Vida matrimonial

¿Qué significa borrar el Nombre del Eterno dentro de un matrimonio?

En la parasha Nasó vemos que el esposo de la mujer sospechosa de adulterio era llevado junto con ella al Mishkán (Tabernáculo) [o más tarde el Beit HaMikdash (Templo)]. Allí el sacerdote que oficiaba su turno ritual prepara un cóctel de agua y polvo del suelo del Tabernáculo. Hacía que la mujer pronunciara un juramento que traería una imprecación sobre ella si era culpable.

Entonces el sacerdote escribía las palabras del juramento en un rollo, lavaba la tinta del rollo en el agua y le daba el agua a la mujer para que la bebiera.

Una vez realizado este acto, el sacerdote escribía estas maldiciones en un rollo, y las lavaba en el agua de amargura. (Números 5:23).

La mujer bebía el agua, simbolizando la ingestión de la maldición para probar su culpabilidad o inocencia. Si era culpable, el agua la dañaría. Si fuera inocente, el agua no tendría ningún efecto maligno sobre ella. En cambio, aumentaría su fertilidad.

Sin embargo, al leer esto, notamos que el procedimiento planteaba una dificultad. Ordinariamente en el judaísmo está prohibido borrar el santo Nombre del Eterno. Por ejemplo, cuando un escriba está copiando las Sagradas Escrituras en hebreo, puede borrar cualquier error que cometa a menos que contenga el Nombre de Dios. Si se equivoca al escribir una línea de texto con el Nombre de YHVH, puede borrar el resto de la línea, pero no el Nombre de Elokim.

Por esta razón, los judíos practicantes no escriben el Nombre de YHVH en hebreo en una pizarra o pizarra blanca que pueda borrarse. Los documentos que contienen el Nombre del Eterno escrito en hebreo adquieren un estatus más preciado. No se tiran ni se destruyen por descuido, ni se tiran irreverentemente a la basura. Los libros sagrados que contienen el Nombre de YHVH ni siquiera se dejan boca abajo sobre una mesa o se colocan debajo de otros libros menos sagrados. Los libros sagrados nunca se llevan a los baños. Incluso las fotocopias que contienen el Nombre de YHVH adquieren un estatus sagrado. Cuando un pergamino, un libro o una hoja de papel que contiene el Nombre de D’s está listo para desecharse, se le otorga una especie de «entierro» apropiado en un depósito para escritos sagrados. Estas tradiciones nos enseñan a respetar y reverenciar el Nombre de YHVH.

Dado el respeto otorgado al Nombre del Eterno y la fuerte tradición en contra de borrar el Nombre de YHVH, ¿por qué la Torah le ordena al sacerdote que borre la maldición del rollo en el agua? El santo Nombre de YHVH aparece dos veces en la maldición. Los sabios enseñan que el Eterno está tan preocupado por la paz entre marido y mujer que incluso está dispuesto a que Su propio Nombre sea borrado para lograrlo ( Sifre 17).

En el judaísmo, la paz entre marido y mujer se conoce como shalom bayit, un término que literalmente significa «paz de la casa«. La paz entre marido y mujer tiene prioridad incluso sobre la santidad del Nombre de YHVH. Si ese es el caso, debemos tener cuidado de no permitir que la religión interrumpa el matrimonio. El Eterno está más interesado en el éxito de su matrimonio que en sus elecciones religiosas particulares. Él está tan comprometido con la santidad del matrimonio que incluso está dispuesto a que su Nombre sea borrado para preservar la paz en el hogar. Cuánto más debemos esforzarnos por llevar la paz a nuestros hogares.

El Talmud dice: «Uno siempre debe tener cuidado de no hacer daño a su esposa, porque sus lágrimas son frecuentes y se lastima rápidamente«. El pasaje talmúdico continúa diciendo que el Eterno responde rápidamente a las lágrimas de una esposa y que sus lágrimas son más eficaces que sus oraciones. YHVH toma muy en serio las lágrimas de una mujer. El pasaje concluye diciendo: «Uno siempre debe ser respetuoso con su esposa porque las bendiciones descansan en el hogar de un hombre solo por el bien de su esposa«. (n. Baba Metzia 59a)

Cuatro Consejos para tener un Matrimonio Duradero

Autora: Aranza Gleason

Mucha gente se sorprende que hoy en día más del 50% de los matrimonios seculares terminen en divorcio. A mí francamente no me parece tan raro. Construir a lo largo de los años un matrimonio, es una de las cosas más difíciles que puede hacer un ser humano, y por ello, una de las más gratificantes.

En el judaísmo, el matrimonio es visto como el acto más sagrado que dos personas pueden realizar: es la unidad que mantiene la familia, el medio a través del cual la herencia judía se preserva y la institución que fomenta mayor crecimiento en la persona. Requiere de paciencia, energía, tiempo y sobretodo constancia y compromiso. No es una tarea fácil, pero vale la pena vivirlo; porque es el único reto suficientemente fuerte para obligarte a sacar lo mejor de ti. A continuación le damos unos consejos para darle la vuelta a problemas que se presentan con los años. Esperamos los disfruten.

1) Aceptación y Gratitud.

A veces, cuando estamos casados, hemos convivido tanto con nuestro conyugue, que los años y la convivencia, en lugar de ayudarnos a aceptar los errores que comete nos vuelven reactivos a sus defectos. La primera vez que deja los calcetines fuera del bote de la ropa sucia los acomodamos sin decir nada, quizás a la segunda comentamos nuestro desagrado, a la tercera hacemos un reclamo más fuerte, pero la quinta, sexta o decimonovena vez que lo hace, simplemente explotamos.

En esas ocasiones, en pos de la paz familiar, es mejor calmarnos y aceptar que hay ciertos defectos que él o ella ya no va a cambiar. Podemos intentar empezar a cambiar la forma en que recibimos esas acciones. En lugar de verlas como una agresión perpetuada, podemos empezar a verlas como una expresión de su presencia, recordar y agradecer las cosas de él o ella que sí nos gustan.

2) Trabajo en equipo

Muchas veces, conforme los años van pasando una de las partes siente que su esfuerzo y su trabajo no son reconocidos por su pareja, que tiene más responsabilidades que el otro, y que a éste no le importa y no aprecia todo lo que hace por él. Cuando esto sucede, los reclamos surgen de forma constante o la persona se retrae y evita a su pareja.

Una solución es hablar los problemas y expresar a la pareja los sentimientos negativos. Sin embargo, no va a ser efectivo si no hay un compromiso de ambas partes por cambiar algunas acciones y actitudes. Lo más funcional es aprender a verse como parte de un mismo equipo, no establecer una competencia dentro de la pareja. Uno debe aprender que hay terrenos donde va a aportar más que el otro, y eso no quiere decir que su conyugue no se preocupe por la relación. En lugar de llevar una cuenta y reclamar todo lo que el otro no hizo, es más efectivo sentirse orgulloso de que el otro confíe en su administración y buen juicio.

3) Usa tu aprendizaje como padre o madre

Tendemos a ser mucho más compasivos con los niños que con los adultos. Esto es porque aceptamos más fácilmente sus errores y les tenemos más paciencia, además sabemos que no sirve de nada enojarse con ellos en vano. Generalmente los padres saben que si quieren educar a sus hijos correctamente tienen que aprender a comunicarse con ellos para poder trasmitirles sus enseñanzas. Lo que nosotros recomendamos no es que trates como niño a tu pareja, sino que utilices las herramientas comunicativas que adquiriste con tus hijos cuando hablas con tu pareja. Él o ella también necesita la paciencia, el cariño y el amor que le puedes dar para ayudarlo a enfrentar sus errores.

4) Toma tu felicidad en tus manos

Tú eres responsable de tu felicidad, no tu pareja. Entre más satisfecho estés con tu vida, la relación familiar va fluir mejor. Es tu obligación descubrir qué te hace feliz y qué necesitas para estar cerca de eso. Si sientes un vacío o no estás inconforme con quién eres o lo que haces, tu conyugue jamás va poder llenar ese hoyo. No intentes depender de él para que lo haga. No le cargues responsabilidades que no le corresponden.

Toma tu felicidad en tus manos y haz lo que sea necesario para poder estar bien, poder hacer lo que te gusta, enfrentar tus frustraciones y solucionar tus problemas. Entre más plena vivas tu vida, más feliz vas a ser en tu matrimonio.

Encontrado y Tomado de: Enlace Judío

Tu BeAv: La Fiesta del Amor Unificador.

Por P.A. David Nesher

«Y dijeron: He aquí, cada año hay una fiesta del Eterno en Silo, que está al norte de Betel, al lado oriental del camino que sube de Betel a Siquem, y al sur de Lebona.«

(Jueces/Shoftim 21:19).

Hemos estudiado que después de su salida liberador de Mitzrayim (Egipto) y acercándose ya a la tierra de Canaán, bajo el liderazgo de Moshe, los israelitas optaron por mandar espías a la tierra con el objetivo de organizar mejor el plan de conquista.

Así es como los doce espías regresaron de su misión el día 9 de Av (quinto mes) con un reporte adverso y el pueblo, en contra de la garantía Divina de conquista fácil, creyeron en dicho informe negativo, y desistieron de entrar en la Tierra Prometida. Aquel día, ellos lloraron sin motivo, fijando así proféticamente a dicha jornada como día de llanto eterno y de negatividad. Así nación Tishá BeAv.

De este modo, los varones adultos de dicha generación, imposibilitados de librarse de su mentalidad de esclavos, fueron condenados a morir en el desierto. Cuentan los relatos históricos del Midrash que todos los 9 de av, cavaba cada uno su tumba y se acostaba a dormir en ella, los que no se levantaban eran cubiertos a la mañana siguiente. Por eso, en cada Tishá B’Av (9 del mes de Av) de esos 40 años, aquellos que habían llegado a la edad de 60 ese año iban muriendo (15.000 cada Tishá B’Av).

En dichos relatos también se cuenta que al llegar el año número 40 de su permanencia en el desierto, los pocos sobrevivientes realizaron el tétrico ritual esperando no levantarse al día siguiente. Pero, al salir el sol, todos estaban vivos. Supusieron un error de cálculo y lo volvieron a hacer la noche siguiente y las sucesivas. Nada pasaba.

El día 15 del mes de Av (en hebreo Tu BeAv), al ver la luna llena, los israelitas descartaron la opción de error de cálculo y entendieron que fueron perdonados por Dios. ¡La plaga había terminado finalmente en Tu BeAv!

Por esta anécdota de las misericordias Divinas, comenzó a forjarse este día de unión, reconciliación y alegría.

Por ello, la Mishná dice que:

Ningún día fue tan festivo para Israel como el 15 de Av y Yom Kipur” (Taanit 30b-31a).

Ahora bien, ¿qué es Tu B’Av, y en qué forma es equivalente a Yom Kipur?

Los sabios de la codificación hebrea de la Torah responden este planteo, explicándolo así:

Yom Kipur simboliza al Eterno perdonando a Israel por Jat Eguel (el pecado del Becerro de Oro) en el desierto, porque aseguran que en ese día Elohim aceptó finalmente la súplica de Moshé de perdonar a la nación, y en ese mismo día Moisés bajó de la montaña con un nuevo par de tablas.

Así mismo, ellos aseguran que tanto como Yom Kipur simboliza expiación por el pecado del Becerro de Oro, Tu B’Av simboliza expiación por el pecado de los espías.

A eso se referían los sabios cuando dijeron: Ningún día fue tan festivo para Israel como el 15 de Av y Iom Kipur, porque no existe alegría más grande que el hecho de que se perdonen los pecados, en Yom Kipur el pecado del Becerro de Oro y en Tu BeAv el pecado de los espías. Esta es la razón por la que en el libro de Shoftim (Jueces), la fecha de Tu BeAv es aludida como una festividad

«Y dijeron: He aquí, cada año hay una fiesta del Eterno en Silo, que está al norte de Betel, al lado oriental del camino que sube de Betel a Siquem, y al sur de Lebona.»
(Jueces/Shoftim 21:19).

