La adicción al móvil que hoy mantiene hipnotizada a una gran parte de la población urbana occidental es, a estas alturas, tan fuerte que ya nadie disfruta de los verdaderos valores de la vida. De repente lo de alrededor es anulado y junto a ello,los pequeños placeres de la vida se empañan, y hasta desaparecen, por culpa de los «omnipresentes y omniscientes» smartphones.
Soy testigo diariamente, tanto como ustedes, de las siguientes escenas cómo algo muy habitual (y lo más triste, «normal»): estar en un concierto y ver un mar de smartphones; comer con amigos y que éstos estén prestando más atención a sus teléfonos inteligentes que a la deliciosa comunión de la mesa; personas que prefieren hacer la foto antes que vivir el momento y un largo etcétera de momentos en los que la adicción puede incluso contra la educación y los protocolos del amor.
Dos preguntas me surgen: ¿Qué tanto se han integrado estos aparatos a nuestra vida diaria? ¿Qué tanto han intervenido con la forma de desenvolvernos a diario, incluyendo la interacción con la gente que nos rodea, con nuestra formas de registrar nuestras vivencias, nuestros momentos más importantes?
Con el objetivo de alertar sobre los peligros del preocupante apego a los dispositivos móviles, comencé a buscar material que me ayudará en esta ardua misión y, por la gracia divina, me encontré con un trabajo de excelencia. Un cortometraje de algo más de dos minutos de duración que ha dado en el clavo explicando éste tipo de situaciones y lo ridículas que son vistas desde fuera.
El cortometraje, publicado en YouTube, está dirigido por Miles Crawford y protagonizado por la actriz filipina Charlene de Guzmanl quien, a la vez, pensó esta idea. En dicho trabajo se demuestra la locura de una sociedad adicta a los smartphone, conectada obsesivamente con el mundo virtual de las redes sociales, servicios de mensajería instantánea, etc…. Un sin fin de seres humanos, casi «zombies», desconectados del mundo real y de lo que sucede a nuestro alrededor.
A muchos parecerá cómico y algunos otros nos hará recordar momentos, molestos e incómodos, pues el trabajo de Charlene de Guzman es una verdadera bofetada a lo que ocurre diariamente alrededor del mundo.
Muchos han debido sentirse identificados y el vídeo, llamado “I Forgot my Phone” (Olvidé mi teléfono) ya superado a los once millones de visitas en tan sólo cinco días. El video muestra como una joven, aparte de compartir momentos con sus amigos, también tiene que hacerlo con sus respectivos teléfonos móviles.
Quiero que interpreten bien lo que estoy diciendo. Entiendo y reconozco que los smartphone son muy útiles, sí, pero la moraleja de este vídeo queda muy clara: “primero vívelo, luego cuéntalo”.
¡TÚ NO ERES ISLA!