Luna Nueva

Una Obra Revolucionaria de la Astronomía: El Calendario Hebreo corregido

Por Irving Gatell

El Calendario Hebreo es una de las obras de ingeniería astronómica más avanzadas que hay, ya que se basa en una profunda comprensión de la relación entre los ciclos solares y lunares.

Dicho equilibrio entre ambos ciclos es obligatorio porque la Torá establece (Génesis 1:14-16) que “los días, las estaciones y los años” tendrían que medirse por medio de las dos lumbreras: la mayor, que gobierna el día (es decir, el Sol), y la menor, que gobierna la noche (es decir, la luna).

En plena coherencia con ello, el Calendario Hebreo siempre se basó en dos parámetros muy sencillos: los inicios de mes se marcan con los ciclos lunares (concretamente, con la aparición de la Luna Nueva), y la festividad de Pésaj (Pascua) se celebra en la temporada de Aviv (primavera; específicamente, se refiere al momento en el que ya maduró la cosecha de cebada).

Para entenderlo mejor, comparemos este equilibrio del Calendario Hebreo entre los ciclos solares y lunares, con lo que sucede en los calendarios islámico y gregoriano. En el calendario del Islam, la norma es estrictamente lunar. El Sol no cuenta para determinar absolutamente nada. Por ello, los doce meses del año alternan su duración entre 29 y 30 días (porque el ciclo lunar dura, en promedio, 29.56 días, de tal modo que dos meses tienen un total de 59 días), lo que nos da un total de 354 días al año. En consecuencia, cada tres años el calendario islámico lunar tiene un mes más que el calendario gregoriano solar; por lo tanto, cada 36 años se habrán acumulado 12 meses extras, por lo que mientras que en el calendario Gregoriano habrán pasado 36 años, en el musulmán habrán pasado 37.

En el otro extremo, el hecho de que el calendario solar usado por la cultura occidental (conocido como Gregoriano) no use a la luna como referente para absolutamente nada, hace que los inicios de mes (1 de Enero, 1 de Febrero, etcétera) no tengan ninguna relación con el ciclo lunar.

El Calendario Hebreo es un punto intermedio entre ambas situaciones. Los meses comienan con la Luna Nueva, pero hay que cerciorarse de que la Pascua se celebre en primavera. Si sólo se usara el cómputo del ciclo lunar, pasaría lo mismo que con el calendario islámico: años de 354 días que provocarían que, apenas en 3 años, la Pascua se hubiese desfazado en por lo menos 33 días, con el riesgo de celebrarse en invierno. A más tardar en 12 años, la Pascua se estaría celebrando en otoño, y así sucesivamente.

¿Cómo se arreglaba esto en la antigüedad? De un modo simple, aunque poco eficiente: por observación. Las autoridades judías tenían a personas encargadas de corroborar que el primer filo de la Luna Creciente había aparecido en el cielo para declarar el inicio de cada mes. Cuando llegaba la Pascua, lo único que había que corroborar es que la cebada estuviese madura. Si la diferencia promedio de 11 días entre el año lunar y el año solar ya había provocado el desfase estacional, y se cumplían 12 meses desde la última Pascua pero aún no había madurado la cebada, simplemente se decretaba que había que esperar un mes más. De ese modo, cada cuatro años en promedio, una Pascua se celebraba 13 meses después que la otra.

Por supuesto, el conteo basado en la observación tiene sus límites, porque puede ser afectado por muchos factores. El más simple en este caso sería un cielo nublado que no permita ver en qué momento aparece el primer filo de la Luna Creciente. Dicha situación se vuelve la norma en las temporadas de lluvias. Otros factores más complejos hacían del asunto algo todavía más difícil: una invasión enemiga que destruyera las cosechas de cereales y luego no se tuviera modo de saber si estas ya habrían madurado o no, o comunidades judías viviendo aisladas en el exilio en un país lejano, sin saber si la Luna Creciente ya se podía ver en la tierra de Israel, o si la cebada ya había madurado.

Por ello, como en todos los sistemas calendáricos, poco a poco se dejó de usar el sistema de observación y se pasó a usar el del cálculo astronómico.

Al respecto hay un curioso mito, surgido de la incomprensión de muchas personas sobre cómo funciona la ciencia astronómica: se cree que hacia el año 358 EC, Hillel II “cambió el Calendario Hebreo”. Eso es falso. Hillel II no introdujo ningún cambio, porque los meses inician en la Luna Nueva y la Pascua se celebra en primavera, exactamente igual que hace miles de años.

Lo que –se supone– introdujo Hillel II fue el sistema de cómputo astronómico para que todos los judíos, sin importar en dónde vivieran ni que circunstancias meteorológicas tuvieran, pudiesen saber sin problemas cuándo serían los inicios de mes, y cuándo habría que celebrar la Pascua, el Yom Terúah (Rosh Hashaná) y el Yom Kippur, sin riesgo de cometer errores.

Esta suposición asume, además, que Hillel II aprovechó lo mejor de la ciencia astronómica de su tiempo, y diseñó un cálculo basado en el llamado Ciclo Metónico. Metón de Atenas (nacido hacia el año 460 AEC) fue quien estableció los cálculos para determinar que cada 19 años, la Luna se encuentra prácticamente en el mismo punto en relación al Sol y la Tierra, salvo por una diferencia de dos horas (que, en este tipo de casos, es algo ínfimo). Hillel II habría tomado esta información para diseñar un sistema que permitiese, sin margen de error posible, hacer los cálculos calendáricos exactos para las necesidades teóricas y religiosas del Calendario Hebreo.

De ese modo, se determinó que cada 19 años se agregarían meses extras en los años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 del ciclo. A estos años se les llama “embolismales”, término que equivale a “bisiestos”.

Dicho ajuste no es suficiente para que las Lunas Nuevas correspondan perfectamente a los inicios de mes. Por ello, Hillel II estableció una normatividad secuenciada para agregar o quitar un día en determinados momentos del año. Esa es la razón por la que, por ejemplo, el mes de Jeshván puede tener 29 o 30 días, dependiendo del año.

De ese modo, el año hebreo puede tener 354 días o 384 días, dependiendo si es normal o embolismal (es decir, con 12 o 13 meses). Pero si además corresponde agregar o quitar un día, puede tener 353 o 355 en los años normales, o 383 y 385 en los embolismales.

Ingeniería astronómica de lo más elevado. Gracias a este Calendario Hebreo “corregido”, podemos prever con cuanta anticipación queramos qué años van a ser embolismales, en qué años se va a agregar o quitar un día, con la garantía de que los inicios de mes siempre se van a celebrar en el momento de la Luna Nueva, y que la Pascua siempre va a celebrarse después de la maduración de la cebada. Es decir: funciona exactamente igual que en la antigüedad; la diferencia es que ahora entendemos cómo funciona la relación entre la Tierra, la Luna y el Sol.

Pero hay una serie de datos que han salido a la luz últimamente, y que nos obligan a reconsiderar muchas de nuestras creencias respecto al Calendario Hebreo Corregido y el papel que Hillel II jugó en dicha corrección. Estos replanteamientos han sido explicados en las investigaciones de Richard Fiedler.

Lo primero que Fiedler nos señala es que Hillel II señaló, según el Talmud, que el sistema de 19 años que usó para sistematizar el cálculo astronómico del Calendario Hebreo “lo aprendió de sus padres”.

¿Es esto posible? Hoy sabemos que sí. Los estudios de Richard Parker y Waldo Dubberstein de varias tabletas de arcilla recuperadas en Babilonia han demostrado que, hacia inicios del siglo V, los babilonios ya usaban el ciclo de 19 años usado posteriormente por Hillel II. Es decir: ya aplicaban la noción de agregar un mes extra específicamente en los años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 para empatar 19 años lunares con 19 años solares. Entonces, desde esta óptica Hillel II no habría diseñado este sistema. Realmente lo habría aprendido de sus ancestros y se habría limitado a aplicarlo al Calendario Hebreo.

Por cierto: los babilonios ya usaban el sistema hacia el año 490 AEC. Metón de Atenas nació hacia el año 460 AEC. Eso significa que Metón tampoco habría sido el verdadero descubridor del Ciclo Metónico. Los babilonios se le adelantaron.

Pero hay más. Fiedler se preguntó si dicho sistema de cálculo astronómico sólo empezó a usarse en el Judaísmo desde las épocas de Hillel II (siglo IV EC), o antes. Y la respuesta la halló en el propio calendario.

Según la Guemará, el mes lunar tiene una duración de 29 días, 12 horas y 793 halakim. Los “halakim” son la medida temporal que se usaba en las antiguas culturas semíticas en lugar de nuestros modernos “segundos”. Según los conocimientos astronómicos antiguos, una hora tiene 1,080 halakim. Si tomamos en cuenta que una hora tiene 3,600 segundos, entonces un halakim equivale a un poco más de 3 segundos.

Fiedler entendió algo tan simple como lógico, pero que puede pasar desapercibido fácilmente: en el momento en que un grupo de sabios judíos debió iniciar con la aplicación del sistema “corregido” del Calendario (es decir: ciclos de 19 años, años embolismales en 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19, y ciclos lunares medidos en 29 días, 12 horas y 793 halakim), debió iniciarse con una “cuenta cero”.

¿A qué me refiero con esto? Primero, a que había que escoger un punto en donde comenzar la cuenta. Es decir, un momento donde comenzaran AL MISMO TIEMPO el halak número 1, la hora número 1, el día número 1, y el mes número 1, del ciclo de 19 años. Obviamente, no me refiero al inicio de la Creación (ese es otro tema); me refiero al inicio del uso del sistema calendárico corregido y basado en el cálculo astronómico.

¿Qué evento podía ser lo suficientemente relevante para marcar ese inicio? Obviamente, no podía ser simplemente cualquier día. Para efectos de que todo el sistema cuadre adecuadamente con sus objetivos de predicción calendárica, el inicio es Rosh Hashaná: la Luna Nueva de Tishrei.

La Luna Nueva es el momento en el que hay una conjunción entre la Tierra, el Sol y la Luna. Es decir: están alineados de tal modo que la sombra de la Tierra cubre por completo a la Luna y esta no es visible. Cuando dicha conjunción se rompe, aparece el primer filo de la Luna Creciente.

¿Cuánto tiempo pasa entre la conjunción de la Luna Nueva y la aparición de la Luna Creciente? Es variable. En promedio, los cálculos indican que unas 32 horas, si bien se han dado ocasiones en que ha sido mucho menor el lapso. Lo menos que se tiene registrado son 9 horas.

Esto tiene una implicación interesante: nos ayuda a determinar cuándo pudo ocurrir un punto cero en la cuenta de los años, los meses, los días, las horas y los halakim. Es decir, cuándo pudo iniciar la aplicación del Calendario Hebreo Corregido.

La conjunción es imposible de observar, debido a que por la sombra de la Tierra, la Luna es absolutamente invisible. Pero lo que se puede observar es la aparición del primer filo de la Luna (que en hebreo se llama MOLAD). ¿En qué momento podría tratarse de un punto cero? En el que la puesta de Sol con la que inicia algún mes coincide con la aparición del Molad de la Luna Nueva. Ese es el único momento del año en el que tiene sentido comenzar a contar “hekal número 1, hora número 1, mes número 1, año número 1” del ciclo de 19 años.

Pero las cantidades no son múltiplos exactos entre sí. Es decir: 19 años después se comenzaría otra vez con un año número 1, un mes número 1 y una hora número 1, pero no con un hekal número 1. ¿Por qué? Porque el mes lunar tiene un sobrante de 793 hekalim. Por lo tanto, el ciclo completo de 19 años habría acumulado 157,807 hekalim. Por supuesto, hay que recordar que una hora tiene 1,080 hekalim, así que hay que seguir ajustando las cuentas.

Seis días exactos tienen 155,520 hekalim, mismos que –obviamente– estarían integrados en la cuenta de los 19 años. Así que sólo nos están sobrando 2,287 hekalim, que corresponden a dos horas y 127 hekalim.

Es decir: si X año el filo de la Luna Nueva apareció en el momento de la puesta de sol, 19 años después el filo de la Luna Nueva aparecerá un poco más de dos horas después de la puesta de Sol. Esos son los 2,287 hekalim de diferencia.

¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que el filo de la Luna Nueva vuelva a aparecer exactamente en el momento de la puesta de Sol? Fiedler se lanzó a hacer los cálculos gracias a toda la información astronómica que tenemos, y encontró que esto sucede sólo cada 2,096 años. Es decir: sólo cada 2,096 años se vuelve al punto cero de la cuenta y se empieza con el primer año, el primer mes, el primer día, la primera hora y el primer hekal del nuevo ciclo de 19 años.

A Fiedler no le costó trabajo seguir con sus cálculos. Simplemente, le bastó ubicar la puesta de Sol con la que empezó cada mes de cada año (algomuy laborioso, pero relativamente fácil de hacer hoy en día gracias a toda la información que tenemos), y medir la diferencia en hekalim que hubo con la aparición del primer filo de la Luna Creciente. Con esos datos en la mano, se lanzó hacia atrás en el tiempo para encontrar el momento en que aconteció la última cuenta cero. ¿Por qué? Porque ese sería el momento en el que se habría comenzado a usar el sistema de cálculo de Hillel II.

Pero lo que encontró fue desconcertante: la última vez que se comenzó la cuenta en un punto cero fue el jueves 23 de Marzo del año 1306. Es decir, casi mil años después de Hillel II. La fecha anterior que corresponde a un punto cero corresponde al viernes 16 de Julio del año 791 AEC; y la anterior corresponde al lunes 9 de Noviembre del 2887 AEC.

Las fechas primera y tercera están descartadas. En el año 1306 los judíos teníamos casi mil años –por lo menos y hasta donde se sabía– de estar usando el sistema corregido de Hillel II. Y en el año 2887 AEC, los Sumerios apenas estaban desarrollando la primera cultura mesopotámica y faltaba mucho para la aparición de los Hebreos.