Pero, además de este evento digno de mencionar, otros cinco sucesos históricos que ocurrieron en Tu BeAv que los invito a considerar a continuación:

EVENTOS 2 y 3 Después del caso de las hijas de Tzelofajad (ver Números/Bamidbar, capítulo 36), las hijas que heredaban tierras de su padre cuando no había hijos varones, tenían prohibido casarse con hombres de otras tribus, para que la tierra no pasase de una tribu a otra. Generaciones más tarde, después de la historia de la “Concubina de Givá” (por favor leer Jueces/Shoftim, capítulos 19-21), los Benei (Hijos) de Israel juraron prohibirles a sus hijas casarse con hombres de la tribu de Binyamin. Esto representaba una amenaza de aniquilación para dicha tribu.

Cada una de estas prohibiciones fue levantada en Tu BeAv. El pueblo se dio cuenta que si ellos cumplían su prohibición, una de las 12 tribus podría desaparecer por completo. En cuanto al juramento que se había realizado, ellos destacaron que solamente afectaba a la generación que había hecho el juramento y no a las generaciones posteriores. Lo mismo fue aplicado a herederas casándose fuera de su propia tribu: esta regla fue aplicada solamente a la generación que había conquistado y dividido la tierra bajo el mando de Yehoshúa (Josué), pero no a generaciones posteriores. Esta fue la primera expresión de unión de todas las tribus y fue una causa de regocijo. Por eso es que en el libro de Shoftim (Jueces) es referido como “una festividad para Dios”.

Fue así que, a lo largo de las generaciones, este día fue descrito en el tratado de Taanit como un día «dedicado a compromisos matrimoniales«, para que surgieran nuevas familias israelitas.

El Talmud cuenta que en Tu BeAv, los solteros y las solteras de Yerushalaim (Jerusalén), salían a los viñedos de los alrededores con ropas blancas y prestadas y se armaban parejas.

4º EVENTO: Después de que Jeroboam separó el reino de Israel al norte (con sus diez tribus) del reino de Judá, el puso guardias a lo largo de los caminos que llevaban a Jerusalén, para prevenir que su gente fuera a la Ciudad Santa para las festividades de peregrinación. Jeroboam temía que esos peregrinajes podría socavar su autoridad. Como “substituto” él puso lugares de culto, que eran totalmente idolatras, en Dan y Bet-El. Entonces la división en dos reinos se hizo un hecho consumado y duró por generaciones.

Pero, el último rey del reino de Israel, Hoshea ben Elah, quiso salvar la brecha, y quito los guardias de los caminos que llevaban a Jerusalem, permitiendo que el pueblo realizara la peregrinación nuevamente. Esto ocurrió en Tu BeAv.

EVENTO: Al comienzo del periodo del Segundo Templo, la Tierra de Israel estaba casi totalmente baldía y la madera necesaria para ofrecer los sacrificios y para la llama eterna que tenía que arder en el altar era casi imposible de conseguir. Cada año una cierta cantidad de personas valientes se ofrecían para traer la madera necesaria desde lejos, un viaje que era extremadamente peligroso.

Ahora, no podía traerse cualquier madera. Madera que estaba agusanada no estaba permitida. Y humedad y frío son condiciones ideales para el cultivo de gusanos en la madera. Como resultado, toda la madera necesaria hasta el verano siguiente tenía que ser recolectada antes de que comenzara el frío invierno. El último día en que se traía madera para ser almacenada durante los meses de invierno era Tu BeAv, y era una ocasión festiva cada año cuando la cuota necesaria era alcanzada ese día.

EVENTO: Mucho después del evento, los romanos finalmente permitieron que los cuerpos de aquellos que habían sido asesinados en la revuelta de Betar (en la revolución de Bar Kojva) fueran enterrados. Este fue un milagro doble, en que, primero los romanos finalmente dieron autorización para el entierro, y segundo, a pesar del largo periodo de tiempo que había pasado, los cuerpos no se habían descompuesto. El permiso fue otorgado en Tu BeAv.

¿Por qué Tu BeAv está relacionada con el concepto de «Alma Gemela» y la formación de Parejas para el Matrimonio?

Interesante es que en algunos textos muy antiguos a esta Festividad se la denomina como “Jag HaBetulot” (“Fiesta de las Doncellas” o la «Fiesta de las Vírgenes«).

Las fuentes literarias no nos explican la esencia de la festividad, pero sí nos ofrecen su descripción. Así, dice Rabán Shimón ben Gamliel:

No tuvo Israel festividades comparables a la de Jamishá Asar Beav (el día 15 del mes de Av) y la de Yom HaKipurim (después del ayuno); en las cuales las jóvenes de Jerusalem salían vestidas de blanco con ropas prestadas, para no avergonzar a las que no las tenían mejores; y salían las jóvenes de Jerusalem a danzar en las viñas”.
(“Mishná”, “Taanit” IV, 7).

La fecha del “Tu BeAv” en el hemisferio boreal coincide con el final de la vendimia y del verano. Por ello, se supone que los agricultores la destacaron especialmente.

A su vez, muchos investigadores suponen que esta festividad fue la transformación de una vieja fiesta cananea vinculada a la naturaleza, que esos pueblos celebraban en las viñas como parte del culto a la tierra y a los vegetales.

A esta celebración, el Pueblo de Israel al conquistar el territorio, le agregó nuevos matices sujetándolo a su historia y espiritualidad. Así al afincarse, vieron esta fiesta como la oportunidad para fortalecer los lazos entre las distintas tribus, y a las relaciones fraternales entre los diferentes estratos de la sociedad. De esa manera lograban la supresión de las barreras socioeconómicas entre sus miembros tal como la Torah lo enseñaba. En tal sentido, el tratado talmúdico de “Taanit” refiere que a los jóvenes arribaban para elegir esposa, mientras que las danzarinas les decían: “¡Joven, eleva la mirada para ver bien lo que eliges!” “¡No te dejes llevar solamente por la hermosura!”.

La Mística de la Introspección que conduce a la Teshuváh.

Con Tu BeAv, comenzamos a prepararnos espiritualmente para el mes de Elul, el preámbulo de las Altas Fiestas que ya se acercan. Por eso, en las esferas místicas se asocia el día de Tu BeAv con el comienzo de la evaluación personal (en hebreo jeshbón nefesh), el balance y el perfeccionamiento de conducta con vistas al próximo período de Juicio Divino en las Altas Fiestas del Séptimo Mes (Yom Teruáh, Yom Kippur, Sukot).

En la tierra de Israel, los días comienzan a hacerse más cortos, las noches se hacen más largas. El clima también ayuda a hacer un balance espiritual: los ajetreados días de cosecha se acaban para el granjero y el ritmo de vida disminuye considerablemente. Incluso en un nivel físico, el arduo calor del verano en Israel hace que sea difícil detenerse a pensar, pero ahora los días y las noches se hacen más frescas, y es más fácil examinar las acciones de uno.

Para comprender mejor estos secretos, les comparto que el Rabbi Haim Vital, en su libro, Pri Ets Haim, explicó que en este día hay un acoplamiento espiritual perfecto, entre los mundos superiores inferiores, entre el mundo que experimentamos con nuestros cinco sentidos y el mundo que está más allá de ellos, porque tanto el sol como la Luna alcanzan su pico de máximo potencial de unión del año. Es por eso que los sabios de Israel discernieron que este es el día del perfecto amor que hecha fuera todo temor (1 Juan 4:18). Lo que nos falta entender qué es lo que el amor significa. Rabbi Akiva dijo : «Amar a tu prójimo como a ti mismo, es la esencia de la Torah«. Entonces, Rav Ashlag explicó que Ravi Akiva quiso decir, que la única manera de amar a tu prójimo es cambiar y mejorarnos a nosotros mismo buscando parecernos al Creador y por ello el amor es comparado con la Torah, que al provenir del Creador guarda su esencia en cada una de sus letras, y desde ellas se inocula al corazón y la mente de aquella alma humana que la estudia y medita.

Entonces el amor se perfecciona en el alma humana tornándola compasiva, comprometida con el otro en el compartir y ser así una mejor ser humano amante de la vida cada día. Sólo cuando aprendemos a amar a las personas como son (amor incondicional), entonces y sólo entonces, podemos aprender a amar y conectarnos con el Creador, porque entonces vamos a tener una verdadera afinidad con Él. 

En tiempos antiguos, era costumbre desde Tu BeAv utilizar como saludo “Que tu inscripción y tu sello sean para bien” (en hebreo: ktivá vejatimá tová), la misma bendición que hoy se utiliza en Yom Teruá. Aquellos que saben guematría encontraron que esa bendición suma 928, y lo mismo suman las palabras de “15 de Av”.

Por todo lo explicado, en el Israel de nuestros días, la celebración que nos ocupa ha recibido un nuevo nombre: la “Fiesta del Amor”. Ésta se caracteriza por la gran cantidad de bodas que se celebran en este día tan especial.

Es, asimismo, el día en que se presentan espectáculos para jóvenes al aire libre y a la luz de la luna, las parejas son agasajadas y reciben obsequios, al tiempo que se acostumbra a bailar. Sobre este último punto, es interesante concluir esta bitácora citándoles una frase que leí:

Muy meritoria es la danza, pues al bailar, el ser humano se eleva un palmo por encima de lo terrenal y se aproxima a Dios”.
(Rabí Aharón de Karlin)

Todos estos motivos se juntan para crear un día alegre, basado en la hermandad, la unión, el arrepentimiento y la superación. 

Todos motivos para alcanzar la simjáh (alegría interior) que permite shelemut (plenitud) en el entorno social, para así afectar a todo el mundo y repararlo eficazmente.

Es así como por fin logramos entender por qué el Talmud afirma que no hay días tan felices para Israel como Tu BeAv y Yom Kipur.

Jag Ahava Sameaj! (¡Feliz Fiesta del Amor!)


Bibliografía:

Judaísmo Práctico(“Practical Judaism”) publicado por Feldheim Publishers.
«Pri Ets Haim«_ Autor: Rabbi Haim Vital

¿Cómo Reparar (Tikun) la Sexualidad Matrimonial en Sukot?

Por P.A. David Nesher

«A los quince días del séptimo mes, cuando recojáis el producto de la tierra, celebraréis la fiesta del Eterno por siete días. En el primer día habrá descanso solemne, y el día octavo será descanso solemne…En las cabañas habitaréis por siete días; todo nativo de la casa de Israel habitará en las cabañas,Para que vuestras generaciones venideras sepan que en cabañas hice Yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto; Yo soy el Eterno, vuestro Dios.« 

Vaikra (Levítico) 23:39 y 42-43

En el tiempo que llevamos peregrinando la fe en sus raíces ontológicas, hemos aprendido que Sukot es la festividad divina que no se concreta con pensamientos y palabras, sino en hechos, donde en la construcción física material de la Sukah con nuestras propias manos, nos humanizamos y nos elevamos para llegar hasta las «Nubes de Gloria» (en hebreo «Hananei Kavod«).

La expresión «Hananei Kavod» («Nubes de Gloria«) describe el escudo protector de la espiritualidad que cubría las tiendas donde vivieron los Bnei Israel en sus 40 años en el desierto. Fue esa experiencia espiritual colectiva la que determinó el cambio de su realidad como seres humanos libres, ya no esclavos de Mitzrayim (Egipto).

El Talmud explica que el mandamiento en hebreo de la Sukah, «Taassé veló min Heassui» (que significa: «¡haz tú mismo las cosas y no esperes que otros las hagan por ti!»), esta diciéndole al jefe de familia no te quedes parado a un lado viendo las cosas suceder y asume la responsabilidad para poder cambiar la realidad de tu hogar sometido a las dificultades cotidianas.

Los códigos lumínicos de la Torah revelan que la humanidad, esclava del sistema reptiliano de cosas, utiliza la fuerza de la virilidad y la fuerza de la feminidad con el objetivo de que el placer sexual no se eleve a las zonas celestiales. De ese modo, dicho placer genera la klipá (caparazón) del hedonismo que encierra a todo varón y mujer en pareja dentro de la infra-animalidad. De este modo, el mundo físico se mantiene en su tendencia a la entropía. Esto crea finalmente una distorsión significativa en las diferentes dimensiones del Mundo Superior.

El Rabi Isaac Luria Ashkenazi (conocido como el Arizal), de bendita memoria, recomienda hacer la oración en la Suka:

«Baruj Atá YHVH Eloheinu Melej Haolam, Asher Kideshanu Bemitzvotav, Vetzivanu al netilat Lulav».

En español esta bendición se dice así:

«Bendito seas Tú, Eterno, Soberano del universo, que nos ha santificado con Sus preceptos y nos ha ordenado acerca de sostener el Lulav«.

Ahora bien, conviene meditar en algunos secretos que esta berakáh contiene y que tiene que ver con el tikún (reparación) que un matrimonio espiritual debe hacer al celebrar esta fiesta, para asegurar el tikún de todo aspecto celestial que se haya visto afectado por el incorrecto uso de la sexualidad humana.

Para lograr eficazmente esta misión mesiánica debemos saber que la expresión Netilat quiere decir «súbelo«. Una pregunta surge del significado de esta expresión:

¿Por qué y para qué se tiene que subir?

En primer lugar, debo decirles lo siguiente:

El Lulav: representa al hombre. ?
El Etrog: representa a la mujer. ?

Entonces, para lograr la reparación (tikún) de los cortos circuitos conyugales mal hechos, se une el lulav (varón) y etrog (mujer) y se los eleva hacia arriba, señalando a las esferas celestiales el deseo que ese matrimonio tiene de santificar el Nombre divino, realizando las meditaciones («Nubes de Dios») que no se hizo en su momento. Entonces se capta en el Mundo de Arriba que en esa familia se desea realizar dicha reparación.

Esto significa que cuando el jefe de familia entra a la Sukah y hace el Netilat Sukah esta elevando al binomio varón-mujer en su union (relación conyugal) con los nombres del Eterno, y subsanando los cortocircuitos conyugales, permitiendo la generación de periodos de simjáh (o alegría interior) en esa pareja. Así comenzará un fluir glorioso de dicha alegría hacia el entorno que ese matrimonio ha recibido por heredad de propósito y misión.

Es decir, que un matrimonio que obedece el mitzváh de habitar en sukah, y agitar las cuatro especies al ingresar en dicho habitáculo, esta reparando todo lo que la humanidad ha hecho en el uso hedonista de la sexualidad, y evitando que la Creación sea presa del caos.

Entonces, la fiesta de Sukot tiene sin duda un mensaje universal que nos enseña que a través de nuestras acciones, podemos alcanzar las «Hananei Kavod» (o «Nubes de Gloria«) para hacer frente a las dificultades y desafíos humanos. Sukot permite a cada matrimonio que la practica, elevarse espiritualmente como seres humanos, y dominar así como una unidad desde la que el Eterno se manifiesta soberanamente bendiciendo todo nivel de la fisicalidad.

¡Que el Eterno te permita adquirir este poder mesiánico en tu pareja!

Jag Sameaj!

Recomiendo leer la siguiente bitácora para vivir una Fiesta acorde al Espíritu del Eterno:

Una Boda Extraterrestre al Borde del Monte Santo

Por P.A. David Nesher

¡Y llegó el momento esperado! El instante en que el mundo sufriría un cambio histórico, al recibir cada ser humano, las raíces de comportamiento ontológico y moral, para la eternidad.

Por veintiséis generaciones, desde la creación de Adam HaRishón, el Eterno había esperado transmitir a la humanidad la preciosa Torah la cual había precedido la creación del universo. Su Intención eterna había sido que ésta vibre en sus códigos metafísicos en el corazón y la mente de cada ser humano.

Finalmente, Yahvéh había encontrado un pueblo dispuesto a aceptarla. El grandioso momento de su Revelación fue aguardado ansiosamente por el universo íntegro puesto que con ello se llevaría a cabo el objetivo espiritual de toda la Creación en cada uno de sus planos y dimensiones existenciales.

Cuando llega la hora de presentarse al pie de monte Sinaí para recibir la Torah, los israelitas experimentan un milagro mayor que el éxodo de Egipto y las diez plagas y más maravilloso que la división del Mar de Cañas.

Cuenta el Midrash que los hijos de Israel estaban reunidos al pie de Har Sinaí, varones y mujeres separadamente. Sin embargo, el Eterno provocó que en ese momentos fueran unidos por todas las millones de almas no nacidas aún de sus descendientes y por las almas de los guerim (prosélitos), es decir todos aquellos que aceptarían la Torah en generaciones futuras. Cuando Yahvéh descendió sobre el Har Sinaí en un estallido de fuego, rodeado por una multitud de 22.000 ángeles, la tierra se estremeció, y hubo tronar y relampagueo. Entonces los Benei Israel oyeron el sonido de un shofar tocándose continuamente, creciendo en intensidad hasta que alcanzó el más grande volumen que las personas podían soportar. El fuego de Har Sinai se elevó hasta los mismos cielos, y la montaña humeó como una caldera. Entonces el pueblo tembló de miedo.

El milagro que ocurre en el monte Sinaí fue la revelación de la Luz Infinita de Dios al género humano a través del pueblo de Israel. Este “tercer día” en el Monte es la fecha conocida como «Shavuot», (que en griego se denomina Pentecostés o Quincuagésimo). Este es asimismo un “Jubileo” en miniatura (jubileo de 50 días), ya que 50 días transcurrieron desde la salida de Egipto hasta la revelación del Sinaí. Por esta causa, notamos que en las conversaciones de los sabios del libro El Zohar se nombra a este tercer día, como el «Día del Amor«.

Tal y como hemos estudiado, en Rosh Jodesh Siván (primer día del mes de Siván) los Benei Israel (Hijos de Israel) arribaron al desierto de Horeb. Entonces surgen algunas cuestiones: ¿Por qué fue que YHVH no presentó a Su pueblo la Torah tan pronto como ellos abandonaron Egipto? ¿Por qué Él esperó siete semanas entre Yetziat Mitzraim (Salida de Egipto) y Matán Torah (entrega de la Torah)?

Leyendo el Talmud, descubro que los sabios intérpretes de todos los siglos están en concordancia en que la entrega de la Torah ocurrió en el primer Shabat del mes de Siván. Har (Monte) Sinaí estaba estremecido de excitación ante el trascendental evento a punto de tener lugar sobre él. Todas las montañas estaban en un estado de agitación junto con él hasta que Yahvéh les hizo recobrar la calma.

Sin embargo, los benei Israel fueron despertados por truenos y relámpagos sobre Har Sinaí y por Moshé llamándolos:

«¡El jatán (novio) está esperando que la Kaláh (novia) arribe a la Jupáh!«

Tras este llamado Moshé llevó al pueblo al Har Sinaí como el «amigo» que conduce a la kaláh a la boda. ¡Si así es! En el Monte Sinaí ocurrió una boda. Una especial boda. Una boda «extraterrestre«.

Por eso, y desde este sobrenatural evento, en Israel, la tradición de la «boda hebrea» está íntimamente ligada con el evento de la entrada en el Pacto y la entrega de la Torah. Así pues, Israel es “la novia” y YHVH es “el novio”. Moshé es el “amigo del novio”, mientras que los ángeles son los “testigos de la boda”. La densa nube manifestada sobre el Pueblo, es la “jupáh”, o dosel matrimonial.

De hecho, Tashbetz Katán (nº 467) enuncia lo siguiente:

«Sabed que todas las acciones y practicas de la novia y el novio en su boda son derivadas de matan Torá donde YHVH actúa coma un jatán hacia la kalá, K’Ial Israel.«

El proceso matrimonial tenía las características que ahora les describiré.
Ante la propuesta de matrimonio, se interpretaba que la “mujer” o doncella se encontraba ante una manifestación física de la Providencia divina que la redimía de su estado de esclavitud (ser soltera y dependiente de su padre y hermanos varones) para que se pueda casar y conformar una casa profética de bendición para las generaciones que desde esa vasija surgirían para transformar el mundo.

El varón le hacía una propuesta de matrimonio a través de su la presencia física de un “amigo”, que oficiaba como el mediador. Apenas la “mujer” aceptaba la propuesta voluntariamente y el “amigo” pasa la respuesta al “hombre”.

Al igual que el rito actual, Israel, la “mujer” celestial, recién había pasado por la mikvé o “tevilá” (baño ritual) en el cruce del Yam Suf (Mar Rojo), y las siete semanas de marcha, para así ingresar a un nuevo nivel.

El evento es anunciado con toques de Shofar. El «novio”, Yahvéh, sale de su lugar para ir al encuentro de “la novia” (Israel). La “novia” sale de su casa al encuentro del “novio”.

Los dos entran en el primer paso del pacto matrimonial hebreo, llamado «Kidushim» (o «santificaciones«), cuando los dos se consagran, se apartan el uno para el otro. Ya están atados él y ella, por eso este paso también es llamado «erusín», del verbo “aras” (atar). Así y tal cual, los dos están atados, ahora su trabajo será irse apegando en mente y corazón hasta hacerse totalmente Uno.

En ese momento se entrega un contrato matrimonial a la “novia”, llamado “Ketuváh” («Escritura de Alianza» o «Contrato Matrimonial»), donde están estipuladas las condiciones para el Pacto Matrimonial, y en las que queda comprometida la vida íntegra del «novio». Es que en ella el novio considerado a partir de ese momento como esposo, ponía por escrito su compromiso con la novia, sus promesas y aquellos aspectos sobre los cuales él habría de cumplir una vez que vivieran juntos. De no cumplir su nombre (reputación) quedaba seriamente afectado. Por su parte la novia al aceptar la Ketuváh, se comprometía a honrarle, obedecerlo y santificarse en exclusividad para él.

Por eso, la Ketuváh es propiedad pura y exclusiva de la kaláh (novia) y ella debe tener acceso a ella a través del matrimonio. Con este documento en sus manos, ella como esposa podrá meditar en su corazón cada vez que la lea y así fortalecerá sus pensamientos confiando que el pacto hecho con ese varón que la escogió no será por él roto.

En el Rollo de Devarim (Deuteronomio 20:7), vemos que hay un tiempo entre este primer paso de desposorio y el casamiento. Y allí mismo (Devarim/Deuter. 22:23-24), vemos que el primer paso del pacto matrimonial hace que ella sea llamada “la mujer de él”, aunque no hayan consumado el matrimonio todavía.

Después del primer paso (kidushim), la novia va a la casa de su padre para preparar su traje de boda y otras cosas. El “novio” va a la casa de su padre para preparar una vivienda digna para los dos.

Cuando el padre del novio ve que los dos están listos, da permiso a su hijo con un toque de shofar para que vaya a tomar a su esposa. El hijo se va a la casa de la novia y la arrebata para llevarla a la casa de su padre donde se efectuará el segundo paso matrimonial, llamado «Lakaj»que significa “tomar” (Gén 24:3). Inmediatamente comenzará la fiesta matrimonial denominada «Nisuín«, que viene de “nasáh” y signifiva «elevar» (2Crónicas 24:3), debido a que el novio entra al tálamo nupcial con su amada y la hace suya físicamente por medio del acto sexual aprobado por los Cielos para ello. Mientras tanto, los familiares y demás invitados festejan en los patios de la casa de la nueva familia.

Por eso, cuando leí el Pirké de Rabí Eliezer me encontré con este evento registrado del siguiente modo:

«…Y Moshé se puso en camino y llegó al campamento de los israelitas y los despertó de su sueño diciéndoles:
¡Despiértense de su sueño y contemplen. Su Dios desea entregarles la Torah. El Novio desea llevar a la Novia y entrar en la cámara nupcial. El Santísimo, Bendito Sea, fue a encontrarse con ellos para entregarles la Torah!…»

Así pues, en el momento de la entrega de las Tablas al pueblo de Israel interactuaron tres esencias:

  • la esencia del Supremo,
  • la esencia de la Torah y
  • la esencia del pueblo de Israel.

Entonces, debemos aceptar que el objetivo final de la entrega de la Torah es asumir que la Esencia del Supremo se une con la esencia de Israel a través de la observancia de la esencia de la Torah (los 613 mitzvot contenidos en ella), los cuales constituyen la Esencia de Su Voluntad. Por ello es que en el Zohar se lee: «…Dios, la Torah e Israel, forman una Unidad…»

Con todo esto, podemos decir que la Ketuváh (contrato matrimonial) es un documento legal que protege a la mujer, la resguarda en caso de que el esposo falte a sus compromisos y asegura un bienestar para los hijos, además de ser una carga moral para el esposo en caso de que llegara a pensar en incumplir la parte de su pacto.

En otras palabras, un contrato matrimonial es un sinónimo de bendición, de formalidad del amor del varón hacia la mujer.

Cuántos varones no dicen amar a sus parejas, pero a la hora de pensar en un compromiso mayor, respaldado por un contrato matrimonial, simplemente desaparecen. La Torah es un prototipo de dicho contrato matrimonial, de acuerdo a Jer. 2:1-3:

«Vino a mí palabra de Yahvéh, diciendo:
Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo:
Así dice Yahvéh:
Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.

Santo era Israel a Yahvéh, primicias de sus nuevos frutos. Todos los que le devoraban eran culpables; mal venía sobre ellos, dice Yahvéh.»
(Jeremías 2:1-3)

Así es, el Eterno entregó a su pueblo una Ketuváh en el monte Sinaí. Aquel evento sobrenatural, fue nada más y nada menos que un contrato formal en el que Yahvéh se comprometía a ser su Dios, a protegerla, guardarla y preparar una habitación para que Él y ella se hicieran Uno (Ejad).

La historia nos dice que el pueblo a causa de aquel miedo paralizanta falló a la parte de su pacto al adorar el becerro de oro. No supo esperar la segunda parte del proceso matrimonial. Aún así Yahvéh se mantuvo siempre fiel aunque Israel no. Y de tal manera la amó que mandó a su Hijo a renovar dicho contrato para que en un futuro muy cercano, aquellos que somos sus hijos primogénitos, miembros de la Keiláh Santa (Israel) podamos consumar la boda y morar por siempre con Él.

En esto aprendemos que el Eterno todo lo hace a través de pactos, y dada la formalidad de este momento, Él mismo lo firmó (Ex. 31:18) sin intermediarios o mediadores, tal y como una boda lo requiere.

Es por todo lo anterior que no podemos considerar la Torah dada a Israel como abrogada, ya que es justamente el único documento que avala nuestra relación formal con Yahvéh, que consolida la «salida» de Israel del exilio de Mitzrayim (Egipto) y que además nos da un ejemplo muy claro para nuestros días: el verdadero amor espera hasta que se formalice por medio de un Pacto de compromiso matrimonial.

Un Varón Verdadero y Maduro

Por P.A. David Nesher.


«Maridos, amad a vuestras esposas, y no seáis amargos para con ellas.»

Colosenses 3:19


Un varón verdadero y maduro te amará de pies a cabeza, y hasta la última estría y arruga que vaya apareciendo en tu cuerpo. 

Jamás se avergonzará por tu estatura o por tus defectos, y por sobre todo, nunca te juzgará por tu pasado. 

Un varón de verdad te querrá todos los días, incluso en aquellos días del mes en los que ni tú misma te aguantas. 

Ese varón de verdad creerá en tu libertad, y la defenderá con su propia vida. Amará tus ocurrencias, tus metas, ambiciones, y cada detalle que hace «perfecta» a una mujer. 

Nunca querrá cambiar nada de ti, simplemente te acompañará para que crezcas íntegra. Te ayudará a que tengas sed de ser mejor que ayer. Porque un varón maduro no cambia; un varón maduro acompaña a crecer y evolucionar. 

Un varón verdadero y maduro te da alas, no te las corta. Te da la mano cuando estás en el suelo. Te coloca el hombro para que llores cuando ya no aguantes más; sus brazos cuando no te sientes segura, y su calor cuando sientas frío.
 
¡Clama al Eterno para que Él permita que un varón verdadero y maduro te escoja por mujer!


El Matrimonio es el Pozo de la Luz

Por P.A. David Nesher

Es muy importante que los varones y las mujeres acepten que muchas cosas que obstaculizan la felicidad de su matrimonio son las influencias negativas que se programaron neurolingüísticamente en sus almas durante los primeros siete años de su infancia.

En esta semana, las Sagradas Escrituras, nos revelaron como lo dogmático de la religión hace perder la esencia de la ingenuidad, la fuerza de la inteligencia emocional, y la sabiduría de la ingenuidad.Te invito a aprender acerca de esta perla de gran precio:

Condiciones Celestiales para Casarse

Por P.A. David Nesher

 

«Luego los oficiales le dirán al ejército:
“Si alguno de ustedes ha construido una casa nueva y no la ha estrenado, que vuelva a su casa, no sea que muera en batalla y otro la estrene.
Y si alguno ha plantado una viña y no ha disfrutado de las uvas, que vuelva a su finca, no sea que muera en batalla y sea otro el que disfrute de ellas.
Y si alguno se ha comprometido con una mujer y no se ha casado, que regrese a su pueblo, no sea que muera en batalla y sea otro el que se case con ella.”

(Deuteronomio 20:5-7)

 

 

Sirviendo por tanto años a jóvenes de mentalidad evangélica protestante, he notado la falta de sabiduría que la mayoría de los varones tienen a la hora de pensarse en pareja, y por ende, en familia. La gran mayoría cae en el mismo «error edomita», amando pues primordialmente el guisado, y desechando la potencialidad de la primogenitura que sus almas tienen. Dicho de otro modo, casi todos los varones con mentalidad greco-romana, comienzan este maravilloso camino del amor perfecto por el final: procuran obsesivamente tener su mujer, y luego, quizás piensen en su destino laboral y económico.

Justamente en estos versículos, la Instrucción (Torah) divina señala que los oficiales tienen aquí la función de tratar y supervisar casos de carácter social, como el hecho de un varón que desea constituir un hogar.

Las tres cosas mencionadas, una casa, una viña y una esposa, representan los momentos más felices de la vida natural del varón en edad de guerra, es decir en edad juvenil apropiada para casarse (mayor de 20 años). Para que un soldado israelita no pierda la oportunidad de disfrutar de estos momentos, no podrá hacer cierto servicio militar mientras esté involucrado en uno de ellos.

Estas tres cosas aparecen aquí en el orden natural. Primero el hombre debe tener casa y trabajo, y luego es apto para casarse. Con este bosquejo la Instrucción (Torah) divina enseña en Su Sabiduría la conducta apropiada que un varón redimido debe ejercer para realmente formar un hogar exitoso: el hombre debe primero construir una casa, luego plantar una viña (obtener un trabajo). Solo entonces puede tomar una esposa.

Cuando el hombre fue creado, Yahvéh le dio primero una casa, el huerto, luego un trabajo, la jardinería (melajá y abodá).Luego, cuando el varón se especializó en eso, le otorgó una mujer como recompensa a dicho esfuerzo ministerial. Si vienen maldiciones sobre una persona, primero es tocada la relación con la mujer, luego la casa y finalmente la vida laboral (cf. Deuteronomio 28:30).  El filósofo judío Maimónides dice en su libro «Mishné Torá»:

Es costumbre de personas sensatas que el hombre asegure primero un trabajo que lo alimente, luego construya una casa y finalmente despose a una mujer, como está dicho: “haber plantado una viña, construido una casa y luego desposado a una mujer”.

Entendamos que en la cosmovisión hebrea, la novia es presentada en las Escrituras con estos tres términos, casa, viña y mujer.

El rey Salomón, experto en los códigos de Luz Infinita escondida en estos pasukim (versículos) dijo también:

Prepara primero tus faenas de cultivo (fuera) y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye después tu casa.

(Proverbios 24:27)

Aquí queda perfectamente señalado el esquema actitudinal que debe seguir un varón que decide amar a una mujer en espíritu y en verdad. Dicho esquema se sujeta a los siguientes tres lineamientos:

  • Prepara tus labores fuera”… es decir construye una casa;
  • “…ten listos tus campos”,… es decir planta una viña; genera una empresa
  • “ y construye después tu casa”; es decir toma una mujer por esposa.

Salomón había aprendido estas pautas proféticas especialmente de la vivencia mesiánica de su padre el rey David:

«Y David prosperaba en todas sus empresas, pues el Señor estaba con él.»

(1 Samuel 18:14)

Por todo esto, cualquier varón soltero que está ahora frente a este estudio, debe aceptar que primordialmente es adecuado elegir una ocupación que le proporcione el justo sustento que le permita adquirir el justo recurso con el que luego podrá acceder a la compra del bien primario que una familia necesita: la casa. Luego, asegurarse que su economía se expandirá por medio de proyectarse en una empresa, para así entender que puede tomar sexualmente a la mujer que ha escogido como esposa.

No es sabio casarse primero y luego buscar trabajo y casa. Sólo los varones insensatos inician el camino al revés. Estos, envueltos en una locura lujuriosa, comienzan casándose, luego, si es que lo logran, se compran una casa, para finalmente intentar en sus fuerzas generar un sustento seguro, si es que no terminan sobreviviendo gracias a la caridad sistémica de los subsidios estatales de turno.

¿Con Quién Debo Casarme?

Cuando un varón se casa con una mujer, es común que esta trate instintivamente de tomar el control; y de asumir la posición de autoridad en la relación de pareja.

Desafortunadamente, esto va en contra del diseño divino original para las relaciones entre varón y mujer en alianza. En dicha ingeniería celestial, la mujer esta llamada a “complementar” a su marido.

Por el otro lado, en este sistema actual de cosas, suele también darse el caso de que el varón que se casa se exceda en su posición; y, en vez de “disciplinar” a su esposa, termine abusando injustamente de ella.

La clave para evitar este conflicto de intereses, es que tanto el varón como la mujer renuncien a su propio ego (a adelantar sus agendas personales), y se comprometan con adelantar solamente la agenda divina. Esto se logra cuando cada uno se compromete con poner la voluntad de Yahvéh, por encima de su propia voluntad. Pero, ¿como evitamos que cada uno de ellos entienda de modo distinto cual es esa voluntad divina para con su vida? Pues asegurándonos de que, tanto el varón como la mujer, sigan la misma cultura de fe. De este modo, ambos cónyuges perseguirán la misma meta, tal y como la interpreta la cultura a la cual ambos pertenecen.

¿Por que es importante que ambos sigan la misma voluntad divina? Pues porque, de otro modo, se encontrarán siempre en desacuerdo, tratando de “mantenerse juntos”, a la misma vez que “caminan hacia direcciones distintas”, a causa de estar transitando caminos diferentes.

Por eso dice las Sagradas Escrituras:

«¿Andarán dos juntos (hacia la misma meta), si no estuvieren de acuerdo (en la dirección en la que esa meta se encuentra)?».

(Amós 3:3)

 

Por eso, es indispensable que cada creyente hebreo se asegure de que su futura pareja comparte la misma fe, a fin de promover la unidad y la armonía matrimonial.

En conclusión, a menos que medien razones de fuerza mayor, no es aconsejable que ningún varón creyente en la Torah (Instrucción) de Yahvéh, según el Yugo de Yeshúa, se case con una mujer incrédula. Esaú cometió este error, al casarse con dos mujeres cananeas. ¿Cual dice la Torah que fue el resultado de esta grave equivocación?:

 

«Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; Y FUERON AMARGURA DE ESPÍRITU PARA ISAAC Y PARA REBECA.»

(Génesis 26:34-35)

 

En base a esta triste mancha en la historia patriarcal, para ese pueblo de Israel el hecho de casarse con alguien que no profesa la misma cultura es una pesadilla para los padres y un escándalo enorme dentro de la comunidad misma. La explicación es muy simple: cuando alguien (varón o mujer) es guiado por el corazón, se olvida de la razón. ¿Cómo es posible construir un hogar unificado cuando la pareja tiene visiones tan diferentes? Y, en este caso, no son aquellas “diferencias complementarias”, son diferencias que guían hacia caminos opuestos. ¿Cómo caminar juntos si los caminos no son los mismos? Si la pareja pretende tener hijos, ellos crecerán en una casa dividida. Tendrán dos opciones de fe y, al mismo tiempo, no tendrán ninguna. Es tener que pedirles a ellos que elijan: “¿Quieres seguir al Dios de papá o al de mamá?”

 

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Un Cambio de Deseo Originó la Guerra de los Sexos

Por P.A. David Nesher

«A la mujer dijo: En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti.«

(Bereshit(Génesis 3: 16)

Al investigar y sumergirnos en la Instrucción (Torah) del Eterno, poco a poco vamos desintoxicando nuestras mentes del dogmatismo babilónico-reptiliano con el que se nos programó desde el sistema de cosas imperante que la serpiente antigua ha establecido sobre los miles de millones que componemos la humanidad.

Entendemos por lo que Génesis revela en su tercer capítulo que la religión se hizo presente el día en que Adam Harishón (Primera Humanidad) escuchó la propuesta de una enseñanza totalmente anti-Torah. Así aquellos primeros regentes y padres de la humanidad (Adán y Javá) dieron lugar a una serie de paradigmas de tinieblas que comenzarón a tomar potestad destructora sobre el más grande diseño de la Luz: la sexualidad expresada en el binomio sacerdotal varón-mujer.

De este modo la mujer  han sido erróneamente devaluada, ignorada y omitida dentro la historia. Hasta la misma teología tradicional de la mujer en la Iglesia Romana y sus hijas (Ap. 17) ha sido marcada por una aversión a la mujer expresada en la  misoginia de sus prácticas, que ha producido el machismo que ha regido a occidente por siglos.

Ahora bien, ¿cómo comenzó esta degradación sexual?

Según el tercer capítulo de Bereshit, Adán y Javá desconfiaron de la benevolencia, la disciplina y la compasión del Eterno, y voluntariamente se apartaron de Él dependiendo de su propia opinión para encontrar cómo lograr la felicidad extrema. Ellos decidieron unánimemente rechazar Su Instrucción (Torah) y determinaron comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Poreesto, el Eterno los llamó a rendir cuentas y les describió la maldición que recaería sobre ellos y la vida humana que desde ellos descendería, a causa del pecado.

En este capítulo logramos ver como el mundo de la mujer, y por ende el de la familia, fue afectado lamentablemente por el pecado de la misma Javá (Eva). El relato de la caída humana revela que a causa del mismo yetser hará (tendencia al mal) de la mujer, las cosas que ya existían en pequeña escala fueron ahora aumentadas para convertirse en algo muy doloroso (el parir y la sujeción marital).

La palabra hebrea teshuqá, traducida en este texto como «deseo«, viene de la raís shuq que significa:

  • «voltearse para ir obsesivamente en pos de algo«,
  • «tener un intenso anhelo u obsesión de una cosa«,

Desde estas dos significaciones, la expresión «deseo» está implicando el uso de la lujuria de parte de la mujer para poder manipular al hombre y conseguir así sus anhelos egoístas de control y dominio. Por eso es que la Septuaginta o «Versión de los Setenta«, traducirá esta palabra en griego como “voltearse”. Visto así, el verdadero significado de teshuqá es de hecho “voltearse” cambiando el blanco del deseo.

Con este acto de desobediencia Javá se esta volteando o alejándose del señorío de Yahvéh y enfocándose hacia el varón, poniéndolo a él entre ella y el Eterno. Dios le advierte a Eva que esta decisión de voltearse hacia el varón para sentir significado de propósito traerá como resultado que ella venga a caer bajo el dominio del hombre. Esta expresión habla de un desafío inherente de querer adoptar el papel del marido como jefe del hogar y la familia.

Esta es una descripción de la maldición. Es una descripción de miseria, no un modelo para el matrimonio. Esta es la historia que se presentará siempre que el pecado prevalezca. Pero, ¿qué es lo que realmente se dice aquí? ¿Cuál es la naturaleza de esta relación que ha quedado en ruinas después del pecado?

El paralelismo clave en Génesis 4:7

La clave para comprender profundamente esta sentencia, está en aprender la conexión que existe entre las últimas palabras de este versículo (3:16b), y las últimas palabras de Génesis cap. 4 vers. 7. Aquí el Eterno está advirtiendo a Caín acerca de su resentimiento y enojo contra Abel, su hermano. Yahvéh le dice que el pecado está a punto de enseñorearse de su vida. Por favor, les solicito que observen con mucho discernimiento el final del versículo 7:

«… el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

El paralelo entre el cap.  3 vers. 16 y el cap. 4 vers. 7 es extraordinariamente cercano. Las palabras son prácticamente las mismas en hebreo, y también pueden verse en español. En 3:16 vemos que Elohim dice a la mujer: «Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti«. En el cap. 4 vers. 7 Elohim dice a Caín: «a ti será su deseo, y tú te enseñorearas de él«.

Ahora, la razón por la cual es importante ver esto, es porque nos muestra más claramente lo que se entiende por «deseo«. Cuando el versículo 7 de capítulo 4 dice que el pecado está a la puerta del corazón de Caín (como un león, -Génesis 49:9-) y que a él será su deseo, significa que el pecado quiere enseñorearse de Caín, quiere derrotarlo, someterlo y hacerlo esclavo del pecado.

Ahora, si volvemos al versículo 16 del capítulo 3, probablemente deberíamos ver el mismo significado en el pecaminoso deseo de la mujer. Cuando dice, «Tu deseo será para tu marido«, que significa que cuando el pecado se enseñorea de la mujer, su deseo será el de dominar, someter o explotar hombre. Y cuando el pecado de la mujer se enseñorea del varón, este va a responder de la misma manera y con mayor fuerza la someterá, o se enseñoreara sobre ella.

Entonces, lo que se describe realmente en esta maldición acontecida sobre la condición de ser mujer ( 3:16) es el conflicto de siglos entre varones y mujeres que ha marcado la historia de la humanidad. La masculinidad como el Eterno la creó se ha depravado y corrompido por el pecado. De igual modo la feminidad como Yahvéh la creó se ha depravado y corrompido por el pecado. La esencia del pecado es la autosuficiencia y la auto-exaltación. Primero en la rebelión contra el Eterno y luego, como consecuencia, en la explotación de unos a otros.

Por lo tanto, la esencia de la virilidad corrupta es el esfuerzo que auto-exalta el poder dominar, controlar y explotar a las mujeres para sus propios deseos privados. Y la esencia de la feminidad corrupta es el esfuerzo que auto-exalta el poder dominar, controlar y explotar a los hombres para sus propios deseos privados. La diferencia la establecerán la distinción de debilidades que pueden  explotar el uno del otro.

La mujer con su acto de yetser hará (inclinación al mal) quebrantó su relación con el varón, señalado por los lineamientos del diseño divino original. En vez de ser una «ayuda idónea» (ezer kenegdó) para él, se iría convirtiendo en su seductora enemiga. Por eso Yahvéh advirtió que esto la conduciría a perder su condición de igualdad con el varón; él terminaría siempre «enseñoreándose» de ella como amo y señor. En el pasaje que nos tiene meditando durante todo este estudio, se describe a una esposa como que es «poseída» por su señor. Por eso, vemos que a lo largo de la historia, entre la mayoría de los pueblos, la mujer ha estado sometida, a través de los siglos, a la degradación y a una esclavitud. Sin embargo, entre los hebreos la condición de la mujer era de una clara subordinación aunque no de opresión ni esclavitud.

Por esto será que Yahvéh liberará a Israel de Mitzraim (Egipto). Él quería que Su Pueblo se convirtiera en una nación sacerdotal (Éxodo 19: 6) para que el ser humano (tanto varón como mujer) aprendiera a rectificar, reparar y transformar el diseño de la sexualidad de acuerdo a los código de la Luz Infinita. Por eso, desde Israel aparecerá el yugo de Yeshúa quien colocará a la mujer en la misma plataforma que el varón en todo lo que atañe a las bendiciones del Evangelio del Reino de Elohim:

«Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

(Gálatas 3: 28)

Aunque el esposo debe ser la cabeza del hogar, los principios mesiánicos llevarán al varón y a su esposa a experimentar un verdadero compañerismo, donde cada uno está tan consagrado a la felicidad y bienestar del otro, que nunca ocurre que cualquiera de ellos trate de «enseñorearse» del otro:

«Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
(Colosenses 3: 18-19)

En conclusión, recordemos que lo que somos como varones y mujeres va al corazón de nuestra identidad personal. Si se confunden aquí, las repercusiones serán muy profundas y afectarán muchos aspectos.

Hoy, el pequeño remanente de los hijos de Sión están llamado a reconstruir a partir de la Instrucción divina, y con la mejor praxis posible, la imagen destruida del varón y la mujer a la imagen que Yahvéh les había asignado antes de la caída.

Hoy, el SEÑOR nos pide recuperemos al diseño matrimonial, invitando a cada pareja a aceptar la invitación mesiánica de recibir el yugo de Yeshúa. Por eso, solicito a los que leen oraciones intercesora a favor de mi vida y los miembros de mi ministerio, para que podamos llevar fiel y rápidamente todos estos misterios a las naciones del mundo. A la vez invito a cada lector a que que considere seriamente estas cosas, y decida sumarse a todos los hijos primogénitos que habitamos el  Monte Santo del Eterno.

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EZER KENEGDÓ: «Una Ayuda que Confronta»

 

Por P.A. David Nesher

«Y dijo Yahvéh Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él»

(Génesis 2: 18)

 

Vayomer YHVH Elohim lo-tov jeyot ha’adam levado e’eseh-lo ezer kenegdo.

  

 

Hasta ahora, las Sagradas Escrituras nos venía narrando la creación de todo cuanto conocemos de una manera maravillosa. Yahvéh, nuestro Dios, por medio de su Palabra creó todas las cosas. Él habló y todo fue hecho conforme a su voluntad perfecta.

 

Leemos como Yahvéh se tomó el trabajo de formarlo con sus manos y soplar aliento de vida sobre él. Dios preparó un lugar hermoso y propicio para el hombre, lo llenó de animales, vegetación, sol, luna y estrellas y vio Dios que todo aquello que había creado era bueno en gran manera, entonces, en su perfección trina decide crear al hombre, no de cualquier manera sino a su imagen y semejanza, creado no solo para que fuese un mayordomo en la tierra sino para que tuviera una relación filial e íntima con Él. Pero ahora con el hombre ocurrió algo diferente. Al llegar a esta porción del texto sagrado nos encontramos con el hecho de que Dios, por primera vez, vio algo que no es bueno: la soledad del hombre.

