Tabernáculo de Moisés

El Huso y la Rueca para que la Vida triunfe

Por Natalia N

“Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca”.

Proverbios 31:19

Leyendo la parashá Vayakhel descubrí que está llena de códigos celestiales y en ella que Avinu me detuvo en esto que aquí les compartiré.

El Eterno da la orden que todo varón y mujer que son motivados por sus corazones traigan para contribuir en la construcción del Mishkán (Morada divina). Así es como vemos que los varones llevan: oro, lana, vellón de cabra, pieles de carnero teñida de rojo, pieles de tejón, plata, cobre y madera.

También leemos que los líderes (príncipes) llevan piedras preciosas, especias y aceite.

Ahora bien, leemos que las mujeres traen: hilos de lana hilados por ellas, lino, vellón de cabra hilado por ellas y oro. Esto me resulta interesante, porque detrás de la entrega femenina hay un trabajo único que suele pasar inadvertido, una particularidad exclusiva de ellas: el trabajo de hilado.

Es asombroso cómo Abba me guió una vez más a los proverbios para elevar mi conciencia en la importancia de la mujer en su propósito de diseño, ya que no tiene que estar siempre luchando para igualar al varón; ella tiene su trabajo específico, algo especial para ella que el Eterno le asignó.

Al buscar algún pasaje en la TaNaK que describa la especificidad de la mujer inevitablemente debí acudir a Proverbios capítulo 31 (vv. 10-31).

Mientras lo estudiaba, el Espíritu del Señor me llevó a detenerme en el versículo 19, donde habla del huso y la rueca. Entonces, los invito a analizar junto a mi espíritu acerca de qué son estos elementos que sirven para hilar fibras textiles.

El huso es una herramienta que data del periodo neolítico y que se utiliza hasta la actualidad. Las personas del periodo de la edad de piedra (6.000 A.C al 4.000 A.C) primero utilizaban un huso, para conseguir un hilo muy fino que después lo usaban en un telar para realizar la prenda. El huso es una especie de vara más pequeña con una punta redondeada en un extremo y un “tope” en el otro.

Y la rueca es una especie de palo donde se coloca el vellón, por ejemplo, como si fuera la varita que sostiene un algodón de azúcar.

El procedimiento es el siguiente: con las manos se toma de la lana que está en la rueca formando una hebra y se la engancha con el extremo sin tope del huso. A continuación, se va enrollando la lana o el algodón en este elemento para finalmente desenrollarlo y que quede como un ovillo.

Sabiendo así un poco más la historia del trabajo con estos instrumentos, iré acercándome ahora dónde quiero llevarlos. Estudiaba que el símbolo de la rueca es la vida y la muerte, y representa la idea de que el Eterno tiene el poder de controlar el destino de las personas, para hacer y deshacer. Así leemos en el libro de Yob:

 «Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza.”
(Job 7:6)

Cuando el texto habla de lanzadera se refiere a la rueca.

«Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.”
(Isaías 38:12)

Aquí la expresión “tejedor” habla también de rueca; la idea es que la vida es frágil y efímera, y que la muerte es inevitable.

Noto que la rueca es una imagen poderosa en las Sagradas Escrituras que muchas veces pasamos por alto. Representa la muerte, la vida, la vigilancia y la preocupación.

¿A qué voy con todo esto?, cuando nuestro Eterno muestra lo que las mujeres llevaron para contribuir en construcción del Mishkán no sólo eran mujeres llenas de sabiduría (ya que el oro representa eso), sino que también se refiere a que la mujer virtuosa es ingeniosa, no se queda con los brazos cruzados porque no tiene hilo o tejido para confeccionar.

Ella misma toma la lana, fabrica su propio hilo y produce sus propios tejidos. Parece que no hay nada que las detenga en su plan de proveer para su familia. Sabemos que también es generosa hacia los necesitados, pero hoy solo me quedaré en el huso y la rueca.

Buscando la gematría de la expresión kishour (traducida como «rueca«) encontré que tiene valor numérico de 536, el mismo valor de la palabra hebrea que se traduce como “pelea» o «contienda”. Esto revela que la particularidad que el Eterno ha dado a la mujer es su capacidad de esfuerzo, su rigor, la disciplina, su poder de luchar o presentar “pelea” ante la adversidad.

Una vez, más vemos a la mujer virtuosa que Yah ha diseñado, trabajando con las fuerzas del Cielo de manera persistente, aplicando sus manos a lo que en su día a día debe colocarlas: la lucha por la vida, y vida en abundancia (Juan 10: 10).

¿Cómo logra llevarlo a cabo?

Con la persistencia.

¡Cuán imprescindible es en nosotras, las mujeres, la constancia para desarrollar nuestro trabajo diario!

Nunca dejen de ser diligentes; antes bien sirvan al Señor con fervor de espíritu.”
(Romanos 12:11)

Para ser constantes necesitamos: determinar, continuar y perseverar pase lo que pase. Aunque sea difícil o nos cueste, debemos ser insistentes en desarrollar nuestras labores. Perseverar significa persistir en un estado, empresa o tarea a pesar de las influencias contrarias, oposiciones o desaliento. Las mujeres tienen talentos y ellas los reconocen (a veces).

Siempre que comenzamos alguna tarea nueva nos parece difícil, pero al practicarla se disipan los temores hasta convertirse en deleite. Así damos fruto agradable para el Eterno haciendo Su voluntad, lo que Él quiere de nosotras y no lo que a nosotras nos parece, reconociendo nuestra función y desarrollando los talentos que nos ha confiado. Daremos buen fruto siendo constantes, perseverantes y esforzadas en agradarle a él.

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu Torah está en medio de mi corazón”.

(Salmos 40:8)

La mujer cuando se propone hacer algo, lo hace muy bien; cuando decide ser ama de casa, cuidar de sus hijos, su hogar, poner las cosas en orden, es capaz de hacerlo muy bien. ¿Por qué? Porque es nuestro Abba quien nos dio esa tarea. Él nos ha formado con estas capacidades y quiere que las desarrollemos y con esto no digo que no puedas trabajar de lo que eres talentosa. ¡No es la labor de los varones, la de ellos es igual de importante que la nuestra!

Como mujeres debemos desarrollarnos, ser constantes en cualquier lugar. Está claro que podemos equivocarnos, y muchas veces, pero aprendemos cometiendo errores (sin que sea crónico, obvio) y aplicando nuestras manos a las necesidades de nuestra casa y comunidad.

Somos privilegiadas de tener tanto para dar a los demás. Podemos clamar a Él (Yah) y ser constantes, perseverar a pesar de las caídas y los obstáculos. Esa es la particularidad de la mujer y no necesitamos competir o intentar igual al varón.

El Eterno nos ha confiado una familia, un hogar con el cual podemos trabajar y edificar firmes en la Roca.

Seamos obedientes con una actitud de amor pleno hacia Aquél que nos ha dado esta tarea que demanda disciplina y diligencia.

Y si usted es un varón, sepa que al haber sido redimido en Yeshúa ha sido integrado en Israel, la Esposa del Cordero. Por ende, en cuanto a lo que el trabajo espiritual refiere, usted también puede aplicar la belleza de la disciplina y el esfuerzo para transformar la materia prima en su interior en un bello tejido que dé cobertura a muchos al trabajar en equipo con el Espíritu Santo desde la Palabra y la oración.

Para concluir, a las mujeres que me están leyendo les digo que no busquen ser iguales a un varón. Sino que valoren su particularidad. Y a todos, sin importar su sexo, les digo lo que el Eterno le dijo a Josué al momento previo de entrar en la tierra prometida:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque YHVH tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.
(Josué 1:8-9 | RV60 adaptada)

En amor y servicio Natalia Nuñez (llamada por el Eterno a Su corazón pastoral)

Terumah: El respeto a lo que uno fue

TERUMAH


Fuente: Rabino Yosef Bitton

Uno de los elementos del Mishkan que se describen en la Parashá de esta semana es el Arca del Pacto, o Aron HaBerit. El Arca se encontraba en el interior del Kodesh HaKodashim (Lugar Santísimo), el área más sagrada del Mishkan y luego del Bet haMikdash, a al cual solo tenía acceso el Kohen Gadol en Yom Kippur.

¿Qué había dentro del Arca del Pacto?

Ente otras cosas (Sefer Torah, una muestra del man y la vara de Aron haKohen) el Arca contenía las dos Tablas de Piedra con los Diez Mandamientos. Lo que hay que recordar es que Moshé rompió las primeras Tablas , para evitar incriminar al Pueblo de Israel cuando adoraban al becerro de oro. El Arca, por supuesto, contenía las segundas Tablas de Piedra con los diez mandamientos. Y la pregunta es ¿Qué pasó entonces con los restos de las primeras tablas? Nuestros Jajamim afirman que los fragmentos de las primeras tablas también fueron colocados dentro del Arca, junto a las segundas Tablas (lujot veshibre lujot munajim baaron).

¿Y qué podemos aprender del hecho de que tanto las Tablas de piedra enteras y los restos de las primeras tablas estaban en el mismo lugar sagrado?

En primer lugar, aprendemos que un elemento que tuvo kedushah (santidad) no puede ser descartado de una forma no-honorable. ¿Qué debemos hacer entonces con elementos que, por ejemplo, tienen el nombre del Eterno -digamos un Sefer Torah, Tefilin, una Mezuzah- pero que por alguna razón ya no se pueden arreglar o usar más? De acuerdo a la ley judía cuando uno de estos elementos o sus accesorios (llamados tashamishé kedusha) caen en desuso no se pueden tirar. Hay que guardarlos hasta que puedan ser enterrados. Es por eso que en toda sinagoga hay una Geniza, generalmente una caja grande, donde se colocan estos objetos religiosos que ya no se utilizan más. Eventualmente todos estos elementos serán llevados a un cementerio donde están enterrados. De acuerdo al Shuljan aruj, un Sefer Torah en desuso (pasul) se enterrará junto a un Talmid Jajam. Al igual que los fragmentos rotos de las Tablas de Piedras, aunque ese Sefer Torah ya no tiene la misma santidad de antes, y ya no «sirve» para ser leído, igual le tenemos un gran respeto .

Los Jajamim dijeron algo extraordinario: que esta misma conducta la debemos tener con los seres humanos. El ejemplo que ellos dieron es el de un Sabio de la Torah que siempre fue respetado y honrado por su sabiduría y su profundo conocimiento.

¿Qué pasa si ese Sabio deja de ser un sabio? ¿Qué pasa si por ejemplo, sufre de Alzheimer, o senilidad, y pierde sus conocimientos, y ya no recuerda casi nada de lo que sabía?

Este individuo es como un fragmento roto de lo que era aquel gran Sabio. Su memoria está destruida. Su sabiduría, «hecha pedazos». Este hombre ya no sirve ningún propósito práctico. ¿Dejamos de honrarlo? Nuestros rabinos nos enseñaron que a esta persona senil o con Alzheimer le debemos el mismo respeto y honor que le brindábamos antes. Y esto lo aprendemos del Arca, que contenía en el mismo lugar de honor, no sólo las tablas enteras sino también los pedacitos de las tablas rotas que ya «no servían más».

Am Israel (Pueblo de Israel) es, y debe seguir siendo, un ejemplo en cuanto al honor a los padres y a los mayores, sin importar la condición que estén. Es importante tener esto muy en cuenta porque vivimos en una sociedad de consumo, donde sólo se honra lo que sirve, y en la cual algunas personas, especialmente las personas mayores, son tratadas como artículos descartables que cuando no se usan, ח״ו se descartan.


Nuestra Torah nos enseña que el honor se debe aún a lo que ya fue.

¿Qué conexión hay entre los Panes de la Presencia, con los que Yeshúa alimentó a las multitudes y el Pan del Shabat?


Por P.A. David Nesher

Sabemos ya que los doce panes de la presencia simbolizaban las doce tribus de Israel. De acuerdo a lo ordenado por el Eterno, los sacerdotes horneaban doce panes frescos cada Shabat y los ponían delante de YHVH. Los sacerdotes quitaban el pan viejo y lo comían en Shabat. En este sentido, el pan simbolizaba una comida compartida entre los sacerdotes (que representaban a las doce tribus) y el Eterno, era un memorial de la comida del Pacto en la que participaron los sacerdotes y los jefes de las doce tribus en el Monte Sinaí. El ritual de la jalá fresca el pan en nuestras mesas del Shabat nos recuerda este aspecto del servicio del Templo.

Ahora bien, sabemos también que en los días de Yeshúa y los apóstoles, el sacerdocio había crecido tanto que los doce panes no eran suficientes para alimentar a todos los sacerdotes de turno en un Shabat determinado. Cada sacerdote recibió sólo un pequeño bocado de los panes. Cuando el favor de Dios descansó sobre la nación, sucedió un milagro y el bocado satisfizo por completo al sacerdote, aunque apenas había comido más que una miga. Una vez que todos los sacerdotes hubieron comido de los doce panes y se hubieron saciado, encontraron que aún les quedaban sobras. El Talmud dice:

Cada sacerdote que recibía un trozo de pan del tamaño de una aceituna lo comía y quedaba satisfecho, y algunos lo comían y sobraban”.

Fue por este milagro que los rabinos asociaron los doce panes de la presencia con la prosperidad de la nación. Ramban explica que el Eterno bendijo a la nación con prosperidad a través del pan de la presencia. Desde que creó el universo, el Eterno no introduce algo ex nihilo, sino que cuando quiere producir algún tipo de aumento, lo hace brotar de algo que ya existe. Por ejemplo, el profeta Eliseo realizó un milagro de multiplicación cuando hizo que una sola jarra de aceite llenara numerosas jarras más grandes.

Ramban dice que el Señor usó la mesa de la presencia para realizar un milagro de multiplicación similar en nombre de la prosperidad de la nación. Mientras los sacerdotes colocaban el pan sobre la mesa, la prosperidad fluía para toda la nación.

Por todo ello, la alimentación milagrosa de nuestro Maestro con los cinco panes a las multitudes alude al Pan de la Presencia. La primera vez, partió cinco panes y alimentó a miles, y los discípulos juntaron las sobras. La segunda vez, partió siete panes y alimentó a miles. Nuevamente los discípulos juntaron las sobras. En total, partió doce panes. El milagro indica que el Mesías marcará el comienzo de una era dorada de prosperidad espiritual y material: el Reino de los Cielos manifestándose en medio de los hombres.


Pregunta: ¿Lo que estaba dentro del Arca de la Alianza, está hoy dentro de tu Corazón?


Es fácil verse bien por fuera, pero ¿cómo purificamos nuestros corazones y los mantenemos puros? ¿Es un corazón puro siquiera una posibilidad?

El Arca del Pacto estaba en el corazón del Mishkán (Tabernáculo); como tal, corresponde al corazón del hombre. Esto significa que así como el Arca era el Trono de Elohim en el Tabernáculo, necesitamos hacer de nuestros corazones un trono adecuado para Él en nuestras vidas.

«Pondréis en el arca el testimonio que yo os daré.»
(Éxodo 25:16)


En el pensamiento hebreo, el corazón no es considerado como el asiento de las emociones. En cambio, representa los pensamientos, el intelecto y la voluntad de una persona. Las Sagradas Escrituras hebreas usan la palabra corazón de la misma manera que usamos la palabra mente en español.

La Torah dice:

«Todo intento de los pensamientos del corazón [del hombre] fue de continuo solamente el mal» (Génesis 6:5) y «El intento del corazón del hombre es malo desde su juventud
(Génesis 8:21).

El profeta Jeremías dice:

«El corazón es más engañoso que todo lo demás y está desesperadamente enfermo; ¿quién podrá entenderlo?»
(Jeremías 17:9).

Si este es el estado de la mente humana, ¿cómo podemos esperar cambiar? ¿Cómo podemos tener corazones puros?


«¿Quién puede decir:
‘He limpiado mi corazón, estoy limpio de mi pecado’?»
(Proverbios 20:9).

El Eterno promete que cambiará nuestros corazones desde adentro. Esta es la promesa de Su Pacto Renovado. En el libro del profeta Jeremías (31:33), encontramos que Él dijo que haría un Pacto Renovado con Su pueblo Israel, y como parte del Pacto Renovado, Él promete que cambiaría sus corazones al escribir Su Torah sobre ellos:

«Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días –declara el SEÑOR– Pondré mi Torá dentro de ellos y la escribiré en su corazón; y seré su Dios, y ellos será mi pueblo«.
(Jeremías 31:33)


Entonces, teniendo en cuenta lo que hasta aquí he dicho, aceptamos que el Arca del Pacto ilustra el concepto de colocar la Torah en nuestros corazones. El arca fue hecha para albergar las dos tablas del pacto. Así también la Torah debe ser puesta en nuestros corazones. El profeta Ezequiel promete que en la redención mesiánica el Eterno nos dará corazones nuevos:

«Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.»
(Ezequiel 36:26)

Cuando nos comprometemos a ser seguidores de Yeshúa y recipientes de Su limpieza, el Espíritu de Dios comienza el proceso de recrear nuestros corazones. Debemos orar hacia este fin con las palabras del rey David, quien dijo:

«Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio»
(Salmo 51:10)

Entonces podemos declarar junto con él:

«Me deleito en hacer Tu voluntad, oh Dios mío; Tu Torá está dentro de mi corazón
(Salmo 40:8)

La Torah puede compararse con un contrato de matrimonio (ketubah). En la tradición judía, la ketubah se coloca en algún lugar dentro del hogar familiar como un recordatorio continuo de las obligaciones del matrimonio. En los días de Moisés, el Tabernáculo estaba en el centro del campamento de las tribus de Israel. El punto focal del Tabernáculo era una cámara interior llamada el Lugar Santísimo, en la cual estaba el arca del pacto. Las dos tablas de los Aseret HaDibrot (Decálogo o Diez Enunciados) estaban dentro del Arca. En ese sentido, la Torah la ketubah de Dios con Israel, estaba en el centro del hogar.


ADAPTADO DE: Torah Commentary Set

Fuego y Agua en Perfecta Armonía.

Por
Rabino Itzjak Ginsburgh

El kior o pileta de cobre se encuentra entre el Ojel Moed, la Tienda de Reunión y el Mizbeaj Nejoshet, el Altar Exterior de bronce donde se hacen las ofrendas animales y vegetales, y los kohanim deben lavarse con sus aguas cuando vienen a servir en la Tienda de Reunión o en el Altar.

El Altar es el fuego del servicio al Eterno, tanto para elevar las ofrendas, los korvanot, y espiritualmente es el servicio de la plegaria para elevar al animal interior de la persona.

