Vivir en Comunidad

¿Para qué nos sirve trabajar por la UNIDAD?

Autor: Ptr. Adolfo Cataldo
[Monte Santo, Gral. Madariaga (Bs. As.)]

Desde hace cuatro parashot atrás el Eterno me hizo notar que constantemente llama a la Unidad de su pueblo para que Su presencia se manifieste en medio de él.

Cuando no existe unidad se corre el riesgo de la manifestación de HaSatán, el oponente, ya que surgen discordias entre los hermanos, fluye la lashón hará (lengua mala), y todo tipo de actitudes que provocan que la presencia de nuestro Elohim NO se manifieste.

Comencemos considerando en la parashá TERUMÁ lo siguiente:

“También harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas: dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de la otra tabla para sus dos espigas.” 
(Éxodo/Shemot 26:19)

 Las tablas representan cada miembro del pueblo de Israel. Acá podemos ver el mensaje de la unidad que debe existir para poder formar un templo santo para el Eterno. Debajo de cada tabla hay dos basas de plata, ellas unían las tablas simbolizando los fundamentos doctrinales de la Instrucción divina uniendo a los miembros de Israel.

En la parashá TETZAVÉ leemos lo siguiente:

«Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.» (Shemot 27:20)

La expresión hebrea TETZAVÉ (mandarás) comparte la misma raíz que TZEVET (unir). La exhortación divina es que si te esfuerzas en unir a la gente puedes hacer que la Menorah (la Luz) haga brillar la gloria de Yah para el mundo entero.

Unidos podemos hacer que la gloria del Padre se manifieste.

Aceite puro de olivas machacadas”, en esta expresión el Espíritu del SEÑOR me hacía ver que una aceituna individualmente no aporta el aceite suficiente para encender las luces. Individualmente, aporta unas cuantas gotas que se pierden en el recipiente, pero cuando en la unidad, son machacadas dan el aceite necesario para manifestar la luz.

Puedo ver que el Eterno en ese “machacar” nos está llevando a entender que en la humildad que nos demanda para poder presentarnos delante de Él, debemos limar toda aspereza con nuestro hermano y entender que lo necesitamos para poder manifestar la luz divina.

Al estudiar la parashá KI TISÁ leíamos:

“Tomarás de los hijos de Israel la plata de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los hijos de Israel delante de Yahvéh, como expiación por vuestras vidas.”
(Éxodo/Shemot 30:16 _ LBLA revisada)

Cada medio shekel (ciclos de plata) sumado a otro igual, estaban destinados para las basas del Mishkán, las cuales eran usadas para simbolizar la Unidad del Pueblo del Eterno. Esto me hace ver que cada ciclo de plata, individualmente era inútil para poder ser las basas, era necesario que fueran fundidas, pasadas por fuego para poder cumplir la función de unir las tablas (Shemot 26:19).

Al llegar esta semana a la parashá VAYAKHEL nos encontramos con lo siguiente:

«Hizo además cincuenta broches de oro, y unió las cortinas una a la otra con los broches, de manera que el tabernáculo llegó a ser una unidad... Hizo además cincuenta broches de bronce para unir la tienda, a fin de que fuera un todo
(Semot/Éxodo 36:13, 18) 

Betzaleel y sus hombres unieron las cortinas unas con otras para formar una sola pieza, un ejad.

Como podemos ver el Eterno no se manifiesta con poder si no existe unidad. El Maestro y Dueño de nuestras vidas (Yeshúa) lo dejó bien claro:

«Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»
(Mateo 18:20)

Es más Yeshúa Rabeinu oraba al Padre para que existiera unidad entre sus discípulos:

“Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, «para que sean uno, así como nosotros»… Más no ruego solo por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que «todos sean uno». Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, «para que sean uno, así como nosotros somos uno: «yo en ellos, y tú en mí, para que «sean perfeccionados en unidad», para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.”
(Juan 17: 11, 20-23)

Esa unidad se consigue cuando la gloria que el Eterno dio al Mesías es transmitida a nuestras vidas personales. Por eso, cuanto más seamos llenos del Espíritu y carácter del Mesías, más unidad vamos a experimentar.

Debemos comprender y aceptar que el que busca lo suyo propio no podrá experimentar la unidad con sus hermanos. El apóstol Pablo bien lo expresó, en su epístola a los Efesios (4:1- 6) en la que escribió:

Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, «esforzándoos por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos.”