Luego entonces, no hay alternativas: el sistema corregido que usa el Calendario Hebreo se comenzó a usar el viernes 16 de Julio del año 791 AEC, año en el que el reino de Samaria era gobernado por Joás de Samaria (no confundir con Joás de Judá), y en Jerusalén reinaba Amasías (el hijo de Joás de Judá).

Tiene mucha lógica por dos razones históricas: si bien la cuenta cero puede empezar cualquier día, resulta más verosímil que haya comenzado un viernes al ponerse el Sol, porque es el inicio del Shabat, el día más significativo para los judíos.

Y el otro detalle es que durante el reinado de Joás de Judá (835-796 AEC) se llevó a cabo una profunda revolución religiosa que, a juicio de muchos historiadores, fue la que definió el perfil histórico que, hasta la fecha, es la esencia del Judaísmo. Entonces no es de extrañar que Joás hubiese comenzado con los preparativos para llevar esa reforma al Calendario, pero que estos sólo estuvieran listos hasta cinco años después de su muerte.

Lo interesante es esto: los babilonios comenzaron a usar el sistema de 19 años con meses añadidos en los años 3, 6, 8, 11, 14, 17 y 19 hacia el año 490 AEC. La evidencia recuperada por Fiedler demuestra que en el antiguo Israel el uso de este sistema calendárico comenzó tres siglos antes. Tomando en cuenta que los babilonios conquistaron Judea en el año 587 AEC, resulta notable que casi un siglo después ya estuvieran usando el mismo sistema.

Entonces, no fue Israel quien aprendió de Babilonia el modo de organizar los años lunares en ciclos de 19 años, con todos sus sofisticados detalles. Fue al revés: los Babilonios lo aprendieron de los antiguos israelitas.

Por supuesto, la propuesta de Fiedler es controversial, pero tiene un punto a favor que, personalmente, me parece contundente: astronómicamente hablando, sus cálculos para las fechas en las que comienzan lo que podemos llamar “cuentas cero” son correctos. Y una cuenta cero es, por definición, el único momento donde tiene lógica el inicio del conteo.

Por lo tanto, la única posibilidad de imaginar a un grupo de judíos diciendo “vamos a empezar a contar los ciclos de 19 años el próximo Shabat, porque ese día el Moled de la Luna coincidirá con la puesta de Sol”, fue un viernes 16 de Julio del año 791 AEC.

Eso significaría un par de cosas, por lo menos: el sistema que rige al Calendario Hebreo no se inventó en Babilonia. Se inventó en Israel. Y, por lo menos desde entonces, seguimos contando correctamente la secuencia de seis días de trabajo y uno de reposo.

Las ordenanzas de la Torá están cumplidas: usamos las luminarias –ambas– para contar los días, los meses y los años.

Y la promesa es fiel: el Shabat ha guardado a Israel.


Fuente: Enlace Judío


Bitácora Relacionada:

El Salmo 104 es la Clave para Inaugurar cada Mes (en el Rosh Jodesh)

Ha sido siempre una costumbre en Israel que cuando comienza el mes hebreo, recitar el Salmo 104, obra maestra de la poesía. [Aquí cabe decir que vale la pena leer este salmo en el original].

El salmo 104 es una de las celebraciones más notables, en la poesía bíblica, de YHVH como creador, origen y sustentador de la vida. Su capacidad lírica, el aliento con que está escrito y la forma en que resume las líneas dominantes de las creencias hebreas sobre la creación, lo colocan lado a lado con el relato de Bereshit (Génesis) en cuanto a su valor expresivo sobre la doctrina de la creación.

El experto alemán Gerhard von Rad escribió:

El credo cultual primitivo no contenía nada sobre la creación. Israel descubrió la justa relación teológica entre ambas tradiciones [creación e intervenciones de Dios en la historia], cuando aprendió a considerar la creación en el contexto teológico de la historia salvífica”.

Así pues, el alma del rey David, por medio de trazos ágiles expone gráficamente las grandezas de la labor creadora del Eterno; el Salmo celebra la presencia de la vida tal como ha brotado de la mano divina y como ésta se encarga de mantenerla.

Más de 70 versos y ocho secciones componen este formidable cántico al poder creador y sustentador de Elhim que se despliega como un abanico de observaciones minuciosas en diversos ámbitos naturales.

Leyendo al comentarista Haroldo Reimer puedo compartirles el énfasis que él hace de que los varios elementos constitutivos del cosmos son enumerados en este cántico:

  • cielo (v. 2-4),
  • tierra (v. 5-9),
  • dinámica de la vida en la tierra (v. 10-18),
  • luna y sol (v. 19-23),
  • mar (v. 24-26).

Por ello, el tema apoteósico del Salmo es la afirmación detallada de que YHVH es el dador y sostenedor de la vida. El Espíritu (ruaj) de YHVH es entendido como el principio vital de todo el cosmos:

Envías tu Espíritu y ellos son creados y así renuevas la faz de la Tierra
(v. 30).

Esa dimensión primordial de fuerza creadora de YVH es celebrada con toda la carga poética-profética del alma de David. Pero, el rey profeta también tienen conciencia del “elemento terrorífico” de este Dios:

Si escondes la cara, ellos se aterran, si retiras tu espíritu ellos mueren y vuelven a ser polvo
(v. 29 – Cf. v. 32).


El rey David describe en este cántico a la naturaleza de una manera amorosa. Así el rey profeta destaca que en toda faceta de la naturaleza – la lluvia, los vientos, las montañas, los manantiales, los árboles, los lugares de morada de los animales, se ve la mano providencial de YHVH.

«¡La gloria de Dios perdurará por siempre; que Dios se deleite en Sus creaciones!»
(v. 31)

YHVH Elohim en verdad ha creado un hermoso mundo, ¿pero tendrá Él el deleite que deseaba? Eso depende de las acciones de la humanidad, porque el Eterno ha dejado al hombre libre para elegir su conducta moral. Por elo, David nos exhorta a vivir de un modo que no estropee la belleza del mundo, y esto será lo que proveerá a YHVH del deleite que Él buscó en su creación.

Cerrando las ideas, diremos pues que el Espíritu de Dios a través de este Salmo busca reconciliar a la humanidad creyente con su creador y con todas las demás criaturas, todos dominados por la certeza de que Elohim es el origen y sustentador de la vida. En tiempos difíciles en los que la vida debe ser reivindicada de todas las formas posibles, este Salmo aporta una visión gozosa y comprometida con la creación de Elohim, que es la manifestación suprema de su poder y de su amor. Cada ser creado, procedente de la mano del Señor es una muestra firme de su empeño constante en transmitir su vida y compartirla con cada criatura. Afirmemos la vida también, con pasión y ánimo ferviente a fin de que se perciba suficientemente que el Evangelio de Yeshúa HaMashiaj es, sobre todas las cosas, un anuncio de vida que abarca todos los aspectos de la existencia.

Por todo ello, a continuación te invito a abrir tu corazón para desde allí elevar este Salmo en rezo de alabanza a YHVH:

¡Bendice, alma mía, a YHVH!
YHVH, Dios mío, Tú eres grandemente ensalzado;
Te has vestido de majestad y esplendor. Tú [Te] envuelves con luz como con una vestidura; extiendes los cielos como una cortina.
Él techa Sus cielos con agua; hace de las nubes Su carroza, [las] mueve sobre las alas del viento. Hace de los vientos Sus mensajeros, del fuego abrasador Sus servidores.
Estableció la tierra sobre sus fundamentos, para que no vacilara nunca. Los abismos la cubrieron como una vestimenta; sobre las montañas se pararon las aguas. Por Tu exhortación huyeron; al sonido de Tu trueno se fugaron.
Ascendieron las montañas, bajaron a los valles, al lugar que Tú les has asignado.
Estableciste un límite que no pueden cruzar, para que no volvieran a cubrir la tierra.
Él envía los manantiales a los arroyos; ellos fluyen entre las montañas. Abrevan a todas las bestias del campo; los animales salvajes apagan su sed. Las aves de los cielos viven junto a ellos; alzan su voz de entre el follaje. Él riega las montañas desde Sus nubes en lo alto; la tierra se sacia del fruto de Tus obras.
Él hace crecer la hierba para el ganado, y la vegetación, requiriendo la labor del hombre, para extraer el alimento de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace relucir el rostro, y el pan que sustenta al corazón del hombre.
Los árboles de YVH beben hasta hartarse, los cedros del Líbano que Él plantó, donde anidan las aves; la cigüeña tiene su hogar en el ciprés. Las montañas altas son para las cabras monteses; los peñascos son un refugio para los conejos.
Él hizo la luna para calcular las Festividades, el sol sabe su tiempo de ponerse.
Tú traes la oscuridad y es noche, cuando gatean todas las bestias del bosque. Los leoncillos rugen por la presa, y buscan su alimento de Dios. Cuando sale el sol se recogen y se acuestan en sus guaridas.
El hombre sale entonces a su trabajo, a su labor hasta el atardecer.

¡Cuán multiformes son Tus obras, YHVH!
Tú las has hecho a todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de Tus posesiones.
Este mar, vasto y ancho, donde hay innumerables criaturas rasantes, seres vivientes grandes y pequeños, allí transitan las naves, allí está el Leviatán que creaste para retozar en él.
Todos ellos miran hacia Ti con esperanza para que les des su alimento en su debido momento. Cuando Tú se lo das, lo recogen; cuando Tú abres Tu mano, se hartan de bien.
Cuando Tú ocultas Tu rostro, se aterrorizan; cuando Tú tomas de vuelta su espíritu, expiran y retornan a su polvo. Cuando Tú enviarás Tú espíritu serán nuevamente creados, y Tú renovarás la faz de la tierra. Sea la gloria de YHVH para siempre; regocíjese Hashem en Sus obras.
Él mira la tierra, y ella tiembla; Él toca las montañas, y humean.
¡Cantaré a YHVH con mi alma; entonaré alabanzas a mi Dios con [todo] mi ser!
¡Sea mi plegaria grata a Él; yo me regocijaré en YHVH!
¡Que se terminen los pecados de la tierra, y que no haya inicuos más¿
¡Bendice a YHVH, alma mía! Alabad a Dios!

JODESH TOV! (¡BUEN MES!)


Sugerencias de lectura
  • Haroldo Reimer, “Espiritualidad ecológica en los Salmos”, en Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 45, 2003/2, pp. 106-117, centrobiblicoquito.org/images/ribla/45.pdf.
  • Gerhard von Rad, Teología del Antiguo Testamento. I. Teología de las tradiciones históricas de Israel. 5ª ed. Salamanca, Sígueme, 1982 (Biblioteca de estudios bíblicos, 11).
  • Gianfranco Ravasi, Una comunidad lee los Salmos. Bogotá, San Pablo, 2011.

Oración de Rosh Jodesh para asegurar la seguláh (energía) del Sustento Cotidiano

Shalom!… Jodesh tov! (¡Un buen mes!)

Les comparto aquí una oración maravillosa y conmovedora fue descubierta en la lengua antigua. Al comienzo de la oración, se registró que ésta fue compuesta por el Rambam y él la recitaba tres veces en cada Rosh Jódesh.

Esta oración se considera únicamente para el éxito en ganarse la vida, y muchas personas la recitan cada comienzo de mes.

Sea Tu voluntad, YHVH, Elohim mío y Elohim de mis antepasados, que bendigas indefinidamente toda la obra de mis manos, desde Tus manos llenas. ¡De Tu buen Tesoro llena mi hogar hasta saciarme! ¡Hazme triunfar en mis caminos, cuidando mis pasos y mis sendas, porque de tus manos abreva todo ser viviente!
Sé que mi sustento estará seguro en tus manos, ya que lo prodigas con dulzura, y no estará en manos de los hombres, porque todo lo que. ellos proviene es amargo y duro como el ajenjo, con vergüenza vergonzosa.
Por lo tanto, con Tu abundante misericordia, sé que firmarás mi sustento con Tu mano buena y colmada, y todos mis recurso e ingresos estarán completos.

También sé que me guiarás por el camino correcto delante de Ti, y me otorgarás gracia, bondad y misericordia en Tus ojos y en los ojos de todos quienes Te siguen, porque eres un Dios piadoso y misericordioso.
¡Bendito eres Tú, YHVH Elohim, que escucha la oración de aquellos que buscan y con tremendas cosas les responderás en tu justicia
”.

Como lo mencionó al principio de esta bitácora, esta seguláh se recita tres veces cada Rosh Jodesh.

¿Cómo se Celebraba Yom Teruah en los días del Templo y para qué servía?

Por P.A. David Nesher

«Y en el séptimo mes, el primero del mes, tendréis santa convocación; no haréis ningún trabajo servil; es día de sonar el cuerno para vosotros. Y prepararéis holocausto. para olor grato a YHVH: un becerro, un carnero, siete corderos de un año sin defecto; y su ofrenda, flor de harina mezclada con aceite, tres décimas partes para el becerro, dos décimas para el carnero. y una décima parte por cada cordero de los siete corderos; y un macho cabrío como ofrenda por el pecado, para hacer expiación por vosotros; además del holocausto de la luna nueva, y su ofrenda, y la ofrenda continua. holocausto y sus ofrendas, y sus libaciones, según su ordenanza, en olor grato, ofrenda encendida a YHVH»

(Números 29: 1-6)

Los Sabios expertos en la exégesis de los códigos hebreos de la Torah (Instrucción) divina, nos enseñan que Yom Teruah (o Día de Aclamación) marca el sexto día de la Creación, el día en que Adam HaRishon , el primer hombre, fue creado. Lo interesante de esto para nuestra emunáh (Fe) es que el lugar en particular en el que se realizaría dicho evento, no era otro que lo que se conocería como Monte Moriah. Además, aprendemos que fue en este mismo lugar donde Adán pecó y se arrepintió por primera vez. Allí, dicen los Sabios que construyó un altar y presentó una ofrenda. 

Unas veinte generaciones más tarde fue aquí (Monte Moriah) donde el ángel de Yahvéh detuvo la mano de Avraham en la Akedá (atadura) de Itzjak . Fue justamente en este evento y en dicho Monte (Moriah) donde apareció el carnero, proporcionando así a Abraham avinu los medios a través de los cuales expresar su amor por el Eterno, y de ese modo prefigurar la Buena Noticia del Mashiaj en sacrificio por Su Pueblo.