En medio de la Tienda de Reunión está el Mizbeaj HaKetoret, el Altar del Incienso, el secreto del fuego de la Torah, la conexión interior con HaShem, como dijo Rashbi el último día de su vida: bejad ktira etkatarna, que se traduce “con una conexión me conecté”.

Vemos que el Kior es el agua entre el fuego de la plegaria y el fuego de la Torah. De Moshé Rabeinu se dijo «del agua fue sacado«, del agua del Kior que purifica a los siervos de YHVH para ocuparse en la Torah y la plegaria, «la Torah de Moshé» y «la plegaria de Moshé«.


La Vara de Aarón Florece: ¡El Proceso vale tanto como el Resultado!

Por P.A. David Nesher

«Al día siguiente, Moshé vino a la Tienda del Testimonio y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había florecido; le salieron brotes y frutos, y maduraron almendras.

(Números/Bamidbar 17:23)

En la parashá de esta semana hemos visto como Koraj, Datan y Aviram, y los 250 líderes de Israel se rebelaron en contra de la autoridad de Moshé y Aarón. Como resultado de su rebelión, se los traga la tierra.

Sin embargo, y a pesar de este juicio divino, muchos que resienten la muerte de Koraj y de sus seguidores, responsabilizando a Moshé de este mal.

Entonces, la «ira» de YHVH se manifiesta a través de una plaga que acosa a la nación, y que causa la muerte de miles de personas. Una vez mas, Moshé intercede en favor del pueblo, e instruye a Aarón para que expíe el pecado cometido, tras lo cual la plaga llega a su fin.

Luego, el Eterno ordena a Moshé que en el Tabernáculo (Mishkán) se coloquen varas con los nombres de las distintas tribus. 

Cuando Moshé entró al Mishkán a la mañana siguiente, la vara de Aarón estaba florecida con hojas, capullos, y almendras. Este milagro es muy singular ya que el mismo contenía otro dentro de él, pues notamos que los capullos no cayeron después de que la fruta apareció, como es usualmente el caso en lo natural. Más aún, el Nombre de Cuatro Letras del Eterno (Yud-Hei-Vav-Hei) fue milagrosamente grabado sobre la vara de Aarón como estaba grabado sobre el tzitz (vincha) del Kohén Gadol (Sumo Sacerdote). Con esto, las esferas celestes, demostraban que Aarón fue escogido como el Sumo Sacerdote, el que lleva el tzitz.

¿Por qué la vara de Aarón floreció?

En primer lugar, tenemos que aceptar que este milagro indicaba que la Shejiná imbuye aún a objetos inanimados de vida y les causa brotar. El hecho de reverdecer, nos habla de una especie de resurrección. Nada puede salir de algo seco y muerto, pero había algo como un imposible, nació de nuevo la vida. Nos enseña la unión entre la materia y el espíritu; la realidad nueva que surge cuando un pedazo de madera toma vida y se llena de sentido. Sin embargo, y más relevante, nos enseña la importancia del trabajo y la superación en la espiritualidad. ¡Ese es el poder del kehunáh (sacerdocio) que el Eterno ha otorgado a sus hijos primogénitos!

En segundo lugar, debemos saber que cada vez que vemos almendras, en conexión con una profecía o milagro, simbolizan que el Todopoderoso causará Su decreto de prisa. Así el Eterno insinuaba que cualquiera usurpador del kehunáh (sacerdocio) sería instantáneamente castigado. Así lo vemos demostrado en el caso del Rey Uziahu, cuando él entró al Beit Hamikdash (Sagrado Templo de Jerusalen) para realizar el Servicio sacerdotal, fue inmediatamente afligido con tzaraat (tipo de lepra).

Finalmente, regresando al pasaje que estamos considerando, vemos que después de la entera serie de señales y milagros, todos los israelitas fueron convencidos de que la profecía de Moshé era cierta en todos los detalles.

El bastón de Aarón nunca se marchitó; su tallo, capullos, y almendras permanecieron siempre verdes. El Eterno le ordenó a Moshé colocarlo cerca del arón como un testimonio para generaciones futuras de que, de todas las Tribus, Leví fue escogida para cuidar el kehunáh.

El sabio intérprete Rashé explica que la vara de Aharón debía ser puesta en el medio, porque el “medio” hace alusión a la armonía, no inclinándose ni a hacia un lado ni hacía el otro lado. Así pues, dice Rashí, “Aharón” representa al verdadero servidor del Eterno, quien tiene que procurar estabilidad, “medio”, no siendo por demás bondadoso, ni por demás riguroso. Así es como la Torah ayuda a la persona a seguir el camino de liderazgo armónico de Aharón.

Ahora bien, me resulta interesante compartirles la explicación que otros sabios dan al descodificar este milagro. “Aharón” hace referencia a la bondad o benevolencia (Jesed), mientras que “la casa de Leví” hace referencia a la severidad o restricción (Guevuráh).

Por eso, al leer “le salieron brotes y frutos, y maduraron almendras”, es necesario aceptar que para obtener bendición celestial de concreta en este mundo físico, se necesita que la bondad esté unida a su raíz la restricción que permite entendimiento del diseño original; eso estaría encriptado en la frase: “Aarón de la casa de Leví”.

Toda la bondad de Aarón provenía de la Torá de “Moshé”, quien pertenecía a  la tribu de Levi.

Con esto cada israelita comprendió que recién cuando la persona se comporta con una bondad basada en el esfuerzo de meditar la Torah, es cuando ella obtiene que las bendiciones se materialicen en compensaciones y beneficios materiales.

El Eterno no sólo quería que Su Pueblo apreciáramos el producto final ya terminado, sino el proceso para obtenerlo. Él quería recordarnos que, con la Torah en la mente y el corazón, el esfuerzo y el proceso son tan importantes como el resultado.

La diferencia entre Koraj y Moshé, Aharón y los otros levitas no era el sacerdocio o la profecía; sino la dedicación de una vida entera dedicada a la búsqueda de la Voluntad divina. Su espiritualidad era mucho más profunda porque le habían dado mayor seriedad y mayor trabajo a su relación con la Divinidad. Si bien todos aquellos integrantes de Israel tuvieron profecía en el Monte Sinaí, y si bien todos escucharon a Dios; ninguno tuvo lo que Moshé y Aharón, porque la profecía que obtuvieron fue un regalo sin proceso; mientras que la de sus líderes fue el resultado de todo un esfuerzo a lo largo de años. Con este milagro, el Eterno nos recuerda que la Torah y sus mitzvot (mandamientos) hay que cuidarlas, plantarlas y trabajarlas como se cuida un árbol antes de que den frutos.

En síntesis, el milagro de las vara de Aharón (o tribu de Leví) mostró quién había sido escogido para entrar en la presencia del Eterno como representante de todo el pueblo. ¿En qué consistía el milagro? En la manifestación de vida en algo ya muerto. Las varas de cada uno estaban hechas de madera. La madera está muerta. Ahora la madera muerta de la tribu de Leví recibió vida nueva. El poder de la resurrección era la señal que muestra quién tiene el derecho a ser sumo sacerdote en la Tierra.

Lo mismo sucedió con el Gran Sumo Sacerdote Celestial. La vida de resurrección es la evidencia celestial de quién ha sido escogido para acercarse al Eterno en el Mishkán Celeste.

¡Yeshúa no está muerto!… ¡Él ha sido levantado de entre los muertos y vive para siempre! ¡Su vida habla por sí misma! ¡Él es el escogido para ser el Mesías, primero como Kohen celestial, y luego como Rey en la Tierra, desde la Nueva Jerusalén!… ¡Y ese día está cada vez más cerca!

Por eso, desde este estudio, te invito a que busques y sométete a los líderes que muestran señales de la vida de resurrección mesiánica, que son capaces de transformar vidas para bien. ¡Ellos tienen acceso al Eterno!

Con todo esto que te he escrito, anhelo que tu alma se predisponga a realizar día a día esa restricción que te permite esforzarte para así alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Yeshúa, el Ungido.

Shalom!

La 42 Estaciones del Alma según la Torah

Por P.A. David Nesher

«Pues la nube de Hashem estaba sobre el Tabernáculo de día, y había fuego en él por la noche a la vista de toda la Casa de Israel. Así fue en todas sus paradas

Shemot/Éxodo 40:3 8

El pueblo de Israel se había elevado en el monte de Sinaí a las alturas espirituales de lo profético tal como lo había alcanzado y manipulado los patriarcas Avraham, Itzjak y Yaakov. En la mente de cada israelita, vibraba la idea de que dejar el Sinaí podría tal vez significar el abandono de la presencia constante de la divinidad entre ellos. Este es el sentido del mandamiento divino al ordenar la construcción del Mishkán.

Finalmente vemos que el Eterno aprueba la obra hecha por la unidad de Israel, y produce que la Shekináh desciende al “lecho nupcial”, el Mishkán (Tabernáculo), para habitar en medio de los israelitas. Así, la nube del Eterno descansaría sobre el Mishkán de día. Por la noche, una nube de fuego sería la que habría de custodiar a Israel, la amada de Yahvéh. Cuando la nube se apartara del Tabernáculo, ello constituiría la señal para que los israelitas emprendieran la marcha.

Refiriéndose a esto, los sabidos explican:

«…Día: representa los momentos de florecimiento; y “noche”, simboliza los momentos de obscuridad. El pasuk indica que siempre, a través de los viajes del pueblo de Israel por la vida, independientemente de si el sol brilla o no, las nubes y el fuego divinos constantemente nos protegen asegurando nuestra supervivencia…».

La palabra jornadas también incluye los lugares donde acampaban, porque desde cada lugar emprendieron un nuevo viaje. La nube no estaba sobre el Tabernáculo durante los viajes, sólo cuando acampaban, cf. 40:36.

El pueblo de Israel acampó 42 veces en lugares escogidos por YHVH. Algunas veces la parada era para probarlos, otras para que descansaran, y en otras oportunidades para disciplinarlos. Lo cierto es que en cada lugar había suficiente espacio para el Tabernáculo y para el campamento de cada tribu.  

Ahora bien, para nosotros será muy importante conocer que los cuarenta y dos segmentos del viaje de Egipto a la Tierra prometida constituyen los 42 netivot (senderos) que el alma tiene a su disposición para conectarse con Yahvéh; senderos cuyo sentido podremos descubrir sí o sí mediante el estudio sistemático de la Torah.

Entendemos entonces que estos 42 lugares representan viajes espirituales que deben vivir todos los hijos de Elokim, todos aquellos guerreros que van por el Camino (Derek) que conduce a la Tierra Prometida.  Para entender mejo esto, consideremos el siguiente ejemplo:

La gematría de la palabra Ramases es 430, que es equivalente a “Nefesh”, que significa, “alma”.  La gematría de la palabra Sucot es 480 que equivale a “Yishamani”, que significa, “me escuchará”.  La gematría de la palabra Etam es 441 que equivale a “V’hiyyiti”, que significa “yo estaré”.  Así que, traduciendo a través de la gematría, el viaje que hizo Israel de Ramases a Sucot y a Etam, forma la frase espiritual: “Tu alma me escuchará, y Yo estaré providente”.  Y así sucesivamente a través de todo el peregrinaje, podemos encontrar distintos códigos que permitieron al Pueblo Escogido cambiar los paradigma reptilianos aprendidos en Mitzrayim, y elevar sus mentes a los niveles proféticos que manejaban los padres de nuestra fe.

Así pues los sabios explican que el propósito de enumerar las 42 paradas, fue para hacer consiente al pueblo de su desarrollo completo (moral – espiritual – histórico).  Por ello, luego, en la distribución de la tierra, le fueron dadas a los levitas 42 ciudades para vivir. Con esto el Eterno se aseguraba que si alguien se apartaba de la Torah y necesitaba orientación o enseñanza en alguna de las 42 etapas de desarrollo, él o ella podían visitar una de las 42 ciudades para recibir el entrenamiento específico asociado con esa etapa. De este modo el proceso de ascención se repararía y podría continuar en su dirección de marcha: derecho, adelante y hacia arriba.

Con todo esto logramos captar que las “paradas” (o estaciones), son un engranaje de vital importancia en este sistema, porque constituyen el momento de reflexión para determinar en cada encrucijada de la vida cuál sendero sea el más idóneo para alcanzar el horizonte estipulado. Porque el objetivo de toda interrupción es brindar el privilegio de experimentar la dicha de un nuevo comienzo. Este Santuario portátil, y su “habitante”, la Shekináh de Yahvéh, viajaría con los israelitas durante 40 años y finalmente se trasladaría a Eretz Israel (Tierra de Israel).

Considerando todo lo hasta aquí estudiado en las parashot del Séfer Shemot, notamos asombradamente que todo este poderoso simbolismo dado a través del Santuario, fue entregado al Israel como un libro de instrucción para saber cómo habitar en la presencia de YHVH.  Todos los oráculos divinos encriptados en esta estructura cósmica, una vez aprendidos, debían ser enseñados de generación en generación, para que aquellos que llegarán al final de los tiempos (es decir, nosotros) supiéramos que hacer.  Así lo comprendieron los discípulos de Yeshúa de las primeras comunidades, tal como el diácono Esteban lo proclamara:

Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el Monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos.
( Hechos 7:38).

Una vez que cada objeto y pieza estuvo en el lugar adecuado y la “vasija” (el Mishkán) estuvo preparada, la Luz del Creador ingresó al Tabernáculo. Esa fue la primera vez que hubo un lugar físico en el que la Luz Infinita, creadora de toda la existencia, pudo entrar y habitar.

La construcción del Mishkán para el Creador simboliza cómo cada uno de nosotros puede construir y preparar su propia vasija (vida) para que pueda ser llenada de Luz Infinita que es Yeshúa HaMashiaj (Juan 8:12) y así ser luz para el mundo de la fisicalidad que debemos reparar y transformar (Mateo 5:14).

Cuán afortunado es el pueblo que experimentó toda esta sabiduría, cuán afortunada es la nación cuyo Dios es… ¡HaKadosh Baruj Hu! (Salmo/Tehilim 144:15).

Ahora llegando al final de nuestro peregrinaje por este Séfer (Libro) llamado Shemot (Éxodo), encuentro oportuno hacerlo extractando algunas ideas que leí del sabio Najmánides quien expone en su prefacio al mismo libro el siguiente comentario:

«…El descenso de los hijos de Israel a la tierra de Egipto es el comienzo del exilio de Israel. El mismo no concluirá hasta que ellos hayan regresado a su tierra de origen, alcanzando el nivel de sus patriarcas. Empero, cuando los hijos de Israel salieron de Egipto, a pesar de que ya habían sido liberados de la esclavitud, todavía se los consideraba como exiliados, porque estaban en una tierra que no era de ellos, vagando por el desierto. Más cuando llegaron al monte Sinai y construyeron el Mishkán y volvió el Santo Bendito Sea Él, hizo posar su «Shekinah» entre ellos alcanzando los Benei Israel otra vez el nivel de sus patriarcas. A partir de entonces fueron considerados como redimidos…».

Tras concluir el segundo Séfer de la Torah, pronunciamos con gran satisfacción:

¡Jazak, jazak, ve-nitjazek!
(¡Sé fuerte, sé fuerte y seremos fortalecidos!)

Para conocer más acerca de los 42 Senderos del Alma los invito a leer:

Las 42 Estaciones Del Viaje de la Vida.

¿Corazón Sabio? ¿Qué Significa?

Por P.A. David Nesher

» Toda persona dotada de talento natural [«sabio de corazón»] entre ustedes que vaya y haga todo lo que YHVH ha ordenado: El Tabernáculo, su Tienda y su Cubierta, sus ganchos y sus tablones, sus travesaños, sus pilares y sus zócalos [o bases].»

(Shemot/Éxodo 35:10-11)

En el propósito eterno de Dios, el Mishkán (Tabernáculo) será la antena cósmica para traer toda la Fuerza y Luz del Creador, y dejar así que se irradiara a todo el universo físico, para que este pudiera elevarse al dominio pleno de las esferas celestiales. Así, Israel unida al Mesías como cabeza, recibirían toda potestad.

Además, el Mishkán sería también el lugar para que la Shekináh (Presencia Divina) pueda residir en cada israelita, desde el mayor de los mayores hasta los menores de los menores, sin que nadie fuera afectado por la muerte propia de estar en la Presencia divina (cf. Shemot/Éxodo 33:10)

Por estas razones, la construcción de semejante nave cósmica debía ser realizada bajo la supervisión de almas humanas con característica espirituales muy elevadas.

¿Quiénes fueron ordenados a realizar todas estas tareas?

Interesante nos resultará la respuesta: los hombres que un año atrás estaban en condición de esclavos, utilizando paja y barro, para construir ladrillos, y para hacer todo tipo de trabajo del campo. Eran los súbditos más despreciables de un Imperio reptiliano encabezado por el Faraón. Entre ellos no había carpinteros ni orfebres. No había costureros ni joyeros. Tampoco curtidores de cueros ni bordadores. ¿De dónde podíamos sacar artesanos y especialistas en tantos tipos de actividades? La Torah contesta todas nuestras preguntas:

“…Y se acercó todo hombre que puso su corazón…”.

Entre ellos no había quién pudiera enseñarles un trabajo tan especial como lo que debían hacer, tampoco existían los artesanos o profesionales que sabían determinada tarea. Lo que sí encontramos en esa generación es esto:

hombres que podían poner todo su corazón en el Camino de YHVH y que se presentaron ante Moshé diciendo:
«¡Yo haré todo lo que Mi Señor me diga!» …

Este tipo de corazón presentará entre sus actitudes positivas dos características fundamentales que garantizan la manifestación física de las bendiciones divinas: trabajar por la unidad para lograr reparar el entorno. Meditemos un poco más en esto:

Solícitos para trabajar por la Unidad.

El Eterno indica que la construcción debe ser desarrollada por Betzalel hijo de Uri hijo de Hur, de la tribu de Yehudá, que según la tradición histórica era un joven que contaba con apenas 13 años de edad, y que Aholiav de la tribu de Dan, (una de las tribus más pequeñas en la escala social puesto que él no procede de Rajel ni Leah), deberá unirse a él para apoyarlo en la Obra que Yahvéh había encomendado. [Si quieres conocer más sobre los códigos guemátricos del nombre Betzalel haz click aquí].

Estuve leyendo al Dr. Adolfo Roitman, de la Universidad Hebrea de Jerusalem, quien refiriéndose a este pasaje destaca:

«…El hecho de que los dos artesanos del Tabernáculo hayan sido miembros de las tribus de Judá (reino del sur), y Dan (reino del Norte), no puede ser ninguna causalidad. Probablemente se haya querido indicar con este dato tan sutil, que el primer Santuario de Israel había sido construido por toda la nación representada por sus respectivos artesanos, viendo así en la construcción misma del Santuario, la expresión más excelsa de la Unidad Nacional…»

[cita de la obra: “Del Tabernáculo al Templo”, pág 41].

