos sentiremos desconectados de los senderos que llevan a nuestra esencia.

Pero, el Eterno, a través de la vida, nos da muchas segundas oportunidades. Y cada vez que elegimos vivir con conciencia y pasar del juicio a la compasión, de la apatía al interés, de la inactividad a la actividad, comenzamos a reconectarnos y a viajar de regreso a casa. El Camino se abre a la Verdad, la Vida comienza a fluir sin impurezas y el Padre nos abraza dándonos la bienvenida a Su Mesa festiva.

Pésaj Shení, el ‘Segundo Pésaj’, representa la capacidad de encaminarnos de vuelta hacia nuestro núcleo, hacia nuestra conexión Divina. Esta es la esencia de la teshuváh, la capacidad de volver, de regresar a la Casa del Abba. Teshuváh es definido como ‘arrepentimiento’, pero involucra algo mucho mayor. Es la capacidad de adoptar un cambio exhaustivo, de pasar de un estado a otro. Es la capacidad de cambiar nuestro ‘estilo de baile’.

Cambiar no es fácil, pero puede hacerse. Más allá de la distancia, más allá de la desconexión, el Eterno nos da Su Espíritu Santo para adquirir la capacidad de reparar y reconectarnos. Nuestro contacto con la ‘muerte’ puede darnos vida. Nuestra ‘distancia’ puede llevar a una cercanía mayor, tanto con Dios como con nosotros mismos.

Pésaj Shení, es la festividad de las segundas oportunidades, y nos recuerda que siempre podemos cambiar nuestra dirección y volver a casa.


Los 49 Portales de la Torah

Por P.A. David Nesher

 

«Habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero. Y Aarón lo hizo así; encendió hacia la parte anterior del candelero sus lámparas, como el Señor lo mandó a Moisés. Y esta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que Jehová mostró a Moisés, así hizo el candelero.»

 (Números 8:1-4).

Aharon y sus hijos los kohanim (sacerdotes), recibieron de parte de Moshé, el secreto de que la Menorah misma revela el obrar de la Luz de la Torah en el alma del ser humano redimido.

Lo primero que ellos captaron fue que la Torah es el plano cósmico elaborado por el diálogo privado del EinSof (Infinito) en Su gloriosa eternidad, antes de la creación, y contemplado por Él para concebir Su obra. Así, ellos recibieron la revelación que el término Torah (Instrucción) está estrechamente relacionado con la expresión Oraitah, traducida muchas veces Torah de Fuego, pero que en realidad significa Enseñanza de la Luz (de aquí es que a Torah también se la traduce como enseñanza).

Aharón y sus hijos descubrieron la relevante trascendencia que tenía el simbolismo de la Menorah por lo que ella se convertía en el instrumento que alumbra el trayecto conducente a la Torah, el plano de todo el Cosmos.

La primera Menorah fue detalladamente descripta por Yahvéh a Moshé, que debía encargarse de su producción en una sola pieza grande de oro, con un mástil principal y seis brazos salidos de cada lado, con un recipiente en cada una de esas siete puntas, que recibirían el aceite que sería encendido, con adornos de flores y almendros:

«Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.»

(Shemot/Éxodo 25:31-40)

Hasta los utensilios para usar el candelabro debían ser de oro puro (el matacandela y la despabiladera). El oro, metal precioso por excelencia, nos habla de lo que es imperecedero, aquello que no se devalúa, que no se corrompe. El oro ha sido empleado desde tiempos inmemoriales como expresión de los más altos valores y prueba de ello es que en la ceremonia de casamiento se emplea un anillo de oro, denominado comúnmente alianza, para denotar la permanencia y trascendencia de las promesas que ese hombre y esa mujer están haciéndose. Así como el oro resiste las agresiones de agentes externos y hasta el mismo paso del tiempo, también el matrimonio quiere aspirar a perdurar a través de todas las pruebas y vicisitudes, siendo ese anillo la expresión de tal clase de amor.

La Menorah estaba formada por siete brazos que culminaban en siete lámparas que debían arder desde la tarde hasta la mañana (Éxodo 27:21), siendo tarea diaria del sacerdote su encendido, su suministro, realizado con aceite puro de olivas machacadas (Éxodo 27:20) y su limpieza (Levítico 24:4).

La llama del mástil central era llamada “auxiliar”, cuyo fuego servía para alimentar a los otros seis.

La Menorah tenía una característica sumamente particular, todas las lámparas estaban reclinadas hacia la del medio y alumbraban en dirección de esta vela central.

Aharón y los sacerdotes que lo sucedieron debían encender la menorah todos los días por la mañana, reemplazando el aceite y limpiando las lámparas.

La Torah: Ciencia Divina para el Alma Humana.

Con el conocimiento de este diseño, los kohanim disfrutaban de la ciencia celestial que revelaba que la Torah es el regalo divino que alumbra al mundo con sus enseñanzas. Esta es la causa por la que la Menorah estaba ubicada en el lugar central de la casa de Yahvéh, en el sitio más selecto. Así este sistema codificado nos lega un mensaje valiosísimo: «Para llegar a los secretos de la Torah, hace falta guiarse por la Luz de la Menorah, sin desviarse a diestra ni a siniestra.»

¿Cómo se logra esto?

Siguiendo las enseñanzas que emanan de la estructura de la Menorah misma.

En el rollo de Shemot, encontramos la descripción estructural de la Menorah (Éxodo 25: 31-38) con los siguientes datos:

  • 7 brazos
  • 11 flores,
  • 9 botones,
  • 22 cálices.

La altura de la Menorah, es un dato que los sabios dedujeron después de años de ardua investigación. Para lograrlo, ellos analizaron exhaustivamente el tema, reuniendo todos los testimonios posibles de quienes sabían las dimensiones de la Menorah realizada por Moshé en el desierto. Así, y luego de arduos debates, llegaron a la conclusión que la altura de la Menorah debía ser de 17 tefajim (puños).

Tomando estos cinco pormenores estructurales (es decir, cantidad de brazos, flores, botones, cálices y altura), podemos hacer una análisis escrupuloso de los códigos que se encuentran escondido en ellos, y señalan a la importancia de la Torah en el alma humana.

Los kohanim descubrieron que los siete brazos de la Menorah, aluden al Séfer Bereshit (Libro de Génesis), coinciden exactamente con la cantidad de palabras que contiene el primer versículo de este libro:

(1)Bereshit (2)Bará (3)Elohim (4)Et (5)Hashamáyim (6)Veet (7)Haáretz./

En el principio Creó Dios los cielos y la tierra.»)

Llegaron a la conclusión también que las once flores de la Menorah simbolizaban al Séfer Shemót (Libro de Éxodo) en sus primeras once palabras:

(1) Eleh (2) Shemot (3) Benei (4) Israel (5) Habaim (6) Mitzrayma (7) Et (8) Yaacov (9) Ish (10) Ubeitó (11) Bau./

Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Yaacov, cada uno con su casa vino.»)

Los nueve botones de la Menorah coinciden exactamente con las primeras nueve palabras del libro de Vayikrá:

(1) Vayikrá (2) El (3) Moshé (4) Vaydaber (5) A. Elav (6) (7) Meohel (8) Moed (9) Lemor.

Llamó a Moshé y Le Habló El Eterno desde el tabernáculo de reunión diciendo.

Asimismo la altura de la Menorah (17 puños) coincide exactamente con las primeras diecisiete palabras del libro de Bamidbar:

(1) Vaydaber (2) A. (3) El (4) Moshé (5) Bamidbar (6) Sinaí (7) Meohel (8) Moed (9) Beejad (10) Lejódesh (11) Bashení (12) Hashaná (13) Hashenit (14) Letzetam (15) Meéretz (16) Mitzráyim (17) Lemor.

(Habló El Eterno a Moshé en el desierto de Sinaí desde el tabernáculo de reunión, en el primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo.)