Captando esta explicación, comprendemos entonces que Yom Teruah es el día en el que reconocemos la soberanía de Yahvéh, com el Rey, Creador del universo y Juez de toda la humanidad. Es el día en el que «todos los seres humanos pasan ante Él como tiernas ovejas«; así también discernimos que el mensaje de de esta festividad es verdaderamente universal: incumbe a toda la humanidad aceptar sobre nosotros la soberanía de Yahvéh, como único y verdadero Dios, y tener en cuenta nuestros pensamientos y acciones, a la luz de este asombroso reconocimiento.

La Fiesta de Yom Teruah en los Días del Templo de Jerusalén.

Las trompetas que sonaron antes de la entrada al Kodesh – el Santuario – del Templo Sagrado en Yom Teruah son recordatorios del dominio del Eterno. El sonido del shofar, que también se tocaba en los escalones del Santuario, emana del aliento mismo, el aliento que viene de lo más profundo de nosotros, donde fue colocado, por primera vez, por Yahvéh Elohim en Adán , el sexto día.

Al leer el Salterio, encontramos Tehilim (Salmos) que describen las características principales de esta festividad cuando la Comunidad de Israel subía a Sión a celebrar a Su Dios:

«Dios ha ascendido con un estruendo, HaShem con la voz del shofar«.
(Salmos 47: 6)

«Toquen el shofar en la luna nueva, a la hora señalada para nuestro día festivo».
(Salmos 81: 4-5)

«Alabadle con toque de shofar« 
(Salmos 150: 3)

«Con trompetas y toques de shofar suenan ante el Rey, Dios«. 
(Salmos 98: 6)

De este modo, y por medio del sonido del Shofar, toda Israel era llamada a retornar a Yahvéh como una sola alma, la de una esposa que debía recordar que ya estaba desposada, y que simplemente debía esperar el regreso de Su Amado, para ingresar en las habitaciones que Él le ha preparado a fin de morar junto a Él y co-regentear con Él la existencia toda. Este regreso al Eterno, obligaba al Pueblo de Israel a comprender que la Alianza matrimonial con Dios en Sinaí no era la meta, sino el inicio de todo un proceso matrimonial regio. Dicho matrimonio se había logrado con el sonido de shofares celestiales:

«Y al tercer día, por la mañana, hubo voces y relámpagos, y una densa nube sobre el monte, y la voz del shofar era muy fuerte; y toda la gente en el campamento tembló«. 
(Éxodo 19:16)

«Y cuando la voz del shofar se hizo muy fuerte, Moshe habló, y Dios le respondió con una voz«. 
(Éxodo 19:19)

«Y todo el pueblo vio las voces y las llamas, y la voz del shofar, y la montaña humeaba, y la gente vio, y tembló, y se paró de lejos«. 
(Éxodo 20:15)

Así mismo, y como lo he señalado anteriormente, el shofar, que permanece quieto hasta que la respiración se proyecta a través de él, nos devuelve, a través de nuestra meditación y nuestra memoria, a nuestro propio origen, la respiración de vida de Dios en Adán , el primer hombre, el día en que fue hecho del polvo de la Tierra.

¿Por qué se tocaba shofar este día en el Templo?

El shofar se haría sonar más tarde en ocasiones alegres en el Templo Sagrado, como se ve en las citas anteriores del libro de los Salmos. Fue al comienzo mismo de la revelación Divina en el Monte Sinaí, cuando Yahvéh le presentó a Su pueblo la Torah, que se escuchó el sonido del shofar, que marca el pacto entre Yah y Su pueblo. 

Así también el sonido del shofar en Yom Teruah recuerda a la unión de Itzjak , donde Dios proporcionó un carnero, que fue atrapado en la espesura por su cuerno, el shofar, como una señal de la promesa de Dios a Abraham de que«Estableceré mi pacto con él (Isaac) como pacto eterno para su descendencia después de él«. (Génesis 17:19)

Yom Teruah se conoce también como el «Día del Sondeo«. En el Templo Sagrado, esto fue marcado por el sonido de un shofar bañado en oro y trompetas de plata. Si observamos con detenimiento la imagen de arriba, notaremos que nos muestra a un kohen (sacerdote) parado en los escalones que conducen al Kodesh (el Santuario) del Templo Sagrado, y tocando el shofar. Flanqueándolo a cada lado hay dos kohanim (sacerdotes), cada uno tocando una trompeta de plata. El toque del shofar durará más que el de las trompetas, ya que el mandamiento principal del día festivo es oír el shofar.

Las Costumbres de Yom Teruah en el Segundo Templo.

«Cuando llegó el séptimo mes … toda la gente se reunió como un solo hombre en el lugar abierto que estaba delante de la Puerta de las Aguas«. 
(Nehemías 7: 72-81)

Tras el regreso del exilio en Babilonia, Esdras y Nehemías iniciaron una campaña de un mes de arrepentimiento en Elul para poder llegar a celebrar correctamente Yom Teruah. Así pues, los que retornaron del exilio babilónico se reunieron en el Patio del Templo reconstruido, y allí Ezra (Esdras) leyó en voz alta un rollo de la Torah. Cuando la gente escuchó las palabras de la Torah, se llenaron de remordimiento y comenzaron a lamentarse. Esdras y los levitas detuvieron el clamor, diciendo:

 «¡Este día es sagrado para Yahvéh! ¡Detén tu lamento y deja de llorar!«

Desde entonces, los Sabios concedieron un estatus especial a la ciudad de Jerusalén en Yom Teruah; tal es así, que cuando esta festividad del Eterno caía en Shabat, todavía se permitía tocar el shofar dentro de la Ciudad Santa. Este fallo se aplicó no solo al Templo y al Monte del Templo, sino que incluyó a toda la ciudad de Jerusalén. Incluso a los habitantes que vivían dentro de las aldeas en las afueras de Jerusalén, a poca distancia y desde donde se podía ver el Templo Sagrado , se les permitía tocar el shofar en Shabat.

Después de las ofrendas diarias (tamid) y de la presentación de las ofrendas de Rosh Jodesh que la Torah ordenaba, se llevaban las korbanot (ofrendas o acercamientos) de Yom Teruah. Dichos korbanot (acercamientos) incluían diez animales: un becerro, un carnero, siete ovejas de un año y una cabra (tal como podemos observarlos en la imagen de abajo).

La presentación de las ofrendas comenzaba exactamente en el momento en que el Gran Sanedrín proclamó la Luna Nueva. Las ofrendas de Rosh Jodesh consistían en once animales: dos novillos, un carnero, siete ovejas de un año y una cabra. La entrega del macho cabrío como ofrenda por el pecado fue el punto central del día.

Entonces, necesito invitarte a que entendamos bien cómo funcionaba esta Fiesta. Durante el tiempo del Templo Sagrado, el drama de Yom Teruah comenzaba incluso antes del inicio del día santo. Este drama implicaba sí o sí la santificación de la luna nueva. Ahora bien, Yom Teruah ocurre el primer día del mes de Tishrei (séptimo mes), y por lo tanto, no puede comenzar hasta que se haya establecido la aparición de la luna nueva. El mandamiento de declarar la luna nueva y establecer su aparición para todos los hijos de Israel fue el primer mandamiento recibido por los israelitas, incluso antes de que salieran de su esclavitud en Egipto (Éxodo 12: 2). Al dar este precepto del Rosh Jodesh, esto es, de hecho, lo que Yah, en Su amor por Su pueblo, hizo: confió a los hijos de Israel como «socios» en el mantenimiento y perfeccionamiento de Su creación. 

Para que esto funcionara bien y en perfecta sincronía, se requería que dos testigos que habían visto la aparición de la luna nueva, fueran y testificaran ante el Gran Sanedrín. Éste se reunía en la Cámara de Piedra Tallada, que estaba ubicado en el muro norte del Patio Interior del Templo Sagrado. Allí, estos dos testigos, serían interrogados y vueltos a interrogar, para verificar su idoneidad como testigos y la veracidad de sus palabras. Solo cuando esto se hubiera hecho a satisfacción de los sabios del Gran Sanedrín, comenzaría el servicio de Yom Teruah en el Templo Sagrado. 

Los sabios pusieron gran cuidado y esfuerzo para asegurar la veracidad y eficiencia de todo el procedimiento de proclamación de la Luna Nueva. En última instancia, todo dependía de la voluntad de la gente común de presentarse como testigos. Uno solo puede imaginar el sentido de obligación y privilegio que sintió cada testigo mientras se dirigía a Jerusalén. Solo cuando esto se hubiera hecho a satisfacción de los sabios del Gran Sanedrín, comenzaría el servicio de Yom Teruah en el Templo Sagrado. 

Por este detalle, se construyó un patio especial, llamado Beit Ya’azek, que tenía el propósito de albergar a los testigos que llegaban para presentar su testimonio de la luna nueva. Allí se les proporcionaba una comida abundante y un lugar para descansar mientras esperaban ser llamados a testificar en el Gran Sanedrín. La cálida bienvenida recibida por los testigos tenía como objetivo aliviar la carga de su viaje, así como animar a las personas a dar un paso adelante y viajar a Jerusalén cuando habían presenciado la luna nueva.

La determinación de la aparición de la luna nueva a través del testimonio de los dos testigos presenciales siempre estuvo acompañada de anticipación e incertidumbre. Las ofrendas de luna nueva o de año nuevo no podían comenzar hasta que dos testigos hubieran llegado y testificaran ante el Gran Sanedrín, a satisfacción del Gran Sanedrín. Por esta causa, se fue haciendo costumbre que la gente comenzara a observar la festividad como medida de precaución, incluso antes de que se hubiera ofrecido o aceptado el testimonio. Se cuenta que en una ocasión llegaron testigos al anochecer. En la prisa y la confusión resultante, los levitas se negaron a cantar su salmo diario. Para evitar que esto se repitiera, los sabios dictaminaron que desde ese momento y en adelante el testimonio solo sería aceptado hasta el momento de la ofrenda diaria de la tarde. Si los testigos no llegaban a esta hora, el día siguiente, no obstante, se observaría como Yom Teruah (esta es la razón por la cual los judíos hoy tienen dos días de Rosh HaShaná).

Resulta que, durante la época del Gran Sanedrín, la luna nueva fue santificada a través del testimonio de dos testigos que habían visto la luna nueva. Esto estaba de acuerdo con el mandamiento de la Torah. Para asegurar que la luna nueva, (Rosh Jodesh), las ofrendas se prepararan a tiempo en el Templo Sagrado, (así como las ofrendas de Yom Teruah en el nuevo mes de Tishrei, y se permitía a los testigos violar la restricción de Shabat contra viajar, para acelerar la proclamación de la luna nueva. En la imagen de abajo vemos a a un testigo enfermo que viaja en Shabat hacia Jerusalén, ayudado por escoltas y compañeros armados.

Cuando el Sanedrín estaba satisfecho con la veracidad del testimonio que habían recibido, se levantaban y caminaban hacia la puerta que daba al patio interior del Templo Sagrado. Entonces, y de pie en los escalones de la Cámara de Piedra Tallada, el jefe del Sanedrín proclamaba a la multitud expectante: 

_ «¡El día es santificado!» 

La gente respondía: 

_ «¡El día es santificado! ¡El día es santificado!»

 Entonces, los kohanim comenzarían inmediatamente a atender las ofrendas de Yom Teruah, y los levitas comenzarían a realizar el acompañamiento musical.

Inmediatamente después de proclamar: «¡El día es santificado!», Se activaba un sistema de mensajeros que corrían a llevar la buena noticia de la santificación de la luna nueva a todas las aldeas de Israel y más allá. La rápida transmisión de las noticias era esencial para que todos pudieran observar Yom Teruah en el día adecuado.

Simultáneamente, la proclamación de la luna nueva saldría de Jerusalén a través de antorchas encendidas por «equipos de relevo» especialmente designados que estaban ubicados en lugares estratégicos en las cimas de las colinas. Con este método, la noticia podría transmitirse rápidamente hasta las comunidades judías de Babilonia y Persia. La velocidad fue esencial para que todos pudieran observar Rosh Hashaná y las siguientes festividades en sus momentos apropiados.

El mapa que a continuación les comparto, muestra la ruta precisa a lo largo de la cual se encendieron las antorchas, lo que significa la aparición de la luna nueva. La primera estación a lo largo de la ruta fue Har HaMishcha, (el Monte de la Unción, más tarde conocido como el Monte de los Olivos). La ruta avanzó hacia el noreste para llegar a la ciudad babilónica de Pumbedita, que era un importante centro de la vida judía.

Investigando este interesante tema, me encontré en la Mishná con el siguiente relato:

Surgió una disputa entre Rabban Gamliel y Rabbi Yehoshua sobre los criterios para aceptar testigos que testifiquen sobre la luna nueva. El desacuerdo tuvo implicaciones prácticas muy serias, ya que afectó las fechas aceptadas por cada uno de los sabios con respecto a las vacaciones de ese año en particular. Para evitar la discordia nacional, Rabban Gamliel obligó al rabino Yehoshua a aceptar públicamente su decisión, diciéndole: 

«Ven a mí con tu personal y tu dinero el día en que Yom Kipur cae según tus cálculos».

Llevar un bastón y dinero era una violación de Yom Kipur. Por lo tanto, al llevar a cabo el decreto de Rabban Gamliel, Rabí Yehoshua estaba mostrando públicamente su sumisión a la decisión de Rabban Gamliel sobre la idoneidad de los testigos de la luna nueva. 

La ilustración de arriba muestra a Rabban Gamliel II y Rabbi Yehoshua, (con bastón y billetera), abrazados, terminando así su disputa.

El Toque del Shofar en Yom Teruah servía para recordar acerca de la resurrección de los muertos.

