parasha vayigash

Los Hermanos de Yosef ascendidos a Pastores Reales.

Por P.A David Nesher

Va’amartem anshey mikneh hayu avadeyja mine’ureynu ve’ad-atah gam-anajnu gamavoteynu ba’avur teshvu be’erets Goshen ki-to’avat Mitsrayim kol-ro’eh tson.

«Respóndanle:
«Nosotros -servidores suyos- siempre hemos sido ganaderos desde nuestra juventud hasta ahora, tanto nosotros como nuestros padres’. Así podrán habitar en el distrito de Goshen, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios”.

Bereshit/Génesis 46:34

Las palabras de Yoséf son una combinación interesante de principios celestiales y prudencia. Él los alentó a enfatizar que ellos atendían el ganado en lugar de pastorear ovejas:


«Cuando Faraón os llame y diga: ¿Cuál es vuestro oficio? vosotros responderéis: Tus siervos son pastores desde su juventud hasta ahora, lo mismo nosotros que nuestros padres. Así podréis vivir en la tierra de Gosén, porque todo pastor de ovejas es abominación para los egipcios». 
(Génesis 46:33-34).

Yoséf, ante esta superstición de la cultura egipcia se aseguró que sus hermanos y familias no se asentarían cerca de las poblaciones egipcias. 


Dicen los sabios expertos en Torah que Yosef se aseguró con esta estrategia política  que su familia se estableciera en un área donde no hubiera negatividad; no quería que estuvieran rodeados por las fuerzas caóticas de los egipcios. Yoséf evitó así una futura asimilación de los israelitas mediante las atrayentes costumbres egipcias.


Para los egipcios, este tipo de trabajo era una abominación. Despreciaban a todos los pastores porque despreciaban a las ovejas como alimento y como sacrificio, pues las ovejas, especialmente el cordero, eran muy sagrados. Tenían monumentos que constantemente mostraban a los pastores como figuras lánguidas, marchitas, distorsionadas, demacradas y a veces casi fantasmales. No querían que fueran vecinos cercanos, y preferirían que se establecieran en la región de Goshén, una parte de Egipto que era particularmente adecuada para pastorear el ganado. 
Por esto fue que Faraón los hizo establecerse en esta tierra considerada como la mejor de Egipto (vers. 6). 

Él anhelaba que los hijos de Israel vivieran como una comunidad separada en la tierra de Goshén por los siguientes motivos:

  • Evitar la asimilación.
  • Evitar que los hijos de Israel tuvieran cargos en la corte real o fueran reclutados para el ejército.
  • Poder criar ganado menor sin molestar a los egipcios que aborrecían a los pastores de ovejas porque la oveja fue uno de sus falsos dioses.
  • Lograr tener siempre buenos pastos para su ganado.

Justamente la tierra de Goshén es una de las mejores del mundo, quizás la mejor de todas las tierras. Allí nunca hay falta de agua, no existen las plagas, nunca hace frío, no hay vientos fuertes, es llano y la tierra es húmeda. Es un suelo de aluvión donde hay materias orgánicas y minerales de los ríos, especialmente selenio, cobre y hierro, que hacen que las placentas de los animales y los hombres siempre fecundan. 
Por ello, podemos entender mejor loa que se nos relata en el libro de Shemot (Éxodo) en lo referente a las mujeres israelitas dando luz a sus hijos:

“Respondieron las parteras a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias, pues son robustas y dan a luz antes que la partera llegue a ellas.”
(Éxodo 1:19)


Así Goshén se convirtió en la propiedad legal de los benei (hijos) Israel (47:6) porque en el pasado, faraón había donado esta tierra a Sarah imenu (nuestra madre).

Luego de que se estableciera la familia de Yosef, Faraón nombró a los más destacados de los hijos de Yaakov cuidadores del ganado real, en señal de gratitud por los servicios de Yosef.

El exilio comienza aquí, con una noble invitación por parte del rey egipcio a Yaakov para radicar en Egipto.

La “invitación” se convertiría después en una horrible esclavitud que culminaría con la expulsión de los hijos de Israel y su rescate por mano de Moshé rabenu. La profecía señalaba:

“…Entonces dijo [Elokim] a Abram:
“Sabe que -ciertamente-, tu descendencia será extranjera en tierra ajena, donde la esclavizarán y oprimirán 400 años
…”,
[Gén 15:13, Torat Emet],

¡Esto debía cumplirse a cabalidad!

“Dios me ha puesto por padre del Faraón” (Parasháh Vayigash)

Ve’atah lo-atem shlajtem oti henah ki ha’Elohim vayesimeni le’av le-Far’oh ule’adon lekol-beyto umoshel bekol-erets Mitsrayim.

«O sea, no fueron ustedes quienes me enviaron acá, sino Elokim, que me puso como Gran Visir de Paró, como amo de toda su casa y como gobernador de todo Egipto.«

(Bereshit/Génesis 45:8) 

¿Cuál es el significado de “padre” en este pasuk?

La expresión “Le Av le Paró”, no está haciendo referencia a un “progenitor” (Av: padre), eso está claro. La Torat Emet traduce la palabra “Av” como “maestro”. Así mismo, por su parte, el maestro en hebreo Rashí explica que el vocablo debe entenderse según su contexto y no en su sentido literal. Por ende “Av” (padre), significa aquí “amigo y patrón”, o “consejero,” «asesor«, o «mentor«. Parhó (Faraón) le había dado a Yoséf el puesto más elevado de Mitzraim (Egipto), pero a la vez, por debajo de la autoridad del mismo monarca, pues aquel que instala a otro en un puesto de autoridad, siempre es superior. Yoséf era el “consejero íntimo” del rey, lo más cercano a un padre.

Todo esto es la tipología de un contenido mesiánico. 

Así Yeshúa ha recibido de Yahvéh, su Padre, el título de Av según está escrito en el libro del profeta Isaías 9:6:

“Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Fuerte, Poderoso, Padre (av), Eterno, Príncipe, Paz.
(Isaías 9:6)

Desde esta interpretación del profeta Isaías, los discípulos de Yeshúa, interpretando los códigos de los tres cargos que Yosef recibió del Faraón, realizaron una pedagogía profética con la correspondencia de estos tres cargos del Mesías.

o       Le puso como av, amigo y patrón, (Isaías 9:6).

o       Le puso como Señor de toda su casa, (Hebreos 3:6).

o       Le puso como gobernador sobre todo el mundo, (Mateo 28:18).


Entonces queda claro que Mashíaj, en el Mundo Venidero, en su calidad de “Av”, será gobernador del mundo, en el sentido de “amigo íntimo” de Yahvéh durante la Era mesiánica. Esto significa que Mashiaj dirigirá los asuntos en el mundo en el Nombre de Yahvéh, nuestro Dios. Solo el Eterno estará por encima de la jerarquía de Mashíaj.

El Sentido Profético-Mesiánico de la Colisión Judá-José.

Por P.A. David Nesher

Hemos ya estudiado que fue Yehudáh quien en el pasado sugirió la “venta” de Yosef, por lo que a él le toca reclamar a Binyamín para de este modo cumplir su “tikun” (reparación total) y cubrir aquel yerro. Pero también debo decir que no todo es falta en las acciones de Yehudáh. Al leer comentarios de los sabios exégetas del hebreo, me he encontrado que ellos destacan que fue un mérito de Yehudáh el causar que Yosef mostrara sus signos hebraicos y se manifestara como el hijo “perdido” de Yaakov.

Meditando en la encriptación mesiánica del texto, logré enfocarme en algunos paralelismos y simbolismos de la vida de Yoséf con la vida de Yeshúa HaNotzrí (Jesús de Nazaret), encontramos que “Yehudáh”, representa a la autoridad judía del primer siglo. No habló del pueblo común, sino del Sanedrín, el máximo tribunal de Justicia de la Torah, entidad quien dio (o entregó) a su hermano Yeshúa a los gentiles (Mat 20:18-19. Así, y del mismo modo en que a Yosef se le vistió con ropas egipcias y luego lo “bautizaron” con un sobrenombre pagano, el Rabino Yeshúa recibió también un “alias” grecolatino, además de ser ataviado con una sotana religiosa con estampas de cruz.

