Mujeres

El Huso y la Rueca para que la Vida triunfe

Por Natalia N

“Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca”.

Proverbios 31:19

Leyendo la parashá Vayakhel descubrí que está llena de códigos celestiales y en ella que Avinu me detuvo en esto que aquí les compartiré.

El Eterno da la orden que todo varón y mujer que son motivados por sus corazones traigan para contribuir en la construcción del Mishkán (Morada divina). Así es como vemos que los varones llevan: oro, lana, vellón de cabra, pieles de carnero teñida de rojo, pieles de tejón, plata, cobre y madera.

También leemos que los líderes (príncipes) llevan piedras preciosas, especias y aceite.

Ahora bien, leemos que las mujeres traen: hilos de lana hilados por ellas, lino, vellón de cabra hilado por ellas y oro. Esto me resulta interesante, porque detrás de la entrega femenina hay un trabajo único que suele pasar inadvertido, una particularidad exclusiva de ellas: el trabajo de hilado.

Es asombroso cómo Abba me guió una vez más a los proverbios para elevar mi conciencia en la importancia de la mujer en su propósito de diseño, ya que no tiene que estar siempre luchando para igualar al varón; ella tiene su trabajo específico, algo especial para ella que el Eterno le asignó.

Al buscar algún pasaje en la TaNaK que describa la especificidad de la mujer inevitablemente debí acudir a Proverbios capítulo 31 (vv. 10-31).

Mientras lo estudiaba, el Espíritu del Señor me llevó a detenerme en el versículo 19, donde habla del huso y la rueca. Entonces, los invito a analizar junto a mi espíritu acerca de qué son estos elementos que sirven para hilar fibras textiles.

El huso es una herramienta que data del periodo neolítico y que se utiliza hasta la actualidad. Las personas del periodo de la edad de piedra (6.000 A.C al 4.000 A.C) primero utilizaban un huso, para conseguir un hilo muy fino que después lo usaban en un telar para realizar la prenda. El huso es una especie de vara más pequeña con una punta redondeada en un extremo y un “tope” en el otro.

Y la rueca es una especie de palo donde se coloca el vellón, por ejemplo, como si fuera la varita que sostiene un algodón de azúcar.

El procedimiento es el siguiente: con las manos se toma de la lana que está en la rueca formando una hebra y se la engancha con el extremo sin tope del huso. A continuación, se va enrollando la lana o el algodón en este elemento para finalmente desenrollarlo y que quede como un ovillo.

Sabiendo así un poco más la historia del trabajo con estos instrumentos, iré acercándome ahora dónde quiero llevarlos. Estudiaba que el símbolo de la rueca es la vida y la muerte, y representa la idea de que el Eterno tiene el poder de controlar el destino de las personas, para hacer y deshacer. Así leemos en el libro de Yob:

 «Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, Y fenecieron sin esperanza.”
(Job 7:6)

Cuando el texto habla de lanzadera se refiere a la rueca.

«Mi morada ha sido movida y traspasada de mí, como tienda de pastor. Como tejedor corté mi vida; me cortará con la enfermedad; me consumirás entre el día y la noche.”
(Isaías 38:12)

Aquí la expresión “tejedor” habla también de rueca; la idea es que la vida es frágil y efímera, y que la muerte es inevitable.

Noto que la rueca es una imagen poderosa en las Sagradas Escrituras que muchas veces pasamos por alto. Representa la muerte, la vida, la vigilancia y la preocupación.

¿A qué voy con todo esto?, cuando nuestro Eterno muestra lo que las mujeres llevaron para contribuir en construcción del Mishkán no sólo eran mujeres llenas de sabiduría (ya que el oro representa eso), sino que también se refiere a que la mujer virtuosa es ingeniosa, no se queda con los brazos cruzados porque no tiene hilo o tejido para confeccionar.

Ella misma toma la lana, fabrica su propio hilo y produce sus propios tejidos. Parece que no hay nada que las detenga en su plan de proveer para su familia. Sabemos que también es generosa hacia los necesitados, pero hoy solo me quedaré en el huso y la rueca.

