Por P.A. David Nesher
Todos los seres humanos queremos felicidad, pero a menudo caemos e el error reptiliano de confundir la felicidad con el éxito. ¿Cuál es la diferencia? ¡Éxito es obtener lo que quieres; felicidad es querer lo que obtienes! Por lo tanto, recuerda que la felicidad no es algo que nos pasa; es una decisión que tenemos que tomar, ya que podemos ser tan felices como decidamos serlo. El Eterno, creó para esto, un tiempo especial que permite decidir por la felicidad como estado interno del ser humano. Estoy hablando de la Festividad del Sukot, conocida con el nombre de Fiesta de los Tabernáculos o Fiesta de las Enramadas (Cabañas).
Esta Fiesta, conocida también como el «Tiempo de nuestra Alegría«, marca para nosotros, Sus primogénitos en el Mesías, el clímax del Año de YHVH. Y es que durante los siete días de esta festividad, los escogidos tenemos un mandato divino, el de estar completa y exclusivamente alegres (Deuteronomio 16:15).
Seguramente dirás: «¡Es una orden bastante exigente!» Así es, de una manera imperativa, el Eterno, a través de Su Torah (Instrucción), exige a Sus hijos obligarse a la alegría en estos días. Por ello, el espíritu de la festividad y todos los preceptos que la rodean elevan nuestro ánimo y nuestro espíritu a los niveles de la fuerza de la alegría. Obvio que nos encantaría estar felices por siete días de corrido, pero la pregunta es ¿cómo lo hacemos?
La respuesta a esto no tardará en surgir de los códigos mismos que conforman al Instrucción (Torah):
«El día quince del mes séptimo será festividad de las cabañas para el Eterno, que durará siete días«
(Levítico 23:34)
y también está escrito así:
«Viviréis en cabañas esos siete días. Cada nativo de Israel habitará en cabañas, para que vuestras generaciones sepan que hice habitar a los hijos de Israel en tiendas cuando los liberé de la tierra de Egipto«
(Levítico 23:42-43)
Esta festividad le recuerda al pueblo de Israel el vagabundeo que sus ancestros hicieron por el desierto en el camino de la esclavitud a la liberación nacional y espiritual. En el desierto se creó la imagen espiritual y la identidad nacional de Israel por el beneficio del don de la Torah. Aún cuando llega el pueblo a su descanso en la Tierra de Israel, su herencia, debían recordar la adversidad del desierto y la benevolencia del Santo y Bendito Dios:
«Y te condujo por el desierto grande y terrible plagado de víboras ardientes y escorpiones, un erial carente de agua de donde, empero, Él extrajo para tí agua de la roca dura. Y te dio también maná para comer en el desierto, cosa que no conocieron tus padres«
(Deuteronomio 8:15-16).
Así pues Sukot sería el memorial que los mantendría siempre despierto a la verdad de que las cosas físicas son temporales, y el Olam HaVa. (Mundo Venidero), por su trascendencia, siempre sería lo mejor.
Por ello, la Fiesta de Sukot es el descenso de las berajot (traducida como «bendiciones«) divinas al ámbito terrenal en donde cada hijo de Israel se mueve reparando el mundo actual (Olam Asiah) para ser recompensado por ello en el Olam HaVá.
Entonces, en Sukot cada paquete de energía de las bendiciones obtenidas en herencia, peregrina desde arriba hacia abajo. Es un viaje espiritual que va desde la mente del Padre, hacia la mente redimida de sus primogénitos reunidos en asamblea festiva. La Verdad, que es Yeshúa intercediendo sacerdotalmente por nosotros, en todo momento quiere derramar sus bendiciones al mundo. El problema es que para que ese derramamiento no se arruine, se necesita de un recipiente. Ese receptáculo es la sukah y los ritos que cada familia de Israel realizan dentro de ella.
Por ello, la construcción que cada jefe de familia realiza de la Sukah, garantiza que esas bendiciones sean perfectamente recepcionadas y almacenadas para que, en tiempo y forma, se materialicen en situaciones concretas que manifestarán la gloria del Eterno. De este modo se entiende que cada enramada sea para nuestro Abba ese receptáculo que Él necesita para depositar cada paquete de bendición que ya tenemos en Yeshúa, el Mesías.
En la gematría profética, la sukah, de acuerdo al valor de las letras que la componen (samej- vav- kaf- hei), tiene el valor numérico 91:
- Samej = 60
- Vav = 6
- Kaf = 20
- Hei = 5
(60 + 6 + 20 + 5 = 91)
Esta valoración gemátrica permite la combinación de dos nombres del Eterno: YHVH (de valor 26) y Adonay (65). Si trenzamos las letras de estos dos nombres divinos se forma en hebreo la palabra “bajada”, cuya valoración numérica será 91, igual que el de Sukah.
Por lo tanto, mientras más peregrinamos en los misterios proféticos de las Altas Fiestas de YHVH, hemos ya comprendido que los siete días de vivir en la sukah son necesarios para asegurarse que dichas bendiciones abundantes desciendan en siete «paquetes de energía» espiritual y coronen nuestras cabezas (conciencias) desde la meditación en los Nombres del Eterno.
Por todo esto debo insistir en que valoremos el techo de la sukah y su composición, ya que es el elemento que simbolizará las nubes de gloria (anane kabod) que generan la Providencia divina moviéndose a favor de sus escogidos.
Las bendiciones espirituales que descienden en esta fecha festiva de ocho días, se pueden agrupar clasificándolas en estos siete paquetes:
- Primer Día: Benevolencia (Abraham). En esta jornada la conexión de nuestra alma se da con el amor incondicional del Eterno a todas las criaturas que están en este mundo. Quien conecta con este primer día, tiene garantizado el éxito en su vida emocional. Es el día de las bendiciones que provienen del Jesed celestial, y el Nombre divino que se santifica es el de YHVH Yiréh («el Eterno mi Proveedor«).
- Segundo Día: Justicia (Isaac). En esta jornada nuestra conexión activa la moderación en todos los deseo y la fuerza personal que permite avanzar sólo por medio de los deseos personales. Así las bendiciones que bajarán, son aquellas que están en el ámbito de la Guevuráh divina, y el Nombre divino que santificamos es YHVH Tzikeinuh («El Eterno mi Justicia» – Jeremías 33:16-).
- Tercer Día: Éxito y Triunfo (Jacob). Logramos la conexión con la belleza de la Verdad. Adquirimos la fortaleza suficiente para sobrellevar en la Compasión del Mesías todas las circunstancias difíciles que deparará el próximo año. Permitiremos así que las bendiciones de la Tiferet divina desciendan y se materialicen. En este día se santifica el Nombre divino de YHVH Elokim Shebaot («el Eterno, Dios de los Ejércitos» -Malaquías 3:10-12-) y YHVH Nissi («el Eterno es mi Victoria» – Éxodo 17:15).
- Cuarto Día: Milagros (Moisés). Adquirimos conexión con la eternidad y el dominio de la Torah sobre todo lo creado. Adquirimos sabiduría y ciencia para tomar contacto con los mundos espirituales. Otorga revelación para salir del exilio de la fatalidad. El nombre divino que santificamos es YHVH Rafáh («el Eterno es mi Curador» – Éxodo 15: 25-27; Salmo 103:3; 147:3-)
- Quinto Día: Paz (Aharón). Tomamos conexión con la receptividad. Otorga la garantía de tener Shalom en todos los vínculos humanos. El Nombre divino que debemos bendecir y santificar es YHVH Shalom («el Eterno es mi Paz» -Jueces 6:24-).
- Sexto Día: Virtudes del Creador (José). Logramos conexión con la santidad sexual. Permite corrección de todo acto de lujuria. En este día santificamos el Nombre divino YHVH El Elyon (el Eterno Dios Exaltado; el Eterno Dios de las Alturas -Deuteronomio 26:19-).
- Séptimo Día: Plenitud del Reino (David). En esta jornada la conexión es con la Luz Infinita del Mesías. Permite el desarrollo de ser solidario compartiendo en el perfecto amor por medio del servicio. En este día santificamos el Nombre divino YHVH Shamáh («el Eterno está Aquí» – Ezequiel 48:35-).
- Octavo Día: Unción Regia (Mesías -Torah). En este día final, nos convertimos en seres iluminados (Mateo 5: 14). Cuando actuamos con estos siete atributos espirituales, la LUZ DIVINA se dirige a nosotros y nos convierte en un conducto para poder brillar en nuestro entorno y así transformar el mundo tal y como lo hizo Yeshúa (Juan 14: 12). En este día se santifica el Nombre divino YHVH El Gibbhor («el Eterno, Dios Fuerte» – Isaías 9:6-).
De lo expuesto hasta aquí deducimos que si hemos entendido correctamente la simbología del Sukot podremos controlar todos los eventos de los meses que tenemos en lo que resta del Año del Señor, y las primeras siete lunas nuevas del próximo año. Esto garantiza que la alegría está activada desde una felicidad verdadera, la del interior.
A esta altura de la explicación y dado que el mandato de Abba en Sukot es estar «completamente alegres«, estamos obligados a tomar esa decisión; la misma requiere que contemplemos una de las grandes paradojas de la vida. Por un lado, independientemente de quién seas, por el solo hecho de estar vivo tu copa está rebosando. Pero por el otro lado, y desde los paradigmas que ofrece el sistema reptiliano, siempre podrías tener una copa más grande. Ante esto, el Eterno te aconseja hoy: «elige obtener placer por lo que tienes, y habrás encontrado el secreto de la felicidad. Elige enfocarte en la búsqueda de una copa más grande, y siempre te va a faltar algo«.
Por favor, ¡no te preocupes, y sé feliz que es gratis!
¡Que nada, ni nadie robe tu alegría!
En Su Paz y a tu disposición: David Nesher
Te invito a escuchar este estudio en una explicación práctica ingresando en este video: