Sacerdocio

Los Tres Oficios del Mesías


Dios lo exaltó hasta lo sumo, y le otorgó el Nombre que es sobre todo Nombre

(Filipenses 2: 9)

La vara del Sumo Sacerdote Aharón que floreció, es una clara alusión profética que apunta a Yeshúa, el Renuevo Justo que resucitó y al que se le ha dado la autoridad del nombre inefable tal como lo cantaban las primeras comunidades de discípulos en el cántico que el apóstol Pablo cita en su carta a los filipenses:

Dios lo exaltó hasta lo sumo, y le otorgó un nombre que es sobre todo nombre
(Filipenses 2:9).

¡Amén!… ¡Él es el Sumo Sacerdote en el Templo celestial!… ¡El Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec, sentado a la diestra del Eterno!

El Eterno ordenó a Moshé que mantuviera la vara de Aarón delante del arca para que se guardara como una señal para las generaciones futuras. Al venir a los Escritos Mesiánicos, leemos que el escritor del libro de Hebreos señala que Moshé guardaba tres cosas dentro del arca:

Una vasija de oro que contenía el maná, y la vara de Aarón que reverdecía, y las tablas del Pacto
(Hebreos 9:4).

Debemos aquí entender y captar que cada uno de estos tres elemento alude a uno de los tres oficios del Mesías:

  • Profeta,
  • Sacerdote y
  • Rey.

Ahora veamos esto en la vida de nuestro Maestro y Dueño Yeshúa:

  • En Su primera venida, Yeshúa vino principalmente en el papel de profeta.
  • Después de su resurrección y ascensión, Yeshúa asumió su papel como nuestro Sumo Sacerdote celestial.
  • Cuando regrese, en su Segunda Venida, reinará en Sión como Rey.

El maná simboliza Su papel como profeta, como dice: “[Él] os alimentó con maná… para daros a entender que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del SEÑOR” (Deuteronomio 8:3). Teniendo en cuenta esto fue que Yeshúa dijo: “Yo soy el pan que descendió del cielo” (Juan 6:41).

La vara de Aharón que reverdeció simboliza su resurrección y ministerio sacerdotal, sentado a la diestra del Padre.

Las tablas del pacto simbolizan Su papel como rey – legislador. En la Era Mesiánica, todas las naciones estarán sujetas al Mesías Rey, y la Torah saldrá de Sion (ver Miqueas 4:2).

Moshé y los hijos de Israel mantuvieron la vara de Aharón en el arca como testimonio de la elección de Yahvéh de la casa de Aharón. Según la leyenda judía, “Todos los reyes tenían el mismo bastón en la mano hasta que el Templo fue destruido, y luego fue escondido. Ese mismo bastón también está destinado a ser sostenido en la mano del Rey Mesías”. ( Números Rabá 18:23).

Esa misma vara también está destinada a ser sostenida en la mano del Rey Mesías (que venga pronto en nuestros días), como dice [en el Salmo 110:2]:

Yahvéh extenderá desde Sión tu fuerte cetro, diciendo: ‘Gobierna en medio de tus enemigos.’”
(Números Rabá 18:23)

En verdad, hay una infinidad de cosas para decir acerca de los tres oficios del Mesías, esta bitácora sólo ha sido una pincelada de Su obra gloriosa. Es que la historia de la Salvación es, sin duda alguna, cautivante y muy profunda en cada uno de sus código de Luz. Pero les solicito que no nos pese ver el Plan Redentor en términos humanos, sino que los invito a alegrarnos de tener una Salvación tan grande, y un Redentor tan asombroso.

¡ALELUYAH!


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Kohanim, sacerdotes, sí,… pero de otro tipo


Por P.A. David Nesher

Comencemos haciendo la siguiente pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre los sacerdotes (kohanim) de la Torah y los «sacerdotes» de las denominaciones cristianas que utilizan este título como cargo clerical? Te aseguro que es más de lo que piensas; ni siquiera están relacionados. Te invito pues a considerar las diferencias, y así comprender el Plan de Salvación de nuestro Elohim en Su Mesías (Ungido).

Sabemos por los distintos historiadores que, no mucho después de separarse del judaísmo, el cristianismo comenzó a desarrollar una clase clerical responsable de pastorear a la gente, oficiar los servicios y administrar los sacramentos en el culto dominical. De este modo, la clase de servidores de presbíteros pasó a constituir una casta clerical llamada sacerdotes. Sin embargo, los diversos sacerdocios que originó la cristiandad son diferentes del sacerdocio de las Sagradas Escrituras. En otras palabras el sacerdocio bíblico no está relacionado con el sacerdocio que opera dentro del cristianismo actual.

La palabra hebrea para «sacerdote» es kohen . Si eres judío y tienes un apellido como Cohen, Kowen, Kahan o Koen, Kogan, probablemente seas descendiente del hermano de Moisés, Aarón, y sus hijos. Tus antepasados sirvieron como sacerdotes en el Tabernáculo y en el Templo de Jerusalén.

«Entonces acerca a ti a Aarón, tu hermano, y a sus hijos con él, de entre los hijos de Israel, para que me sirvan como sacerdotes:
Aarón, Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón.«
(Éxodo 28:1)


En la Torah, solo los descendientes de Aarón podían ser sacerdotes. Es decir que ellos nacieron ya en el puesto. Ante esto, notamos una importante diferencia: los sacerdotes de Israel no hacían votos de celibato; sino que más bien, el sacerdocio se transmitía a través de las familias. Así pues, y hasta nuestros días, Los descendientes de Aarón han intentado preservar su linaje familiar a través de las generaciones. Los sacerdotes son un grupo familiar especial dentro del pueblo judío. La mayoría de las comunidades judías tienen varias familias que pertenecen al sacerdocio aarónico.

Cabe aquí también aclarar que los sacerdotes y los rabinos no son lo mismo. Un rabino es alguien que asistió a una escuela rabínica (en hebreo: Yeshiváh) y recibió la ordenación rabínica por parte de un organismo de ordenación oficial dentro del judaísmo. Cualquier judío puede convertirse en rabino, y una sola comunidad judía a menudo tiene muchos rabinos.

Hasta el día de hoy, los sacerdotes conservan su condición sacerdotal en el judaísmo. Los descendientes de Aarón todavía están sujetos a restricciones especiales y leyes de la Torah que se aplican al sacerdocio según las Escrituras Santas. Además, los sacerdotes disfrutan de privilegios especiales en la sinagoga y sirven en ciertas funciones rituales. Por ejemplo, si un sacerdote está presente en Shabat, se le da la primera oportunidad de leer el rollo de la Torah. Al final de las oraciones del Shabat, es llamado para ofrecer la bendición sacerdotal sobre la congregación. Los sacerdotes también son responsables de funciones rituales en la comunidad como la redención de los hijos primogénitos.

A pesar de estas funciones modernas, el sacerdocio aarónico ya no es lo que solía ser. En los días cuando el Tabernáculo (o Templo) estaba en pie, el sacerdocio era un componente crucial en el servicio de Elohim. Eran responsables de los servicios de adoración. Ellos manejaban los sacrificios y cuidaban los fuegos del altar, encendían la menorah, quemaban el incienso sagrado, horneaban el pan de la Presencia y hacían todo el servicio del Tabernáculo. Llevaron a cabo el servicio divino en nombre de toda la nación de Israel. Además, eran responsables de enseñar Torah a la gente.

El sacerdocio ilustra nuestra relación con Elohim.

Como el israelita común en los días del Tabernáculo, no podemos entrar directamente a la presencia de Dios. En cambio, necesitamos un intermediario, que oficie como pontífice (puente). En el Tabernáculo y el Templo, los intermediarios se llamaban sacerdotes. Facilitaron la relación entre YHVH y el pueblo de Israel. De manera similar, nosotros, los discípulos de Yeshúa, consideramos a nuestro Salvador como nuestro intermediario con el Eterno. Él es el intermediario que actúa como sacerdote para nosotros en el Templo celestial. Sin embargo, el sacerdocio de nuestro Maestro es espiritual y no reemplaza el sacerdocio mundano y eterno prometido a los hijos de Aarón.

Los sacerdotes han estado sin trabajo desde la destrucción del Templo, pero podrían volver a trabajar si el Templo alguna vez fuera reconstruido. Los sacerdotes esperan hoy la reconstrucción del Templo Sagrado en Jerusalén, cuando serán llamados al servicio. Un día lo serán. Según el profeta Jeremías, la promesa de el Eterno de restaurar el sacerdocio aarónico está inseparablemente unida a su promesa de enviar al Mesías davídico:

«Así dice el SEÑOR:
Si podéis quebrantar mi pacto del día y mi pacto de la noche, de modo que el día y la noche no lleguen a su tiempo señalado, entonces también mi pacto con mi siervo David será quebrantado para que él no tenga hijo que reine sobre su trono, y con los sacerdotes levitas, mis ministros.«
(Jeremías 33:20-21)

ADAPTADO DE: Torah Commentary Set.

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Los asistentes divinos: Aarón y sus hijos… ¿Un Sacerdocio Hereditario?

Por P.A. David Nesher

Una suposición básica subyace, de principio a fin, en todas las ascensiones de nuestra presente parasháh de TETZAVEH. Dicha suposición es que los asistentes que conducen la vida diaria del Mishkán (la Casa Favorita de Dios), sobre cuyas actividades diarias (ropa y día de juramentación leemos con tanto detalle), no serán otros que Aarón y sus hijos.

Así, a lo largo de nuestra parasháh, todo el enfoque está puesto en Aarón y sus hijos, sus actividades, vestimentas y funciones. De hecho, es un dato no menor que el nombre de Moisés no aparece en ninguna parte de nuestra parasháh de principio a fin, aunque se le dirige directamente en sus palabras iniciales, VE-ATAH TETZAVEH, traducida como: «Y TÚ ordenarás…»; y además, él fue el actor central en la inducción de los sacerdotes. [Los Sabios dicen que una de las razones por las que el nombre real de Moisés se dejó fuera de la parasháh de esta semana es porque Moisés clamaría más tarde, en la parasháh de la próxima semana (Ki Tisá): — “borrame de tu libro” (Éxodo 32:33). Sin embargo, esa oración ya había sido respondida antes de que fuera dicha, ¡ya que Dios “borró” el nombre de Moisés al no escribirlo en ninguna parte de la parashá de esta semana!]

Ahora bien, abordando la suposición central: que será Aarón y sus hijos quienes desempeñarán el papel de ministros en la Casa de la morada de la Santa Presencia, debe entenderse el principio de interpretación hebrea que dice: EIN MUKDAM O ME-UJAR BATORAH (“No hay un ‘antes’ y un ‘después’ en la Torá”). 

Partiendo de dicho principio hermenéutico, diré entonces que la razón para el nombramiento de Aarón y sus hijos y nadie más para ser los sacerdotes que ministran en la Casa no se hace evidente en la narración de la Torah sino hasta la parashá de KI TISA (de la próxima semana), con el relato del pecado del Becerro de Oro. Sin embargo, incluso antes de que la razón se hiciera manifiesta, su designación ya estaba concebida en la mente y voluntad del Eterno antes de ese evento, como vemos en la parashá de TETZAVEH que estamos estudiando esta semana.

Hemos ya estudiado que a los primogénitos de los Benei IsraelHijos de Israel«) se les ofreció originalmente la oportunidad de convertirse en los que servirían como sacerdotes. De hecho, en la Matán TorahEntrega de la Instrucción«), notamos que eran los primogénitos, traducido también como los «jóvenes«, o los “muchachos” de los Hijos de Israel quienes oficiaban en los sacrificios, como leemos en MISHPATIM (Éxodo 24:5).

Sin embargo, con el pecado del Becerro de Oro (relatado la próxima semana en KI TISÁ), cada uno de los primogénitos de los Hijos de Israel falló la prueba crucial. A partir de ese momento, el sacerdocio se le dio a Aarón y su descendencia como un regalo hereditario para siempre.

¿QUÉ ES ESTO DE UN SACERDOCIO HEREDITARIO?

En una era en la que los cargos públicos en prácticamente todos los países «avanzados» están teóricamente abiertos a todos los ciudadanos, el papel de un sacerdocio hereditario, que está en el centro mismo del sistema de penitencia de la Torah, los rituales del Santuario y el Templo, requiere alguna explicación. .

Gran parte de Génesis se ocupa de disputas sobre quién debe servir en el papel de «sacerdote». Caín luchó con Abel. Ismael peleó contra Isaac. Esaú peleó contra Jacob. Reuven fue el primogénito, pero Levi tomó la iniciativa, Judá, el cuarto en la línea, se convirtió en el líder, mientras que fue el justo José (contra quien lucharon todos los hermanos) quien recibió una doble porción de primogénito de dos tribus. Y entonces Efraín tuvo prioridad sobre el primogénito Menashé.

Estudiando Shemot (Éxodo) hemos visto que Kehat, el segundo hijo de Leví, tuvo prioridad sobre el primogénito Gershón. Amram fue de hecho el primogénito de Kehat, sin embargo, mientras que el sacerdocio fue para el hijo mayor de Amram, Aarón, este último fue secundario en la profecía a su hermano menor, Moisés. Los primogénitos de los Hijos de Israel probaron brevemente el sacerdocio en el momento de la entrega de la Torah, cincuenta días después de haberse salvado de la plaga que mató a todos los primogénitos egipcios. Sin embargo, los primogénitos israelitas fueron desplazados de su “derecho de nacimiento”, el sacerdocio hereditario para siempre, debido al pecado del becerro de oro.

Esto plantea la cuestión de la naturaleza del sacerdocio en la emunáh (fe) hebrea de Israel, que es relevante para nuestra parashá de TETZAVÉH, toda la cual está dedicada a los deberes diarios de los sacerdotes, sus vestiduras y su servicio de inducción.

En primer lugar, enseñaré que es cierto que la tribu de Leví (que no participó en el pecado del becerro de oro) y los Kohanim (Sacerdotes) son en muchos aspectos castas hereditarias separadas. Sin embargo, sigue siendo cierto que la estructura social ideal de los israelitas, tal como se contempla en la Torá, está notablemente libre de las jerarquías sociales y las desigualdades que caracterizan incluso a las sociedades más “democráticas”.

Entendemos, según lo revelado por la misma Torah, que la sociedad israelita se concibe como una que debe estar libre de cualquier tipo de red jerárquica extensa de funcionarios religiosos que actúan como únicos intermediarios entre el pueblo y Dios, y cuyo servicio ante sus feligreses pasivos toma el lugar de la vida personal del individuo (relación con Dios).

Esto es cierto, a pesar del hecho de que solo los Kohanim (descendientes masculinos de Aarón) y los miembros de la tribu de Leví podían servir en el Templo, y solo los Kohanim podían realizar ciertas funciones rituales vitales (como la purificación de la lepra). Sin embargo, el Templo en sí tenía un número relativamente pequeño de funcionarios sacerdotales permanentes que eran responsables del mantenimiento de la Casa. Los servicios de sacrificio reales en la Casa fueron realizados por diferentes sacerdotes todos los días. Cada uno de los 24 contingentes de sacerdotes en que se dividían los Kohanim servía durante dos semanas al año y en festivales, dedicando el resto de su tiempo a enseñar Torah entre la gente de las localidades donde vivían. La única excepción destacada a esta regla, además del pequeño núcleo del personal permanente del Templo, era el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote).

Ciertamente es correcto que los Kohanim eran una casta sacerdotal hereditaria, que recibía TERUMÁH, el primer regalo de las cosechas de todos (Bikurim), así como porciones de carne, lana y varios otros regalos. De esto vivían. El propósito de proveer a los miembros de esta casta con sus necesidades materiales era permitirles dedicarse a un nivel de devoción más alto que el promedio (como se expresa al comer Terumah y porciones de sacrificio en pureza ritual) y al estudio de la Torah. Se esperaba que los Kohanim pudieran desempeñar el papel de jueces de la Torah en casos de disputas (ver Deuteronomio 19:17). También iban a desempeñar un papel central en el «diagnóstico» y la «purificación» de la lepra y otras enfermedades (Levítico Cap. 13 y ss.)

Sin embargo, sigue siendo cierto que a pesar de su papel exclusivo en los servicios de sacrificio del Templo y en la purificación de la lepra, los Kohanim no eran intermediarios religiosos que en algún sentido REEMPLAZARON la conexión personal del individuo con YHVH.

Los Hijos de Israel fueron concebidos como una nación de pequeños terratenientes libres e independientes, cada uno cultivando lo suyo y sentándose bajo su vid e higuera. Sólo en circunstancias extremas, uno sería vendido como esclavo a otro (como se instituye en MISHPATIM). Incluso uno que cayera en la esclavitud finalmente saldría libre al final de los siete años o en el año del jubileo. En el séptimo año, todas las deudas debían ser canceladas. Los que habían vendido su tierra la recuperarían en el Yobel (Año del Jubileo). Claramente quedaba revelado que la visión divina no era la de un país donde la mayor parte de la riqueza se concentra permanentemente en manos de una pequeña élite.

Así como todos los Hijos de Israel escucharon el Primer Mandamiento, a todos se les ordenó servir al Único Dios, cada uno a través de sus propias oraciones y actos de servicio. La Torah ordena que todos los Hijos de Israel deben ser santos (Levítico 19:2). Todos y cada uno deben esforzarse por seguir los caminos del Eterno. Convertirse en nazareo se considera un exceso: ¡el nazareo debe traer una ofrenda por el pecado! No hay monjes en la fe de Avraham, Itsjak y Yaakov.

Fuera del Templo mismo, la vida israelita estaba destinada a estar libre de una élite de funcionarios religiosos. Aunque Kohen y Levita tienen el honor de ser llamados en primer y segundo lugar a la lectura pública de la Torah, la sinagoga real y sus servicios están a cargo de sus miembros, la mayoría de ellos israelitas. El servicio sólo puede tener lugar si está presente un quórum de 10 israelitas (minyán). No hay necesidad de un rabino oficial siempre que alguien presente, cualquier israelita, sepa cómo dirigir el servicio y leer la Torah. Los “funcionarios” en la sociedad israelita son los “capitanes de decenas”, “capitanes de cincuenta”, “capitanes de centenas” y “capitanes de millares”. Estos deben ser “hombres de valor, temerosos de Dios, hombres de verdad, que aborrecen las ganancias” (Éxodo 18:21), pero no tienen que ser kohanim. 

¿Cuál es entonces el papel de los Cohanim hereditarios, cuyo servicio en el Templo, vestiduras e inducción son el tema de nuestra parashá de TETZAVEH?

El concepto clave necesario para entender el papel del Kohen, particularmente el del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), es el concepto de KAPARAH (traducido como «expiación«). Este y otros conceptos relacionados se repiten varias veces en nuestra parasháh. El propósito de las piedras preciosas que estaban adheridas a los hombros del Sumo Sacerdote y que llevaban los nombres de las tribus de Israel era que el Eterno las «recordara» con favor. El uso de la TZITZ, la placa de la cabeza con la inscripción «Santo a YHVH«, era para asegurar la expiación por la impureza. El verso final de nuestra parasháh habla de cómo el Sumo Sacerdote debe rociar anualmente el Altar de Incienso dorado con la sangre de la ofrenda por el pecado del Día de la Expiación para lograr KAPARAH (la expiación).

Entonces, la institución del sacerdocio no pretendía reemplazar el apego individual a YHVH por parte de cada persona a través de sus propias devociones. Si bien los Kohanim están encargados de mantener el Templo Sagrado como el foco central de la vida religiosa israelita y, de hecho, mundial (porque está escrito: «Mi casa es la Casa de oración para todas las naciones«), su papel en la vida devocional del individuo es de importancia principalmente cuando el “ciudadano” individual e independiente SE DESVÍA del camino y cae en el pecado. Entonces es incapaz de ayudarse a sí mismo. Si es probable que traiga un sacrificio, necesita un Kohen que lo ofrezca por él. Si tiene lo que cree que es un parche de lepra en la piel (un signo de una deficiencia personal), necesita un Kohen para tomar la determinación y un Kohen para purificarlo.

El Kohen puede desempeñar su papel como funcionario en los servicios del Templo y como portador de la EXPIACIÓN solo manteniéndose al margen del resto de las personas y exigiéndose más a sí mismo. Los Kohanim se distinguieron por su herencia genética única como descendientes masculinos directos de Aarón, y protegieron esta herencia adhiriéndose a niveles más altos de santidad personal (como que un Kohen no puede casarse con una divorciada, etc.).

Las ricas y coloridas vestiduras rituales del Sumo Sacerdote encarnan este concepto de separación, santidad y expiación. Así también, la ceremonia de juramento de los sacerdotes durante sus siete sías de Iniciación se caracterizó por la separación, la santidad y la expiación lograda mediante la ofrenda del buey como ofrenda por el pecado (expiación por el pecado del Becerro de Oro) y la ingestión de ofrendas de paz.

La expiación depende de las vestiduras sacerdotales y del consumo de las porciones de sacrificio por parte de los sacerdotes. El pecado original de Adán, del cual el pecado del becerro de oro fue una «repetición», se produjo al comer. Después de que Adán y Eva pecaron, YHVH Elohim les dio ROPA para cubrir su desnudez y comenzar el proceso de expiación. Los sacerdotes continúan este proceso de expiación vistiendo sus vestiduras únicas mientras comen su porción del sacrificio del pecador.

La herencia hereditaria del sacerdocio — SERVICIO del Templo — por parte de los hijos de Aarón se justifica por el hecho de que Aarón se unió a la herencia de la Torah mediante la elección de una esposa para ser madre de sus hijos. Porque “Aarón tomó a Elisheva, la hija de Aminadav, hermana de Najshon como su esposa, y ella le dio a luz a Nadav y Avihu, Elazar e Itamar” (Ex. 6:23). El padre de Elisheva, Aminadav, era el Príncipe de Judá, la tribu a la que Jacob confió la custodia de la Torah, mientras que su hermano Najshon fue el primero en saltar al Mar Rojo. El conocimiento de la Torah es indispensable para el buen funcionamiento del sacerdocio. Sin la Torah, el sacerdote está indefenso: un sacerdote ignorante necesita un estudioso de la Torah que le enseñe cómo tomar la decisión correcta en casos de lepra.

¡Anhelo que a través del mérito de nuestro estudio de la Torah, según el yugo de Yeshúa nuestro Maestro y Dueño, que podamos ver el Templo Sagrado reconstruido rápidamente en nuestros tiempos!

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¿Qué Significa Vestirse con la Armadura de Dios?

Por P.A. David Nesher

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” 

Efesios 6:11 – 12

El apóstol Pablo recomiendo a los discípulos de Yeshúa que habitaban la ciudad de Éfeso que presentaran diariamente batalla al Oponente, vistiéndose con la armadura divina, confeccionada en la Justicia y la Verdad.

Por siglos, en el cristianismo, se ha enseñado que este consejo paulino surgía del hecho de que el apóstol escribía la epístola inspirándose en la guardia romana que lo vigilaba en la cárcel.

Ahora bien, ¿cree usted que Pablo representaría la armadura del creyente con un soldado romano?

Lo invito a sentarse a escuchar este SEMINARIO y tomar nota de toda la Verdad que se esconde en dicho consejo apostólico:

Yom Kippur en los Tiempos del Santo Templo

Por P.A. David Nesher

A dos décadas de haber iniciado el siglo XXI nos podemos preguntar: ¿Cómo era el servicio del Santo Templo para este día tan especial de Yom Kippur, conocido como el Día de la Expiación? … Bueno, por medio de la tradición logramos conocer cómo era el procedimiento de los servicios litúrgicos, así como el especulado y aún desconocido momento de la suerte de Azazel.

Yom Kippur comenzaba para el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), siete días antes del 10 de Tishrei, cuando el Kohén Gadol tenía que dejar su casa de habitación, que generalmente era un palacio, y confinarse en las instalaciones del Santo Templo. Iban a ser siete días durante los cuales no tenía contacto con su esposa y se iría a dedicar completamente al repaso de las leyes pertinentes al Avodáh (servicio) del Seder de Yom Kippur como tal.

Durante estos siete días en las premisas del Templo el Sumo Sacerdote iba a hacer parte de los preparativos de los servicios diarios que se llevaban a cabo por los Kohanim y de esa manera se familiarizaba con todo. Estos siete días son conectados con los siete días de la inauguración del Tabernáculo (en el mes de Aviv) tiempo en el que Moisés actuó como Sumo Sacerdote hasta entregarle las prendas y la autoridad a su hermano Aharón como HaKohen Gadol.

Así, recordamos lo que nos dice la Torah que Aarón y sus hijos, los Kohanim, fueron segregados de sus casas y recluidos por siete días en los linderos del Tabernáculo y de esa manera comenzaron a oficiar durante el Octavo día (Levítico 8:33, Yoma 2a.)

Las actividades durante Yom Kipur preferentemente se llevaban a cabo por el Sumo Sacerdote, quien se volvía la figura central de toda la Avodáh de este sagrado día, aunque los Kohanim tenían que desarrollar mucha parte de la ceremonia y lo referente a las ofrendas. De esta manera, el Kohen Gadol en este único día del año tenía que colocarse ocho prendas, que incluían 4 prendas de oro. Naturalmente entendemos que al portar las prendas para este día debía primero ir al Mikvé, al baño ritual y sumergir todo su cuerpo en agua pura.

Cabe destacar que si uno de los sacerdotes durante la noche previa tenía una emisión seminal, él no podía participar de los servicios del Templo hasta tanto no se hubiera sumergido en el Mikvé y dejara que llegara la noche.

Nuestros sabios indican que demasiado alimento inducía a una emisión seminal, por lo tanto, al Kohén Gadol solo se le daba una pequeña ración para evitar sufriera un percance.

El Kohén Gadol se aprestaba entonces a vestir 4 prendas de oro, previo un baño ritual, realizaba una parte del servicio, y luego iba de nuevo al Mikvé y se cambiaba las prendas de oro por las de lino blanco.

Portando las prendas de oro el Kohen Gadol oficiaba en la mañana el servicio de Tamid, preparaba las lámparas de la Menorah y ofrecía el incienso diario.

El Kohen Gadol, al anochecer del día 9 de Tishri se unía a los ancianos del Sanhedrín se ubicaban en la Puerta del Este, quienes le indicaban que leyera en voz alta las Leyes y los condujera a la belleza de las ofrendas del día que terminaba.

El Sumo Sacerdote era instruido en la manera de cómo recoger el incienso con sus manos, una de las más difíciles tareas para el Servicio en el Templo. Así, durante Yom Kippur, el Kohen Gadol colocaba el incienso sobre una pala de carbones encendidos y eso producía una nube de incienso que cubría todo el Lugar Santísimo.

Después de haber expuesto la Halajáh (Ley Oral) del Avodáh (Servicio) del Gran Día, y haber leído las Sagradas Escrituras, todos los ancianos lo rodeaban lo mantenían despierto hasta la medianoche. En ese momento, los Kohanim echaban suertes para ver a quien le tocaba remover las cenizas del Altar como dice Levítico 6:3 para un día normal; luego echaban otra suerte para ver quien limpiaba las cenizas del Altar Interior y de la Menorah; luego otra suerte para los que iban a servir el incienso; una cuarta suerte para elegir a los Kohanim que irían a ofrecer las partes que se quemaban.

Cuando el vigía anunciaba: »El primer destello de la mañana ha salido», ellos tendían una sábana blanca de lino que protegía al Kohen Gadol. El entonces se quitaba sus ropas y se sumergía en el Mikvé y se colocaba las ropas de oro para iniciar las ofrendas continuas de la mañana. También, santificaba sus manos y sus pies y hacía una incisión en el animal que serviría de holocausto. Inmediatamente, él escogía a un Kohen para que hiciera el sacrificio del animal y el Sumo Sacerdote recibía la sangre en una vasija denominada el Mizrak, que él iba a rociar en la esquina del Altar.

Luego el sumo Sacerdote quemaba el incienso, preparaba la Menorah, traía las partes que iban a ser ofrecidas en el Altar y hacía las libaciones que marcaban el orden del servicio.

De nuevo, localizados en la Cámara del Templo llamada Parváh, era colocada una sábana blanca de lino y el Sumo Sacerdote se sumergía en el Mikvé, santificaba sus manos y sus pies y se disponía a colocarse las vestiduras de lino blanco o Pelusian. Estas eran unas ropas muy costosas que eran preparadas con lino muy fino producido en la región de Pelusium, Egipto. Eran llamadas las Vestiduras Magnificas para servir al Rey de Gloria.

El toro permanecía entre la antecámara y el Altar mirando su cabeza hacia el Sur, luego era volteado y la cara del toro miraba hacia el Oeste, hacia el Santuario. El Kohen Gadol entonces colocaba sus manos sobre la cabeza del animal y confesaba sus pecados no dejando nada escondido entre su corazón. Durante la Avodá (labor o servicio sacerdotal) él hacía tres confesiones:

  • La primera confesión era por él mismo, y su familia inmediata. El pedía entonces perdón por todos sus pecados, enumerándolos desde el más simple hasta el más grueso. Cada confesión tenía que contener el Inefable Nombre, por lo tanto Tres veces nombraba a YHVH por Su Nombre -Shem HaMeforash- , usando el Tetragramatón. En la primera confesión se dirigía a Dios directamente.
  • La segunda confesión era por los demás Sacerdotes y se dirigía a Dios santificándolo como YHVH HaTzur (La Roca) en su calidad de Misericordioso.
  • En la tercera confesión abrigaba a toda la nación entera de Israel. Cada una de las veces volvía a donde estaba el toro y confesaba sobre su cabeza.

Cada vez que el Sumo Sacerdote pronunciaba el Santo Nombre, toda la Nación de Israel se postraba en el piso y daban gracias. Hoy en la Sinagoga, nos postramos tres veces y confesamos: »Baruj Shem Kevod Maljutó le olam va ed» que significa «Bendito es el Nombre de Su Glorioso Reino por toda la eternidad».

Después de sacrificar el toro, el Kohen Gadol entraba al Lugar Santísimo por primera vez y ofrecía Incienso frente al Arca Sagrada. Una segunda vez regresaba al Kódesh HaKodashim (Lugar Santísimo) y esparcía la sangre del animal. Luego de haber echado las suertes por los machos cabríos, el regresaba al Kódesh Hakodashim y esparcía la sangre del chivo en quien había caído «la suerte de YHVH», que era la ofrenda por el pecado.

¿Después del Primer Templo a qué lugar se dirigía siendo que no existía el Arca? Existían dos cortinas paralelas que separaban al Lugar Santísimo del resto del Templo. El Kohén Gadol entraba desde el Sur y caminaba hacia el Norte hasta el final de la Cortina Interior. Luego se volvía hacia la izquierda al Kódesh HaKodashim y se devolvía caminando hacia el sur hasta que llegaba a donde estaban Las Habadim (Varas) del Arca

Como se recuerda, el Arca fue escondida por el Rey Yoshiyahu al finalizar la era del Primer Templo y su lugar no fue revelado a aquellos que construyeron el Segundo Templo. Por lo tanto, el Sumo Sacerdote no llegaba hasta el Arca sino hasta las Varas que quedaron del Arca que eran dos palos de acacia y que indicaban hacia el Santuario.

Cada vez que el Sumo Sacerdote esparcía la sangre lo hacía contando de la siguiente manera:

  • ajat -uno-;
  • ajat ve ajat -uno más uno-;
  • ajat ushtayim -uno más dos-;
  • ajat veshalosh -uno más tres-;
  • ajat vearbá -uno más cuatro-;
  • ajat vejamesh -uno más cinco-;
  • ajat vashesh -uno más seis-;
  • ajat vashevá -uno más siete-.

Luego hacía lo mismo con la sangre del macho cabrío de YHVH.

YHVH vs. Azazel

Los dos machos cabrios eran comprados con fondos de la comunidad y tenían que parecerse hasta en su apariencia, altura y en el mismo precio. El Kohen Gadol tenía una caja de madera con dos suertes (el sumo Sacerdote Ben Gamla las mandó a hacer de oro puro) que decían: «para YHVH» y la otra «para Azazel«, según lo que prescribe Lev 16: 5-10 (cf. también Misná, Yomá 3,9; 4,1).

Tras echar suertes, y sobre el destinado al Eterno, el Sumo Sacerdote recitaba esta invocación: «Para el Señor, como sacrificio por el pecado (Rabbí Ishmael sostiene que se decía solo “para el Señor”)» [cf. Misná, Yomá 4:1]. Y lo dejaba cerca.

Y después entraba en el Kódesh HaKodashim (Santo de los Santos o Lugar Santísimo), donde el Sumo Sacerdote pronunciaba el Nombre Santo de Dios, el Tetragrama Sagrado (las cuatro letras YHVH), solo él y únicamente en el día del Yom Kippur, realizaba la proclamación del inefable Nombre divino, el cual era un elemento esencial del rito para obtener la expiación y el perdón.

Después de eso, salía y se dirigía al macho cabrío «para Azazel». El nombre Azazel se deriva de las palabras Az (fuerte) y El (Poderoso). Estas palabras se refieren a las características físicas del terreno, es decir lugar de acantilados.

El Sumo Sacerdote ataba un hilo de color rojo púrpura entre sus cuernos para distinguirlo (cf. Misná, Yomá 4,2). También, en ese momento, se ponía otro hilo rojo en las puertas del Templo. Y dejaba allí al macho cabrío hasta un momento posterior.

Luego se procedía a despachar el chivo designado para Azazel con una persona designada para despeñarlo en los acantilados.

Para ello, y después de toda la Avodáh en el Santuario esto, el Sumo Sacerdote salía del Kódesh HaKodashim (Santo de los Santos), se acercaba al macho cabrío para Azazel, le imponía las manos y hacía la tercera confesión de los pecados, esta vez por todo el pueblo (Misná, Yomá 6,2):

Oh YHVH, tu pueblo, la casa de Israel ha cometido la iniquidad, ha transgredido, ha pecado ante ti. Perdona, YHVH, las iniquidades, las transgresiones, los pecados que tu pueblo, la casa de Israel, ha cometido, con los cuales ha transgredido y ha pecado ante ti, como está escrito en la Instrucción de Moisés tu siervo: «Porque en este día se hará expiación por vosotros, para purificaros. De todos vuestros pecados quedaréis limpios delante de YHVH (Lev 16,30)”.

Todo el pueblo estaba en el atrio del Templo y cuando oía que se pronunciaba el Santo Nombre de Dios (era la segunda vez que sucedía), postrándose en el suelo aclamaba:

Baruj Shem Kevod Maljutó le olam va ed»
que traducido es: “¡Bendito el nombre de la gloria de su reino por siempre! 
(Misná, Yomá 6,2). 

De este modo se ponían todos los pecados del pueblo sobre el macho cabrío y se le conducía al desierto, donde tenía que morir como maldito y “pagar”, digámoslo así, para expiar por todo el pueblo. Debían asegurarse de que el animal moría, de lo contrario la expiación no tendría lugar. Se hacía una larga procesión con el macho cabrío, y durante el camino se le alimentaba y se le atendía (Misná, Yomá 6,4-6): debía morir en el desierto, a cinco kilómetros de Jerusalén. Se le precipitaba por un barranco y se debía constatar su muerte. El pueblo, al ver señales de humo, entendía que el macho cabrío había muerto, entonces el Sumo Sacerdote podía quemar las partes sacrificiales de los animales (Misná, Yomá 6,8).

Después de esto el Kohen Gadol se metía en el Mikvé por tercera vez y se colocaba las vestiduras de oro para hacer el servicio de Mussaf. Luego se sumergía por cuarta vez en el Mikvé y se colocaba las prendas de Lino Blanco y entraba por cuarta y última vez al Kódesh Hakodashim para retirar las vasijas que había usado en la ceremonia del incienso. De nuevo se sumergía por quinta vez en el Mikvé y se colocaba las ocho prendas de oro y ofrecía el Tamid, quemando el incienso de la tarde y prendiendo las candelas de la Menorah.

Cuando el Sumo Sacerdote salía del Templo y se mostraba a la nación entera, el pueblo, vestido de blanco, y asegurado que había recibido expiación por otro año más, celebraba y se regocijaba con el espíritu del día.

Según la Mishná (Yomá 6:8), cuando el macho cabrío para Azazel moría en el desierto, sucedía un milagro: el hilo rojo de la puerta del Templo se volvía blanco. Acerca de este milagro celestial encontramos una referencia al oráculo del profeta Isaías:

«Así fueren vuestros pecados como la grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la lana quedarán»
(Isaías 1:18) (cf. Midrash Sifré Dt 1,7).

Por esto, una de las denominaciones del Templo en la época de Yeshúa era «Monte Líbano»: el nombre «Líbano» en hebreo tiene la misma raíz que el término labán (que significa «blanco»). Se trataba de algo parecido al “milagro” de la nieve sobre los montes del Líbano, y sobre el monte Hermón. Es que en el Santo Templo se producía el perdón de los pecados e Israel volvía al candor de la nieve. Es muy interesante saber que el Talmud narra que desde cuarenta años antes de la destrucción del Templo (desde el 30 d.C., fecha probable de la muerte de Yeshúa) el milagro ya no tuvo lugar: el hilo rojo no volvió a cambiar de color nunca más (Yomá 39b).

Un último aporte que quiero hacerles, surge de la curiosidad del hecho que el Pueblo se vestía de blanco al terminar el Gran Día. ¿Qué significa dicha vestidura para Israel?

  • (1) es el vestido de la pureza, de la inocencia, de la santidad;
  • (2) también es vestido de fiesta, así como
  • (3) la vestimenta nupcial que la esposa debe regalar al esposo;
  • (4)  es también un vestido de sepultura: los israelitas (especialmente los varones) son sepultados con la vestidura blanca de su Talit o Manto de Oración, en posición fetal, como signo de la espera en la resurrección;
  • (5) es el vestido del sacerdote en el santuario; y
  • (6) la del sumo sacerdote en la liturgia del Yom Kippur, tal como se vivía en el Templo.

Bibliografía

  • La Torah, especialmente en Levítico capítulo 16.
  • La Mishná, más precisamente en el tratado Yomá.
  • El Midrash Sifré Flavio Josefo en Antigüedades judías 18,94.
  • Filón de Alejandría De specialibus legibus II, 194.
  • Francesco Giosué Voltaggio en Las fiestas judías y el Mesías 

Cómo Vivir Entre el Orden y el Caos? (Parashá Tzav – Primera Parte)

Por P.A. David Nesher

Logrando una conexión perfecta con la Luz Infinita que ha creado todo, el ser humano consigue que todo aquello que constituye los distintos planos existenciales se someta a su deseo y beneficie a su entorno. La metodología de los korbanot es una pedagogía celestial ideal para ascender de conciencia y producir milagros.

La SEGUNDA PARTE de esta enseñanza puedes verla en este enlace: https://youtu.be/a0IBysWjmm0

Oración de Fortaleza para Vencer el Pesimismo y la Tristeza

Autor: Qriswell Quero

Todos los días, debes levantarte seguro de que vas a triunfar, sin perder las esperanzas. No te quedes pegado en esa circunstancia que te nubla el pensamiento y que no te deja avanzar, Dios actuará en el momento menos pensado por ti, simplemente no desmayes, hay que seguir creyendo en lo que Dios hará en tu vida.

Quiero invitarte hoy a que recobres ese ánimo perdido por aquellas circunstancias adversas que te han robado la paz, y a que nunca te olvides que Jesús siempre te acompaña, Jesús camina contigo y debes confiar que así es.

Anímate y lucha con todas tus fuerzas y con las fuerzas que Dios ha colocado dentro de ti, ruégale, pídele, clámale, implórale, pero no te quedes inmóvil como si fueses una estatua esperando a ver si todo pasa o se calma.

¡Ten fe en lo que el Señor hará y entonces recibirás las respuestas que has estado esperando! Vamos, sonríe porque, con Jesús a tu lado, te esperan cosas hermosas, días maravillosos, sueños que realizar y nuevas cosas que descubrir.

Deja que Dios sea esa luz que ilumina todos tus senderos, apacigue todas tus tormentas y encauce tu vida por caminos de victorias.

¡Vamos! renueva tu espíritu de víctoria y permite que el poder restaurador de Dios toque todos tus sentidos, los llene de su Gracia y los avive con una entregada pasión

Todos los días, debes levantarte seguro de que vas a triunfar, sin perder las esperanzas. No te quedes pegado en esa circunstancia que te nubla el pensamiento y que no te deja avanzar, Dios actuará en el momento menos pensado por ti, simplemente no desmayes, hay que seguir creyendo en lo que Dios hará en tu vida.

Quiero invitarte hoy a que recobres ese ánimo perdido por aquellas circunstancias adversas que te han robado la paz, y a que nunca te olvides que Jesús siempre te acompaña, Jesús camina contigo y debes confiar que así es.

Anímate y lucha con todas tus fuerzas y con las fuerzas que Dios ha colocado dentro de ti, ruégale, pídele, clámale, implórale, pero no te quedes inmóvil como si fueses una estatua esperando a ver si todo pasa o se calma.

¡Ten fe en lo que el Señor hará y entonces recibirás las respuestas que has estado esperando! Vamos, sonríe porque, con Jesús a tu lado, te esperan cosas hermosas, días maravillosos, sueños que realizar y nuevas cosas que descubrir.

Deja que Dios sea esa luz que ilumina todos tus senderos, apacigue todas tus tormentas y encauce tu vida por caminos de victorias.

¡Vamos! renueva tu espíritu de víctoria y permite que el poder restaurador de Dios toque todos tus sentidos, los llene de su Gracia y los avive con una entregada pasión

«Señor mío, gracias por estar atento a todo lo que necesito y a todo lo que me pasa porque sé que me amas y quieres lo mejor para mí.

Siento que tu inmenso amor me acompaña y me hace crecer, por eso, hoy y siempre, te doy gracias por todo lo que haces en mi vida.

Quiero comenzar todos los días de mi vida con fortaleza y con la certeza de que tu poder y misericordia vienen sobre mí, y recibo con gozo y gratitud esta bendición.

Confió plenamente en tu inmensa bondad y que nunca me abandonas, y menos cuando la tristeza quiere envolverme en sus sombras desalentadoras.

Hoy puedo y quiero decir confiado: «No me rendiré, porque sé que Tú, mi Señor estás conmigo, aunque no pueda verte y a veces hasta ni pueda sentirte, sé que estás allí, se que me cuidas».

Derrama tus bendiciones sobre mí y ayúdame a afrontar toda situación complicada o dolorosa.

Aunque hayan mil y un conflictos a mi alrededor, Tú eres capaz de darme la paz si en Ti confío, porque me tienes un inmenso cariño que sobrepasa todo sentido.

Dame, Señor mío, un poco de tu fuerza para sentirme seguro en mi caminar y poder ser también calma y paz para los míos.«

Y ahora, para terminar, me escudo en tu palabra que bendice y sana, declarando:

«Como un Padre cariñoso con sus hijos, así es cariñoso el Señor con sus fieles».
(Salmo 103,13)

Amén.

Qriswell Quero es un venezolano, ingeniero en electrónica y comprometido con el anuncio del Evangelio. Creyente sólido de que siempre existen nuevos comienzos. Su lema: «Por eso mi corazón se alegra, se regocijan mis entrañas y todo mi ser descansa seguro.» (Salmo 16,8-9)

El Uno Penetrando al Dualismo Cambiante

Por P.A. David Nesher

«Separa a tu hermano Aharón y a sus hijos de los israelitas. Acércalos a ti para que Aharón y sus hijos -Nadav, Avihú, Eliézer e Itamar- sean Sacerdotes para Mí.
Habla con la gente talentosa (sabios de corazón), a quienes Yo he dotado de espíritu de sabiduría, con cualidades artísticas, para que confeccionen las vestimentas de Aharón, y los subsiguientes Sacerdotes principales], para consagrarlo como Sacerdote Mío.»

(Shemot/Éxodo 28:1, 3)

Al sumergirnos en este relato, descubrimos que de acuerdo a la orden del Eterno hubo que realizar un ciclo de siete días de entrenamiento e iniciación de Aharón y sus hijos a fin de asegurar una consagración perfecta del cuerpo sacerdotal (Éxodo 29:35). Si en la ceremonia faltase algo, la consagración sería inválida. Leyendo el Midrash me encontré con el comentario de que durante los siete días inaugurales, los sacerdotes serían vestidos diariamente y al fin de cada día serán desvestidos. De esta forma se iniciarán en el servicio de YHVH.

Al leer el relato descriptivo de las prendas de los kohanim (sacerdotes) y el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) me surgió una pregunta: ¿Qué ropa vistió Moshé durante los siete días de instrucción e iniciación de Aharón y sus cuatro hijos?

Así fue como encontré en el Midrash que Moshé usó una túnica blanca, simple y modesta, sin joyas ni adornos.

Pero lo que más me impresionó de esto fue que en estos siete día de entrenamiento sacerdotal coexistieron tres juegos de ropa:

  • una prenda de Moshé,
  • ocho prendas de Aarón y
  • cuatro prendas de los kohanim regulares.

Esta división numérica de las ropas en 1, 8 y 4, alude claramente a las tres letras de la palabra «Uno«, en hebreo “Ejad” (אחד ) que tienen valores numéricos de 1 que es la letra Alef (א ), el valor de 8 de la letra Jet (ח), y 4 que es el valor numérico de la letra Dalet (ד), respectivamente. Pues bien, profundicé la investigación de esto y encontré una explicación que nos permitirá usar esta información para ayudarnos en nuestra búsqueda que nos permita alcanzar una dimensión más profunda de nuestra interioridad mesiánica.

Encuentro muy conveniente compartirte lo que encontré en una enseñanza del Rav Ginsburg quien nos explica lo siguiente:

«…Todos los días, dos veces al día, pronunciamos la palabra “Ejad” (אחד , Uno) en voz alta con intenciones especiales: «Oye, Israel, YHVH es nuestro Dios, YHVH es Uno«. Al decir la palabra «Uno» debemos tener en mente el valor numérico de cada una de las letras de la palabra en hebreo, con la intención de que la alef (א) valor numérico de 1, alude al Todopoderoso, la letra jet (ח) de valor numérico 8 alude a los 7 cielos junto con la tierra, y la letra dalet (ד), con un valor numérico de 4, alude a las cuatro direcciones del espacio.
Esto significa que no tenemos percepción de la alef (א), porque el Eterno mismo es una unidad singular, por encima de cualquier definición o limitación y no tenemos comprensión alguna de Él. Sin embargo, Su Unidad penetra en el mundo y se puede comprobar a medida que desciende de cielo en cielo hasta llegar a la Tierra, que es la letra jet-, (ח), y se difunde a través de las direcciones del espacio -letra dalet-, (ד).
Entre la letra jet y la letra dalet, la mayor notoriedad es la de la jet, que logra descender y evoluciona de un mundo superior a un mundo inferior, en comparación con la dalet, que representa a la difusión en un plano (…)
Moshé se aferra a la verdad Divina, y conoce al Eterno mejor que nadie. Por eso él viste solo una túnica blanca, porque integra la luz brillante de Dios, tal como Él está en la unidad simple, por encima y más allá de todos los diferentes colores y sus matices. Esto es exactamente como la letra alef (א) de la palabra «uno» (אֶחָד ), que alude a la unidad de Dios (…)
Las cuatro prendas del sacerdote común logran hacer que la luz blanca sea tangible y perceptible para el ojo humano. Dalet o 4, alude a las cuatro direcciones del espacio.
Las ocho vestimentas del Sumo Sacerdote son aquí nuestro punto culminante, ya que tenemos una colección de bellos colores que incluye una gran variedad de tonos, del reino vegetal (lino), animal (lana) y mineral (oro y piedras preciosas). Incluso portan campanitas que llaman nuestra atracción a través de nuestro sentido del oído. Todo el mundo está impresionado y alaba al Sumo Sacerdote, «¡En verdad, qué magnífico que era la visión del Kohen Gadol! Esta es la letra jet (ח) de la palabra «Uno» (אֶחָד ), que logra ilustrar la unidad de YHVH dentro de las miríadas de cambiantes matices de este mundo…».

Bitácora Relacionada:

Recomiendo estudiar: Doce Sensibilidades en el Corazón de Dios

¡Del Salario a la Sobre-Abundancia! (¿Cómo Desarrollar Consciencia de Terumáh)

Por P.A. David Nesher

Di a los hijos de Israel que separen para Mí una ofrenda; de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo, tomaréis mi ofrenda.


(Shemot/Éxodo 25:2) 

Al leer el comienzo de la parashá (porción) Terumáh, notamos que la misma trata, en la lectura llana (nivel Peshat) de las donaciones que el Eterno le está pidiendo al pueblo de Israel, para construir el tabernáculo y el Arca de la Alianza (Aarón) que más tarde albergaría a las tablas de las Atzeret HaDivrot (10 enunciados). Aquí se describen todo los detalles, bien precisos, para estas construcciones. Ahora bien, cuando nosotros leemos sobre esto (que parece sin ninguna praxis para nuestra vida cotidiana), nos surge la pregunta: ¿Acaso Dios necesita donaciones? Sinceramente, ¿quién puede creer eso?

Entonces discernimos lo que los sabios exégetas de la Torah explican, y es que esta parashá no trata simplemente de donaciones. En ella, se esconde un mensaje divino atemporal, en el que se revela un medio cósmico para facilitarnos la elevación de las chispas de Luz que se esconden en nuestro espíritu. De hecho, la palabra Terumáh (traducida como “dádiva”, “presente”, “regalo”, “contribución”, “aporte”, “tributo”, “ofrenda”) proviene de la expresión Tarom He (o también “Taromhei”) que significa «Elevación hasta la Hei» (señalando a la primera letra Hei del Nombre divino YHVH). Considerado así, les diré que la segunda Hei es el aspecto de Malkut (Reino) del nombre de Dios Yud Hei Vav Hei; y es el único lugar en donde las chispas de Luz se elevan. Por eso, el Eterno sólo quiere aquellas chispas que sean dadas de corazón. Ya sabemos que el corazón se refiere a Zeir Anpin, que es en donde está nuestro trabajo espiritual (hebreo: avodáh), y que es el nivel del Ruaj (Espíritu) trabajando energéticamente sobre el espíritu por medio de su fuerza vital (neshamáh). Entonces, debemos aquí aceptar que la expresión «Tarom He» significa «tomar la Luz» escondida en Malkut, el Mundo de Abajo, y conectarla con Binah (representada por la primera letra Hei), a través del proceso de Zeir Anpin (las emociones controladas por el Espíritu). En este caso, alude a la elevación espiritual de los materiales que se donan para la construcción del Santuario: esto no es otra cosa que la «materia al servicio del espíritu» [Torat Emet].

El asunto es que, según lo hemos aprendido en Shovabbym (primeras seis parashot o porciones del libro de Éxodo), si para recibir la Luz de Binah (zona divina de leyes para proyectos creativos) tenemos que pasar por un proceso emocional (Zeir Anpin), también debería haber algo emocional que nos ayude, una herramienta que nos permita pasar por encima del proceso de Zeir Anpin e ir directamente a Binah, y así obtener sus beneficios de Inteligencia Emocional . ¿Cómo lo sé? Porque…: «de la misma manera que si existe una enfermedad, antes existe la planta que la cura…» (dice el Ari), «así mismo, sé que este sistema es misericordioso, y nos da miles de soluciones para que nos reconectemos con él«. En otras palabras, debemos creer y confiar que para todo problema, hay una solución; para toda enfermedad, hay una cura. Pues bien, esta herramienta cósmica se llama fe, pero no en el sentido dogmático de piedad, sino en la mentalidad hebrea de emunáh.

Los códigos secretos de la Sabiduría (Jojmáh) de la Torah divina explican que la fe (emunáh) es el atributo que permite al creyente conectar a Malkut (su nobleza psico-física) con Binah (su entendimiento). De este modo, cuando Binah y Malkut se unifican, la fe hace al alma redimida co-conductor de las leyes que gobiernan el mundo espiritual. A esta altura, necesito enfatizar que la fe de la que hablamos, no es la fe ciega de los devotos religiosos. Enfatizaré una vez más que en hebreo, fe es emunáh, un estado espiritual de absoluta convicción y certeza en aquello que los sentidos no pueden captar, y la razón explicar. La emunáh no se adquiere porque otro nos dice cómo son las cosas. La emunáh se consigue cuando la experimentamos al sujetarnos voluntariamente al señorío del Mesías.

De este modo, cuando adquirimos la emunáh, nos metemos bajo el manto de Binah: sin cuestionar si es verdad o no, lo sabemos más allá de lo que los otros puedan pensar y decir, y nada es más importante que sostener esta conexión. Es como si fuiste un bebé abandonado y, un día, encontraste a tu madre. Lógicamente, por nada del mundo, quieres volver a separarte de ella. Esto es estar bajo la guía del Espíritu de la profecía que es testimonio de Yeshúa (Revelación/Apoc. 19:10).

La emunáh, una vez en nuestro espíritu, desarrolla todos los mecanismos de percepción necesarios para la generación de milagros, ampliando nuestra vasija, pues es la persistencia en el deseo de dar, de elevarnos. La emunáh es un regalo divino que Binah nos dio para que, a través de ella, tuviéramos de qué agarrarnos para vencer todas las dificultades que pueden presentársenos. ¿Cómo se adquiere la emunáh? A través de la disciplina en el trabajo espiritual. Para comprender mejor, necesito que se fijen en esto: cuando uno quiere cambiar su vida, que despierta en lo espiritual, empieza a buscar su vía de evolución. Comienza a crear movimiento porque, instintivamente, se siente vacío, así que sale a buscar con hambre la Luz de la Palabra divina, pues llega un momento en que se da cuenta que ella no llega gratuitamente.

Este camino espiritual que tomamos como vía de ascensión, requiere una disciplina, porque la Luz tenemos que adquirirla, aprendiendo los cómo para hacerlo. Así, las experiencias que tenemos en nuestras conexiones y, sobre todo, los resultados de ese trabajo en nuestra vida cotidiana, van construyendo la emunáh. Hasta que llega el momento en que esa conexión se hace tan fuerte que, te digan lo que te digan, tú vas a hacer todo por buscar esa Luz escondida en tu interior. Sabes, a ciencia cierta, que la Luz te está esperando cada día y cada vez que haces esa conexión. No creas que ese momento de conexión sólo eres tú quien lo espera. De la misma manera como tú deseas recibirla, ella desea darte. Así, la Luz de la creación te espera todos los días. Por eso, Yeshúa enseñó que lo ideal es usar el mismo sitio para meditar y la misma hora (Mateo 6:6). Allí se va creando un puente que se abre todos los días. Es como si todos los días fueras a una cita amorosa (esto no es metafórico, sino literal). Ahora, les solicito que para captar mejor esto se sumerjan conmigo en la explicación que les compartiré a continuación.

De esto  se trata de vivir la vida cotidiana como el Mesías. Es vivir día a día, esta vida terrestre, conectado permanentemente con lo superior, y esto solo es posible a través de la conciencia en constante ascensión (aliyáh). La emunáh es un pilar sólido que se va construyendo cuando el pensamiento del Creador encaja con una emoción y la eleva por sobre toda circunstancia cósmica.

No obstante, que el título de esta porción se llama “Terumáh”, la Torah conduce a cada israelita a centrar sus ojos en el Mishkán (Tabernáculo) santo que, además de ser morada de la Conciencia Divina o Shekináh, será el centro espiritual donde los israelitas tendrán que presentar todos sus korbanot (sacrificios) que servirán para expiar sus transgresiones y manifestar su gratitud al Creador. Todos los tipos de korbanot quedarán englobados en el concepto de tzedakáh.

El diseño cósmico llamado Mishkán, proclamará la maravillosa Betzoráh (Buena Noticia) de que la Shekináh del Todopoderoso volvería a este mundo después de estar alejada; la Shekináh, es el reflejo de la Majestad Divina. En Bereshit Rabá leemos esta explicación:

«…La verdadera morada de la Shekináh estaba en este plano inferior de la Creación. Cuando Adam pecó, la Shekináh se fue, (ascendió) al primer firmamento; cuando Kaín pecó, ascendió al segundo firmamento; pero en contraposición a éstos surgieron siete tzadikim y ellos la trajeron de regreso haciéndola descender a la tierra. Moshé (el séptimo tzádik), la trajo hasta aquí mismo, al plano físico inferior…».

De acuerdo a esta porción llamada Terumáh, el Tabernáculo de YHVH sería construido para darle al pueblo de Israel una localización física donde pudieran conectar con el Creador. Pero profundizando en la codificación de toda esta sección bíblica, el Mishkán, no obstante, será solo un símbolo para el verdadero lugar de descanso de la Shekináh (la Divinidad), el corazón de todo hebreo redimido. ¿Cómo es posible hacer que el corazón de uno, sea un Mishkán para la Shekináh? Esto es, dedicando su corazón a la disciplina del estudio de la Torah y a la avodáh, servicio sacerdotal a YHVH, [Midrash].

Por eso, notamos que aquí hay dos preceptos en el arranque de esta sección:

  • (1) tomar una ofrenda y,
  • (2) construir el Tabernáculo con todos sus utensilios.

El Eterno ordena a Moshé designar recaudadores para recolectar la “terumáh” destinada a la construcción del Tabernáculo consagrado al Eterno. Toda la existencia es de YHVH, por lo que la expresión «Que tomen para Mí» parecería redundante. Más bien, el versículo viene a transmitir a los recaudadores y tesoreros a cargo de fondos comunitarios, que su trabajo debe ser para YHVH es decir, deben consagrarse a su tarea y hacerla en honor al Nombre del verdadero Dios; ellos se deben a Él, deben dejar de lado mezquinos intereses personales para aplicarse y ajustarse a la causa que tengan a su cargo.

