“Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada”.
(Éxodo 21: 2)
El éxodo de la esclavitud en Mitzraim (Egipto) había culminado. El ciclo se había cerrado con la entrega de la Torah, en el Monte Sinaí. Cada israelitas había escuchado que ahora se convertiría en un siervo del Eterno, el único Amo de los seres humanos. El pacto matrimonial para una nueva nación había sido firmado por el mismo Esposo. Dicha nación estaba constituida por ex-esclavos. Cada integrante de las doce tribus de Israel llevaba en sus cuerpos y almas las marcas indelebles de la brutal y dura esclavitud pasada. El pueblo de Israel era conformado por hombres libres, y su relación con la Torah iba a ser uno de cumplimiento voluntario, no coacción forzada.
¿Por qué colocar en la Torá las leyes sobre esclavitud?
El planteo es lógico, y muy justo: si el Eterno creó al hombre libre, ¿por queéla Torah permitió a los hebreos que tengan esclavos?
En primer lugar, conviene recalcar que estas leyes fueron dadas para que el Pueblo de Dios aprendiéramos que todo lo que hacemos tiene consecuencias. Yahvéh, quiere que comprendamos que es de vital importancia pensar antes de actuar, a fin de considerar los efectos de nuestras decisiones. Por eso, al relacionarnos con los demás debemos tener en cuenta los principios de estas leyes. Debemos actuar de manera responsable y justa con todas las personas, ya sean amigos o enemigos. Por favor, piense en los planes que tiene para hoy y considere cuáles serían las consecuencias de ellos a largo plazo
En segundo lugar, y antes de meternos de lleno en la respuesta a este cuestionamiento crucial, necesitamos entender el contexto histórico de las políticas económicas de la antigüedad. La esclavitud en el mundo antiguo era una parte normal de toda la economía. En aquellos días, no había ninguna norma monetaria, y la gente no tenía empleos ordinarios donde trabajar como lo hacemos nosotros. La gente vivía principalmente de la tierra. Esto significa que si usted no era un terrateniente o un rico independiente con sus propios rebaños y manadas, es probable que no disponía de medios seguros de apoyarse a sí mismo y su familia. El concepto de trabajo por contrato era arriesgado, a corto plazo y no tenía garantías. No había leyes laborales, requisitos de salario mínimo o planes de jubilación. Para la clase baja sin tierras la servidumbre era una opción atractiva. Ofrecía la adquisición de habilidades significativas, empleo de por vida y alimento, y refugio a una persona y sus dependientes.
Los israelitas acababan de salir de la esclavitud que habían experimentado en su forma más fea. Es natural que el Eterno se ocuparía de esa institución y estableciera las reglas para evitar la perpetuación del maltrato de los esclavos. Yahvéh no quería que los hijos de Israel trataran a sus sirvientes de la forma en que ellos habían sido tratados.
Esto puede ser comparado a un hogar abusivo en el que un hijo es golpeado por su padre. Cuando el niño crece le pega a sus propios hijos, porque esa es la manera de ser padre, que aprendió de su padre. Las leyes de la Biblia sobre la esclavitud están destinadas a romper ese patrón de mal tratos a otros seres humanos. Las leyes de las Sagradas Escrituras concerniente a los esclavos son para la protección y el bienestar de las personas esclavizadas.
Yahvéh promete conducir al Pueblo de Israel a la Tierra Santa y los advierte para que no tomen los caminos paganos de los habitantes actuales de la misma, especialmente en sus políticas referidas a la economía de los esclavos.
En Canaán, como en la mayoría de las sociedades contemporáneas de Israel, los esclavos no tenían derechos. La Torah cambiará eso. De acuerdo con las leyes en esta porción de la Instrucción, los esclavos debían ser tratados como siervos por contrato en lugar de ser tratados como una propiedad. Después de seis años de servicio, debían tener la opción de irse libremente.
