Por P.A. David Nesher
Leamos primero el segundo capítulo del Bereshit (Génesis), se lee:
«Entonces YHVH Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán y, mientras éste dormía, tomó una de sus costillas (mitsal’otav) y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que YHVH Dios tomó del hombre, hizo una mujer y la trajo al hombre».
Bereshit (Génesis) 2: 21-22
mitsal’otav– “ de sus costillas” o «de sus costados«– Este término significa: «de sus costados«.
Para entender lo anterior es necesario remitirnos primeramente al verso 27 del capítulo uno [zajar unekevah bara otam: “macho y hembra lo creó”-] Moshé aquí explica que el ser humano que fue creado [se está usando singular en el verbo bará] en una completa unidad de dos facetas o rostros. Los sacerdotes aarónicos explicaban este texto como que el hombre, inicialmente tenía dos rostros que más tarde fueron separados. Esto quiere decir que originalmente poseía Adam tanto la forma masculina como la femenina. De esta manera, la separación de Adam de la forma femenina fue lo que constituyó la creación de Ishá (Varona), [más tarde llamada Java (Eva)].
En el primer capítulo de Bereshit, el escritor relata cómo fue creado el ser humano revelando el propósito y la misión de este diseño divino. Ahora, en el segundo capítulo se nos ofrecen los detalles históricos de ese evento creativo. Es decir, que en el libro de Bereshit no existen dos creaciones del ser humano, sino que hay dos descripciones de un mismo hecho.
Al avanzar por el capítulo número dos, notamos que la vida del hombre se desarrolla en el jardín pero en soledad, sin ayuda idónea.
Al nombrar a la totalidad de los animales que viven en y sobre la Tierra, el hombre los integra a su vida y ejerce su vocación y dominio sobre ellos. Esta tarea lo lleva a una profunda conclusión: ninguno de los animales puede servirle de ayuda idónea. Es decir, no pueden permitirle desarrollar una relación social íntima y de importancia trascendental.
Ante esto, el Eterno responderá a esa necesidad, decidiendo proveer a esa necesidad de compañerismo esencial en el hombre. Es que la imagen divina misma empuja al hombre a darse cuenta que no puede vivir en la soledad de un individualismo. Por el contrario, el ser humano necesita trascender desde experimentar la comunión con otro que le permite valorar la unidad desde la diversidad.
La palabra hebrea tzelá (צֵלָע) traducida aquí como costilla, indudablemente significa también «costado, flanco, lado, banda”, pero también «ejes», y tiene también otros significados que se deducen según el contexto en que se encuentre. La traducción del término en el versículo citado es por tradición el de “costilla”, pero expresa más precisamente una parte colocada simétricamente respecto a otra igual. Por tanto se puede hablar más de “costado” o “flanco frontal” que de “costilla”.
Pero dado que, según se lee, este tselá (צֵלָע) debía ser algo que se encuentra bajo la carne, pues Dios debió practicar una abertura (Gen 2; 21), un poco como sucede en una operación quirúrgica (y durmió a Adán antes de la “operación”), el significado del término podría declinarse al de “costilla”.
En la mente de los traductores, pero quizás también de quienes narraron originalmente el episodio, esta “parte” debía por tanto ser la “costilla”. El texto griego de la Biblia, los Setenta, traducen la palabra tselá (צֵלָע) como “pleurá«, que significa tanto “costilla” como “flanco frontal”, como sucede con el hebreo.
Lo cierto es que tselá (צֵלָע) significa una porción del costado medio frontal del hombre y no una costilla.
El relato dice que Yahvéh tomó el hueso y la carne del costado (tselá – צֵלָע) de Adam para hacer a la mujer. Entonces ella surgió a existencia de la propia vida del varón, estableciéndose así el principio de “Vida engendra vida”.
La mujer fue hecha de uno de los huesos del costado, para que puedan compartir la vida juntos en mutua protección, preocupación, amor y cuidado. Como veremos en otra bitácora, fue el pecado el que cambió la intención original de Dios en esta relación (Gen. 3:16).
De la costilla que le había quitado al hombre, Yahvéh nuestro Dios hizo (baná) una mujer y se la presentó al hombre (2:22). La palabra hebrea baná significa construir. Esto proporciona la maravillosa revelación de que Yahvéh en realidad construyó a una mujer del costado de Adán. La costilla de Adán formó el material básico del cual fue «construida» su compañera. La mujer fue formada para tener una unidad inseparable y compañerismo de toda la vida con el hombre, y la forma en que fue creada sirvió para establecer el verdadero fundamento del estatuto moral del matrimonio.
Eva fue el regalo de Dios a Adán, una ayuda idónea hecha para él. Por eso, el varón al verla expresará perfectamente su naturaleza a través de tres declaraciones:
Primera: Reconoce la igualdad del nuevo ser. Ella también es humana y constituida con la misma materia del varón (“Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne*, v.23).
Segunda: Le concede el derecho de identidad propia. (“será llamada Ishá”, v. 23) Aceptando así la sexualidad en lo femenino, como instrumento divino que completa y complementa la plenitud de la humanidad. He señalado que la palabra hebrea para la mujer es ishá, y la palabra hebrea para el hombre es ish. El juego de palabras es el siguiente: la isha viene del ish. Esto sólo tiene sentido en hebreo, demostrando una vez más que fue la primera lengua. Por lo tanto, la mujer procede del hombre, es regalo divino para el hombre, ella fue dada al hombre, y luego es nombrada (adquiere significado) por el hombre.
Tercera: Por su origen, el varón mismo, la mujer es el único ser compatible que puede al varón hacerlo sentir completo y pleno. El varón le da vida a la mujer; la mujer le da vida a la humanidad. La humanidad en constante legado, será la plenitud de todo varón.
Con estas declaraciones el varón, ahora con nombre propio Adán, expresa delante del Eterno su aceptación y satisfacción completa, asumiendo así delante de todos los testigos presentes (huestes celestiales) el compromiso de proteger a la mujer como su propio cuerpo.
Esto nos deja bien claro que en el antiguo Israel, al menos de cuanto resulta de las fuentes bíblicas, no existe declaración alguna de inferioridad de la mujer respecto al varón, y por tanto el versículo en cuestión no debe ser forzado en ese sentido como algunos religiosos machistas pretenden.
Al terminar, me parece oportuno hacerlo con la famosa explicación que Matthew Henry dio acerca de la costilla de Adán:
“Que la mujer fue formada de una costilla (es decir, del costado) de Adán; no fue hecha de su cabeza, como para tener dominio sobre él; ni de sus pies, como para ser pisoteada por él; sino de su costado, para ser igual a él, de debajo de su brazo para ser protegida, y de junto al corazón para ser amada”.
Matthew Henry, Comentario Bíblico De Matthew Henry (trad. Francisco Lacueva; Barcelona: CLIE, 1999), 20.
Igual de poética es la explicación que nos proporciona el erudito bíblico, el rabino Umberto Cassuto:
“Tal como la costilla se encuentra al lado del hombre y está unida a él, aun así la buena esposa, la costilla de su esposo, se encuentra a su lado para ser su ayudante-contraparte, y el alma de ella está ligada a él”.
[Umberto Cassuto, A Commentary on the Book of Genesis: Part I, From Adam to Noah (Genesis I-VI 8) (trad. Israel Abrahams; Jerusalem: The Magnes Press, The Hebrew University, 1998), 134].En amistad y amor en servicio: P.A. David Nesher
ME ENAMORE DE ESTE ESTUDIO ,ES ROMÁNTICO PARA MI ENTENDER.