A primera vista pareciera que la orden central es la de construir el Santuario (Mishkán), mientras que la donación es la cuestión relativamente secundaria. Sin embargo, leyendo con atención, notaremos que el orden de los versos nos muestra un cuadro diferente; primero viene el Precepto: «…Tomarás para Mí una contribución«, mientras que el orden para construir el Mishkán aparece después: «…Me harán un Santuario…”. Pues bien, en ese mismo orden estudiaremos este interesante capítulo.

El vocablo hebreo “terumáh” se menciona tres veces al comienzo de la sección homónima de la Torah:
1) “…Ellos tomarán para Mí una terumáh”;
2) “…De aquellos a quienes su corazón motive tomarán Mi terumá”; y
3) “…Y ésta es la terumá que tomarán de ellos: oro, plata y cobre…”.
Por este motivo, es que desde los días del nacimiento del pueblo de Israel, la noción de la idea de «Terumáh» formará parte de la vida cotidiana comunitaria judía.

La terminología hebrea que en este pasuk (versículo) se ha traducido “separen para Mí”, significa que esta ofrenda especial llamada terumáh debía ser consagrada a Su Nombre. En este sentido, «» se refiere a la letra “Yud” (י), primera del tetragrama YHVH. Ello significa que cuando alguien, con mentalidad hebrea, da tzedakáh (caridad o justicia social), debe tener sí o sí en mente el Nombre del Todopoderoso יהוה (YHVH), ya que el dinero que se dona representa la Yud (י). La mano con que se da, está en la primera Hei (ה), pues la mano tiene cinco dedos y esta letra es el equivalente al número cinco. El brazo extendido del donante está representado en la letra Vav (ו). Y finalmente la segunda Hei (ה), está simbolizada en la mano del pobre, o sea, aquel que recibe la tzedaká. Toda esta codificación nos enseña que el Eterno יהוה (YHVH), siempre estará del lado del necesitado, del débil y el pobre.

Los sabios de Israel nos enseñan que, el motivo por el cual el Eterno pidió de Am Israel su colaboración, no fue por necesidad, sino porque quería educar a los israelitas para que aprendieran los secretos de prosperidad material que se esconden en la actitud del dar, ya que por naturaleza a la persona le cuesta mucho trabajo tal ejercicio. Además, el rav Baal Haturim explica que el motivo por el cual antes de pedir la donación, el Eterno le mandó a Moshé: “Háblale a los hijos de Israel”, fue para que Moshé les hable de buena manera, sin ningún tipo de imperativo, para así despertar en ellos el deseo de donar. Esto era imperioso pues ésta era un mitzvá (mandamiento) difícil de cumplir ya que la persona tenía que entregar algo de valor alto de entre sus bienes para poder llevarla a cabo. Con ello, el Eterno Elokim los acostumbra a cumplir uno de los mitzvot más importantes de la Torah: la tzedakáh (caridad o justicia social).

Explican los sabios especialistas en codificación hebrea que cuando damos caridad o ayuda a algún necesitado, en realidad no estamos dando sino tomando, estamos recibiendo. Lo que el donante da al pobre es un bien limitado, temporal, que con el paso del tiempo desaparece. Sin embargo, la recompensa por haber sido piadosos es infinita e ilimitada; es un bien que perdura eternamente en el mundo venidero. Cuando damos caridad por amor al Cielo, estamos creando un espacio oportuno que activa a un malak (ángel) en su misión de abrir camino de prosperidad financiera.

Ahora bien, si todo esto ocurre con la donación hecha a un semejante mortal como nosotros, cuánto más sucederá si se dona para la construcción del Santuario de Dios. Luego entonces, cuando los israelitas presentan su “terumáh” para la construcción del Tabernáculo, en realidad no estaban dando sino…¡recibiendo!

Es preciso poner en relieve que tzedakáh, no solo es dar dinero, sino que más bien, es estar ahí acompañando empáticamente y siendo solidario con el prójimo en múltiples maneras. Sin duda alguna, la ofrenda más esencial, es la que citan los textos del Mishlé (Proverbios) 23:26, que es la de ofrecerle nuestros pensamientos y voluntad, leamos:

“…Tenah beni libejá li veeineijá derajai tirtzenah (…)

«Dame hijo Mío tu corazón, y tus ojos cuiden Mis caminos…”,

[Tanaj Katz].

De acuerdo con la opinión de varios sabios, no existe nada que glorifique tanto al Creador, y santifique Su Nombre, como traer almas en teshuváh convirtiéndolas a Su Camino de Luz. Esto es realmente transformar el mal en bien. Ellos aseguran que, según este versículo, a esto también se le llama “traer una ofrenda (terumáh) a Dios”.

En pocas palabras, el mandamiento de construir Mishkán (el Tabernáculo), significa desarrollar la capacidad de traer impíos a la actitud mental de teshuváh (arrepentimiento o regreso). El que trae en teshuváh a un impío y le hace tomar la decisión de alejarse del mal camino, consigue tres cosas:

  • Somete bajo sus pies al Sitra Hajara (traducido como «el Lado Oscuro«).
  • Contribuye a glorificar a HaKadosh Baruj Hu. («El Santo Bendito Sea«, forma de referirse al Nombre de YHVH)
  • Contribuye a llevar al mundo a la perfección hasta cumplir el Paradigma divino “Como es Arriba es Abajo”. Así cumplimos con lo que dice la plegaria del PadreNuestro: «HÁGASE TU VOLUNTAD, en la tierra como en el Cielo«.

Me identifiqué con este sentir de un estudioso de la sabiduría de la Torah:

«Este Justo verá a sus nietos, y será feliz en este Mundo y en el Mundo venidero; este Justo irá al Jardín del Edén sin encontrar obstáculos; su descendencia será poderosa, su posteridad estará compuesta de Justos, la gloria y la riqueza estarán en su casa, y la Justicia (la sabiduría de la Torah) perdurará en su familia

[“La Kabbalah de la vuelta al Edén”, Tomo 2].

Les aseguro que esta es la mentalidad correcta que se desarrolla cuando se comprende y acepta la propuesta mesiánica de amar la Torah de acuerdo.

Entonces, re-configurando nuestra visión de acuerdo a al Verdad: ¿Qué significado espiritual tiene el Mishkán y qué importancia tiene esta lectura en el tiempo presente? El Santo Bendito Sea, ama inmensamente al pueblo de Israel cuando estos cumplen Su Voluntad y se comportan de manera honorable. Esta relación de amor puede entenderse bajo la siguiente ilustración:

««…Había una vez un rey que tenía una hija. Mientras la hija aún era pequeña podía ir por donde quisiera, y cada vez que el rey la encontraba, le hablaba, incluso en público, en presencia de las demás personas. Pero cuando ella empezó a madurar y a desarrollarse, el rey le dijo:
“…Ahora debo proporcionarte una habitación especial. Ya no está a la altura de mi dignidad hablarte en público. Por eso debemos designar un lugar especial, de otro modo, cuando te hable, todos sabrán cuánta estima te tengo…

[Meam Lo’ez].

Esta era la realidad de la nación de Israel; hasta ese momento ellos no poseían sabiduría ni conocimientos. Se habían criado junto a los egipcios, fabricando ladrillos, es decir, dejándose esquematizar sus pensamientos por un sistema reptiliano. Pero cuando YHVH los redimió, luego de haber presenciado los grandes milagros del éxodo y de experimentar el fulgor de la Shehináh (Presencia Divina), el pueblo abrió los ojos reconociendo Su grandeza queriendo comulgar con su almas. Por eso, al erigir el Santuario (Mishkán) se generó una extraordinaria innovación en la manera de pensar de cada israelita, algo que no había antes; se construyó una “Casa Material” en este mundo, en la que mora y se enviste YHVH mismo, en Su Gloria y Esencia. La Esencia divina quería comenzar a morar y manifestarse desde las fibras más íntimas de cada corazón redimido de Israel.

Así pues, el Altísimo elige al pueblo de Israel de entre las naciones y hace de él un nuevo tipo de entidad dándole un elevado rango en comparación con el resto del mundo. YHVH tomó a seres humanos terrenales y los convirtió en un “reino de sacerdotes” y en una “nación santa” (Éxodo 19.6; cf. 1Pedro 2:9).

Mientras más meditemos en todo este maravilloso asunto, notaremos que el contribuir a una causa sagrada y justa, es por lo tanto, una manera de ascender, de escalar personalmente, porque uno transciende sus necesidades inmediatas y se enriquece espiritualmente al atender las solicitudes de otros. El poder de “dar” es muy superior al de “recibir”.

Pues bien, aquí está el secreto. El Gran Maestro dijo:

Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”
(Hechos 20:35)

Por eso, la persona más feliz no es la persona que recibe cosas, sino la que da cosas a otras personas. ¿Sabías tú eso?⁠ Explicaré esto. La cualidad primordial de YHVH es la de ser un dador ilimitado. Así pues, emular a Dios (por medio de dar a otros) es una de las expresiones espirituales más elevadas que existen. YHVH quería que todo Israel fuera parte del proceso realizando donaciones para ayudar a Su construcción. La ofrenda debía proceder de aquellas personas a quien voluntariamente mueva su corazón, sin compulsión ni coacción, así lo indica el pasuk:

“…Todo aquel que su corazón lo motive…”
(Éxodo 25:2)

El miedo a donar es en verdad ausencia de Fe verdadera (emunáh), porque el donar dinero cuando no te alcanza para pagar tus cuentas pareciera cosa de locos. Hacerlo requiere absoluta convicción de que estamos empleando una tecnología avanzada que trasciende la racionalidad humana. El asunto es que el resultado es inmediato, pero tenemos tanto miedo y estamos tan metidos en la carencia que nos negamos a nosotros mismos el derecho de experimentar.

Dice la Torah que YHVH eligió a Jacob como su propiedad, y por eso el libro El Zohar dice: “Cuán amados son los hijos de Israel por el Creador, quien los quiere, desea apegarse a ellos y conectarse con ellos y por eso considera a Israel  como su pueblo”.

Recordemos que fue Jacob quien descubrió la tecnología cósmica del diezmo, a través del sueño de la escalera, que prácticamente se ha convertido en una obligación. Sin embargo Terumáh no es obligación,  porque como bien dice la Torah, se trata de ofrendas dadas de corazón. Es decir,  se trata de usar una tecnología que tiene la capacidad de tomar el control de las emociones que contaminan la energía de nuestro sustento, que nos llega ya sea a través del salario o cualquier otro tipo de ingresos.

Es importante entender por qué donar, en esta sección, se traduce en elevación espiritual. El dinero es uno de nuestro mayores objeto de idolatría, es uno de los apegos más fuertes que tenemos a lo físico, porque podríamos decir que aparentemente, a nivel práctico, nuestra capacidad de hacer depende de cuánto dinero recibimos. Por tal razón se ha formado una egregora (“mente colectiva”) reptiliana alrededor del dinero que está cargada de muchos sentimientos negativos como el miedo, la culpa, la avaricia, el egoísmo, la victimización, la creencia de injusticia y otras creencias colectivas. Sin embargo, aprendemos en la sabiduría de la Torah que tenemos que desligar la idea de que el sustento solo proviene del salario que recibimos (por ejemplo la creatividad) también nos da capacidad de hacer, así que también es considerado sustento y además el sistema utiliza muchos otros conductos para hacernos llegar lo que se nos ha otorgado en la Fiesta de Yom Teruah.

Pero bueno, la mayoría delos seres humanos aún no llegamos a ese nivel de conciencia y solo dependemos del salario. Entonces supongamos que es así, que el sustento se traduce solo en el dinero que recibimos cada mes de nuestro sueldo. Entonces la Torah nos enseña que todas estos sentimientos negativos que mencioné anteriormente están grabadas solo en el aspecto de Malkut del dinero que representa el 10% de lo que nos ingresa. En ese 10 % está pegado el HaSatán (Oponente) y por eso es de todo nuestro interés separarlo del resto. Sin embargo, no podemos dejarlo al azar, es nuestra obligación elevar el caos que está pegado en ese 10 % (maazer o «diezmo»). Así pues, debemos aceptar que cuando nuestra virtud Malkut (Nobleza) está desconectada de su lugar dentro del Árbol de la Vida (la imagen del Mesías), producto de estos sentimientos erróneos de los que hemos hablado, está desconectada de la vida, por lo tanto los aspectos de muerte ontológica la sobrepasan, e invaden nuestras áreas de vida (finanzas, familia, pareja, hijos, salud, profesión, etc.) procurando que caigamos en el caos.

En verdad estamos en este mundo para elevar todo el caos y sobre todo el que nos concierne personalmente, como el de nuestro árbol familiar, o este del dinero. El Mesías hoy nos está diciendo desde esta parashá (Terumáh) que la manera de elevar el caos de Malkut (nuestra nobleza) consiste en llevarlo hasta el nivel celestial de Binah, que traducido quiere decir entendimiento. Por eso es que al donar para la expansión de la sabiduría divina revelada en la Torah, logramos trepar por esferas superiores del árbol de la vida y pararnos frente a la Puerta que permite ingresar a todas las posibilidades (eso significa alcanzar la consciencia Binah), que dicho sea de paso se abre cada semana en Shabbat.

El Eterno reveló en esta porción a su Pueblo que hacer las cosas de corazón es la clave para ser exitoso en la vida. Cualquier acción que involucre el altruismo, el amor, el cuidado, la compasión y la sensibilidad, nos acerca a los mundos superiores, y ese es el secreto final de haber vivido con propósito. Cuando todo lo que hagamos posea una conciencia de Terumáh (amor perfecto en constante compartir) entonces habrá un flujo abundante entre los mundos superiores y los inferiores (Juan 7: 38). Esto es cuando conseguimos asimilar la frecuencia de Kedusháh (traducida como «Santidad«) en lo que hacemos: en el hogar que construimos, en nuestra familia, en nuestros negocios, etc. Cada quien decide cual es el espacio que va a santificar para que la divina Shekinah habite en él, y desde allí se manifieste arreglando el Planeta.

Nuestro Gran Maestro y Dueño Yeshúa sabe que si damos porque queremos hacerlo desde nuestro corazón, entonces seremos felices. Es por eso que nos dice: “Den a otros, y Dios les dará a ustedes” (⁠Lucas 6:38). Es decir, acostúmbrense a dar para que otras personas hagan teshuváh. Si hacemos eso, no nos sentiremos tristes por estar siempre esperando que otros hagan algo bueno por nosotros. Por el contrario, estaremos ocupados haciendo felices a los demás. ¡Y cuando hacemos eso, somos las más bienaventuradas de todas las personas!

Shalom!


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

La Jalah (Pan de Shabat) y la Trascendencia de Tu Familia

Por P.A. David Nesher

 

 

Lectura que conviene hacer antes de hacer la Jalah:

וְרֵאשִׁית כָּל-בִּכּוּרֵי כֹל וְכָל-תְּרוּמַת כֹּל מִכֹּל תְּרוּמֹתֵיכֶם לַכֹּהֲנִים יִהְיֶה וְרֵאשִׁית עֲרִיסוֹתֵיכֶם תִּתְּנוּ לַכֹּהֵן לְהָנִיחַ בְּרָכָה אֶל-בֵּיתֶךָ

VERESHÍT  KOL-BIKURÉ  JÓL  VEJOL-TRUMAT  KÓL  MIKÓL  TRUMOTEJÉM  LAKOHANÍM  IHIÉH  VERESHÍT  ÄRISOTEJÉM  TITENÚ  LAKOHÉN  LEHANÍAJ  BRAJÁH  EL-BETÉJA

“Y las primicias de todos los primeros frutos de todo, y toda ofrenda de todo lo que se ofreciere de todas vuestras ofrendas, será de los sacerdotes; daréis asimismo las primicias de todas vuestras masas al sacerdote, para que haga reposar la bendición en vuestras casas” 

(Yejezkél/Ezequiel 44:30)

וִיהִי נֹעַם אֲדֹנָי אֱלֹהֵינוּ עָלֵינוּ וּמַעֲשֵׂה יָדֵינוּ כּוֹנְנָה עָלֵינוּ וּמַעֲשֵׂה יָדֵינוּ כּוֹנְנֵהוּ

VIHÍ  NOÄM  ADO-NÁI  ELO-HÉNU  ÄLÉNU  UMAÄSÉH  YÁDENU  KONENÁH  ÄLÉNU  UMAÄSÉH  YADÉNU  KONENÉHU

“Y sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros.

Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí, la obra de nuestras manos confirma” 

(Tehilim/Salmo 90:17)

Debes saber que cuando haces la Jalah el Creador del Universo se convierte en tu pareja, tu socio de alianza en la vida. Disciernes que en tu casa, donde Shabat ha sido aceptado como el alma de la semana, hacer pan se convierte en algo más elevado; algo esencial de la manera en que Shabat conecta los dos mundos, el espiritual y el material (99 % con el 1%) en los cuales vivimos.

En realidad, debo decir que la palabra «jalah» en hebreo no significa pan, masa, o cualquier otra palabra de las que al parecer describen estos panes exquisitos. La raíz de la palabra es jol que significa «corriente» o «secular«. Con esto en mente comprendemos el mensaje que proclamamos al cumplir este mitzvah: la vida «corriente» tiene una fuente sagrada, y es nuestra responsabilidad usarla bien. Esto es especialmente correcto en relación al pan. Nada es más «corriente» que comer. Sin embargo, en un nivel intuitivo, nos podemos conectar con la energía mística de la tierra misma al hacer pan, en la sensación y la textura. Nos debe tocar profundamente, y la halajah (literalmente, «la manera de caminar«) nos dice como usar bien este poder.

Por eso, literalmente, Jalah es un mitzvah (mandamiento) en la Torah (Números 15:17-21), el cual nos impone separar un pedazo de masa cada vez que horneamos, como dice:

«…Será cuando comas el pan en la tierra, deberás separar un pedazo [de masa] para Dios.»

Por todo esto, los sabios estudiosos de los secretos de la Torah aseguran que observar el mitzvah (mandamiento) de separar la Jalah causa bendiciones en el hogar de la mujer. La mujer tiene tanta influencia en el moldeo de las actitudes y valores de los miembros de su familia que inspira emuná/fe en todos los miembros.

La mitzvah de separar la Jalah es símbolo de la práctica entera del Kashrut (leyes de alimentación de la Torah), con el énfasis de elevar lo físico y mundano a lo santificado y puro. En este ritual, el ama de casa proclama que tanto ella como su familia aceptan que la comida es la fuente de energía para el cuerpo y para el alma. Así, y a medida que prepara alimentos para el Shabat, la mujer utiliza el tiempo para darle gracias al Eterno por la comida y para pedir todo lo que tu corazón desee.

¿Por qué la Jalah es de tan grande significación?

La Torah se refiere a la Jalah como reishit, que se traduce como «lo primero«, relacionado con la primera palabra de Génesis, Bereishit («en el comienzo»). La Jalah es llamada «lo primero» porque es primordial para el propósito del mundo. Por esto el Midrásh, en Parashát Bereshít, describe que Adán fue creado del polvo que fue recogido de la Tierra. Formado de 4 elementos. Es decir que la Jalah, representa al primer hombre, Adán, que fue separado de la masa del Mundo.

Así como la Jalah es la Comida y la Berakah (bendición) más elevadas de todas las comidas, el hombre es la Creación más elevada y espiritual del mundo. Cuando Javah/Eva causó que su esposo tomara del fruto del Etz HaDaät (Árbol del Conocimiento), a ella fue asignada la Mitzváh de rectificar el pecado.

