Noviazgo

Condiciones Celestiales para Casarse

Por P.A. David Nesher

 

«Luego los oficiales le dirán al ejército:
“Si alguno de ustedes ha construido una casa nueva y no la ha estrenado, que vuelva a su casa, no sea que muera en batalla y otro la estrene.
Y si alguno ha plantado una viña y no ha disfrutado de las uvas, que vuelva a su finca, no sea que muera en batalla y sea otro el que disfrute de ellas.
Y si alguno se ha comprometido con una mujer y no se ha casado, que regrese a su pueblo, no sea que muera en batalla y sea otro el que se case con ella.”

(Deuteronomio 20:5-7)

 

 

Sirviendo por tanto años a jóvenes de mentalidad evangélica protestante, he notado la falta de sabiduría que la mayoría de los varones tienen a la hora de pensarse en pareja, y por ende, en familia. La gran mayoría cae en el mismo «error edomita», amando pues primordialmente el guisado, y desechando la potencialidad de la primogenitura que sus almas tienen. Dicho de otro modo, casi todos los varones con mentalidad greco-romana, comienzan este maravilloso camino del amor perfecto por el final: procuran obsesivamente tener su mujer, y luego, quizás piensen en su destino laboral y económico.

Justamente en estos versículos, la Instrucción (Torah) divina señala que los oficiales tienen aquí la función de tratar y supervisar casos de carácter social, como el hecho de un varón que desea constituir un hogar.

Las tres cosas mencionadas, una casa, una viña y una esposa, representan los momentos más felices de la vida natural del varón en edad de guerra, es decir en edad juvenil apropiada para casarse (mayor de 20 años). Para que un soldado israelita no pierda la oportunidad de disfrutar de estos momentos, no podrá hacer cierto servicio militar mientras esté involucrado en uno de ellos.

Estas tres cosas aparecen aquí en el orden natural. Primero el hombre debe tener casa y trabajo, y luego es apto para casarse. Con este bosquejo la Instrucción (Torah) divina enseña en Su Sabiduría la conducta apropiada que un varón redimido debe ejercer para realmente formar un hogar exitoso: el hombre debe primero construir una casa, luego plantar una viña (obtener un trabajo). Solo entonces puede tomar una esposa.

Cuando el hombre fue creado, Yahvéh le dio primero una casa, el huerto, luego un trabajo, la jardinería (melajá y abodá).Luego, cuando el varón se especializó en eso, le otorgó una mujer como recompensa a dicho esfuerzo ministerial. Si vienen maldiciones sobre una persona, primero es tocada la relación con la mujer, luego la casa y finalmente la vida laboral (cf. Deuteronomio 28:30).  El filósofo judío Maimónides dice en su libro «Mishné Torá»:

Es costumbre de personas sensatas que el hombre asegure primero un trabajo que lo alimente, luego construya una casa y finalmente despose a una mujer, como está dicho: “haber plantado una viña, construido una casa y luego desposado a una mujer”.

Entendamos que en la cosmovisión hebrea, la novia es presentada en las Escrituras con estos tres términos, casa, viña y mujer.

El rey Salomón, experto en los códigos de Luz Infinita escondida en estos pasukim (versículos) dijo también:

Prepara primero tus faenas de cultivo (fuera) y ten listos tus campos para la siembra; después de eso, construye después tu casa.

(Proverbios 24:27)

Aquí queda perfectamente señalado el esquema actitudinal que debe seguir un varón que decide amar a una mujer en espíritu y en verdad. Dicho esquema se sujeta a los siguientes tres lineamientos:

  • Prepara tus labores fuera”… es decir construye una casa;
  • “…ten listos tus campos”,… es decir planta una viña; genera una empresa
  • “ y construye después tu casa”; es decir toma una mujer por esposa.

Salomón había aprendido estas pautas proféticas especialmente de la vivencia mesiánica de su padre el rey David:

«Y David prosperaba en todas sus empresas, pues el Señor estaba con él.»

(1 Samuel 18:14)

Por todo esto, cualquier varón soltero que está ahora frente a este estudio, debe aceptar que primordialmente es adecuado elegir una ocupación que le proporcione el justo sustento que le permita adquirir el justo recurso con el que luego podrá acceder a la compra del bien primario que una familia necesita: la casa. Luego, asegurarse que su economía se expandirá por medio de proyectarse en una empresa, para así entender que puede tomar sexualmente a la mujer que ha escogido como esposa.

No es sabio casarse primero y luego buscar trabajo y casa. Sólo los varones insensatos inician el camino al revés. Estos, envueltos en una locura lujuriosa, comienzan casándose, luego, si es que lo logran, se compran una casa, para finalmente intentar en sus fuerzas generar un sustento seguro, si es que no terminan sobreviviendo gracias a la caridad sistémica de los subsidios estatales de turno.

Si Amar es un Mandamiento, entonces el Amor no es un Sentimiento.

Por P.A. David Nesher

 

«Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como os he amado, que también os améis unos a otros.»

(Juan 13:34)

 

En estos días, he notado que, al menos en el mundo occidental, a cualquier tipo sentimiento positivo que se despierta entre individuos (especialmente parejas) se le llama amor. Desde la década de los años ´60, del siglo pasado, al acto sexual se le llama “hacer el amor”. Con este paradigma vibrante en los corazones, el placer hedonista se le ha convertido en el único requisito para el amor.

 

A lo largo de mi carrera pneumoterapeútica me he encontrado con el hecho de que la mayoría de los seres humanos piensan que nuestros sentimientos son independientes de lo que hacemos o pensamos. Ellos sostienen que si los sentimientos que se provocan en el vínculo con otro ser humano son positivos y se suman en fuerza, entonces lograrán amar al otro. Sin embargo, desde la perspectiva de la Instrucción de Yahvéh está bien claro que lo que hacemos está directamente relacionado con lo que sentimos. Son las acciones que decidimos realizar las que evidenciarán al amor. Por ello, las Sagradas Escrituras aseguran que si queremos sentir amor, tenemos que dar amor con nuestras acciones y no esperar que caiga desde el Cielo un «sentimiento mágico» que nos permita entonces amar.

 

Cuando acudimos a los Evangelios y estudiamos el Yugo (enseñanza) de Yeshúa, descubrimos que Él vino a insistir en la revelación divina de que el amor es una decisión y no un sentimiento hedonista. Demostró con su propia vida que el verdadero amor depende de la libertad, la inteligencia emocional y la voluntad de cada ser humano. Con su propio ser dio muestra que el verdadero amor implica sacrificio, entrega y fidelidad.

 

Por ello, ante lo que nuestro Mesías enseñó, debemos aceptar que si amar dependiera de sentirnos bien, del placer o de nuestros impulsos, el Eterno no lo habría consagrado como mandamiento primordial para los herederos de la Salvación. Desde el Decálogo de Moisés (Éxodo 20) hasta el mandamiento del amor establecido por Jesús (Marcos 12: 28 – 31) amar es un mandato divino para nosotros y no algo opcional o supeditado a nuestras preferencias. En la cosmovisión mesiánica amar es una decisión. ¿Qué significa que el amor sea una decisión? Significa que no está subordinado a nuestros sentimientos, instintos o preferencias. Significa que es una manifestación plena de nuestra voluntad.

 

Si el amor estuviese subordinado a los impulsos básicos del ser humano, entonces convertirlo en un mandato por parte del Eterno, sería un absurdo que simplemente lo revelaría como un Dios tirano que obliga a sus súbditos a hacer lo que no pueden. Por ello la frase heredada de los hippies “hacer el amor” para cualquier acto sexual resulta absurda ante la revelación que los códigos de la Torah (Instrucción) del Eterno nos otorga. Desde esta decodificación el alma humana redimida se fortalece en la certeza de que no es el amor el que debe estar subordinado al sexo sino precisamente al revés. Es el acto sexual el que debe estar enmarcado en el amor verdadero, que conduce primeramente a una alianza sobrenatural ante el Eterno, y con los hombres de testigos.

 

Si el amor estuviese subordinado al sentimiento de bienestar o placer, Yahvéh, nuestro Dios, debería haber hecho una especie de mandato “condicionado”. Algo así como: “Amarás a Dios y al prójimo siempre y cuando te sientas bien y te haga feliz”. Muy por el contrario, Yahvéh, nuestro Abba, consagró el amor como un mandamiento porque depende exclusivamente de nuestra inteligencia emocional y libre albedrío. Es decir que amar el la manifestación más plena de nuestra voluntad. Estar en Yeshúa nos da la capacidad de decidir amar por encima de todo lo que podemos sentir. Es una elección que requiere mucha práctica, pero se puede lograr amar hasta el final de los días, porque así se ha decidido al despertar cada jornada.

 

A continuación les comparto versículos bíblicos que implantará en sus corazones el hecho de que el amor es una decisión a tomar y no un sentimiento:

 

«Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y nos amemos unos a otros, como nos ha dado mandamiento.»

(1 Juan 3:23)

 

«El amor consiste en hacer lo que Dios nos ha ordenado, y él nos ha ordenado que nos amemos unos a otros, tal como ustedes lo oyeron desde el principio.» 
(2 Juan 1:6)

 

 

Jóvenes y Necrofilia

Por Moisés Franco

En Juan 11:26 Yeshúa (Jesús en hebreo) dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá”. Ahora bien, ¿cómo puede “creer” en alguien un muerto? En Efesios 2:1 el Espíritu Santo nos dice que no hace falta dejar de respirar para estar en muerte, sino que: “en otro tiempo ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados”.

En Juan 3:16 el Mesías nos dice que: “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna”. Eso quiere decir que el elemento fundamental para tener vida verdadera, la que va más allá de sólo respirar es creer en Yeshúa (Jesús). Pero hay muchos que creen en él y de igual modo están muertos espiritualmente (un ejemplo de esto es que las cárceles están llenas de creyentes, todas).

El Espíritu a través del apóstol Pablo nos da la clave en Gálatas 2.20: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí”.

Es decir, que solamente se puede decir que se está vivo si hemos decidido ya no vivir a nuestra manera sino dejar que Cristo, nos gobierne (por eso dice “ya no vivo yo”).

Todas las demás personas, aunque sean solidarias y simpáticas, están muertas, aunque crean en Cristo e incluso vayan a una iglesia.

Sobre gustos sí hay algo escrito.

Habiendo entendido lo anterior, pasamos a explicar el título de este artículo. La necrofilia es definida por la RAE como:

Perversión sexual de quien trata de obtener el placer erótico con cadáveres.

Es decir que, lo creas o no, hay gente que obtiene un placer sexual en contacto con cadáveres humanos. Si llevamos esto al plano espiritual, cuando nos sentimos atraídos emocional y sexualmente por una persona que no ha nacido de nuevo en el Mesías, estamos practicando necrofilia espiritual.

Es duro pero simple ( y verdadero). Si en verdad has conocido la vida eterna dejando que Yeshúa ha Mashía (Jesús el Cristo) sea tu dueño y muriendo al pecado; entonces has vivido y por lo tanto no debería atraerte lo muerto.

La necrofilia física puede producir infecciones graves en el practicante, que incluso pueden llevarlo a…(adivinen), la muerte, obvio. ¿Y qué creen que pasará en lo espiritual?

2 Corintios 6:14 dice: “No se asocien íntimamente con los que son incrédulos. ¿Cómo puede la justicia asociarse con la maldad? ¿Cómo puede la luz vivir con las tinieblas?” (NTV).

A todos nos ha pasado de sentir una atracción por alguien que no está en Cristo, eso no es malo, somos seres humanos y los deseos sexuales son un regalo del Eterno. El tema, es cuando damos rienda suelta a un deseo permitiéndonos ir contra la instrucción de nuestro Papá. Allí, pecamos y como dice Romanos 6:23: “la paga del pecado es la muerte”. 

¿Qué hago si ya me gusta un muertito/a?

Bueno, si has meditado en lo antes expuesto y te has dado cuenta de tu pecado y no sólo eso, sino que estás dispuesto a rectificarte; ¡felicidades! has hecho teshuvá (arrepentimiento que busca transformar positivamente).

La respuesta concreta a la pregunta varía en cuánto has avanzado hacia el o la muertito/a. Si es sólo algo que se te ha pasado por la cabeza pero no has involucrado aún a la otra persona, entonces te aconsejo meditar en:

  • «Con Cristo, ustedes fueron resucitados de la muerte, por eso busquen las cosas del cielo, donde él está sentado a la derecha de Dios. Concéntrense en las cosas celestiales y no en las terrenales” Col 3:1-2
  • 2 Cor. 10:4-5 “Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo”.

 

Es decir, sujeta tus pensamientos al gobierno de Cristo.

En caso de que hayas avanzado en una relación más profunda, lo primero que te recomiendo es que además de meditar en lo anterior, te definas si vas decidir vivir para Cristo o para el sistema. Las dos no se puede, ya que a los tibios el Eterno los vomita de su boca.

Si decides por la vida, proclámale el evangelio del reino a esa persona y llévala a que se defina, si ella se determina por la muerte; tu decisión…bueno, creo que se sobreentiende qué deberías hacer.

En todos los casos, intercede por las personas que te rodean, ya sea que sientas algo positivo por ellas o no, y proclama el evangelio a toda criatura (Mt. 28:18-20).

Y en cuanto a tus relaciones sentimentales, recuerda aplicar a diario Mateo 6:33: “Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas” (DHH). Vos encárgate de cumplir con Su propósito en tu vida, tu cónyuge, el correcto será añadido.

 

 

¿Qué quiere Dios que yo haga antes de casarme?

Por Moisés Franco*

Muchas personas se hacen la cabeza cotidianamente pensando, preguntándose o sufriendo por la persona con la cual el Eterno ya ha determinado que forme un hogar. Ya sea que estés enamorado/a de alguien y pienses en él/ella todo el tiempo, que le pidas constantemente al Señor una confirmación de si es o no es tal persona, o que sufras con la idea recurrente de que tal vez nunca llegue y que el tiempo se te pase; mi hermano/a esta palabra provista por el Eterno a mi vida es también para vos.

Si leemos Proverbios 24:27 el Señor nos dice: Prepara tus labores fuera, Y disponlas en tus campos, Y después edificarás tu casa” (RV 1960).

Hay una idea simple pero sumamente profunda que Papá nos quiere comunicar. Primeramente, tenemos que entender que hay dos grandes líneas de acción: por un lado preparar las labores y disponerlas en los campos, y por el otro “edificarás tu casa”.

En segundo lugar, vemos que hay un orden cronológico que separa estos dos lineamientos porque dice “y después” entre una instrucción y otra. Es decir, que hay pasos a respetar entre una cosa y otra y que no da lo mismo seguirlos o no.

Pero por ahora ahondemos más en la primera línea de acción. Si miramos la palabra que se traduce como “prepara”, ésta viene del hebreo “kun”( כּוּן ) y según el Diccionario hebreo-griego-español Strong, significa entre otras cosas: levantar, preparar, asegurar, robustecer, consolidar, perfecto y prosperar.

 

El siguiente término que analizaremos es labores, que viene del hebreo “melaká” ( מְלָאכָה ) y tiene por significado: ministerio, arte, oficio, labor, trabajo, negocio, etc.

 

Hasta acá ya tenemos una primera idea del mensaje que nos quiere dar YAHVÉH como padre: asegura, consolida, perfecciona (kun) tu ministerio, arte, oficio, trabajo, negocio (melaká).

Esto es muy importante, yo me he criado en iglesia y he visto muchas personas que han recibido promesas del Señor y profecías (de hecho todos las hemos recibido por medio del pacto que el Eterno hizo con Abraham y confirmó con Yeshúa); pero lamentablemente nunca las ven cumplirse. ¿Acaso mintió quien prometió? No, porque si en verdad era una promesa del Dios Verdadero Él “no es hombre para mentir” (Nm. 23:19).

 

Lo que pasa es que hay un error y es creer pero no accionar entorno a la promesa, cuando eso pasa se vive de ilusiones y se utiliza una fe vana, como la describe el apóstol Santiago, una fe sin obras, sin acciones concretas que demuestran la certeza que se tiene.

 

Hay personas que quieren mucho, de hecho quieren todo lo que el Señor promete, pero no están dispuestas a hacer todo lo que “kun” representa. Por eso suelen descreer del Eterno y hasta enojarse con Él, con esto no quiero decir que se deba hacer el trabajo de Dios para luego angustiarnos si no podemos en nuestras fuerzas, hay que tener un sabio equilibrio, una fe que nos permita esperar en Él pero también accionar correctamente y en tiempo oportuno.

 

Cabe destacar algo más antes de pasar a la segunda línea de acción de Proverbios 24:27, y es que uno de los significados de melaká es “ministerio”. Para eso también tenemos que prepararnos, y no me refiero exclusivamente a si el Señor nos ha llamado a ejercer un oficio específico conforme a Efesios 4 (apóstol, profeta, pastor maestro o evangelista) si no a cualquier acción de servicio en amor a Dios y al prójimo, tanto dentro del ámbito eclesiástico como -y especialmente- en la comunidad en general.

 

Un ministerio que todo nacido de nuevo en Cristo tiene es el de la reconciliación, no sólo entre hermanos, sino también (y primordialmente) reconciliar a nuestro entorno con el Dios Vivo mediante la proclamación del evangelio del reino (Mt. 28:19-20).

 

Ahora sí, habiendo realizado todo lo anterior en nuestras vidas vendría el “y después edificarás tu casa”. La palabra edificar allí utilizada es en hebreo “baná” ( בָּנָה ) y quiere decir: poner cimientos, edificar, tener hijo, maestro, restaurar, entre otras acepciones.

 

Edificar una casa, más allá del sentido literal de construir una vivienda física, se refiere a formar un hogar, a constituir una familia. Si prestamos atención a la lista de significados anterior quizás crean que algunos no tienen relación entre sí, pero el Eterno no hace nada sin propósito.

He aquí que formar una casa implica mucho más para un varón de Dios que firmar un documento legal y hacer un acto religioso, tiene que ver con saber dar fundamentos de vida sólidos como los cimientos de una edificación natural.

A eso se refiere el Espíritu Santo a través del apóstol Pablo cuando dice en Efesios 5:22-23 “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador”. Por años la religión convirtió este pasaje en una justificación machista para cientos de atrocidades dentro del matrimonio, pero lo que Papá quiere revelar es que cuando un varón está sujeto a Cristo, este es “cabeza” porque sabe bajarle a su esposa los mismos lineamientos que el Mesías le da a Él, porque es un hombre que tiene la mentalidad mesiánica que el Eterno quiere para la humanidad. Por eso más adelante en ese mismo capítulo se dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (v.25, RV60).

Es sólo así que podrán los varones ser buenos maestros para sus hijos instruyéndolos para que sean justos como el Señor marca en las Sagradas Escrituras y ayuden a restaurar esta Tierra.

Un dato curioso es que la palabra “bayit” ( בַּיִת) además de significar casa, también denota familia y templo. Una clara muestra de que quien edifica casa en Cristo, lo hace para que esta sea una familia de adoradores, sean un templo donde Él habite.

Para ir cerrando ideas, lo que El Dios que nos ama nos está diciendo en Proverbios 24:27 es que en lugar de preocupemos por buscar a la persona con la cual vamos a edificar una casa, primeramente nos perfeccionemos en nuestros oficios/profesiones y en paralelo salgamos “fuera” (como dice el pasaje) a servir a la comunidad desde nuestro ministerio.

Debemos ocuparnos diligentemente de prepararnos espiritualmente (mediante oración y palabra) y también en las habilidades técnicas y/o manuales para salir a servir al mundo (y la iglesia, por supuesto).

Al estar sirviendo adecuadamente en todas las áreas de nuestra vida en el afuera (y no encerrado exclusivamente en las cuatro paredes de un lugar religioso) estaremos cumpliendo con “buscad primeramente el reinado de Dios y su justicia” (Mt.6:33). Al hacerlo “todas estas cosas les serán añadidas”, es decir que la persona con la cual formaremos una familia será “añadida” sin que la busquemos y así podremos realmente edificar una casa como El Eterno quiere.

Todo aquel varón que esté presuroso por encontrar a “su amada” o, si cree tenerla, de casarse con ella, debe tener en cuenta lo anterior y preguntarse “¿puedo ser alguien que brinde principios y fundamentos conforme a la mente de Cristo teniendo en cuenta mi vida espiritual actual?” Aclaro que con esto no me refiero a no pecar jamás ni tenerlas “todas sabidas” (porque eso en realidad no ocurrirá hasta después del milenio en que seamos uno con el Eterno). Me refiero a al menos poder brindar una cobertura espiritual aprobada por el Eterno.

Y en el caso de las mujeres, además de la consideración del perfeccionamiento ministerial/laboral, la pregunta es doble: ¿el varón que tengo en vista representa a Cristo y me baja principios espirituales en la actualidad? y también ¿estoy buscando sabiduría para como la mujer de Proverbios 31 ser diligente en las tareas domésticas y también para administrar correctamente los principios espirituales que ese varón me dará?

Para concluir, debemos perfeccionarnos adecuadamente para servir al prójimo en el “afuera” tanto desde nuestra profesión u oficio como desde lo espiritual, cuando ya nos hayamos perfeccionado en eso por medio de Cristo Jesús, allí podremos considerar el formar un hogar donde el Señor pueda habitar como templo.

Porque si tu profesión/oficio al igual que tu ministerio no está robustecido ni perfeccionado ¿para qué estar tan apurado por formar casa?

 

*Diácono en el Ministerio Monte Santo Argentina.

Te invito a visitar este ENLACE relacionado: Si te Si te vas a casar… estás obligado a formularte estas siete preguntas…

El Amor: ¿una Química que se agota o una Alianza que Dura para Siempre?

 P.A . David Nesher
Lo escuché en un reportaje hecho a un psicólogo y me sorprendí. Dijo que estar enamorado es equipararse a un psicótico.  Investigando me enteré que muchos especialistas en las áreas que estudian la conducta humana, particularmente la psiquiatría, la psicología, el psicoanálisis y las psicoterapias en sus distintas modalidades, coinciden en asegurar que el enamoramiento es un estado psicótico transitorio. ¡Es una especie de “locura” afortunadamente pasajera!
Se ha logrado observar y coincidir en que la persona que ha caído en estado de enamoramiento se sale de la realidad compartida para entrar en un mundo propio. Parece que vive en otro planeta, se siente ingrávida como una pompa de jabón.
Dentro, en el pecho, “vuelan mariposas”. Hay un estado de inquietud, de zozobra cuando no se está con la persona amada. Mientras que todo es completitud y nada falta si los enamorados están juntos.

El enamoramiento, así observado, sería, entonces, un delirio casi invisible, aceptado por la cultura y la sociedad en la medida en que su ardor, limitado a la intimidad de los amantes, no sea una amenaza para el equilibrio social.

Pero el enamoramiento no es real, es sólo virtual. Cada ser humano involucrado en esta situación almática se enamora de alguien a quien aún no conoce y pone en ese alguien todo tipo de virtudes y perfecciones. Generalmente montan la película que más les gusta.
Los mecanismos psicológicos que se ponen aquí en juego se llaman ‘Proyección‘ e ‘Idealización‘. De una fácil de entender, el enamoramiento es como el cine, la persona amada es la pantalla sobre la que el otro proyecta todos sus ideales. Se enamora de su ideal, de algo de él, de algo que sigue siendo su ‘yo‘ pero proyectado en el otro.
Así pues, nos encontramos frente a otra actividad engañosa del ego, esa falsa identidad, ese pequeño veneno que la serpiente antigua logró inyectar en la mente de los humanos primigenios.
Puesto que la pasión no acarrea la locura irremediable, llegará un momento en el que alguno de los enamorados implicados se enfrentará a la realidad del desencanto. El sentimiento de desengaño corresponde al descubrimiento de que la relación amorosa, está compuesta por dos seres distintos, que nunca han sido, ni serán jamás, UNO, como establece el diseño original implantado por el Eterno en el espíritu humano al momento de su creación (concepción). Asumiendo así el carácter ilusorio de la fusión, los amantes no tienen otra que aceptar la separación irreductible de su identidad con la persona deseada.
El enamoramiento está más cercano a los deseos de la carne (gr. Sarx). Es decir, que surge más de una actividad sensorial que activando los afectos y emociones logra generar pensamientos que llevarán al sistema nervioso central a ocasionar una serie de reacciones electroquímicas que involucrarán al sistema endócrino y desde a él agitaran a todo el organismo humano. Desde esta perspectiva el enamorarse se relega a una situación psíquico-fisiológica (psico-física) que no logra trascender al plano del Espíritu que es dónde reside la Fuente de todo Amor: El Eterno y Verdadero Dios que es Amor.
A continuación comparto los síntomas y la química que destacan al proceso del enamoramiento. Con estos planteamientos científicos podremos llegar al final a la sabia conclusión que enamorarse nada tiene que ver con la decisión de amar y formar un proyecto de vida con el otro, opuesto en género,  pero a la vez complementario: la ayuda idónea que el Eterno diseñó.
Síntomas del Enamoramiento
Pérdida de sueño y apetito; hiperactividad; subida de la presión arterial; aumento de la capacidad muscular, al liberarse grasas y azúcares; y de la cantidad de glóbulos rojos, para mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea, son algunos de los síntomas que sufren los enamorados. La atracción sexual descansa primordialmente en las diferencias sexuales y, aunque no se sabe con certeza, podría tratarse de alguna preferencia inconsciente que se va configurando en los primeros meses de vida: preferencias de temperamento, figura, rostro, etc. de las personas que nos rodean.
La “química del amor eros” está mediada por una serie de sustancias que nos hacen sucumbir a la pasión amorosa.

 

A través del sistema nervioso, el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Química del Amor: Bombardeo Hormonal
El enamoramiento parece ser que sobreviene cuando se produce en el cerebro la feniletilamina, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminasAl inundarse el cerebro de esta sustancia, éste responde mediante la secreción de dopamina(neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer).
También segrega norepinefrina y oxitocina (además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser además un mensajero químico del deseo sexual), y comienza el trabajo de los neurotransmisores que dan lugar a los arrebatos sentimentales, en síntesis: se está enamorado. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.
Feniletilamina, adrenalina, noradrenalina, norepinefrina yoxitocina son los ingredientes básicos del enamoramiento
Es tan fuerte este impulso que en el momento del enamoramiento somos monógamos, pero al terminar éste, la razón entra en juego ya que biológicamente estamos condenados no sólo a buscar pareja sino también a sentir los incentivos de alrededor. En un estudio demostrado científicamente con estudios de ADN, se comprobó que un 16% de los hijos estudiados en hospitales no eran de los padres legales.
Lujuria, Atracción, Unión.
Un estudio presentado por la antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey, identifica en el cerebro humano los tres aspectos del amor eros: lujuria, atracción y unión.
La lujuria, o deseo sexual, es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que nos hace buscar pareja. De ahí que los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de esta química; ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres. Como anécdota, el 50% de las mujeres entrevistadas para el libro “Por qué necesitan las mujeres del chocolate” confesó que elegiría el chocolate antes que el sexo.
Después viene la atracción, que se atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, un neurotransmisor cerebral que se relaciona con la sensación de bienestar. Se trata de un sentimiento de seguridad, comodidad y paz. En este caso son las endorfinas -compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos- los que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Por ello se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos. Su actividad perdura de 2 a 3 años, incluso a veces más, pero al final la atracción bioquímica decae. De hecho, el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de divorciarse se ubica en el cuarto año de relación, que es el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio. Cuando el amor erótico se consolida, el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y la vasopresina. Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto, la lactancia y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.
La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, pero también puede menguar o quedar relegado por otros sentimientos. Para mantenerlo es necesario buscar mecanismos socioculturales (vida espiritual, comunicación fluida y eficaz, grata convivencia, costumbre, intereses mutuos, etc.) que sustituyan al bombardeo químico.
Un estudio alemán ha analizado las consecuencias del beso matutino, ése que se dan los cónyuges al despedirse cuando se van a trabajar. Los hombres que besan a sus esposas por la mañana pierden menos días de trabajo por enfermedad, tienen menos accidentes de tráfico, ganan de un 20% a un 30% más y viven unos ¡cinco años más.
En el enamoramiento también influyen otros factores como el olor. Los humanos desprendemos feromonas que resultan atractivas para los demás. Hay pruebas científicas de que la atracción de feromonas existe en todo el reino animal y en los insectos. Hacia el año l997, los estudios de Wedekind mostraron que la axila es un sitio importante para la selección sexual, ya que la selección de individuos según el olor implicaba las variaciones genéticas más amplias entre los individuos, lo que promovía variaciones genéticas en el sistema inmune de la descendencia…
El enamoramiento acaba con el tiempo. El amor dura para siempre.
El tiempo es el factor que acaba con el enamoramiento si los enamorados están juntos y se van conociendo. Cada uno de los implicados en una relación de pareja descubre que puede idealizar a quien no conoce apenas, pero a quien ya conoce puede admirarlo, quererlo, valorarlo; o por el contrario despreciarlo, rechazarlo e incluso odiarlo. De una u otra manera, el conocimiento destruye el espejismo. Lo que parecía eterno se descubre como efímero.
El problema del enamoramiento es que da paso en la mayoría de las ocasiones al desamor, que puede tomar muchas formas.
Afortunadamente, en algunas ocasiones, cuando acaba el enamoramiento comienza el amor. Solo se puede amar aquello que se conoce y se quiere. En el amor hay menos emoción y menos pasión que en el enamoramiento, pero es más estable, más real, más verdad.
Nuestra sociedad actual, sujeta a un sistema de cosas reptiliano, va camino de cometer un error de trágicas consecuencias al reducir e identificar el amor con enamoramiento. Y lo que es aun peor, reducir el enamoramiento a un mero estado de «excitación» que no suele durar más allá de 3 o 4 años. Esta es una influencia sutil y perversa del hedonismo, controlado por Baal y Astarté, que está en la raíz de muchos divorcios y separaciones. «Como ya no siento nada por él/ella, esto significa que el amor se ha apagado y, por tanto, es legítimo que lo dejemos.»
Es urgente entender que el amor se asemeja a un edificio que tiene cuatro columnas: la amistad, el sentimiento de cariño y ternura, la entrega mutua y el proyecto de vida. El enamoramiento, que incluye la atracción física y el romanticismo emocional, será simplemente una añadidura instrumental para la edificación de ese edificio. Una relación de pareja será estable y duradera en la medida en que tenga estas cuatro columnas desarrolladas de forma equilibrada. Cualquier desnivel va a ladear el edificio peligrosamente. Según palabras del Señor mismo, «nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Jn. 15:13). El amor verdadero se revela en grandeza mientras más aprende a darse. La entrega mutua es el meollo del amor verdadero en una pareja. Es su médula, porque nos acerca al tipo de amor que Dios tiene con nosotros. Es el ágape, columna vertebral de cualquier relación madura y estable.
En definitiva, y aunque te parezca paradójico, ¡nunca te cases enamorado!