Preparados para Rectificar.

Vemos en los pasukim (versículos) la orden de recolectar oro, plata y cobre de los israelitas para construir el Santuario. Estos pasukim nos conectan con un trabajo de preparación; preparamos nuestra corrección y la entregamos a un objetivo que nos trasciende. Los textos nos abren pórticos específicos para realizar cambios en nosotros, cambios en cada uno, cambios quizás pequeños, imperceptibles, pero que van en una dirección clara y segura: cambiar nuestra intención.

Corregirnos mediante un cambio en la intención, de «querer recibir» a «dar compasivamente». Este es el significado de estos poderosos códigos, y la base para la construcción de una vida diferente. Rabí Jaim Ben Atar nos dice:

“…Dios no necesita nuestros obsequios sino el deseo sincero del donante de elevarse y unirse a Él…”.

La Oración en el Espíritu y el Don de Hablar en Lenguas.

Por P.A. David Nesher

“…el altar del incienso y sus varas, el aceite de la unción, el incienso aromático y la cortina de la puerta a la entrada del tabernáculo, el altar de la ofrenda de ascensión con su enrejado de bronce, sus varas y todos sus utensilios, y la fuente con su base.


(Shemot/Éxodo 35:15-16)

Al peregrinar nuestra alma por la sección Vayakhel, discernimos el llamado del Eterno para que Su Pueblo se constituya en un Reino sacerdotal, solícito en guardar el vínculo de la Paz. En la simbología de los elementos descriptos en los versículos que encabezan este estudio, se encuentran encriptados los códigos proféticos de la oración sacerdotal que todo redimido debe procurar.

Comenzaré comentándoles que el altar de incienso representa la oración con una mente dirigida por el espíritu, no una mente carnal, puesto que el altar está dentro del área de la profecía. Así, por medio de esta herramienta cósmica, el Eterno reveló a Su Pueblo que la mente humana tiende a tener dos enfoques, la carne y el espíritu:

Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Torá de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne (los que no se sujetan a la Torá) no pueden agradar a Dios. Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu del Mesías, el tal no es de él.

(Romanos 8:5-9:)

Un hombre espiritual ha aprendido a dominar y sujetar su mente para que sea puesta en las cosas espirituales. Así que la oración con el entendimiento ofrecida en el altar de oro es la oración que sale de una mente espiritual que está inspirada por las palabras de la Torá, como está escrito en

Tomad con vosotros palabras, y volveos a YHVH»
(Oseas 14:2)

El altar de cobre, o bronce (v. 16), representa la oración con el espíritu en otros idiomas (don de lenguas). Tal como hay varios tipos de sacrificios, hay varias maneras de hablar en otros idiomas. Hay idiomas que se hablan a los hombres y otras que se hablan al Eterno.

La expresión “hablar en lenguas” se refiere a la capacidad milagrosa que tenían algunos los discípulos del siglo primero de hablar un idioma sin haberlo aprendido (Hechos 10:46). De ese modo, quienes conocían el idioma podían entender con facilidad al que hablaba (Hechos 2:4-8). Este fue uno de los dones del espíritu santo que Dios les dio a los discípulos de Yeshúa en las comunidades primigenias (Hebreos 2:4; 1 Corintios 12:4, 30).

Nuestro Maestro Yeshúa había asegurado de antemano que se hablaría en idiomas no conocidos:

“Y estas señales seguirán a los que creen: …hablarán nuevas lenguas”
(Marcos 16:17)

Marcos 16:17)

Todos seguramente conocemos el relato histórico de cuando los discípulos del Mesías (unos 120 aproximadamente) fueron investidos en su ministerio celestial en el día de Shavuot recibieron la capacidad de hablar en otros idiomas humanas delante de los hombres, como está escrito en el libro de los Hechos:

Todos fueron llenos del Espíritu de santidad y comenzaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse. Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Yehudá y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios.

(Hechos 2:4-11)

Aquí vemos como esta manifestación espiritual dio a los hombres la capacidad de hablar las maravillas de Dios en idiomas humanas para así impactar sobre los hombres de los diferentes países. El Espíritu les inspiró a hablar en otros idiomas delante de otras personas con el fin de manifestar lo sobrenatural.

Así mismo sabemos que el Espíritu del Eterno también puede dar un tipo de idioma que no es humana sino angélica, tal como el apóstol Pablo lo enseña a los creyentes corintios:

Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.”
(1 Corintios 13:1)

Ese tipo de hablar en idiomas es dado para hablar en privado, no en público, ya que es para hablar con el Eterno, y así conseguir mayor edificación personal, que permite aprender mayores misterios de la sabiduría divina. Así lo dejó bien expresado el apóstol Pablo a las asambleas de los corintios:

Porque el que habla en otros idiomas sobrenaturalmente no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende (en contraste con Hechos 2), sino que en su espíritu habla misterios (no es una cosa aprendida sino sobrenatural). Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, ánimo y consolación. El que habla en otros idiomas sobrenaturalmente, a sí mismo se edifica (su espíritu se fortalece), pero el que profetiza edifica a la congregación.
Yo quisiera que todos hablarais en otros idiomas sobrenaturalmente 
(esta capacidad es para todos), pero aún más, que profetizarais; pues el que profetiza es superior al que habla en otros idiomas sobrenaturalmente, a menos de que las interprete para que la congregación reciba edificación. Ahora bien, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en otros idiomas sobrenaturalmente, ¿de qué provecho os seré a menos de que os hable por medio de revelación, o de conocimiento, o de profecía, o de enseñanza? Aun las cosas inanimadas, como la flauta o el arpa, al producir un sonido, si no dan con distinción los sonidos, ¿cómo se sabrá lo que se toca en la flauta o en el arpa? Porque si la trompeta da un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, a menos de que con la boca pronunciéis palabras inteligibles, ¿cómo se sabrá lo que decís? Pues hablaréis al aire. Hay, quizás, muchas variedades de idiomas en el mundo, y ninguno carece de significado. Pues si yo no sé el significado de las palabras, seré para el que habla un extranjero, y el que habla será un extranjero para mí (en contraste con Hechos 2 donde el efecto fue contrario). Así también vosotros, puesto que anheláis manifestaciones espirituales, procurad abundar en ellas para la edificación de la congregación. Por tanto, el que habla en otros idiomas sobrenaturalmente (en la congregación), pida en oración para que pueda interpretar. Porque si yo oro en otros idiomas sobrenaturalmente, mi espíritu ora (usando la lengua para expresarse), pero mi entendimiento queda sin fruto (en el sentido de no entender, pero la mente puede luego ser beneficiada por el espíritu que ha sido edificado por medio de lo que se habló en otros idiomas).
Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu (no es una cosa rechazable, sino buena y edificante), pero también oraré con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento. De otra manera, si bendices sólo en el espíritu, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de ignorante, puesto que no sabe lo que dices?Porque tú das gracias bien, pero el otro no es edificado. Doy gracias a Dios porque hablo sobrenaturalmente en otros idiomas más que todos vosotros); sin embargo, en la congregación prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para instruir también a otros, antes que diez mil palabras en otros idiomas sobrenaturalmente (no es raro hablar 10.000 palabras en otros idiomas a solas, porque son ríos inagotables que salen del interior).
Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros. En la Torá está escrito: POR HOMBRES DE IDIOMAS EXTRAÑOS Y POR BOCA DE EXTRAÑOS HABLARE A ESTE PUEBLO, Y NI AUN ASÍ ME ESCUCHARAN, dice el Señor. Así que el hablar en otros idiomas sobrenaturalmente son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes. Por tanto, si toda la congregación se reúne y todos hablan en otros idiomas sobrenaturalmente, y entran ignorantes o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo, o ignorante, por todos será convencido, por todos será juzgado; los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y él se postrará y adorará a Dios, declarando que en verdad Dios está entre vosotros.”

(1 Corintios 14:2-25)

Si leemos con mucha atención esta enseñanza apostólica lograremos entender que existen siete propósitos para hablar sobrenaturalmente en otros idiomas:

  • Fluir del espíritu humano para edificación propia (si no son interpretadas), [14:2, 5].
  • Alabanza, (14:7; Hechos 2:11).
  • Guerra espiritual, (14:8).
  • Oración espiritual, (14:14-15).
  • Canto espiritual, (14:15).
  • Bendición y acción de gracias, (14:16-17).
  • Señal para incrédulos, (14:22).

Evidentemente por lo hasta aquí considerado el hablar sobrenaturalmente en otros idiomas es una puerta de entrada en el Tabernáculo Celestial. Por esto vemos como esta manifestación sobrenatural fue la primera que practicaron los seguidores del Mesías Yeshúa después de la resurrección (cf. Hechos 8:17-18; 10:44-45; 19:6). Es una manera de acercarse a las profundidades espirituales y avanzar hacia el nivel superior de la profecía.

Debemos aceptar que quien habla sobrenaturalmente en otros idiomas está orando en su espíritu para ser fortalecido en su interior. El espíritu fortalecido puede luego ser sensible a las otras manifestaciones espirituales y también puede tener la fuerza para dominar sobre la mente y el cuerpo. Así que es muy bueno hablar en otros idiomas en la vida de oración personal. No todos obtienen la capacidad sobrenatural de hablar diferentes tipos de idiomas para el público (cf. 1 Corintios 12:48), pero todos los que han nacido de nuevo podrán hablar en otros idiomas personales de oración (cf. 1 Corintios 14:5, 23). En las comunidades del primer siglo estaba bien claro que aquel que se atreviera a oponerse a esta práctica está apagando el Espíritu (cf. 1 Corintios 14:39; 1 Tesalonicenses 5:19).

Por últimos, la Torah nos describe “la fuente con su base”, dicha estructura cósmica representan el carisma de la interpretación sobrenatural de otros idiomas.

Como la interpretación constituye una revelación mayor que el hablar en otros idiomas, la fuente está colocada más cerca del lugar santo que la puerta de entrada y el altar.

La manifestación de interpretación tiene diferentes niveles de intensidad y de claridad, como todas las nueve manifestaciones.

Un nivel bajo de esta manifestación consiste en la capacidad de entender el tema general de lo que uno mismo u otros están hablando.

La capacidad de hablar en otros idiomas es dada para influenciar en el mundo espiritual, y la interpretación de estos idiomas es dada para que no solamente el espíritu esté involucrado en esta actividad, sino también la mente humana. Cuando la mente es activada en oración junto con el espíritu hay mayor impacto en el mundo espiritual, y así la interpretación de los idiomas constituye una herramienta útil en la vida de oración personal y comunitaria.

El nivel superior de esta manifestación implica entender todo el mensaje que se está hablando en otros idiomas, palabra por palabra, tanto de uno mismo como de otros. Según la enseñanza apostólica, cuando un creyente tiene esta capacidad espiritual es llamado “intérprete” según lo revela la enseñanza paulina:

¿Qué hay pues, hermanos? Cuando os reunís, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, idiomas o interpretación. Que todo se haga para edificación. Si alguno habla en otros idiomas sobrenaturalmente (en la congregación), que sean dos, o a lo más tres (para que haya dos o tres testigos de lo que está sucediendo en el cielo en ese momento), y por turno, y que uno interprete; pero si no hay intérprete, que guarde silencio en la congregación y que hable para sí y para Dios.
(1 Corintios 14:26-28)

El intérprete de lenguas comunicaría entonces el mensaje del que habla en lenguas a todos los demás, de manera que todos pudieran entender.

«Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.»
(1 Corintios 14:13).

Al leer esto, notamos que no todos los redimidos del Mesías tienen la capacidad de poder interpretar sobrenaturalmente palabra por palabra las cosas que se hablan en otros idiomas.

Por otra parte, necesitamos conocer unos códigos lumínicos más a fin de que la práctica de estos dones carismáticos no sea egoica.

Tenemos el interesante dato de que la fuente fue hecha de cobre, o bronce. Ese metal, en las Sagradas Escrituras, simboliza juicios (hebreo din). Esto apunta al sentido almático de evaluar y purificar. De la misma manera también el agua dentro de la fuente purificaba a los que servían en el Tabernáculo. El cobre venía de los espejos de las mujeres (cf. 38:8; 1 Corintios 13:12). Los espejos simbolizan la Torah ya que la misma actúa como un espejo para el alma humana, como lo escribiera el hermano de nuestro Maestro, el apóstol Jacobo en su epístola:

Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la Torá perfecta, la Torá de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será dichoso en lo que hace.
(Santiago 1:22-25)

El agua también simboliza la Palabra del Eterno (cf. Deuteronomio 32:2; Isaías 55:10-11; Efesios 5:26). Esto nos enseña que la Torah es la base para poder “purificar”, interpretar correctamente, todos los idiomas que se hablan en las congregaciones para la propia edificación, y aún para la edificación pública de los santos.

Como conclusión final les diré que tal como todos los dones del Espíritu Santo, hablar sobrenaturalmente en otros idioma no es necesariamente una señal de madurez espiritual. Muchos de los discípulos de Corinto hablaron en lenguas pero el apóstol Pablo les dijo que eran unos “niños en Cristo” (1 Corintios 3:1), reprochándoles así su inmadurez y carnalidad. No obstante, cuando el don se utiliza de una manera apropiada, se puede utilizar para edificar a sí mismo y a los otros miembros del cuerpo del Mesías.

¡Del Salario a la Sobre-Abundancia! (¿Cómo Desarrollar Consciencia de Terumáh)

Por P.A. David Nesher

Di a los hijos de Israel que separen para Mí una ofrenda; de todo aquel cuyo corazón le mueva a hacerlo, tomaréis mi ofrenda.


(Shemot/Éxodo 25:2) 

Al leer el comienzo de la parashá (porción) Terumáh, notamos que la misma trata, en la lectura llana (nivel Peshat) de las donaciones que el Eterno le está pidiendo al pueblo de Israel, para construir el tabernáculo y el Arca de la Alianza (Aarón) que más tarde albergaría a las tablas de las Atzeret HaDivrot (10 enunciados). Aquí se describen todo los detalles, bien precisos, para estas construcciones. Ahora bien, cuando nosotros leemos sobre esto (que parece sin ninguna praxis para nuestra vida cotidiana), nos surge la pregunta: ¿Acaso Dios necesita donaciones? Sinceramente, ¿quién puede creer eso?

Entonces discernimos lo que los sabios exégetas de la Torah explican, y es que esta parashá no trata simplemente de donaciones. En ella, se esconde un mensaje divino atemporal, en el que se revela un medio cósmico para facilitarnos la elevación de las chispas de Luz que se esconden en nuestro espíritu. De hecho, la palabra Terumáh (traducida como “dádiva”, “presente”, “regalo”, “contribución”, “aporte”, “tributo”, “ofrenda”) proviene de la expresión Tarom He (o también “Taromhei”) que significa «Elevación hasta la Hei» (señalando a la primera letra Hei del Nombre divino YHVH). Considerado así, les diré que la segunda Hei es el aspecto de Malkut (Reino) del nombre de Dios Yud Hei Vav Hei; y es el único lugar en donde las chispas de Luz se elevan. Por eso, el Eterno sólo quiere aquellas chispas que sean dadas de corazón. Ya sabemos que el corazón se refiere a Zeir Anpin, que es en donde está nuestro trabajo espiritual (hebreo: avodáh), y que es el nivel del Ruaj (Espíritu) trabajando energéticamente sobre el espíritu por medio de su fuerza vital (neshamáh). Entonces, debemos aquí aceptar que la expresión «Tarom He» significa «tomar la Luz» escondida en Malkut, el Mundo de Abajo, y conectarla con Binah (representada por la primera letra Hei), a través del proceso de Zeir Anpin (las emociones controladas por el Espíritu). En este caso, alude a la elevación espiritual de los materiales que se donan para la construcción del Santuario: esto no es otra cosa que la «materia al servicio del espíritu» [Torat Emet].

El asunto es que, según lo hemos aprendido en Shovabbym (primeras seis parashot o porciones del libro de Éxodo), si para recibir la Luz de Binah (zona divina de leyes para proyectos creativos) tenemos que pasar por un proceso emocional (Zeir Anpin), también debería haber algo emocional que nos ayude, una herramienta que nos permita pasar por encima del proceso de Zeir Anpin e ir directamente a Binah, y así obtener sus beneficios de Inteligencia Emocional . ¿Cómo lo sé? Porque…: «de la misma manera que si existe una enfermedad, antes existe la planta que la cura…» (dice el Ari), «así mismo, sé que este sistema es misericordioso, y nos da miles de soluciones para que nos reconectemos con él«. En otras palabras, debemos creer y confiar que para todo problema, hay una solución; para toda enfermedad, hay una cura. Pues bien, esta herramienta cósmica se llama fe, pero no en el sentido dogmático de piedad, sino en la mentalidad hebrea de emunáh.

Los códigos secretos de la Sabiduría (Jojmáh) de la Torah divina explican que la fe (emunáh) es el atributo que permite al creyente conectar a Malkut (su nobleza psico-física) con Binah (su entendimiento). De este modo, cuando Binah y Malkut se unifican, la fe hace al alma redimida co-conductor de las leyes que gobiernan el mundo espiritual. A esta altura, necesito enfatizar que la fe de la que hablamos, no es la fe ciega de los devotos religiosos. Enfatizaré una vez más que en hebreo, fe es emunáh, un estado espiritual de absoluta convicción y certeza en aquello que los sentidos no pueden captar, y la razón explicar. La emunáh no se adquiere porque otro nos dice cómo son las cosas. La emunáh se consigue cuando la experimentamos al sujetarnos voluntariamente al señorío del Mesías.

De este modo, cuando adquirimos la emunáh, nos metemos bajo el manto de Binah: sin cuestionar si es verdad o no, lo sabemos más allá de lo que los otros puedan pensar y decir, y nada es más importante que sostener esta conexión. Es como si fuiste un bebé abandonado y, un día, encontraste a tu madre. Lógicamente, por nada del mundo, quieres volver a separarte de ella. Esto es estar bajo la guía del Espíritu de la profecía que es testimonio de Yeshúa (Revelación/Apoc. 19:10).

La emunáh, una vez en nuestro espíritu, desarrolla todos los mecanismos de percepción necesarios para la generación de milagros, ampliando nuestra vasija, pues es la persistencia en el deseo de dar, de elevarnos. La emunáh es un regalo divino que Binah nos dio para que, a través de ella, tuviéramos de qué agarrarnos para vencer todas las dificultades que pueden presentársenos. ¿Cómo se adquiere la emunáh? A través de la disciplina en el trabajo espiritual. Para comprender mejor, necesito que se fijen en esto: cuando uno quiere cambiar su vida, que despierta en lo espiritual, empieza a buscar su vía de evolución. Comienza a crear movimiento porque, instintivamente, se siente vacío, así que sale a buscar con hambre la Luz de la Palabra divina, pues llega un momento en que se da cuenta que ella no llega gratuitamente.