Y también así como Yosef tuvo que vivir apartado de los suyos y rechazado por ellos viviendo entre los gentiles. Del mismo modo, Mashiaj Yeshúa fue rechazado e injustamente aborrecido por la mayoría de la Casa de Judá; no obstante, fue adoptado por la gente de las naciones y, como hemos señalado, le impusieron una identidad ajena a su cultura e idioma.

Por ello, Yeshúa quien hasta hoy lleva colocado un disfraz “egipcio” (greco romano), se ha convertido en sí mismo en el obstáculo que impide el reconocimiento y aceptación por parte de sus hermanos del pueblo de la Casa de Judá.

El texto, en su médula profética, anuncia que en un futuro escatológico el encuentro de estos dos reyes hebreos (Yehudáh y Yosef), traería finalmente la paz a todas las tribus hebreas y daría fortalecimiento al cansado espíritu de Yaakov avinu.

Por ello, encuentro importante para nuestra trascendencia considera lo que el Zohar registra sobre Yosef (Mashiaj) y la reconciliación con Yehudáh y el resto de las tribus:

«…Rav Yehudá dijo:

¡Felices son los justos, cuya llegada juntos trae paz al mundo, porque ellos saben cómo traer simultaneidad y se acercan uno al otro para aumentar la paz en el mundo! Porque hasta que Yosef y Yehudáh se acercaron uno al otro, no hubo paz. Una vez que se acercaron uno al otro, la paz aumentó en el mundo. La alegría abundó “arriba” y “abajo”, cuando Yosef y Yehudáh se aproximaron y todas las tribus se juntaron con Yosef…»,

[Zohar Vayigash 6:61].

Entonces, es necesario que el «Yehudáh moderno» complete su “tikún” (corrección), esto es:

  1. que la Casa de Yehudáh admita su falta por haber arrojado (vendido) a Yeshúa a los paganos y;
  2. que lo reconozcan como parte de ellos y no verlo como ajeno.

Sólo así, y a través de esta “cercanía”, los yehudim (judíos) podrán advertir más claramente la identidad mesiánica de Yeshúa como ocurrió cuando los hermanos se “acercaron” a reconocer los signos hebraicos de Yosef (45:4), y entonces creyeron.

Cabe en este momento señalar que dentro del rabinismo en todas sus divisiones (ortodoxos y liberales), y a lo largo de todos estos dos mil años, han aparecido quienes piensan que Yeshúa es el Mashiaj anunciado por todas las Escrituras del Tanak, pero sus compromisos religiosos y el temor al rechazo de la comunidad judía toda, les ha impedido decirlo.

Un Rebe jasídico enseñaba:

«…Lo que falta hoy para que venga Mashiaj es que realmente queramos que venga. La llave está en nuestras manos; usémosla…».

Luego pues, mucho aportará la confesión abierta y el reclamo osado de Yeshúa Hanotzrí como “patrimonio” judío por parte de aquellos yehudim que anhelan que Mashiaj Yeshúa gobierne “prontamente y en nuestros días”.

Así es, y tal cual lo están leyendo, para muchos eruditos (del mundo judío y gentil), Yeshúa es «Mashiaj Ben Iosef» quien, para los tiempos finales volverá a Eretz Israel como «Mashiaj Ben David», [recuerden lo visto en la sección «Mikets», acerca de “Mashiaj Ben Iosef-Mashiaj Ben David…”].

Así mismo, estudiamdp el encuentro entre Yehudáh y Yosef, los sabios del Talmud llegaron a la conclusión que existen dos tipos de Mashiaj:

«…Hay dos reinados, uno es el de Yosef y el otro el de Yehudáh, está escrito que van a venir dos Mashiaj, uno de la “Casa de Yosef”, y otro de la “Casa de David”. El Mashiaj que viene de la Casa de Yosef es el que va a preparar el mundo para la venida del Mashiaj de la Casa de David que es Yehudáh. A estos eventos profético-mesiánico aludían también las visiones de Yosef…».