 

Por eso, a fin de lograr comprender la esencia de esta preocupación divina, comenzaremos realizando un análisis de la declaración del Eterno sobre su decisión nos ayudará a despejar toda duda.  El libro de Bereshit (Génesis) primeramente dice: «heesé lo ezer kenegdó» (Génesis 2:18), y luego: «lo matzá ezer kenegdó» (Génesis 2:20), refiriéndose a los términos utilizados para definir la declaración de Yahvéh.

 

El primer término –Ezer–  significa, ayuda.

 

La palabra hebrea que ha sido traducida como “ayuda” es ezer, cuya raíz es «azar”, que significa “rodear”, “proteger”, “defender”, “ayudar”, “socorrer”. Esta palabra no tiene nada despectivo en sí, sino que refleja lo mejor que pueda recibir una persona cuando hay necesidad.

Distintos estudios sociales demuestran que el varón está menos capacitado para poder vivir solo que la mujer. La Torah enseña que el varón es el que necesita una ayuda, no la mujer.

 

Para entender la dimensionalidad poderosa de la palabra ezer, es importante comentar que esta aparece en la mayoría de los textos en las Sagradas Escrituras como una referencia al Eterno, (cf. Éxodo 18:4; Deuteronomio 33:7).     El uso de la palabra  ezer  en los libros de la Tanak (Antiguo Testamento) muestra que en la mayoría de los casos el Eterno es un ezer a los seres humanos, lo que nos obliga a preguntarnos si la palabra ayuda idónea es una interpretación válida al ezer hebreo en el contexto que se utiliza para referirse a la mujer. La palabra ezer aparece veintitrés veces en el Antiguo Testamento, 2 veces se utiliza para referirse a la mujer, y 14 veces para referirse a Dios. En muchos de los pasajes, se utiliza en paralelismo con palabras que denotan fuerza, poder o energía. Algunos ejemplos son:

 

Lo primero que surge del correcto significado de ezer, es que la ayuda que la mujer, sujeta al diseño divino, brinda al varón desarrolla en él la certeza de que ella es una ayuda que viene del cielo. El varón humilde, sujeto a la Torah, acepta los consejos sabios y la ayuda que el Eterno le esté dando a través de su esposa.

 

 

La palabra ezer hace referencia a un poder o fuerza para salvar (socorro). Por lo tanto, podríamos concluir que Génesis 2:18 bien puede ser traducido como:

“Le haré un poder (fuerza o socorro)  que  sea digna de estar al lado del hombre.”

 

Esta línea de pensamiento es confirmada por la declaración de Génesis 2:23, en donde Adam declara de Ishá:

«Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne: ésta será llamada Varona (Ishá), porque del varón (Ish) fue tomada.

El sentido idiomático de esta frase «hueso de mis huesos« es similar a la de un pariente muy cercano,  a uno de nosotros,  o mi otro igual.  La mujer nunca significó para Yahvéh un ayudante del varón, tal y como los dogmas religiosos han enseñado por los siglos. La enseñanza tradicional, especialmente de la religión cristiana, ha hecho ver a la mujer como la ayudante idónea, es decir, como una asistente o ayuda subordinada al que está socorriendo. Sin embargo, considerando las raíces hebreas del texto que estamos estudiando, comprendemos que la mujer fue creada para estar en frente del varón como su perfecto otro. Es decir, que en la cosmovisión yahveísta, la mujer sería el Otro igual del varón con quien manejaría adecuadamente los beneficios que Yahvéh estaba próximo a otorgarles.

 El Segundo Término – ke-negdó- significa «en su contra» .

 

Ahora, nos resta nada más entender cómo debemos concebir el otro término hebreo, nos referimos a ke-negdó. Ella aparece en la Tanak (Antiguo Testamento) exclusivamente para definir la ayuda que el Eterno estaba pensando para el hombre, no es posible contrastarlo con otros usos dentro del mismo texto bíblico, por lo que generalmente se traduce como «idónea», pero literalmente es: «frente a él«, «enfrentada a él«, o «en su contra«, o «opuesta a él”. Sucede que ke-negdó, tiene su raíz en negued, que significa “en el frente contrario”.

 

 

Visto desde esta perspectiva, comprendemos que la palabra ke-negdó califica a ezer, y entonces la expresión refleja más que un significado etimológico, un sentido de propósito;  en ese contexto kenegdó refiere qué clase de ayuda es la que tendrá el hombre.  Dado que la palabra tiene dos significados, ambos contrapuestos el uno al otro, no es posible hacer una traducción literal del término porque en español no tenemos una palabra que refiera ambos significados juntos, y no podemos usar un sentido y descartar el otro porque ello dejaría coja la interpretación.

 

La palabra ke-negdó puede ser traducida “que le lleve la contraria”. Esto significa que ke-negdó adopta el sentido que las actitudes y las acciones del esposo le otorgan, así por ejemplo si sus acciones son acordes al propósito declarado en la visión que Yahvéh les ha otorgado como familia, la mujer se convierte en la ayuda que anima, añade confianza y esfuerza a su marido; en cambio, si el hombre pierde esa visión, la mujer se volverá contra él y le recriminará su actitud y acción, y le conminará a adoptar aquellas decisiones que le hagan volver a encontrarse en la ruta correcta. En ambos casos, frente a él o en su contra, ella es un ezer que busca que el hombre cumpla sus propósitos.

Entonces, si el varón se porta de manera correcta, su mujer, que es temerosa del Eterno, le va a tratar bien, pero si él no hace lo que el Eterno le ha llamado a hacer, entonces la mujer se convertirá en su enemiga. La mujer ha sido hecha por el Eterno para ser así. Esa es la mejor ayuda que el varón puede tener, aparte del Eterno mismo. La mujer fue diseñada para ver las cosas de otra manera, para estar en un ángulo diferente y tener otro modo de comprender el entorno. El varón tiene más capacidad para ver las cosas de manera general, pero no tiene la capacidad de ver todos los detalles de dicha cosa o situación. La mujer ha sido capacitada para ver ciertas minucias que el varón no puede ver, y él tiene la obligación de escucharla para poder tener una imagen más completa de las cosas antes de tomar las decisiones finales y dirigir correctamente su familia.

 

Así visto, y siguiendo estas líneas de pensamiento, la traducción de Génesis 2:18, sería:

“Le haré un poder (fuerza o socorro)  que  sea digna de estar al lado del hombre, para que lo esfuerce a continuar con sus propósitos, y que le corrija cuando se salga de estos.”

Por favor, escuchemos atentamente lo que el Eterno dice:

“HAGAMOS QUE ADAM DESCUBRA EL PRINCIPIO DE SU FUERZA EN SU ENCUENTRO TOTAL CONSIGO MISMO”

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¿Una Costilla con Forma de Mujer?

 

¿Que Rol cumple el Divorcio en la Voluntad del Eterno?

Por P.A. David Nesher

 

«Cuando alguno toma una mujer y se casa con ella, si sucede que no le es agradable porque ha encontrado algo reprochable en ella, y le escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, y ella sale de su casa y llega a ser mujer de otro hombre; si el segundo marido la aborrece y le escribe certificado de divorcio, lo pone en su mano y la despide de su casa, o si muere este último marido que la tomó para ser su mujer, al primer marido que la despidió no le es permitido tomarla nuevamente como mujer, porque ha sido menospreciada; pues eso es abominación ante Yahvéh. No traerás pecado sobre la tierra que Yahvéh tu Dios te da por heredad.”

(Devarim/Deuteronomio 24:1-4)

En la mentalidad general del diseño original, la Torah revela que Yahvéh considera al matrimonio como una unión de alianza amorosa para toda la vida. Una unión que manifiesta físicamente el misterio de Su Unidad (Ejad) y que, por lo tanto, solo termina cuando muere uno de los cónyuges (1 Corintios 7:39). Entonces, y dado que se trata de una institución sagrada, una vasija de Luz totalmente celestial, los hijos primogénitos no deberíamos tomar a la ligera la idea de disolverla.

La Torah revela que un matrimonio israelita sólo era válido si se hacía bajo la denominada jupáh (símbolo del respaldo celestial), y con la firma de la ketubáh (documento legal de alianza matrimonial) que era la representación de lo civil.

Estudiando este texto nos damos cuenta que el divorcio era permitido en Israel, pero cuidadosamente regulado por autoridades espirituales expertos en justicia divina. Solamente una autoridad espiritual puede dictaminar un divorcio, y por motivos graves, ya que el matrimonio en la cosmovisión yahvista es un compromiso sagrado e inviolable, pero a causa de la naturaleza caída del ser humano, no indisoluble.

Así pues, bajo la Torah de Yahvéh, el matrimonio no se puede simplemente disolver en cuanto uno de los cónyuges quiera hacerlo; debe de haber una causa para extender un guet (o carta de divorcio). Es decir que la despedida de una mujer tiene que ser por un acto oficial de entrega de esa guet ( גט). Con este documento se le devuelve a la mujer el estatus de no casada y, por lo tanto, la dignidad y el derecho a casarse de nuevo con otro. Esta carta de divorcio es precisamente el documento oficial y legal que da el derecho a la mujer de casarse de nuevo. Sin un guet, sería una adúltera si se uniera a otro hombre.

Mediante esta legislación, en la mentalidad hebrea, el divorcio nunca se veía como una opción preferida o fácil. La palabra hebrea traducida como divorcio tiene en su raíz la idea de “separar por medio de un corte”, y transmitía la imagen de la amputación que sufría aquello que es una sola carne. Así cada miembro de Israel consideraba el divorcio como cortar o mutilar a un cuerpo viviente, y dejarlo para siempre inválido.

En el tiempo del Segundo Templo, después de regresar del exilio babilónico y hasta los días de Yeshúa, habían aparecido dos interpretaciones principales de la palabra “reprochable”, en hebreo erváh – ערוה – (palabra que también se traduce como «desnudez«, «desgracia«, «defecto«, «indecencia«, «inmundicia», «confusión«, «vergüenza«, «impureza«, y/o «promiscuidad«); por un lado, se encontraba la interpretación de la casa del maestro Hillel que decía que se puede despedir a una mujer por cualquier cosa que cause molestia en el esposo, incluso si ella fracasa en la cocina. Por el otro lado, la casa del maestro Shamai era más estricta ya que sólo permitía divorcio cuando había un comportamiento sexual indecente en la mujer.

Por eso, al leer el Evangelio de Mateo, nos encontramos con la siguiente historia en la vida de nuestro Mesías:

Entonces se le acercaron los fariseos, tentándolo y diciéndole:
– ¿Está permitido al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
Él, respondiendo, les dijo:
– ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, “hombre y mujer los hizo”, y dijo: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó no lo separe el hombre.*
Le dijeron:
– ¿Por qué, pues, mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?
Él les dijo:
– Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. Le dijeron sus discípulos: –Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse.”

(Mateo 19:3-10 _ RV1995)

Vemos aquí como Yeshúa, nuestro Maestro, en concordancia con este Midrásh, se atrevió a entrar en la discusión que había entre la casa de Hillel y la casa de Shamai dando razón a la interpretación de éste último.

Considerando este relato de la enseñanza de nuestro Maestro, podemos sacar cuatro conclusiones fundamentales de este texto:

1. El divorcio NO pertenece a los lineamientos y pautas del diseño original del Eterno para el ser humano.
2. El divorcio fue permitido por el Eterno, nunca ordenado.
3. El Eterno permitió el divorcio por causa de la «dureza del corazón» del hombre y la mujer.
4. La causa de un divorcio para poder casarse con otra persona no puede ser cualquiera. Sólo puede ocurrir por algo indecente tal como vemos que Yeshúa da sentido a la expresión hebrea “ervat davar”, traducido como fornicación (RV) e infidelidad (LBLA) en Mateo cap. 19 vers. 9.