Desde este simbolismo el Maharal explica más esta idea señalando que el mundo es como un humano enorme y que cada humano es como un mini-universo. Así como el mundo es tierra y agua, de la misma forma está compuesto el humano de tierra (comparada con harina) y espíritu e intelecto (comparado con agua). Los humanos, una combinación de cuerpo y alma, harina y agua, son como una masa. Al separar la Jalah consagramos nuestra identidad multifacética, la «masa». Como resultado, el Eterno nos permite usar su masa en el proceso de rectificarnos a nosotros mismos y al mundo. Uno de los grandes sabios y místico, el Shla, lleva ésta idea aun más allá. Comienza preguntando una pregunta clásica que ha sido planteada por eruditos a través de los siglos. Estar vivo significa que el alma está en el cuerpo. Para vivir, debemos comer. Sin embargo, ¿qué tiene el comer que mantiene al alma (la cual claramente no necesita nutrientes) dentro del cuerpo?

El Shla explica que todo lo que observamos en este mundo tiene un paralelo espiritual. La nutrición que la comida le da al cuerpo tiene una nutrición paralela que mantiene el alma. «El hombre no vive sólo de pan, sino que por lo que viene desde la boca de Dios vive el hombre» (Deuteronomio 8:3). La Torah nos dice que mientras basta sólo con pan para mantener el cuerpo, es la Palabra de Dios (oculta entre las propiedades físicas del pan) la que mantienen el alma. Y separar Jalah inicia este proceso de alimentación espiritual.

Por ello, cuando la Jalah está lista y horneada, la mujer ha declarado ante los Cielos que el cuerpo de cada integrante de su familia se ha unido firmemente a la neshamá o alma superior, que es el Trono mismo del Espíritu divino. De esta manera, cada miembro de su hogar está declarado completo y puro

El rabino Ben Ish Jái dice que cuando la mujer comienza dando Tzedaká (dinero para caridad). En ese momento, el cumplimiento de su misión es un “Et Ratzón”, es decir que es el momento cuando Dios está disponible para escuchar tus súplicas.

La práctica de amasar Jalah, convierte a la casa de esa mujer en un símbolo del Beit Hamikdásh (Templo Sagrado). Por eso, ella oficia como el Kohén Gadol (Sumo Sacerdote), preparando la comida para su familia. Su cocina es un lugar sagrado: la mesa es el Mizbéaj (altar), la comida es como un Korbán (ofrenda). Por lo tanto, cuando ella hornea la Jalah, participa de un buen tiempo para orar clamando por la transformación de su hogar y, desde este, la rectificación del mundo.

En el tiempo del Beit Hamikdásh, se tenía una Mitzvah especial: traer los pedacitos de Hafrasat Jalá al sacerdote como ofrenda. Esta era la manera de agradecer a Yahvéh por la comida que le pertenecía. Hoy, no tenemos Beit Hamikdásh (el Templo de Jerusalem) y las ofrendas no están permitidas comer. Sin embargo, la mujer continúa separando la Jalah como siempre ella lo hizo, sin embargo los pedacitos son quemados, y está prohibido consumirlos.

Apreciada mujer, debes comprender y aceptar que el separar la Jalah, estas diciendo en nombre de tu familia que Yahvéh está acá en el mundo físico. Estas proclamando que Él es la Fuente de nuestros espíritus, de nuestras almas, de nuestros cuerpos, y de las fuerzas que los sostienen. ¡Él es Uno, y nada está separado de su unidad trascendental.

INCLUYE AL PUEBLO DE ISRAEL EN TODAS TUS ORACIONES.

Mujer redimida, tienes que ser específica en lo que pides cuando elevas tu oración mientras haces la Jalah.

Cuando pidas por vida larga para ti o para alguien especifica que esa vida incluya con salud, bienestar, felicidad, parnasá tová (sustento divino) y en el derecho de la Toráh.

Cuando pidas que alguien tenga hijos, especifica que nazcan y crezcan con salud y alegrías, que tengan satisfacción en sus vidas y se dirijan en el camino debido y correcto. Que encuentren sus zivuguim tovim (buenas parejas) y que tengan a su vez la alegría de tener descendencia saludable y en el buen camino hacienda Mitzvót y Tefilót.

Se dice que todo el que coma de este pan sea bendecido con salud, parnasá tová, amor, etcétera.

Supervisen con reflexión cuanta santidad y amor se pone en cada ingrediente, en el amasado y cuando se hornea , que cuando estamos en la mesa frente a este pan y lo bendecimos para comer pidiéndole al Eterno lo que estamos comiendo y bendiciendo las chispas espirituales que hay en cada alimento esto entra a nuestro organismo para salud y bendición.

Y así vemos milagros en nuestro cuerpo , en nuestra vida y en la vida de nuestros seres queridos.

¡Es muy importante que cada mujer bendiga y separe su jalah!

¡Que veamos milagros!

SHABAT SHALOM!

 

Nota: 

Si quieres saber más sobre este diseño profético puedes leer también: Un Pan para Elevar la Conciencia (El Precepto de la Jalah)

Los 49 Portales de la Torah

Por P.A. David Nesher

 

«Habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero. Y Aarón lo hizo así; encendió hacia la parte anterior del candelero sus lámparas, como el Señor lo mandó a Moisés. Y esta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que Jehová mostró a Moisés, así hizo el candelero.»

 (Números 8:1-4).

Aharon y sus hijos los kohanim (sacerdotes), recibieron de parte de Moshé, el secreto de que la Menorah misma revela el obrar de la Luz de la Torah en el alma del ser humano redimido.

Lo primero que ellos captaron fue que la Torah es el plano cósmico elaborado por el diálogo privado del EinSof (Infinito) en Su gloriosa eternidad, antes de la creación, y contemplado por Él para concebir Su obra. Así, ellos recibieron la revelación que el término Torah (Instrucción) está estrechamente relacionado con la expresión Oraitah, traducida muchas veces Torah de Fuego, pero que en realidad significa Enseñanza de la Luz (de aquí es que a Torah también se la traduce como enseñanza).

Aharón y sus hijos descubrieron la relevante trascendencia que tenía el simbolismo de la Menorah por lo que ella se convertía en el instrumento que alumbra el trayecto conducente a la Torah, el plano de todo el Cosmos.

La primera Menorah fue detalladamente descripta por Yahvéh a Moshé, que debía encargarse de su producción en una sola pieza grande de oro, con un mástil principal y seis brazos salidos de cada lado, con un recipiente en cada una de esas siete puntas, que recibirían el aceite que sería encendido, con adornos de flores y almendros:

«Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.»

(Shemot/Éxodo 25:31-40)

Hasta los utensilios para usar el candelabro debían ser de oro puro (el matacandela y la despabiladera). El oro, metal precioso por excelencia, nos habla de lo que es imperecedero, aquello que no se devalúa, que no se corrompe. El oro ha sido empleado desde tiempos inmemoriales como expresión de los más altos valores y prueba de ello es que en la ceremonia de casamiento se emplea un anillo de oro, denominado comúnmente alianza, para denotar la permanencia y trascendencia de las promesas que ese hombre y esa mujer están haciéndose. Así como el oro resiste las agresiones de agentes externos y hasta el mismo paso del tiempo, también el matrimonio quiere aspirar a perdurar a través de todas las pruebas y vicisitudes, siendo ese anillo la expresión de tal clase de amor.

La Menorah estaba formada por siete brazos que culminaban en siete lámparas que debían arder desde la tarde hasta la mañana (Éxodo 27:21), siendo tarea diaria del sacerdote su encendido, su suministro, realizado con aceite puro de olivas machacadas (Éxodo 27:20) y su limpieza (Levítico 24:4).

La llama del mástil central era llamada “auxiliar”, cuyo fuego servía para alimentar a los otros seis.

La Menorah tenía una característica sumamente particular, todas las lámparas estaban reclinadas hacia la del medio y alumbraban en dirección de esta vela central.

Aharón y los sacerdotes que lo sucedieron debían encender la menorah todos los días por la mañana, reemplazando el aceite y limpiando las lámparas.

La Torah: Ciencia Divina para el Alma Humana.

Con el conocimiento de este diseño, los kohanim disfrutaban de la ciencia celestial que revelaba que la Torah es el regalo divino que alumbra al mundo con sus enseñanzas. Esta es la causa por la que la Menorah estaba ubicada en el lugar central de la casa de Yahvéh, en el sitio más selecto. Así este sistema codificado nos lega un mensaje valiosísimo: «Para llegar a los secretos de la Torah, hace falta guiarse por la Luz de la Menorah, sin desviarse a diestra ni a siniestra.»

¿Cómo se logra esto?

Siguiendo las enseñanzas que emanan de la estructura de la Menorah misma.

En el rollo de Shemot, encontramos la descripción estructural de la Menorah (Éxodo 25: 31-38) con los siguientes datos:

  • 7 brazos
  • 11 flores,
  • 9 botones,
  • 22 cálices.

La altura de la Menorah, es un dato que los sabios dedujeron después de años de ardua investigación. Para lograrlo, ellos analizaron exhaustivamente el tema, reuniendo todos los testimonios posibles de quienes sabían las dimensiones de la Menorah realizada por Moshé en el desierto. Así, y luego de arduos debates, llegaron a la conclusión que la altura de la Menorah debía ser de 17 tefajim (puños).

Tomando estos cinco pormenores estructurales (es decir, cantidad de brazos, flores, botones, cálices y altura), podemos hacer una análisis escrupuloso de los códigos que se encuentran escondido en ellos, y señalan a la importancia de la Torah en el alma humana.

Los kohanim descubrieron que los siete brazos de la Menorah, aluden al Séfer Bereshit (Libro de Génesis), coinciden exactamente con la cantidad de palabras que contiene el primer versículo de este libro:

(1)Bereshit (2)Bará (3)Elohim (4)Et (5)Hashamáyim (6)Veet (7)Haáretz./

En el principio Creó Dios los cielos y la tierra.»)

Llegaron a la conclusión también que las once flores de la Menorah simbolizaban al Séfer Shemót (Libro de Éxodo) en sus primeras once palabras:

(1) Eleh (2) Shemot (3) Benei (4) Israel (5) Habaim (6) Mitzrayma (7) Et (8) Yaacov (9) Ish (10) Ubeitó (11) Bau./

Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Yaacov, cada uno con su casa vino.»)

Los nueve botones de la Menorah coinciden exactamente con las primeras nueve palabras del libro de Vayikrá:

(1) Vayikrá (2) El (3) Moshé (4) Vaydaber (5) A. Elav (6) (7) Meohel (8) Moed (9) Lemor.

Llamó a Moshé y Le Habló El Eterno desde el tabernáculo de reunión diciendo.

Asimismo la altura de la Menorah (17 puños) coincide exactamente con las primeras diecisiete palabras del libro de Bamidbar:

(1) Vaydaber (2) A. (3) El (4) Moshé (5) Bamidbar (6) Sinaí (7) Meohel (8) Moed (9) Beejad (10) Lejódesh (11) Bashení (12) Hashaná (13) Hashenit (14) Letzetam (15) Meéretz (16) Mitzráyim (17) Lemor.

(Habló El Eterno a Moshé en el desierto de Sinaí desde el tabernáculo de reunión, en el primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo.)

Por último, los veintidós cálices de la Menorah simbolizan a los primeras veintidós palabras del Séfer Devarim:

(1) Eleh (2) Hadevarim (3) Asher (4) Diver (5) Moshé (6) El (7) Kol (8) Israel (9) Veever (10) Hayardén (11)Bamidbar (12) Baaravá (13) Mol (14) Suf (15) Bein (16) Parán (17) Ubein (18) Tofel (19) Belaván (20) Vajatzerót (21) Vedi (22) Zaháv.

(Estas son las palabras que Moshé habló a todo Israel en el otro lado del Yardén, en el desierto, en la llanura frente a Suf entre Parán y entre Tofel y Laván, Jatzerót y Di Zaháv.)

Al abrir nuestra conciencia a este conocimiento, logramos entonces realizar una relectura de lo que está escrito en Tehilah (Salmo) capítulo 119, vers. 130: «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.» Es decir, que en las primeras expresiones de cada rollo de la Torah se evidencia que la voluntad del Eterno es conducir al alma humana al pleno desarrollo de su diseño original.

Atendiendo a esta cosmovisión yahvista, vale la pena realizar una lectura al siguiente versículo de los Salmos:

«¡La Suma de Tu Palabra es Verdad!«

(Salmo 119:160)

Ahora, conociendo que en la Menorah hay una codificación llena de certezas que permiten valorar el origen divino de la Torah (Instrucción), también podemos aceptar, sin duda alguna, el origen inspiracional divino que tienen el resto de los escritos de las Sagradas Escrituras (mal llamadas Biblia). Esto se demuestra realizando la siguiente contabilidad:

Contando los adornos de los 3 primeros brazos hasta el brazo central obtenemos:

  9 + 9 + 9 + 12 = 39 (treinta y nueve)

¡Los 39 (treinta y nueve) Libros que conforman el denominado Antiguo Pacto!

Y si contamos los adornos de los 3 últimos brazos que nos que nos quedan obtenemos:

   9 + 9 + 9 = 27

¡ Todos los 27 Libros del Pacto Renovado!

Aún queda un dato más para compartir y así mostrar como la menorah era en verdad un mecanismo de gran entrenamiento profético para los kohanim, y desde estos, para todos los integrantes de Israel. En el libro de Shemot (Éxodo) vemos que cada brazo de la Menorah debía tener 9 cosas (devarim, que se traduce «cosas», es la misma palabra hebrea para “palabras profeticas”) o adornos, es decir, cada brazo tendría 3 cálices con su bulbo y una flor (Éxodo 25:31-40).Pero vemos que el brazo del medio que le llama “Lámpara” (Ex 25:34) tendría 4 cálices con sus bulbos y flores, en total 12 devarim (cosas).

Pues bien, la Lámpara o Menorah era una herramienta que permitía entender el cuándo, cómo, por qué y para qué de las Fiestas del Eterno. Por ello, el brazo central representa la Fiesta de Shavuot (mal llamada Pentecostés) que fue allí donde vino el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) sobre Israel, sellando sus almas en matrimonio con el Eterno. Más tardes, en medio de esta celebración, los apóstoles y una comunidad de 120 talmidim (discípulos) de Yeshúa, recibieron en ese bendito Espíritu del Señor la impartición de autoridad para predicar las Besorot (Buenas Nuevas, el Evangelio).

En el Yugo de Yeshúa se alude a los discípulos como luz del mundo (Mateo 5:14), cuyas lámparas han de estar siempre encendidas (Lucas 12:35). Y de la misma manera que el ministro del santuario era el encargado de encender las lámparas del candelabro, así es tarea de los ministros del evangelio encender la luz de la Palabra, al exponerla y aplicarla rectamente. Las lámparas alumbraban hacia delante (Números 8:2), a fin de iluminar los otros objetos del Mishkán (Tabernáculo); no era, pues, su propósito que su luz quedara restringida para sí, sino para alumbrar a otros (Mateo 5:15; Juan 8:12).

Entonces, considerando la maravillosa posición del sacerdocio que se nos ha entregado en el Mesías, te animo a que estés iluminando con tu conocimiento de las Sagradas Escrituras a todos aquellos que aún duermen en la ignorancia.

 

Los Secretos de la Birkat Kohanim (Bendición Sacerdotal)

Por P.A. David Nesher

 

 

«Y El Eterno habló á Moshé, diciendo:
Habla a Aharon y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciendo:
El Eterno te bendiga, y te proteja. Haga resplandecer El Eterno Su rostro sobre ti, y de ti tenga misericordia. El Eterno alce a ti Su rostro, y ponga en ti paz. Y pondrán Mi Nombre sobre los hijos de Israel, y Yo los bendeciré.»

(Bamidbar/Números 6:22-279)

Al llegar a este tramo del rollo de Bamidbar, notamos que la Torah establece un precepto positivo: que los kohanim (sacerdotes) bendigan al pueblo de Israel.  Lo que resulta interesante de este precepto, es que se debía aplicarse todos los días, perpetuamente. Era así tan importante, que todo kohen al que se le pida que suba a la tarima para bendecir al pueblo de Israel y se niega, si bien desde un estricto punto de vista halájico incumple con un precepto, se considera que incumplió tres mitzovot (mandamientos). Esto se debe a que de los versículos antes mencionados se desprende que Yahvéh desea bendecir al pueblo de Israel, razón por la cual ordena tres veces a los kohanim para que se apresuren a hacerlo

Por esto, la Bendición Sacerdotal o Bendición Aharónica es como la Corona y el Sello de lo que ahora es reconocido como un completo y organizado Pueblo del Eterno que a partir de la inauguración del Mishkán (Tabernáculo) marchó corporativamente hacia la Tierra Santa, la Tierra Prometida, Eretz Israel.

De acuerdo a la interpretación de exégetas hebreos, el santuario portable del desierto fue terminado un veinticinco de Kislev, pero que la inauguración fue el día primero de Aviv (Nisán). Desde esta aseveración, la mayoría de los comentaristas concuerdan que la primera vez que se expresa esta bendición fue en esta inauguración.

Por eso, quiero invitarlos a que imaginemos ese momento donde nuestros ancestros escucharon por primera vez estas frases tan especiales, momentos que nos dicen que existe un lugar que Yahvéh designó, para que disfrutaremos Su Presencia.

Permitamos que el Espíritu Santificante de nuestro Abba, nos guíe a reconstruir el sonido de esta berajah (bendición) en los tiempos del primer Templo y del Segundo.

¿Cuántas veces habrán salido de allí estas palabras? ¿Cuántas veces nuestro amado Dueño, el Mesías Yeshúa, las escuchó mientras transitaba por el patio del Templo?

Lamentablemente hemos perdido los Templos, pero lo que no hemos perdido es la berajah, ni el deseo profundo y estable del Bendito Eterno, nuestro Abba kadosh.

Por eso, si logramos revalorizar los códigos de Luz Infinita vibrantes en estas palabras, seguramente las volveremos a oír una vez mas cuando el Tercer Templo sea levantado, en la Segunda Venida del Mesías.

Esta Berajah y Su Historia.

Estas palabras llenas de energía divina, han trascendido el tiempo y la historia misma de Israel, vibrando sobre las distintas generaciones hebreas, más allá de sus avatares históricos. Durante el tiempo del Templo de Jerusalén la bendición sacerdotal fue parte del culto diario. Parados en una plataforma especial, los sacerdotes levantaron sus manos para dar la bendición sacerdotal. Esta tribuna era llamada «duján» (aunque es mas corriente el nombre de «dujanim«). Las palabras de esta berajah eran pronunciadas después del sacrificio de las ofrendas diarias de la mañana y de la tarde.

La Bendición Sacerdotal fue uno de los mas impresionantes elementos del servicio en el Santo Templo de Jerusalem. El Shulján Aruj (nombre por el que se conoce a la más importante recopilación de normas de conducta contenidas en la fe hebrea), enseña que aunque hoy en día el Templo no existe, permanece este mandamiento positivo, y se realiza por medio de birkat kohanim, pronunciado durante ciertas oraciones en la sinagoga. Incluso un kohén pecador puede decir birkat kohanim, puesto que la bendición proviene de Dios y los kohanim son sólo los intermedios que transmiten esa bendición. Sin embargo un kohén es excluido de birkat kohanim y pierde sus derechos de kohén si se casa con una mujer divorciada o toda otra mujer prohibida a los kohanim. También es parte del ritual casero, donde tradicionalmente es pronunciada por el padre para bendecir a sus hijos en la víspera del Shabat.

