Esclavitud moderna

Tres Formas Para Vencer al Faraón Hoy.

por Rav Shraga Simmons

Imagina trabajar durante muchas horas, día tras día, durante décadas. Eres bueno en tu trabajo y encima te pagan bien. Cada noche, cuando terminas de luchar contra el tráfico y llegas a casa, estás demasiado exhausto para hacer algo fuera de relajarte e ir a dormir.

En cierto sentido eso te carcome. Sin duda la vida es algo más que hacer compras y trámites. En algunos momentos tranquilos, una pequeña voz se retuerce en tu cabeza. Es la voz de la grandeza, que te impulsa a buscar un logro todavía no concretado.

Motivado por el dolor de la mediocridad, valientemente fijas una cita para hablar con tu jefe. Le pides una breve licencia, un par de días de vacaciones, para aclarar tu mente, analizar tu interior y reenfocarte en las prioridades de tu vida.

Tu jefe asiente con la cabeza y puede sentir que tu seguridad comienza a debilitarse. Él razona que tienes demasiado tiempo libre. Su respuesta retumba dura y clara: “El pedido de vacaciones es rechazado. Además, voy a incrementar tu trabajo diario. Muchas gracias, eso es todo”.

Sin Tiempo para Pensar.

Así fue la experiencia de la esclavitud judía hace 3.300 años en Egipto. En un primer momento, los hebreos se ofrecieron voluntariamente para trabajar en las campañas públicas de construcción de las ciudades de Pitom y Raamsés. Luego el Faraón decretó que el trabajo era obligatorio y esclavizó a los israelitas.

A los hebreos, a veces les parecía que toda la empresa sólo tenía el objetivo de mantenerlos ocupados. En un juego de palabras, el Talmud define a “Raamsés” como el lugar en el que los edificios colapsaban una y otra vez (mitmotet), y “Pitom” como el abismo (pi-tehom) que se tragaba cada nuevo edificio como si fuera arena movediza. Pese al trabajo difícil e insoportablemente prolongado, la tarea nunca se completaba. La vida era mundana, sin significado, vacía de propósito.

Sin embargo, las señales de revuelta del destino nacional no podían contenerse. Eventualmente los Benei Israel llegaron a un punto en que el dolor de “seguir igual” era mayor que el dolor del cambio. Cuando finalmente lloraron desesperados, Dios le dijo a Moshé que pidiera que los dejaran salir tres días al desierto.

Pero el faraón se opuso. El faraón era el ser humano más poderoso que vivía en el mundo. Lo adoraban como si fuera una deidad, y él tomaba decisiones egoístas que dañaban a los demás y beneficiaban su propia riqueza y estatus. Sólo Dios se interponía entre el faraón y su gobierno narcisista. Para proteger su ego de tamaño divino, el faraón no podía permitir ese movimiento de desarrollo judío.

La respuesta del faraón fue rápida y furiosa: que los hebreos mantengan la cuota diaria de producción de ladrillos a pesar de que se les deje de suplir la materia prima. La táctica del faraón era “trabajar sin interrupción”, mantener a los israelitas ocupados y distraídos, evitar que les quedara tiempo libre para contemplar otra cosa fuera de la supervivencia. “¡Manténganse ocupados!”

Aunque Moshé les aseguró a los benei Israel que la esclavitud pronto terminaría, ellos no pudieron escucharlo debido a la falta de respiro y el duro trabajo (Éxodo 6:9). Estaban tan sobrecargados y oprimidos que no podían encontrar un instante de equilibrio para conectarse con su sentido de un propósito más elevado.

La esclavitud en la actualidad

Lo mismo nos ocurre hoy en día. “La esclavitud egipcia” es una metáfora de la condición humana. Como decimos en el Séder de Pésaj: “Cada persona está obligada a verse a sí misma como si ella personalmente saliera de Egipto”. Esto es especialmente cierto en nuestro tiempo y lugar, con distracciones por todos lados. La implacable maquinaria de los medios de comunicación nos bombardea cada día con decenas de miles de mensajes, provocando un cambio de foco de atención decenas de veces a cada hora. Instagram, Snapchat, Facebook, Gmail, WhatsApp. Cada vez que el teléfono sueña o vibra con una notificación, la atención cambia de dirección, una y otra vez. Desde el año 2000 la capacidad de atención cayó de 12 a 8 segundos.

En la educación, las distracciones son epidémicas. El 97% de los estudiantes universitarios están distraídos con sus teléfonos durante las clases. En promedio, sacan el teléfono de sus bolsillos y lo revisan rápidamente debajo del escritorio por lo menos 11,43 veces por propósitos no educativos.

La mera presencia de teléfonos inteligentes reduce la capacidad de concentración. Un estudio pidió a los participantes apagar sus celulares y los dividieron en tres grupos. La única variable fue la proximidad con el teléfono. A un grupo se le permitió dejar el teléfono sobre la mesa, a su lado. El segundo grupo debió dejarlo guardado en sus mochilas y al tercer grupo le pidieron dejar los teléfonos en otra habitación.

