Casa de Israel

La Casa de Israel: ¿Diez Tribus Perdidas? (Maestro Jim Stanley)

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Yeshúa el Ungido como el Adam Postrero que Unirá a las 12 Tribus de Israel.

Mashíaj escondido en la parashá Nitzavim-Vayelej

…no pasarás este Yardén… Yehoshúa es el que pasará

(Devarim/Deuteronomio 31:2-3)

Ya hemos considerado en otras bitácoras que tanto Moshé como Yehoshúa (Josué) son sombras proféticas del Mesías, es decir que son tipos del arquetipo.

Por ende, al leer acerca de la muerte de Moshé y la sucesión de Yehoshúa, debemos abrir nuestro entendimiento aceptando que son una figura de la muerte y resurrección del Mesías. Muy especialmente, discernir que dicha obra salvadora estaba enfocada en la unión de las dos casas de Israel.

Por eso, Moshé es también un cuadro del primer hombre y Yehoshúa del segundo hombre. El primer hombre murió y el segundo hombre recibió una vida indestructible. Esto apuntaba a que la Torah escrita dada por Moshé en el Monte Sinaí no lograría por sí sola su objetivo final de reparar el mundo hasta que ella se hiciera carne en el corazón humano para mostrar su esplendor a través de esa mente en gobierno (mente mesiánica).

El apóstol Pablo, al escribir a los creyentes corintios les recordaba lo que ellos habían descubierto en sus disciplina de estudiar esta porción de la Torah:

Porque así como en Adam todos mueren, también en el Mesías todos serán vivificados…
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre es del cielo. Como es el terrenal, así son también los que son terrenales; y como es el celestial, así son también los que son celestiales. Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Y esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni lo que se corrompe hereda lo incorruptible.”
(1 Corintios 15:22, 47-50)

Los mismo hará cuando le enviara su epístola a los discípulos que residían en la Roma imperial:

Porque si hemos sido unidos a él en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección, sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue colgado en el madero con él, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. Y si hemos muerto con el Mesías, creemos que también viviremos con él, sabiendo que el Mesías, habiendo resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; ya la muerte no tiene dominio sobre él. Porque en cuanto él murió, murió al pecado de una vez para siempre; pero en cuanto vive, vive para Dios. Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en el Mesías Yeshúa.”
(Romanos 6:5-11)

En este mismo capítulo leemos también:

Entonces llamó Moshé a Yehoshúa y le dijo en presencia de todo Israel:
Sé firme y valiente, porque tú entrarás con este pueblo en la tierra que Yahvéh ha jurado a sus padres que les daría, y se la darás en heredad.”
(31:7) 

Primeramente, entendamos que Yehoshúa, tiene el mismo nombre que Yeshúa de forma extendida. Moshé está diciéndole a su legado que él es el que introducirá las 12 tribus en la Tierra Prometida. Al revelara esto, la Torah está dejando establecida una tipología del trabajo que el Mesías Yeshúa realizaría después de vivir una vida de plena obediencia a la Torah: introducir todas las tribus de Israel en la tierra y en las promesas dadas a los padres.

En el libro del profeta Isaías está escrito el oráculo divino que revela las palabras del Eterno a Su Siervo Ungido:

dice Él:
Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Yaakov y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.
(Isaías 49:6)

Aquellos que hemos estudiado los Escritos Mesiánicos fielmente, hemos notado que desde que el Mesías Yeshúa nació en Beit Lejem (Belén), conforme al testimonio de las Escrituras, hasta el día de hoy, él ha estado trabajando en su misión de buscar y restaurar a las doce tribus.  

Muchísimos, y mi arriesgo a decir que quizás todos, de los que han nacido de nuevo espiritualmente entre los gentiles son descendientes físicos de las diez tribus perdidas de Israel. Es decir que, por medio del nuevo nacimiento, han abandonado la condición de muerte ontológica del primer Adam y han sido investido de la naturaleza celestial del segundo Adam. Así mismo, al nacer de nuevo en el Espíritu Santo, han obtenido el contacto espiritual con Israel, y en ese nivel esta profecía se ha cumplido en todo el mundo. Eso es estar con el Ungido en las regiones celestes (cf. Efesios 2:6)

Pero a su vez, necesitamos creer y aceptar que desde esa posición espiritual de los redimidos, en el nivel del mundo físico también habrá una restauración de las doce tribus. Cuando Yeshúa regrese, él revelará a cada uno a qué nación y tribu pertenece, y luego restaurará las doce tribus en la tierra fue que prometida a la descendencia física de Avraham para siempre. Esta será el cumplimiento físico de esta profecía.

Si nos fijamos bien, notaremos que las Sagradas Escrituras revelan que para entrar en la nueva Yerushalayim (Jerusalén), hay que pasar por una de las doce puertas. Cada puerta tiene uno de los nombres de las doce tribus de Israel. Esta es la evidencia profética que las doce tribus de Israel son puertas para poder entrar en la ciudad celestial:

Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Yerushalayim, que descendía del cielo, de Dios, y tenía la gloria de Dios. Su fulgor era semejante al de una piedra muy preciosa, como una piedra de jaspe cristalino. Tenía un muro grande y alto con doce puertas, y en las puertas doce ángeles; y en ellas había nombres escritos, que son los de las doce tribus de los hijos de Israel. Había tres puertas al este, tres puertas al norte, tres puertas al sur y tres puertas al oeste.”
(Revelación 21:10-13:)

Amado lector y lectora, es tiempo ya de doblegar tu alma ante esta gran Verdad: la única manera de entrar en la ciudad es pasar por una de las tribus de Israel rescatada en la Sangre del Cordero de Gloria: Yeshúa HaMashiaj.

¡Estos Judíos!

Por: Jorge García Hamilton.

¿Pensaron alguna vez en esto:

¿Qué haría usted en este mundo sin judíos?

¿Qué se siente al fracasar en esta lucha contra los judíos?

¿Por qué no gastar energía en algo más productivo, en lugar de odiar sin fundamento…..?

Los judíos han sobrevivido a egipcios, babilonios, persas, griegos, romanos, otomanos, alemanes, soviéticos y el resto del mundo…

¿Por qué creen los que se manifiestan frente a la embajada de Israel que algún día ganarán la partida contra los judíos?

A 65 años del Holocausto, el pueblo judío tiene una nación floreciente y moderna en el mismo lugar que sus vecinos no consiguieron más que miseria y desierto con mucha arena.

También todos los años un judío gana un premio Nobel, el 25% de los premios Nobel de la historia, 170, son judíos.
Todos éstos que se manifiestan frente a la embajada israelí odiando al judío, odian a la mitad inteligente de la humanidad.

Aclaremos, no soy judío, sino católico pero tampoco soy estúpido.
Jesús era judío y nunca renunció a su judaísmo. San Pablo de Tarso era judío, la Virgen María era judía, los Doce Apóstoles o los primeros papas de la Iglesia eran judíos.

Por cierto, a mis amigos socialistas enemigos de los judíos, les digo que Karl Marx era judío pero también lo eran los creadores filosóficos del capitalismo, Samuelson, Milton Friedman etc.

Si jugamos en la bolsa, se usan teorías de Markowitz…..

Ninguno de los que se manifiesta contra Israel puede acudir a ningún psicólogo ( Sigmud Freud era judío), tampoco puede hoy tomar aspirina (Spiro era judío)

Tampoco pueden ser diabéticos porque tú me dirás… el creador de la forma de administrar insulina, Karl Landsteiner era judío.

Tampoco pueden vacunarse contra la poliomielitis, contra el cólera, ni contra la tuberculosis, sus inventores o descubridores fueron famosos judíos.

Ningún manifestante contra Israel podría ir vestido entonces….. Isaac Singer, el de la máquina de coser, fue su inventor……

Por cierto, tampoco pueden usar jeans, porque Levi Strauss era otro judío.
Calvin Klein, Ralph Lauren o Donna Karan, los famosos diseñadores de ropa, son judíos.

¡Ah! El micrófono con el que se lanzan exabruptos contra los judíos lo inventó un Sr. Emil Berliner. Y un tal Philip Reiss, también judío, trabajó en los aparatos de audición que sirvieron de base para el teléfono…

La primera máquina calculadora fue idea de un judío, Abraham Stern.

Las cerillas de fósforo son invento de un judío, Sansón Valobra. Por cierto, en la manifestación nada que tenga que ver con las teorías filosóficas de Durkheim, Spinoza o Strauss aunque sean fundamentales para nuestra sociedad…

Kafka era judío, Albert Einstein era judío, Ana Frank era judía.

Nada de utilizar Google ya que sus creadores, Larry Page y Sergey Brin son judíos.

Adiós Batman y Spiderman, porque Max Fleischer, el creador de Marvel Comics, es judío.

Todos los manifestantes contra Israel habrán jugado con juguetes de cuerda porque las pilas Energizer son cosa de Joshua Lionel. Sí, ladies & gentlemen…..

Una compañía israelí ha sido la primera en desarrollar e instalar una Planta que funciona con energía solar para producir electricidad en grandes cantidades en el desierto de Mojave, California.

También las Memorias USB las inventaron los JUDÍOS!

Un montón de jovencitos «anti» deberian tirar sus videojuegos SEGA, ya que son cosa del judío David Rosen.

También se tienen que olvidar de los Helados Haagen- Daaz o de los Donunts.

Las guapas mujeres que se manifiestan contra los judíos tendrán que dejar de maquillarse ya que Esteé Lauder es judía como así Helena Rubinstein; por supuesto nada de jugar con las muñecas Barbies.

Y ¿qué hay de los grandes directores de orquesta como Leonard Berstein o Daniel Baremboim?

Ningún antisemita podría ver ya películas de la MGM, de la Warner Bros, ni el canal Fox, Universal Studios o Columbia Pictures.

No podrán ver a Spielberg, Harrison Ford, Paul Newman, Kirk Douglas, Jessica Parker.
Dustin Hoffman o Barbara Streisand entre otros cientos.
Pregunta quien invento cosas de moda como el Waze?WhatsApp? Y muchas cosas más

Dejen algunos de ensuciarse las manos con productos judíos….. medio mundo se lo debemos a ellos.

Por cierto, ¿Saben cuál es el único estado realmente democrático, moderno, occidental, limpio y laico de todo medio, próximo y lejano Oriente?
¿Cuál es el único país del mundo donde hay más árboles que hace cien años?
¿Saben qué país tiene el más alto promedio de universitarios por habitante del mundo?
¿Qué país produce más documentos científicos por habitante que ninguna otra nación!?
¿Cuál fue el primer país del mundo en adoptar el proceso Kimberly, que es un estándar internacional que certifica los diamantes como «libres de conflicto»?
¿Qué país ha desarrollado la primera cámara de video ingestable, tan pequeña que cabe dentro de una píldora?. Se utiliza para observar el intestino delgado desde adentro, y ayuda en el diagnóstico del cáncer y otros desórdenes digestivos
¿Qué país desarrolló la tecnología de «riego por goteo»?
¿En dónde Fundó Albert Einsten una universidad?
¿Cuál es el 2° país en lectura de libros por habitante?
¿Cuál es el país que provee ayuda humanitaria en todo el mundo, todo el tiempo?
¿Qué país envió a Haití un equipo de rescate de 200 personas luego del terremoto?
¿Qué país montó una clínica de rescate luego del devastador terremoto en Japón?
¿Qué país ha realizado de forma gratuita operaciones del corazón para salvar la vida de más de 2.300 niños, incluídos palestinos?

¡Acertaste!… ¡I S R A E L!…

Ahora comprendo por qué es la nación a la cual muchas mentes enfermas de odio y envidia han querido destruir. Pero han olvidado un pequeño detalle, Israel es la niña de los ojos de Dios.

¡Objeto de Violencia Son Sus Armas! (Simón y Leví)

Por P.A. David Nesher

Shim’on veLevi ajim kley 8amás mejeroteyhem. Besodam al-tavo nafshi bikehalam al-tejad kevodi ki ve’apam hargu ish uvirtsonam ikru-shor. Arur apam ki az ve’evratam ki kashatah ajalkem beYa’akov va’afitsem beYisra’el.

«Shimón y Leví son camaradas, instrumentos de violencia son sus armas.
¡En su maquinación no entre mi alma, ni te ligues, oh mi honor, con su congregación Pues en su saña mataron hombres y en su capricho pretendieron mutilar un toro.
¡Maldita sea su ira, porque es fuerte; y su furia, porque es cruel! Los dividiré en Yaakov y los esparciré en Israel.»

(Bereshit/Génesis 49_5-7)

Los dos hijos mayores siguientes fueron Shimón y Leví. Como siempre ellos, estaban de pie uno al lado del otro delante de Yaakov su padre. El nombre Shimón proviene de la palabra hebrea shemáh (o shamáh), que significa «escuchar«, «oír hasta obedecer«. Su nombre sugiere que Yaakov lo nombró como un hijo que escucharía a Yahvéh, y quizás lo más importante, para obedecer Su Palabra. Así que cuando recitamos cantando: «Shemáh Israel, YHVH Eloheinu, YHVH ejad» («Escucha Israel, YHVH nuestro Dios, YHVH es Uno«), significa que queremos escuchar y obedecer lo que YHVH nos ha dicho y mandado. En la mente hebrea, usted realmente no ha escuchado nada hasta que usted no actúa en consecuencia; las acciones hablan más que las palabras. Así que aquí tiene un hijo con el nombre Shemáh (o Shamáh) construyéndose a sí mismo de una manera egoica («A mi manera»). Él era quien debía escuchar a Yahvéh, pero francamente, con demasiada frecuencia Shimón actuaba como si estuviera sordo a Su Voz.

El nombre Leví significa «unido» o «conectado«. Como espíritus afines ellos se unieron «como carne y uña» desde que ellos eran jóvenes, «son camaradas» los describirá su padre. Ellos eran los hermanos más cercanos, y en este caso eso no era tan bueno. Así como Reuvén había mostrado inestabilidad y lujuria, estos dos hermanos habían mostrado traición y crueldad. Estas cabezas calientes habían deshonrado y puesto en peligro a toda la familia cuando ellos mataron a los hombres de Siquem para defender el honor de su hermana Dina (34:1-31). No hay nada más terrible en la vida que la traición, especialmente cuando, como en el caso de Shimón y Leví, está envuelto en honor, haciendo el mal en el nombre del bien.

Eran dos hermanos e hijos de Lea, pero también eran hermanos en la violencia y en el furor (49:5). Por eso, insisto en esto: Shimón y Leví contrariamente a Reuvén no han sido impulsivos, ellos conspiraron en tranquilidad y con tiempo contra los habitantes de Shejem (Siquem). Justamente la expresión “son camaradas” (v. 5) alude a la unidad de criterio que ambos tenían cuando mataron a la gente de Shejem y cuando acordaron vender a Yosef. Shimón fue probablemente el cabecilla cuando José fue vendido como esclavo. Por esto, cuando Yosef puso a prueba a sus hermanos, pensó que Shimón necesitaba la instrucción de un tiempo en la cárcel más que cualquiera de los otros hermanos y tomando de entre ellos a Shimón, lo ató ante sus ojos (42:24).

Shimón y Leví representan a las personas cuyo carácter es opuesto al de Reuvén, empero Yaakov condena su acción destructiva.

El verdadero problema de Shimón y Leví era su ira incontrolada (en su furor mataron a un hombre). Su ira incontrolada era pecado porque se basaba en la voluntad propia (en su propia voluntad incapacitaron un buey), que se convertía en enojo que generaba la cascada de la muerte: furor, odio, venganza y homicidio.

En cuanto a la palabra mejerotehem que se ha traducido como «armas» es un término no demasiado claro.
El sabio Onkelos traduce: «tierra de sus moradas«. El exégeta Ibn Hezra recoge también esta versión. Rashbam traduce como: “por su hermana”.
Abarbanel sugiere: “pensamientos”. Nuestra versión trata de entender a esta palabra de acuerdo a su contexto.

“…Y CON PLENA VOLUNTAD HAN DESGARRADO TOROS…”

Esto hace alusión al saqueo de la ciudad de Shejem por parte de los hijos de Yaakov si bien estos detalles no aparecen en el texto citado (Gén. 34).
Onkelos traduce la palabra Shor como si figurara Shur que quiere decir: muralla, haciendo alusión a la muralla de la ciudad de Shejem. Para el significado de la palabra Shur como muralla, veáse 2 Samuel 22:30.
Abarbanel recoge esa versión.

Rabí Itshak Arama sugiere, que Shor, que traducimos como toro, puede hacer referencia a Yosef, quien en la bendición que le dirige Moshé es comparado al Shor (Toro) por su fuerza y su poder.
De acuerdo a esta interpretación de Rabbí Itshak Arama, Yaakov está incriminando veladamente a Shimón y Leví por haber arrojado a Yosef a “la cisterna en el desierto”.

“…HABRÉ DE DIVIDIRLOS ENTRE YAAKOV Y DISPERSARLOS ENTRE ISRAEL”.

Shimón y Leví se habían unido para cometer sus crímenes en Siquem, y como castigo, ellos se dispersarían entre las tribus de Israel.

Yaakov profetizó: «Los dividiré entre Jacob, Y haré que se dispersen en Israel» (49:7), para nunca recibir sus propios territorios. Se les niega una de las principales bendiciones del pacto prometidas por Dios (15:18-20). Creciendo inseparablemente, ellos sacaron lo peor uno del otro. Así que, por su propio bien, ellos estarían separados.

En efecto la tribu de Leví estará diseminada por entre todas las tribus de Israel. Sus cuarenta y ocho ciudades estarán situadas en todo el territorio de Israel de Norte a Sur, y de Este a Oeste. (Véase números 35:2, 7)

Nótese que la función de los levitas como servidores en el Tabernáculo aparecerá, únicamente, después del episodio del becerro de oro.
En esa oportunidad la tribu de Leví se consagrará al aliarse con Moshé para destruir la idolatría del pueblo de Israel. (Véase Éxodo 33:26 y ss). Efectivamente los levitas se alinearon con Moshé por el pecado del becerro de oro en el monte Sinaí. Pero notemos que incluso entonces usaron sus armas como instrumentos de injusticia en el sacrificio de unos tres mil ese día.