[Tomado de Keter Le Israel]
Por todo lo dicho hasta aquí, el Eterno nos conduce a que estemos atentos a los tiempos y las señales de los mismos, ya que el reconocimiento del «hermano judío» Yeshúa, por parte de la Casa de Judá (Yehdáh) podría ocurrir de golpe de un momento a otro en esta época.

Por eso, existen testimonios varios en forma de reflexiones escritas de diferente tipos de pensadores judíos (rabinos, intelectuales y académicos de altos títulos) que después de haber analizado en sus mentes los dos mil años transcurrido hasta nuestros días, señalan cómo el tal “Jesús romanizado” de la Iglesia Cristiana, puede ser interpretado como el Mesías, si se lo examina y medita como lo que en realidad fue; un varón judío de obediencia estricta a la Torah cuyo nombre hebreo es Yeshúa Ben Yosef (nombre del varón que se casó con su madre Miriam).

“Judá se Acercó a José” (Parasháh Vayigash)

Por P.A. David Nesher

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yoséf] y le dijo:
“Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Parhó.»

(Bereshit/Génesis 44:18)

Sobre este pasuk (versículo), dicen los sabios del judaísmo que, al aproximarse a Yoséf, Yehudáh estaba dispuesto a todo, incluso a guerrear. Al igual que la sección «Miketz», esta lectura también está empapada del espíritu del Mashiaj y de la redención final del pueblo de Israel. Los invito a abrir vuestras mentes a fin de permitir al Espíritu del Eterno implantar en ella todos las segulot (energías mesiánicas) que nos permitirán cumplir con nuestra misión mesiánica: unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo.

¿Por qué se interpuso Yehudáh con tanta firmeza para interceder por Binyamín?

Las palabras del propio Yehudáh a Yoséf lo responden:

“…Porque tu servidor se constituyó en garante del muchacho…”.

Es decir, Yehudá había garantizado a su padre, Yaakov, que retornaría de Egipto, cueste lo que cueste, trayendo consigo a su hermano Binyamín. Al respecto, Itzjak Abarbanel comenta:

«…De acuerdo a la opinión de nuestros sabios, la intención de Yehudáh, con este discurso es poner en evidencia las falsas acusaciones que Yoséf ha armado contra él y sus hermanos. Sin embargo, yo pienso que, de acuerdo al sentido literal del texto, la intención ha sido despertar la misericordia de Yoséf, ofreciéndose Yehudáh como esclavo para que Binyamín quede libre, vuelva a su padre y no muera éste de pena y tristeza. Es para convencer a Yosef de la veracidad de sus argumentos que Yehudáh relata minuciosamente detalles acerca de la vida de su familia. Yehudáh cuenta con la benevolencia del Gobernador de la tierra, que ya había dicho: “A Elokim yo venero” y, por lo tanto, no podía endurecer su corazón ante la pena de un anciano ausente y en tierra lejana. Iehudáh se acerca e inicia una conversación privada, casi íntima….».

La defensa de Yehudáh se apoya en dos fuertes argumentos que, a la postre harán que Yoséf no resista más:

  1. Siendo consecuente con sus actitudes anteriores para con los hermanos, Yoséf no puede retener a Binyamín.
  2. Yehudáh no puede volver a casa de su padre sin Binyamín, el hijo menor. El estilo y las palabras empleadas por Yehudáh salen del corazón y llegan al corazón.

Como lo dije ya en un estudio anterior, en el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso es que vemos que un nudo dramático se forma aquí y un intenso debate surge entre dos grandes potencias.

Cuando en los Tehilim-Salmos (48:4) leemos: «Pues he aquí que los reyes se reunieron…”, es una alusión a Yehudáh y Yosef, que ambos fueron reyes y se juntaron en una disputa. Sigue diciendo El Zohar que la “proximidad” de los dos hermanos es un choque entre “dos mundos”, porque por un lado Yehudáh es un rey (es la tribu de los futuros reyes judíos), y Yosef HaTzadik en ese momento era el rey –ejecutivo- de Egipto. En medio de esta pelea se encuentra el menor de los doce hermanos, Binyamin. Ambos reyes lo disputan con todo su vigor.