Les dieron a los participantes una prueba de comprensión de lectura. Los resultados demostraron que la proximidad de un celular (¡completamente apagado!) se correlaciona directamente con una tasa baja de concentración en la tarea propuesta.

Sí, la vida está repleta de ocupaciones. Tenemos fechas límites en el trabajo y debemos mantener actualizados los medios sociales. Pasamos cientos de horas cada día en tráfico y esperando en línea. Además de la batalla constante de estar actualizados con las compras, el ejercicio y las noticias.

Hoy, el mayor impedimento contra la claridad es el ciclo constante de distracción de las noticias, entretenimientos, consumismo y culto a las celebridades. Con pantallas de video por todas partes, y una siempre en nuestras manos, sufrimos del “síndrome de no tener tiempo para pensar”; un siniestro estado de distracción que nos deja poco tiempo para analizar la mayor pregunta de la vida: ¿Por qué estoy aquí?

Esta es precisamente la táctica del faraón: mantenerte ocupado en batallas de baja prioridad sobre las minucias de la vida. Él apuesta a que al mantenerte distraído, ya no confrontarás la batalla real de agregar más significado y propósito a la vida. Para que la máquina de dinero del faraón produzca mejor, tus “ansias de grandeza” deben caer en el olvido.

¿Cómo logramos salir de este pantano mundano y ganar perspectiva respecto a nuestras prioridades? ¿Cuál es la clave para liberarnos?

Herramienta #1: Aislarse en el desierto

En Egipto, la solución incluía tres días en el desierto para experimentar la compasión de Dios, la libertad y la autorrealización. El desierto es un sitio solitario, desconectado de las redes, vacío de distracciones. También en la actualidad necesitamos “salir al desierto”, a un lugar calmo en el que nos podamos concentrar por completo, sin distracciones; por ejemplo un bosque, la sinagoga, un dormitorio.

Cierra los ojos., relájate y aleja los pensamientos extraños. ¿Cuál es el primer pensamiento que aparece en tu mente? Si aparece la marcha de la locura, Coca Cola o la investigación Mueller, gentilmente deja esos pensamientos a un costado.

En cambio presta atención a la voz pequeña.

Piensa en los momentos de tu vida en que te sentiste más conectado. Recuerda experiencias trascendentes como admirarte de la naturaleza y enamorarte. Recuerda también aquellos momentos de conexión con tu misión única en la vida, cuando todo fluía y te sentiste completamente vivo y comprometido.

Recuérdate a ti mismo a los siete años. ¿Qué te hacía resplandecer? Conéctate con ese eje, el punto del cual emana la pasión por la vida. ¿Cuál es el propósito único de tu vida? Considera si tuvieras sólo un año de vida: ¿Qué es lo que afectaría positivamente todo lo demás?

Para alentar tus pensamientos, formúlate estas preguntas esenciales:

  • ¿Para qué vivo?
  • ¿Qué hace que la vida sea significativa?
  • ¿En qué situaciones me siento más presente y vivo?
  • Si las circunstancias lo permitieran, ¿qué haría cada día con pasión y gratuitamente?
  • ¿Cuál es mi combinación singular de habilidades y experiencia?
  • En mis momentos de calma, ¿qué es lo que anhelo?
  • ¿Cuál espero que sea la suma total de mis actividades en la vida?
  • ¿Acaso mis actos me conducen por el camino correcto para lograr mi propósito singular en la vida?

Esta es una perspectiva amplia y expansiva de tu mundo. Precisamente esta es la clase de pensamientos que el faraón quería mantener alejados.

En hebreo, Egipto se llama Mitzraim, de la raíz mi-tzar que significa estrecho y confinado. El secreto para salir de esa estrechez es irse a un lugar sin distracciones, un lugar vacío donde el espacio está ocupado por algo más auténtico. Focalízate en tu “misión de vida”. ¿Te sientes conectado? De lo contrario, debes efectuar un reajuste.

Herramienta #2: Desconexión semanal

El Midrash (Éxodo Rabá 5:18) nos dice que el faraón rechazó el pedido de los hebreos de salir tres días al desierto. Como represalia, no sólo dejó de suministrarles paja sino que también eliminó su único tiempo de descanso: el Shabat.

Shabat, el momento semanal para detenerse y reflexionar, era un gran peligro para el faraón. Como dice Arianna Huffington (experta en estilo de vida): “La sabiduría del Shabat es muy importante. Es algo muy profundo pedirle a la gente que se desconecte de todo el trabajo y se reconecte con algo más profundo… Nuestro proceso de toma de decisión se ve afectado cuando no nos damos suficiente tiempo para desconectarnos y recargarnos”.

Herramienta #3: Servicio de despertador

Además del respiro semanal, ¿cómo contrarrestamos nuestra constante agitación en el frenesí de la vida?

Es crucial examinar cuidadosamente nuestros caminos, tal como cualquier empresario, político o atleta exitoso examina con frecuencia y a intervalos fijos su desarrollo. Sin una evaluación constante, lo más probable es que permanezcamos en un estado defectuoso, a la deriva, con nuestro valioso tiempo y atención desviado hacia cualquier parte.

