parashat tetzavé

Kohanim, sacerdotes, sí,… pero de otro tipo


Por P.A. David Nesher

Comencemos haciendo la siguiente pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre los sacerdotes (kohanim) de la Torah y los «sacerdotes» de las denominaciones cristianas que utilizan este título como cargo clerical? Te aseguro que es más de lo que piensas; ni siquiera están relacionados. Te invito pues a considerar las diferencias, y así comprender el Plan de Salvación de nuestro Elohim en Su Mesías (Ungido).

Sabemos por los distintos historiadores que, no mucho después de separarse del judaísmo, el cristianismo comenzó a desarrollar una clase clerical responsable de pastorear a la gente, oficiar los servicios y administrar los sacramentos en el culto dominical. De este modo, la clase de servidores de presbíteros pasó a constituir una casta clerical llamada sacerdotes. Sin embargo, los diversos sacerdocios que originó la cristiandad son diferentes del sacerdocio de las Sagradas Escrituras. En otras palabras el sacerdocio bíblico no está relacionado con el sacerdocio que opera dentro del cristianismo actual.

La palabra hebrea para «sacerdote» es kohen . Si eres judío y tienes un apellido como Cohen, Kowen, Kahan o Koen, Kogan, probablemente seas descendiente del hermano de Moisés, Aarón, y sus hijos. Tus antepasados sirvieron como sacerdotes en el Tabernáculo y en el Templo de Jerusalén.

«Entonces acerca a ti a Aarón, tu hermano, y a sus hijos con él, de entre los hijos de Israel, para que me sirvan como sacerdotes:
Aarón, Nadab y Abiú, Eleazar e Itamar, hijos de Aarón.«
(Éxodo 28:1)


En la Torah, solo los descendientes de Aarón podían ser sacerdotes. Es decir que ellos nacieron ya en el puesto. Ante esto, notamos una importante diferencia: los sacerdotes de Israel no hacían votos de celibato; sino que más bien, el sacerdocio se transmitía a través de las familias. Así pues, y hasta nuestros días, Los descendientes de Aarón han intentado preservar su linaje familiar a través de las generaciones. Los sacerdotes son un grupo familiar especial dentro del pueblo judío. La mayoría de las comunidades judías tienen varias familias que pertenecen al sacerdocio aarónico.

Cabe aquí también aclarar que los sacerdotes y los rabinos no son lo mismo. Un rabino es alguien que asistió a una escuela rabínica (en hebreo: Yeshiváh) y recibió la ordenación rabínica por parte de un organismo de ordenación oficial dentro del judaísmo. Cualquier judío puede convertirse en rabino, y una sola comunidad judía a menudo tiene muchos rabinos.

Hasta el día de hoy, los sacerdotes conservan su condición sacerdotal en el judaísmo. Los descendientes de Aarón todavía están sujetos a restricciones especiales y leyes de la Torah que se aplican al sacerdocio según las Escrituras Santas. Además, los sacerdotes disfrutan de privilegios especiales en la sinagoga y sirven en ciertas funciones rituales. Por ejemplo, si un sacerdote está presente en Shabat, se le da la primera oportunidad de leer el rollo de la Torah. Al final de las oraciones del Shabat, es llamado para ofrecer la bendición sacerdotal sobre la congregación. Los sacerdotes también son responsables de funciones rituales en la comunidad como la redención de los hijos primogénitos.

A pesar de estas funciones modernas, el sacerdocio aarónico ya no es lo que solía ser. En los días cuando el Tabernáculo (o Templo) estaba en pie, el sacerdocio era un componente crucial en el servicio de Elohim. Eran responsables de los servicios de adoración. Ellos manejaban los sacrificios y cuidaban los fuegos del altar, encendían la menorah, quemaban el incienso sagrado, horneaban el pan de la Presencia y hacían todo el servicio del Tabernáculo. Llevaron a cabo el servicio divino en nombre de toda la nación de Israel. Además, eran responsables de enseñar Torah a la gente.

El sacerdocio ilustra nuestra relación con Elohim.

Como el israelita común en los días del Tabernáculo, no podemos entrar directamente a la presencia de Dios. En cambio, necesitamos un intermediario, que oficie como pontífice (puente). En el Tabernáculo y el Templo, los intermediarios se llamaban sacerdotes. Facilitaron la relación entre YHVH y el pueblo de Israel. De manera similar, nosotros, los discípulos de Yeshúa, consideramos a nuestro Salvador como nuestro intermediario con el Eterno. Él es el intermediario que actúa como sacerdote para nosotros en el Templo celestial. Sin embargo, el sacerdocio de nuestro Maestro es espiritual y no reemplaza el sacerdocio mundano y eterno prometido a los hijos de Aarón.

