Por P.A. David Nesher
« Habitó José en Egipto, él y la casa de su padre; y vivió José ciento diez años.Vio José los hijos de Efraín hasta la tercera generación; y también los hijos de Maquir hijo de Manasés fueron criados sobre las rodillas de José.
Un día, José dijo a sus hermanos:
—Yo voy a morir, pero Dios ciertamente os visitará y os hará subir de esta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac y a Jacob. .»
(Bereshit/Génesis 50: 25-26)
Este evento está ocurriendo unos cincuenta y cuatro años después de la muerte de Yaakov (Jacob).
Yosef ejerció el cargo de virrey durante 40 años; y a la muerte del faraón ocupó su lugar, y reinó sobre Egipto durante 40 años más. Yosef falleció a la edad de 110 años [dato de la Torat Emet]. Los egipcios veían en esta cifra el ideal de la vida. Hay veintisiete referencias a esto en manuscritos egipcios al número 110. Esta era considerablemente la edad más joven a la que Avraham (ciento setenta y cinco años), Itzjak (ciento ochenta años), y Yaakov (ciento cuarenta y siete años) habían muerto. [Podemos notar como la longevidad de la humanidad va disminuyendo poco a poco después del diluvio].
El sabio Abarbanel hace un comentario referente a este pasajes
«Cuando Yosef fue investido por Parhó era de edad de treinta años, (Gén. 41:46) lo que indica que su función de gobierno se extendió por un lapso de ochenta años, sin altibajos, esto es una cosa grande y muy sorprendente, yo nunca lo he visto, ni siquiera en la historia y relatos de los reyes de Roma y de los demás pueblos”.
Yosef llegó a ver hasta la tercera generación de los hijos de Efrayim. Pudo haber vivido lo suficiente para ver a sus bisnietos. Yosef interviene en la educación de sus nietos y bisnietos y les da algo de sí mismo. Pero no viviría para siempre. Esto él lo sabía muy bien, tanto como que él sabía que por el pacto que el Eterno había hecho con Avraham, Itzjak y Yaakov, este no sería su lugar de descanso. Su huesos estarían finalmente de vuelta en Canaán.
Es aquí donde aparece en su boca una frase encriptada el Olam Havá (Mundo Venidero): “Pakod ifkod” ( פָׁקֹ֨ד יִפְקִֹ֤ד ). Explica el Midrash que la fraseología es un código o señal (50:25), que fue transmitido a las tribus mediante Yaakov y Yosef. Los hijos de Israel saben que estas palabras son las que habrán de anunciarles su futura redención.
“Pakod” significa “recordar” o “visitar”, que según el Zohar, describe una intervención providencial que se sitúa más allá de las leyes naturales. Por ende, “…Yo me muero, más el Eterno ciertamente los visitará (recordará)…”, se refiere a la futura liberación de los benei Israel (hijos de Israel).
Pakod ifkod es el código de la redención. Dios le dice a Moshé que diga a los Hijos de Israel: «Te he recordado por cierto (pakod pakadeti)», y Rashí explica: «Esta señal fue entregada en sus manos, porque con estas palabras son redimidos«. Pekidáh es una forma profunda de recordar que produce el despertar en la práctica, como en la primera vez que aparece este verbo en la Torah, «Y Dios recordó por cierto (pakad) a Saráh«.
Alguno puede ser tentado a pensar que si Dios nos recuerda profundamente, podemos pensar que no tenemos ningún papel que desempeñar y que podemos hundirnos en un profundo sueño. Pero eso no es verdad. Nuestras acciones, despertando desde abajo, despiertan a Yahvéh para actuar desde Arriba. Este es un principio fundamental, en palabras del Zohar: «Con el despertar desde abajo, el despertar desde el cielo está habilitado«.
«Pakod ifkod«, dos palabras llenas de códigos de destino celestial. Pakod alude a nuestro despertar para recordar profundamente al Eterno, e ifkod alude al profundo recuerdo de Yahvéh a nosotros. Por lo tanto, el significado del verso, «Pakod ifkod Elokim etjem» es:
- «Pakod Elokim / _Recuerdas profundamente a Dios- y entonces –
- _Ifkod etjem / _Dios te recordará profundamente».
La raíz pakod, פקד, tiene muchos significados en la lengua sagrada (el hebreo), ya que también se usa para describir la conexión interna entre marido y mujer. Los sabios usan expresan así esta idea: «Un hombre está obligado a tener relaciones íntimas (lifkod) con su esposa«. Por lo tanto, cuando Yoséf está diciendo a sus hermanos que «el Eterno los recordará profundamente (Pakod ifkod)” les está solicitando que recuerden que Yahvéh los recordará como un esposo que se relaciona íntimamente con su esposa. Aquí está aún más claro que la perfección de esto es una interacción mutua: la esposa se despierta hacia su esposo (Pakod) y el esposo se despierta hacia su esposa (Pakadeti).