Desde esto, y continuando con lo que la Torah revela en esta porción, debemos conocer que cuando leemos la expresión ervat davar (que ha sido traducida: «alguna promiscuidad«) nos encontramos con la clave en toda esta discusión. Según la respuesta de Yeshúa, en Mateo cap. 19, vers. 9, un varón no comete adulterio al despedir a su mujer y casarse con otra, si hay en ella una conducta sexual indecente – ervat davar.

Debo contarles que el concepto de ervat davar se encuentra también en el capítulo anterior en esta misma parashá (Deut. 23:14) refiriéndose a los excrementos humanos, que no podían ser vistos por la Presencia del Eterno ni dentro ni fuera del campamento de guerra. Sería algo indecente para la Presencia divina. Por eso, la expresión no puede interpretarse como “cualquier causa” o “cualquier cosa que desagrade al marido”, sino tiene que ver con una desviación sexual, que convierten a la sexualidad como un instrumento que energiza a las fuerzas del Sitrá Ajrá («el Otro Lado»). Luego, en la Septuaginta (Versión de los LXX) la expresión ervat davar fue traducida al griego como porneia – πορνεία –, que significa fornicación, es decir inmoralidad sexual. Lo más interesante de esto, es que en la enseñanza de Yeshúa se está usando esta idea y la misma se aplica tanto a la mujer como al varón que adultera.

Concluyamos pues, que la expresión ervat davar en el capítulo 24 de Devarim (Deuteronomio) no se está refiriendo ni a cualquier conducta desagradable de la mujer, según los caprichos del varón, sino a una desviación sexual de la mujer muy desagradable para el esposo, de la misma manera que los excrementos puestos en el suelo, dentro o cerca del campamento de guerra santo, causarían disgusto a la Presencia divina.

Así que, según la enseñanza de Yeshúa en Mateo capítulo 19, donde explica el texto de Deuteronomio 24, el divorcio está permitido, para las personas con corazones duros, cuando existe algún tipo de comportamiento causado por una perversión sexual muy desagradable en el cónyuge. Él dejó bien explicado que si alguien se divorcia por cualquier causa, que no sea infidelidad, si se vuelve a casar es como si estuviera en adulterio.

«También se dijo:

«Cualquiera que repudie a su mujer, que le dé carta de divorcio.» Pero yo os digo que todo el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de infidelidad, la hace cometer adulterio; y cualquiera que se casa con una mujer divorciada, comete adulterio.”
(Mateo 5:31-32)

Un divorcio oficial, con la entrega de un documento legal, da el derecho a casarse de nuevo con otra persona. Sin embargo, las pautas proféticas de la Torah revelan que cada divorcio causa lágrimas en el cielo (Mal. 2:13-15).

No obstante, si alguien tiene motivos bíblicos de divorcio (los cuales, de acuerdo con 1 Corintios 7: 15, incluyen abandono por el cónyuge no creyente), ellos ciertamente tienen permiso de divorcio, y el Eterno no se los “sostendrá en su contra” amenos, claro, que Él les haya dicho específicamente que no se divorcie y estarían desobedeciendo la palabra especifica para sus vidas.

Por eso, y teniendo en cuenta el Yugo de Yeshúa, los que han recibido el Espíritu del Mesías por medio del nuevo nacimiento cuentan con una orden más, según lo que está escrito en la primera epístola a los Corintios: “A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al marido (pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido), y que el marido no abandone a su mujer.” (1 Corintios 7:10-11) Reafirmando que en un matrimonio creyente se debe priorizar el servicio de la reconciliación antes de llegar a un divorcio por cualquier causa. Las Sagradas Escrituras dejan bien claro que nuestro Abba odia el divorcio (Malaquías 2:16) y esa reconciliación y perdón deberían ser las marcas de la vida de un creyente heredero de Su Salvación (Lucas 11:4; Efesios 4:32).

Ahora, al terminar este encuentro con tu alma, elevo mi tefiláh (oración de alianza) en intercesión para que nuestro Abba nos dé gracia a fin de que no existan divorcios entre nosotros.

¡Bendiciones en Su Paz!

Si Amar es un Mandamiento, entonces el Amor no es un Sentimiento.

Por P.A. David Nesher

 

«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis unos a otros.»

(Juan 13:34)

 

En estos días, he notado que, al menos en el mundo occidental, a cualquier tipo sentimiento positivo que se despierta entre individuos (especialmente parejas) se le llama amor. Desde la década de los años ´60, del siglo pasado, al acto sexual se le llama “hacer el amor”. Con este paradigma vibrante en los corazones, el placer hedonista se le ha convertido en el único requisito para el amor.

 

A lo largo de mi carrera pneumoterapeútica me he encontrado con el hecho de que la mayoría de los seres humanos piensan que nuestros sentimientos son independientes de lo que hacemos o pensamos. Ellos sostienen que si los sentimientos que se provocan en el vínculo con otro ser humano son positivos y se suman en fuerza, entonces lograrán amar al otro. Sin embargo, desde la perspectiva de la Instrucción de Yahvéh está bien claro que lo que hacemos está directamente relacionado con lo que sentimos. Son las acciones que decidimos realizar las que evidenciarán al amor. Por ello, las Sagradas Escrituras aseguran que si queremos sentir amor, tenemos que dar amor con nuestras acciones y no esperar que caiga desde el Cielo un «sentimiento mágico» que nos permita entonces amar.

 

Cuando acudimos a los Evangelios y estudiamos el Yugo (enseñanza) de Yeshúa, descubrimos que Él vino a insistir en la revelación divina de que el amor es una decisión y no un sentimiento hedonista. Demostró con su propia vida que el verdadero amor depende de la libertad, la inteligencia emocional y la voluntad de cada ser humano. Con su propio ser dio muestra que el verdadero amor implica sacrificio, entrega y fidelidad.

 

Por ello, ante lo que nuestro Mesías enseñó, debemos aceptar que si amar dependiera de sentirnos bien, del placer o de nuestros impulsos, el Eterno no lo habría consagrado como mandamiento primordial para los herederos de la Salvación. Desde el Decálogo de Moisés (Éxodo 20) hasta el mandamiento del amor establecido por Jesús (Marcos 12: 28 – 31) amar es un mandato divino para nosotros y no algo opcional o supeditado a nuestras preferencias. En la cosmovisión mesiánica amar es una decisión. ¿Qué significa que el amor sea una decisión? Significa que no está subordinado a nuestros sentimientos, instintos o preferencias. Significa que es una manifestación plena de nuestra voluntad.

 

Si el amor estuviese subordinado a los impulsos básicos del ser humano, entonces convertirlo en un mandato por parte del Eterno, sería un absurdo que simplemente lo revelaría como un Dios tirano que obliga a sus súbditos a hacer lo que no pueden. Por ello la frase heredada de los hippies “hacer el amor” para cualquier acto sexual resulta absurda ante la revelación que los códigos de la Torah (Instrucción) del Eterno nos otorga. Desde esta decodificación el alma humana redimida se fortalece en la certeza de que no es el amor el que debe estar subordinado al sexo sino precisamente al revés. Es el acto sexual el que debe estar enmarcado en el amor verdadero, que conduce primeramente a una alianza sobrenatural ante el Eterno, y con los hombres de testigos.

 

Si el amor estuviese subordinado al sentimiento de bienestar o placer, Yahvéh, nuestro Dios, debería haber hecho una especie de mandato “condicionado”. Algo así como: “Amarás a Dios y al prójimo siempre y cuando te sientas bien y te haga feliz”. Muy por el contrario, Yahvéh, nuestro Abba, consagró el amor como un mandamiento porque depende exclusivamente de nuestra inteligencia emocional y libre albedrío. Es decir que amar el la manifestación más plena de nuestra voluntad. Estar en Yeshúa nos da la capacidad de decidir amar por encima de todo lo que podemos sentir. Es una elección que requiere mucha práctica, pero se puede lograr amar hasta el final de los días, porque así se ha decidido al despertar cada jornada.

 

A continuación les comparto versículos bíblicos que implantará en sus corazones el hecho de que el amor es una decisión a tomar y no un sentimiento:

 

«Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros, como nos ha dado mandamiento.»

(1 Juan 3:23)

 

«El amor consiste en hacer lo que Dios nos ha ordenado, y él nos ha ordenado que nos amemos unos a otros, tal como ustedes lo oyeron desde el principio.» 
(2 Juan 1:6)

 

 

La Sexualidad Tiene Instrucción (Torah) Divina

P.A. David Nesher

«Habló Yahvéh a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy Yahvéh vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Yahvéh vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Yahvéh».

(Vayikrá/Levítico 18: 1- 5)

Antes de que el Eterno diera un simple mandamiento en esta área, primero Él establece un fundamento para todo el asunto. Cuando leemos que dice: “ Yo soy Yahvéh vuestro Dios ”, Él está declarando un principio: “Me pertenecen, no harán como el mundo hace”.

Un conocido historiador cuenta: “Los persas, por ejemplo, animaban uniones maritales con madres, hijas y hermanas, en base de que dichas relaciones tenían un mérito especial delante de los ojos de los dioses.” (Harrison)

Tristemente, los denominados cristianos evangélicos de hoy en día a menudo toman el estándar de su conducta sexual de parte del sistema reptiliano que lo rodea, y no del Señor y Su Instrucción (Torah). Claramente los cristianos, si en verdad siguieran el yugo de Yeshúa, debieran de ser diferente del mundo en su moralidad sexual, y deberían de seguir el estándar yahveísta para la práctica de la sexualidad. En las comunidades primitivas, un argumento para la veracidad del Camino ofrecida por los discípulos era: “Puedes saber que es verdad al ver a nuestras vidas encarnándolo.” En cambio, hoy, el mundo cristiano dice: “Por favor, no me mires a mí, mira a Jesús. No sigas a hombre, sigue a Cristo”.

 

En la cosmovisión revelada en Vayikrá (Levítico) las relaciones sexuales sólo están permitidas entre un varón y una mujer que han entrado en un pacto o alianza de amor, llamado matrimonio. La misma debe estar registrada ante las autoridades competentes, y puede llevarse a la práctica durante los días cuando la mujer no está impura por su periodo mensual. En estos lineamientos celestiales el pacto matrimonial no está permitido entre familiares cercanos.

Leemos:

«Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo Yahvéh. La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez. La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre. La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás«

(Vayikrá/Levítico 18: 6- 9)

“Descubrir su desnudez” es la frase (utilizada 17 veces en este capítulo) que en hebreo es un eufemismo* para las relaciones sexuales. Tiene menos que ver con desnudez (especialmente desnudez casual). Por el contrario, se la usa aplicad sí o sí al sexo indebido. El término de descubrir su desnudez es lo suficiente amplio para incluir la idea de actividades inapropiadas que sean menores al acto sexual. Es decir que también está incluyendo el molestar o acosar sexualmente, hasta el manoseo inapropiado.

En estos versículos, el sexo entre padres e hijos, padres e hijastros, y entre hermanos (de nacimiento o matrimonio) queda totalmente condenado ante el Trono del Eterno.

De manera significativa, el sexo entre las personas con dichas relaciones está condenado aún si son adultos . Estos no son simplemente mandatos en contra de relaciones entre niños y adultos. Por ejemplo, es pecado el que un hombre tenga sexo con su madrastra, aún si son ambos adultos; o está mal el que un hombre tenga sexo con su hermana adoptiva, aún si son adultos y lo consienten. De igual modo, es pecado que un yerno o una nuera se acueste con su suegra (suegro) aunque haya consentimiento de ambas partes.

En esas instancias, en nuestros días, la ciencia ha demostrado que donde los padres son hermanos, o donde la relación es entre padre e hijo, los descendientes resultantes tienen un 30% de mayor riesgo de algún retardo o algún otro defecto serio.

Por medio de estos mandamientos, el Eterno dejaba en claro que la sexualidad está enmarcada en propósito solamente cuando ocurre en el marco del matrimonio. Entonces, la Torah revela que el matrimonio, como una institución social, es tenido a través de las Sagradas Escrituras como la piedra angular de todas las demás estructuras de una sociedad perfecta, y, por tanto, su pureza e integridad deben ser protegidas en todo momento.