Como lo dije en la bitácora anterior,  Yehudáh representa el “Mundo físico” y así mismo también simboliza al Brit Miláh (Pacto de Circuncisión), que no es simplemente una circuncisión o el corte de piel, sino el Pacto de la procreación biológica. En tanto que Yoséf representa el “Mundo de las visiones proféticas” (revelaciones). La expresión “Yehudáh se acercó a Yosef”, habla de dos mundos que colisionan pero que a la vez se unen; el “Mundo de Arriba” (que es Yoséf), con el “Mundo de Abajo” (Yehudáh).

Pero la motivación fundamental de Yehudáh estaba en su anciano padre, por lo que procuraba evitarle más tristezas de las que había ya sufrido; no quería que su padre muriera por el hecho de que Binyamín no volviera a casa. Cuando Rajel (Raquel) murió, fue Yoséf quien le dio consuelo a su padre. Después que Yoséf fue vendido, Yaakov aún tenía a Binyamín. Ahora sin Binyamín, sería como si los tres se fueran al mismo tiempo.

No obstante, la confrontación entre estos dos gigantes tuvo, en definitiva, resultados positivos. Pues lo que condiciona el establecimiento de relaciones armoniosas en el seno de la familia y de la sociedad es la unión del poder temporal representado por Yehudáh, fundador de la tribu real y, del poder espiritual representado por Yoséf Ha-Tzadik (José el Justo). En efecto, ninguna fuente de bendiciones es más generosa para los hombres que la que brota de la alianza entre la monarquía y los ideales religiosos.

ÓPTICA PROFÉTICA

“Yehudáh se acercó a Yoséf”, una expresión con profundos y múltiples códigos proféticos.

En relación al reencuentro de estos dos personajes, cabe precisar que, algo semejante ocurre en nuestros días: Yehudáh (pueblo judío moderno) se está “acercando” a Yoséf, está buscándolo, ya que se encuentra asimilado en “Egipto” (las naciones idólatras). En la actualidad podemos percatarnos que de poco en poquito, miembros de la Casa de Efrayím (descendiente de Yoséf), están volviendo a la unidad familiar y a sus raíces espirituales, tal como Yoséf volvió a sus costumbres hebreas al convivir nuevamente con su padre y hermanos.

La lucha que está desarrollándose aquí, solo cesará en los días de Mashiaj, como lo anuncia el profeta Ishayahu cuando evoca la venida del Redentor:

“…Entonces cesará el afán de rivalidad de Efrayím el representante de los descendientes de Yoséf y los odios de Yehudah desaparecerán; Efrayím dejará de envidiar a Yehudah y Yehudah dejará de ser enemigo de Efrayím
(Isaías 11: 13)

En efecto, si enfocamos los hechos desde una perspectiva histórica, observamos que la reconciliación entre los dos hermanos no sobrevivió al pasar el tiempo: cuando, tras la muerte del rey Shelomó, el reino de Israel se escondió en dos partes antagónicas, una se llamó Yehudáh y la otra Efrayím. En cuanto a Binyamín, permaneció siempre junto a Yehudáh, su gran protector, y nunca se alió con Efrayím y Menashéh, hijos de Yoséf, cosa que éste presintió dolorosamente desde el principio.

LA VARA DE YEHUDÁH Y LA VARA DE YOSEF SE VUELVEN UNA SOLA.

Cuando se consideran los acontecimientos de la historia de Yoséf que provocaron el “acercamiento” entre éste y sus hermanos, podemos comprender la naturaleza monumental de las expectativas del profeta Yejezkel (Ezequiel) para la restauración definitiva del pueblo judío.

El libro de El Zohar enseña que, el hecho de que Yoséf se manifestara ante sus hermanos, es una descripción del nuevo tiempo cuando HaKadosh Baruj Hu (El Santo Bendito Sea) levante a todo Israel del polvo de la tierra “resucitándolos”, para fusionarse Él directamente con ellos. Y así como en el palacio de Yoséf retiraron a todos los extraños a fin de que solo estuviesen los 12 hijos de Yaakov desahogándose juntos, tampoco habrá naciones idólatras cuando Yahvéh habite en medio de Sus doce tribus (dos Casas) de Israel.