Viendo lo que nuestro Elohim nos muestra a lo largo de la bendita Torah, puedo llegar a la conclusión de que el causal de que no pueda existir unidad en una asamblea es porque las personas son de doble ánimo, o sea que están divididos en ellos mismos. Justamente desde esta idea el apóstol Jacobo nos dice: «… el hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.» (Sntg. 1: 8 ) En el que también puede leerse el hombre «de alma doble» significando que esta división interior se debe a dos impulsos o tendencias, una mala y la otra buena, que se enfrentan sin cesar, y se oponen a la «sencillez» de corazón, y a la firmeza de actitud que de ellas resulta. Más adelante exhorta a aquellos de doble ánimo, aquellos que están divididos interiormente:

 «Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores, y purificad vuestros corazones, hombres vacilantes
(Santiago 4:8) 

Para finalizar, el Señor me llevó al Salmo capítulo 24:

» ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo? El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño.» (24:3-4)

 Cuando no existe unidad entre hermanos, cuando las contiendas son más que las manifestaciones de amor, es imposible subir al Monte Santo de Yahveh; podrás orar, manifestar conocimiento de las escrituras, podrás ofrendar , diezmar, pero si no existe unidad tienes “manos sucias y corazón impuro«.

En amor y servicio, ptr. Adolfo Cataldo

El Poder de la Unidad que Catapulta a la Eternidad

Por P.A. David Nesher

Leemos en la aliyáh de hoy:


Bajodesh hashlishi letset beney-Yisra’el me’erets Mitsrayim bayom hazeh ba’u midbar Sinay. Vayis’u meRfidim vayavo’u midbar Sinay vayajanu bamidbar vayijan-sham Yisra’el neged hahar.

En español:

Al tercer mes de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. Partieron de Refidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon en el desierto; allí, frente al monte, acampó Israel.

(Shemot/ Éxodo 19:1-2)

Ellos llegaron el rosh jodesh (primer día) del tercer mes, llamado hoy Siván, a partir del Éxodo, que se produjo en el primer mes llamado Av o Nisán. En vez de recurrir al estilo bíblico más común y comenzar esta narración con el versículo 2: Viajaron desde Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, la Torah nos dice inmediatamente qué mes era y cuánto tiempo había transcurrido desde el Éxodo. Esto nos da a entender que los israelitas estuvieron llenos de ilusión y expectación en los días y las semanas siguientes, durante la ansiosa espera del día en que finalmente arribarían al Sinaí. Y cuando por fin llegaron y contemplaron la montaña donde recibirían la Torah, acamparon de inmediato, sin siquiera reparar en la comodidad, la comida o el agua.

A los Benei Israel les tomó tres meses confiar en el Eterno y en su líder para llegar a este lugar. ¡Al fin habían llegado!

Ellos vieron la liberación de Yahvéh de la opresión de Egipto. Recibieron Su dirección en el camino que debían de andar. Vieron Su gloriosa victoria en el Mar Rojo. Recibieron el milagroso regalo de parte de Dios de comida y agua, y vieron una batalla librada con oración que terminó en victoria sobre Amalek.

Según el sabio intérprete Rashí, la palabra hebrea que ha sido traducida como “frente a significa siempre en el lado oriental. Este sabio también explica que la palabra que convencionalmente se traduce a “ desierto” no hace referencia a un desierto de arena, sino que señala a un campo con pastos, el cual no ha sido habitado por el hombre.

En un sentido, todo lo que pasó hasta este momento estaba destinado para traerlos a este lugar. Este era el principio del cumplimiento de lo que Yahvéh dijo: “ y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este Monte.” (Éxodo 3:12)

Sinaí era el lugar donde Moisés se encontró con el Eterno en la zarza ardiente. Toda la nación de Israel podría pronto experimentar lo que Moisés experimentó en la zarza ardiente. Él los podría dirigir a este Monte para esta experiencia debido a que él ya había estado allí. Evidentemente, el pueblo no puede ir más allá que su líder.

La expresión “ISRAEL ACAMPÓ” tiene al verbo en singular, a diferencia de las instancias anteriores. Rashí asegura que esto nos enseña que toda esa inmensa multitud acampó como si fuera una sola persona, con un solo deseo. Para estar a la altura de su vocación más sublime, Israel necesariamente tiene que estar unida como nación. Sólo cuando estuvo unida en su objetivo de oír la palabra de Dios, la nación estuvo en condición de recibir la Torah como Alianza con YHVH.

El verbo ACAMPÓ habla de la conformidad, armonía y hermandad del pueblo de Israel. Antes de esto, el Pueblo había protagonizado muchas peleas entre diferentes grupos, pero ahora habían llegado a un estado de unidad, de manera que está siendo presentado como si todos fueran una sola persona.

Esta unión era necesaria para la entrega de la Torah, alma mater del pueblo hebreo.

Habían pasado 46 días desde la salida de Egipto, cada uno de esos días representa un incremento de kedusháh (santidad) del pueblo. Entendamos que el máximo nivel de santidad es el 50, que son exactamente los días entre Pésaj y Shavuot, (Pascua y Pentecostés), es decir, un grado mayor a los niveles de impureza que Israel traía desde Egipto (grado 50 de la impureza).