Por último, los veintidós cálices de la Menorah simbolizan a los primeras veintidós palabras del Séfer Devarim:

(1) Eleh (2) Hadevarim (3) Asher (4) Diver (5) Moshé (6) El (7) Kol (8) Israel (9) Veever (10) Hayardén (11)Bamidbar (12) Baaravá (13) Mol (14) Suf (15) Bein (16) Parán (17) Ubein (18) Tofel (19) Belaván (20) Vajatzerót (21) Vedi (22) Zaháv.

(Estas son las palabras que Moshé habló a todo Israel en el otro lado del Yardén, en el desierto, en la llanura frente a Suf entre Parán y entre Tofel y Laván, Jatzerót y Di Zaháv.)

Al abrir nuestra conciencia a este conocimiento, logramos entonces realizar una relectura de lo que está escrito en Tehilah (Salmo) capítulo 119, vers. 130: «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.» Es decir, que en las primeras expresiones de cada rollo de la Torah se evidencia que la voluntad del Eterno es conducir al alma humana al pleno desarrollo de su diseño original.

Atendiendo a esta cosmovisión yahvista, vale la pena realizar una lectura al siguiente versículo de los Salmos:

«¡La Suma de Tu Palabra es Verdad!«

(Salmo 119:160)

Ahora, conociendo que en la Menorah hay una codificación llena de certezas que permiten valorar el origen divino de la Torah (Instrucción), también podemos aceptar, sin duda alguna, el origen inspiracional divino que tienen el resto de los escritos de las Sagradas Escrituras (mal llamadas Biblia). Esto se demuestra realizando la siguiente contabilidad:

Contando los adornos de los 3 primeros brazos hasta el brazo central obtenemos:

  9 + 9 + 9 + 12 = 39 (treinta y nueve)

¡Los 39 (treinta y nueve) Libros que conforman el denominado Antiguo Pacto!

Y si contamos los adornos de los 3 últimos brazos que nos que nos quedan obtenemos:

   9 + 9 + 9 = 27

¡ Todos los 27 Libros del Pacto Renovado!

Aún queda un dato más para compartir y así mostrar como la menorah era en verdad un mecanismo de gran entrenamiento profético para los kohanim, y desde estos, para todos los integrantes de Israel. En el libro de Shemot (Éxodo) vemos que cada brazo de la Menorah debía tener 9 cosas (devarim, que se traduce «cosas», es la misma palabra hebrea para “palabras profeticas”) o adornos, es decir, cada brazo tendría 3 cálices con su bulbo y una flor (Éxodo 25:31-40).Pero vemos que el brazo del medio que le llama “Lámpara” (Ex 25:34) tendría 4 cálices con sus bulbos y flores, en total 12 devarim (cosas).

Pues bien, la Lámpara o Menorah era una herramienta que permitía entender el cuándo, cómo, por qué y para qué de las Fiestas del Eterno. Por ello, el brazo central representa la Fiesta de Shavuot (mal llamada Pentecostés) que fue allí donde vino el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) sobre Israel, sellando sus almas en matrimonio con el Eterno. Más tardes, en medio de esta celebración, los apóstoles y una comunidad de 120 talmidim (discípulos) de Yeshúa, recibieron en ese bendito Espíritu del Señor la impartición de autoridad para predicar las Besorot (Buenas Nuevas, el Evangelio).

En el Yugo de Yeshúa se alude a los discípulos como luz del mundo (Mateo 5:14), cuyas lámparas han de estar siempre encendidas (Lucas 12:35). Y de la misma manera que el ministro del santuario era el encargado de encender las lámparas del candelabro, así es tarea de los ministros del evangelio encender la luz de la Palabra, al exponerla y aplicarla rectamente. Las lámparas alumbraban hacia delante (Números 8:2), a fin de iluminar los otros objetos del Mishkán (Tabernáculo); no era, pues, su propósito que su luz quedara restringida para sí, sino para alumbrar a otros (Mateo 5:15; Juan 8:12).

Entonces, considerando la maravillosa posición del sacerdocio que se nos ha entregado en el Mesías, te animo a que estés iluminando con tu conocimiento de las Sagradas Escrituras a todos aquellos que aún duermen en la ignorancia.

