Sabemos, como ya hemos estudiado, que uno de los temas principales en la historia de Pésaj son los milagros. Éstos fueron una parte integral de la redención de los israelitas en Egipto. Las Diez Plagas, la partición del mar, las aguas amargas, las referencias al maná, etc. Por todo ello, en Pésaj relatamos milagro tras milagro a nuestros hijos.
En estos días no vemos tantos de estos eventos sobrenaturales, aunque podríamos argumentar que la existencia del pueblo hebreo y su retorno a la Tierra de Israel es un gran milagro por sí mismo. De todas maneras, el tema es que Pésaj trata de milagros y que el nombre del mes en el que cae Pésaj, Nisán, tiene la raíz hebrea que significa milagro (nes).
¿Cómo podemos aprovechar esa energía para lograr algún acto milagroso en nuestras propias vidas? ¿Acaso es posible que consigamos hacer algo en este sentido? ¿Los milagros no pertenecen tan sólo al dominio del Eterno?
De hecho, podemos hacer algo para traer milagros a nuestras vidas. sin duda alguna hechos extraordinarios que cambien nuestro destino. ¿De qué manera? Muy simple. Lo resumiré citando una frase del Talmud que dice: “ El camino por el que uno decide seguir es el camino por el cual el Eterno lo guiará.” De acuerdo con el pensamiento hebreo, Yahvéh sigue nuestras señales, y sólo a posteriori nos ayuda a ir en la dirección que nosotros ya hemos escogido. Nada es más poderoso que el libre albedrío que fluye de nuestros pensamientos, y sin importar la dirección que escojamos, el Eterno nos ayudará a seguir por ese camino, para bien o para mal. Por lo tanto, si deseas una vida extraordinaria, eso es lo que Yahvéh te dará. Y si no quieres tener una vida poderosa que manifieste lo sobrenatural, también eso es lo que Él te dará. Todo depende de ti. Por eso, el mayor destructor de los milagros es. la mezquindad del alma humana.
Por definición, los milagros están por encima y más allá de las leyes naturales. Ellos superan lo ordinario, se elevan por encima de lo normal y nos llevan a nuevas alturas que nunca hubiéramos pensado humanamente que son posibles (1Cor. 2:9). Pero si una persona está encerrada en lo mundano, en lo pequeño, lo trivial y lo poco importante, es decir enfocada en el uno por ciento de la existencia, entonces no hay lugar para que haya milagros. La manifestación poderosa de lo divino puede tener lugar justo en frente de su nariz, pero si tiene los ojos cerrados para verlo, pasará de largo.
Reconozcamos que somos culpables de esto todo el tiempo que ignoramos los milagros en nuestras vidas cotidianas. Damos por obvio el maravilloso estado de salud de nuestros cuerpos o la perfecta marcha de la naturaleza, porque estamos demasiado ocupados concentrados en la pequeña pantalla de nuestro celular. No vemos los increíbles talentos latentes en cada persona porque nos distraemos por los pequeños defectos del carácter de los demás, o por la forma en que se ven o cómo se visten.
Acepta hoy que en tu vida pueden ocurrir cosas extraordinarias si tú vives una vida extraordinaria. Si colocas en tu mente una perspectiva extraordinaria. Debes aceptar también que esto no se logra visitando lugares exóticos del mundo, sino al ver lo extraordinario escondido en los hechos de cada día. Esto ocurre cuando fijas la vista más arriba y miras más allá de lo pequeño, tonto, poco importante y trivial. Esto ocurre cuando focalizas la atención en asuntos de verdad, en el bien y en hacer el mundo un lugar mejor, e ignoras aquello que no significa demasiado a largo plazo.
Recuerda lo que te dije esta mañana, en la primera parte, el camino que escojas seguir, es aquél por el cual Dios te guiará. Si eliges lo extraordinariamente celestial, entonces Yahvéh hará toda clase de milagros en tu vida. En el idioma de los entrenadores deportivos lo llaman crear tu propio destino. En la fe de Abraham, Isaac y Jacob lo llamamos crear tus propios milagros.
¡Decide en este Pesaj ser un productor de pruebas! ¡Decide que desde este Pesaj tu entorno te conozca como un hacedor de milagros!