De igual manera, ante el mover del Espíritu de Yahvéh sobre las naciones para juntar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, aquellas familias que hemos despertado a las raíces de la fe de Abraham, debemos otorgarle el lugar espiritual que estas palabras merecieron en las doce tribus de la Amada del Señor: Israel.

Desde la Reforma, la Bendición Sacerdotal hace parte constitutiva del servicio en muchas iglesias protestantes.

Análisis de los Códigos de Birkat Kohanim
1- La Ascención Gradual del Alma Bendecida

Comenzando el análisis de esta Bendición, nos encontramos que aun cuando la orden está dada en plural, pues dice “Así bendecirás a los hijos de Israel”, al ejecutarse se pronuncia en singular: “Que te bendiga”.

Así, lo primero que notamos en este análisis es que que esta expresión condiciona a los kohanim (sacerdotes) a dar una bendición con amor. ¿Por qué con amor? Porque Yahvéh quiere revelar que eso es lo que merece el pueblo de Israel por se solícito en el estar unido corporativamente. Porque el amor entre ellos ha hecho posible que se vea como un ejad [unidad], como un solo hombre. Por eso la bendición esta expresada en singular.

Además, la orden divina al kohen de que exprese esta bendición con amor, es para que quede bien claro que él el no es el dueño de la intención que esta tiene. El Dueño queda claramente expresado a través de las manos extendidas, símbolos del Eterno como Creador que aún trabaja a través de un hombre dispuesto a unir el Mundo de Abajo con el Mundo de Arriba. Esto es lo que quizo expresar nuestro amado Mesías al decir:

«Mi Padre aun hoy está trabajando, y yo también trabajo.»
(Juan 5:17 – NBD)

Así el Creador del mundo se dirige con estas palabras, con todo el amor hacia su pueblo, hacia lo que más ama. Es un amor que suena en todo el universo, que no ha dejado de estar presente en la vida de todos y cada uno de los que conforman el Pueblo Elegido.

Ahora sí, yendo a los detalles literarios, podemos observar que el texto hebreo consiste de tres (3) cortos versos de tres (3), cinco (5) y siete (7) palabras, respectivamente. A las vez el texto está montado sobre «estaciones graduales» desde la petición por bendiciones materiales y protección, como por la Divina Gracia de obtener bendiciones espirituales, culminando en un precioso clímax peticionario hacia el mas consumado regalo de Dios: Su Shalom, es decir, esa Paz que sobrepasa todo entendimiento (Fil. 4:7). Paz, que será el bienestar en la cual todo lo material y espiritual son bien comprendidos, contenidos y manifestados en vida plena.

Resultará muy importante saber que las quince (15) palabras que constituyen estos tres (3) versos contienen un mundo de confianza en en el Eterno, que aumenta el poder de la fe que nos fue dada una vez por herencia. Todas ellas están adornadas de una gran belleza rítmica, y caen en una solemne majestad sobre el oído de los adoradores que busca el Eterno:

v.23  «Así bendecirás a los hijos de Israel diciéndoles:»
(koh tevaraju et-beney Yisra’el amor lahem).

Lo importante para destacar aquí es que los kohanim (sacerdotes) no son de alguna manera super-especiales para conferir esta bendición, sino un vehículo que Yahvéh ha escogido para depositar sus bendiciones en su pueblo. Ellos no pueden bendecir al pueblo de una manera arbitraria «Así bendecirás«, quiere decir que deben ceñirse al patrón que Yahvéh les está dando y no salirse de allí tratando de hacer algo diferente como el pecado anterior de los otros dos hijos de Aaron cuando ofrecieron incienso no autorizado. Los kohanim tienen que seguir la fórmula ya que ellos son los ejecutantes, no los legisladores.

Durante los servicios los fieles no debían mirar las manos de los kohanim ya que la bendición no reside en sus manos, son un instrumento, mientras que la bendición viene del Eterno. Yahvéh es quien, por la obediencia absoluta de este precepta, confirma las palabras de los kohanim y los bendice igualmente a ellos .

Es costumbre que las manos de los kohanim se dirijan hacia los fieles juntándose ellas por sus dedos pulgares y abriéndose formándose dos (2) letras Shin (W), vale decir, los dedos indice y corazón van pegados el uno al otro y los dedos meñique y anular juntos también de la misma manera en ambas manos, lo que representaría doblemente la palabra «Shalom«.

Al pronunciar la bendición, debe hacerse primeramente en lengua hebrea y posteriormente traducirse al lenguaje en uso de la comunidad. Todas estas regulaciones tienen un profundo significado espiritual para todos los tiempos.

Un extraño NO debe bendecir. Para bendecir se necesita conocimiento y la comprensión de la persona que ha de ser bendecida. Además, bendecir a otros es una difícil tarea, que requiere prontitud para el sacrificio y para las oraciones. Por ello, quien bendice debe ser bastante sobrio y piadoso. El fanático o aquel que su juicio está siendo cegado por el odio o el prejuicio nunca debe bendecir a nadie. El lenguaje, como se dijo, debe ser en la Lengua Sagrada –Lashon Hakodesh- y pronunciarse con voz llena de vitalidad.

La Birkat Kohanim (Bendición Sacerdotal) se pronuncia así:

«YEVAREJEJÁ YAHVÉH VE-ISHMEREJA
YAER YAHVEH PANAV ELEJA VI-JUNEJA
ISA YAHVÉH PANAV ELEJA
VEYASEM LEJA SHALOM.»

2- La Protección Completa de Yahvéh
A. – Yahvéh te bendiga y te guarde (Yevarejejá Adonai veyishmereja)

Esta expresión quiere decir te otorgue vida, salud y prosperidad, pues para qué sirve vivir si no se tiene salud y no se prospera en los caminos que se emprenden. No quiere decir esto tampoco que la prosperidad sea «únicamente económica» como se acostumbra a malentender los versos bíblicos que hablan de «prosperidad»; porque se puede ser próspero económicamente y no gozar de buena salud. Así como también, se puede estar sano físicamente, y gozar de buen pasar económico, pero ser un fracasado en cualquier cosa que emprenda en el plano espiritual o emocional.

Yevarejeja: La pregunta es: ¿Por qué se utiliza solo el singular y no bendecimos en plural? La explicación mas corriente es que como prerrequisito para todas las bendiciones, Israel debe ser primero la UNIDAD que el Eterno demanda. Todo Israel debe sentirse como UN Solo Cuerpo, entonces las bendiciones serán para ese varón perfecto (Efesios 4:13).

Veyishmereja: Puede traducirse como «Te Guarde» o «Te Mantenga«. Al pronunciarse esta expresión se está declarando lo siguiente: «que Yahvéh te garantice su divina protección contra el mal, la enfermedad, la pobreza, la calamidad«. Esto es lo que desarrolla la consciencia de que es el Señor el que Guarda a Israel. Él guarda nuestras almas de la muerte, nuestros ojos de lágrimas y nuestros pies de tropezar.

Además, los exégetas del hebreo, han dado una amplia explicación sobre estas tres palabras hebreas, aduciendo que su literal traducción se aproximaría a esta declaración:

«¡Que el Eterno te bendiga con posesiones y sea Él que te las guarde. Que estas posesiones sean poseídas por ti. Pueda así el Eterno guardarte del pecado, y protegerte de todas las destructivas influencias que tan a menudo sigue tras las posesiones terrenales!«

Evidentemente, existe una fuerte conexión entre la bendición y la protección. ¿Para qué sirve una bendición si no la puedes guardar, o si pierdes la capacidad de aprovecharla? La bendición y la protección son necesidades básicas de la creación. Necesitamos bendición y protección para poder existir y desarrollarnos.

Adam tenía la tarea de labrar y guardar el huerto del Edén, con otras palabras, tenía que bendecirlo y protegerlo. Son dos funciones básicas de una administración correcta, no solamente producir, sino también guardar. No solamente guardar, sino también extender.

Una congregación que solamente está enfocada hacia el crecimiento sin guardar las almas de los que han sido cosechadas no será estable. Una congregación que sólo sirve para la auto conservación sin expansión está condenada a muerte. Ambas cosas son necesarias para que una congregación sea viva y sana.

En esto pensaba el salmista cuando escribió:

“Porque sol (bendición) y escudo (protección) es Yahvéh Dios; gracia y gloria da Yahvéh; nada bueno niega a los que andan en integridad.”
(Salmo 84:11)

Dos principios básicos para el éxito son: bendición y protección. Un tercer principio básico es: dirección. Si recibes bendición y protección y luego te desvías, ¿para qué te sirve? También necesitas dirección, consejo, para saber cómo hacer las cosas, necesitas mandamientos para cumplir para no desviarte del camino.

Según Rashí, la bendición de la cual se habla en birkat kohanim se refiere a los bienes materiales y cuando Yahvéh alza su rostro significa que subyuga su ira.

Un último comentario exegético asegura que esta parte de la bendición asegura al Pueblo oyente que Yahvéh lo protegerá para que otros no lo dominen.

 B.– Que Yahvéh haga que Su Presencia brille en ti y te garantice su gracia. (Ya’er Adonai panav eleyja vijuneja)

Cuando hablamos de LUZ en las Escrituras, no solamente es para referirnos al sentido literal, sino mas bien como símbolo de alegría y pureza como también de amistad. Causar que el Rostro resplandezca sobre alguien, es en el idioma hebreo significa ser amigable con alguien.

Por ende, cuando el Rostro de Yahvéh se dice que es vuelto hacia una persona y que brilla en esa persona, ello implica un derramamiento de su divino Amor y Salvación:

«Oh, YHVH de los ejércitos, restáuranos.
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos
(Salmos 80: 19)

Teniendo esta cosmovisión en su mente, el salmista compuso esta estrofa:

“Restáuranos, oh Dios, y haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…
Oh Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos…
Oh Yahvéh, Dios de los ejércitos, restáuranos; haz resplandecer tu rostro y seremos salvos.”
(Salmo 80:3, 7, 19)

Así es bien clara la idea: si el rostro de Yahvéh resplandece sobre alguien, hay salvación. La palabra salvación tiene un sentido muy amplio: liberación, ayuda en problemas, apoyo en momentos difíciles, liberación de apuros, protección contra peligros, sanidad de enfermedades etc.

Las palabras: «Haga resplandecer Su Rostro sobre ti«, deben ser interpretadas en el sentido puramente espiritual para implicar que es el regalo del conocimiento y la profundidad moral. La idea literal de esta frase sería:

«Pueda Yahvéh darte el brillo de los ojos y la luz de Su Shekinah;pueda el fuego de la Profecía arder en las almas de tus hijos; pueda la luz de la Torah iluminar tu casa» 

La palabra «vijuneja» tiene una significación mayor que la expresión «te guarde«. La idea primordial expresaría lo siguiente:

«Se convierta Yahvéh en tu benefactor y te llene de su Gracia y cumpliendo tu petición.»

Los exégetas del hebreo entienden «vijuneja» en el sentido de :

«Pueda Él darte Gracia en los ojos de tus compañeros«; vale decir, «pueda Él hacerte adorable y amado a los ojos de los otros

 C. – «Que Yahvéh levante su Presencia sobre ti.» (Yisa Yahvéh panav eleyja)

Esta expresión también podría expresarse así:

«Vuelva Su cara hacia ti. Vuelva Su atención a ti, y su cuidadoso amor lo extienda siempre hacia ti.»

C. – Te garantice («establezca para ti» o «arregle para ti») Shalom. (Veyasem leja Shalom).

La palabra Shalom, en hebreo, significa no solo libre de todos los desastres, sino también, salud, bienestar, seguridad y tranquilidad; la paz, aseguran los sabios hebreos, que la Shalom es uno de los pilares del mundo; sin ella, el orden social no puede existir.

«Paz en tu entrar y paz en tu salir, paz para con todos los hombres. Grande es la paz porque es el sello de todas las bendiciones» (Talmud)

Shalom es la palabra que el Eterno utiliza para describir la integridad, la bondad y la total satisfacción en la vida. ¡Esta es la vida abundante que Yeshúa prometió! (Juan 10:10)

Nosotros no solamente debemos ser pacíficos a nosotros mismos, sino ayudar a otros a serlo también. La Paz no es solamente una condición personal, sino nacional.

La Paz (Shalom) no es un concepto negativo y no es el equivalente a inactividad. Los profetas esperaron por una paz Mesiánica que debe fundar al universo y ello incluye a todos los hombres de todos los pueblos y eso también incluye a todas las bestias del campo (Isaias 11, 6-10).

«Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel»

El ser bendecido por el Eterno es tener Su Nombre sobre ti para ser identificado con quien es Él y toda Su naturaleza.

Aharón fue mandado a pronunciar esta bendición sobre el pueblo de Israel, no sobre las otras naciones. Aunque Yahvéh ama y bendice a toda la humanidad, hay un fuerte y definido sentido en el cual Él tiene bendición sólo para Su Pueblo de Alianza. Por lo tanto, nosotros tenemos que unirnos a Él para ganar esa bendición.

Por otra parte, vemos que el Eterno promete bendecir en respuesta a su bendición. ¡Qué apropiado para los líderes del Corazón Pastoral de Yahvéh el pronunciar estas palabras sobre su pueblo! Que tanto más apropiado para cada creyente el recordar que tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo que siempre vive para interceder por nosotros y para bendecirnos de acuerdo a Su misma bendición.

¡Vamos ahora reflexiona y alégrate!… ¡Qué gran regalo, el tener el nombre de Dios sobre ti! ¡Vive pues como un hijo primogénito que ya está bendecido con toda bendición espiritual en lo lugares celestiales!

Una Canción de Alabanza en el Desierto

«Y entraron Moisés y Aarón en el tabernáculo de reunión, y salieron y bendijeron al pueblo; y la gloria de Yahvéh se apareció a todo el pueblo.
Y salió fuego de delante de Yahvéh, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros.»

 

(Levítico 9:23-24)

 

En los códigos mismos de los secretos que vibran en las letras de la Instrucción (Torah) divina el “fuego proveniente de los alto” demostró como el Eterno estaba complacido con la obra de sus criaturas en la Tierra.

Cuando Yahvéh creó el mundo, Su Gloria llenaba toda la Tierra, provocando esto una grande, profunda e ilimitada alegría en todas las dimensiones existenciales del planeta.

Los errores de comportamiento la primera humanidad (Adán y Eva) originaron que la gloria divina se alejara de este mundo. Sin embargo, esta dimensionalidad de alegría celestial logró retornar nuevamente a la Tierra, cuando la Presencia divina entregó la Torah en Sinaí, y posteriormente cuando el Eterno ordenó erigir el Santuario (Mishkán) en el desierto.

Es por eso que dice la Torah en referencia a la iniciación del Santuario que el pueblo “vio y entonó una canción de alabanza…” (hebreo original), ya que la alegría había vuelto al mundo con el objeto de restaurarlo a su diseño original para que el Mesías se manifestara y elevara toda la creación a Yahvéh como Padre Eterno.

Con esto aprendemos que la tristeza es la falta del Eterno en el interior de la persona humana, cuando esta no cumple con su propósito y misión. Por eso, debemos aceptar que la función de cada ser humano es atraer la Gloria divina sobre su persona, logrando así el estado de alegría y regocijo permanente.

¡Bailar Pegados al Eterno!… ¡La Terapia para Vivir Bien!

Al leer los libros del Tanak (Torah, Neviím, Ketuvim), también mal llamado Antiguo Testamento, encontramos la pedagogía espiritual de la danza. Justamente en cada lección, la lección será la misma: la danza es una expresión de alegría, aceptada por el Eterno como una ofrenda espiritual que lo glorifica como Creador y Dueño de todas las cosas.

La adoración a través de la danza ha sido parte de la historia y la tradición de Israel durante todos los años de su existencia. Entre tantos versos del salterio, podemos rescatar una que pone a la danza como un imperativo en la liturgia profética del Santo Templo:

 

Alábenlo a son de trompeta; alábenlo con salterio y arpa. Alábenlo con pandero y DANZA; alábenlo con cuerdas y flauta. Alábenlo con címbalos resonantes; alábenlo con címbalos estruendosos…”

(Sal. 150:3-5 VIN)

Esto se remonta a los tiempos de Moshé (Moisés), siendo una expresión de fe, adoración y alabanza a YHVH en la que cada movimiento del cuerpo tiene un significado y cada gesto de las manos tiene un sentido propio de adoración. Seguramente esta cosmovisión hebrea de la danza como instrumento cúltico, se desarrolló desde el mismo momento en que Israel fue librado del látigo opresor de Mitzraim (Egipto). Así lo vemos en la misma Instrucción (Torah) cuando nos relata:

“Entonces Miryam la profetisa, la hermana de Aharón, tomó un pandero en sus manos, y todas las mujeres fueron tras ella en DANZA con panderos…”

(Ex. 15:20 VIN)

Así pues, se instaló en la mentalidad hebrea que una de las manera de adorar a YHVH era demostrando el gozo de la salvación (simjáh). Por ello, para Israel bailar de alegría por el cumplimiento de una mitzvá es un privilegio celestial maravilloso.

Los códigos de la Torah revelan que cuando la alegría se comienza a irradiar en el interior del ser humano, se extiende a las piernas hasta que, literalmente, la persona comienza a danzar de gozo. Este acto profético disipa las fuerzas de la impureza (tumá), que se apoderan de las piernas para enfermarlas; además, atenuará juicios severos de los Cielos y permite recibir bendiciones. El fervor con el que se baila en un culto divino es “una ofrenda encendida de olor grato al Señor” (Números 28: 8).

En el folclore israelita existen mas de cuatro mil estilos de danzas diferentes: de adoración, de guerra, de paz, de dolor, etc. Como ejemplo de esto vemos que en el libro Shofetim (Jueces) encontramos la costumbre de danzar en alegría y gratitud por las cosechas:

“Tan pronto vean a las muchachas de Shiloh salir para unirse a los bailes, salgan de las viñas; que cada uno de ustedes escoja una esposa de entre las hijas de Shiloh…”

(Jue. 21:21 VIN)

Esta danza comenzaba en rueda y luego cada hombre seleccionaba una pareja.

También era costumbre sana y terapéutica danzar para conmemorar el gozo del regreso de algún ser querido:

“Cuando Yiftaj llegó a su hogar en Mitspah, ¡ahí salió su hija a recibirlo, con pandero y danza!”

(Jue. 11:34 VIN)

Es muy conocida la historia del rey David danzando fervientemente ante la llegada del Aron HaBrit (Arca del pacto) a Jerusalén. Notamos que él expresaba su gozo sin ningún tipo de prejuicio:

«David danzaba con toda su fuerza delante de YHVH; David estaba vestido con un efod de lino…”

(2 Samuel 6:14 – VIN)

Esta anécdota enseña como Mikal, quien se opuso a esta forma de adoración, quedó estéril (2 Samuel 6:14-23). Así pues, quedó claro en la mente de los hebreos que burlarse de la danza litúrgica produce un corte en la productividad de la vida.

Por esto, su hijo el rey Salomón (en hebreo: Sh’lomó HaMélek) enseñó que en la vida del hombre existe un tiempo de bailar, y que esto está marcado en el propósito eterno de Dios (Kohelet/Eclesiastés 3:4).