Buscando la gematría de la expresión kishour (traducida como «rueca«) encontré que tiene valor numérico de 536, el mismo valor de la palabra hebrea que se traduce como “pelea» o «contienda”. Esto revela que la particularidad que el Eterno ha dado a la mujer es su capacidad de esfuerzo, su rigor, la disciplina, su poder de luchar o presentar “pelea” ante la adversidad.

Una vez, más vemos a la mujer virtuosa que Yah ha diseñado, trabajando con las fuerzas del Cielo de manera persistente, aplicando sus manos a lo que en su día a día debe colocarlas: la lucha por la vida, y vida en abundancia (Juan 10: 10).

¿Cómo logra llevarlo a cabo?

Con la persistencia.

¡Cuán imprescindible es en nosotras, las mujeres, la constancia para desarrollar nuestro trabajo diario!

Nunca dejen de ser diligentes; antes bien sirvan al Señor con fervor de espíritu.”
(Romanos 12:11)

Para ser constantes necesitamos: determinar, continuar y perseverar pase lo que pase. Aunque sea difícil o nos cueste, debemos ser insistentes en desarrollar nuestras labores. Perseverar significa persistir en un estado, empresa o tarea a pesar de las influencias contrarias, oposiciones o desaliento. Las mujeres tienen talentos y ellas los reconocen (a veces).

Siempre que comenzamos alguna tarea nueva nos parece difícil, pero al practicarla se disipan los temores hasta convertirse en deleite. Así damos fruto agradable para el Eterno haciendo Su voluntad, lo que Él quiere de nosotras y no lo que a nosotras nos parece, reconociendo nuestra función y desarrollando los talentos que nos ha confiado. Daremos buen fruto siendo constantes, perseverantes y esforzadas en agradarle a él.

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu Torah está en medio de mi corazón”.

(Salmos 40:8)

La mujer cuando se propone hacer algo, lo hace muy bien; cuando decide ser ama de casa, cuidar de sus hijos, su hogar, poner las cosas en orden, es capaz de hacerlo muy bien. ¿Por qué? Porque es nuestro Abba quien nos dio esa tarea. Él nos ha formado con estas capacidades y quiere que las desarrollemos y con esto no digo que no puedas trabajar de lo que eres talentosa. ¡No es la labor de los varones, la de ellos es igual de importante que la nuestra!

Como mujeres debemos desarrollarnos, ser constantes en cualquier lugar. Está claro que podemos equivocarnos, y muchas veces, pero aprendemos cometiendo errores (sin que sea crónico, obvio) y aplicando nuestras manos a las necesidades de nuestra casa y comunidad.

Somos privilegiadas de tener tanto para dar a los demás. Podemos clamar a Él (Yah) y ser constantes, perseverar a pesar de las caídas y los obstáculos. Esa es la particularidad de la mujer y no necesitamos competir o intentar igual al varón.

El Eterno nos ha confiado una familia, un hogar con el cual podemos trabajar y edificar firmes en la Roca.

Seamos obedientes con una actitud de amor pleno hacia Aquél que nos ha dado esta tarea que demanda disciplina y diligencia.

Y si usted es un varón, sepa que al haber sido redimido en Yeshúa ha sido integrado en Israel, la Esposa del Cordero. Por ende, en cuanto a lo que el trabajo espiritual refiere, usted también puede aplicar la belleza de la disciplina y el esfuerzo para transformar la materia prima en su interior en un bello tejido que dé cobertura a muchos al trabajar en equipo con el Espíritu Santo desde la Palabra y la oración.

Para concluir, a las mujeres que me están leyendo les digo que no busquen ser iguales a un varón. Sino que valoren su particularidad. Y a todos, sin importar su sexo, les digo lo que el Eterno le dijo a Josué al momento previo de entrar en la tierra prometida:

“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque YHVH tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.
(Josué 1:8-9 | RV60 adaptada)

En amor y servicio Natalia Nuñez (llamada por el Eterno a Su corazón pastoral)

¿Las Mujeres tienen algo que ocultar?


Por Rav Aaron Moss

Pregunta:

¿Por qué los Sabios judíos ordenan a las mujeres mantener sus cuerpos cubiertos?¿Hay algo vergonzoso o malo en el cuerpo de la mujer? ¿Por qué una mujer tiene que esconderse sólo para que otros no se sientan tentados?

Respuesta:

Asumes que la única razón para la vestimenta modesta es evitar la tentación. Mientras este puede ser el caso en otras religiones, para la fe de Avraham, Itsjak y Yaakov esto no es cierto. La vestimenta modesta en la mujer judía no tiene que ver con cómo otra gente ve a las mujeres, sino cómo las mujeres se ven a ellas mismas.

Cubrir algo no siempre significa avergonzarse de ello. ¿Alguna vez te has dado cuenta de cómo tratamos al rollo de la Torá? Nunca lo dejamos abierto. Está oculto en muchas capas. La Torá se mantiene adentro de una sinagoga, en el Arca, detrás de una cortina, envuelta en una tela, y cerrada con un cinturón.
Solamente se saca para propósitos santos, para ser leída durante los servicios.

Para esos momentos especiales, cuidadosamente corremos la cortina, abrimos las puertas del Arca, sacamos la Torá, la descubrimos y la desenvolvemos. Tan pronto como hemos terminado, inmediatamente la volvemos a cubrir y la guardamos.

¿Por qué hacemos todo esto? ¿Por qué tanto lío para ocultar la Torá? ¿Estamos avergonzados de ella? ¿Hay algo que ocultar? ¿Hay algo horrible sobre la Torá? Por supuesto que no. Más bien, lo contrario.

Siendo que la Torá es nuestro objeto más sagrado, especial y precioso, nunca lo exponemos innecesariamente. Lo mantenemos cubierto porque no lo queremos tratar “a la ligera”, no queremos ser demasiado “casuales” con él.

Si la Torá siempre estuviera visible y abierta, entonces nos sería demasiado familiar, y no la respetaríamos tanto. Al mantenerla fuera de la vista, y trayéndola solo en tiempos apropiados, mantenemos nuestra reverencia y respeto por la Torá.

Lo mismo es con nuestros cuerpos. El cuerpo humano es una creación sagrada de Dios. Es la morada sagrada del alma, templo del Espíritu de Dios. La manera en la que mentemos respeto por el cuerpo, es a través de cubrirlo. No porque nos avergüenza, sino porque es muy bello y precioso.

Esto es cierto para los cuerpos de los hombres también, y la vestimenta modesta también se aplica a ellos. Pero es más en el caso de las mujeres. El cuerpo femenino tiene una belleza y un poder que sobrepasa por lejos al masculino. Los Cabalistas enseñan que el cuerpo de la mujer es de una belleza más profunda porque su alma viene de un lugar más elevado.

Por este motivo, su cuerpo debe permanecer discretamente cubierto.

En un mundo en donde el cuerpo de la mujer se ha reducido a propaganda barata, no precisamos prueba alguna sobre la veracidad de esta sabiduría. Cuando todo está expuesto, nada es sagrado.

¡Miriam comprendió que en la Vida hay que Cantar y Danzar en Círculos!

Por P.A. David Nesher

«Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón , tomó el pandero en su mano; y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas en círculo. Y Miriam les respondió: “Cantad al SEÑOR, porque ha triunfado gloriosamente; el caballo y su jinete ha arrojado al mar.»

Shemot/Éxodo 15: 20-21

Hemos estudiado que después de que el mar se dividió y los israelitas fueron rescatados de los perseguidores egipcios, Moshé y los hijos de Israel cantaron el Shirá HaYam («Cántico del Mar»), alabando al Eterno por haberlos salvado:

«Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico al Eterno, y dijeron:
Cantaré al SEÑOR, porque él ha triunfado, oh triunfado; El caballo y su jinete arrojó al mar. . . «
(Éxodo 15: 1–18 )

Tras la conclusión de la canción, la Torah nos relata que Miriam, al frente de las mujeres, también cantó:

«Entonces Miriam, la profetisa , hermana de Aarón , tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron tras ella con panderos y danzas. Y Miriam les cantaba:
Cantad al Señor, porque ha triunfado, oh triunfado; El caballo y su jinete arrojó al mar.» 
( Éxodo 15: 20-21)

¿Qué motivó a Miriam y las mujeres a regocijarse con canciones, música instrumental y danza?

Para responder dicho planteo y revelarles los secretos encriptados que se encuentran en este relato, quiero animarlos a abrir su entendimiento a fin de que logren entender las costumbres litúrgicas mesiánicos-proféticas que tenemos como Pueblo Escogido y que es lo que nos permite manifestarse diferente en sus asambleas festivas.

Recordemos que la “Shiráh HaYam”, es un poema épico festivo que celebra la Victoria de Yahvéh, y anima al corazón del Pueblo, motivándolo a levantar fuerte la voz en alabanza. Por lo tanto, es un Salmo profético cuyo movimiento hay que sentir, y no explicar. Es una alabanza al Eterno, a quien hay que celebrar. Después de haber sido librados de un gran peligro, ¡cantaron con gran gozo!

Por ello, debemos acceder a esta canción con la única intensión de escucharla discerniendo todos los sentimientos que se generaron en aquel pueblo que fue transportado místicamente a los planos más elevados de la gratitud que logra activar la Gracias divina en la más inimaginable cantidad de favores y dones. Es decir, que a través de este cántico, Israel vio el gran secreto para influir en las esferas celestiales: a través de los Salmos se puede expresar agradecimiento por el alivio que encontramos en Yahvéh cuando pasamos por diversas pruebas. Así se logra la alineación de todas las energías que vibran armónicamente controlando las leyes de todo el cosmos.

Miriam, junto a todas las mujeres de Israel, comprendió este secreto, y salió a completar la atmósfera que generó la Canción del Mar ofreciendo una avodáh (servicio sacerdotal) con panderos y danzas. Los varones cantaron con sus voces, guiado por Moshé, el Shirá HaYam. Pero la canción de las mujeres estaba compuesta por la voz, las panderetas y el baile. Los corazones de las mujeres estaban llenos de gran alegría y su canto era más completo.

 Sin embargo, para comprender completamente los distintos comentarios, y la explicación de los mensajes encriptados en este relato, primero debemos abordar dos preguntas que requieren interpretación:

  1. ¿Por qué se refiere a Miriam como » la profetisa, la hermana de Aarón «? En otras palabras, ¿por qué la hermana de Aarón y no de Moisés, y por qué se la llama «la profetisa» en este momento?
  2. Habiendo salido apresuradamente de Egipto, ¿dónde encontraron las mujeres instrumentos para acompañar su canto?

Rashí (acrónimo de Rabino Shelomo Yitzhaki, 1040-1105, Francia) aborda ambas preguntas basándose en fuentes rabínicas previas:

¿Cuándo profetizó ella para ser llamada con el epíteto de profetiza? Cuando ella era [conocida sólo como] «la hermana de Aharón«, antes de que Moshé naciera, dijo: «Mi madre está destinada a dar a luz un hijo» [que salvará a Israel], tal como se encuentra escrito en Sotá 12b, 13a.

El Malbim (Rav Meir Leibush ben Yehiel Michel Weiser, 1809-1879, Rusia) sugiere lo siguiente:

«Y ella [Miriam] fue llamada hermana de Aarón , como  explicó Hazal  (nuestros Sabios de bendita memoria), ya que ella profetizó, cuando solo era hermana de Aarón, antes de que naciera Moisés, que un hijo nacería [de su madre] quien se convertiría en el redentor y el salvador. Y ahora que su profecía se cumplió, tomó el pandero en su mano.«

Según esta tradición rabínica, Miriam previó que su madre daría a luz al que redimiría a los hijos de Israel. Por ello, al usar los epítetos “profetisa” y “hermana de Aharón”, la Torah alude a la tradición rabínica de la declaración profética de Miriam hecha muchos años antes del evento, cuando Aarón era su único hermano.