 

Los Siete Espíritu del Eterno

«Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios…
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.«

(Apocalipsis/Revelación 4:5; 5:6)

El Secreto para Ser Persona de Vanguardia.

Por P.A. David Nesher

 

 

» La bandera del campamento de los hijos de Judá, según sus ejércitos, partió primero, con Naasón, hijo de Aminadab, al frente de su ejército.»

(BaMidbar/Números 10:14)

 

Evidentemente, mientras más profundizamos en el estudio del libro BaMidbar (Números) descubrimos que el Eterno se aseguró de implantar en los hebreos el paradigma organización que cuando hay orden, hay paz, en cambio, cuando hay desorden hay confusión. De esto se deduce que  sólo con el orden y la coordinación estratégica se logra mantener entusiasmo en cualquier emprendimiento. Dicho entusiasmo permite al alma discernir los qué, cómo, cuándo, y dónde de Yahvéh, y la marcha se hace bajo pautas específicas que garantizan el éxito de toda empresa.

Una tribu era la que el Eterno determinó que fuera delante de toda la marcha: la de Judá (Yehudá). Yahvéh quería entrenar a los israelitas en la adquisición de una conciencia de alto rango, propia de nobles. Él quería que Su Pueblo se entrenara en el poder de la gratitud o alabanza.

El nombre Yehudá (Judá) tiene la misma raíz que la palabra gracias (hb. todá), según lo que fue dicho por Lea cuando nació el patriarca: “Concibió una vez más y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré (odé – אודה) al SEÑOR; así que le puso por nombre Judá; y dejó de dar a luz.” (Gén. 29:35). Importante es señalara aquí que en el contexto de una mentalidad hebrea, agradecer no es simplemente expresar gratitud, si no también significa alabar, de allí que Judá significa alabanza.

 

La primera característica de un redimido, hijo primogénito, es que alaba al Eterno. Desde que se levanta por la mañana hasta que se acuesta su boca está llena de alabanza y gratitud. Decir gracias al Eterno por todo y en todo es una llave para el avance en la vida. Es la clave que permite la vanguardia en el peregrinar de la vida. En la Historia de Salvación relatada en las Sagradas Escrituras vemos que cuando el hombre de Dios se entregaba en alabanza a Yahvéh, su Poder se manifestaba.

Por eso la tribu de Yehudá, la que sabe bendecir, alabar y dar gracias, es la que va primero. Y es que siempre el pueblo que sabe decir gracias es el que abre la brecha. Cada israelita comprendía con este orden que, en la vida, el agradecido es quien puede avanzar, y el primero en llegar a la meta. En cambio, el que cambia su alabanza por amargura nunca llegará a la meta. Los profetas inspirados en estos paradigmas celestiales, lo expresaron en cantos como estos:

El pueblo que yo he formado para mí, proclamará mi alabanza.”

(Isa. 43:21)

 

¡Cuán bienaventurado es el pueblo que sabe lo que es la voz de júbilo! Andan, SEÑOR, a la luz de tu rostro.”

(Sal. 89:15)

 

Todos los pueblos de la Tierra están invitados a aprender de Yehudá y seguir su ejemplo, como está escrito en Deuteronomio 32:43ª y Romanos 15:10: “Regocijaos, naciones, con su pueblo

Así también, en los consejos apostólicos del Pacto Renovado leemos:

Sed llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con vuestro corazón al Señor; dando siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesús, el Cristo, a Dios, el Padre.

(Ef. 5:18b-20)

 

“…dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros Jesús, el Cristo.”

(1 Tes. 5:18)

Amados discípulos de Yeshúa, sigamos el ejemplo de Yehudá. Alabemos y demos gracias al Eterno en todo y por todo. De ese modo mantendremos el entusiasmo activo. Sólo así avanzaremos y llegaremos primero a la conquista de las promesas.

¡Bendito sea el Eterno por siempre sobre sus vidas, familias y economía!