autoridad espiritual

Claves para dividir una Congregación de santos (la rebelión de Coré)

Por P.A. David Nesher

Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví; y Datán, y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de hombre. Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué pues os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová? Cuando oyó esto Moisés se postró sobre su rostro.”

Bamidbar/Números 16: 1-4


Si estás buscando una forma eficiente de dividir una congregación (esa en la que el Eterno te colocó para capacitarte en el servicio) y deseas de este modo dañar el Reino de los Cielos, generando cortocircuitos para que el Sitrá Ajrá (el Lado Oscuro) tenga autoridad para obrar en el mundo, te aconsejo que prestes mucha atención a las claves que otorga la historia de Coré (hebreo: Koraj).

A diferencia de ocasiones anteriores en las que el pueblo de Israel se quejó de problemas específicos, como falta de alimento o de agua, o de la necesidad un ‘dios’ que tomara el lugar de Moshé como intermediario entre el Eterno e Israel, en esta parasháh (porción) denominada Koraj, nos encontramos con una rebelión abierta, un intento de desplazar a Moshé y Aharón como líderes nación.

De acuerdo al relato de lo que estudiamos esta semana, Koraj tenía una queja contra Moshé y Aharón. Vale decir que así como Moshé y Aharón, era de la tribu de Leví, Koraj era también levita, por lo que también estaban emparentados.

De acuerdo a las Sagradas Escrituras Koraj se molestó con Moshé por nombrar a Aharón y a sus hijos al sacerdocio, haciendo del resto de los levitas simplemente sus sirvientes. Este varón, lleno de envidia y odio, sintió que Moshé estaba abusando de su posición de liderazgo cayendo en el nepotismo al favorecer a su hermano Aharón. Koraj había visto las ventajas del sacerdocio en el modelo social de Mitzrayim (Egipto). Allí, los sacerdotes llegaban a la acumulación de grandes riquezas e influencia política, algo que Koraj traía en su corazón como un deseo obsesivo.

Por causa de esta percepción egotista y errónea, Koraj asumió que Moshé, Aharón y sus hijos, estaban tratando de convertir la kehunah (sacerdocio) que el Eterno había otorgado a Israel en una maquinaria política similar a los egipcios, y a él lo estaban dejando afuera.

Koraj insistió en que todos los levitas deberían disfrutar de los privilegios y recompensas del sacerdocio, y que toda la asamblea de Israel era lo suficientemente santa para servir en el Mishkán (Tabernáculo). Tanto él, como sus compañeros sediciosos, no comprendieron que la ambición principal de Moshé y Aharón era solamente la avodáh (servicio) al Nombre de YHVH.

Lo cierto es que la actitud de Koraj es muy común entre los creyentes cristianos protestantes (evangélicos) de hoy que sienten en sus falsas certezas que solo deben rendir cuentas ante Dios. Por ello, es muy común encontrar en estos sustratos religiosos que muchos creyentes ven a las autoridades eclesiásticas con recelo y desconfianza, a tal punto que se niegan a someterse a los líderes de la congregación.

Este texto nos enseña que el Eterno es el que pone líderes espirituales SOBRE otros. No es lo mismo levantarse a sí mismo que ser levantado por YHVH. Moshé no había escogido la posición que tenía por encima del pueblo. El Eterno lo había puesto allí, al igual que Aharón. Así que, al criticar esas posiciones, no estaban criticando a los hombres, sino a Yahvéh que los había puesto allí.

Leyendo el relato del libro de Bamidbar (Números) vemos que Koraj difundió su espíritu de disidencia entre los compañeros de tribu. Así mismo, logró que 250 varones de renombre de las otras tribus también se contagiaran de este perversa manera de pensar y decidieran seguirlo también en esta sedición. Así también, a Koraj también se le unieron tres nobles improbables: Datán, Aviram y On de la tribu de Rubén. Ahora bien, ¿por qué los rubenitas se unirían a Koraj? ¿Qué tenía que ver la disputa levítica con ellos?

Sabemos por el estudio de la porción Bamidbar que Koraj y los rubenitas eran vecinos pues los campamentos de sus clanes y tribus eran colindantes. Koraj pertenecía a la familia levítica de Keat (Coat). Según los arreglos para los campamentos tribales, tanto los keatitas como los rubenitas acamparon en el lado sur del Tabernáculo (ver Números 2:10; 3:29).

Los Sabios explican que esta relación de vecino de al lado llevó a los rubenitas a participar en la insurrección. Los agravios iniciales de Koraj contra Moisés y Aarón no tenían nada que ver con los rubenitas, pero a través de conversaciones frecuentes y la manipulación sutil de ideas, Koraj pudo convencer a sus vecinos de sus argumentos y así logró atraerlos a su plan.

Existe proverbio oriental que dice: «Ay del impío, y ay de su prójimo«. Esta expresión se aplica perfectamente a Datán y Aviram, los vecinos de Koraj. Datán y Aviram no percibieron que eran vecinos de un hombre contencioso. Por eso fueron castigados con él y fueron barridos del mundo.

La historia de esta rebelión nos deja la enseñanza que toda contienda contra el liderazgo es contagiosa, y las personas contenciosas trabajan duro y obstinadamente para convencer a sus compañeros de que se unan a su causa. En la historia del cristianismo el denominador común siempre es el mismo; las rebeliones congregacionales a menudo comienzan en pequeños grupos de estudio, comités de proyectos especiales, o equipos de voluntarios donde un solo laico descontento puede publicar su queja contra el liderazgo, y conseguir simpatizantes.