La segunda pregunta también es comentada por Rashí: Las mujeres justas de esa generación estaban [tan] seguras de que el Santo, Bendito sea, les haría milagros, sacaron panderos de Egipto. (de Mekhilta).

Rashí está siguiendo específicamente los comentarios de Rabí Akiva, que aseguraba qeu «debido al mérito de las mujeres justas, los israelitas fueron redimidos de Egipto» (Yalkut Shimoni, Salmos 68 ). Las mujeres demostraron su firme creencia en la redención inminente de Dios mucho antes del evento, trayendo instrumentos musicales para estar preparadas para alabar a Dios de una manera verdaderamente festiva.

Tanto Miriam como las mujeres creían firmemente en la redención final de los israelitas por brazo fuerte de Yahvéh.

Basándonos en estos entendimientos, podemos abordar nuestra pregunta principal: ¿Por qué Miriam y las mujeres cantaron y se regocijaron con los instrumentos y la danza, mientras que no se hace tal mención de la música y la danza que acompañan a la canción de Moisés en los versículos anteriores?

El Mundo Venidero y la Danza Circular del Eterno.

Resulta que el sabio Kalonymous Kalman HaLevi Epstein, más conocido como el rav Meor V’Shemesh, en su comentario de esta porción, presenta una visión gloriosa de las cosas que cambiarán cuando la mujer recupere su plena estatura y conciencia femenina, ahora madura, y ejercerá una mayor influencia en el mundo y sus valores.

Meor V’Shemesh basa su interpretación en dos pistas de ese pasaje: 

La Primera pista, observa que la Torah presenta información sobre el tipo particular de danza realizada, que era una danza en círculo

La segunda pista, señala que Miriam cantó su canción de acción de gracias en tiempo presente, mientras que Moshe formuló su alabanza casi idéntica en el futuro. Miriam dice:

Cantad al Eterno, porque Él ha triunfado gloriosamente; el caballo y su jinete ha echado en el mar” y Moshe habla palabras casi idénticas, excepto en el tiempo futuro “Me voy a cantar a Di-s para el extremo se ha engrandecido, el caballo y su jinete ha arrojado al mar … ”
( Éxodo 15: 1) 

Basándose en estas pistas, R. Epstein demuestra que Miriam, en su danza, accedió a un estado de conciencia más elevado que Moshé a través de su canción. El sabio argumenta que Miriam y las mujeres discernieron los secretos sobre el desarrollo de mundos.

Miriam, y las mujeres que tomaron panderos y salieron con ella a danzar, entendieron que así como un círculo no tiene principio ni fin y cada punto es equidistante de su centro, esto también es cierto para las almas en el Olam HaVá (Mundo Venidero). En verdad, es imposible clasificarlos, porque cada uno es el más querido en la escala de valores que es su virtud perfeccionada.

Miriam, y su compañía profética femenina, vieron como cada alma humana redimida eventualmente alcanzará su máximo potencial y brillará con la revelación única de la belleza Divina que solo ella puede manifestar. La dicha espiritual del mundo venidero es el gozo intensamente permanente de finalmente llegar a ser quien eres. Cuando eso suceda, el barniz distorsionador de la jerarquía se desvanecerá y, he aquí, nos encontraremos de pie en un círculo con el Eterno en su centro, y bailaremos juntos en una celebración santa.