Así pueblo de los Benei Israel demostró su mérito para recibir la Torah cuando arribó al Sinaí en una indisoluble unidad; como una sola persona, con un solo corazón. Por ello, Dios correspondió instando a Moshé a que advirtiera al pueblo que no ascendiera la montaña mientras la Presencia Divina permaneciera sobre ella, para que no muriera mucha gente (19:21).

El rabino Mejilta explica que Dios quiso decir que incluso si moría un solo israelita, iba a ser para Él un acontecimiento tan trágico como si hubiera perecido toda una multitud. Por lo tanto, resulta evidente que cuando los Benei Israel están unidos, cada uno se vuelve aún más preciado de lo que ya es.

Es así que tenemos el imperativo de sensibilizarnos ante el hecho de que cada hermano en la emunáh (fe) debe sentirse responsable de alivianar el sufrimiento de todos los demás; tal como Dios no puede soportar la pérdida de una sola persona, así también debemos ocuparnos de las necesidades espirituales y materiales de todos nuestros hermanos.

¿Cómo se relaciona el Ayuno de Guedaliah con los Nacidos de Nuevo en el Mesías?

Por Moisés Franco y Natalia Nuñez

En vísperas a comenzar con el ayuno que tradicionalmente se lleva a cabo el tercer día del séptimo mes, nos encontrábamos con mi esposa leyendo el artículo de David Nesher que explica esta práctica y al terminar la lectura nos hicimos la misma pregunta del título.

Luego de meditar y debatir, arribamos a algunas conclusiones que quisiéramos compartirles esperando que el Espíritu Santo los ilumine en las implicancias de este día de restricción.

ACLARACIÓN:
difícilmente el lector pueda comprender el trasfondo de las siguientes reflexiones sin haber leído previamente el artículo “El Ayuno de Guedaliah: La Relación de la Muerte de un Justo y la Destrucción del Santo Templo” de David Nesher.

CONCLUSIONES

1- Fundamentalmente este ayuno sirve para no bajar la guardia. Nuestra lucha es contra satán, pero primero hay que matar al adversario que llevamos dentro y se opone a la obediencia al Eterno (Rm.7:7-25/ Gál.2:20). La muerte del gobernador Guedaliah ocurrió sólo dos días después de que el pueblo se sintiese satisfecho por las plegarias para un nuevo año de bendición en Yom Teruah. No creas que ya has vencido a tu ego, no te confíes porque pasaste una fiesta y sigues vivo. Haz teshuvah, pide perdón y cambia.

Matar el ego es la base de los siguientes puntos.

2- ¿Estoy intentando manipular al Eterno? Luego del asesinato del gobernador puesto por Nabucodonosor, los habitantes de Judá fueron a consultarle al profeta Jeremías si debían huir a Egipto o permanecer en la tierra santa. Por el relato escritural vemos que en su interior ya tenían tomada la decisión y sólo buscaban que YHVH les confirmaran dicha determinación (Jer. 42; 43:1-7).

¿Estás haciendo ciertos ritos u oraciones para “convencer” al Soberano del Universo de que apoye tus planes?

3- ¿Estoy confiando en la salvación del Eterno o me desespero ante la calamidad e intento resolver las cosas en mis fuerzas? Los residentes en Judá prefirieron morir en Egipto, la tierra de donde sus ancestros fueron liberados por YHVH, en lugar de confiar en que el Guardián de Israel los salvaría.

4- ¿Estoy confiando en mi propio criterio? Evidentemente Guedaliah era un hombre justo, pero desoyó el consejo que le advertía sobre un atentado contra su vida (Jer. 40:13-16). Esto finalmente ocurrió y costó no sólo su existencia sino un alto precio para todo el pueblo de Judá.

5- Ishmael Ben Netaniah se dejó enceguecer por las voces perversas que alentaron su hambre de poder sin darse cuenta que su derramamiento de sangre le costaría al reino de Judá 52 años más de exilio babilónico y provocaría que la tierra quedara prácticamente desolada de israelitas, alejando así las esperanzas de reconstrucción del templo.

La primera carta de Pedro capítulo 2, versículos 4 al 9 dejan claro que Yeshúa es la “piedra viva” y al acercarnos a Él somos “como piedras vivas, con las cuales se está edificando una casa espiritual” (v.5 |NVI).

La falta de valoración de nuestro hermano como piedra viva del mismo templo nos lleva a ser asesinos, generalmente desde el lashón hará (lengua perversa) o desde la indiferencia, sin advertir que eso demora el cumplimiento del propósito del Bendito Sea en la Tierra. Entonces, la pregunta es ¿cómo está mi comunión con mi prójimo? … ¿y especialmente con mi comunidad de fe?


¡El Mesías Siempre está Escondido en el Milagro del Pan y el Vino!