Este camino espiritual que tomamos como vía de ascensión, requiere una disciplina, porque la Luz tenemos que adquirirla, aprendiendo los cómo para hacerlo. Así, las experiencias que tenemos en nuestras conexiones y, sobre todo, los resultados de ese trabajo en nuestra vida cotidiana, van construyendo la emunáh. Hasta que llega el momento en que esa conexión se hace tan fuerte que, te digan lo que te digan, tú vas a hacer todo por buscar esa Luz escondida en tu interior. Sabes, a ciencia cierta, que la Luz te está esperando cada día y cada vez que haces esa conexión. No creas que ese momento de conexión sólo eres tú quien lo espera. De la misma manera como tú deseas recibirla, ella desea darte. Así, la Luz de la creación te espera todos los días. Por eso, Yeshúa enseñó que lo ideal es usar el mismo sitio para meditar y la misma hora (Mateo 6:6). Allí se va creando un puente que se abre todos los días. Es como si todos los días fueras a una cita amorosa (esto no es metafórico, sino literal). Ahora, les solicito que para captar mejor esto se sumerjan conmigo en la explicación que les compartiré a continuación.

De esto  se trata de vivir la vida cotidiana como el Mesías. Es vivir día a día, esta vida terrestre, conectado permanentemente con lo superior, y esto solo es posible a través de la conciencia en constante ascensión (aliyáh). La emunáh es un pilar sólido que se va construyendo cuando el pensamiento del Creador encaja con una emoción y la eleva por sobre toda circunstancia cósmica.

No obstante, que el título de esta porción se llama “Terumáh”, la Torah conduce a cada israelita a centrar sus ojos en el Mishkán (Tabernáculo) santo que, además de ser morada de la Conciencia Divina o Shekináh, será el centro espiritual donde los israelitas tendrán que presentar todos sus korbanot (sacrificios) que servirán para expiar sus transgresiones y manifestar su gratitud al Creador. Todos los tipos de korbanot quedarán englobados en el concepto de tzedakáh.

El diseño cósmico llamado Mishkán, proclamará la maravillosa Betzoráh (Buena Noticia) de que la Shekináh del Todopoderoso volvería a este mundo después de estar alejada; la Shekináh, es el reflejo de la Majestad Divina. En Bereshit Rabá leemos esta explicación:

«…La verdadera morada de la Shekináh estaba en este plano inferior de la Creación. Cuando Adam pecó, la Shekináh se fue, (ascendió) al primer firmamento; cuando Kaín pecó, ascendió al segundo firmamento; pero en contraposición a éstos surgieron siete tzadikim y ellos la trajeron de regreso haciéndola descender a la tierra. Moshé (el séptimo tzádik), la trajo hasta aquí mismo, al plano físico inferior…».

De acuerdo a esta porción llamada Terumáh, el Tabernáculo de YHVH sería construido para darle al pueblo de Israel una localización física donde pudieran conectar con el Creador. Pero profundizando en la codificación de toda esta sección bíblica, el Mishkán, no obstante, será solo un símbolo para el verdadero lugar de descanso de la Shekináh (la Divinidad), el corazón de todo hebreo redimido. ¿Cómo es posible hacer que el corazón de uno, sea un Mishkán para la Shekináh? Esto es, dedicando su corazón a la disciplina del estudio de la Torah y a la avodáh, servicio sacerdotal a YHVH, [Midrash].

Por eso, notamos que aquí hay dos preceptos en el arranque de esta sección:

  • (1) tomar una ofrenda y,
  • (2) construir el Tabernáculo con todos sus utensilios.

El Eterno ordena a Moshé designar recaudadores para recolectar la “terumáh” destinada a la construcción del Tabernáculo consagrado al Eterno. Toda la existencia es de YHVH, por lo que la expresión «Que tomen para Mí» parecería redundante. Más bien, el versículo viene a transmitir a los recaudadores y tesoreros a cargo de fondos comunitarios, que su trabajo debe ser para YHVH es decir, deben consagrarse a su tarea y hacerla en honor al Nombre del verdadero Dios; ellos se deben a Él, deben dejar de lado mezquinos intereses personales para aplicarse y ajustarse a la causa que tengan a su cargo.

A primera vista pareciera que la orden central es la de construir el Santuario (Mishkán), mientras que la donación es la cuestión relativamente secundaria. Sin embargo, leyendo con atención, notaremos que el orden de los versos nos muestra un cuadro diferente; primero viene el Precepto: «…Tomarás para Mí una contribución«, mientras que el orden para construir el Mishkán aparece después: «…Me harán un Santuario…”. Pues bien, en ese mismo orden estudiaremos este interesante capítulo.

El vocablo hebreo “terumáh” se menciona tres veces al comienzo de la sección homónima de la Torah:
1) “…Ellos tomarán para Mí una terumáh”;
2) “…De aquellos a quienes su corazón motive tomarán Mi terumá”; y
3) “…Y ésta es la terumá que tomarán de ellos: oro, plata y cobre…”.
Por este motivo, es que desde los días del nacimiento del pueblo de Israel, la noción de la idea de «Terumáh» formará parte de la vida cotidiana comunitaria judía.

La terminología hebrea que en este pasuk (versículo) se ha traducido “separen para Mí”, significa que esta ofrenda especial llamada terumáh debía ser consagrada a Su Nombre. En este sentido, «» se refiere a la letra “Yud” (י), primera del tetragrama YHVH. Ello significa que cuando alguien, con mentalidad hebrea, da tzedakáh (caridad o justicia social), debe tener sí o sí en mente el Nombre del Todopoderoso יהוה (YHVH), ya que el dinero que se dona representa la Yud (י). La mano con que se da, está en la primera Hei (ה), pues la mano tiene cinco dedos y esta letra es el equivalente al número cinco. El brazo extendido del donante está representado en la letra Vav (ו). Y finalmente la segunda Hei (ה), está simbolizada en la mano del pobre, o sea, aquel que recibe la tzedaká. Toda esta codificación nos enseña que el Eterno יהוה (YHVH), siempre estará del lado del necesitado, del débil y el pobre.

Los sabios de Israel nos enseñan que, el motivo por el cual el Eterno pidió de Am Israel su colaboración, no fue por necesidad, sino porque quería educar a los israelitas para que aprendieran los secretos de prosperidad material que se esconden en la actitud del dar, ya que por naturaleza a la persona le cuesta mucho trabajo tal ejercicio. Además, el rav Baal Haturim explica que el motivo por el cual antes de pedir la donación, el Eterno le mandó a Moshé: “Háblale a los hijos de Israel”, fue para que Moshé les hable de buena manera, sin ningún tipo de imperativo, para así despertar en ellos el deseo de donar. Esto era imperioso pues ésta era un mitzvá (mandamiento) difícil de cumplir ya que la persona tenía que entregar algo de valor alto de entre sus bienes para poder llevarla a cabo. Con ello, el Eterno Elokim los acostumbra a cumplir uno de los mitzvot más importantes de la Torah: la tzedakáh (caridad o justicia social).

Explican los sabios especialistas en codificación hebrea que cuando damos caridad o ayuda a algún necesitado, en realidad no estamos dando sino tomando, estamos recibiendo. Lo que el donante da al pobre es un bien limitado, temporal, que con el paso del tiempo desaparece. Sin embargo, la recompensa por haber sido piadosos es infinita e ilimitada; es un bien que perdura eternamente en el mundo venidero. Cuando damos caridad por amor al Cielo, estamos creando un espacio oportuno que activa a un malak (ángel) en su misión de abrir camino de prosperidad financiera.

Ahora bien, si todo esto ocurre con la donación hecha a un semejante mortal como nosotros, cuánto más sucederá si se dona para la construcción del Santuario de Dios. Luego entonces, cuando los israelitas presentan su “terumáh” para la construcción del Tabernáculo, en realidad no estaban dando sino…¡recibiendo!

Es preciso poner en relieve que tzedakáh, no solo es dar dinero, sino que más bien, es estar ahí acompañando empáticamente y siendo solidario con el prójimo en múltiples maneras. Sin duda alguna, la ofrenda más esencial, es la que citan los textos del Mishlé (Proverbios) 23:26, que es la de ofrecerle nuestros pensamientos y voluntad, leamos:

“…Tenah beni libejá li veeineijá derajai tirtzenah (…)

«Dame hijo Mío tu corazón, y tus ojos cuiden Mis caminos…”,

[Tanaj Katz].

De acuerdo con la opinión de varios sabios, no existe nada que glorifique tanto al Creador, y santifique Su Nombre, como traer almas en teshuváh convirtiéndolas a Su Camino de Luz. Esto es realmente transformar el mal en bien. Ellos aseguran que, según este versículo, a esto también se le llama “traer una ofrenda (terumáh) a Dios”.

En pocas palabras, el mandamiento de construir Mishkán (el Tabernáculo), significa desarrollar la capacidad de traer impíos a la actitud mental de teshuváh (arrepentimiento o regreso). El que trae en teshuváh a un impío y le hace tomar la decisión de alejarse del mal camino, consigue tres cosas:

  • Somete bajo sus pies al Sitra Hajara (traducido como «el Lado Oscuro«).
  • Contribuye a glorificar a HaKadosh Baruj Hu. («El Santo Bendito Sea«, forma de referirse al Nombre de YHVH)
  • Contribuye a llevar al mundo a la perfección hasta cumplir el Paradigma divino “Como es Arriba es Abajo”. Así cumplimos con lo que dice la plegaria del PadreNuestro: «HÁGASE TU VOLUNTAD, en la tierra como en el Cielo«.

Me identifiqué con este sentir de un estudioso de la sabiduría de la Torah:

«Este Justo verá a sus nietos, y será feliz en este Mundo y en el Mundo venidero; este Justo irá al Jardín del Edén sin encontrar obstáculos; su descendencia será poderosa, su posteridad estará compuesta de Justos, la gloria y la riqueza estarán en su casa, y la Justicia (la sabiduría de la Torah) perdurará en su familia

[“La Kabbalah de la vuelta al Edén”, Tomo 2].

Les aseguro que esta es la mentalidad correcta que se desarrolla cuando se comprende y acepta la propuesta mesiánica de amar la Torah de acuerdo.

Entonces, re-configurando nuestra visión de acuerdo a al Verdad: ¿Qué significado espiritual tiene el Mishkán y qué importancia tiene esta lectura en el tiempo presente? El Santo Bendito Sea, ama inmensamente al pueblo de Israel cuando estos cumplen Su Voluntad y se comportan de manera honorable. Esta relación de amor puede entenderse bajo la siguiente ilustración:

««…Había una vez un rey que tenía una hija. Mientras la hija aún era pequeña podía ir por donde quisiera, y cada vez que el rey la encontraba, le hablaba, incluso en público, en presencia de las demás personas. Pero cuando ella empezó a madurar y a desarrollarse, el rey le dijo:
“…Ahora debo proporcionarte una habitación especial. Ya no está a la altura de mi dignidad hablarte en público. Por eso debemos designar un lugar especial, de otro modo, cuando te hable, todos sabrán cuánta estima te tengo…

[Meam Lo’ez].

Esta era la realidad de la nación de Israel; hasta ese momento ellos no poseían sabiduría ni conocimientos. Se habían criado junto a los egipcios, fabricando ladrillos, es decir, dejándose esquematizar sus pensamientos por un sistema reptiliano. Pero cuando YHVH los redimió, luego de haber presenciado los grandes milagros del éxodo y de experimentar el fulgor de la Shehináh (Presencia Divina), el pueblo abrió los ojos reconociendo Su grandeza queriendo comulgar con su almas. Por eso, al erigir el Santuario (Mishkán) se generó una extraordinaria innovación en la manera de pensar de cada israelita, algo que no había antes; se construyó una “Casa Material” en este mundo, en la que mora y se enviste YHVH mismo, en Su Gloria y Esencia. La Esencia divina quería comenzar a morar y manifestarse desde las fibras más íntimas de cada corazón redimido de Israel.

Así pues, el Altísimo elige al pueblo de Israel de entre las naciones y hace de él un nuevo tipo de entidad dándole un elevado rango en comparación con el resto del mundo. YHVH tomó a seres humanos terrenales y los convirtió en un “reino de sacerdotes” y en una “nación santa” (Éxodo 19.6; cf. 1Pedro 2:9).

Mientras más meditemos en todo este maravilloso asunto, notaremos que el contribuir a una causa sagrada y justa, es por lo tanto, una manera de ascender, de escalar personalmente, porque uno transciende sus necesidades inmediatas y se enriquece espiritualmente al atender las solicitudes de otros. El poder de “dar” es muy superior al de “recibir”.

Pues bien, aquí está el secreto. El Gran Maestro dijo:

Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”
(Hechos 20:35)

Por eso, la persona más feliz no es la persona que recibe cosas, sino la que da cosas a otras personas. ¿Sabías tú eso?⁠ Explicaré esto. La cualidad primordial de YHVH es la de ser un dador ilimitado. Así pues, emular a Dios (por medio de dar a otros) es una de las expresiones espirituales más elevadas que existen. YHVH quería que todo Israel fuera parte del proceso realizando donaciones para ayudar a Su construcción. La ofrenda debía proceder de aquellas personas a quien voluntariamente mueva su corazón, sin compulsión ni coacción, así lo indica el pasuk:

“…Todo aquel que su corazón lo motive…”
(Éxodo 25:2)

El miedo a donar es en verdad ausencia de Fe verdadera (emunáh), porque el donar dinero cuando no te alcanza para pagar tus cuentas pareciera cosa de locos. Hacerlo requiere absoluta convicción de que estamos empleando una tecnología avanzada que trasciende la racionalidad humana. El asunto es que el resultado es inmediato, pero tenemos tanto miedo y estamos tan metidos en la carencia que nos negamos a nosotros mismos el derecho de experimentar.

Dice la Torah que YHVH eligió a Jacob como su propiedad, y por eso el libro El Zohar dice: “Cuán amados son los hijos de Israel por el Creador, quien los quiere, desea apegarse a ellos y conectarse con ellos y por eso considera a Israel  como su pueblo”.

Recordemos que fue Jacob quien descubrió la tecnología cósmica del diezmo, a través del sueño de la escalera, que prácticamente se ha convertido en una obligación. Sin embargo Terumáh no es obligación,  porque como bien dice la Torah, se trata de ofrendas dadas de corazón. Es decir,  se trata de usar una tecnología que tiene la capacidad de tomar el control de las emociones que contaminan la energía de nuestro sustento, que nos llega ya sea a través del salario o cualquier otro tipo de ingresos.

Es importante entender por qué donar, en esta sección, se traduce en elevación espiritual. El dinero es uno de nuestro mayores objeto de idolatría, es uno de los apegos más fuertes que tenemos a lo físico, porque podríamos decir que aparentemente, a nivel práctico, nuestra capacidad de hacer depende de cuánto dinero recibimos. Por tal razón se ha formado una egregora (“mente colectiva”) reptiliana alrededor del dinero que está cargada de muchos sentimientos negativos como el miedo, la culpa, la avaricia, el egoísmo, la victimización, la creencia de injusticia y otras creencias colectivas. Sin embargo, aprendemos en la sabiduría de la Torah que tenemos que desligar la idea de que el sustento solo proviene del salario que recibimos (por ejemplo la creatividad) también nos da capacidad de hacer, así que también es considerado sustento y además el sistema utiliza muchos otros conductos para hacernos llegar lo que se nos ha otorgado en la Fiesta de Yom Teruah.

Pero bueno, la mayoría delos seres humanos aún no llegamos a ese nivel de conciencia y solo dependemos del salario. Entonces supongamos que es así, que el sustento se traduce solo en el dinero que recibimos cada mes de nuestro sueldo. Entonces la Torah nos enseña que todas estos sentimientos negativos que mencioné anteriormente están grabadas solo en el aspecto de Malkut del dinero que representa el 10% de lo que nos ingresa. En ese 10 % está pegado el HaSatán (Oponente) y por eso es de todo nuestro interés separarlo del resto. Sin embargo, no podemos dejarlo al azar, es nuestra obligación elevar el caos que está pegado en ese 10 % (maazer o «diezmo»). Así pues, debemos aceptar que cuando nuestra virtud Malkut (Nobleza) está desconectada de su lugar dentro del Árbol de la Vida (la imagen del Mesías), producto de estos sentimientos erróneos de los que hemos hablado, está desconectada de la vida, por lo tanto los aspectos de muerte ontológica la sobrepasan, e invaden nuestras áreas de vida (finanzas, familia, pareja, hijos, salud, profesión, etc.) procurando que caigamos en el caos.

En verdad estamos en este mundo para elevar todo el caos y sobre todo el que nos concierne personalmente, como el de nuestro árbol familiar, o este del dinero. El Mesías hoy nos está diciendo desde esta parashá (Terumáh) que la manera de elevar el caos de Malkut (nuestra nobleza) consiste en llevarlo hasta el nivel celestial de Binah, que traducido quiere decir entendimiento. Por eso es que al donar para la expansión de la sabiduría divina revelada en la Torah, logramos trepar por esferas superiores del árbol de la vida y pararnos frente a la Puerta que permite ingresar a todas las posibilidades (eso significa alcanzar la consciencia Binah), que dicho sea de paso se abre cada semana en Shabbat.

El Eterno reveló en esta porción a su Pueblo que hacer las cosas de corazón es la clave para ser exitoso en la vida. Cualquier acción que involucre el altruismo, el amor, el cuidado, la compasión y la sensibilidad, nos acerca a los mundos superiores, y ese es el secreto final de haber vivido con propósito. Cuando todo lo que hagamos posea una conciencia de Terumáh (amor perfecto en constante compartir) entonces habrá un flujo abundante entre los mundos superiores y los inferiores (Juan 7: 38). Esto es cuando conseguimos asimilar la frecuencia de Kedusháh (traducida como «Santidad«) en lo que hacemos: en el hogar que construimos, en nuestra familia, en nuestros negocios, etc. Cada quien decide cual es el espacio que va a santificar para que la divina Shekinah habite en él, y desde allí se manifieste arreglando el Planeta.