En el futuro, Ha Kadosh Barujú («El Santo Bendito Es») hará una danza circular para los tzadikim (justos). Él se sentará entre ellos en el Gan Edén (Jardín del Edén) y cada uno de los tzadikim señalará con su dedo y dirá:

“Este es nuestro Di-s por quien hemos esperado para que Él nos salve. Este es el Señor por quien esperábamos, nos alegraremos y nos regocijaremos en Su salvación.” 
(Isaías 25:9)

Todo esto Miriam lo sabía. Por eso, cuando dirigió a las mujeres en su baile en círculo, tenía la intención de dibujar el futuro en el presente, iniciando a la nación de Israel en la verdad secreta, la promesa y el anhelo del mundo circular. En su acto profético, al danzar en círculos, anunciaban que llegará el día, bendecido y bienvenido por todos, cuando cesarán las disparidades de poder marcado por un mundo jerárquico, y reinará la igualdad perfecta, cuando toda alma brillará con su gloria, y todos los seres humanos se convertirán en los más amados de su Creador.

¿Por qué Miriam y las mujeres cantando y danzado superaron a los varones?

Para responder esta pregunta, me gustaría también invitarlos a considerar al sabio Rashí quien explica cómo fue que las mujeres tenían esas panderetas:

«Las mujeres virtuosas de esa generación estaban seguras que el Santo Bendito sea haría milagros para su pueblo, por eso prepararon panderetas y bailes
(Éxodo 15:20-21)

Cuando los hebreos dejaron Egipto, salieron apresuradamente. Tan rápida fue su huida, que ni siquiera pudieron terminar la cocción de su pan, no alcanzando este a leudarse, por lo que quedó plano como la matzáh. Sin embaro, las mujeres no se preocuparon por el sustento físico; ellas estaban seguras que YHVH lo proporcionaría.

Ellas vivieron en una dimensión más alta, más allá de la realidad natural. Todavía a pesar de su prisa, las mujeres se tomaron el tiempo para preparar, bien de antemano, algo que sentían sería esencial: las panderetas; instrumentos con los que cantaban y alababan a Yahvéh por los milagros que supieron que vendrían.

Ellas encontraron el espíritu profético de Miryam de rebelión contra el Dragón (Shamael). Ellas se rebelaron contra la depresión que habría sido natural en el sistema reptiliano que imperaba en Mitsrayim. Ellas se rebelaron contra la apatía. Se rebelaron contra la desesperación.

En su agonía, las mujeres prepararon las panderetas. Abanicaron la chispa profética de anhelar dentro de sus almas estropeadas hasta que creciera en un predominar, la llama inextinguible de la emunáh (fe). Su única preocupación era preparase para cantar con las expresiones apropiadas de alegría para los milagros que estaban seguros que ocurrirían a partir de este día, y por todas las generaciones.

Parece que el canto y la respuesta instrumental de Miriam fue una reacción espontánea al cumplimiento de su profecía, una especie de «momento de Aleluya«. 

Los panderos y el baile eran una manifestación externa de su estado de alegría interno y emocional, una extensión de su ser interior en ese mismo momento. Así también, dice el sabio Malbim, con respecto a las mujeres que la siguieron: «… al darse cuenta de que todo esto se hizo a causa [de su justicia]», respondieron «con especial regocijo por el papel que [y su justicia] habían desempeñado «.

En ambos casos, entonces, la alegría desbordaba y se manifestaba en el canto, el baile y el acompañamiento musical. Este es un modelo de la relación entre la oración, el canto, la música y nuestras emociones.

Keli Yakar (Shelomo Ephraim Luntschitz, 1550-1619, Praga), por otro lado, ve la efusión musical no como un estallido espontáneo de alegría, sino más bien como un intento de  inducir  un estado de alegría profético

A diferencia de Rashi y Malbim, el maestro Keli Yakar sugiere que Miriam se convirtió verdaderamente en profetisa solo en el momento de la división del mar, al igual que las otras mujeres. Así lo expresa su comentario:

«Ahora ella [Miriam] se convirtió en profetisa, porque en esta ocasión las mujeres también merecieron ver la Divina Presencia hasta que dijeron: “Este es mi Dios”, como dijeron nuestros Sabios. . . . Ya que la Divina Presencia no descansa [entre nadie] sino a través del gozo. . . [Miriam] tomó el pandero en su mano, y todas las mujeres la siguieron con panderos, bailando en círculos para que la Divina Presencia descendiera sobre ellas con alegría

Según Keli Yakar, la música, el baile y el canto eran un medio para lograr un fin: despertar un estado de simjáh (alegría interior) que manifestará lo profético entre el pueblo. Esto parece muy diferente de Malbim, quien entendió el derramamiento de gozo como la manifestación del gozo ya existente.

Finalmente el Rabino Zalman Sorotzkin (1881-1966, Polonia / Jerusalén) ofrece una nueva respuesta posible a nuestra pregunta de por qué Miriam y las mujeres en particular se regocijaban con canciones, instrumentos y danzas:

«Miriam no cantó una canción nueva. Ella y las mujeres sólo repitieron el cántico de Moisés y los hijos de Israel con mayor vivacidad y emoción, con tambores y danzas……. Era el mismo canto, pero con una concentración intensa y un fervor sagrado que superaba al de los hombres. De hecho, las mujeres de esa generación eran más justas que los hombres, y fue por su mérito que nuestros antepasados ​​fueron redimidos.» 

Perspectivas de la Torah , p.168)

Entonces, y para terminar lo hasta aquí considerado, debo decir que Miriam expresó su canción en tiempo presente porque en realidad tenía esa conciencia dentro de sí misma mientras cantaba y bailaba. Las luces del mundo circular son tan vastas que no pueden caber en el cerebro como un órgano aislado de la conciencia. Requieren la participación de todo el cuerpo (expresado por ejemplo en la danza), e incluso una colección de ellos en actividad coordinada (en este caso todas las mujeres) para crear un recipiente lo suficientemente espacioso para albergar sus revelaciones. Moshe habló en tiempo futuro, porque sabía sobre la conciencia del círculo, y que eventualmente reinaría, pero no podía, en el presente, acceder a ese estado por sí mismo

Fue justamente esta habilidad musical la que le confirió a Miryam el título de profetiza, en hebreo nebîyâh (Miqueas 6:4). Ésta era la fuerza de Miriam. Una fuerza femenina nacida fuera de la amargura; una fe cosida entre la desesperación. Ésta era la fuerza profética de las mujeres que dejaron Egipto, armadas con las panderetas y dispuestas desde sus almas a ofrecer bailes de alegría y fe.

Y ésta es la fuerza que marcó una tendencia eterna en el alma de Israel: ¡Alabar la benevolencia de Yah con todo elemento musical!… Es la fuerza profética que hará de Israel la «Mujer» desposada con Yahvéh para manifestar la Simiente prometida en el Código Sagrado (Génesis 3:15)

Por eso, la «Shirá HaYam» es el cántico que reveló la importancia de expresarse con cantos, danzas e instrumentos en nuestra devoción a el Eterno. A partir de este momento, en Israel quedará perfectamente grabado el paradigma de que la música y la profecía están íntimamente relacionadas (1Samuel 10:5; 1Crónicas 25:1).

Así fue que con este cántico quedó bien grabado en el alma de las generaciones hebreas algo que las distinguirá de las religiones paganas: ¡la Vida es una Fiesta, y el Autor de la Vida merece ser celebrado con simjáh (alegría interior) exteriorizada con cantos, instrumentos y danzas!

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Misión Tamar: Ser Madre del Mashíaj

Por Rebetzin  Bodner-Lankry

El relato de Yehudáh y Tamar es una historia que a menudo se malinterpreta. Tamar se casa con el hijo mayor de Yehudáh, Er, quien deja de tener hijos y muere debido a sus pecados.

Yehudáh tiene su próximo hijo, Onán, que se casa con Tamar de acuerdo con los requisitos de yibum. Onán también evita concebir un hijo y muere.

Yehudáh no quiere que su último hijo muera, así que le pide a Tamar que espere hasta que él crezca. Tamar regresa a la casa de su padre, esperando.

El tiempo pasa y la esposa de Yehudáh fallece, pero aun así Yehudáh no le da el hijo que le queda a Tamar. A través de la astucia, Tamar se encuentra con Yehudáh y concibe con él. Ella toma como prenda tres de sus objetos personales.

