“ Y te amará, te bendecirá y te multiplicará; también bendecirá el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu cereal, tu mosto, tu aceite, el aumento de tu ganado y las crías de tu rebaño en la tierra que Él juró a tus padres que te daría.”
(Devarim/Deut. 7 : 13)
La palabra hebrea que en el versículo 13 ha sido traducida como “amar” (“Él te amará”) es ahavá, que significa: “amar”, “desear”, “querer”, “enamorarse”, “sentir cariño, afecto y afección”; “sentir pasión”, “gustar”, “ser leal”, “ser adicto”.
Las Sagradas Escrituras nos revelan que en la cosmovisión divina existen dos tipos generales de amor:
❤ Amor condicional Es cuando se ama dependiendo de las actitudes, de la manera de ser o del comportamiento del otro. Tenemos un ejemplo en las palabras del Maestro, nuestro Señor Yeshúa cuando dice: “Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará…” (Juan 14:23)
❤ Amor incondicional Es cuando se ama independientemente de las actitudes, de la manera de ser o del comportamiento del otro. El ejemplo de ese amor lo leemos en este mismo capítulo de Devarim.
Justamente, al hablar de elección divina, se entiende que el amor incondicional del Eterno es el que justifica toda Su actividad a favor de Israel. Este es el fundamento esencial de Su Gracia. Es solamente por amor incondicional que Yahvéh se manifestó con movimiento liberador a favor del Pueblo de Israel a lo largo de toda su historia. Él mismo se encargará de dejar por escrito el testimonio de esta verdad, al decir Moshé en Su Nombre:
“ Yahvéh no os deseó ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; más porque Yahvéh os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, Yahvéh os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.”
(Deuteronomio 7:7-8)
Otro ejemplo se encuentra en la epístola a los Romanos donde está escrito:
“Porque Cristo (Mashíaj), cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”
(Romanos 5:6-10)
En el texto de Devarim, que nos ocupa, vemos que el pacto sinaítico es condicional. Esto quiere decir que el pueblo de Israel tiene que cumplir con los mandamientos (mitzvot) del Señor para mantenerse dentro del pacto de amor que promueve con recompensas. Esto significa que todo acto de idolatría rompe el pacto entre el Eterno e Israel, al igual que el adulterio rompe el pacto matrimonial entre los cónyuges. El que comete adulterio quiebra el pacto matrimonial, y deshace la dinámica del amor en sus promesas y compromisos.
Por esto, es importante que entendamos que el varón (o la mujer), que está en el Mashiaj y comete idolatría se sale del pacto y no puede aprovecharse de sus beneficios. En un pacto hay condiciones para ambas partes.
Por otro lado, el pacto que YHVH hizo con Avraham (en Génesis 15) es incondicional. Por medio de ese pacto el Eterno juró por su propia existencia. Si Él no cumple Sus promesas dadas en ese pacto dejará de Ser Dios, lo cual es imposible. Esa es la razón por la que Él mismo toma la iniciativa para cambiar el corazón del pueblo de Israel para que guarden sus mandamientos, con el fin de que las promesas dadas en el pacto puedan ser cumplidas:
“Por tanto, di a la casa de Israel:
«Así dice El Señor YHVH: ‘No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre, que habéis profanado entre las naciones adonde fuisteis. ‘Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el YHVH ‘–declara El Señor YHVH– ‘cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas. ‘Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra. ‘Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré. ‘Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. ‘Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos (jukim), y que guardéis mis ordenanzas (mishpatim), y los pongáis por obra.”
(Ezequiel 36: 22-27)
Por eso, también leemos en el testimonio de Libro de Devarim:
“Él guarda el pacto y la bondad con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos.”
(Deuteronomio 7:9)
¡Bendito sea el Eterno por su amor perfecto!