Los sacerdotes han estado sin trabajo desde la destrucción del Templo, pero podrían volver a trabajar si el Templo alguna vez fuera reconstruido. Los sacerdotes esperan hoy la reconstrucción del Templo Sagrado en Jerusalén, cuando serán llamados al servicio. Un día lo serán. Según el profeta Jeremías, la promesa de el Eterno de restaurar el sacerdocio aarónico está inseparablemente unida a su promesa de enviar al Mesías davídico:

«Así dice el SEÑOR:
Si podéis quebrantar mi pacto del día y mi pacto de la noche, de modo que el día y la noche no lleguen a su tiempo señalado, entonces también mi pacto con mi siervo David será quebrantado para que él no tenga hijo que reine sobre su trono, y con los sacerdotes levitas, mis ministros.«
(Jeremías 33:20-21)

ADAPTADO DE: Torah Commentary Set.

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Los asistentes divinos: Aarón y sus hijos… ¿Un Sacerdocio Hereditario?

Por P.A. David Nesher

Una suposición básica subyace, de principio a fin, en todas las ascensiones de nuestra presente parasháh de TETZAVEH. Dicha suposición es que los asistentes que conducen la vida diaria del Mishkán (la Casa Favorita de Dios), sobre cuyas actividades diarias (ropa y día de juramentación leemos con tanto detalle), no serán otros que Aarón y sus hijos.

Así, a lo largo de nuestra parasháh, todo el enfoque está puesto en Aarón y sus hijos, sus actividades, vestimentas y funciones. De hecho, es un dato no menor que el nombre de Moisés no aparece en ninguna parte de nuestra parasháh de principio a fin, aunque se le dirige directamente en sus palabras iniciales, VE-ATAH TETZAVEH, traducida como: «Y TÚ ordenarás…»; y además, él fue el actor central en la inducción de los sacerdotes. [Los Sabios dicen que una de las razones por las que el nombre real de Moisés se dejó fuera de la parasháh de esta semana es porque Moisés clamaría más tarde, en la parasháh de la próxima semana (Ki Tisá): — “borrame de tu libro” (Éxodo 32:33). Sin embargo, esa oración ya había sido respondida antes de que fuera dicha, ¡ya que Dios “borró” el nombre de Moisés al no escribirlo en ninguna parte de la parashá de esta semana!]

Ahora bien, abordando la suposición central: que será Aarón y sus hijos quienes desempeñarán el papel de ministros en la Casa de la morada de la Santa Presencia, debe entenderse el principio de interpretación hebrea que dice: EIN MUKDAM O ME-UJAR BATORAH (“No hay un ‘antes’ y un ‘después’ en la Torá”). 

Partiendo de dicho principio hermenéutico, diré entonces que la razón para el nombramiento de Aarón y sus hijos y nadie más para ser los sacerdotes que ministran en la Casa no se hace evidente en la narración de la Torah sino hasta la parashá de KI TISA (de la próxima semana), con el relato del pecado del Becerro de Oro. Sin embargo, incluso antes de que la razón se hiciera manifiesta, su designación ya estaba concebida en la mente y voluntad del Eterno antes de ese evento, como vemos en la parashá de TETZAVEH que estamos estudiando esta semana.

Hemos ya estudiado que a los primogénitos de los Benei IsraelHijos de Israel«) se les ofreció originalmente la oportunidad de convertirse en los que servirían como sacerdotes. De hecho, en la Matán TorahEntrega de la Instrucción«), notamos que eran los primogénitos, traducido también como los «jóvenes«, o los “muchachos” de los Hijos de Israel quienes oficiaban en los sacrificios, como leemos en MISHPATIM (Éxodo 24:5).

Sin embargo, con el pecado del Becerro de Oro (relatado la próxima semana en KI TISÁ), cada uno de los primogénitos de los Hijos de Israel falló la prueba crucial. A partir de ese momento, el sacerdocio se le dio a Aarón y su descendencia como un regalo hereditario para siempre.

¿QUÉ ES ESTO DE UN SACERDOCIO HEREDITARIO?

En una era en la que los cargos públicos en prácticamente todos los países «avanzados» están teóricamente abiertos a todos los ciudadanos, el papel de un sacerdocio hereditario, que está en el centro mismo del sistema de penitencia de la Torah, los rituales del Santuario y el Templo, requiere alguna explicación. .

Gran parte de Génesis se ocupa de disputas sobre quién debe servir en el papel de «sacerdote». Caín luchó con Abel. Ismael peleó contra Isaac. Esaú peleó contra Jacob. Reuven fue el primogénito, pero Levi tomó la iniciativa, Judá, el cuarto en la línea, se convirtió en el líder, mientras que fue el justo José (contra quien lucharon todos los hermanos) quien recibió una doble porción de primogénito de dos tribus. Y entonces Efraín tuvo prioridad sobre el primogénito Menashé.

Estudiando Shemot (Éxodo) hemos visto que Kehat, el segundo hijo de Leví, tuvo prioridad sobre el primogénito Gershón. Amram fue de hecho el primogénito de Kehat, sin embargo, mientras que el sacerdocio fue para el hijo mayor de Amram, Aarón, este último fue secundario en la profecía a su hermano menor, Moisés. Los primogénitos de los Hijos de Israel probaron brevemente el sacerdocio en el momento de la entrega de la Torah, cincuenta días después de haberse salvado de la plaga que mató a todos los primogénitos egipcios. Sin embargo, los primogénitos israelitas fueron desplazados de su “derecho de nacimiento”, el sacerdocio hereditario para siempre, debido al pecado del becerro de oro.