La meta principal de esta festividad es recordarle a Israel a que son un Pueblo escogido para convertirse en un reinado de sacerdotes para Yah (Shemot/Éxodo 19:6) Esto significa que la Alianza que el Eterno hizo con Israel, llevaba la responsabilidad de proclamar que todas las gentes deben saber que el Eterno rige los asuntos terrenales (ver com. Dan. 4: 17, 37). Israel está obligada a dar a conocer que es Dios quien ordena los asuntos de todas las naciones. En 221 forma figurada, es Dios quien levanta bandera (Isa. 5: 26) en la cima de los montes de la Tierra, para indicar a las naciones lo que deben o no deben hacer. Así lo dejó bien estipulado el oráculo del profeta Yeshaiahu:

«Todos los habitantes del mundo y los habitantes de la tierra, como estandarte en alto en los montes veréis, y como toque de shofar oiréis« 
(Yeshaiahu/Isaías 18: 3)

Según este versículo el sonido del shofar cumplía la misión de elevar la inteligencia emocional de cada miembro de Israel al comprender la Victoria final del Eterno sobre el sistema de cosas reptiliano imperante en las naciones. Si leemos el pasuk (versículo) 4 notaremos que al tocar shofar en Yom Teruah, y en cada luna nueva, Israel se elevaba a la consciencia mesiánica de que Yah mira sereno el torbellino de la Tierra, como se mira desde la sombra la tierra ardiente en pleno verano; lo observa y se prepara con calma para recoger la cosecha de las naciones.

Así es como lo podemos ver expresado en la tefiláh que la Casa de Judá eleva durante este día:

«… Dios nuestro y Dios de nuestros padres, toca el gran shofar por nuestra libertad, levanta el estandarte para reunir a nuestros exiliados, acércate a nuestros dispersos de entre las naciones, y reúnenos en nuestras dispersiones desde los confines de la tierra. Llévanos a Sion, tu ciudad, con alegría, ya Jerusalén, tu santo templo, con gozo eterno. Allí realizaremos ante ti nuestras ofrendas obligatorias, como nos ordenó en tu Torá, por medio de tu siervo Moisés, desde la fuente de Tu gloria, como está dicho: Y en el día de tu gozo, y en tus fiestas y lunas nuevas, tocarás las trompetas sobre tus ofrendas, y serán para ti un recuerdo ante tu Dios; ​​Yo soy YHVH tu Dios.» (de la oración de Rosh Hashaná Musaf)

Entonces, al celebrar Yom Teruah, Israel debía entender y aceptar que todos los moradores de la Tierra Prometida deben observar los movimientos de la divina Providencia y esperar las órdenes de la voluntad divina que es buena, agradable y perfecta.

Al ordenar escuchar el sonido del shofar en Yom Teruah, el Eterno da seguridad a su Pueblo de que el Monte de Sion (donde está el Monte Moriah) es su descanso por siempre, y por lo tanto, Él cuidará de ella, preparando siempre para ellos las consolaciones y los refrigerios que serán aceptables por oportunos.

El Eterno tratará a los suyos y sus enemigos; y como el pueblo de Dios es protegido en todas las estaciones del año, así sus enemigos están expuestos a todas las estaciones. De este modo las naciones de la tierra serán convencidas de que Yahvéh es Dios único y verdadero, e Israel es su Pueblo sacerdotal, y se unirán a ofrecer sacrificios espirituales para su gloria.

¡Dichosos los que en Yom Teruah reciben la advertencia de Su juicio, y que se apresuran a unirse a Él y a su Pueblo Israel!

¡Primero Fue la Oscuridad, luego la Luz!

En los países del norte y en Ertez Israel (Tierra de Israel), el mes de Tevet representa el punto máximo del invierno, en el cual toda la existencia parece estar detenida, estancada, adormecida. Sin embargo, sabemos que aunque la naturaleza está dormida en la superficie, la actividad esta oculta en el interior de la tierra. Los árboles frutales están alimentando sus raíces de los minerales de la tierra para, muy pronto, comenzar a dar nuevas hojas y frutos. ¡En el interim, la acción que precede al florecimiento tiene lugar lejos de nuestra mirada!

Esto se aplica también al alma humana. Cuando nos hallamos adormecidos, nadie espera de nosotros que hagamos algo nuevo. Nuestra existencia continua, el cuerpo crece y se desarrolla, pero la inteligencia y la percepción permanecen estancadas. Están como selladas en un sueño profundo, y algunas veces es muy difícil despertarlas.

Si comparamos la situación del mundo físico y nuestro propio mundo espiritual, encontraremos la replica del mes de Tevet. A diferencia de Kislev, el mes precedente en el cual revivimos el milagroso tiempo de Januká, Tevet no es un mes de revelación. No tiene días de conmemoración, es decir que carece de jornadas de milagros abiertos. Por ello, es muy importante tener en cuenta que durante este mes prevalece el adormecimiento del alma, un adormecimiento invernal que amenaza con oscurecer todo lo que es revelado y claro. Por ello, el tema de este mes es el oscurecimiento de lo claro y evidente, el adormecimiento de la búsqueda, la posibilidad de que disminuya la claridad espiritual.

Pregunta el Talmud (Tratado de Shabat 77): «¿Por qué las cabritas siempre van adelante guiando al resto de los animales? Porque así fue el proceso de la Creación.
Primero fue la oscuridad y luego la luz.«

En el siglo II a.E.C., los griegos quisieron oscurecer espiritualmente a Israel, y la luz de Januká, que se extendió del 25 de Kislev al 2 de Tevet pudo vencer la fuerza de la oscuridad que obraba en esa abominación desoladora impuesta por el Anti-Mashiaj Antíoco Epifanes.

A través de la vida y la emunáh de nuestros Patriarcas, Abraham, Isaac y Yaakov, la Torah también nos relata el problema del adormecimiento espiritual en el mundo material. Ellos nos enseñan cómo vivir en el mundo de la acción, en el mundo material, sin entumecerse, o paralizarse con todo lo que nos rodea.

Para expresarlo en forma muy resumida:

? Abraham renovó la revelación de la soberanía de Dios en el mundo,
? Isaac enseñó como la persona puede estar totalmente vinculada a Dios, ya que él lo dio todo, incluyendo potencialmente su vida.
? Debido a que alcanzar semejante nivel de es casi irreal para la nación como un todo, la Torah nos muestra como actuó Yaakov. De la forma de vida de Yaakov, aprendemos cómo el hombre puede cumplir la voluntad del Creador en las actividades de todos los días, sin disminuir el propósito Divino de la Creación.

Así hemos estudiado como la confrontación entre las vidas de Yaakov y Esav pone al descubierto el conflicto entre lo espiritual y lo material que diariamente enfrenta el alma redimida.

Esav representa lo que se ve aquí y ahora, la no existencia de otra realidad. Yaakov, en cambio, nos demuestra lo pretensioso y falso de esta afirmación.

Si la materia y/o lo material prevalece en nuestra vida, entonces la oscuridad del invierno nos invade con su consigna natural, la sentencia de Esav…no existe otra forma de entender la realidad; no hay ley, juicio, ni otro mundo.

En cambio, Yaakov/Israel, enseña al mundo que, tal como la cabra puede dirigirse exactamente en la dirección contraria, lo espiritual puede emerger de lo material e iluminarlo.

Yaakov, es quien enseñó al mundo a renacer en un nuevo nivel de conciencia, luego de romper con la confusión y la oscuridad que representa Esav, es decir, la representación del invierno adormecido en su máxima expresión.

La materia que puede potencialmente adormecer al hombre es sólo el envoltorio, la vestimenta que cubre al hombre y le da forma. Ambos mundos, espiritual y material funcionan juntos, y es nuestra tarea unirlos y elevarlos.

«… La voz es la voz de Yaakov, pero las manos son las manos de Esav.»

¿Cómo puede el hombre vivir en ambos mundos?

Disfrazándose con astucia como alguien que pertenece a este mundo. En el mundo material, el hombre se disfraza como Esav, y en el interior permanece Yaakov; la voz de Yaakov emerge del camuflage iluminando y guiando la vida en el mundo de la acción. De esta manera prevenimos que el mundo material se oscurezca por el adormecimiento de la espiritualidad.

«En el décimo mes, en el décimo día del mes, Nabucodonosor rey de Babilonia se levanto junto con su ejercito contra Jerusalem, y sitió la cuidad, y construyeron un sitio alrededor de ella.»
(Jeremías 52:4; Reyes II 25:1).

El 10 de Tevet, es conocido a veces por ser el ayuno más «fácil» de cumplir en comparación con el resto de los ayunos que conmemoran la destrucción del Beit HaMikdash – Templo Sagrado de Jerusalem.

En un plano estrictamente físico, es verdad: el ayuno dura únicamente entre el amanecer hasta el anochecer. Y como por lo general concuerda con el solsticio de invierno, el día se hace muy corto. (Lo opuesto es verdadero para aquellos que viven en el hemisferio sur). Y a pesar de esto, en un plano espiritual, el ayuno del 10 de Tevet llega a ser el más difícil de todos, incluso de aquel del 9 de Av, el más conocido y observado a nivel mundial de todos los ayunos concernientes al Templo.
¿Por que?

Recordemos que el 10 de Tevet marca un comienzo: el comienzo del sitio que llevo a la destrucción del primer Beit HaMikdash – Templo Sagrado de Jerusalem – en el 586 AEC por los Babilonios; se trata del comienzo de un final.

Todos los comienzos se dirigen a algún lado, tienen un objetivo, un final. Y mientras avanzamos por el camino de la vida, cometemos errores, y también los superamos. Para la mayoría de nosotros, cometer y superar nuestras deficiencias, es parte de nuestra lucha diaria que nos ayuda a elevarnos, a acercarnos a Dios y cumplir mejor Sus preceptos. Pero cada error, cada paso en falso que damos es en sí mismo un nuevo comienzo. Si no se lo toma en cuenta, si no nos hacemos cargo del mismo, el error de esta mañana necesariamente se convertirá en parte de esa red de errores y oportunidades que perdimos. Al final del día, mientras reflexionamos y nos damos cuenta de estos errores, viene el remordimiento de conciencia. Asimismo, al final de nuestra vida, seguramente vamos a reflexionar sobre cómo nos fue, lo que hicimos y lo que no, y ese momento estará lleno de remordimiento. Pero, ¿es el final del día el momento correcto para llorar? ¿Es el final de nuestros días el momento para arrepentirnos?

Nuestros sabios nos enseñan que incluso antes de la creación del mundo, Dios creó la capacidad de teshuváh (- regreso o arrepentimiento -). De acuerdo con el Talmud, Dios » creo la cura antes que la aflicción». Es decir que Dios, en Su infinita sabiduría, sabía de antemano que nosotros aprendemos de nuestras experiencias: el mundo no puede avanzar sin teshuváh. El propósito Divino de la creación no se puede realizar sin la capacidad y el esfuerzo por la teshuváh, es decir, mejorarnos como personas; dirigirnos y acercarnos cada vez más a la voluntad Divina: hacer de Su voluntad nuestra voluntad.

✍? ? Tomado de la enseñanza de los rabinos Glazerson & Gad Erlanger ?️ ✡️

Eclipse Penumbral 5 de junio 2020: ¡Penumbras Sobre las Naciones por Amor a Israel!

Por P.A. David Nesher

Estamos en el mes del calendario hebreo Siván, y desde Shavuot, el Eterno está conduciendo a sus hijos primogénitos a ser testigos de Su poder mesiánico transformador. Para ello, nos está preparando para dar razones de nuestra fe a todos los seres humanos que, conmovidos por los acontecimientos mundiales que se aproximan, clamen al Creador por Salvación.

El viernes 5 de junio del corriente se está yendo con una marca profética muy fuerte para los días venideros.
¿Qué significado tiene el segundo eclipse de luna penumbral que este año 2020 contiene?
¿Qué quiere Dios decirle a Su Pueblo desde estas señales celestiales?

Te invito a escuchar estas pautas proféticas:

El Rosh Jodesh: Regalo Divino para los Primogénitos…(Mandamiento de Lunas Nuevas).

Por P.A. David Nesher

*“ _Este mes será para vosotros el principio de los meses; será el primer mes del año para vosotros_.”*

(Shemot/Éxodo 12:2)

El primer mandamiento (mitzváh) que el Eterno le entregó a los hebreos para que se destacaran como pueblo escogido fue el de Rosh Jodesh, traducido como «Cabeza de Mes«, “Nuevo Mes” o «Luna Nueva«.

De ese modo, el mes del Aviv, (cf. 13:4), quedó establecido por el Eterno como el primero de los meses del año hebreo. Desde entonces, los israelitas tendrían una responsabilidad nacional de contar los meses y de crear un calendario que estuviese basado en el año lunar según la cosmovisión mesiánica que YHVH ahora les otorgaba.

Ese mes coincide más o menos con la última mitad de marzo y la primera mitad de abril, según el calendario romano. La palabra aviv [Dicc. Strong H24] significa “espigas verdes”. En la Edad Media tomó el significado de “primavera” y así es usada en el hebreo moderno. En el mes de las espigas verdes, el de la primavera, el pueblo de Israel salió de Egipto. Es el mes de la redención.

Este mes también tiene el nombre babilónico de Nisán (cf. Nehemías 2:1; Ester 3:7), nombre con el que se lo ha llamado después del regreso del cautiverio en Babilonia y Persia hasta hoy.

Ahora bien, más allá de estos detalles técnicos, ocurre que al estudiar este mitzváh, surgen en la mente de todo investigador el siguiente planteo: ¿acaso no es éste un extraño primer mandamiento?

Uno pensaría que el desarrollo de un calendario vendría sólo después de que fuesen establecidos los fundamentos básicos, como los Aseret HaDibrot (Decálogo). Entonces, se suman otras preguntas más:

  • ¿Por qué la Torah considera el proceso de establecer el nuevo mes como un gran avance en la creación de una nación?
  • ¿Qué tenía de malo el calendario solar que todos los demás habían estado usando?
  • ¿Y cuál es la importancia de basar el Calendario Hebreo en la luna?
El Derecho Humano de Ser Dueño del Tiempo.