Entonces, como discípulos de Yeshúa, debemos determinarnos a estar atentos, y tener mucho cuidado de no caer en la trampa de la sedición que siempre tiende la boca de los egotistas que pululan con sus complejos de inferioridad y envidia. El Espíritu Santo, desde la pluma del apóstol Pablo, nos advierte que ni siquiera escuchemos las acusaciones contra los líderes de la congregación «excepto sobre la base de dos o tres testigos» (1 Timoteo 5:19). Así mismo, el apóstol Pedro les dice a los jóvenes en las congregaciones que «estén sujetos a sus mayores» (1 Pedro 5:5). También el escritor del libro de Hebreos dice:

«Obedeced a vuestros pastores y sométanse a ellos, porque ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta. Que hagan esto con alegría y no con tristeza, porque esto sería inútil para vosotros«
(Hebreos 13:17).

Generalmente, la insurrección congregacional comienza con una o dos personas privadas de sus derechos que tienen un agravio (real o imaginario) contra el liderazgo. Estas comienzan a compartir su queja con otros que intuyen, desde su corazón cainita, que los escucharán.

Por todo esto, apreciado hermano y/o hermana en el SEÑOR, le aconsejo que tenga cuidado al conceder un oído atento para que no se encuentre haciendo algo más que escuchar. Es necesario que esté perseverantemente capacitándote en la Instrucción divina para que puedas discernir y saber más cómo el diablo actúa a través de aquellos que se dicen creyentes (hasta con oficios ministeriales) pero que, en definitiva, son dirigidos por un espíritu de división que podemos denominar «el espíritu de Koraj».

Del SEÑOR es la unidad del Espíritu en la Kehilah (Efesios 4:3), la cual debemos con solicitud guardar, lo cual significa estar batallando constantemente en nuestra misión de ajim y ajot (hermanos y hermanas), cuidándonos y protegiéndonos unos a otros para elevarnos más en el servicio de unificar el Santo Nombre de Avinu (nuestro Padre).

Por el contrario, la labor del maligno es la contraria. Por eso, HaSatán, muchas veces, aprovechando una unidad aparente, basada en lo natural solamente (sentirse entre «amigos»), pretende a través de las personas que se prestan a sus maquinaciones llegar a conseguir el objetivo contrario al del Espíritu Santo: la destrucción del Cuerpo Sacerdotal llamado Israel. Lamentablemente, muchos llamados cristianos, a causa de su falta de rectitud de corazón, son usados por el diablo sin darse cuenta realmente de que eso es así.

Recuerda siempre la advertencia profética del Santo Espíritu:

«En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu Santo» 
(Judas 18-19)

 «…que Satanás no saque ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones» 
(2 Corintios 2:11)

Amados discípulos de Yeshúa, para ayudarnos en nuestra labor de ser guardadores de la unidad del Espíritu, el Eterno concede a sus hijos el don de discernimiento (1 Corintios 12:10). Discernir significa básicamente separar una cosa de otra para entender lo que es verdad de lo que no lo es, aunque lo parezca. En este sentido la Palabra mesiánica dice:

 «…el espiritual juzga todas las cosas… nosotros tenemos la mente del Mesías» 
(1 Corintios 2:15-16).

Discernir en el Espíritu, es siempre la obra de Luz o declaración del Espíritu Santo al creyente verdadero. Es el entendimiento de parte de lo Alto que el creyente recibe para hacer algo al respecto. No obstante, además del discernimiento en sí, el creyente redimido necesitará ser cada más lleno de Jokmah (Sabiduría), ya que ella es la puesta en marcha del conocimiento según la voluntad de Dios que es buena, agradable y perfecta (Rom. 12:2).

Alguien de ustedes se estará preguntando: ¿por qué nos es tan necesario discernir?, porque dados los tiempos, cuando más nos acercamos al final de esta dispensación, el enemigo trabaja más con el fin de «engañar si fuere posible aun a los escogidos« (Mateo 24:24), tal como lo advirtiera nuestro Maestro y Dueño.

Esto concuerda con la enseñanza paulina que dice: 

«Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» 
(1 Timoteo 4:1)

También el apóstol añade a esta escritura: 

«También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita»
 (2 Timoteo 3:1-5)

Descritos en esas escrituras, vemos que se trata de creyentes profesantes, pero que por sus frutos llegan a mostrar que no lo son de verdad. Muchos de ellos solamente gustaron del don celestial (Hebreos 6:4), pero en ningún momento experimentaron el nuevo nacimiento que el Maestro vino a provocar (Jn. 3:3). En pocas palabras, son almas pervertidas que se hicieron objeto fácil del maligno para su uso contra el Cuerpo del Mesías… ¡Por todo ello, nos es imprescindible discernir!

Elevo mi plegaria al Eterno para que aquel que tenga el Espíritu de Dios entienda lo que esta enseñanza está implantando en su alma. Si a ti mi hermano (o hermana) en este momento, alguien te quiere seducir y te quiere arrastrar, para que tú dejes el ministerio en donde sirves, la asamblea donde te congregas (dando contra tu liderazgo pastoral), y le sigas… ¡cuidado!…. Dije: ¡Cuidado! No te dejes engañar, porque siempre, al igual que Koraj, se usan tantas sutilezas para arrastrar al Sheol.

¡Sé que ha llegado a tiempo esta advertencia profética de Yahvéh! ¡No digas, luego, que el SEÑOR no te lo dijo!

En amor y a tu servicio: David Nesher

El Diseño de Tribunal Divino entre los Hombres entra en Marcha.