Dicen que el Barón Rothschild le pagaba a un sirviente para que le recordara a cada hora que se encontraba una hora más cerca de la muerte. Trata de fijar la alarma de tu teléfono para que suene a cada hora, de la mañana a la noche. Sin importar lo que estés haciendo en ese momento (manejando, socializando, trabajando, etc.), detente y pregúntate: ¿Estoy en el camino correcto?

Presta atención a dónde colocas tu atención, y deja de subir al tren equivocado antes de que parta. Antes de revisar Facebook, pregúntate: ¿Cuánto vale esta experiencia? Atrápate antes de hacer clic demasiado lejos en la zona de pérdida de tiempo del “espacio exterior de internet”.

Toma conciencia de tus propios pensamientos al activar tu “función observador”. Focalízate en lo que tu mente está haciendo.

No se espera que seamos perfectos. La clave es moverse en la dirección correcta, focalizarnos hacia arriba y subir la escalera.

Esta es la oportunidad de Pésaj. Es el momento de los brotes primaverales, cuando la renovación se siente en el aire. Es el momento para vencer esas fuerzas que nos distraen de nuestros valores más profundos.

En Pésaj, respira profundo y saborea la verdadera libertad.

Tomado de: AishLatino


Datos del Autor:

Rav Shraga Simmons pasó su infancia haciendo ‘trekking’ en la nieve de Buffalo, Nueva York. Ha trabajado en las áreas de periodismo y relaciones públicas, y actualmente es el Co-Editor de Aish.com en Jerusalem.

¿Esclavitud en la Torah?

“Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada”.

(Éxodo 21: 2)

 

El éxodo de la esclavitud en Mitzraim (Egipto) había culminado. El ciclo se había cerrado con la entrega de la Torah, en el Monte Sinaí. Cada israelitas había escuchado que ahora se convertiría en un siervo del Eterno, el único Amo de los seres humanos. El pacto matrimonial para una nueva nación había sido firmado por el mismo Esposo. Dicha nación estaba constituida por ex-esclavos. Cada integrante de las doce tribus de Israel llevaba en sus cuerpos y almas las marcas indelebles de la brutal y dura esclavitud pasada. El pueblo de Israel era conformado por hombres libres, y su relación con la Torah iba a ser uno de cumplimiento voluntario, no coacción forzada.

 

¿Por qué colocar en la Torá las leyes sobre esclavitud?

El planteo es lógico, y muy justo: si el Eterno creó al hombre libre, ¿por queéla Torah permitió a los hebreos que tengan esclavos?

 

En primer lugar, conviene recalcar que estas leyes fueron dadas para que el Pueblo de Dios aprendiéramos que todo lo que hacemos tiene consecuencias. Yahvéh, quiere que comprendamos que es de vital importancia pensar antes de actuar, a fin de considerar los efectos de nuestras decisiones. Por eso, al relacionarnos con los demás debemos tener en cuenta los principios de estas leyes. Debemos actuar de manera responsable y justa con todas las personas, ya sean amigos o enemigos.  Por favor, piense en los planes que tiene para hoy y considere cuáles serían las consecuencias de ellos a largo plazo

En segundo lugar, y antes de meternos de lleno en la respuesta a este cuestionamiento crucial, necesitamos entender el contexto histórico de las políticas económicas de la antigüedad. La esclavitud en el mundo antiguo era una parte normal de toda la economía. En aquellos días, no había ninguna norma monetaria, y la gente no tenía empleos ordinarios donde trabajar como lo hacemos nosotros. La gente vivía principalmente de la tierra. Esto significa que si usted no era un terrateniente o un rico independiente con sus propios rebaños y manadas, es probable que no disponía de medios seguros de apoyarse a sí mismo y su familia. El concepto de trabajo por contrato era arriesgado, a corto plazo y no tenía garantías. No había leyes laborales, requisitos de salario mínimo o planes de jubilación. Para la clase baja sin tierras la servidumbre era una opción atractiva. Ofrecía la adquisición de habilidades significativas, empleo de por vida y alimento, y refugio a una persona y sus dependientes.

Los israelitas acababan de salir de la esclavitud que habían experimentado en su forma más fea. Es natural que el Eterno se ocuparía de esa institución y estableciera las reglas para evitar la perpetuación del maltrato de los esclavos. Yahvéh no quería que los hijos de Israel trataran a sus sirvientes de la forma en que ellos habían sido tratados.

Esto puede ser comparado a un hogar abusivo en el que un hijo es golpeado por su padre. Cuando el niño crece le pega a sus propios hijos, porque esa es la manera de ser padre, que aprendió de su padre. Las leyes de la Biblia sobre la esclavitud están destinadas a romper ese patrón de mal tratos a otros seres humanos. Las leyes de las Sagradas Escrituras concerniente a los esclavos son para la protección y el bienestar de las personas esclavizadas.

Yahvéh promete conducir al Pueblo de Israel a la Tierra Santa y los advierte para que no tomen los caminos paganos de los habitantes actuales de la misma, especialmente en sus políticas referidas a la economía de los esclavos.