Más tarde, cuando se supo que Tamar está embarazada, es condenada a muerte por su comportamiento inmoral. Al sacarla para quemarla, revela los tres objetos personales que tomó como garantía y declara que el dueño de estos objetos es el responsable. Yehudah admite que es él y Tamar es absuelta. Tamar da a luz a gemelos de los que descienden David y finalmente Mashiaj.

Hay muchas preguntas que surgen de esta cadena de eventos, aunque quizás la más desconcertante es, ¿quién fue esta mujer Tamar, que se convirtió en la madre de la dinastía davídica? ¿Por qué sucedió de esa manera?

Tamar descendía del hijo de Noé, Sem. Aunque la Torah no da el nombre de la esposa de Yehudáh, nos dice el nombre de Tamar ya que se distinguió por su propio valor personal.

A diferencia de quienes la rodeaban, llevaba una vida modesta y virtuosa. Tamar tenía un solo deseo: unirse a la sagrada familia de los Avot y tener hijos que serían parte de su nación.

Tamar era una mujer grande y justa que fue divinamente elegida para convertirse en la madre de la dinastía davídica, y ella deseaba apasionadamente cumplir esa misión. Cuando su matrimonio con Er no produjo hijos, ella no se rindió y se casó con su hermano, Onán. Cuando Onán también murió sin hijos, Tamar persistió en su búsqueda de tener hijos para sus difuntos maridos.

A veces, cuando existe un enorme potencial para un avance espiritual del bien, la mala inclinación ofrece una inmensa resistencia. Tamar se dio cuenta de que tenía que buscar medios poco convencionales, incluso desagradables (aunque halájicamente permisibles en ese momento), para atraer a Yehudáh y eludir los esfuerzos de la mala inclinación para sabotear el nacimiento de la dinastía davídica. Este era el plan del Eterno, porque quería que la dinastía viniera de Tamar a través de Yehudáh, que era más justo y puro que sus hijos (Sforno). Rashí explica que Tamar actuó por el bien del Cielo con intenciones puras.

Cuando el embarazo de Tamar se hizo evidente, fue condenada a muerte no por motivos legales, sino porque su comportamiento aparentemente relajado, como nuera de Yehudáh, era una afrenta a su condición de soberano de la tierra. Este juicio no se habría impuesto a un plebeyo (Ramban).

Tamar no lo acusó externamente, solo insinuó, para no avergonzar abiertamente a su suegro. Ella razonó que era mejor morir que exponer a Yehudah a la vergüenza pública. Esto indica además el carácter recto de Tamar y su completa fe en Hashem, a quien oró pidiendo un milagro.

¿Por qué Tamar esperó hasta el último momento, cuando la sacaron para ser ejecutada, para devolver las promesas de Yehudáh?

El sabio Elazar (Midrash; Sotah 10b) comenta que aquí también la mala inclinación hizo que ella olvidara dónde estaban los elementos para evitar que el futuro Mashiaj entrara en este mundo. Tamar suplicó la misericordia de YHVH con todo su corazón y justo cuando la llevaron a la ejecución, encontró los artículos de la promesa. Yehudáh admite su culpabilidad y responde «tzadkah mimeni – ella tiene razón, es mía». Rambam y Ramban dicen que Yehudáh gritó «¡Ella es más justa que yo!»

Aunque Tamar no nació en grandeza, reconoció la santidad y la alcanzó. Modesta y justa, Tamar persistió para lograr su santa misión. Ella era una mujer noble y desinteresada y conectada con Hashem en su emuná completa. No es de extrañar que Tamar mereciera ser la madre de la dinastía real davídica y de Mashiaj, nuestro futuro redentor.

Podemos alcanzar grandes alturas si lo anhelamos. Si perseveramos en nuestros esfuerzos de rectitud y tefilot sinceros, podemos dejar nuestra huella en la historia.

Fuente: Editores Feldheim.