Por P.A. David Nesher

Pero hasta el día de hoy Yahvéh no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír. Yo os he conducido durante cuarenta años en el desierto; no se han gastado los vestidos sobre vosotros y no se ha gastado la sandalia en vuestro pie. No habéis comido pan ni habéis bebido vino ni sidra, para que sepáis que yo soy Yahvéh vuestro Dios.”

(Devarim/Deuteronomio 29:4-6)

Hasta aquí, la nación de Israel había visto grandes maravillas de la mano de Yahvéh desde que salieron de Mitzrayim (Egipto). Fueron testigos de plagas, ellos vieron la muerte de ellos primogénitos. Vieron cómo se partió el Mar Rojo; vieron los ejércitos egipcios destruidos. Vieron victorias ganadas sobre Amalek por medio de la oración. Ellos comieron del maná, bebieron del agua provista milagrosamente, y ellos vieron milagro tras milagro. Sin embargo, los milagros en sí mismos no podían cumplir algo en el corazón de Israel.

Cuando el Eterno muestra su poder debe hacer un impacto muy grande y producir algo muy profundo en cada uno de los que los ven. Una persona que tiene un corazón insensible ve pero no es conmovido en su interior de manera profunda ante las maravillas del Eterno. Cuando el Eterno obra entre nosotros espera de nosotros un total rendimiento ante su grandeza y su amor. Lo más lógico es que uno que haya visto milagros tan maravillosos abra su corazón de par en par y se conecte de lleno con la presencia del Eterno. Pero la mayoría de los hijos de Israel no lo habían hecho.

Entonces y de acuerdo a lo que este texto nos dice, el pacto de Sinaí no había suficiente poder para transformar al hombre en su interior. Si el Eterno no enviaba a su Espíritu Santo para cambiar sus corazones, entonces sin siquiera el milagro más inimaginable haría una diferencia.

Este texto habla de que el Eterno un día dará al pueblo de Israel corazón para entender, ojos para ver y oídos para oír. Ese día será cuando entren en el pacto renovado.

Esto es simbolizado por la falta de pan y vino en el desierto. Por favor, pido que abras tu mente y corazón para captar la enseñanza que a continuación explica esto.

Si repasamos lo que hasta ahora hemos aprendido, notamos que el orden de las celebraciones del shabat y demás fiestas mesiánicas empieza con el vino y finaliza con el pan. Pero aquí se habla de pan primero y luego vino. Esto es una alusión al momento cuando el Mesías tomó el pan matzáh (pan sin levadura) en la mesa de Pesaj y dijo que ese pan representaba su cuerpo que iba a ser entregado por todos. Luego tomó la tercera copa de vino en la celebración del seder y dijo que esa copa era la renovación del pacto en su sangre.

Esa renovación del pacto de Sinaí, hecho por medio de Yeshúa, tiene suficiente poder para transformar el hombre para que tenga un corazón que pueda entender, con ojos y oídos espirituales para percibir y ser dirigido por el Espíritu de Santidad. Así lo había anunciado el profeta Jeremías:

“…porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días–declara Yahvéh–:
Pondré mi Instrucción dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré; y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no tendrán que enseñar más cada uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciendo: «Conoce a Yahvéh», porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande–declara Yahvéh– pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado.
(Jeremías 31:33-34)

El apóstol Pablo escribiendo a los discípulos de la ciudad griega de Corinto, declaró:

“…sino como está escrito:
COSAS QUE OJO NO VIO, NI OÍDO OYÓ, NI HAN ENTRADO AL CORAZÓN DEL HOMBRE, SON LAS COSAS QUE DIOS HA PREPARADO PARA LOS QUE LE AMAN.
Pero Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios… En cambio, el que es espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado por nadie.”
(1 Corintios 2:9-10, 15)

En esta misma epístola, Pablo enseñará que es el Mesías el que ha logrado llevar esta promesa divina a su fiel complemento, asegurando que Yeshúa nos da pan y vino para comer y beber:

«Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: 
Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de mí. 
De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: 
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto cuantas veces la bebáis en memoria de mí. 
Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que Él venga
(1 Corintios 11:23-26)

Por ello nos encontramos con la expresión: «Guardaréis, pues, las palabras de este pacto» que nos exhorta a darnos cuenta y enfocarnos que ver las grandes obras de Dios, demanda una respuesta lógica. Conocer la grandeza del poder y amor de Yahvéh debería de hacer que aquellos que somos Israel estemos más comprometidos que nunca con su Pacto Renovado recordado en la Mesa de Eucaristía.

Amado lector o lectora, si eres un verdadero discípulo de Yeshúa, ten presente que el Espíritu de Dios siempre nos guía a ser obedientes a la Torah de manera cómo ha sido expresada por Moshé y cumplida por el Mesías Yeshúa. Por tal razón, necesitas ser consciente que si un espíritu te conduce a apartarte de la Torah escrita, dada por Moshé y apartarte del Mesías Yeshúa, quien es la Torah viviente, es un falso espíritu.

¿Qué Significa «TODOS USTEDES» en la Cosmovisión Divina?

Por P.A. David Nesher

La palabra hebrea «Nitzavim» tiene varios significados, aquí se trata de estar firmes, de pie, esperando algo trascendental; es estar parados para hacer algo en específico y también significa estar parados para que una fuerza superior venga a chequearnos y validarnos. Por eso, esta sección se lee siempre en el Shabat que antecede a Yom Teruah.

El mensaje primordial de esta parashá se enfoca en que cada persona tiene una finalidad en su propia existencia, y es una parte de la comunidad. Fue este principio de conciencia corporativa en constante solidaridad la que convirtió al pueblo de Israel en un pueblo inmortal; «¡Vosotros todos estáis hoy presentes!». El Eterno está profetizando sobre ellos, diciéndoles: «Cuántos pueblos del pasado histórico hoy ya no lo están. En cuanto a vosotros, lo estaréis siempre, a partir del momento en que seáis solidarios unos con los otros y reconociereis el pacto del Eterno vuestro Dios con vosotros.» Ese es el espíritu del calificativo de «pueblo apartado«.

En la expresión “TODOS USTEDES” se incluye a todo el pueblo, sin importar su calibre espiritual, desde “las cabezas” (líderes) de tribus, los infantes, las mujeres, los extranjeros prosélitos, hasta el escalón más bajo, a saber; “el leñador y el aguatero”. Todos están congregados para “hacerlos pasar por el Pacto de su Dios”, esto es la “avodáh” (el servicio sacerdotal al Santo y Bendito), a pesar de haber pecado tantas veces en Su Presencia. Lo novedoso de este pacto era que introducía el concepto de responsabilidad mutua, en virtud del cual cada israelita está obligado a ayudar a sus hermanos para que observen la Torah e impedir que la infrinjan.

Este es el motivo por el cual Moshé comenzó este discurso pedagógico relacionando entre sí, y a un mismo nivel de propósito, a todos los distintos estratos sociales de Israel que se encontraban de pie ante él. Es este el motivo por el cual dijo: que Dios no les considera responsables por pecados cometidos a hurtadillas, pero que sí cargarían con la culpa por transgresiones perpetradas en forma abierta. Esta noción resulta fundamental para la cosmovisión hebrea, pues ofrece el motivo por el cual no podemos permanecer impávidos ante los errores de los demás, y explica por qué cada varón y/o mujer de Israel de buena conciencia debe conmoverse ante cualquier acto que constituya una profanación pública de los mandamientos de la Torah.

Por todo ello, cuando leemos la expresión “los niños” (v. 10) se entiende que la Torah revela que, en tanto que son menores de edad, no podían legalmente aceptar un pacto, pero aun así, el Eterno quería que compartieran el privilegio de participar en este magno evento [según la explicación de Ramban], o bien, Dios quiso enseñar que sus mayores eran responsables de procurar que los niños se criaran como buenos israelitas [según interpretación de Seforno].

Así pues, y volviendo a nuestra consideración del vocablo “ todos ustedes”, nos damos cuenta que el mismo abarca también a las futuras generaciones de israelitas. Todos juntos, ciertamente, como si fueran Uno solo. Todos formando una entidad indivisible, llegando como un “borrón y cuenta nueva” a los pies del Santo y Bendito dispuestos a renunciar a los problemas y cargas de las generaciones del ayer e iniciar a un nuevo comienzo para asegurar bendiciones en las generaciones futuras.

Entonces queda claro que cuando un israelita se conecta con Yahvéh por medio del estudio de la Torah y la observancia de Sus Preceptos (Mitzvot), los cuales derivan de un nivel espiritual que trasciende la dimensión de tiempo y espacio, se conecta a la vez con la esencia del pueblo hebreo, fuente única de sustento e identidad del ser de Israel. Y allí, en aquel nivel trascendental, en el que el tiempo y el espacio pierden su sentido físico, todas las generaciones -pasadas, presentes y futuras-, se funden en una única entidad. Justamente del Midrash recogemos las siguientes palabras:

«… El Pacto obliga a los israelitas que nazcan en el futuro. Aunque no estén físicamente presentes, sus almas están presentes en esta asamblea. En Matán Tora, estaban también todas las almas hebreas presentes…»
[Midrash, pág 288].

De igual modo encontré en el Zohar la siguiente explicación:

» … Las almas de las generaciones por venir estuvieron ahí presentes y todos recibieron la Torah en el Sinaí, como está escrito: “sino con los que se paran aquí con nosotros en este día y también con aquellos que no están aquí con nosotros en este día (…) Estaban todos ahí, cada uno de acuerdo a su mérito, y vio y recibió las Palabras…»,
[Zohar, Yitró 20:346].

Para concluir, les diré que la Torah emplea diferentes denominaciones para referirse a los descendientes de Yaakov; de todas ellas, la denominación “ Israel” es la más sublime y elevada. El nombre Israel (en Deut 29:9), denota magnitud y poder, significación e importancia. Metafóricamente, el pueblo israelita constituye un único Cuerpo, y cada integrante del mismo es un miembro vital del de dicho Cuerpo Místico.

Ahora sí lograrán ustedes entender por qué mi labor profética es primordialmente conducirlos a despertar y valorar la correcta idea de Cuerpo del Mesías en la Mesa de Comunión de cada sábado que nos permite meditar en este profundo secreto divino revelado perfectamente en Su Pacto Renovado.

Shavuá tov!

El Esfuerzo Místico Para Construir una Comunidad (Parashah Vayakhel)

Por P.A. David Nesher

“Y Moisés reunió a toda la congregación de los hijos de Israel y les dijo: Estas son las cosas que ordenó hacer el Eterno. Seis días trabajarás y en el séptimo descansarás, pues sería día santo, es decir dedicado al Eterno.»

(Shemot/Éxodo 35:1-2)

Al llegar a esta porción denominada Vayakhel notamos que se repite, prácticamente, la misma historia que encontramos en las parashot Terumah y Tetzavé, es decir que se nos habla de nuevo de la construcción del Mishkán o Tabernáculo. Toda las palabras de este pasaje fueron pronunciadas al día siguiente de lo que más tarde conoceríamos como “Yom Kippur”, es decir, estos eventos ocurren desde un 11 de Tishrei.

La expresión «Vayakhel» significa “Y congregó”, y está relacionada con el vocablo “congregación” o “comunidad”. Considerada así nos damos cuenta que la Torah nos está dando aquí una lección estupenda y pretende que nos enfoquemos en sus líneas interesándonos en descubrir todos los poderes mesiánicos que se esconden en un término: congregación.

De aquí aprendemos que para hacer morar la Presencia Divina en el seno del pueblo de Israel, antes debe alcanzarse, en un esfuerzo mancomunado, unidad en el vínculo de la paz y la conciencia de ser una única comunidad o «Kahal». Esta porción nos revela la importancia de crear unidad como parte de nuestro trabajo espiritual por lo que debemos buscar despertar el deseo por la unión que nos permite velar por los demás. La unidad es fundamento de la Shalom (Paz).

Leyendo el libro del Zohar me encontré con la explicación de que la parashá «Vayakhel» revela a los israelitas que cada uno de los seres humanos venimos a este mundo  con una falsa vasija (idea) mental; es decir, que creemos que estamos separados los unos de los otros. Así, la tendencia será que cada quien viva su vida, cada quien resuelva cada circunstancia como pueda, cada quien estudie lo que mejor cree que le viene bien, cada quien busque el trabajo que le plazca, cada quien trate de hacer una familia propia, etc. Es decir, cada quien viva a su manera. De este modo, todo eso  se convierte en un relativismo personal por medio del cual cada quien establece la manera de medir sus éxitos y fracasos. Así es la praxis de la mentalidad reptiliana que los hebreos habían aprendido en Mitzrayim (Egipto).

Siendo así, y sabiendo que de acuerdo al propósito eterno de Dios revelado, en algún momento los hebreos debían unificarse en la consciencia, para convertirse en un reinado de sacerdotes para el Eterno (Éxodo 19:6), ¿cómo podrían conciliar la vida de cada quien (y su unicidad) en una misma cosmovisión? ¿Cómo podrían unirse cuando tenían una real consciencia de separación, demostrada en el pecado del becerro de oro? La respuesta divina es congregándose.

La parashá Vayakhel explica que los israelitas comprendieron a través de la enseñanza mosaica que los seres humanos, en el diseño divino original, venimos a este mundo a esculpir a Malkut. Venimos a construirla, ese es el objetivo mesiánico de cada vida humana.

¿Qué es Malkut? Es el Reino de la nobleza humana; es el sueño de todo ser humano sobre una vida ideal. Permítanme explicar mejor esto que estoy diciendo. Desde que nacemos queremos Luz, pero como nacemos con la consciencia de separación, confundimos el deseo de Luz con el deseo de cosas materiales, así que comenzamos a crecer y, paralelamente, crece nuestro deseo de más cosas. Por ejemplo: de bebé queríamos un juguete específico, y ya adultos queremos un auto de tal marca y/o modelo, o anhelamos una casa de ciertas características. A eso se le llama agrandar nuestra vasija, que es lo mismo que agrandar nuestra capacidad de deseo. Sin embargo, viene el Eterno, a través de Su Sabiduría en la Torah, y nos dice que todos esos anhelos que tenemos están intentando llenar a una falsa vasija. ¿Cómo podemos saber que esto es cierto? Porque nunca estamos satisfechos.

Lo cierto de esto es que una vez que logramos la casa y el auto, nos sentimos contentos por un tiempo, y luego surge de nuevo la insatisfacción. Cuando esto sucede, aparece un nuevo anhelo o reto y nos movemos hacia donde sea para lograr satisfacer lo que sea que surja como deseo. Mientras estemos en esa etapa, estamos llenando a la falsa vasija. Los sabios llaman a esta falsa dinámica de vida: supervivencia.

Lo que no hemos entendido (porque nadie nos los dijo antes), es que cuando en lugar de llenar la falsa vasija llenamos la vasija real,  entonces la etapa de supervivencia se llena sola, sin que tengamos que hacer todos los esfuerzos que hacemos (Mateo 6:33).

La pregunta que surge es ¿cómo llenamos la vasija real? ¿De dónde la sacamos?

La Torah, en sus códigos de sabiduría, revela que la vasija real está muy unida a la vasija falsa (el 1 y el 99% de la existencia), y lo único que nos hace falta es “apuntar” al lado correcto. Hacer Teshuváh, es decir, regresar a la Fuente. Esto se logra afinando nuestros anhelos a fin de elevar nuestro deseo. Tenemos que aprender que no queremos la casa ni el auto, sino la satisfacción (la Luz) que ello nos proporciona para sentir que nuestra familia vive en mejor nivel de parnasah (sustento) y shelemut (plenitud).

Por lo tanto, mientras más claro tengamos en nuestro interior que lo que queremos es adhesión con el Creador, y esta meta sea cada vez más clara para nosotros, más Luz entrará a la vasija real (nuestra alma enfocada a la Intención del Eterno). Así pues, todo lo que haremos será perseguir esta Luz Infinita, y procuraremos que las chispas de la misma escondida en las cosas nos sean otorgadas. Ahora bien, ya hemos aprendido que la Luz sólo la obtenemos cuando anhelamos otorgársela a otros. Siendo así, al querer sólo la adhesión con el Creador, nos convertimos en una “máquina” de dar.

Pero, ¿qué tiene que ver todo lo anterior con congregarnos? Líneas arriba, expresé que el objetivo de nuestra existencia en este mundo es construir a Malkut. Sin embargo, el secreto está en que nosotros no estamos aquí para construir nuestro propio Malkut, sino para construir el Malkut de los otros. A eso se le llama Malkut Elokim (Reino de Dios). Por ello, congregarse es encontrarse, es reunirse con gente que tiene nuestros mismos objetivos, porque juntos es como somos más fuertes. Juntos, conseguimos ser unánimes en el esfuerzo de unir los pedazos de la vasija real y manifestarla con el nombre que el Eterno le ha concedido: Israel, Su Esposa.

Para lograr unificarnos, tenemos que vencer a una fuerza opositora llamada división o fragmentación. Si una sola persona quiere levantar un ladrillo, hace mucho más esfuerzo que si tiene a otra que le ayude, ¿cierto? Ese es el principio de ser un equipo. Pues bien, tenemos que lograr ser un equipo en todos los ámbitos de nuestra vida.  

La importancia de esto es  poder entender que la suma de chispas de luz que se conducen al unísono, es decir que marchan todas juntas, es capaz de ejercer el control de la mente sobre la materia. Es  como cuando vemos a un grupo de pájaros que vuelan todos juntos, al mismo ritmo y en la misma dirección. Uno guía al otro, y juntos parecieran que bailaran al ritmo de una misma melodía porque cuando existe una comunidad se crea una conciencia grupal extremadamente fuerte.


Bandada de estorninos en plena danza de unidad

Una persona sola puede quebrarse fácilmente, pero cuando es apoyada por otros entonces entonces se sostiene y enfrenta los problemas con determinación. Así lo expresaba el sabio rey Salomón al escribir:

«Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto


(Eclesiastés 4:9-12)

¿Cuál es la parte difícil de conformar una Comunidad? Tolerarnos. Es decir, aceptar las diferencias en amor, entendiendo que el otro solo me muestra mi parte oscura o la luminosa,  todo depende de lo que yo vea en él. Es aceptar que cuando veo en el otro la oscuridad en realidad estoy resonando con mi propia oscuridad interna, pero si veo en él  la luz, es mi propia luz la que se está proyectando. Sin embargo cuando pertenecemos a una comunidad con un objetivo egoísta, es decir, de sólo recibir, de ver lo que la comunidad me puede aportar, de cómo puedo  aprovecharme de ella  para mejorar mi vida, entonces el HaSatán se infiltra a través de ese egoísmo para  dividir, separar y destruir. Es así como vemos división entre vecinos, amigos, razas, socios de un club, etc.