Nuestro calendario determina en qué día se celebrará cada festividad del Eterno. Hemos aprendido que cada fiesta en particular trae consigo una realidad espiritual concreta que está disponible en ese día específico que se convierte en una zona de tiempo en el que el Mundo de Arriba se une al Mundo de Abajo por medio de portales cósmicos que se abren en dichas jornadas. Pesaj, por ejemplo, contiene la oportunidad de alcanzar la libertad espiritual; Yom Teruáh es el momento del juicio.

De este modo, y con esta perspectiva divina, la determinación de este calendario es puesta directamente por el Eterno en manos humanas. Entonces, si la luna apareciese un lunes pero nadie la ve realmente sino hasta el martes, «ver es creer» y la corte decidiría que el primero del mes fue el martes. Como resultado, Yahvéh, por así decirlo, seguiría la decisión de la corte y actuaría de acuerdo a ella, por lo que en el caso de Yom Teruáh, ¡Él pospondría Su juicio a nivel mundial por un día!

Con este mandamiento, el Eterno pretendía darle un fortalecedor mensaje a Su Pueblo. Hasta ahora, ellos habían sido esclavos de los egipcios. Su tiempo no era propio. Pero ahora, el Eterno les está diciendo: «Ustedes se convertirán en amos de su propio tiempo. Pero no solamente de su propio tiempo, ¡sino que también de Mi tiempo!«

Así el Eterno entregó por medio de este mandamiento su propio sistema de medición del tiempo. Dicho sistema, si seguía incondicionalmente este mandamiento, permitiría a cada israelita hacerse cargo de su responsabilidad de dar forma a la realidad física con la energía de la innovavión (hbr. jidush), que permitiría renovar ciclos y así llegar a las distintas festividades evitando el ritualismo tradicional que encapsula a los hombres en el sistema dogmático de la religión.

Es decir que el Eterno entregó en este mandamiento una herramienta cósmica que permitiera el control sobre la naturaleza en sus distintos niveles.

¡Aleluya!…. Mientras que el tiempo avanza constantemente, sin nunca detenerse, marchando en un espiral cíclico y repetitivo, a nosotros, los primogénitos del Padre, nos ha sido entregado el poder de detener o iniciar el tiempo a voluntad, con lo cual se nos permitió «compartir» con Yahvéh esa creatividad especial de determinar la renovación de la realidad, y la ascensión de todas las cosas.

Pero, ¿Por qué la Luna?

En el Salterio leemos lo siguiente:

Él hizo la luna para medir los meses.”

(Salmo 104:19a)

Como parte de este fortalecedor mensaje, era esencial que la Luna fuese nuestro factor determinante para fundar nuestro calendario en vez del Sol. La característica única del satélite terrestre (la Luna) es que siempre aparece ante nuestros ojos aumentando y disminuyendo, despareciendo y reapareciendo, para crecer, decrecer y crecer nuevamente. Es también la más pequeña de las dos luminarias.

Así entonces, mientras nuestra estrella regia (el Sol) es el símbolo de la invariable naturaleza, saliendo por el este y poniéndose por el oeste día tras día, cada día del año; la Luna cambia constantemente a través de un ciclo de fases. Esto es lo que esconde un mensaje ontológico muy importante para la conciencia de Israel. La Luna, en ciclo de fases, parece estar diciéndonos: «puedes ser pequeño y puedes disminuir hasta casi desaparecer, pero entonces, cuando las cosas se ven sumamente oscuras, brota la eterna esperanza. Puedes comenzar a mirar hacia arriba nuevamente. Puedes cambiar una situación y a ti mismo para mejor, sin importar cuán malo parezca. Nada es estático o inamovible«.

Con esto, cualquiera de los hijos primogénitos del Eterno, acepta el hecho de que los seres humanos tenemos libre albedrío y en ello radica nuestro poder de renovación; una siempre presente lucha contra la constante, cíclica, repetitiva y predecible marcha del tiempo y la naturaleza.

¿Cuándo comienza entonces el Año del Eterno y cómo se organizan sus meses?

La Torah dice que en primer lugar hay que basarse en la Luna para medir los meses. Sin embargo, el Sol también fue creado para mostrar los años, a través de las estaciones como está escrito en el libro de Génesis:

Entonces dijo Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche, y sean para señales y para estaciones y para días y para años.”
(Génesis 1:14)

Como vemos el Creador ha establecido que el sistema de medición solar determine el año (en hebreo «shaná«), que viene de la misma raíz que «repetir«, «repasar» e indica el inicio de las estaciones a través de los solsticios (primavera – otoño) y equinoccios (verano – invierno).

En cambio, la lumbrera menor, la luna, por otro lado, es la que indica los meses que en hebreo se dice «jodesh«, palabra que que viene de la raíz hebrea «jadash«, que significa «nuevo», «cambio», «algo diferente». Es interesante aportar aquí que jadash es también la raíz que da origen a la palabra «jidush» que significa «renovación» o «innovación», señalando así la energía que se esconde en cada rosh jodesh. En pocas palabras: cada jodesh (mes) contiene la energía de jidush (innovación o renovación), trayendo una nueva y nunca antes vista revelación de la luz divina al mundo.

La luna comienza a iluminar el primer día del mes (luna nueva), y su luz se va haciendo cada vez más intensa hasta el día quince, cuando se completa su disco (luna llena). Desde el día quince en adelante, la luz comienza a menguar, y el treinta ya no es visible.

Así mismo como la luna respeta un ciclo: nace, crece, declina y desaparece para luego volver a renovarse, el alma de un hebreo está en permanente cambio y transformación. De esta manera, el hecho de guardar el mandamiento de la luna nueva (rosh jodesh) fomenta en el alma redimida la importancia de renovarse y establecer un orden en la vida usando la energía de la innovación que permite un uso efectivo de la creatividad.

Por ello es que el pueblo de Israel es comparado a la luna. A pesar de que son pequeños y de que el sufrimiento ha sido parte integral de su historia entre las naciones, el israelita sabe que nunca debe darse por vencido. Como individuo y como nación, él se levantará nuevamente e iluminará la noche.

Cada miembro de Israel vive con esta creencia en el poder de los milagros, en que el Eterno supervisa el mundo y que éste no depende de predecibles leyes de la naturaleza. La nación Israel tiene una relación especial con Dios e incluso cuando ha estado en los escalones espirituales más bajos, a punto de asimilarse y desaparecer, el Eterno ha mantenido Su amor constante, al igual que un padre ama a su hijo.

Relación aproximada entre el Calendario Romano y el Calendario Hebreo.

Es interesante saber que, hasta este momento histórico, el ciclo de los meses comenzaba en Tishrei. Pero observamos que cuando Israel estaba a punto de salir de Egipto, el Eterno ordenó que el primero de los meses, a los efectos del cálculo de las festividades, fuese Aviv (Nisán), el mes del éxodo, para que así tuviésemos siempre presente la gran epopeya, pues entonces los meses quedarían vinculados a tal episodio. Por ejemplo decir: El primer mes desde el éxodo, el segundo mes desde el éxodo, etc. El calendario hebreo es básicamente lunar, pero ajustado con el Calendario solar para que la Festividad de Pésaj siempre tenga lugar en la primavera boreal [Torat Emet].

Veamos cómo quedan distribuidos estos meses lunares en relación al calendario solar actual:

1. Nisán (Aviv) … Marzo/Abril
2. Iyar … Abril/Mayo
3. Sivan … Mayo/Junio
4. Tamúz … Junio/Julio
5. Av … Julio/Agosto
6. Elul … Agosto/Septiembre
7. Tishrei (Etanim) … Septiembre/Octubre
8. Jeshván (Bul) … Octubre/Noviembre
9. Kislev … Noviembre/Diciembre
10. Tevet … Diciembre/Enero
11. Sh´vat … Enero/Febrero
12. Adar … Febrero/Marzo
13. Adar II … Marzo.

(NOTA: Los nombres de los meses que aparecen entre paréntesis son los que aparecen en la Biblia)

Los nombres de los meses romanos septiembre hasta diciembre nos muestran que había una relación antigua entre el cómputo bíblico y el romano. Septiembre corresponde al séptimo mes Tishrei, octubre corresponde al octavo mes Jeshván, noviembre corresponde al noveno mes Kislev, y diciembre corresponde al décimo mes Tevet. Luego hubo cambios en el calendario romano y estos meses ya no corresponden al nombre que llevan. Septiembre ahora es el noveno mes del año romano.

He dicho más arriba que el calendario hebreo es una combinación entre la Luna y el Sol. El año lunar tiene aproximadamente 354,36 días y el año solar aproximadamente 365,25 días. Por esta razón, si se sigue solamente la Luna, van a faltar 11 días al año para llegar al año solar, que es la que rige en la naturaleza. El calendario árabe sigue solamente la Luna y el calendario romano sigue solamente el Sol. Ninguno de los dos cumplen los requisitos de la Torah. Tanto el Sol como la Luna tienen que ser la base para medir los años.

Un mes bíblico siempre empieza con la luna nueva. Según la Torah, el primer mes, aviv, tiene que caer en la primavera, cuando la cebada está lista para ser cosechada en la tierra de Israel. Si nos regimos sólo por el año lunar, (con 354 días), que no sigue el ciclo de la naturaleza, la primavera no caería en el mismo mes cada año. Y si seguimos solamente el año solar, no podríamos celebrar las fiestas según la luna nueva, como manda la Torá. Tenemos que tener una combinación entre la luna y el sol.

Para ajustar la diferencia entre el año lunar y el año solar, en tiempos bíblicos se añadía un mes extra al final del año en el caso de que la cebada no estuviera lista para ser cosechada. Para la fiesta del primer mes hacía falta un sacrificio de harina de cebada y si no había cebada no se podía celebrar la fiesta. Así que hasta el siglo IV de la Era Común. La misma naturaleza de Israel decidía cuando iba a ser el primer mes de cada año. Si la primavera venía tarde un año, se añadía un mes extra a los doce meses del año. Si la cebada estaba madura, no se añadía. Más adelante se estableció un calendario fijo, que es el que se usa en la actualidad, elaborado por el sabio Hillel HaShení (Hilel II) en el año 358 (E.C.). En el mismo se añade por reglas matemáticas un mes extra (Adar II) cada dos o tres años. En total son añadidos 7 meses durante un periodo de 19 años.

Antes de que el Calendario hebreo fuera elaborado por Hillel II, las autoridades del Culto en Jerusalem, fijaban las neomenias con el nacimiento de la luna.

Hombres de confianza observaban la luna en determinados lugares, y de acuerdo con su informe, el Gran Senado Judaico (Sanhedrín) fijaba los principios de los meses y las fiestas. Es por lo que en Jerusalem, donde la noticia de la luna nueva se publicaba inmediatamente, se celebraba la fiesta en el día fijado. Pero en las provincias, donde la proclamación de la neomenia por las autoridades religiosas de Jerusalem no llegaba a tiempo, se celebraba por preocupación un día más. Por ejemplo, si la fiesta de Pésaj era de siete días en Jerusalem, en las comunidades distantes de la capital duraba ocho días. Esta costumbre se sigue hasta hoy, y por eso, en la diáspora, tenemos un día festivo más que los judíos de Israel.

Cambios Cósmicos en el Movimiento del Eje Terrestre.

Ahora bien, si leemos las Sagradas Escrituras, notaremos que el año bíblico es de 360 días (cf. Daniel 7:25; Revelación 13:5; 11:2-3; 12:6, 14). No hay ningún testimonio bíblico de que hay que añadir un mes extra cada dos o tres años. La Torah no lo contempla (cf. Génesis 7:11, 24; 8:3-4; Ester 1:4). Esto nos da pie a pensar que al principio no hubo diferencia entre el año solar y el año lunar. El mes lunar tendría exactamente 30 días y así los 12 meses darían un año de 360 días. Esto significa que la tierra sólo necesitaría 360 días para dar una vuelta alrededor del sol. ¿Cómo puede ser esto?¿Qué pasó en la historia para que el año solar llegara a tener 365 días?

Existe una gran cantidad de documentos arqueológicos e históricos de varias culturas antiguas que muestran que hubo un cambio en el sistema solar en el siglo VIII a.E.C., cuando fueron añadidos 5 (cinco) días al año solar.

Parece que algo pasó en nuestro sistema solar que causó un desajuste entre el año lunar y el año solar. La tierra se alejó del Sol y la Luna se acercó a la Tierra.

Existe un acontecimiento relatado en las Escrituras que coincide con la fecha dada en las culturas antiguas, y que nos da pie a pensar que fue en ese momento cuando sucedió este desajuste en nuestro sistema solar, según está escrito en 2 Reyes 20:8-11; Isaías 38:7-8.

Este cambio causó que la Luna Nueva a partir de entonces ya no se podía saber con exactitud, puesto que el mes lunar llegó a tener 29 ½ días, en lugar de 30 que probablemente había tenido antes. En tiempos del rey Shaúl se sabía con exactitud cuándo iba a ser la luna nueva (cf. 1 Samuel 20:5).

Por este acontecimiento fue que más adelante se necesitaban dos testigos cada mes para saber cuándo celebrar la fiesta de la luna nueva. Entonces ya no se podía saber con antelación cuándo iba a ser la fiesta anual de Yom Teruáh, que cae el primer día del séptimo mes. Nadie sabe el día ni la hora cuando se verá la luna nueva de Yom Teruáh. Esto nos enseña que el regreso del Mesías será en el primer día del séptimo mes (cf. Mateo 25:13).

El Calendario del Proyecto Cósmico llamado Emanuel.

Ahora hay algo aún más hermoso y maravilloso que destacar. Aún con todas las consideraciones que hemos visto más arriba respecto a los secretos cósmicos que esconde el mitzváh del Rosh Jodesh, debo decir que en verdad que esta forma de contar los tiempos apunta al mover divino de Su Proyecto de Redención.

La redención es el inicio del proyecto de salvación del Eterno que se convertirá con el transcurrir de los tiempos en el Proyecto Emanuel.

Sabemos que todo empieza con el sacrificio del cordero, cuya sangre libera de la muerte. Después viene la libertad de la esclavitud. Todo el programa redentivo está revelado en las Fiestas del Eterno, y por esto el rosh jodesh primero (Aviv o Nisán) tiene que ser el primero del año, para que el programa esté en el orden correcto. Al alterar el orden de los meses se altera el plan de redención del Eterno y no se entenderá.