La expresión “ la desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre ” deja bien establecido que la desnudez de un marido o mujer le pertenece a su cónyuge, y a nadie más. El cónyuge legal es aquel a quien el Eterno permite que pueda estar desnudo y sin vergüenza, en el sentido de que se restaure algo de lo que la maldición se llevó allá en (Génesis 2:25).

Por último, aplicando estos conceptos yahveístas a nuestros días, nos damos cuenta que la pornografía está prohibida para todos.
Esto concuerda con la enseñanza del Mesías que dice:

“Habéis oído que se dijo: «NO COMETERAS ADULTERIO.» Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón. Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y échalo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala y échala de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo vaya al infierno.”

(Mateo 5:27-30)

Cuando nuestro Maestro dice “ habéis oído que se dijo ” no está citando la Torah en sí, sino la interpretación que los maestros del halajá (conjunto de dogmas y de creencias judías) habían hecho, para justificar algunos casos que a ellos y sus discípulos les convenían. Luego, de decir esto, da su propia interpretación de lo que la Torah enseña, según había recibido de su Padre.

El que ignora o rechaza el contexto judío de aquel puede interpretar las palabras de Yeshúa como diciendo que vino para cambiar la Torah. Pero sabemos que esto no puede ser porque en el mismo capítulo dijo que no vino a cambiar nada (Mat. 5:17-19). Lo que vino a hacer era explicar lo que la Torah enseña, lo que había en el corazón del Eterno cuando dictó las palabras a Moshé, en el Monte Sinaí.

El contexto de esta lección de hoy concuerda bien con las palabras del Maestro, que no sólo está prohibido acostarse con una mujer que no es tu esposa, sino también mirarla con deseo egoísta y obsesivo .

Anhelo e intercedo para que el Eterno nos ayude a mantener nuestros ojos y nuestros cuerpos limpios de impureza moral para poder ser presentados sin mancha ante el Mesías cuando venga.

Isaac: un Hijo «Prisionero» del Propósito Divino para forma un Matrimonio Celestial

 

Por P.A. David Nesher

 

 

Y Abrahám le dijo:
«Ten mucho cuidado de no llevar a mi hijo allá.  El Señor, el Dios de los cielos, me sacó de la casa de mi padre y de la tierra de mis parientes; él mismo me habló, y con juramento me dijo: “Esta tierra se la daré a tu descendencia”, así que él enviará a su ángel delante de ti, y de allá tomarás una mujer para mi hijo. Si la mujer no quiere venir contigo, quedarás libre del juramento que me has hecho. ¡Pero de ninguna manera lleves allá a mi hijo!»

(Génesis 24: 6- 8)

El dato curioso que Bereshit nos aporta es que Isaac, el hijo de la promesa, no dejó la tierra prometida ni una vez. Por ello, al leer estos versículos, todo investigador no puede evitar la correcta pregunta que brota de un corazón apasionado por los secretos celestiales:

¿Por qué Isaac (hebreo Yitzjak) no pudo ir a la tierra de donde había salido Abrahám?

Primeramente, y para que la respuesta surja clara del texto, será necesario hacer algunos comentarios que aclaren el contexto de esta historia.

Isaac acababa de cumplir 40 años. Este acontecimiento marcaba el inicio de un ciclo muy importante en la vida de un varón oriental. Había llegado el momento de formar una familia. Este era el tiempo ideal, de acuerdo al diseño divino, para buscarle una esposa.

Ahora bien, las Escrituras Sagradas revelan que el Eterno no quiso que se casara con una mujer de las hijas de Kenáan (Canaán), ni con una mujer de Egipto. Por ello Abrahám hizo jurar a su siervo más confiable, el damasceno Eliezer, por la señal del pacto de circuncisión, y lo envió a buscar una esposa para su hijo de la tierra donde estaban sus parientes, descendientes de Shem, hijo de Noaj. Cuando Eliezer preguntó si podía llevar allí a Isaac, en el caso de que la mujer no quisiera venir, Abrahám contestó rotundamente que no, y lo repitió dos veces.

¿Por qué Yitsjak (Isaac) no podía volver al lugar de donde había salido Abrahám?

Meditando profundamente en los sagrados escritos se nos revela que Yitsjak (Isaac) no podía salir de la tierra prometida. Justamente notamos que más adelante cuando él intenta bajar a Egipto, el Eterno mismo le prohíbe y le ordena quedarse en la tierra (26:2-3). Yitzjak fue el único de los tres patriarcas que no tenía permiso para salir al extranjero. Su vida estaba unida a la tierra de la promesa y allí tenía que permanecer hasta la resurrección. Isaac el hijo de la promesa, no dejó la tierra prometida ni una vez.

Este dato no es una simple curiosidad bíblica, sino que contiene un misterio mesiánico revelado por el Espíritu de Yahvéh, que nos conduce a hacernos las siguientes preguntas: ¿por qué Abrahám no quiso que su hijo se fuera a ver a sus primos y demás familiares? ¿Qué mal había en eso?

Abraham estaba diciendo en realidad a Eliazer: «Elohim me ha prometido que a través de mi semilla Yitzjak, va a traer una bendición para el mundo. Usted puede estar seguro de una cosa: El Señor tiene una esposa para Isaac apartada allí .» Lo notamos claramente: Abraham descansa o se fundamenta en lo que Yahvéh ya ha dicho. Así queda revelado que la fe es descansar en algo y siempre es razonable o prudente. Nunca es un salto al vacío. La fe no es un juego de azar; es una cosa segura. Y Abraham estaba seguro que la esposa de su hijo se encontraba escogida por el Señor entre su parentela.

Por otra parte, el relato da a entender que si Yitzjak hubiera ido él mimo, en busca de una novia, podría haber sido una tentación demasiado grande quedarse con ella en medio de su propio pueblo, en lugar de regresar a Canaán. En el diseño del Eterno que Abrahám había comprendido, estaba establecido que ella debía estar dispuesta a venir a él (24:6 y 8). Por lo tanto, Abraham envió a su siervo más antiguo en la misión.

Las Sagradas Escrituras nos revelan que la familia de la cual había salido Abrahám era de prácticas idólatras, especializados en las artes prohibidas de la astrología (Josué 24:15). Abrahám tomó la decisión de abandonar toda práctica idolátrica y vivir sólo para el Creador de Cielos y Tierra (Génesis 24:3). Él conocía muy bien la fuerza que los familiares podían ejercer sobre sus miembros y es muy posible que no quiso exponer a su hijo Yitzjak a las presiones emocionales que son producto de los lazos familiares, porque correría el riesgo de que adoptara sus costumbres paganas, lo cual contaminaría su alma y dañaría el plan de redención divina para el mundo. Yitzjak era el hijo de la promesa y había que guardarlo de toda contaminación maligna. El propósito eterno de Dios se encontraba plenamente activo y maduro en Isaac. Sus 40 años recién cumplidos así lo anunciaban. Él no podía volver a las sendas de iniquidad ancestral y así abortar la misión que traía en lo más profundo de su alma.

Abraham estableció claramente que la esposa para su hijo debía ser de su mismo linaje familiar (no una cananea), pero, por sobre todas las cosas, debía ser una mujer que estuviera dispuesta a suscribirse al testimonio de la alianza mesiánica que Abrahám y su casa había creído.

El ejemplo de Abrahám conduce al alma de todo padre redimido a un llamado a teshuvah (arrepentimiento que permite retornar al propósito). Esta actitud de nuestro padre en la fe nos enseña y exhorta a cuidarnos mucho de enviar a nuestros hijos a un sistema de cosas que hemos dejado a fin de que no sean contaminados por las costumbres de allí. Cuando dejamos atrás contextos culturales y relaciones con los que practican las costumbres mundanas, es sumamente importante que no dejemos que nuestros hijos vuelvan allí y se enreden en la madeja de iniquidades que nosotros hemos abandonados en al nacer de nuevo en el Mesías. De ceder como padres en esto, todo el proceso de restauración y redención que estamos viviendo sería frenado y abortado en la siguiente generación. Y nuestra conciencia nos juzgaría preguntándonos: ¿para qué entonces nos sacó el Eterno de allí?

Apreciados padres que leen esta bitácora y ya están en la fe de Abrahám, si alguno de ustedes tiene un joven o una joven en su casa que está en edad de casarse, debe orar para que él o ella no haga alianza de amor con alguien que posea «espíritu cananeo» (materialista y hedonista). Un verdadero padre de mentalidad hebrea establece de antemano, por medio de su intercesión de fe, el tipo de matrimonio que desea para sus hijos.

Los padres de la fe yavhista como la de Abrahám enseñan a sus hijos que el matrimonio que cada uno de ellos forme es un diseño divino que se hará parte de la totalidad de su vida, por lo tanto, es una relación permanente y no algo temporal. Por esto, es necesario que cada hijo entienda que la pareja que encuentre debe estar de acuerdo con lo que desean lograr espiritualmente en sus vidas.

No olviden queridos padres que aún estamos en la Tierra, bajo el dominio del sistema reptiliano, y siempre existe el peligro de que uno de nuestros jóvenes se case con uno de los hijos de Babilonia. Si lo hacen, como alguien ha dicho, «tendrán al diablo por su suegro«, y siempre habrá problemas con él.

En este momento elevo una plegaria de intercesión a fin de que el Eterno nos dé gracia para encaminar a nuestros hijos correctamente para que puedan continuar la línea de bendición y redención que hemos recibido por nuestro padre Abrahám y nuestro Señor Yeshúa el Mesías.

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Si te vas a casar… estás obligado a formularte estas siete preguntas…

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7 preguntas obligatorias antes de casarte

Por Rav Dov Heller

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Una oración por su matrimonio… (para orar juntos)

Padre, en Tu Palabra está escrito que estimemos nuestro matrimonio como digno, precioso, de gran valor, y especialmente apreciado. Estamos de acuerdo con Tu Palabra y actuamos conforme a ella.  

Por nuestra propia voluntad, alejamos la contienda al ser prontos para escuchar, tardos para hablar y lentos para la ira. Confesamos y creemos que no nos ofenderemos el uno al otro ni nos sentiremos ofendidos el uno con el otro.

En Tu Palabra se nos declara que nos has unido con propósito y con poder; por tanto, nos comprometemos a ser el instrumento poderoso que Tú diseñaste que fuéramos en la Tierra. Deseamos ser un ejemplo de Tu amor ante nuestra familia y amigos.

 Padre, ahora, tomamos la decisión de calidad de vivir en armonía. Nos ponemos de acuerdo en no entregarnos al egoísmo que causará división y destrucción. Declaramos que valoramos y honramos nuestro matrimonio, manteniendo nuestro lecho matrimonial puro; y confesamos que éste se vuelve más fuerte cada día, y así también es de incentivo para quienes nos rodean.

Nos comportaremos con honra y decoro —amables, bondadosos, compasivos, comprensivos y amorosos, el uno con el otro—. Siempre estamos listos para creer lo mejor de cada uno, y con libertad nos perdonamos el uno al otro.

Padre, declaramos y establecemos que vivimos en una morada pacífica, y en un lugar de tranquilidad y descanso. Gracias, Padre, por hacernos herederos de la gracia de vida. Hacemos este compromiso ante Tu trono en el nombre de Jesús y con la autoridad de Tu Palabra. Amén.

(Referencias bíblicas para hacer esta oración y estudiar: Hebreos 13:4; 2 Timoteo 2:24-26; Colosenses 1:10; Filipenses 2:2, 4:7; Efesios 4:32, Isaías 32:17-18; Jeremías 1:12; Santiago 1:19, 3:2; 1 Pedro 3:7; Marcos 11:23; Mateo 18:19; Filipenses 2:3)