Por P.A. David Nesher
“…el altar del incienso y sus varas, el aceite de la unción, el incienso aromático y la cortina de la puerta a la entrada del tabernáculo, el altar de la ofrenda de ascensión con su enrejado de bronce, sus varas y todos sus utensilios, y la fuente con su base.”
(Shemot/Éxodo 35:15-16)
Al peregrinar nuestra alma por la sección Vayakhel, discernimos el llamado del Eterno para que Su Pueblo se constituya en un Reino sacerdotal, solícito en guardar el vínculo de la Paz. En la simbología de los elementos descriptos en los versículos que encabezan este estudio, se encuentran encriptados los códigos proféticos de la oración sacerdotal que todo redimido debe procurar.
Comenzaré comentándoles que el altar de incienso representa la oración con una mente dirigida por el espíritu, no una mente carnal, puesto que el altar está dentro del área de la profecía. Así, por medio de esta herramienta cósmica, el Eterno reveló a Su Pueblo que la mente humana tiende a tener dos enfoques, la carne y el espíritu:
“Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Torá de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, y los que están en la carne (los que no se sujetan a la Torá) no pueden agradar a Dios. Sin embargo, vosotros no estáis en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en vosotros. Pero si alguno no tiene el Espíritu del Mesías, el tal no es de él.”
(Romanos 8:5-9:)
Un hombre espiritual ha aprendido a dominar y sujetar su mente para que sea puesta en las cosas espirituales. Así que la oración con el entendimiento ofrecida en el altar de oro es la oración que sale de una mente espiritual que está inspirada por las palabras de la Torá, como está escrito en
“Tomad con vosotros palabras, y volveos a YHVH»
(Oseas 14:2)
El altar de cobre, o bronce (v. 16), representa la oración con el espíritu en otros idiomas (don de lenguas). Tal como hay varios tipos de sacrificios, hay varias maneras de hablar en otros idiomas. Hay idiomas que se hablan a los hombres y otras que se hablan al Eterno.
La expresión “hablar en lenguas” se refiere a la capacidad milagrosa que tenían algunos los discípulos del siglo primero de hablar un idioma sin haberlo aprendido (Hechos 10:46). De ese modo, quienes conocían el idioma podían entender con facilidad al que hablaba (Hechos 2:4-8). Este fue uno de los dones del espíritu santo que Dios les dio a los discípulos de Yeshúa en las comunidades primigenias (Hebreos 2:4; 1 Corintios 12:4, 30).
Nuestro Maestro Yeshúa había asegurado de antemano que se hablaría en idiomas no conocidos:
“Y estas señales seguirán a los que creen: …hablarán nuevas lenguas”
(Marcos 16:17)
Marcos 16:17)
Todos seguramente conocemos el relato histórico de cuando los discípulos del Mesías (unos 120 aproximadamente) fueron investidos en su ministerio celestial en el día de Shavuot recibieron la capacidad de hablar en otros idiomas humanas delante de los hombres, como está escrito en el libro de los Hechos:
“Todos fueron llenos del Espíritu de santidad y comenzaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu les daba habilidad para expresarse. Y había judíos que moraban en Jerusalén, hombres piadosos, procedentes de todas las naciones bajo el cielo. Y al ocurrir este estruendo, la multitud se juntó; y estaban desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Y estaban asombrados y se maravillaban, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Yehudá y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestros idiomas de las maravillas de Dios.”
(Hechos 2:4-11)
Aquí vemos como esta manifestación espiritual dio a los hombres la capacidad de hablar las maravillas de Dios en idiomas humanas para así impactar sobre los hombres de los diferentes países. El Espíritu les inspiró a hablar en otros idiomas delante de otras personas con el fin de manifestar lo sobrenatural.
Así mismo sabemos que el Espíritu del Eterno también puede dar un tipo de idioma que no es humana sino angélica, tal como el apóstol Pablo lo enseña a los creyentes corintios:
“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.”
(1 Corintios 13:1)
Ese tipo de hablar en idiomas es dado para hablar en privado, no en público, ya que es para hablar con el Eterno, y así conseguir mayor edificación personal, que permite aprender mayores misterios de la sabiduría divina. Así lo dejó bien expresado el apóstol Pablo a las asambleas de los corintios:
“Porque el que habla en otros idiomas sobrenaturalmente no habla a los hombres, sino a Dios, pues nadie lo entiende (en contraste con Hechos 2), sino que en su espíritu habla misterios (no es una cosa aprendida sino sobrenatural). Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, ánimo y consolación. El que habla en otros idiomas sobrenaturalmente, a sí mismo se edifica (su espíritu se fortalece), pero el que profetiza edifica a la congregación.
Yo quisiera que todos hablarais en otros idiomas sobrenaturalmente (esta capacidad es para todos), pero aún más, que profetizarais; pues el que profetiza es superior al que habla en otros idiomas sobrenaturalmente, a menos de que las interprete para que la congregación reciba edificación. Ahora bien, hermanos, si yo voy a vosotros hablando en otros idiomas sobrenaturalmente, ¿de qué provecho os seré a menos de que os hable por medio de revelación, o de conocimiento, o de profecía, o de enseñanza? Aun las cosas inanimadas, como la flauta o el arpa, al producir un sonido, si no dan con distinción los sonidos, ¿cómo se sabrá lo que se toca en la flauta o en el arpa? Porque si la trompeta da un sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? Así también vosotros, a menos de que con la boca pronunciéis palabras inteligibles, ¿cómo se sabrá lo que decís? Pues hablaréis al aire. Hay, quizás, muchas variedades de idiomas en el mundo, y ninguno carece de significado. Pues si yo no sé el significado de las palabras, seré para el que habla un extranjero, y el que habla será un extranjero para mí (en contraste con Hechos 2 donde el efecto fue contrario). Así también vosotros, puesto que anheláis manifestaciones espirituales, procurad abundar en ellas para la edificación de la congregación. Por tanto, el que habla en otros idiomas sobrenaturalmente (en la congregación), pida en oración para que pueda interpretar. Porque si yo oro en otros idiomas sobrenaturalmente, mi espíritu ora (usando la lengua para expresarse), pero mi entendimiento queda sin fruto (en el sentido de no entender, pero la mente puede luego ser beneficiada por el espíritu que ha sido edificado por medio de lo que se habló en otros idiomas).
Entonces ¿qué? Oraré con el espíritu (no es una cosa rechazable, sino buena y edificante), pero también oraré con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero también cantaré con el entendimiento. De otra manera, si bendices sólo en el espíritu, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias el que ocupa el lugar de ignorante, puesto que no sabe lo que dices?Porque tú das gracias bien, pero el otro no es edificado. Doy gracias a Dios porque hablo sobrenaturalmente en otros idiomas más que todos vosotros); sin embargo, en la congregación prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para instruir también a otros, antes que diez mil palabras en otros idiomas sobrenaturalmente (no es raro hablar 10.000 palabras en otros idiomas a solas, porque son ríos inagotables que salen del interior).
Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros. En la Torá está escrito: POR HOMBRES DE IDIOMAS EXTRAÑOS Y POR BOCA DE EXTRAÑOS HABLARE A ESTE PUEBLO, Y NI AUN ASÍ ME ESCUCHARAN, dice el Señor. Así que el hablar en otros idiomas sobrenaturalmente son una señal, no para los que creen, sino para los incrédulos; pero la profecía es una señal, no para los incrédulos, sino para los creyentes. Por tanto, si toda la congregación se reúne y todos hablan en otros idiomas sobrenaturalmente, y entran ignorantes o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo, o ignorante, por todos será convencido, por todos será juzgado; los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y él se postrará y adorará a Dios, declarando que en verdad Dios está entre vosotros.”
(1 Corintios 14:2-25)
Si leemos con mucha atención esta enseñanza apostólica lograremos entender que existen siete propósitos para hablar sobrenaturalmente en otros idiomas:
- Fluir del espíritu humano para edificación propia (si no son interpretadas), [14:2, 5].
- Alabanza, (14:7; Hechos 2:11).
- Guerra espiritual, (14:8).
- Oración espiritual, (14:14-15).
- Canto espiritual, (14:15).
- Bendición y acción de gracias, (14:16-17).
- Señal para incrédulos, (14:22).
Evidentemente por lo hasta aquí considerado el hablar sobrenaturalmente en otros idiomas es una puerta de entrada en el Tabernáculo Celestial. Por esto vemos como esta manifestación sobrenatural fue la primera que practicaron los seguidores del Mesías Yeshúa después de la resurrección (cf. Hechos 8:17-18; 10:44-45; 19:6). Es una manera de acercarse a las profundidades espirituales y avanzar hacia el nivel superior de la profecía.