En Canaán, como en la mayoría de las sociedades contemporáneas de Israel, los esclavos no tenían derechos. La Torah cambiará eso. De acuerdo con las leyes en esta porción de la Instrucción, los esclavos debían ser tratados como siervos por contrato en lugar de ser tratados como una propiedad. Después de seis años de servicio, debían tener la opción de irse libremente.

Un esclavo hebreo era una especie de empleado que trabajaba para cubrir una deuda o indemnizar un robo. Su amo tenía que tratarlo tan bien. A tal punto era complicado este asunto desde la Torah, que surgió un dicho desde los sabios: “Aquél que adquiere un esclavo hebreo, en realidad está adquiriendo un amo sobre sí mismo” (Talmud de Babilonia, Tratado Kedushin 20a). Pero también sabemos que había esclavos canaaneos, sobre quienes la Torah dice:

Y los poseeréis por heredad, para vuestros hijos en pos de vosotros, para heredar posesión. A perpetuidad de ellos podréis serviros. Pero a vuestros hermanos, los hijos de Israel, un hombre a su hermano, no lo someterás con dureza”.

(Levítico 25:46)

Nos tranquilizamos un poco más cuando leemos las leyes posteriormente establecidas sobre la esclavitud.

Estas leyes sobre la esclavitud fueron diseñadas para prevenir el tipo de esclavitud que sufrieron muchos de ellos en Egipto, o como la que sabemos casi exterminó a los negros en América antes de ser abolida en el siglo XIX. En la Torah vemos que:

  • Los secuestradores se enfrentan a la pena de muerte (Éxodo 21:20).
  • Si un hombre hiere gravemente a su esclavo, el esclavo debe ser liberado de inmediato (Éxodo 21: 26-27).
  • Si un esclavo es asesinado por su propietario, el hombre se enfrenta a la pena de muerte (Éxodo 21:16).

Si profundizamos más en el estudio de este tema, descubriremos que la Torah tiene una serie de leyes sobre cómo debe ser tratado un esclavo, muchas de las cuáles establece que, sus necesidades deben ser priorizadas y suplidas por el dueño. Por ejemplo: la persona que tuviera una sola almohada debía entregársela al esclavo para dormir; el esclavo debería descansar en el Shabat; debería recibir una cuantía en valores o bienes cuando partiera en libertad, etc.

En este pasaje podemos notar que el detalle de las regulaciones de las mujeres esclavas ponen de manifiesto las preocupaciones sociales de la Torah, referente a la dignidad y los derechos de una mujer, ya que legisla que el amo se ocupe de las necesidades particulares. Este tipo de disposición no se encontraba en otras culturas del Oriente Medio.

La posibilidad de un hebreo de volverse esclavo surgía en el caso de robo, cuando el ladrón no pudiera restituir el bien robado. El tribunal podía entonces venderlo como esclavo. Otra posibilidad podía ocurrir cuando un pobre se vendiera voluntariamente como esclavo para pagar una deuda con su trabajo. Esta era justamente una forma de regeneración: en vez de ser mandado hacia la prisión, el ladrón era vendido como esclavo para que de esta forma conviviera con su dueño, notara su error y aprendiera a vivir una vida honesta. En cada uno de esos casos, cuando llegaba el año sabático (cada 7 años), el «esclavo» tenía que ser liberado. Si no deseaba partir en libertad, sino permanecer en la casa de su amo, su oreja debería ser perforada. ¿Por qué? Explican nuestros Sabios: aquella oreja que oyó la Torah y sabe que su Único Señor es Yahvéh, pero aún así desea continuar sumisa a un hombre de carne y hueso, debe ser perforada. Este es el detalle que nos permite ver que, según la Torah, la esclavitud no es el estado natural del hombre en el diseño de Yahvéh. Todo esto demuestra que gracias a estos códigos legales de la Instrucción (Torah) divina, los esclavos hebreos eran tratados con la consciencia de parte del amo de que eran seres humanos y no su propiedad.

Con todo esto nos queda claro que la Torah reconoce la existencia de la esclavitud como un sistema económico contextual, pero no la promueve como un ideal del propósito eterno de Dios para las relaciones humanas.

Sin embargo, algunos lectores superficiales de la Biblia podrían decir que desde la esclavitud ha sido abolida, las leyes de la Biblia de la esclavitud son irrelevantes para el mundo moderno, aunque la esclavitud sigue existiendo en otras formas. Recordamos que los esclavos en el período bíblico eran más o menos equivalente al concepto de los empleados en la economía actual, podemos aprender varias cosas sobre el corazón del Eterno por la forma en que tratamos a nuestros empleados. La Torah revela que el Eterno quiere que hagamos un trato justo, digno y merecedor de compensación para con los demás. Si había que tratar bien a un esclavo, cuanto más al prójimo.

La Realidad de la Esclavitud Moderna

La esclavitud no es cosa del pasado, es un problema actual y tiene rostro humano. El caso más reciente es el Daniela, una joven que fue secuestrada y condenada a ser víctima de explotación sexual del Cártel de Los Zetas en México.