Esto plantea la cuestión de la naturaleza del sacerdocio en la emunáh (fe) hebrea de Israel, que es relevante para nuestra parashá de TETZAVÉH, toda la cual está dedicada a los deberes diarios de los sacerdotes, sus vestiduras y su servicio de inducción.

En primer lugar, enseñaré que es cierto que la tribu de Leví (que no participó en el pecado del becerro de oro) y los Kohanim (Sacerdotes) son en muchos aspectos castas hereditarias separadas. Sin embargo, sigue siendo cierto que la estructura social ideal de los israelitas, tal como se contempla en la Torá, está notablemente libre de las jerarquías sociales y las desigualdades que caracterizan incluso a las sociedades más “democráticas”.

Entendemos, según lo revelado por la misma Torah, que la sociedad israelita se concibe como una que debe estar libre de cualquier tipo de red jerárquica extensa de funcionarios religiosos que actúan como únicos intermediarios entre el pueblo y Dios, y cuyo servicio ante sus feligreses pasivos toma el lugar de la vida personal del individuo (relación con Dios).

Esto es cierto, a pesar del hecho de que solo los Kohanim (descendientes masculinos de Aarón) y los miembros de la tribu de Leví podían servir en el Templo, y solo los Kohanim podían realizar ciertas funciones rituales vitales (como la purificación de la lepra). Sin embargo, el Templo en sí tenía un número relativamente pequeño de funcionarios sacerdotales permanentes que eran responsables del mantenimiento de la Casa. Los servicios de sacrificio reales en la Casa fueron realizados por diferentes sacerdotes todos los días. Cada uno de los 24 contingentes de sacerdotes en que se dividían los Kohanim servía durante dos semanas al año y en festivales, dedicando el resto de su tiempo a enseñar Torah entre la gente de las localidades donde vivían. La única excepción destacada a esta regla, además del pequeño núcleo del personal permanente del Templo, era el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote).

Ciertamente es correcto que los Kohanim eran una casta sacerdotal hereditaria, que recibía TERUMÁH, el primer regalo de las cosechas de todos (Bikurim), así como porciones de carne, lana y varios otros regalos. De esto vivían. El propósito de proveer a los miembros de esta casta con sus necesidades materiales era permitirles dedicarse a un nivel de devoción más alto que el promedio (como se expresa al comer Terumah y porciones de sacrificio en pureza ritual) y al estudio de la Torah. Se esperaba que los Kohanim pudieran desempeñar el papel de jueces de la Torah en casos de disputas (ver Deuteronomio 19:17). También iban a desempeñar un papel central en el «diagnóstico» y la «purificación» de la lepra y otras enfermedades (Levítico Cap. 13 y ss.)

Sin embargo, sigue siendo cierto que a pesar de su papel exclusivo en los servicios de sacrificio del Templo y en la purificación de la lepra, los Kohanim no eran intermediarios religiosos que en algún sentido REEMPLAZARON la conexión personal del individuo con YHVH.

Los Hijos de Israel fueron concebidos como una nación de pequeños terratenientes libres e independientes, cada uno cultivando lo suyo y sentándose bajo su vid e higuera. Sólo en circunstancias extremas, uno sería vendido como esclavo a otro (como se instituye en MISHPATIM). Incluso uno que cayera en la esclavitud finalmente saldría libre al final de los siete años o en el año del jubileo. En el séptimo año, todas las deudas debían ser canceladas. Los que habían vendido su tierra la recuperarían en el Yobel (Año del Jubileo). Claramente quedaba revelado que la visión divina no era la de un país donde la mayor parte de la riqueza se concentra permanentemente en manos de una pequeña élite.

Así como todos los Hijos de Israel escucharon el Primer Mandamiento, a todos se les ordenó servir al Único Dios, cada uno a través de sus propias oraciones y actos de servicio. La Torah ordena que todos los Hijos de Israel deben ser santos (Levítico 19:2). Todos y cada uno deben esforzarse por seguir los caminos del Eterno. Convertirse en nazareo se considera un exceso: ¡el nazareo debe traer una ofrenda por el pecado! No hay monjes en la fe de Avraham, Itsjak y Yaakov.

Fuera del Templo mismo, la vida israelita estaba destinada a estar libre de una élite de funcionarios religiosos. Aunque Kohen y Levita tienen el honor de ser llamados en primer y segundo lugar a la lectura pública de la Torah, la sinagoga real y sus servicios están a cargo de sus miembros, la mayoría de ellos israelitas. El servicio sólo puede tener lugar si está presente un quórum de 10 israelitas (minyán). No hay necesidad de un rabino oficial siempre que alguien presente, cualquier israelita, sepa cómo dirigir el servicio y leer la Torah. Los “funcionarios” en la sociedad israelita son los “capitanes de decenas”, “capitanes de cincuenta”, “capitanes de centenas” y “capitanes de millares”. Estos deben ser “hombres de valor, temerosos de Dios, hombres de verdad, que aborrecen las ganancias” (Éxodo 18:21), pero no tienen que ser kohanim. 

¿Cuál es entonces el papel de los Cohanim hereditarios, cuyo servicio en el Templo, vestiduras e inducción son el tema de nuestra parashá de TETZAVEH?

El concepto clave necesario para entender el papel del Kohen, particularmente el del Kohen Gadol (Sumo Sacerdote), es el concepto de KAPARAH (traducido como «expiación«). Este y otros conceptos relacionados se repiten varias veces en nuestra parasháh. El propósito de las piedras preciosas que estaban adheridas a los hombros del Sumo Sacerdote y que llevaban los nombres de las tribus de Israel era que el Eterno las «recordara» con favor. El uso de la TZITZ, la placa de la cabeza con la inscripción «Santo a YHVH«, era para asegurar la expiación por la impureza. El verso final de nuestra parasháh habla de cómo el Sumo Sacerdote debe rociar anualmente el Altar de Incienso dorado con la sangre de la ofrenda por el pecado del Día de la Expiación para lograr KAPARAH (la expiación).

Entonces, la institución del sacerdocio no pretendía reemplazar el apego individual a YHVH por parte de cada persona a través de sus propias devociones. Si bien los Kohanim están encargados de mantener el Templo Sagrado como el foco central de la vida religiosa israelita y, de hecho, mundial (porque está escrito: «Mi casa es la Casa de oración para todas las naciones«), su papel en la vida devocional del individuo es de importancia principalmente cuando el “ciudadano” individual e independiente SE DESVÍA del camino y cae en el pecado. Entonces es incapaz de ayudarse a sí mismo. Si es probable que traiga un sacrificio, necesita un Kohen que lo ofrezca por él. Si tiene lo que cree que es un parche de lepra en la piel (un signo de una deficiencia personal), necesita un Kohen para tomar la determinación y un Kohen para purificarlo.

El Kohen puede desempeñar su papel como funcionario en los servicios del Templo y como portador de la EXPIACIÓN solo manteniéndose al margen del resto de las personas y exigiéndose más a sí mismo. Los Kohanim se distinguieron por su herencia genética única como descendientes masculinos directos de Aarón, y protegieron esta herencia adhiriéndose a niveles más altos de santidad personal (como que un Kohen no puede casarse con una divorciada, etc.).

Las ricas y coloridas vestiduras rituales del Sumo Sacerdote encarnan este concepto de separación, santidad y expiación. Así también, la ceremonia de juramento de los sacerdotes durante sus siete sías de Iniciación se caracterizó por la separación, la santidad y la expiación lograda mediante la ofrenda del buey como ofrenda por el pecado (expiación por el pecado del Becerro de Oro) y la ingestión de ofrendas de paz.

La expiación depende de las vestiduras sacerdotales y del consumo de las porciones de sacrificio por parte de los sacerdotes. El pecado original de Adán, del cual el pecado del becerro de oro fue una «repetición», se produjo al comer. Después de que Adán y Eva pecaron, YHVH Elohim les dio ROPA para cubrir su desnudez y comenzar el proceso de expiación. Los sacerdotes continúan este proceso de expiación vistiendo sus vestiduras únicas mientras comen su porción del sacrificio del pecador.

La herencia hereditaria del sacerdocio — SERVICIO del Templo — por parte de los hijos de Aarón se justifica por el hecho de que Aarón se unió a la herencia de la Torah mediante la elección de una esposa para ser madre de sus hijos. Porque “Aarón tomó a Elisheva, la hija de Aminadav, hermana de Najshon como su esposa, y ella le dio a luz a Nadav y Avihu, Elazar e Itamar” (Ex. 6:23). El padre de Elisheva, Aminadav, era el Príncipe de Judá, la tribu a la que Jacob confió la custodia de la Torah, mientras que su hermano Najshon fue el primero en saltar al Mar Rojo. El conocimiento de la Torah es indispensable para el buen funcionamiento del sacerdocio. Sin la Torah, el sacerdote está indefenso: un sacerdote ignorante necesita un estudioso de la Torah que le enseñe cómo tomar la decisión correcta en casos de lepra.

¡Anhelo que a través del mérito de nuestro estudio de la Torah, según el yugo de Yeshúa nuestro Maestro y Dueño, que podamos ver el Templo Sagrado reconstruido rápidamente en nuestros tiempos!

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¿Qué Significa Vestirse con la Armadura de Dios?

Por P.A. David Nesher

“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” 

Efesios 6:11 – 12

El apóstol Pablo recomiendo a los discípulos de Yeshúa que habitaban la ciudad de Éfeso que presentaran diariamente batalla al Oponente, vistiéndose con la armadura divina, confeccionada en la Justicia y la Verdad.