Por este motivo el profeta enseña sobre la resurrección de los muertos mediante la ilustración de unos “huesos secos” (Ezequiel 37), pero específicamente la «Haftaráh Vayigash» (Yejezkel/Ezequiel 37:15-28), nos habla de “dos varas” (o palos); uno representa al reino de Yehudáh y el otro al reino de Yoséf (o Casa de Efrayim).

Esta hermosa Haftará del profeta Ezequiel trata de lo que sucederá en los tiempos del Mashíaj.

El profeta anteriormente había tenido una visión de ensayo de resurrección de muertos. Inmediatamente después empezó a profetizar lo que sucederá después de esa resurrección, cuando llegue el Mashíaj. Uno de los efectos fundamentales del Mashíaj es la Unión Total del Pueblo de Israel que por causa de su dispersión, se dividieron en muchísimos grupos con diferentes costumbres y leyes.

La relación de la Haftaráh con la Parasháh es evidente, ya que en esta parashá se menciona la unión de los hermanos con Yoséf. Probablemente también se explica en esta parasháh porque Binyamím se unió al reinado de Yehudáh; quizá por el hecho que Yehudáh entregó su vida por Binyamím, como lo vemos en esta Parashá Vayigash.

La fusión de los dos palos representa la unidad de los reinos que transpirarán durante la Era Mesiánica, con Mashiaj, un descendiente del rey David al frente de este imperio unificado. Hasta el día de hoy, la re-patriación de las tribus perdidas de Israel sigue siendo un componente del sueño de la redención final. “Que ocurra pronto y en nuestros días”; reza el pueblo judío. Yo a esta declaración digo ¡Amén!

Colisionar para Fusionarse Reconciliados (Parashá Vayigash)

Por P.A. David Nesher 

 

Vayigash elav Yehudah vayomer bi adoni yedaber-na avdeja davar be’ozney adoni ve’al-yijar apja be’avdeja ki kamoja keFar’oh.

«Entonces Yehudá se acercó a él [a Yosef] y le dijo: “Por favor, mi amo, permítame que yo, su servidor, le diga algo [sea receptivo a mi mensaje]; no se enoje contra mí, pues usted es como Faraón (Parhó).

(Bereshit/Génesis 44:18)

 

En esta parashá continuamos con la historia de Yosef y su encuentro con sus hermanos. Vayigash (וַיִּגַַּ֨שׁ ) significa literalmente “Y se acercó”.

En el libro de El Zohar los sabios se preguntan en un debate por qué en la Torah se emplea el vocablo וַיִּגַַּ֨שׁ (“Vayigash”), siendo que existen otras expresiones para indicar un “acercamiento”. La respuesta es que la raíz hebraica de “vayigash” es “nagsh” (Nun נ, Guimel ג , Shin ש), que es igualmente la raíz de la palabra “hitnagshut”, que significa “colisión”, o choque. Por eso, también puede traducirse como «Y colisionó para fusionarse» (en otra bitácora ampliaré más esto).

Si la primera palabra de la porción es Vayigashse acercó«) es porque allí se encierra la esencia de la lección de la semana.  En el clímax de la «Parashat Vayigash», Yosef revela su identidad a sus hermanos que lo habían vendido como esclavo años atrás. A través de besos y lágrimas, Yaakov y sus 12 hijos volverán a ser una sola familia. Todos se reconcilian dejando a sus espaldas el difícil y desgarrador pasado. Pero antes de estos hechos, Yehudáh (Judá) confrontará a Yosef por la acusación que hizo sobre el robo de su “copa de la adivinación”. A fin de cuentas, ¿qué sentido hay en que Yosef desee tomar a Binyamín como siervo si supuestamente es un ladrón? ¿Para qué quiere el Virrey un mozo cleptómano? Esto no es coherente y Yehudá lo sabe. “Aquí hay gato encerrado”, diría Yehudáh usando una frase de nuestros días.

Así vemos que Yehudáh no soportó más y dio un paso adelante para explicar lo que había sucedido. Esto era peligroso pues Yoséf podría haber mandado que lo mataran. Pero Yehudáh defendió con valor su vida y la de sus hermanos e imploró misericordia. Y ofreció ocupar el lugar de Binyamín. Hay momentos en que debemos guardar silencio, pero hay momentos en que debemos hablar, incluso si esto tiene serias repercusiones. Cuando enfrente una situación que necesita una voz fuerte y una acción valerosa, acuérdese de Yehudáh y hable.

Esta es sin duda, una de las lecturas más emocionantes registradas en la Torah y el Tanak, ya que se narra el emotivo reencuentro de Yosef con sus once hermanos y su padre Yaakov. Por otro lado, resulta muy interesante que la Torah ocupe más pasukim para hablar de Yosef que de los mismos patriarcas Abraham avinu, Itzjak avinu y Yaakov avinu, especialmente teniendo en cuenta que Yosef solo representa a una de las 12 tribus de Israel (aunque en realidad son dos tribus las que provienen de él), mientras que los patriarcas son la fuente misma de toda la nación hebrea.

En esta sección Yehudáh representa a la sefiráh Malkut (Mundo Físico) y Yosef a la sefiráh Yesod (esfera celestial de vinculación con todos los ámbitos del Mundo de Arriba). Por tanto, el poder de la energía de esta semana se concentra en cerrar la distancia que hay entre Malkut y Yesod. No olvidemos entonces que Yesod representa al Cielo y Malkut a la Tierra.

La colisión mencionada en el segundo párrafo está detallada en el Midrash y se refiere a dos impulsos opuestos: nuestro deseo ontológico (esencial) de conectar con nuestro Creador y las necesidades, impulsos y deseos de nuestro cuerpo de someterse a los impulsos sensoriales que pugnan por dominar nuestras emociones.

Justamente Yesod es la esfera celestial donde la actividad sacerdotal del Mesías transfiere luz a Malkut (la Tierra), pero somos nosotros mismos los que determinamos con nuestras acciones cuanto recibiremos de Él desde esa dimensionalidad celestial (Yesod). Recordemos y aceptemos que nuestras acciones son las que hacen que la zona de Yesod se contenga o que fluya. Pues bien, la energía de esta semana nos ayuda a aprender a evitar que Yesod se contenga. Comprenderemos que estar asociados con Yeshúa HaMashiaj permite que el chorro de Yesod se abra y todo lo que suceda en consecuencia sea siempre milagroso. 

¿Qué más podemos pedirle a la vida? Todo lo que queremos es construir el Paraíso (Gan Edén) en la Tierra. Hacer descender el Cielo a nuestro mundo (Mateo 6:10). Pues bien, esta porción es la que nos da esa materia prima para que descienda el Cielo en todos los aspectos de nuestra vida (amor, familia trabajo, dinero, salud, etc.). Yesod es el almacén de todo lo que podemos desear, así que para cerrar la distancia que tenemos con él, tenemos que eliminar el caos de nuestra vida. ¿Cómo? Removiéndolo, y esto requiere mucho valor, porque a veces es muy doloroso. El dolor de esta lucha cotidiana de colisión para fusión lo describía el apóstol Pablo, cuando a los romanos les decía:

«¡Miserable de mí!

¿quién me librará de este cuerpo de muerte?

Gracias doy a Dios, por Jesús, el Cristo Señor nuestro.

Así que, yo mismo con la mente sirvo a la Torah de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.»

(Romanos 7:24-25)

Por ello, en esta semana estaremos conectados a la gratitud al Eterno por habernos dado a Yeshúa quien demostró en su propio cuerpo con unir los dos planes de la existencia desde el correcto uso de su esencia: ser Deseo. Así lograremos que nuestro cuerpo (instrumento propio de Malkut) sea utilizado por el Espíritu Santificador de Yahvéh para ascender todo lo material hasta sublimarlo con lo celestial.