Así es como los profetas en sus oráculos afirmaban que en la restauración de todas las cosas también estaría incluida la danza como una forma legítima de diversión y gratitud a Nuestro Creador:

«De nuevo te edificaré, y serás reedificada, Virgen de Israel;

de nuevo tomarás tus panderos, y saldrás a las DANZAS con los que se divierten»

(Irmiyahu/Jeremías 31:4)

En los tiempos de Yeshúa ha Mashíaj, era una parte importante de la liturgia del Templo y el pueblo la utilizaba, en las fiestas de Israel, para conmemorar las victorias, los eventos históricos y los eventos de citas divinas o fiestas.

Por eso, cuando venimos al Evangelio (Buena Noticia) de nuestra Salvación, nos encontramos con que nuestro Maestro y Mesías Yeshúa enseñó que la danza era una expresión legítima de alegría a la hora de expresar gratitud al Eterno, nuestro Abba. Esto lo hizo en forma sutil cuando hablando del regreso del hijo pródigo, describió como era el momento de la shelamim que el padre ofreció a Yahvéh por esta alegría:

«…Y su hijo mayor estaba en el campo, y cuando vino y se acercó a la casa, oyó música y danzas«

(Lucas 15:25)

También entendemos que en la boda de Caná (Qanah), nuestro Señor vio las danzas que se producían en esta celebración, e incluso no es descabellado pensar que él participó como cualquier joven judío, pues esto era parte integral de su cultura. Los discípulos del Mashíaj eran de mentalidad hebrea y ellos tuvieron que haber conocido este folclore.

¡Evidentemente estar alegre es una bendición, y bailar para expresar dicha alegría también lo es! Sin embargo, también las Sagradas Escrituras dejan en claro que cuando una persona baila con el calor de la inclinación al mal (yetzer hará), está encendiendo un “fuego extraño” (Levítico 10: 1), mientras que el vino que bebe es el “vino de la embriaguez”, que permite a las fuerzas de la impureza afianzarse. Por eso, desde sus líneas, Yahvéh nos hace distintos llamado de atención, ya que el desenfreno puede llevar a que una misma acción tenga diferentes intenciones y, por lo tanto, diferentes consecuencias.

Debemos buscar la alegría pero no el desenfreno. Debemos estar exultantes de gozo, pero, siempre, tener presente el motivo de la alegría: nuestra gratitud al Eterno. Por esto, es recomendable que en todas las fiestas, los varones y las mujeres dancen por separado o en todo caso evitando el contacto físico, aunque esta recomendación no aplica a las pareja unidas en santo matrimonio.

 

 

Energía para la Vida y Pesadez para la Muerte

Por P.A. David Nesher

«Sacrificará el toro ante El Eterno; los hijos de Aarón, los sacerdotes, traerán “la sangre” y la arrojarán sobre el altar… y “las grasas” sobre la leña que está sobre el fuego del altar.»

(Levítico/Vayikrá 1:5)

La mayoría de la gente cristiana de hoy en día tiene dificultad para comprender el concepto de los sacrificios animales. A pesar de eso, debe aceptarse que existió una buena razón para que estos sacrificios abarquen una sección tan grande de la Torah. Por eso vamos a tratar de entender su significado simbólico en algunos de los aspectos requeridos en estos ritos dela Altar divino.

Es interesante saber que  aquel que traía la ofrenda podía degollarla, si deseaba. Pero sólo los sacerdotes podrían ofrecer la sangre sobre el altar. Esto era para que el penitente entendiera que se sacrifica delante de Yahvéh. Así, los sacerdotes podían enseñar que estos sacrificios eran un oráculo de la muerte del Mesías, la cual ocurriría (y ocurrió) delante de Yahvéh.

Vemos que Yahvéh, ordenaba que la sangre fuera arrojada sobre el altar. Este procedimiento lo realizaba sí o sí el sacerdote, quien se ponía al pie del altar, y arrojaba la sangre desde un recipiente hacia la pared del altar debajo de la mitad, hacia sus esquinas. 

Tanto la sangre como la grasa del animal debían ser arrojadas sobre el Altar.

Uno de los significados espirituales de “la sangre” en la Torah, es que guarda relación con la vitalidad, la velocidad y la energía motora del alma. Y “la grasa”, por el contrario, se relaciona con la pesadez, la pasividad y la inacción mental y emocional.

Según la cosmovisión divina, estos dos elementos deben ser ofrendados a Yahvéh con el fin de permitir la manifestación justa de Su proceso santificador en nuestras vidas. Por un lado el redimido tiene que ser incondicionalmente enérgico al momento de cumplir una ordenanza divina, y a la vez tiene que ser lento y pesado en el momento de ser tentado a cometer un pecado. Es decir que un hijo primogénito de Yahvéh debe ser entusiasta acerca de hacer lo mandado por Él para manifestar un acto de bondad. Por otro lado, cada hijo primogénito debe ser “flojo” y desistir de hacer lo impropio en su vida y entorno.

Sabemos que la Torah contiene 248 mandamientos positivos, y 365 mandamientos negativos. Pues bien, cada israelita, al ofrendar, activaba en su mente y corazón la certeza de que para la ejecución de un mandamiento positivo, uno debe actuar con rapidez y entusiasmo. Cuando una persona es tentada en aquello que Yahvéh lo prohíbe, transgrede un comando de la Torah, puede evitarla siendo “flojo” e inactivo.

Alguien que comete una transgresión aparentemente ha confundido sus prioridades. En el caso de los mandamientos positivos que descuidó, era perezoso, y en el caso del negativo que violó, actuó con vigor. Colocar la sangre y la grasa en el altar actúa como un recordatorio del propósito de cada rasgo y de lo que cada cosa sea usada según la voluntad de HaShem.

La sangre fue rociada en dos esquinas del altar, la noreste y la suroeste. Así la sangre fue rociada en los cuatro lados del altar por medio de dos rociamientos. Estos últimos era dos porque representaban el obrar redentor del Eterno a favor del pecador (el número 2 representa pecado, y también alianza); y los cuatro lados señalan a los cuatro puntos cardinales y a la creación toda, aduciendo así que cuando el hombre se pone a cuenta con el Eterno, todo su entorno se beneficia, gracias a las bendiciones que este comienza a irradiar.

Este rociamiento sobre el altar representa el momento cuando Mashiaj murió, disponiendo su vitalidad y energía motora a todos los hombres del mundo que anhelaran cumplir la voluntad del Padre que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

Doce Sensibilidades en el Corazón de Dios

“Y montarás en él cuatro hileras de piedras. La primera hilera será una hilera de un rubí, un esmeralda y un carbunclo” (LBLA revisada) – Hoy no se sabe con exactitud cuál es la identidad de estas doce piedras… y la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe; todas estarán engastadas en filigrana de oro. Las piedras serán doce, según los nombres de los hijos de Israel, conforme a sus nombres; serán como las grabaduras de un sello, cada uno según su nombre para las doce tribus.” 

(Shemot/Éxodo 28:17, 20-21)

Mientras investigamos y meditamos en los códigos de la parashá (porción) tetzevá, hemos aprendimos que estas piedras preciosas engastadas en oro nos enseñan acerca del inmenso valor que tiene cada uno de los hijos de Israel delante del Eterno. No solamente habla del valor y la importancia de cada individuo, sino de que cada uno está en el corazón del Mesías para ser llevado delante del Eterno perpetuamente. Querido hijo de Israel, tú estás en el corazón del Mesías en este momento. Él está mencionando tu nombre delante del Padre en todo momento. Él lleva casi 2000 años sirviendo como intercesor delante del trono, orando por cada uno de los hijos de Israel. ¡Bendito sea el Eterno por el ministerio de su Mesías!

Hemos estudiado que los sacerdotes tenían que usar vestimentas especiales para el servicio en el santuario. Todas estaban hechas de lino blanco y constaban de una camisa, pantalones, cinturón y turbante. El Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) usaba además las vestimentas de oro; jóshen (pectoral), efod (delantal) y tzítz (banda de la cabeza).El sumo sacerdote llevaba un pectoral sobre el cual había piedras brillantes, que llevaban cada una de ellas los nombres de cada una de las tribus de Israel. Pero además es una figura de lo cerca que está Yahvéh de sus escogidos  y lo mucho que ama a cada uno de los creyentes, de tal modo que su propio Gran Sumo Sacerdote (Yeshúa) los lleva sobre Su pecho y muy cerca de Su corazón.

Los nombres de los doce hijos de Israel estaban en estas doce piedras. La piedra número once fue un ónice (cf. v. 20). Esa piedra corresponde al nombre Yosef. Mashíaj ben Yosef, Mesías hijo de Yosef, es el nombre que se ha dado al Mesías sufriente. La piedra de Yosef, ónice, también estaba sobre los hombros. Esto nos enseña que el Mesías como siervo sufriente, hijo de Yosef, llevó las doce tribus sobre sus hombros.

Según el Midrash, junto con los doce nombres de los hijos de Israel también fueron grabadas las letras de los nombres de los tres patriarcas, Abraham, Yitzjak y Yaakov y luego las palabras Shivtei Yeshurún, que significan “las tribus de Yeshurún”. El nombre Yeshurún es el nombre más sublime del pueblo. Los tres nombres del pueblo son, Yaakov, Israel y Yeshurún, (cf. Deuteronomio 32:15; 33:5, 26; Isaías 44:2).

El pectoral estaba formado por doce cuadros ordenados en cuatro hileras de tres piedras preciosas cada una correspondiendo a cada tribu, tal como vemos en las siguiente imagen:

De esta manera había seis letras en cada piedra, en total 72 letras, incluyendo las 22 letras del alfabeto hebreo. Las seis letras en cada tribu, simbolizaban la creación del mundo en seis días. Esto era necesario para que las sentencias pudieran ser construidas combinando las letras a fin de transmitir mensajes por medio del Urim y el Tumim.

[Nota: Cabe aclarar aquí que las letras que aparecen en esta imagen no fueron las mismas que se grabaron en el pectoral del juicio. Allí fueron grabadas las letras hebreas arcaicas. Las letras que actualmente son llamadas “hebreas” en realidad están derivadas de las letras arameas. Después del cautiverio babilónico fueron sustituidas las letras originales hebreas por las arameas, inclusive en el texto sagrado del rollo de la Torá. Así que hoy en día estamos leyendo hebreo con letras arameas, o judaicas, de la misma manera como estamos leyendo español con letras latinas.]

Volviendo a la distribución de las doce piedras, diremos que, además del nombre de la tribu, las piedras llevaban el nombre de los Patriarcas, Abraham, Itzjak y Yaakov, así como las palabras Shivtei Yeshurún (las tribus de Dios), distribuidos de tal modo que en cada piedra había seis letras, lo que totalizaba todo el alfabeto, necesario para la combinación de los mensajes de los urim ve´tumim.

Las matriarcas estaban representadas en las cuatro filas.

El total de letras, 72, corresponde a las 72 letras que componen el nombre de Dios y que sostuvieron la creación durante la formación del mundo. Los urim ve´tumim eran pergaminos en los cuales Moshé había escrito las 72 letras del nombre oculto de Dios y que hacían que el pectoral se alumbrara para dar respuestas a través de las distintas combinaciones de letras, a las consultas o decisiones que afectaban a todo el pueblo de Israel o a un tribunal para la obtención de una sentencia definitiva.

Recordemos que las piedras estaban colocadas según el orden de nacimiento de los hijos de Yaacov.

La Sabiduría divina enseña que cada una de las tribus de Israel representa una sensibilidad o sentido particular del alma mesiánica:

  • Yehudá se asocia al habla,
  • Isacar al pensamiento,
  • Zebulún al movimiento,
  • Reubén a la vista,
  • Shimón a la audición,
  • Gad al trabajo,
  • Efraim a la sexualidad,
  • Menashé al olfato,
  • Benjamín al dormir y los sueños,
  • Dan a la ira justiciera,
  • Asher al comer y
  • Neftalí a la risa.

Cada tribu tiene su propio sentido o sensibilidad, donde encuentra gracia (jen). Justamente la palabra para pectoral, joshen (חושן) es en realidad una abreviatura de jush jen, que significa «un sentido de gracia«. Por supuesto, cada idea codifica una riqueza de información que debe ser elavorada en profundidad para ser apreciada. Es también importante recordar el principio de interinclusión, según el cual todos los sentidos tienen dentro de si una traza de todos los otros. No son mutuamente excluyentes, sino que más bien están conectados esencialmente y entramados con los otros, formando un sólo conjunto unificado.

Las piedras están colocadas sobre el pectoral de arriba abajo y de derecha a izquierda, según el orden del nacimiento. Había tres piedras en cada hilera habiendo un total de cuatro hileras. La siguiente es una lista de los nombres de las tribus (hijos) de Israel, el significado del nombre, la piedra y el color de la misma. (Nota: es difícil traducir algunas de las palabras antiguas por términos modernos. Por lo que es factible que encuentre usted diferentes listas de piedras, dependiendo de la traducción de la Biblia que use usted. Esta lista procede del «Temple Institute»). En las distintas fuentes y traducciones (Onkelos, Yerushalmi, Yonatán y otras) se le asignan diferentes identidades y colores a aquellas piedras del pectoral que figuran en las Escrituras y que en esta ocasión se hará mención a la utilización con mayor frecuencia.

  • Rubén significa hijo de y la piedra es el rubí (roja)
  • Shimon significa erudición y la piedra es el jade (verde)
  • Levi significa señorío y la piedra es la ágata (roja, blanca y con franjas negras)
  • Judá significa adoración y la piedra es el carbunclo (azul verdoso)
  • Isacar significa asociación y la piedra es lapis-lazuli (azul)
    Zabulón significa compañerismo y la piedra es el cuarzo de cristal (transparente)
  • Dan significa juicio y la piedra es la turquesa (azul)
  • Neftalí significa mano de obra, arte y la piedra es la amatista (púrpura)
  • Gad significa compañerismo y la piedra es la ágata (gris)
  • Aser significa comunión y la piedra es la aguamarina (Azul verdosa)
  • José significa liderazgo y la piedra es el onix (negra)
  • Benjamín significa herencia y la piedra es el ópalo (una piedra que posee todos los colores)

La composición del pectoral del Sumo Sacerdote muestra que sólo cuando cada tribu cumple su rol y realiza su contribución particular y necesaria a la nación en conjunto, el alma colectiva de Israel puede alcanzar la perfección y la consumación. Y sólo entonces la voluntad objetiva de Dios para la creación, representada por las letras brillantes del pectoral, se pondrá de manifiesto como un estado de gracia, paz y armonía dentro del pueblo de Israel y entre las naciones.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo del Eterno en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades de Israel. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad de Yashvéh, se revelaba como profecía en el pectoral.

El Corazón Pastoral de un Líder.

Un tzadik (justo) como Aharón percibe el sentido especial de cada persona. El Sumo Sacerdote (Kohen Gadol), en su corazón era sensible a los cambios sutiles que tienen lugar en cada tribu, así como aquellos que se producen en cada alma. Está lleno de amor y preocupación por todos. Él «ama la paz/integridad y persigue la paz/integridad«.

¿Qué significa el «Pectoral del Juicio«? Rashi dice que significa «expía la corrupción de la justicia«. Pues bien, este elemento de la vestimenta  representaba que el corazón de Aarón, y de todo Sumo Sacerdote, infunde a todos el amor mutuo, hasta que todos se perdonan mutuamente de todo corazón si han adquirido o hecho algo injustamente. De esta manera todo queda expiado.

Aharón es todo corazón. Su nombre en hebreo אהרן es igual a ocho veces lev (לב), que significa corazón. Este número está relacionado a las ocho vestiduras del Sumo Sacerdote. En guematráa, joshen es igual a Mashiaj (משיח), lo que revela que el Mashíaj siente a toda la nación de Israel dentro de su corazón, tal como está escrito en el libro del profeta Ishaiahu:

«Él seguramente carga nuestros padecimiento». 

(Isaías 23:4)

Este es el secreto del liderazgo del Mesías. Esta es la clave de Su diseño de Corazón Pastoral. En el cuarto evangelio, el apóstol Juan nos presenta a Yeshúa como el Pastor que conoce a sus ovejas por su nombre:

«A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama por nombre, y las saca.»

(Juan 10:3)

Los nombres de la tribus en el pectoral representan también los nombres de los auténticos creyentes, que están escritos en el corazón de Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Los nombres están grabados en la piedra y no pueden ser borrados, de la misma manera que nosotros tampoco podemos perder la vida eterna una vez que hemos depositado nuestra fe y confianza en Él.

«Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.»

(Juan 10:28)

Por último, es interesante notar que las piedras con los nombres de los hijos de Israel están más lejos del corazón que el Urim y el Tumim. Esto nos revela que la voluntad del Eterno siempre debe ser más importante para un sacerdote que los hombres. Por lo tanto, tiene la máxima prioridad, y es la cosa más cercana al corazón. Este es el resultado del Pacto Renovado, como está escrito en :

Porque por una ofrenda él ha hecho perfectos (tumim) para siempre a los que son santificados. Y también el Espíritu de santidad nos da testimonio; porque después de haber dicho: 

ESTE ES EL PACTO QUE HARÉ CON ELLOS DESPUÉS DE AQUELLOS DÍAS: PONDRÉ MIS LEYES EN SU CORAZÓN, Y EN SU MENTE LAS ESCRIBIRÉ (urim),

añade: 

Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES (tumim).

(Hebreos 10:14-17)

Cada vez que un líder mesiánico ora por los preciosos hermanos que están en su corazón, tiene el Urim y el Tumim como base, pidiendo que la voluntad del Eterno sea revelada y que las personas puedan cumplirla y llegar a ser perfectas, como está escrito por el apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses:

“Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros (todos los nombres en los hombros), por vuestra participación en las buenas nuevas desde el primer día hasta ahora, estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra (urim), la perfeccionará (tumim) hasta el día del Mesías Yeshúa. Es justo que yo sienta esto acerca de todos vosotros, porque os llevo en el corazón (el pectoral), pues tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación de las buenas nuevas, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.”

(Filipenses 1:3-7)

A los discípulos de Corinto les escribía:

“Y rogamos a Dios que no hagáis nada malo (urim)… 

Pues nos regocijamos cuando nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes; también oramos por esto: que vosotros seáis hechos perfectos (tumim).”

(2 Corintios 13: 7a, 9)

Así mismo a los creyentes de Colosas les escribía:

Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros (todos los nombres en los hombros) y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual (urim)para que andéis como es digno del Señor (tumim), agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios (urim); fortalecidos con todo poder (tumim) según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia (tumim), con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado (tumim) para compartir la herencia de los santos en luz (urim).”

(Colosenses 1:9-12)

“A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría (urim), a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en el Mesías (tumim).”

(Colosenses 1:28 )

Evidentemente estas dos aristas regían la pedagogía paulina:

“…porque en todo fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en todo conocimiento (urim)

… el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesús el Cristo (tumim).”

(1 Corintios 1:5, 8)

Así mismo Pablo da revela que para esto fueron dados como hombres-dones los cuatro ministerios del corazón pastoral:

“Y él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos (tumim) para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo del Mesías; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno (urim) del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías (tumim).

(Efesios 4:11-13 )

¡Que Glorioso es nuestro Abba! Nuestro Gran Sumo Sacerdote, Yeshúa HaMashiaj, nos guarda, nos ama, y nos guía, diariamente mientras se mueve en intercesión delante del Trono del Eterno.

