Tribus Perdidas

La secuencia de la Fe Mesiánica escondida en los primeros cuatro hijos de Lea

Por P.A. David Nesher

Al estudiar la cuarta aliyáh (ascensión) de la parashá Vayetzé notamos como la Torah resalta la bendición del Eterno, que había prometido multiplicar la descendencia de Yaakov avinu; y será precisamente la esposa «desamada» la que es particularmente fecunda por disposición divina que tiene especial providencia de los desamparados. Tengamos en cuenta que la esterilidad era tenida por una afrenta en la sociedad israelita. Así, la esposa despreciada por Yaakov es compensada por la Providencia divina con el nacimiento inmediato de cuatro hijos.

  • El primer hijo de Lea se llamaba Rubén, palabra que se compone de dos partes: reu (“ver”) y ben (“hijo”). Este nombre significa: “he aquí un hijo”. 
  • El segundo hijo se llamaba Simeón, que contiene la raíz shama (“oír”), Lea eligió este nombre porque “el Señor escuchó” su oración (Gén. 29:33).
  • El tercer hijo se llamaba Leví, cuyo nombre está basado en la raíz lava (“unir”).
  • Y el cuarto hijo se llamaba Judá, que a su vez se basa en la raíz oda (“alabar”).

Al observar de cerca el significado de estos cuatro nombres hebreos, nos damos cuenta de que no se trata de palabras puestas al azar, al contrario, vemos una progresión muy consciente que describe de manera concisa la experiencia de la fe a través del Mesías.

En esta secuencia se comienza por contemplar al hijo de Dios, luego se ruega por el perdón y el Señor te escucha. El espíritu de Dios se une a tu espíritu, y a continuación proclamas las alabanzas.

¡Objeto de Violencia Son Sus Armas! (Simón y Leví)

Por P.A. David Nesher

Shim’on veLevi ajim kley 8amás mejeroteyhem. Besodam al-tavo nafshi bikehalam al-tejad kevodi ki ve’apam hargu ish uvirtsonam ikru-shor. Arur apam ki az ve’evratam ki kashatah ajalkem beYa’akov va’afitsem beYisra’el.

«Shimón y Leví son camaradas, instrumentos de violencia son sus armas.
¡En su maquinación no entre mi alma, ni te ligues, oh mi honor, con su congregación Pues en su saña mataron hombres y en su capricho pretendieron mutilar un toro.
¡Maldita sea su ira, porque es fuerte; y su furia, porque es cruel! Los dividiré en Yaakov y los esparciré en Israel.»

(Bereshit/Génesis 49_5-7)

Los dos hijos mayores siguientes fueron Shimón y Leví. Como siempre ellos, estaban de pie uno al lado del otro delante de Yaakov su padre. El nombre Shimón proviene de la palabra hebrea shemáh (o shamáh), que significa «escuchar«, «oír hasta obedecer«. Su nombre sugiere que Yaakov lo nombró como un hijo que escucharía a Yahvéh, y quizás lo más importante, para obedecer Su Palabra. Así que cuando recitamos cantando: «Shemáh Israel, YHVH Eloheinu, YHVH ejad» («Escucha Israel, YHVH nuestro Dios, YHVH es Uno«), significa que queremos escuchar y obedecer lo que YHVH nos ha dicho y mandado. En la mente hebrea, usted realmente no ha escuchado nada hasta que usted no actúa en consecuencia; las acciones hablan más que las palabras. Así que aquí tiene un hijo con el nombre Shemáh (o Shamáh) construyéndose a sí mismo de una manera egoica («A mi manera»). Él era quien debía escuchar a Yahvéh, pero francamente, con demasiada frecuencia Shimón actuaba como si estuviera sordo a Su Voz.

El nombre Leví significa «unido» o «conectado«. Como espíritus afines ellos se unieron «como carne y uña» desde que ellos eran jóvenes, «son camaradas» los describirá su padre. Ellos eran los hermanos más cercanos, y en este caso eso no era tan bueno. Así como Reuvén había mostrado inestabilidad y lujuria, estos dos hermanos habían mostrado traición y crueldad. Estas cabezas calientes habían deshonrado y puesto en peligro a toda la familia cuando ellos mataron a los hombres de Siquem para defender el honor de su hermana Dina (34:1-31). No hay nada más terrible en la vida que la traición, especialmente cuando, como en el caso de Shimón y Leví, está envuelto en honor, haciendo el mal en el nombre del bien.