Nuestro Gran Maestro y Dueño Yeshúa sabe que si damos porque queremos hacerlo desde nuestro corazón, entonces seremos felices. Es por eso que nos dice: “Den a otros, y Dios les dará a ustedes” (⁠Lucas 6:38). Es decir, acostúmbrense a dar para que otras personas hagan teshuváh. Si hacemos eso, no nos sentiremos tristes por estar siempre esperando que otros hagan algo bueno por nosotros. Por el contrario, estaremos ocupados haciendo felices a los demás. ¡Y cuando hacemos eso, somos las más bienaventuradas de todas las personas!

Shalom!


Nota:

Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer donativos a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Los mismos serán usados en las actividades sociales que la Fundación Monte Santo realiza con los más carenciados de nuestra sociedad. Si esta intención vibra en ustedes los invito a ponerse en contacto conmigo, a fin de conseguir los datos bancarios para llevar a cabo dichas donaciones.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

Los 49 Portales de la Torah

Por P.A. David Nesher

 

«Habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y dile: Cuando enciendas las lámparas, las siete lámparas alumbrarán hacia adelante del candelero. Y Aarón lo hizo así; encendió hacia la parte anterior del candelero sus lámparas, como el Señor lo mandó a Moisés. Y esta era la hechura del candelero, de oro labrado a martillo; desde su pie hasta sus flores era labrado a martillo; conforme al modelo que Jehová mostró a Moisés, así hizo el candelero.»

 (Números 8:1-4).

Aharon y sus hijos los kohanim (sacerdotes), recibieron de parte de Moshé, el secreto de que la Menorah misma revela el obrar de la Luz de la Torah en el alma del ser humano redimido.

Lo primero que ellos captaron fue que la Torah es el plano cósmico elaborado por el diálogo privado del EinSof (Infinito) en Su gloriosa eternidad, antes de la creación, y contemplado por Él para concebir Su obra. Así, ellos recibieron la revelación que el término Torah (Instrucción) está estrechamente relacionado con la expresión Oraitah, traducida muchas veces Torah de Fuego, pero que en realidad significa Enseñanza de la Luz (de aquí es que a Torah también se la traduce como enseñanza).

Aharón y sus hijos descubrieron la relevante trascendencia que tenía el simbolismo de la Menorah por lo que ella se convertía en el instrumento que alumbra el trayecto conducente a la Torah, el plano de todo el Cosmos.

La primera Menorah fue detalladamente descripta por Yahvéh a Moshé, que debía encargarse de su producción en una sola pieza grande de oro, con un mástil principal y seis brazos salidos de cada lado, con un recipiente en cada una de esas siete puntas, que recibirían el aceite que sería encendido, con adornos de flores y almendros:

«Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.»

(Shemot/Éxodo 25:31-40)

Hasta los utensilios para usar el candelabro debían ser de oro puro (el matacandela y la despabiladera). El oro, metal precioso por excelencia, nos habla de lo que es imperecedero, aquello que no se devalúa, que no se corrompe. El oro ha sido empleado desde tiempos inmemoriales como expresión de los más altos valores y prueba de ello es que en la ceremonia de casamiento se emplea un anillo de oro, denominado comúnmente alianza, para denotar la permanencia y trascendencia de las promesas que ese hombre y esa mujer están haciéndose. Así como el oro resiste las agresiones de agentes externos y hasta el mismo paso del tiempo, también el matrimonio quiere aspirar a perdurar a través de todas las pruebas y vicisitudes, siendo ese anillo la expresión de tal clase de amor.

La Menorah estaba formada por siete brazos que culminaban en siete lámparas que debían arder desde la tarde hasta la mañana (Éxodo 27:21), siendo tarea diaria del sacerdote su encendido, su suministro, realizado con aceite puro de olivas machacadas (Éxodo 27:20) y su limpieza (Levítico 24:4).

La llama del mástil central era llamada “auxiliar”, cuyo fuego servía para alimentar a los otros seis.

La Menorah tenía una característica sumamente particular, todas las lámparas estaban reclinadas hacia la del medio y alumbraban en dirección de esta vela central.

Aharón y los sacerdotes que lo sucedieron debían encender la menorah todos los días por la mañana, reemplazando el aceite y limpiando las lámparas.

La Torah: Ciencia Divina para el Alma Humana.

Con el conocimiento de este diseño, los kohanim disfrutaban de la ciencia celestial que revelaba que la Torah es el regalo divino que alumbra al mundo con sus enseñanzas. Esta es la causa por la que la Menorah estaba ubicada en el lugar central de la casa de Yahvéh, en el sitio más selecto. Así este sistema codificado nos lega un mensaje valiosísimo: «Para llegar a los secretos de la Torah, hace falta guiarse por la Luz de la Menorah, sin desviarse a diestra ni a siniestra.»

¿Cómo se logra esto?

Siguiendo las enseñanzas que emanan de la estructura de la Menorah misma.

En el rollo de Shemot, encontramos la descripción estructural de la Menorah (Éxodo 25: 31-38) con los siguientes datos:

  • 7 brazos
  • 11 flores,
  • 9 botones,
  • 22 cálices.

La altura de la Menorah, es un dato que los sabios dedujeron después de años de ardua investigación. Para lograrlo, ellos analizaron exhaustivamente el tema, reuniendo todos los testimonios posibles de quienes sabían las dimensiones de la Menorah realizada por Moshé en el desierto. Así, y luego de arduos debates, llegaron a la conclusión que la altura de la Menorah debía ser de 17 tefajim (puños).

Tomando estos cinco pormenores estructurales (es decir, cantidad de brazos, flores, botones, cálices y altura), podemos hacer una análisis escrupuloso de los códigos que se encuentran escondido en ellos, y señalan a la importancia de la Torah en el alma humana.

Los kohanim descubrieron que los siete brazos de la Menorah, aluden al Séfer Bereshit (Libro de Génesis), coinciden exactamente con la cantidad de palabras que contiene el primer versículo de este libro:

(1)Bereshit (2)Bará (3)Elohim (4)Et (5)Hashamáyim (6)Veet (7)Haáretz./

En el principio Creó Dios los cielos y la tierra.»)

Llegaron a la conclusión también que las once flores de la Menorah simbolizaban al Séfer Shemót (Libro de Éxodo) en sus primeras once palabras:

(1) Eleh (2) Shemot (3) Benei (4) Israel (5) Habaim (6) Mitzrayma (7) Et (8) Yaacov (9) Ish (10) Ubeitó (11) Bau./

Estos son los nombres de los hijos de Israel que vinieron a Egipto con Yaacov, cada uno con su casa vino.»)

Los nueve botones de la Menorah coinciden exactamente con las primeras nueve palabras del libro de Vayikrá:

(1) Vayikrá (2) El (3) Moshé (4) Vaydaber (5) A. Elav (6) (7) Meohel (8) Moed (9) Lemor.

Llamó a Moshé y Le Habló El Eterno desde el tabernáculo de reunión diciendo.

Asimismo la altura de la Menorah (17 puños) coincide exactamente con las primeras diecisiete palabras del libro de Bamidbar:

(1) Vaydaber (2) A. (3) El (4) Moshé (5) Bamidbar (6) Sinaí (7) Meohel (8) Moed (9) Beejad (10) Lejódesh (11) Bashení (12) Hashaná (13) Hashenit (14) Letzetam (15) Meéretz (16) Mitzráyim (17) Lemor.

(Habló El Eterno a Moshé en el desierto de Sinaí desde el tabernáculo de reunión, en el primero del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto, diciendo.)

Por último, los veintidós cálices de la Menorah simbolizan a los primeras veintidós palabras del Séfer Devarim:

(1) Eleh (2) Hadevarim (3) Asher (4) Diver (5) Moshé (6) El (7) Kol (8) Israel (9) Veever (10) Hayardén (11)Bamidbar (12) Baaravá (13) Mol (14) Suf (15) Bein (16) Parán (17) Ubein (18) Tofel (19) Belaván (20) Vajatzerót (21) Vedi (22) Zaháv.

(Estas son las palabras que Moshé habló a todo Israel en el otro lado del Yardén, en el desierto, en la llanura frente a Suf entre Parán y entre Tofel y Laván, Jatzerót y Di Zaháv.)

Al abrir nuestra conciencia a este conocimiento, logramos entonces realizar una relectura de lo que está escrito en Tehilah (Salmo) capítulo 119, vers. 130: «El principio de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.» Es decir, que en las primeras expresiones de cada rollo de la Torah se evidencia que la voluntad del Eterno es conducir al alma humana al pleno desarrollo de su diseño original.

Atendiendo a esta cosmovisión yahvista, vale la pena realizar una lectura al siguiente versículo de los Salmos:

«¡La Suma de Tu Palabra es Verdad!«

(Salmo 119:160)

Ahora, conociendo que en la Menorah hay una codificación llena de certezas que permiten valorar el origen divino de la Torah (Instrucción), también podemos aceptar, sin duda alguna, el origen inspiracional divino que tienen el resto de los escritos de las Sagradas Escrituras (mal llamadas Biblia). Esto se demuestra realizando la siguiente contabilidad:

Contando los adornos de los 3 primeros brazos hasta el brazo central obtenemos:

  9 + 9 + 9 + 12 = 39 (treinta y nueve)

¡Los 39 (treinta y nueve) Libros que conforman el denominado Antiguo Pacto!

Y si contamos los adornos de los 3 últimos brazos que nos que nos quedan obtenemos:

   9 + 9 + 9 = 27

¡ Todos los 27 Libros del Pacto Renovado!

Aún queda un dato más para compartir y así mostrar como la menorah era en verdad un mecanismo de gran entrenamiento profético para los kohanim, y desde estos, para todos los integrantes de Israel. En el libro de Shemot (Éxodo) vemos que cada brazo de la Menorah debía tener 9 cosas (devarim, que se traduce «cosas», es la misma palabra hebrea para “palabras profeticas”) o adornos, es decir, cada brazo tendría 3 cálices con su bulbo y una flor (Éxodo 25:31-40).Pero vemos que el brazo del medio que le llama “Lámpara” (Ex 25:34) tendría 4 cálices con sus bulbos y flores, en total 12 devarim (cosas).

Pues bien, la Lámpara o Menorah era una herramienta que permitía entender el cuándo, cómo, por qué y para qué de las Fiestas del Eterno. Por ello, el brazo central representa la Fiesta de Shavuot (mal llamada Pentecostés) que fue allí donde vino el Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo) sobre Israel, sellando sus almas en matrimonio con el Eterno. Más tardes, en medio de esta celebración, los apóstoles y una comunidad de 120 talmidim (discípulos) de Yeshúa, recibieron en ese bendito Espíritu del Señor la impartición de autoridad para predicar las Besorot (Buenas Nuevas, el Evangelio).

En el Yugo de Yeshúa se alude a los discípulos como luz del mundo (Mateo 5:14), cuyas lámparas han de estar siempre encendidas (Lucas 12:35). Y de la misma manera que el ministro del santuario era el encargado de encender las lámparas del candelabro, así es tarea de los ministros del evangelio encender la luz de la Palabra, al exponerla y aplicarla rectamente. Las lámparas alumbraban hacia delante (Números 8:2), a fin de iluminar los otros objetos del Mishkán (Tabernáculo); no era, pues, su propósito que su luz quedara restringida para sí, sino para alumbrar a otros (Mateo 5:15; Juan 8:12).

Entonces, considerando la maravillosa posición del sacerdocio que se nos ha entregado en el Mesías, te animo a que estés iluminando con tu conocimiento de las Sagradas Escrituras a todos aquellos que aún duermen en la ignorancia.

 

¿Cómo Arder Constantemente para Dios?

Por P.A. David Nesher

 

“El fuego del altar ha de mantenerse encendido en él…
El fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no se apagará, sino que el sacerdote quemará leña en él todas las mañanas…
El fuego se mantendrá encendido continuamente en el altar; no se apagará.”

(Vayikrá/Levítico 6:9, 12, 13)

 

Como desde hace años lo hago, hoy remarco una vez más que la característica del holocausto que arde por un largo tiempo es una ilustración apropiada de la obra de darnos diariamente a nosotros mismos completamente al Eterno. Estoy convencido que todos ustedes entenderán que el venir a Yahvéh, nuestro Abba, como un sacrificio vivo no es una obra repentina, ni mucho menos fácil.

En la meditación de hoy, notamos que la Torah repite tres veces la importancia de no dejar que el fuego se apague sobre el altar.

Recordemos que el fuego que estaba en el altar del Mishkán (Tabernáculo) había caído desde el cielo. Era el mismo Yahvéh quien lo había otorgado como don, y lo había depositado en el altar de bronce. Lo único que debían hacer los sacerdotes era encargarse de mantenerlo vivo constantemente. Esto no significa que los sacerdotes trabajaban durante la noche, sino que el sacrificio de la tarde se dejaba allí hasta la mañana, momento en el que el sacerdote limpiaba las cenizas y preparaba el altar para el sacrificio contínuo de la mañana (Éxodo 29:38-46).

El sacerdote, desencinte de Aarón, amante de la paz y la bondad, debe encender “el fuego sagrado”, para erradicar el fuego devastador que consume todo lo bueno. Esto sí o sí se hace “a la mañana”, cuando ilumina su atributo, el atributo de claridad y bondad.

Al hacerlo en forma constante, “todos los días”, compactándose con bondad, la Torah nos garantiza que “no se apagará” nunca la luz de la fe y de la santidad.

Por eso, el fuego perpetuo se conecta a la idea de que estas ofrendas deben ser hechas continuamente. Antes del perfecto sacrificio de Yeshúa en la cruz, era imposible el completarlas de una manera perfecta.

Al buscar sumergirnos en la simbología del fuego, sabemos que tres son los ingredientes que el mismo necesita para poder existir: combustible, oxígeno y calor. Si falta alguno de estos tres, el fuego no arde.

El calor se mantenía en las llamas y en los carbones encendidos. El oxígeno venía del aire ambiental. Sólo hacía falta añadir la leña. Esto nos enseña acerca de la importancia de mantener el fuego celestial encendido sobre el altar personal que cada uno de nosotros tenemos en nuestro interior. Cada mañana hay que poner más leña sobre el fuego. Ahora bien, la pregunta es:

¿Qué simboliza la leña?

La leña es el producto de la vida y la muerte de un árbol. Está escrito que la Torah es un Árbol de Vida (cf. Proverbios 3:18). También Mashíaj se compara a sí mismo con un Árbol (cf. Lucas 23:31; Juan 15:1). Esto nos enseña que el combustible que alimenta el fuego en nuestro corazón es el producto de una doble procedencia: la Torah (Palabra Escrita) y el Mesías (Palabra Encarnada). La vida y la muerte del Mesías ha creado suficiente leña para que podamos arder eternamente delante de Yahvéh. Cada mañana hay que poner más leña en su corazón para arder continuamente delante del Eterno.

La leña es añadida en la oración, la alabanza y el estudio de las Escrituras que cada creyente hace todas las mañanas. La única manera de poder mantener el fuego celestial ardiendo en nuestra vida es ponerle más leña. Es una tarea diaria.

Querido lector, si experimentas que el fuego de tu vida espiritual se está apagando, necesitas tomar en serio este mandamiento y orar cada mañana y leer y estudiar las Escrituras santas.

El oxígeno es parte del aire. La palabra hebrea para viento es ruaj. También a Ruaj se la traduce como “Espíritu”. Esto nos enseña que el oxígeno para el fuego celestial es el Espíritu del Señor. Si falta el Espíritu Santo en la oración y la lectura, el fuego se apagará.

Que tampoco falte el calor en nuestra devoción a Yahvéh. El calor podría simbolizar el amor y la intensidad de nuestra entrega (en hebreo kavaná).

¿Por qué repite que “el fuego del Altar debe mantenerse encendido»?

El Altar representa al corazón del ser humano. Sucede que a medida que pasa el tiempo y la persona redimida se va familiarizando con los preceptos, puede llegar a perder el entusiasmo primario que alguna vez tuvo, al comenzar la peregrinación por sus códigos. Es por eso que la Torah nos dice que el fuego debe estar siempre, al principio, y luego otra vez, en el futuro.

¡Asegúrate que el fuego no se apague en tu vida!

“Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.” (2 Timoteo 1:6)

En este caso se trata del fuego del don de ser anunciador de las buenas nuevas (en griego “evangelista”).

Bitácora Relacionada:

Altar: códigos del corazón humano sujeto al Eterno Dios.

Energía para la Vida y Pesadez para la Muerte

Por P.A. David Nesher

«Sacrificará el toro ante El Eterno; los hijos de Aarón, los sacerdotes, traerán “la sangre” y la arrojarán sobre el altar… y “las grasas” sobre la leña que está sobre el fuego del altar.»

(Levítico/Vayikrá 1:5)

La mayoría de la gente cristiana de hoy en día tiene dificultad para comprender el concepto de los sacrificios animales. A pesar de eso, debe aceptarse que existió una buena razón para que estos sacrificios abarquen una sección tan grande de la Torah. Por eso vamos a tratar de entender su significado simbólico en algunos de los aspectos requeridos en estos ritos dela Altar divino.

Es interesante saber que  aquel que traía la ofrenda podía degollarla, si deseaba. Pero sólo los sacerdotes podrían ofrecer la sangre sobre el altar. Esto era para que el penitente entendiera que se sacrifica delante de Yahvéh. Así, los sacerdotes podían enseñar que estos sacrificios eran un oráculo de la muerte del Mesías, la cual ocurriría (y ocurrió) delante de Yahvéh.

Vemos que Yahvéh, ordenaba que la sangre fuera arrojada sobre el altar. Este procedimiento lo realizaba sí o sí el sacerdote, quien se ponía al pie del altar, y arrojaba la sangre desde un recipiente hacia la pared del altar debajo de la mitad, hacia sus esquinas. 

Tanto la sangre como la grasa del animal debían ser arrojadas sobre el Altar.

Uno de los significados espirituales de “la sangre” en la Torah, es que guarda relación con la vitalidad, la velocidad y la energía motora del alma. Y “la grasa”, por el contrario, se relaciona con la pesadez, la pasividad y la inacción mental y emocional.

Según la cosmovisión divina, estos dos elementos deben ser ofrendados a Yahvéh con el fin de permitir la manifestación justa de Su proceso santificador en nuestras vidas. Por un lado el redimido tiene que ser incondicionalmente enérgico al momento de cumplir una ordenanza divina, y a la vez tiene que ser lento y pesado en el momento de ser tentado a cometer un pecado. Es decir que un hijo primogénito de Yahvéh debe ser entusiasta acerca de hacer lo mandado por Él para manifestar un acto de bondad. Por otro lado, cada hijo primogénito debe ser “flojo” y desistir de hacer lo impropio en su vida y entorno.