El Midrash sigue contando que Séraj, la hija de Asher, la única de todos los nietos de Yaakov que vivía cuando aparece Moshé rabenu, era la que conocía la clave para la liberación. Ésta le fue enseñada al morir Yosef. Entonces, cuando Yahvéh envió a Moshé como libertador del pueblo israelita, los ancianos preguntaron a Séraj si la contraseña de Moshé corresponde a la tradición secreta que ella recibió. Séraj les contestó afirmativamente, y entonces los israelitas reconocieron a Moshé como el redentor prometido [Midrash, pág 386-387].
Entonces la frase “Pakod ifkod” como clave de liberación, es una señal para dos momentos proféticos. Uno hace referencia a Moshé y el otro a la redención mesiánica mediante el Rey Mashíaj. Así, Mashiaj ben David (Yeshúa), cumplirá está profecía y emitirá las mismas palabras que hablaron Yaakov, Yosef y Moshé. El Eterno “se acordaría” enviando a Su redentor, no solo para salvar al pueblo de la tiranía egipcia, sino también para rescatarlo de todos los tormentos, hasta el advenimiento definitivo de «Melej HaMashíaj Ben David».
“Pakod Ifkod”, dos palabras son los puntos de luz que preservan la esperanza de Israel a los largo de miles de años, aguardando el amanecer por venir con Su siervo el Mashiaj.
Después de que Yosef pronuncia las palabras “Pakod ifkod”, hace jurar a sus hermanos que al salir de Egipto lleven su cuerpo a sepultar en Shejem (Sicqem). Shejem era un territorio de Kenaán que adquirió Yaakov.
Shejem es el lugar donde Yosef fue vendido, ahí pues, descansarían sus restos.
Sus huesos en el ataúd serían un recordatorio constante a sus descendientes y a sus hermanos de que Egipto no era el hogar de ellos. Un día todos ellos regresarían a Canaán, tal como Yahvéh lo había prometido.
Este es uno de los hechos referentes a Yosef que menciona la carta a los Hebreos:
“…Por la fe Yosef, al morir, mencionó el éxodo de los hijos de Israel, y dio instrucciones acerca de sus huesos…”
(Hebreos 11:22)
De todas las cosas que el Espíritu de Yahvéh podría escoger de la vida de Yosef, fue esto lo que priorizó. No fue que se negara a pecar con la mujer de Potifar, o que fuese fiel en la prisión. ¿Por qué era tan importante esta actitud para que fuera mencionada como la evidencia de la fe de Yosef? Porque para este tzadik (justo) las promesas de Israel están unidas a la Tierra Santa, residencia preferencial de la Shekinah.
Así, y desde esta conciencia, leemos que en los días de Moshé rabenu se cumplió la voluntad de Yosef:
“…Y Moshé llevó consigo los restos de Iosef, que hizo jurar a los israelitas y declaró: “En verdad, Elokim los recordará [y los sacará de aquí]. Y se llevarán mis restos con ustedes…”
[Shemot/Éxodo 13:19 – Torah Emet].
En el libro de Yehoshúa/Josué está escrito:
“…Y los huesos de Yosef, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, los enterraron en Shejem, en la porción del campo que Yaakov compró de los hijos de Jamor, padre de Shejem, por cien quesitim, y quedaron en posesión de los hijos de Yosef…”,
[Yehoshúa/Josué 24:32 Katz]
Los sabios enseñan que Yosef representa por sus méritos al «Mundo Superior», según se explicó en capítulos anteriores. Por ello, las bendiciones de “Arriba” descendieron hacia “abajo” cuando él gobernaba.
Yosef murió y fue embalsamado. Con su partida, los benei Israel empezaron a experimentar los sufrimientos del exilio, pues la gente del país ya no los veía como amigos e invitados, por el contrario, comenzaron a verlos como invasores extranjeros, por lo que se les forzó a trabajar además de agobiarlos con elevados impuestos.
Tiempo después, como los manantiales de Egipto se secaron con la muerte de Yosef, los egipcios se tomaron la libertad de sepultarlo en las profundidades del Nilo –basados en las creencias de los hechiceros de Egipto, de ese modo Yosef daría una bendición a sus aguas.