Debemos saber y aceptar que en Malkut (el cuerpo) es donde nuestro mundo psicoemocional (hebreo Zeir Anpin) se materializa. Tenemos muchos rincones oscuros, muchas sombras del pasado que, consciente o inconscientemente, ocultamos en lo profundo de nuestra psiquis. Entendemos, por los experimentos de las neurociencias, que esto funciona como un mecanismo de protección, está bien, pero que saber y aceptar que no porque escondemos nuestros traumas y frustraciones, ellos no nos están corroyendo por dentro. Por ello, muchas disciplinas de las ciencias de la salud, en su apertura holística, aseguran que las enfermedades son la purga de esas emociones no sanadas. Arrastramos traumas infantiles toda la vida sin poder sanarlos conscientemente, y, a veces, eso desata una enfermedad mortal, como el cáncer. Yo sé que nadie quiere sufrir, pero el dolor debe salir a través del trabajo espiritual o por medio de una enfermedad.

Malkut es puro deseo egoísta (ratzón atzmut) y por cada deseo hay una vasija. Cuando un espacio de la vasija está ocupado con una situación no resuelta, esto es igual a una vasija cerrada como una nuez. La Luz Infinita no tiene manera de penetrar. Por tanto, esa nuez hay que romperla, y es eso lo que duele (en el idioma paulino, a esto se le llama «castigar el cuerpo» – ver 1 Corinitios cap. 9 vers. 27). Salir de un trauma duele porque para el subconsciente es como si fuera un hijo y ha vivido con él durante años (es lo único que conoce). Nos cuesta romperlo porque lo desconocido causa miedo.

Te invito, estimado lector, a que imagines que cada problema o dolor que se te presenta es una nuez que vas a romper. En cuanto se rompe, sentirás la tristeza, el dolor, llorarás… pero debes saber que estás en el proceso verdadero de acercarte a Yeshúa como Salvador. Ese proceso de sanación es la semilla de la nuez que te estás comiendo y digiriendo, pero una vez que termine, te queda el espacio para que la vasija se llene de Luz mesiánica. Ella es simple y tiene una sola programación: dar. No puede haber una vasija vacía, porque en cuanto el espacio esté disponible, enseguida se llenará de Luz.

Justamente de esto se trata el proceso de salvación que el Eterno ha realizado con sus llamados, tal y como lo describe el apóstol Pablo al escribir:

«Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó…»

(Romanos 8:30)

Es decir que a través de Yeshúa HaMashiaj hemos escapado del mundo sensoro-emocional en donde habita el miedo limitante, la ira y el sentimiento de ser una víctima (emociones estas que nos bajan la frecuencia), para ir a la cabeza, que son los niveles superiores intelectuales que conectan con las dimensiones de Yesod; las zonas donde todo le es posible al que cree (Marcos 9: 23).

En esta semana seremos capacitados por el Espíritu de la profecía (Apoc. 19:10) para entender que nuestra propia naturaleza reactiva que siempre busca detenernos, volvernos lentos o paralizarnos psíquica y emocionalmente, se vale del mecanismo de la víctima como la principal herramienta del cuerpo, para evitar los cambios que anhelamos a hacer, y que a ese nuestro satán no le gustan nada. La naturaleza corpórea rechaza los cambios porque ello incluye una actividad psíquica, emocional, química o celular nueva, que terminará produciendo un movimiento interno de conexión con la energía de la vida eterna (es decir, una vida con la calidad del Eterno); y el cuerpo, por causa del pecado, tiene implícito una memoria de muerte, porque constantemente se está regenerando, es decir, una parte nuestra muere y otra renace, por lo tanto debemos encontrar una manera diferente que nos llevará a un verdadero cambio y transformación, es por eso que se ha revelado públicamente el yugo de Yeshúa, que están provocando que cada día despierten más varones y mujeres, salgan de la zona de la Gran P… (Babilonia) y acepten hacerse sus discípulos a fin de sanar sus almas hasta lograr unir el Mundo de Arriba con el Mundo de Abajo. Así cuando los redimidos logran su misión en plenitud uniendo Cielo y Tierra, el Nombre de YHVH es santificado y se activa produciendo un flujo de milagros en la fisicalidad.

Anhelo que te interese caminar conmigo en estos seis días de ascensión y promoción mesiánica.

Shalom!