Por P.A. David Nesher

La Torah nos presenta a Yitro como un asesor de gobierno exitoso. Él supo identificar un problema técnico y proporcionar un buen asesoramiento. De esa manera, Yitro aconseja a Moshé que “cambie de bando”; esto es que, en lugar de ser un emisario del Eterno, sea desde ahora un enviado del pueblo para dirigirse a Dios. Moshé aceptó humilde y amablemente su consejo. Y es que Moisés era un alma enseñable, por lo cual su tipo de liderazgo alcanza gran crédito; cuando Yitro le dijo no esta bien lo que haces, Moisés lo escuchó; y además no ocultó tampoco quién le sugirió tal método. Moisés sabía como no inclinarse a las murmuraciones de los hijos de Israel (Éxodo 17:3), pero también sabía escuchar el consejo piadoso de un hombre sabio como Yitro.

Así pues, aconsejado por Yitro, Moshé nombró hombres capaces como jefes de millares, de centenas, de cincuentenas y de decenas. (Éx 18:13-26.). Se organizó a la nación de modo que dispusiera de jefes autorizados para encargarse de casos de menor importancia cuando fuera necesario. En el método de Moisés para administrar, algunos tenían una mayor posición que otros. Pero aún Dios honró el fiel servicio de los jefes sobre diez como a los que sirvieron como jefes sobre mil. Funcionando así, los casos complicados o difíciles, o de importancia nacional, tenían que presentarse a Moisés o al santuario delante de los sacerdotes.

Estos casos difíciles tenían que ver con:

  • sospecha de la castidad de la esposa (Nú 5:11-31),
  • derramamiento de sangre después de una disputa (Dt 17:8, 9) y
  • acusación de sublevación contra un hombre, pero con pruebas confusas o sospechosas (Dt 19:15-20).

Los sacerdotes eran los que debían oficiar en los casos de asesinato no resuelto (Dt 21:1-9).

No había medio para apelar a un tribunal superior, pero si los jefes de decenas no eran capaces de resolver un caso, podían pasarlo a los jefes de cincuentenas, y así sucesivamente, o presentarlo directamente al santuario o a Moisés. (Éx 18:26; Dt 1:17;17:8-11.).

Puesto que los jueces tenían que ser hombres rectos que juzgasen según la ley divina, representaban a Yahvéh. Por lo tanto, el estar de pie delante de los jueces era como estar de pie delante del Eterno (Dt 1:17; 19:17; Jos 7:19; 2Cr 19:6).

Los jueces, y todo el tribunal que ellos conforman, están puesto sobre los ciudadanos autorizado por El Shadai (El Todopoderoso), ya que toda autoridad es puesta por Él, tal como lo enseñaba el apóstol Pablo a las comunidades mesiánicas de Roma:

Sométase toda persona a las autoridades que gobiernan; porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por permisión de Dios existen.”
(Romanos 13:1)  

Es muy importante tener en cuenta lo que la revelación divina enseña: lo que el juez dicte tiene que ser respetado como si hubiera venido directo del Cielo.  Ahora bien, la única ocasión cuando no se debe obedecer la sentencia de un juez es cuando no sigue las normas de la Torah.  Por eso es muy importante que un juez entienda su responsabilidad para juzgar según la justicia de Elohim (El Juez Supremo), y no según sus propios criterios personales.

En esta parasháh quedaba bien claro en la mente de Israel que Yahvéh es siempre el único Juez. Las personas dotadas por Él de autoridad no son más que representantes de Su Justicia. El pueblo del Eterno no está regido por un sistema político que se bastara a sí mismo, que se justificara a sí mismo. Israel es un pueblo libre. Pero no es un pueblo soberano. Es un pueblo que sirve al Señor con cada pensamiento y acción. Un pueblo en el que todo es avodáh (servicio sacerdotal). Un pueblo que ha sido liberado para que sirva con amor al Eterno. Un pueblo que será juzgado conforme a esta avodáh (servicio).

Así también, Israel comprendía con esto que Yahvéh anhela que el pueblo que ha experimentado la violencia de la opresión de los poderosos sobre los más débiles cuando estuvo en Mitzrayim (Egipto), no quiera más esta violencia entre ellos, y comprenda su vocación de hacer justicia y practicar misericordia, para organizarse como una nación perfecta.

Finalmente el consejo de gestión se hizo realidad; …“jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez”. Había 600 jefes de mil, 6,000 jefes de cien, 12,000 jefes de cincuenta y 60,000 jefes de diez, en total 78,600 jefes sobre los 600,000 varones en Israel. Esto nos enseña que hubo una estructura de jerarquía con una escala de autoridad que podemos apreciarla en el siguiente cuadro:

Podemos ver claramente que:

  • Cada uno de los jefes de diez estaba sujeto en obediencia a un jefe de cincuenta.
  • Cada uno de los jefes de 50 tenía cinco jefes debajo de sí y un jefe encima de sí.
  • Cada uno de los jefes de 100 tenía dos jefes debajo de sí y un jefe encima de sí.
  • Cada uno de los jefes de 1000 tenían diez jefes debajo de sí.
  • Sobre los 600 jefes de 1000 estaban los 70 ancianos que fueron escogidos como gobierno en Israel, el Sanedrín.
  • La cabeza del Sanedrín fue el sumo Sacerdote Aharón, que estaba sometido a Moshé rabenu.
Entonces: ¿Qué es una Congregación?

A partir de aquí, me siento en la responsabilidad de aclarar que la expresión “asamblea” o “congregación” que se usa en la Torah, en muchos casos significa todo el pueblo; pero así también las Sagradas Escrituras en otros momentos hablan de llevar causas judiciales delante de la asamblea o congregación. Cuando esto ocurre la expresión «asamblea» o «congregación» se refiere a los que representaban al pueblo, es decir, a los Elohim (jueces) [ver: Números 35:12, 24, 25 y Mateo 18:17].

Entonces, así como toda nación necesita este tipo de jueces para que haya justicia y paz en la sociedad, aquellos que somos hijos primogénitos del Eterno, debemos también generar espacios reflexivos que nos permitan revalorizar la autoridad espiritual, y esta delegada en jueces (oficiales de la asamblea que puedan juzgar con justo juicio en la Unción del Eterno).

Los Tribunales de Justicia en las Congregaciones del Mesías.

“Presten atención a sí mismos y a todo el rebaño, entre el cual el espíritu santo los ha nombrado superintendentes, para pastorear la congregación de Dios”
(Hechos 20:17,28)

Entendemos que aunque la autoridad seglar no ha conferido a las congregaciones del Mesías poderes para actuar como tribunal, cada asamblea sí puede tomar medidas contra los miembros cuya conducta requiera disciplina espiritual, y hasta puede expulsarlos de la congregación. Por ello, el apóstol Pablo dice a la congregación, es decir, a sus representantes, a los que tienen la supervisión (obispado), que deben juzgar a los que forman parte de la congregación (1Cor. 5:12, 13.)

Al escribir a las congregaciones y a los obispos, tanto Pablo como Pedro recalcan que los presbíteros (ancianos) deben estar muy atentos a la condición espiritual de la congregación y deben ayudar y amonestar a cualquiera que dé un paso imprudente o en falso (2Tim. 4:2; 1Pe. 5:1, 2; compárese con Gál 6:1).

En las comunidades mesiánicas del primer siglo estaba claro que los que causan divisiones (o sectas) tienen que recibir una primera y una segunda amonestación antes de que la congregación intervenga (Tit 3:10, 11.). De ellos, los que persisten en el pecado tienen que ser expulsados. De este modo se disciplina a los transgresores y se les muestra que su proceder pecaminoso no puede tolerarse en la congregación (1Tim. 1:20.).

El apóstol Pablo ordena a los hombres que tienen la responsabilidad de actuar en calidad de jueces en las congregaciones que se reúnan para escuchar problemas de esa naturaleza (1Cor. 5:1-5; 6:1-5.) Al hacerlo, solo deben aceptar la veracidad de la acusación sobre la base de dos o tres testigos, sopesar las pruebas sin prejuicio y no hacer nada movidos por parcialidad (1Ti 5:19, 21).

Es el mismo Yeshúa Rabenu quien mandó a sus discípulos que, si alguno pecaba contra otro, primero se esforzaran por arreglar el asunto entre ellos. Si no lo conseguían y la ofensa era de naturaleza seria, tenía que presentarse a la congregación, es decir, a los encargados de la dirección de la congregación (c.f. Mt. 18:15-17).

Pablo más tarde dijo a los discípulos de la ciudad de Corinto que debían zanjar las desavenencias de este modo y no recurrir a los tribunales seglares. (1Cor. 6:1-8).

Cabe aclarar aquí que cuando el Mesías instruye a sus discípulos a no juzgar, lo hace desde el punto de vista de la relación personal. Él dejó bien claro que en nuestra relación con el prójimo no está permitido juzgar al otro, pero ese no es el caso de un Beit Din (Tribunal de Justicia) oficiando en cada congregación. El contexto de Mateo capítulo siete habla de juzgar sobre los errores que uno ve en el prójimo. Cuando uno señala los errores del prójimo normalmente es una evidencia de que uno mismo tenga esos defectos en mayor escala. El que se molesta por la mota en el ojo de su hermano es el que tiene una viga en su propio ojo. Por lo tanto, de acuerdo con el yugo del Mesías, en la relación personal hay que ser muy cuidadoso de no juzgar sobre lo que uno piensa que son los motivos del prójimo. Normalmente no se sabe la razón detrás de los comportamientos de los demás. Sólo Yahvéh conoce los motivos del corazón y allí no tenemos el derecho de juzgar ni en el nivel personal ni en un tribunal humano. Por ello, el mismo Señor enseña que un tribunal humano sólo puede juzgar hechos concretos, no los motivos, ni las cosas ocultas.

Lo que el hombre hace en secreto será juzgado por el tribunal celestial que todo lo ve. Pero las cosas concretas pueden y deben ser juzgadas por un tribunal humano, siguiendo las normas establecidas por la Torah para ellas.

Delegar responsabilidades le permitió un respiro a Moshé y mejoró la calidad de gobierno sobre el pueblo. También sirvió para prepararlos mentalmente para el sistema de gobierno que tendrían en Canaán.

Si usted, que lee estas líneas se encuentra en una posición de liderazgo, tenga siempre en cuenta que delegar apropiadamente ciertas responsabilidades multiplicará la eficacia y eficiencia del ministerio que el SEÑOR le dio, y a la vez le otorga la oportunidad a otros de desarrollar sus dones y talentos en el área sagrada del servicio al propósito eterno de Dios.

Elevo mi oración rogando que el Eterno levante jueces maduros entre nosotros que puedan juzgar correctamente y poner justicia y paz en el pueblo.


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Pregunta Profunda: ¿Quién es el Espíritu Santo?… ¡He Aquí una Maravillosa Respuesta!

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El Espíritu Santo es Yeshúa en la Nube ofreciendo una tecnología cósmica a todos los hombres. Por eso, Él es quien nos da denuedo para la evangelización.

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El Espíritu Santo despierta la verdadera fe (emunáh) dentro del alma para que nuestra conciencia sólo vibre en lo milagroso.