Yosef gobernó a Egipto durante 80 años y con su muerte finaliza la historia de los patriarcas hebreos. Yosef fue un varón de admirable virtud que condujo los asuntos de trabajo así como su vida personal con total integridad y prudencia. Usó su poder con moderación trayendo la felicidad a hebreos, extranjeros y egipcios, sobre todo cuando Egipto vivió la más terrible crisis alimentaria de su historia.
Este primer libro del Tanak les relata acerca de los hijos de Israel quiénes fueron los antecesores del Pueblo Escogido. Sin embargo, el linaje de un pueblo, no es solamente, el linaje físico sino aquel linaje que emerge de la lucha entre lo humano y lo Divino. El sufrimiento en Egipto y la liberación de la esclavitud forman un pueblo que no es, solamente, de la misma sangre sino unido, también, a sus antecesores, en el Dios de sus patriarcas. Por lo cual, ellos pueden resistir el sufrimiento y esperar su liberación.
Avraham había tenido dos hijos, mas ellos habían sido incompatibles.
Itzjak había tenido, también, dos hijos, pero estos se separaron para siempre.
Sin embargo, a través de los doce hijos de Yaakov el futuro parecía asegurado. No obstante un gran número implica el peligro de la desunión y por cierto, la discordia surgió, ellos odiaron y persiguieron al mejor de los hijos. Sin embargo finalmente se logró una reconciliación completa, no a través de un mediador sino de un cambio interno en las personas. El hijo odiado había esperado esto en silencio y en fe. Así es como también él, al reencontrarse con sus hermanos, lo reconoce gracias a su amor fraternal.
Como vemos la fuerza que conduce hacia la reconciliación es el pensamiento en el padre común de ellos (en vida o en muerte) y en el Eterno, a través del cual las generaciones se encuentran.
La idea general de todo el libro Bereshit aparece a grandes rasgos:
«Dios es Creador, es el poder que orienta y es Juez del universo. Es el mismo Dios de Abraham. Itzjak y Yaakov, patriarcas de Israel, cuyos descendientes forman el pueblo llamado: Benei-Israel.
La historia nacional de Israel está dirigida por Dios y por la respuesta de Israel a Dios.” (Benno Jacob).
De esta forma llegamos al final de una de las narraciones más intensas y dramáticas de la Torah, y de aquí pasamos a otro episodio importante en la historia del pueblo de Israel…el Éxodo de Egipto. [Textos en español, tomados de la “Torat Emet”] Y así vemos que el Sefer Bereshit (libro de Génesis) comenzó con el hombre en el jardín del Edén y termina con él en un ataúd en Egipto. El paraíso se había perdido y el mundo necesitaba ser liberado del pecado. Así, la base ha sido establecida y la transición es natural de los versículos iniciales del Éxodo, donde Yahvéh levantaría un nuevo profeta y líder en Su siervo Moisés (Moshé).
Lej ve’asafta et-zikney Yisra’el ve’amarta alehem Adonay Elohey avoteyjem nir’ah elay Elohey Avraham Yitsjak veYa’akov lemor pakod pakadeti etjem ve’et-he’asuy lajem beMitsrayim.
«Anda, reúne a los ancianos [sabios referentes] de Israel, y diles: “Yahvéh, Elokim de sus antepasados, se ha presentado ante mí — Elokim de Abraham, de Itzjak y de Iaacov — [se me ha revelado] diciendo:
‘En efecto, he puesto Mi atención en ustedes y en el trato que les dan en Egipto”.
(Éxodo/Shemot 3:16)
“Pakod Pakádeti” ( פָּ קד פָּקַ֙דְתִי֙ ): Estos vocablos pueden interpretarse, literalmente como “vigilar, vigilará”, o “ayudar, ayudará” (como en Gen. 50:25). Cuando los israelitas escucharon esta doble expresión inmediatamente supieron que se trataba de la verdadera liberación, (Gén. 50:24).
Por eso el Eterno le ordenó a Moshé que emplee esa paráfrasis, pues entonces le creerían.
Los benei Israel escucharían a Moshé y les transmitiría las palabras del Cielo. Registra el Midrash lo que el Eterno le indicó en la montaña:
«…Cuando tú les menciones “pakod – pakadti”, ellos harán caso a tu voz porque tienen una señal de su antepasado Yosef que ésta sería usada por el que habría de rescatar a los benei Israel…»,
[Midrash, pág 34]
Moshé no podía dudar de su misión. Él no podía pensar que sus hermanos no le creerían. La esperanza de liberación estaba codificada en sus mentes y corazones con esperanza a causa de un código maravilloso que la Luz Infinita les había sembrado desde la época de Yosef.