La redención, en la mentalidad hebrea, representa el emerger de la oscuridad a la luz admirable; por eso, quien nunca padeció la opresión de la esclavitud, no valorará la redención.

La esencia misma de la redención es la libertad que resulta de la sumisión misma. Si el pueblo de Israel no hubiera sido esclavizado, nunca habría experimentado la verdadera libertad; pero una vez que lo fue, esa misma esclavitud dio origen a su redención. De en medio de esa oscuridad (y de ningún otro lugar) surgió la luz.

«Será…la cabeza de los meses«, dijo el Eterno, pues todo conteo que realicen deberán hacerlo desde Aviv/Nisán. ¿Por qué? Pues el día de la redención es más significativo que el día del nacimiento, y la redención es en sí misma más trascendente que cualquier otro acontecimiento o evento.

Hasta antes de salir de Mitsrayim (Egipto) el pueblo de Israel calculaba los meses y años en base a la Creación, o desde la época en que el mundo se renovó luego del Diluvio, como declara el versículo «dos años después del Diluvio» (Génesis 11:10), o desde el nacimiento de Avraham, o desde “el pacto de las mitades” entre Dios y Avraham (Génesis 15:13), al cual alude el versículo: «Y fue al cabo de cuatrocientos treinta años«… (Exodo 12:41). Sin embargo, tan pronto como la nación redimida salió de Egipto, dejó de lado todos estos cálculos y comenzó a contar únicamente a partir de la redención: Este mes será para vosotros la cabeza de los meses.

En el Talmud [Rosh HaShaná 10a-11b] existe una discusión entre dos rabinos si el mundo fue creado en el mes de Nisán o  Tishrei. La última tuvo más fuerza y por esto la Casa de Judá ha establecido que el cómputo de los años desde la creación del mundo es a partir del 1 de Tishrei, que es el séptimo mes en el anuario bíblico. Hay una fiesta anual establecida en la Torah para ese día, llamada Yom Teruah, («Día del Clamor» o «Día de Alarma»), pero el rabinato judío decidió cambiarle el nombre que el Eterno puso por el de Rosh HaShanáCabeza de Año» o «Año Nuevo«)

«Este mes será…» En el Talmud existe una analogía que comienza con la pregunta: «¿Con qué puede compararse ello?» Inmediatamente la respuesta es: «con un rey que al nacer su hijo fijó esa fecha como día de fiesta y alegría. Años más tarde, el hijo fue tomado prisionero y mantenido en cautiverio durante largo tiempo. Cuando finalmente fue rescatado, el rey estableció el día de su liberación como la fecha de celebración más importante del año [por encima de la primera].

Asimismo, antes de que los hebreos descendieran a Egipto, calculaban los años en base al “decreto de esclavitud”, es decir, cuántos años habían transcurrido desde “el pacto de las mitades” entre Yahvéh y Avraham cuando se selló el decreto de cuatrocientos años de esclavitud que debían soportar en tierra extranjera (Génesis: 15:13). Pero luego de que descendieran a Egipto y fueran esclavizados allí, y el Eterno realizara grandes milagros en su favor y los liberara, comenzaron a contar los meses desde el momento de ese magno acontecimiento, como declara el versículo: Este mes será para vosotros cabeza de meses (Shemot Rabá 15).

Estudiando la historia de Israel, observamos que todas las dificultades y sufrimientos padecidos por la descendencia de Yaakov a lo largo de los tiempos se transformaron en luz y salvación; cuanto mayor fue la oscuridad, tanto mayor fue la luz resultante. De igual forma sucederá con la redención final: su luz surgirá de entre la oscuridad; en el mismo momento en que los corazones se estremecen con desesperanza, brillará la gloria de Yahvéh. ¿Y cuándo acontecerá esto? En el mes de Nisán, que el Eterno estableció como período de redención para todas las generaciones. Toda tribulación o desgracia que se abate sobre Israel durante este mes no es más que una afirmación del florecimiento de la redención que está a punto de comenzar.

Así explicaron nuestros Sabios en el Midrash: «El versículo Este mes será para vosotros… (Exodo 12:2) guarda una estrecha relación con los siguientes dos: El consejo de Dios se yergue para siempre (Salmo 33:11) y Afortunada es la nación cuyo Dios es YHVH (Salmo 33:12). Cuando el Santo, bendito sea, escogió Su mundo, estableció los comienzos de meses y los años —éste es el consejo que se yergue para siempre—; y cuando eligió a Yaakov y a sus hijos, fijó un mes de redención — un mes en el cual serían redimidos de Egipto y lo serán en el futuro. En ese mismo mes nació Itzjak, en ese mes fue atado como ofrenda sobre el altar, en ese mes Yaakov recibió las bendiciones de su padre, y en ese mes Dios insinuó a los Hijos de Israel que el mismo sería el comienzo de su redención, como expresa el versículo (Éxodo 2:2): …el primero de los meses del año para vosotros. Respecto de ello fue dicho: Afortunada es la nación cuyo Dios es YHVH«(Shemot Rabá 15).

Con estas consideraciones, los sabios expertos en toralogía señalan al mes de Aviv (Nisán) com el mes de la redención, y aseguran que debe ser considerado aún más grandioso que Tishrei, el mes en el que el mundo material fue creado. Ellos dicen que el mundo fue creado con un propósito, que es que nosotros, los humanos, lo insuflemos de significado, rectificándonos de esa forma tanto en un nivel individual como en un nivel global (Tikun Olam). Así pues, ellos aseguran que para lograr esa misión, el Eterno otorgó al mes de Aviv (Nisán) como el tiempo en que nuestro Israel emergió redimido como un pueblo sacerdotal con este objetivo como su definición de propósito nacional.

¿Qué podrían representar para un pueblo esclavo los días, las estaciones y las Festividades? Para un sirviente el tiempo no tiene un curso, y su existencia es como una noche eterna. Abarbanel explica que la Torah no viene precisamente para establecer las bases de un calendario hebraico sino para pedir en nombre de Dios, que con el fin de recordar la liberación de Egipto se conceda la primacía a este mes, que habrá de ser el primero de todos los meses del año, y a partir del mismo habrán de contar los meses, a saber: segundo, tercero, etc. Esa es la esencia de esta mitzvá, la primera que recibe el pueblo de Israel como nación a ser constituida.

Por eso, y de acuerdo a la revelación de la Torah, el mes de Aviv (Nisán) es el mes de la liberación del pueblo israelita por cuya razón celebramos Pésaj, es decir el inicio del Programa de Redención del Eterno a través del korbán Pesaj: un cordero sacrificado por el padre de familia que evitó el exterminio del Ángel de la Muerte.

¡El mes de Aviv es el comienzo del Año de YHVH!

Un Método Cósmico Para Controlar al Tiempo Exclusivo para Hijos Primogénitos.

Yahvéh le dijo a Moshé un mensaje para que él le diera al faraón y al pueblo de Israel antes de que las diez plagas comenzaran: «Mi hijo primogénito es Israel» (Éxodo 4:22). Los Israelitas estaban en su punto más bajo en este momento; no eran merecedores de ningún milagro por su propio derecho. Y sin embargo, ese momento fue justamente cuando el Eterno nos elevó, sacándonos de la oscuridad de Egipto, iniciando el proceso de movimiento ascendente hasta 50 días después, cuando fuimos merecedores de recibir la Torah y de convertirnos en una nación.

Qué momento y lugar tan perfectos para entregarle al pueblo judío aquel alentador mensaje en el mandamiento de santificar la luna nueva cada mes y de determinar nuestro calendario de esta forma:

«Y Dios le dijo a Moshé… en la tierra de Egipto, dile al pueblo judío: Este mes es para vosotros el comiendo de los meses…«
(Éxodo 12:1-2).

La Torah dice que “para vosotros”, es decir, para los hijos de Israel, el mes del Aviv es el primero del año.

El Eterno nos había dado el poder de la renovación y del cambio, es decir, el regalo de expandirnos, iluminarnos y crecer nuevamente después de haber sido disminuidos.

Es necesario aceptar que esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de renovación.

En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo redimido por Yahvéh en Mitsrayim (Egipto).

La expresión “para vosotros” nos da a entender que no es así para otros. Desde el principio los pueblos de las naciones contaron los meses desde el día de la creación de Adam, el primer día del primer mes. Cuando Adam fue creado el sexto día de la semana, él empezó a contar el tiempo. Para él fue el primer día del primer mes. Esto nos enseña que Adam probablemente fue creado el día de la luna nueva. Desde entonces sus descendientes contaron los meses y los años según marcaba el sol y la luna (cf. Génesis 1:14).

Ahora el Eterno dice “para vosotros”, dando a entender que para otros no lo es. Ellos seguirán contando de otra manera. Antes de la salida de Egipto, los hijos de Israel no celebraban el mes del Aviv como el primero del año. Pero cuando el Eterno empieza su programa de redención, cambia todo. El mes que antes fue el primero, de repente es considerado como el séptimo. Tishrei, que antes era el primer mes, llegó a ser el séptimo. “Para vosotros” es así, pero los demás no lo van a ver así, porque no son parte de la gran redención, y por lo tanto no tiene parte en el Olam HaVá (Mundo Venidero).

El Midrash, explicando esta expresión, señala lo siguiente:

Corresponde que los grandes [pueblos gentiles] lleven la cuenta según lo grande [el sol], y los pequeños [Israel] lo hagan según lo pequeño [la luna]. Esav [Roma] se guía por el sol que es prominente; así como el sol gobierna durante el día y no durante la noche, del mismo modo Esav tiene una porción en este mundo pero no en el Mundo Venidero. Yaakov (Israel) se basa en la luna que es pequeña; así como la luna gobierna en el día y en la noche, del mismo modo Israel tiene una porción en este mundo y en el Mundo Venidero. Siempre que la luz del más grande brilla en el mundo, la del más pequeño no se destaca. Pero cuando la luz del más grande se oculta, la del más pequeño gana prominencia. De igual modo, mientras la luz de Esav brilla, la luz de Iaacov no se apaga. Pero cuando la luz de Esav se oculta, la luz de Iaacov se difunde. A ello alude el versículo (Isaías 60:1-2) «Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de Dios brilla sobre ti. Pues he aquí que tinieblas cubren la tierra…».

(Bereshit Rabá 6)

Las naciones del mundo se comparan al Sol, en tanto que el pueblo de Israel se asemeja a la Luna. Pese a que Israel es la nación más débil y numéricamente mas pequeña, está destinada a inmensa gloria luego de que el dominio del mal sea erradicado por el Eterno de la faz de la tierra.

Esta capacidad de renovación es exclusiva del pueblo de Israel y ella lo distingue de todas las demás naciones. Por este motivo les fue concedido el mes lunar, que representa la renovación constante: para que lo bendigan, siempre se guíen por él, y sean bendecidos con esta cualidad. Aunque su luz parezca totalmente ausente, Israel ha sido bendecido con la capacidad perpetua de la renovación (jidush).

En esta característica única radica el secreto de la existencia y la eternidad del pueblo de Israel.

Puesto que Rosh Jodesh constituye la base de la que dependen todas las Festividades que distinguen la santidad de Israel de la vida de cualquier otro pueblo, la mitzvá de consagrar el nuevo mes (hbr. Kidush HaJódesh) le fue entregada antes que las demás.

Mientras que el pueblo de Israel todavía se encontraba en Egipto, antes de que se le encomendaran otras mitzvot, se le entregó precepto de fijar los meses. El versículo expresa:

 «Y habló Dios a Moshé y a Aharón en la tierra de Egipto, diciendo: este mes será para vosotros el primero de los meses (Nisán-Aries), primero es él para los meses del año
(Exodo 12:12)

«Este mes será para vosotros»: esta renovación es vuestra fuerza y vuestra gloria por siempre.

Lectura Recomendada para Profundizar este Tema:

La Energía del Mes de Tevet y la Historia

Autor: Daniel Ben Itzjak

Tres acontecimientos principales sucedieron durante el mes de tevet.

La Traducción de la Torah

Un día ocho de tevet el rey Talmai obligó a setenta ancianos de Israel a traducir la Torá, la Sabiduría de Moisés, al idioma griego. Pero, y como ya explicamos en el Calendario Cabalístico del mes de kislev, la raíz del idioma hebreo en ningún caso puede ser contenida por completo en otro idioma. Por consiguiente, traducir la lengua del Paraíso es tomar lo más superfluo y presentarlo falsamente como lo esencial. O, mejor dicho: es tomar al rey de la selva, al león, y encerrarlo en una estrecha jaula.

La muerte del último profeta.

Un día nueve de tevet murió Esdra, el escriba, el último profeta. Y si entendemos la profecía como la revelación de la voz celestial en el marco limitado del mundo físico, a partir de su muerte se genera la máxima desconexión entre los cielos y la tierra.

El sitio a Jerusalén

Un día diez de tevet Jerusalén fue asediada por el ejército enemigo. No fue destruida -esto sucederá más tarde, en el mes de av- sino sitiada. No se podía entrar en Jerusalén ni tampoco los habitantes de la ciudad podían abandonarla. La ciudad divina había sido desconectada.

Mas en este punto debemos tener sumo cuidado ya que al referirnos a la historia, y principalmente a acontecimientos negativos, solemos asociar al tiempo con lo sucedido. Es decir, un mes es peligroso porque en él sucedió tal o cual suceso. Sin embargo, en realidad sucede exactamente al revés: la esencia del mes no se establece sobre la base de los acontecimientos históricos sino que debido a la naturaleza del mes se originan tragedias de este tipo. E incluso una torre muy alta se tambalea y cae cuando soplan vientos demasiado fuertes. Los vientos provocan el derrumbe. De igual modo, los vientos espirituales de tevet provocaron los acontecimientos antes nombrados.

Comencemos el análisis de los mismos.