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Busca más momentos de adoración para lograr experimentar su comunión con tu espíritu y logres escuchar Su Voz en tu conciencia dando testimonio de que eres hijo de Dios.

Quizás te preguntas: ¿Quién es el Espíritu Santo?

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La Vara de Aarón Florece: ¡El Proceso vale tanto como el Resultado!

Por P.A. David Nesher

«Al día siguiente, Moshé vino a la Tienda del Testimonio y he aquí que la vara de Aarón de la casa de Leví había florecido; le salieron brotes y frutos, y maduraron almendras.

(Números/Bamidbar 17:23)

En la parashá de esta semana hemos visto como Koraj, Datan y Aviram, y los 250 líderes de Israel se rebelaron en contra de la autoridad de Moshé y Aarón. Como resultado de su rebelión, se los traga la tierra.

Sin embargo, y a pesar de este juicio divino, muchos que resienten la muerte de Koraj y de sus seguidores, responsabilizando a Moshé de este mal.

Entonces, la «ira» de YHVH se manifiesta a través de una plaga que acosa a la nación, y que causa la muerte de miles de personas. Una vez mas, Moshé intercede en favor del pueblo, e instruye a Aarón para que expíe el pecado cometido, tras lo cual la plaga llega a su fin.

Luego, el Eterno ordena a Moshé que en el Tabernáculo (Mishkán) se coloquen varas con los nombres de las distintas tribus. 

Cuando Moshé entró al Mishkán a la mañana siguiente, la vara de Aarón estaba florecida con hojas, capullos, y almendras. Este milagro es muy singular ya que el mismo contenía otro dentro de él, pues notamos que los capullos no cayeron después de que la fruta apareció, como es usualmente el caso en lo natural. Más aún, el Nombre de Cuatro Letras del Eterno (Yud-Hei-Vav-Hei) fue milagrosamente grabado sobre la vara de Aarón como estaba grabado sobre el tzitz (vincha) del Kohén Gadol (Sumo Sacerdote). Con esto, las esferas celestes, demostraban que Aarón fue escogido como el Sumo Sacerdote, el que lleva el tzitz.

¿Por qué la vara de Aarón floreció?

En primer lugar, tenemos que aceptar que este milagro indicaba que la Shejiná imbuye aún a objetos inanimados de vida y les causa brotar. El hecho de reverdecer, nos habla de una especie de resurrección. Nada puede salir de algo seco y muerto, pero había algo como un imposible, nació de nuevo la vida. Nos enseña la unión entre la materia y el espíritu; la realidad nueva que surge cuando un pedazo de madera toma vida y se llena de sentido. Sin embargo, y más relevante, nos enseña la importancia del trabajo y la superación en la espiritualidad. ¡Ese es el poder del kehunáh (sacerdocio) que el Eterno ha otorgado a sus hijos primogénitos!

En segundo lugar, debemos saber que cada vez que vemos almendras, en conexión con una profecía o milagro, simbolizan que el Todopoderoso causará Su decreto de prisa. Así el Eterno insinuaba que cualquiera usurpador del kehunáh (sacerdocio) sería instantáneamente castigado. Así lo vemos demostrado en el caso del Rey Uziahu, cuando él entró al Beit Hamikdash (Sagrado Templo de Jerusalen) para realizar el Servicio sacerdotal, fue inmediatamente afligido con tzaraat (tipo de lepra).

Finalmente, regresando al pasaje que estamos considerando, vemos que después de la entera serie de señales y milagros, todos los israelitas fueron convencidos de que la profecía de Moshé era cierta en todos los detalles.

El bastón de Aarón nunca se marchitó; su tallo, capullos, y almendras permanecieron siempre verdes. El Eterno le ordenó a Moshé colocarlo cerca del arón como un testimonio para generaciones futuras de que, de todas las Tribus, Leví fue escogida para cuidar el kehunáh.

El sabio intérprete Rashé explica que la vara de Aharón debía ser puesta en el medio, porque el “medio” hace alusión a la armonía, no inclinándose ni a hacia un lado ni hacía el otro lado. Así pues, dice Rashí, “Aharón” representa al verdadero servidor del Eterno, quien tiene que procurar estabilidad, “medio”, no siendo por demás bondadoso, ni por demás riguroso. Así es como la Torah ayuda a la persona a seguir el camino de liderazgo armónico de Aharón.

Ahora bien, me resulta interesante compartirles la explicación que otros sabios dan al descodificar este milagro. “Aharón” hace referencia a la bondad o benevolencia (Jesed), mientras que “la casa de Leví” hace referencia a la severidad o restricción (Guevuráh).

Por eso, al leer “le salieron brotes y frutos, y maduraron almendras”, es necesario aceptar que para obtener bendición celestial de concreta en este mundo físico, se necesita que la bondad esté unida a su raíz la restricción que permite entendimiento del diseño original; eso estaría encriptado en la frase: “Aarón de la casa de Leví”.

Toda la bondad de Aarón provenía de la Torá de “Moshé”, quien pertenecía a  la tribu de Levi.

Con esto cada israelita comprendió que recién cuando la persona se comporta con una bondad basada en el esfuerzo de meditar la Torah, es cuando ella obtiene que las bendiciones se materialicen en compensaciones y beneficios materiales.

El Eterno no sólo quería que Su Pueblo apreciáramos el producto final ya terminado, sino el proceso para obtenerlo. Él quería recordarnos que, con la Torah en la mente y el corazón, el esfuerzo y el proceso son tan importantes como el resultado.

La diferencia entre Koraj y Moshé, Aharón y los otros levitas no era el sacerdocio o la profecía; sino la dedicación de una vida entera dedicada a la búsqueda de la Voluntad divina. Su espiritualidad era mucho más profunda porque le habían dado mayor seriedad y mayor trabajo a su relación con la Divinidad. Si bien todos aquellos integrantes de Israel tuvieron profecía en el Monte Sinaí, y si bien todos escucharon a Dios; ninguno tuvo lo que Moshé y Aharón, porque la profecía que obtuvieron fue un regalo sin proceso; mientras que la de sus líderes fue el resultado de todo un esfuerzo a lo largo de años. Con este milagro, el Eterno nos recuerda que la Torah y sus mitzvot (mandamientos) hay que cuidarlas, plantarlas y trabajarlas como se cuida un árbol antes de que den frutos.

En síntesis, el milagro de las vara de Aharón (o tribu de Leví) mostró quién había sido escogido para entrar en la presencia del Eterno como representante de todo el pueblo. ¿En qué consistía el milagro? En la manifestación de vida en algo ya muerto. Las varas de cada uno estaban hechas de madera. La madera está muerta. Ahora la madera muerta de la tribu de Leví recibió vida nueva. El poder de la resurrección era la señal que muestra quién tiene el derecho a ser sumo sacerdote en la Tierra.

Lo mismo sucedió con el Gran Sumo Sacerdote Celestial. La vida de resurrección es la evidencia celestial de quién ha sido escogido para acercarse al Eterno en el Mishkán Celeste.

¡Yeshúa no está muerto!… ¡Él ha sido levantado de entre los muertos y vive para siempre! ¡Su vida habla por sí misma! ¡Él es el escogido para ser el Mesías, primero como Kohen celestial, y luego como Rey en la Tierra, desde la Nueva Jerusalén!… ¡Y ese día está cada vez más cerca!

Por eso, desde este estudio, te invito a que busques y sométete a los líderes que muestran señales de la vida de resurrección mesiánica, que son capaces de transformar vidas para bien. ¡Ellos tienen acceso al Eterno!

Con todo esto que te he escrito, anhelo que tu alma se predisponga a realizar día a día esa restricción que te permite esforzarte para así alcanzar el premio del supremo llamamiento de Dios en Yeshúa, el Ungido.

Shalom!

El Velo y la Cobertura Profética de la Mujer

«Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.
Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza.
Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra»
…Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.

(1 Corintios 11:3-6; 15)

En el sistema de la Gracia divina todos somos iguales.

En el sistema de Gobierno sí existe jerarquía de potestad.

La Gracia jamás puede desplazar al Reino del que proviene. Por el contrario, la Gracia permite que el Gobierno del Eterno se manifieste sobre la Tierra igual como se hace en los Cielos.

Por eso, es importante acercarnos a las Escrituras del Nuevo Pacto con una visión de águila que nos permita entender que todo lo que está en los libros de la Antigua Alianza apunta a que el Hijo del Eterno se manifestara como la revelación última de todo el diseño redentor de nuestro Abba kadosh.

Este video es la Segunda Parte del que encabeza esta bitácora: 

Jetro y Su Consejo de Gestión Celestial: El Tribunal de Elohim

Por P.A. David Nesher

«Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.
Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo:
¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?
Y Moisés respondió a su suegro:
Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.
Entonces el suegro de Moisés le dijo:
No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo».

(Shemot/Éxodo 18: 13-16)

Los hombres llamados por Dios para liderar siempre están en peligro de abarcar más de lo que ellos son capaces.”
(Morgan)

Hemos estudiado que Moshé, en virtud de los acontecimientos pasados, había quedado constituido en jefe de la nación y, por tanto, en juez. Ese papel le había sido negado por uno de sus compatriotas (Ex. 2:14) y ahora lo está ejerciendo con todo derecho.

Moshé es el juez de todos los pleitos que entre los israelitas se suscitaban. Estos eran muchos, y sobre todo largos; pues, aparte de que todos los seres humanos sabemos ser elocuentes cuando se trata de defender los propios derechos, resulta que los orientales poseen en esto una elocuencia inacabable. Por esto, toda esta situación se convertía para Moshé en una carga muy grave.

Ahora bien, entendemos que la gratuidad, la solidaridad y la subsidiariedad son las tres claves de la convivencia en una comunidad, y las tres provienen de la vida familiar. Desde el deber ser mismo, en las familias, todos deben contribuir al proyecto común, todos deben trabajar por el bien común, sin anular al individuo; sino más bien sosteniéndolo y promoviéndolo. Esto enmarcara la conciencia virtuosa de la justicia, que permitirá a cada varón y cada mujer surgir de su entorno como miembros que aportan respuestas para construir la gran comunidad que los contiene: la nación.

También sabemos, de acuerdo a la revelación escritural, que el alma humana tiene una inclinación a lo bueno y una inclinación a lo malo dentro de sí. Yetzer Hará es el término hebreo utilizado en las Sagradas Escrituras para describir a la inclinación mala. Esta tendencia a lo malo  es egoísta y sólo busca sus propios beneficios. El yetzer hará es una fuerza negativa programada en nuestra mente y corazón, conocida como «deseo de recibir sólo para sí» (en hebreo «ratzon atmutz» o «ego» en griego). Por causa del Yetzer Hará surgen conflictos y guerras entre los hombres. Mientras haya una inclinación mala en el ser humano surgirán conflictos entre las personas, y la justicia será reclamada para asegurar el orden social.

Teniendo en cuenta esta fuerza negativa de nuestra alma que se opone a cada esfuerzo que hacemos por cambiar, el sabio Salomón expresó:

El corazón del hombre piensa su camino;
más Yahvéh endereza sus pasos.