Su liberación fue un asombro para la comunidad mexicana e internacional, logró lo que pocas mujeres en manos de las organizaciones criminales más temidas pudieron hacer: continuar con vida. Fue expuesta en bares, discotecas y cualquier sitio donde pudiera captar clientes, mismos que pagaban altas sumas de dinero no solo por sus servicios sexuales, sino también por golpearla brutalmente.

No escuchaba la radio, ni veía televisión, ni leía periódico. El dinero que recibía le era despojado por los mismos integrantes del cártel. Daniela, quien hoy se dedica a contar el horror que se vive en la frontera de México, solo recuerda haber visto a mucha gente morir » de forma espantosa» prestando «sexoservicio».

Pasó se der una esbelta chica veinteañera a ganar peso, tener cicatrices en su rostro y piel producto de quemaduras de cigarro, un ojo desviado y medio rostro paralizado por las golpizas que recibió durante su cautiverio y que fueron corregidas parcialmente por una cirugía plástica de seis horas.

 

¿Los clientes? eran en su mayoría migrantes rubios, altos, esbeltos y con dinero que provenía de los Estados Unidos y que disfrutaban más con el sufrimiento ajeno que con el acto sexual. Daniela es tan solo un nombre de las millones de personas en todo el mundo que sufren la esclavitud moderna.

Casi 49 millones en el mundo

Solo imagine la historia de Daniela multiplicada por 49 millones de veces. Este es el número de personas que en el mundo, es afectada por este flagelo, ya sea porque son expuestas involuntariamente a la explotación sexual, el trabajo forzado o el tráfico humano.

La cifra es ofrecida por el Índice Global de Esclavitud de la Fundación Walk Free, que en su proyecto anual de investigación reveló este 2016 que en la dramática cifra de afectados, incluye a un gran porcentaje de niños, no solo de países en desarrollo, sino de Estados ricos que viven en democracia.

No es cosa del pasado. Los 49 millones suponen un 28 por ciento más que en la edición de 2014, según el estudio que incluyó 42 mil entrevistas en 53 idiomas, en 25 países, y 15 encuestas realizadas a nivel estatal en La India. Los estudios abarcaron un 44 por ciento de la población mundial.

Corea del Norte es el país que encabeza el mayor predominio de esclavitud moderna con respecto a su población, ya que se calcula que 4,37 por ciento de ella está esclavizada. Le siguen Uzbekistán 3,97 por ciento y Camboya 1,65 por ciento.

No obstante, en términos de números absolutos, India tiene los índices más altos con 18,35 millones de individuos esclavizados, seguida por China 3,39 millones, Pakistán 2,13 millones, Bangladesh 1,53 millones y Uzbekistán 1,23 millones.

Los cinco países antes citados, poseen 58 por ciento de los individuos afectados por este flagelo, o en números concretos: 26,6 millones de personas.

¿Quiénes se esfuerzan?

El índice Global de Esclavitud precisa que de los 161 países evaluados, solo 124 penalizaron el tráfico de individuos en concordancia con el Protocolo de las Naciones Unidas contra el tráfico. 

Asimismo, revela que  96 implementaron planes de acción nacional para coordinar las respuestas del gobierno. 

Entre las naciones que muestran mayor esfuerzo por combatir la esclavitud moderna, se encuentran los Países Bajos, Estados Unidos (EE.UU.), Reino Unido, Suecia, Australia, Portugal, Croacia, España, Bélgica y Noruega.

No obstante, en el caso de EE.UU. se registra 0,018% de la población en esclavitud, lo que representa en números concretos: 57 mil 700 personas.

¿Dónde encontramos a los esclavos?

Basureros como el de Tegucigalpa (Honduras), en las fronteras, con turistas, bares, y hasta en fábrica de ropa que incluso pertenecen a famosos, es posible encontrar o ver a hombres, mujeres y niños esclavos.

En los basureros, niños desmenuzan montañas de basura en busca de residuos para vender, mientras que ejércitos extremistas raptan o reclutan a infantes para hacerlos soldados.

Niñas, en Tailandia, por ejemplo, intercambian relaciones sexuales por dinero y muchas otras son forzadas a trabajos sin salario y con pasaporte confiscado.

Está ocurriendo aunque no esté en las estimaciones de las naciones. Su naturaleza ilegal hace que sea un fenómeno escondido que importante daño sobre todo en la población infantil. No hay preferencia, sucede en Europa, América Latina, Asia y en África.

Este 2016, la cantante Beyoncé fue acusada de crear su línea de ropa Ivy Park con mano de obra esclava en Sri Lanka.

¿Qué propicia la esclavitud moderna?

Existen una gran cantidad de factores que favorecen la esclavitud moderna, pero la pobreza es la causa más importante. No obstante, las guerras también están originando que las cifras aumenten, y las prácticas culturales a que se perpetúen.

El dato: Los países más afectados son por lo general los que tienen más cifras de pobreza, menor educación, con un clima hostil y falta clara de derechos humanos.
En conflictos armados, más de 300 mil niños son utilizados como soldados y esclavos, mensajeros, cocineros o limpiadores. Las niñas, en cambio, son condenadas a ser esclavas sexuales, con riesgos de sufrir enfermedades o quedar embarazadas.