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¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

La Fisiología del Urim y el Tumim

Por P.A. David Nesher

 

 

“Y harás el pectoral de juicio, obra de hábil artífice; lo harás como la obra del efod: de oro, de lana azul, lana púrpura y lana escarlata y de lino trenzado lo harás.”

(Shemot/Éxodo 28:15)

 

Se desconoce la etimología y el significado exacto del término hebreo, traducido comúnmente por «pectoral«, siguiendo la antigua versión latina (pectorale) y teniendo en cuenta que se trata de un objeto colocado sobre el pecho del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote).

Leemos que los vv. 15, 29 y 30, lo califican de «pectoral de juicio«(Joshen Mishpat). Se trata de un juicio o procedimiento de tipo oracular que servía para juzgar.

Hay dos explicaciones por las que el pectoral es llamado “de juicio”. La primera, que se encuentra en el Talmud, dice que es llamado así porque hace expiación por la perversión de la justicia civil. La otra interpretación que es presentada por Rashí, dice que es llamado pectoral de juicio porque prueba las afirmaciones que hace por medio del Urim y Tumim, y sus promesas son verdaderas, (cf. Números 27:21). Cuando había duda con respecto a qué hacer en cuanto a asuntos importantes para la nación, se acudía al Sumo Sacerdote. Él se volteaba hacia la Shekiná (la presencia divina), y el que preguntaba se colocaba detrás y hacía su pregunta.

Este sistema oracular era uno de los dos métodos para resolver cuestiones de importancia para la comunidad, donde no es aceptable el error humano. La mayoría de tales decisiones eran hechas por el Sanedrín, un consejo compuesto de setenta  de los sabios más grandes de la generación. Cada sabio se distinguía por haber alcanzado tal grado superior de conocimiento de la Torah, que incluso sus respuestas instintivas a las preguntas y las experiencias de la vida eran consistentes con las verdades de la Torah. Aun así, los prejuicios personales eran minimizados más todavía con el requerimiento de que se reglamente según el voto de la mayoría. Pero para ciertos interrogantes tales como ir a la guerra o no, se buscaba el consejo divino por medio este «pectoral».

En el pectoral estaban todas las letras del alefato (alfabeto hebreo). Las letras se alumbraban milagrosamente para formar la respuesta deseada. De este modo el pectoral aclaraba sus afirmaciones y fue llamado por eso, “pectoral de juicio”. Rashí enseña que la palabra hebrea para “juicio” (mishpat) usada en este sentido tiene tres significados:

  • Las palabras alegadas por los litigantes.
  • El veredicto, la sentencia.
  • La ejecución del castigo, capital, por azotes o monetario.

Por eso, según Rashí, en este caso mishpat significa “confirmar una afirmación”.

El Urim y el Tumim eran dos inscripciones del Nombre Divino. Cuando Moshé estaba en el cielo estudiando la Torah, Yahvéh le reveló el secreto de cómo hacer el Urim y el Tumim. Sólo Moshé, a quien el secreto le fuera revelado, podía hacerlos y ponerlos en el pliegue del pectoral. Por lo tanto, en ningún lugar está escrito que nadie haya contribuido en hacer el Urim y Tumim, o que se diera alguna instrucción a los trabajadores sobre como hacerlos.

En el idioma hebreo, Urim (אוּרִים),  plural de ur, significa “llamas”, «luces«,  y Tumim (תּוּמִים), plural de tum, significa “cumplimientos”, “perfecciones”, «sin culpa» o «Integridad«.  En consecuencia, Urim y Tumim se ha traducido tradicionalmente como las luces y perfecciones de la Voluntad divina. Sin embargo, aunque el significado aparente de las palabras es plural, el contexto sugiere que se trata de un pluralis intensivus (palabras en singular que son pluralizadas para realzar su majestad). Las formas singulares (ur y tum) han sido conectadas por antiguos eruditos con los términos babilónicos urtu y tamitu, que significan oráculo e instrucción, respectivamente. Muchos eruditos sostienen que אוּרִים (Urim) deriva simplemente del término hebreo אּרּרִים (Arrím), que significa condenado, de modo que Urim y Tumim significaría culpable o sin culpa, en referencia al juicio divino respecto de un acusado. En otras palabras que Urim y Tumim responderían a la pregunta de ¿inocente o culpable?. Todos los estudiosos del tema dan por sentado que se trataba de un instrumento diseñado para tomar decisiones en base a una pregunta concreta, susceptible de ser respondida por sí o por no (similar a una moneda que cae de cara o cruz).

Son la única forma de consulta que esta detalladamente escrita en la Torah y el  Tanak (Antiguo Testamento). Con ellos no se incurría en equivocación de utilizar la percepción para fines de adivinación, ego, lucro, falsedad, idolatría o vanidad. De este modo el Eterno evitó que incurriesen en pecado de superstición yendo a consultar a los oráculos gentílicos de los pueblos vecinos. Conforme a esto, el rey Salomón afirmará:

«La suerte se echa en el regazo, mas de Yahvéh viene toda decisión.»

(Proverbios 16: 33 – BLA)

El Urim y el Tumim eran utilizados por el Sumo Sacerdote, y tenemos dos ejemplos en los que se acudió a este sistema de oráculos: Josué al repartir las tierras, y el rey David para decidir adecuadamente. La confianza en estos medios únicos de revelación (Nm. 27:21; Dt. 33:8) parece haber cesado después del reinado de David, Aunque se dio un intento de reavivar la práctica durante el periodo post-exílico, en el siglo quinto a. EC. (Véase Esdras 2:63; Nehemías 7: 65).

El Talmud dice:

“¿Por qué fueron llamados “Urim y Tumim”? “Urim” porque hicieron que sus palabras se iluminaran y “Tumim” porque cumplieron sus palabras.”

Por esto en el Talmud, a la expresión el Urim y el Tumim se interpreta como “Revelación y Verdad”. Con estas dos gemas semipreciosas que forman parte viva de la Tierra, Yahvéh permitía utilizar una herramienta de la tierra como las piedras para evaluar cómo está la vibración, la energía, o las expectativas de cualquier cosa.

Según Rashí, Urim ve-Tumim es el nombre de un pergamino en el que estaba escrito el Nombre del Eterno. Ese pergamino fue puesto dentro de los pliegues del pectoral y causaba que las letras se iluminaran y se perfeccionaran cuando daba una respuesta divina.

El Urim y el Tumim se deberán colocar sobre el corazón de Aharón, cuando este delante de Dios, y discernirá para los hijos de Israel sobre su corazón ante Dios (Éxodo 28: 29-30). Así pues, cuando se traía un interrogante ante el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), él meditaba en el Santo Nombre del Urim. Esto provocaba que las letras sobre las piedras del pectoral se iluminaran o resaltaran. Estas letras formaban la respuesta a la pregunta. Sin embargo, dado que no estaban especialmente ordenadas, nuevamente el Kohen Gadol  tenía que meditar en el Santo Nombre del Tumim y entonces se le daba Ruaj Hakodesh (inspiración Divina) un nivel de profecía menor que aquel llamado “nevua” para ordenar las letras apropiadamente y transmitir la respuesta correcta.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo de Yahvéh en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades del pueblo hebreo. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad del Eterno, se revelaba como profecía en el pectoral.

Esto significa que el Urim y el Tumim representan la revelación de la voluntad del eterno. Urim – luces – es la revelación de su voluntad. Tumim – perfecciones – es el cumplimiento de su voluntad. En el ministerio de Malki-Tsedek Urim y el Tumim están dentro del corazón del sacerdote. Su único deseo es que se haga la voluntad del Eterno. Tiene una oración constante: “Señor, revélame tu voluntad y ayúdame a cumplirla perfectamente”.

Por último, vale agregar un dato interesante. El Urim y el Tumim deben haber sido pequeños objetos de metal o piedras inscritos con símbolos, posiblemente las 22 letras del alfabeto hebreo, en base al hecho de que la primera letra del Urim (Alef) y la primera letra del Tumim (Tav) son las primera y la última letra del alfabeto, respectivamente. Esto se refiere a la unificación del Mundo de Arriba (los Cielos) y el Mundo de Abajo (la Tierra) tanto en sus manifestaciones espirituales como físicas (alma y cuerpo). Esto nos lleva a merecer Ruaj HaKodesh (Espíritu de Santificación) y profecía.

En el mal llamado Nuevo Testamento, uno de los títulos que se le da al Mesías Yeshúa es «el Alfa y la Omega«, mala traducción de «Aleph y Tav» (את).

 

 

Por lo tanto, este sistema oracular de justicia tipificaba el perfecto obrar sacerdotal de Yeshúa, tal como lo anunciara el profeta Isaías:

«El se deleitará en el temor del Señor,
Y no juzgará por lo que vean Sus ojos,
Ni sentenciará por lo que oigan Sus oídos;
Sino que juzgará al pobre con justicia,
Y fallará con equidad por los afligidos de la tierra.
Herirá la tierra con la vara de Su boca,
Y con el soplo de Sus labios matará al impío.
La justicia será ceñidor de Sus lomos,
Y la fidelidad ceñidor de Su cintura.»

(Isaías 11: 3-5)

Este nivel mesiánico se logra por medio de las siete capacidades que da el Ruaj HaKodesh (Espíritu de Santificación) del Eterno (cf. Isaías 11: 1-2). Con esta cosmovisión, explican los apóstoles a las primeras comunidades de discípulos que para que un redimido pueda acceder a cumplir su objetivo en la vida, debe tener constantemente sobre su corazón, “pectoral de juicio”, debiendo analizar diariamente su senda. Pero el “juicio” solo no es suficiente, sino que hace falta tanto el “Urim” , como el «Tumim«. Importante es saber que “Urim” proviene de la palabra “Or” que significa “Luz”, haciendo alusión a la Torah escrita en la mente y grabada en el corazón. Es decir que el verdadero o justo “juicio” es a través de la Torah, ya que sin ella no se sabe lo que está bien y lo que está mal (Juan 7:24). Y “Tumim” es una palabra que proviene “Tam” que significa «simple«. Es decir que el verdadero “juicio” es cuando la persona posee “Torah” y  desde ella adquiere“simpleza” en su corazón, que permite la manifestación de la mansedumbre y la humildad. Esto es al fin y al cabo el objetivo final de la Gran Vocación que Yeshúa nos hace:

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.»

(Mateo 11: 28-30)

¿Dos «Piedras Mágicas» o Dos Hombros Compasivos?

Por P.A. David Nesher

«Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel; seis de sus nombres en una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al orden de nacimiento de ellos.
De obra de grabador en piedra, como grabaduras de sello, harás grabar las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás alrededor engastes de oro. Y pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, para piedras memoriales a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante de Yahvéh sobre sus dos hombros por memorial.
Harás, pues, los engastes de oro, y dos cordones de oro fino, los cuales harás en forma de trenza; y fijarás los cordones de forma de trenza en los engastes.»

(Éxodo/Shemot 28: 9-14)

Hemos ya visto que el pectoral era una prenda que el Sumo Sacerdote llevaba sobre el pecho cuando entraba en el Mishkán (Santuario) o tenía que decidir cuestiones de gran importancia.

Era la vestidura más importante que llevaba el Sumo Sacerdote. Esta prenda representa la parte de sus vestiduras descrita  como «vestiduras de salvación«:

«En gran manera me gozaré en Yahvéh, mi alma se alegrará en mi Dios;

porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas.»

(Isaías 61:10)

Recordemos que esta prenda consistía en una pieza de bordado doble, cuadrada de 25 centímetros, de tela muy fina. Estaba engarzado con doce piedras preciosas, cada una de las cuales tenía grabado uno de los nombres de las doce tribus y estaban colocadas en el mismo orden que le correspondía a las tribus en su campamento en el desierto. Así, el sumo sacerdote llevaba simbólicamente los nombres de las doce tribus sobre su corazón cuando estaba delante de Yahvéh.

El material del efod del sumo sacerdote era de la misma clase al usado en la confección del velo del Mishkán, con hebras de oro tejidas en él para añadirle a su «honra y hermosura».

El frente y parte posterior del efod estaban unidos con «hombreras». Se colocaron dos «piedras de ónice», en «engastes de oro», sobre estas hombreras.

La palabra hebrea para «ónice» (shoham). Es interesante saber que la expresión “shohám” ( שהם ) podría remitirse a la raíz “séh”, que significa “cordero”, o bien a la raíz “shovéh”, que significa “ser semejante«. Shohám (traducido como «ónice») se refiere a una piedra muy preciosa que podía «brillar como el fuego». Esto marca diferencia respecto al  ónice que se conoce hoy, «que no es ni precioso ni brillante».

El ónice es una piedra que tiene capas blancas que se alternan con otras negras, marrones, rojas, grises o verdes. Parece que el color pálido producido por la combinación de las capas rojas que se transparentan a través de las translúcidas capas blancas de esta piedra les recordaba a los griegos la uña, llamada en griego ó·nyx. Desde tiempos remotos se ha utilizado el ónice en adornos, sortijas y cuentas. Sus capas de diversos colores lo convirtieron en una gema especialmente popular para los camafeos.

Es la primera piedra preciosa mencionada en la Torah. En sus primeras líneas se nos cuenta que la “tierra de Hávilá” era rica en ónice en los albores de la historia.:

“El oro de aquella tierra es bueno; allí hay bedelio y ónice” 

(Génesis 2:12)

Ahora bien, el Eterno mostró a Moshé diseños celestiales que enseñaban cómo el Mesías actuaría en Su misión. Por ello, considerar estas dos ónices en las hombreras del efod, resultará muy edificante para nuestra fe. Sabemos por lo que revela este pasaje que en una piedra estaban los nombres Reuvén, Shimón, Leví, Yehudá, Dan y Naftalí. En la otra piedra Gad, Asher, Yisajar, Zvulún, Yosef y Binyamín. Esto significa que había 25 (veinticinco) letras hebreas en cada piedra, 50 (cincuenta) letras en las dos.

El Midrash cuenta como fueron grabadas las piedras. La expresión «en el orden de su nacimiento«, quiere decir que se iban colocando los nombres en las dos piedras de ónix simultáneamente, empezando por la piedra situada a la derecha. A modo de ejemplo, el nombre de Reuvén estaría grabado en la piedra de la derecha, mientras que el nombre de Shimhón, segundo hijo de Israel, estaría grabado en la piedra de la izquierda, y así sucesivamente; de esto resulta que no figuraban seis nombres de acuerdo con el orden de nacimiento en una piedra, y seis en otra, sino más bien, que figuraban alternadamente (Minhah Belulah).

El Midrash también cuenta como fueron grabadas las piedras. Los nombres de las tribus fueron escritos con tinta. Luego fue traído un gusano pequeño como el grano de cebada que se llama shamir. El shamir tenía la capacidad para partir la piedra. Cuando el shamir se comió la tinta, cortó dentro de cada piedra con tal precisión que ni siquiera una minúscula astilla de un diamante se perdió. Como resultado de la incisión. fue grabado el nombre de cada una de las tribus en la piedra de una manera perfecta.

Hemos dicho que Aharón es un tipo del Mesías (es decir, lo representa proféticametne). Aharón llevaba los nombres de Israel ante Yahvéh siempre que el entrara en la Tienda, y se identificaba a si mismo con ellos. Justamente la expresión que se ha traducido «… para piedras memoriales a los hijos de Israel«, debería en verdad decir: «como piedras de recuerdo a favor de los hijos de Israel«. Los sabios intérpretes del hebreo dicen que esto «…quiere decir, que aquellas piedras harán que Aharón recuerde siempre en su pensamiento y en sus oraciones a los hijos de Israel, fijando permanentemente en ellos su pensamiento, y ello lo prepararía para recibir la profecía concerniente a los asuntos de los hijos de Israel. «(Minhah Belulah)

Considerando todo esto, aprendemos que sobre los hombros del Mesías se encuentran los nombres de las doce tribus de Israel, sobre dos piedras negras. Esto nos enseña que cuando el Mesías llevó el madero sobre sus hombros desde la ciudad hasta el lugar donde fue colgado, estaba llevando el pecado de las doce tribus de Israel. Como Israel es la nación sacerdotal, representa a todas las naciones. Así que sobre los hombros del Mesías cargaba el pecado de todo el mundo:

“Debido a la angustia de su alma, él lo verá y quedará satisfecho. Por su conocimiento, el Justo, mi Siervo, justificará a muchos, y cargará las iniquidades de ellos.”

(Isaías 53:11)

Es bajo esta cosmovisión que el apóstol Juan relató la pasión del Señor:

“Tomaron, pues, a Jesús, y él salió cargando su viga al sitio llamado el Lugar de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota” 

(Juan 19:17)

En  la primera epístola que Juan escribiera, él testifica acerca de esto así:

“El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros (los judíos), sino también por los del mundo entero.” 

(1 Juan 2:2)

Las dos piedras de ónice sobre los hombros no solamente hablan de la carga del pecado de los hijos de Israel, sino del gran peso que conlleva ser responsable para el desarrollo espiritual de los demás, tal como lo experimentará el apóstol Pablo en su misión :

“Además de tales cosas externas, está sobre mí la presión cotidiana de la preocupación por todas las congregaciones.”

(2 Corintios 11:28)

Esta carga es conocida como la carga del intercesor. La intercesión es un ministerio sacerdotal (cf. Lucas 22:32; Juan 17:9). Sobre los hombros del intercesor pesan aquellos nombres que también están en su corazón. Tiene que llevarlos delante del Eterno en todo momento y mencionar sus nombres constantemente:

“…orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros”

 (Filipenses 1:4)

“no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo mención de vosotros en mis oraciones.”

(Efesios 1:16)

“Doy gracias a Dios, a quien sirvo con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados, de que sin cesar, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones”

 (2 Timoteo 1:3)

“Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo mención de ti en mis oraciones.”

 (Filemón 4)

“¿Quién es el que condena? Jesús, el Cristo, es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros” 

(Romanos 8:34)

Aquí será muy importante abrir nuestros espíritus para recepcionar una curiosidad profunda en significados celestes. Sabemos que el ministerio del Mesías según el orden de Malki-Tsedek fue entregado a sus discípulos cincuenta días después de su resurrección, en el día de la Fiesta de Shavuot (Pentecostés), cuando el Espíritu fue dado (cf. Hechos capítulo 2). Interesante resultará saber que esos cincuenta días corresponden a las 50 letras de los nombres de los hijos de Israel que están sobre los hombros del Mesías. Yeshúa estuvo 40 días con sus discípulos después de su resurrección (cf. Hechos 1:3). Los diez últimos días antes de Shavuot estaba en el cielo. Si cada letra corresponde a un día, vemos como la letra número 41 corresponde al primer día en el cielo. Esa letra es la primera del nombre Yosef, la yud, que tiene el valor 10. En ese día cuando Mashíaj ben Yosef entró en el cielo empezó el proceso de su glorificación y luego consagración como Sumo Sacerdote. Él fue investido en el cielo con esa ropa verdadera, que también tiene los nombres de los hijos de Israel sobre sus hombros. Así él puede llevar la memoria de los hijos de Israel delante del Padre constantemente:

“Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.” 

(Hebreos 7:25)

Como el Mesías está llevando los nombres de los hijos de Israel en las dos piedras que están sobre sus hombros, hay un constante recuerdo de su muerte delante del Padre a favor de todos nosotros.


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