(Proverbios 16:9)

Aquellos de ustedes que son padres y tienen más de un hijo pronto se dan cuenta de qué es lo que estoy exponiendo. Innumerables son las veces que han tenido que actuar como jueces cada vez que sus hijos tenían algún conflicto entre ellos que no podían resolver solos. En una familia es normal que los padres tengan que juzgar a sus hijos todos los días para poner orden, paz y justicia entre ellos. Es importante que los padres conozcan la Torah para poder aplicarla en la relación entre sus hijos. No se puede permitir el abuso, la violencia, el hurto, el lenguaje feo y demás comportamientos malignos en los niños. Los padres tienen la responsabilidad de corregir todo comportamiento que no esté de acuerdo con la Torá en sus hijos. Por eso no es bueno dejar a los hijos en manos de otros hasta que los niños hayan pasado varios años en un ambiente de casa dirigida por la Instrucción del Eterno y donde hay una atención personal para cada hijo mucho mejor que en una guardería.  La Torah rige y donde hay una atención personal para cada hijo.

EL SISTEMA DE TRIBUNAL DE JUECES ES UN DISEÑO DE GESTIÓN INSPIRADO POR ELOKIM.

Teniendo en cuenta al ejemplo doméstico que expuse en el párrafo anterior, entendemos que el sistema de jueces es un diseño divino necesario tanto en la familia, como en la sociedad. Los conflictos surgen entre las personas que componen una comunidad y generalmente ellas no saben, ni pueden darles por sí solas algún tipo de resolución. Por ello, hace falta un juez que juzgue con justo juicio, y dicte así una sentencia justa.

El derecho y la justicia constituyen el fundamento indispensable de la vida comunitaria del Pueblo de Dios. Este derecho y esta justicia echan sus raíces tanto en la rectitud natural exigida por la conciencia humana sana como en las costumbres recibidas y aprobadas ente los hombres. Lo más fuerte de esto es que en el Pueblo de Dios, es el Eterno quien dirige y juzga. Por lo tanto, las relaciones de los miembros de la comunidad no son solamente naturales. Sin que se orientan también, y por cierto de manera primordial, hacia Yahvéh. Las palabras y las acciones de los hombres son, ante todo, relaciones con Yahvéh y han de enfocarse con la voluntad del Eterno.

Yitró se maravilla de la tarea  de Moshé, pero no entiende por qué debe hacerla él solo. La respuesta de Moshé da una clave a este asunto: el pueblo viene a mí para consultar a Dios. Para conocer el pensamiento, la voluntad y el juicio de Yahvéh, hay que «consultarlo» (hebreo «derash«) y escuchar Su Palabra. 

La expresión «derash» significa también buscar e investigar, y deja bien claro, desde la boca de Moshé, que la justicia en Israel se entendía no como una disputa secular, sino como un pleito que debía resolver Yahvéh, desde su paternidad, para lo que se requería de una persona que pudiera establecer ese contacto con lo divino.

Evidentemente la revelación aquí nos enseña que el Eterno habla por medio de los hombres a quienes ha escogido, por un orden, una jerarquía, que es, al mismo tiempo, la jerarquía de la autoridad, de la responsabilidad y del servicio. Dios no se desinteresa, ni mucho menos, de los asuntos de «este mundo». El Eterno está cerca de todos. Está cerca de las personas modestas. A todos los tiene en sus manos. Y, por medio de las personas constituidas en autoridad, resuelve las causas más insignificantes. Pero siempre conforme a un orden de valores.

El juez está puesto sobre los ciudadanos en lugar del Todopoderoso. Lo que el juez dicte tiene que ser respetado como si hubiera venido directo del cielo. La única ocasión cuando no se puede obedecer la sentencia de un juez es cuando no sigue las normas de la Torá. Por eso es muy importante que un juez entienda su responsabilidad para juzgar según la justicia y no según sus propios criterios personales.

Dado el gran número de personas que conformaban la población de las doce tribus de Israel, salidas de Mitzraim (Egipto) es lógico asumir la existencia cotidiana de asuntos y preguntas sobre interpretaciones de la convivencia las cuales debían de resolverse. Aparentemente Moisés era el único juez reconocido de la nación. El trabajo de escuchar cada caso lo tenía ocupado desde la mañana hasta el crepúsculo. La expresión “se sentó Moisés a juzgar…el pueblo estuvo delante de Moisés” es totalmente descriptiva de un proceso judicial de entonces. El sentarse… estar de pie son términos técnicos de la ley semítica, el cual denota al ‘juez’ y al ‘litigante’ respectivamente. Debido a que Moisés conocía al Eterno y a Sus leyes, él era capaz de resolver justamente las disputas entre los hijos de Israel. Pero el llevar toda la responsabilidad sobre sí mismo era una carga masiva.

Yitró  (Jetro) observó esto y cuestionó a Moisés sobre el asunto diciéndole: “¡No está bien lo que haces!”. No era que Moisés era incapaz de escuchar los asuntos; no era que a él no le importara los asuntos; no era que el trabajo se pusiera en medio de él, y tampoco era que el pueblo no quería que Moisés escuchara sus asuntos. El problema era simple, era mucho trabajo para que Moisés lo pudiera hacer. Sus energías se gastaban de una manera imprudente, y la justicia era retrasada para muchos en Israel.

Moshé necesitaba delegar. De una manera similar, y seguramente considerando este pasaje de la Torah, los apóstoles insistieron que ellos debían de delegar autoridad de servicio (diakonal) para que ellos no tuvieran que abandonar su vocación magisterial de la palabra del Eterno y la oración por el servir a las mesas (Hechos 6:2-4). Esta actitud apostólica fue tomada del ejemplo sacado de Moisés escuchando humildemente el consejo de su suegro.