Asimismo, algunas prácticas culturales- religiosas han desencadenado que 700 millones de mujeres en el mundo se hayan casado cuando apenas eran niñas, muchas veces fueron víctimas de abusos sexuales y obligadas a trabajar.

Las movilizaciones masivas de personas a causa de los conflictos bélicos también han propiciado el aumento en las cifras de esclavos en el mundo, pues muchos de los migrantes han caído en mafias que por lo general se aprovechan de la condición de extranjeros de sus víctimas para abusar de ellas y someterlas a trabajo forzado o prostitución a cambio de algún favor.

«No se puede concebir el fin de la esclavitud como algo aislado de los demás problemas en el mundo«, afirmó Andrew Forrest, fundador y copresidente de la organización australiana Walk Free Foundation.

Los grandes movimientos migratorios vienen infundados por el creciente terrorismo en zonas como Siria. El Estado Islámico, una de las organizaciones extremistas más temidas, fuerza a mujeres a prostituirse y mantener relaciones sexuales no consentidas, mientras que a los hombres y niños los obliga a convertirse en soldados.

El The New York Times refiere que a diferencia de las versiones históricas de la esclavitud, que mantenían a las personas como si fueran una propiedad enajenable y que ha sido prohibida en todo el mundo, la esclavitud moderna se define como tráfico de personas, trabajo forzado, endeudamiento que deviene en servidumbre, matrimonios forzados para el trabajo o explotación sexual con intercambio de dinero.

Artículo tomado de TeleSur
 Los invito a ver este VIDEO:

Juntos y unánimes contra la explotación infantil

Hoy, y mientras todos los manipulados por la mentalidad de manada del sistema esperan el inicio del mundial de fútbol, muchos estamos luchando contra la explotación infantil. Y es que uno de cada seis niños del mundo se ve obligado a trabajar. Decenas de millones de niños son obligados a trabajar en condiciones degradantes, expuestos a formas de esclavitud y de explotación, como también a abusos, maltratos y discriminaciones
La Organización Internacional del Trabajo y Unicef calculan que en total hay 168 millones de niños y niñas de entre 5 y 14 años que trabajan.
Por edades, los niños entre 5 a 11 años representan el grupo más numeroso: el 44 % del total, mientras que de 12 a 14 años es el 28%, el mismo .porcentaje que de 15 a 17.
De los 168 millones de niños que trabajan, unos 85 millones realizan trabajos peligrosos.
¿Qué se considera trabajo infantil?
Unicef define el trabajo infantil como cualquier trabajo que supere una cantidad mínima de horas, dependiendo de la edad del niño o niña y de la naturaleza del trabajo:
– Entre 5 y 11 años: al menos una hora semanal de trabajo remunerado o 28 horas semanales de trabajo doméstico.
– Entre 12 y 14 años: al menos 14 horas semanales de trabajo remunerado o 28 horas semanales de trabajo doméstico.
– Entre 15 y 17 años: al menos 43 horas de trabajo remunerado o de trabajo doméstico semanales.
Asía y el África Subsahariana, las peores regiones
En la región de Asia y el Pacífico se registra el número más alto de niños trabajadores (casi 78 millones o el 9,3 % de la población infantil) y África Subsahariana continúa siendo la región con la más alta incidencia de trabajo infantil (59 millones, más del 21 %).
En América Latina y el Caribe, existen 13 millones de menores que se ven obligados a trabajar (8,8 %), mientras que en la región del Medio Oriente y África del Norte hay 9,2 millones (8,4%).
Agricultura y trabajo doméstico
Los niños y niñas que viven en los hogares más pobres y en zonas rurales tienen más probabilidades de ser víctimas del trabajo infantil.
La agricultura continúa siendo el sector que emplea a mayor número de niños (98 millones, o 59%), mientras que el número de niños en los servicios (54 millones) y la industria (12 millones) no es insignificante, dado que la mayoría se encuentra principalmente en la economía informal, dice el informe.
Alrededor de 15,5 millones de niños realizan trabajo doméstico. La mayoría son niñas que, además, están expuestas a la explotación y el maltrato y ejercen en condiciones de esclavitud. La dificultad de registrar su actividad hace que sean invisibles para los gobiernos y que no se tomen apenas medidas para protegerlas, según denuncia Unicef.
La protección social, clave para erradicarlo
El trabajo suele interferir con la educación de los niños y niñas. Velar por que todos los niños y niñas vayan a la escuela y reciban una educación de calidad son las claves para prevenir el trabajo infantil. La OIT considera que para acelerar la disminución del trabajo infantil hay que invertir en protección social.
La evolución del trabajo infantil basada en los ritmos de progreso de los últimos años indica que va a ser díficil eliminar las peores formas de explotación para 2020. Desde el año 2000 se ha pasado de 246 millones de niños trabajadores (171 millones en condiciones peligrosas) a los 168 millones (y 85 millones) en 2012. Las perspectivas son que para 2016 se rebaje la cifra a 134 millones (y 65 millones) y a 107 millones (y 50 millones) en 2020.
«No hay secreto alguno sobre lo que es necesario hacer«, ha declarado el director general de la OIT, Guy Ryder. «La protección social, junto a la educación formal de calidad, universal y obligatoria al menos hasta la edad mínima de admisión al trabajo, el trabajo decente para los adultos y los jóvenes en edad de trabajar, una legislación eficaz y un diálogo social consolidado, forman parte de una respuesta adecuada al trabajo infantil«.
Los gobiernos destinan en promedio 0,4 % del PIB en prestaciones familiares y para los hijos, la cifra varía entre 2,2 % en los países de Europa Occidental y 0,2 % en África y en la región de Asia y el Pacífico.
La OIT destaca algunas «buenas prácticas» como los programas de transferencia de dinero para las familias que llevan sus hijos a la escuela. Por ejmplo, el Programa Bolsa Familia de Brasil, el programa de prestaciones familiares de Mongolia y el Subsidio de apoyo a la infancia de Sudáfrica.
FuenteRTVE