¿Por qué la Torah, en su sabiduría, nos explica que la pareja en alianza (matrimonio) es fundamental para el crecimiento personal?

Porque dicho diseño es la manera mas fácil de enseñar a la humanidad la metodología correcta para construir el Malkut de la persona a quien se ama. El hecho de amar a alguien nos facilita la cosa porque nos da el combustible. Cuando un ser humano no sabe lo que es habitar en matrimonio (sea por la razón que sea) es como consecuencia del «midáh keneguev midáh» (medida por medida) que se está pagando, y que debe recibir tikun (rectificación). Tenemos que saber que lo que hay que hacer, en ese caso, es un esfuerzo mayor, que consiste en renunciar al egoísmo para poder construir el Malkut del otro, sin recibir nada a cambio. La misma actitud que existe en una pareja en alianza es la que debe imperar en las almas de los redimidos que se convocan y encuentran en la Mesa de Comunión del atardecer del Shabat.

La historia de la construcción del Mishkán  nos enseña que una de las tareas más importantes y difíciles que enfrenta un ser humano, es encontrar una comunidad que funcione armónicamente, ser el líder y  construir una nueva congregación o participar en forma proactiva dentro de una comunidad que pueda lograr cohesión y  unidad, y desde allí estimularse a transformar el mundo a través de las buenas obras que otorgan los mitzvot (mandamientos) de la Torah.

El asunto, en esta porción, radica justamente en comprender y aceptar secreto de construir el Mishkán (Tabernáculo): un sitio de encuentro en donde todos podamos elevarnos. Nuestras asambleas justamente se convierten en eso cada atardecer de los días sábados, pues muchos de ustedes esperan con ansias la shiur (lección) o catequesis de la semana para estudiarla y meditarla corporativamente. Cada uno de ustedes siente que congregarse es un medio celestial que otorga una visión más clara de la Luz que buscan. Y por eso, contra viento y marea, trabajan todos los días de la semana en la construcción de ese Tabernáculo. Es decir, se enfocan en que debe llegar Shabat, y el mismo debe ser finalizado en asamblea, como la Novia que procura ataviarse para su Novio con las mejores galas.

Así tiene que ser los días de nuestra vida, amigos: desde el primero hasta el sexto día se trabaja en la construcción del Mishkán (en donde quiera que éste se pose). Sólo en Shabbat descansamos, porque ese día el Tabernáculo se eleva a las dimensiones celestiales de Binah, donde todo se renueva y hace posible. Es como si el domingo el obrero comienza a construir un muro del castillo, y el viernes lo termina. Cada semana hay una parte del castillo que construir: a veces no logramos ni poner un ladrillo o nos quedamos a la mitad, pero cada vez vamos afinando nuestra técnica para que podamos concluir la obra con éxito. Sinceramente, aunque la comparación es grotesca, siento este encuentro en Shabbat como si fuera una gallina que se posa en su nido (se asienta para empollar, dándole calor a sus huevos).

Por eso la Torah nos enseña por medio de esta porción (Vayakhel) que el primer paso para formar una comunidad es, antes que nada, tener un objetivo claro y definido que sea común. Luego, basado en eso, se establece el sistema de valores del grupo. Por lo tanto, en función de eso debemos encontrar las personas afines que quieran unirse a esos objetivos y valores, de modo de crear el entorno que nos ayude a lograrlo. Y sobre todo, lo que no puede faltar para poder crear una comunidad es el rigor de Guevurah, porque para que funcione, es necesario crear leyes o un sistema de control, para que ninguno de sus miembros abuse de los recursos o de los otros miembros. Es justamente el rigor de Guevurah lo que permite entender por qué somos talmidim (discípulos) o gente que acepta la disciplina que impone el Maestro que hemos escogido para recibir los códigos de la Instrucción.

El asunto es que bajo estos principios el Creador, nuestro Abba, creó este mundo y nos dio la Torah como el sistema de valores que debemos seguir. Todo lo que tenemos que hacer es imitar este modelo para cualquier cosa que hagamos. De esta manera podremos sentirnos estimulados a perseguir la unificación con el Creador,  como la prioridad de nuestra vida, por encima de todos los obstáculos que se nos pueden presentar cada día.

Queridos amigos, la demanda que nos implanta la porción de esta semana es hacer de cada aspecto de nuestra vida, un lugar de congregación para los otros. El lugar de trabajo, las reuniones sociales, la familia, etc., constituyen oportunidades para construir el Mishkán del Eterno, y el Malkut de otro, y esto sólo se puede hacer cuando damos Luz. La Luz no es otra cosa que satisfacción de propósito en la mente y el corazón.