Debemos aceptar que quien habla sobrenaturalmente en otros idiomas está orando en su espíritu para ser fortalecido en su interior. El espíritu fortalecido puede luego ser sensible a las otras manifestaciones espirituales y también puede tener la fuerza para dominar sobre la mente y el cuerpo. Así que es muy bueno hablar en otros idiomas en la vida de oración personal. No todos obtienen la capacidad sobrenatural de hablar diferentes tipos de idiomas para el público (cf. 1 Corintios 12:48), pero todos los que han nacido de nuevo podrán hablar en otros idiomas personales de oración (cf. 1 Corintios 14:5, 23). En las comunidades del primer siglo estaba bien claro que aquel que se atreviera a oponerse a esta práctica está apagando el Espíritu (cf. 1 Corintios 14:39; 1 Tesalonicenses 5:19).
Por últimos, la Torah nos describe “la fuente con su base”, dicha estructura cósmica representan el carisma de la interpretación sobrenatural de otros idiomas.
Como la interpretación constituye una revelación mayor que el hablar en otros idiomas, la fuente está colocada más cerca del lugar santo que la puerta de entrada y el altar.
La manifestación de interpretación tiene diferentes niveles de intensidad y de claridad, como todas las nueve manifestaciones.
Un nivel bajo de esta manifestación consiste en la capacidad de entender el tema general de lo que uno mismo u otros están hablando.
La capacidad de hablar en otros idiomas es dada para influenciar en el mundo espiritual, y la interpretación de estos idiomas es dada para que no solamente el espíritu esté involucrado en esta actividad, sino también la mente humana. Cuando la mente es activada en oración junto con el espíritu hay mayor impacto en el mundo espiritual, y así la interpretación de los idiomas constituye una herramienta útil en la vida de oración personal y comunitaria.
El nivel superior de esta manifestación implica entender todo el mensaje que se está hablando en otros idiomas, palabra por palabra, tanto de uno mismo como de otros. Según la enseñanza apostólica, cuando un creyente tiene esta capacidad espiritual es llamado “intérprete” según lo revela la enseñanza paulina:
“¿Qué hay pues, hermanos? Cuando os reunís, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, idiomas o interpretación. Que todo se haga para edificación. Si alguno habla en otros idiomas sobrenaturalmente (en la congregación), que sean dos, o a lo más tres (para que haya dos o tres testigos de lo que está sucediendo en el cielo en ese momento), y por turno, y que uno interprete; pero si no hay intérprete, que guarde silencio en la congregación y que hable para sí y para Dios.”
(1 Corintios 14:26-28)
El intérprete de lenguas comunicaría entonces el mensaje del que habla en lenguas a todos los demás, de manera que todos pudieran entender.
«Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla.»
(1 Corintios 14:13).
Al leer esto, notamos que no todos los redimidos del Mesías tienen la capacidad de poder interpretar sobrenaturalmente palabra por palabra las cosas que se hablan en otros idiomas.
Por otra parte, necesitamos conocer unos códigos lumínicos más a fin de que la práctica de estos dones carismáticos no sea egoica.
Tenemos el interesante dato de que la fuente fue hecha de cobre, o bronce. Ese metal, en las Sagradas Escrituras, simboliza juicios (hebreo din). Esto apunta al sentido almático de evaluar y purificar. De la misma manera también el agua dentro de la fuente purificaba a los que servían en el Tabernáculo. El cobre venía de los espejos de las mujeres (cf. 38:8; 1 Corintios 13:12). Los espejos simbolizan la Torah ya que la misma actúa como un espejo para el alma humana, como lo escribiera el hermano de nuestro Maestro, el apóstol Jacobo en su epístola:
“Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la Torá perfecta, la Torá de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será dichoso en lo que hace.”
(Santiago 1:22-25)
El agua también simboliza la Palabra del Eterno (cf. Deuteronomio 32:2; Isaías 55:10-11; Efesios 5:26). Esto nos enseña que la Torah es la base para poder “purificar”, interpretar correctamente, todos los idiomas que se hablan en las congregaciones para la propia edificación, y aún para la edificación pública de los santos.
Como conclusión final les diré que tal como todos los dones del Espíritu Santo, hablar sobrenaturalmente en otros idioma no es necesariamente una señal de madurez espiritual. Muchos de los discípulos de Corinto hablaron en lenguas pero el apóstol Pablo les dijo que eran unos “niños en Cristo” (1 Corintios 3:1), reprochándoles así su inmadurez y carnalidad. No obstante, cuando el don se utiliza de una manera apropiada, se puede utilizar para edificar a sí mismo y a los otros miembros del cuerpo del Mesías.