La esclavitud del mundo y el desafío mesiánico de extinguirla

Me estremeció la cifra. Llegué a experimentar al Espíritu Santo del Eterno contrito por causa de esto. Son casi 30 millones de personas las que viven como esclavos en el mundo. Seres humanos, creados a la imagen divina y enviados cómo regalos divinos, víctimas de la trata de personas, los trabajos forzados, de la explotación o, incluso, de  haber heredado ese estatus. 
Según el informe que da el nuevo listado realizado por la organización de derechos humanos Walk Free Foundation, con sede en Australia, la mitad de los humanos viviendo este estado se ubican en India.
Estos resultados son mayores que los de estudios previos sobre el tema como los realizados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) que considera a  21 millones de personas en esa situación, es decir, nueve millones menos.
«Hoy algunas personas todavía nacen siendo esclavos por herencia, una realidad impactante y dura, particularmente en partes de Africa occidental y el sur de Asia«, indicó el reporte de la fundación que tiene el respaldo de figuras como la ex secretaria estadunidense de Estado, Hillary Clinton y el ex primer ministro británico Anthony Blair.
«Otras víctimas son capturadas o secuestradas antes de ser vendidas o retenidas para su explotación, ya sea a través de un ‘matrimonio’, de trabajo no remunerado en botes pesqueros o como trabajadores domésticos. Otros son atraídos con engaños a situaciones de la no pueden escapar, con falsas promesas de un buen trabajo o educación«, agregó.
India, China, Pakistán y Nigeria tienen el mayor número de personas esclavizadas, mientras Etiopía, Rusia, Tailandia, República Democrática del Congo, Myanmar y Bangladesh siguen en ese orden en la lista de las diez naciones que sufren este fenómeno.
El índice ha sido elaborado utilizando una definición moderna de esclavitud, que incluye la servidumbre por deudas, el matrimonio forzoso, el trabajo forzado y la trata de personas en sus difentes modalidades, como la explotación y enajenación de menores. Además cuantifica lo que llama el riesgo de la esclavitud en 162 países y la fuerza que tiene la respuesta gubernamental a la lucha contra esta actividad ilegal.
Algunos expertos calculan que en diez años el tráfico de personas superará el tráfico de drogas y armas como la actividad ilegal más lucrativa del mundo.
Es muy importante que entendamos la seriedad de este asunto ya que el tráfico forzado de personas aumenta dos millones al año y es solo la punta del iceberg de las modernas formas de esclavitud. El 60% de las chicas en manos a las bandas criminales son forzadas a la prostitución, mientras un 20% es obligada al trabajo forzado. Un 40% del total son niños de ambos sexos. Al menos un 1% sufre las mutilaciones del tráfico de órganos, que les son extraídos con la complicidad de médicos y enfermeras.
Una de las formas de trabajo más odiosas es la de usar niños y adolescentes como vendedores de drogas, que terminan prisioneros esclavos de redes criminales, un fenómeno cada vez más frecuente en América Latina.
No debemos olvidar, que la causa principal de este horrendo fenómeno de las nuevas formas de esclavitud es sobre todo la enorme brecha económica existente entre países ricos y pobres y, particularmente, entre ricos y pobres en el interior de un mismo país, que empuja a mucha gente a dejar, de una manera u otra, su propia tierra en búsqueda de oportunidades mejores en el exterior.
Concluyendo con una reflexión profética al respecto entiendo que el hombre fue creado para estar solamente delimitado por el Verdadero Dios como su Amo y Diseñador de su propósito. También comprendo que, a causa de la rebelión al propósito, cuando los hombres rechazan al Eterno Dios como Señor, terminan teniendo a otros hombres como sus amos. Pero en la tarea de proclamación apostólica que tenemos como escogidos estamos llamados como Iglesia a no ser indiferente o silenciosa en relación con las formas modernas de esclavitud. 
Un punto crucial que vibra en mi entendimiento es el hecho claro de que el propósito de la Biblia es señalarle al ser humano el camino para su la salvación. Desde este punto de partida entiendo que la cosmovisión bíblica es traer reformas mentales al hombre y no reformar la sociedad. Con frecuencia el mensaje de la Biblia emprende los cambios desde adentro hacia fuera del hombre. Esto es, si una persona experimenta el amor, la misericordia y la gracia de Dios, recibiendo Su salvación, el Eterno reformará esa alma, cambiando su forma de pensar y actuar. 
Desde esto último, también me queda claro que una persona humana que ha experimentado el don de la salvación de Dios y la libertad de la esclavitud del pecado, mientras el Espíritu Santo transforma su alma, se dará cuenta de que el esclavizar a otro ser humano es malo y está totalmente alejado de la perfecta voluntad del Padre, que es buena y perfecta. Por lo tanto el varón o la mujer que realmente ha experimentado la gracia del Eterno Dios, reflejará también esta gracia hacia otros. Esa sería la receta de las Sagradas Escrituras para la terminación de la esclavitud humana en las naciones.
En palabras finales, de la Biblia aprendemos que, aunque nos resulte imposible atacar la super-estructura social del sistema babilónico, aunque parezca utópico cambiar en nuestra generación toda una cultura y sus injusticias, aunque nos quiera hacer creer que no se puede  cambiar una sociedad injusta… sí podemos hacer algo trascendental y ya. Podemos empezar, a valorar a todas las personas con el valor que Dios les da diariamente. Verlos como su Creador los ve. Amarlos como el Mesías los amó. Recordar que el mismo que nos rescató a nosotros, dándonos la dignidad de ser hijos de Dios, también se propone rescatar a los que sufran cualquier injusticia, y darles la dignidad humana de ser llamados hijos y herederos del Altísimo. 
Nos es urgente comprometernos con la misión de fomentar el «acogimiento» o «aceptación» fraternal. Para que esto se cumplido eficazmente debemos responder a la invitación del apóstol Pablo que nos dice: «Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios..” (Romanos 15:7).
Shalom.
P.A. David Nesher

