Por P.A. David Nesher
Vayikra Far’oh shem-Yosef Tsofnat Paneaj vayiten-lo et-Osnat bat-Poti Fera kohen On le’ishah vayetse Yosef al-erets Mitsrayim.
«Y Parhó llamó a Iosef “Tzafenat Paneaj”, [“Interpretador de mensajes crípticos”] y le dio por esposa a Asenat, hija de Poti Fera [Potifar], ministro de On. [Después], Iosef salió por la tierra de Egipto.»
(Bereshit/Génesis 41:45)
La civilización egipcia era tan antigua como el tiempo. Los egipcios eran descendientes de Mitzraim, uno de los nietos de Noé. El Faraón era conocido como el Rey de las Dos Tierras porque Egipto estaba dividido en dos grandes zonas: El Alto y el Bajo Egipto. La producción de trigo de esa nación era inmensa, tanto que siglos después se convertirá en el granero del imperio Romano. Estaba repleto de grandes matemáticos, arquitectos, músicos y las calles de sus ciudades rebosaban de mercaderes, malabaristas y muchas prostitutas. Un ejército de médicos mantenía a raya la malaria. Los científicos modernos desconocen que técnicas usaban o de qué medicamentos se valían pero eran bastante eficaces para combatir esa enfermedad. La magia era el pan nuestro de cada día al igual que las sectas esotéricas. Y allí estaba, el bisnieto de Abraham, descendiente de Sem, el hebreo Yoséf… el esclavo con el don divino de interpretar sueños. Allí estaba, de pie frente al hombre más poderoso del mundo que ellos conocían, el Parhó (Faraón), quien le daría una esposa y un nuevo nombre: Zafnat Panea (hbr. Tzafnat Panéaj)
Yoséf se casó con Osnat (Asenat), hija de Poti-Fera. Hay diversas opiniones sobre este Potifera; algunos intérpretes piensan que es el antiguo amo de Yoséf (Potifar), si así fuere, esta es la ironía del destino; Egipto era el país de las castas y de las jerarquías, de los faraones y los esclavos, donde toda mezcla sanguínea con seres de inferior rango eran repudiados. Ahora el gran cortesano de Egipto, Poti-Fera debía entregar a su propia hija al esclavo hebreo. Por otra parte, la mujer de Potifar entregará a su hija al hombre que ella deseaba para sí, y deberá elevar al hombre a quien envió a una tenebrosa prisión. En síntesis, las ruedas del destino giran prontas y misteriosamente, y todo lo absurdo empieza a acontecer. De este modo, el siervo se convierte en amo, y el amo se prosterna ante el siervo.
También encuentro honesto contarles que debido a que a los rabinos no les gusta el hecho de que Yoséf tuviera una novia gentil, entonces aplican una leyenda que dice que Asenat era realmente la hija de Dina y Siquem. Ellos enseñan que ella fue expulsada de la casa de Yaakov avinu, abandonada en la frontera de Egipto, y entonces, supuestamente fue adoptada por Potifera sacerdote de On y su esposa, para finalmente casarse providencialmente con Yosef.
Desde el momento en que Yoséf subió al poder, se propuso desarraigar el mal social y convencer a los egipcios de que llevasen una vida moral más sana y más pura.
YOSÉF ES TZAFENAT PANEAJ
“Tzafnat Panéaj” (צָפְנַת פַּעְנֵּ ח) Es el nombre que Faraón dio a Yoséf al ungirlo como gobernador de Egipto. Esto de cambiar el nombre corresponde a una costumbre de la nobleza egipcia y, a veces también a la usanza hebrea (ver Núm 13: 16).
No es un nombre importante, sin embargo, se le dio con el propósito de distinguirlo a causa de su especial don.
Para Faraón el título quiere significar “revelador de cosas ocultas”, o “el que descifra misterios”.
Según Rashí y Flavio Josefo, el nombre Tzafnat Panéaj significa “revelador de misterios”. Tzafnat podría derivar de la raíz tzafán, que significa “esconder”, “ocultar”. La versión LXX (Setenta) y la versión Copta tradujo este nombre como “salvador del mundo”.
Este cambio de nombre tuvo su importancia en el posterior desarrollo de nuestra historia ya que contribuyó a disimular la identidad de Yoséf cuando sus hermanos llegaron a Egipto.
Para algunos judíos, el significado viene a ser: “¿Quién es capaz de descifrar lo que hay oculto tras esta máscara?»
Lo más probable es que el significado del nombre sea «Dios habla y vive«, refiriéndose a la Palabra de Dios viniendo a través de Yoséf, asegurando la preservación del país, por medio de métodos celestiales. Todo esto porque Yoséf demostró con su vida que Dios vive y habla y que sería la salvación de Egipto, de Israel y las naciones vecinas. Con este nombre, el Parhó (Faraón) reconocía en Yoséf a un hombre que reflejo que Dios existe y quería salvar a la humanidad de toda destrucción que el caos ocasiona.
Hoy, para nosotros el mensaje es bien fuerte. Este mundo que esta por perecer necesita de cada uno de nosotros, los redimidos. Sí necesita de usted que ama la Torah, y es un hijo primogénito en Yeshúa. El mundo necesita que usted le refleje que hay un Dios que Vive y habla. El Eterno uso a Yoséf para salvarlos. Él también lo usará a usted si acepta el desafío. Ese es su propósito de estar vivo aquí y ahora.
TIPOLOGÍA MESIÁNICA.
Así como Yoséf adquirió una identidad pagana (egipcia), Yeshúa por su parte fue secuestrado y desfigurado; se lo romanizó y luego cristianizó. La eclesiástica cristiana le dio un sobrenombre latino: “Jesucristo”. Pero todo esto no es más que un antifaz que le colocaron en su rostro para que no se le identifique como lo que es, un hijo de Israel que observó la Torah y que llegó a ser reconocido como Mashíaj por millares de su nación, durante los dos primeros siglos de la Era Común.
¿Significará esto que nuestros hermanos yehudim (judíos) de nuestra época podrán descifrar lo que “hay oculto tras la máscara” del nazareno Yeshúa? En un primer momento, los hermanos de Yoséf, estando aún frente a él, no lograron reconocerlo; sin embargo, fue hasta la segunda entrevista que les fue revelada la identidad de su hermano.