Por siglos, en el cristianismo, se ha enseñado que este consejo paulino surgía del hecho de que el apóstol escribía la epístola inspirándose en la guardia romana que lo vigilaba en la cárcel.

Ahora bien, ¿cree usted que Pablo representaría la armadura del creyente con un soldado romano?

Lo invito a sentarse a escuchar este SEMINARIO y tomar nota de toda la Verdad que se esconde en dicho consejo apostólico:

El Uno Penetrando al Dualismo Cambiante

Por P.A. David Nesher

«Separa a tu hermano Aharón y a sus hijos de los israelitas. Acércalos a ti para que Aharón y sus hijos -Nadav, Avihú, Eliézer e Itamar- sean Sacerdotes para Mí.
Habla con la gente talentosa (sabios de corazón), a quienes Yo he dotado de espíritu de sabiduría, con cualidades artísticas, para que confeccionen las vestimentas de Aharón, y los subsiguientes Sacerdotes principales], para consagrarlo como Sacerdote Mío.»

(Shemot/Éxodo 28:1, 3)

Al sumergirnos en este relato, descubrimos que de acuerdo a la orden del Eterno hubo que realizar un ciclo de siete días de entrenamiento e iniciación de Aharón y sus hijos a fin de asegurar una consagración perfecta del cuerpo sacerdotal (Éxodo 29:35). Si en la ceremonia faltase algo, la consagración sería inválida. Leyendo el Midrash me encontré con el comentario de que durante los siete días inaugurales, los sacerdotes serían vestidos diariamente y al fin de cada día serán desvestidos. De esta forma se iniciarán en el servicio de YHVH.

Al leer el relato descriptivo de las prendas de los kohanim (sacerdotes) y el Kohen Gadol (Sumo Sacerdote) me surgió una pregunta: ¿Qué ropa vistió Moshé durante los siete días de instrucción e iniciación de Aharón y sus cuatro hijos?

Así fue como encontré en el Midrash que Moshé usó una túnica blanca, simple y modesta, sin joyas ni adornos.

Pero lo que más me impresionó de esto fue que en estos siete día de entrenamiento sacerdotal coexistieron tres juegos de ropa:

  • una prenda de Moshé,
  • ocho prendas de Aarón y
  • cuatro prendas de los kohanim regulares.

Esta división numérica de las ropas en 1, 8 y 4, alude claramente a las tres letras de la palabra «Uno«, en hebreo “Ejad” (אחד ) que tienen valores numéricos de 1 que es la letra Alef (א ), el valor de 8 de la letra Jet (ח), y 4 que es el valor numérico de la letra Dalet (ד), respectivamente. Pues bien, profundicé la investigación de esto y encontré una explicación que nos permitirá usar esta información para ayudarnos en nuestra búsqueda que nos permita alcanzar una dimensión más profunda de nuestra interioridad mesiánica.

Encuentro muy conveniente compartirte lo que encontré en una enseñanza del Rav Ginsburg quien nos explica lo siguiente:

«…Todos los días, dos veces al día, pronunciamos la palabra “Ejad” (אחד , Uno) en voz alta con intenciones especiales: «Oye, Israel, YHVH es nuestro Dios, YHVH es Uno«. Al decir la palabra «Uno» debemos tener en mente el valor numérico de cada una de las letras de la palabra en hebreo, con la intención de que la alef (א) valor numérico de 1, alude al Todopoderoso, la letra jet (ח) de valor numérico 8 alude a los 7 cielos junto con la tierra, y la letra dalet (ד), con un valor numérico de 4, alude a las cuatro direcciones del espacio.
Esto significa que no tenemos percepción de la alef (א), porque el Eterno mismo es una unidad singular, por encima de cualquier definición o limitación y no tenemos comprensión alguna de Él. Sin embargo, Su Unidad penetra en el mundo y se puede comprobar a medida que desciende de cielo en cielo hasta llegar a la Tierra, que es la letra jet-, (ח), y se difunde a través de las direcciones del espacio -letra dalet-, (ד).
Entre la letra jet y la letra dalet, la mayor notoriedad es la de la jet, que logra descender y evoluciona de un mundo superior a un mundo inferior, en comparación con la dalet, que representa a la difusión en un plano (…)
Moshé se aferra a la verdad Divina, y conoce al Eterno mejor que nadie. Por eso él viste solo una túnica blanca, porque integra la luz brillante de Dios, tal como Él está en la unidad simple, por encima y más allá de todos los diferentes colores y sus matices. Esto es exactamente como la letra alef (א) de la palabra «uno» (אֶחָד ), que alude a la unidad de Dios (…)
Las cuatro prendas del sacerdote común logran hacer que la luz blanca sea tangible y perceptible para el ojo humano. Dalet o 4, alude a las cuatro direcciones del espacio.
Las ocho vestimentas del Sumo Sacerdote son aquí nuestro punto culminante, ya que tenemos una colección de bellos colores que incluye una gran variedad de tonos, del reino vegetal (lino), animal (lana) y mineral (oro y piedras preciosas). Incluso portan campanitas que llaman nuestra atracción a través de nuestro sentido del oído. Todo el mundo está impresionado y alaba al Sumo Sacerdote, «¡En verdad, qué magnífico que era la visión del Kohen Gadol! Esta es la letra jet (ח) de la palabra «Uno» (אֶחָד ), que logra ilustrar la unidad de YHVH dentro de las miríadas de cambiantes matices de este mundo…».