«I Forgot My Phone» (Olvidé mi Teléfono): la Frase que Desintegra Humanos

Quiero continuar llamando a la reflexión acerca de la proliferación de los smartphones y su intensa integración en nuestros hábitos de vida con el fin de desintegrarnos como humanos. 

La adicción al móvil que hoy mantiene hipnotizada a una gran parte de la población urbana occidental es, a estas alturas, tan fuerte que ya nadie disfruta de los verdaderos valores de la vida. De repente lo de alrededor es anulado y junto a ello,los pequeños placeres de la vida se empañan, y hasta desaparecen, por culpa de los «omnipresentes y omniscientes» smartphones. 

Soy testigo diariamente, tanto como ustedes, de las siguientes escenas cómo algo muy habitual (y lo más triste, «normal»): estar en un concierto y ver un mar de smartphones; comer con amigos y que éstos estén prestando más atención a sus teléfonos inteligentes que a la deliciosa comunión de la mesa; personas que prefieren hacer la foto antes que vivir el momento y un largo etcétera de momentos en los que la adicción puede incluso contra la educación y los protocolos del amor. 

Dos preguntas me surgen: ¿Qué tanto se han integrado estos aparatos a nuestra vida diaria? ¿Qué tanto han intervenido con la forma de desenvolvernos a diario, incluyendo la interacción con la gente que nos rodea, con nuestra formas de registrar nuestras vivencias, nuestros momentos más importantes? 

Con el objetivo de alertar sobre los peligros del preocupante apego a los dispositivos móviles, comencé a buscar material que me ayudará en esta ardua misión y, por la gracia divina, me encontré con un trabajo de excelencia. Un cortometraje de algo más de dos minutos de duración que ha dado en el clavo explicando éste tipo de situaciones y lo ridículas que son vistas desde fuera.  

El cortometraje, publicado en YouTube, está dirigido por Miles Crawford y protagonizado por la actriz filipina Charlene de Guzmanl quien, a la vez, pensó esta idea. En dicho trabajo se demuestra la locura de una sociedad adicta a los smartphone, conectada obsesivamente con el mundo virtual de las redes sociales, servicios de mensajería instantánea, etc…. Un sin fin de seres humanos, casi «zombies», desconectados del mundo real y de lo que sucede a nuestro alrededor.  

A muchos parecerá cómico y algunos otros nos hará recordar momentos, molestos e incómodos, pues el trabajo de Charlene de Guzman es una verdadera bofetada a lo que ocurre diariamente alrededor del mundo.   

Muchos han debido sentirse identificados y el vídeo, llamado “I Forgot my Phone”  (Olvidé mi teléfono) ya superado a los once millones de visitas en tan sólo cinco días. El video muestra como una joven, aparte de compartir momentos con sus amigos, también tiene que hacerlo con sus respectivos teléfonos móviles.  

Quiero que interpreten bien lo que estoy diciendo. Entiendo y reconozco que los smartphone son muy útiles, sí, pero la moraleja de este vídeo queda muy clara: “primero vívelo, luego cuéntalo”.

¡TÚ NO ERES ISLA!

He aquí el video: