Por P.A. David Nesher
«Y dijo Yahvéh Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él»
(Génesis 2: 18)
Vayomer YHVH Elohim lo-tov jeyot ha’adam levado e’eseh-lo ezer kenegdo.
Hasta ahora, las Sagradas Escrituras nos venía narrando la creación de todo cuanto conocemos de una manera maravillosa. Yahvéh, nuestro Dios, por medio de su Palabra creó todas las cosas. Él habló y todo fue hecho conforme a su voluntad perfecta.
Leemos como Yahvéh se tomó el trabajo de formarlo con sus manos y soplar aliento de vida sobre él. Dios preparó un lugar hermoso y propicio para el hombre, lo llenó de animales, vegetación, sol, luna y estrellas y vio Dios que todo aquello que había creado era bueno en gran manera, entonces, en su perfección trina decide crear al hombre, no de cualquier manera sino a su imagen y semejanza, creado no solo para que fuese un mayordomo en la tierra sino para que tuviera una relación filial e íntima con Él. Pero ahora con el hombre ocurrió algo diferente. Al llegar a esta porción del texto sagrado nos encontramos con el hecho de que Dios, por primera vez, vio algo que no es bueno: la soledad del hombre.
Por eso, a fin de lograr comprender la esencia de esta preocupación divina, comenzaremos realizando un análisis de la declaración del Eterno sobre su decisión nos ayudará a despejar toda duda. El libro de Bereshit (Génesis) primeramente dice: «heesé lo ezer kenegdó» (Génesis 2:18), y luego: «lo matzá ezer kenegdó» (Génesis 2:20), refiriéndose a los términos utilizados para definir la declaración de Yahvéh.
El primer término –Ezer– significa, ayuda.
La palabra hebrea que ha sido traducida como “ayuda” es ezer, cuya raíz es «azar”, que significa “rodear”, “proteger”, “defender”, “ayudar”, “socorrer”. Esta palabra no tiene nada despectivo en sí, sino que refleja lo mejor que pueda recibir una persona cuando hay necesidad.
Distintos estudios sociales demuestran que el varón está menos capacitado para poder vivir solo que la mujer. La Torah enseña que el varón es el que necesita una ayuda, no la mujer.
Para entender la dimensionalidad poderosa de la palabra ezer, es importante comentar que esta aparece en la mayoría de los textos en las Sagradas Escrituras como una referencia al Eterno, (cf. Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7). El uso de la palabra ezer en los libros de la Tanak (Antiguo Testamento) muestra que en la mayoría de los casos el Eterno es un ezer a los seres humanos, lo que nos obliga a preguntarnos si la palabra ayuda idónea es una interpretación válida al ezer hebreo en el contexto que se utiliza para referirse a la mujer. La palabra ezer aparece veintitrés veces en el Antiguo Testamento, 2 veces se utiliza para referirse a la mujer, y 14 veces para referirse a Dios. En muchos de los pasajes, se utiliza en paralelismo con palabras que denotan fuerza, poder o energía. Algunos ejemplos son:
Lo primero que surge del correcto significado de ezer, es que la ayuda que la mujer, sujeta al diseño divino, brinda al varón desarrolla en él la certeza de que ella es una ayuda que viene del cielo. El varón humilde, sujeto a la Torah, acepta los consejos sabios y la ayuda que el Eterno le esté dando a través de su esposa.
La palabra ezer hace referencia a un poder o fuerza para salvar (socorro). Por lo tanto, podríamos concluir que Génesis 2:18 bien puede ser traducido como:
“Le haré un poder (fuerza o socorro) que sea digna de estar al lado del hombre.”
Esta línea de pensamiento es confirmada por la declaración de Génesis 2:23, en donde Adam declara de Ishá:
«Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona (Ishá), porque del varón (Ish) fue tomada.”
El sentido idiomático de esta frase «hueso de mis huesos« es similar a la de un pariente muy cercano, a uno de nosotros, o mi otro igual. La mujer nunca significó para Yahvéh un ayudante del varón, tal y como los dogmas religiosos han enseñado por los siglos. La enseñanza tradicional, especialmente de la religión cristiana, ha hecho ver a la mujer como la ayudante idónea, es decir, como una asistente o ayuda subordinada al que está socorriendo. Sin embargo, considerando las raíces hebreas del texto que estamos estudiando, comprendemos que la mujer fue creada para estar en frente del varón como su perfecto otro. Es decir, que en la cosmovisión yahveísta, la mujer sería el Otro igual del varón con quien manejaría adecuadamente los beneficios que Yahvéh estaba próximo a otorgarles.
El Segundo Término – ke-negdó- significa «en su contra» .
Ahora, nos resta nada más entender cómo debemos concebir el otro término hebreo, nos referimos a ke-negdó. Ella aparece en la Tanak (Antiguo Testamento) exclusivamente para definir la ayuda que el Eterno estaba pensando para el hombre, no es posible contrastarlo con otros usos dentro del mismo texto bíblico, por lo que generalmente se traduce como «idónea», pero literalmente es: «frente a él«, «enfrentada a él«, o «en su contra«, o «opuesta a él”. Sucede que ke-negdó, tiene su raíz en negued, que significa “en el frente contrario”.
Visto desde esta perspectiva, comprendemos que la palabra ke-negdó califica a ezer, y entonces la expresión refleja más que un significado etimológico, un sentido de propósito; en ese contexto kenegdó refiere qué clase de ayuda es la que tendrá el hombre. Dado que la palabra tiene dos significados, ambos contrapuestos el uno al otro, no es posible hacer una traducción literal del término porque en español no tenemos una palabra que refiera ambos significados juntos, y no podemos usar un sentido y descartar el otro porque ello dejaría coja la interpretación.
La palabra ke-negdó puede ser traducida “que le lleve la contraria”. Esto significa que ke-negdó adopta el sentido que las actitudes y las acciones del esposo le otorgan, así por ejemplo si sus acciones son acordes al propósito declarado en la visión que Yahvéh les ha otorgado como familia, la mujer se convierte en la ayuda que anima, añade confianza y esfuerza a su marido; en cambio, si el hombre pierde esa visión, la mujer se volverá contra él y le recriminará su actitud y acción, y le conminará a adoptar aquellas decisiones que le hagan volver a encontrarse en la ruta correcta. En ambos casos, frente a él o en su contra, ella es un ezer que busca que el hombre cumpla sus propósitos.
Entonces, si el varón se porta de manera correcta, su mujer, que es temerosa del Eterno, le va a tratar bien, pero si él no hace lo que el Eterno le ha llamado a hacer, entonces la mujer se convertirá en su enemiga. La mujer ha sido hecha por el Eterno para ser así. Esa es la mejor ayuda que el varón puede tener, aparte del Eterno mismo. La mujer fue diseñada para ver las cosas de otra manera, para estar en un ángulo diferente y tener otro modo de comprender el entorno. El varón tiene más capacidad para ver las cosas de manera general, pero no tiene la capacidad de ver todos los detalles de dicha cosa o situación. La mujer ha sido capacitada para ver ciertas minucias que el varón no puede ver, y él tiene la obligación de escucharla para poder tener una imagen más completa de las cosas antes de tomar las decisiones finales y dirigir correctamente su familia.
Así visto, y siguiendo estas líneas de pensamiento, la traducción de Génesis 2:18, sería:
“Le haré un poder (fuerza o socorro) que sea digna de estar al lado del hombre, para que lo esfuerce a continuar con sus propósitos, y que le corrija cuando se salga de estos.”
Por favor, escuchemos atentamente lo que el Eterno dice:
“HAGAMOS QUE ADAM DESCUBRA EL PRINCIPIO DE SU FUERZA EN SU ENCUENTRO TOTAL CONSIGO MISMO”
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