Sabemos que la Torah contiene 248 mandamientos positivos, y 365 mandamientos negativos. Pues bien, cada israelita, al ofrendar, activaba en su mente y corazón la certeza de que para la ejecución de un mandamiento positivo, uno debe actuar con rapidez y entusiasmo. Cuando una persona es tentada en aquello que Yahvéh lo prohíbe, transgrede un comando de la Torah, puede evitarla siendo “flojo” e inactivo.

Alguien que comete una transgresión aparentemente ha confundido sus prioridades. En el caso de los mandamientos positivos que descuidó, era perezoso, y en el caso del negativo que violó, actuó con vigor. Colocar la sangre y la grasa en el altar actúa como un recordatorio del propósito de cada rasgo y de lo que cada cosa sea usada según la voluntad de HaShem.

La sangre fue rociada en dos esquinas del altar, la noreste y la suroeste. Así la sangre fue rociada en los cuatro lados del altar por medio de dos rociamientos. Estos últimos era dos porque representaban el obrar redentor del Eterno a favor del pecador (el número 2 representa pecado, y también alianza); y los cuatro lados señalan a los cuatro puntos cardinales y a la creación toda, aduciendo así que cuando el hombre se pone a cuenta con el Eterno, todo su entorno se beneficia, gracias a las bendiciones que este comienza a irradiar.

Este rociamiento sobre el altar representa el momento cuando Mashiaj murió, disponiendo su vitalidad y energía motora a todos los hombres del mundo que anhelaran cumplir la voluntad del Padre que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

¿Qué es Trabajar según el Eterno?

”Seis días se trabajará, pero el séptimo día tendréis un día santo, día de completo reposo para el SEÑOR; cualquiera que haga trabajo alguno en él, morirá.”

(Éxodo 35:2)

 

La parashá de esta semana (Vayakhel) comienza con un breve recordatorio a los hebreos sobre la observancia del Shabat. He sido consultado al respecto por un discípulo, por lo que encuentro conveniente explicar el por qué de esto.

Primeramente, la Torah anticipa el precepto de Shabat a la construcción misma del Mishkán queriendo decir que el reposo del Shabat tenía que ser respetado, deteniendo aun todos los trabajos concernientes a la construcción del Mishkán.

El idioma hebreo tiene dos palabras principales que se traducen como trabajo:
melajá – מלאכה – («trabajo creativo«) y
avodá – עבדה – («servicio sacerdotal«o “ministerio”)

Por eso, se entiende que la prohibición para el Shabat es hacer melajá no avodá.

Entonces para saber lo que está prohibido hacer en Shabat es necesario definir lo que es melajá. Y como la palabra melajá la encontramos como resumen de toda la obra de la creación (Gén. 2:3) se puede entender el término como todo trabajo creativo, toda obra que interviene en la creación.

El Shabat declara el testimonio que Yahvéh es el único Creador de este mundo y todo su contenido. El hombre dedica su vida y tiempo con su esfuerzo mediante la inteligencia, la energía y la destreza. Es decir que coloca todos los dones con los cuales Yahvéh los bendijo, en función conquistar sus fines. En, este proceso, el ser humano lamentablemente tiende a olvidar cuál es la fuente genuina de sus habilidades y proezas. En este mundo tan olvidadizo le fue entregado al pueblo de Israel la tarea de recordar y proclamar esta verdad fundamental: la procedencia del poder humano de dominar la naturaleza viene del Eterno. Por lo tanto, al cesar sus actividades en sábado, el hebreo reconoce y muestra que sus poderes proceden únicamente de Yahvéh.

La definición de Melajá es entonces:
“Una acción que muestra al hombre como dominante sobre el mundo, al emplear constructivamente su inteligencia y habilidad.”

Resulta que, como la palabra melajá también aparece en los textos que hablan de la construcción del Tabernáculo (Miskán), los sabios de Israel relacionaron melajá con todo lo que tiene que ver con la obra del Tabernáculo (Mishkán).

Aprendieron de esta cercanía que durante los seis días laborales de la semana se debía construir el Mishkán, es decir, hacer las 39 actividades requeridas, pero, en Shabat las mismas se debían interrumpir. De allí se sacan los 39 trabajos generales prohibidos para el Shabat.

Amado discípulo del Mesías, nuestro Maestro nunca quebrantó el Shabat. Sigamos su ejemplo, tal como está escrito en la primera epístola de Juan:

“El que dice que permanece en El, debe andar como Él anduvo.”

(1 Juan 2:6)

Dos Sábados (Shabatot) en Un Solo Día

Por P.A. David Nesher

 «Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat, para hacer del Shabat un pacto eterno por todas las generaciones.

(Sehmot/Éxodo 31: 16)

Al estudiar la parashá Ki Tisá, nos encontramos con este versículo en el que leemos que los hijos de Israel tienen que guardar el Shabat. Es interesante saber que el verbo guardar en la cosmovisión hebrea tiene que ver con una actitud de vigilancia y celo para protegerlo de ser profanado mediante melajá.

También este pasuk (versículo) dice que los hijos de Israel tienen que hacerlo un pacto perpetuo en todas sus generaciones. Este mandamiento revela que el Shabat seguirá hasta que pasen los Cielos y la Tierra, según lo que asegura Yeshúa, nuestro Dueño al explicar el propósito de su misión mesiánica:

«No penséis que llegó a abolir la Torah o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Torah, hasta que todo se haya cumplido. De modo que cualquiera que quebrase uno de estos mandamientos muy pequeños y así se enseñó a los hombres, muy pequeño se llamó al reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos.«

(Mateo 5:17-19)

Ahora bien, debe asombrarnos conocer que la Sabiduría divina explica que existen Dos Sábados (“Shabatot”) dentro de esta sagrada jornada denominada Shabat. En primer lugar, está el “Shabat” que se debe “cuidar”, así es como leemos: “Y los hijos de Israel cuidarán el Shabat”. Pero también, en segundo lugar, está el “Shabat” que está para “hacer”: “para hacer del Shabat”, y por tal motivo el texto menciona dos veces la palabra “Shabat”.

El “Shabat” esencialmente está santificado por El Eterno, siendo desde la misma creación, el sagrado séptimo día, por eso debe ser cuidado. Pero, además de la santidad intrínseca del Shabat, se pretende que cada persona “haga” lo posible para aumentar la santidad del Shabat.

El Eterno creó el mundo pretendiendo que el ser humano que se sujeta a su Instrucción (Torah) revele la divinidad, por medio de sus acciones. Se pude apreciar que las piernas pueden llevar a la cabeza a lugares que sola no puede ir, de la misma forma, los redimidos pueden atraer con sus acciones la santidad celestial.

Por eso, el alma humana mesiánica, tiene, como primera medida, “cuidarse” de no profanar el “Shabat”, cumpliendo con todas sus estipulaciones, pero además, debe “hacer” que su Shabat sea cada vez más sagrado.

La señal del pacto entre Yahvéh e Israel tiene que ver con la obra de la creación. Como él hizo, así ellos también hacen. La palabra “cesar” es la primordial. Es la traducción del término Shabat. Luego viene la palabra “reposar”, en hebreo nafash, es la segunda prioridad. Así que el Shabat también fue creado para que el hombre descanse y renueve sus fuerzas para la siguiente semana. Esto es lo que significa la expresión «Shabatot» («dos sábados«) que vibra dentro de un mismo día (cada shabat). Esto es la doble porción que el alma alcanza en cada séptimo día: descanso y renuevo. Estas son las aptitudes mesiánicas que permiten la liberación, expiación y transformación del mundo, por medio de la melajá que el alma redimida ejerce durante los seis días laborables de la semana.

Hay dos tipos de santuario en el mundo, un santuario en el factor espacio  y otro en el factor tiempo. En el relato de la construcción del Santuario (Mishkán) en el espacio, viene entrelazado el relato del santuario que cada israelita debía construir en el tiempo: el Shabat.


BITÁCORAS RELACIONADAS:

Betzalel: Bajo la Sombra de lo Profético

“Habló Yahvéh a Moisés, diciendo:
Mira, yo he llamado a Betzaleel… y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, inteligencia, ciencia y todo arte, para inventar diseños y trabajar en oro, plata y bronce… y he puesto con él a Aholiab, para que hagan todo lo que te he mandado… 
Entonces Moisés dijo a los hijos de Israel:
«Mirad, el Señor ha nombrado a Betzaleel hijo de Uri hijo de Hur, de la tribu de Judá.
Y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para proyectar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, en la talla de piedras de engaste y en obra de madera, para trabajar en toda labor ingeniosa. Ha puesto en su corazón el don de enseñar, tanto a él como a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan, y los ha llenado de habilidades para que hagan toda obra de arte y de invención, de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar, para que hagan toda labor e inventen todo diseño.”

(Éxodo  31:1-6; 35:30-35)

 

Un personaje destacado que aparece en la parashá de esta semana (Pekudei) es Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur. Según el Talmud (Sanhedrín13 b), Betzalel sólo tenía 13 años cuando construyó el tabernáculo. ¿De dónde sacó tanta sabiduría?

Yahvéh, nuestro Dios y Abba, dio inteligencia a Betzalel, capacitándolo para investigar materiales en su esencia simbólica, y estudiar sus beneficios proféticos para realizar las obras ordenadas del Mishkán, el templo itinerante de la fe. Betzalel recibió así de lo alto la habilidad para usar piedras, metales, tintas, tejidos y maderas para tan importante trabajo, para “crear invenciones”, como lo dice en el versículo bíblico.

Por ese motivo, Betzalel, puede ser considerado un maestro en varias especialidades: diseñador, científico, arquitecto, ingeniero, artesano, orfebre y decorador. Y otra función muy importante: la del profesor, pues el Señor le encargó, así como a su Aoliabe, enseñar el conocimiento adquirido de ahí en adelante.

Destacando dos de las funciones más importantes citadas, Betzalel es uno de los primeros arquitectos e ingenieros registrados en la historia. Obviamente, ya existían esos profesionales en otras culturas, aunque no se los conociera con esos nombres -pirámides erguidas en Egipto y otras construcciones no habrían sido erguidas sin ellos y sus proyectos.

Estos dos varones fueron grandes profetas para el pueblo de Israel mientras peregrinaba la pedagogía del Eterno en el desierto. Bajo la dirección de Moisés, quien tuvo una clara imagen del Reino Celestial y escuchó las descripciones detalladas del diseño que el Eterno deseaba para el Mishkán (Tabernáculo) representación física del Proyecto Emanuel. Estos artistas recibieron de Moisés la visión y el diseño, pero en verdad, ellos fueron los responsables de traer ese diseño espiritual al plano terrenal. Ellos dependían del Espíritu Santo para hacer evidente y visible la experiencia de Moisés para el resto de Israel y las naciones de la Tierra.

Según el Talmud (Berajoth 55 a), Betzalel hijo de Uri, hijo de Jur era nada más y nada menos que un experto en guematría, un sistema alfanumérico de código/cifra que asigna valor numérico a una palabra / nombre / frase en la certeza de que las palabras o frases con valores numéricos idénticos llevan alguna relación entre sí o tienen alguna relación con el número mismo. En pocas palabras, la guematría es el cálculo de la equivalencia numérica de las letras, palabras o frases hebreas, y sobre esta base lograr un aumento de la comprensión de la interrelación entre los diferentes conceptos y explorar la relación entre palabras e ideas. En la cosmovisión hebrea se asume que de momento que el mundo fue creado a través del «habla» de Yahvéh Elohim, cada letra representa una fuerza creativa diferente.

Betzalel conocía la sabiduría de unir las letras con la que se creó los Cielos y la Tierra. Debido a esta sabiduría, él construyó el Mishkán (Tabernáculo) y él fue elegido entre todo el pueblo de Israel. Y así como fue elegido en lo alto, el Creador quiso que fuese elegido abajo. En lo alto está escrito que el Creador dijo a Moisés, “Mira que he designado a Betzalel”, y abajo está escrito que Moisés dijo a Israel, “Miren, el Señor ha designado a Betzalel”. Su nombre fue designado por el superior, Betzalel, que deriva de dos palabras: Betzel El; por lo que su nombre significa «a la sombra de Dios«. Es decir, que este varón es un justo, que se sienta a la sombra de Dios. Es decir, que practicaba, con su corta edad, una comunión con ese Dios que ilumina en lo alto con el objetivo de, a través de un justo, iluminar abajo con los diseños de Su Malkut (Reino).

Ese significado del nombre Betzalel, ha orientado a los comentaristas ha descubrir diversas guematrías muy interesantes. En primer lugar la del nombre mismo Betzalel que es 153, porque es el número secreto de Tov (טוב), “bien”. De ello se deduce que Betzalel (בצלאל) representa al bien llevado a su máxima expresión.
ב = 2
צ = 90
ל = 30
א = 1
ל = 30
Total: 153

El siguiente secreto se encuentra en la guematría de la expresión: “Betzalel, hijo de Uri, hijo de Jur”. “Ben Uri”, significa el hijo de la primera luz que el Creador creó en la obra de la creación. “El hijo de Jur”, quiere decir el hijo de Jerut (libertad) de todo. Este es Betzalel, a quien por medio de este nombramiento divino, se le designó el bastón de Judá, para comprender los fundamentos mesiánicos del Reino Celestial, y así exponerlos físicamente a través de la estructura del Mishkán.

Cuando calculamos la guematria de Betzalel ben Uri, ben Jur (בצלאל בן-אורי בן-חור) vemos que es 688:
בצלאל = 153
בן-אורי = 269
בן-חור = 266
————-
Total: 688

בסוד = 72
התורה = 616
————–
Total: 688

Se trata de la misma guematría que la de la expresión BeSod Torah (בסוד התורה), “en el Secreto de la Torah”. ¿De qué secreto nos están hablando? Sin duda de la ciencia de la guematría, ya que según el Talmud, Berajoth (55 a) «Betsalel sabía cómo combinar las letras con las que fueron creados los Cielos y la Tierra», pero de algo más: de sus profecías mesiánicas ocultas.

Por otra parte, el sabio Baal haTurim nos explica que el nombre de Betzalel aparece en tres ocasiones en la Torah, en Éxodo (31:1), Éxodo (35: 30) y Éxodo (38: 22), concretamente al principio de esta parashá. Esto corresponde según este gran sabio a tres atributos de Betzalel: sabiduría, inteligencia y conocimiento.

Betzalel, como artesano ungido tenía la habilidad sobrenatural de traer en su arte una obra de la realidad espiritual de Yahvéh a nuestra realidad visible para así poder experimentar las verdades que la revelación contiene en lo referente al Código Sagrado, es decir el Mesías prometido para fundar el Proyecto Emanuel («Dios con nosotros») perfectamente develado en el diseño del Mishkán.

Betzalel era un gaón (erudito) en las ciencias proféticas. No sólo era un experto artesano y artista, sino un varón que entendía cómo diseñar los nombres que representan los atributos de Dios en su obra. Él heredó un sentido del celo y de la misión de ambos sus abuelos. A los trece años de edad se adelantó y fue ordenado desde arriba como «en la Sombra de Dios». Diseñó y construyó la estructura más sagrada y más bella de la historia, y luego desapareció. A lo largo del resto de Tanak nunca se lo menciona de nuevo. Evidentemente es un tipo perfecto de Yeshúa HaMashiaj, el León de la Tribu de Judá. Al igual que lo haría nuestro amado Mesías, Betzalel, el jefe de la obra del Tabernáculo dio total espacio al Espíritu de Dios para que Él actuase en su vida. Habilidad, conocimiento, inteligencia, eficiencia y respeto fueron solamente algunos de los muchos frutos de la sumisión correcta y saludable.

Betzalel tenía su único propósito en el mundo, y humildemente lo encontró aceptando con mansedumbre la tarea que se le encomendaba. El Pirkei Avot («Tratado de los Padres») dice: «No existe persona que no tenga un momento«. Esto significa que en el mundo del Eterno hay una razón por la que cada uno de nosotros nació. Cada uno tiene sus «quince minutos (al menos) de fama«.

La lección que da la vida de Betzalel,  es que la próxima vez que se te pida que hagas una tarea, por incómoda que sea, para tu familia, tus amigos o tu gente, hazlo como un héroe. ¿Quién sabe? Tal vez fue para ese mismo momento que naciste en el mundo.

Doce Sensibilidades en el Corazón de Dios

“Y montarás en él cuatro hileras de piedras. La primera hilera será una hilera de un rubí, un esmeralda y un carbunclo” (LBLA revisada) – Hoy no se sabe con exactitud cuál es la identidad de estas doce piedras… y la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe; todas estarán engastadas en filigrana de oro. Las piedras serán doce, según los nombres de los hijos de Israel, conforme a sus nombres; serán como las grabaduras de un sello, cada uno según su nombre para las doce tribus.” 

(Shemot/Éxodo 28:17, 20-21)

Mientras investigamos y meditamos en los códigos de la parashá (porción) tetzevá, hemos aprendimos que estas piedras preciosas engastadas en oro nos enseñan acerca del inmenso valor que tiene cada uno de los hijos de Israel delante del Eterno. No solamente habla del valor y la importancia de cada individuo, sino de que cada uno está en el corazón del Mesías para ser llevado delante del Eterno perpetuamente. Querido hijo de Israel, tú estás en el corazón del Mesías en este momento. Él está mencionando tu nombre delante del Padre en todo momento. Él lleva casi 2000 años sirviendo como intercesor delante del trono, orando por cada uno de los hijos de Israel. ¡Bendito sea el Eterno por el ministerio de su Mesías!

Hemos estudiado que los sacerdotes tenían que usar vestimentas especiales para el servicio en el santuario. Todas estaban hechas de lino blanco y constaban de una camisa, pantalones, cinturón y turbante. El Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) usaba además las vestimentas de oro; jóshen (pectoral), efod (delantal) y tzítz (banda de la cabeza).El sumo sacerdote llevaba un pectoral sobre el cual había piedras brillantes, que llevaban cada una de ellas los nombres de cada una de las tribus de Israel. Pero además es una figura de lo cerca que está Yahvéh de sus escogidos  y lo mucho que ama a cada uno de los creyentes, de tal modo que su propio Gran Sumo Sacerdote (Yeshúa) los lleva sobre Su pecho y muy cerca de Su corazón.

Los nombres de los doce hijos de Israel estaban en estas doce piedras. La piedra número once fue un ónice (cf. v. 20). Esa piedra corresponde al nombre Yosef. Mashíaj ben Yosef, Mesías hijo de Yosef, es el nombre que se ha dado al Mesías sufriente. La piedra de Yosef, ónice, también estaba sobre los hombros. Esto nos enseña que el Mesías como siervo sufriente, hijo de Yosef, llevó las doce tribus sobre sus hombros.

Según el Midrash, junto con los doce nombres de los hijos de Israel también fueron grabadas las letras de los nombres de los tres patriarcas, Abraham, Yitzjak y Yaakov y luego las palabras Shivtei Yeshurún, que significan “las tribus de Yeshurún”. El nombre Yeshurún es el nombre más sublime del pueblo. Los tres nombres del pueblo son, Yaakov, Israel y Yeshurún, (cf. Deuteronomio 32:15; 33:5, 26; Isaías 44:2).

El pectoral estaba formado por doce cuadros ordenados en cuatro hileras de tres piedras preciosas cada una correspondiendo a cada tribu, tal como vemos en las siguiente imagen:

De esta manera había seis letras en cada piedra, en total 72 letras, incluyendo las 22 letras del alfabeto hebreo. Las seis letras en cada tribu, simbolizaban la creación del mundo en seis días. Esto era necesario para que las sentencias pudieran ser construidas combinando las letras a fin de transmitir mensajes por medio del Urim y el Tumim.

[Nota: Cabe aclarar aquí que las letras que aparecen en esta imagen no fueron las mismas que se grabaron en el pectoral del juicio. Allí fueron grabadas las letras hebreas arcaicas. Las letras que actualmente son llamadas “hebreas” en realidad están derivadas de las letras arameas. Después del cautiverio babilónico fueron sustituidas las letras originales hebreas por las arameas, inclusive en el texto sagrado del rollo de la Torá. Así que hoy en día estamos leyendo hebreo con letras arameas, o judaicas, de la misma manera como estamos leyendo español con letras latinas.]

Volviendo a la distribución de las doce piedras, diremos que, además del nombre de la tribu, las piedras llevaban el nombre de los Patriarcas, Abraham, Itzjak y Yaakov, así como las palabras Shivtei Yeshurún (las tribus de Dios), distribuidos de tal modo que en cada piedra había seis letras, lo que totalizaba todo el alfabeto, necesario para la combinación de los mensajes de los urim ve´tumim.

Las matriarcas estaban representadas en las cuatro filas.

El total de letras, 72, corresponde a las 72 letras que componen el nombre de Dios y que sostuvieron la creación durante la formación del mundo. Los urim ve´tumim eran pergaminos en los cuales Moshé había escrito las 72 letras del nombre oculto de Dios y que hacían que el pectoral se alumbrara para dar respuestas a través de las distintas combinaciones de letras, a las consultas o decisiones que afectaban a todo el pueblo de Israel o a un tribunal para la obtención de una sentencia definitiva.

Recordemos que las piedras estaban colocadas según el orden de nacimiento de los hijos de Yaacov.

La Sabiduría divina enseña que cada una de las tribus de Israel representa una sensibilidad o sentido particular del alma mesiánica:

  • Yehudá se asocia al habla,
  • Isacar al pensamiento,
  • Zebulún al movimiento,
  • Reubén a la vista,
  • Shimón a la audición,
  • Gad al trabajo,
  • Efraim a la sexualidad,
  • Menashé al olfato,
  • Benjamín al dormir y los sueños,
  • Dan a la ira justiciera,
  • Asher al comer y
  • Neftalí a la risa.

Cada tribu tiene su propio sentido o sensibilidad, donde encuentra gracia (jen). Justamente la palabra para pectoral, joshen (חושן) es en realidad una abreviatura de jush jen, que significa «un sentido de gracia«. Por supuesto, cada idea codifica una riqueza de información que debe ser elavorada en profundidad para ser apreciada. Es también importante recordar el principio de interinclusión, según el cual todos los sentidos tienen dentro de si una traza de todos los otros. No son mutuamente excluyentes, sino que más bien están conectados esencialmente y entramados con los otros, formando un sólo conjunto unificado.

Las piedras están colocadas sobre el pectoral de arriba abajo y de derecha a izquierda, según el orden del nacimiento. Había tres piedras en cada hilera habiendo un total de cuatro hileras. La siguiente es una lista de los nombres de las tribus (hijos) de Israel, el significado del nombre, la piedra y el color de la misma. (Nota: es difícil traducir algunas de las palabras antiguas por términos modernos. Por lo que es factible que encuentre usted diferentes listas de piedras, dependiendo de la traducción de la Biblia que use usted. Esta lista procede del «Temple Institute»). En las distintas fuentes y traducciones (Onkelos, Yerushalmi, Yonatán y otras) se le asignan diferentes identidades y colores a aquellas piedras del pectoral que figuran en las Escrituras y que en esta ocasión se hará mención a la utilización con mayor frecuencia.

  • Rubén significa hijo de y la piedra es el rubí (roja)
  • Shimon significa erudición y la piedra es el jade (verde)
  • Levi significa señorío y la piedra es la ágata (roja, blanca y con franjas negras)
  • Judá significa adoración y la piedra es el carbunclo (azul verdoso)
  • Isacar significa asociación y la piedra es lapis-lazuli (azul)
    Zabulón significa compañerismo y la piedra es el cuarzo de cristal (transparente)
  • Dan significa juicio y la piedra es la turquesa (azul)
  • Neftalí significa mano de obra, arte y la piedra es la amatista (púrpura)
  • Gad significa compañerismo y la piedra es la ágata (gris)
  • Aser significa comunión y la piedra es la aguamarina (Azul verdosa)
  • José significa liderazgo y la piedra es el onix (negra)
  • Benjamín significa herencia y la piedra es el ópalo (una piedra que posee todos los colores)

La composición del pectoral del Sumo Sacerdote muestra que sólo cuando cada tribu cumple su rol y realiza su contribución particular y necesaria a la nación en conjunto, el alma colectiva de Israel puede alcanzar la perfección y la consumación. Y sólo entonces la voluntad objetiva de Dios para la creación, representada por las letras brillantes del pectoral, se pondrá de manifiesto como un estado de gracia, paz y armonía dentro del pueblo de Israel y entre las naciones.

Dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote procuraba el consejo divino por medio del pectoral cuando era necesario para el pueblo hebreo conocer el deseo del Eterno en relación a un asunto específico del momento. El oráculo tenía doce piedras, organizadas en un cuadrado de tres por cuatro, representando a cada una de las tribu y como tal simbolizaba la unificación y armonía perfectas de los doce arquetipos o clases de personalidades de Israel. Cuando cada uno lograba su máximo potencial, individualmente y en relación a los demás, entonces la armoniosa perfección, que era la revelación de la voluntad de Yashvéh, se revelaba como profecía en el pectoral.

El Corazón Pastoral de un Líder.

Un tzadik (justo) como Aharón percibe el sentido especial de cada persona. El Sumo Sacerdote (Kohen Gadol), en su corazón era sensible a los cambios sutiles que tienen lugar en cada tribu, así como aquellos que se producen en cada alma. Está lleno de amor y preocupación por todos. Él «ama la paz/integridad y persigue la paz/integridad«.

¿Qué significa el «Pectoral del Juicio«? Rashi dice que significa «expía la corrupción de la justicia«. Pues bien, este elemento de la vestimenta  representaba que el corazón de Aarón, y de todo Sumo Sacerdote, infunde a todos el amor mutuo, hasta que todos se perdonan mutuamente de todo corazón si han adquirido o hecho algo injustamente. De esta manera todo queda expiado.

Aharón es todo corazón. Su nombre en hebreo אהרן es igual a ocho veces lev (לב), que significa corazón. Este número está relacionado a las ocho vestiduras del Sumo Sacerdote. En guematráa, joshen es igual a Mashiaj (משיח), lo que revela que el Mashíaj siente a toda la nación de Israel dentro de su corazón, tal como está escrito en el libro del profeta Ishaiahu:

«Él seguramente carga nuestros padecimiento». 

(Isaías 23:4)

Este es el secreto del liderazgo del Mesías. Esta es la clave de Su diseño de Corazón Pastoral. En el cuarto evangelio, el apóstol Juan nos presenta a Yeshúa como el Pastor que conoce a sus ovejas por su nombre:

«A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz: y á sus ovejas llama por nombre, y las saca.»

(Juan 10:3)

Los nombres de la tribus en el pectoral representan también los nombres de los auténticos creyentes, que están escritos en el corazón de Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote. Los nombres están grabados en la piedra y no pueden ser borrados, de la misma manera que nosotros tampoco podemos perder la vida eterna una vez que hemos depositado nuestra fe y confianza en Él.

«Y yo les doy vida eterna y no perecerán para siempre, ni nadie las arrebatará de mi mano.»

(Juan 10:28)

Por último, es interesante notar que las piedras con los nombres de los hijos de Israel están más lejos del corazón que el Urim y el Tumim. Esto nos revela que la voluntad del Eterno siempre debe ser más importante para un sacerdote que los hombres. Por lo tanto, tiene la máxima prioridad, y es la cosa más cercana al corazón. Este es el resultado del Pacto Renovado, como está escrito en :

Porque por una ofrenda él ha hecho perfectos (tumim) para siempre a los que son santificados. Y también el Espíritu de santidad nos da testimonio; porque después de haber dicho: 

ESTE ES EL PACTO QUE HARÉ CON ELLOS DESPUÉS DE AQUELLOS DÍAS: PONDRÉ MIS LEYES EN SU CORAZÓN, Y EN SU MENTE LAS ESCRIBIRÉ (urim),

añade: 

Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS E INIQUIDADES (tumim).

(Hebreos 10:14-17)

Cada vez que un líder mesiánico ora por los preciosos hermanos que están en su corazón, tiene el Urim y el Tumim como base, pidiendo que la voluntad del Eterno sea revelada y que las personas puedan cumplirla y llegar a ser perfectas, como está escrito por el apóstol Pablo en su epístola a los Filipenses:

“Doy gracias a mi Dios siempre que me acuerdo de vosotros, orando siempre con gozo en cada una de mis oraciones por todos vosotros (todos los nombres en los hombros), por vuestra participación en las buenas nuevas desde el primer día hasta ahora, estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra (urim), la perfeccionará (tumim) hasta el día del Mesías Yeshúa. Es justo que yo sienta esto acerca de todos vosotros, porque os llevo en el corazón (el pectoral), pues tanto en mis prisiones como en la defensa y confirmación de las buenas nuevas, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia.”

(Filipenses 1:3-7)

A los discípulos de Corinto les escribía:

“Y rogamos a Dios que no hagáis nada malo (urim)… 

Pues nos regocijamos cuando nosotros somos débiles, pero vosotros sois fuertes; también oramos por esto: que vosotros seáis hechos perfectos (tumim).”

(2 Corintios 13: 7a, 9)

Así mismo a los creyentes de Colosas les escribía:

Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros (todos los nombres en los hombros) y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual (urim)para que andéis como es digno del Señor (tumim), agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios (urim); fortalecidos con todo poder (tumim) según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia (tumim), con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado (tumim) para compartir la herencia de los santos en luz (urim).”

(Colosenses 1:9-12)

“A Él nosotros proclamamos, amonestando a todos los hombres, y enseñando a todos los hombres con toda sabiduría (urim), a fin de poder presentar a todo hombre perfecto en el Mesías (tumim).”

(Colosenses 1:28 )

Evidentemente estas dos aristas regían la pedagogía paulina:

“…porque en todo fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en todo conocimiento (urim)

… el cual también os confirmará hasta el fin, para que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesús el Cristo (tumim).”

(1 Corintios 1:5, 8)

Así mismo Pablo da revela que para esto fueron dados como hombres-dones los cuatro ministerios del corazón pastoral:

“Y él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos (tumim) para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo del Mesías; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento pleno (urim) del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud del Mesías (tumim).

(Efesios 4:11-13 )

¡Que Glorioso es nuestro Abba! Nuestro Gran Sumo Sacerdote, Yeshúa HaMashiaj, nos guarda, nos ama, y nos guía, diariamente mientras se mueve en intercesión delante del Trono del Eterno.

Ahora, TE RECOMIENDO continuar investigando, más profundidades divinas. Ingresa en la siguiente BITÁCORA:


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Seguramente varios de ustedes vienen considerando hacer contribuciones a este ministerio de enseñanza que el Eterno me ha encomendado. Para aquellas personas que deseen hacer donaciones para la expansión de nuestra pag web y para la ejecución de nuevos proyectos de ayuda social, aquí les dejo el link que les permitirá hacerlo.

¡Desde ya muchas gracias y que el Eterno recompense esta consciencia de Terumáh!

El Efod: Las Fuerzas de Hombros Eternos

Por P.A. David Nesher

“Harán también el efod de oro, de lana azul, lana púrpura y lana carmesí y lino trenzado, obra de diseñador… Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel, seis de los nombres en una piedra, y los seis nombres restantes en la otra piedra, según el orden de su nacimiento. Así como un joyero graba un sello, tú grabarás las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; las engastarás en filigrana de oro. Y pondrás las dos piedras en las hombreras del efod, como piedras memoriales para los hijos de Israel, y Aharón llevará sus nombres delante de Yahvéh sobre sus dos hombros por memorial.” 

(Éxodo 28:6, 9-12)

Entendemos, por la revelación de la Instrucción (Torah) divina, que para que Aharón pudiera ejercer el sacerdocio como sumo sacerdote tenía que utilizar ciertas prendas de vestir. Y las vestiduras señalaban simbólicamente al Mesías y Su Misión. Debo reconocer que es cierto que la mayoría de las instrucciones dadas en el libro del Shemot (Éxodo) no constituyen una lectura apasionante, pero sí nos revelan las dimensiones místicas de la persona de Yeshúa HaMashiaj.

Para comprender las profundidades de la Sabiduría divina, tengamos en cuenta que el Sumo Sacerdote en la Tierra es una sombra del Sumo Sacerdote celestial. Todo lo que Moshé tenía que hacer en el Mishkán (tabernáculo) terrenal era una copia de lo que había visto del cielo. Esto nos enseña que Moshé vio el Sumo Sacerdote celestial.

Tengamos en cuenta que en el cielo no existe el factor físico espacio-tiempo, por lo que las estructuras metafísicas que allí existen no se conforman al factor tiempo que hay en la Tierra. Así que, a pesar de que el Mesías Yeshúa todavía no había nacido, ni había muerto, ni había sido resucitado, ni había sido glorificado ni instalado en su ministerio celestial eterno según el orden de Malki-Tzedek, Moshé lo vio. Lo que vio fue el ministerio futuro del Mesías en el templo celestial.

Con esta cosmovisión en nuestra mente, llegamos ahora a uno de los más esenciales partes de la vestimenta que completa y ensalza la vestidura del sumo sacerdote: el efod.

El efod era esencialmente un ornato, como un delantal, hecho de oro, tela azul, púrpura, lino fino y carmesí. Para que ustedes puedan entenderlo bien, digamos que era una pieza muy elaborada semejante, posiblemente a un chaleco sostenido por dos tirantes. Cada tirante tenía una piedra preciosa en las que estaban grabados seis de los nombres de las doce tribus de Israel. Esto representaba que el Sumo Sacerdote llevaba la carga de toda la nación de Israel sobre los hombros al representarla delante de Yahvéh.

Tal como pueden notar, en este pasaje, el efod es la pieza más colorida portada por el sumo sacerdote, a la vez de ser la más compleja. Tal como todas las otras partes de la vestimenta, el efod representa un aspecto específico del carácter de Yeshúa, el cual nosotros debemos apropiarnos.

¿Qué es lo que el efod significa?

El efod trae un significado espiritual de responsabilidad y fidelidad al propósito eterno de Dios. Después que Yahvéh llena al creyente con Su Espíritu, Él demanda que se vistan con la responsabilidad y fidelidad del Mesías, nuestro gran Sumo Sacerdote, de tal manera que ellos puedan utilizar el poder de Yahvéh, su kedushá (santidad) de una forma responsable, hasta convertirse en justos (tzadikim).

Considerando pues este paradigma de nuestra Gran Vocación, los invito a que analicemos los códigos lumínicos escondidos en la composición de esta prenda.

El efod estaba hecho de los siguientes cinco materiales (o colores): oro, púrpura, morado, y fino lino (blanco). Estos cinco materiales son mencionados siete veces en, exactamente, el mismo orden a través del Éxodo. De hecho, estos materiales siempre aparecen en el mismo orden a través de toda la Escritura. Esto nos sugieres que hay algo espiritualmente significante en estos materiales y en la forma en que son ordenados.

Según Rashí, el efod estaba hecho como una especie de delantal que el kohén ceñía por la espalda a la altura del corazón, debajo de los codos. Su anchura era un poco más grande que la anchura de la espalda de un hombre y llegaba hasta los talones.

El cinto estaba tejido a su borde superior, siguiendo su ancho y prolongándose hacia ambos lados para que pudiera rodearlo completamente y ceñirse con él.

Las hombreras estaban unidas al cinto, en la parte de atrás y llegaban hasta los hombros y un poco más de modo que se doblaban hacia delante hacia abajo. Las piedras de ónice estaban incrustadas, una en cada hombrera. Las dos cadenas de oro fueron insertadas en los dos anillos superiores del pectoral, una a la derecha y otra a la izquierda, y las dos puntas de cada cadena fueron insertadas en el engaste de cada hombrera. Así el pectoral colgaba de los engastes del efod hasta la altura del corazón.

Los dos anillos que estaban en las dos esquinas bajas del pectoral coincidían con los dos anillos que estaban en la parte de arriba del cinto efod, descansando unos sobre otros. Estos anillos fueron atados entre sí con un hilo de lana azul para que el pectoral estuviese pegado al cinto del efod y no se moviese.

Según el Talmud, las cinco clases de materiales estaban trenzadas en cada hilo. El oro se aplanaba en láminas delgadas que se cortaban en hilos finos. Luego se retorcía una hebra de oro con seis hebras de lana azul, una hebra de oro con seis hebras de lana púrpura y así también con la lana carmesí y con el lino. Luego se retorcían los cuatro hilos juntos y así formaban un hilo con veintiocho hebras.

El mensaje revelado en esto es que el ser responsables y fieles al propósito eterno de Dios conlleva el derecho y deber de apropiarse de las virtudes espirituales que estos cinco materiales significan. Estos cinco materiales de hecho forman el efod. Sin estas cinco virtudes, no podemos, fiel y responsablemente ponernos ante el Eterno y solicitar su socorro. Con esto en mente, consideremos ahora el significado espiritual de estos cinco materiales.

  • ORO: Símbolo de lo incorruptible, lo más valioso. En esta prenda representa la Justicia Divina (la rectitud, pureza, santidad), y vindicación de Dios, su perfección y todos sus atributos juntos.
  • AZUL: Representa la majestad y completitud de la deidad. El color azul, en hebreo es Tekheleth, del hebreo “kahlah” que significa perfección, o completitud. El filamento azul en los bordes de su manto era precisamente símbolo de completitud.
  • PURPURA: Significa la autoridad que juzga.
  • CARMESÍ: Representa lo humano. También se le asocia a la sangre y a la vida (Génesis 9:4-5, Deuteronomio 12:23), el sacrificio (Éxodo 12: 13; 23:18;, la remisión de los pecados (Hebreos 9:22, I Juan 1:7; Apocalipsis 1:5), señal del pacto (Éxodo 24:8, Mateo 26:28, Romanos 5:9, Hebreos 9:12; 13:12), la guerra (1Reyes 2:05, 1Crónicas 22:8).
  • LINO TORCIDO: En la antigüedad, era la vestimenta de los nobles y de los sacerdotes, y se escogió debido a que representaba la frescura y limpieza del alma humana. El fino lino torcido en el efod sacerdotal habla de la pureza de vida que se manifiesta en la conducta producto de poner en práctica la Torah y sus preceptos. En la medida que somos limpiados por la sangre del Mesías, nuestra conciencia se limpia, y entonces estamos capacitados para caminar sobre una vida pura, que siempre garantiza el éxito.
El Gran Sumo Sacerdote Intercediendo por la Restauración de las Doce Tribus.

Al comienzo de esta bitácora comenté que sobre las dos piedras de ónice, debían estar grabados los nombres de las doce tribus de Israel (seis en cada piedra). También dije que cuando el Sumo Sacerdote entraba en el Mishkán (Tabernáculo), llevaba escritos dichos nombres sobre sus hombros. Este detalle destaca el poder y la representatividad del Sumo Sacerdote delante del Trono del Altísimo.

¿Recuerdas la parábola que Jesús pronunció sobre la oveja perdida? El pastor del rebaño salió a buscarla y al encontrarla, la trajo de vuelta sobre sus hombros. En los Escritos Mesiánicos (mal llamado Nuevo Testamento) y hablando de Yeshúa HaMashiaj, nuestro Gran Sumo Sacerdote, cumpliendo su rol sacerdotal dice:

«Por lo cual El también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.»

(Hebreos 7:25)

En estos días, nosotros estamos disfrutando de vivir después de la primera manifestación del Mesías, cuando vino como siervo sufriente. Después de su resurrección fue elevado, glorificado, investido e instalado en el servicio celestial como nuestro Gran Sumo Sacerdote.

Entonces al estudiar la ropa del sumo sacerdote terrenal podemos saber qué tipo de vestidura tiene el Mesías en el cielo en estos momentos. Sobre sus dos hombros hay dos piedras de ónice. Sobre una de las dos piedras hay seis de los nombres de los hijos de Israel, y sobre la otra los otros seis nombres. El propósito de estas piedras es llevar los nombres de las doce tribus delante del Eterno en memoria para que el Eterno se acuerde de cada una de esas tribus y sus descendientes

Esto nos revela que cuando el Mesías está sirviendo día y noche en el templo celestial como Gran Sumo Sacerdote, está mencionando delate del Todopoderoso los descendientes de los hijos de Israel que están viviendo en el mundo, y posiblemente también los que han muerto esperando la resurrección. Yeshúa el Mesías lleva casi dos mil años intercediendo por la restauración de las doce tribus. ¿Crees que su oración será oída?

Cuando los hijos de Israel habían clamado al cielo durante cuatrocientos años vino una respuesta poderosísima desde el cielo, con la liberación de la esclavitud egipcia con todos esos milagros y prodigios maravillosos. ¿Cómo será la respuesta a la oración del Mesías que ha estado clamando durante un tiempo que es cinco veces más largo, con un alma totalmente pura y justa y desde su posición celestial?

¿Cómo será la restauración de las doce tribus?

El profeta Isaías nos da la respuesta, según lo que escribió:

“Y ahora dice el SEÑOR (el que me formó desde el seno materno para ser su siervo, para hacer que Jacob vuelva a El y que Israel se reúna con El, porque honrado soy a los ojos del SEÑOR y mi Dios ha sido mi fortaleza), dice El: Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.”

(Isaías 49:5-6)

Y en  el oráculo del profeta Zacarías leemos:

“Fortaleceré la casa de Judá y la casa de José salvaré, y los haré volver porque me he compadecido de ellos; y serán como si no los hubiera rechazado, porque yo soy el SEÑOR su Dios, y les responderé.”

 (Zacarías 10:6)

 La oración de nuestro Gran Sumo Sacerdote celestial será oída de manera muy poderosa. Las doce tribus serán recordadas delante del Eterno. Y no sólo eso, la salvación llegará a los confines de la tierra junto con la restauración de las tribus. El mundo verá cosas tan poderosas que si se contaran ahora nadie las creería. ¡La oración del Malki-Tzedek celestial será oída! Los nombres que están escritos sobre sus hombros serán recordados y restaurados, y entonces el mundo nacerá de nuevo.

Me imagino que a esta altura del estudio tú te estarás preguntando: ¿dónde está el nombre de mi tribu si yo no pertenezco a las tribus de Israel?   Por el momento solo debes saber que Yahvéh hizo lugar para ti en la Tribu de Benjamín, la cual es la última generación antes de que el Señor regrese. Esto lo sabemos por el oráculo de Moshé que cuando bendijo a Benjamín le dijo:

«El amado del Señor vivirá confiado cerca de él,  y se apoyará sobre sus hombros, pues el Señor lo protegerá siempre.» 

(Deut. 33:12)

Y es que nuestro amado Mesías es capaz de salvarnos más allá de que conozcamos o no nuestra genealogía hebrea. Yeshúa, nuestro Gran Sumo Sacerdote, tiene la fuerza y el poder para hacerlo.

Pues bien, esta es la verdad que sostiene nuestra fe. Cargados en sus hombros, donde Él vaya, nosotros vamos. Él nos lleva sostenidos en sus hombros, su poder nos mantiene lejos de todo principado y potestad, por encima de toda pobreza, enfermedad, caída financiera, por encima de HaSatán (Satanás). Solo ahí podemos tener vista de águila de todo lo que sucede.

Los nombres de las tribus están engravados perpetuamente, no solo escritos, nunca podrán ser borrados por nadie, así que podemos estar seguros que así es con nuestras vidas. Estas cosas están escritas para que sepamos que Él nos sostiene en sus hombros, de donde no nos caemos, no por lo muy bien agarrados que estemos, sino por lo muy bien que él nos tiene agarrados. Aquel que cuida de nosotros no duerme ni se adormece (Salmo 121:4).

¡Bendito sea el Eterno por sus grandes planes! ¡Y bendito sea el Eterno por haber levantado a Yeshúa como el Sumo Sacerdote celestial! ¡Bendito sea Yeshúa por haber sido fiel en llevar la carga y la memoria de los hijos de Israel delante del Eterno durante aproximadamente dos mil años! ¡Digno el Yeshúa el Mesías de recibir honra, gloria, poder y alabanza por su ministerio sacerdotal!

«Lo Verdadero» del Santuario y el Sacerdocio Celestial

 “Entonces harás que se acerque a ti, de entre los hijos de Israel, tu hermano Aharón, y con él sus hijos, para que me sirvan como sacerdotes: Aharón, con Nadav y Avihú, Elazar e Itamar, hijos de Aharón”

(Éxodo/Shemot 28:1)

 

Hemos llegado a la porción de la Torah que nos relata la elección de Aharón como el Sumo Sacerdote del Israel salido de Egipto. En la porción (parashá) semanal que pasó vimos que el mismo Mishkán representa la Presencia permanente («Shekinah» – שכנה) entre los hombres, por medio del pueblo de Israel.

Ahora, el autor de la Vida, Yahvéh nuestro Dios, quiere que ocurra este «acercamiento» para que Israel comprenda que aquí, en Sinaí, se dio la reparación en la historia espiritual del ser humano. Esto significa que en el inicio de la historia «Adam» (el primer hombre) se ocultó de ante el Eterno y se alejó de Él por su transgresión, mientras que ahora, el ser humano, representado en este caso por Aharon, «será acercado» a Dios a través de Su culto racional. La brecha habrá sido cerrada.

Ahora bien, nosotros, los discípulos de Yeshúa HaMashiaj, entendemos que su ministerio (abodá) sacerdotal es una sombra de un ministerio celestial, en el Tabernáculo verdadero, el Celestial. Por ende, la correcta comprensión del ministerio en el Santuario Celestial nos ratifica en el fundamento de fe que descansamos, y nos edifica para no regresar a los lazos de la religión. Aumentan los días en los que surgen más y más engaños, de toda clase, en materia de dogmas, y por ende necesitamos terreno sólido para nuestros pies. Necesitamos sólidos pilares para el edificio.

Entendemos que Moshé vio todo lo que había en el Tabernáculo Celestial:

“Y mira que hagas según el diseño que te ha sido mostrado en el Monte.” 

(Éxodo 25:40 )

Por ello, sabemos que también vio al Sumo Sacerdote eterno según el Orden de Malki-Tzedek, como nos dejara atestiguado el salmista al decir:

Yahvéh ha jurado y no se retractará:

Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Malki-Tzedek.”

(Salmo 110:4)

Teniendo en su mente y corazón esto, el autor de la epístola a los Hebreos escribió:

“…siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el Orden de Malki-Tsedek.”

(Hebreos 5:10)

En unas líneas más adelante amplio la enseñanza de con estas palabras:

“…detrás del velo, donde Yeshúa entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Malki-Tsedek, sumo sacerdote para siempre.”

(Hebreos 6:19-20)

“Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es éste: tenemos tal sumo sacerdote, el cual se ha sentado a la diestra del Trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario que éste también tenga algo que ofrecer. Así que si él estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es copia y sombra de las cosas celestiales, tal como Moshé fue advertido por Dios cuando estaba a punto de erigir el tabernáculo; pues, dice él: Mira, haz todas las cosas CONFORME AL MODELO QUE TE FUE MOSTRADO EN EL MONTE.”

(Hebreos 8:1-5)

La palabra hebrea que en las Sagradas Escrituras ha sido traducida como “diseño” es tavnit, que significa “forma”, “imagen”, “plano”, “modelo”, “copia”, “estructura”.  Esta expresión viene de la raíz baná, que significa “edificar”, “construir”, “tener hijos”, “reparar”, “levantar”.

La palabra “verdadero” tiene que ser entendida desde el punto de vista hebreo, ya que la carta apunta a una comunidad que posee esta mentalidad. Esta tarea de comprensión es muy necesaria realizarla ya que, según el concepto griego, lo que se denomina “verdadero” se entiende, en primer lugar, como algo que está en contraste con lo falso, lo ficticio, lo irreal. Esa es también, la cosmovisión occidental que nosotros tenemos al leer (o escuchar) esta expresión. Pero según el pensamiento hebreo, lo verdadero tiene que ver más con lo seguro, lo estable, lo duradero, lo fiable y lo eterno.

La palabra greiga que se usó en la traducción griega de Hebreos capítulo 8, para verdadero es aletheía  que significa “lo que ya no está escondido”, “lo que revela lo oculto”, “lo que realmente existe”, “la realidad que está detrás de toda realidad ficticia”. Por lo tanto, el concepto griego de lo verdadero está relacionado con el dualismo filosófico donde se cree que lo que verdaderamente existe es lo invisible al ojo humano, lo inmaterial, el mundo de las ideas. Según la filosofía griega, lo material es algo irreal, falso y malo. Con estos conceptos débiles del raciocinio griego, la Roma Imperial someterá la doctrina mesiánica de los discípulos del Camino, y lo transmutará a lo que decidieron llamar cristianismo.

En cambio, el concepto hebreo de lo verdadero no está basado en ese dualismo platónico, sino en lo que es firme, duradero y fiel. La palabra hebrea para verdadero es emet (verdad). Esa palabra viene de aman, “soportar”, “confirmar”, “ser fiel”, “creer”. De amán se deriva la palabra hebrea para fe, emuná. Así mismo, la palabra amén viene de la misma raíz.

Así que cuando se habla del “Tabernáculo Verdadero”, no se está refiriendo a que el tabernáculo terrenal no sea real, sino que se debe entender como un tabernáculo estable, duradero y eterno. Entonces, cuando en las Escrituras hebreas las cosas celestiales son comparadas con las terrenales son llamadas “verdaderas”, pero esto no significa que las terrenales sean falsas, o ficticias, insignificantes o malas. Más bien tiene que ver con la idea de que las cosas celestiales son FIRMES y DURADERAS. Así lo enseñaba el apóstol Pablo a sus comunidades de discípulos, al insistir en que las cosas invisibles son eternas, pero las cosas visibles son temporales:

“…al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 

(2 Corintios 4:18)

En los profetas existía esta cosmovisión. Así por ejemplo lo expresaba el profeta Jeremías:

“Más Yahvéh es el Dios verdadero (emet); él es Dios vivo y Rey eterno

(Jeremías 10:10)

Observemos la comparación entre “verdadero” y “eterno”.

En el cuarto Evangelio, escrito por el apóstol Juan (emparentado con la casa sacerdotal) prevalece también esta forma de considerar lo verdadero. Veamos algunos ejemplos:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.” 

(Juan 1:9)

 

“Y Yeshúa les dijo: De cierto, de cierto os digo:

No os dio Moshé el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.” 

(Juan 6:32)

:

“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.” 

(Juan 6:55)

 

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.”

(Juan 15:1 )

En todas las comunidades mesiánicas del primer siglo está latente esta forma de considerar a lo verdadero. Por ello, el autor de la epístola a los Hebreos escribió:

“Porque no entró el Mesías en el santuario hecho de mano, figura del verdadero.” 

(Hebreos 9:24)

Desde todas estas consideraciones, podemos llegar a la conclusión de que cuando en las Sagradas Escrituras se habla del “verdadero” Tabernáculo no es en contraste con el terrenal. La palabra “verdadero”, en referencia al Santuario Celestial, no está usada para menospreciar el Tabernáculo (Mishkán) en el desierto o el Templo que estaba en Jerusalén, sino resaltar la grandeza, la perfección y la estructura eterna del Tabernáculo Celestial, el cual es el modelo original para el Tabernáculo y el Templo terrenales. Por eso es que en el libro de la carta a los Hebreos está escrito: “el más amplio y más perfecto Tabernáculo”  (Hebreos 9:11 )

Lo “verdadero” es lo más amplio, lo más perfecto y lo más duradero en contraste con lo terrenal que es más pequeño, menos perfecto y corruptible.

Ahora bien, ya posicionados en esta mentalidad, debemos reflexionar y decir que, así como hay un Tabernáculo verdadero eterno y celestial, también existe un sacerdocio verdadero, eterno y celestial como también está escrito en la carta a los Hebreos:

“De la misma manera, el Mesías no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo:

HIJO MÍO ERES TU, YO TE HE ENGENDRADO HOY (habla de la resurrección); como también dice en otro pasaje:

TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MALKI-TSEDEK. 

El Mesías, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Malki-Tsedek.” 

(Hebreos 5:5-10)

Este texto nos enseña que después de la resurrección, el Mesías Yeshúa fue introducido en el Sacerdocio Celestial, según el Orden de Malki-Tsedek.

En la misma epístola podemos leer:

“Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Yeshúa, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe.”

(Hebreos 4:14)

La expresión “trascendió los cielos” hace referencia a la investidura sacerdotal de Yeshúa, de la misma manera como el sumo sacerdote Aharón entró en su ministerio por medio de una investidura. En las Escrituras los cielos son comparados con la ropa del hombre. Los cielos son la ropa del Mesías:

“Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos.

Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados.

Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.” 

(Salmo 102:25-26)

Considerando estas maravillas de la Revelación, entonces podemos decir que la consagración de Aharón fue una sombra profética de la consagración celestial futura del Mesías.

 

“Harás asimismo el manto del efod todo de lana azul. La abertura para la cabeza estará doblada hacia dentro; alrededor de la abertura habrá un borde de labor de tejedor, como la abertura de un coselete será, no se romperá.”

(Éxodo 28:31-32)

 

Las vestiduras sacerdotales eran hechas para honra y hermosura. Ya que había en si algo gloriosos y hermoso en verdad, algo celestial sobre el servicio sacerdotal, y era apropiado el hacer vestiduras gloriosas y hermosas.

Cuando Aharón fue vestido con el manto azul del efod, estaba haciendo un acto profético que hablaba acerca del momento cuando el Mesías iba a trascender los cielos, después de su resurrección. La cabeza de Aharón estaba encima del manto azul y su cuerpo debajo. De la misma manera el Mesías, que es la cabeza de su cuerpo, está sentado sobre los cielos, y su cuerpo está debajo de los cielos.

Cuando dice “no se romperá” el Eterno estaba revelando que el ministerio celestial del Mesías, según el orden de Malki-Tsedek, no se acabaría por falta de lugar o genealogía. Es eterno. El ministerio levítico está basado sobre hombres mortales, pero el ministerio según el orden de Malki-Tsedek esta basado sobre una vida indestructible:

“Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Malki-Tsedek se levanta otro sacerdote, que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible. Pues de El se da testimonio:

TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MALKI-TSEDEK.”
(Hebreos 7:15-17)

Como Malki-Tsedek es presentado en Génesis 14 sin genealogía, es como si fuera eterno. Por eso el Eterno jura que el ministerio sacerdotal del Mesías tiene que ser según el orden de Malki-Tsedek que es de carácter eterno. Esto nos enseña que Yeshúa no pudo entrar en ese ministerio hasta después de su resurrección, puesto que no era inmortal antes de morir. El ministerio de Malki-Tsedek fue iniciado cuando el Mesías fue levantado de los muertos y luego elevado muy por encima de los cielos.

Todo el ministerio del sumo sacerdote Aharón en el tabernáculo, incluyendo su vestimenta, nos habla del ministerio que el Mesías tiene desde su resurrección hasta ahora. Esta es la razón por la que la Torá está entrando en todos los detalles acerca de la ropa del sumo sacerdote. Cuando la Torá resalta un tema y lo repite, es porque es muy importante para el Eterno. Y lo que es importante para él es importante para sus hijos.

El Sumo Sacerdote Aharón simboliza al Mesías en su ministerio celestial. Los hijos de Aharón simbolizan los hijos que el Mesías subió a la Gloria (Heb. 2:10), es decir todos los que son sus discípulos. Ellos también recibieron un ministerio sacerdotal según el orden de Malki-Tsedek a partir de la resurrección y glorificación del Mesías.

Por todo lo que hasta aquí hemos considerado, es importante que estudiemos y entendamos todas estas sombras (o tipos) para entender nuestra función actual en el Tabernáculo Celestial, por medio de la obra de nuestro Gran Sumo Sacerdote Yeshúa, HaMashiaj.