Un esclavo hebreo era una especie de empleado que trabajaba para cubrir una deuda o indemnizar un robo. Su amo tenía que tratarlo tan bien. A tal punto era complicado este asunto desde la Torah, que surgió un dicho desde los sabios: “Aquél que adquiere un esclavo hebreo, en realidad está adquiriendo un amo sobre sí mismo” (Talmud de Babilonia, Tratado Kedushin 20a). Pero también sabemos que había esclavos canaaneos, sobre quienes la Torah dice:
“Y los poseeréis por heredad, para vuestros hijos en pos de vosotros, para heredar posesión. A perpetuidad de ellos podréis serviros. Pero a vuestros hermanos, los hijos de Israel, un hombre a su hermano, no lo someterás con dureza”.
(Levítico 25:46)
Nos tranquilizamos un poco más cuando leemos las leyes posteriormente establecidas sobre la esclavitud.
Estas leyes sobre la esclavitud fueron diseñadas para prevenir el tipo de esclavitud que sufrieron muchos de ellos en Egipto, o como la que sabemos casi exterminó a los negros en América antes de ser abolida en el siglo XIX. En la Torah vemos que:
- Los secuestradores se enfrentan a la pena de muerte (Éxodo 21:20).
- Si un hombre hiere gravemente a su esclavo, el esclavo debe ser liberado de inmediato (Éxodo 21: 26-27).
- Si un esclavo es asesinado por su propietario, el hombre se enfrenta a la pena de muerte (Éxodo 21:16).
Si profundizamos más en el estudio de este tema, descubriremos que la Torah tiene una serie de leyes sobre cómo debe ser tratado un esclavo, muchas de las cuáles establece que, sus necesidades deben ser priorizadas y suplidas por el dueño. Por ejemplo: la persona que tuviera una sola almohada debía entregársela al esclavo para dormir; el esclavo debería descansar en el Shabat; debería recibir una cuantía en valores o bienes cuando partiera en libertad, etc.
En este pasaje podemos notar que el detalle de las regulaciones de las mujeres esclavas ponen de manifiesto las preocupaciones sociales de la Torah, referente a la dignidad y los derechos de una mujer, ya que legisla que el amo se ocupe de las necesidades particulares. Este tipo de disposición no se encontraba en otras culturas del Oriente Medio.
La posibilidad de un hebreo de volverse esclavo surgía en el caso de robo, cuando el ladrón no pudiera restituir el bien robado. El tribunal podía entonces venderlo como esclavo. Otra posibilidad podía ocurrir cuando un pobre se vendiera voluntariamente como esclavo para pagar una deuda con su trabajo. Esta era justamente una forma de regeneración: en vez de ser mandado hacia la prisión, el ladrón era vendido como esclavo para que de esta forma conviviera con su dueño, notara su error y aprendiera a vivir una vida honesta. En cada uno de esos casos, cuando llegaba el año sabático (cada 7 años), el «esclavo» tenía que ser liberado. Si no deseaba partir en libertad, sino permanecer en la casa de su amo, su oreja debería ser perforada. ¿Por qué? Explican nuestros Sabios: aquella oreja que oyó la Torah y sabe que su Único Señor es Yahvéh, pero aún así desea continuar sumisa a un hombre de carne y hueso, debe ser perforada. Este es el detalle que nos permite ver que, según la Torah, la esclavitud no es el estado natural del hombre en el diseño de Yahvéh. Todo esto demuestra que gracias a estos códigos legales de la Instrucción (Torah) divina, los esclavos hebreos eran tratados con la consciencia de parte del amo de que eran seres humanos y no su propiedad.
Con todo esto nos queda claro que la Torah reconoce la existencia de la esclavitud como un sistema económico contextual, pero no la promueve como un ideal del propósito eterno de Dios para las relaciones humanas.
Sin embargo, algunos lectores superficiales de la Biblia podrían decir que desde la esclavitud ha sido abolida, las leyes de la Biblia de la esclavitud son irrelevantes para el mundo moderno, aunque la esclavitud sigue existiendo en otras formas. Recordamos que los esclavos en el período bíblico eran más o menos equivalente al concepto de los empleados en la economía actual, podemos aprender varias cosas sobre el corazón del Eterno por la forma en que tratamos a nuestros empleados. La Torah revela que el Eterno quiere que hagamos un trato justo, digno y merecedor de compensación para con los demás. Si había que tratar bien a un esclavo, cuanto más al prójimo.