Sin embargo, Yahvéh dirá que debido a su fidelidad en el incidente del becerro de oro, toda la tribu de Leví serán los sacerdotes de la nación y representante del Eterno ante Su pueblo y de Su pueblo ante el Eterno:

«Pero he tomado a los levitas en sustitución de todos los primogénitos entre los hijos de Israel. Y de entre los hijos de Israel he entregado a los levitas como dones para Aarón y sus hijos, para que sirvan en la obra de los hijos de Israel en la Tienda de Reunión, y hagan expiación a favor de los hijos de Israel, así no les sobrevendrá plaga a los hijos de Israel cuando se acerquen al Santuario.»
(Números 8:18-19)

Por lo tanto, vemos un ejemplo de la gracia maravillosa de Yahvéh en Leví. Si bien es cierto que sus descendientes fueron esparcidos por todo Israel, también es cierto que se convirtió en una bendición disfrazada porque ellos se convirtieron en una tribu de sacerdotes encabezados por Aharón, hermano de Moshé.

En el capítulo uno de Números (vv. 22-23) aprendemos que después de que los israelitas habían recibido la Torá en la base del monte Sinaí había 59.300 hombres de la tribu de Shimón mayores de veinte años. Pero varias décadas después nos enteramos de que los descendientes de Shimón se habían reducido a 22.200 hombres mayores de veinte años (Números 26:12-14). Hagamos bien las cuentas, y nos daremos cuenta que esta tribu estuvo siempre bajo juicios de la Guevuráh divina. Justo antes de este segundo censo, el pueblo comenzó a fornicar y a apegarse a las hijas de Moab y lo convencieron de ofrecer sacrificios a Baal Peor que conducían a la idolatría (Números 25:1-3). Como resultado, la Torah nos dice que 24.000 israelitas murieron en una plaga (Números 25:9). Los rabinos enseñan que estos eran todos de la tribu de Shimón.

Así Shimón y sus descendientes resultaron ser la más pequeña de todas las tribus y se omite de las bendiciones tribales de Moshé en Deuteronomio capítulo 33.

Después de la conquista de Canaán por Josué, los simeonitas se dispersaron, estableciéndose en la parte sur del territorio de Judá (Josué 19:1-9, Jueces 1:3).

Consecuentemente, ellos perdieron mucho de su propia identidad y poco se oyó sobre ellos después de los días del rey Asa. Así que Jacob dijo que debido al enojo de Simeón y Leví y la actitud de obstinación, eligiendo hacer lo que querían, estarían dispersos.

En última instancia, los levitas tuvieron un cambio de corazón y desarrollaron un celo por el Eterno, mientras que los simeonitas continuaron su pasión por la violencia y la crueldad. Así, los simeonitas comenzaron a declinar en la oscuridad mientras los levitas ascendían a la prominencia de la tribu sacerdotal, y ellos serían los custodios del Tabernáculo y el sacerdocio.

Ahora bien, y más allá de toda la historia de estos dos tzadikim y sus tribus, sabemos que en el futuro escatológico lejano tanto Shimón como Leví recibirán territorio en el reino mesiánico.

» Simeón, tendrá otra porción junto al límite de Benjamín, desde el lado oriental hasta el lado del mar.»
(Ezequiel 48:24)

No sólo eso, sino que el apóstol Juan fue llevado en espíritu a la cima de un monte grande y alto y le mostró la ciudad santa, Jerusalén descendiendo del cielo, de Dios, que tenía la gloria de Dios: su fulgor es semejante a una piedra preciosísima, como piedra jaspe, transparente como el cristal. Tiene un muro grande y alto, el cual tiene doce puertas, y sobre las puertas, doce ángeles, y unos nombres inscritos, que son de las doce tribus de los hijos de Israel (Apocalipsis 21:10-12). Estas son las mismas puertas que se ven en Ezequiel 48:31-34. De la parte del oriente tiene tres puertas, del norte, tres puertas, el sur, tres puertas, y del poniente, tres puertas (Apocalipsis 21:13).Y en el lado del sur, será la puerta de Simeón.

Interesante resulta notar y aceptar que ninguna puerta se llamará Mateo, o Marcos, Lucas o Juan. Pero habrá una puerta llamada Shimón (Ezequiel 48:33), y habrá una puerta llamada Leví (Ezequiel 48:31). Por toda la eternidad las doce tribus de Israel serán recordadas. Cuando las naciones gentiles entren en la Jerusalén milenial, pasarán a través de las puertas con los nombres de los hijos de Israel.

Ahora bien, una sola y triste conclusión surge de esta bendición: los pecados de nuestro pasado pueden volver y nos acechan. Incluso cuando se perdonan, nos pueden llevar a consecuencias que debemos enfrentar para toda la vida.

Pero también la gracia de Dios muestra que puede transformar a todo pecador, como usted y yo, en un reino de sacerdotes. Por ello, a todos los creyentes en el Mesías se los llama sacerdotes hoy.

«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro; sino con la sangre preciosa del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin defecto.»
(1 Pedro 1:18-19)

Entonces Pedro también nos dice:

«Vosotros también, como piedras vivas, estáis siendo edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús el Mesías.»
(1 Pedro 2:5).

¿De quiénes está hablando? ¡De los que hemos sido redimidos por la preciosa sangre de Yeshúa HaMashiaj! ¡Aleluya!

Rubén y Su Temperamento Anti-Primogenitura

Por P.A. David Nesher

Re’uven bejori atah koji vereshit oni yeter set veyeter az. Pajaz kamayim al-totar ki alita mishkevey avija az jilalta yetsu’i alah.

«Rubén, tú eres mi primogénito, mi poderío y el principio de mi vigor, prominente en dignidad y prominente en poder. Incontrolable como el agua, no tendrás preeminencia, porque subiste a la cama de tu padre, y la profanaste: él subió a mi lecho.»

(Bereshit/Génesis 49:3-4)

Reuvén (Rubén) era el hijo primogénito de Yaakov (Jacob). Como tal, le pertenecía el liderazgo de la familia y la doble porción, los cuales eran los derechos de primogenitura (Deut. 21:17). Sin embargo, en sus últimas palabras, Jacob le dijo a Reuvén que él había perdido su derecho como primogénito, a causa del pecado que había cometido (Gen. 35:22).

Antes de continuar, necesito que primero entiendan que la primogenitura, de acuerdo a estos versículos, y a la cosmovisión hebrea, no sólo significa derechos sino también deberes.

Reuvén debió ser primero en conducción y en privilegio, pero su carácter impulsivo le hace perder su preeminencia.

Reuvén era el resultado de la pureza sexual de Yaakov, el primogénito de Itzjak. Yaakov nunca hizo mal uso de su sexualidad como hiciera su hermano gemelo Esaú (Esav). Por lo que Reuvén es un hijo creado en pureza absoluta, gestado en el vientre de Leáh. Sin embargo, son varias las faltas de Reuvén que Yaakov toma en cuenta a la hora de impartirle la bendición; la más seria fue la de interferir impulsivamente en la vida marital de su padre e irrumpir en la habitación de su madrastra Bilháh.

Reuvén fue presuroso como el agua cuando originó el episodio con Bilháh esposa de Yaakov (Gén. 35:22).

Yaakov describe a Reuvén como que es “incontrolable como el agua” (heb. Pajaz kamayim) lo que literalmente quiere decir que su temperamento hierve o bulle como el agua. Es decir, que Reuvén era un hombre que se dejaba llevar por las emociones, en lugar de guiarse por los principios celestiales del Zeir AnpinEl Semblante Pequeño«) . Es decir, el semblante de la imagen divina que controla las facultades emotivas del alma. Él era apasionado, pero carecía de autocontrol. Desafortunadamente, Reuvén resultó ser débil y hedonista.

Evidentemente, para el Eterno, alguien así no puede ser un buen líder. Si no pudo contenerse en este asunto de la concubina de su padre, difícilmente lo haría en otras cosas.

Lo triste de esto es que, de acuerdo a la profecía que Yaakov está pronunciando, no sólo Reuvén perdió el liderazgo de Israel, sino también sus descendientes. En toda la historia de la nación, nadie sobresalió de esa tribu. En efecto, en la historia bíblica no encontraremos ninguna posición de liderazgo o acción importante atribuida a la tribu de Reuvén .

El Tanak no nombra ningún Juez, rey o profeta proveniente de esta tribu. Un hombre de carácter presuroso difícilmente pueda lograr la obediencia de los otros. Por eso un sabio judío llegó a expresar lo siguiente:

Un hombre que no puede controlarse a sí mismo d pueda controlar y conducir a los demás”.
(Benno Jacob).


La Torah hace mención de unos descendientes de Reuvén que perdieron también el control y se rebelaron contra la autoridad: Datán, Abiram y On. Ellos se unieron a Coré para rebelarse en contra de la autoridad espiritual de Moisés y Aarón (Num. 16:1-3). La consecuencia de esa rebelión fue la muerte de muchos de la tribu de Rubén (Num. 16:31-34).

Como ustedes recordarán, al salir de Mitzraim (Egipto), el censo indicaba que la tribu de Reuvén contaba con 46.500 hombres (Num. 1:20). Luego de los cuarenta años en el desierto, su población disminuyó, en lugar de aumentar. El segundo censo contó 43.730 rubenitas (Num. 26:7).

También hemos ya estudiado como cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, la tribu de Reuvén prefirió quedarse del otro lado del río Jordán, en lo que hoy en Jordania (Num. 32), acompañados de la tribu de Gad. Ellos pidieron esto pensando en sus ganados, y no en sus hijos (Num. 32:1-5). Moshé (Moisés) los confrontó por pedir tal cosa, pero ellos insistieron prometiendo que sus guerreros pelearían en la conquista de la Tierra, y luego regresarían al lugar que habían escogido en el Valle del Jordán (Num. 32:16-19).

En otro orden de cosas, en el período de los jueces, los rubenitas volvieron a desentenderse de sus tribus hermanas cuando tuvieron necesidad.  Al principio, la tribu de Reuvén prometió ayudarles, pero luego se desentendieron a una.  Así como su antecesor, los rubenitas probaron ser “inestables”. Por esto, Deboráh la profetisa de Israel, ironizará en su cántico la actitud pasiva de “las divisiones de Reuvén”, en los momentos críticos, para la seguridad del territorio de las tribus de Israel (Véase Jueces 5:15-16).

Otro grave yerro de Reuvén es sugerir descabelladamente a su padre que tome a sus hijos en garantía haciéndoles lo que quiera (Gén 42:37). Traducido de otra manera el pasuk 49:4, nos dirá así:

“…La impetuosidad y la precipitación con la que te apresuraste a manifestar tu enojo es semejante a las aguas que se precipitan en su curso. Así que no tomarás estas ventajas que por nacimiento te corresponden…”.

Con tan graves problemas de autocontrol, ¿con qué estabilidad podría dirigir Reuvén los destinos de un gran pueblo? ¿Cómo podría gobernar a sus súbditos (el resto de las tribus) bajo una situación de emergencia? Por todo ello, Reuvén causa que él y sus descendientes pierdan sus tres coronas que son:

  • 1) la primogenitura, que significa una doble porción de la herencia;
  • 2) el sacerdocio, que era el privilegio de ejercer el servicio divino representando a sus hermanos;
  • 3) la monarquía, el derecho a ser rey entre sus hermanos. Tendría que ser Principal en dignidad, y el Principal en poderío, a fin de permitir por su linaje la manifestación del Mesías.

Para Yaakov avinu un primogénito tan inestable y despreocupado por el bienestar de sus hermanos no merecía contar con la autoridad en la familia. Recordémoslo nuevamente: la primogenitura no sólo es un derecho, sino sobre todo es una responsabilidad, la cual Reuvén no estaba preparado para asumir (ni él ni sus descendientes).

Así pues, la decisión de Yaakov es por el propio bien de Reuvén, de sus descendientes y de todo Israel. Por ello, al final esto resulta ser de gran bendición, quizás un tanto discutible, pero el Eterno sabe qué es lo mejor para Su pueblo.

Entonces, debido a la inestabilidad de Reuvén, el derecho de primogenitura termina siendo dividida. Por lo general,el primogénito era el líder espiritual y social del”clan”, pero los derechos de la bendición, el sacerdocio y la autoridad gobernante se dividió entre los hijos de Israel en lugar de fluir centralizada en una sola.

Así, y más allá de que vemos la gran sabiduría providencial del Eterno en”descentralizar” la autoridad entre los hijos de Israel, Reuvén pago un alto precio por su inestabilidad.Más que nada, Dios busca un carácter estable en aquellos que lideraran su pueblo.

Por causa de este carácter ancestral, Moshé extenderá una bendición especial orando en favor de la tribu de Reuvén de esta manera:

«Viva Rubén, y no muera, y no sean pocos sus hombres.»
(Deut. 33:6)

Interesante les resultará saber que, según algunas investigaciones del sabio Rashí, hechas en el siglo XI, los descendientes de Reuvén estaban esparcidos en Francia, habiendo sido quizás el origen de algunos de sus pueblos, como los galos.

Por eso, no todo eran malas noticias para Reuvén. Hemos leído como Moshé profetizó una promesa posterior para él y sus descendientes. El «bekor» quien perdió tanto, quien debería haber estado liderando, y fue perdido debido a sus actos pecaminosos, todavía tendría esperanza. Moshé anucnió en un solo versículo que, aunque sus varones sean pocos, Reuvén no moriría como tribu. Sus descendientes estarían alrededor aunque su antepasado tuviera problemas. De hecho, estarían caminando con Dios en la fe. Que bendición: la promesa y el cumplimiento.

La profecía de Yaakov acerca de Rubén continuó siendo cumplida, y debido a su inestabilidad, los rubenitas se desvanecieron sin hacer ningún impacto significativo en la historia de la nación de Israel. Sin embargo, su futuro escatológico lejano será mucho más brillante. Debido a la gracia del Señor, la tribu de Reuvén está incluida en la división de la tierra en el Reino Mesiánico. Junto al límite de Efrayím, desde el lado oriental hasta el lado del mar, Reuvén tendrá otra parte (Ezequiel 48:6).

Para finalizar diré que todos nosotros podemos relacionarnos de una u otra forma con la naturaleza de Reuvén. El apóstol Pablo lo expresó justamente así:

«Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo, habiendo sido vendido a la esclavitud del pecado, soy carnal. Porque lo que hago no lo comprendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena. Así que ya no soy yo el que hace eso, sino el pecado que mora en mí. Porque yo sé que en mí (esto es, en mi carne) no mora el bien, porque el querer está en mí, pero no el hacer lo bueno; pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, éste hago.»
(Romanos 7:14-19)

Todos tenemos una lucha cotidiana con la carga de pecado del ego que queremos volcar fuera de nuestra vida. Pecamos, lo confesamos todos los días, en cada Shabat, y en cada Yom Kippur (1 Juan 1:8-10). Somos conscientes que no podemos poner una cinta autoadhesiva sobre el pecado, tenemos que llegar a la raíz del problema, y erradicarlo para no perder nuestra primogenitura en Yeshúa HaMashiaj.

La buena noticia para usted y para mí es que Yahvéh puede arreglar nuestro problema de pecado a través de la Gran Vocación: tomar el Yugo de Yeshúa haciéndonos sus discípulos. Pero no es fácil seguir a Yeshúa. Si fuera fácil, todo el mundo lo estaría haciendo. El TaNaK nos enseña a no menospreciar el castigo de YHVH, ni fatigarnos de su corrección, porque YHVH al que ama disciplina, como el padre al hijo en quien se complace.

«Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, que es árbol de vida a los que echan mano de ella, Y los que la retienen son bienaventurados.»
(Proverbios 3:11-18)

No podemos pasar por nuestras vidas poniendo bandas autoadhesivas sobre nuestros pecados. Como dice nuestro amado profeta Tony González, no necesitamos auto-ayuda o auto-realización, necesitamos la enseñanza de Yeshúa y la realización en Él por medio de Su Espíritu. Esto es más que suficiente para nosotros. La promesa de los profetas fue que tendríamos un corazón nuevo, y desde ese diseño en nuestra alma lograríamos la afinidad con el Eterno. ¡En Yeshúa eso hoy es posible!

¿Bendiciones o Reproches?… ¿En qué quedamos Jacob?

Por P.A. David Nesher

«Llamó Jacob a sus hijos y dijo:
—Acercaos y os declararé lo que ha de aconteceros en los días venideros. Acercaos y oíd, hijos de Jacob;escuchad a vuestro padre Israel.»
(Bereshit/Génesis 49:1-2)

Al ir cerrándose el Sefer (Libro) de Bereshit con la parasháh (sección) Vayejí, nos encontramos con el patriarca Yaakov bendiciendo a sus hijos mientras yace en su lecho de muerte. Uno a uno los llama, y proféticamente les augura su camino futuro, a veces promisoriamente, otras, como consecuencia de sus errores.

Yaakov está convocando a cada uno de sus hijos para bendecirlos. Para autorizarlos como herederos de este mensaje. Para darles autonomía y a su vez, legado.

Aunque estos pasajes normalmente se conocen como las “Bendiciones de Yaakov”, notamos que sus primeras palabras no suenan para nada a bendiciones desde el concepto occidental que nuestras mentes manejan. De hecho, las primeras tres tribus sufren una dura reprimenda.

Desde un punto de vista más profundo, los intérpretes de la sabiduría mística de la Torah enseñan que hay dos niveles de bendición:

  • El nivel de las bendiciones normales. Son visibles: de ellas se habla abiertamente en público,
  • El nivel de las bendiciones especiales que deben permanecer ocultas. Se manifiestan encriptadas dentro de duras palabras de crítica constructiva y/o exhortación. Este tipo bendición emana de una fuente superior a la bendición revelada y abierta. La bendición está presente en las palabras de reprensión y sólo pueden disfrutarse si se sabe leer los versos correctamente.

Por eso, cuando el Todopoderoso afecta a un individuo con situación de aflicción, este lo debe aceptar con alegría y lleno del entendimiento de que, de hecho, dicha circunstancia negativa fue causada por la abundancia que emana de una fuente espiritual muy elevada, desde el mundo oculto que no puede ser revelado en nuestro mundo en forma de una bendición. Como tal, la aflicción es la expresión más profunda de la cercanía de Dios con nosotros; sujeto a esta cosmovisión de bendición, Job expresará: «Feliz es el hombre que Dios aflige.» (Job 5:17), y el profeta Jeremías asegurará: «Porque El no castiga por gusto, ni aflige a los hijos de los hombres.» (Lm. 3:33). Tanto es así esto que el salmista llegó a cantar:

«Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos.»
(Salmo 119:71)

El salterio afirma:

«Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Yahvéh.»
(Salmos 34:19)

Note que, a pesar de que las aflicciones del justo sean muchas, él no sale perjudicado de ninguna de ellas, porque dentro de las mismas se esconde una bendición (una chispa de la Luz Infinita), que hay que saber sacar para que se convierta en un beneficio físico.

El Eterno quiere librarte de todas tus aflicciones, no importa que nombre tengan, que lindo es saber que Dios no te olvidará, sino que de TODAS ELLAS TE LIBRARÁ, revelándote las bendiciones ocultas en ellas.

Gad. Zabulón. Dan. Isacar.

Ahora bien, retomando el tema de nuestro padre (avinu) Yaakov, aceptaremos que la bendición y la maldición de los doce hijos reiteran el tema principal del libro de Bereshit. La humanidad perdió la bendición de Yahvéh por medio del pecado y la rebelión en el huerto del Edén, pero el Eterno restaurará Sus bendiciones a través de la Semilla de Abraham. Por eso, es que nuestro padre Yaakov dará en su oráculo una profecía histórica cercana y una profecía escatológica lejana para cada tribu.

Las futuras historias de las tribus son presentadas aquí como una consecuencia del carácter actual de cada hijo como Jacob profetiza. Y el carácter del hijo, en cierta medida, se convierte en el carácter de la tribu.

Podemos ver así como nuestro padre Yaakov elabora, inspirado por la Shekinah, un cántico profético organizado deliberadamente en dos partes:

  • primero, los oráculos negativos acerca de Rubén, Simeón y Leví en los versículos 3-7,
  • y segundo, los oráculos positivos sobre Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín en los versículos 8-27.

Por todo esto, y para que nuestra mente pueda expandirse en los parámetros virtuosos de la Compasión (Tiferet) divina que permite adquirir una disciplina (Guevuráh) por medio de las benevolencias ilimitadas (Jesed) de Yahvéh, los invito a visitar las distintas bitácoras escritas por cada tribu.

«…¡Hasta que venga Siloh!»… ¿Quién?

Por P.A. David Nesher

«El cetro no se apartará de Judá, hasta la venida de gobernante entre sus pies, hasta que venga Siloh, ya él mar da la obediencia de los pueblos «


(Bereshit/Génesis 49:10)

Debo confesarlo. Me requirió de mucho esfuerzo encontrar la respuesta. Claro, primeramente diré cuál fue la pregunta. La misma procedió de Lucas, un hijo apostólico de esos que siempre tienen algo bueno para consultar acerca de los códigos de la Torah. El planteo por Whatsapp, fue aparentemente fácil, y se expresó en dos preguntas:

«¿Qué significa Siloh?» y «¿A quién se refiere con dicho nombre?»

Prometí investigar, para luego contestar. No sabía que esa promesa me demandaría un trabajo que entiendo aún no ha quedado terminado. Sucede que dichas investigaciones aún no me han permitdo encontrar una interpretación completa del enorme significado escatológico que esconde la frase: “… hasta que venga Siloh”.

Lo primero que les aportaré es que la palabra Siloh aparece en la Tanak (Antiguo Testamento) 33 (treinta y tres) veces en dos formas diferentes. En Génesis 49:10 evidentemente se refiere a una persona humana; las otras 32 veces señalan a un lugar geográfico específico. Me refiero a una ciudad de Israel a unos 12 kilómetros al norte de Jerusalén en donde el Tabernáculo estuvo durante 400 años después que los israelitas entraron a la Tierra Prometida (Josué 18:1)

Los eruditos del hebreo torático de la Casa de Judá encuentran una serie de significados para la palabra hebrea Shilohque son desconocidas para la teología cristiana.

Algunos de dichos sabios ven en esta palabra la raíz shâlêv que significa «pacífico«’, y dicen que de esa raíz se puede derivar shâlva, que significaría algo así como «paz relajante». Entonces ellos concluyen que la expresión Siloh estaría describiendo el carácter y la misión del Mesías como el Príncipe de Paz.

Otro eruditos judíos sostienen que Siloh en su forma original era moshlô, que se traduce como «su gobernante» refiriéndose al Mesías como el Gobernante que Yahvéh colocará sobre las naciones de la Tierra.

El sabio Rashí [el principal exegeta del Tanak (AT) y del Talmud en la Edad Media, quien también tuvo un afecto particular por los Targumes], dice de Shiloh, que:

“Él es el Mesías-Rey y su (shelo) es poder soberano. Así entendió el asunto Onquelos. El Midrash lo explica con las palabras shai loh, ‘regalos para Él,’ porque el Salmo 76:11 dice: ‘Traigan ofrendas al Temible’.”
(Mikraoth Gedoloth)

De modo que el concepto de «el que ha de ser temido«, también vino a ser un apelativo para el Mesías.

Otros exégetas especialiestas dicen que Siloh significa “Aquel quien es” o «Aquel a quien Pertenece«. Pero sin tomar en cuenta de como se interprete esa palabra, la mayoría de los eruditos consideran que la frase “…hasta que venga Siloh” se refiere al Mesías llegando a Israel.

Esta interpretación mesiánica se refleja por ejemplo en el Targúm arameo de Onkelos donde la frase se vierte: “hasta que venga el Mesías a quien pertenece el reino…”

Similarmente, el Pseudo-Jonatán parafrasea el pasaje: “hasta el tiempo cuando venga el Rey Mesías…”

El Talmud también da apoyo a la interpretación de que Shiloh, en la boca de Yaakov, era una referencia al Mesías:

Rabí Yojanán enseñó que todo el mundo fue creado para el Mesías. ¿Cuál es su nombre? La Escuela de Siloh enseñó: Su nombre es Shiloh como está escrito (Gen. 49:10) “Hasta que venga Shiloh y a él se juntarán los pueblos.”
(Sanh. 98b)

La misma exégesis se sigue en los pasajes midráshicos. El Midrásh Rabá de Génesis declara lo siguiente:

“Se agazapa, asecha como un león‟ (Génesis 49:9. Algunos interpretan que significa: “Asecha‟, esto es, Él esperó desde Sedequías hasta el Rey Mesías.”

Midrásh Rabá Génesis 98:7 similarmente, el Midrásh Tanjumáh relaciona el pasaje con el Rey Mesías cuando declara:

“El cetro no se apartará.‟ Esto significa el trono real. …”El legislador de entre sus pies,‟…se refiere al tiempo cuando venga el Rey a quien le pertenece el Reino.”

El Yalkut relaciona la palabra Shiloh como una contracción de shai-ladonái, palabras que aparecen en el libro del profeta Isaías significando “regalo del Señor”. Éste logra el mismo resultado e interpreta el término Shiloh como relacionado con el Mesías:

“Hasta que venga Shilóh; Él es llamado por el nombre de Shilóh porque todas las naciones están destinadas a traerle obsequios a Israel y al rey Mesías, como está escrito: “En ese día se le traerá el regalo al Señor de los ejércitos.”
Yalkut 160

Regresando al concepto de que Siloh debe ser traducido «el que ha de ser temido«, a la luz de los salmos mesiánicos, debemos notar que en los evangelios se nos una y otra vez que los que escucharon a Yeshúa/Jesús tuvieron gran temor (Lucas 5:26, 7:16: 8:25 y 37).

Uno de los métodos de interpretación utilizados por sacerdotes y profetas, es la gematría. En ella el valor numérico de las letras de las palabras se cuentan y luego se comparan con otras palabras que tuvieran el mismo valor.
¿Qué descubrieron los sabios respecto a la idea de ‘Shiloh’ con la ayuda de su gematría?

El valor numérico de «que venga Shiloh» (yavô shilôh), es 358, que corresponde exactamente al de “Mashiaj (Mesías).

Venga Shiloh
” י ב א שׁ י ל ה ”
5 + 30 + 10 + 300 + 1 + 2 + 10 = 358

Mesías
מ שׁ ח ו
8 + 10 + 300 + 40 = 358

A su vez, el valor gemátrico de nahash («serpiente»), también es 358.

En términos de la Kabbalah (misticismo judío), esto significaba que “el Mesías había de aplastar la cabeza de la serpiente.”

Semejantes observaciones no tienen ninguna base científica, pero ilustran el entendimiento que los rabinos tenían de que el Mesías conquistaría la corrupción del pecado. Esta misma expectativa se refleja en la primera epístola del apóstol Juan:

“Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”
(1Juan 3:8)

Así analizado y pensado, nos damos cuenta que las razones para concluir que Shilóh es otro nombre para el Mesías son muchas. Pero lo más fuerte en esta afirmación es lo manifestado escrituralmente por el profeta Ezequiel que parece referirse a la profecía del “cetro” y al término Shiloh cuando profetiza:

“La voltearé, voltearé, voltearé, y no será más, hasta que venga aquel cuyo es el derecho.”
(Ezequiel 21:27)

La expresión hebrea para “cuyo es el derecho” es asher-lo, que es básicamente la misma palabra usada en la profecía del cetro para Siloh. Como el asher-lo de Ezequiel parece ser una referencia al Mesías, es justo asignar una interpretación mesiánica al Shiloh de la profecía de Yaakov.

Desde la gobernación de malek (rey) David de Judá, el poder para gobernar (el bastón de comandante) y la soberanía real (el cetro) fueron posesión de la tribu de Judá. Así tenía que continuar hasta que viniera Siloh, lo que indicaba que el linaje real de Judá terminaría en Siloh como heredero permanente. De manera similar, antes de que se echara abajo el reino de Judá, Yahvéh le dijo al último rey de Judá, Sedequías, que la gobernación le sería dada a uno que tendría el derecho legal. (Eze 21:26, 27.) ¡Este sería Siloh!

Siloh se refiere a Yeshúa (Jesús), el verdadero gobernador y la autoridad. Sólo puede haber un Siloh que cumple el significado. Él vino como el gobernante eterno en la línea de Judá (Yehudáh). Si Él no ha cumplido la profecía, nunca habrá otra persona que pueda hacerlo.

Lo mejor es lo que se refiere a Siloh como un nombre propio de una persona. La capacidad de Judá (Yehudáh) para gobernar vendrá a un punto culminante en un gobernante tan competente, que Él será capaz de lograr el descanso perfecto y Él mismo será llamado, «el descanso» o «dador del descanso«. El Mesías es el portador del descanso. Él es el dador de la paz y el descanso. Por lo tanto, la soberanía del gobierno de Judá alcanza su punto más alto en el Mesías. (cf. Isaías 61:1-2; Lucas 4:16-21).

¿Quién es este dador del descanso?

La palabra Siloh podría derivarse también de la misma raíz que la palabra Salem o Shalom, que significa «descansar«. Las Escrituras son consistentes en su énfasis en el Príncipe de Paz que da Su descanso al pueblo de Israel (las 12 tribus). Él es el «Príncipe de Paz» (Isaías 9:6).

Así pues, hoy logramos captar, desde nuestra experiencia de fe, que el cumplimiento de la promesa a Yehudáh es cuando venga Siloh (Génesis 49:10 -12). Siloh es el hombre de descanso, el dador del descanso o «portador del descanso«.

Yeshúa (español Jesús) es el dador de la paz que hizo la reconciliación entre el Eterno y el hombre pecador por medio de Su muerte en la cruz del Gólgota (Calvario)

Nosotros lo sabemos y así también lo confesamos de acuerdo a nuestra experiencia de emunah (fe): ¡El Mesías es Yeshua!. Él es descendiente de Judá (Yehudáh), del linaje de David (Rev./Apoc. 5:5). Siloh significa: “el Dador de reposo y tranquilidad”.  El Mesías es el único que podrá traer paz verdadera y gobernará sobre toda la Tierra (Rom. 15:12).

La salvación en Yeshúa HaMashiaj (Jesús el Cristo) es el descanso perfecto de Yahvéh.

«Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia»
(Hebreos 4:9-11)

Él puede darnos su paz perfecta. Debido a que hemos sido «justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesús, el Cristo» (Romanos 5:1).

Así es, el Dador del descanso esta frente a cada persona herida hoy y le extiende Su Gran Llamado (o Vocación):

«Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga»
(Mateo 11:28-30).

Él da su perfecta paz: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:27; 16:33; 20:19, 21, 26).

Los gobernantes de Israel descendieron a través de la línea de Yehudáh (Judá), por medio del rey David hasta Yoséf (José), el padre adoptivo de Yeshúa (Mateo 1:13-16). Esto pone a Yeshúa en la línea regia de David, a través de su hijo Salomón.

¡Él vino la primera vez como un humilde servidor-rey! Tal como lo expresó Yaakov en su oráculo mesiánico:

«Atando a la vid su pollino,
Y a la cepa el hijo de su asna, lavó en el vino su vestido,
Y en la sangre de uvas su manto. Sus ojos, son más rojos que el vino,
Y sus dientes más blancos que la leche»

(Génesis 49:11-12).

Sin embargo, cuando venga por Segunda Vez, Él reinará como rey soberano del universo. Por lo tanto, la otra cara de esta gran bendición profética. Génesis 49:11-12 se refiere al juicio y la salvación en la Segunda Venida de Yeshúa HaMashiaj.

En ese gloriosos día, el Príncipe de paz reinará como Rey de Reyes por los siglos de los siglos (Apocalipsis 11:15; 5:5-14).

El profeta hebreo Ezequiel refiriéndose al Mesías, gritó:

» ¡A ruina, a ruina, a ruina lo reduciré, y esto no será más, hasta que venga aquel a quien corresponde el derecho, y yo se lo entregaré!»
(Ezequiel 21:27).


El apóstol Juan al escribir el libro de Revelaciones (Apocalipsis) ve al Señor resucitado y ascendido. Describe entonces a Yeshúa HaMashiaj como el «león de la tribu de Judá» (5:5) Uno de los ancianos en la visión de Juan del cielo, dijo:

«Entonces uno de los ancianos me dijo:
«No llores, porque el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos».»
(Apocalipsis 5:5)

El rey mesiánico soberano gobernará con el rugido de un león fuerte y poderoso.

Yeshúa nos ha liberado del antiguo «león rugiente«, el diablo, HaSatán, que anda alrededor buscando a quien devorar (1Ped. 5:8). Hoy Yeshúa es Rey de Reyes y Señor de Señores, y está conduciendo nuestros días a Su regreso.

«Acérquense y Escuchen a vuestro Padre» (dijo Jacob)

Por P.A. David Nesher

«Llamó Jacob a sus hijos y dijo:
—Acercaos y os declararé lo que ha de aconteceros en los días venideros. Acercaos y oíd hijos de Jacob;escuchad a vuestro padre Israel.»

(Bereshit/Génesis 49: 1-2)

Todas las palabras comprendidas entre los versículos 1 a 27 de este capítulo 40 de Bereshit (Génesis) son conocidas como «la bendición de Yaakov a los hijos de Israel«. Más tarde, Moshé (el escritor del Sefer Bereshit) dará el mismo estilo profético-mesiánico de bendición antes de su muerte (Deut. 33). Por ello, es que él escribe este pasaje a fin de que los benei Israel (Hijos de Israel) comprendan por qué y para qué él está bendiciéndolos.

Así pues, vemos como Yaakov, en lo que es su último y más significativo acto como patriarca y como heredero de Avraham y de Itzjak, bendijo uno por uno a sus doce hijos.

No obstante, en las palabras de Yaakov encontramos no solamente bendiciones sino también amonestaciones, reprimendas y vaticinios de futuro.
En la bitácora anterior, les comenté que leyendo el Midrash encontré que los sabios sostienen que “la intención del patriarca Yaakov en los últimos momentos de su vida había sido revelar a sus hijos el fin de todo el sistema babilónico. Empero se apartó de él la Divinidad (el espíritu de la Profecía) y continuó diciendo otras cosas” (Bereshit Rabbáh).

Lo primero que notamos al leer este capítulo es  que el orden de los hijos como él les profetiza no es el mismo que se encuentra en el capítulo 29 vers. 31 al cap. 30 vers. 25, o el cap. 35 vss. 16 al18 excepto, para los cuatro primeros.

Yaakov se dirige a sus hijos en este orden: Comienza con los seis hijos de Leah: Rubén, Shimeón, Leví, Yehudáh, Zebulón e Isajar (si bien Zebulón aparece antes que Isajar cuando correspondería lo contrario). 

Luego trata con el hijo de Bilháh, Dan, y luego con los dos hijos de Zilpáh, Gad y Aser, Luego con el otro hijo de Bilháh, Neftalí.

Después culminará tratando con los hijos de Raquel (Rajel), Yosef y Benjamín. Efraín y Manasés estaban también en ese momento junto al lecho de muerte de Yaakov. Así como la bendición de los hijos se convirtió en la bendición del padre, la profecía del padre se convirtió en la profecía de los hijos. Por lo tanto, Efraín y Manasés fueron profetizados, como podría decirse, a través de José.

El estilo idiomático de esta bendición es poético, arcaico y, con cierta frecuencia, poco claro. No fue una conversación común.

Cualquier cosa que un hombre diga en su lecho de muerte es importante porque generalmente, si alguna vez dice la verdad, lo dice en su lecho de muerte. Yaakov habló poéticamente y con gran imaginación. Sus expresiones sugieren que él estaba hablando en el Espíritu. Estaba en pleno uso de sus facultades, aunque estaba cerca de morir.

Como estaba hablando en lenguaje poético, los hijos no podían dejar de reconocer la importancia de las palabras de su padre.

Casi instintivamente, ellos al entrar en la habitación, se reunieron agrupados por subfamilia, en una posición circular alrededor de la cama. El resultado neto fue que catorce hijos se reunieron alrededor del lecho de muerte de su padre Israel. A medida que los oscuros ojos de Yaakov los reconocieron gradualmente, procedió a hablar a uno por vez, alrededor del círculo concéntrico del ahava (amor) de Yaakov.

Por eso conviene considerar aquí lo que el sabio intérprete Abarbanel dice refiriéndose a este pasaje:

“En cuanto a la intención de las palabras de Yaakov y las bendiciones, me inclino a pensar que Yaakov, en su lecho de muerte quiso aclarar de cuál de sus hijos surgirá la tribu que reinará y gobernará en su descendencia. Ya que él había visto y había vislumbrado, por el espíritu de profecía, que su descendencia iba a ser prolífica y, por lo tanto, quiso orientar acerca de la conducción de las tribus, para que no hubieren luchas ni disensiones entre sus hijos.
Por ello él calará profundamente en cada uno de sus hijos, de acuerdo a su naturaleza y carácter, buscando a quién corresponderá el reino o la conducción; ya que la naturaleza de los descendientes de sus hijos tenderá a parecerse a la de sus progenitores. Es por ello que Yaakov, en sus palabras, a veces hablará de las cualidades y caracteres de sus hijos y a veces vaticinará el futuro de su descendencia.
Ello no implicará, a veces, ni bendición ni reprimenda ni vaticinio de futuro ni lo que ocurrirá en la tierra de su asentamiento, sino que hablará de la cualidad de sus hijos para el reino y la conducción”.

Por último, veremos que el autor del libro de Crónicas sintetiza las palabras de Yaakov en lo referente a la conducción de las tribus de Israel con estas palabras:

“Y los hijos de Reuvén primogénito de Israel; ya que él era el primogénito. Empero al profanar el lecho de su padre le fue dada la primogenitura a los hijos de Yosef, hijos de Israel…»
(1 Crónicas 5:1)

El rabí Itzjak Aramáh entiende que en el versículo 1 de capítulo 49 se revela que la intención de Yaakov había sido develar el fin de los tiempos pero como “la profecía se apartó de Yaakov” él les hablará de otras cosas y por ello retorna y dice:

¡Congregaos y escuchad…!

“…y escuchad a Israel, vuestro padre.” Este fue un lugar de madurez espiritual, dándose cuenta de lo que tanto el Eterno lo hizo (Israel) y tenía que luchar contra (Jacob). Más tarde la Torah les pedirá la fe en el Eterno casi con las mismas palabras: “Shemah Israel” (— «Escucha Israel«).

Si bien esto es un paralelo estilístico frecuente en la poesía bíblica, Abarbanel descubre alguna insinuación cuando dice: “Escuchad a Yaakov porque es vuestro padre y porque es Israel, el que ha contendido ante Elohim y con los hombres.”

Es muy interesante notar como Yaakov habla en tercera persona (él cambiará a primera persona en el versículo siguiente cuando se dirige individualmente a un hijo). El patriarca se refiere a sí mismo como Yaakov y como tu padre Israel, y aparece como el sabio padre de Proverbios que aconseja a sus hijos a escuchar su instrucción:

«Escuchad, hijos, la instrucción de un padre, Y estad atentos para adquirir entendimiento, y no os apartéis de los dichos de mi boca: porque los que guardan mis caminos son bienaventurados.»
(Proverbios 4:1; 5:7b y 8:32b).

Abarbanel, considerando esta frase (… «congregaos y escuchad«) explica lo siguiente:

“También al decir congregaos, él está insinuando que ningún hijo quedará excluido de las bendiciones que él les otorgará, cosa que no ocurrió ni con los hijos de Abraham ni con los hijos de Itzjak, donde hubo exclusiones.”

En conclusión, y considerando todo lo que hasta aquí hemos hablado, en ese momento, previo a su muerte física, Yaakov llegó a entender proféticamente que el proceso de selección mesiánica ya había terminado. Yahvéh, nuestro Dios, no iba a elegir a uno de sus hijos y rechazar a otros. Por el contrario, a partir de ese momento, y por medio de esta bendición, todos iban a formar parte de la nación que el Eterno estaba formando para traer bendición a todas las familias de la Tierra, tal como lo había prometido a Avraham e Itzjak (Gen. 12:1-3; Gen. 26:3-4).

Yahvéh había reiterado las bendiciones de Avraham a Yaakov (Génesis 28:10-15) diciendo que los descendientes de Yaakov serían tan numerosos como “el polvo de la tierra” y ellos se esparcirían finalmente hasta las cuatro esquinas del mundo desde la región de la Tierra Prometida. Por esta razón, el nombre de Yakoov fue cambiado más tarde a “Israel” (Génesis 32:28), y él tuvo 12 hijos que llegaron a ser las “12 tribus de Israel”.

En las bendiciones registradas en Génesis 49, vemos que Israel dio profecías para cada una de las tribus designadas con los nombres de sus 12 hijos. Los 12 hijos de Israel son (en español): Rubén, Simeón, Leví, Judá, Zabulón, Isacar, Dan, Gad, Aser, Neftalí, José y Benjamín.

La tribu más reconocida por los lectores modernos es Judá. Los descendientes de Judá han sido llamados por mucho tiempo “judíos”. No obstante, Judá es tan sólo uno de los hijos de Israel. La gran mayoría de los descendientes de Israel vinieron de los otros hijos que no fueron llamados judíos. A estos se los debe llamar con el genérico de israelitas.

En el relato de la Historia Universal podemos notar, mediante muchas evidencias científicas, que las 12 tribus de Israel finalmente se convirtieron en grandes naciones e imperios tal como Yahvéh lo había predicho. Identificar estas naciones en la actualidad nos ayuda a entender lo que ocurrirá antes del regreso del Mesías.

Muchas son las personas que piensan erróneamente que, desde el establecimiento de la «Iglesia del Nuevo Testamento», las identidades de estos pueblos ya no tienen ningún propósito. Ellos creen lo que sus líderes religiosos les enseñan mediante los dogmas de la dibólica «Teología del Reemplazo».
Sin embargo, la verdad de todo es que Yahvéh tiene muchos planes más para las personas que han descendido de las 12 tribus de Israel después de que el Mesías regrese. Para mayo información les invito a continuar su investigación a través de lo diferentes artículos que en este Blog proclaman la pura Verdad de la Historia de la Salvación.

«¿Quiénes Son Éstos?»… Efraín y Manasés

Por P.A. David Nesher

Ve’atah shney-vaneycha hanoladim lecha be’erets Mitsrayim ad-bo’i eleycha Mitsraymah li-hem Efrayim uMenasheh kiR’uven veShim’on yihyu-li.

«Ahora, tus dos hijos Efraim y Menashé, que nacieron en Egipto antes de que yo viniese hacia ti, a Egipto, serán considerados míos, tal como son míos Reuvén y Shimón.»

(Bereshit/Génesis 48:5) 

Después de recibir el juramento de Yosef que lo llevaría fuera de Egipto para enterrarlo con Abraham e Itzjak (Isaac), Yaakov continuó postrado en la cama mucho tiempo más.

Un día, cuando Yosef vino a visitarlo con sus dos hijos mayores, el Eterno inspiró a Yaakov a profetizar sobre ellos. Esto dio lugar a la adopción de Efrayim y Menashéh (Efraín y Manasés) por Yaakov como hijos propios, elevándolos así a la categoría de tribus de Israel junto a los otros hermanos de Yoséf, con derecho a adjudicación territorial en la Tierra Prometida.

Yahvéh le había dado a Yaakov la tierra Sagrada, por lo tanto, al ser considerado Yoséf como primogénito en lugar de Reuvén, le corresponde doble porción o dos regiones geográficas en Eretz Israel; una parte sería para Menashé y la otra para Efrayim.

Al considerar Yaakov a Efrayim y Menashéh, hijos de Yoséf, como Reuvén y Shimón; él les está otorgando el derecho de primogenitura, ya que, de acuerdo a las normas vigentes y que más tarde serán sancionadas por la misma Toráh, el primogénito recibía dos parte de la herencia paterna.
[Este comentario está basado en lo que relata el primer libro de Crónicas capítulo 5 vers. 1, donde leemos que la primogenitura de Reuvén fue dada a los hijos de Yosef, hijo de Israel.]

Yaakov le explicó a Yosef lo que acababa de hacer sobre sus hijos mayores de la siguiente manera: Efrayim y Menashéh pasaron a ser hijos mis hijos, por medio de esta adopción, tomando el lugar de herencia territorial de Rubén y Simeón, «en cambio, la descendencia que habrás engendrado después de ellos, serán tuyos, y en nombre de sus hermanos recibirán su heredad» (48:6). Esto se refiere a la distribución territorial de la tierra de promisión. Es decir, que si Yoséf tuviere todavía descendencia, después de Efrayim y Menashéh, ellos no participarían, directamente, de la distribución de la tierra, como estos dos últimos, pero sí, indirectamente, bajo el nombre de Yoséf; ya que Yoséf, a partir de ahora, estará dividido en Efrayim y Menashéh. Estos dos últimos, si bien eran nietos de Yaakov se ven elevados ahora a la categoría de tribus, por este evento de adopción que el patriarca realiza. Yaakov evidentemente, está motivado en esta situación por el fuerte amor que siempre había profesado por Yoséf y que ahora transfiere a sus dos hijos.

Entonces, y para entenderlo bien, Reuvén y Shimón, los dos hijos mayores de Yaakov y Leah, se encontraban en un sentido descalificados de la posición de estatus y liderazgo en la familia de Israel a causa de su pecado (Génesis 34:25, 35:22). Yaakov le dice a Yosef que el resto de los hijos que tuvo después de Erayim y Menashéh, heredarían de él, no de Yaakov. Estos otros hijos de Yosef no se mencionan en ninguna parte de las Sagradas Escrituras, pero sus descendientes están incluidos dentro de las familias de Efraín y Manasés (Números 26:28-37 y I Crónicas 7:14-29).

Esta adopción que hace Yaakov a Erayim y Menashéh permite explicar el por qué hay a menudo diferentes combinaciones de las 12 tribus en distintos lugares de las Sagradas Escrituras. A causa de esta adopción, en realidad hay 13 hijos de Israel. Nacieron los 12, pero José se dividió en dos tribus. Así que, como las tribus se enumeran a través de toda la Tanak (mal llamado Antiguo Testamento), que pueden hacer trucos y seguir siendo las 12 tribus. Esto genera más de 20 formas diferentes para enlistar las tribus en la Tanak.

“Entonces Yosef los hizo salir de las rodillas de Yaakov, y se inclinó con su rostro en tierra.” (48:12) 

Los dos hijos de Yosef, que tenían más de 25 años en ese momento, fueron introducidos entre las rodillas de Yaakov y luego retirados. Esto constituía un acto oficial de adopción, como si los dos hubieran salido directamente de entre sus lomos. Así llegaron a ser legalmente sus hijos, con plenos derechos dentro de Israel, al igual que Reuvén y Shimón. Este acto impactó tanto a Yosef, que se inclinó y adoró al Padre celestial.

Los versículos 9-12 muestran la adopción de estos hijos dentro de Israel y los versículos 13-22 hablan de la bendición que estos dos hijos recibieron por su padre.

¿Qué significado profético hay en que Manashéh y Efrayim se acerquen a su abuelo Yaakov?

Quiere decir que, gente de todas las naciones vendrán para unirse al pueblo de Israel; fundamentalmente la descendencia de Yoséf, es decir, gentiles que tienen ADN hebreo que están mezclados entre los goyim (gentiles paganos). Efrayim y Menashéh vendrán de entre todos los países, tribus, pueblos y lenguas para sumarse al pueblo de Israel a recibir la bendición de Yahvéh (Zac 8:22-23). Por ello, el profeta habla específicamente de “10 hombres de las naciones”, que es muy probablemente una alusión a la Casa de Israel del Norte, las diez tribus asimiladas.

Les solicito que abramos nuestras consciencias y entendamos que aquí se revela una cosa muy importante: Israel estaba enfermo y cerca de morir. Sus ojos físicos estaban oscuros, pero sus ojos espirituales estaban bien abiertos. Lo profético estaba tan activo en él, que podía ver los acontecimientos de los últimos días, que nosotros aún no hemos visto. El Eterno le estaba revelando toda la Historia de Salvación hasta los últimos días de la Era Mesiánica.

Reflexionemos en este profundo misterio escatológico. Durante más de veinte años Israel pensó que Yosef estaba muerto. Sin embargo, en ese tiempo nacieron los dos hijos Efrayim y Menashéh en el mundo gentil por una madre procedente de los gentiles que había abrazado la fe de Israel.

El nombre Yosef significa “añadirá” o “agregará”, y por medio de él se añadirían más hijos a Israel en el tiempo de su ceguera y de su enfermedad.

Es interesante notar que cuando Israel estaba a punto de adoptar a los hijos de Yosef como sus propios hijos, preguntó quiénes eran, para estar seguro de lo que estaba haciendo. Él quería evitar que pasara lo mismo que ocurrió cuando él engañó a su padre Itzjak y se llevó la bendición. Luego le pidió a Yosef que los acercara para que los pudiera bendecir.

Todas estas cosas tienen una proyección profética para los últimos tiempos. Recordemos que Yosef representa al Mesías, que la Casa de Judá ha considerado muerto durante dos mil años. Sin embargo, durante estos dos milenios han nacido muchos hijos primogénitos en el Mesías entre los gentiles. Mayormente están en el mundo cristiano y por eso aprendieron tanto la vida gentil como parte de la fe de Israel. En los últimos tiempos estos hijos, al igual que Efrayim y Menashéh, serán acercados a la fe de Israel, aprendiendo las raíces de la fe de Avraham, el hebreo. Los ojos de la Casa de Judá se abrirán proféticamente para que pueda ver estos hijos y adoptarlos como sus propios hijos para el mundo venidero.

La pregunta que hace Yaakov “¿Quiénes son estos?” aparece en dos lugares más de las Sagradas Escrituras (Isa. 49:18-22 y Rev. 7:13-14). En estos pasajes proféticos se habla de los hijos nuevos que serán añadidos a Israel en los últimos tiempos, y especialmente en la gran tribulación, cuando Israel estará enfermo y a punto de morir. Pero la venida de Yeshúa HaMashiaj, esta vez como Ben David (Hijo de David) le dará a la nación santa del Eterno nueva vida.

El interés por las raíces hebreas que en nuestros días se está manifestando en el sistema cristiano ha sido despertado por el Mesías Yeshúa. Él está en el cielo intercediendo por todos los hijos de Yahvéh en la tierra para que despierten de su letargo babilónico, e investiguen las raíces de la verdadera emunáh. Es un movimiento profético que terminará abriendo los corazones de los hijos primogénitos del Eterno para que abracen la fe de Abraham y dejen el cristianismo, atreviéndose a ascender al diseño de Su Monte Santo.

Esto último, no significa que tendrán que convertirse y hacerse judíos, sino que más bien que decidan adoptar un estilo de vida y una teología y hermenéutica (interpretación) que estén afín con Israel para que ya no sean piedras de tropiezo para los judíos.

Entendámoslo bien, en el Mesías hay lugar para los dos pueblos sin que el uno tenga que convertirse en el otro. El judío no puede dejar sus tradiciones para poder unirse con los hijos del Mesías de entre los gentiles (la Casa de Efrayím o Israel). Son los no-judíos que tendrán que cambiar sus costumbres babilónicas para poder vivir con los judíos y formar un solo pueblo, multifacético pero unido.

La escena de este pasaje escritural revela el movimiento tierno de nuestro Abba en los últimos días. Justamente simboliza que aquellos que hoy son obedientes a Mashiaj Ben Yosef serán llevados por él hasta las rodillas de Israel para que este los pueda besar y abrazar y adoptar como sus propios hijos. Sólo cuando los hijos de Ben Yosef estén dispuestos a acercarse completamente a Israel y ser besados y abrazados por él podrán recibir su gran bendición.

Los hijos de Ben Yosef  de nuestros días serán introducidos en Israel y restablecidos como hijos con pleno derecho de herencia dentro de Israel. 

Que el Eterno nos otorgue dones proféticos a fin de que nuestros ojos espirituales puedan discernir qué es lo que nos toca hacer como Ministerio en este movimiento profético de acercamiento entre las dos Casas.

¡Bendito sea el Eterno!

Bitácora Relacionada:

Yaakov vio al Mesías…, Cruzó sus Manos Adrede…, y la Historia Se Transformó….

El Sentido Profético-Mesiánico de la Colisión Judá-José.

Por P.A. David Nesher

Hemos ya estudiado que fue Yehudáh quien en el pasado sugirió la “venta” de Yosef, por lo que a él le toca reclamar a Binyamín para de este modo cumplir su “tikun” (reparación total) y cubrir aquel yerro. Pero también debo decir que no todo es falta en las acciones de Yehudáh. Al leer comentarios de los sabios exégetas del hebreo, me he encontrado que ellos destacan que fue un mérito de Yehudáh el causar que Yosef mostrara sus signos hebraicos y se manifestara como el hijo “perdido” de Yaakov.

Meditando en la encriptación mesiánica del texto, logré enfocarme en algunos paralelismos y simbolismos de la vida de Yoséf con la vida de Yeshúa HaNotzrí (Jesús de Nazaret), encontramos que “Yehudáh”, representa a la autoridad judía del primer siglo. No habló del pueblo común, sino del Sanedrín, el máximo tribunal de Justicia de la Torah, entidad quien dio (o entregó) a su hermano Yeshúa a los gentiles (Mat 20:18-19. Así, y del mismo modo en que a Yosef se le vistió con ropas egipcias y luego lo “bautizaron” con un sobrenombre pagano, el Rabino Yeshúa recibió también un “alias” grecolatino, además de ser ataviado con una sotana religiosa con estampas de cruz.

Y también así como Yosef tuvo que vivir apartado de los suyos y rechazado por ellos viviendo entre los gentiles. Del mismo modo, Mashiaj Yeshúa fue rechazado e injustamente aborrecido por la mayoría de la Casa de Judá; no obstante, fue adoptado por la gente de las naciones y, como hemos señalado, le impusieron una identidad ajena a su cultura e idioma.

Por ello, Yeshúa quien hasta hoy lleva colocado un disfraz “egipcio” (greco romano), se ha convertido en sí mismo en el obstáculo que impide el reconocimiento y aceptación por parte de sus hermanos del pueblo de la Casa de Judá.

El texto, en su médula profética, anuncia que en un futuro escatológico el encuentro de estos dos reyes hebreos (Yehudáh y Yosef), traería finalmente la paz a todas las tribus hebreas y daría fortalecimiento al cansado espíritu de Yaakov avinu.

Por ello, encuentro importante para nuestra trascendencia considera lo que el Zohar registra sobre Yosef (Mashiaj) y la reconciliación con Yehudáh y el resto de las tribus:

«…Rav Yehudá dijo:

¡Felices son los justos, cuya llegada juntos trae paz al mundo, porque ellos saben cómo traer simultaneidad y se acercan uno al otro para aumentar la paz en el mundo! Porque hasta que Yosef y Yehudáh se acercaron uno al otro, no hubo paz. Una vez que se acercaron uno al otro, la paz aumentó en el mundo. La alegría abundó “arriba” y “abajo”, cuando Yosef y Yehudáh se aproximaron y todas las tribus se juntaron con Yosef…»,

[Zohar Vayigash 6:61].

Entonces, es necesario que el «Yehudáh moderno» complete su “tikún” (corrección), esto es:

  1. que la Casa de Yehudáh admita su falta por haber arrojado (vendido) a Yeshúa a los paganos y;
  2. que lo reconozcan como parte de ellos y no verlo como ajeno.

Sólo así, y a través de esta “cercanía”, los yehudim (judíos) podrán advertir más claramente la identidad mesiánica de Yeshúa como ocurrió cuando los hermanos se “acercaron” a reconocer los signos hebraicos de Yosef (45:4), y entonces creyeron.

Cabe en este momento señalar que dentro del rabinismo en todas sus divisiones (ortodoxos y liberales), y a lo largo de todos estos dos mil años, han aparecido quienes piensan que Yeshúa es el Mashiaj anunciado por todas las Escrituras del Tanak, pero sus compromisos religiosos y el temor al rechazo de la comunidad judía toda, les ha impedido decirlo.

Un Rebe jasídico enseñaba:

«…Lo que falta hoy para que venga Mashiaj es que realmente queramos que venga. La llave está en nuestras manos; usémosla…».

Luego pues, mucho aportará la confesión abierta y el reclamo osado de Yeshúa Hanotzrí como “patrimonio” judío por parte de aquellos yehudim que anhelan que Mashiaj Yeshúa gobierne “prontamente y en nuestros días”.

Así es, y tal cual lo están leyendo, para muchos eruditos (del mundo judío y gentil), Yeshúa es «Mashiaj Ben Iosef» quien, para los tiempos finales volverá a Eretz Israel como «Mashiaj Ben David», [recuerden lo visto en la sección «Mikets», acerca de “Mashiaj Ben Iosef-Mashiaj Ben David…”].

Así mismo, estudiamdp el encuentro entre Yehudáh y Yosef, los sabios del Talmud llegaron a la conclusión que existen dos tipos de Mashiaj:

«…Hay dos reinados, uno es el de Yosef y el otro el de Yehudáh, está escrito que van a venir dos Mashiaj, uno de la “Casa de Yosef”, y otro de la “Casa de David”. El Mashiaj que viene de la Casa de Yosef es el que va a preparar el mundo para la venida del Mashiaj de la Casa de David que es Yehudáh. A estos eventos profético-mesiánico aludían también las visiones de Yosef…».

[Tomado de Keter Le Israel]
Por todo lo dicho hasta aquí, el Eterno nos conduce a que estemos atentos a los tiempos y las señales de los mismos, ya que el reconocimiento del «hermano judío» Yeshúa, por parte de la Casa de Judá (Yehdáh) podría ocurrir de golpe de un momento a otro en esta época.

Por eso, existen testimonios varios en forma de reflexiones escritas de diferente tipos de pensadores judíos (rabinos, intelectuales y académicos de altos títulos) que después de haber analizado en sus mentes los dos mil años transcurrido hasta nuestros días, señalan cómo el tal “Jesús romanizado” de la Iglesia Cristiana, puede ser interpretado como el Mesías, si se lo examina y medita como lo que en realidad fue; un varón judío de obediencia estricta a la Torah cuyo nombre hebreo es Yeshúa Ben Yosef (nombre del varón que se casó con su madre Miriam).

Los Hermanos de José Bajan a Egipto

Por P.A. David Nesher

 

«Jacob, viendo que había grano en Egipto, dijo a sus hijos: ¿Por qué os estáis mirando unos a otros?
Y dijo:

Mirad, he oído que hay grano en Egipto. Bajad allá y compradnos grano para que podamos vivir y no muramos.

Entonces diez hermanos de José descendieron para comprar grano en Egipto.»

(Génesis/Bereshit 42: 1-3)

Hasta el presente hemos sido testigos de cómo Yoséf interpreta los sueños de personas extrañas y cómo estos se cumplen.

Cabe recordar que la primera vez que la Torah relaciona a Yoséf con sueños lo hace relatándonos sus propios sueños que empezarán a cobrar realidad a partir del encuentro con sus hermanos.
Años han transcurrido desde que Yoséf fuera odiado por sus “sueños y sus palabras”.

El hambre en Egipto y en las comarcas que circundan a esa tierra no es más que uno de los elementos que conducirán al cumplimiento de los sueños de Yoséf, que no son un fin en sí mismos, sino que a su vez son los caminos a través de los cuales los descendientes de Abraham llegarán a Egipto y se acrisolarán como pueblo de Israel. Así pues, el hambre no perdonó a ningún pueblo, incluida Eretz Kenaán, país de los hijos de Yaakov. De esta forma se cumple el sueño de Yoséf; la gavilla de él es “levantada” más arriba que los de sus hermanos. Una pregunta surge aquí: ¿Qué hizo Yoséf para que sus sueños se cumplieran? Mantenerlos frescos en su memoria, no olvidarlos, solo de esa forma podían volverse realidad. Un buen sueño nunca debe olvidarse. Si el hombre olvida sus sueños nunca se le cumplirán y también él será olvidado.

Canaán y el mundo fueron golpeados con hambruna en la buena, agradable y perfecta Voluntad (Ratzón) del Eterno. Yaakov avinu y sus hijos estaban en peligro de muerte. Como el hambre se propagaba en la tierra prometida a Avraham e Itzjak, la familia de Israel estaba empezando a caer en desgracia. En la tierra prometida ya no fluía leche y miel. La mano invisible de Yahvéh había cerrado todo grifo celestial. Los canales sefiróticos del Eterno estaban sufriendo pérdidas en otras dimensionalidades de la existencia, por lo que en el plano físico la tierra de Canaán estaba experimentando dicha negatividad. Se había convertido en una tierra de hambre y desesperación.

Sabemos que el hambre no es algo bueno, pero el Eterno lo usó. Él puede, y hace uso del material necesario, que necesitamos en nuestra vida para que lleguemos a hacer cosas que normalmente no haríamos. Normalmente, los hermanos de Yoséf nunca hubieran descendido a Egipto.Pero la necesidad los llevó a esa nación.

El negocio de la familia de Yaakov era principalmente criar ganado vacuno y ovino en lugar de la agricultura. Ellos habían soportado un año antes la hambruna y tenían reservas para tal ocurrencia. Pero cuando el segundo año de la hambruna vino sobre ellos sus reservas se habían agotado y era el momento de actuar. Tenían que encontrar grano para mantenerse a sí mismos y sus familias, alrededor de ochenta personas en total. Pero a pesar de tener ellos una gran riqueza, no había grano para comprar en Canaán. Así Yaakov envió a sus diez hijos a Mitzraím (Egipto) para comprar allí. Toda esta circunstancia negativa, permitida por la Providencia del Eterno, los expulsó de sus tierras, y los llevó a Mitzraím (Egipto) un símbolo del mundo o gentilidad. Todo esto sería una tipología perfecta, ya que esta profecía  se cumpliría dos mil años más tarde, cuando Yeshúa el Mesías también sería entregado por sus hermanos (los judíos) en manos de los gentiles,  y tantos años después, los hijos de Israel (Casa de Judá), después de rechazar al Mesías (o Cristo) fueron obligados por los romanos (enviados por Dios) a abandonar sus tierras y se dispersaron en todo el mundo gentil (goyim).

«Así que los hijos de Israel fueron a comprar grano entre los que iban, pues la hambruna estaba en la tierra de Canaán.»

(Génesis/Bereshit 42:5)

Imaginemos la escena. Al igual que el terrible silencio de Avraham e Itzjak (Isaac) viajando al Monte Moriah, ellos viajaban en resignado silencio. No está registrada ni una sola palabra de la conversación. Sólo podemos imaginar los pensamientos y sentimientos de los diez hermanos, que viajaban a Egipto y recordaban la venta de su hermano veintidós años antes. Lo que no sabían es lo que habría en los depósitos de granos para ellos.

Los hijos de Yaakov estaban muy lejos de imaginar que al vender a Yoséf a los mercaderes que se dirigían a Egipto estaban sellando el destino de toda su familia y el de las generaciones venideras. La disposición divina tenía que cumplirse; para ello ellos debían ir a Egipto, posteriormente lo haría la familia entera con la finalidad de sobrevivir al hambre que azotaba a aquellas regiones. La profecía de Yahvéh a Abraham estaba en proceso de cumplirse:

«…Peregrina será tu descendencia en tierra que no le pertenece, y los harán servir…»,

(Gén 15: 13)

Yoséf era el visir (virrey) del país, y no obstante, jamás delegó en nadie la responsabilidad de la distribución física de los productos de primera necesidad a la gente que los requería. Él era el que vendía el cereal a todo el pueblo de la tierra (v. 6). Él personalmente cumplía esa función, para asegurarse de que nadie fuese engañado y para constituirse en un ejemplo vivo de la celeridad y la urgencia con que se debe atender los menesteres de los más necesitados. [Torat Emet].

Vinieron los hermanos de Yoséf y se prosternaron con el rostro a tierra. ¡Así y tal como lo leemos! Los hermanos de Yoséf llegan a Egipto y se presentan ante él inclinando sus rostros por tratarse de un varón de autoridad. Ahora bien, si usted no cree que el Eterno puede llevarlo al fin de usted mismo, mire esta imagen. Aquellos que se rieron del adolescente en el pozo ahora están postrados delante de él rostro en tierra. Necesitamos ser humildes ante el Dueño del universo. Nuestra expresión española humilde viene de la palabra griega humas, que significa tierra. Es decir, que cuando usted ruega a Dios debe acostumbrarse a «poner su cara en tierra«. Si los ángeles lo hacen, ¿por qué no hacerlo nosotros? La Sagrada Escritura dice que hay que humillarse ante Dios (Daniel 10:12), porque si usted no se humilla, Él lo humillará, porque tarde o temprano toda rodilla se inclinará ante Él (Filipenses 2:10-11). No es si usted va a humillarse, es cuando va a humillarse. Usted puede inclinarse hoy, o puede inclinarse en el Día del Juicio, pero se inclinará. Su elección es de que manera.

Volviendo a este encuentro fraternal. En realidad, Yoséf quien mandó a buscar a sus hermanos apenas los reconoció. Ellos no sabían que estaban ante su hermano “perdido”. Era imposible identificar a Yoséf detrás de esa barba, con un collar de oro en el cuello, con vestimentas de seda y carmín, y sin su inconfundible cabellera peinada-trenzada. Además llevaba en su cabeza una corona real de oro puro. Sin embargo, él sí reconoció a cada uno de ellos, a pesar de no verlos durante más de 20 años.

Yoséf no era reconocible porque había cambiado, pero ellos ¿habían cambiado? Él no lo sabía, pero a lo largo de los años había decidido que si sus hermanos llegaban ante él, primero los probaría antes de revelárseles. Finalmente ellos se quedaron allí. En el versículo 7 hay un juego de palabras en hebreo. Fueron reconocidos, pero él se hizo irreconocible y fingió ser un extraño. Por eso, decidió hablarles duramente a través de un intérprete. Dicho intérprete sabía a la perfección el idioma egipcio y el hebreo; el Midrash cuenta que este intérprete era Menashé, hijo mayor de Yoséf. Pasados 22 años, se volvieron a ver. Yoséf no reveló su identidad a sus hermanos, sino que los trató con rudeza.

YOSÉF TRATA DURAMENTE A SUS HERMANOS.

 Vayizkor Yosef et hachalomot asher chalam lahem vayomer alehem meraglim atem lir’ot et-ervat ha’arets batem.


«Yoséf recordó los sueños que había soñado acerca de ellos y les dijo:

“¡Ustedes son espías. Vinieron a investigar el punto débil de la tierra para luego atacarnos!»

(Génesis 42:9)

Explica el Midrash que, los hermanos de Yoséf enfrentan el cargo de “espías”, ya que Yoséf advirtió que ellos ingresaron de forma estratégica a Egipto; cada uno por puertas distintas.

¿Por qué los acusa de espías?

Los hermanos de Yoséf lo habían calificado de esa manera cuando trabajaba para su padre Yaakov.

Durante la hambruna Yoséf había ordenado que se registrara a cada individuo que entraba Egipto. Él estaba seguro que sus hermanos tendrían que llegar al país en búsqueda de alimentos. Los midrashim narran que, llegando a Egipto, los hermanos comienzan a buscar a Yoséf para tratar de recuperarlo. Esta acción es profética: Actualmente, Yoséf (Casa de Efrayím), está disperso entre los gentiles y los judíos (Estado judío moderno), están ayudando a la recuperación de sus descendientes, las “tribus perdidas de los hijos de Yaakov”.

Volviendo al momento de la acusación que Yoséf les hace, no habiendo ofrecido ellos ninguna respuesta ante la misma, Yoséf los confina por tres días como sospechosos, hasta que se aclare su situación.

El primero en admitir su culpa, entre ellos, fue Yehudá quien reconoce haber maltratado a Yoséf y participar en el complot contra él. También reconoce que él sugirió la venta de Yoséf, pero fue una manera de salvarlo de morir en el pozo. Sin embargo, todos eran culpables de darle la tristeza de su vida a su anciano padre Yaakov.

La dureza — aparente o real — con la cual Yosef trata a sus hermanos es objeto de interpretaciones variadas.

Existe un detalle maravilloso que debo destacar antes de continuar con el hilo de esta bitácora. Como quiera que sea, en las Sagradas Escrituras los protagonistas de sus relatos son seres humanos con pasiones y amores, odios y lealtades. Por esto, no veremos a un Yoséf indiferente frente a sus hermanos, ni indolente por el sufrimiento que ellos le causaron. Abarbanel sugiere que, en última instancia, los propósitos de daños maquinados por sus hermanos no afectaron a Yosef, ya que él sobrevive y alcanza la gloria, entendiendo que todo estaba dominado por la soberana Intención de Yahvéh. Pero, en la mentalidad básica de ellos anidó la voluntad de dañar.

Por lo tanto Yoséf responderá en la misma forma. El los interrogará, les hará preguntas difíciles, quizás algunas con poco fundamento, pero velará por su bienestar físico; les venderá alimentos y al mismo tiempo ordenará, en secreto, la devolución de su dinero, tal vez para no empobrecerlos. Les hablará con dureza en público, pero se ocultará muy cerca de ellos y llorará.

El reconocerá a sus hermanos físicamente y más aún reconocerá su grado de parentesco y no los dañará, cosa que los hermanos ignoraron cuando lo arrojaron a “la cisterna, en el desierto”.
Evidentemente hay grandeza de alma en Yoséf, sin olvidar su condición humana.

Personas y no héroes protagonizan estos relatos.

Entonces aceptemos bien lo que aquí se esconde. Cuando Yosef probó a sus hermanos, él buscaba dos cosas antes de revelarse a ellos. En primer lugar, quería ver si ellos habían cambiado. La última vez que los vio, lo habían arrojado a un pozo y luego lo vendieron como esclavo. Entonces, como prueba definitiva de sus corazones cambiados, Yosef necesitaba ver cómo ellos tratarían a su hermano menor Benjamín. ¿Iban a ser ellos tan celoso de Benjamín como lo habían sido de él? ¿Podía confiar en ellos?

Muchas veces el Eterno puede y debe utilizar formas que pensamos que son muy duras para llamarnos a estar donde Él quiere que estemos. No debemos resistirnos nunca, porque es la dureza de nuestro corazón la que lo demanda.

«Antes que fuera humillado, yo erraba, pero ahora guardo tu Palabra.»

(Salmo 119: 67)

Existe en estos códigos una tipología profética maravillosa. Ni Yoséf ni Yeshúa fueron reconocidos por sus propios hermanos.

Yoséf había sido exaltado sobre todo Egipto, pero Israel no lo sabía. Todos esos años él creyó que Yosef estaba muerto, y luego, por causa del hambre mundial, los hijos de Israel descendieron a Egipto, pero no lo reconocieron. Así ha sido con los descendientes de Israel en la Casa de Judá desde el momento en que rechazaron a su Mesías:

«A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron.»

(Juan 1:11)

Los judíos no han aceptado que el Eterno había enviado y criado a Yeshúa. Ellos creyeron que, después de su crucifixión Él está muerto, y a lo largo de todo este exilio de Edom (Roma) un velo se ha puesto sobre sus corazones y mentes. Incluso el comienzo de la Gran Tribulación los encontrará aún ignorantes de la exaltación y gloria del Señor Yeshúa HaMashiaj (2 Tesalonicenses 2:14).

De Jarán a Galut (Los Códigos Mesiánicos del Exilio Israelita)

Por P.A. David Nesher

“Y salió Yaakov de Beer-Sheva, y fue para Jarán.”

(Génesis/Bereshit 28:10)

 

 

La parashá «Vayetzé» se enfocará en el tema de los lazos familiares. El presente capítulo es continuación de la anterior lectura, «Toldot», que nos habló entre diversos temas, sobre la pugna entre los hermanos Yaakov y Esav que tuvieron por causa de los derechos de la primogenitura. En esta porción las disputas continuarán, pero ahora serán dos hermosas mujeres, dos hermanas, que pelearán por ganarse el amor del mismo varón.

El patriarca Yaakov es el primero que emigra de su tierra y emprende el camino al galut (exilio). En la porción «Lej Lejá», leímos sobre el patriarca Abraham Avinu que salía rumbo a la Tierra Prometida, porque allí estaba su futuro eterno. Ahora es su descendiente Yaakov quien deberá alejarse de su lugar de nacimiento, pero lo hace recorriendo cientos de kilómetros en un camino inverso, de sur a norte, al encuentro de su familia materna en la lejana Jarán. Yaakov deja su hogar, como le indicaron sus padres. En Jarán encontrará esposa y tendrá sus propios hijos con los que funda su propia familia que habrá de convertirse en una gran nación.

Uno sólo puede imaginar la extraña avalancha de sentimientos, en Yaakov, en este momento. El miedo, la soledad, el aislamiento, la emoción y la expectativa. Este fue un momento absolutamente estratégico en la vida del patriarca.

Jarán, un sitio en el que la Presencia Divina estaba oculta. Yaakov abandona el mundo puro y santificado hogar de sus padres para dirigirse a una región cuya sociedad estaba plagada de indecencia y corrupción. ¿Cuál es la razón de trasladarse a un lugar así? Porque en un lugar como Jarán es muy fácil cometer pecado, sumamente difícil cumplir las mitzvot y mantenerse virtuoso. Yaakov marcha con “corazón liviano” y convicción, pues tenía fe en el Altísimo. Por ello, se mantendría firme y pasaría exitosamente cada una de las pruebas experimentadas ahí.

Las almas de los hebreos, a través del tiempo, han seguido exactamente el mismo patrón, por ello vemos a Yaakov saliendo de la tierra santa, que es Eretz Israel, para luego encaminarse hacia tierras extrañas, territorios dominados por los paganos. Esto también nos habla del exilio del pueblo de Israel que experimentaría a lo largo de su historia viviendo y conviviendo entre goyim (paganos), empero sin quedarse de manera permanente en aquellas extrañas tierras, más regresando a casa, junto a todas las tribus, tras un “largo viaje”.

Por todo esto, esta salida de Yaakov avinu simbolizó (y anunciaba) las tres diásporas que sus hijos experimentarían en el futuro. Una diáspora sufriría el reino del norte, la Casa de Israel y dos diásporas sufriría el reino del sur, la Casa de Yehudá.

El primer destierro y el más grande es el de las diez tribus, que empezó en el año 722 a.E.C. con la invasión de Asiria. Ese destierro todavía no ha terminado. Sin embargo los profetas hablan de la vuelta en los últimos tiempos de “la casa de Israel”, “la casa de Yosef” y “Efrayim” que son los desterrados de las diez tribus, (Por favor, investiga más de esto estudiando: Ezequiel 37:15-28; Isaías 11:12; Jeremías 3:18; 16:14-16; 23:5-8; 30:3; 31:27-36; 33:7; 50:4-5; Oseas 1:11; 11:8-11; Zacarías 8:13, 23; 10:8-12).

La casa de Yehudá (Judá), el pueblo judío, ha experimentado dos destierros. El de Babilonia duró 70 años, y abarcó entre los años entre los años 586-516, si se cuenta desde la destrucción del primer templo hasta la restauración del culto.

El segundo destierro empezó en el año 70 E.C. (Era Común) si se cuenta desde la destrucción del segundo templo y, como todavía no se ha reiniciado el servicio en el tercer templo este destierro no ha terminado completamente.

Si se hace un cálculo desde la destrucción de Yerushalayim (Jerusalén) en el año 135 de nuestra era común, hasta su reconquista por el pueblo judío en el año 1967 hubo 1832 años de destierro. (Es bueno tener en cuenta que ha habido judíos viviendo en la tierra de Israel durante toda la historia desde la conquista en los tiempos de Yehoshúa (Josué).

Nuestro padre Yaakov estaría fuera de su tierra durante 20 años, los cuales corresponden simbólicamente a 2000 años. ¿Implicaría esto que el tercer templo será reconstruido en el año 2070? ¿O hay que contar los 2000 años desde la profecía del Mesías:

Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos. Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes. Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.” (Lucas 19:41-44)

Esa profecía fue pronunciada, según algunos cálculos, el 10 de Nisán, que corresponde al 22 de abril del año 30 de la era común. ¿Será que la re-dedicación del culto en el tercer templo será en el año 2030? El Eterno, nuestro Abba, nos dará la respuesta en el tiempo oportuno.

Mientras tanto nuestro espíritu gime: ¡Maranhata! ¡Vene Señor Yeshúa!

La Inmanencia Divina en el Primer Templo

En el Primer Templo, había diez milagros constantes que todos podían ver. Uno de ellos era que sin importar cómo soplara el viento, el humo del altar siempre ascendía en forma recta hacia el cielo, y sin importar cuánta gente hubiera, en el momento del servicio que todos debían postrarse, siempre había suficiente espacio para todos. Cualquiera que visitara el Templo podía ver estos milagros, estas desviaciones en las leyes de la física, simplemente al entrar al recinto del Templo.

Mientras el primer Templo (y el Tabernáculo antes que él) estuvieron en pie, la profecía (escuchar la voz de Dios dentro de uno mismo) era algo común. El Talmud testifica que en el Israel antiguo, algo así como 3.000.000 de judíos fueron privilegiados con el más alto nivel espiritual posible. Abundaban las escuelas de profecía. Tan abundante era la revelación Divina que el Talmud pudo afirmar que todos los judíos eran profetas o hijos de profetas.

La inmanencia de la Presencia Divina durante los tiempos del Templo, no significaba que todos escogían elevación espiritual. Incluso cuando Dios está presente, los humanos pueden (y de hecho lo hicieron) ir en Su contra. El Talmud cuenta la historia de Yerovoam ben Navat, quien luego de la muerte del Rey Salomón, dividió el reino, usurpó el trono de la mitad del norte y puso dos becerros de oro para adorar. Dios se le apareció y le dijo, “Arrepiéntete, y (de esta manera) tú, yo y Ben Ishai (el Rey David) vamos a caminar juntos en el Paraíso”. Yerovoam tuvo el descaro de responder: “¿Quién va a ir primero?”. Cuando escuchó que David le precedería, Yerovoam rechazó la oferta divina. El aspecto más destacable de esta conversación es que Dios se le apareció a alguien tan malvado como Yerovoam. La Presencia Divina durante la era del Templo era tan penetrante y aparente que cualquiera que se molestara en abrir sus ojos podía percibirla.

¡Cuán diferente es el mundo en el que nosotros vivimos! Cuando el Templo fue destruido, la persistente ilusión de ausencia Divina se asentó sobre nuestro mundo como una neblina perpetua. En este mundo donde el encubrimiento divino ha reemplazado a la revelación divina, nosotros andamos a tientas buscando pruebas de la existencia de Dios, como peces que debaten sobre la existencia del agua. Estamos relegados a “creer” que una vez simplemente sabíamos. Luchamos, a través de los rezos y la meditación, para experimentar un indicio momentáneo de Presencia Divina cuando alguna vez simplemente gozábamos de ella. Somos como amnésicos que tienen vagos y fugaces recuerdos de una vida diferente, de una verdadera identidad, pero el verdadero entendimiento se nos escapa.

Tishá B’Av (9 de Av) nos convirtió a todos los seres humanos en huérfanos.

 

Tomado de Aish Latino

Estableciendo Prioridades Correctas.

Por P.A. David Nesher

«Los descendientes de Reuvén y de Gad tenían mucho, muchísimo ganado. Cuando observaron la tierra de Yazer y la tierra de Guilad, ubicadas al este del Yardén* (Jordán), vieron que el lugar eran aptas para ganado…la tierra que YHVH conquistó delante de la congregación de Israel es tierra para ganado; y tus siervos tienen ganado. Y le dijeron: “Si nos hemos congraciado contigo, que esa tierra nos sea entregada a nosotros —tus servidores—, en propiedad eterna. Por favor, no nos hagas atravesar el Yardén para hacernos establecer allí.

(Números/Bamidbar 32:1; 4-5)

Antes de conquistar la Tierra Prometida, integrantes de las tribus de Reuven y Gad (más tarde acompañados por media tribu de Menashé), se adelantan para pedirle a Moshé los territorios del reino de Sijón, rey del emoreo, y de Og, rey de Bashán, en lo que hoy es Transjordania (más allá del Jordán). Lo solicitan como su porción de la herencia, siendo estas tierras aptas para la cría de ganado y ellos tenían abundantes rebaños.

Ante esta solicitud, Moshé los regaña con dureza. ¿Por qué? En realidad, los códigos de este pasaje revelan que Moshé no estaba enojado porque ellos estaban eligiendo quedarse fuera de los límites de Israel; en realidad ellos estaban ayudando a expandir chispas de santidad por todo el mundo, al extender la Kedushá/Santidad del Creador. Por el contrario, Moshé se molestó con las tribus de Reuvén y Gad por el erróneo orden de prioridades que demostraron, poniendo los negocios y necesidades de su ganado por encima de las necesidades psicofísicas de sus hijos (Num 32:4, 32:16).

Para darnos cuenta de esto, los invito a leer nuevamente el versículo 16, donde podemos apreciar que el ganado es mencionado antes que los hijos. Evidentemente los niños no eran apreciados por los hijos de Gad y de Reuvén. Esto explica por qué ambas tribus habían menguado durante los 38 años en el desierto. Los jefes de familia de estas tribus estaban más interesados en sus negocios que en su familia.

Así la Torah revela el eterno problema de todo varón, preocuparse más por su vida laboral y su estado financiero que por sus propios hijos. Y esto es una iniquidad que atraviesa las generaciones, así podemos comprobarlo si leemos el libro de Génesis cuando dice: “Entonces Reuvén habló a su padre, diciendo: Puedes dar muerte a mis dos hijos, si no te lo traigo; ponlo bajo mi cuidado, y yo te lo devolveré.” (Gn. 42:37) Es bien claro que la actitud del patriarca Reuvén en cuanto a la valoración de sus hijos era lamentable ya que él no valoraba la vida de sus hijos. Él no captó la sabiduría de lo alto que enseña que el valor de una persona supera el valor de los negocios.

Moshé, discerniendo este error de prioridades, corrigió esa actitud egoica, diciendo: “Edificaos ciudades para vuestros pequeños, y apriscos para vuestras ovejas…” (versículo 24), poniendo así a los niños antes que a las ovejas.

Comprendiendo esta codificación yahvista, logramos entender mejor el oráculo del profeta Oseas cuando profetizó a esta zona de Israel diciendo:

Guilad es ciudad de malhechores, con huellas de sangre.
(Oseas 6:8).

Evidentemente, de acuerdo a este oráculo de Oseas, en el siglo VIII a.E.C., la zona ubicada al oriente del río Yardén, donde se establecieron las dos tribus y media, era muy conflictiva. El profeta describe que allí la vida humana sufría diariamente una devaluación considerable. Esa será la razón por la que esta zona necesitaría tres ciudades de refugio para dos tribus y media, en contraste con las tres ciudades de refugio para las nueve y media tribus del otro lado del Yardén. Esto nos enseña que la violencia y el bajo valor del ser humano dominaban el área de las dos tribus y media, y habían convertido a esa zona en un hervidero de inseguridad social.

Por causa de esto, esta área terminó siendo la que más sufrió en las guerras contra los enemigos de Israel, y los que vivían allí fueron los primeros en ser llevados al cautiverio por los asirios y los demás pueblos en el año 722 (a.E.C.).

Reflexionando en esto, comprenderemos por qué los expertos en las ciencias sociales aseguran que una sociedad donde la profesión, el trabajo y la empresa preceden a la educación y supervisión paternal de los hijos, termina convirtiéndose en una sociedad enferma, destinada a hundirse en actos de corrupción.

Por todo esto, pido a cada varón que lee esto, especialmente los que ya son padres, que se ejerciten por medio de la oración y el estudio de la Torah en tener en alta estima a sus hijos.

Precioso varón de Yahvéh, no permitas que otros, allá afuera, los eduquen. Separa un tiempo para estar con ellos. Dialoga con ellos; edúcalos, instrúyelos, corrígelos en amor, y juega con ellos revelándoles cuánto los aprecias. Recuerda siempre que en la cosmovisión divina los hijos son mucho más importantes que tu profesión, trabajo o negocio. Acepta lo que Abba nuestro te dice hoy: ¡tus hijos necesitan mucho más de tu tiempo que de tu dinero!

¡Anhelo que esto te haga volver en sí y logres reconfigurar el orden de tus prioridades!

Cuando la Tierra vomita al Pecador…

Por P.A. David Nesher

 

 

«Guardad, por tanto, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y cumplidlos, a fin de que no os vomite la tierra a la cual os llevo para morar en ella…
No se hagan inmundos por ninguna de estas cosas; porque todas las naciones que Yo estoy echando delante de ustedes están profanadas con ellas. La tierra se ha vuelto inmunda, y por eso es que Yo la estoy castigando. La tierra misma vomitará a sus habitantes
Si ustedes hacen a la tierra inmunda, los vomitará a ustedes también, así como está vomitando a la nación que estaba allí antes que ustedes.»

(Levítico/Vayikrá 20:22, 24-25, 28)

 

Desde la cosmovisión celestial que la Instrucción (Torah) divina revela, es evidente que cuando el ser humano obedece los mandamientos que recibió del Creador  refleja el carácter mesiánico del Eterno, permitiendo que su entorno se vea afectado positivamente por poderes cósmicos que producen una armonía total, que promueve a la plenitud total, y elimina el caos. La naturaleza toda se ve beneficiada por esta correcta actitud. Las aves se encuentran bien, la población marina disfruta de lo pleno, el mundo vegetal reluce y se multiplica en energía beneficiosa para el ecosistema. El estilo de vida del hombre mesiánico afecta incluso las nubes en el cielo, los rayos del sol, la velocidad de la luna y el magnetismo de la tierra. Toda la creación depende de si el ser humano obedece los mandamientos del Señor, o se rebela contra ellos. Cabe recordar que ya, en los albores de la historia de la humanidad, Adán había sido expulsado del huerto del Edén por haber de alguna manera . . mancillado el lugar al transgredir el mandato divino.

El concepto «mancillar la tierra» es usado por las Sagradas Escrituras en cuatro ocasiones, a saber:

  1. la idolatría,
  2. las relaciones incestuosas,
  3. el derramamiento de sangre y
  4. hacer pernoctar el cadáver de un ajusticiado (sin darle sepultura).

De acuerdo con este texto, resulta que el concepto «Tumáh» (impureza) aquí utilizado no hace referencia a algún concepto ritual, sino que más bien se refiere a tres de las más graves transgresiones que el hombre puede cometer.

Los cananeos que en ese entonces vivían en la Tierra Prometida estaban envueltos profundamente en todos estos tipos de cosas inmorales y ocultas. Esta es la razón por la que fueron expulsados de la tierra de Israel. El Eterno mismo determinó utilizar a Israel para juzgarlos y echarlos fuera.

Por eso, Yahvéh le pidió a Israel que le obedeciera, para que el mismo destino no cayera a ellos y sus descendientes.

La tierra de Israel está separada por el Eterno para un propósito específico. Los que moran allí está obligados a obedecer más que todos los hombres de la faz de la tierra. Así como el estómago, cuando está colmado de alimentos que no quiere, los rechaza vomitándolos, la tierra de Israel expulsa a los habitantes que no tienen normas de conducta dignas del ser humano. Es por eso que la Toráh empleó el término «vomitar» en este caso. Como es la tierra del Eterno el pecado contra Él y Su Instrucción trae consecuencias mucho más graves en relación con la tierra. La tierra de Israel podrá vomitar a sus habitantes si no obedecen los mandamientos del Eterno.

La Torah quiere indicar que si el pueblo de Israel incurre en estas graves transgresiones será pasible, no solamente de la pena de expulsión de la tierra («… para que no os vomite la tierra«), sino que será pasible también de la pena de «caret» (vida truncada) De lo que resulta que el pueblo de Israel tiene una responsabilidad colectiva por sus acciones frente a Yahvéh, pero el individuo de Israel asume también una responsabilidad personal por sus acciones frente al Eterno. Y es lo que leemos: » … serán truncadas las almas … » (versículo 29).

En la cosmovisión divina, eecar en Israel es mucho peor que pecar en España. Pecar en Jerusalén es mucho peor que pecar en Eilat. Los profetas muestran que cuando el pecado de Yerushalayim (Jerusalén) llegue a cierta medida todo el pueblo tendrá que ir al destierro.

Por eso, cuando la nación estaba divida en dos Reino, el Eterno envió profetas, como Oseas para advertirles:

“Escuchad la palabra de Yahvéh, hijos de Israel, porque Yahvéh tiene querella contra los habitantes de la tierra, pues no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Sólo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden. Por eso la tierra está de luto, y languidece todo morador en ella junto con las bestias del campo y las aves del cielo; aun los peces del mar desaparecen.”

(Oseas 4:1-3)

Desafortunadamente la obediencia no se mantuvo firme por mucho tiempo. Los hebreos de los dos reinos (Israel, al norte, y Judá, al sur) se desviaron tras los pecados de las naciones, tal como lo relata el salterio: «… sino que se mezclaron con las naciones (goyim) y aprendieron a seguir sus costumbres.» (Salmo 106: 35). Así pues, eventualmente la tierra echó a Israel fuera, resultando en el exilio tanto de la nación del norte (Israel), como de la nación del sur, Judá.

No fue el pecado de los babilonios y los romanos que causaron la destrucción de los dos templos. Fue el Eterno que les dio poder para hacerlo porque los pecadores de Sión no se arrepintieron. No es el pecado de los musulmanes que hace que hay guerras en Israel hayan causado millares de muertos y causarán cientos de miles de muertos en los enfrentamientos futuros. Es el Santo de Israel que cumple sus amenazas cuando su pueblo no cumple Sus mandamientos.

El apóstol Pablo, trabajando estos códigos de Luz Infinita con los discípulos de las primera comunidades mesiánicas, insistía en este consejo:

«Nadie los engañe con palabras huecas; pues es por estas cosas que el juicio de Dios cae sobre los que le desobedecen.

¡Así que no sean copartícipes con ellos!

Pues ustedes estaban en tinieblas; pero ahora están unidos con el Señor, son luz, vivan como hijos de luz, pues el fruto de la luz es todo tipo de bondad, justicia y verdad; traten de determinar lo que le agrada al Señor.»

(Efesios 5: 6-10)

No hay dudad alguna, la obediencia trae paz y vida. La desobediencia trae guerras y muerte.

Nosotros escogemos. Así pues, de acuerdo a nuestra elección, la Tierra que habitamos nos recepciona, o nos excluye.

 

Energía para la Vida y Pesadez para la Muerte

Por P.A. David Nesher

«Sacrificará el toro ante El Eterno; los hijos de Aarón, los sacerdotes, traerán “la sangre” y la arrojarán sobre el altar… y “las grasas” sobre la leña que está sobre el fuego del altar.»

(Levítico/Vayikrá 1:5)

La mayoría de la gente cristiana de hoy en día tiene dificultad para comprender el concepto de los sacrificios animales. A pesar de eso, debe aceptarse que existió una buena razón para que estos sacrificios abarquen una sección tan grande de la Torah. Por eso vamos a tratar de entender su significado simbólico en algunos de los aspectos requeridos en estos ritos dela Altar divino.

Es interesante saber que  aquel que traía la ofrenda podía degollarla, si deseaba. Pero sólo los sacerdotes podrían ofrecer la sangre sobre el altar. Esto era para que el penitente entendiera que se sacrifica delante de Yahvéh. Así, los sacerdotes podían enseñar que estos sacrificios eran un oráculo de la muerte del Mesías, la cual ocurriría (y ocurrió) delante de Yahvéh.

Vemos que Yahvéh, ordenaba que la sangre fuera arrojada sobre el altar. Este procedimiento lo realizaba sí o sí el sacerdote, quien se ponía al pie del altar, y arrojaba la sangre desde un recipiente hacia la pared del altar debajo de la mitad, hacia sus esquinas. 

Tanto la sangre como la grasa del animal debían ser arrojadas sobre el Altar.

Uno de los significados espirituales de “la sangre” en la Torah, es que guarda relación con la vitalidad, la velocidad y la energía motora del alma. Y “la grasa”, por el contrario, se relaciona con la pesadez, la pasividad y la inacción mental y emocional.

Según la cosmovisión divina, estos dos elementos deben ser ofrendados a Yahvéh con el fin de permitir la manifestación justa de Su proceso santificador en nuestras vidas. Por un lado el redimido tiene que ser incondicionalmente enérgico al momento de cumplir una ordenanza divina, y a la vez tiene que ser lento y pesado en el momento de ser tentado a cometer un pecado. Es decir que un hijo primogénito de Yahvéh debe ser entusiasta acerca de hacer lo mandado por Él para manifestar un acto de bondad. Por otro lado, cada hijo primogénito debe ser “flojo” y desistir de hacer lo impropio en su vida y entorno.

Sabemos que la Torah contiene 248 mandamientos positivos, y 365 mandamientos negativos. Pues bien, cada israelita, al ofrendar, activaba en su mente y corazón la certeza de que para la ejecución de un mandamiento positivo, uno debe actuar con rapidez y entusiasmo. Cuando una persona es tentada en aquello que Yahvéh lo prohíbe, transgrede un comando de la Torah, puede evitarla siendo “flojo” e inactivo.

Alguien que comete una transgresión aparentemente ha confundido sus prioridades. En el caso de los mandamientos positivos que descuidó, era perezoso, y en el caso del negativo que violó, actuó con vigor. Colocar la sangre y la grasa en el altar actúa como un recordatorio del propósito de cada rasgo y de lo que cada cosa sea usada según la voluntad de HaShem.

La sangre fue rociada en dos esquinas del altar, la noreste y la suroeste. Así la sangre fue rociada en los cuatro lados del altar por medio de dos rociamientos. Estos últimos era dos porque representaban el obrar redentor del Eterno a favor del pecador (el número 2 representa pecado, y también alianza); y los cuatro lados señalan a los cuatro puntos cardinales y a la creación toda, aduciendo así que cuando el hombre se pone a cuenta con el Eterno, todo su entorno se beneficia, gracias a las bendiciones que este comienza a irradiar.

Este rociamiento sobre el altar representa el momento cuando Mashiaj murió, disponiendo su vitalidad y energía motora a todos los hombres del mundo que anhelaran cumplir la voluntad del Padre que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).

La Plenitud de los Gentiles y la Verdadera Misión de Yeshúa.

Por P.A. David Nesher

 

Cuando Yosef vio que su padre había puesto su mano derecha sobre la cabeza de Efraim, esto le desagradó; y asió la mano de su padre para cambiarla de la cabeza de Efraim a la cabeza de Menashé. Mas su padre rehusó y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; él también llegará a ser un pueblo, y él también será grande. Sin embargo, su hermano menor será más grande que él, y su descendencia llegará a ser plenitud de naciones.

(Bereshit/Génesis 48:17 – 19 _ LBLA)

Comenzaré esta bitácora solicitando un favor: ten presente en todo momento que en las dimensiones celestes, el orden profético siempre tiene preferencia sobre el orden natural.

El hijo mayor de Yosef (José), llamado Menashéh (Manasés), llegó a convertirse en una tribu grande dentro de Israel. Su territorio inmenso se distribuyó a los dos lados del río Yardén (Jordán).

Cuando leemos los datos  del censo que registra el libro de Badmibar (Números cap. 1), notamos que Menashéh era la tribu más pequeña de la nación que recién salía de Mitzraim (Egipto). Pero, según Números capítulo 26 vers. 34, ocurrió un aumento milagroso del 64 % de su población durante los 38 años en el desierto. De este modo, vemos que fue la tribu que más creció durante ese tiempo de proceso divino en el desierto. Sabemos que luego, instalada en Canaán, también llegó a ser una tribu grande debido a la influencia del juez Guidón (Gedeón) que surgió de Menashé (cf. Jueces 7-8) para liberar al pueblo escogido de la opresión madianita.

Sin embargo, vemos que fue Efraim quien recibió una bendición superior a la de Menashéh. La profecía que Yaakov avinu liberó en su bendición, aseguró que Efraim sería mayor. Justamente de esta tribu salió Yehoshúa, el sucesor de Moshé. La tribu de Efraim fue puesta como la principal de la nación norteña, la casa de Israel, y cuando los profetas hablan de Efraim están incluidas todas las diez tribus del norte.

Efraim recibe como palabra profética la promesa de que llegaría a ser una plenitud de naciones, en hebreo se dice meló ha-goyim, y puede ser entendida de varias maneras. La palabra ha-goyim –הגוים – es plural definido de goy ­–גוי – cuyo significado principal es nación. Esta palabra se usa tanto para la nación de Israel como las otras naciones. En la forma plural normalmente significa las naciones gentiles en el sentido de los no israelitas. De esa manera el término en su forma singular goy ­–גוי – llegó a significar gentil, en el sentido no hebreo/israelita/judío.

Yehoshúa (Josué), el sucesor de Moshé, era descendiente de Efraim. Por eso mismo, el sabio intérprete Rashí, basándose en los midrashim, asegura que la expresión plenitud de naciones (hbre. meló ha-goyim) significa que la descendencia de Efraim llenará los pueblos, en el sentido de que la fama de Yehoshúa (Josué) produciría un impacto entre las naciones por haber detenido el sol en Guivón (Gabaón) y la luna en el valle de Ayalón, (cf. Josué 10:12).

No obstante, la expresión meló ha-goyim (–מלא הגוים –) va mucho más allá de la fama de Yehoshúa, puesto que el texto hebreo dice que la simiente de Efraim sería la llenura de las naciones, o plenitud de los gentiles. Esto significa en primer lugar que por el rechazo del Eterno de las diez tribus los gentiles serían llenados de estos descendientes de manera que ya no se podrán contar por su gran cantidad (Os. 1:10). Las diez tribus, con Efraim a la cabeza, están hoy en día mezcladas entre todas las naciones de la tierra y son gentiles.

Por eso, la manera más simple de entender el texto de Bereshit (Génesis) que estamos analizando es que Efraim se convertiría en mucha gente. Sin embargo, la elección de términos que hay en el hebreo nos da a entender que aquí no se trata sólo de que Efraim se convertiría en mucha gente, sino de algo proféticamente más profundo.

Necesitamos tener en cuenta que la palabra hebrea meló –מלא – no significa simplemente multitud, montón o cantidad, sino más bien llenura, o plenitud. Viene de la raíz malé –מלא – que significa llenar. La expresión que usa nuestro padre Yaakov se traduce literalmente como “su descendencia será llenura de las naciones (gentiles)” lo que parece indicar que se dispersarían entre los pueblos gentiles, lo cual no es una bendición de acuerdo a lo revelado por la Torah misma.

Por todo lo dicho, debemos entender que el texto hebreo invita a una consideración mayor de lo que se lee a simple vista. Literalmente dice “y su descendencia será plenitud de las naciones (gentiles)”. Hay un lugar más en las Escrituras donde aparece la misma expresión. Se trata de la epístola a los romanos, en la que el apóstol Pablo expresó:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis sabios en vuestra propia opinión: que a Israel le ha acontecido un endurecimiento parcial hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y así, todo Israel será salvo; tal como está escrito: EL LIBERTADOR VENDRÁ DE TZIÓN; APARTARA LA IMPIEDAD DE YAAKOV.

(Romanos 11:25-26)

De este texto paulino podemos sacar varias conclusiones importantes:

  • Sólo una parte de Israel ha sido endurecida durante un tiempo limitado. No se trata de todo Israel ni para siempre.
  • Esto es un misterio, es decir, es parte del plan divino para la salvación del mundo que es difícil de entender.
  • La plenitud de los gentiles tiene que entrar en esa salvación que pertenece a Israel.
  • La salvación de todo Israel depende de la entrada de la plenitud de los gentiles.
  • Todo Israel incluye no solamente el pueblo judío, sino también la plenitud de los gentiles.
  • La impiedad será quitada de Yaakov, que son las doce tribus, no solamente los judíos que representan dos tribus de Israel, Yehudá y Binyamín y posiblemente Leví.

Este lineamiento perfecto de salvación del Eterno es uno de los misterios más maravillosos a los que un hijo primogénito de Dios puede acceder. Es tan profundo lo codificado en esta medida de fe, que es imposible explicarlo en un espacio como este. Intentaré trazarlo con pocas palabras, esperando en el Señor poder ser claro en la explicación, anhelando que Su Santo Espíritu lleve a cada lector a una mayor investigación de este asunto profético o escatológico.

En el capítulo 12 del primer libro de Reyes, se relata como el reino de Israel se dividió en dos naciones, posterior a la muerte del rey Salomón. Esto ocurrió por causa de una rebelión que se originó en el territorio de Efraim, en la ciudad de Shejem (Siquem), que fue entregado a Yosef (Génesis 48:22).

A partir de esta revuelta tribal, Efraim llegó a ser la tribu principal para el territorio que se conocería como «el Reino del Norte» o «Casa de Israel».  El primer rey de las diez tribus del norte fue Yeravam (Jeroboam), de la tribu de Efraim, (1 Reyes 11:26, 28). Desde ese día, y en adelante sólo hubo división entre las Dos Casas de Israel (1 Reyes 12:19; 2 Crónicas 10:19). Este desencuentro vino siempre controlado por la Providencia del Eterno (1 Reyes 12:24; 2 Crónicas 10:15). Este es uno de los misterios del proyecto divino de salvación para todo el mundo gentil.

El Reino del Norte se paganizó rápidamente con la introducción de una religión sincretista (1 Reyes 12:28-33). Por causa de esta abominación, los profetas Amós y Hoshea fueron enviados por Yahvéh al Reino del Norte para anunciar su pronta destrucción, sino no procedían a una teshuvá corporativa. El oráculo divino fue siempre bien claro: la Casa de Israel iba a ser enviada a las naciones y para mezclarse entre ellas. Así lo dejó documentado en su rollo profético el profeta Oseas:

“Efraim se mezcla con las naciones”
(Oseas 7:8a)

Esto ya había sido anunciado por Moshé en pleno proceso de entrenamiento, durante los treinta y ocho años en el desierto:

“A vosotros, sin embargo, os esparciré entre las naciones”
(Levítico 26:33)

Pero existe un hecho escatológico muy interesante en el mensaje del profeta Hoshea que permite entender mejor todo el movimiento profético que estamos protagonizando en estos días:

“Y el Eterno dijo a Hoshea: Ponle por nombre Yizreel, porque dentro de poco castigaré a la casa de Yehú por la sangre derramada en Yizreel, y pondré fin al reino de la casa de Israel. Y sucederá que en aquel día quebraré el arco de Israel en el valle de Yizreel.”
(Oseas 1:4-5 )

Este Yizreel aquí mencionado fue el primer hijo del profeta con su mujer, quien se había dedicado a ser lo que se conocía como «prostituta sagrada», involucrada en cultos sexuales en honor a Baal y Aserá.

Por eso, el matrimonio entre el profeta y esta mujer refleja el pacto entre la casa de Israel, es decir, las diez tribus del norte, y el Eterno. El primer hijo fue llamado Yizreel que significa “Dios sembrará”.  Así que los hijos de la casa de Efraim eran las semillas para la siembra que Yahvéh esparciría entre las naciones.  Teniendo en cuenta esto, podemos profundizar la interpretación de la parábola del Sembrador que Yeshúa dio a sus discípulos:

“He aquí, el sembrador salió a sembrar.”
(Mateo 13:3)

Esta siembra que nuestro Mesías describe dará un fruto en los últimos tiempos, tal cual Él mismo lo explica:

“…la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.”
(Mateo 13:39)

Con esta cosmovisión profética en nuestra mente, podemos volver al oráculo del profeta Hoshea, y enfocarnos en el siguiente mensaje:

“Ella concibió otra vez y dio a luz una hija.
Y el Señor le dijo: Ponle por nombre Lo-Rujamá (ninguna compasión), porque ya no me compadeceré de la casa de Israel, pues no los perdonaré jamás. Pero me compadeceré de la casa de Yehudá (el pueblo judío) y los salvaré por el Eterno su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.Después de haber destetado a Lo-Rujamá, ella concibió y dio a luz un hijo. Y el Señor dijo:
Ponle por nombre Lo-Amí, porque vosotros no sois mi pueblo y yo no soy vuestro Dios. Y el número de los hijos de Israel será como la arena del mar, que no se puede medir ni contar; y sucederá que en el lugar donde se les dice: No sois mi pueblo, se les dirá: Sois hijos del Dios viviente.
Y los hijos de Yehudá y los hijos de Israel se reunirán, y nombrarán para sí un solo jefe, y subirán de la tierra, porque grande será el día de Yizreel.”
(Oseas 1:6-11)

El profeta dibuja en su oráculo el desarrollo escatológico del Proyecto del Eterno para la Casa de Israel con unos pocos brochazos, que podemos describir así:

  • Primero, la casa de Israel será rechazada.
  • Segundo, se convertirá en una cantidad tan grande que no se puede contar, como la arena del mar, lo cual indica que están dentro de las naciones del mundo.
  • Tercero, se habla de una restauración de la identidad israelita en el mismo lugar donde fueron rechazados, en la tierra de Israel. Esto será el resultado de una unificación entre los hijos de Yehudá, los judíos, que nunca perdieron su identidad, y los hijos de Israel que hayan dejado su identidad gentil en los últimos tiempos. Juntos reconocerán a Yeshúa como el Mesías.
  • Por último, dice que subirán de la tierra lo cual es una alusión al arrebatamiento de todos los que son del Mesías. Como el día de Yizreel, el día de la siembra de Dios, era grande, los hijos de Israel están entre todas las naciones gentiles, y desde allí serán arrebatados para encontrarse con el Mesías cuando vuelva a la tierra.

En su oráculo el profeta también describe con líneas llenas de romanticismo el proceso mesiánico que la Casa de Israel viviría desde la deportación a Asiria hasta el regreso a la Tierra Prometida bajo el Mesías, según está escrito:

Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto ( es decir, a las naciones gentiles), y le hablaré al corazón.
Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Ajor por puerta de esperanza. Y allí cantará como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto. 
Sucederá en aquel día–declara el Eterno– que me llamarás Ishí y no me llamarás más Baalí. Porque quitaré de su boca los nombres de los Baales, y nunca más serán mencionados por sus nombres.
En aquel día haré también un pacto por ellos con las bestias del campo, con las aves del cielo y con los reptiles de la tierra; quitaré de la tierra el arco, la espada y la guerra, y haré que ellos duerman seguros.
Te desposaré conmigo para siempre; sí, te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en misericordia y en compasión; te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Eterno.  
Y sucederá que en aquel día yo responderé–declara el Eterno–, responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra, y la tierra responderá al trigo, al mosto y al aceite, y ellos responderán a Yizreel.
La sembraré para mí en la tierra, y tendré compasión de la que no recibió compasión, y diré al que no era mi pueblo: Tú eres mi pueblo, y él dirá: Tú eres mi Dios.
(Oseas 2:14-23)

Ahora bien, convengamos que para que todo este proceso sea una bendición, tiene que existir un proyecto divino con lineamientos perfectos que permitan la restauración de la simiente de estas diez tribus que ha sido sembrada entre las naciones gentiles. Todos entendemos bien que cuando hay una siembra, los granos mueren para luego dar fruto abundante. Ese es el Proyecto Emanuel con el que el Eterno tiene pensado dar salvación aún a los gentiles. Una semilla plantada esta escondida en el suelo con el propósito de salir para traer mucho fruto. El profeta Amós aseguró que Yahvéh zarandeará estas tribus entre todas las naciones, y aun así Él no perderá ningún grano en la tierra (Amós 9:9). ¡“José” algún día será reunido con Judá! (Ezeq. 37:15 y ss.)

Entonces, Efraim fue sembrado entre todas las naciones con el fin de producir un fruto para el Reino de los Cielos. Por lo tanto, los gentiles que van entrando en el reino representan algo de la vuelta de Efraim a casa. Para expresarlo de otra manera, cuando un gentil nace de nuevo y recibe la salvación, es injertado en Israel y de esa manera se cumple en parte las profecías que hablan de la vuelta de Efraim a su casa para ser llamado pueblo de nuevo (Os. 1:10; 2:1, 23; Rom. 9:24-26). El apóstol Pablo utiliza exactamente la misma expresión meló hagoyim en su epístola a los discípulos de Roma  (Romanos 11:25) que nuestro padre Yaakov en utilizó al bendecir al segundo hijo de Yosef (Génesis 48:19).

Sin embargo, todos los profetas hablan de algo aún más grande todavía. El oráculo completo asegura que será el Mesías quien tendrá como prioridad la misión de restaurar las doce tribus de Israel (Isa 49:6). Entiéndase bien, el Mesías fue enviado a las ovejas perdidas de la Casa de Israel (Mateo 15: 24) que se encuentran diseminados entre las naciones gentiles. Esto tira a tierra todo dogma que habla que el Mesías murió por todo el mundo. Evidentemente muchos cristianos, que incluso aseguran ser nacidos de nuevo, no han entendido la Misión de Yeshúa del mismo modo que sus primeros seguidores. Por lo tanto, debemos aceptar que entre todos los gentiles (el mundo) hay innumerables descendientes de Efraim que serán restaurados por completo dentro del pacto renovado de Yeshúa y todo lo que este implica, para luego ser unidos con el pueblo judío como un solo palo (Ezequiel 37:15-28).

El Eterno aseguró por su profeta:

«…hacedlo saber en las costas que están lejos, y decid; El que espació a Israel, lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño.»
(Jeremías 31:10)

Este es el contexto escritural que permite entender a  Yeshúa cuando se identifica así mismo como el «Buen Pastor» (Juan 10:11, 14). Con esta cosmovisión profética logramos entonces comprender cuando Él dijo que tenía otras ovejas que «no eran de este redil» (Judá). Yeshúa se estaba haciendo cargo de ser el cumplimiento de la profecía de Jeremías y Ezequiel que anunciaron que llegaría un pastor para ambos reino, Judá e Israel (34:23). Por esto, tenemos que leer los libros del Pacto Renovado (mal llamado «Nuevo Testamento») a la luz de estas promesas escatológico-proféticas de recoger a Efraim. De no hacer esta re-lectura, perderemos una porción maravillosa de nuestra herencia en el Mundo Venidero, porqué Yeshúa vino a recoger las tribus de Israel esparcidas por las naciones en innumerables descendientes.

Ahora bien, no debemos confundir, ni mezclar, la entrada de los gentiles con la restauración de las diez tribus norteñas. Los gentiles que reciben la salvación no son la restauración de Efraim, ni son todos Efraim en su restauración total. La restauración de Efraim implicará la total vuelta al pacto de Avraham y el pacto de Sinaí junto con la renovación del pacto por la sangre del Mesías Yeshúa (Jer. 31:31, 33). Dicho en otras palabras, para que haya una restauración total, los restaurados efraimitas de entre las naciones tendrán que hacerse hebreos, en el sentido jurídico de la palabra. Por eso, esto no es para todos los gentiles que hoy aseguran haber nacido de nuevo.

En la profecía de Ezequiel del cap. 37 verso 19 se puede entender el texto hebreo de manera que Yahvéh dará al palo de Yehudá el papel de estar sobre el palo de Efraim y así se unirán los dos palos. El trabajo del Mesías Yeshúa es unir los dos pueblos. Entonces, un movimiento que los separe no puede jamás venir de Él. Y, como venimos dándonos cuenta, será la persona proveniente de la gentilidad la que tendrá que adaptar su estilo de vida con la mentalidad hebrea de la Torah, para así estar unido al judío. Nunca puede pretenderse que sea  al revés.

Clamemos día y noche para que  el Eterno cumpla su Proyecto de Salvación con todas las naciones y que podamos ver la restauración de las doce tribus de Israel pronto y en nuestros días. ¡Amén!

¿Bendecir comparando con animales?… ¿Qué es eso?… ¿Dónde está lo mesiánico?

“Entonces Yaakov llamó a sus hijos, y dijo: Reuníos para que os haga saber lo que os ha de acontecer en los días venideros. Juntaos y oíd, hijos de Jacob, y escuchad a Israel vuestro padre…
Yisajar es un burro…
Sea Dan una serpiente…»

(Génesis 49:1-2 ; 49: 14, 17)

 

Yaakov, discerniendo que sus días en la Tierra habían llegado a su fin, convocó a todos sus hijos para bendecir a cada uno. Se dispuso así a realizar lo que él sabía que sería su último y más significativo acto como patriarca y como heredero de Abraham y de Isaac: declarar lo designios celestiales a sus generaciones.

En la cultura oriental, esa última bendición del padre es muy importante. Era, (y es aún hoy día) considerada todavía como parte de la herencia más poderosa que un padre les deja a sus hijos. Tiene un significado muy especial porque las obligaciones y privilegios de los pactos ancestrales son transmitidos a la siguiente generación.

La bendición de Yaakov no consistía solamente en desear buenas cosas para los hijos, como hoy un padre occidental lo haría desde el pensamiento mágico que Babilonia la Grande (Roma) ha implantado en la mente de sus súbditos. La bendición hebrea jamás está basada en “buenos deseos”, sino en una apreciación profética. Está basada en la apreciación del carácter de cada hijo, según el padre lo aprecia con ojos espirituales. La bendición patriarcal consiste en pronunciamientos con referencia a eventos del pasado, situaciones del presente y visión del futuro como historia desde la perspectiva del Eterno y sus promesas. En otras palabras, la “bendición paterna o patriarcal” son palabras proféticas que reflejan lo que el padre ve con ojos espirituales en los hijos. Un patriarca, al bendecir, revelaba y decidía el destino de sus hijos. En este sentido, la bendición es una profecía y su cumplimiento es certero e inalterable.

Lo curioso, y a la vez poderoso, de la bendición final de Jacob (hebreo Yaakov) es que sus palabras no sólo iban dirigidas a sus hijos, sino que estaban proyectadas también a su descendencia después de ellos.

Esta es la primera profecía conscientemente hablada por el ser humano en las Sagradas Escrituras. Había muchas profecías anunciadas por Yahvéh (como la promesa del triunfo de la simiente de la mujer en Génesis 3:15),y otras profecías veladas por los hombres,pero esta es la primera profecía conocida y escrita en la Torah.

Las Sagradas Escrituras revelan que nuestro padre tuvo una revelación de lo que acontecería en los “días venideros”. El texto en hebreo traduce esta expresión de «Ajarit HaYamim», que literalmente significa: «últimos días». Lo que Jacob quiso, en verdad, era revelarles a todos sus descendientes el final de los tiempos. Por ello, en la bendición de Jacob encontramos mensajes proféticos que revelan el futuro de cada tribu, incluso hasta el momento de la venida del Mesías. Aquí se nota la importancia que tienen las decisiones y acciones de personas con una importante responsabilidad histórica.

Para comenzar nuestro estudio, encontramos tres características en el mensaje de Jacob para cada uno de sus hijos:

  • La identidad y el carácter de cada tribu.
  • El desarrollo histórico de cada tribu.
  • Los sucesos de los últimos tiempos.

A esta altura del tiempo Jacob llegó a entender que el proceso de selección divina ya había terminado. El sabía que el Eterno no elegiría a uno de sus hijos y rechazaría a otros. Nada de eso. A partir de ese momento, y por medio de esta declaración profética salida de sus labios en forma de bendición, todos (los doce hijos) iban a formar parte de la nación que Yahvéh estaba formando para traer bendición a todas las familias de la Tierra, tal como lo había prometido a Abraham e Isaac (Gen. 12:1-3; Gen. 26:3-4).

Yaakov bendijo a cada uno de sus hijos con una declaración profética muy particular. Cuando llegó a Yisajar y Dan les llamó burro y serpiente. ¿Cómo reaccionarías tú si tu padre te dijera: “…burro…», «…que seas una serpiente…”? ¿Te ofenderías? ¿Por qué te ofenderías? ¿Porque tu padre te llamó burro y serpiente? Y en el caso de la bendición de Yaakov, entendiendo que eran palabras proféticas traídas del cielo, ¿cómo te sentirías si el Cielo te dijera burro y serpiente? ¿Qué clase de bendición sería eso?

Si uno sería ofendido por eso es porque estaría dando un sentido negativo y ofensivo a las palabras burro y serpiente, ya que en nuestros días muchas personas usan el calificativo de animales para ofender a otras. Palabras como “cochino”, “burro”, “lobo”, “mono”, “perro”, “cerdo” etc. son utilizadas cotidianamente para ofender. En ese caso se está haciendo una comparación entre la conducta del hombre con la de cierto animal, y entonces se fija en lo negativo, aplicándolo a una persona, para hacerle daño. Si la persona que recibe la ofensa es sensible o si tiene un complejo de rechazo o de inferioridad será muy dañada por tales palabras. Es como echar sal en sus heridas emocionales.

Sin embargo, al considerar la cosmovisión hebrea de Yaakov, la comparación se hace positiva en lugar de negativa. Todo depende del sentido que se da a las palabras.  Veamos dos ejemplos de esto: Yisajar (Isacar) comparado con un burro, y Dan con una serpiente.

El burro era el animal que se utilizaba en la época de los patriarcas como el medio de transporte y de carga. Era un animal muy útil para todo tipo de quehaceres.

Los burros son capaces de acarrear entre el 20% y el 30% de su peso corporal. A pesar de no ser tan rápidos y fuertes como los caballos, su mantenimiento es menos costoso, tienen una gran resistencia y una larga vida y son más ágiles en terrenos abruptos e irregulares que los caballos. En cuanto a su simbolismo oriental, puede significar simpleza pero también estupidez y terquedad.
En la Biblia, el burro aparece como el animal del tiempo de trabajo y de paz, en oposición al caballo, que es el animal de la guerra, usado por los ejércitos invasores.

Desde todo esto la cosmovisión profética que Yaakov tenía del burro es que es uno de los mejores siervos que el hombre ha tenido a lo largo de su historia. Por lo que está anunciando a su hijo, y los descendientes de este, la característica principal que ellos manifestarían a las naciones.

Yaakov también comparó a su hijo Dan con un animal: la serpiente. Esta comparación no parece halagadora, pero en realidad aquí se está usando en el sentido positivo de su simbolismo.

El Mesías Yeshúa dijo que seamos “astutos como serpientes”:

Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas

(Mateo 10:16)

 

Por esto debemos entender que Yaakov está usando a la serpiente como algo muy positivo, ya que es el simbolismo de la defensa contra los enemigos.

El secreto de esto en verdad se encuentra en la gematría de la palabra serpiente que coincide con la del Mesías:

Mesías – mashiaj – (358) = serpiente – najash (358).

Por lo que Yaakov está anunciando a través de esta declaración, es que la defensa contra el enemigo (ego, orgullo = caballo y jinete) será saber discernir en juicio recto (Dan significa juicio divino) por medio de la visión del Mesías como vencedor de la tendencia del alma humana a pecar.

El último ejemplo que quiero tratar es la bendición de Yaakov sobre su hijo Judá.

“Cachorro de león es Judá; de la presa, hijo mío, has subido. Se agazapa, se echa como león, o como leona, ¿quién lo despertará?”

(Génesis 49:9)

El león comienza como cachorro, pequeño e inmaduro, … así era Judá. Pero ese cachorro se convierte en león. Y del linaje de Judá vendrá el Mesías, Yeshúa, quien se le conoce en las Sagradas Escrituras como “el León de Judá” (Apoc. 5:5).

Siguiendo el concepto del león, sabemos que éste es “el rey de la selva”. En su bendición a Judá, Jacob profetizó que sus descendientes iban a ser reyes.

 “El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de gobernante de entre sus pies, hasta que venga Siloh, y a él sea dada la obediencia de los pueblos”

(Génesis 49:10)

La frase: “…hasta que venga Siloh” significa: Hasta que venga el Mesías. Hoy, sabemos y creemos que el Mesías es Yeshúa, quien es descendiente de Judá, del linaje de David (Apoc. 5:5). Siloh significa: “reposo, tranquilidad”. El Mesías es el único que podrá traer paz verdadera al alma de los hombres y gobernará sobre toda la Tierra (Rom. 15:12).

La profecía de “liderazgo” tomó unos 640 años en cumplirse (con el reinado de David, primero de los Reyes de la dinastía de Judá), y unos 1600 años en cumplirse en Jesús. Jesús es conocido como Siloh, nombre que significa: “Él hombre cuyo derecho es” en la antigüedad se entendía que con este título se hablaba del Mesías.

 

Como podemos darnos cuenta, las palabras de nuestro padre Yaakov a sus hijos eran solamente positivas y constituyen grandes bendiciones, relacionadas con los tiempos mesiánicos que el Eterno traería al mundo por medio de la nación de Israel que de esos doce hijos saldría.

Esto nos enseña que las palabras pueden tener diferentes significados en diferentes personas, culturas, tiempos y contextos. Por lo tanto, cuando leemos las Escrituras es muy importante que no intentemos entender las palabras hebreas según el contexto moderno ajeno a la cultura hebrea antigua.

La mayoría de las falsas doctrinas y las malas interpretaciones de las Escrituras dependen de la falta de conocimiento del significado de las palabras en su contexto.

Aunque los traductores de las Escrituras han intentado, con toda su buena intención, traspasar a otro idioma y cultura conceptos que fueron escritos y entendidos en culturas e idiomas muy diferentes, siempre se introducen errores y malos entendidos en las traducciones. Esto es inevitable.

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la plataforma teológica desde la cual se lee, interpreta y traduce las palabras divinas. Un traductor que no considere la mentalidad hebrea y sus raíces nunca podrá entender las Escrituras hebreas de manera correcta, porque su mente está formada por conceptos teológicos que contrastan con la idiosincrasia de las Sagradas Escrituras. Aceptemos esto hoy, si le es difícil entender las Escrituras para uno que tiene el hebreo como su lengua materna, ¡cuánto más difícil no será para un extranjero!

Por lo tanto, hay que tener mucho cuidado a la hora de sacar doctrinas desde las traducciones de las Escrituras. Al leer una traducción no solamente se lee la traducción de las palabras originales, sino también lo que el traductor piensa que quiere decir lo que se escribió en el original y eso no siempre concuerda con la verdad, simplemente porque el traductor le da otro sentido a los términos que el que tenían cuando fueron escritos, no porque no haya querido entenderlos correctamente, sino porque su mente ha sido formada de manera diferente y su entendimiento de los términos es diferente al original.

Lo mismo sucede cuando se lee las Escrituras directamente en su idioma original hebreo, arameo y posiblemente griego. Hay que tener cuidado de no introducir en las palabras los significados modernos o greco-romanos porque en tal caso vamos a entenderlas mal y sacar conclusiones muchas veces dañinas para nuestra fe y conducta.

En este momentos elevo una plegaria para que el Eterno nos dé humildad para prestar atención a lo que enseñan los que conocen al Eterno y las Escrituras y, ante todo, que nos dé un espíritu de revelación y sabiduría de lo Alto a la hora de escudriñar las Sagradas Escrituras para que las podamos entender correctamente para nuestra correcta formación.

Por último, y volviendo a nuestro pasaje, vemos que Yaakov  bendijo a cada uno de su hijos y dio una predicción de su futuro, teniendo en cuenta su carácter. La manera como habían vivido se reflejó en la bendición y en la profecía dicha por Yaakov. Es evidente que nuestro pasado afecta el presente y determina el futuro. Mañana, al amanecer, todas nuestras acciones de hoy serán parte de nuestro pasado. Sin embargo, ya empezaron a forjar el futuro. Por eso me atrevo a preguntarte a ti, mi amado lector: ¿Qué acciones puedes hoy llevar a cabo o evitar para forjar positivamente tu futuro?

 

 

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