Tres modos de un mismo encierro
La traducción de la Torah

De acuerdo con el relato bíblico, la luz fue creada en dos oportunidades. La primera, al comienzo mismo de la historia, cuando el Creador determinó: «Que haya luz». La segunda en el cuarto día, al crearse las luminarias.
Los sabios nos enseñan que la naturaleza de estas luces es completamente diferente: la primera, consecuencia de la Palabra divina original, permitía al hombre observar de un extremo al otro del mundo. La segunda, consecuencia de las luminarias, es la luz que conocemos, la luz «física». Sin embargo, continúa la enseñanza mística, cuando el Creador observó que la primera luz maravillosa también sería aprovechada por los malvados, la guardó y la reservó para placer y goce de los justos en el Mundo Venidero. ¿Dónde guardó El Eterno esta luz? En la misma Torá. Esto explica por qué la Sabiduría de Moisés, la Torá, también es denominada «Luz» en el lenguaje de los sabios: «oraita» en idioma arameo.

Tal vez una de las experiencias más extrañas que atraviesa la persona que se inicia en la sabiduría de la Torá, es aceptar y adaptarse al método de estudio. ¿A qué nos referimos? Si tomamos por ejemplo el estudio de la Torá oral, el Talmud, encontramos que el mismo se basa en la repetición. Incluso la raíz hebrea de la palabra Mishná también señala la reiteración en el estudio. Significa: aspiramos a entender el texto hasta los niveles de máxima profundidad, pero aquí no termina la tarea del estudiante. Ahora debe repasar, y preferiblemente en voz alta, el texto aprendido. Y el hombre occidental, racional por naturaleza, se siente extraño ante este método de estudio, y entonces pregunta: si ya he entendido el texto ¿para qué debo repasarlo? Y si ahora ya lo se incluso de memoria y lo puedo repetir aunque me despiertan en mitad de la noche, ¿para qué me indican de todos modos repetirlo y repetirlo?

Rabí Moshé Jaim Luzzatto, el genial cabalista italiano, enseña que la repetición en el estudio de la Torá es similar al acto de una persona que raspa un objeto determinado con la intención de quitarle capas y acceder a su centro, a su núcleo, al sitio de los tesoros escondidos. Al repetir el texto una y otra vez vamos cavando, quitando estratos, liberándolo de cáscaras que encubren precisamente aquella luz original que fue escondida en el interior de la Torá. Y no sorprende entonces que el estudiante dedicado, aquel que ya ha aprendido el arte del estudio y la repetición, logra al hacerlo un nivel de placer proporcional únicamente al contacto con el Mundo Venidero, tiempo en el que la luz primigenia brillará en todo su esplendor.

La dura y penosa tarea de cavar en una tierra dura y seca se ve recompensada al toparse cara a cara con el tesoro más bello que alguna vez haya podido imaginar.

Y es precisamente esta luz de sabiduría la eclipsada durante el mes de tevet ya que al ser traducida al idioma griego, su resplandor queda aprisionado tras las rejas de un idioma extraño. Ahora podremos tal vez entender su mensaje, pero jamás lograremos experimentar el baño de su sagrada Luz.

La muerte del último profeta

Ante todo presentamos algunos pasajes de profunda sabiduría del cabalista Rabí Moshé Jaim Luzzatto extraídos de su obra El camino de Dios, los cuales se refieren específicamente a la profecía:

Este es un grado de inspiración donde un individuo alcanza el nivel donde se acerca a Dios, de tal manera que él siente verdaderamente su apego. Entonces él capta que está apegado a Dios… Esto lo siente con total claridad de forma consciente que no deja lugar a ninguna duda. El individuo está entonces seguro de esto, como si se tratase de un objeto físico percibido por sus sentidos.

El principal concepto de la profecía es, por lo tanto, que una persona viva llegue a una apego y cercanía completa con Dios. Esto en sí mismo es ciertamente un alto grado de perfección y es también a menudo acompañado de cierta información e iluminación; a través de la profecía uno puede ganar conocimiento de muchos aspectos muy elevados entre los misterios escondidos de Dios. Estos son percibidos muy claramente, como todo el conocimiento obtenido a través del proceso de iluminación.
Cuando Dios se revela y confiere Su influencia, un profeta se altera enormemente. Su cuerpo y sus extremidades comienzan a temblar inmediatamente y él siente como si fuera volteado.

Esto es la naturaleza de lo físico. No puede tolerar la revelación de lo espiritual, y esto es particularmente cierto cuando se trata de la revelación de la Gloria de Dios. Los sentidos del profeta cesan de operar y sus facultades mentales no pueden funcionar independientemente. Se han convertido en dependientes de Dios y del influjo que está siendo conferido.
Como resultado de este apego del alma, se obtiene un grado de iluminación completamente más allá del poder de la razón humana. Esta iluminación no llega por su propia naturaleza, sino como una consecuencia del hecho que las altas Raíces están rodeándola. El alma percibe las cosas de una forma más intensa que en ocasiones normales.

El poder de la profecía entonces es mayor que el del espíritu divino, aún con respecto al conocimiento obtenido. La profecía puede traer la más alta iluminación posible al hombre que se da como resultado de la unión con su Creador.

La revelación de la Gloria de Dios es lo que inicia todo lo que se transmite en una visión profética. Esto es entonces transmitido al poder de imaginación en el alma del profeta – nefesh – la cual a su vez forma imágenes de los conceptos forjados en ella por el poder de la alta revelación. La imaginación, sin embargo, no inicia nada por su propia cuenta.

Estas imágenes, a su vez, conducen hacia las ideas e información del profeta, cuya concepción viene del poder de la Gloria revelada. El asunto queda fijado en la mente del profeta y cuando él retorna a su estado normal, este conocimiento es retenido con perfecta claridad.

En resumen, la profecía implica la máxima cercanía de Dios con los mundos físicos y la posibilidad humana de conectarse con las Raíces superiores y obtener iluminación e información.

Con la muerte del último profeta, la Voz de Dios, la que rompía y se burlaba de toda distancia, es restringida y confinada a los ámbitos celestiales.

El sitio a Jerusalén

Los sabios griegos, en sus albores, investigaron acerca de lo que las cosas son. Tales de Mileto, por ejemplo, señala el agua como el principio de todas las cosas, otros propusieron el aire, la tierra, etc. Los hebreos, por su parte, apoyados en la certeza de que absolutamente todo proviene de Dios, no se interesaron en demasía por el origen de todo, aunque sin embargo se vieron atraídos por otra investigación filosófica, la cual denominaremos la búsqueda del centro: el centro de la persona, el centro del mundo. ¿A qué nos referimos? Muy sencillo: el centro, de acuerdo con el Maharal de Praga, es aquello que permanece intacto e inmutable debido a su importancia fundamental y porque no tiende a los extremos. No se dispersa, no recibe fricción alguna, no entra en contacto con lo circundante. Además, el centro esencial mantiene y nutre a toda la estructura que lo rodea. El corazón es el centro del hombre ya que es la fuente de vida de la cual se nutre el cuerpo.

¿Y el centro del mundo? Muy simple: Jerusalén.

Los mapas antiguos dibujan al mundo como una flor, con sus pétalos extendidos en las cuatro direcciones – los continentes – y Jerusalén en el centro. O para decirlo de un modo más exacto: el centro del mundo es la Tierra Prometida; el centro de ésta, Jerusalén; el centro de Jerusalén, el Templo, y el centro del Templo el Sanctasactorum, el kodesh hakodashím, sitio de tal nivel de santidad que sólo podía ingresar el Gran Sacerdote, una vez al año, el Día del Perdón.

El Talmud también señala que la persona debe dirigir sus plegarias en dirección a Jerusalén, lo cual refiere al lugar de máxima conexión entre los mundos físicos y los mundos espirituales.

Jerusalén es el centro del mundo porque a partir del Templo la espiritualidad llega a los ámbitos terrenales y los ilumina.

El diez de tevet fue sitiada la ciudad de Luz, Jerusalén. La morada de Dios entre los hombres y el sitio elegido por Su gloria quedó herméticamente cerrado por los enemigos.

* * *

Mas no debemos confundirnos: lo verdaderamente grave de todo encierro es su consecuencia directa, la desconexión. Independientemente de si se trata de la traducción de la Torá, la profecía o Jerusalén, la interioridad, el corazón, la luz, aquello que esencialmente fue creado para expresarse e iluminar, ahora queda encerrado, eclipsado y desconectado de su objetivo último.

Cuando la Torá es traducida, y por consiguiente desconectada de su raíz de Luz, el sentido más profundo de la Sabiduría queda encerrado entre palabras y frases que dicen poco o nada.
Cuando la profecía es anulada la Presencia Divina y la claridad de su mensaje sólo logran expresarse a través de señales confusas y equívocas.
Y cuando Jerusalén es sitiada, la maravillosa Luz de la ciudad del Templo queda oculta y velada entre las callejuelas de una ciudad que ahora se presenta como cualquier otra.

En resumen: la tribu de Dan, esencialmente conectada al mes de tevet, se inclina a la idolatría y en este mismo mes Moisés es ocultado por su madre, la Torá traducida al griego, la profecía anulada y Jerusalén sitiada por lo enemigos.


Extraído de «El Calendario Cabalístico» de Ben Itzjak. Editorial Edaf. Este libro pertenece a la colección del Club Hebreo del Libro.


Bitácora Relacionada:

El Ayuno del Décimo Mes (10 de Tevet) y Sus Características

El Corazón que Realiza Milagros (Rosh Jodesh Kislev)

Una de las formas de aproximarnos a la fuerza de cada mes lunar que marca el calendario que el Eterno reveló a Moshé, es desarrollando la comprensión de que el nacimiento de la luna cada mes marca el inicio de un tiempo nuevo. Entonces, estamos llamados en cada rosh jodesh (luna nueva o cabeza de mes) a indagar en cada tiempo y su mensaje con el objetivo de transformarnos en autores de nuestra propia renovación en vez de ser pasajeros pasivos de una historia que nos sucede.

Kislev (כִּסְלֵו‎) es el nombre babilónico del mes que comienza hoy. Las Escrituras se refieren al mes de Kislev (en griego Sagitario) como «el noveno mes» (Hageo 2:10), pues es el orden que tiene el calendario lunar a partir de Nisán (Aviv).

Kislev significa, según el rabí Tzadok HaKohen, confianza y fortaleza interior, tal como lo señala el libro de Job: «Si hubiera puesto en el oro mi «kisli«/confianza, y le hubiera dicho al oro refinado: tu eres mi seguridad» (Job 31:24). Por eso, está regido por la fuerza de la abundancia divina. En sus días el Eterno se manifiesta como Abba (Padre) y su benevolencia se pone a favor de los hombres que lo buscan, ocasionándoles un cambio de suerte.

La expresión kisli viene del verbo kesel y está relacionada etimológicamente con «kisui» que significa proteger, cubrir. Según el sabio comentarista Ibn Ezra, «kesel» también significa apoyo, tal como aparece en los Proverbios: «Porque Dios será tu apoyo/»kislejah» (Proverbios 3:6). Y de acuerdo a la opinión de Rashí sobre el versículo citado de Job, «kesel» significa esperanza, también vinculada con la palabra «kala«/anhelo grandes esperanzas.

Podemos deducir entonces, que el mes de Kislev nos brinda una oportunidad especial de reforzar la confianza y la fe en el Eterno, así como también fortalecer la anhelada esperanza de la completa redención.

El gran salmista, el rey David, influenciado por los conocimientos astronómicos mesiánicos que Avraham avinu legó a los sus hijos, dijo:

“Por la palabra de Dios fueron hechos los cielos y todas las cosas”.

(Salmo 33:6)

En otras palabras, el rey estaba revelando en su canción que las letras del ÁlefBet crearon los planetas y las constelaciones del universo, y que además son los portales a través de los cuales fluye la energía Divina hacia este mundo, por medio del ser humano que actuaría como portal de esa mentalidad de la Luz. Desde esta enseñanza, los hebreos siempre sostuvieron que cada mes del calendario hebreo es regido por dos letras: una es la letra de la constelación que rige al mes y la otra es la letra del planeta regente de ese mes. La letra desde la que el Eterno creó a la constelación de Sagitario es Sámej, y con la letra Guímel creó al planeta Júpiter (en hebreo este planeta se llama Tzedek = Justicia).

He aquí la sámej, la letra hebrea que identifica a este mes:

Si observamos bien a la letra sámej, notaremos que su forma es un círculo completo, el cual simboliza unidad, totalidad y circuito; este mes podemos buscar obtener todas esas características.

La letra sámej representa el poder infinito de la Luz del Creador, el cual no tiene principio ni fin. Al alinearnos a nosotros y nuestra conciencia con este circuito, por medio de la resistencia ante la tentación egoísta del Deseo de Recibir para Sí Mismo, podemos acceder a los milagros que están disponibles en este mes.

Por eso, la forma circular de la sámej simboliza la fe fundamental (emunah) reflejada en todos los niveles de la Torah y la realidad: «Su final está incertado en el comienzo, y el comienzo en su final«, explican los sabios intérpretes del hebreo. Esta comprensión y percepción de la unidad inherente entre comienzo y final, que al ser comprendida en profundidad implica ecuanimidad en todas las etapas del «ciclo infinito», es de hecho la manifestación de la Luz Trascendente de Yahvéh (sovev kol almin), que abarca por igual cada punto de la realidad. Por eso, la letra sámej significa corazón con conocimiento.

La letra sámej es una letra muy hermosa, es un atributo que salva y eleva a la persona del imperio de las cáscaras (klipot) del ego (Mitzraim), y le otorga poder, apoyo y confianza, un hogar. Es una letra redonda, como el vientre que le proporciona refugio a un embrión pero no puede desarrollarlo. Por esto último, esta letra simboliza el apoyo, el estímulo, el sustento y la ayuda celestial que Yahvéh dispone desde las esferas celestes a los hombres.

El sentido de «dormir» ligado a Kislev refleja la fe (emunah) obediente pasiva de que la Providencia de Dios siempre proteje a Israel. La base del sendero de la habilidad innata de toda persona humana de alcanzar la comunión con Dios a través de la oración y otras actividades rituales es la la fe obediente en la omnipresencia de Dios y la omnipotencia de Su Providencia.