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La Vestimentas Metafísicas de un Sacerdote

Por P.A. David Nesher

 “Y harás vestiduras sagradas para tu hermano Aharón, para gloria y para hermosura.
Y hablarás a todos los hábiles artífices, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, y ellos harán las vestiduras de Aharón para consagrarlo, a fin de que me sirva como sacerdote. 
Estas son las vestiduras que harán: un pectoral, un efod, un manto, una túnica tejida a cuadros, un gorro y un cinturón; y harán vestiduras sagradas para tu hermano Aharón y para sus hijos, a fin de que me sirvan como sacerdotes.

(Éxodo/Shemot 28:2-4)

 Las vestiduras sacerdotales debían estar en consonancia con el señorío del Eterno, a quien los sacerdotes servían, y con la suntuosidad del Mishkán (Tabernáculo) mismo. De ahí la razón de las riquezas de las vestiduras sacerdotales. Las vestimentas  no son para los kohanim (sacerdotes) sólo algo complementario y añadido, sino una parte integral y esencial de su sacerdocio. Por ello, las mismas debían confeccionarse de acuerdo con normas establecidas por el mismo Yahvéh a fin de que nada quedara a merced del azar o la opinión humana.

El servicio de un sacerdote que sirve en el Templo que lleve ropa de todos los días y no las vestiduras sacerdotales no es válido. Del mismo modo, el Sumo Sacerdote es ordenado como tal usando las vestiduras del Sumo Sacerdote. Así pues, las vestiduras servían para tres cosas:

  1. para gloria, (en hebreo kavod),
  2. para esplendor, (en hebreo tiferet) y
  3. para consagrar, (en hebreo kadash), para el ministerio sacerdotal.

Por estas razones, cada prenda estaba metafísicamente diseñada para un máximo desempeño, desde la placa de oro que se colocaba en la frente, hasta las campanas en la basta de la toga (no preguntes por el calzado ya que los kohanim servían descalzos).

Todo sacerdote que servía en el santuario tenía cuatro prendas. Las cuatro fueron:

  • Ketónet– la túnica.
  • Mijnasáyim– los pantalones.
  • Avnét– el cinto, que medía 32 codos (16 metros).
  • Migbáat– el gorro, una larga cinta de lino enrollado.

Todas estas vestimentas estaban hechas de lino blanco.

Maimónides señala que las vestiduras del sacerdote no estaban destinadas a glorificar a los sacerdotes que los usaban. En cambio, las vestiduras de los sacerdotes recordaban al pueblo sobre la grandeza de Yahvéh.

El Sumo Sacerdote tenía también estas cuatro prendas, pero según el Midrash,  el gorro (migbáat) del kohén ordinario era puntiagudo arriba mientras que el gorro del Kohén Ha-Gadol (Sumo Sacerdote) era redondo y por eso era llamado “mitsnefet”.

Además de estas cuatro vestimentas arriba mencionadas, el sumo sacerdote tenía cuatro prendas más. De este modo su vestimenta sumaba un total ocho. En las Sagradas Escrituras, el número ocho simboliza lo sobrenatural que se introduce en lo natural y otorga nuevos comienzos. Por esto también simboliza la salvación. El octavo día es el día después del séptimo día, el día de la resurrección del Mesías, y el día cuando los nuevos cielos y la nueva tierra vendrán, después del séptimo milenio después de Adam. En el octavo día el niño hebreo entra en el pacto por medio de la circuncisión de su carne. Ocho personas fueron salvas por las aguas del diluvio etc. Las cuatro prendas adicionales del sumo sacerdote fueron:

  • Meil– el manto azul.
  • Efod– el delantal.
  • Joshen– el pectoral.
  • Tzitz– la diadema.

Seguramente, con lo que hasta aquí vamos considerando, nos damos cuenta que las vestimentas que debían colocarse los sacerdotes distan de lo que acostumbramos ver y usar en nuestro días. Entonces algunos preguntarán: ¿para qué estudiar esto? Pues bien, la Sabiduría del Eterno quiso que con la explicación de cada una de ellas, ya sea por el nombre, el material del cual estaban preparadas, la forma y la parte del cuerpo que cubrían, descubriéramos el rol espiritual de la vestimenta en nuestra vidas.

Cada vestidura sacerdotal eleva y purifica el significado de cada una de las partes del cuerpo al mismo tiempo que hace tomar consciencia acerca de las cualidades humanas necesarias para canalizar los instintos corporales hacia lo divino.

