“Entonces harás que se acerque a ti, de entre los hijos de Israel, tu hermano Aharón, y con él sus hijos, para que me sirvan como sacerdotes: Aharón, con Nadav y Avihú, Elazar e Itamar, hijos de Aharón”
(Éxodo/Shemot 28:1)
Hemos llegado a la porción de la Torah que nos relata la elección de Aharón como el Sumo Sacerdote del Israel salido de Egipto. En la porción (parashá) semanal que pasó vimos que el mismo Mishkán representa la Presencia permanente («Shekinah» – שכנה) entre los hombres, por medio del pueblo de Israel.
Ahora, el autor de la Vida, Yahvéh nuestro Dios, quiere que ocurra este «acercamiento» para que Israel comprenda que aquí, en Sinaí, se dio la reparación en la historia espiritual del ser humano. Esto significa que en el inicio de la historia «Adam» (el primer hombre) se ocultó de ante el Eterno y se alejó de Él por su transgresión, mientras que ahora, el ser humano, representado en este caso por Aharon, «será acercado» a Dios a través de Su culto racional. La brecha habrá sido cerrada.
Ahora bien, nosotros, los discípulos de Yeshúa HaMashiaj, entendemos que su ministerio (abodá) sacerdotal es una sombra de un ministerio celestial, en el Tabernáculo verdadero, el Celestial. Por ende, la correcta comprensión del ministerio en el Santuario Celestial nos ratifica en el fundamento de fe que descansamos, y nos edifica para no regresar a los lazos de la religión. Aumentan los días en los que surgen más y más engaños, de toda clase, en materia de dogmas, y por ende necesitamos terreno sólido para nuestros pies. Necesitamos sólidos pilares para el edificio.
Entendemos que Moshé vio todo lo que había en el Tabernáculo Celestial:
“Y mira que hagas según el diseño que te ha sido mostrado en el Monte.”
(Éxodo 25:40 )
Por ello, sabemos que también vio al Sumo Sacerdote eterno según el Orden de Malki-Tzedek, como nos dejara atestiguado el salmista al decir:
“Yahvéh ha jurado y no se retractará:
Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Malki-Tzedek.”
(Salmo 110:4)
Teniendo en su mente y corazón esto, el autor de la epístola a los Hebreos escribió:
“…siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el Orden de Malki-Tsedek.”
(Hebreos 5:10)
En unas líneas más adelante amplio la enseñanza de con estas palabras:
“…detrás del velo, donde Yeshúa entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Malki-Tsedek, sumo sacerdote para siempre.”
(Hebreos 6:19-20)
“Ahora bien, el punto principal de lo que se ha dicho es éste: tenemos tal sumo sacerdote, el cual se ha sentado a la diestra del Trono de la Majestad en los cielos, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, que el Señor erigió, no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios, por lo cual es necesario que éste también tenga algo que ofrecer. Así que si él estuviera sobre la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los cuales sirven a lo que es copia y sombra de las cosas celestiales, tal como Moshé fue advertido por Dios cuando estaba a punto de erigir el tabernáculo; pues, dice él: Mira, haz todas las cosas CONFORME AL MODELO QUE TE FUE MOSTRADO EN EL MONTE.”
(Hebreos 8:1-5)
La palabra hebrea que en las Sagradas Escrituras ha sido traducida como “diseño” es tavnit, que significa “forma”, “imagen”, “plano”, “modelo”, “copia”, “estructura”. Esta expresión viene de la raíz baná, que significa “edificar”, “construir”, “tener hijos”, “reparar”, “levantar”.
La palabra “verdadero” tiene que ser entendida desde el punto de vista hebreo, ya que la carta apunta a una comunidad que posee esta mentalidad. Esta tarea de comprensión es muy necesaria realizarla ya que, según el concepto griego, lo que se denomina “verdadero” se entiende, en primer lugar, como algo que está en contraste con lo falso, lo ficticio, lo irreal. Esa es también, la cosmovisión occidental que nosotros tenemos al leer (o escuchar) esta expresión. Pero según el pensamiento hebreo, lo verdadero tiene que ver más con lo seguro, lo estable, lo duradero, lo fiable y lo eterno.
La palabra greiga que se usó en la traducción griega de Hebreos capítulo 8, para verdadero es aletheía que significa “lo que ya no está escondido”, “lo que revela lo oculto”, “lo que realmente existe”, “la realidad que está detrás de toda realidad ficticia”. Por lo tanto, el concepto griego de lo verdadero está relacionado con el dualismo filosófico donde se cree que lo que verdaderamente existe es lo invisible al ojo humano, lo inmaterial, el mundo de las ideas. Según la filosofía griega, lo material es algo irreal, falso y malo. Con estos conceptos débiles del raciocinio griego, la Roma Imperial someterá la doctrina mesiánica de los discípulos del Camino, y lo transmutará a lo que decidieron llamar cristianismo.
En cambio, el concepto hebreo de lo verdadero no está basado en ese dualismo platónico, sino en lo que es firme, duradero y fiel. La palabra hebrea para verdadero es emet (verdad). Esa palabra viene de aman, “soportar”, “confirmar”, “ser fiel”, “creer”. De amán se deriva la palabra hebrea para fe, emuná. Así mismo, la palabra amén viene de la misma raíz.
Así que cuando se habla del “Tabernáculo Verdadero”, no se está refiriendo a que el tabernáculo terrenal no sea real, sino que se debe entender como un tabernáculo estable, duradero y eterno. Entonces, cuando en las Escrituras hebreas las cosas celestiales son comparadas con las terrenales son llamadas “verdaderas”, pero esto no significa que las terrenales sean falsas, o ficticias, insignificantes o malas. Más bien tiene que ver con la idea de que las cosas celestiales son FIRMES y DURADERAS. Así lo enseñaba el apóstol Pablo a sus comunidades de discípulos, al insistir en que las cosas invisibles son eternas, pero las cosas visibles son temporales:
“…al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.”
(2 Corintios 4:18)
En los profetas existía esta cosmovisión. Así por ejemplo lo expresaba el profeta Jeremías:
“Más Yahvéh es el Dios verdadero (emet); él es Dios vivo y Rey eterno”
(Jeremías 10:10)
Observemos la comparación entre “verdadero” y “eterno”.
En el cuarto Evangelio, escrito por el apóstol Juan (emparentado con la casa sacerdotal) prevalece también esta forma de considerar lo verdadero. Veamos algunos ejemplos:
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”
(Juan 1:9)
“Y Yeshúa les dijo: De cierto, de cierto os digo:
No os dio Moshé el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.”
(Juan 6:32)
:
“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.”
(Juan 6:55)
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.”
(Juan 15:1 )
En todas las comunidades mesiánicas del primer siglo está latente esta forma de considerar a lo verdadero. Por ello, el autor de la epístola a los Hebreos escribió:
“Porque no entró el Mesías en el santuario hecho de mano, figura del verdadero.”
(Hebreos 9:24)
Desde todas estas consideraciones, podemos llegar a la conclusión de que cuando en las Sagradas Escrituras se habla del “verdadero” Tabernáculo no es en contraste con el terrenal. La palabra “verdadero”, en referencia al Santuario Celestial, no está usada para menospreciar el Tabernáculo (Mishkán) en el desierto o el Templo que estaba en Jerusalén, sino resaltar la grandeza, la perfección y la estructura eterna del Tabernáculo Celestial, el cual es el modelo original para el Tabernáculo y el Templo terrenales. Por eso es que en el libro de la carta a los Hebreos está escrito: “el más amplio y más perfecto Tabernáculo” (Hebreos 9:11 )
Lo “verdadero” es lo más amplio, lo más perfecto y lo más duradero en contraste con lo terrenal que es más pequeño, menos perfecto y corruptible.
Ahora bien, ya posicionados en esta mentalidad, debemos reflexionar y decir que, así como hay un Tabernáculo verdadero eterno y celestial, también existe un sacerdocio verdadero, eterno y celestial como también está escrito en la carta a los Hebreos:
“De la misma manera, el Mesías no se glorificó a sí mismo para hacerse sumo sacerdote, sino que lo glorificó el que le dijo:
HIJO MÍO ERES TU, YO TE HE ENGENDRADO HOY (habla de la resurrección); como también dice en otro pasaje:
TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MALKI-TSEDEK.
El Mesías, en los días de su carne, habiendo ofrecido oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía librarle de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente; y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció; y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Malki-Tsedek.”
(Hebreos 5:5-10)
Este texto nos enseña que después de la resurrección, el Mesías Yeshúa fue introducido en el Sacerdocio Celestial, según el Orden de Malki-Tsedek.
En la misma epístola podemos leer:
“Teniendo, pues, un gran sumo sacerdote que trascendió los cielos, Yeshúa, el Hijo de Dios, retengamos nuestra fe.”
(Hebreos 4:14)
La expresión “trascendió los cielos” hace referencia a la investidura sacerdotal de Yeshúa, de la misma manera como el sumo sacerdote Aharón entró en su ministerio por medio de una investidura. En las Escrituras los cielos son comparados con la ropa del hombre. Los cielos son la ropa del Mesías:
“Desde la antigüedad tú fundaste la tierra, y los cielos son la obra de tus manos.
Ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos como una vestidura se desgastarán, como vestido los mudarás, y serán cambiados.
Pero tú eres el mismo, y tus años no tendrán fin.”
(Salmo 102:25-26)
Considerando estas maravillas de la Revelación, entonces podemos decir que la consagración de Aharón fue una sombra profética de la consagración celestial futura del Mesías.
“Harás asimismo el manto del efod todo de lana azul. La abertura para la cabeza estará doblada hacia dentro; alrededor de la abertura habrá un borde de labor de tejedor, como la abertura de un coselete será, no se romperá.”
(Éxodo 28:31-32)
Las vestiduras sacerdotales eran hechas para honra y hermosura. Ya que había en si algo gloriosos y hermoso en verdad, algo celestial sobre el servicio sacerdotal, y era apropiado el hacer vestiduras gloriosas y hermosas.
Cuando Aharón fue vestido con el manto azul del efod, estaba haciendo un acto profético que hablaba acerca del momento cuando el Mesías iba a trascender los cielos, después de su resurrección. La cabeza de Aharón estaba encima del manto azul y su cuerpo debajo. De la misma manera el Mesías, que es la cabeza de su cuerpo, está sentado sobre los cielos, y su cuerpo está debajo de los cielos.
Cuando dice “no se romperá” el Eterno estaba revelando que el ministerio celestial del Mesías, según el orden de Malki-Tsedek, no se acabaría por falta de lugar o genealogía. Es eterno. El ministerio levítico está basado sobre hombres mortales, pero el ministerio según el orden de Malki-Tsedek esta basado sobre una vida indestructible:
“Y esto es aún más evidente, si a semejanza de Malki-Tsedek se levanta otro sacerdote, que ha llegado a serlo, no sobre la base de una ley de requisitos físicos, sino según el poder de una vida indestructible. Pues de El se da testimonio:
TÚ ERES SACERDOTE PARA SIEMPRE SEGÚN EL ORDEN DE MALKI-TSEDEK.”
(Hebreos 7:15-17)
Como Malki-Tsedek es presentado en Génesis 14 sin genealogía, es como si fuera eterno. Por eso el Eterno jura que el ministerio sacerdotal del Mesías tiene que ser según el orden de Malki-Tsedek que es de carácter eterno. Esto nos enseña que Yeshúa no pudo entrar en ese ministerio hasta después de su resurrección, puesto que no era inmortal antes de morir. El ministerio de Malki-Tsedek fue iniciado cuando el Mesías fue levantado de los muertos y luego elevado muy por encima de los cielos.
Todo el ministerio del sumo sacerdote Aharón en el tabernáculo, incluyendo su vestimenta, nos habla del ministerio que el Mesías tiene desde su resurrección hasta ahora. Esta es la razón por la que la Torá está entrando en todos los detalles acerca de la ropa del sumo sacerdote. Cuando la Torá resalta un tema y lo repite, es porque es muy importante para el Eterno. Y lo que es importante para él es importante para sus hijos.
El Sumo Sacerdote Aharón simboliza al Mesías en su ministerio celestial. Los hijos de Aharón simbolizan los hijos que el Mesías subió a la Gloria (Heb. 2:10), es decir todos los que son sus discípulos. Ellos también recibieron un ministerio sacerdotal según el orden de Malki-Tsedek a partir de la resurrección y glorificación del Mesías.
Por todo lo que hasta aquí hemos considerado, es importante que estudiemos y entendamos todas estas sombras (o tipos) para entender nuestra función actual en el Tabernáculo Celestial, por medio de la obra de nuestro Gran Sumo Sacerdote Yeshúa, HaMashiaj.