Eran dos hermanos e hijos de Lea, pero también eran hermanos en la violencia y en el furor (49:5). Por eso, insisto en esto: Shimón y Leví contrariamente a Reuvén no han sido impulsivos, ellos conspiraron en tranquilidad y con tiempo contra los habitantes de Shejem (Siquem). Justamente la expresión “son camaradas” (v. 5) alude a la unidad de criterio que ambos tenían cuando mataron a la gente de Shejem y cuando acordaron vender a Yosef. Shimón fue probablemente el cabecilla cuando José fue vendido como esclavo. Por esto, cuando Yosef puso a prueba a sus hermanos, pensó que Shimón necesitaba la instrucción de un tiempo en la cárcel más que cualquiera de los otros hermanos y tomando de entre ellos a Shimón, lo ató ante sus ojos (42:24).

Shimón y Leví representan a las personas cuyo carácter es opuesto al de Reuvén, empero Yaakov condena su acción destructiva.

El verdadero problema de Shimón y Leví era su ira incontrolada (en su furor mataron a un hombre). Su ira incontrolada era pecado porque se basaba en la voluntad propia (en su propia voluntad incapacitaron un buey), que se convertía en enojo que generaba la cascada de la muerte: furor, odio, venganza y homicidio.

En cuanto a la palabra mejerotehem que se ha traducido como «armas» es un término no demasiado claro.
El sabio Onkelos traduce: «tierra de sus moradas«. El exégeta Ibn Hezra recoge también esta versión. Rashbam traduce como: “por su hermana”.
Abarbanel sugiere: “pensamientos”. Nuestra versión trata de entender a esta palabra de acuerdo a su contexto.

“…Y CON PLENA VOLUNTAD HAN DESGARRADO TOROS…”

Esto hace alusión al saqueo de la ciudad de Shejem por parte de los hijos de Yaakov si bien estos detalles no aparecen en el texto citado (Gén. 34).
Onkelos traduce la palabra Shor como si figurara Shur que quiere decir: muralla, haciendo alusión a la muralla de la ciudad de Shejem. Para el significado de la palabra Shur como muralla, veáse 2 Samuel 22:30.
Abarbanel recoge esa versión.

Rabí Itshak Arama sugiere, que Shor, que traducimos como toro, puede hacer referencia a Yosef, quien en la bendición que le dirige Moshé es comparado al Shor (Toro) por su fuerza y su poder.
De acuerdo a esta interpretación de Rabbí Itshak Arama, Yaakov está incriminando veladamente a Shimón y Leví por haber arrojado a Yosef a “la cisterna en el desierto”.

“…HABRÉ DE DIVIDIRLOS ENTRE YAAKOV Y DISPERSARLOS ENTRE ISRAEL”.

Shimón y Leví se habían unido para cometer sus crímenes en Siquem, y como castigo, ellos se dispersarían entre las tribus de Israel.

Yaakov profetizó: «Los dividiré entre Jacob, Y haré que se dispersen en Israel» (49:7), para nunca recibir sus propios territorios. Se les niega una de las principales bendiciones del pacto prometidas por Dios (15:18-20). Creciendo inseparablemente, ellos sacaron lo peor uno del otro. Así que, por su propio bien, ellos estarían separados.

En efecto la tribu de Leví estará diseminada por entre todas las tribus de Israel. Sus cuarenta y ocho ciudades estarán situadas en todo el territorio de Israel de Norte a Sur, y de Este a Oeste. (Véase números 35:2, 7)

Nótese que la función de los levitas como servidores en el Tabernáculo aparecerá, únicamente, después del episodio del becerro de oro.
En esa oportunidad la tribu de Leví se consagrará al aliarse con Moshé para destruir la idolatría del pueblo de Israel. (Véase Éxodo 33:26 y ss). Efectivamente los levitas se alinearon con Moshé por el pecado del becerro de oro en el monte Sinaí. Pero notemos que incluso entonces usaron sus armas como instrumentos de injusticia en el sacrificio de unos tres mil ese día.

Sin embargo, Yahvéh dirá que debido a su fidelidad en el incidente del becerro de oro, toda la tribu de Leví serán los sacerdotes de la nación y representante del Eterno ante Su pueblo y de Su pueblo ante el Eterno:

«Pero he tomado a los levitas en sustitución de todos los primogénitos entre los hijos de Israel. Y de entre los hijos de Israel he entregado a los levitas como dones para Aarón y sus hijos, para que sirvan en la obra de los hijos de Israel en la Tienda de Reunión, y hagan expiación a favor de los hijos de Israel, así no les sobrevendrá plaga a los hijos de Israel cuando se acerquen al Santuario.»
(Números 8:18-19)

Por lo tanto, vemos un ejemplo de la gracia maravillosa de Yahvéh en Leví. Si bien es cierto que sus descendientes fueron esparcidos por todo Israel, también es cierto que se convirtió en una bendición disfrazada porque ellos se convirtieron en una tribu de sacerdotes encabezados por Aharón, hermano de Moshé.

En el capítulo uno de Números (vv. 22-23) aprendemos que después de que los israelitas habían recibido la Torá en la base del monte Sinaí había 59.300 hombres de la tribu de Shimón mayores de veinte años. Pero varias décadas después nos enteramos de que los descendientes de Shimón se habían reducido a 22.200 hombres mayores de veinte años (Números 26:12-14). Hagamos bien las cuentas, y nos daremos cuenta que esta tribu estuvo siempre bajo juicios de la Guevuráh divina. Justo antes de este segundo censo, el pueblo comenzó a fornicar y a apegarse a las hijas de Moab y lo convencieron de ofrecer sacrificios a Baal Peor que conducían a la idolatría (Números 25:1-3). Como resultado, la Torah nos dice que 24.000 israelitas murieron en una plaga (Números 25:9). Los rabinos enseñan que estos eran todos de la tribu de Shimón.

Así Shimón y sus descendientes resultaron ser la más pequeña de todas las tribus y se omite de las bendiciones tribales de Moshé en Deuteronomio capítulo 33.

Después de la conquista de Canaán por Josué, los simeonitas se dispersaron, estableciéndose en la parte sur del territorio de Judá (Josué 19:1-9, Jueces 1:3).

Consecuentemente, ellos perdieron mucho de su propia identidad y poco se oyó sobre ellos después de los días del rey Asa. Así que Jacob dijo que debido al enojo de Simeón y Leví y la actitud de obstinación, eligiendo hacer lo que querían, estarían dispersos.

En última instancia, los levitas tuvieron un cambio de corazón y desarrollaron un celo por el Eterno, mientras que los simeonitas continuaron su pasión por la violencia y la crueldad. Así, los simeonitas comenzaron a declinar en la oscuridad mientras los levitas ascendían a la prominencia de la tribu sacerdotal, y ellos serían los custodios del Tabernáculo y el sacerdocio.

Ahora bien, y más allá de toda la historia de estos dos tzadikim y sus tribus, sabemos que en el futuro escatológico lejano tanto Shimón como Leví recibirán territorio en el reino mesiánico.

» Simeón, tendrá otra porción junto al límite de Benjamín, desde el lado oriental hasta el lado del mar.»
(Ezequiel 48:24)

No sólo eso, sino que el apóstol Juan fue llevado en espíritu a la cima de un monte grande y alto y le mostró la ciudad santa, Jerusalén descendiendo del cielo, de Dios, que tenía la gloria de Dios: su fulgor es semejante a una piedra preciosísima, como piedra jaspe, transparente como el cristal. Tiene un muro grande y alto, el cual tiene doce puertas, y sobre las puertas, doce ángeles, y unos nombres inscritos, que son de las doce tribus de los hijos de Israel (Apocalipsis 21:10-12). Estas son las mismas puertas que se ven en Ezequiel 48:31-34. De la parte del oriente tiene tres puertas, del norte, tres puertas, el sur, tres puertas, y del poniente, tres puertas (Apocalipsis 21:13).Y en el lado del sur, será la puerta de Simeón.

Interesante resulta notar y aceptar que ninguna puerta se llamará Mateo, o Marcos, Lucas o Juan. Pero habrá una puerta llamada Shimón (Ezequiel 48:33), y habrá una puerta llamada Leví (Ezequiel 48:31). Por toda la eternidad las doce tribus de Israel serán recordadas. Cuando las naciones gentiles entren en la Jerusalén milenial, pasarán a través de las puertas con los nombres de los hijos de Israel.

Ahora bien, una sola y triste conclusión surge de esta bendición: los pecados de nuestro pasado pueden volver y nos acechan. Incluso cuando se perdonan, nos pueden llevar a consecuencias que debemos enfrentar para toda la vida.

Pero también la gracia de Dios muestra que puede transformar a todo pecador, como usted y yo, en un reino de sacerdotes. Por ello, a todos los creyentes en el Mesías se los llama sacerdotes hoy.

«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, que vuestros padres os legaron, no con cosas corruptibles, como la plata o el oro; sino con la sangre preciosa del Mesías, como de un cordero sin mancha y sin defecto.»
(1 Pedro 1:18-19)

Entonces Pedro también nos dice:

«Vosotros también, como piedras vivas, estáis siendo edificados como casa espiritual para un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesús el Mesías.»
(1 Pedro 2:5).

¿De quiénes está hablando? ¡De los que hemos sido redimidos por la preciosa sangre de Yeshúa HaMashiaj! ¡Aleluya!

Rubén y Su Temperamento Anti-Primogenitura

Por P.A. David Nesher

Re’uven bejori atah koji vereshit oni yeter set veyeter az. Pajaz kamayim al-totar ki alita mishkevey avija az jilalta yetsu’i alah.

«Rubén, tú eres mi primogénito, mi poderío y el principio de mi vigor, prominente en dignidad y prominente en poder. Incontrolable como el agua, no tendrás preeminencia, porque subiste a la cama de tu padre, y la profanaste: él subió a mi lecho.»

(Bereshit/Génesis 49:3-4)

Reuvén (Rubén) era el hijo primogénito de Yaakov (Jacob). Como tal, le pertenecía el liderazgo de la familia y la doble porción, los cuales eran los derechos de primogenitura (Deut. 21:17). Sin embargo, en sus últimas palabras, Jacob le dijo a Reuvén que él había perdido su derecho como primogénito, a causa del pecado que había cometido (Gen. 35:22).

Antes de continuar, necesito que primero entiendan que la primogenitura, de acuerdo a estos versículos, y a la cosmovisión hebrea, no sólo significa derechos sino también deberes.

Reuvén debió ser primero en conducción y en privilegio, pero su carácter impulsivo le hace perder su preeminencia.

Reuvén era el resultado de la pureza sexual de Yaakov, el primogénito de Itzjak. Yaakov nunca hizo mal uso de su sexualidad como hiciera su hermano gemelo Esaú (Esav). Por lo que Reuvén es un hijo creado en pureza absoluta, gestado en el vientre de Leáh. Sin embargo, son varias las faltas de Reuvén que Yaakov toma en cuenta a la hora de impartirle la bendición; la más seria fue la de interferir impulsivamente en la vida marital de su padre e irrumpir en la habitación de su madrastra Bilháh.

Reuvén fue presuroso como el agua cuando originó el episodio con Bilháh esposa de Yaakov (Gén. 35:22).

Yaakov describe a Reuvén como que es “incontrolable como el agua” (heb. Pajaz kamayim) lo que literalmente quiere decir que su temperamento hierve o bulle como el agua. Es decir, que Reuvén era un hombre que se dejaba llevar por las emociones, en lugar de guiarse por los principios celestiales del Zeir AnpinEl Semblante Pequeño«) . Es decir, el semblante de la imagen divina que controla las facultades emotivas del alma. Él era apasionado, pero carecía de autocontrol. Desafortunadamente, Reuvén resultó ser débil y hedonista.

Evidentemente, para el Eterno, alguien así no puede ser un buen líder. Si no pudo contenerse en este asunto de la concubina de su padre, difícilmente lo haría en otras cosas.

Lo triste de esto es que, de acuerdo a la profecía que Yaakov está pronunciando, no sólo Reuvén perdió el liderazgo de Israel, sino también sus descendientes. En toda la historia de la nación, nadie sobresalió de esa tribu. En efecto, en la historia bíblica no encontraremos ninguna posición de liderazgo o acción importante atribuida a la tribu de Reuvén .

El Tanak no nombra ningún Juez, rey o profeta proveniente de esta tribu. Un hombre de carácter presuroso difícilmente pueda lograr la obediencia de los otros. Por eso un sabio judío llegó a expresar lo siguiente:

Un hombre que no puede controlarse a sí mismo d pueda controlar y conducir a los demás”.
(Benno Jacob).


La Torah hace mención de unos descendientes de Reuvén que perdieron también el control y se rebelaron contra la autoridad: Datán, Abiram y On. Ellos se unieron a Coré para rebelarse en contra de la autoridad espiritual de Moisés y Aarón (Num. 16:1-3). La consecuencia de esa rebelión fue la muerte de muchos de la tribu de Rubén (Num. 16:31-34).

Como ustedes recordarán, al salir de Mitzraim (Egipto), el censo indicaba que la tribu de Reuvén contaba con 46.500 hombres (Num. 1:20). Luego de los cuarenta años en el desierto, su población disminuyó, en lugar de aumentar. El segundo censo contó 43.730 rubenitas (Num. 26:7).

También hemos ya estudiado como cuando los israelitas llegaron a la Tierra Prometida, la tribu de Reuvén prefirió quedarse del otro lado del río Jordán, en lo que hoy en Jordania (Num. 32), acompañados de la tribu de Gad. Ellos pidieron esto pensando en sus ganados, y no en sus hijos (Num. 32:1-5). Moshé (Moisés) los confrontó por pedir tal cosa, pero ellos insistieron prometiendo que sus guerreros pelearían en la conquista de la Tierra, y luego regresarían al lugar que habían escogido en el Valle del Jordán (Num. 32:16-19).

En otro orden de cosas, en el período de los jueces, los rubenitas volvieron a desentenderse de sus tribus hermanas cuando tuvieron necesidad.  Al principio, la tribu de Reuvén prometió ayudarles, pero luego se desentendieron a una.  Así como su antecesor, los rubenitas probaron ser “inestables”. Por esto, Deboráh la profetisa de Israel, ironizará en su cántico la actitud pasiva de “las divisiones de Reuvén”, en los momentos críticos, para la seguridad del territorio de las tribus de Israel (Véase Jueces 5:15-16).

Otro grave yerro de Reuvén es sugerir descabelladamente a su padre que tome a sus hijos en garantía haciéndoles lo que quiera (Gén 42:37). Traducido de otra manera el pasuk 49:4, nos dirá así:

“…La impetuosidad y la precipitación con la que te apresuraste a manifestar tu enojo es semejante a las aguas que se precipitan en su curso. Así que no tomarás estas ventajas que por nacimiento te corresponden…”.

Con tan graves problemas de autocontrol, ¿con qué estabilidad podría dirigir Reuvén los destinos de un gran pueblo? ¿Cómo podría gobernar a sus súbditos (el resto de las tribus) bajo una situación de emergencia? Por todo ello, Reuvén causa que él y sus descendientes pierdan sus tres coronas que son:

  • 1) la primogenitura, que significa una doble porción de la herencia;
  • 2) el sacerdocio, que era el privilegio de ejercer el servicio divino representando a sus hermanos;
  • 3) la monarquía, el derecho a ser rey entre sus hermanos. Tendría que ser Principal en dignidad, y el Principal en poderío, a fin de permitir por su linaje la manifestación del Mesías.

Para Yaakov avinu un primogénito tan inestable y despreocupado por el bienestar de sus hermanos no merecía contar con la autoridad en la familia. Recordémoslo nuevamente: la primogenitura no sólo es un derecho, sino sobre todo es una responsabilidad, la cual Reuvén no estaba preparado para asumir (ni él ni sus descendientes).

Así pues, la decisión de Yaakov es por el propio bien de Reuvén, de sus descendientes y de todo Israel. Por ello, al final esto resulta ser de gran bendición, quizás un tanto discutible, pero el Eterno sabe qué es lo mejor para Su pueblo.

Entonces, debido a la inestabilidad de Reuvén, el derecho de primogenitura termina siendo dividida. Por lo general,el primogénito era el líder espiritual y social del”clan”, pero los derechos de la bendición, el sacerdocio y la autoridad gobernante se dividió entre los hijos de Israel en lugar de fluir centralizada en una sola.

Así, y más allá de que vemos la gran sabiduría providencial del Eterno en”descentralizar” la autoridad entre los hijos de Israel, Reuvén pago un alto precio por su inestabilidad.Más que nada, Dios busca un carácter estable en aquellos que lideraran su pueblo.

Por causa de este carácter ancestral, Moshé extenderá una bendición especial orando en favor de la tribu de Reuvén de esta manera:

«Viva Rubén, y no muera, y no sean pocos sus hombres.»
(Deut. 33:6)

Interesante les resultará saber que, según algunas investigaciones del sabio Rashí, hechas en el siglo XI, los descendientes de Reuvén estaban esparcidos en Francia, habiendo sido quizás el origen de algunos de sus pueblos, como los galos.

Por eso, no todo eran malas noticias para Reuvén. Hemos leído como Moshé profetizó una promesa posterior para él y sus descendientes. El «bekor» quien perdió tanto, quien debería haber estado liderando, y fue perdido debido a sus actos pecaminosos, todavía tendría esperanza. Moshé anucnió en un solo versículo que, aunque sus varones sean pocos, Reuvén no moriría como tribu. Sus descendientes estarían alrededor aunque su antepasado tuviera problemas. De hecho, estarían caminando con Dios en la fe. Que bendición: la promesa y el cumplimiento.

La profecía de Yaakov acerca de Rubén continuó siendo cumplida, y debido a su inestabilidad, los rubenitas se desvanecieron sin hacer ningún impacto significativo en la historia de la nación de Israel. Sin embargo, su futuro escatológico lejano será mucho más brillante. Debido a la gracia del Señor, la tribu de Reuvén está incluida en la división de la tierra en el Reino Mesiánico. Junto al límite de Efrayím, desde el lado oriental hasta el lado del mar, Reuvén tendrá otra parte (Ezequiel 48:6).

Para finalizar diré que todos nosotros podemos relacionarnos de una u otra forma con la naturaleza de Reuvén. El apóstol Pablo lo expresó justamente así:

«Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo, habiendo sido vendido a la esclavitud del pecado, soy carnal. Porque lo que hago no lo comprendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, eso hago, apruebo que la ley es buena. Así que ya no soy yo el que hace eso, sino el pecado que mora en mí. Porque yo sé que en mí (esto es, en mi carne) no mora el bien, porque el querer está en mí, pero no el hacer lo bueno; pues no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, éste hago.»
(Romanos 7:14-19)

Todos tenemos una lucha cotidiana con la carga de pecado del ego que queremos volcar fuera de nuestra vida. Pecamos, lo confesamos todos los días, en cada Shabat, y en cada Yom Kippur (1 Juan 1:8-10). Somos conscientes que no podemos poner una cinta autoadhesiva sobre el pecado, tenemos que llegar a la raíz del problema, y erradicarlo para no perder nuestra primogenitura en Yeshúa HaMashiaj.

La buena noticia para usted y para mí es que Yahvéh puede arreglar nuestro problema de pecado a través de la Gran Vocación: tomar el Yugo de Yeshúa haciéndonos sus discípulos. Pero no es fácil seguir a Yeshúa. Si fuera fácil, todo el mundo lo estaría haciendo. El TaNaK nos enseña a no menospreciar el castigo de YHVH, ni fatigarnos de su corrección, porque YHVH al que ama disciplina, como el padre al hijo en quien se complace.

«Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, que es árbol de vida a los que echan mano de ella, Y los que la retienen son bienaventurados.»
(Proverbios 3:11-18)

No podemos pasar por nuestras vidas poniendo bandas autoadhesivas sobre nuestros pecados. Como dice nuestro amado profeta Tony González, no necesitamos auto-ayuda o auto-realización, necesitamos la enseñanza de Yeshúa y la realización en Él por medio de Su Espíritu. Esto es más que suficiente para nosotros. La promesa de los profetas fue que tendríamos un corazón nuevo, y desde ese diseño en nuestra alma lograríamos la afinidad con el Eterno. ¡En Yeshúa eso hoy es posible!

Los Gitanos… ¿Descendientes de la Tribu Perdida de Shimón?

Cientos de gitanos llegaron a Israel tras la afirmación de un rabino israelí que sostiene que ellos tienen vínculos con el pueblo judío, en base a pasajes de la Torá.

Shmuel Avokia del asentamiento Kojav Yaakov, uno de los organizadores de la conferencia del Primer Forum Judeo-Gitano, sostiene que son descendientes de la tribu perdida de Shimón.

Hace algunos años comencé a estudiar los textos bíblicos de una manera muy profunda”, dice Avokiah, quien ha estado investigando la conexión gitana durante varios años. “He encontrado algunas cosas muy interesantes con respecto a su relación con el pueblo judío. Es un tema muy grande, y empecé a hablar un poco sobre ello en Facebook e Internet, y la respuesta ha sido enorme. He recibido muchas respuestas, y decidí dar un paso más allá y establecer el Foro de judíos y gitanos”, declaró al portal de noticias Ynet.

El Foro se reunió por primera vez en Jerusalén este mes. Cerca de 60 gitanos de Francia vinieron a Israel para una serie de reuniones con Avokia y otros amigos. En la reunión crearon un símbolo que combina la estrella de David y la rueda identificada con la comunidad gitana.

En la reunión, Avokia presentó las conclusiones de su estudio, que afirman que los gitanos son judíos de la tribu de Shimón:

“Los gitanos saben que son de ascendencia hebrea, pero no tienen ninguna prueba. Creo que junto con mi investigación he aprendido cosas sobre la comunidad gitana, sus tradiciones y orígenes, y podemos atar cabos”.

Dirigiéndose a un grupo de la delegación gitana dijo que una frase del Génesis bíblico contiene una referencia semántica a los gitanos:

וַיֹּאמֶר עֵשָׂו אַצִּיגָה נָּא עִמְּךָ מִן הָעָם אֲשֶׁר אִתִּי וַיֹּאמֶר לָמָּה זֶּה אֶמְצָא חֵן בְּעֵינֵי אֲדֹנִי

Entonces Esaú dijo: ´Deja que asigne contigo a algunos del pueblo que está conmigo.´Pero él dijo: ´¿Para qué esto? Halle yo gracia en los ojos de mi señor

(Génesis 33-15, Tanaj traducido por Aryeh Coffman, Editorial Jerusalem, México).

 

Según él, el fragmento del texto que dice “atziga-na” אציגה נא tiene una resonancia semántica con uno de los nombres más comunes de los gitanos, en muchos idiomas (en inglés tzigane, en español zíngaro, en alemán ziganer, en francés tzigane, en ruso tsygane, en húngaro cigány, etc.).

Desde la publicación del artículo, Avokia se ha comunicado con miles de miembros de la comunidad gitana, y cientos de ellos vienen a Israel estos días para reuniones adicionales. “Estoy en contacto con varios representantes de comunidades gitanas de Francia, Finlandia, España, Rusia e incluso los Estados Unidos”, declaró.

Interrogado por Ynet sobre su motivación para buscar un vínculo judío que nunca ha sido probado, respondió: “Vemos una conexión entre las naciones, por ejemplo, los nazis intentaron destruir totalmente sólo a los dos pueblos, al judío y al gitano”.

 

Fuente: Aurora

 

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La Tribu perdida de Manasés ha sido encontrada y está regresando a Israel

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«…y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra;y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos». 
(Ezequiel 37: 21-22)
 
 
Sabemos que en los tiempos bíblicos, eran 12 las tribus en las que se dividía la población de la tierra de Israel. Diez de ellas fueron luego consideradas “tribus perdidas”, a raíz del exilio forzado impuesto al reino del Norte por los asirios. En el año 722 AEC el Rey Sargón de Asiria conquistó Samaria, destruyó el reino de Israel, y deportó a la mayoría de los habitantes a otras provincias del imperio asirio, reemplazándolos por pueblos extranjeros, antecesores de los samaritanos. Los historiadores sostienen que los deportados, diez de las tribus descendientes de Jacob, se asimilaron en sus nuevas localidades y perdieron su identidad anterior. Sin embargo, entre aquellas, estaba Manasés o Menashe expatriada de la tierra de Israel a India y Myanmar (ex-Birmania) que sí mantuvo intacta su identidad mesiánica por miles de años.
Lo interesante de todo esto es saber que a finales de diciembre del año pasado, unas cincuenta personas procedentes del norte de la India llegaban a Israel para establecerse en su nueva patria. Se trata de miembros de la tribu Bnei Menashe, en el noreste de la India, de los que ya han emigrado a Israel unos 2.000, hasta que hace cinco años el gobierno israelí paralizó su ‘aliya’, es decir, el retorno de las tribus, que se considera un cumplimiento profético de un pasaje de Isaías.
Los inmigrantes, que provienen del Estado indio nororiental Mizoram, fueron traídos a Israel por la organización Shavei Israel, que recibió un permiso del gobierno israelí para llevar a 900 bnei menashe al Estado judío en los próximos quince meses.
El presidente de Shavei Israel, Michael Freund, quien acompañó al grupo de inmigrantes en el vuelo desde la India, lo calificó como «un momento histórico«.
«Este es el comienzo de la Operación Menashe, el regreso de esta tribu perdida a nuestro pueblo y nuestra tierra. Los Bnei Menashe le hicieron frente a 27 siglos de exilio y, al igual que predijeron los profetas de Israel, ahora están regresando a casa«, destacó. Para él, se trata de un cumplimiento profético. “El profeta Isaías dice ‘al tera qui ka ani’, que significa ‘No temas porque yo estoy contigo’. ‘Me israch avi zerecha’, que se traduce como ‘desde el Oriente traeré tu descendencia”.
Estos son los descendientes de Israel y ellos están regresando desde el este”, asegura Freund. “Es como si el titular de hoy fuera escrito por el profeta Isaías unos 2.600 años atrás. Es algo fenomenal”.
Entre los recién llegados, de los cuales casi la mitad son menores de 18 años, se encuentra Yaffa Lhundo, una viuda de 76 años de edad, cuyo esposo falleció el año pasado antes de tener la oportunidad de cumplir su sueño de mudarse a la Tierra Prometida. Lhundo fue recibida en el aeropuerto Ben Gurion por su hijo y su nieto (foto), a quienes no había visto en más de siete años. Ella no pudo contener sus lágrimas de alegría y el orgullo al ver a su nieto, quien se desempeña en una unidad de combate de infantería de élite de la Fuerza de Defensa de Israel, con su monótono uniforme verde olivo.
Una reciente decisión ahora permite a todos los Bnei Menashe regresar, en total serían unas 7 mil personas. Se tiene programado que unos 300 miembros de la tribu regresen a Israel en este mes de enero, quedando miles aún por retornar.
Sin embargo, el premio gordo que se avecina, si fuese verdad, sería la tribu Pashtun con 40 millones de personas que habitan en Pakistán y Afganistán. Son musulmanes, pero tienen costumbres similares a los de los judíos: descansan los sábados, prenden velas los viernes, usan un indumentario parecido al talit, rezan en dirección a Jerusalén, y usan peot (no se cortan el pelo de los costados de la cabeza).
El Eterno Dios está mostrando a las naciones cómo Él cumple perfectamente lo anunciado por los profetas:
«Y yo las sacaré de los pueblos, y las juntaré de las tierras; las traeré a su propia tierra, y las apacentaré en los montes de Israel, por las riberas, y en todos los lugares habitados del país».
(Ezequiel 34:13)

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