Es un mes donde encontramos seguridad, bienestar y esperanza, si no nos permitimos incurrir en la auotcomplacencia y la santurronería. En general, Yahvéh lo entrega como un mes altamente positivo.

Durante este mes, el Eterno nos invita a trabajar en la corrección del descanso, y el sueño, que es resultado directo de nuestra dedicación a corregir las acciones durante las horas activas. Por ello, nos enfocaremos a conocer los secretos celestiales para corregir la relajación de la mente y el cuerpo usando el descanso como medio para una acción adecuada. Esto nos ayudará a canalizar nuestros esfuerzos y dirigir la flecha llamada tefilah (plegaria de pacto) en la dirección correcta, para obtener del todo lo que le pidamos en Yeshúa.

Iyar: Tiempo para la Introspección que permite la Autosuperación

Por P.A. David Nesher

 

Hemos aprendido que el segundo mes escritural, llamado con su nombre sumerio de Iyar, esta íntimamente relacionado con el atributo de la meditación e introspección de pensamiento.

Esta es una época de estrechez en la claridad y la percepción del amor divino, y la función del hombre en este mes es la búsqueda y el reconocimiento de la verdad, que, basada en el pensamiento viene como consecuencia de la fe que se ha establecido en el corazón de cada uno durante el mes de Nisan, por medio de su Pesaj.

El trabajo durante este mes, de búsqueda de la verdad y perfeccionamiento del pensamiento, se manifiesta claramente en el trabajo del Conteo del Omer que permite purificarnos de nuestras toxicidades

La introspección en la búsqueda de la Verdad, junto con el temor de Yahvéh, son dos cualidades esenciales en el inicio del individuo por el sendero espiritual.

El mes de Iyar es conocido desde la antigüedad como el mes característico de la curación tal como lo manifiesta el acrónimo de la letras que componen la palabra Iyar: Alef-Yod-Yod-Resh con la siguiente frase simbólica: «Ani Yahvéh Rofeja: «Yo soy Yahvéh Tu curador» (Éxodo 15:6). Esta relación también se expresa en el mismo valor numérico de las palabras Iyar y Aruj (remedio).

Se reconoce que las enfermedades del hombre vienen primordialmente como consecuencia de una inadecuada alimentación o una mala disciplina y asimilación de la digestión. En relación con esto, la trama bíblica nos indica que el Maná, el alimento celestial de los hebreos en el desierto, comenzó a caer durante este mes, al igual que la provisión de la fuente de agua.

Iyar representa claramente el trabajo básico del mes que es la conquista y el fortalecimiento interno del individuo.

¡Apegarse a Dios! … El Secreto de la Luna Nueva Elul (Virgo)

Amados talmidim (discípulos) de Yeshúa:

Estamos transitando la segunda fase del mes lunar Elul. Recuerden que es un buen lapso para practicar teshuvá (regreso a la Fuente).

Es muy importante que ustedes capten espiritualmente el llamado divino que este mes tiene. Son días muy especiales para lograr apegarnos a Yahvéh. Las treces fuerzas de la Misericordia de Abba están cada mañana vibrando en sus energías transformadoras, dispuestas para actuar en la re-configuración de nuestro verdadero yo conforme a la imagen del Mesías.

Es muy importante que lo profético descienda sobre nuestras vidas y nos conduzca a valorar la vida de oración de alianza (tefilá) que otorga al alma humana, redimida en la sangre del Cordero, actuar como Novia Celestial que anhela que su Amado venga por ella.

Aquí les comparto lo que en la Fiesta de Rosh Jodesh (Luna Nueva) el Espíritu de Yahvéh depositó en nosotros.

Elul y un Futuro Mejor

Por P.A. David Nesher

 

 

Elul es el mes que da comienzo a un período de intensa introspección, de clarificar los objetivos de la vida, y de acercarse a Yahvéh como fuente de nuestra esencia. Es un tiempo para entender cuál es el propósito de la vida, en vez de avanzar superficialmente a través de ella acumulando dinero y buscando gratificaciones. Es un momento en el que damos un paso atrás y nos miramos a nosotros crítica y honestamente, como lo han hecho los hebreos desde tiempos inmemoriales, con la intención de mejorar. Es un lapso en el cual Yahvéh se acerca a nosotros, en un esfuerzo por crear una atmósfera más espiritual e inspiradora, una atmósfera que estimule la Teshuvá.

 

Elul nunca fue un proceso fácil. La fuente de la historia y el poder de este mes se remonta hace 3450 años aproximadamente, y cuenta toda la peregrinación espiritual que realizó Moisés, y con él, el pueblo de Israel, para conseguir regresar a Yahvéh como su Fuente.

 

Moisés sube al Monte Sinaí para recibir la Torah. Después de 40 días Moisés regresa, sólo para encontrar que el pueblo hebreo desafió a Yahvéh al construir el becerro de oro. Moisés rompe las tablillas y regresa al Sinaí para orar para que el Eterno perdone al pueblo por su traición grave. Pasa otros 40 días en el Sinaí y sus esfuerzos no tienen éxito. Pero Moisés no se rinde. Determinado, sube la montaña por tercera vez y suplica otros 40 días. Esta vez Moisés es exitoso. Él obtiene no sólo el perdón divino, sino una profundidad recién descubierta, una dimensión más intensa en la relación entre Yahvéh y el pueblo de Israel.

 

A la súplica de Moisés, Yahvéh responde con un don sin precedentes: Él revela Sus Trece Atributos de Misericordia, exactamente los trece secretos de la «personalidad» de Yahvéh que llevan los misterios de la vida y el poder para reparar lo que está roto.

 

Este tercer período de 40 días comenzó el primer día del mes de Elul y concluyó en Yom Kippur. Por eso, los cuarenta días que están entre Rosh Jódesh Elul (el comienzo del mes de Elul) y Yom Kipur (Día del Perdón), son días de complacencia, pues en ellos el Eterno escucha de una manera muy especial las oraciones y ruegos de Su pueblo.

 

Moisés abrió nuevos caminos. Él aprendió cuál es el tiempo señalado por el Eterno para abrir nuevas vías, abrió nuevas puertas. Conoció que el sexto mes (Elul) es el lapso profético que permite abrir nuevas posibilidades. ¿Todo para quién? Para nosotros, sus hijos primogénitos.

 

Elul es por lo tanto un mes potente lleno del poder de la esperanza, el amor y la reconciliación. Los sacerdotes, descendientes de Aarón, enseñaron que los Trece Atributos Divinos de la Misericordia irradian durante el mes de Elul, cuando revivimos la experiencia de Moisés.

 

Elul es algo así como la primera estación en el tiempo, destinado al despertar espiritual, a la purificación del alma humana y a la elevación del individuo.

 

El mes de Elul, desde su inicio hasta los siguientes 40 días que concluyen con Yom Kippur, nos da el poder para empezar de nuevo, para aprender del pasado. Nos concede la capacidad mental para cavar más profundo y llegar a nuevos depósitos de claridad y fuerza que concede la Luz Infinita, nuestro amado Yeshúa.

 

Elul es un tiempo especial en el que hacemos una mirada retrospectiva y nos examinamos crítica y honestamente con la intención de perfeccionar nuestra manera de vivir.

 

Elul despierta nuestra fe interior. Con ella desarrollamos la esperanza en un futuro mejor. Puede que no tengamos una estrategia exacta, pero si asumimos una actitud resignada, perderemos incluso antes de comenzar. Cada desafío, cada guerra debe comenzar con absoluta fortaleza y creencia en la victoria. Elul es el tiempo asignado por Yahvéh para adquirir la certeza de que nuestro destino está asegurado en la alianza que ha hecho con nosotros por medio de su Hijo, nuestro Mesías Yeshúa. Con Él, nuestro futuro se avecina en éxito seguro.

 

Shalom!

¡El Rey está en el Campo!… (Elul: Días de Acceso Directo al Eterno)

Por P.A. David Nesher

 

 

El Eterno anhela venir a tu presencia para observar cómo están tus asuntos y así acompañarte en la búsqueda de la salida a toda circunstancia adversa.

 

Durante los días de este mes, mientras peregrinas en comunión con Su Presencia, escucharás en tu alma tres frases de Su Dulce Voz:

«Estoy aquí»

«Estoy disponible»

«¿Qué quieres que te haga?»

Siván: La Unificación de los Gemelos Celestiales

El mes de Siván es considerado como un lapso pleno de energía celestial. Es el tercer mes del calendario hebreo comenzando nuestra cuenta desde nisán, el mes de nuestra liberación de Egipto, que es la forma en que son contados los meses en las Sagradas Escrituras.

 

 

La misma Torah nos relata que en el primer día del tercer mes, los hijos de Israel llegaron a su destino:

 “Los israelitas llegaron al desierto del Sinaí a los tres meses de haber salido de Egipto.

Después de partir de Refidín, se internaron en el desierto de Sinaí,

Y allí en el desierto acamparon frente al monte.”

Éxodo 19:1-2

Allí, el Eterno le pidió al pueblo de Israel que cuiden su Pacto, asegurándoles que se convertirían en el pueblo elegido:

 “Si ahora ustedes me son del todo obedientes, y cumplen mi Pacto,

serán mi propiedad exclusiva entre todas las naciones.

Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.”

Éxodo 19:5-6

En este mes, YHVH, el Dios de Israel, descendió sobre el monte Sinaí, para encontrase con Su pueblo y entregarle Sus leyes, mandamientos y ordenanzas.  Él bendijo a Su pueblo con la revelación de Su Palabra, como ninguna otra nación en la tierra (Éxodo 19:1). Ellos de ser Pueblo, se transformarían en Reino de Sacerdotes según la orden de Melquisedec.

 

 

Por eso, este es el mes que marca la experiencia del Sinaí, en la festividad de Shavuot (Semanas). Ésta fiesta divina es la revelación de Luz Infinita que se relaciona históricamente con la entrega de la Torah o los 10 Enunciados (erróneamente conocidos como mandamientos) y es la culminación de la cuenta del Omer. Por eso, Siván es el tiempo que presenta una oportunidad única para acceder al poder espiritual sin igual de la Torah de fuego, que el Eterno quiere colocar en la mente y el corazón de Israel, y con él transformar todo nuestro entorno en un paraíso.

 

 

frase shavuot torah

Por causa de esta fiesta y de este evento, el mes de Siván, es un mes lleno de potencial para la unificación, particularmente para la fusión de los mundos metafísicos (segundo y tercer cielo) y el mundo físico. Se escapa rápidamente a las percepciones humanas el hecho de que lo que sucedió en el Monte Sinaí, durante este mes, en Shevuot, fue una unión entre la presencia del Eterno (la Luz Infinita) y el mundo físico. Esta unión creó, aquí en la Tierra, un ambiente de perfección total, como el que se manifestaba en Edén cuando YHVH visitaba a la humanidad en cada atardecer. La Luz en el Sinaí irradió con tal intensidad que borró las fuerzas oscuras de la muerte y la decadencia, y los Israelitas experimentaron verdadera inmortalidad. ¡Pero solo por unos momentos! Días más tarde, cuando los Israelitas perdieron la certeza de que Moisés regresaría, construyeron el becerro de oro, permitiendo a la conciencia de mortalidad reafirmarse, nuevamente en sus mentes y corazones.  Y ésta permanece con nosotros hasta la actualidad.

 

 

Por todo esto, siempre Israel comprendió que la entrega de la Torah es conocida como una «boda» entre YHVH e Israel. Leemos en el Cantar de los Cantares (5:2), que el máximo nivel de matrimonio es cuando la novia y el novio se convierten, por medio de sus almas activas en el amor, en mellizos idénticos (tamati). Los mellizos simbolizan las dos «tablas del testimonio» idénticas entregadas a Moisés. Estos mellizos simbolizan las dos manifestaciones del amor gemelo derramado en el corazón de los redimidos (Romanos 5:5) y que permiten encarnar el Gran Mandamiento que Yeshúa estableció para sus discípulos (Mateo 22: 37-39). Israel tenía a su disposición un documento legal de desposorio escrito por Su mismo Amado, el Eterno. Dicho documento les permitiría a toda esta nación manifestarse como la Esposa mesiánica del Todopoderoso.

 

 

 

Ante estas maravillas, debo finalizar instándote a que entiendas que Siván representa un tiempo oportuno de YHVH para Su Pueblo. Es el mes para persistir y proseguir en la vocación que nos ha dado y así llegar al cumplimiento perfecto de Su destino de propósito mesiánico. Es un mes especial para recibir por fe los nuevos límites, los nuevos territorios que Él  ha preparado para ti y quiere entregarte en tiempo oportuno.

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Elul: Un Regalo Divino

Estamos peregrinando en el sexto mes lunar del calendario divino. Se lo conoce como mes de Elul, un regalo que nuestro Abba nos hace en el Mesías.

Muchas veces nos arrepentimos de cosas que hemos hecho, y entonces decimos: “Si pudiera volver el tiempo atrás«… Pues bien, en Elul se puede. Durante este mes Yahvéh hace que el cosmos abra un portal que nos permite entender que el tiempo es una ilusión y que podemos hoy rehacer el pasado con acciones presentes.

Elul está diseñado en la mente divina para que podamos deshacernos de todas las emociones de remordimiento y culpa que ocupan tanto lugar y que podamos reconectar con el momento en el que nos equivocamos y devolverle la Luz que le quitamos a esa situación.

Solo a través de la reparación sentiremos el alivio de la culpa y tendremos lugar para un nuevo paquete de Luz que vendrá en Yom Teruah (Día de Trompetas).

Elul… es u tiempo de inspiración, autodescubrimiento y retorno al Eterno.

Tiempo de arrepentimiento por habernos alejado.

Tiempo para retomar el camino verdadero. Aquel que reclama el alma, el de una oportunidad nueva, única, que permita alcanzar la unión del alma con su fuente original: la Intención del Eterno.

Elul mes

 

Recomendación:

Te invito a tomar apuntes y reflexionar en: El Valor de la Virgen de Israel y la Boda del Cordero (Mes de Elul)