Según Yitró lo correcto que Moshé debía hacer primordialmente era ejercer su vocación celestial: orar y enseñar:

  • “Está tú por el pueblo delante de Dios” (oración intercesora): Este era el primer paso esencial para que Moisés delegara efectivamente. Él debía de orar por el pueblo; Moisés debía de someter los asuntos a Dios. La oración era un aspecto esencial del liderazgo de Moisés en el pueblo.
  • Enseña a ellos las ordenanzas y las leyes(magisterio): Para que Moisés pudiera dirigir y delegar efectivamente, él debía de enseñar la Instrucción de Dios no solamente a aquellos que escucharan los asuntos, sino a aquellos que pudieran tener nuevos asuntos después.

Así Yitró le deja bien en claro a Moshé que la organización que está a punto de construir no significa que delegará en otros la función de mediador con Dios, ni dejará en manos de ayudantes la tarea fundamental de educar en las leyes y de orientar en las decisiones centrales de la vida. Esa tarea le ha sido encomendada por el Eterno a Moshé y permanecerá bajo su responsabilidad.

Si el pueblo conociera la Instrucción de Dios, entonces muchos asuntos pudieran ser resueltos inmediatamente. Pero también, si el pueblo conociera la Torah, ellos no serían desalentados si no pudieran traer el asunto delante de Moshé mismo. Por el contrario, ellos sabrían que las personas que Moisés delegó podrían darles consejo de la sabiduría de Dios.

El anciano Yitró conocía el error mortal presente en el liderazgo: los hombres llamados por Dios para liderar siempre están en peligro de abarcar más de lo que ellos son capaces.

Reuel, el nombre original del suegro de Moshé llamado también Jetro, era un hombre experimentado que aconsejó sabiamente a Moshé, sobre el establecimiento de una estructura gubernamental autóctona que no dependiera  únicamente de una persona, pero sí de un aprendizaje de las leyes y la distribución de las mimas entre los diferencias líderes.

Es importante señalar que cuando Moshé fue aconsejado por su suegro Yitró a constituir jueces sobre el pueblo, no era suficiente que los jueces fueran “capaces”, lo que implica tener cualidades de liderazgo y de administración, sino que fueran “temerosos del Todopoderoso”. La cualidad de temor del cielo es sumamente importante a la hora de juzgar de acuerdo a la cosmovisión bíblica. Un juez que no teme al cielo se vuelve corrupto y caprichoso. Además tenían que ser “hombres veraces”, aborrecedores de la mentira. La última cualidad de un juez es que tenga aborrecimiento a las ganancias deshonestas, a la corrupción (Proverbios 10: 2). De esto Moshé aprendió que la delegación falla si el trabajo no es puesto en manos capaces, en hombres piadosos.

Todo este consejo de administración dejaba bien sentado que Moisés debía de cumplir una función esencial como líder: el de desarrollar e implementar nuevos líderes que impartieran justicia y garantizaran la equidad de las relaciones en la nación. Cabe aquí la cita: “No hay mejor arte en el mundo que el de desarrollar la latente capacidad de aquellos que nos rodean al unirlos a un servicio útil.” (Meyer)

El apóstol Pablo, influenciado por este pasaje, le dio el mismo consejo a Timoteo:

Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros
(2 Timoteo 2:2)

La delegación de autoridad es uno de los instrumentos clave y esenciales en el desarrollo de cualquier modelo de gestión. Para que Moisés pudiera efectivamente delegar, él debía aún de supervisar y liderar a aquellos debajo de él. El delegar es el ejercicio de liderazgo, no el abandonarlo.

Yitró le aseguró a Moshé que este sistema judicial sería muy beneficiosos para todos y fortalecería el proyecto celestial de liberación. Primero para Moisés mismo al decirle: “…tú podrás sostenerte”: Esta era la primera recompensa de una delegación efectiva. Moisés podría disfrutar más la vida y sería capaz de hacer su trabajo mejor que antes, evitando el cansancio de resolver cada asunto. Pero también aseveró: “… y también todo este pueblo irá en paz a su lugar”: La segunda recompensa era de que el pueblo podría ser servido efectivamente. Se dice que la justicia retrasada es una justicia negada, y los asuntos en Israel podrían ser prevenidos o resueltos por los mismos individuos (al enseñar la ley de Dios), o resolverse por los líderes puestos por Moisés.

Este método también tenía la ventaja de resolver los asuntos rápidamente debido a que el pueblo no necesitaba esperar en la fila por Moisés. Entre más dura la controversia peor se vuelve el enredo, las palabras son más ásperas, y más espectadores se envuelven en el asunto. Si la gente siente que no se hace justicia a sus reclamaciones y que sus pleitos se postergan indefinidamente, comienzan a dudar de la solidez de la nueva sociedad que están construyendo. Por ello Yeshúa enseñó que apenas aparece un conflicto de convivencia comunitaria debemos de ponernos de acuerdo con nuestro adversario rápidamente (Mateo 5:25).

El relato destaca que Yitró condujo a Moshé a darse cuenta de que la justicia es el punto central del sistema que propone Yahvéh, y de que sino funciona de acuerdo a lo que el Eterno manda (v. 23), el tejido social se derrumba hacia dentro y todo el proyecto social mesiánico queda sin fundamento.

Considerando este consejo, no hay duda que D.L. Moody tenía razón al afirmar: “Es mejor el poner a cien hombre a trabajar que hacer el trabajo de cien hombres.”

Con sinceridad, amistad y servicio de amor: P.A. David Nesher


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