Para dar algunos ejemplo de lo que dije el párrafo anterior los invito a considerar esto: El “tzitz” (una vincha en la frente) subordina la osadía. La “migbáat” (turbante) sublima el orgullo. El “Joshen” (pectoral) habla de un buen corazón. Los “mijnasáyim” elevan la pasión hacia lo sagrado. Con el mitsnefet cubriendo la cabeza del Sumo Sacerdote, cada hebreorecordaba  que solo debe existir en su conciencia la certeza de que su existencia se debe gracias a que ha sido apartado en este mundo para Yahvéh. Por medio de esto, cada israelita aprendía a desarrollar la cualidad de la humildad. Este turbante se usaba para perder el pecado de la vanidad, y desarrollar la actitud de la sobriedad. Es en la cabeza donde los sentimientos de vanidad se colocan para dominar al ser humano.

Por ello, aún cuando no somos Sumos Sacerdotes en el cargo que cumplían éstos en el “Mishkán” (Santuario), no dejamos de serlo todos en cierto nivel en cada actividad que debemos realizar en el diario vivir. Las formas de nuestro cuerpo responden hasta en su menor detalle a la Sabiduría Divina que así los quiere y pueden y deben ser considerados sagrados en el rol que tienen.

De acuerdo a lo considerado, y para comprender las razones espirituales de la vestimenta, necesitamos, en primer lugar, preguntarnos ¿por qué los seres humanos deben utilizar ropa?

Todos recordamos la historia de Adam y Java (Eva) en el Huerto (Pardes) del Edén. Ellos empezaron «desnudos y sin vergüenza» (Génesis 2:25), pero después de haber comido del árbol del conocimiento del bien y el mal, «ellos se dieron cuenta de su desnudez, y se hicieron vestimentas» (Génesis 3:7). [Recomiendo leer: ¡Desnudos!… ¿De Qué?]

¿Por qué este cambio?

La Sabiduría explica que antes de comer del árbol, Adam y Eva se veían a sí mismos, en principio y por sobre todo, como almas plenas de luz. Ellos sabían que el alma es la esencia del ser humano, y que el cuerpo les servía solamente como una cubierta protectora. Debido a que Adam y Java se enfocaban en el lado espiritual, no estaban conscientes de sus propios cuerpos. Sin embargo, después de comer del árbol, su nivel espiritual bajó y «sus ojos se abrieron» al aspecto corporal exclusivamente. A partir de entonces, el cuerpo comenzó a ser visto como una distracción del alma y por ello debe ser cubierto. Es decir, que el hecho de vestirse está relacionado con el rol que asumió el cuerpo frente al alma cuando se identificaron Adam y Javá con el sabor y el aspecto del fruto prohibido. Así es como nació el concepto de la vestimenta.

Sin embargo, la Torah nos muestra que la ropa, aparte de cubrir a la persona de su vergüenza y de las inclemencias del tiempo, también le sirve como distinción y estado. Desde los códigos de la Torah, el ser humano a diferencia de los animales se viste con ropa. Las vestimentas hablan de la persona.

La palabra ropa en hebreo se dice “Begued”, y está conformada por la segunda, tercera y cuarta letra del abecedario hebreo: Bet, Guimel y Dalet. Sabemos que la primera letra es la “Alef” y alude al Eterno, y todo lo que Él le suministra a la persona humana naturalmente, mientras que a continuación se pretende que la persona desarrolle su potencial, por eso luego de la “Alef”, siguen las letras “Bet, Guimel, Dalet”. Esa es la idea de “Begued” (ropa en hebreo).

Entonces diremos que si bien es más importante ser que parecer, el parecer, también, es importante. La ropa que usamos expresa lo que pensamos que somos y cómo queremos que los demás nos vean. En esta cosmovisión los hebreos más fieles a la revelación llaman a su ropa: «las que me honran«. Cada estilo de ropa irradia una imagen y energía diferente. Si vas caminando por la calle y te encuentras con una persona vestida de verde y botas negras, y portando un rifle; o si tiene una persona con blanco y un estetoscopio colgando de su cuello, ¿acaso necesita preguntar cuál es su oficio?

Vemos en esta porción (parashá) que la Torah nos dice que las vestimentas le confieren status y esplendor a la persona. El Eterno le dijo a Moshé que le hiciera vestimentas sacerdotales a su hermano Aharón, «para gloria y para esplendor«. En otras palabras, la ropa le confiere honor y status a la persona. No es el mismo sentimiento el que provoca ver alguien vestido en ropa de cirujano, al que provoca la ropa de un policía, o la de un deportista. Cada estilo de ropa transmite un mensaje diferente. La ropa que usa una persona de pensamiento hebreo tiene como objetivo apuntar hacia la humildad y la dignidad humana.

En definitiva, las vestimentas son la prolongación de la persona, aludiendo a que se debe dejar las tendencias naturales, para cultivar y desarrollar el potencial, a diferencia del animal que nace desnudo y muere desnudo, no pretendiendo de los mismos, ningún tipo de desarrollo moral.

El servicio del Kohen (sacerdote) es un servicio interno. Tiene lugar en privado, lejos de los ojos del mundo. Vemos entonces que todo lo interno requiere una vestimenta. De acuerdo a las enseñanzas de la Torah el aspecto más importante de una persona humana es su dimensión espiritual (su interioridad); sus talentos, esperanzas, sueños, y otros poderes internos. Por esta razón, el alma humana también tiene su “ropa”: el pensamiento, el habla y la acción. Estas tres «vestimentas» son los canales por medio de los cuales nos expresamos e interactuamos con el mundo que nos rodea. La humildad y la dignidad se expresan no solo por medio de la ropa física; se expresan también ( y yo diría principalmente) por medio de la ropa espiritual, o sea la conducta. Es justamente por medio de esta “ropa” espiritual, (el pensamiento, el habla y la acción) que un redimido se conecta con Yahvéh más que por medio otros poderes internos del alma.

¡Entonces, debemos aceptar que la forma en que vestimos puede traer honor o deshonra a Yahvéh!

Lamentablemente, en muchas iglesias cristianas, e incluso en algunas asambleas del Ministerio Monte Santo, se ha vuelto una pandemia el vestirse casualmente. Es más normal ver a los que se dicen creyente vestirse elegantemente cuando van a un restaurante caro que cuando asisten a los servicios de adoración del Altísimo. Incluso en nuestras asambleas mesiánicas la gente rara vez se viste con lo mejor para guardar el sábado ¿Jeans y camisetas en la Mesa del Cierre de Shabat? La ropa inmodesta e indecorosa se exhibe incluso en presencia de los santos elementos de la Mesa de Comunión. Lo que es más triste, es que muchos creyentes han adoptado el razonamiento que dice así: «Dios no mira el exterior. Él mira y pesa el corazón. Por lo tanto, el exterior no debe importar.» Irónicamente, aquellos que llevan jeans y zapatillas deportivas en los servicios parecen considerarse más intrínsecamente espirituales que los “rígidos” que todavía visten formalmente, porque suponen que su vestido casual refleja un corazón más genuino, que aquellos que ellos denominan (según la viga de su ojo) «legalistas».

Sin embargo, las leyes de las vestiduras sacerdotales demuestran que Yahvéh mira tanto el exterior como el interior, y le preocupa cómo su pueblo se presenta a los ojos del mundo. La forma en que nos vestimos a menudo revela lo que está pasando dentro de nosotros. También refleja sobre quién es Yahvéh para nosotros, y qué significa Su Mesías para nuestras vidas. Vestirse irrespetuosamente en Sus días santos y en Sus santas asambleas es faltar el respeto a su Majestuoso Presencia (Shekinah).

El Kohén (sacerdote) era el transmisor de las órdenes divinas (por medio de los Urim VeTumim ). Además generaba la Paz entre las personas de las doce tribus. También intercedía y buscaba el indulto ante sus hermanos y el Creador (por medio de los Sacrificios en el Mizbeaj). Así pues al observar el atuendo majestuoso que portaba, comprendía las responsabilidades que llevaba encima, y así se motivaba a cumplir con solicitud su trabajo (abodá) sagrado. También su vestimenta le ayudaba a mantener su mente concentrada en el servicio divino, y en la misión para con su nación y el mundo.

Nosotros somos hebreos. En el Mesías, linaje escogido, real sacerdocio (1Pedro 2:9). Representamos el Reinado del Creador.  Somos sus embajadores en este plano físico (2Corintios 5:20). Tenemos que vestir acorde con nuestra misión. El alma humana quiere distinción, mientras que el cuerpo está detrás de otros deleites y placeres. Al cuerpo no le interesa el honor, debido a que esto implica responsabilidad. Si nos consideramos dignos de ser honrados como hijos del Rey, nosotros enviaremos la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias. El cuerpo quiere la libertad de gratificarse sin pensar en las consecuencias. Nuestra alma pide arropar al cuerpo a la usanza de un sacerdote hebreo.

La Torah nos dice que el tipo de ropa que usamos habla mucho sobre nuestro honor y nuestra gloria como seres humanos, creados a imagen de Dios. Este no es un tema masculino o femenino. Es más un tema de dignidad humana. Es por eso que la Torah es tan estricta en cuanto a dignificar la vestimenta. Desviar la atención de la apariencia superficial es esencial para que nos valoren como personas. El Eterno no nos exige vestirnos de manera desagradable. Sino que, no debemos dirigir la atención al cuerpo siendo exuberantes o provocativos.

La parashá Tetzaveh nos revela que en nuestra vocación mesiánica las vestimentas tienen el poder de comunicar . Por lo tanto, necesitamos ser sensibles al mensaje que estamos transmitiendo. Nuestra salud espiritual depende de ello. Porque mientras más digna es nuestra ropa, más libres somos para vernos a través de la luz pura de nuestras almas. Es verdad lo que dicen: la ropa hace al hombre. Cuando nos vestimos dignos, somos tratados de esa manera.

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